Está en la página 1de 21

El mundo después del coronavirus

Yuval Noah Harari

Esta tormenta pasará, pero las elecciones que hagamos ahora


podrían cambiar nuestras vidas en los años venideros

© Graziano Panfili

Lacrisis
humanidad está enfrentando una crisis global. Tal vez la mayor
de nuestra generación. Es posible que las decisiones que
tomen las personas y los gobiernos en las próximas semanas le da-
rán forma al mundo en los años venideros. Ellas le darán forma, no
solo a nuestros sistemas de salud, sino que también a nuestras eco-
nomía, política y cultura. Debemos actuar de forma rápida y con
decisión. También debemos tener en cuenta las consecuencias a
largo plazo de nuestras acciones. Cuando escojamos entre alternati-
vas, debemos preguntarnos no solo cómo superar la amenaza inme-
diata, sino que también la clase de mundo que habitaremos una vez
pase la tormenta. Sí, la tormenta pasará, la humanidad sobrevivirá,
muchos de nosotros viviremos —pero habitaremos un mundo dife-
rente—.

2. Muchas medidas de emergencia de corto plazo se conver-


tirán en elementos imprescindibles de la vida. Esa es la naturaleza
de las emergencias. Ellas aceleran procesos históricos. Las decisio-
nes que en tiempos de normalidad tomarían años de deliberación
son tomadas en cuestión de horas. Tecnologías inmaduras y aún
peligrosas son empujadas en servicio, porque los riesgos de no ha-
cer nada son mayores. Países enteros sirven como conejillos de in-
dias en experimentos sociales a gran escala. ¿Qué pasa cuando to-
dos trabajan desde su casa y se comunican solo desde la distancia?
¿Qué pasa cuando colegios y universidades se conectan en línea?
En tiempos normales los comités gubernamentales, de negocios y
educativos nunca acordarían realizar tales experimentos. Pero estos
no son tiempos normales.

3. En este tiempo de crisis, sobre todo enfrentamos dos deci-


siones importantes. La primera es entre la vigilancia totalitaria y el
empoderamiento ciudadano. La segunda es entre el aislamiento na-
cionalista y la solidaridad global.
Vigilancia bajo la piel

4. Para detener la epidemia, naciones enteras necesitan cum-


plir ciertas normas. Hay dos métodos fundamentales de lograr esto.
Uno es que el gobierno monitoree ciudadanos y castigue aquellos
que rompieron las reglas. Hoy, por primera vez en la historia huma-
na, la tecnología hace posible monitorear a todos todo el tiempo.
Hace 50 años, la KGB no podía seguir a 240 millones de ciudada-
nos soviéticos 24 horas al día, ni tenía esperanzas de procesar de
forma efectiva toda la información reunida. La KGB dependía de
agentes y analistas humanos y era imposible poner un agente hu-
mano a seguir a cada ciudadano. Pero hoy, los gobiernos pueden
depender de sensores ubicuos y algoritmos poderosos en lugar de
espías de carne y hueso.
El Coliseo en Roma
Piazza Beato Roberto in Pescara © Graziano Panfili

5. En su batalla contra la epidemia del coronavirus varios


gobiernos ya han desplegado las nuevas herramientas de vigilancia.
El caso más notable es China. Las autoridades chinas pueden no
solo identificar portadores sospechosos de coronavirus, sino que
pueden rastrear sus movimientos e identificar a cualquiera con
quien hayan tenido contacto vigilando de cerca los teléfonos inteli-
gentes de la gente, hacienda uso de cientos de millones de cámaras
de reconocimiento facial, y obligando a la gente a verificar y repor-
tar su temperatura corporal y condición médica. Una amplia varie-
dad de aplicaciones previene a los ciudadanos de su proximidad con
pacientes infectados.

Sobre la fotografía

6. Las imágenes que acompañan este artículo son tomadas


de cámaras web con vista hacia las desiertas calles de Italia, encon-
tradas y manipuladas por Graziano Panfili, un fotógrafo que está
viviendo en confinamiento.

