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Fe en las promesas de Dios1

Introducción

Dios habló a Israel. Su pueblo debía escuchar la voz de Dios y creer en Su Palabra. Cuando Dios habla,
describe la realidad que está creando. Requiere de nosotros la fe para tener la certeza de que la realidad dicha
por Dios es así, la convicción de lo que no se ve, se convertirá en realidad.

Así lo dice el escritor al libro de los Hebreos 11:1:

“Ahora bien, la fe es la certeza (sustancia) de lo que se espera, la convicción (demostración) de lo que no se


ve. Porque por ella recibieron aprobación (testimonio) los antiguos (antepasados)” (NBLH).

Definamos lo que es fe2:

1. Creencia; el asentimiento de la mente a la verdad de lo declarado por otro, apoyado en su autoridad y veracidad, sin
otra evidencia; el juicio de que lo que otro declara o testifica que es la verdad. Tengo una fe firme o nula en el
testimonio de un testigo o en lo que narra un historiador.
2. El asentimiento de la mente a la verdad de una proposición presentada por otra; creencia o evidencia probable de
cualquier tipo.
3. En teología, el asentimiento de la mente o entendimiento a la verdad de lo que Dios ha revelado. La simple creencia
en las Escrituras, en el ser y las perfecciones de Dios, y en la existencia, el carácter y las doctrinas de Cristo, fundada
en el testimonio de los escritores sagrados, se llama fe histórica o especulativa; una fe poco diferenciada de la
creencia de la existencia y los logros de Alejandro o de César.
La fe nos permite ver la realidad según la perspectiva de Dios. La fe nos permite analizar la realidad y la
historia desde el punto de partida verdadero, Dios. La fe nos permite describir como la estructura básica de lo
creado, se ajusta al plan eterno de Dios. La fe nos permite ver la mano de Dios actuar a nuestro alrededor y
cómo está guiando la historia hacia la consumación final. Dios tiene el control de todo y se necesita fe para
creer que eso es así.

¿Cómo funciona la fe? Abraham es el padre de la fe. Al leer su historia, veremos cómo él vivió por fe y todo
lo que Dios dijo se cumplió. Así, podemos seguir su ejemplo.

I. La fe se basa en la Palabra de Dios.

Dios llama a Abram para convertirlo en una gran nación. Al principio, todo lo dicho por Dios era una
promesa, porque no era real. La promesa se volvió en la base sobre la que Abram fundamentó su fe.

1. Dios los haría una gran nación

Esto es lo que Dios había dicho a Abram:

1
Sermón predicado el domingo 1 de agosto de 2021, en la Iglesia de San Marcos de Tarrazú.
2
Diccionario Webster de 1828, http://webstersdictionary1828.com/Dictionary/Faith, recuperado el sábado 31 de julio de 2021.
Traducción en línea.
“Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás bendición”
(Gen. 12:2) y “Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será
tu descendencia” (Gén. 15:5).

Esto es lo que le dijo a la nación de Israel:

“Jehová vuestro Dios os ha multiplicado, y he aquí hoy vosotros sois como las estrellas del cielo en
multitud. ¡Jehová Dios de vuestros padres os haga mil veces más de lo que ahora sois, y os bendiga,
como os ha prometido!” (Deut. 1:10-11).

Cuando Dios le dijo esto a Abram, nada existía y no parecía posible. Él era anciano y su esposa anciana y
estéril. ¿Cómo haría Dios para hacer de él una gran nación, si no tiene hijos? Esto parece ser imposible, según
la realidad que tenía Abram.

Pero, Abram creyó a Dios. La palabra de Dios se volvió en la base de fe de Abram y él camino como si esto
fuera real. Y pasados unos 400 años, se hizo realidad. Dios habló Su Palabra, Abram la creyó. La fe de Abram
le permitió obedecer a Dios y vivir como si fuera realidad. Eso cambió el destino de su vida, de su familia, de
una nación y la historia de la humanidad.

Aplicación: ¿Estás oyendo la palabra de Dios? ¿Tienes puesta tu fe en las promesas de las Escrituras? ¿Cuál
es tu relación con Dios? ¿Qué te ha estado hablando Dios? Tienes que estar leyendo y estudiando la Palabra
de Dios, para que tu fe de alimente de las promesas.

2. Dios les ha dado la tierra prometida.

Estas son las palabras que le dice Dios a Israel: “Mira, Jehová tu Dios te ha entregado la tierra; sube y toma
posesión de ella, como Jehová el Dios de tus padres te ha dicho; no temas ni desmayes” (Deuteronomio
1:21). Ellos están a punto de entrar en la tierra de Canaán; pero, aquí resuena estas palabras dadas a Abram:
“Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre” (Gén. 13:15).

