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A lo largo de la historia, la humanidad y Dios se han visto juntos en ocasiones

concretas, dando paso consigo a momentos históricos de nuestros orígenes. Si bien Dios en los

humanos ha sido una figura que refleja a un padre protector, ayudador, proveedor, y

corregidor a su vez a la perfección; se conoce que la entidad decidió tomar a un pueblo y a

este le entregaría la fe “Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí,

para que me conozcáis y creáis, y entendáis que mismo soy; antes de mí no fue formado Dios,

ni lo será después de mí. Yo, yo Jehová, y fuera de mi no hay quien salve. Yo anuncié, y salvé,

e hice oír, y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová,

que yo soy Dios.” (cf. Is. 43, 10-12).

Hoy en día, aquel pueblo donde profesan la religión judía se le conoce como Israel.

Todo esto comienza hace 3500 años con la alianza entre Dios y Abraham, siendo el primer

hombre al que Dios le promete que sería padre de multitudes “Pero Jehová había dicho a

Abraham: Vete de tu tierra y de tu parentela, y de la casa de tu padre, a la tierra que te

mostrare. Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré, y engrandeceré tu nombre, y serás

bendición. Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré; y serán

benditas en ti todas las familias de la tierra.” (cf. Gn. 12, 1-3); a causa de esta promesa se da

mucho tiempo después el nacimiento de Jesús.

Mientras Dios entrega una gran fidelidad, la biblia nos muestra que aquel pueblo que

el escogió no era tan fiel, siendo muchas las oportunidades en donde le daban la espalda y

perseveraba la incredulidad. Trayendo consigo la pregunta ¿Por qué Dios entregó la fe a un

pueblo que no creía en él?


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Para Jehová Israel tiene un propósito, el cual es introducir la fe y misericordia en los

pueblos, naciones, etc. Él elige a este pueblo, puesto que atravesaron grandes adversidades,

consiguiendo sobrevivir hasta los tiempos actuales, siendo el antiguo testamento, el registro de

su trayectoria. Y diciendo el mismo Dios que pudo haber escogido a cualquier otro pueblo

“No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido Jehová y os ha escogido, pues

vosotros erais el más insignificante de todos los pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y

quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado Jehová con mano

poderosa, y os ha rescatado de servidumbre, de la mano de Faraón rey de Egipto. Conoce,

pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le

aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones.” (cf. Dt. 7, 7-9); con esto

implícito también el mismo mencionó que esta nación fue elegida para ser el lugar de

nacimiento de Jesucristo, aquel que nos salvaría del pecado dando su propia vida. De aquello

se puede mencionar la participación de Israel en la muerte del hijo de Dios, siendo ellos

quienes no confiaron en su palabra y lo crucificaron, pero a pesar de esta infidelidad Jehová se

mantiene fiel, puesto que es incapaz de negarse a sí mismo “Si fuéremos infieles, él

permanece fiel; Él no puede negarse a sí mismo” (cf. 2 Ti. 2, 13); y entre otras de sus razones

para tener esta fidelidad dice qué Jehová tuvo en cuenta a Israel para ser una nación de gente

que guiara a otros hacia el camino de Dios.

Concluyendo con lo anterior determinamos que para Dios el pueblo Israelita sin

importar las rebeldías que han presentado, su promesa es siempre la misma, con una postura

de carácter fiel, y de la cual no se retracta, por consiguiente, nos deja a nosotros una promesa
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de, así como estuvo con Abraham, Isaac y Jacob y aún con Moisés, estará con nosotros por

siempre.
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REFERENCIAS

Santa Biblia Reina-Valera 1960


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