7. Este tipo de tecnología no está limitada al este de Asia. El


Primer ministro Benjamin Netanyahu de Israel autorizó hace poco a
la Agencia de Seguridad de Israel emplear tecnología de vigilancia
reservada para combatir terroristas para rastrear pacientes de coro-
navirus. Cuando el subcomité parlamentario pertinente se reusó a
autorizar la medida, Netanyahu lo redujo a través de un “decreto de
emergencia”

8. Puedes argumentar que no hay nada nuevo acerca de esto.


En años recientes tanto gobiernos como corporaciones han usado
tecnología cada vez más sofisticada para rastrear, monitorear y ma-
nipular gente. Pero si no somos cuidadosos, la epidemia puede no
obstante marcar un punto de inflexión importante en la historia de la
vigilancia. No solo porque podría normalizar el uso de herramientas
de vigilancia masiva en países que hasta ahora las han rechazado,
sino porque significa la dramática transición de la vigilancia “sobre
la piel” a “bajo la piel”.

9. Hasta aquí, cuando tu dedo tocaba la pantalla de tu telé-


fono inteligente y cliqueabas en un enlace, el gobierno quería saber
qué era lo que tu dedo estaba seleccionando. Pero con el coronavi-
rus el foco de interés cambia. Ahora el gobierno quiere saber la
temperatura en tu dedo y la presión sanguínea bajo su piel.

El pudín de emergencia

10. Uno de los problemas que enfrentamos en calcular dón-


de estamos en vigilancia es que ninguno de nosotros sabe con exac-
titud cómo estamos siendo sometidos a ella y lo que los años veni-
deros podrían traer. La tecnología de vigilancia está desarrollándose
a una velocidad vertiginosa y lo que parecía ciencia ficción hace
diez años ahora es un periódico de ayer. Hagamos un experimento
mental, consideren un gobierno hipotético que le exige a sus ciuda-
danos usar un brazalete biométrico que monitorea la temperatura
corporal y ritmo cardiaco 24 horas al día. La información obtenida
es acopiada y analizada por algoritmos del gobierno. Ellos sabrán si
estás enfermo aún antes que tú y sabrán donde has estado y con
quién te has reunido. Las cadenas de infección podrían ser recorta-
das de manera drástica e incluso en su totalidad. Es muy probable
que un sistema así podría detener la epidemia en su marcha en días.
Suena maravilloso, ¿cierto?
11. La desventaja es, por supuesto, que esto podría legitimar
un nuevo sistema de vigilancia terrorífico. Si sabes, por ejemplo,
que cliqué un enlace de Fox News en lugar de uno de CNN, eso
puede enseñarte algo acerca de mis opiniones políticas o tal vez
incluso de mi personalidad. Pero si puedes monitorear lo que pasa
con mi temperatura corporal, presión sanguínea y ritmo cardiaco
mientras observo el videoclip, puedes aprender lo que me hace reír,
lo que me hace llorar, y lo que me de verdad me pone verde de la
furia.

12. Es crucial recordar que la rabia, la alegría, el aburrimien-


to y el amor son fenómenos biológicos al igual que la fiebre y la tos.
La misma tecnología que identifica la tos podría identificar las car-
cajadas. Si las corporaciones y los gobiernos comienzan a recolectar
nuestros datos biométricos en masa, ellos nos conocerían mejor que
nosotros mismos y no solo podrían predecir nuestros sentimientos,
sino que podrían manipularlos y vendernos lo que ellos quieran —
ya sea un producto o un político—. El monitoreo biométrico haría
parecer las tácticas de Cambridge Analytica como algo de la Edad
de Piedra. Imagine a Corea del Norte en 203º, cuando todos sus
ciudadanos usen un brazalete biométrico 24 horas al día. Si escu-
chas un discurso del Gran Líder y el brazalete capta las señales que
indican rabia estás terminado.
Veduta della Casa Universitaria in Lodi © Graziano Panfili
Spiaggia di Porto San Giorgio, Mare Adriatico © Graziano Panfili

