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Clavelito

Patio de vivienda precaria. Dos salidas: una a la calle; otra, hacia el interior
de la casa. La Gringa escapa hacia la calle con su bastón. Marta entra a
buscarla, la alcanza y la conduce hacia adentro. La Gringa se resiste un
poco, pero finalmente se deja arrastrar por Marta. Salen.

CHATO. - (entra desde la calle, trae un teclado musical ) ¡Chicas!


¡Chicas! ¡Rita!

Entra Rita.

RITA. - Hola Chato ¿Qué tal?


CHATO. - Mira este aparato.
RITA. - ¿Y esto?
CHATO. - Está chulo ¿no?
RITA. - A ver, pongámoslo aquí (Despeja la mesa) ¿De dónde lo
has sacado?
CHATO. - Me lo prestó mi amigo Pepe. Mira que chulo, con este
aparato va a ser la leche.
RITA. - ¿Pero tú sabes tocar?
CHATO. - Claro; mi abuelo me enseñó a tocar el acordeón. Éste
es más largo, hay que practicar más.
RITA. - Voy a llamar a Graciela y a Amparito para que vengan a
bailar. (Hacia adentro) ¡Graciela! ¡Amparo! ¡Venid que llegó el
Chato!

Entran Graciela y Amparito.

GRACIELA. - Hola, Chato. (Sorprendida al ver el teclado.) ¿Y esto?


CHATO. - ¿Has visto? Es electrónico, me lo prestó mi amigo
Pepe, también me dejó las instrucciones. (Busca en el
bolsillo, se juntan los tres frente al teclado ) OOHHH!! Puse a
lavar la chaqueta y se me mojó el papelito. ¿Y ahora? A
ver si rescatamos algo. (Lee) El rojo, no. (A Graciela que
quiere tocar el botón rojo.) No. “Poverone”, hay que tocar
“Pover”, dale al “Pover”!

Prueban el teclado y suena.

AMPARITO. - Bueno, vamos a bailar, chicas. ¿Practicasteis en


el espejo como os dije?

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GRACIELA. -No.
RITA. - Yo tampoco…
AMPARITO. - Joder, ¿Y ahora, cómo vamos a bailar? No os voy
a decir todos los pasos otra vez. Vosotras me seguís y
hacéis lo que podáis. ¡Venga Chato!
CHATO. - Espera, que voy a arreglar la partitura. Atentas, va.

Chato toca una melodía popular y las chicas bailan, Marta entra y las mira;
termina el baile, se hace un silencio, las chicas se separan y descansan.

CHATO. - ¡Qué bonito como habéis bailado! Los tíos os van a


mirar con los ojos como huevos fritos. ¿Os vais a poner
ropa?
AMPARITO. - Un vestido negro con lentejuelas que ha cosido la
Rita, todo por aquí. (Señala el pecho).
CHATO. - (A Amparito) ¿Vamos?
AMPARITO. - ¡Qué! ¿Ahora?
CHATO. - Y sí, ahora.
AMPARITO. - Pero si ya le estuvimos dando anoche….
CHATO. - Oh..., pero eso fue anoche. Además, tengo ganas
ahora.
AMPARITO. - Espera hasta más tarde… vengaaa… que no, que
estoy cansada. Acabo de bailar.
CHATO. - (Se enfada) Ah, no. Hay que respetar los tratos.
Vosotras me pedisteis que os toque el pianito para el
número musical, yo os toco el pianito para el número
musical, pero vosotras…. (Hace gesto)
AMPARITO. - (se mira con las otras chicas) Joder. (Se levanta)
CHATO. - No, así de mala gana, no.
GRACIELA. -Que, ¿eres fino ahora? (Se levanta.) ¿Quieres
conmigo?
CHATO. - (Asiente) En la variedad está el Busto.

Aparece la Gringa con una maleta interrumpiendo. Se lleva por delante una
silla con ropa y la tira al suelo.

GRINGA. - No voy a poder salir nunca de aquí.

Graciela levanta la ropa y Marta sienta a la Gringa en una silla. Graciela se


acerca y la Gringa la toca con una mano.

GRINGA. - ¿Tú quién eres?


GRACIELA. - Graciela, la chica nueva.
GRINGA. - Ah ¿Graciela? ¿Qué haces aquí hija?

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GRACIELA. - Estoy trabajando, hay que darle de comer a los
músicos. ¿Y usted, Gringa?
GRINGA. - Yo, aquí estoy, esperando el barco.
GRACIELA. - ¿Qué barco?
GRINGA. - El Giuglio Césare.
GRACIELA. - ¿Qué es eso?
MARTA. - Vieja, a ver si terminas ya con esa historia de
Venecia.
CHATO. - Graciela… ¿Vamos?
GRACIELA. - espera un poquito. (A Marta) ¿Qué historia de
Venecia?
MARTA. - Hace un tiempo que le da. Sale con la maleta, se
queda de pie ahí y dice que está en el puerto esperando el
barco. ¿Qué, no la has visto nunca?
GRACIELA. -No.
AMPARITO. - Ah. Claro, como la señorita se levanta clientes con
dinero y desaparece varios días…
GRACIELA. - ¿Qué quieres decir?
MARTA. - Eso, nada más. Que la señorita no tiene clientes,
tiene novios.
GRACIELA. - ¿y eso a vosotras que os importa? yo aporto
dinero igual ¿o no?
RITA. - Dejadla tranquila. A su edad vosotras hacíais lo mismo.
AMPARITO. - ¡A su edad, a su edad! ¿Y tú que te metes, si yo
estoy hablando con ella?
CHATO. - Graciela, ¿Vamos?
GRACIELA. - (al Chato) Déjame, pesado, ¿no ves que me estoy
peleando? (a Amparito y a Marta) ¿Qué tenéis las dos en contra
mía?
AMPARITO. - ¿En contra tuya?
GRACIELA. - Sí, Sí, en contra mía. ¿Os creéis que no me he
dado cuenta? Desde que empecé a trabajar aquí que
parecéis dos víboras enroscadas para picarme.
MARTA. - Oh, ¿y a ésta que le pasa? ¿Te piensas que eres tan
importante? Para que lo sepas ni me enteré cuando llegaste.
GRACIELA. - ¡Sí, cómo no! Si se te caía la baba, mirándome los
zapatos rojos.
MARTA. - ¿Qué zapatos?
GRACIELA. - No te hagas la idiota. Los zapatos rojos con hebilla
dorada.
CHATO. - Graciela, dale, terminen…

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GRACIELA. - (al Chato) Papi, que pesado… ¿No tienes nada
mejor que hacer?
CHATO. - ¿Cómo, nada mejor que hacer? nena, te estoy
esperando.
GRACIELA. - Hagamos una cosa…vete yendo, que yo después
te voy a buscar.
CHATO. - Uh, vosotras dos estáis cortadas por el mismo patrón,
no queréis cumplir los tratos. Así yo no toco el piano.

