Ablaneda

José Carlos Domínguez

Bestias de Ablaneda

Lances de Ablaneda

Gentes de Ablaneda

Milagros de Ablaneda

[XD6]
ARCANO XIII Segunda Edición
Bestias de
Ablaneda

Autor: José Carlos Domínguez

Corrector: Rodrigo García Carmona
Maquetador: Diego Menéndez Carrasco
Bordes de página: Christian Granero

Ilustradores: Artistas históricos

Editor: Rodrigo García Carmona
Publicado por: Other Selves

[XD6]
 aludos, dilectos lectores! En este suplemento para Ablaneda el Juego de Rol,
Antón el Cojitranco vuelve una jornada más para hablarnos de seres curiosos,
horribles y singulares que habitan el condado perdido de Ablaneda. En estas
páginas encontrarán criaturas fantásticas (o no) recogidas sobre todo del folclore del
norte de la Península y adaptadas para Ablaneda. Todas ellas llenas de ideas para
aventura.
Se ha hecho una pequeña miscelánea de seres interesantes ordenados por orden
alfabético donde pueden encontrarse seres únicos como el Arqueto, el Estero o el Nubero;
criaturas mágicas como el oricuerno o el ramidrejo; seres terribles como los cuegles;
duendes como los cuines o los enanucos bigaristas, y muchos otros.
Como viene siendo costumbre no se presentan estadísticas ni números fijos para estas
criaturas, sino que invitamos a usar las referencias generales que se daban en el capítulo
del director de Ablaneda y que se apliquen sus directrices en función de la situación en la
que el ser determinado entre en juego.
Pero no les entretendremos más, pues ya damos paso a las palabras de Antón.
2

Animales salvajes
No todo en Ablaneda son maravillas
y horrores, como bien saben, que lo
mismo teme el granjero a la sierpe que a
la manada de lobos o al rapaz, y es buena
cosa saber de ellos y cómo guardarse de
sus rapiñas.
El águila, el halcón, el gavilán, el
buitre o el quebrantahuesos no son por
lo normal muy del gusto de los pastores
y gente del pueblo, pues temen el daño
que puedan hacer a sus rebaños e incluso
a veces niños u hombres crecidos, a los
que toman por sorpresa desde los cielos.
Muchas de las más terribles de estas
aves habitan en los Picos del Diablo y
tienen un tamaño inmenso. Su sombra
al sobrevolar las aldeas próximas hace
que los hombres sientan escalofríos y las
mujeres se encierren en sus casas. Además,
de algunas como el quebrantahuesos, se
dice que poseen poderes mágicos y son
capaces de echar mal de ojo a voluntad.
Mas sepan que son más del gusto
de la nobleza y el clero. De aquellos
porque les dan buen uso para la caza
y como símbolo de su poder, de estos
porque el águila es emblema de San Juan
Evangelista o de Cristo. Pues cuando una
rapaz devora una serpiente, se dice que es
el Salvador destruyendo el Mal. También
es para ellos símbolo del bautismo y la
vida eterna, pues de todos es sabido que
las águilas, cuando ya están viejas, vuelan
muy cerca del sol hasta comenzar a arder
y entonces se dejan caer en las fuentes
claras, de donde surgen rejuvenecidas.
Y cuentan fuentes más paganas, mas
sepan que a mí no me gusta murmurar,
que las capas echas con plumas de
halcón dan a quien las vista el poder de
flotar en el aire y alcanzar alturas que
normalmente estarían vedadas a los
mortales que caminan por la tierra.
Por otro lado, a la manera del puerco,
del que es pariente, el jabalí es bien
conocido por tragón y lúbrico, y por su
extrema suciedad; todos ellos pecados
que el Demonio siembra en ellos para
que sirvan de ejemplo envenenado a los
hombres.
Mas no todo en el jabalí es eso, pues
también es fuerte y tenaz habitante de los
bosques. Se suele decir que ellos son la ira
de la reina Silva, pues atacan con fiereza
a aquel que ofende las florestas. Dado
esto, no es raro que a menudo entren
en conflicto con los hombres, y desde
tiempo atrás muchos héroes han ganado
fama eterna tras derrotar a jabalíes
gigantes que asolaban los contornos. Si
preguntan a la gente adecuada, les dirán
que las cabezas de jabalí traen vitalidad y
buena suerte, como bien saben en cierta
aldea del Fridagua, pero Dios me libre de
murmurar.
3
 En cuanto al lobo, sepan vuesas
mercedes que esta bestia posee dos
naturalezas, pues igual que la loba
amamanta a sus crías, puede volverse
contra ella y devorarlas.
De una suerte presenta una faz
malvada de rastreador y depredador, que
deshace rebaños y devora humanos, a
veces mandados por herejes o el mismo
Demonio. Siempre atacan en manada y
no dudan en vengar la muerte de uno de
los suyos, por lo que siempre traen gran
cuita a los buenos ablanedenses, pastores
o labradores, pues vagan por todo el
Condado. Pues ya lo decía el Señor
que el lobo es el mayor enemigo de sus
rebaños...
Mas por otro lado se sabe de hombres
de religión que, con la ayuda de Dios,
han domado lobos y se han hermanado
con ellos, de suerte que de lo que a uno
aconteciese, el otro recibiría la misma
parte. También se habla de niños
abandonados que fueron amamantados
por lobas o de hechiceros que encuentran
gran sabiduría e innombrables secretos
de mano de los lobos blancos que los
guardan. Además es sabido que los
lobos pueden proteger los lugares de los
hombres de otros animales como el jabalí
o el oso, si es que son comandados por
un lobero.
Por último, en este valle de lágrimas
que es Ablaneda no son infrecuentes
los osos, como saben todos los que no
habitan lejos de los bosques. Este animal
temido por los hombres casi tanto como
por las sierpes o los ojancos pues, aunque
se sepa que come cualquier cosa que
pudiere hallar, algunos cogen el gusto
a la carne humana, especialmente tras
hibernar.
Se cuentan muchos cuentos de osos
monstruosos, que habitan en cavernas de
las Montañas de los Ojancos y no comen
más que carne, incluso de los ojancos o
sus propios congéneres cuando tienen
ocasión.
4
Arqueto
El Arqueto es un anciano de largas
melenas pelirrojas que vaga descalzo por
montes y valles, muy despacio, sin que
nadie sepa de dónde viene ni a dónde
va. En su frente se ve dibujada una cruz
rodeada por llaves y su manto blanco se
encuentra jalonado de cerraduras. Al
hombro porta una talega y bajo el brazo
un arca de oro ricamente adornada.
Ambos instrumentos muestra a
aquellos que se encuentra, sobre todo si
son gente de poca moral o perezosa, ya
que le irrita que los hombres desperdicien
su facienda y honra en juergas y vicios.
No dudará en darles consejo para que
intenten enderezar su vida y, si finalmente
perdieran sus haberes, a él podrán recurrir
para que les deje un par de onzas de oro
con que recuperar el digno vivir. Más ay
de aquellos que las mal empleen en volver
a una vida de vicio, pues el Arqueto se
asegurará de que vivan el resto de su vida
como mendigos o algo peor.
Otros intentan temerariamente
aprovecharse de sus riquezas,
aparentemente sin fin. Los más necios
han llegado a intentar robarle su arca o su
talega, y de mala manera acabaron. Otros
usan métodos más sagaces como intentar
seguirlo hasta donde quiera que esconda
sus tesoros, pero pronto descubren los
infelices que el Arqueto nunca para en
parte alguna y que seguirlo por los hostiles
lugares que a menudo cruza es más tarea
de cabra que de hombre. Otros recurren
al engaño, y aun teniendo, hácense pasar
por pobres y desheredados, pero el
Arqueto ve pronto a través de la mentira
y los castiga con saña, pues además de no
darles nada, les priva de lo que ya tenían.
Ayalga
Las ayalgas no son sino mujeres.
Encantadas, sí, pero mujeres mortales
al cabo, lo que bien las distinguen de las
janas. A causa de este encanto habitan
cuevas o ruinas llenas de tesoros que
jamás podrán abandonar hasta que de
algún modo se rompa el hechizo. La
entrada a estos lugares suele hallarse
oculta para que no entre cualquier
pastor curioso y olvidado de su rebaño;
pero esto no es ni de lejos el mayor
obstáculo que el aspirante a salvador
de la doncella tendría que salvar, pues
no es poco común que se hallen bajo la
atenta guardia de una enorme sierpe. Al
igual que las janas, el lugar donde sufren
su encanto, consumidas en la tristeza,
acostumbra a tener alguna relación con
el agua.
Ese encanto bien puede deberse
a un castigo por los pecados que la
jovencita cometiera o pensara cometer
con las virtudes de su cuerpo. O puede
que una bruja envidiosa de su belleza y
pureza la hechizase, o que un hechicero
despechado decidiese que, si él era
rechazado, la fuente de sus deseos no
sería para nadie más. Se cuenta incluso
que algunas aceptan voluntariamente
el hechizo para vigilar los tesoros, ¿mas
qué razón podrían guardar para ello?
Cierto es que fruto del encantamiento
se obtienen poderes como el no poder
morir o el de mantener conversa con
plantas y bestias como si estuvieran
provistos de razón, mas el precio puede
ser alto, pues la ayalga pierde cada día un
poco de su humanidad, hasta el punto de
que puede que no puedan e incluso no
quieran ser rescatadas.
Sepan vuesas mercedes que sin duda
debe ser cosa de encanto que siempre
sean tan jóvenes y hermosas, con sus
melenas largas y rubias al viento y con
mantos blancos que apenas cubren su
piel más blanca aun. O eso cuentan
las leyendas, porque este que les habla
supone que habrá de todo un poco.
Además de estos mantos cuentan que
llevan coronas de flores silvestres y un
ceñidor adornado de la misma manera,
normalmente con flores azuladas como
violetas, para mostrar su tristeza.
Algunos cuentan que entonan
canciones tan bellas como tristes a la
entrada de sus cuevas, que atraen sin
remisión a los hombres que podrán
rescatarlas. De otras se dice que en la
noche de San Juan, cuando las sierpes se
sumen en un profundo sopor, las ayalgas
se transforman en fuego y su luz atrae a
los hombres, que deben apagar el fuego
con una rama de sauce para que de las
cenizas surja la hermosa muchacha. A
veces esto rompe el encantamiento y a
veces es precisa la enorme tarea de dar
muerte a la sierpe para que el hecho
quede consumado.
Cuando el encanto por fin queda
roto la ayalga volverá a su forma humana
y dará a su libertador un extremo de su
ceñidor florido con el que lo conducirá
hasta las entrañas de la cueva o las ruinas
donde están los tesoros que celosamente
guardaba la sierpe. El hombre volverá a
la superficie rico y con la muchacha, que
estará deseosa de casarse con él. Si ya
estuviera casado, la ayalga le otorgaría el
don de que su mujer le ame para siempre.
Además, es sabido que las muchachas
que fueron desencantadas hacen huir a
las sierpes con su sola visión.
Caballuco del diablo
Los caballucos del diablo son siete
en número. Algunos descríbenlos como
caballos pequeños, mientras que para
otros son del tamaño que suele fijar la
natura para tales bestias. Algunos dicen
que su forma es de caballo excepto por
alas largas y transparentes, otros dicen
que sus cascos traseros son en realidad
una larga cola como la de una libélula.
Algunos aventuran que su forma es
realmente la de libélulas gigantes.
¿Quién puede decirlo con seguridad en
esta tierra de maravillas?
Surgen de los infiernos durante
la noche mágica de San Juan, volando
entre flamas, fumo y sulfuro. Rompen
el silencio de la noche con clamores
y carreras fruto de un año de esperas
ansiosas sin poder dar rienda a su furia
demoníaca. Realmente causan todo tipo
de estragos y problemas para los buenos
ronderos, como si esa noche no hubiese
ya suficiente trabajo...
5
 Cada una de estas criaturas posee un
color distinto: rojo encarnado, blanco,
azul, negro prieto, amarillo, verde y
anaranjado. Cuenta la leyenda que
fueron pecadores despojados de su alma
y obligados por los siglos de los siglos
a vagar por los caminos de Ablaneda.
Puedo compadecerlos pues en cierta
forma compartimos destino, sepan vuesas
mercedes. Si me permiten les diré cuáles
fueron los crímenes de aquestos hombres
cuyo su nombre ya ha caído en el olvido:
el rojo fue hombre vil que prestaba
dineros a campesinos pobres y luego
recurría a tretas taimadas para quedarse
6
con todos los haberes de los pobres
desdichados; el blanco tenía largos dedos
que bien usaba para robar del molino
de su señor; el negro era un embustero
que se fingía ermitaño para aprovecharse
de la bondad de las gentes; el amarillo
era un juez corrupto que bien dejaba
que su vara se ablandase y doblegase al
golpearla con un poco de oro; el azul no
era sino un tabernero que con mil tretas
estafaba y engañaba a quienes paraban
donde él; el verde era un terrateniente
que haciendo honor a su color deshonró
sin vergüenza a cuantas mozas tuvo a su
alcance, y el naranja era un hijo que por
odio maltrataba a sus padres desoyendo
los mandamientos. El rojo dicen que es
el de mayor fortaleza y tamaño, y por
tanto el líder de todos ellos; lo monta el
Demonio mismo mientras que los demás
son cabalgados por diablos.
En sus correrías todo aquello que
se ve alcanzado por sus pezuñas queda
marcado para siempre. Sus resoplidos
tienen la fuerza y el frío del viento del
norte y hacen caer las hojas de los árboles
en pleno verano. Sus ojos relumbran
como las mismas brasas del infierno.
Van destrozando a las personas que
encuentren en su camino y se hallen lejos
de las hogueras purificadoras, por lo que
es muy oportuno hacer siete cruces en el
aire si se los ve, para hacerlos huir. Pero
sobre todo ayuda implorar al Altísimo,
pues incluso las anjanas tienen problemas
enfrentándose a sus galopadas.
Pero la verdadera misión de los
caballucos, que realizan durante toda la
noche, es destruir las flores del agua y los
tréboles de cuatro hojas que encuentran
para evitar que los encuentren tras la
noche de San Juan, cuando su magia
es más poderosa. Pues, si aun con todo
algún afortunado encuentra una flor
del agua, encontrará con ella el amor y
la felicidad eternos. En cambio si halla
uno de aquellos raros tréboles recibirá
las cuatro gracias de la vida, una por
cada hoja: no sufrir dolores nunca más,
aguantar la contrariedad con ánimo
sereno, vivir cien años y no pasar hambre
ninguno de ellos.
Se cuenta que los días siguientes a esta
noche también pueden hacerse hallazgos
más nefastos, pues los caballos, después de
la fatigosa búsqueda, se paran agotados a
descansar antes de la cabalgada de vuelta
al Infierno. Es entonces cuando la saliva
que gotea de sus bocados se convierte en
barras de oro al tocar el suelo. Si alguien
las encuentra, gozará de suerte y una
inmensa riqueza, pero en la hora final su
alma caerá directa a las llamas. Librarse
de una de estas barras es difícil, pues una
vez han encontrado dueño, intentarán
corromperlo y mantenerse a su lado por
todos los medios posibles.
Cuegle
Aquestos seres de monstruosa
especie son vástagos de anjanas malditas
que se ayuntaron carnalmente con osos.
Poseen cierta semejanza con el
hombre, pues caminan a dos patas, mas
ahí se acaba el parecido, pues poseen una
piel negra como la noche, tres brazos que
terminan en manos sin dedos, un cuerno
romo que les surge del entrecejo y
piernas robustas llenas de cicatrices por
los espinos de la maleza que frecuentan.
Pero el cuegle es incluso peor que
los propios animales, pues posee un
hambre que intenta saciar sin lograrlo
con las cinco filas de dientes de su boca
y sus cinco estómagos; con esto puede
yantar cualquier criatura que sea capaz
de otear con sus tres ojos de distintos
colores. Ataca al ganado y roba niños de
sus cunas si no los protegen la madera
del roble o las hojas del acebo, que causa
repulsión a este ser.
Es fácil de hacerlos terminar sus días,
pues el solo probar la leche hace que
se hinchen hasta morir. No obstante,
muchos brujos y diabolizantes los
protegen, pues es bien sabido que si
mueren de viejos, su cuerpo se convierte
en diablecos que pueden usar para sus
negras artes.
7

Cuín
También se les puede llamar enanucos
o familiares, pues siempre andan velando
por el hogar que escogen. Lástima que ni
yo ni vuesas mercedes vayamos a tener ya
ocasión de llamarles de modo alguno pues
solo los inocentes, los infantes, pueden
contemplarlos, a no ser que se hallen en
gran necesidad de hablar con alguien más
crecido.
Por eso no está clara su apariencia.
Algunos dicen que son pequeños cerditos
y otros que tienen rostro de amables
ancianos, mas todos concuerdan en que
visten capucha roja como la sangre y
botines blancos como la nieve, y en que
siempre actúan en parejas para traer el
bien al hogar y, sobre todo, entretener a
los recién nacidos faciendo toda suerte
de gracias y piruetas, gruñendo como
cerditos recién nacidos.
Diaño burlón
El diaño burlón, aunque se le dé ese
nombre y a menudo se le confunda con
un siervo del Maligno, no es sino un
nimio duende que gusta de gastar bromas
a los hombres y hacer travesuras.
Aunque muchos dicen que tiene
un cuerpecillo menudo mitad humano
y mitad cabrito con pequeños cuernos,
este que les habla no cree que nadie
lo haya visto nunca en su verdadera
forma, si es que tuviere una, pues puede
cambiarla a voluntad según su deseo o
las circunstancias. Puede transformarse
en cualquier bestia de la creación y da
buen uso a este poder: se transforma en
un perro negro que persigue incesante al
caminante o en un sapo que corre más
raudo que el caballo que monta el jinete. Y
también se le puede ver en forma de mozo
de poca edad, ya sea para atraer a incautos
fingiendo que juega desnudo en la nieve o
para que las mujeres le dediquen mimos
y arrumacos.
Como ya he dicho a vuesas mercedes,
gusta de toda clase de trastadas, sobre
8
todo cuando se halla en cuadras o en
los senderos de los bosques. Asusta al
caminante que anda a deshora, desorienta
al pastor que busca ganado perdido,
incordia al molinero que trabaja a la
luz de la luna o se burla de los mozos
que regresan tarde de fiesta, robándoles
las fajas o levantándoles las faldas a las
mozas. Al caminante cansado se le ofrece
con la forma de una mansa montura,
pero una vez se halla el incauto sobre su
grupa, no hace más que crecer y crecer sin
cesar para luego lanzarse a una galopada
infernal que termina en el mismo lugar
del que partieron, pero con el caminante
mucho más cansado y puede que lanzado
de mala manera a tierra o al río. Al pastor
se le presenta con la forma de un cabritín
aterido de frío, que una vez es llevado a
casa y calentado se burla de su benefactor,
pesando cada vez más y más hasta dejar al
pobre hombre extenuado. Entonces orina
sobre él, revela su identidad y se marcha.
A los pescadores les quita la captura
con redes mágicas y a los que pescan
con cañas les lanza piedras con inusual
precisión. Además se le hace culpable de
un sinfín de ruidos y luces misteriosas, o
alucinaciones que pueden llegar a afectar
a pueblos enteros. Los más maléficos son
responsables de cosas más graves como
impedir la roturación de los terrenos,
causar aludes, estropear completamente
redes de pescar u oprimir el pecho de
los durmientes hasta matarlos cosas que,
gracias al Creador, no son de lo común
entre estos seres.
De cualquier forma, estas travesuras
pueden ser fácilmente evitadas, si se sabe
que las firma el diaño burlón, pues solo
con gritar el nombre de Dios siente un
gran miedo y escapa. También funciona
clamar a los santos o a Jesús, María y José.
Cuando una de sus bromas halla
buen, él encuentra gran gozo en anunciar
a los cuatro vientos que es el diaño burlón
y que es mucho más listo que los mortales.
A veces alguno se cree la Santa Compaña
y anda pregonando por los caminos
«Andad de día que la noche es mía».
Pero sus poderes también pueden
ser puestos a buen fin, pues suele hacer
trabajo para los hombres mediante algún
pacto. Es sabido que puede construir
puentes (o hacer cualquier otro trabajo
manual) en una sola noche. También
puede guardar o custodiar tesoros, o
también una propiedad, pero más que
nada para fastidiar a los infortunados
ladrones que a ella se acerquen.
Diableco
Aunque su nombre pueda llevar a
que los ignorantes los confundan con
siervos de Satán, bien sabrán los doctos
como vuestras mercedes que no son
sino duendes domésticos criados por
los hombres para que lleven a cabo toda
suerte de tareas. Son pequeños y se suele
decir que semejan lagartos o babosas.
Me contó cierto hechicero que, para
criarlos, es precioso sacar los ojos a un
gato negro y meter cada uno en un huevo
de gallina, ocultarlos bajo estiércol de
caballo y mantenerlo caliente para que
los huevos se incuben durante siete años,
tras los que nacen los seres. A partir
de entonces es necesario alimentarlos
con limaduras de hierro (cosa curiosa,
sépanlo, pues la mayoría de los duendes
repudian este metal) y guardarlos en una
caja de boje o diente de elefante, pero
vayan a saber ustedes qué será eso y si es
realmente necesario, pues he conocido
a quien guarda a estos diablecos en una
cajita de madera corriente, un alfiletero o
incluso la cazuela de barro que se usa para
guisar de comer.
Han poder para adivinar el pasado
y el porvenir, aunque pueda costarles
comunicarlo a los humanos. Son capaces
también de realizar toda suerte de trabajos,
desde los más mundanos a aquellos
que parecerían imposibles: recogen los
cacharros por la noche, limpian la cocina
y mantienen el fuego; algunos segadores
los guardan en el mango de sus hoces para
que sieguen mientras ellos duermen la
siesta, y también es sabido que una banda
de agudos ladrones se valían de uno de
estos diablecos para forzar cerraduras sin
dejar huellas. Por todo esto son uno de los
productos más populares de los magos de
Entrerríos.
Mas a pesar de las ventajas que
parecen ofrecer hay que ser cautos, pues
pueden volverse contra los humanos
si son ofendidos o incluso sin razón
alguna. Pueden introducirse en el cuerpo
escondidos en el agua o la comida y hacen
enfermar a aquel que los porta o incluso
poseerlos y doblegar su voluntad. Si
este es el caso, sepan que lo más sencillo
es recurrir a un hombre de Dios que
realice un exorcismo, aunque a saber qué
horrores le hace cometer el diableco a su
víctima antes de eso. No ha faltado que
quien siendo maleante por propia cuenta
se ha escudado en estar poseído por uno
de estos seres, más ya saben vuestras
mercedes y yo mejor que se coge antes a
un mentiroso que a un cojo.
9