13. Tu podrías, por supuesto, defender la vigilancia biomé-


trica como una medida temporal tomada durante un estado de
emergencia. Terminaría cuando se acabe la emergencia. Pero las
medidas temporales tienen el desagradable hábito de continuar lue-
go de las emergencias, en especial si hay una nueva emergencia al
acecho en el horizonte. Israel, mi país de origen, por ejemplo, decla-
ró un estado de emergencia durante su Guerra de Independencia de
1948, que justificó un rango de medidas temporales desde la censu-
ra de la prensa y la confiscación de tierra hasta las regulaciones para
hacer pudin (no bromeo). La Guerra de Independencia se ganó ha-
cer rato, pero Israel nunca declaro su fin, y ha fallado en derogar
muchas de las medidas “temporales” de 1948 (el decreto del pudín
de emergencia fue abolido de forma misericordiosa en 2011).

14. Aun cuando las infecciones de coronavirus se reduzcan a


cero, algunos gobiernos hambrientos de datos argumentarían que
necesitan mantener los sistemas de vigilancia biométrica en lugar
porque temen una segunda ola de coronavirus, o porque hay una
nueva cepa de Ébola madurando en África Central, o porque … tu
entiendes. Una gran batalla ha estado bramando en años recientes
alrededor de nuestra privacidad. La crisis del coronavirus podría ser
su punto de inflexión. Porque cuando a la gente le dan a elegir entre
la privacidad y la salud, ellos escogen la última.

La policía del jabón

15. Pedirle a la gente que escoja entre privacidad y salud es,


de hecho, la raíz misma del problema. Porque esta es una falsa elec-
ción. Podemos y debemos disfrutar tanto la privacidad como la sa-
lud. Podemos elegir proteger nuestra salud y detener la epidemia del
coronavirus no por medio de la institucionalización de regímenes de
vigilancia totalitaria, sino empoderando a los ciudadanos. En las
semanas recientes, algunos de los esfuerzos más exitosos para con-
tener la epidemia del coronavirus fueron orquestados en Corea del
Sur, Taiwán y Singapur. Si bien estos países han usado aplicaciones
de rastreo, han confiado mucho más en las pruebas extensivas, en
reportes honestos y en un público deseoso de cooperar y bien in-
formado.

16. El monitoreo centralizado y los castigos fuertes no son la


única forma de hacer que la gente acate los lineamientos que le be-
nefician. Cuando a la gente se le informan los hechos científicos y
cuando ella confía en que las autoridades le darán estos hechos, los
ciudadanos pueden hacer lo correcto aún sin que un Gran Hermano
lo vigile sobre sus hombros. Una población automotivada y bien
informada es mucho más poderosa y efectiva que una población
controla e ignorante.

17. Considere, por ejemplo, lavar sus manos con jabón. Este
ha sido uno de los más grandes avances en la higiene humana. Esta
sencilla acción salva millones de vidas cada año. Mientras que hoy
lo damos por sentado, fue solo en el siglo XIX que los científicos
descubrieron la importancia de lavarse las manos con jabón. Antes,
incluso los doctores y las enfermeras pasaban de un procedimiento
quirúrgico al siguiente sin lavarse sus manos. Hoy billones de per-
sonas a diario lavan sus manos, no porque estén asustados de la
policía del jabón sino porque ellos entienden los hechos. Lavo mis
manos con jabón porque he escuchado de virus y bacterias, entiendo
que estos pequeños organismos causan enfermedades y sé que el
jabón los remueve.
The Royal Palace of Caserta © Graziano Panfili
Lungomare di Forte dei Marmi, in Versilia © Graziano Panfili

18. Pero para lograr tal nivel de conformidad y cooperación


se necesita confianza. La gente necesita confiar en la ciencia, en las
autoridades y los medios. En los últimos años, políticos irresponsa-
bles han socavado de manera deliberada la confianza en la ciencia,
en las autoridades y en los medios. Ahora, esos mismos políticos
irresponsables pueden estar tentados a tomar la vía rápida hacia el
autoritarismo, argumentando que no puedes solo confiar en que el
público tome la decisión correcta.

