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Amiga trabaja en un supermercado.

¿Por qué no eligió la provisión más barata? La respuesta estaba en el sistema de entrega.

Sí, ella prefería pagar más y ver un ser humano que pagar menos y no ver a nadie.

¿Cómo puede alguien estar tan solo?

Parece que David también. Algunos de sus salmos:

Mírame, y ten misericordia de mí, Porque estoy solo y afligido. Salmo 25.16

Me he consumido a fuerza de gemir; Todas las noches inundo de llanto mi lecho. Riego mi cama con mis lágrimas. Mis
ojos están gastados de sufrir; se han envejecido. Salmo 6.6–7

David sabía lo que es sentirse solo … traicionado.

Cuando ellos enfermaron, me vestí de cilicio; Afligí con ayuno mi alma, Y mi oración se volvía a mi seno. Como por mi
compañero, como por mi hermano andaba; Como el que trae luto por madre, enlutado me humillaba.

Pero ellos se alegraron en mi adversidad, y se juntaron; Se juntaron contra mí gentes despreciables, y yo no lo


entendía; Me despedazaban sin descanso; Como lisonjeros, escarnecedores y trúhanes, Crujieron contra mí sus
dientes. Señor, ¿hasta cuándo verás esto? Salmo 35.13–17

David sabía lo que era sentir la soledad.

La conoció en su familia.

Era uno de los ocho hijos de Isaí.

Pero cuando Samuel pidió ver a los hijos de Isaí, nadie tomó en cuenta a David.

Queda aún el menor, que apacienta las ovejas. 1 Samuel 16.11.

La expresión que usó Isaí, «el menor», «También tengo otro, pero es un mocoso». El mequetrefe de la familia.

Ese día pasaron por alto al muchacho.

¿Cómo se sentiría usted si en una reunión de la familia no estuviera incluido su nombre?

Las cosas no mejoraron cuando cambió de familia.

Su inclusión en la familia real fue idea del rey Saúl. Su exclusión fue idea de Saúl también.

Si no se agacha, David habría quedado clavado a la pared por la espada del celoso rey.

Pero David eludió el golpe, y corrió. Durante diez años huyó. Se refugió en el desierto.

Dormía en cuevas, sobrevivía como los animales salvajes. Lo odiaban y perseguían como a una chucha.

Para David la soledad no era una experiencia ajena. Para usted tampoco.

No tiene que estar solo para sentir la soledad.

2000 años la población de la tierra era de 250 millones de personas. Ahora 7 mil millones.

Si la soledad se curara con la presencia de personas, habría menos soledad en la actualidad.

Pero la soledad permanece.

«Gracias, Señor, por todos nuestros amigos. Tenemos tantos, que no podemos dedicar tiempo a todos ellos».
Terminado el culto, un exitoso hombre de negocios me corrigió:
«Quizás usted tenga más amigos que los que puede ver. No es mi caso. Yo no tengo ni siquiera un amigo».

Una persona puede estar rodeada de una iglesia y todavía sentirse solo.

La soledad no es la ausencia de rostros. Es la ausencia de intimidad.

La soledad no proviene de estar solo; proviene de sentirse solo.

Sentir como si usted estuviera enfrentando la muerte solo, enf. la enfermedad s, enf. el futuro s.

Sea que ocurra en su cama, hospital, casa vacía o en medio de un bar muy concurrido,

la soledad se presenta cuando uno piensa: Me siento tan solo. ¿Le importa a alguien?

¿Debemos desechar la soledad?

En vez de apartarnos de la soledad, ¿qué tal si nos volvemos hacia ella? ¿Podría ser que la soledad fuera no una
maldición sino un regalo? ¿Un regalo de Dios?

Pastor. No puede ser. La soledad agobia mi corazón.

La soledad me deja vacío y deprimido.

La soledad es cualquier cosa, menos un regalo. Quizás tenga razón, pero sígame por un momento.

Me pregunto si la soledad no será la forma de Dios de llamar nuestra atención.

Esto es lo que quiero decir.

Suponga que pide prestado el auto a un amigo.

La radio no funciona, ud le gusta la música parrandera.

«Esto no está tan malo».