Enanucos bigaristas
Los enanucos bigaristas, como viene
siendo costumbre entre la raza de los
duendes, son seres minúsculos, tan
pequeños como el puño de un hombre.
Son criaturas misteriosas y solitarias,
a las que nunca he visto ir en grupo.
Habitan por lo común en el campo, en
agujeros que semejan toperas, en huecos
de los árboles o a veces incluso entre
la mies en los campos de los hombres.
Cuando se les encuentra en las galerías
de las minas, aunque algo inusual, es
un buen augurio, pues significa que en
aquel lugar se hallarán metales o gemas
preciosas si se continúa buscando; es por
esto que se cree que los enanucos, como
otros de sus parientes, son dueños de
grandes riquezas, aunque yo jamás viera
tal cosas.
Se comunican a largas distancias
mediante su singular silbido, que en
gran medida semeja el canto del mirlo.
También tienen un bígaro o concha que
usan para entonar sus cantos mágicos,
produciendo cientos de notas distintas a
pesar de lo tosco del instrumento.
Gozan de inconmensurable destreza
y sapiencia. A menudo forjan alianza
con las anjanas de buen entendimiento y
entre ellos discuten sobre toda suerte de
temas; cualquiera que pueda oír oculto
estas conversaciones sin duda aprenderá
muchas cosas que deberían mantenerse
lejos de oídos humanos. A veces se dejan
ver por los mortales directamente y les
dan aviso sobre esto o aquello. No es
buena idea hacer oídos sordos, sépanlo,
pues podrían ofenderse.
No es que se ofendan con facilidad,
mas cuando se da el caso son terribles
y llevan a cabo todo tipo de maldades
a modo de castigo hasta sentirse
satisfechos. Un enanuco malvado se
dedicaba a corromper el agua de las
fuentes al atardecer, llenándolas de
toda suerte de alimañas como sapos y
escorpiones para luego atraer con sus
zalamerías a los sedientos pastores o
caminantes o a las muchachas que iban
10
a por agua para sus casas. Aquel que
bebía de aquella fuente se volvía huraño
y melancólico y mientras más bebía más
cerca se encontraba de hallar su muerte
a manos del vengativo enanuco.
Esteru
Es Esteru, como sabrán, el nombre
de un leñador bonachón y fuerte de
hombros. Lo que más podría llamar
la atención de su apariencia son su
boina y sus grandes barbas. Siempre
lo acompañan su gran hacha, su firme
bastón y su fiel ayudante, el Burru, que
siempre carga con los regalos que Esteru
reparte.
Dicen que representa la bondad y el
bien en este valle de lágrimas que es el
mundo. Habita en lo profundo de los
bosques, donde se dedica todo el año a
cortar leña, menos los días de aviento,
que fabrica juguetes para repartir entre
los niños.
Sepan que yo me lo he encontrado
más de una vez cuando nuestros caminos
se han cruzado y él mismo contome su
historia, como yo se la cuento ahora.
Hace mucho tiempo una anjana,
mientras peinaba sus hermosos cabellos,
oyó gran alboroto no muy lejos de allí,
pues unos enanucos habían hallado a un
niño en el río y estaban decidiendo qué
hacer con él. La anjana tomó en brazos
a la criatura y lo llevó rápidamente a
un hogar donde sabía que lo cuidarían
bien. El niño creció en las montañas,
aprendiendo el oficio de leñador y el
arte de la carpintería hasta llegar a edad
avanzada y quedarse solo por la muerte
de sus padres. Como no hará falta que les
diga, ese niño era Esteru. Para paliar su
soledad y por su buen carácter repartía
juguetes entre los niños huérfanos. Un
mal día encontróse con que la casa donde
vivían muchos de estos niños estaba en
llamas. Saltó sin pensarlo al interior
para rescatarlos, pero viose atrapado por
las llamas. Cuando se disponía a morir
la anjana que ya lo rescató una vez fue
en su ayuda y de los huérfanos, y por
su bondad y sacrificio le concedió la
inmortalidad y la misión de hacer felices
a cuantos niños pudiera. Para ello los
enanucos, que también andaban por allí,
se ofrecieron a ayudarle.
O al menos eso me contó él, Dios
me libre de murmurar, en una de las
muchas ocasiones en las que la fuerza de
sus brazos y la ayuda de su burro y sus
enanucos no fue suficiente para recorrer
los caminos de Ablaneda.
Ijana
Estos duendes femeninos desde
antiguo han ganado renombre por su
glotonería. Encuentran gran placer en
saquear las colmenas o robar la comida
a los caminantes despistados ante sus
propias narices. No es infrecuente de
su parte causar problemas entrando con
sigilo en las casas que se dejan solas a
comer todo lo que pueden, para luego ir
a cualquier fuente o arroyo y allí beber
hasta que quedan tan saciadas y llenas de
agua que no se mueven del lugar hasta
que deciden hacer alguna otra travesura
o algo las obliga a fuir.
Como podrán imaginar, también
son pícaras y gustan de otras travesuras
como ocultar cosas que no están bien
vigiladas, mover los carros o remover
todos los armarios y muebles cuando se
meten en cualquier casa.
Su cuerpo no conoce el vestido y
siempre van desnudas. De ellas se dice,
y yo lo he visto, que su teta derecha es
tamaña que debe llevarla echada sobre el
hombro para moverse con comodidad.
A pesar de no tener telas con las que
taparse, tienen largas melenas rubias,
con las que deben de cubrirse tanto del
frío como de las miradas lascivas.
Permítanme vuesas mercedes que les
dé noticia de hasta qué extremo pueden
llegar sus malicias.
En una aldea no muy lejos de aquí
ficaban unas ijanas en una cueva y eran
respetadas por todos los lugareños,
salvo el párroco, que las tenía de brujas
y aprovechaba la misa para culparlas de
cuanto mal hubiese en los contornos.
Ofendiéronse las ijanas y durante
la misa entraron en la casa del cura
y removieron cuanto hallaron,
esparciéndolo por la casa. Mas el cura
no cesó con sus calumnias. Al llegar el
tiempo de la matanza las ijanas ocultaron
cuantos cuchillos había en el pueblo y el
cura tuvo que ir a la aldea vecina a que
le prestasen alguno para poder matar al
cochino. Al día siguiente, de nuevo en
misa, las ijanas volvieron a su casa y no
solo devoraron ávidas todas las morcillas
sino que, al volver el cura de los oficios,
hallose colgando en la calle sus sotanas,
bonetes y alzacuellos.
Furioso e iracundo, ayudado de un
vecino, amontonó varios carros de paja
a la entrada de la cueva y les prendió
fuego. Todos pensaron que las ijanas
11
 perecieron allí abrasadas hasta que a los
pocos días la casa del párroco apareció
rodeada de tanta paja que llegaba hasta
las ventanas. De no haber sido por mí y
mis compañeros, que por allí pasábamos
y rápidamente escondimos y apagamos
cuanta lumbre habría en el lugar, a
estas horas todavía seguiría ardiendo el
desgraciado.
Juan de la Borrina
La borrina, como sabrán vuestras
mercedes, es el nombre que se le da a
la niebla espesa que viene húmeda y
cubre la vista. Témenla los pastores
especialmente, pues hace que el ganado
se disperse y extravíe al tiempo que
oculta al mayor de sus enemigos: el lobo.
Por eso, cuando la borrina moléstales en
demasía, entonan conjuros para invocar
a Juan de la Borrina o Juan Blanco o
Juan Barbudo, como ustedes prefieran,
pues responde a todos esos nombres.
Si son afortunados aparecerá
ataviado de pastor, como él mismo lo es,
y provisto de largas barbas que alcanzan
a hacerle cosquillas en las rodillas.
Siempre lo acompañan una mujer y
una perra. Aunque hay quien cuenta
que la perra es un perro de lanas o que
en realidad son dos mujeres. También
dicen que la mujer o mujeres poseen
también tupidas barbas. Debe ser
difícil de discernirlo entre tanta niebla,
pues algunos llegan hasta el punto de
blasfemar diciendo que aquella mujer
barbuda no es sino Santa María, madre
de Nuestro Señor. Cálmense vuestras
mercedes y recuerden que no soy yo el
que lo dice, Dios me libre de murmurar.
Pero Juan de la Borrina también
puede ofenderse, pues exige alguna
compensación por su trabajo a los
pastores que le llamen. De negarse estos,
Juan se irá y con él volverá la niebla, aún
más espesa y duradera que antes. Pues
sepan vuesas mercedes que no es que
Juan de la Borrina carezca de rebaño,
sino que la propia niebla lo es.
12
Juáncana
Se trata de un ser monstruoso de las
montañas, una infame mixtura de mujer,
osa y cabra. Posee un solo ojo, enormes
alas y unos pechos gigantescos que
debe echarse a la espalda para que no le
cuelguen hasta las rodillas.
Sus fechorías son muchas, pero
especialmente volar para cazar niños, a
los que se lleva a su cueva en las alturas
para devorarlos crudos, u orinar mientras
vuela, de forma que todo aquel a quien le
caiga una sola gota en el cabello, quedará
calvo sin remedio.
Solo en la noche de San Juan no sale
a hacer sus maldades, pues por algún
encanto debe permanecer en su cueva sin
moverse. Todos los años los lugareños
organizan partidas de búsqueda para
acabar con ella, pero nunca alcanzan las
alturas donde está su madriguera.
Lobero
El lobero no siempre es dañino para
el hombre y no es producto del demonio,
como comúnmente se cree. Sepan, por
cierto, que llamamos igual a dos tipos
de seres que, siendo parecidos, no son el
mismo.
Se llama lobero al hombre o la mujer
que fue criado por lobos y se hizo en
espíritu uno de ellos. Corren con ellos,
comen con ellos y algunos se han visto a
la cabeza de manadas.
 Pero los más famosos son los loberos
que han sido maldecidos. Algunos dicen
que la maldición se pasa de padres a hijos,
otros que se produce por comer carne con
gran voracidad o que puede darse en el
séptimo hijo varón o que son necesarias
varias de estas condiciones o ninguna...
En fin, ha de saberse que cuando un
hombre es maldecido de aquesta forma
se revolcará en la tierra y, al levantarse,
tendrá forma de lobo monstruoso. Son
más fuertes que un lobo y más listos, pues
conservan cierto intelecto del hombre que
fueron.
Así podrá, durante los siete años que
dure su maldición, tener poder sobre las
manadas de lobos. Y, dependiendo de su
naturaleza, las alejará del ganado y los
hombres o sus depredaciones aumentarán.
Por esto último los loberos son a menudo
objetivo de la ira del pueblo y solo en esos
casos la Ronda los busca para capturarlos
y así contener sus tropelías.
Pasados esos siete años volverá a
revolcarse por tierra y recuperará su
naturaleza humana, aunque conservará
por siempre siete pelos de lobo, como
recordatorio de la maldición sufrida.
Malismo
No son sino duendes de las cavernas
que habitan en cuevas lúgubres o lugares
oscuros donde nunca da el sol, donde
guardan todo lo que roban. Nunca
acuden a la superficie de día, pues la luz
los consume, salvo que el sol esté bajo y
la niebla sea espesa, de forma que puedan
trastear y molestar sin ningún temor.
Son sin duda horribles, de facciones
deformes, babeantes, llenos de pelos
grasientos que les cubren todo el cuerpo,
y sobre todo malvados y agresivos.
Pero lo que más hay que temer de ellos
es lo que no se ve. Hay quien afirma que
son los más peligrosos entre los duendes,
pues dominan la más negra de las magias
y pueden obrar terribles prodigios. Tanto
que no falta quien dice que proceden de
una parte de la raza de los mouros que fue
horriblemente corrompida.
Mouro
Los mouros, como habrán oído
vuesas mercedes, son un pueblo antiguo;
el primero que habitó las tierras que hoy
son Ablaneda, hasta que se les expulsó
o ellos mismos se marcharon, nadie lo
sabe con seguridad.
Eran poderosos y paganos, muy
aficionados al cerdo y al vino. Su piel era
clara, sus ojos azules y sus ropajes blancos
como la nieve. Sus mujeres tenían famas
de hechiceras y se engalanaban con las
alhajas más hermosas que se hayan
hecho sobre la tierra.
Pues óiganme bien cuando les digo
que nadie como los mouros trabajaba
el oro y la plata y algunas de sus joyas
todavía pueden hallarse enterradas en
los castros donde vivían, pues también
eran los amos de la piedra y construyeron
edificios tales que han llegado hasta
nuestros días. El más imponente de
todos es Castronegro en las estribaciones
de los Montes Quebrados, donde se dice
que aún hoy quedan abiertas entradas a
sus dominios subterráneos.
Pues, en efecto, todos ellos fuéronse
hace largo tiempo a vivir bajo tierra.
Bueno, todos no, alguno queda en la
superficie, obligado a vivir en lugares
secretos durante los siglos de su larga
vida. No quieren trato con los humanos
si no es por casualidad o accidente, por
eso solo salen en fechas señaladas como
13
 la noche de San Juan. Mas su sabiduría y
habilidad es legendaria, y quizá alguien
podría contratar a uno de ellos para
construir y forjar una vez más si pagase
el precio adecuado.
Nubero
Al Nubero también se le conoce
como “el morador de los aires” por
motivos que pronto se harán claros a
vuesas mercedes si prestan oído atento a
lo que ahora les cuente.
Aunque haya lenguas que discrepan
sobre su estatura, muchos están de
acuerdo en que es un hombre grande
y fuerte, prácticamente un gigante. Su
aspecto es desaliñado, pues es peludo
y lleva la barba y la cara chamuscadas
por los rayos que tira sobre la tierra.
Además, no se echa sobre el cuerpo sino
andrajos chamuscados que otrora fueron
pieles negras. Tan quemado como todo
lo demás, sépanlo, está el sombrero de
ala ancha con el que se cubre la cabeza.
Todas las mañanas Juan Cabrito,
como dicen que es su nombre, levántase
a facer la truena, es decir, a hacer
tormentas, pues puede provocarlas a
voluntad y dirigir la lluvia, el rayo o el
granizo allá donde se le antoje. Para
esto las nubes guarda en cuevas de alta
montaña que solo él conoce y alcanza.
Y de él se dice también que inventó
la niebla para no ser visto por los
humanos, cosa que no siempre lleva a
buen término... Cuentan que una vez
terminada su faena vuelve a casa cargado
de lagartos y culebras para que su mujer
se las guise de comer. Dícese que su casa
está allá al oriente o en las montañas.
Algunos dicen que en el Egito o más
cerca de aquí, en los Picos del Diablo.
Pero donde sea dicen que allí hay una
ciudad del Rito, del Orito o del Grito
donde él es señor.
Cuéntase también de él que es
buen amigo de sus amigos, pero debe
ser temido por sus enemigos. A los
campesinos que le caen en gracia les lleva
suaves lluvias que riegan sus campos o
14
les avisa antes de la tempestad. En
cambio, a aquellos que tiene inquina
les lanza rayos y granizo, y a veces las
alimañas que ha retirado de los campos
de sus amigos. Los pastores lo temen,
pues esquila a sus cabras para poner
un pelo en cada una de las piedras de
granizo, pero no es tanto el terror que le
profesan ellos como el de los pescadores.
Cuando ha terminado con sus
maldades incluso baja a tierra a ver de
primera mano en qué ha resultado la
cosa. Mas tan travieso puede ser como
olvidadizo y a menudo se le escapan las
nubes que lo llevan de un lado a otro y,
haciéndose pasar por mendigo, tiene que
pedir asilo a los hombres hasta que las
recupere. Si es bien tratado, corresponde
a la hospitalidad con amistad y buen
tiempo; en cambio si se incurre en su
ira...
Tiene especial inquina a los curas,
pues son de los pocos con poder para
expulsarlo. Cuando los campesinos lo
vieren acercarse montado en su nube,
corren a llamar al párroco que tan bien
puede ponerse a leer libros sagrados
como lanzarle su propio zapato al pobre
morador de los aires para hacerlo caer
a tierra o para despistarlo y que suelte
la piedra allí donde cayó el zapato. El
sonido de las campanas de las iglesias lo
espanta cuanto más grandes son, incluso
se sabe que hay campanas fundidas con
especial intención de que su sonido
espante al Nubero y son de las más
efectivas.
También puede probarse a
exconjurarlo ordenándolo que se vaya
a las sierras peladas donde ni el gallo
canta ni la gallina cacarea; donde ni
el arador ni el sembrador obtuvieron
semilla ni nada es de nombrar. O
también poniendo un carro de avieso,
es decir, al revés; o quemando laurel
bendito; o velas bendecidas el día de
jueves santo; o colocar enseres afilados,
hachas y cuchillos, apuntando hacia el
cielo; o con el poder de Santa Bárbara
o San Bartolomé, que no desoyen en
estos casos las plegarias fervorosas de los
buenos cristianos.

Oricuerno
Sepan que este ser parece producto
de un carnicero poco escrupuloso que al
final del día juntase cuanto trozo hallara:
cuerpo de caballo blanco, patas de gamo,
cola de león, cabeza púrpura, ojos azules,
un cuerno largo y retorcido en la frente
y unas alitas por encima de las pezuñas.
Por esto último también podrán oírlo
nombrar como “alicuerno”.
Pocos mortales han conseguido ver
uno con vida, pues se mueve con gran
presteza, saltando de risco en risco casi
como si volara por las cumbres de las
montañas, allí donde pocos pueden llegar.
Por no decir que recibiría a quien quiera
que llegase con toda la fiereza que le es
característica, pues como es común en
este mundo, una gran belleza oculta un
gran peligro.
Pero eso no evita que los cazadores
intenten hacerse con él, pues grande es
Pesadiello
Estos seres endemoniados no poseen
forma definida. A veces son totalmente
invisibles, otras toman la forma de manos
de desaforado tamaño, color oscuro y
velludas como las patas del demonio, y
otras se aparecen como perros negros
la recompensa: su cuerno puede curar
envenenamientos y enfermedades o
purificar las aguas, incluso después de
muerto el animal. Por esto los pocos
cuernos que se conservan se usan
para sanar ríos envenenados por seres
malignos o se convierten en cuernos para
beber agua, de forma que todo aquel que
lo haga se recuperará de cualesquiera
ponzoña o enfermedad que azote su
cuerpo y, bebiendo con asiduidad, los
malos humores ya no harán efecto en su
cuerpo ni su alma, dándole una larga vida.
Mas sepan que atrapar a uno es difícil y
la única forma es emboscarlo, poniendo
como señuelo a una joven virgen que le
ofrezca uno de sus pechos.
Y hablando de jovencitas, más vale
que se anden con cuidado en la noche de
San Juan, pues se dice que es cuando el
oricuerno tiene potestad para convertir a
las mujeres en hombres a voluntad, cosa
de la que muchas se aprovecharon para
escapar de casamientos indeseados.
con patas de hierro. Es difícil de decir,
pues si alguien intenta mirarlos saldrán
corriendo sin que dé tiempo a ver más
que una sombra.
Se meten en casa de su víctima y se
ocultan de día, mas cuando cae la noche
perturban toda la casa, trastornando
los aperos del ganado y los útiles de
labranza. Molestan a los durmientes
15
 pasando sus dedos fríos por su piel
para producirles angustia y escalofríos,
pero lo peor es cuando se vuelven más
osados y aprietan el pecho o el cuello
de su víctima de forma que le provocan
horribles pesadillas y no le dejan respirar.
Son difíciles de atrapar y solo
abandonarán a la persona a la que
atormentan sin cesar si esta se pone bajo
la protección de los Santos, la Virgen o
el mismo Dios.
Se sabe que a veces también atacan a
caminantes que van por los caminos de
noche, estrangulándolos hasta la muerte
a no ser que sean ahuyentados con una
rápida oración.
Ramidrejo
Este ser es una comadreja muy
especial que nace cada cien años.
Es pequeño, largo y delgado como
una serpiente, su piel es negra y rayada
de verde. Posee ojos amarillos y un
morro que semeja al de los jabalíes y
usa diestramente para excavar agujeros
profundísimos en la faz de la tierra.
Son apreciados en gran manera, ya
que su piel cura todas las enfermedades
conocidas. Pero sobre todo los buscan
aquellos que desean sin mesura la
riqueza, pues se dice que los ramidrejos
son capaces de oler los tesoros ocultos y
de cavar hasta encontrarlos.
Trenti
Es un ser pequeño, parecido al
trastolillo, aunque no se le encuentre
en casa alguna, pues es un duende del
bosque. También tiene la cara negra y los
ojos verdes, pero se viste con una túnica
de hojas de castaño y musgo, para no ser
visto entre las plantas de la floresta.
En verano dormitan entre la
maleza fresca al pie de los árboles y en
invierno se refugian en madrigueras y
hondonadas. Comen endrinas y grano,
y beben leche, pero no agua, que es
ponzoñosa para ellos.
16
Es picaruelo y bribón, temido sobre
todo por las muchachas que vuelven
del campo. Se oculta de su vista entre
las matas del camino y, al pasar, el trenti
les tira de las faldas o les pellizca las
pantorrillas, con lo que las mozas huyen
pensando que puede ser algo peor. El
trenti también huye riendo entre los
zarzales. Es por eso que suele decirse
de una moza brava y bien puesta, como
creo recordar que ya les comenté a
vuesas mercedes, que no la asusta ni el
trenti.
Sobre este asunto cuenta una
historia que una moza, no tan moza,
pues era solterona, encontraba gusto en
salir por los caminos para que un trenti
le tirara de las faldas y le pellizcara las
pantorrillas. Al principio él lo hacía con
gusto, pero viendo que la moza no solo
no huía, sino que le gustaba, empezó a
aburrirse. Pero como ella seguía en su
busca, el trenti llamó a una anjana que
transformó a la moza en vaca. Por eso
a las vacas les gusta tanto restregarse
contra los árboles y arbustos.
No obstante, también pueden asistir
al hombre sin que normalmente este lo
sepa. Ayudan a niños o ancianos que se
pierden en el bosque o encuentran el
ganado descarriado tras la tormenta o el
ataque de algún ojanco.
Lances de
Ablaneda

Autor: José Carlos Domínguez

Corrector: Rodrigo García Carmona
Maquetador: Diego Menéndez Carrasco
Bordes de página: Christian Granero