Coge el teclado, Rita se lo quiere sacar y tironean; la lleva arrastrando.

RITA. - (suplica) No, ven. No te lo lleves. ¿Con qué vamos a


bailar?
CHATO. - Con la radio vais a bailar. Vosotras que os creéis,
¿que yo estoy aquí porque vosotras estáis para ser usadas?
Yo estoy aquí por afecto.

Sale hacia la calle y Marta corre tras él.

RITA. - (enfadada, saliendo hacia el interior de la casa) ¿Ves,


Graciela? Y ahora ¿cómo vamos a bailar sin música? Yo
así no bailo. Ya le había cosido las lentejuelas a la ropa…
MARTA. - (volviendo, ve que la Gringa quiere encender un cigarro y se lo
quita) ¿Qué haces? ¿Te quieres prender fuego? Ya
incendiaste la cortina de tu habitación.
GRINGA. - ¡Quita joder!
MARTA. - Tan buena que eras.

Graciela se sienta cerca y comienza a pintarse las uñas.

GRINGA. - No voy a poder salir nunca de aquí. Si estuviera Don


Giacomo para ayudarme. Don Giacomo sí que era un
caballero. Me decía: ¨Clavelito, la voglio portare a Venezia¨.
Decía ¨Tutto il mondo é Bello, tutto, pero ce una citta piú
bella. É una citta fatta sull´acqua¨.
GRACIELA. - No entiendo una mierda de lo que está diciendo.
GRINGA. - Que está hecha sobre el agua.
GRACIELA. - ¿Lo qué?
GRINGA. - Pues Venecia coño ¿de qué estamos hablando? Y me
decía que la gente no va en coche, que va en barco, en
góndolas…
RITA. - (desde adentro) Chicas, ¿ya le habéis dado de comer a las
gallinas?

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AMPARITO. - (desde dentro) ¡Sí, Rita, les he dao yo!
GRINGA. -…mientras los enamorados se miran a los ojos.
Después el ITALIANO ponía música y bailábamos. Y
después…ya no me acuerdo de más. Pero me ha
perdonado tutto…aquí me lo dice, en su carta.
GRACIELA. - ¿Y usted qué le ha hecho?
GRINGA. - Yo le he hecho cada perrada. (Busca en el bolsillo un
papel) Aquí me dice: ¨Clavelito, yo la perdono, la amo, y l
´aspetto a Venecia¨. Firmado: ¨Don Giacomo¨.
GRACIELA. - A ver…
GRINGA. - No, son cosas mías, personales. Cielo ¿tú me
ayudarías a ir a Venecia?

Rita vuelve al patio. Entra Chato de la calle, lanza miradas de reproche a


Graciela y Amparito.

GRACIELA. - No, Gringa, como que a Venecia; hay que trabajar.


GRINGA. - Trabajar, trabajar, trabajar. ¿Y el amor? ¿Tú sabes
qué es el amor? ¡Qué vas a saber!
RITA. - (Volviendo al patio. Al Chato) Y tú qué, ¿no te habías ido?

Chato se acerca lentamente, mirando fijamente a Rita y recoge un bolsito


que se olvidó en la silla. Lo coge y se vuelve a ir. Marta se lo impide y
lo lleva hacia adentro.

CHATO. - (Yendo detrás de Marta) Estas chicas tienen el corazón


de hielo. Me quieren por mi dinero. (Sale.)
GRACIELA. - (a la Gringa) ¿Cómo es eso de Giacomo el italiano?
GRINGA. - (a Graciela) Hace muchos años yo viajé a Buenos
Aires, lo conocí en el Teatro. El italiano era guapo, alto, un
caballero. En esa época yo bailaba flamenco y me
llamaban La Clavelito.
GRACIELA. - ¿La Clavelito? Gringa, menudo nombre se fue a
buscar. ¿Usted bailaba?
GRINGA. - Claro. Yo bailaba muy bien, trabajaba en el teatro
Politeama. Bailaba con un vestido rojo lleno de volantes,
tenía repertorio y todo.

Quiere mostrarle a Graciela cómo bailaba, gira y se cae; Graciela la


sostiene y la sienta en la silla; Rita, cociendo y cantando
distraídamente.

GRACIELA. - (a Rita) La Gringa era artista en Buenos Aires…


RITA. - Qué va a ser artista.

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GRINGA. - Tú cállate…paleta de mierda… que sabrás…
(A Graciela) Don Giacomo tenía unos ojos azules, un bigote
finito. Me cogía por la cintura, me llevaba al balcón y me
cantaba canciones de amor. (Tararea recordando) Me hablaba
de Venecia y de un cofre.
GRACIELA. - ¿Cómo que de un cofre?
GRINGA. - Una caja, llena de joyas, monedas de oro…
GRACIELA. - ¿Oro? Ah, entonces no era solo ¨amore¨ con ese
Giacomo.
GRINGA. - No digas eso. Yo a ese hombre lo quería. Estaba
enamorada.
GRACIELA. - ¿Y el oro?
GRINGA. - Se lo robé. Al primer descuido, me fui al norte con la
pasta. Lo dejé sin un duro al pobre italiano, con el cofre
lleno de bragas y medias de rejilla.
GRACIELA. - ¿Qué? ¿Se lo robó todo? Menudo clavelito le
resultó al pobre.
GRINGA. - ¿Y con qué te piensas que he levantado esta casa?
¿Y los cuartos donde vosotras trabajáis, el gallinero? (Se
lamenta.) Soy una puta vieja, pero voy a ir a Venecia. Porque
él me ha perdonado, lo ha escrito en la carta: ¨Clavelito, yo
la perdono y la espero en Venecia¨, firmado ¨Don Giacomo¨.
GRACIELA. - A ver…

Vuelve Marta, se pone a maquillarse.

GRINGA. - ¡No, no! Tan bueno ha sido este hombre, y tan


confiado, que un día me llevó al cuarto y me dijo
mostrándome el cofre: ¨Clavelito, este es el dinero ganado
con el Lavoro de tutta la mia vida; è per noi. Voglio che li
tenga lei¨. Mira que hombre generoso que era y yo me he
portado mal con él, pero te juro que voy a ir a Venecia
antes de morirme.
GRACIELA. - (calmándola.) Bueno, Gringa, si usted quiere ir, va a ir.
GRINGA. - (reacciona) ¿En serio, Gracielita, me vas a llevar a
Venecia? A Venecia, la ciudad del amore.
GRACIELA. - Tranquila, Gringa. No se ponga así.
GRINGA. - Bueno, vamos entonces, que ya debe estar por llegar el
Giuglio Cesare.
GRACIELA. - ¿El Yulio Chésare? ¿Y eso que es?
GRINGA. - El barco. Un barco enorme, que navega por el océano
como una ciudad con todas sus luces encendidas. Don
Giacomo decía que a Venecia se va en el Giulio Cesare.

