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EL PODER DE CREER

A través de la fe, activa la Palabra del Señor en tu vida y


Sus promesas se cumplirán.
Las Escrituras son un conjunto de libros que reúnen los
testimonios de personas que se relacionaron con Dios, por
lo que al leer, recibimos revelación sobre el carácter y el
corazón de nuestro Padre. A través de la historia de
Abraham conocemos sobre la fe, a través de la historia de
Moisés sabemos sobre el valor del servicio, y a través de
Jesús descubrimos lo importante que somos para Dios
porque buscó salvarnos dando lo más valioso, la vida de
Su Hijo. Así que la Biblia es un libro sobre la fe. Una de
esas historias es la de un padre que buscó la liberación de
su hijo atormentado por un espíritu inmundo. Cuando
Jesús se acercó al grupo donde estaba este papá, los
discípulos y los fariseos, los encontró discutiendo, lo que
me recuerda que a veces discutimos las Escrituras en lugar
de creerlas, y eso no debería ocurrir, ya que si está escrito
en la Palabra de Dios, así será. ¡Cree en Sus promesas!
¿Qué sucedió entonces con este padre y su hijo? Pues el
hombre le pidió a Jesús que lo liberara porque lo había
llevado con Sus discípulos, pero ellos no habían podido
hacer la obra. En esa afirmación vemos dos problemas de
fe, la de los discípulos y la del padre, quien después
reconoció que le costaba creer, pero le pidió ayuda al
Señor para que su fe se fortaleciera. Entonces, Jesús obró
el milagro[1]. Muchas veces nosotros somos como ese
padre que conoce al Señor, lo busca, sabe que puede
bendecirnos, pero nos falta fe. ¿Cuánta Palabra sabemos y
de verdad creemos? Si realmente estamos convencidos de
que las promesas de Dios son ciertas, ¡no hay nada
imposible para nosotros![2] Por lo tanto, comienza a vivir
por fe, ya que la Palabra que de verdad creemos es la que
funcionará para bendecir nuestra vida.
Pareciera que sabemos más de lo que creemos, porque
siendo cristianos, escuchamos, leemos y aprendemos la
Palabra de Dios, pero si no hacemos algo para que se
cumpla, no demostramos que la creemos de verdad. El
reino de Dios no funciona por lo que sabemos sino por lo
que sabemos, creemos y ponemos en práctica. Al Señor le
gusta nuestra sinceridad; si nuestra fe necesita ser
fortalecida, pidamos que nos ayude a creer, y Él lo hará,
porque insistentemente nos pide que le creamos, que no
caminemos por vista sino por fe.
Cierta vez venía de vuelta de un viaje, y en el avión, a lo
lejos, vi un hermoso espectáculo; era una tormenta
eléctrica que se veía impresionante en medio de las nubes,
pero a medida que el avión se aproximaba y entramos en
ella, las cosas ya no eran tan bonitas. Al contrario, todos se
asustaron porque la turbulencia nos zarandeaba como si la
nave fuera de papel. En medio del caos, saqué valor para
tranquilizar a los que me escucharan, pero la verdad, yo
también estaba muy asustado. Con esa experiencia aprendí
que incluso en medio de la peor angustia, nuestra fe nos
sostiene. Además, reflexioné sobre el hecho de que los
pilotos del avión realmente no avanzan por vista, sino que
se dejan guiar por la ruta que les han trazado en tierra,
porque ellos no pueden ver todo el panorama y el tráfico
aéreo. Si al ver la tormenta, deciden desviarse sin permiso,
la catástrofe está más cerca porque el riesgo de un choque
es muy alto. Así que deben confiar en las instrucciones
que reciben. ¡Eso es avanzar por fe! No debemos tomar
decisiones fundamentados en la información que
recibimos con nuestros sentidos, sino que debemos
avanzar confiando en las promesas que el Señor nos ofrece
en las Escrituras. Tus sentidos pueden decirte que la
enfermedad es mortal, pero Jesús te dice que por Su llaga
fuiste sanado. La fe es vital para nosotros porque incluso
por fe recibimos la salvación, no por obras[3]. Es
imposible auto salvarnos, porque solo Dios, por gracia,
puede darnos ese regalo que no tiene precioso. Así que la