Ilustradores: Artistas históricos

Editor: Rodrigo García Carmona
Publicado por: Other Selves

[XD6]
 Lances de
Ablaneda
uen día, dilectos lectores! En este suplemento para Ablaneda el Juego de Rol
presentamos tres aventuras cortas similares a las aparecidas en el manual básico.
Con ellas podréis poner a vuestros ronderos en peliagudas situaciones, en las que
solo es posible escoger el mal menor.
Están creadas de forma que sean independientes entre sí y autocontenidas, a fin de que
podáis incluirlas en cualquier punto de una campaña de Ablaneda sin mucha dificultad.
La primera aventura, “El molino fortificado”, da comienzo cuando una desgracia fortuita
hace que los ronderos se encuentren encerrados en tal edificio con un barón local, a quien
quiere linchar una incitada turba de sus vasallos. Pero siempre hay detrás más de lo que
parece. No faltarán cabras de tres cabezas, íncubos y fuego.
La segunda aventura, “El aparecido de San Andrés”, se da en las cercanías del convento
abandonado y maldito del mismo nombre, donde unos misteriosos espectros atormentan a los
habitantes de la aldea de Fuenterreyes.
La última aventura, “Yo soy Juan Quinto”, presenta la desesperada persecución de un
mítico bandolero a través de las brañas de los Picos del Diablo, donde los ronderos también
encontrarán venganzas imparables, águilas monstruosas, romances forzados y puede que más
Juan Quintos de los que esperaban al principio.
Pero no tienen por qué tomar mi palabra ahora, guarden sus juicios hasta haber
terminado esta humilde obra que esperamos sea de su gusto.
2
 El molino fortificado
Esta aventura transcurre entre los
muros de un molino fortificado donde
los ronderos, junto a un barón local,
se han visto atrapados por los vasallos
de dicho noble. Estos están dispuestos
a cobrarse venganza en las carnes del
barón y han sido azuzados por un
jorobado goliardo y su cabra de tres
cabezas. ¿Cómo escaparán los ronderos
de tan peliaguda situación?
¿Qué ha ocurrido?
Don Jaime de Cangas es un pequeño
barón del sur, cerca de las tierras de
Yerbosera, donde posee una modesta
fortificación que le sirve de hogar, dos
aldeas con sus tierras de labranza y un
molino que es la base de su sustento.
Asuntos urgentes le reclaman en
Castro de la Reina, de modo que ha
formado rápidamente una comitiva
compuesta de Ruy, un joven sirviente;
Matías, su maestro de armas, y una
patrulla de la Ronda que les servirá
de guía y protección adicional. Esta
patrulla, como no podría ser de otro
modo, está formada por los ronderos de
los jugadores.
El viaje no tarda en tornarse difícil
cuando se aproximan a Arroyo de los
Caballeros. En el camino que conduce
a esta aldea, posesión del Barón y a
un día de camino de su bastión, son
emboscados por una turba de al menos
veinte hombres. Al principio todos creen
que se trata de bandidos, pero entonces
descubren que son los propios vecinos
del pueblo, liderados por Natalio el
Jorobado, dispuestos a linchar a su señor
por supuestas ofensas.
Dado que la comitiva debe buscar
refugio cuanto antes, acaban en el
lugar que tienen más a mano: el
molino fortificado posesión del barón
y regentado por Alejo y sus hijas. No
obstante, aunque cuentan con algunos
arcos y lanzas, no podrán resistir
durante mucho tiempo el asedio que
la muchedumbre furiosa tiene puesto
sobre el molino, y no hay forma de salir
para pedir ayuda.
¿Pero qué ha conducido a esta
situación? Una de las principales causas
es el propio molino. Aunque don Jaime
siempre ha establecido un precio justo
para su uso, Alejo el molinero viene
aprovechándose en los últimos meses
de la desatención del noble para subir
el precio por su cuenta y guardarse él
la diferencia. No obstante, ni amo ni
vasallos conocen esto por ahora. Don
Jaime insiste en que sus precios son
justos y la ira de los campesinos está
infundada.
Pero la chispa que ha prendido esa
hoguera ha sido la presencia de Natalio el
Jorobado. Este goliardo, de larga lengua y
terrible aspecto, apareció hace poco en la
aldea y comenzó a predicar, asegurando
que don Jaime estaba poseído por el
Demonio. Hace no mucho que obtuvo
prueba de esto cuando una cabra dio a
luz a un chivo de tres cabezas. Natalio
asegura que es una profecía terrible
que confirma sus palabras. Por tanto,
no queda más salida que quemar a don
Jaime y a todos los que lo acompañan
3
 dentro del molino, sin duda poseídos
también. Para asegurarse de que nada
malo le ocurre, Natalio casi siempre lleva
al deforme animal cerca de sí.
Pocos saben que en realidad el clérigo
fue enviado desde Yerbosera para crear
inestabilidad y así facilitar que el concejo
reclamara las tierras de la vecina baronía.
Alejo el molinero está muy
preocupado por esto pues, aunque
codicioso como él solo, también es
hombre muy supersticioso, y tiene
serias sospechas de estar realmente
poseído. Después de todo, lleva semanas
convencido de que tiene un íncubo en
casa. Su hija mayor, Consuelo, se ve desde
hace tiempo con un joven de la aldea,
Isidro, que se ha abierto camino bajo el
muro, excavando con mucha paciencia
entre los arbustos. Nadie más lo sabe,
pero estas incursiones nocturnas no han
pasado desapercibidas a Alejo quien, no
obstante, se creyó la historia que contaba
su hija de que estaba recibiendo las
atenciones de un ser del Averno. Así que
procedió a llenar las puertas de cruces
e hierbas pero, eso sí, sin molestarse en
cerrarlas con llave. Antes del incidente ya
pretendía acudir a un cura para pedirle
un exorcismo.
Afortunadamente para Alejo, su hija
pequeña, Marcia, le ha salido menos
casquivana. La muchacha es un prodigio
4
lanzando piedras y le gustaría tirar con
arco y flechas, pero a su padre no le hace
gracia que practique actividades tan
masculinas.
En otro orden de cosas, también se
da cierta tensión subyacente entre los
refugiados en el molino, el séquito de don
Jaime; Matías, el viejo maestro de armas,
la toma con Ruy, el criado, siempre que
su amo está mirando para otra parte y
puede. El jovencito le tiene demasiado
miedo a Matías para decir nada, pero
sus heridas pronto serán imposibles de
ocultar. Matías es un hijo de perra medio
loco al que probablemente no haga falta
presionar mucho para que intente matar
a todo el que se le acerque. Algo que, por
otra parte, no va a pasar… esperemos.
El molino y sus alrededores
El molino de Alejo es de agua, de
tres piedras, hecho de mampostería y
bien cuidado. Aunque parezca extraño,
está fortificado. Es más, la gente de
Ablaneda fortificaría hasta las letrinas
si hiciera falta, de modo que no es
sorprendente que un edificio tan valioso
como un molino tenga alguna clase de
defensa. El pan es la base de la dieta de
todo ablanedense y su ausencia puede
traer terribles hambrunas, por lo que
los nobles sacan pingües beneficios
cobrando por el uso de sus molinos. Es
por esto que tanto estos edificios como
su contenido son muy codiciados, ya
sea por bandidos o por otros nobles. Y
no podemos olvidar al ojanco de turno,
que decide acompañar de pan la carne de
molinero.
Por eso este molino, como muchos
otros, además de la nave que sirve
propiamente de molino y la casa del
molinero, cuenta con una torre almenada
de dos pisos donde se guarda la harina y
el pan. Esta edificación sirve además de
puesto de vigilancia y disparo. Un muro
de piedra, erizado de trozos de cerámica
rota y con fuertes puertas, rodea el
edificio por el lado contrario al río, y es
el único sitio por el que se puede entrar o
salir si no es a nado o por el azud. Dicho
azud no es otra cosa que un pequeño
dique (en este caso construido con viejas
piedras de molino) que va de orilla a
orilla del río y retiene el agua para que
esta pase más rápido por el molino.
Cruzar el azud es traicionero, pues no
es ni de lejos tan llano y seco como un
puente.
Así, caminar sobre el azud no es la
mejor forma de entrar en el molino,
debido a lo muy expuesto que estaría
un posible invasor. La opción más
recomendable sería intentar saltar el
alto muro, probablemente al amparo de
la noche, o tratar de derribar las puertas
con algún tipo de ariete.
En cambio, el azud sí podría ser una
vía, aunque aparatosa, de salir del molino
sin ser interceptado. Aunque aquel que
intentara hacer esto con el objeto de
ir al bastión de don Jaime (a un día de
distancia) para dar la voz de alarma, se
encontraría en la orilla equivocada del río,
donde además crece un espeso bosque.
Aunque la otra orilla no es mucho mejor:
incluso en el caso de que lograran salir
sin alertar a los aldeanos que montan
guardia, los ronderos tendrían que pasar
bastante cerca de la aldea (que está a pocos
minutos) y después recorrer campos de
labranza, en los que apenas hay donde
esconderse, durante un día entero.
Personajes principales
· Don Jaime de Cangas, el barón.
Don Jaime es un barón menor de las
proximidades de Yerbosera, al que
le reclaman súbitamente asistir a un
matrimonio de conveniencia en Castro
de la Reina, por lo que ha debido salir
de viaje solo con lo esencial. Es bien
parecido y se encuentra en su juventud,
pero es hombre de gran orgullo y difícil
trato; difícilmente reconocerá que se
haya cometido un error o, peor aún,
un robo, en el molino a su cargo. Muy
apurada tendría que ser la situación
para que se dignase a negociar con unos
vasallos que se han alzado en armas
contra él. Probablemente considere a los
ronderos poco más que servidores útiles
y espere de ellos la máxima eficiencia y
prontitud al cumplir sus órdenes.
· Matías, el maestro de armas.
Matías es, como ya se comentaba
antes, un hijo de perra medio loco.
Es un hombre ya entrado en años, de
inestimable habilidad empuñando la
lanza (o, en menor medida, cualquier otra
arma), pero propenso a la embriaguez y
la ira. Intenta disimular estas aficiones
de cara a don Jaime para mantener su
posición privilegiada, pero lo acelerado
del viaje no le ha dejado más opción
que tener que desahogar sus arrebatos
golpeando al joven Ruy. El llevarle la
contraria, presionarlo con preguntas o
ponerlo en cualquier situación de estrés
podría propiciar el mismo trato en quien
le interpelara, sobre todo si su señor no
está delante. Si se acumulara demasiada
presión Matías podría llegar realmente
a matar a alguien. En el grupo de
ronderos siempre habrá uno que le caerá
especialmente bien y otro que le caerá
especialmente mal.
· Ruy, el joven criado. Poco hay
que decir del joven Ruy, aparte de sus
encontronazos con Matías. Es un joven
alto y enjuto, de carácter algo apocado y
casi incapaz moralmente de defenderse,
a pesar de que su físico pudiera
permitírselo; don Jaime lo puso a su
5
 servicio por petición del padre del chico,
a quien debía un favor. Casualmente Ruy
tiene tíos por parte de madre en Arroyo
de los Caballeros, pero estos no tienen
al muchacho en especial estima. Los
ronderos, según cómo se comporten,
podrán inspirar a Ruy desde un respeto
silencioso hasta el más profundo miedo.
· Gentes de Arroyo de los
Caballeros. Estos buenos aldeanos
conforman una turba furiosa, alimentada
por el hambre, la ira y los discursos
de Natalio. En general no son peor
persona que cualquier otro, pero solo
se les pasará la frustración que sienten
si consiguen linchar a alguien. Aunque
siempre es posible que suelten las horcas
y las antorchas si pasa el tiempo y acaban
dándose cuenta de que están llevando
las cosas demasiado lejos. Al menos al
principio, intentarán hacer partícipes de
su poca bienvenida rabia a los ronderos.
· Natalio, el Jorobado. Un goliardo,
clérigo viajero y poeta de vida nada
reglada, enviado en secreto desde
Yerbosera para minar la autoridad de
don Jaime. Natalio guarda todo esto en
secreto y se hace pasar por un predicador
viajero. Como cabría imaginar por su
apodo, ostenta una pronunciada joroba y
no es precisamente un prodigio del físico
ni de la belleza, pero su mente es astuta
y su lengua afilada, y no le cuesta en
demasía salir de la peor de las situaciones.
Sobra decir que cuenta con un plan de
huida por si las cosas van muy mal en
Arroyo de los Caballeros. Últimamente
siempre se hace acompañar del chivo
de tres cabezas, pues asegura que debe
protegerlo para que el mal no escape
del ser, y además quiere mantenerlo con
vida para así azuzar a los supersticiosos
arroyinos. Trata a los ronderos como
obstáculos, pero no dudará en intentar
ganarse su favor si fuera posible.
· Carnalidad Blasfemia Parricidio,
la cabra de tres cabezas. Un chivo (¿o
tres?) con poco tiempo de vida, que
apenas sabe nada del mundo y se deja
cuidar la mayor parte del tiempo por
Natalio el Jorobado. Salvo cuando este
acude a situaciones peligrosas, claro está,
6
pues entonces deja al ser en la casa de
la aldea donde se hospeda. Todos están
convencidos de que tiene un siervo de
Satán dentro de sí, pero lo cierto es
que el pobre chivo (¿o tres?) es bastante
cariñoso.
· Alejo, el molinero. Alejo es ya
un hombre mayor. La totalidad de sus
conocimientos comprende la molienda,
el grano y la harina, pues es prácticamente
lo único que aprendió de su padre. No
es que no sea un hombre honrado, pero
está especialmente preocupado por sus
hijas desde que su mujer murió, y razonó
que no estaría de más obtener algún
beneficio extra inflando los precios.
¿Quién iba a enterarse? Pero no supo
prever las consecuencias que todo este
asunto traería. Aun así es taciturno
y obstinado, y hará falta presionarlo
para que él mismo confiese, ya que es el
único que sabe de sus tejemanejes. Los
ronderos no le caerán en gracia, pues
los considera buena parte del problema,
pero puede llegar a simpatizar con
ellos si dan muestras de comprender
los motivos detrás de lo que hizo. En
combate es un tanto inútil, a pesar de
su gran físico, dada la escasa experiencia
marcial que atesora.
· Isidro, el supuesto íncubo. Isidro
es un tonto enamorado de Consuelo.
Intentará utilizar el túnel que cavó para
esta con ella para ayudarla a escapar
(¡solo a ella!) en secreto. Considera que
ayudar a más gente solo los retrasaría.
Claro que, a pesar de su innegable
habilidad atlética, cargar con la chica con
es cosa fácil. Ni qué decir tiene que no se
fiará de ningún rondero.
· Consuelo, la supuesta poseída.
Al contrario que Isidro, Consuelo
no es una tonta enamorada, sino que
sabe muy bien lo que quería obtener
del muchacho y la oportunidad que le
ofrecía. Probablemente se aproveche de
él una vez más para salir del molino. Es
alta, morena y de buen cuerpo, pero la
simple idea de participar en la defensa
del molino la horroriza (o al menos
parece horrorizarla). Se mostrará
bastante agradable con los ronderos, y
puede que hasta intente coquetear con
alguno... O con cualquiera que parezca
capaz de sacarla del embrollo en el que
se encuentra.
· Marcia, la hija menor. Al contrario
que su hermana, Marcia no llama la
atención físicamente. Ni tampoco de
ninguna otra forma, pues es tímida,
callada y sumisa. Generalmente hace
todo lo que le mandan, especialmente
si quién ordena es su padre, y siempre
encuentra la forma de estar ocupada.
Desde pequeña ha tenido muy buena
puntería, pero Alejo siempre dijo que
una mujer no debería usar armas como el
arco, de forma que nunca pasó realmente
de tirar piedras. Con los ronderos se
comportará como casi con cualquiera:
de forma un tanto fría y desinteresada,
pero haciendo caso a prácticamente todo
lo que le digan.
¿Qué puede ocurrir?
El primer movimiento de los
habitantes de Arroyo de los Caballeros
será intentar entrar en el molino con todas
sus fuerzas: tratarán de saltar los muros,
tirarán piedras, dispararán con arcos de
caza e incluso (y esto es especialmente
peligroso) lanzarán antorchas contra el
delicado tejado de paja de los edificios.
Si reciben una respuesta lo bastante
contundente pararán durante un día; si
quieres, puedes simularlo dándoles un
rasgo como motivación cuasiasesina a IId
o IIId y haciendo que tiren contra una
oposición que consideres adecuada según
las heridas o bajas que hayan recibido, o
las que vean probable que vayan a recibir.
Cuando se cansen de intentar asaltar
el molino, acamparán alrededor para
asegurarse de que nadie escape.
Pero volverán, desde luego que
volverán. Los días siguientes, podrá verse
desde el molino cómo fabrican diversas
y rudimentarias herramientas de asedio,
como escaleras o arietes, que intentarán
usar en posteriores ataques.
Las noches son cruciales, ya que
en cualquier momento los aldeanos
pueden intentar un ataque sorpresa,
aprovechando la oscuridad. No va a
haber forma de rendir el molino por
hambre, de forma que están dispuestos a
cualquier cosa.
Aquello que los mantiene motivados
es Natalio el Jorobado. A menudo
se le podrá ver y oír desde el molino,
predicando contra el barón endemoniado
y todos los que lo acompañan. También
podrá verse a Carnalidad Blasfemia
Parricidio a veces. Acabar con cualquiera
de los dos provocaría sentimientos
enfrentados entre los aldeanos: la mitad
de los arroyinos huirían, asustados por el
poder innegable del Diablo; la otra mitad
atacaría con más virulencia para acabar
con el mal de una vez por todas.
7
 Otros personajes pueden morir
durante la aventura, faltaría más. Si
esto ocurriera a las hijas del molinero,
o si simplemente sufrieran daño de
importancia o una de ellas desapareciera,
Alejo terminaría de convencerse a sí
mismo de que realmente están poseídos,
e intentaría dejar pasar a los enfurecidos
aldeanos, desesperado.
Si algo le ocurriera al barón,
Matías montaría en cólera. También
sucedería esto si él mismo fuera herido
o descubierto in fraganti durante uno
de sus desmanes y se le hiciera saber al
barón sobre estas actividades.
En otro orden de cosas, Isidro
intentará rescatar a su amada Consuelo
la primera noche. La mejor forma de
jugar este evento es permitir que los
8
ronderos oigan ruidos, pero hacer que
el molinero se interponga, contándoles
su teoría y asegurándoles que “solo” es el
demonio, frustrado por no poder entrar
más en su casa.
Si nadie va a dar el aviso al bastión de
don Jaime no se podrá contar con la ayuda
de sus hombres de armas y sirvientes
hasta pasada una semana, momento en el
que les habrá llegado la noticia y llegarán
para resolver el problema a sangre y
fuego. Que el molino siga bajo asedio o
no para entonces depende de cómo se
hayan desarrollado los acontecimientos.
 El aparecido de
San Andrés
En esta ocasión los ronderos tendrán
que investigar extrañas apariciones que
están teniendo lugar sospechosamente
cerca del convento de San Andrés, maldito
desde hace años. ¿Podrán averiguar el
origen del siniestro monje que sube por
las noches el camino que lleva hasta el
convento?, ¿cuál ha sido el destino del
hombre que lo siguió y desapareció?
¿Qué ha ocurrido?
Fuenterreyes es una pequeña aldea
situada al pie de los Montes Quebrados.
De un tiempo a esta parte, se vienen
dando extrañas apariciones nocturnas
que todos aciertan a achacar a la acción de
los muertos. Un evento así en Ablaneda
no sería especialmente extraño, pues sus
habitantes están acostumbrados a lidiar
con almas en pena de forma bastante
cotidiana, pero el caso de Fuenterreyes es
especialmente terrorífico, ya que la aldea
está a menos de una hora de camino del
convento de San Andrés, abandonado
hace décadas cuando, según se cuenta,
un terrible mal se apoderó de él.
Aunque los locales nunca se atreven
a acercarse al convento, muchos aseguran
que se aparece, en el camino que lleva a la
aldea desde el valle y asciende lentamente
hasta el edificio maldito, un monje. A
pesar de que los detalles de la historia
difieren dependiendo de quien la cuenta,
se dice que un pobre desgraciado ( Juan
Onza) que siguió a la aparición colina
arriba hasta el convento jamás ha vuelto.
El pueblo está inquieto y por eso el
capitán de la Ronda ha tenido a bien
enviar una patrulla de sus hombres para
que inspeccionen el terreno y encuentren
la causa de la aparición, y ya de paso de
la desaparición. Pero también ha dado
órdenes explícitas a los ronderos de
que no entren en el convento si no es
en caso de extrema necesidad. Y que, ni
siquiera en caso de la susodicha extrema
necesidad, entren jamás al refectorio,
donde se dice que tuvo lugar la matanza
de los monjes en el aciago día en que el
mal tomó el convento. Es el lugar más
maldito de todos.
Lo que prácticamente nadie sospecha
(por ahora) es que en realidad hay dos
espectros campando a sus anchas. Uno de
ellos (el desconocido por la mayoría) es
Camila una chica muerta recientemente,
que se aparece todas las noches como
un alma en pena, esperando que se le
haga justicia. El otro aparecido (sobre
el que versan las habladurías), aunque
tiene forma de monje, es una ilusión, una
treta del Demonio para infundir temor
a los aldeanos y, con suerte, atraerlos al
convento, donde se apoderará de sus
almas si llegaran a entrar en el refectorio.
Lo que dicen las gentes
A continuación se presentan diversos
personajes de Fuenterreyes, a quienes
los ronderos pueden hacer preguntas y
pedir información. Como tal, se incluye
9
 una pequeña descripción y qué cosas
saben sobre las apariciones.
Generalmente no revelarán toda
la información que conocen, ya que a
veces conocen secretos que podrían
incriminarlos. Pero no sólo se guardarán
estas pruebas para sí, sino que también,
dependiendo de lo retraídos que sean
y de cómo los aborden los ronderos,
podrían ocultar también información
menos comprometida. Algunos hablarán
si cogen confianza con los ronderos,
pero para otros podría ser necesaria la
coacción o acorralarlos de forma que no
tengan más remedio que confesar.
Se añaden anotaciones a este respecto
en la descripción de cada personaje, pero,
como siempre, será necesario el juicio del
director para adaptarse a las situaciones
que surjan.
· Silvino Núñez, el párroco. Es
un hombre de mediana edad que casi
siempre está comiendo. Su tema de
conversación favorito es el Más Allá, sus
distintas partes y qué criterios se siguen
en el tribunal de la muerte para decidir
quién recibe el Castigo o la Gloria.
Como todos los vecinos de la aldea, ha
visto a la aparición demoníaca, pero
asegura que no la exorciza debido a que
teme que el alma atormentada del monje
no encuentre la gloria eterna, sino que
quede atrapada en el limbo. En realidad,
debido a sus pecados inconfesos de gula,
hace meses que no está en comunión con
los santos y no es capaz de practicar un
exorcismo. Será la primera persona en
recibir a los ronderos cuando se sepa de
su llegada y los referirá al alcalde Osorio,
a Milia, la mujer del desaparecido, a
Ordoño, el herrero del lugar, y a Suero,
el más anciano del pueblo.
· Juan Osorio, el alcalde. Juan es un
hombre en torno a los 40 años, de ropa
moderadamente elegante, que siempre
lleva consigo su bastón de mando.
Agasajará a los ronderos y les agradecerá
efusivamente sus intentos de librarlos
del mal que se cierne sobre la aldea. Es
un hombre arrogante y le encanta hablar
del buen porte de su hijo Ramón y de lo
mucho que ha mejorado Fuenterreyes
10
desde que empezó su mandato hace
diez años: los cultivos medran, los niños
crecen sanos, los ríos siguen en su cauce,
nada horrible ha salido del convento y,
por supuesto, no se ha cometido ningún
crimen. Aunque esto último no es cierto,
pues él y su hijo Ramón son culpables
de la horrible muerte de Camila. Está
de acuerdo con el sacerdote en que los
ronderos deben encontrar cuanto antes
la causa de que la aparición no pueda
abandonar este mundo y poner remedio
a la situación.
· Ramón Osorio, hijo del alcalde.
Ramón es un joven veinteañero, de buen
porte, que ha heredado la arrogancia de
su padre, pero no así su contención. Está
todo el día hablando de mujeres, de sus
conquistas y de las que planea. Entre
estas últimas, habla sin particular reparo
de Benina, la lavandera, a sabiendas de
que es una mujer casada. Asegura que
ninguna mujer viva lo ha rechazado. A
título personal las apariciones le dan
bastante igual, a pesar de que, como su
padre, es culpable de la muerte de Camila.
· Ordoño, el herrero: es un hombre de
constitución fuerte, carácter brusco y una
gran pasión por la bebida. Siempre tiene
una bota de vino fresco cerca mientras
trabaja. Su herrería es el lugar de reunión
más común de los hombres del pueblo,
por lo que también es posible hablar con
ellos si se le va a ver allí. Es probable que
así se despierte un animado debate entre
los que realmente creen que la aparición
es el alma torturada de un monje y los que,
con el herrero a la cabeza, piensan que
es un demonio disfrazado que pretende
atrapar a los desprevenidos. Entre estas
conversaciones, o hablando con el herrero
si se le coge algo de confianza, se puede
saber de Gerardo, que acostumbra a
rondar por las noches para investigar las
apariciones.
· Milia, la mujer de Juan Onza. Se
trata de una mujer de mediana edad. Es
probable que, si los ronderos no se le
aproximan, ella misma vaya a rogarles
que busquen a su marido, cuanto antes
posible, en el convento. Piensa que es
todo cosa del Demonio y que este ronda
durante las noches por el pueblo. Y si
no la creen que pregunten a Gerardo, el
compañero de su marido, o a Benina, la
lavandera.
· Suero, el hombre más viejo del
pueblo. También es el más sabio. Siempre
está frente la puerta de la casa en la que
vive con la familia de su hijo, masticando
cecina con las encías. Si se le pregunta
sobre la aparición dirá que es un signo
de mal agüero, otra señal más, junto a la
terrible desgracia de Camila, de que la
muerte va a cernirse sobre el pueblo. Es
uno de los que más saben del convento
y puede dar datos sobre cómo es por
dentro y sobre la terrible maldición que
se cernirá sobre cualquiera que entre en
el refectorio. También podrá indicar a
los ronderos que hablen con Benina, la
lavandera que, según él, se entera de todo
como si ella misma fuera el propio Diablo.
· Benina, la lavandera. Es una chica
sorprendentemente joven para ocupar el
puesto de cotilla mayor del lugar, y hace
tan solo unos meses que se casó. Pero esta
juventud no debería dar a engaño, pues es
dicharachera y tiene un don para hacer que
la gente se suelte delante de ella. Es más,
la llaman la lavandera, no porque sea su
profesión, sino porque pasa gran parte del
día en el lavadero, escuchando a las otras
mujeres del lugar. No dudará en referir
a los personajes la historia de Camila y
asegurarles que la aparición es cosa de la
desgraciada, que quiere venganza contra
sus asesinos. Está convencida de que lo
que le pasó a Camila fue un asesinato,
aunque ella no sepa quién lo hizo. Si los
ronderos se muestran interesados, Benina
los dirigirá a Elvira, la antigua criada de
Camila.
· Elvira, antigua criada de Camila.
Elvira es una mujer mayor y de amplias
caderas. Conoce el secreto de los Osorio,
pues los vio la noche de los hechos cerca
de la casa, cuando ella misma volvía. Teme
lo que pueda ocurrirle a ella y a su familia
si habla, y por eso se muestra retraída
y recelosa de los ronderos. Dice que si
quieren saber algo pregunten a Gerardo,
el compañero del hombre desaparecido,
o incluso podría sugerir que pregunten a
la propia Camila. Si se la inquiere sobre
cómo es esto posible, revelará que sabe de
las apariciones furtivas de Camila en el
pueblo. Sólo si se siente muy segura con
los ronderos les revelará lo que realmente
le sucedió a Camila.
· Gerardo, amigo de Juan Onza.
Gerardo es un hombre normal y
corriente, que no destacaría por nada si
no fuera porque últimamente pasa las
noches buscando en silencio por la aldea
y el camino pistas sobre la aparición.
Recorre el lugar con un pequeño candil, y
a veces sube hasta el convento o baja por
el camino todo lo que puede sin que se le
haga tarde. En ocasiones incluso se dedica
a buscar a Camila (a pesar de no conocer
la identidad real de la aparición) con el
candil apagado. Al principio tuvo algunos
problemas porque lo tomaban por un
ladrón, pero ahora a todo el mundo le dan
igual sus actividades y consideran que está
un tanto loco. Su obsesión es saber todo
lo posible sobre los espectros. Es probable
que los ronderos oigan rumores sobre él o
se lo encuentren por las noches. Si hablan
con Gerardo, este les rebelará que el monje
solo aparece durante luna nueva, pero
que hay una segunda alma en pena que
aparece todas las noches. Probablemente
incluso intente mostrársela.
· Flaín, el niño. Flaín es un crío de
unos diez años a quien le gustan las ranas
y andar fuera por las noches, pero que no
quiere que su madre se entere de ninguna
de las dos cosas. También le gusta hacerse
el listo y probablemente aborde a los
ronderos para que lo sigan de noche y
enseñarles la esquiva aparición de Camila.
11