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GRACIELA. - Pero no, Gringa. ¿Cómo va a venir aquí un barco?
¿No ve que estamos aquí entre las montañas? ¿Por dónde va a
entrar un barco? Ahora se viaja en avión.
GRINGA. - ¿En avión?
GRACIELA. - En avión, ¿No es cierto, Rita?

Rita asiente.

GRINGA. - Bueno. Vamos en avión. Yo no soy pretenciosa.


GRACIELA. - Rita, llévala a descansar, ponle la radio.

Rita toma a la Gringa de un brazo y la conduce adentro.

GRINGA. - (se detiene) Gracielita, no te olvides de llevarme.

Salen, Graciela sigue pintándose las uñas.

MARTA. - Graciela, ¿pero tú que le dices a la Gringa? ¿No ves que


está…? (Hace gesto para mostrar que está perdida. Silencio largo.)
GRACIELA. - ¿Y qué hacemos?
AMPARITO- ¿Cómo que qué hacemos?
GRACIELA. - Que la Gringa quiere ir a Venecia.

Vuelve Rita.
MARTA. - ¿Y?
GRACIELA. - La llevamos.
AMPARITO. - ¿Tú estás loca? (A Marta.) Solamente a esta
colgada se le podía ocurrir darle carrete a la vieja.
GRACIELA. - ¿Pero por qué? ¿Queda muy lejos eso?
MARTA. - No sé.
GRACIELA. - Bueno, averigüemos.
MARTA: Eh, Rita, ¿tú sabes dónde queda Venecia?
RITA. - No.
GRACIELA. - La Gringa dice que ahí las calles son de agua.
AMPARITO. - ¡De agua!
GRACIELA. - Sí, y que la gente va en barquitos. Claro, que tú no
escuchas cuando habla la Gringa, ¿no, Amparito?
AMPARITO. - Te repito, la vieja está mal de la cabeza. No podemos
estar escuchando todas las tonterías que dice…
MARTA. - (A Graciela.) Tu estás mal de la cabeza. ¿Cómo la vamos a
llevar a Venecia? Hay que trabajar.
GRACIELA. - Trabajar, trabajar… dice que Venecia es la ciudad del
amor.

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AMPARITO. - (irónica) ¡Del amor!
MARTA. - ¿Y le has creído?
GRACIELA. - (molesta) Qué pasa, ¿vosotras no creéis en el amor?
AMPARITO. - No me jodas. ¿Qué tiene que ver la Gringa con el
amor?
MARTA. - (A Amparito) Oye, Amparito, cierra la boca. Gringa tiene
mucho que ver con el amor… ¿Acaso no te recogió, cuando tus
padres murieron en el accidente? Tus hermanos y tus tíos te
dejaron solita en el medio del monte, no tenías ni una patata.
¿Ahora qué dices de la vieja?
AMPARITO. - (Atacándola) Ehhh…No hables mal de mis parientes.
¡¡¡Los tuyos no eran mucho mejores!!! Tu madre te tiró a la
calle porque decía que tú te lo querías…al novio de ella y la
Gringa te encontró en el parque y te trajo para aquí.
MARTA. - (Atacándola también) ¡¡¡¡Con mi madre no te metas!!!!
RITA. - (separándolas)¡¡¡Tranquilizaos!!! (Ellas se calman.) A ver, chicas.
Las cosas como son. La Gringa nos recogió, nos dio techo,
protección… ¿A qué sí?
MARTA. - Si.
AMPARITO. - Es verdad.
RITA. - Entonces…
GRACIELA. - (Interrumpiéndola) Entonces la llevamos… Averigüemos
donde queda eso y la llevamos. No nos cuesta nada.

Silencio.

RITA. - ¡Ya sé lo que podemos hacer! ¿Visteis el libro grande que


está tirado en la habitación del fondo? Tiene mapas y todo.
MARTA. - Ve, tráelo para aquí.

Rita va a salir, pero antes se encuentra con Chato que entra en escena y la
detiene.

CHATO. - ¿Dónde vas Rita? ¿No quieres venir ahora?


RITA. - (se deshace de él.) No, quita, no puedo atenderte ahora.
CHATO. - Te doy cinco y toco el tecladito.
RITA. - Cinco…Bueno, tú me esperas aquí, que yo ya vengo.
Suéltame, que me tengo que ir a estudiar geografía. (Sale)
CHATO. - Ven, que yo te voy a enseñar geografía, mamita. (Sale
detrás de Rita.)
RITA. - (Voz en off.) Quédate, quieto. Espérame aquí.

Vuelve Rita con un libro.

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RITA. - Aquí está.
MARTA. - ¿De dónde has sacado ese libro?
GRACIELA. - Se lo birló.
RITA. - Como lo voy a robar. Se lo dejó una vez un estudiante
que vino a verme después de la escuela y se fue tan
enamorado de mí, que se olvidó todo lo que traía en la
mano.
AMPARITO. - Míralaaa…a esta….
GRACIELA. - A ver, venga, veamos el libro y deja de fardar.
RITA. - (limpia la mesa y apoya el libro, Marta quiere tocarlo.) No, Marta, tú
no, que siempre tienes las manos llenas de mierda.

Empieza a dar vuelta las hojas con mucho cuidado y lentitud.

MARTA. - (impaciente) Venga, apura.


RITA. - (mirando el libro, sin hacerle caso) ¿Dónde está Venecia? ¿En
Geografía Económica o en Geografía Política?

Se miran las cuatro desconcertadas.

MARTA. - En Geografía… política.


RITA. - ¡¡¡Mira que mapa!!!
AMPARITO. - Uy, que lío de nombres. Busca Venecia.
GRACIELA. - A ver. La Guyana Francesa. Venezuela. Por aquí debe
estar Venecia, con la V. Colombia…
MARTA. - Se va de la letra.
RITA. - Qué lío. No está Venecia. (A Graciela.) Tú busca por allí y
nosotras por aquí.

Entra el Chato enfadado.

CHATO. - Venga, Rita, apura mujer…


GRACIELA. - Ah, Chato, ven.
CHATO. - (se acerca.) ¿Qué pasa?
RITA. -Ven, ayúdanos ¿Sabes dónde queda Venecia?
CHATO. - ¿Venecia? Puede ser.
MARTA. - Venga tío, ayuda.
CHATO. - ¿Para qué queréis saber dónde está Venecia? ¿Vais a
viajar, acaso?
GRACIELA. - ¿Y a ti qué te importa? La tenemos que llevar a la
Gringa. Ven.
CHATO. - No me acuerdo bien.

