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Comparto con todos ustedes este artículo escrito a propósito de la visita que hiciera Edgar

Morín a Colombia. Considero que no estoy llamada a huir de todas aquellas personas y
teorías que de alguna manera y en principio desconocen a Dios, sino más bien a descubrirlo
en ellos.
Siempre que leo a Morín y sus teorías sobre el pensamiento complejo, del caos y demás, me
remito al inicio del Génesis y estoy casi segura que él lo ha leído también.
Viene a hablarnos del hombre relacional, de la alegría, de la solidaridad, la comunión y el
diálogo…. Qué bueno que lo haga porque a mí a diario Dios me habla de lo mismo y más
todavía: AMAR A DIOS SOBRE TODAS LAS COSAS Y AL PROJIMO COMO A MI MISMO

Ponerse en los zapatos de los otros


El filósofo y escritor francés Edgar Morín (1921), el “padre del pensamiento complejo”, presentó en
Cartagena, en el VII Encuentro Iberoamericano de Estrategias de Comunicación, apoyado por la
estrategia de marca país Colombia es Pasión, sus teorías sobre el hombre relacional, que podrían
resumirse en una frase: “es ponerse en los zapatos de los otros”.

Edgar Morín

Dijo que la “aventura humana”, que comenzó en el caos cósmico no conoce su destino, pero para
evitar su autodestrucción debe recomponer sus desarticuladas sociedades, basadas en la razón y el
egocentrismo. Morín tiene una fórmula: “un cambio en el sujeto, del actor racional al hombre
relacional”.

En su presentación inaugural, Morín demostró que, en efecto, es un pensamiento complejo, pero ante
la audiencia, estudiantes en su mayoría, dejó fluir algunas ideas más simples, y sus teorías podrían
desembocar en una palabra: “sonría”.

En su presentación, titulada “Un cambio necesario: la recuperación del ser humano”, Morín insistió en
que la humanidad se revela incluso en la formación de los primeros seres unicelulares y que por eso no
podemos perder de vista que somos un todo y no apenas seres individuales.

En lo que más insistió el prestigioso filósofo fue en la necesidad de pensar en “nosotros”, en aprender
a relacionarnos mejor, en la solidaridad, en la comunión, en el diálogo.

Resulta una ironía, afirmó Morín, que el desarrollo tecnológico, y de las comunicaciones en particular,
hayan acortado las distancias y al mismo tiempo alejado a los individuos unos de otros.

“Tenemos en nosotros no sólo la historia de la vida, sino la historia universal, y debemos


compenetrarnos con el entorno, porque es nuestro origen, y ese mérito se encuentra en nosotros, en
todos hay un momento de la especie humana”.

“Una aventura común –dijo- ha embarcado a todos los humanos de nuestra era. Todos deben
reconocerse en su humanidad común y, al mismo tiempo, reconocer la diversidad”.

Reconocer la diversidad es, en la opinión del escritor francés, un imperativo para la conciliación y la
armonía y para controlar la naturaleza desmesurada del hombre, que actúa con pasión y con razón.

“No se puede concebir razón sin pasión, pero tampoco pasión sin razón. El amor es la suma de la
pasión y la razón, locura y racionalidad”, precisó al subrayar la urgencia de vivir menos
cronometrados, menos programados, menos predispuestos y más solidarios, compasivos, comprensivos
y simpáticos. “Hay hipertrofia de egocentrismo”, puntualizó

Las palabras inaugurales del Encuentro estuvieron a cargo de los decanos de comunicación Jürgen
Horlbeck B. (Pontificia Universidad Javeriana) y Vera Schutz de Cano (Universidad Tadeo Lozano),
quienes se anticiparon a Morín con argumentos en el mismo sentido.

Horlbeck habló de la necesidad de ponerse en la situación del otro, de la dificultad de hacerlo con el
corazón, y no apenas con la razón, de generar espacios de reflexión, de desarrollar una imaginación
compasiva (“que es la única manera de parar esta locura”), de ponerse en el lugar de los demás y
generar una mejor convivencia.

Vera Schutz le complementó e instó a tejer afectos, generosidad, humildad, “encuentros en medio de
la guerra”, conexión en las miradas, “generar convivencia desde el corazón para construir mundos
habitables”. (CEP)

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