Los aparecidos
El primer aparecido es Camila, una
chica del lugar. Sus padres murieron
hace no mucho y ella tuvo la desgracia
de quedar sola y al mismo tiempo
convertirse en una de las mayores
propietarias de tierra de la aldea, gracias
a la herencia recibida. Así, otra familia
pudiente de la ciudad, los Osorio, con
el alcalde Juan Osorio a la cabeza,
intentaron convencerla de que contrajera
matrimonio con su hijo Ramón, pero ella
siempre se negaba. Entonces padre e hijo
decidieron quemar su casa para luego
fingir que fue un accidente y así forzarla
a un casamiento de conveniencia. El plan
tomó un rumbo funesto cuando resultó
que habían calculado mal y Camila
estaba en la casa. Con todo, esta tragedia
no pareció afectar a sus consciencias
pues, ni cortos ni perezosos, decidieron
quedarse con las tierras de la difunta,
aduciendo viejas líneas familiares.
Siendo los más poderosos del lugar,
nadie se atrevió a poner pegas.
Excepto la propia Camila, claro está.
Su alma en pena, vestida con harapos,
sin pelo y terriblemente deformada, se
aparece cada noche en distintos lugares
relacionados con el crimen, como los
restos calcinados de su casa, las tierras
de los Osorio, el camino de la aldea, etc.
Una vez se muestra, el espectro se limita
a sollozar de forma queda y lastimera.
Rehúye cualquier tipo de fuego o luz,
desapareciendo al instante si la ilumina
algo que no sean la luz de la luna y las
estrellas. Esta es la razón de que su
presencia haya pasado casi inadvertida
hasta la fecha. Pero aunque se la espante
siempre volverá a aparecerse. Solo
se detendrá cuando los Osorio sean
hallados culpables de sus crímenes y
llevados ante la justicia.
El otro aparecido no es más que una
treta del Demonio. Se trata de un diablo
menor disfrazado de monje del viejo
convento, que se aparece durante una
semana cuando hay luna nueva: desde
el tercer día antes, hasta el tercer día
12
después. Sobra decir que justo cuando
los ronderos visiten Fuenterreyes habrá
luna llena.
Se limita a manifestarse a una hora
de viaje de la aldea una vez empieza a
atardecer y comienza a andar camino
arriba, recitando cánticos entre
murmullos hasta el convento. Una vez
en el edificio penetra hasta el refectorio
maldito, donde desaparece. No reacciona
a nada ni a nadie, salvo en caso de ser
atacado, momento en el que se desvanece
hasta la noche siguiente.
La única forma efectiva de eliminarlo
(al menos en principio) es con un
exorcismo realizado por un clérigo. La
razón de que el párroco local aún no lo
haya hecho es que teme fracasar en el
intento de exorcizar el alma atormentada,
pues no ha sido muy santo últimamente,
y por eso es de las principales voces en
clamar por la intervención de la Ronda.
El convento
Conviene aclarar que, aunque el mapa
que aparece junto a estas líneas aparezca
sin el tejado, eso no quiere decir que el
convento esté en ruinas. Simplemente
ha sido dibujado así para poder ver
comodidad su interior, y el edificio se
encuentra en bastante buen estado si se
tiene en cuenta que ha sido abandonado.
Es más, aunque el tiempo no ha dejado
apenas rastro de los edificios de madera
que había alrededor, el propio convento
parece antinaturalmente incólume. Con
todo, da a entender a los jugadores con
los detalles que quieras el estado de
ruina del lugar: las puertas desencajadas,
la hierba y la hiedra creciendo por todas
partes, el polvo que lo cubre todo, sus
pasos como el único sonido que puede
llegar a oírse...
Tal y como sospechan los aldeanos,
el convento está maldito, pero en general
es seguro acercarse a él. Un muro de
piedra rodea los amplios terrenos que
antes poseían los monjes.
Los ronderos no encontrarán
prácticamente nada de valor en el
convento, pues otros saqueadores
bastante listos ya se pasaron y robaron
todos los objetos de valor y reliquias que
pudieron encontrar. Apenas nadie se dio
cuenta de este expolio porque pocos en
su sano juicio se atreven a acercarse.
Sin embargo, en el claustro, entre
hierbas descuidadas y que han crecido en
demasía, los ronderos podrán encontrar
el cadáver de Juan Onza. El cuerpo se
encuentra en un avanzado estado de
descomposición y cubierto de graves
heridas.
Este cadáver se encuentra justo
frente a la puerta de la estancia sobre la
que el Capitán y Suero les han advertido
de que no debían entrar: el refectorio.
Al pasar por salas cercanas pueden oírse
terribles gritos de dolor y el sonido de
un gran fuego, sentirse un gran calor y
experimentar el olor a humo, a pesar de
no verse ninguna llama.
Tabla 1
Si se intenta mirar hacia el refectorio
a través de las arcadas o ventanas que
llevan hasta él, no se verá sino la más
profunda oscuridad, ni siquiera la tenue
luz del día que debería entrar por las
pequeñas ventanas que dan al exterior.
Si, contra todo aviso y sentido común,
los ronderos decidieran entrar, pide a
cada jugador que haga una tirada con el
rasgo que parezca más apropiado para
representar sus reflejos o su capacidad
de huir, y compara el número de éxitos
que haya obtenido con el resultado que
aparece en la tabla 1.
Por cierto, ni que decir tiene que,
como director de juego, eres más que
libre de añadir cualquier otro elemento
al convento, pues es un lugar ideal en
el que encontrarse libros prohibidos o
santos, objetos de poder, seres místicos
o divinos, y maleficios o brujerías que
podrían enlazar con otras aventuras.
13
 Yo soy Juan Quinto
En esta aventura, los ronderos
deberán perseguir al mítico bandolero
Juan Quinto por un agreste camino que
cruza los Picos del Diablo.
No te dejes engañar por la aparente
simplicidad de seguir un camino en
persecución de un criminal, ya que a lo
largo del trayecto ocurrirán todo tipo
de cosas que forzarán a los ronderos a
decidir entre continuar la caza o parar a
resolver problemas más acuciantes. Pero,
¿no consiste en eso la vida del servidor de
la ley?
¿Qué ha ocurrido?
Juan Quinto es un bandolero mítico,
tan viejo como el propio condado de
Ablaneda, o puede que incluso más. Su
talante y actitud es muy variable, pues
hay épocas en las que se dedica al hurto
indiscriminado y otras en las que solo
roba a los ricos para dar a los pobres. De
la misma forma, hay ocasiones en las que
actúa solo y otras en las que forma una
cuadrilla. Al ser una persona tan voluble,
pero siempre peligroso, las viejas del
Condado no dudan en rezar en los cruces
de caminos para que el Cielo las proteja
contra Juan Quinto.
No obstante, la mayor parte de las
personas instruidas o que han visto
algo de mundo saben de sobra que Juan
Quinto no es un único individuo, sino
un título que ha ido pasando de maestro
a discípulo bandolero cada pocos años.
Esta es una costumbre relativamente
frecuente en Ablaneda, aunque Juan
Quinto es el más antiguo de todos los
bandoleros eternos, ya que con el tiempo
se han ido rompiendo las líneas de otros
grandes como Pepa la Loba.
El actual Juan Quinto, viéndose ya
viejo, ha decidido que es el momento de
retirarse y dejar a su discípulo Lorente
14
el cargo. Pero la jubilación no es sencilla
en Ablaneda y necesitará buenos dineros
para vivir bien el resto de sus días en
Madriguera. Por eso ha asaltado la casa
de un preste de Tesleda (don Tomás) bien
conocido por sus riquezas, y con buena
parte de ellas ha escapado hacia el sur.
Ahora cruza los Picos del Diablo camino
a Madriguera, con la certeza de que nadie
le seguirá el rastro.
Pero no debería sentirse tan seguro,
pues en Tesleda se encontraba en ese
momento una patrulla de la Ronda, que
las autoridades locales han mandado
en pos de él, para prenderlo y llevarlo
finalmente ante la justicia. Sobra decir
quienes formarán esta patrulla…
Al igual que en la aventura La noche
más corta, que aparecía en Ablaneda, para
Yo soy Juan Quinto es conveniente que el
director se la lea un par de veces antes
de empezar, para así poder atar todos
los cabos entre diferentes personajes y
localizaciones.
Viajar por los Picos del
Diablo
Los Picos del Diablo, o al menos sus
partes bajas, no son tan altos y escarpados
como los Montes Quebrados, sino que
están llenos de caminos, pastos, llanuras
de alta montaña y brañas. Esto, claro,
hace que sea fácil recorrerlos, aunque
siempre es posible encontrar retos
propios de estas alturas, como acantilados
o puentes colgantes. Como director
debes asegurarte de que aparecen en el
momento oportuno. Estas características
del terreno pueden propiciar que los
personajes se encuentren en ellas con
Juan Quinto, Sebastián Ortiz (de quien
ya hablaremos) o con cosas peores...
Los Picos del diablo albergan en sus
más altas montañas monstruosas aves
rapaces, que son horror del ganado y los
pastores por igual. Puede que estos seres
intenten atacar a los viajeros, que deberían
buscar refugio cuanto antes.
Otros “habitantes” con los que es
relativamente probable encontrarse
son los pastores semipaganos de las
brañas (ya sea cuando estén migrando
o en alguna de sus aldeas veraniegas), el
Nubero (que no habita lejos, por lo que se
dice) o los peligros comunes de Ablaneda
como ojancos o duendes de la montaña.
Encontrarás más información sobre el
Nubero en el suplemento Bestias de
Ablaneda.
Por lo demás, aunque se espera que los
personajes sigan los senderos de montaña
por donde Juan Quinto va dejando su
rastro, es posible desviarse prácticamente
en cualquier punto hacia Yerbosera.
Personajes principales
· Juan Quinto. Su verdadero nombre
no se conoce. Es un hombre próximo a la
cuarentena, que ha dedicado buena parte
de su vida al oficio del bandolerismo. Si
bien algunos bandoleros son bienhechores
y valedores de los pobres, Juan Quinto
15
 es bastante egoísta e impulsivo, aunque
tenga un buen corazón. Aun a sus años
mantiene una buena forma y es bien capaz
de huir y luchar. Pretende dejar por fin su
título en manos de Lorente y retirarse a
Madriguera con el oro de don Tomás. Y
ya puestos la compañía de María.
· Lorente, aprendiz de Juan. El actual
Juan Quinto lo salvó de niño y Lorente lo
ha seguido desde entonces, aprendiendo
el oficio y guardándole una lealtad
inquebrantable. Está dispuesto a tomar el
nombre de Juan Quinto más por quitarlo
de los hombros de su maestro que por
su propio deseo. Si los alcanzan, fingirá
ser él Juan Quinto para que el verdadero
tenga una oportunidad de escapar. Es un
joven atlético y bien parecido, algo lento
de entendederas, pero con la suficiente
disposición para sobrevivir en la vida de
bandolero.
· Don Tomás, clérigo de Tesleda. El
más importante de los representantes de
Cristo en el lugar. Está enfurecido con
Juan Quinto, en especial por la forma
en la que lo humilló; robándole a punta
de cuchillo. Ofrece una importante
recompensa a cualquiera que traiga al
bandolero vivo a Tesleda.
· Las gentes de Campo de San
Juan. Las familias de esta aldea se hayan
divididas entre aquellos que desean
atrapar a Juan Quinto para cobrar la
recompensa que los saque de sus miserias
y aquellos que todavía están agradecidos
al anterior Juan Quinto, quien humilló
y robó al señor de San Marcial para
dales a ellos el botín. Estas diferencias
terminarán por conseguir que se llegue a
las manos: todos en la aldea son familia
(aunque lejana) y es poco probable que la
sangre llegue al río, pero abundarán los
dientes sueltos y las narices rotas.
· Sebastián Ortiz, el vengador.
Vecino de Campo de San Juan y
hermano menor de Belasco Ortiz,
que será asesinado por Juan Quinto
durante las reyertas que se formarán al
atravesar este la aldea (si los ronderos no
lo impiden). Inmediatamente después
del funeral de su hermano, Sebastián se
echará al hombro la lanza y el arco corto
16
(que usa para la caza furtiva) y empezará
a subir los Picos del Diablo lo más rápido
posible para dar caza a Juan Quinto. No
se detendrá ante nada ni nadie hasta
alcanzarlo y darle muerte. Tanto por su
habilidad con las armas como por su trato
áspero e irascible, Sebastián no es alguien
con quien vaya a ser fácil negociar.
· Don Ferrán, párroco de la ermita.
La ermita de los Picos fue construida
para llevar el evangelio a los ganaderos
semipaganos de los prados altos y para
ello Castro de la Reina suele enviar como
voluntarios forzosos a los clérigos más
disolutos. Ese es sin duda el caso de don
Ferrán, un hombre de avanzada edad que,
no obstante, encuentra gran gusto en vivir
a costa de las donaciones que exige a los
ganaderos, mantener trato carnal con
sus mujeres y olvidarse casi siempre de
cantar misa. Está intentando sin mucho
éxito conseguir que las gentes de los
Picos maten al ermitaño, a quien guarda
un profundo odio, ya que este le acusa
abiertamente de pecar. Si los ronderos
se encuentran con él, don Ferrán se
hará pasar por un buen clérigo caído en
desgracia y desvalido.
· Ermitaño. Ni él mismo recuerda
ya su nombre. Vive solo en su cueva,
alimentándose de las bayas de los arbustos
de la montaña y bebiendo el agua clara
de un pequeño manantial. Apenas tiene
contacto con el exterior, pues las gentes de
las brañas lo respetan. Con todo, sabe de
los sucios trapicheos de don Ferrán y se
lamenta por ellos, ya que no puede hacer
nada al respecto salvo bajar a la ermita y
conminarle a que cese en sus pecados. No
le gustan las visitas, pero tampoco falta a
la hospitalidad cuando estas se producen.
· María, la esposa involuntaria.
María es una chica de 21 años y notable
belleza que vive la vida nómada de los
ganaderos de las tierras altas. Pero pronto
será secuestrada por Juan Quinto, que
al verla queda prendado de su belleza y
quiere hacerla su esposa. Pero María no
es una muchacha desvalida precisamente,
pues lejos de ceder y aceptar su destino,
tiene un fuerte carácter. Tan fuerte que
intentará fugarse continuamente e incluso
atacará a sus captores. Especialmente
a Juan Quinto, a quien probablemente
acabe matando.
· Gentes de las brañas. Gente
aislada que no gustan demasiado de
los extranjeros. Entre ellos se cuentan
María y su familia. Sus hombres, aunque
pocos, son fuertes y saben manejar bien
la terrible honda con la que derriban al
lobo, el águila y el ojanco. No dudarán en
usarla contra cualquiera que parezca una
amenaza o los insulte, pues tienen un
acusado y rígido sentido del honor.
· Carla y su familia. Carla es una joven
chica de Valgrande que lleva bastante
tiempo rechazando las atenciones
inoportunas de Hurtado, el viejo alcalde.
Pero este aprovechará la oportunidad
que le va a dar el paso de Juan Quinto
por la aldea para tomarla por la fuerza.
Aunque Carla y su familia afirmarán que
el alcalde violó a la muchacha, Hurtado
tiene convencida a toda la aldea de que
el criminal no fue sino el propio Juan
Quinto. Miguel y José, padre y hermano
de Carla, respectivamente, saben la
verdad del asunto, e intentarán vengar
el honor de su hermana ellos mismos.
Si nadie interviene, conseguirán acabar
con Hurtado pero, como consecuencia,
Miguel se verá obligado huir a Madriguera
mientras que José, malherido, será
apresado y ahorcado.
· Hurtado, alcalde de Valgrande.
Gran héroe y reconocido guerrero,
Hurtado alcanzó la alcaldía hace años,
cuando aún era joven, tras defender
Valgrande liderando a sus hombres
contra las razias de los bandoleros de
Madriguera. Todo el mundo lo tiene en
gran estima y se ha ganado el respeto de
sus conciudadanos, quizá hasta un poco
de su miedo. Hurtado es un hombre alegre
y vivaz que no duda en dar hospitalidad
en su propia casa a cualquier viajero y que
lo mismo podría estallar en carcajadas
cortando un muslo de pollo que a sus
enemigos. Hará lo que sea para que no se
demuestre su violación a la joven Carla.
Tras la pista de Juan
Quinto
En este apartado se presenta una
descripción del recorrido que sigue Juan
Quinto etapa por etapa. En cada etapa se
indica cómo están las cosas dependiendo
de si los personajes llegan el mismo día
que Juan Quinto, un día después o más
de un día más tarde.
Por eso es importante que lleves
la cuenta del tiempo que dedican los
ronderos a hacer cosas en los distintos
lugares (se indicará en su momento qué
circunstancias pueden retrasar a los
ronderos) y en recorrer las distancias que
los separan.
Sobre este último punto, por cada día
de recorrido por la montaña los jugadores
podrán, si lo desean, realizar en conjunto
una tirada algo especial: ellos mismos
pueden escoger cuántos dados lanzar y,
si obtienen al menos un éxito, ahorran un
día de viaje, de forma que, por ejemplo, si
en un viaje de dos días realizan una vez
la tirada con éxito, solo tardarán uno. A
cambio, justo después de esta prueba,
cada jugador deberá participar de forma
independiente en un conflicto de una
única tirada, en la que la oposición será
igual a los dados que decidieron tirar en
principio y en el que su rondero tendrá que
asumir las consecuencias, normalmente
recibiendo daño en algún rasgo apropiado
17
 a los rigores del viaje por la montaña. Esto
refleja que avanzar demasiado deprisa es
peligroso y puede dar lugar a accidentes.
Deberías realizar, cuando sea
apropiado y en secreto, tiradas similares
tanto para Juan Quinto como para
Sebastián Ortiz, que no dejará de
perseguirlo. Juan Quinto casi nunca tirará
si no se nota perseguido, mientras que
Sebastián Ortiz lo hará con frecuencia.
En todo momento la gente con la
que se encuentren los ronderos sabrá
indicar la dirección por la que fue Juan
Quinto. Además, es relativamente difícil
perderse por el camino de montaña. Los
Ronderos no deberían tener problemas a
este respecto.
El recorrido que llevará a cabo Juan
Quinto es el siguiente:
I. Tesleda
del pueblo, que intentan capturarlos por
la recompensa. La otra mitad acudirá en
su auxilio, pues están agradecidos por la
ayuda que les prestó en el pasado contra
los abusos del señor de San Marcial. Si los
ronderos no lo impiden, los bandoleros
matarán a Belasco Ortiz (uno de los que
intentaban capturar a Juan Quinto) y
escaparán.
Si llegan al día siguiente, se
encontrarán con el entierro de Belasco
Ortiz y probablemente puedan ver a su
hermano Sebastián partiendo en pos
de Juan Quinto y jurando venganza.
Aún hay rencillas entre los dos bandos
del pueblo, así que probablemente los
ronderos sientan la tentación de mediar
una paz.
Dos o más días después, los ánimos
están más calmados, aunque aún puede
surgir alguna pelea aislada si se airea
demasiado el tema de Juan Quinto.

Juan Quinto actuó por la noche y

esta aventura empieza al día siguiente,
pues no hay tiempo que perder. Nada
más empezar, los jugadores deberían ser
informados de qué ha hecho Juan Quinto,
hacia dónde se dirige (Madriguera) y que
el preste don Tomás ofrece una jugosa
recompensa en plata a cualquiera que
consiga atrapar al ladrón y llevarlo ante
la justicia en Tesleda. Si los ronderos
quieren más información de qué pueden
encontrarse en el camino, pueden dedicar
todo un día a hacer preguntas, que
deberías responder atendiendo a cuánto
crees que sabrá una persona normal de
Tesleda sobre los Picos.
Es importante recordar que
Madriguera es un nido de ladrones, y
por tanto será complicado dar con Juan
Quinto si este llega a dicho pueblo sin ser
capturado antes. III. Cueva del ermitaño

Esta cueva y la ermita próxima son

II. Campo de San Juan
Una aldea al pie de los Picos. Si los
ronderos llegan el mismo día que Juan
Quinto, lo encontrarán a él y a su discípulo
defendiéndose de la mitad de los hombres
18
buenos lugares en los que refugiarse
de las águilas gigantes que plagan esta
parte de los Picos. En ella habita un
buen ermitaño que no dudará en ofrecer
refugio a los viajeros, pero tampoco al
propio Juan Quinto y su discípulo, a los
que encontrarán los ronderos si llegan el
mismo día, manteniendo una animada
conversación con el ermitaño. Los
días siguientes Juan Quinto ya habrá
abandonado la cueva.
IV. Ermita de Santa
Lucía
Una ermita construida con el fin de
llevar más profundamente la palabra
de Dios a los ganaderos de las brañas y
habitada por un solitario párroco. Desde
la cueva se tarda muy poco en llegar a la
ermita, ni siquiera un día. Si los ronderos
llegan el mismo día que Juan Quinto, este
estará en la cueva próxima y es probable
que el párroco, don Ferrán, los dirija hacia
allí.
Si llegan un día más tarde que Juan
Quinto, este acabará de prender fuego a
la ermita como represalia ante los excesos
del párroco y estará huyendo por el
camino de la montaña, como él mismo
dijo a don Ferrán antes de sacarlo a rastras
para que no fuera pasto de las llamas. Los
ronderos tendrán que elegir entre ayudar
a apagar el gran fuego que ha tomado la
casa de Dios (cosa que les llevaría un día)
o continuar adelante.
Si llegan dos o más días después,
encontrarán los restos de la iglesia, pasto
de las llamas, y entre ellos al párroco,
que les pedirá ayuda para bajar por las
montañas y alcanzar Yerbosera. Ayudarlo
o no es potestad de los ronderos.
V. Cabaña de María
Una cabaña más entre las dos o tres
que conforman una pequeña aldea en una
pradera alta de los Picos. Si los ronderos
llegan el mismo día, se encontrarán
con que Juan Quinto, después de haber
recibido la hospitalidad de las mujeres
de la casa, ha escapado llevándose por la
fuerza a María, la hija mayor, a quien está
dispuesta a convertir en su mujer.
Si llegan un día después, los hombres
del lugar habrán vuelto de un pasto
cercano y estarán preparando una partida
para buscar a Juan Quinto. No tienen
precisamente intención de llevarlo a la
justicia, sino más bien de tomársela por
su mano. Sin embargo, solo llegarán hasta
Valgrande antes de darse por vencidos,
pues no se atreven a acercarse demasiado
a Madriguera.
Si los ronderos llegan dos o más días
después que Juan Quinto, la partida ya
habrá partido o incluso vuelto. Además,
ten en cuenta que se mostrarán mucho
más perspicaces y poco acogedores. Los
habitantes de los Picos no reconocen
del todo las autoridades del valle, y no
tendrían demasiado reparo en acabar con
unos ronderos que los insultaran.
VI. Valgrande
Otra aldea, esta vez al pie de los
Picos del Diablo. Si los ronderos pasan
por aquí el mismo día que Juan Quinto,
podrán perseguirlo, pues el bandolero
pasará de largo de la aldea lo más
rápido posible. Desgraciadamente, los
ronderos se toparán en el camino, medio
escondidos, a un hombre mayor forzando
a una jovencita. Si hacen algo al respecto,
no les costará averiguar que este hombre
es Hurtado, el alcalde de Valgrande. Si
se dejan liar en el embrollo que sin duda
seguirá a este descubrimiento sin duda
les hará perder al menos un día.
Si llegan al día siguiente, todo el
pueblo los instará a perseguir a Juan
Quinto por la violación de la joven
Carla, a la que supuestamente forzó
mientras pasaba por la aldea. Si los
ronderos hablan con la chica o la familia,
descubrirán que ella jura y perjura que no
fue Juan Quinto el agresor, sino el alcalde
de la aldea. El resto de los aldeanos están
convencidos de que es imposible que su
querido alcalde hiciera algo así y están
seguros de que la terrible desgracia que
acaeció a la pobre Carla confundió sus
sentidos.
Si llegan dos o más días más tarde,
lo harán el día que el padre (Miguel) y
el hermano ( José) de Carla intentarán
19
 cobrarse su venganza contra el alcalde
Hurtado. Si los ronderos no intervienen,
los enfadados familiares de Carla
conseguirán asesinar al alcalde. El padre
logrará darse a la fuga hacia Madriguera,
pero el hermano será capturado y colgado
en el lugar.
VII. Madriguera
No es tan importante lo que ocurre
en la propia Madriguera, sino en las
colinas próximas. Juan Quinto paró allí
a descansar y fue asesinado por María
usando la propia navaja del bandolero.
Si llegan el mismo día, encontrarán a
Lorente (que ya ha tomado el nombre de
Juan Quinto) enterrando el cadáver y a la
chica atada cerca de él.
Si llegan un día o más después,
encontrarán a María vagando de vuelta
a los Picos, cubierta de sangre y cansada.
Asegura haber matado al amigo de Juan
Quinto, pero que este se dio a la fuga
(ella cree que Lorente era el infame
bandolero). Sería posible seguir al
supuesto Juan Quinto hasta Madriguera,
donde se ha refugiado, pero en la ciudad
de los ladrones será prácticamente
imposible encontrarlo.
trata del Juan Quinto que robó a don
Tomás, claro está…
En cualquiera de los dos casos, el
bandolero (o bandoleros) apresado
usará de toda su astucia para lograr
liberarse de sus captores y dificultará en
la medida de sus posibilidades el trabajo
a los ronderos. Intentará engañarlos y
ganarse su confianza, emplear el cuchillo
que siempre lleva oculto en alguna parte
de su cuerpo, huir por las montañas,
esconderse hasta debajo de las piedras
o simplemente sobornarles con parte de
su botín... Es más, cabe la posibilidad de
que su compañero, ya se trate del nuevo
o el viejo Juan Quinto, vaya tras el grupo
con la intención de ayudar al preso.
Aprovechará la noche o el momento
en el que los ronderos se hallen más
vulnerables para actuar.
Ah, y no hay que olvidarse de
Sebastián Ortiz, que si Belasco fue
asesinado hará todo lo posible para
acelerar la ejecución de Juan Quinto,
incluso si este ya se encuentra bajo
custodia de los ronderos.

¿Y si atrapan a Juan
Quinto?
No parece sencillo, pero es una
situación que podría dar a darse. Después
de todo, es el objetivo de la aventura. ¿Qué
ocurre si los ronderos consiguen reducir
y apresar a Juan Quinto, ya sea el antiguo
o el nuevo? Entonces será necesario
llevarlo a poblado para que sea juzgado,
y sólo entonces los ronderos podrán dar
el trabajo por zanjado. Para ello tienen
dos opciones: volver a Tesleda o ir a la
populosa Yerbosera. Probablemente sea
más fácil alcanzar Yerbosera, pero hay
que tener en cuenta que la recompensa
adicional que les ofrece el preste de
Tesleda solo podrá ser cobrada si Juan
Quinto es llevado hasta allí. Y sólo si se
20
Gentes de
Ablaneda

Autor: José Carlos Domínguez

Corrector: Rodrigo García Carmona
Maquetador: Diego Menéndez Carrasco
Bordes de página: Christian Granero

Ilustradores: Artistas históricos

Editor: Rodrigo García Carmona
Publicado por: Other Selves

[XD6]
 Gentes de
Ablaneda
ozoso me veo de encontrarme ante la presencia de sus señorías, y les ruego me
presten su atención.
En este suplemento para Ablaneda el Juego de Rol les hablaremos de los personajes
que arrastran sus vidas por ese valle de lágrimas que es el condado de Ablaneda.
Para eso dividiremos la obra en dos partes. En primer lugar, como ordena el decoro, irán
las damas y señores del Condado, algunas de las personas que más poder tienen entre sus
manos. Describiremos cómo son, cómo piensan y cómo planean usar ese poder.
Proseguiremos hablando sobre los hombres de la Ronda, en un intento de comprender
las miserias que estas pobres gentes han pasado antes de servir al Condado. Representan
las formas más frecuentes de entrar en esa banda de rufianes que es la Ronda de Yerbosera.
2
 Damas y señores
Como ya anunciábamos, deberían ser inmediatamente obvios a los
describiremos a diez de los personajes ronderos, pero que pueden averiguarse
con mayor influencia sobre el Condado y si se dedica algo de esfuerzo a investigar
en cuyas acciones y deseos se haya la raíz sobre el personaje. Por último, en
(o al menos parte de ella) de los eventos pasado se describen cuestiones sobre
que ocurren en Ablaneda. Pues no solo la adolescencia, la infancia o el pasado
ansían y traman, sino que además tienen reciente del personaje, muchas veces son
los recursos necesarios para conseguir lo más íntimas y secretas o, en las menos
que desean. ocasiones, ampliamente conocidas.
Ahora bien, cada uno de los Por norma general, es información que
personajes tiene tres versiones. No era solo puede obtenerse interactuando
nuestro deseo presentar a los lectores directamente con el personaje o
con, por ejemplo, un único Conde de investigando muy a fondo.
Ablaneda, de modo que se ofrecen las Ten en cuenta que, en ocasiones, la
siguientes alternativas: uno de ellos es información que se da sobre los personajes
joven y recto, otro adulto y taimado, y el puede contradecir la que se da en la parte
último viejo y cobarde. Y así con todos de ambientación del manual básico. Es
los demás personajes, a fin de que cada a propósito, decide tú qué versión es te
director pueda elegir las versiones que gusta más, esa es la cierta.
más convengan a su propia Ablaneda,
dándole así un carácter propio y
particular. Don Sancho Ruiz,
Como es lógico, no tienes por qué
seguir los trasfondos a raja tabla y Conde de Ablaneda
puedes mezclarlos y modificarlos cuanto
se te antoje. Nada de lo que encuentres Ablaneda es gobernada desde el
aquí es realmente “canónico”. De la trono condal en Castro de la Reina y su
misma forma, una vez hayas escogido ocupante, el Conde, es la mayor autoridad
uno de los tres trasfondos, no hay razón del Condado desde que se cortaron las
para desechar los demás, pues siempre vías de comunicación con el Viejo Reino.
pueden aplicarse a otros personajes que
ocupen rangos inferiores u otros cargos
o títulos.
Cada una de las tres versiones tiene,
así mismo, tres partes bien diferenciadas.
En el trasfondo se describe aquello que
es obvio o ampliamente conocido sobre
el personaje. Es la parte más parecida a
un trasfondo como el de los ronderos,
ya que suele describir su presente, su
físico, su carácter y su motivación. Así
que puedes recurrir a este apartado si
necesitas extraer rasgos para el personaje.
La siguiente parte: recursos, rumores,
secretos y peculiaridades, describe
precisamente eso. Son aspectos que no
3