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AMPARITO. - Venga Chato, acuérdate. (Se le cuelga del cuello.)
CHATO. - Me estoy acordando de algo.
AMPARITO. - Venga, Chatito… (Lo coge del cinturón.)
CHATO. - Ahora me acuerdo un poco más.
MARTA. - (Se acerca a el y le pone una mano en su pecho.) ¿Dónde queda
Venecia?
CHATO. - ¡Ya me he acordado! Está en Europa, en Italia, es una
ciudad. La he visto el otro día en un programa de televisión…
MARTA. - (lo acerca a la mesa y las chicas le hacen un hueco.) Señálalo en
el mapa.
CHATO. - (Se sienta, busca unos segundos y señala.) Aquí está.
AMPARITO. - Y nosotros, ¿dónde estamos?
CHATO. - ¡Buf! ¡nosotros!... (Señala) Aquí.
GRACIELA. - (Lee) “Laracha”.
CHATO. - “La ciudad de provincia de A Coruña”.
AMPARITO. - ¿Y esto azul qué es?
CHATO. - Agua.
AMPARITO. - ¡¡¡Joder!!!
GRACIELA. - ¡¡¡Cuánta agua!!!
MARTA. - ¿Y esto marrón?
CHATO. - Tierra.
AMPARITO. - ¿Y lo verde?
CHATO. - Tierra con toxos. Rita, ¿vamos ahora?
RITA. - Espera un poquitín.
CHATO. - Graciela. (En voz baja y le hace una seña.)
GRACIELA. - (va hacia él) ¿Qué quieres?
CHATO. - ¿Le falta mucho a Rita?
GRACIELA. - Como media hora. ¿Por qué?
CHATO. - ¿No quieres venir tú?
GRACIELA. - Por seis y tocas el tecladito para el número musical.
CHATO. - Vale…
GRACIELA. - Bueno, pero rapidito, ¿eh?
CHATO. - No, rapidito no me gusta.
GRACIELA. - Estás perdiendo el tiempo, papito.

Salen Graciela y Chato.

RITA. - (Los escucha reírse y se levanta furiosa) Qué hija de su madre, la


Graciela. Mira, Marta, me está quitando todos los clientes, que
ingrata que es conmigo. ¡Graciela, sal de ahí! ¡Graciela, sal ya!
GRACIELA. - (Volviendo, acomodando la ropa) ¡Por qué tanto escándalo!
¿No ves que estoy trabajando?
MARTA. - ¿Ya está?

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GRACIELA. - Calidad y eficiencia, neniña.
RITA. - Siempre igual… ese dinero era mío.
GRACIELA. - Oh, pero si tú no lo querías.
AMPARITO. - No es que no lo quería. Estábamos mirando el mapa.
GRACIELA. - Bueno. El pobrecito se estaba por desmayar. Un acto
de caridad.

El Chato vuelve a escena lentamente, despeinado, se sienta en una silla y


suspira.

MARTA. - Chato, ¿y cómo es, Venecia?


CHATO. - (reaccionando del éxtasis) ¿Eh? (Levanta los hombros.)
Es…bonita… Tiene las casas viejas y las calles son de agua,
como dice la Gringa. Y nieva.
AMPARITO. - ¿Nieva? ¿Y por qué?
CHATO. - No sé. Pero nieva. Nieva sobre las casas y la gente…
Bueno, mi televisor no funciona muy bien, igual no era nieve,
y eran esos puntitos blancos que aparecen y hacen ruidito…
quishshshshsh. No sé si nieva o no nieva….
MARTA. - La vieja tiene una cinta que habla de Venecia. Siempre
lo escucha en el radiocasete.
RITA. - Ah, sí. Ya sé cuál es. (Canta desafinadamente “Venecia sin ti”.)
…Qué profunda emoción, recordar el ayer, cuando toda Venecia
me hablaba de ti…

Chato silba la misma canción; las chicas hacen silencio para escucharlo.

MARTA. - (emocionada, cuando el Chato termina de silbar) ¡Qué bien que


silbas!
CHATO. - (Con intención, despidiéndose.) Otro día te silbo un poquito
más.

Apagón.

Día siguiente. Cambio de ropa.

Entran Marta y Amparito con una cacerola y una radio. Se sientan. Entra
Chato.

CHATO. - Qué hacéis, Marta. ¿Vais a cocinar?


MARTA. - Vamos a hacer las verduras.

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CHATO. - Qué rico. Y ¿cómo van los preservativos, digo, los
preparativos?
AMPARITO. - Genial. Ya sabemos todo de Venecia.
CHATO. - ¿Todo? ¡Joder!
MARTA. - Sí. Todo. Sabemos que está en Italia.
CHATO. - (Se ríe) ¡Que listas! Eso os lo he dicho yo.
AMPARITO. - Bueno… Pero sabemos que allí la gente habla el
italiano.
CHATO. - Gran cosa lo que has averiguado.
MARTA. - Sí. Porque si vas allí y no sabes hablar el italiano no te
entienden nada. ¿Y tú sabes hablar el italiano?
CHATO. - Por supuesto que hablo italiano. Es bien fácil. Tienes
que ponerle una I o una E a todo lo que dices. Y ya estás
hablando italiano. Si tú quieres decir, por ejemplo: ¨ ¿Quieres
pinchar? ¨ tienes que decir: ¨ ¿Quére Pinchare? ¨. También
tienes que cambiar la C por la CH. Si quieres decir ¨Cuesta
quince céntimos de euro¨, (Hace gesto con la mano) se dice: ¨Cuesti
quinche chentimi di euri¨. (Hace el mismo gesto con la mano) Y ya
hablas italiano.
AMPARITO. -¡¡¡Mira tú!!! Anótamelo para cuando vaya.
CHATO. - ¿Queréis que yo os haga un vocabulario para que os
podáis expresar?
AMPARITO. - Pues si…

Chato se sienta. Entran Rita y Graciela.

MARTA. - ¿Cómo os fue?


GRACIELA. - ¿Sabes cuánto cuesta un billete a Venecia?
MARTA. - ¿Cuánto?
GRACIELA. - Dile.
RITA. - ¡Buf! Una montaña de pasta. ¡Como 700 clientes!

Se quedan las tres en silencio, contrariadas.

MARTA. - ¿Entonces no vamos a Venecia?


RITA. - Pues…, no.
MARTA. - Pero, chicas, ya se lo dijimos a la Gringa. Le prometimos
llevarla. Se ilusionó con todo lo que le dijiste, Graciela.
RITA. - Oh, no te hagas la generosa, Marta, que eras la primera en
decir que la Gringa estaba loca y que no había que hacerle
caso.
Silencio.

