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La audiencia de conciliación en la Nueva

Ley Procesal de Trabajo. ¿Acierto o


fracaso?
Sumario: I. Antecedentes. II. La audiencia de conciliación en la Ley 26636, Ley
Procesal de Trabajo. III. La audiencia de conciliación en la Ley N° 29497, Nueva
Ley Procesal de Trabajo. IV. Algunas consideraciones finales y propuestas de
solución.

I. Antecedentes

La conciliación es un mecanismo de solución de conflictos a través del cual dos


o más personas procuran, por sí mismas, la solución de sus diferencias, con la
ayuda de un tercero imparcial y calificado denominado conciliador.

En nuestro sistema procesal civil, esta institución ha tenido distintos y


antagónicos tratamientos y, aun cuando no es objeto del presente artículo
exponer sobre ello, es necesario precisar que nuestro legislador en algún
momento consideró importante exigir su obligatoriedad.

Así pues, como antecedente más próximo tendríamos la redacción primigenia


del artículo 324° del Código Procesal Civil que regulaba la realización de una
audiencia de conciliación obligatoria, dejando como alternativa que las partes
puedan solicitarla o incluso el juez pueda exigir su realización en cualquier
momento dentro del proceso.

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derecho laboral

Esta situación generó que nuestro sistema de justicia civil se vea colapsada con
audiencias que solo saludaban la formalidad; por ello, en el año 2008, con el
Decreto Legislativo N° 1070, se pretendió aliviar la sobrecarga procesal
exigiendo a las partes, como pre requisito judicial, la solicitud y concurrencia a
una audiencia alternativa dentro de un centro de conciliación extrajudicial.

Finalmente, en diciembre del 2014, mediante la Ley N° 30293, se estableció que


las audiencias de conciliación son necesariamente realizadas en un centro de
conciliación extrajudicial. Sin embargo, se dejó a salvo la posibilidad de poder
solicitarla al Juez de la causa bajo apercibimiento de multa –severa, por
cierto– en caso no concurrencia de la parte solicitante a dicha diligencia.

Lea también: ¿Es la conciliación un requisito de procedibilidad para interponer


demanda inDe lo expuesto hasta aquí, es pacífico concluir que la tendencia en el
aparato procesal se inclina a externalizar la realización de la audiencia de
conciliación; ello, porque compartimos la idea de que sean las partes quienes
puedan solucionar sus conflictos a través de mecanismos alternativos y porque
el Poder Judicial, dada sus particularidades en presupuesto, personal,
infraestructura y otros, no puede permitirse seguir siendo parte – por lo menos,
como obligación–  de una diligencia –nos referimos a la imposición de una
audiencia de conciliación– que estadísticamente, en el ámbito del proceso
laboral, se ha convertido en un simple ritual en el que únicamente se entrega la
contestación de demanda al actor. 

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II. La audiencia de conciliación en la Ley 26636, Ley Procesal de Trabajo

La Ley N° 26636, ofreció al justiciable un proceso esencialmente escritural y


reglas procesales vagas; ello, debido a la poca técnica legislativa que se utilizó
para su redacción. A pesar de ello, podemos concluir que en este esquema
procesal no se exigió la realización de audiencia exclusiva de conciliación; sin
embargo, el legislador otorgó la posibilidad a ls partes, de impugnar las actas de
conciliación que se hubieran generado en la autoridad administrativa del trabajo
cuando éstas adolecían de un vicio de legalidad o constitucionalidad; tal y
conforme lo disponía el artículo 4° numeral 2° literal g.

Ahora bien, dentro del esquema de este proceso laboral, en similitud a lo que
sucede en el proceso civil, se estableció adicionalmente que la conciliación
podía ser promovida o propuesta por las partes después de la audiencia única, en
cualquier estado del proceso, antes de la sentencia; la misma que debía ser
aprobada por el Juez, adquiriendo el valor de cosa juzgada.

Así pues, aun con muchas deficiencias de estructura procesal, celeridad y


economía, nuestra antigua ley procesal laboral excluía al juzgador –y con ello de
la agenda y carga judicial– de la obligación de realizar una audiencia exclusiva de
conciliación; lo que le permitió dedicarse –por lo menos, así debió ser– a la
solución pronta y célere del conflicto cuando las partes no mostraban interés de
solución alternativa.

III. La audiencia de conciliación en la Ley N° 29497, Nueva Ley Procesal de Trabajo

La Nueva Ley Procesal de Trabajo, Ley N° 29497, regula fundamentalmente dos


tipos de procesos por audiencias: i) el proceso abreviado laboral; y, ii) el proceso
ordinario laboral: por lo que, a efectos de determinar la necesidad de una
audiencia exclusiva de conciliación, en este artículo vamos a centrarnos
principalmente en el estudio de la segunda de las mencionadas.

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conciliación extrajudicial»

El trámite del proceso ordinario laboral se encuentra regulado a partir del artículo
42° del aludido cuerpo normativo, con el traslado de la demanda y la citación a
ambas partes a una audiencia de conciliación. Como se sabe, en esta audiencia
el Juez deberá participar activamente a efectos de que las partes puedan arribar
a un acuerdo que ponga fin a la controversia; de lo contrario, la emplazada
deberá exhibir su contestación de demanda y se proseguirá con las formalidad
que establece el artículo 43° y siguientes. Posteriormente se señalará fecha y
hora para la realización de la respectiva audiencia de juzgamiento.

