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Chesterton - Detectives
Chesterton - Detectives
Nuevamente, cualquiera puede ver a un estadista – cuando hay estadistas para ver. En
cuanto a reyes, grandes duques, el Papa y esa clase de gente, sabemos por favorables
anécdotas periodísticas que a ellos los podrá ver cualquier niño que tenga un juguete roto o
un gatito herido. Por eso, lo único que tenemos que hacer, tanto usted como yo, es
procurarnos un gatito herido (no tolero la idea de herir a un gatito a propósito), un gatito
herido o una muñeca dañada y presentarnos con uno en cada mano a las puertas del
Vaticano o a las escalinatas de la Casa Blanca en Washington, para que seamos escoltados
inmediatamente a la presencia de ellos por lacayos serviles y reverentes guardias haciendo
la venia. Usted aún puede conocer a los sirvientes, por lejos la clase más exclusiva, distante
y espantosa de nuestra comunidad. Una vez conocí a un sujeto salvaje que conocía a un
mayordomo. Él veía el otro lado de esa espléndida luna: “luces plateadas y oscuridades ni
soñadas” como dice Browning2. Pero uno no puede conocer íntegramente a un detective,
excepto si se toma las molestias de cometer un delito y, cuando uno ha caído tan bajo
puede, perdido por perdido, ser su propio detective y así lo conocerá íntimamente. El único
detective que vi en mi vida fue un hombre campechano, alegre, tonto que presentó
evidencia en un tribunal donde yo era jurado. Tenía unos ojos azules inexpresivos, vestía
ropa de montar liviana y parecía, según él mismo, estar en una escandalosa relación con
toda la clase criminal, pues todas sus conversaciones con las víctimas comenzaban: “Bueno
Jim” y “Ahora Joe”. Me pregunto, era este hombre, el típico detective de la vida real?
Ciertamente era muy diferente del típico detective de ficción, el que algunos consideran un
guía seguro. Pero, por supuesto, no es difícil ver por qué es más difícil conocer al detective
1
SHAKESPEARE, Twelfth Night. Acto 2, Escena IV (nota de la traductora)
2
Se refiere al poeta y dramaturgo inglés Robert Browning (7 May 1812 – 12 December 1889). La frase se
encuentra en el verso 10 de la estrofa XVIII del poema “One Word More –To E.E.B” en Parleyings with
Certain People of Importance In Their Day. (Nota de la traductora)
que a estas otras personas importantes: por supuesto, es su negocio que sea difícil
conocerlo. Los editores no quieren negar que son editores – excepto (como se me ha
informado) cuando los poetas andan rondando. Los estadistas no desean transmitir que no
son estadistas, la impresión, si es transmitida, lo hace con una bella inconsciencia. Pero, ser
detective no es parecer detective y si nuestra fuerza es realmente eficiente (la que, admito,
es enormemente improbable) debe haber un gran número de personas en estaciones
privadas y públicas a quienes vemos y oímos todos los días que son policías verdaderos
porque no lo parecen. Quizás usted es un policía- quizás lo soy yo. Por mi parte, siempre he
tenido mis dudas sobre el Sr. Hall Caine3.
Cuando comencé este artículo, intentaba escribir con el más ingente y ferviente propósito
moral. Pero me parece que, de algún modo, he perdido el hilo. Todo iba a ser sobre el
espíritu verdadero con el que abordar los misterios criminales, y cuánto nos ha engañado la
atmósfera popular de la ficción policíaca sobre el tema. Iba a señalar las siguientes
verdades colosales: cuando la mente de cualquier persona tiene que lidiar con un hecho,
como el de Merstham, por ejemplo, probablemente esté influenciado, loco como parezca,
por la ficción policíaca contemporánea. Es así porque en todas las épocas, la humanidad ha
sido siempre más influenciada por el romanticismo que por la realidad. Es así porque los
detalles verdaderos son tan variados y accidentados, mientras que un libro de gran
distribución es el mismo para todos. La tragedia Balham (o no) le ha ocurrido a alguien,
pero se puede decir que la tragedia de Estudio en escarlata le ha ocurrido a todo el mundo.
Le ha ocurrido a todos como idea, y las ideas son cosas prácticas.
Tampoco es menos importante la próxima verdad. Es esta: que el mal peculiar que
producen las historias policiales radica en lo siguiente: que las historias policiales, al ser
ficción, son mucho más puramente racionales que los hechos policiales de la vida real.
Sherlock Holmes sólo puede existir en la ficción; es demasiado lógico para la vida real. En
la vida real, él hubiera adivinado la mitad de los hechos mucho tiempo antes de haberlos
deducido. En lugar de deducir que su historia era inconsistente por la débil ‘t’ y la ‘e’
griega de la carta de Reigate Squires6, simplemente habría descubierto por sus rostros que
ellos eran una pareja de bribones. En lugar de descubrir que Straker 7, el entrenador de
caballos, era una mala persona, al interrogar a los sombrereros de Londres y preguntarles
sobre las ovejas rengas, él, probablemente, habría conocido los hechos por el Sr. Straker.
En una de las historias de Sherlock Holmes, no recuerdo cuál, el detective expresa su
desprecio por la operación mental conocida como “adivinanza” y dice que ésta “destruye la
facultad lógica”. Puede destruir la facultad lógica, pero construye el mundo práctico. No se
puede plantear tan continua o tan enfáticamente que toda la vida práctica humana, todos los
negocios, en su sentido más agudo y severo, funcionan en atmósferas espirituales y
emociones anónimas y sutiles. Los hombres prácticos siempre actúan con imaginación: no
tienen tiempo para actuar en el mundo. Cuando un hombre recibe a una persona que busca
trabajo, qué hace? Le mide el cráneo? Investiga su herencia? No, adivina.
6
Uno de los personajes de las historias de Sherlock Holmes es The Reigate Puzzle.
7
Personaje en la historia de Sherlock Holmes Silver Blaze.