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MARTA. - Esperad, chicas, esperad, esperad… (Pausa) Ya está.
Ya sé cómo vamos a hacer. Vamos a ir las cinco y no nos va
a costar nada.
AMPARITO. - ¿Ah, sí? ¿Qué? ¿Vas a meterte en política?
MARTA. - No, a mí no me cogen más.
AMPARITO. - ¿Entonces?
MARTA. - Vosotras callaros y hacedme caso.
AMPARITO. - ¡Ah! ¡Seguro que quieres vender nuestros órganos!
MARTA. - ¿Estás loca? ¿Quién va a querer un órgano tan gastado?
AMPARITO. - (enfrentándola) ¿Cómo?
RITA. - (la contiene): Venga, Marta, di lo que estás pensando.
MARTA. - Está bien. Escuchad. ¿A Venecia hay que ir en avión?
Bueno. Vamos a hacer nosotras el avión. ¿En Venecia hay
calles de agua? Vamos a hacer nosotras las calles de agua.
GRACIELA. - ¿Qué? ¿A ti se te va la olla?
MARTA. - La vieja está ciega ¿Si o no?
GRACIELA Y RITA. - ¿Y?
MARTA. - La llevamos a la Ría de Betanzos. Pero la Gringa se va a
creer que está en Venecia.
AMPARITO. - ¿A la Ría de Betanzos? (Marta asiente, Rita la mira)
Y… ¿cuál es la Ría de Betanzos?
MARTA. - Joder, pues la que está en Betanzos y ahí hay un sitio
donde se alquilan barquitas.
CHATO. - Sí, y está cerca de la parada del bus que va a Coruña.
AMPARITO. - Pero, ¿qué vamos a hacer nosotras ahí? Seguro que
hay gente.
RITA. - Podemos ir a la noche que no hay nadie. ¡Genial! Marta
eres un genio.
MARTA. - Tenemos que conseguir algunas cosas: dos o tres
gaviotas.
GRACIELA. - Gaviotas ¿Para qué?
MARTA. - Para cuando la Gringa crea que estamos volando,
soltamos las gaviotas.
AMPARITO. - Si la Gringa no ve una mierda,
MARTA. - (Interrumpiéndola) Para que escuche el ruido de las alas.
CHATO. - (Se ríe.) Para los efectos especiales.
RITA. - Claro, pues… Tú anota, Chato. (A Marta) ¿Cuántos dijiste?
MARTA. - Los que haya.
GRACIELA. - Y el avión ¿dónde lo vamos a armar?
AMPARITO. - Cierto. ¿Dónde?
MARTA. - Pues… allí en la playa… cerquita de la ría. Así apenas
bajamos del avión, la tiramos a la Gringa en las calles de agua.

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RITA. - Está bien eso, ¿no?
GRACIELA. - Bueno, vamos, vamos.
MARTA. - Vamos a ir todos a Venecia, joder.

Salen todas. La última Marta.

CHATO. - Pero como las lían estas chavalitas. (Se queda pensando)
¿Y de dónde saco yo ahora tres gaviotas?

Apagón.

Entra el Chato con unos tablones, unos cajones de fruta y unas sillas y
empieza a armar el avión. Entra Amparito con Rita.

AMPARITO. - Mira lo que conseguimos, Chato, una guía turística


de Italia. Mira está Venecia…, Roma…, Sicilia…, todo…
CHATO. - A ver. (Se acerca) Qué bueno. Mira. ¿Sabes qué es eso? La
torre de pizza.
AMPARITO. - ¿Cómo, de pizza?
CHATO. - No, pero no de pizza para comer. Es de bloque nada
más.
RITA. - Ah, ¿Entonces por qué se llama de pizza?
CHATO. - No sé, será porque está torcida.
AMPARITO. - Uy, es verdad, mira, parece que se va a caer, ¿no?
(Lee) “Pisa fue una rica y poderosa ciudad toscana”. (Piensa) ¿Y
eso de que esté torcida qué tiene que ver con la pizza?
CHATO. - La torre de pisa. Pisa mal y se va a la mierda.
RITA. - ¡Ahh!
CHATO. - ¿Y? (le muestra lo que construyó con tablones, los
cajones, las sillas.) ¿Qué os parece?
AMPARITO. - ¿Parece qué?
CHATO. - (Señalando el conjunto, que está construido.)¡¡¡El avión!!!
RITA. - ¡El avión! ¡Está muy bien, Chatito!
CHATO. - Mira, con escalerita, como en la televisión.

Entran Graciela y Marta con un ventilador.

MARTA. - (Mostrando el ventilador) ¡Mirad, chicas!


GRACIELA. - ¿Y esto? (señalando las cajas.) ¿Qué es?
CHATO. - ¡Cómo que “qué es”! ¡Qué va a ser! ¡El avión!
MARTA. - Está bien ¿no?

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RITA. - Total, la Gringa no ve un carallo.
MARTA. - Toma, pon el ventilador por ahí.
CHATO. - ¿Me trajiste el alargue para robar la corriente?
MARTA. - Sí, traje todo. Y tú ¿conseguiste las gaviotas?
CHATO. - No pude, Marta. Son muy agresivas.
CHATO. - Pero… Cuando venía para aquí, casé una perdiz y a una
golondrina.
MARTA. - ¿Estás loco, Chato? ¿Qué ruido vamos a hacer con dos
pájaros muertos?
CHATO. - Pero la perdiz está media viva…
MARTA. - No, quita, quita.

Chato, mira con pena la bolsa donde están los pájaros.

RITA. - Bueno, Marta, olvídate de los pajarracos, que hay mucho


que hacer.
MARTA. - Es que yo quería que fuera todo perfecto.
GRACIELA. - Va a ser todo perfecto. Con este ventilador que me
hiciste traer basta y sobra.
AMPARITO. - Yo ya he hecho la comida.
MARTA. - ¿Para qué?
AMPARITO. - ¿Cómo para qué? ¿No viste que en la televisión que
en los aviones te dan la comida en unas bandejitas?
MARTA. - Muy bien Amparito ¿Y qué cocinaste?
AMPARITO. - Unas empanadillas.
RITA. - ¡Qué rico!
AMPARITO. - Sí, no te pongas tan contenta, tú, que son para la
Gringa.
MARTA. - Pero… ¿No hiciste para todas?
AMPARITO. - Para todas, no. Hice pocas. No me llegaba el atún.
MARTA. - Joder, mira que eres…
AMPARITO. - ¿Qué, yo? A mí nadie me dio un duro para los
gastos.
RITA. - Basta, no os peleéis. (A Chato) ¿Ya está todo?
CHATO. - Ya está.
RITA. - Bueno, entonces vamos a buscar a la Gringa.

Van a salir Rita y Marta, pero Graciela las detiene.

GRACIELA. - ¡Chicas! ¡Si, ya sabía yo que nos estábamos


olvidando de algo importante!
MARTA. - ¿De qué?
GRACIELA. - ¡Del italiano, chicas!

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MARTA. - ¿Qué italiano?
GRACIELA. - ¡El italiano, Giacomo!
RITA. - ¡Y qué pasa con el italiano Giacomo!
GRACIELA. - ¡Cómo que qué pasa! ¡Que la Gringa va a Venecia a
encontrarse con él!
MARTA. - Joder, es verdad.
AMPARITO. - ¿Y de dónde sacamos ahora un Italiano Giacomo?

Se quedan pensando y terminan mirando a Chato quien al darse cuenta hace


gestos de negación

CHATO. - No, no, no… ¡La Gringa me va a querer manosear!