La intención –sin duda alguna– es buena pero ¿sucede en la realidad? ¿Hasta


qué punto un juez puede participar activamente de una audiencia de conciliación
cuando las partes simplemente no se muestran interesadas en conciliar?
¿Realmente las partes, que en su mayoría son empresas con apoderados
judiciales o entidades públicas con procuradores delegados, asisten a esta
diligencia con facultades reales –no formales– que les permita discutir sobre el
objeto litigioso y es más, disponer del patrimonio de su representada(o)? ¿Puede
el juzgador realmente aplazar la audiencia de conciliación los minutos
necesarios –incluso horas– para promover y lograr un verdadero acuerdo entre
las partes? ¿Está funcionando la audiencia de conciliación en el nuevo esquema
procesal laboral de acuerdo al objetivo inicial o es que se ha convertido en una
mera formalidad en la que las partes sólo contestan la demanda? ¿Es razonable
que el Estado Peruano agote personal, presupuesto e infraestructura para la
realización de una audiencia exclusiva de conciliación?
En el año 2016[1], el Distrito Judicial de La Libertad (Trujillo), necesitó de la
participación de jueces de primera instancia –en vía ordinaria laboral– en 6,240
procesos; de los cuales, sólo 332 fueron conciliados; 5,140, fueron sentenciados;
710, se archivaron por autos que ponen fin al proceso; y, 58 se resolvieron en
improcedentes. Es decir, de todos los procesos laborales que se conocieron,
sólo el 5.2% del total, concluyeron a través de una conciliación judicial. Así
también, de 5,472 procesos que ameritaron la realización necesaria de
audiencias de conciliación, sólo 332 se beneficiaron con la finalidad de la misma.

La causa que sustenta esta estadística podría obedecer a distintos factores que
necesariamente responden a las interrogantes expuestas ut supra, en las que
fundamentalmente encontramos a la ausencia de facultades reales de quienes
representan a las partes para poder disponer del patrimonio de éstas; sin
embargo, no menos importante, es señalar que por lo menos en nuestro Distrito
Judicial de La Libertad, se ha determinado que la realización de las audiencias
sea una vez por semana en un total mínimo de 16 audiencias de conciliación por
día[2]; lo que evidentemente, contribuye que ésta se convierta en un trámite
quimérico y formalista, dado cuenta que poco pueden hacer las partes dentro de
un escenario que en la realidad escapa totalmente de la intención del legislador.

IV. Algunas consideraciones finales y propuestas de solución

Una percepción básica del derecho implica que éste sea entendido como una
tridimensionalidad concreta en la que norma no sea –o no debería
ser– entendida por sí sola como una simple proposición lógica, pues su
significado lo adquiere en función a momentos que condicionan su eficacia.

Así pues, bajo esa hipótesis es inútil seguir manteniendo un modelo de esquema
procesal que viene fracasando en su intención y objetivo y que afecta no sólo a
las partes sino al propio Estado; y es que, la realización de una audiencia
obligatoria de conciliación, en el marco de un proceso ordinario laboral, se ha
convertido –en la realidad de los hechos–  en un trampolín dilatorio entre la
interposición de la demanda y la audiencia de juzgamiento, que en muchos de
los casos se extiende hasta periodos anuales. Es decir, el paradigma normativo
(o finalidad abstracta) se ha visto superado por la realidad, por lo que es
momento que el legislador tome nota sobre la problemática y establezca
soluciones que garanticen un verdadero acceso a la tutela jurisdiccional en
armonía con la carga y desgaste judicial.
Así pues, desde nuestra óptica, consideramos necesario la derogación del
artículo 42° y 43° de la Nueva Ley Procesal de Trabajo y se propone lo siguiente:

“Artículo 42°.

Verificados los requisitos de la demanda, el juez emite resolución disponiendo:

 La admisión de la demanda.
 El emplazamiento al demandado para que conteste la demanda en el pazo de
diez (10) días hábiles.

Artículo 43°.-

Verificados los requisitos de la contestación de la demanda, el juez ordena el


traslado de la misma a la parte actora dentro del plazo de (5) cinco días hábiles y
fija fecha de audiencia de juzgamiento, la cual debe programarse dentro de los
(45) cuarenta y cinco días hábiles siguientes.

Si el demandado no cumple con contestar la demanda incurre en rebeldía


automática. El rebelde se incorpora al proceso en el estado que se encuentre, sin
posibilidad de renovar actos previos.

Las partes podrán solicitar una audiencia especial de conciliación en cualquier


estado del proceso, bajo apercibimiento de multa en caso de inconcurrencia
de(los) solicitante(s); sin perjuicio de las sanciones que correspondan por la
utilización indebida de dicha solicitud.”

Esta arquitectura inicial de propuesta normativa, no es sino el primer pilar sobre


el cual pretendo que descanse el análisis y debate normativo. Esto con la única
finalidad de contribuir a la investigación y dialógico jurídico. Y es que, sin duda
alguna, soy consciente que nuestro sistema de justicia se esfuerza
incansablemente para lograr la finalidad abstracta de las normas procesales; sin
embargo, como titular del ejercicio de la abogacía estoy convencido que es
nuestra obligación ser el portavoz de la realidad tanto a nuestros legisladores
como a quienes se les ha encomendado la noble labor de administrar justicia;
pues sólo así, podremos establecer pautas académicas que nos motiven al
debate y al perfeccionamiento procesal que la justicia, la realidad y nación
exigen.
[1] Datos estadísticos correspondientes a expedientes principales, resueltos, en
trámite, ejecución y otros egresos respecto del periodo Enero-Diciembre de
2016. Corte Superior de Justicia de La Liberad (Trujillo).

[2] Según el acuerdo N° 02 del Acta N° 01 de Reunión del Equipo Técnico Distrital


de Implementación de la Nueva Ley Procesal de Trabajo.

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