19. En principio, la confianza que ha sido minada por años


no se puede reconstruir de la noche a la mañana. Pero estos no son
tiempos normales. En un momento de crisis, las mentes también
cambian rápido. Puedes tener discusiones encarnizadas con tus
hermanos por años, pero cuando se ocurre una emergencia, de re-
pente descubres reservorios escondidos de confianza y amistad, y se
apresuran a ayudarse unos a otros. En lugar de construir un régimen
de vigilancia, no es muy tarde para reconstruir la confianza de la
gente en la ciencia, en las autoridades y en los medios. Debemos,
sin duda, también hacer uso de las nuevas tecnologías, pero estas
deben empoderar a los ciudadanos. Estoy a favor de monitorear mi
temperatura corporal y presión arterial, pero esos datos no deben
usarse para crear un gobierno todo poderoso. Más bien, esos datos
deben facilitarme tomar elecciones personales más informadas y
también para mantener al gobierno responsable por sus decisiones.

20. Si puedo monitorear mis propias condiciones médicas 24


horas al día, podría saber no solo si soy un riesgo para la salud de
los demás sino cuáles hábitos contribuyen a mi salud y si puedo
acceder y analizar estadísticas confiables sobre la propagación del
coronavirus, seré capaz de juzgar si el gobierno está diciendo la
verdad y si está adoptando las políticas correctas para combatir la
pandemia. Siempre que la gente habla sobre vigilancia, recuerda
que la misma tecnología puede ser usada no solo por los gobiernos
para monitorear individuos —sino que también por los individuos
para monitorear al gobierno—.

21. La epidemia del coronavirus es entonces una gran prue-


ba de ciudadanía. En los próximos días, cada uno de nosotros esco-
gerá confiar en los datos científicos y en los expertos por encima de
teorías infundadas de conspiración y políticos que se sirven a ellos
mismos. Si fallamos en tomar la decisión correcta, nos podemos
encontrar renunciando nuestras más preciosas libertades, pensando
que esta es la única forma de cuidar nuestra salud.

Necesitamos un plan global

22. La segunda decisión importante que enfrentamos es en-


tre el aislamiento nacionalista o la solidaridad global. Tanto la epi-
demia en sí misma y la crisis económica resultante son problemas
globales. Ellas se pueden resolverse de manera eficaz solo a través
de la cooperación global.

23. Primero y más importante, para derrotar el virus necesi-


tamos compartir información de manera global. Esa es la gran ven-
taja de los humanos sobre los virus. Un coronavirus en China y uno
en los EE. UU. de América no pueden intercambiar consejos sobre
cómo infectar humanos. Pero China puede enseñarle a los EE. UU.
lecciones valiosas acerca del coronavirus y cómo lidiar con él. Lo
que un doctor italiano descubre en Milán temprano en la mañana
podría salvar vidas en Teherán por la tarde. Cuando el gobierno del
Reino Unido vacila entre varias políticas, puede obtener consejo los
coreanos quienes ya han enfrentado un dilema similar hace un mes.
Pero para que esto pase necesitamos un espíritu de cooperación y
confianza global.

24. Los países deberían estar dispuestos/deseosos de com-


partir información de forma abierta y buscar consejo con humildad;
y deberían ser capaces de confiar los datos y el entendimiento que
reciben. También necesitamos de un esfuerzo global para producir y
distribuir equipo médico, sobre todo los kit de prueba y las máqui-
nas respiratorias. En lugar de que cada país trate de fabricarlos a
nivel local y acaparar cualquier equipo que pueda conseguir, un
esfuerzo global coordinado podría acelerar mucho la producción y
asegurar que los equipos que salvan vidas se distribuyan de manera
equitativa. Igual que los países nacionalizan industrias claves duran-
te una guerra, la guerra humana contra el coronavirus puede reque-
rirnos “humanizar” las líneas de producción crucial. Un país rico
con pocos casos de coronavirus podría estar dispuesto a enviar
equipos preciosos a un país pobre con muchos casos, confiando que
sí y cuando necesite ayuda, otros países vendrán en su asistencia.