RITA. - Si la Gringa ya no está para esos trotes.
CHATO. - Yo la conozco bien. Yo me estrené con ella.
MARTA. - Pero no, eso fue hace años, cuando ella echaba de aquí a
patadas a todos los borrachos.
AMPARITO. - Ahora necesita otra clase de amor. Le das el brazo, le
dices cosas bonitas en italiano, como un caballero, le dices
que la perdonas. ¿Si, Chato? Si no, se nos va todo el plan al
diablo.
CHATO. - (aflojando) Bueno. Le doy el brazo y nada más. Pero si la
veterana quiere avanzar, yo me voy.
RITA. - Bueno, ya está. Vamos a buscar a la Gringa.
GRACIELA. - ¿Cómo la traemos? Hay que hacerle creer que la
llevamos en taxi al aeropuerto.
MARTA. - Yo ya hablé con uno de la parada de taxis. Es amigo
mío.
GRACIELA. - Sí, ya sé. Ese es un cliente que me robaste el otro
día.
RITA. - Mira quién fue a hablar. ¿Y tú, ayer, mosquita muerta?
¿No me hiciste lo mismo?
GRACIELA. - Ah, no sé, ojo por ojo.
CHATO. - Y culo por culo.
RITA. - Tú cállate. No te metas.
CHATO. - No… yo decía, nada más.
RITA. - Bueno, venga, vamos a buscar a la Gringa.
MARTA. - Vamos.
GRACIELA. - Espera, tenemos que hacerle dar una vuelta larga
antes de venir aquí.
RITA. - ¿Y?
GRACIELA. - Que no tenemos un duro.
MARTA. - Ah, no pasa nada, yo después arreglo con el taxista.
Personalmente.

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RITA. - Si es muy caro, yo también arreglo.
AMAPARITO. - Bueno, yo también puedo arreglar.
CHATO. - Ah, no. Yo con el del taxi no arreglo ni loco.
MARTA. - No te preocupes. No va a ser tan caro.

Salen. Apagón.

Cambiadas para aparentar el viaje para Venecia.

Chato acomodando las cosas. Entran todas con la Gringa y con bolsos,
maletas, carteras y un termo.

GRINGA. - Vamos, chicas, vamos. (Apurada.) ¿No os olvidasteis


ninguna maleta en el taxi?
RITA. - No, no. Ahí las traen las chicas.
GRINGA. - ¿Y la caja de los medicamentos?
AMPARITO. - La puse en su maleta.
GRINGA. - ¿Y la bolsa de agua caliente y el termo?
MARTA. - Lo trae Graciela.
GRACIELA. - Aquí está.
GRINGA. - ¿Estamos todas?

Chato les hace señas para que suban por la escalerita que él ha
preparado; pero ellas pasan de largo.

GRINGA. - Chicas, ¿vosotras estáis seguras de que el avión no se


cae?
RITA. - Sí, Gringa, (se ríe) ¿cómo se va a caer?

Las demás chicas le hacen señas, para que disimule.

GRINGA. - Todos los días se caen aviones. Yo escucho la radio.


RITA. - Pero este no se cae, Gringa.
CHATO. - (hablando adentro de una olla u otro material para calentar agua.)
Señoras pasajeras…Bienvenidas al aeropuerto para ir a
Venecia, Italia. Yo no sé qué mierda esperan que no se metan
de una buena vez por la escalerita.
GRINGA. - ¿Y cómo sabéis vosotras que este avión no se cae?
AMPARITO. - Porque es un avión especial.
GRINGA. - ¿Dónde está?
RITA. - Ahí, enfrente suyo. (Le pone adelante la tapa de pota que usaban
para hacer las verduras, que la alcanza Amparito).

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GRINGA. - (Gringa toca la tapa) No veo un carallo.
MARTA. - No importa, viejita, nosotras te llevamos. Cuidado con la
escalerita.

La Gringa sube, ayudada por Graciela, y se sienta en una silla del avión. Las
chicas siguen el juego de subir por las escaleras.

RITA. - A ver, Gringa, ahora le tengo que poner el cinturón de


seguridad. (Le coloca un cinturón alrededor del cuerpo)
GRINGA. - ¿Vosotras venís? No me vais a dejar sola ¿No?
GRACIELA. - No, para que no tenga miedo, yo me siento aquí y
usted me da la mano.
GRINGA. - ¿Y Rita?
RITA. - ¡Aquí!
GRINGA. - ¿Y Marta?
MARTA. - ¡Aquí estoy!
GRINGA. - ¿Y Amparito?
AMPARITO. - ¡Aquí!
GRINGA. - (Suspira) Ah, menos mal. Ahora sí se puede caer el avión,
ahora sí, me muero tranquila. Estamos todas juntas, porque
vosotras sois como mis hijas.
RITA. - Gracias, Gringa, gracias.
MARTA. - (Le hace una seña a Chato para que vaya donde está el
ventilador). ¿Estás lista, viejita? Me parece que vamos a
despegar.
GRINGA. - Lista, díganle al conductor que podemos salir.
MARTA. - (Le indica a Chato que encienda el ventilador, Chato lo enciende.)
Señor, vamos.
GRINGA. - ¿Y ese ruido?
MARTA. - ¡El motor!
GRINGA. - ¿Y ese viento? ¡Vamos a salir volando! ¡Que cierren las
puertas!

Chato le pone un farol encendido frente a los ojos.

GRINGA. - ¿Y ese calor?


MARTA. - Es que nos estamos acercando al sol.
GRINGA. - Me recordó a una de esas luces de los teatros. Cuando
yo era la Clavelito trabajaba en Buenos Aires, a los artistas
nos iluminaban con esas luces fuertes y nos moríamos de
calor.
RITA. - No, es el sol.
GRINGA. - ¿Y qué se ve?

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GRACIELA. - (Piensa, inventa.) Coruña…pequeñita, pequeñita.
GRINGA. - ¿Cómo se va a ver Coruña, si nos estamos acercando al
sol?
AMPARITO. - Es raro, vieja, pero es así.

Chato, le hace señas a Marta, que empieza a zapatear los tablones del suelo.

GRINGA. - (alarmada) ¿Y eso? ¿qué es?


CHATO. - (gritando en voz baja) ¡Turbulencia!
RITA. - (igual) ¿Qué?
CHATO. - ¡Turbulencia!
RITA. - (a Gringa) Flatulencia, Gringa, flatulencia.
GRINGA. - Joder. ¿Y de quién?
RITA. - Pues…será, del piloto.
GRINGA. - ¡Pobre hombre!

Pasa la turbulencia; Amparito se pone un delantal y coge la bandeja con la


empanada.

GRACIELA. - Parece que nos van a dar de comer.