Ahora, permítame preguntarle. ¿Habría descubierto esto por sí mismo? No.

¿Qué lo llevó a ello? ¿Qué hizo que usted escuchara música que nunca antes le había interesado? Sencillo.

No le quedaba otra opción. No tenía otro lugar donde ir.

Finalmente, cuando el silencio era tan imponente, usted decidió escuchar una canción que nunca había escuchado.
¡Cuánto desea Dios que usted escuche su música!

Tiene un ritmo que correrá por su corazón y una lírica que le conmoverá hasta las lágrimas.

¿Quiere acostarse en paz? Su música puede apaciguar su alma.

Tiene que librarse de la música parrandera.

Un amigo se va. El trabajo se pone malo. Su esposa no lo entiende.

La iglesia es aburrida. Una por una va quitando las opciones hasta que lo único que le queda es Dios.

¿Haría Dios eso? Claro que sí.

«El Señor al que ama, disciplina» (Hebreos 12.6 ).

Si es necesario silenciar todas las voces, Dios lo hará. Quiere que usted oiga su música.

Quiere que usted descubra lo que descubrió David y sea capaz de decir lo que David dijo: «Tú estarás conmigo».

Sí, Señor, tú estás en los cielos. Sí, tú gobiernas el universo. Pero sí, sí, sí, tú estarás conmigo. El Señor está conmigo.
Moisés lo proclamó: ¿Qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios
en todo cuanto le pedimos? Deuteronomio 4.7

Pablo lo anunció: «No está lejos de cada uno de nosotros» Hechos 17.27

Y David lo descubrió: «Tú estás conmigo».

En algún lugar en la pradera, en el desierto o en el palacio, David descubrió que Dios hablaba en serio cuando dijo:

«No te dejaré» (Génesis 28.15). «No dejaré a mi pueblo» (1 Reyes 6.13). «No abandonará Jehová a su pueblo» (Salmo
94.14). «Jehová tu Dios … no te dejará, ni te desamparará» (Deuteronomio 31.6).

El descubrimiento de David es el mensaje de la Biblia: Jehová está con nosotros.

Y, puesto que el Señor está cerca, todo es diferente. ¡Todo!

Puede enfrentar la muerte, pero no está solo al enfrentarla; el Señor está con usted.

Puede enfrentar el desempleo, pero no está solo al enfrentarlo; el Señor está con usted.

Puede enfrentar graves luchas matrimoniales, pero no está solo al enfrentarlas; el Señor está con usted.

Puede enfrentar deudas, pero no está solo al enfrentarlas; el Señor está con usted.

Subraye estas palabras: No está solo.

La familia se le puede volver en contra, pero Dios no.

Sus amigos lo pueden traicionar, pero Dios no.

Puede sentirse solo en el desierto, pero no está solo.

Él está a su lado. Y dado que Él está, todo es diferente. Usted es diferente.

Dios cambia la situación. Usted pasa de ser un solitario a ser amado.

uando uno sabe que Dios lo ama, no se va a desesperar porque no tiene el amor de otros.

Ya no será un hambriento comprador que entra al mercado.

¿Ha ido alguna vez a comprar al mercado con el estómago vacío? Compra todo lo que no necesita. Llenar su barriga.

Cuando usted está solo, saca cosas de la estantería, no porque las necesite, sino porque tiene hambre de amor.

¿Por qué lo hacemos? Porque estamos solos para enfrentar la vida.

Por temor de no caer bien, tomamos drogas. Por temor de no destacarnos, usamos cierta clase de ropa. Por temor de
parecer poca cosa, nos endeudamos y compramos una casa. Por temor de pasar inadvertidos, nos vestimos para seducir
o para impresionar. Por temor de dormir solos, dormimos con cualquiera. Por temor de no ser amados, buscamos amor
en lugares malos.

Pero todo eso cambia cuando descubrimos el perfecto amor de Dios.

El perfecto amor echa fuera el temor. 1 Juan 4:18

La soledad. ¿Podría ser la soledad uno de los mejores dones de Dios?

Si una temporada de soledad es la manera de Dios de enseñarle a oír su canción, ¿no cree que vale la pena?

Así lo creo yo.

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