Conde de Ablaneda I
Trasfondo: el Conde es un hombre
joven y atlético, de poderosos brazos y
acostumbrado al ejercicio de la caza y las
armas.
En cuanto a su carácter, aunque es
sin duda jovial se le nota atormentado.
Es desconfiado por naturaleza y tiende
a escoger bien sus amigos, pues no es
demasiado sagaz y le cuesta distinguir la
poca verdad que encierran las sutilezas
de la corte. Intenta contrarrestar esta
faceta suya con una honestidad a prueba
de bomba y una cabezonería encomiable,
pero por ahora no le está dando buen
resultado.
Ha llegado al puesto hace
relativamente poco y algo más joven de
lo que sería oportuno, pues su padre,
el anterior Conde, murió en extrañas
circunstancias, y muchos achacan dicha
muerte a brujas o el Demonio.
Don Sancho sospecha de
perpetradores algo más mundanos, y
piensa que quienes están detrás del
supuesto asesinato son los nobles más
descontentos con su padre. Siguiendo
esta intuición, está organizando una gran
fiesta por el aniversario de su llegada
al trono condal, la mayor que jamás se
ha visto en Ablaneda, con la esperanza
de que reunir a todos los notables del
Condado en un mismo sitio sirva para
que el asesino se descubra. El problema
es que todo el mundo conoce estas,
supuestamente secretas, intenciones.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: no muchos saben que la
espada condal, cuya hoja ha sido heredada
de padres a hijos durante generaciones,
posee un antiguo encantamiento. En
manos de alguien de corazón justo,
solloza ruidosamente en presencia de
almas sucias. Y pecaminosas. Es por esto
que el conde no la blande nunca, pues
nunca callaría en Castro de la Reina.
Se dice que, a causa de un voto
que hizo a la Virgen María (muchos
insinúan que relacionado con la pronta
recuperación de una casta doncella), el
4
Conde debe mortificarse cada mañana al
alba durante un año. Los rumores dicen
algo de una daga y agua bendita. En
cualquier caso nadie puede asegurarlo
con certeza y el propio Conde lo
desmiente. Pero de ser cierto, la ira divina
podría caer sobre todo el condado si su
gobernante faltara a su voto. Menos mal
que, entre sus más allegados compañeros,
no falta quien está dispuesto a ejecutar
estas mortificaciones algún que otro día
en lugar de su Conde...
Pasado: su padre era bastante
aficionado a las ejecuciones, por lo que
no había escasez de sentencias de muerte.
Pero al actual Conde le horrorizan los
ahorcamientos, ya que su padre siempre
le obligaba a asistir a ellos e intentaba
enseñarle que el pueblo debía temerle.
Don Sancho está bastante seguro de que
puede resolver los problemas con justicia
sin cobrarse vidas.
Un duende le dio de niño al Conde
el don de ser capaz de tocar cualquier
instrumento musical con cierta
habilidad, aunque rara vez lo hace. Hay
quien lo acusa de ser en realidad hijo de
un duende, pero pocos hacen caso a estas
habladurías.
Conde de Ablaneda II
Trasfondo: El conde es un hombre
de mediana edad, de aspecto apocado y
enfermizo.
Es muy nervioso y propenso a
ataques repentinos de ira y caprichos
pasajeros, de modo que cuando se le
mete algo en la cabeza es muy difícil
sacárselo, y siempre sabe cómo presionar
a los demás de forma que accedan.
Habitualmente recurre al soborno o al
chantaje. Este carácter le viene en buena
medida de que fue el ojito derecho de su
madre durante toda su vida.
Llegó a Conde de la forma habitual,
cuando su padre murió en el lecho
dejándolo a él como único sucesor. Eso
sí, después de que sus cuatro hermanos
mayores murieran. Todo el mundo
soporta a Don Sancho lo mejor que
puede, pues realmente no cae bien a
nadie, pero muchos de sus consejeros
piensan que pueden sacar provecho de él.
Uno de sus últimos caprichos es un
colmillo de sierpe de dos cabezas, pues
está convencido de que sus dos o tres
vasos de oricuerno no son suficientes
para protegerlo de la enfermedad y la
ponzoña. “Combatir el veneno con el
veneno”, dice. Es difícil conseguir tal
cosa, pero ofrece una recompensa tan
generosa que hay un montón de idiotas
arriesgando su pellejo y enfadando a las
criaturas. Habrá que buscar la forma de
satisfacerlo rápidamente, o por lo menos
resistir hasta que se le pase esta idea y le
dé por otra cosa.
Recursos, rumores, secretos
y peculiaridades: siempre se hace
acompañar de tres perros de caza, a los
que parece querer más que a cualquier
persona, incluso su mujer o sus hijos. Les
da de comer tan bien como a él mismo,
duerme con ellos y son los únicos con los
que no se enfada exageradamente. Estas
bestias darían la vida por su amo.
De joven, cuando aún era vizconde,
le fue profetizado por un astrólogo que
sufriría una muerte horrible. Su padre
hizo encarcelar al sabio inmediatamente,
pero el joven Conde lleva años
preocupado. Hace llamar a adivinos de
todas partes para que le den más detalles,
aunque ninguno lo logra, así que los
manda encarcelar o incluso ejecutar si
le caen mal. Ahora los adivinos trabajan
de modo clandestino, intentando dar
esquinazo a Don Sancho. Si alguien
encontrase una forma de contemplar de
verdad su futuro...
Pasado: de joven avistó a dos janas
bañándose en una laguna por un breve
instante, antes de que su maestro de armas
lo sacara de ahí y evitase que muriese
ahogado. El Conde sigue perdidamente
enamorado de ambas y está seguro de que
es correspondido. No se lo dice a nadie
porque encuentra bastante placer en la
idea de un amor prohibido y secreto.
De niño casi muere de unas fiebres.
Está bastante seguro de que los plebeyos
tienen la culpa porque son sucios y
pestilentes. Sólo son un mal necesario.
Conde de Ablaneda III
Trasfondo: el Conde es ya un
hombre mayor, pero mantiene una buena
forma física a pesar de su edad y podría
dar problemas a algún joven débil o
despistado.
No obstante, su espíritu está cansado
por los años que lleva en el gobierno.
Tiene un pesimismo tan interiorizado
que lo ha convertido en una forma de
vida, de modo que está seguro de que
nada puede ir peor. Esta perspectiva
vital en ocasiones muta en una forma
retorcida de optimismo, cuando consigue
evitar pensar en todas las maneras en las
que algo podría ir peor. Muchas veces es
esfuerza todo lo posible en no hacer nada,
distrayéndose con alguna de sus aficiones,
como el ajedrez o la mineralogía.
Está deseoso de dejar al fin el cargo
de Conde y cree que su hijo menor es
el más adecuado para el puesto. Sin
embargo, teme que esta perspectiva
no siente bien a sus dos hijos mayores.
Por eso, y siguiendo el aviso de uno de
sus consejeros, ha decidido engañarlos,
enviando a cada uno de los dos hijos
mayores a una larga misión en el otro
extremo del Condado, para que el menor
tenga tiempo de hacerse fuerte en el cargo.
Lo que el Conde no sabe es que los tres
hijos pagaron al consejero, cada uno por
separado, para que le sugiriera esta idea,
pues forma parte de los planes de todos
ellos para hacerse con el poder.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: siempre ha sido un
excelente cazador. Aún hoy se le da bien
encontrar, matar, despellejar y destripar
cosas, aunque está un poco oxidado.
De hecho, le gustaría intentarlo con
personas, pero no consigue sobreponerse
a la reluctancia que le producen todas las
molestias que debería tomarse
Las malas lenguas dicen que perdió el
verdadero sello condal y que el que lleva
en su dedo es una imitación. Bien pudiera
ser que alguien intentase hacer magia
negra con él si fuera cierto... Ablaneda
podría estar más que condenada si
5
 alguien maldijera uno de los objetos que
la representan.
Pasado: de joven dejó estéril por
accidente al primogénito de una familia
noble en un duelo por una rivalidad
amorosa. Dicha familia ha acumulado
mucho rencor hacia el Conde y llevan
años esperando darle rienda suelta.
Nació con una marca especial en
el pecho, que hizo creer a muchos que
estaba endemoniado. Nunca ha dado
muestra alguna de ello y él mismo no
se lo cree, pero aun así no se la enseña a
nadie e intenta hacer lo que puede para no
despertar por accidente a cualquier diablo
que pudiera llevar dentro.
Don Lisardo de
Pradoalto, Obispo de
Castro de la Reina
El Obispo es la principal autoridad
espiritual del Condado y dirige las almas
descarriadas desde su sede diocesal en
Castro de la Reina, donde se encuentra la
única catedral de Ablaneda.
Obispo de Castro de la
Reina I
Trasfondo: el Obispo es un hombre
mayor, con las rodillas peladas de rezar,
los pies llenos de callos de cuando aún
era cura de pueblo, y una prominente y
envidiable barba.
6
Está seguro de que cada oveja es la
más importante del rebaño del Señor y
hará lo que sea para que todo el mundo
viva en paz y por mediar en los conflictos
del Condado. No pocos lo acusan de
meterse donde no lo llaman.
Lleva el cargo de forma bastante
curiosa, pues insiste en cantar las misas
en lugar de dejar dicha tarea al Arcipreste,
dar en persona los Evangelios cuando
el tiempo se lo permite, sea a quien
sea, y acudir él mismo a los lugares del
Condado donde cree que su presencia es
más necesaria.
No deja de llamar a la búsqueda
de reliquias y el registro de milagros,
ofreciendo recompensas terrenales y
espirituales a todo aquel que lleve un
objeto sagrado o una narración de valor
ante él. A menudo insiste al Capitán de
la Ronda para que también participe de
esta tarea, lo cual puede desembocar en
que los ronderos sean enviados a algún
lugar perdido o remoto. Las recompensas
han aumentado el mercado de reliquias y
milagros falsos, y muchos embaucadores
se están haciendo de oro con facilidad.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: se dice que el báculo
episcopal es capaz de mantener a raya a
cualquier demonio, paralizándolo por
completo ante su presencia. Esto apenas
ha podido ser confirmado, dado que rara
vez algún Obispo se ha acercado tanto a
una criatura infernal en estos tiempos que
corren, y menos todavía llevando consigo
algo tan valioso. Otros dicen que jamás
se han comprobado tales efectos, pues el
portador debe haber cumplido por entero
votos de castidad y pobreza.
Algunos murmuran que, en la soledad
de sus aposentos, Don Lisardo esculpe
sin cesar y sin motivo aparente a distintas
personas de Ablaneda. Otros aseguran
que en realidad talla piezas de ajedrez.
Unos pocos, que juega al ajedrez con
un ángel por dinero o por años de vida.
Es todo bastante confuso porque… ¿de
dónde pueden surgir todos estos rumores?
Pasado: pesa en la conciencia del
Obispo que una colonia de leprosos fuese
diezmada en el pueblo del que era párroco,
cuando aún era joven. Está bastante
seguro de que sus fantasmas tienen el
lugar embrujado, pero no ha conseguido
que se haga nada al respecto.
Su aldea natal fue casi arrasada por
un conflicto con el entonces Barón de
Vargas (padre o abuelo del actual). En
aquella desgracia perdió a casi la mitad de
su familia y aún guarda cierto resquemor
al respecto, además de ser la principal
causa de que desprecie la guerra y el
enfrentamiento.
Obispo de Castro de la
Reina II
Trasfondo: el Obispo es joven y
apuesto y, de hecho, aún no ha tomado ni
siquiera los votos sacerdotales. Mientras
su antecesor aún está siendo momificado,
llorado y en proceso de ser santificado, él
está en Yerbosera, visitando todas y cada
una de las tabernas, ventas, prostíbulos
y casas de juego de la ciudad antes de
que su rico padre lo obligue a ocupar el
puesto que ha escogido para él. Acabará
acudiendo a Castro de la Reina para tal
menester más tarde o más temprano,
que tampoco es como si nadie vaya a ir a
buscarlo antes. El Señor quiera que no le
ocurra ninguna desgracia mientras tanto...
Es un hombre terriblemente
impaciente; interrumpe a sus
interlocutores todo el rato y apenas es
capaz de mantener la mente alejada del
próximo placer mundano.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: su mejor compañero de
parrandas es un conocido goliardo, de
vida tan disoluta como él. Dicen que tañe
el laúd con tal maestría que cualquiera se
uniría a una fiesta donde sonase. Otros
comentan que lo que realmente hace a las
fiestas dignas de recordar es la cantidad de
oro que malgasta el Obispo.
No sabe leer, pero le gusta fingir que
sí. Por ello porta siempre consigo un
pequeño libro de oraciones. Nadie parece
haberse dado cuenta hasta ahora de que lo
sujeta al revés.
Se dice que es terriblemente
enamoradizo y que, cuando una moza se
le mete entre ceja y ceja, no hay forma de
pararlo hasta que consigue algo de ella o
el asunto termina bastante mal. Aunque
papá intente encubrirlo...
Pasado: los médicos de la familia de
Don Lisardo están convencidos de que, en
cierto momento de su pasado, un espíritu
del fuego se introdujo en su cuerpo y eso
es lo que incita sus humores. A saber si
es cierto, pues las sangrías desde luego
no han solucionado nada y son una de
las principales razones de que el Obispo
no tenga prisa por volver cerca de sus
sanadores.
De niño, mientras jugaba en un
camino, se encontró con un caballero que
le habló de las gestas que estaba dispuesto
a hacer en nombre de Dios. Días después
descubrió en el mausoleo de su familia
el rostro de ese mismo caballero, su
antepasado, muerto hacía décadas. Desde
entonces sueña con hacer algo parecido,
pero sus padres tenían otros planes para
él. Desgraciadamente, el Obispo bebe
demasiado como para verdaderamente
poner en práctica sus aspiraciones.
Obispo de Castro de la
Reina III
Trasfondo: el Obispo de Ablaneda
es un hombre de mediana edad, gran
barriga y movimientos pausados. Nunca
se ha esforzado de verdad y su carácter
va a la par: es sosegado y dado a la lenta
meditación de cualquier asunto.
Pero el asunto sobre lo que más le
gusta meditar es el arte y los artistas, estos
últimos cuanto más jóvenes y bellos mejor.
Cree que la belleza es la mejor forma de
halagar a Dios y para ello está llevando a
cabo la mayor restauración de la Catedral
que jamás hayan visto los tiempos. Pero
esta tarea, como cabría imaginar, no
está exenta de problemas, tanto de la
construcción en sí, como en la obtención de
materiales, obreros y artesanos. También
resulta polémica la gran ceremonia que
el Obispo tiene planeada para cuando la
edificación esté terminada.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: entre las muchas obras
7
 de arte que Don Lisardo colecciona se
encuentra una bastante especial: dos
leones de bronce de buen tamaño que
siempre lleva consigo y pone frente a su
puerta, guardando el lugar en que duerme.
No le protege ningún otro centinela. Estos
leones no parecen tener nada de especial,
pero el obispo asegura que han sido
bendecidos por San Marcos Evangelista y
son superiores a cualquier otro protector.
Los rumores dicen que, lejos de
seguir la prohibición sagrada de no
tratar con cadáveres, el Obispo gusta
de abrirlos en canal para mirar sus
entrañas, acompañado de alguno de
los más excéntricos de sus protegidos.
¿Se trata de simple interés científico
o está desarrollando inclinaciones
necrománticas? No, no pensemos en
eso, probablemente es todo palabrería de
ignorantes y envidiosos.
Pasado: los rumores también
cuentan que ya tenía estas inclinaciones
de más joven y que tomó fama de visitar
cementerios. También añaden que las
influencias de su familia fueron las que
permitieron que otro pobre desgraciado
fuera culpado y condenado a la pira en
su lugar, acusado de actos contra natura.
No hay forma de demostrar si esto es
cierto, pero sí es verdad que el Obispo se
encierra todos los años el mismo día en su
cuarto, protegido por sus leones, y exige
que nadie le moleste oigan lo que oigan.
De niño bebió un fuerte licor,
cayó inconsciente durante tres días y
finalmente despertó. Nadie le creía
cuando aseguraba que las hadas lo habían
raptado, llevado a una ciudad extraña en
el este, y obligado a bailar y hacer juegos
malabares hasta que logró escapar.
Melqhior
Melqhior es el azote de Ablaneda,
un mago oscuro y demonólogo que
habita una altísima fortaleza en los Picos
del Diablo. Desde allí pone en marcha
periódicamente sus maléficos planes, cuyo
fin es sumir Ablaneda en las sombras de
una vez por todas.
8
Melqhior I
Trasfondo: Melqhior el Negro,
usurpador de la Atalaya, es un hombre
decrépito y jorobado, de ropas tan sucias
como su pelo y su barba, y cubierto de las
marcas más horrendas que el Demonio
ha dejado en cualquier piel mortal.
Su físico deja mucho que desear,
pero su inteligencia es de las más
agudas y, desde luego, la más abyecta
del Condado, ya que lo podrido de su
cerebro no parece haber afectado a su
funcionamiento. O al menos no lo ha
dejado peor que antes, pues odia a los
seres humanos por naturaleza y disfruta
de su dolor y sufrimiento.
Probablemente ande tramando
otra de sus horribles invocaciones o
encantamientos, con los que pretende
sumergir a todo el Condado en tinieblas,
para que sea más fácilmente recuperado
por Satanás.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: los vigías de Torres
dicen ver salir vapores negros de las
chimeneas de la Atalaya. También que
desde el valle se puede oír el nombre de
un poderoso demonio de la pestilencia,
de modo que habrá que mandar a
alguien para que se asegure de que este
infame asunto no llega demasiado lejos.
Probablemente todo podría arreglarse si
alguien hiciera caer el gran incensario de
acero, de donde brota la mayor parte del
gas putrefacto...
Una colonia de diablillos anida bajo
la piel de Melqhior. Tienen pequeñas alas
de murciélago y desean sangre humana.
Su anfitrión lo sabe y debe cantarles
cada noche antes de dormir para evitar
que lo devoren. De cualquier herida que
se le haga saldrá una multitud de estos
diablillos buscando alimento.
Pasado: su último plan, que
consistía en intentar secuestrar niños
usando una nube falsa colgada con hilos
a un demonio volador, fue un completo
fracaso. Y no solo eso, sino que también
perdió uno de sus talismanes más
valiosos, y ha mandado a muchos de sus
secuaces menores a buscarlo. Lástima
que solo puedan buscar de noche y ahora
no tengan ni idea de dónde puede estar
el objeto.
Melqhior guarda un enorme rencor
al Condado dado que, hace décadas,
antes de convertirse en lo que es ahora,
fue azotado por orinar en la pila
bautismal de una iglesia. Considera
que la culpa fue por completo de las
autoridades del Condado, pero las
únicas explicaciones que da son insultos
bastante escatológicos. Se considera un
héroe por oponerse a la autoridad.
Melqhior II
Trasfondo: a pesar de ser más viejo
que cualquier otro humano del que se
tenga noticia, el señor de la Atalaya se
conserva bastante bien. Aún es capaz de
correr y pelear si la situación lo requiere,
sus túnicas negras están limpias y
mantiene su cuerpo aseado. Solo el
horrible pentáculo de su frente revela
lo horrible de su naturaleza, pero puede
ocultarlo a voluntad cuando es necesario.
Desea la destrucción de todo el
Condado, en venganza por disputas
pasadas, pero si obviamos este pequeño
detalle Melqhior es una persona bastante
razonable, que trata con hospitalidad
y educación a sus prisioneros (es decir,
a cualquier humano que se ponga al
alcance de su magia). A menudo se
puede negociar con él.
Lleva un tiempo tranquilo,
investigando concienzudamente la
fórmula de un horrible veneno con el que
emponzoñar las aguas del Naveo. Es un
plan clásico, como a él le gustan, y seguro
que esta vez da buen resultado.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: una de sus posesiones
más preciadas son unos guantes que
él mismo se fabricó con cuero negro
de ojanco y que le otorgan una fuerza
sobrehumana, que a menudo usa contra
los ronderos y los hombres del Conde.
Lamentablemente, tanta fuerza hace que
sea aparatoso llevarlos puestos todo el
tiempo, por lo que es relativamente fácil
pillarlo sin ellos.
A esto no ayuda que una de las
secuelas de toda la magia negra que ha
practicado a lo largo de su vida sea que
se le olviden muy fácilmente detalles
nimios, pero importantes, como uno
de los ingredientes de un antídoto a un
veneno mortal. Además, últimamente
tiene episodios de narcolepsia cada vez
más frecuentes y acusados.
Pasado: a pesar de que la leyenda dice
que un antiguo Conde echó a Melqhior
de su presencia nada más comprender lo
malvado que era, él asegura que el asunto
fue mucho más complejo, pues fue
consejero de dicho Conde por muchos
años, pero lo perdieron las envidias de
los otros miembros del consejo. En uno
de los muchos intentos de asesinato
experimentados por Melqhior su propia
esposa, a la que amaba con locura, fue
muerta. El Conde jamás castigó a los
culpables alegando falta de pruebas,
pero en realidad ya lo habían puesto en
su contra, así que buscó al más poderoso
aliado que pudiera encontrar para
vengarse del Conde, de su descendencia y
de todo el Condado. Después de explicar
esta historia Melqhior suele ofrecer algo
de comer.
Melqhior no es en realidad
del Condado, de modo que es la
única persona (que se sepa) que ha
llegado desde el exterior a Ablaneda,
9
 probablemente como resultado de
un accidente mágico. O eso dicen las
leyendas. Él no lo afirma, pero tampoco
lo desmiente.
Melqhior III
Trasfondo: Melqhior, el señor y preso
de la Atalaya, conserva la apariencia de un
bello joven enmascarado de apenas veinte
años. Es terriblemente asustadizo y huye
de cualquier persona que vea. La propia
Atalaya le da miedo, de modo que pasa
la mayor parte del tiempo acurrucado en
una esquina y rogando por una muerte
pronta, que nunca llega.
Hace tiempo hizo un pacto con el
Maligno, por lo que este le induce poco
a poco órdenes en su mente mediante
sueños y visiones. Melqhior se ve obligado
a acatarlas cada trece días, trayendo solo
sufrimiento al Condado.
Prácticamente nadie sabe esto y creen,
no sin razón, que simplemente está loco.
Además, no puede abandonar la Atalaya,
pues el Diablo ha infundido en él un
miedo aún mayor al exterior, de modo que
está condenado a seguir habitando para
siempre en compañía de los demonios
que él mismo invoca.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: es imposible quitarle la
máscara a Melqhior por medios naturales.
Está hecha de un cristal opaco y negro,
y cubierta de símbolos inquietantes.
Sus ojos son dos rubíes transparentes.
Cualquiera que mire demasiado en ellos
(y cuando Melqhior se ve controlado por
el Maligno, intentará activamente que
alguien lo haga), se convierte en el animal
de granja que represente su mayor pecado.
Lo que suele ocurrir justo después es que
la pobre víctima es despedazada por los
hambrientos demonios.
Cuando no está terriblemente
asustado, Melqhior intenta relajarse
pintando en las paredes con lo que puede
encontrar: piedras, carbón, charcos
de sangre... Si se tienen en cuenta las
circunstancias, las pinturas no están
mal, pero representan cosas horrendas
que ningún mortal debería ver jamás. Si
10
tuviera materiales adecuados podría crear
una representación exacta del Infierno,
y cualquiera que mirara tal obra se
convertiría en un devoto cristiano. Por la
cuenta que le trae.
Pasado: entre sus palabras asustadas
puede entresacarse que algún tipo de
criatura lo capturó de joven para que
limpiara huesos humanos de su guarida.
Así vivió hasta que el Demonio se le
apareció y le hizo una oferta que no
podría rechazar. Recibió la máscara, se la
puso, se abrió la tierra frente a él y, cuando
salió por el otro lado, estaba en Ablaneda.
Intentó pedir ayuda, pero nadie le hizo
caso.
Antes de aquel instante su pasado
es poco más que un borrón. Recuerda
agua, ladrones, cosas brillantes, caminos y
alguien prometiéndole que volvería a por
él algún día.
Padre Julián, Abad de
Santo Tomás
El Abad de Santo Tomás es el
superior del monasterio dedicado a tal
santo. Es elegido para este cargo por todos
los hermanos y tiene la obligación de
administrar espiritual y temporalmente
la comunidad. Esto no es cosa fácil en
un lugar donde las sierpes atacan a los
aldeanos que luchan por poder pagar sus
diezmos y monstruos horribles surgen de
las montañas.

Abad de Santo Tomás I
Trasfondo: el Abad de Santo Tomás
es un hombre enjuto, pero recio y con una
mirada amedrentadora. Sin embargo, sus
manos son débiles y apenas puede realizar
trabajos pesados con ellas. Su carácter es
bilioso y explosivo: cualquier cosa puede
hacerle montar en cólera y reaccionar
violentamente.
Llegó al cargo haciendo una agresiva
campaña para ser elegido entre sus pares,
y no pocos le guardan rencor o le temen
en distinta medida, tanto por la susodicha
campaña como por su férrea manera de
dirigir el abadengo.
Considera que el paganismo, la herejía,
el satanismo y los hijos del Demonio que
pululan por el Condado son la peor de las
plagas mundanas, y está acrecentando y
entrenando a las fuerzas del monasterio
de Santo Tomás para ocuparse él mismo
de librar al mundo de esas malas hierbas.
Todos menos los más fanáticos intentan
disuadirlo, pues lo consideran una locura.
Esta disuasión puede llegar a tomar
formas más expeditivas...
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: pese a todo, parece
que alguno de los santos guerreros está
complacido con su empresa y le ha
entregado al Padre Julián un hábito tejido
por ángeles que lo protegerá de todo
daño. Siempre que el Abad cumpla una
penitencia diaria y no ceje en su bélico
empeño, eso sí.
La gente cree que es vegetariano por
un exceso de ascetismo, pero en realidad
profesa un miedo irracional a la sangre,
que intenta mantener en secreto por
cualquier medio.
Pasado: de joven le gustaba
acompañar a un amigo de la infancia
de cacería, pero solía apartarse en el
momento crucial para no tener que ver
la sangre, que por aquel entonces ya le
aterraba. Esto le salvó la vida cuando el
resto de la batida en la que se encontraba
fue exterminada por un grupo de jabalíes
hechizados por un duende tramposo.
Entró en el monasterio debido a lo
mucho que le afectó tal desgracia, pero en
cuanto recuperó el juicio, gracias a la vida
ascética, juró venganza.
Cuando su padre se enteró de que
lo habían pillado robando fruta en un
mercado de niño, lo obligó a llevar pesados
grilletes de hierro sin cadena durante un
mes, lo que le provocó la malformación de
los brazos que desde entonces sufre.
Abad de Santo Tomás II
Trasfondo: el Abad de Santo Tomás
es un hombre de buenas intenciones, pero
débil de cuerpo y alma, que solo llegó
al poder gracias a la influencia de algún
potentado de Ablaneda, como el Conde
o el Obispo, que ahora lo manipula a su
gusto.
A pesar de eso el Padre Julián apenas
es consciente de su situación y ha hecho
de la caridad su causa, por lo que ordena
que manden alimentos y bienes a los
más necesitados del Condado, como los
que sufren de catástrofes o hambrunas.
Nadie más que el Abad y las víctimas a
las que ayuda ven esto con buenos ojos.
Es precisamente a los ronderos a quienes
menos gracia hace toda esta generosidad,
pues son los encargados de proteger los
cargamentos hasta que lleguen a quienes
más lo necesitan.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: cree ser sabio y le
gusta dar consejos, pero normalmente
se equivoca bastante. El Abad también
sospecha que los cuervos lo odian y huye
de ellos cada vez que los ve.
Pasado: el día antes de su boda, a la
que él se oponía, la prometida de Julián se
transformó misteriosamente en un zorro
blanco, mató varias gallinas y huyó al
bosque. Aquel evento propició que todo
el mundo pensara que estaba maldito y no
iba a poder casarse jamás, por lo que sus
padres le permitieron seguir su vocación
clerical.
El Abad no lo sabe, pero el crucifijo
que no se quita nunca y que le dio su
madre de niño es en realidad el regalo de
un duende maléfico disfrazado, que ahora
11
 está disfrutando sobremanera. El crucifijo carácter. De ser un hechicero el Abad
es un talismán que imbuye a su portador tendría horribles marcas en su cuerpo...
de una bondad imposible de contener. Si Pasado: de joven estuvo embrujado
alguien le intentara arrebatar el crucifijo, por una guaja durante cuatro años. Su
el Abad se resistiría con todas sus fuerzas. poderoso físico impidió que muriera
En el hipotético caso de que consiguieran antes de que consiguieran expulsar al
quitarle su talismán, el efecto rebote haría horrible ser, pero apenas durmió nada
del Padre Julián un monstruo psicópata y durante aquel tiempo.
despiadado. Así mismo, de niño fue acusado
en falso de intentar envenenar a un
poderoso noble para el que trabajaba
Abad de Santo Tomás III como copero, por lo que tuvo que huir
y buscar una nueva vida. ¿Quizá como
Trasfondo: el Abad de Santo Tomás aprendiz de hechicero?
es un hombre grande y fuerte, de aspecto
fiero. Pero a pesar de que puede romper
melones con sus manos desnudas tiene Munio Luna, Alcalde
un corazón humilde y cree que el trabajo
y la oración son lo único que merece de Yerbosera
la pena en este mundo. Sacrificio sin
descanso hasta alcanzar la vida eterna. El Alcalde de Yerbosera es un
Considera que nada de lo que haya maestro gremial u otro hombre principal
fuera de las puertas del convento es de escogido por el concejo de la ciudad
la incumbencia de los monjes, de modo (formado a su vez por maestros gremiales
que ha cerrado las puertas a cal y canto y hombres principales) para gobernarla
y responde con un “uso justificado de y administrarla, asegurándose de que el
la fuerza” a todo aquel que se acerca hierro y el oro siguen fluyendo.
demasiado sin su permiso. Poca gente,
aparte de los campesinos que van a
pagar sus diezmos o el padre que pasa
cada semana a confesarlos, recibe este
permiso.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: se dice que nadie conoce
mejor que él los túneles y criptas que
recorren las entrañas del monasterio, ya
que trabajó en ellos durante años. Esto
hace difícil entrar o salir por ellos, ya
que sabe dónde poner guardias, incluso
aunque muchos conecten con el mundo
subterráneo que hay bajo los Montes
Quebrados.
Se dice que en otro tiempo el Padre
Julián fue un hechicero que sufrió un
terrible accidente, y que por ello decidió
abandonar la magia y recluirse para
siempre. Esa sería una buena razón de
por qué no quiere tener contacto con Alcalde de Yerbosera I
el exterior, pero lo más probable es
que esta historia no sea cierta, y sean Trasfondo: el Alcalde es un hombre
solo habladurías fruto de su excéntrico muy viejo, muy gordo y muy rico. Lleva
décadas en el puesto no solo por lo
12
insondable de su bolsa, sino también
porque es una persona astuta que sabe
que el dinero no siempre te gana la
colaboración de la gente, pero sí que te
permite comprar cosas que las personas
quieren tener muy cerca... o muy lejos.
Con todo, tiene mucho cuidado de no
destacar por su ingenio, para que todos
piensen que es un pobre imbécil medio
senil. Por ejemplo, come ruidosamente
y con mala educación delante de
desconocidos.
En estos momentos está embarcado
en una campaña de desprestigio de otros
maestros gremiales, en previsión de las
próximas elecciones del concejo. Se dice
que no ha tenido reparos en pedir ayuda
a un misterioso encapuchado, al que
quiere hacer venir a la ciudad a cualquier
precio.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: a pesar de la prohibición
de usar magia en Yerbosera, los más
poderosos pueden permitirse alguna
que otra ayuda modesta, como la del
piromante que Munio tiene contratado
para sus propósitos. Usando velas,
hogueras o cenizas es capaz de ver en el
espacio y el tiempo y, en particular, de
predecir el carácter de las personas y sus
deseos. El Alcalde lo encuentra de suma
utilidad.
Le encantan las historias, chismes,
rumores, narraciones de viajes, cuentos o
chascarrillos. Está dispuesto a pagar por
cualquier información que le interese o
le llame la atención. A veces con oro. A
veces con más información.
Pasado: hace no mucho se produjo
un desgraciado incidente relacionado con
los barrios bajos de Yerbosera que implicó
a la luz de la luna y a una chica joven con
ganas de medrar mediante su belleza. La
familia de la muchacha no deja de culpar
al Alcalde, que no ha encontrado la forma
de silenciarlos discretamente.
De pequeño fue acusado de mendigar
en presencia de un noble, por lo que fue
azotado y exhibido públicamente. Esto
hizo que el maestro de un gremio se
apiadara de él y lo tomara como aprendiz.
Los latigazos aún le escuecen con rencor.
Alcalde de Yerbosera II
Trasfondo: el Alcalde de Yerbosera es
un hombre alto y enjuto como una caña,
que siempre viste de forma modesta. Su
rostro es rígido y frío, igual que su carácter.
Es el tipo de persona que jamás haría
un movimiento de no ser imprescindible,
y siempre después de ponderarlo
sopesadamente. Ve a todo el mundo como
piezas del ajedrez más complicado del
mundo. De hecho, el ajedrez parece ser lo
único que le gusta a Munio.
Preocupado por los problemas que
acarrea la magia, el Alcalde planea llevar
a cabo una operación para asegurarse de
que la prohibición de practicarla en los
muros de la ciudad se cumple a rajatabla,
por lo que va a echar mano de todas las
fuerzas a su disposición.
De todas formas, Munio es un
hombre que comprende bien el dicho
de “si no puedes vencerlos, únete a ellos”,
por lo que está intentando alcanzar un
acuerdo con los cabecillas de Madriguera
para garantizar que todos salgan ganando.
Sobra decir que todo esto se mantiene en
secreto por el momento.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: el Alcalde es uno de los
pioneros en el uso de cuervos mensajeros.
Empezó a adiestrarlos al darse cuenta
de que son capaces de hacer con mayor
eficacia el mismo trabajo que las palomas,
de modo que posee el sistema de
mensajería más eficiente del Condado.
Otros han empezado a imitarlo, aunque a
muchos les parece que utilizar aves negras
es de mal agüero y siguen usando palomas.
Hay quien dice que alguien con los ojos
de Munio no puede ser del todo humano,
y que quizá practica la brujería o es fruto
de ella. En voz más baja se dice que podría
haber vuelto de la misma tumba.
Probablemente tiene algo que ver,
aunque sea poco, en todo lo que les ha
pasado a los ronderos de tu grupo de
jugadores hasta ahora.
Pasado: una bruja está enamorada
del Alcalde y no deja de cambiar de
forma para lograr su afecto, sin éxito de
13
 momento. Su último intento es el que Pasado: de joven su aldea natal fue
mejor ha funcionado, con diferencia: un arrasada por ojancos, que en vez de
gato atigrado. Munio es consciente de devorarlo en el acto lo usaron durante
lo que ocurre desde el principio, pero días para cargar rocas pesadas, lo cual
prefiere mantener a la bruja cerca, y por parecía divertirles. Afortunadamente,
eso la ha adoptado como mascota. Munio logró escapar con vida.
Se cuenta que de joven fue acusado Unos ladrones lo adoptaron,
en falso de intentar violar a la hija de un e intentaron usarlo para robar de
noble y castrado como castigo, aunque una iglesia consagrada a la Virgen.
quizá no deba darse crédito a este rumor. Estos criminales fueron atrapados y
condenados, pues un ángel se le apareció
al chico para castigarlo en nombre de
Alcalde de Yerbosera III María, de modo que no pudiera decir
más que la verdad. Nadie más sabe esto
Trasfondo: el Alcalde de Yerbosera porque nunca se lo han preguntado, y
se molesta en ocupar el puesto solo la penitencia no considera que omitir
porque los demás insisten en votarlo. Es la verdad sea lo mismo que mentir, de
un hombre fuerte, con poderosos brazos modo que el Alcalde procura hablar lo
de herrero, pero cubierto de horribles menos posible.
quemaduras. No es dado a las sutilezas,
pero su mentalidad práctica y centrada
propicia que sus empresas terminen Madre Olaya, Abadesa
como es debido.
Pero no se puede decir que sea de Santa Cecilia
el mejor gobernante para Yerbosera,
sobre todo ahora que se ausenta con La Abadesa de Santa Cecilia es la
frecuencia, alegando que está forjando superiora del convento de Castro de la
algo secreto por inspiración divina. Reina. Dios la ayude cuanto pueda en su
Recursos, rumores, secretos y propósito de mantener la virtud dentro y
peculiaridades: como todos los herreros el pecado fuera.
que aman su trabajo, el Alcalde es
totalmente inmune a la magia de duendes
y hadas, pues su corazón también es de
hierro.
Corren muchos rumores alrededor
de lo que quiera que el Alcalde esté
forjando, pues la noticia se ha corrido
como el fuego. Algunos piensan que se
trata una espada, otros que una cruz,
otros que una cadena... Hay quién afirma
que su obra no está inspirada por Dios,
sino por el Diablo. Otros murmuran
que en realidad no forja nada, sino que
intenta esconderse. Ninguna de estas
teorías tiene apenas fundamento. Lo
que sí es cierto es que varias autoridades
religiosas han enviado emisarios para
exigirle que se detenga de inmediato.
Dada la situación, Yerbosera está
un poco más fuera de control que de
costumbre y la guardia concejal puede
necesitar refuerzos.
14