25. Podríamos considerar un esfuerzo global para agrupar


personal médico. Los países menos afectados hoy podrían enviar
personal médico a las regiones más afectadas del mundo, tanto para
ayudarlas en su momento de necesidad y para ganar una experiencia
valiosa. Si luego, el foco de la epidemia cambia, ayudar podría ini-
ciar el flujo en la dirección opuesta.
26. La cooperación global se necesita también en el frente
económico. Dada la naturaleza global de la economía y de las cade-
nas de suministro, si cada gobierno hace sus propias cosas en total
desconocimiento de los otros, el resultado será el caos y la profun-
dización de la crisis. Necesitamos un plan de acción global y lo ne-
cesitamos pronto.

The Duomo in Florence © Graziano Panfili


Torre San Giovanni, in Lecce © Graziano Panfili

27. Otro requerimiento es alcanzar un acuerdo global sobre


los viajes. Suspender los viajes internacionales por meses causará
grandes dificultades y dificultará la guerra contra el coronavirus.
Los países necesitan cooperar para permitir por lo menos el goteo
de viajeros esenciales que crucen fronteras: científicos, doctores,
periodistas, políticos, empresarios. Esto se puede hacer logrando un
acuerdo global en el prefiltrado de viajeros basado en su país de
origen. Si sabes que solo viajeros filtrados con cuidado suben al
avión, podrías estar deseoso de aceptarlo en tu país.

28. Por desdicha, en el momento, los países apenas hacen


alguna de estas cosas. Una parálisis colectiva ha tomado a la comu-
nidad internacional. Parece ser que no hay adultos en el cuarto. Se
esperaría ver ya hace semanas una reunión de emergencia de líderes
globales para proponer un plan de acción común. Los líderes del G7
solo lograron organizar una videoconferencia esta semana y no re-
sultó ningún plan de este tipo.

29. En crisis globales previas, tal como la crisis financiera


de 2008 y la epidemia de Ébola de 2014, los EE. UU. asumieron el
papel de líder global. Pero su administración actual ha abdicado a
ese trabajo. Ha dejado en claro que se preocupa de la grandeza del
país más allá que del futuro de la humanidad.

30. Esta administración ha abandonado incluso a sus aliados


más cercanos. Cuando prohibió todo viaje de los EE. UU., no se
molestó en darle a la Unión Europea ni siguiera un preaviso —por
no decir que ni consultar con ellos esa drástica medida—. Escanda-
lizó a Alemania por ofrecer, al parecer, Un billón de dólares a una
compañía farmacéutica alemana para comprarle los derechos de
monopolio de una nueva vacuna contra el Covid-19. Aún si la ad-
ministración actual cambie de rumbo y proponga un plan global de
acción, pocos seguirán a un líder que nunca se responsabiliza, quien
nunca admite errores, y quien como rutina toma todo el crédito para
sí mismo mientras deja la culpa a otros.

31. Si el vacío dejado por los EE. UU. no es llenado por


otros países, no solo será más duro detener la epidemia actual, sino
que su legado continuará envenenando las relaciones internaciona-
les en los años venideros. Pero cada crisis también es una oportuni-
dad. Debemos esperar que la epidemia actual ayude a la humanidad
a darse cuenta de los graves peligros planteados por la desunión
global.

32. La humanidad necesita tomar una decisión. ¿Recorrere-


mos la ruta de la desunión? o ¿adoptaremos el camino de la solida-
ridad global? Si elegimos la desunión no solo prolongará la crisis,
pero es posible que resulte en catástrofes peores en el futuro. Si
elegimos la solidaridad global, será la victoria no solo contra el co-
ronavirus, sino contra todas las futuras epidemias y crisis que pue-
dan asaltar a la humanidad en el siglo 21.

Publicado en el Financial Times y de libre lectura:


https://amp.ft.com/content/19d90308-6858-11ea-a3c9-1fe6fedcca75
Yuval Noah Harari es autor de ‘Sapiens’, ‘Homo Deus’ and
‘21 lecciones para el siglo 21’
Copyright © Yuval Noah Harari 2020
Traducción libre al español: Neil Henry Arenas Camacho.
Cali, 24 de marzo de 2020.

También podría gustarte