fe es todo: activa la gracia redentora en nuestra vida y
también activa el favor de Dios que abre puertas para que
crezcamos, avancemos y recibamos bendición.
El capítulo de Hebreos 11 nos habla de lo importante es
que activar la fe, ya que al leer todos los ejemplos que
ofrece, vemos que el verbo creer siempre se acompaña de
otro verbo de acción. En este capítulo vemos que Dios ha
buscado gente que le crea y todo lo demás, lo hace Él. Por
fe, Abel alcanzó buen testimonio, Abraham fue padre de
una nación, Sara concibió[4], Isaac bendijo a Jacob y a
Esaú, por fe Noé preparó un arca y Moisés liberó a los
israelitas[5], ¡la fe es acción! Se nace por fe, se vive, se
camina, se pelea, se muere y se resucita por fe. Si de
verdad crees en Dios y en Su Palabra, debes demostrarlo
con obras. Recuerda que sin fe es imposible agradar a
Dios, por lo tanto, todo lo que hacemos por fe agrada al
Señor. Usa tu fe para aguantar una crisis y también para
salir de ella. Crece en fe, no te quedes con una que solo
aguanta, sino que madura para obtener una medida de fe
que te mueva a superar las dificultades y a lograr tus
sueños. La Palabra de Dios es viva y eficaz[6] para
realizar grandes proezas, no es una Palabra que te pide ser
conformista, sino que te motiva a conquistar y vencer.
Fortalece tu fe para ser esa tierra fértil donde la Palabra de
Dios produce abundante fruto porque no se deja abatir por
los afanes de la vida que siempre ofrecerán mensajes
negativos que podrían ahogar el mensaje del Señor[7].
Cuando te angustias por lo que comerás, vestirás y
proveerás a tu familia, no tienes paz para enfocarte en
aprender de la Palabra de Dios y crecer espiritualmente,
así que lo primero es tener fe para convencernos de que
nuestro Padre nos proveerá y bendecirá nuestro esfuerzo.
No confíes en el dinero, en ese bien de intercambio del
mundo, porque tus recursos provienen del dueño de todo
cuanto existe.
La fe es la sustancia, la esencia de tu gozo y plenitud, es lo
que extrae de la Palabra el contenido de tu bendición,
sanidad, salvación y restauración. Cuando sabemos de la
Palabra de Dios, tenemos la materia prima, el
conocimiento, pero necesitamos activarla con la fe.
Conéctate con las Escrituras al aprenderlas y activarlas a
través de la fe que Dios te ha dado. Dile: “Padre, ayúdame
a combinar la Palabra y la fe para recibir la bendición que
deseas para mí”. Por fe, entrégale tu vida al Señor para
que Su gracia te salve y te guíe durante cada etapa de tu
vida.
[1] Marcos 9:14-24 dice: Cuando llegó a donde estaban
los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y
escribas que disputaban con ellos. Y en seguida toda la
gente, viéndole, se asombró, y corriendo a él, le saludaron.
El les preguntó: ¿Qué disputáis con ellos? Y respondiendo
uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que
tiene un espíritu mudo, el cual, dondequiera que le toma,
le sacude; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se va
secando; y dije a tus discípulos que lo echasen fuera, y no
pudieron. Y respondiendo él, les dijo: !!Oh generación
incrédula! ¿Hasta cuándo he de estar con vosotros? ¿Hasta
cuándo os he de soportar? Traédmelo. Y se lo trajeron; y
cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con violencia al
muchacho, quien cayendo en tierra se revolcaba, echando
espumarajos. Jesús preguntó al padre: ¿Cuánto tiempo
hace que le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Y muchas
veces le echa en el fuego y en el agua, para matarle; pero
si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y
ayúdanos. Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo
le es posible. E inmediatamente el padre del muchacho
clamó y dijo: Creo; ayuda mi incredulidad. Y cuando
Jesús vio que la multitud se agolpaba, reprendió al espíritu
inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando,
sal de él, y no entres más en él.