Abadesa de Santa Cecilia
I la verdad es que ella nunca descubrió
Trasfondo: la Madre Olaya es una
señora mayor, que lleva en el convento
casi toda su vida. Siempre ha sido una
mujer grande y puede hacerse valer
empuñando, con no poca habilidad, el
bastón que siempre lleva encima.
A esto no ayuda su carácter, pues
es malhumorada, testaruda y arrogante.
Está resentida por haber perdido la
mayor parte de su vida en el convento,
por lo que piensa asegurarse de que
sus hermanas menores sigan el mismo
camino.
La Abadesa ha hecho del convento
una auténtica fortaleza, en la que
nadie puede poner el pie sin que ella se
entere. No pocas novicias demasiado
descuidadas han probado su bastón, al
dejar entrar a quien no debían.
Últimamente está especialmente
molesta, porque cuando decidió hacer
más altos los muros del convento no tuvo
en cuenta lo cerca que tendrían que estar
los viriles obreros de las monjas...
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: se dice que el bastón de
la Abadesa tiene propiedades mágicas, y
que puede emplearse para abrir o cerrar a
cal y canto cualquier puerta del convento,
sin más esfuerzo que el pensamiento
del que lo porta. Claro que también es
probable que esta historia no sea sino
una metáfora... En cualquier caso, la
desaparición del bastón no traería más
que problemas, aunque solo fuera por el
cariño que le tiene la Madre Olaya.
Algo que llama la atención de
quien no la conoce es que, cuando tiene
sospechas de algo, comienza a recorrer
todo el lugar pormenorizadamente,
fijándose en los pequeños detalles y
haciendo preguntas, para luego exponer
sus hallazgos y conclusiones muy
despacio. Esto ocurre, indefectiblemente,
justo antes de acabar arreando a alguien.
Pasado: durante su juventud, un
hombre alado visitaba a Olaya por las
noches. Llegaba volando y se posaba
en la ventana, esquivando la vigilancia
de sus padres. Afirmaba ser un ángel y
si mentía. Una noche el padre de
Olaya descubrió a los amantes, y acabó
muerto (por accidente, según asegura
la Abadesa) en la reyerta que siguió al
fatídico encuentro. El ángel nunca volvió
y, en vista de que ya no era casadera, la
madre de Olaya la metió en el convento.
También se puede decir que tuvo
una infancia normal para los estándares
de Ablaneda; varios de sus hermanos
murieron en un incendio.
Abadesa de Santa Cecilia
II
Trasfondo: la Abadesa es una
mujer joven, de baja estatura, tímida y
humilde, que apenas llama la atención.
Ha alcanzado su posición a pesar de
su corta edad, en parte por el dinero de
su familia y en parte por una especial
habilidad a la que sabe sacar muy buen
partido. A nadie se le da tan bien como
a ella entresacar información valiosa
a partir chismes y rumores. La gente
se siente cómoda en su presencia y no
siempre logran evitar que se les escape
algún dato importante, que la Madre
Olaya inmediatamente guarda a buen
recaudo en su prodigiosa memoria.
Por ello, cualquiera que quiera
saber qué se cuece en las altas esferas
de Castro de la Reina no tiene más
remedio que acudir a la Abadesa, que
siempre cobra un precio (ya sea en
donaciones o prebendas) a cualquiera
que quiera obtener información
privilegiada. También se le puede pagar
para que no revele ciertas verdades, pues
callarse según qué cosas puede ser más
provechoso que decirlas.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: otra de las sorprendentes
capacidades de la Abadesa es la de poder
pasar inadvertida con suma facilidad.
Dicen que, si así lo quiere, puede
llegar a ser casi invisible y pasar sin ser
encontrada. Sus pasos son como los de
15
 un gato. No tiene malas intenciones y
cree de corazón que sus actividades no
traen ningún mal ni incurre en el pecado
de la codicia. Piensa que proporciona un
noble servicio al convento y a la Iglesia.
No siente ningún remordimiento.
La Madre Olaya tiene aspiraciones
de poetisa. No se le da demasiado bien,
pero hablar en verso de vez en cuando
hace que sus palabras suenen más
siniestras.
Pasado: hace años un diablo
tramposo robó parte de su alma, aunque
ella no es del todo consciente. No puede
sentir instintos pecaminosos, pero
tampoco tiene verdadera Fe. No puede
por tanto realizar magia y, cuando muera,
quedará en el limbo para siempre. A no
ser que alguien arregle este desaguisado
antes, claro está.
De pequeña le gustaban mucho
los libros, hasta que su horrible tía la
“convenció” de que no convenía que una
muchachita de bien supiera leer. Desde
entonces siente fobia hacia la palabra
escrita.
Abadesa de Santa Cecilia
III
Trasfondo: la Madre Olaya es una
viuda de mediana edad con pocas o
ningunas ganas de permanecer en el
convento, pues la familia de su difunto
marido la obligó a ello. Pero se dijo
que, ya que tenía que pasar sus días
encerrada, mejor si era la que mandaba,
por lo que empezó a trabajar activamente
para ganar el favor de las hermanas y a
esperar impacientemente la muerte de la
anterior Abadesa. Como era de esperar,
fue la elegida para suceder a al anterior
responsable del convento.
En los meses que lleva en el cargo
no han tardado en correr rumores
sobre lo poco cerradas que permanecen
las puertas del convento. Se dice que
no pocos hombres; nobles, clérigos y
plebeyos por igual, pasan con frecuencia
allí las noches, dejando a cambio
16
generosas donaciones para la obra de
las buenas monjas. Probablemente estas
habladurías no gustan a muchos entre los
poderosos del Condado, que no quieren
ver tambalearse la imagen de la Iglesia,
pero otros parecen dispuestos a defender
solapadamente el infausto negocio de la
Abadesa...
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: se dice que la propia
Abadesa graba el nombre de todos sus
amigos en velas de cera encantada. La
llama arde con más fuerza cuanto más
cerca se encuentre de la propia vela aquel
cuyo nombre está escrito en ella, y así
sabe en todo momento cuándo estar
preparada para recibirlo. Estas velas
también podrían ser útiles para otros
cometidos... como incriminar a alguien.
A la Madre Olaya le encanta gastar
todo tipo de bromas crueles, llegando
incluso a fingir su propia muerte.
También siente cierta inclinación por las
hierbas del sueño que venden los magos
de las Lindes. Muchos de sus visitantes y
algunas de sus hermanas han abrazado
con gusto este hábito, y podrían sufrir
enormemente si un cargamento tardase
más de lo necesario.
Pasado: de joven no tuvo interés
amoroso alguno, pero casó por orden
paterna, lo que resultó motivo de mofa
incesante por parte de sus compañeras y
hermanas.
Durante años Olaya se despertaba
junto a un montón de bayas, hojas
verdes o bellotas, que aparecían
misteriosamente. Estos regalos dejaron
de acompañarla después de su noche de
bodas, lo cual la deprimió bastante. Esta
pérdida la convenció de aprender algo
de magia en secreto.
De niña fue acosada por una jana
que intentaba cambiarla por uno de
sus niños. En una ocasión casi llegó a
ahogarla. Olaya ha bloqueado de su
mente tan horrible recuerdo, pero la jana
sigue ahí fuera.

Don Pedro Peláez,
Barón de Vargas
El Barón de Vargas es el más
poderoso de los nobles menores de
Ablaneda, y también el único que tiene
un castillo como es debido a los pies de
los Montes Quebrados, desde donde
impone temor y respeto a sus siervos.
Barón de Vargas I
Trasfondo: el Barón es un hombre
de mediana edad, grande y fuerte,
vencedor de innumerables batallas
contra el mal que acecha dentro y fuera
de los Montes Quebrados, además de
devotísimo cristiano.
En su baronía hace de la doctrina de
la Iglesia ley, haciendo pesar el mayor
castigo sobre aquellos que atentan
contra los mandamientos. No duda en
perseguirlos hasta donde sea necesario,
pero también es un hombre justo, cree
que todo el mundo tiene derecho a
un juicio acorde a su posición social y
que el castigo, aunque severo, debe ser
adecuado.
Ahora mismo se halla fuera de su
castillo, fortificando las Cañadas con
torres de vigilancia, a fin de defender
mejor su baronía. Hace un tiempo que
no se tienen noticias de él ni sus hombres.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: mucho se habla de
Céfiro, su caballo, del que cuentan que
corre tan rápido que sus herraduras no
llegan a tocar el suelo y que puede dar
alcance a cualquier presa durante una
cacería, incluso corriendo por encima
de pequeños barrancos y ríos como si
fueran tierra sólida. Igualmente, muchos
han comprobado que es difícil escapar de
él cuando el propio Don Pedro dirige las
partidas de búsqueda. Su dueño lo tiene
en altísima estima y rara vez se separa
de él, haciendo pagar caro cualquier
maltrato a su montura, por leve que este
sea, por parte de los caballerizos.
Dicen los rumores que el Barón le
tiene especial miedo al agua, aunque él
lo niegue totalmente.
Está bastante seguro de que los gatos
son todos espías del Demonio, por lo
que no hay ninguno en su baronía. Si
sus hombres ven alguno, tienen orden
de capturarlo de inmediato y llevarlo a
presencia de Don Pedro, para que pueda
ser juzgado y quemado en la hoguera.
Así volverán estas malvadas bestias con
su oscuro señor.
Pasado: hace un tiempo un ermitaño
se presentaba cada día ante las puertas
del castillo de Vargas pidiendo cobijo
y alimento, a pesar de que tenía bien a
la vista un carro cargado de comida. Al
principio el Barón aceptaba sus ruegos
por tratarse de un hombre santo, pero
pronto empezó a estar cada vez más
malhumorado. Al final lo hizo quemar
por juzgarlo un falso ermitaño. Lo
quemó seis veces más los seis días
sucesivos que volvió a aparecer. Después
dejo de hacerlo. Don Pedro se convenció
de que se trataba de una prueba del
Señor y que había fallado.
Su primera orden como Barón, de
muy joven, fue hacer azotar y exiliar a
una bruja local y a un muchacho al que
la bruja acusaba de haber enfadado a sus
espíritus.
Barón de Vargas II
Trasfondo: el Barón es un
joven delgaducho y sucio de aspecto
desagradable.
Nada le divierte más que el
sufrimiento ajeno y estudia con mucho
gusto el viejo arte de la tortura. Siempre
17
 que tenga la oportunidad, intentará hacer
la puñeta a alguien, anteponiéndolo a
otro tipo de ganancia, aunque nunca
arriesgará su propio pellejo. Los
habitantes de su baronía han aprendido
a tener buen cuidado de quitarse de en
medio con celeridad.
Don Pedro se encuentra en una
complicada situación, dado que una de
sus dos amantes ha muerto por causas
misteriosas y la otra está deseando
irse. Para colmo de males su esposa
Clara, hija de otro poderoso noble del
Condado, ha descubierto la existencia
de estas mujeres…
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: el Barón afirma que
la enorme perla que adorna uno de sus
anillos fue encontrada en el estómago de
una sierpe, y añade sin pudor que otorga
a su portador una imparable potencia
amatoria.
A pesar de su horrible carácter y
apetencias, es bastante fácil de engañar
a Don Pedro si alguien le cae en gracia.
Tiene un pequeño grupo de “consejeros”
formado por jóvenes nobles descarriados
como él, criminales y algún goliardo o
mujer de mala vida, que han encontrado
la forma de endulzarle el oído para
poder vivir a su costa. Aunque viven una
existencia azarosa, pues en el momento
en el que no logren divertir lo suficiente al
Barón su fortuna bien podría convertirse
en infortunio... Pero no son gente que se
ande con chiquitas.
Pasado: no hace mucho que el
Barón y sus amigos se hicieron pasar por
bandoleros de las Cañadas para destruir
una aldea por pura diversión. No se ha
descubierto aún la verdad, pero con los
aldeanos se han irritado más de lo que
Don Pedro esperaba, por lo que este está
haciendo todo lo posible por deshacerse
de cualquiera que pudiera implicarlo.
Barón de Vargas III
Trasfondo: el Barón es un hombre
entrado en años, pero aún fuerte y
de mirada aterradora. Es calculador,
inteligente, astuto y controlador. Se
18
ha asegurado de que los Vargas sean
respetados a lo largo y ancho del Condado
y temidos en su propia Baronía, donde
todos los habitantes saben el destino que
espera a aquellos que desafíen a su señor.
Precisamente ahora anda reuniendo
tropas por razones que no quedan
demasiado claras, y ha entrado en tratos
con una de las cofradías de armas.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: es un herborista y
alquimista experto, especializado sobre
todo en venenos, que sabe preparar y
detectar sin dificultad. Con todo, no
supera en habilidad a los maestros que
le enseñaron y todavía trabajan para él.
El objetivo de la gran red de infiltrados
que mantiene a lo largo del Condado
es poder aplicar estos venenos en el
momento en el que surja la necesidad.
Don Pedro es un gran actor y, llegado
el caso, no le costaría nada reprimir su
personalidad altiva y controladora para
conseguir sus propósitos. Especialmente
si son salvar el pellejo. También tiene una
perversión secreta que intenta esconder
a toda costa. A toda costa.
Pasado: al poco de convertirse en
Barón, varios de sus siervos se rebelaron,
creyendo que sería su oportunidad para
obtener una vida mejor. Don Pedro
detuvo la rebelión, hizo que les fuera
grabada la ley a fuego en el pecho y
después mejoró sus condiciones de vida.
De joven pasó varios días perdido en
las Cañadas, siguiendo el rastro de una
muy hermosa y desnuda mujer que se
cruzó en su camino mientras cabalgaba
en solitario. Cuando volvió a salir apenas
recordaba nada al respecto, más allá de
cómo empezó todo. Mucha gente lo vio
cabalgar ese día, pero nadie vio a la chica.
Elvira Montero, La
Dama Roja
La Dama Roja es una conocida líder
criminal de Madriguera, el concejo de
los ladrones.