AMPARITO. - (con falsete) ¡Empanadillas! ¡Empanadillas!
¡Empanadillas! (A la Gringa) ¿Se va a servir empanadilla, señora?
GRINGA. - ¿Cuánto cuesta?
AMPARITO. - Nada, señora. Las regalamos.
GRINGA. - Muchas gracias. Pero no.
AMPARITO. - (Con mucha sorpresa) ¿Por qué? (Recordando, que hay que
hacer con falsete) ¿Por qué?
GRINGA. - Algo tendrán para que las estén regalando. Para mí que
el piloto comió alguna. Por algo estaba así, pobre hombre.

Chato tira una bolsa con los pajaritos y los pone en la falda de la Gringa.

GRINGA. - ¿Y esto? (Gringa los levanta y los toca suavemente.) Dos


pajaritos…Pobrecitos. (Los acaricia y los conserva un rato en su
mano) Están muertitos. ¿Por dónde habrán entrado?
MARTA. - (viendo que la explicación puede representar un problema le saca
los pajaritos de la mano) Bueno, no importa.

Chato apaga el farol.

MARTA. - Chicas, me parece que ya empezamos a bajar.


GRINGA. - Con razón, ya no siento tanto calor.

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Chato le hace señas a Marta para que golpee los tablones con los pies.

GRINGA. - ¡Otra vez la flatulencia! ¿Por qué no le dan algo a ese


hombre para que se mejore?

Marta deja de golpear y Chato apaga el ventilador. Sacarlo para fuera,


mientras se acomodan la góndola.

MARTA. - Llegamos, Gringa.


GRACIELA. - Llegamos a Venecia.
GRINGA. - ¿Tan pronto?
AMPARITO. -Pues…sí. Son aviones modernos estos.
GRINGA. - (se persigna) Gracias, señor Jesucristo. ¿Y ahora?
MARTA. - Ahora vamos a bajar.
RITA. - Espere, Gringa, que le quito el cinturón. (Le saca el cinturón y
la ayuda a levantarse.)
GRACIELA. - La misma escalerita que al subir, para bajar. Y
tocamos el suelo de Venecia.
CHATO. - (hablando adentro de la olla) ¡Señori pasajeri! ¡Bienvenidi al
aeropuerto de Venecia, Italia!
GRINGA. - ¡Grazie!
CHATO. - De nadi. (Desarma el avión y con las mismas cosas arma una
góndola, le ayudan las chicas Graciela y Amparito. A Gringa controlan
Marta y Rita.)
MARTA. - Ah, Gringa. Si pudiera ver qué linda es Venecia.
GRINGA. - Ah, es muy bonita ¿no?
GRACIELA. - ¡Hermosa! Tiene calles de agua. Está toda llena de
calles de agua.
GRINGA. - Justo como decía Don Giacomo. No me había mentido
Don Giacomo. Era un caballero. Tan guapo, con su bigote… ¿Y
qué más?
MARTA. - (Pausa) ¿Cómo “y que más”?
GRINGA. - ¿Qué más se ve?
RITA. - (Inventa) Hay edificios, coches, puentes…
GRINGA. - ¿Coches? ¿Y por dónde andan? ¿Por el agua?
AMPARITO. - Automóviles, no. (La mira a Rita severamente) Rita quiso
decir… barcas.
GRINGA. - Góndolas.
AMPARITO. - ¿Qué?
GRINGA. - Aquí las barcas se llaman góndolas.
AMPARITO. - Bueno, eso.
GRINGA. - ¿Y qué más se ve?

20
AMPARITO. - Salvo las calles de agua, lo demás es casi lo mismo
que Betanzos.
GRINGA. - Ah, ¡qué bonito! Gracias, chicas, por traerme a Venecia
antes de morirme.
RITA. - No diga eso, abuela. Venga, (Ven que la barca todavía no está
hecha, la toma del brazo) caminemos un poco.
MARTA. - (Distrayéndola.) Uh, hace frío. Se vino el invierno de golpe.
RITA. - Cuidado, Gringa, que aquí empiezan las calles de agua.
¿Quiere dar una vuelta en barca?
GRINGA. - ¡Góndola!
MARTA. - Como en los supermercados, Rita.
RITA. - Voy a sacar los billetes.
MARTA. - Aquí tenemos un bar…ondola.
RITA. - (Se adelanta) ¿Cuánto cuesti la volti?
CHATO. - Dieci.
RITA. - Es muchi.
CHATO. - ¿Cuánto tieni?
RITA. - Cinqui.
CHATO. - Bueno, demi. (Con intención) ¡Rapiditi!
RITA. - (vuelve a donde están las chicas y la Gringa) Ya está, conseguí
con descuento y todo. Vamos.
GRINGA. - ¿Qué es ese olor?
AMPARITO. - (preocupada) ¿Cuál?
GRINGA. - Como a… pescado.
RITA. - Ah…Un señor que vende xurelo fresco en la calle de agua.
GRINGA. - ¿Xurelo? ¿Aquí en Venecia también venden el xurelo?
GRACIELA. - Sí, pero es distinto. Aquí le dicen…
MARTA. - Xureliti.
CHATO. - (gritando desde donde está) ¡Xureliti! ¡Xureliti!
AMPARITO. - Bueno, vamos a subir porque perdemos el turno de
la bóndola.

Las chicas ayudan a subir a la Gringa y luego se acomodan todas.

GRINGA. - ¿Quién va a remar?


MARTA. - (se mira con las chicas) Yo.
AMPARITO. - Marta.
GRINGA. - ¿Y el gondolero?
RITA. - ¿El… “qué”?
GRINGA. - El gondolero. Don Giacomo me decía que siempre había
un gondolero que remaba y cantaba, mientras los enamorados
se miraban a los ojos.
GRACIELA. - (aparte) Don Giacomo y la madre que lo parió.

21
Las chicas se consultan.

RITA. - Ah, ahí viene. (Rita va a buscar al Chato que está sentado
descansando) No lo habíamos visto. Es este.
GRINGA. - Claro, tiene que haber gondolero.
CHATO. - (a Rita) Espera, espera, que yo tengo que hacer de Don
Giacomo.
RITA. - (A Chato) Venga hombre, no te pongas tonto ahora.
Después vemos, ahora necesitamos un bondolero.

Chato va de mala gana.

GRACIELA. - ¡Ah! ¡qué guapo es!


