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I. Antecedentes
Esta situación generó que nuestro sistema de justicia civil se vea colapsada con
audiencias que solo saludaban la formalidad; por ello, en el año 2008, con el
Decreto Legislativo N° 1070, se pretendió aliviar la sobrecarga procesal
exigiendo a las partes, como pre requisito judicial, la solicitud y concurrencia a
una audiencia alternativa dentro de un centro de conciliación extrajudicial.
Ahora bien, dentro del esquema de este proceso laboral, en similitud a lo que
sucede en el proceso civil, se estableció adicionalmente que la conciliación
podía ser promovida o propuesta por las partes después de la audiencia única, en
cualquier estado del proceso, antes de la sentencia; la misma que debía ser
aprobada por el Juez, adquiriendo el valor de cosa juzgada.
El trámite del proceso ordinario laboral se encuentra regulado a partir del artículo
42° del aludido cuerpo normativo, con el traslado de la demanda y la citación a
ambas partes a una audiencia de conciliación. Como se sabe, en esta audiencia
el Juez deberá participar activamente a efectos de que las partes puedan arribar
a un acuerdo que ponga fin a la controversia; de lo contrario, la emplazada
deberá exhibir su contestación de demanda y se proseguirá con las formalidad
que establece el artículo 43° y siguientes. Posteriormente se señalará fecha y
hora para la realización de la respectiva audiencia de juzgamiento.
La causa que sustenta esta estadística podría obedecer a distintos factores que
necesariamente responden a las interrogantes expuestas ut supra, en las que
fundamentalmente encontramos a la ausencia de facultades reales de quienes
representan a las partes para poder disponer del patrimonio de éstas; sin
embargo, no menos importante, es señalar que por lo menos en nuestro Distrito
Judicial de La Libertad, se ha determinado que la realización de las audiencias
sea una vez por semana en un total mínimo de 16 audiencias de conciliación por
día[2]; lo que evidentemente, contribuye que ésta se convierta en un trámite
quimérico y formalista, dado cuenta que poco pueden hacer las partes dentro de
un escenario que en la realidad escapa totalmente de la intención del legislador.
Una percepción básica del derecho implica que éste sea entendido como una
tridimensionalidad concreta en la que norma no sea –o no debería
ser– entendida por sí sola como una simple proposición lógica, pues su
significado lo adquiere en función a momentos que condicionan su eficacia.
Así pues, bajo esa hipótesis es inútil seguir manteniendo un modelo de esquema
procesal que viene fracasando en su intención y objetivo y que afecta no sólo a
las partes sino al propio Estado; y es que, la realización de una audiencia
obligatoria de conciliación, en el marco de un proceso ordinario laboral, se ha
convertido –en la realidad de los hechos– en un trampolín dilatorio entre la
interposición de la demanda y la audiencia de juzgamiento, que en muchos de
los casos se extiende hasta periodos anuales. Es decir, el paradigma normativo
(o finalidad abstracta) se ha visto superado por la realidad, por lo que es
momento que el legislador tome nota sobre la problemática y establezca
soluciones que garanticen un verdadero acceso a la tutela jurisdiccional en
armonía con la carga y desgaste judicial.
Así pues, desde nuestra óptica, consideramos necesario la derogación del
artículo 42° y 43° de la Nueva Ley Procesal de Trabajo y se propone lo siguiente:
“Artículo 42°.
La admisión de la demanda.
El emplazamiento al demandado para que conteste la demanda en el pazo de
diez (10) días hábiles.
Artículo 43°.-