La Dama Roja I
Trasfondo: Elvira es la viuda de uno
de los más conocidos jefes de bandoleros
de la ciudad del crimen, con hasta ochenta
hombres bajo su mando. Al morir él,
la Dama Roja no tardó en afianzar su
posición casándose con su lugarteniente.
Ahora es la que mueve realmente los
hilos.
No es una mujer demasiado hermosa,
pero es esbelta y fuerte, y su melena
morena es portentosa. Aun así, lo que
más respeto infunde en sus hombres es
su carácter: pues no duda en dar órdenes
a cualquiera y sabe qué recursos manejar
para hacerse obedecer. De la misma
forma, no le tiembla lo más mínimo la
mano cuando tiene que mandar ejecutar
a alguien que incumple su estricto código
de comportamiento.
Siempre procura ser justa y caritativa,
castigando a quienes se quedan la parte del
botín que no les corresponde y ayudando
a los huérfanos y viudas. Ahora mismo
está reuniendo a más hombres, aliándose
con otras bandas de Madriguera. Su
objetivo es lanzar un ataque sorpresa
contra la propia Yerbosera durante el
carnaval, aprovechando que la vigilancia
cae debido a los festejos.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: cuentan que la Dama
Roja tiene una excelente visión. Es más,
que sus ojos, de un antinatural color
azul, le fueron concedidos por el mismo
Demonio y que con ellos es capaz de ver
a grandes distancias o los más pequeños
detalles.
Su nuevo marido se ha convertido
en un completo iluso. Cree que nadie
es mejor que él y que todos están
impresionados con sus grandes logros.
Elvira le deja pensar estas tonterías, e
incluso alienta sus ínfulas, para que sea
dócil.
Pasado: cuando era joven Elvira se
bañó en una fuente misteriosa de las
montañas, que nunca más ha podido
volver a encontrar y que hizo que su pelo
creciera largo y sedoso, hasta tal punto
que es espectacular ver cómo la más
ligera brisa lo hace flotar heroicamente.
Una manada de ojancos destruyó su
aldea cuando era pequeña, quedando
ella como la única superviviente. Fue
recogida por una familia de granjeros,
que la cuidaron hasta que tuvieron
oportunidad de venderla en Yerbosera
como prostituta. Más tarde fue
secuestrada por su difunto marido.
La Dama Roja II
Trasfondo: la Dama Roja recibe este
nombre desde que se sabe su verdadera
identidad. Hasta hace poco se hacía
llamar la Sombra Roja de Madriguera, y
todos pensaban que era un hombre bajo
y lampiño; un excelente espadachín al
que no convenía enfadar.
Ahora, tras un desgraciado incidente,
es público que Elvira es una mujer. Buena
parte de su banda se ha disuelto, y se
encuentra atrapada en Madriguera con
los pocos leales que le quedan, buscando
una forma de salir de allí.
Estaría dispuesta a abrirse paso
espada en mano, pero todo será más
sencillo si decide hacer un trato para que
la Ronda la ayude a escapar a cambio de
información que podría interesar a la
justicia del Condado.
19
 Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: la Dama Roja ha sido
capaz de ocultar su verdadera identidad
tanto tiempo gracias a una emulsión
mágica, que se aplicaba por todo el
cuerpo cada luna llena para burlar los
ojos de los demás. Pero el mago que
se la vendía no ha aparecido este mes,
arrastrándola a la peliaguda situación en
la que se encuentra.
Porfiere más insultos que muchos
hombres, pues empezó a recurrir a este
soez vocabulario para mantener las
apariencias y se le pegó. Mantiene una
aventura con otro poderoso personaje
del Condado, que sin duda alguna tendrá
bastante interés en rescatarla... o en que
muera para que no revele su relación.
Pasado: en su juventud tuvo que
huir de unos ojancos hasta acabar en
los Manantiales de las Sierpes, donde
se ocultó aprovechando que era de las
pocas que sabía nadar de su aldea. Lo
que vio allí no lo contará nunca a nadie,
pero salió sabiendo manejar la espada y
está deseando poder volver.
De niña le picó en la cabeza un
extraño escorpión mientras dormía.
Sobrevivió milagrosamente y desde
entonces tiene un mechón de pelo
blanco, pero se levanta todas las mañanas
con un horrible (muy horrible) dolor de
cabeza y una diminuta pepita de plata
entre el cabello.
La Dama Roja III
Trasfondo: la Dama Roja es una
joven que huye de un matrimonio
concertado. Después de que su primer
marido, ya muy mayor, muriera al año
de la boda, no está dispuesta a casarse
con otro igual de viejo. Aprovechando la
noche y la lealtad de sus criados, escapó.
Pocas cosas parecen detenerla y tiene un
carácter decidido. No está demasiado
segura de lo que quiere, pero sí de lo que
no quiere.
Es una pena que el lugar más cercano
para escapar fuese Madriguera, que
20
dista mucha de ser el sitio más indicado
para una joven viuda, pero le está yendo
más o menos bien. Lo que más llama la
atención es que, en lugar de permanecer
escondida, está convenciendo a varios
jefes de bandas de que sus diferencias no
hacen más que interponerse entre ellos y
grandes sumas de dinero, y que deberían
aliarse para atacar objetivos mayores
en vez de pasar la mitad del tiempo
robándose unos a otros. Esto no gusta
en absoluto a muchos.
Recursos, rumores, secretos
y peculiaridades: siempre está
acompañada por dos fuertes hombres
que la han protegido desde niña, y que
han decidido que el hecho de que su
padre ya no vaya a pagarles no es motivo
para dejar de hacerlo. O a lo mejor alguno
de ellos tiene otro motivo para haberla
seguido al sumidero de Ablaneda...
Además de guapa Elvira es bastante
simpática. Su carisma natural sirve
para que la mayoría de las personas
no tengan mucho problema en pararse
a escuchar lo que dice. Aunque tiene
muchos pájaros en la cabeza, no pocas
veces habla con juicio. Y cuando no, al
menos lo parece. Hay quien rumorea
que en realidad es un duende disfrazado
mediante un encantamiento, pero suena
a excusa fácil.
Tres de los pretendientes de la Dama
Roja están dispuestos a ir a Madriguera
a recuperarla. Pero no logran colaborar
entre ellos y no hacen más que ponerse
trabas unos a otros, por lo que ni siquiera
han conseguido acercarse a su amada.
Pasado: la Dama Roja se ve acosada
cada cierto número de noches por el
fantasma de su primer marido, que le
exige que no se vuelva a casar. Ella no le
hace el menor caso, sobre todo porque se
duerme con facilidad y ni se entera de los
lamentos del ánima. El pobre fantasma
está muy frustrado.
Cuando era niña un duende le ofreció
un bonito anillo de zafiros si le llevaba
a otro niño para poder comérselo. Ella
aceptó, pero a quien llevó fue a ver al
duende fue a un grupo de ronderos que
pasaba cerca de allí.
 Godesteo el del Largo
Manto, Líder del
cabildo de magos de
Entrerríos
El líder del cabildo de magos es un
hechicero de reconocida sabiduría y buen
juicio, que administra las actividades
(sobre todo comerciales) del barrio
mágico de Entrerríos y se encarga de
que el otro cabildo, el de los clérigos de
Entrerríos, no los acose demasiado.
Líder del cabildo de magos
de Entrerríos I
Trasfondo: Godesteo es
relativamente joven; la barba solo le
llega hasta el pecho. Adorna su túnica
de forma exagerada con todo tipo de
símbolos, e insiste en portar siempre
una pequeña corona de aleación de oro
y plata como muestra de su posición, a
pesar de no ser en absoluto necesario.
Fue escogido frente a otros
candidatos para dirigir el cabildo porque
se presentaba como un líder fuerte contra
las presiones de la Iglesia contra el barrio
mágico. Pero su discurso se vuelve cada
vez más incendiario, asegurando que
aquellos que emplean la magia deberían
dar una lección a aquellos que no, cuya
posición es la de sirvientes venidos a
más. Muchos concuerdan con él, aunque
otros lo siguen únicamente por miedo a
las represalias.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: su arma secreta es un
enorme cuerno con anillos y adornos
de plata, cubierto de extraños glifos,
que asegura que ha desenterrado en
una de sus expediciones a los Montes
Quebrados. Probablemente fue
fabricado por mouros. Tras investigarlo
ha descubierto que su única función
es derrumbar cualquier techo o pared
que esté donde el cuerno pueda oírse.
Además, es un objeto tan grande que
hacen falta dos hombres para levantarlo.
Lo cual lleva a preguntarse: ¿por qué los
míticos constructores crearían algo así?
Y, lo que es más importante: ¿qué planes
guarda el buen líder del cabildo para tal
maravilla mágica?
Se considera tremendamente
sofisticado y muestra desagrado cada
vez que presencia situaciones que
considera retrógradas, como torturas,
apaleamientos, ejecuciones, tortura
animal, fanatismo... Vamos, el pan de
cada día en Ablaneda.
Pasado: sobre él pesa la maldición de
una bruja de la que se rio tiempo ha, que
hace que pequeños insectos crezcan bajo
21
 su piel. Deben ser quemados cada pocos
días mediante un doloroso proceso o
se multiplicarían incontroladamente.
Godesteo daría lo que fuera a quien
matara a esa maldita bruja.
Aprendió su magia de los ratones,
arrastrándose por sus túneles durante
toda su infancia. O eso asegura él...
Líder del cabildo de magos
de Entrerríos II
Trasfondo: el líder del cabildo de
magos es un hombre mayor de aspecto
vulgar, pero con un rostro lleno de
serenidad que refleja su carácter. Siempre
amable y dispuesto a dar consejos y guía,
no es fácil de enfadar, y solo pierde los
nervios cuando quienes están ante él no
atienden a razones.
Rara vez se le puede encontrar en
Entrerríos, pues recorre el Condado
cubierto con un manto pardo, con el
garfio que sustituye su mano derecha
en alto, buscando nuevos secretos para
investigar y cosas para aprender. En
ocasiones incluso se dedica a ayudar a la
gente con la que se cruza. Casi nunca hará
magia o desvelará su verdadera identidad.
Recursos, rumores, secretos
y peculiaridades: una de las pocas
herramientas mágicas que lleva consigo
es el broche con el que se ata la capa, que
representa un pájaro siendo herido por
dos saetas. Cualquiera que lo lleve jamás
será alcanzado por flecha, dardo, piedra
u otro proyectil de cualquier clase.
Incluso las ramas o piedras que caerían
sobre él modifican su trayectoria para no
hacerle daño
Aunque no es una capacidad que
uno asociaría a un estudioso, el hecho
de que se criara en las Lindes de los
Magos y se haya pasado media vida
viajando por bosques hace que sea casi
imposible rastrear a Godesteo. Por su
parte, le es sumamente fácil seguir a a los
menos duchos que él, y no le cuesta nada
entenderse con duendes, busgosos y otros
habitantes de las florestas.
22
Pasado: hace relativamente poco
Godesteo tuvo mala suerte en sus
vagabundeos y se encontró con un ojanco.
La cosa se saldó con el ojanco degollado y
él teniendo que sustituir su mano derecha
por un garfio. Suele bromear diciendo
que el ojanco era una hembra, pero que él
no estaba listo para comprometerse.
Ha pasado ya dos veces por la Ronda,
acusado de distintos delitos. Le gusta el
ambiente del cuerpo y es buen amigo de
los ronderos.
Líder del cabildo de magos
de Entrerríos III
Trasfondo: el líder del cabildo de
magos es un hombre muy mayor, con una
enorme barba y una gran cicatriz de guerra
que le cruza la calva. Todo lo hace muy
despacio, ya sea moverse, hablar, oír (es
un tanto duro de oído) e incluso pensar,
pero esta misma característica le convierte
en un hombre tremendamente juicioso.
A veces habla en verso sin darse cuenta,
pues está demasiado acostumbrado a
hacerlo, por lo que podría lanzar conjuros
sin querer. Siempre está aceptando nuevos
aprendices y, paradójicamente, logra
educarlos a todos a pesar de su rimo vital.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: Godesteo posee una
enorme colección de orbes mágicos,
que fabrica como pasatiempo.
Todos ellos poseen efectos de lo más
pintoresco, algunos más útiles que
otros, y se activan de las formas más
diversas: sosteniéndolos, haciéndolos
rodar, lanzándolos, rompiéndolos,
golpeándolos, lamiéndolos...
Últimamente está experimentando
con una especie de polvo negro que
fabricó por accidente y produce
muchísimo humo al arder. No se decide
sobre cuál sería su mejor aplicación, pero
no acaba de prestarle demasiado interés
al asunto, ya que no se trata realmente
de magia, por lo que probablemente se
olvide pronto del polvo.
 Pasado: hace poco nació su
centésimo nieto.
Godesteo fue acusado de herejía por
el Obispo. Para evitar la pena habitual,
fue puesto al servicio de un caballero de
avanzada edad para ayudarle hasta que
encontrara una muerte honorable en
combate. Todo fue bastante mejor de lo
esperado para el mago.
Un hechicero trotamundos
reconoció su talento cuando
accidentalmente revivió a todos los
muertos del cementerio de suicidas de
su pueblo, para inmediatamente después
volver a hacerlos descansar en paz. El
viajero lo tomó como su discípulo y se lo
llevó a Entrerríos.
Vermudo Alfoz,
Capitán de la Ronda
El Capitán de la Ronda es el máximo
oficial de tan poco selecto cuerpo como
es la Ronda, y se encarga de administrar
sus recursos y organizar a sus hombres
para proteger el Condado de aquello que
pulula más allá de la civilización.
Capitán de la Ronda I
Trasfondo: Vermudo es el cuarto o
quinto hijo de un noble al que el Alcalde
de Yerbosera concedió el puesto.
Aunque es un joven sano y
dispuesto, jamás ha pisado un camino
como rondero y apenas sabe nada del
oficio. Es indeciso y apenas impone
respeto, aunque sus hombres suelen
seguir sus órdenes para evitar mayores
consecuencias. El Comandante es quien
de facto dirige la Ronda. Es más, el
Capitán está desarrollando la costumbre
de desentenderse de todo para ir a casas
de juego y fiestas.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: lleva al cuello un
poderoso relicario que contiene dos
falanges de San Amadeo, famoso santo
guerrero de Ablaneda, y que fue en su
día bendecido por el propio Obispo
de Castro de la Reina. Quien quiera
que porte el objeto jamás encontrará la
muerte a manos de una criatura pagana.
Debido a una serie de malentendidos
ha ganado buena reputación en el norte
de Ablaneda como un guerrero de valor.
Le gusta comer huevos de aves salvajes,
cuanto más raras, mejor.
23
 Pasado: la verdadera razón de que
Vermudo entrara en la Ronda fue una
importante deuda contraída con el
Alcalde en una partida de cartas, de
modo que este no tuvo más remedio que
colocarlo para saldarla. Lo cierto es que
el Capitán juega fatal, y es la única vez
que ha ganado en su vida.
De pequeño casi muere ahogado
por un extraño que le atacó sin motivo.
Bloquea el recuerdo, pero sigue teniendo
miedo al agua. Hasta pasar por puentes
le da reparo.
Capitán de la Ronda II
Trasfondo: el Capitán de la Ronda
es un veterano rondero que acabó siendo
ascendido porque ya era viejo y no había
nadie de más alcurnia interesado.
Es una auténtica máquina de
sobrevivir. Ya tenía lo que hacía falta para
llegar a anciano en la Ronda, pero los
años agudizaron sus instintos. Se cuenta
que una vez un grupo de ronderos entró
sin avisar en su despacho para hacer
un informe y Vermudo se puso en pie
inmediatamente, lanzó un cuchillo que
rebanó una oreja a uno de los ronderos,
se arrojó por la ventana, calló en el techo
del establo, corrió hasta el muro del
cuartel, saltó por encima y horas más
tarde lo encontraron bajo un puente,
cocinando y ahumando carne de rata.
Es un buen hombre.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: asegura que de joven dio
todos sus dientes a un duende a cambio
de un conjuro de longevidad. Todo el
mundo cree que miente como un bellaco.
Siempre está deprimido y deprime a
los demás. Es terriblemente pesimista
y no deja de predecir lo mal que puede
salir todo. Quizá por eso siempre está
preparado para cualquier eventualidad.
Conoce las debilidades de muchas
criaturas, duendes y demonios, pero se
guarda la mayoría porque no quiere que
ellos sepan que las sabe.
Pasado: el Capitán es de las pocas
personas que ha vuelto con vida de
24
Valtempestas, y tiene mordiscos que
lo corroboran. No deja de hablar de lo
horrible que era el sitio y afirma que
jamás volverá a acercarse. No sería
difícil convencerlo para que guiara una
expedición...
Entró a la Ronda después de molestar
al fantasma de un ciervo que se había
convertido en el protector de un bosque
y que este quemara hasta los cimientos
su aldea como represalia. Fue acusado de
brujería, pero consiguió llegar corriendo
hasta Castro de la Reina antes de que sus
convecinos lo atrapasen.
Capitán de la Ronda III
Trasfondo: el Capitán es un caballero
que servía en la milicia condal. Es un
guerrero curtido y lleno de cicatrices,
pues rara vez se limitaba a observar
el combate desde su montura. Bueno,
tampoco es que se bajara de su caballo,
pero al menos participaba en la pelea.
Lleva la formación castrense metida
hasta el tuétano e intenta imponer
una organización similar a la banda
de truhanes que tiene por hombres,
imponiendo normas rígidas y castigos
severos que, sobra decir, no son del
gusto de la mayoría. Es orgulloso y sigue
sediento de gloria.
Últimamente está dedicando gran
parte de los esfuerzos de la Ronda
a construir una torre para el cuartel
porque, como él dice, “nunca se sabe”.
Recursos, rumores, secretos y
peculiaridades: siempre lleva consigo
una bolsa con colmillos de sierpe
encantados. La bruja que se los vendió
(nunca dice a cambio de qué) aseguraba
que, si los lanzaba contra tierra fértil,
surgirían guerreros que lucharían contra
sus enemigos. Pero debe tener cuidado,
porque la bruja también le dijo que si
estos guerreros no lo encontraban lo
suficientemente digno de liderarles,
estos se volverían contra él. Hasta la
fecha Vermudo no ha intentado usar los
colmillos.
 Apenas duerme. Le gusta el papeleo y
ha instaurado la costumbre de poner por
escrito la mayor parte de las actividades
de la Ronda. Los anteriores capitanes
o bien no sabían escribir o les daba
igual. Los ronderos tienen sentimientos
enfrentados a este respecto. Los que
saben escribir, claro.
Pasado: tiene motivos para vengarse
de otro importante personaje de
Hombres de la Ronda
En esta segunda parte presentamos
dieciséis arquetipos de Rondero;
descripciones de distintos tipos
comunes de personaje para que los
jugadores puedan inspirarse y crear los
suyos propios. Sobra decir que no se
trata de una lista cerrada ni de “clases
de personaje” estandarizadas, pues cada
rondero debería tener un trasfondo
único que hiciese más divertido jugarlo.
Por eso, aunque también es
entretenido crear personajes que siguen
de cerca los tópicos que presentamos
aquí, siempre es recomendable ir un
paso más allá. Por ejemplo, una buena
forma de dar con ronderos originales es
intentar mezclar dos o más trasfondos,
de forma que se obtienen personajes con
un pasado más rico y un espectro más
amplio de habilidades (pero cuidado,
que ya se dice que aprendiz de todo,
maestro de nada). Otra posibilidad
es, por supuesto, añadir elementos
inesperados a un personaje estereotípico.
Por ejemplo: un burlador mujeriego que
sea terriblemente feo, pero que consiga
los favores de las damas por medios
menos usuales.
Ablaneda. Acabó en la ronda después
de ser acusado de desobedecer órdenes,
pero él sabe que fue todo una farsa para
incriminarlo y quitarlo de en medio. No
se imaginaba que fuera a ascender hasta
Capitán tan pronto.
De pequeño aprendió a conversar
con los pájaros de un viejo sabio al que
acogía su familia, pero ha olvidado la
mayor parte de su habla.
Alguacil corrupto
Incluso entre los plebeyos se cuentan
aquellos a los que su estrella les dedica
media sonrisa. En tu caso, naciste en una
familia que te permitió convertirte en
un servidor de la justicia: un guardia de
ciudad, un alguacil, puede que incluso un
ayudante de juez. Esta vida te proporcionó
conocimientos sobradamente útiles sobre
leyes, manejo de armas (de bajo postín,
por supuesto) o el sutil arte de la tortura.
Mas bien es sabido que hasta aquellos (o
puede que sobre todo aquellos) que en su
día protegían la ley del Condado pueden
acabar incumpliéndola.
El qué hicieras o cómo lo hicieras es
lo de menos, tienes cosas más importantes
en las que pensar, como escoger entre ser
ejecutado o unirte a aquellos que en su día
atrapabas y ponías ante la misma tesitura
en la que estás ahora. Si escoges la Ronda,
seguro que más de uno de tus nuevos
compañeros está deseando darte una
calurosa bienvenida, erizada de puñaladas,
en cuanto se presente la oportunidad. Y
puede que nadie se percate de si hay un
rondero de más o de menos.
25

Aspirante a mártir
Probablemente fueras solo uno
más, plebeyo o noble. Preocupado por
las cosas de este mundo e ignorante
por completo de las del espíritu. Pero
un fatídico día todo aquello cambió:
obtuviste una vocación. Quizá gracias
a la sabia elocuencia de un predicador.
Quizá por ser directamente consciente
de la enorme maldad que cubre el
mundo. Quizá al recibir a una visión
directa de alguno de los habitantes del
cielo cuando no eras del todo dueño de
tus capacidades mentales...
En cualquier caso, tu vocación no
fue otra que la de convertirte en un
santo guerrero y morir luchando contra
los horrores que engendra el Maligno,
en cualquiera de sus formas. Y siendo
ese es el camino que has escogido para
llegar al cielo, no hay atajo más corto que
la Ronda, donde hombres con mucha
menos rabia fanática que tú luchan
casi a diario. De modo que aquí estás,
rondero voluntario, negándote a llevar
más armadura que el sayal raído que te
entregan ni más armas que una lanza que
haces bendecir cada semana. Insistes en
parar varias veces al día en los caminos
para rezar, te peleas con cualquiera en
el que encuentres el más mínimo rastro
de pecado, y siempre eres el primero en
lanzarse a la liza, haya que combatir o
no. Parece que vas a llegar lejos…
Brujo capturado
Dedicar años y años al estudio de
las artes arcanas, a los secretos de la
alquimia y la geomancia, a descifrar
el poder secreto de las palabras y los
números, a aprender las propiedades de
hierbas y hongos, y a entrar en contacto
con entidades que el resto de los mortales
apenas pueden comprender, no sirve de
nada cuando todo se te va de las manos
y acabas detenido, acusado de practicar
maldiciones y echar el mal de ojo sobre
tus vecinos. ¡Brujería!
26
Sean ciertas o no estas acusaciones,
el veredicto casi nunca cambia: la
hoguera o los caminos y, como los fuegos
del Infierno acabarás por visitarlos más
tarde o más temprano, es mejor no tener
prisa y poner tus vastos conocimientos, al
menos por ahora, al servicio de la Ronda.
¡Como si esos palurdos fueran capaces de
apreciar tu arte! Probablemente no hallen
mejor cometido para ti que el de retrasar
a la primera sierpe que encuentren
mientras ellos, que tienen piernas más
veloces, hacen lo posible para escapar. Tú
única esperanza parece ser ir siempre un
paso por delante de ellos.
Burlador burlado
Te daba igual de quién fuese hija,
con quién estuviera casada o a qué santa
estuviera encomendado su convento, la
muchacha era una beldad, una manzana
en una rama muy alta, y estabas
convencido de que tú podrías darle un
buen mordisco. Requiebros, encuentros
furtivos, saltos de tapia, falsas promesas,
quizá algún que otro ayuntamiento
forzado... El caso es que creías que el
fruto no tendría guardianes. Quizá era así
y simplemente tuviste la mala suerte de
acabar detenido en alguna de tus visitas
nocturnas. Quizá su padre, su marido o
su hermano te atrapó y te entregó a las
autoridades. Lo cierto es que deberías
sentirte afortunado de que los vigilantes
te atraparan antes de que lo hicieran los
familiares de tu presa, aunque puede que
tu servidumbre en le Ronda no baste para
aplacar su ira.
Después de todo, la Ronda no está
tan mal: te permitirá mantenerte lejos de
aquellos que darían buenos dineros para
cobrarse con interés su honor y, además,
nadie te obliga a ser célibe o te impide
tropezar repetidas veces en la misma
piedra. Aunque eso no quiere decir que
vayan a estar contentos de tener que lidiar
con las consecuencias de tus actos...

Campeón de la justicia
El mundo está lleno de podredumbre
y tú eres el hombre adecuado para
limpiarla. Estás decidido a desfacer
todos los entuertos que se interpongan
en tu camino, y si llevar el manto verde
de la Ronda facilita tu tarea, vive Dios
que no te lo quitarás ni para dormir.
Quizá no pudiste entrar en cuerpos más
prestigiosos, como la guardia de alguna
ciudad o la milicia del Conde. Quizá
te echaron de ellos por no ser capaz de
dejar pasar ni una falta. Quizá tú mismo
decidiste unirte a la Ronda, en vista
de que a tu vera sirven muchos de los
hombres que más necesitan saber de tu
ayuda. Quizá tomarte la justicia por tu
mano y meterte donde no te llamaban
ha hecho que acabes teniendo que elegir
entre la horca y la Ronda...
Ahora solo debes conseguir que
esa panda de truhanes se moleste en
escuchar tus ideas sobre la bondad y la
rectitud que Cristo nos exige. No parece
que vayas a ganarte sus corazones, si
acaso gastan de eso, pero bien podrías
ganarte su respeto si demuestras que
eres capaz de acompañar tus argumentos
con unos oportunos puñetazos.
Clérigo disoluto
Tenías tanta vocación de hombre de
Dios como de rondero. Y eso ya es decir,
pues pocos comen mejor en Ablaneda
que los sacerdotes y monjes. Sin olvidar
tampoco los muchos otros beneficios y
prebendas que corresponden a un oficio
de tan alta importancia para el espíritu.
Quizá eso fue lo que te perdió. Siempre
hay una línea que no se debe cruzar y es
que, aunque no seas casto, has de parecerlo.
Tu error no fue faltar a un puñado
de mandamientos, sino ocultarlo tan mal
que no hubo más salida que arrestarte y
condenarte por ello. Una sola manzana
que mostrara signos de podredumbre
podría perderlos a todos, de modo que en
vez de arriesgarse a que el clero se pusiera
en entredicho, prefirieron declarar que
tus acciones fueron inspiradas por el
Maligno y desposeerte de tus cargos. Al
menos te permitieron escoger la Ronda.
Claro que no es que en ella tengas
muchas posibilidades, acostumbrado
como estás a la vida plácida. Ahora estás
rodeado de criminales, que no tienen
mucho más respeto por un hombre de
Dios que las sierpes.
Comadreja
En las sucias calles de Yerbosera y
Castro de la Reina abundan los pícaros,
casi siempre huérfanos, que no tienen
más modo de vida que el robo, a menudo
uniéndose en bandas o trabajando
como secuaces de criminales de mayor
talla. Las enfermedades y el hambre se
encargan de que la mayoría de rateros
no lleguen muy lejos, pero tú por
alguna razón prosperaste y conseguiste
sobrevivir hasta la mayoría de edad. Eres
bueno, sabes orientarte por las calles,
escurrirte en los callejones, ocultarte,
mover bien los dedos…
Lo bastante bueno para sobrevivir,
pero no como para evitar caer en las
fuertes manos de la ley que, como
también se dice de Dios, aprietan, pero
no ahogan. En la Ronda tienes una gran
oportunidad, pues las comadrejas de
ciudad como tú suelen prosperar en un
trabajo que requiere de subterfugios.
Y eso de tener comida más o menos
asegurada no está tan mal, la verdad.
Embaucador de lengua
afilada
Muchos son los pequeños
comerciantes que recorren el Condado
con sus tiendas a cuestas, vendiendo
toda clase de objetos de aldea en aldea.
La mayoría de ellos son gente honrada
y trabajadora, con un sexto sentido para
correr como el viendo ante la menor señal
de peligro. Tú, en cambio, te dedicabas a
negocios algo más turbios, que tenían que
27
 ver sobre todo con vender ungüentos y
cataplasmas que, lejos de curar a nadie,
hacían empeorar a quien los consumiera.
También comerciabas con filtros de amor,
piedras mágicas que asegurabas alejaban
a los ojancos, “auténticos grimorios”,
tallas de la Virgen que librar a su dueño
del Purgatorio... O incluso jamelgos
reventados, campos donde no crece nada
o casas venidas abajo.
Probablemente acabaras en manos
de la justicia al ser salvado de una turba
enfurecida, porque en esta tierra a nadie
gustan los de tu clase, ni siquiera a los
jueces. Pero la Ronda se ve bastante
beneficiada de tu predisposición a los
negocios poco éticos: sabes convencer
y evitar ser convencido, tratar con los
comerciantes, orientarte en los caminos
y reconocer cuando algo es falso, ya que
seguramente tú lo habrías falsificado
mejor.
Escoria
La Ronda no se caracteriza por ser
un grupo de honrados caballeros, pero tú
eres lo peor de lo peor. Estás cumpliendo
una condena bastante larga por haber
cometido un asesinato a sangre fría, un
secuestro, una violación o un incendio.
Sí, tuviste una infancia difícil y debías
hacer cualquier cosa para sobrevivir.
¿Pero quién no en Ablaneda? Tendrás
que reconocer que, al fin y al cabo, la
principal razón de que cometieras esas
atrocidades era simplemente que podías.
Aunque quieres sobrevivir como el
que más y trabajas con otros siempre
que la situación lo exige, nadie va a fiarse
realmente de ti. Ni siquiera los que son
como tú, porque saben perfectamente las
ideas que se te pasan por la cabeza.
Hidalgo empobrecido
A pesar de que por tus venas corre
sangre de lo más noble, lo único que
tienes para respaldar tu posición aparte
de eso son tu blasón y tu apellido, escritos
28
en alguna parte. Ya sea por herencia o
por propia ineptitud, nadas en deudas.
A lo mejor deberías plantearte dejar
los dados. Lo que no has perdido es tu
orgullo de noble, y por tanto no estás
dispuesto a realizar tareas poco acordes
a alguien de tu alcurnia, como pueden
ser administrar tierras que no posees y
conducir a la batalla a hombres que no
existen. Quizá por eso te ves acorralado
por una caterva de recaudadores lo
bastante incultos y faltos de modales
como para no parar de insistir cuando
les das tu palabra de caballero de que
pagarás. En algún momento.
Tarde o temprano se decidirán a
acudir a la justicia, serás detenido y tus
deudas serán tan notorias que podrían
condenarte a muerte. Tienes suerte de
que tu entrenamiento marcial vaya a ser
bien recibido en la Ronda. Probablemente
tengas más posibilidades que tus
compañeros de ascender, pues Dios te ha
hecho superior a ellos. Te ha creado para
liderar a hombres menores, y ellos deben
reconocer y aceptar la situación.
Hijo tercerón
Es triste que tu único crimen fuera
nacer en el momento equivocado.
En Ablaneda es común engendrar a
cuantos hijos como permita el tiempo y
la disposición, pero no muchos de ellos
llegan a la edad adulta. No es raro que
una familia se vea con tantos vástagos
que, para asegurarle un futuro a alguno,
tenga que alistarlo en la Ronda tan pronto
como pueda servir de mochilero. Algunas
familias especialmente pudientes, como
nobles o burgueses, consiguen colocar a
sus hijos directamente en posiciones de
mando, hecho que no suele ser del todo
del agrado de sus nuevos subordinados.
También hay “ronderos de
nacimiento”; hijos de un rondero o
huérfanos que buscan asilo en la Ronda.
Siempre viene bien alguien que se
ocupe de las tareas más desagradecidas,
especialmente si apenas puede replicar.
Estos proyectos de rondero acaban
conociendo bastante bien los caminos,
los usos del oficio y cómo salir bien
parado de toda clase de situaciones,
porque toda su vida se ha visto reducida
a eso.
Médico de su honra
A menudo la ley no da justa
satisfacción al honor agraviado,
especialmente al de los plebeyos.
Aunque los jueces y alguaciles sean
capaces de perdonar una afrenta contra
el buen nombre, tú no estabas dispuesto
a hacerlo. Así que te armaste con lo que
buenamente pudiste y fuiste al encuentro
de quien quiera que te ofendiera. Las
razones de la ofensa pudieron ser varias.
Quizá fuiste insultado de palabra u obra.
Quizá alguien yació con quien no debía.
Quizá fuiste la víctima de un crimen del
que el perpetrador salió impune...
Tuvieras o no razón al tomarte la
justicia por tu mano, estás bastante
seguro de que lo que le hiciste a aquel
o aquellos pobres desgraciados merece
la horca... o la Ronda. Tu tendencia a
no respetar la autoridad, a tomarte la
justicia por tu mano y a ser capaz de
perder la cabeza por cuestiones de honor
pueden hacer que tu estancia en la Ronda
sea poco gratificante. Aunque puede
que tuvieras toda la razón del mundo
en vengarte y seas verdaderamente un
hombre recto que sabe luchar por las
causas que lo merecen. Parece que no,
pero todavía quedan de esos.
Mercenario traicionero
Hasta hace poco eras un soldado
de fortuna, probablemente en una de
las cofradías de armas del Condado,
en la Milicia condal o como hombre de
armas de alguno de los otros poderes
de Ablaneda. Tuviste un entrenamiento
en armas en condiciones, por lo que
cobrabas más que un peón al que
acababan de ponerle una lanza en las
manos. Quizá incluso dominas armas
más ilustres como la espada o más útiles
como el arco largo. Pero de todos es
sabido que arriesgar el pellejo luchando
contra sierpes, ojancos y otros hombres
es fuente de un inusitado deseo por
el asesinato, el pillaje, la violación y el
incendio. No es que tus superiores o
patrones estuvieran especialmente en
contra de estas tendencias, siempre
y cuando se manifiesten con una
frecuencia razonable.
Pero fuiste más lejos de lo que se
consideraba aceptable o practicaste con
tus hermanos de armas el viejo juego de
cambiar de bando en el momento más
oportuno, quizá cargando con el botín a
cuestas. Y nada disgusta más a un noble
que mercenarios timadores. El castigo
a este crimen es, como casi siempre,
la elección entre la horca o la Ronda.
Afortunadamente, tus habilidades
marciales tienden a ser bien apreciadas.
Novato granjero
¿De dónde demonios has salido tú
novato? Ya no estás en la granja de tu
padre labrando, pasando los días a la
sombra de los manzanos y haciendo
amistad con las ovejas. Me da igual lo
que hayas hecho, porque seguro que fue
poco más que robar un par de frutas
del huerto de al lado. Ahora estás en la
Ronda, y más te vale aprender rápido
si quieres vivir lo suficiente para poder
lamentarte de haber nacido. Oh, no,
créeme, eso que sientes es solo una
ligera molestia; hasta que no te veas en
los caminos de noche, muerto de frío y
despierto por el miedo no te arrepentirás
de verdad de que tu padre te engendrara.
Recuerda que no sabes nada, chico,
y el que no sabe no salva el pellejo.
Tendrás que aprender rápido a sujetar
la lanza, fundir plomo para hacer
proyectiles para la honda, guiarte por
las estrellas, reconocer huellas y correr.
Correr como una liebre. Y, por encima
de todo, aprenderás a hacer lo que yo
te diga un instante antes de que yo te
lo diga, que el rondero que no sabe un
29
 punto más que el Diablo, acaba pronto
bajo tierra.
Padre de familia
La necesidad azota a todos en
Ablaneda y Dios no puede culpar a un
hombre que se ve obligado a robar para
dar de comer a cuantos viven bajo su
techo. Sobre todo si se tiene en cuenta
que las rentas del señor, las malas
cosechas y la maldita guerra te han
arrebatado todo lo demás.
Pero los tribunales del Condado
no se ablandaron ante tus pesares, y
te han condenado a la horca por una
mísera hogaza de pan, solo porque esta
pertenecía a un noble. Y ahora, ¿quién
proveerá a tu familia mientras estás
pagando por tus crímenes? ¿Quién criará
a tus hijos y, sobre todo, yacerá con tu
mujer? Pero quizá el Señor sepa dotarte
de medios para velar por el bienestar de
los tuyos. Con frecuencia se le presentan
al rondero oportunidades para obtener
algún beneficio adicional...
Veterano curtido
Si alguna vez conociste algo que
no fuera la Ronda, lo has olvidado. Ha
transcurrido tiempo suficiente para que
el crimen que cometieras ya no tenga
importancia (si es que alguna vez la tuvo)
excepto para los estrictos registros de la
Ronda, que especifican que aún no has
dado al Condado lo suficiente como para
30
pagar por tus crímenes. O quizá, después
de tanto tiempo enfrentado a la aspereza
de los caminos, has comprobado que
no eres capaz de vivir de otra forma y
decides permanecer voluntariamente en
la Ronda, ganando un sueldo honrado,
mientras tus huesos puedan mantenerte
en pie y tu mente acostumbrada al peligro
no te juegue demasiadas malas pasadas.
Puede que no sea mucho más tiempo,
pues probablemente ya tienes una edad
avanzada, y tu cuerpo y tu espíritu ya no
son lo que eran.
Conoces mejor que casi ningún
otro los entresijos del Condado, cómo
moverte por los caminos, los nombres
de los alcaldes de todos cada uno de los
concejos, la dirección en la que se mueve
cada una de las estrellas, cómo matar
a una sierpe con engaño y qué hierbas
recoger para evitar una infección o
preparar un buen caldo. Has visto cosas
horribles y maravillosas o, si no, te las
inventas. Y aun así esos jovenzuelos no
hacen más que reírse de ti y desoír tus
consejos. Pero da igual, ¿no? Tampoco
van a durar mucho de todas formas...
Milagros
de
Ablaneda

Autor: José Carlos Domínguez

Corrector: Rodrigo García Carmona
Maquetador: Diego Menéndez Carrasco
Bordes de página: Christian Granero

Ilustradores: Artistas históricos

Editor: Rodrigo García Carmona
Publicado por: Other Selves

[XD6]
 uenos días tengan vuesas mercedes.
Este documento que tienen ante ustedes es un suplemento para Ablaneda el
Juego de Rol, donde se ofrecen veinticinco semillas de aventuras, personajes y
objetos mágicos que, esperamos, sirvan de valiosa inspiración a la hora de preparar y
jugar a Ablaneda.
Cada una de las veinticinco ideas está inspirada en uno de los veinticinco Milagros
de Nuestra Señora, escritos por Gonzalo de Berceo en el siglo XIII. Por su cercanía a la
época del juego, por el ambiente que dibuja, por su casi “realismo mágico” es una obra
que casa sorprendentemente bien con Ablaneda.
Tomamos los hermosos relatos del maestro Berceo y, como él ya hizo, los ampliamos
y decoramos, pero también los retorcimos hasta crear algo nuevo. ¿Sacrilegio? ¿Plagio?
¿Homenaje? No sabemos si lo que aquí se ofrece es algo de eso o no, pero lo ofrecemos con
humildad para disfrute de los jugadores de Ablaneda.
¡Buena Ronda!
2
 I La casulla de San Ildefonso

Se habla de una reliquia milagrosa oculta en una iglesia perdida de las montañas. Es
la casulla, el manto de la misa, de un sacerdote de hace siglos, de antes de que se fundara
el Condado. No fue tejida por manos humanas, sino que la hicieron los ángeles con
un tejido que no es de este mundo y la Virgen en persona se la entregó al santo varón
como premio a su virtud. Cualquiera que la vista mientras reza con fervor recibirá la
bendición del Altísimo y su protección. ¡Pero tengan cuidado los locos temerarios que
la busquen en su propio beneficio!, pues aquel que guarde pecado inconfeso en su alma
y su corazón no debe usar la casulla o esta se cerrará sobre su cuello, asfixiándolo hasta
la muerte. Tan alto premio solo corresponde a los corazones más puros.
¿Y quién sabe si el Obispo de Castro de la Reina quisiera contarse entre ellos o
cuánto pagaría por poseerla? O si es el único que la busca...