CHATO. - (Con voz grave.) Señoriti, bienvenidi a la mia góndola.
Esperi qui tengui un buen viaji.
GRINGA. - Gracias. Gracias. (Le toma la mano y no quiere soltarlo)
GRACIELA. - Suelte, Gringa, que tiene que ir a remar.
GRINGA. - ¡Qué hombre bueno, parece!
CHATO. - (se sube a un banquito atrás de la góndola y toma una escoba
como remo) ¿Estamos todi listi?
AMPARITO. - Sí, señori bondoleri.
CHATO. - Entonci se vamo. (Empieza a remar.)
GRINGA. - (llama aparte a Rita) Rita, ¿no te parece que este gondolero
habla italiano medio raro?
RITA. - (preocupada) ¿Cómo, raro, Gringa?
GRINGA. - No sé, habla distinto a Don Giacomo.
GRACIELA. - No se preocupe, Gringa. El tío debe ser de la parte de
arriba. Pero se le entiende ¿no, chicas?
MARTA. - Para mí, habla perfecto.
CHATO. - ¿Come dici, señoriti?
AMPARITO. - Nadi, nadi, ustí remi.
GRINGA. - ¿Y no canta? Todos los gondoleros cantan.
MARTA. - Si, claro, Gringa. Canta. (Al Chato) Canti por favore,
bondoleri.
CHATO. - ¿Qué canti? ¿Io?
AMPARITO. - Sí, ustí, ustí, no hay otro bondolero en la bondola.
CHATO. - Que canti ¿Qui?
AMPARITO. - ¡¡¡Canti!!!
CHATO. - (canta) Que profunda emoción…recordar el ayer…si se
vamos a Venecia y hablamos de amor.
GRINGA. - Chicas, ¿por qué no me arreglan un poquito?
GRACIELA. - ¿Ha traído?

22
GRINGA. - Sí, en la cartera.

Las chicas le indican a Chato que se vaya a vestirse de Don Giacomo. Amparito
se pone de remar en lugar de Chato.

RITA. - ¿Quiere que la peine? (Las chicas la arreglan y la pintan.)


¿Le echo perfume?
GRINGA. - Marta, ¿estoy bien?
MARTA. - Sí, viejita, ¡elegante!
GRINGA. - Chicas, díganme qué cosas lindas se ven desde aquí.
MARTA. - ¿Qué cosas lindas…? Ah, sí… (Le hace gestos a Rita
para que saque la guía turística, Rita la saca de la cartera.)
RITA. - Le vamos a decir todo lo que vemos. Bueno, (Lee con
dificultad) Aquí en la orilla izquierda se ven las esculturas de
Miguel Ángel, conocidas por su enorme inspiración mítica.
AMPARITO. - (No deja de remar, y las chicas le pone adelante el libro para
que lea) Más allá encontramos…la torre de pisa, famosa por su
oblicuidad, que quiere decir que está torcida… En la otra
orilla, se ve el Vaticano con el Papa en el balcón.
GRINGA. - ¿El Papa?
MARTA. - Sí, vieja. ¡El Papa! ¡Salúdalo!
GRINGA. - ¿Y cómo es, el Papa?

Las Chicas consultan entre ellas y ninguna sabe.

AMPARITO. - (Para no prolongar el silencio, suelta) Es muy guapo, y muy


bueno. Rubio, con los ojos azules y ahí está saludando desde
el balcón con los brazos abiertos, como queriendo abrazar a
toda la gente.
GRINGA. - ¿Me ve a mí?
MARTA. - A ti te mira a los ojos, ¡Salúdalo!
GRINGA. - ¡Bendición, Santidad! ¡Bendición! (Casi sale de “barco.”)
GRACIELA. - Bueno, continuando con el paseo, (Lee la guía) en la
otra orilla, se encuentra la espléndida Capilla Sixtina…
GRINGA. - Ah, ¿es bonita la Capilla Sixtina? Don Giacomo decía
que era hermosa.
GRACIELA. - No. Es-pléndida. Y tiene unos magníficos… frescos.

Las chicas se miran.

GRINGA. - Frescos… ¿Qué son?


AMPARITO. - Frescos, Gringa…que está haciendo fresco.

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GRINGA. - Ah, sí. Se está poniendo fresco. ¿Por qué no me ponéis
esa mantita que traje?
RITA. - (Colocándosela.) ¿Está mejor?
GRINGA. - Sí.

Amparito pone el casete con la canción, sale Chato vestido de Don Giacomo
lentamente tarareando una balada italiana. Las chicas quedan en el segundo
plano y quedan quietas. Giacomo va hacia la Gringa

GIACOMO- (Saca a bailar a la Gringa.) ¿Mi permette, Clavelito?


GRINGA. - ¡Don Giacomo! ¡Recibí su carta!
GIACOMO. - Clavelito, avevo tanta voglia di rivederla. ¿Balliamo?
GRINGA. - (a las chicas) Chicas, es Don Giacomo. Vino a
buscarme.

Sale de la góndola y va al encuentro de Don Giacomo.

GIACOMO. - ¿Le piace Venecia, Clavelito? Cui si sente il amore che


gallegia sull´acqua.
GRINGA. - ¡Qué lindas cosas que dice, Don Giacomo!
GIACOMO. - Clavelito, ¿per ché mi ha abbandonato? Saremo stati
tanto felici.
GRINGA. - (le tapa la boca suavemente) Perdóneme, Don Giacomo.
Estoy tan arrepentida. Le robé todo su dinero.
GIACOMO. - I soldi non importano, Clavelito. Ma noi…meritavamo
stare insieme.
GRINGA. - Ahora estamos juntos, Don Giacomo.
GIACOMO. - ¡Insieme per sempre! (Canta y bailan alrededor de la
góndola) Bella, bellísima.
GRINGA: ¡Amore mío!

Bailan unos instantes más y la gringa se siente cansada.

GRINGA. - Don Giacomo, ¿me acompaña a la góndola? Quisiera


sentarme a descansar un ratito. Estoy muy cansada, hacía
tanto que no bailaba.

Giacomo la acompaña y la Gringa se sienta otra vez entre las chicas, Giacomo
sale lentamente sin dejar de mirarla.

GRINGA. - Adiós, Don Giacomo. Adiós.

Chato vuelve despacio y empieza a remar otra vez. También las chicas
empiezan moverse otra vez.

24
GRINGA. - Gracias, chicas, por traerme a Venecia. Gracias. Es
hermosa (Al lado de Marta. Se recuesta, apoya la cabeza sobre el
respaldo de la silla y queda quieta).
MARTA. - Se durmió.
RITA. - ¡Ay, Dios mío! Graciela, ¿no está…?
GRACIELA. - (acerca el oído al pecho de la Gringa) Sí. (Le pasa suavemente
la mano por la cara, como para cerrarle los ojos y se persigna)
CHATO. - Bueno... Qué se le va hacer… Qué se va a hacer…

Cae nieve.

RITA. - (parpadeando) Chicas, ¿Qué es esto?


AMPARITO. - (parpadeando también y refregándose los ojos) No sé, está
frío.
CHATO. - (extendiendo la mano) Nieve. Está nevando.
MARTA. - (Extiende el brazo también) ¡Nieve!
RITA. - (Se pone de pie) Qué bonito ¿no? Parecen pompones.
GRACIELA. - Volvamos…
AMAPRITO. - Sí, hay que arreglar todo para el velatorio.
MARTA. - ¿Y dónde va a ser?
CHATO. - Allá. En Boi Morto. ¿Dónde va a ser?

Silencio

RITA. - (Abriga el cuerpo de la Gringa y las chicas la ayudan) Venga,


Chato, desarma.
De repente las chicas empiezan cantar Venecia sin ti, como homenaje a Gringa.

Apagón Final.

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