[2] Marcos 9:23 asegura: Jesús le dijo: Si puedes creer, al


que cree todo le es posible.

[3] Efesios 2:8-10 enseña: Porque por gracia sois salvos


por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don
de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe. Porque
somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para
buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano
para que anduviésemos en ellas.
[4] Hebreos 11:1-11 comparte: Es, pues, la fe la certeza
de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.
Porque por ella alcanzaron buen testimonio los
antiguos. Por la fe entendemos haber sido constituido
el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que
se ve fue hecho de lo que no se veía. Por la fe Abel
ofreció a Dios más excelente sacrificio que Caín, por lo
cual alcanzó testimonio de que era justo, dando Dios
testimonio de sus ofrendas; y muerto, aún habla por
ella. Por la fe Enoc fue traspuesto para no ver muerte,
y no fue hallado, porque lo traspuso Dios; y antes que
fuese traspuesto, tuvo testimonio de haber agradado a
Dios. Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque
es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay,
y que es galardonador de los que le buscan. Por la fe
Noé, cuando fue advertido por Dios acerca de cosas
que aún no se veían, con temor preparó el arca en que
su casa se salvase; y por esa fe condenó al mundo, y fue
hecho heredero de la justicia que viene por la fe. Por la
fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al
lugar que había de recibir como herencia; y salió sin
saber a dónde iba. Por la fe habitó como extranjero en
la tierra prometida como en tierra ajena, morando en
tiendas con Isaac y Jacob, coherederos de la misma
promesa; porque esperaba la ciudad que tiene
fundamentos, cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Por la fe también la misma Sara, siendo estéril, recibió
fuerza para concebir; y dio a luz aun fuera del tiempo
de la edad, porque creyó que era fiel quien lo había
prometido.
[5] Hebreos 11: 17-32 comparte: Por la fe Abraham,
cuando fue probado, ofreció a Isaac; y el que había
recibido las promesas ofrecía su unigénito, habiéndosele
dicho: En Isaac te será llamada descendencia; pensando
que Dios es poderoso para levantar aun de entre los
muertos, de donde, en sentido figurado, también le volvió
a recibir. Por la fe bendijo Isaac a Jacob y a Esaú respecto
a cosas venideras. Por la fe Jacob, al morir, bendijo a cada
uno de los hijos de José, y adoró apoyado sobre el extremo
de su bordón. Por la fe José, al morir, mencionó la salida
de los hijos de Israel, y dio mandamiento acerca de sus
huesos. Por la fe Moisés, cuando nació, fue escondido por
sus padres por tres meses, porque le vieron niño hermoso,
y no temieron el decreto del rey. Por la fe Moisés, hecho
ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios,
que gozar de los deleites temporales del pecado, teniendo
por mayores riquezas el vituperio de Cristo que los tesoros
de los egipcios; porque tenía puesta la mirada en el
galardón. Por la fe dejó a Egipto, no temiendo la ira del
rey; porque se sostuvo como viendo al Invisible. Por la fe
celebró la pascua y la aspersión de la sangre, para que el
que destruía a los primogénitos no los tocase a ellos. Por la
fe pasaron el Mar Rojo como por tierra seca; e intentando
los egipcios hacer lo mismo, fueron ahogados. Por la fe
cayeron los muros de Jericó después de rodearlos siete
días. Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con
los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz.
¿Y qué más digo? Porque el tiempo me faltaría contando
de Gedeón, de Barac, de Sansón, de Jefté, de David, así
como de Samuel y de los profetas;
[6] Hebreos 4:12 enseña: Porque la palabra de Dios es
viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos;
y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y
los tuétanos, y discierne los pensamientos y las
intenciones del corazón.
[7] Mateo 13:22 comparte: El que fue sembrado entre
espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este
siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se
hace infructuosa.
Lo que usted cree es vital. Y creer erróneamente es el
gatillo que le lanza a un camino hacia la derrota. Es lo
que le mantiene atrapado y le hace profundizar cada
vez más en una cautividad paralizante. Por Joseph
Prince
Dicho de forma simple, si usted cree mal, luchará con
malos pensamientos. Esos malos pensamientos
producirán emociones dañinas que conducirán a
sentimientos tóxicos de culpa, vergüenza, condenación
y temor. Y esos malos sentimientos finalmente
producirán malas conductas, acciones y dolorosas
adicciones.

Lo que usted cree es vital. Y creer erróneamente es el


gatillo que le lanza a un camino hacia la derrota. Es lo que
le mantiene atrapado y le hace profundizar cada vez más
en una cautividad paralizante.
La buena noticia es que hay salida de este círculo vicioso
de derrota.

El poder de creer correctamente le enseñará las verdades


poderosas de la Palabra de Dios para creer en su amor por
usted. Le mostrará que Dios está con usted y no contra
usted. Abrirá sus ojos para ver que Él está de su lado,
preparándole para el éxito y propulsándole hacia su
victoria con su amor y tierna misericordia.

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