Es Dios quien les ha dado la tierra prometida. Pero, no a este pueblo sino a Abram y la promesa se cumple en
ellos, porque Abram le creyó a Dios y recorrió la misma posesión sin ser él el poseedor de la tierra. El pueblo
de Israel va a cumplir y disfrutar de la promesa ella a Abram. ¿Qué necesitaban ellos, para tomar la tierra
prometida? Necesitaban la misma fe que tuvo sus antepasados. Si Abram necesitaba fe para creer la promesa
de Dios; Israel necesitaba fe para que la promesa sea real ante ellos.

Por eso Dios les da una orden a Israel: “No temas ni te acobardes”. Ellos debían tener la misma fe que
Abram: porque de lo contrario, tendrían miedo y no cumplirían lo que Dios les ordenaba. Israel fue llamado a
vivir como Abram, con la misma fe en la Palabra de Dios.

Aplicación: ¿Tienes tu fe puesta en Dios? ¿Estás creciendo en la fe en las promesas de Dios? ¿Estás
siguiendo el ejemplo del padre nuestra fe, Abraham? ¿Cómo mides tu fe? La fe se mide a través de enfrentar
situaciones difíciles y problemas.

II. Dios habla, Israel actúa en temor.


La nación de Israel conocía la historia de sus antepasados. Habían visto a Dios sacarlos de Egipto, con mano
poderosa.

¿Qué más tenía que hacer el pueblo de Israel? Ellos solo debían creen en Dios, como lo hizo su antepasado y
obedecer al mandato divino. Pero ¿qué fue lo que hicieron? Estas son las palabras que dijeron:

“Y murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: Porque Jehová nos aborrece, nos ha sacado de
tierra de Egipto, para entregarnos en manos del amorreo para destruirnos. ¿A dónde subiremos?
Nuestros hermanos han atemorizado nuestro corazón, diciendo: Este pueblo es mayor y más alto
que nosotros, las ciudades grandes y amuralladas hasta el cielo; y también vimos allí a los hijos de
Anac” (Deuteronomio 1:27-28).

No siguieron el ejemplo de su antepasado. Ellos no vivieron por fe sino por miedo. No creyeron que fueran
una gran nación, ni que la tierra prometida Dios se las había dado ni que Él pelearía con ellos. Los esclavos
piensan en seguridad y viven por miedo. Dios le había dicho que no tuvieran miedo ni se acobardaran; pero,
fue lo que hicieron. Ellos querían vivir bajo la seguridad y el miedo de la esclavitud en Egipto, y rechazaron
vivir bajo la obediencia y la fe de la libertad que Dios les daba.

1) Fe vrs. Temor

La fe y el miedo son la forma en que las personas operan en la vida. Todos vivimos basados en
presuposiciones básicas sobre las que opera el universo. Si las presuposiciones nos llevan a vivir bajo la
Palabra de Dios, entonces vivimos por fe en Dios. Pero, si las presuposiciones nos llevan a vivir apartados de
Dios, entonces vivimos basados en el miedo.

Los libres piensan en libertad y viven por fe. Jesús dijo: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis
verdaderamente libres” (Juan 8:36), somos llamados a vivir en fe no en temor.

Conclusiones.

1) Un llamado a vivir por fe. Dios nos está llamando a vivir por la fe. Un llamado que implica un sacrificio
de estudio de la Palabra, de oración, de disciplinas espirituales para demostrar y proclamar el evangelio
del Reino a nuestro alrededor.

2) Un llamado a seguir el ejemplo de hombres y mujeres de fe. No es suficiente decir que somos
cristianos, sino estamos conectados con nuestro pasado. Ver la forma en que otros vivieron y murieron
por la fe en Cristo Jesús, nos fortalecerá a seguir sus pisadas. Hebreos 11 es un buen ejemplo donde el
escritor nos describe la herencia de fe que tenemos, además de la gran nube de testigos que nos están
apoyando en este momento. Lee las escrituras, para que te animes a vivir por fe. Lee biografías de
personajes del pasado y cómo enfrentaron los desafíos de su época. Camina en fe, dando pasos que
parecen imposibles, pero si Dios te ha llamado a darlos, es momento para que lo hagas.
“Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le
hay, y que es galardonador de los que le buscan” (Hebreos 11:6).

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