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MONITO. —(Vestido masculinamente, al fondo) Taxi! ¡Taxi!

PEDRO. — (Yendo a su encuentro) A onde va?


MONITO. —A Balboa. (Mientras, Jimmy ha tratado de besar a Sandra, ella lo abofetea y sale,
con él corriendo tras ella).
PEDRO. —Eso queda lejos, tú sabes…
MONITO. —Cómo no, yo sé, si cojo taxi pallá todas las noches.
PEDRO. —Son tres cincuenta...
MONITO. — (Subiéndose junto al chofer) Dale. (Giran, van a primer plano, centro).
PEDRO. — (Guiando) ¿Y tú qué haces tan tarde lejos de ese sitio, hermano?
MONITO. —Trabajo en calle J.
PEDRO. — Tas casao?
MONITO. —NO.
PEDRO. — Yo tengo mujer y un chiquillo de meses.
MONITO. —Ah!
PEDRO. —Tú sabes, hay que ganárselas. La calle ta dura.
MONITO. —¿Y este turno de madrugada, no está fuerte pa ti que tienes mujer con hijo?
PEDRO. —Bueno, yo prefiero la noche, porque el calor verdaderamente… Al mediodía, te baja
un hilito de sudor de la nuca a la nalga que…
MONITO. —Bueno, pero de noche hace frío…
PEDRO. —Qué va, no siempre… Yo me consigo mis mantitas pa arroparme de vez en cuando,
cuando hace frío.
MONITO. —Y hasta qué hora es el turno?
PEDRO. —Como hasta las siete, ocho… Depende.
MONITO. —Ya casi, ¿no?
PEDRO. —Sí, pero yo tengo un compromiso con un pastelito… Trabaja de noche también. La
recojo toa las mañanas. Arreglao por mes, pa que ella no se preocupe de conseguir taxi por
la mañana.
MONITO. —Son como las seis, no… ¿A qué hora es eso? (Dan una vuelta).
GALLO PINTO. —Son las seis y doce de la madrugada, mis terrícolas. ¡Para complacer una
llamadita trasnochada de Barraza, aquí les va una melodía matutina pa refrescar a los
madrugadores! (El Trío Peñafiel tararea una melodía suave acompañada a la guitarra en el
primer nivel. Pedro y Monito llegan a frente lateral.)
PEDRO. –(Luego de una breve pausa) Y tú vienes en taxi hasta acá siempre?
MONITO. —Tenía una cacharpita hasta hace como seis meses. Está pará. No encuentro una
pieza, es un modelo que ya se descontinuó. ¿Tú sabes de mecánica?
PEDRO. —Qué es esa pregunta? En este negocio hay que saber de mecánica.
MONITO. —Por qué no te tomas una roncolla en mi casa y chequeas la máquina?
PEDRO. — (Piensa, pero no duda) Ta bien, hermano, pero sólo tengo hasta las siete.
(Giran y de repente suena un silbato. Entra cabo Patiño. Se detienen. Termina la canción.
Simultáneamente Gallo Pinto inicia su parlamento. Patiño pide identificación a Pedro y
JUANA entra con un radio, se detiene a curiosear).
GALLO PINTO. —Radio Triunfadora les da los buenos días a todas esas damitas lindas que
laboran en sus oficinas, a los conciudadanos que se unen hoy a sus labores. Ah, y no lo
olviden, faltan sólo seis días para cumplir con su deber de ejercer su derecho al voto, sí,
señores, a sólo seis días nos llega una notita de… los amigos de La Tahona y las secretarias
de La Victoria… Quién será la “Secretaria del año”? Desde ya, los amigos de La Victoria
lanzan su candidata, una preciosura, ¡Suleika! Los amigos se preparan con entusiasmo para
agasajar a las amiguitas secretarias la semana entrante. ¡Ya sabe, el doce en el Salón
Cosmopolitan con la orquesta de Pakiro Silva de Puerto Rico y las salsosas Dabaides de
Santo Domingo! Si tiene su tuerca…la tuerca de su tornillito, la jevita, la chichí, el pai o el
pastelito, nos veremos en el Cosmopolitan. Y ahora nos vamos con Exp Dort y Ted en el
éxito sentimental y alegre “Don’t pop my chocolate since I hate to do it”
CABO PATIÑO. –(A Pedro) Ta bien, vete! (Le devuelve la licencia. Pedro arranca y sale con
Monito, haciendo un gesto como de “Solo quieren joder”. A JUANA): Ey, tú!
JUANA. —Quién? ¿Yo?
CABO PATIÑO. —Sí, tú mismo, ¡a ti mismo te toy hablando! ¿Tú qué andas haciendo por aquí a
esta hora?
JUANA. —Oiga, ¿qué pasa? ¡Yo soy del barrio, yo no he hecho na! (Le entran nervios).
CABO PATIÑO. —Enséñame tu cédula!
JUANA. —Buscando en los bolsillos) No la tengo… ¡Se me quedó en el otro pantalón! ¡Qué
vaina!
CABO PATIÑO. —Pa mí que tú eres colombiano…
JUANA. —Pero si yo vivo aquí…!
CABO PATIÑO. —Y ese acento? ¡Qué vivo aquí ni qué carajo! Tú vienes conmigo. (Lo golpea
en la espalda) Súbete a la patrulla!
JUANA. —Ey, no me pegue, yo soy muy nervioso. (Patiño va a darle otra vez y JUANA echa a
correr).
CABO PATIÑO. —Párate ahí o te mato! (Saca su pistola. Entra el Capitán Candela y le cierra el
paso a JUANA. Entre los tres juegan al gato y el ratón. Finalmente, JUANA no puede huir
y los dos policías lo acarrean).
JUANA. —Pero si usted no es ni policía, usted es piloto, ¿por qué me para?
CAPITAN CANDELA. —Por desacato! El Cabo te ordenó que pararas y te diste a la fuga, ¿no?
Coño, esta sudá que me has hecho dar, ¡me la vas a pagar!
(Salen, JUANA forcejea un poco. El Cabo le da otro golpe. Simultáneamente Lupita y Rosario
llegan al segundo nivel y entran a la cabina).

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