II El sacristán impúdico

Un monje y sacristán del monasterio de Santo Tomás fue hallado hace unos meses
casi muerto a la orilla de un río. Sus compañeros de monasterio rescatáronlo y no con
poco esfuerzo lograron que expulsara toda el agua que había tragado y sobreviviera.
Cuando se halló en condiciones, narró esto: que había caído al río volviendo de una
aldea cercana, que en dicha aldea estaba amancebado con una moza y que allí practicaba
vicio de todo tipo; mas que, al casi morir, su alma alcanzó los infiernos y sintió un
anticipo de la tortura que le aguardaba antes de que la Virgen Gloriosa lo rescatara y le
diera una segunda oportunidad.
De eso hace ya tres meses y desde entonces el buen monje había llevado una vida
modélica, alejado de su querida (ahora embarazada), las casas de juego a las que debía
dinero y la vieja alcahueta con la que se enemistó. Mas ahora ha aparecido desnudo y
muerto sin remisión en una senda próxima a la aldea. Su cuerpo había sido golpeado
con saña incluso después de muerto.
¿Puede algo de este mundo haber cometido tan horrible crimen contra un hombre
de Dios? ¿Puede que su primera tentativa de muerte, la que le retiró de una vida de
pecado, no fuese un accidente?

III El clérigo y la flor

Pocos días ha, un clérigo del monasterio de Santo Tomás que debió de ir al sur para
acometer unas tareas mundanas, fue asaltado en el camino, despojado de lo poco que
llevaba y asesinado. Los poco piadosos habitantes del lugar lo enterraron cerca de un río,
por lo que la misma Virgen se apareció a uno de sus cofrades del monasterio para que
fuesen a recuperar su cuerpo y ponerlo en sagrado, como corresponde al buen cristiano.
Sabiendo la suerte que ha corrido el primero, los clérigos que salgan ahora no querrán
ir solos y además necesitarán ayuda para transportar el cadáver. Ahí entra la Ronda.
Cuando se hallen allí y exhumen el cadáver descubrirán asombrados que a pesar del
tiempo pasado está incorrupto y además en su boca ha brotado una flor que emite un
aroma embriagador. Aquesto solo puede traer complicaciones y mala fortuna a nuestros
ronderos. El dulce olor puede atraer a duendes bromistas o cosas peores; el propio
Diablo podría intentar poner pegas a la pía labor de los monjes y ronderos.
Pero el mayor peligro es el pueblo ignorante y codicioso: saben que si ese cadáver no
está solo incorrupto sino también con tan dulce fragancia, bien podría ser que el finado
3
 monje fuese santificado y declarado mártir por el obispado. En ese caso no van a dejar
que se desperdicien todas las valiosas reliquias enterrándolas y cualquier aldea estaría
dispuesta a acabar con el grupo para despojar (una vez más) el cadáver.

IV El premio de la Virgen

Tomé de Calerva era el párroco de una pequeña aldea a las orillas de la Laguna, cerca
de Castro de la Reina, y muy devoto de Nuestra Señora. Mas un día quedó postrado
en el lecho por unas fuertes fiebres y ya se le daba por muerto entre sus feligreses. No
obstante la acción de la Gloriosa lo hizo sanar cuando ya casi se le salía el alma y la
noticia de la milagrosa curación se extendió por todo el Condado.
De Vargas a Torres y de Entrerríos a Yerbosera, masas de peregrinos acuden a
la pequeña iglesia en cuya sacristía tuvo lugar el milagro. La población de la aldea se
ha quintuplicado y se ha convertido en una feria perpetua que ya se alarga semanas.
Cojos, ciegos, enfermos y desesperados de toda condición abarrotan calles y tiendas de
campaña esperando que se repita el regalo de la Madre.
Pero allí donde puede, el Diablo pone su trampa: mientras unos se dedican a rezos
fervorosos, otros han hallado una fuente de oro y vicio en este improvisado carnaval.
Todos los pecados empiezan a darse cita en los rincones de Calerva y eso tienta al
Príncipe de las Tinieblas (y al episcopado, por cierto, que ya busca cómo tomar su parte
del pastel mientras la milicia Condal busca la forma de dispersarlos). La aglomeración
empieza a ser difícil de controlar y defender de predadores como sierpes y ojancos, pero
puede que lo peor esté por llegar pues la luna nueva, luna de demonios, se acerca.

V El pobre caritativo

Fernán Gustioz es ahora un pequeño labrador que comparte lo poco que tiene con
los pobres para ganarse el cielo, pero hace cinco años...

4
 Fernán Gustioz era el azote de los caminos del sur. Saqueaba a placer las cercanías
de Yerbosera. Se atrevió a asaltar un cargamento de hierro destinado al mismo Conde
y a seducir a la menor de las hijas del entonces Alcalde. Muchos le llamaban (unos con
desprecio, otros con admiración) el Alcalde de Madriguera.
Cierto día, durante una persecución a caballo, una mala caída quebró su pierna y
escapó milagrosamente de la guardia mercenaria de Yerbosera ocultándose en una gruta
de los Picos Quebrados. Esa gruta había pertenecido a un ermitaño y un retrato de la
Virgen ocupaba toda una pared. Fernán supo entonces que ella le había salvado para
que se reformara.
Ahora de su escasa renta consigue sacar lo justo para que malvivan las viudas y
huérfanos de su aldea sin que muchas veces quede nada para él. Pero siempre está
dispuesto a recibir al viajero cansado y ofrecerle lo poco que tiene, sea un peregrino o un
rondero buscando aún al Alcalde de Madriguera.

VI El ladrón devoto

Nuño Ruiz el Follón es uno de los personajes más singulares que pueden encontrarse
entre los miembros de la Ronda. Antes de ingresar en ella era un ladrón consumado,
robaba cualquier cosa que no estuviera por azar clavada al suelo; pero también era un
fiel devoto de la Virgen.
Un buen día fue atrapado practicando su mal negocio en una aldea. Los juicios en
Ablaneda son rápidos y normalmente fatales: de inmediato alzaron un cadalso y allí
lo colgaron. Lo dejaron creyéndolo muerto, mas, aunque pasó un día pendiendo de la
soga, no pereció y por fin logró bajarse a la mañana siguiente. Los aldeanos se enteraron
de esto y lo persiguieron para arremeterle a puñaladas, pero parecía que alguien de ahí
arriba no quería dejarlo morir.
Afortunadamente para él, durante esta reyerta un contingente de la milicia del
Conde se hallaba en las cercanías y le sacaron milagrosamente indemne. Le llevaron
ante un juez en Castro de la Reina y a la vista de que no podía morir, pero seguía
siendo un criminal, fue destinado directamente a la Ronda, donde aún sirve como el
más temerario y temeroso de Dios de sus miembros.

VII El monje y San Pedro

Dos niños vagabundos llegaron hace poco al cuartel de la Ronda en Yerbosera

contando una historia singular: un tal don Pedro les acogió en su casa, les dio de comer
y les vistió. A cambio de ello, debían llevar el alma de un monje pecador de vuelta a su
cuerpo para que tuviera una segunda oportunidad, y además les aconsejó que fueran a
pedir ayuda a los ronderos.
Lógicamente los ronderos se lo tomaron a guasa y les echaron, pero los niños
insistieron y por fin el Capitán, interesado, les dio audiencia. Les pidió que le mostraran
el alma y los niños le enseñaron un cofre ricamente decorado. El Capitán lo abrió, lo
miró deslumbrado un momento y ordenó a los niños que no se lo dejasen ver a nadie
más. Ahora el Capitán está convencido de su historia y ha enviado a una patrulla a la
tumba de ese infeliz para devolverle su alma.
Ni siquiera Satán osa interponerse, porque es designio de Cristo, pero... Puede que el
monje al que hay que resucitar no fuese desconocido a los ronderos. Quizá dejó preñada
a la hermana de alguno de ellos, quizá les jugó una mala pasada, quizá ellos mismos le
mataron porque era un peligro. ¿Y ahora qué? ¿Desafiar las órdenes del altísimo?
Y esos niños... ¿No parece que a veces tienen un brillo insólito en la cara?
5
 VIII El romero de Santiago

No es raro que los peregrinos, lejos de su lugar de nacimiento donde nadie sabe (o
inventa) lo que hacen, se den a una vida disoluta de vicio y pecado. Y más ahora que
aumenta el tráfico de peregrinos por el milagro de Calerva. Pero han de tener cuidado
aquellos que se dan al fornicio en lugar de la oración cuando hacen camino santo, pues
cuentan que un lobo cruel acecha a las ovejas que se alejan del redil.
Dicen las lenguas que se les aparece en el camino la forma del nobilísimo apóstol san
Jacob. Asombrados por la presencia del santo, los peregrinos oyen sus palabras que les
conminan a coger su cuchillo para cortarse primero los genitales y luego el cuello como
penitencia por sus errores y así alcanzar el cielo.
Pero sabed que es el ardid de un demonio por antes cobrarse el alma de estos
fornicarios. Toma la forma del santo y así les engaña, no solo impidiendo que se purguen
terminando su camino, sino encima haciéndoles morir en pecado mortal de suicidio,
yendo directos a las sartenes del infierno.
Parece que últimamente se está volviendo más audaz y ya no solo aborda a grandes
pecadores, sino que sus víctimas cada vez son más variadas y sus engaños más finos.
Además, ¿es que puede estar en varios sitios a la vez o son más de uno?

6
 IX El clérigo ignorante

Poco ha que el Obispo de Castro de la Reina llamó a su presencia a un sacristán

de una cercana iglesia y reprendiole severamente por su necedad, no sabiendo decir
más que una misa. Teniéndolo frente a él y dándole conversa se encontró ante la
profunda estulticia del clérigo, y por ella le echó de su cargo.
Quiso el destino que la única misa que el pobre sacristán supiese cantar no fuese
sino una dedicada a la Virgen. Esta, sabiendo de lo acontecido a su servidor, se lo
tomó como algo personal; en la noche oscura se apareció al Obispo y le espetó airada
que si no devolvía al sacristán a su puesto en un plazo de tres días, encontraría su
saña y la muerte.
El Obispo, asustado desde la mitra hasta las plantas de los pies, se levantó en el
acto y dio orden a toda voz de que le trajeran al sacristán en ese mismo momento.
Por desgracia para él, el repudiado clérigo había desaparecido lleno de pesar al poco
de ser expulsado de su capellanía y nadie había vuelto a tener nuevas de él.
El Obispo ofrece fuerte recompensa (en bendiciones y oro) a aquel, quienquiera
que fuere, que se lo traiga vivo, y no ha dudado en recurrir además a sus contactos
con el Capitán de la Ronda. ¿Dónde andará el pobre infeliz?

X Los dos hermanos

En casa del más alto prelado del cabildo de Yerbosera no se halla la calma ni el
reposo desde hace ya un mes. Del día a la noche se encuentra vigilada por hombres
de armas, muchos criados comienzan a tomar mejor destino y, lo peor, todas las
noches llegan de ella sonidos tan terribles que parece que se estuviera librando
feroz batalla en sus estancias. Los vecinos se hallan molestos y eso en modo alguno
favorece los negocios de la bulliciosa urbe, de modo que la Ronda se ve de un modo
u otro teniendo que intervenir.
Puede que al principio los interfectos se muestren reticentes, como es natural
en el carácter de los habitantes del Condado, pero a fuerza de insistir (pues gran
fuerza es el ser cansado y no rendirse) los ronderos sabrán esto: tanto el padre
Pedro, señor de la casa, como su hermano Esteban llevaban años ambos pecando
de la más exacerbada codicia: usando y abusando de su poder (divino y económico
respectivamente) para hacerse con posesiones y tierras incluso a expensas de iglesias
y monasterios. Pero Esteban dejó este valle de lágrimas hace ahora un mes; mas
solo en carne pues por sus pecados se ha convertido en un ánima atormentada
que todas las noches se aparece a Pedro para insistirle en que abandone la vida
criminal y errada, devuelva todo lo robado y se reforme para no acabar como él.
Mas su hermano, lejos de querer escucharlo, intenta por todo medio alejarse de su
perturbadora presencia.
¿Qué se oculta detrás de estas apariciones? ¿Realmente es el ánima redimida
de Esteban la que embruja la casa? ¿Es una vulgar treta de los mercenarios para
seguir cobrando su sueldo? ¿De los criados para distraer a su señor mientras se
dedican a otros menesteres poco gustosos de su amo y puede que del común de
los cristianos? ¿De aquellos a los que los hermanos robaron para recuperarlo por
medio de la caridad sin que de nada se sospeche? ¿De un demonio que tiene fines
incomprensibles para los mortales? ¿Todo a un tiempo? Solo los ronderos podrán
averiguarlo, con suerte.
7
 XI El labrador avaro

Antón Núñez era un vecino del pueblo de Villarga, humilde labrador y consumado
ladrón. Poco a poco cambiaba de lugar los mojones, de supina manera, ganando tierra
a sus vecinos sin notar estos apenas la falta. Un día al fin murió rico, pero sin heredero
ni familia. Y lo que le aconteciera en el otro mundo no es tan interesante como lo que
ocurrió en este en su ausencia.
Entre sus vecinos por fin se supo del engaño y decidieron recuperar cuanto fuera
suyo con intereses por las molestias. Pero el Diablo todo lo tuerce y más cuando se
interpone el yantar, y los vecinos de Villarga pronto comenzaron a discutir sobre dónde
debía ir tal o cual mojón o por quitarme aquestas o aquellas pajas, hasta que la cuestión
ha derivado en auténtica batalla campal entre los rústicos por un terrón más o menos
que labrar.
Pronto se empezó a oír la muy oída frase hecha de aquellos que tienen poder en
Ablaneda: «que se ocupe la Ronda». Por desgracia, la Ronda parece estar más ocupada
de lo normal y el Capitán sólo cuenta con hombres para mandar una única patrulla
a estudiar el terreno y poner remedio a los tuertos que allí se dan: dos familias de
labradores apunto de enzarzarse a cuchilladas, mercenarios sin escrúpulos contratados
por otras, rondadores nocturnos, el que la cabeza de uno de los ancianos más respetados
del lugar aparezca cortada sobre un mojón sin que nadie se explique por qué, cuándo
ni cómo…

8
 XII El prior y el sacristán

Un asesino ronda por los pueblos del Valle de las Minas. Se desliza entre las sombras
de la noche, estrangula a sus desprevenidas víctimas y se lleva como trofeo alguna de sus
vísceras o huesos, siempre distinto. Ya han acontecido once desgracias y los mineros
del lugar están asustados y la extracción de hierro se enlentece. El Alcalde de Yerbosera
solo permitirá sobre su cadáver que eso pase y menos si no le cuesta más que enviar a la
Ronda a ver qué acontece por esos pagos.
Aunque los desdichados ronderos aún no lo saben, el asesino es sacristán de un
monasterio de las montañas cerca de las pequeñas aldeas de mineros y está haciendo
todo este mal contra su voluntad; obedeciendo las órdenes del ánima del antiguo prior,
pasado a mejor vida hace un año... Pero no es oro todo lo que reluce. Puede que realmente
sea el prior o quizá un fantasma malvado que ha adoptado su forma. O puede que
simplemente el pobre sacristán no esté en sus cabales y haya que extraerle la piedra de
la locura. En cualquier caso, ¿para qué serán necesarios tantos trofeos de sus matanzas?

XIII El nuevo Obispo

En mitad del Campo Ojanco, acariciados por las aguas del Fridagua, se están
excavando los cimientos de una catedral. La construye Blas de Torres, el hereje que se
ha declarado nuevo Obispo de Ablaneda, y que dice haber sido elegido por la Virgen en
persona para dirigir a las almas descarriadas del Condado.
Meses ha no era más que un humilde pastor de cabras, hasta que un par de clérigos
viajeros y truhanes le engatusaron para hacerle creer que tenían encomienda de la
Gloriosa para buscarlo, pues él debía convertirse en el nuevo Obispo, reunir seguidores
e instarles a donar todos sus bienes para que ellos los repartiesen entre los pobres. El
turbio asunto fue mejor de lo que los dos goliardos se esperaban cuando el pobre Blas
resultó un líder y orador nato, así como un hombre de firmes convicciones... que asegura
mantener contacto directo con Nuestra Señora, que se le aparece en sueños.
Ahora, acompañado tan solo de un centenar de niños de no más de trece años, ha
empezado a construir una ciudad santa nueva y pura donde la Virgen misma se lo ha
señalado. Además, en su osadía, ha enviado emisarios a Castro de la Reina para pedir al
Obispo y todos los grandes ministros de Dios en el Condado que depongan sus cargos
y se unan con él en la alegría de la Nueva Jerusalén que levantarán y en la vida humilde
de rezos y abstinencia. El Obispo preferiría dejarse desollar antes que eso.
Puede que la Ronda solo pase por ahí porque Dios lo quiso. O que la haya enviado
alguien preocupado y que no quiera que la milicia del Condado, acuciada por las
peticiones del episcopado, arrase el imposible proyecto de Nueva Jerusalén y ajusticie
al hereje, poniendo en peligro a los niños. O puede que se teman que tanta actividad
en mitad del Campo Ojanco pueda atraer visitantes inesperados... Igual que puede que,
una vez allí, a los ronderos no les parezca mal hallado lo que pretende Blas comparado
con la vida disoluta de los clérigos ablanedenses... O puede que ni les venga ni les vaya.

9
 XIV La imagen respetada

Años ha, un pequeño monasterio a orillas del Naveo fue pasto de las llamas cuando
un fuerte rayo lo hirió. En el edificio de madera nada resistió el fuego: ni muebles ni
libros, solo por milagro todos los monjes pudieron escapar a tiempo de las llamas. Pero
cuando el fuego al fin paró y el humo se disipó, entre las cenizas y los restos ahí seguía la
imagen de la Gloriosa con su hijo en brazos que había presidido la iglesia del monasterio.
Como si nada hubiese ocurrido, majestuosa, sin que el fuego la hubiese rozado siquiera.
Los lugareños, incapaces de alterar su majestad, construyeron una nueva capilla a su
alrededor sin atreverse a moverla.
Se dice que la imagen respetada puede conceder favores a todo aquel que acuda a
su capilla y bese sus pies con devoción y entrega. Pero cuidado, pues la Gloriosa otorga
sus bendiciones a quienes realmente las merecen y no a aquellos que las reclaman
egoístamente, y puede que si os humilláis ante ella con el alma sucia de codicia haga
caer males sobre vos. A algunos de estos impíos incluso ha llegado a hablarles y
encomendarles una tarea de forma que, hasta que no sea cumplida, las desgracias no
remitan.

XV La boda y la Virgen
No mucho atrás vivía un rico heredero de una familia de comerciantes de Yerbosera.
Era en gran manera piadoso y devoto de la Virgen. Mas una vez su padre dejó este valle
de lágrimas, la familia instole a tomar nupcias y engendrar hijos para que la fortuna
familiar no cayese en perdido. Él, que tanto amaba a la Gloriosa, se mostraba reticente,
pero siendo el único hijo no halló más salida que ceder a las exigencias mundanas.
El día de la boda, mientras iban de camino a donde iba a celebrarse el enlace, el
novio se sintió turbado y entró en la primera iglesia que halló a orar. Para su sorpresa,
allí mismo se le apareció Nuestra Señora y le echó en cara haberla repudiado por una
mujer mortal. El hombre fue incapaz de responder y al cabo salió de la iglesia, más
turbado de lo que antes entró. Aunque casó al fin y la ceremonia fue sin contratiempos,
cuando se halló con su mujer en el lecho nupcial no pudo aceptarlo y huyó para no
volver a ser visto.
Nadie volvió a verlo, pues la propia Virgen debió interceder para que no fuese
hallado, y todos asumieron que se había retirado a un monasterio alejado donde llevaba
una vida tranquila de oración. A nadie se le ocurriría pensar que ese joven acaudalado
es ahora un miembro de la Ronda inscrito con nombre falso, taciturno y que solo
parece tener apego por una pequeña medalla de plata con el rostro de la Gloriosa.

XVI El niño judío

Un párroco de una iglesia de Yerbosera acude muy preocupado a los cuarteles de

la Ronda, afirmando que un niño ha desaparecido. En sus propias palabras, el infante
era un hijo de judíos que solía jugar con los niños a los que él impartía el catecismo.
Normalmente la ronda no se preocupa de los problemas de los judíos, pero el buen
padre asegura que el niño oyó misa, se dejó bautizar y tomó la sagrada forma por lo
que, siendo cristiano, es problema de los cristianos encontrarlo esté donde esté.
El sacerdote sospecha sobre todo del padre del niño, cristalero de profesión, que
bien podría haber montado en cólera por la repentina conversión… Pero es solo una
hipótesis, y los ronderos apenas se hallan con más pistas más allá de que ni el cristalero
10
ni sus niños han vuelto a ver al desaparecido. Dado que todo ablanedense es cerrado por
naturaleza, puede que no llegue la harina para sacar pan de la judería de Yerbosera…
Puede que realmente el padre sea el asesino y arrojara el cuerpecito del pequeño
al fuego de su horno en un arranque de ira. Puede que haya sido secuestrado por
cualquier otra razón. Puede que haya sido devorado por un ser que ronda en la noche.
O puede ser que simplemente se haya fugado y se esconda en las calles, atemorizado
de su padre.

XVII La iglesia profanada

Hay un hombre en la Ronda cubierto de quemaduras y heridas solo sanadas a

medias, que gusta de contar esta historia a todo el que le preste un oído.
Él, junto a otros dos malhadados, años ha que deseaba muerte a su vecino, pero no
encontraban la oportunidad de sacarle el alma del cuerpo. Una noche, mientras volvía
de su labor, los tres le emboscaron en el camino con sendos cuchillos. El desgraciado
huyó y ellos le persiguieron hasta el interior de una iglesia y bajo la santa imagen de la
Gloriosa acabaron con su vida.
La Virgen, airada por la profanación, envió sobre ellos las llamas de todos los
Infiernos, que empezaron a herirlos sin consumirlos. Ante tamaño dolor, los criminales
se lanzaron a los pies del altar y rogaron clemencia por su acción. La Señora, que es
misericordiosa, detuvo las llamas antes de que fueran consumidos por ellas, pero las
llagas permanecieron y sus miembros quedaron horriblemente dañados.
Al despuntar el alba los encontraron en la santa casa con el muerto y fueron
condenados, por lo que el narrador eligió la Ronda. Además, como penitencia, el clérigo
que oyó su pecado homicida le mandó llevar siempre consigo el arma con la que había
segado la vida del inocente.
Y el rondero termina este relato mostrando el cuchillo que siempre lleva encima. Un
cuchillo cubierto de sangre seca imposible de limpiar.

XVIII Los judíos de Toledo

Una turba sañuda, bien provista de antorchas y armadas con lo que han podido
encontrar, se agolpa a las puertas de la judería de Yerbosera. Los encabeza el Arcipreste
de la ciudad y parece dispuesto a cualquier cosa.
Es el día de la asunción de María y recorre la ciudad una fastuosa procesión en honor
de la Gloriosa, pero el Arcipreste, estando en lo más encendido del oficio, se desmaya
por unos instantes. Al recuperar la conciencia afirma que la Madre le ha hablado y le
ha dicho que los judíos están repitiendo el mal que hicieron a su hijo en una imagen de
cera y ha ordenado a todos los buenos cristianos que vayan a la judería, busquen en las
casas de los rabís la infamia y castiguen a los culpables y todos los que se interpongan
en su camino.
En cambio el Concejo de la ciudad, a quien le trae más a cuenta estar en buenos
tratos con algunos influyentes judíos que con un Arcipreste probablemente enloquecido,
ha dado orden a todos sus efectivos de que hagan lo posible por sofocar los alborotos, y
estos efectivos incluyen a la Ronda.
¿Será la turba capaz de entrar en el barrio judío? ¿Respetarán a los ronderos, cristianos
como ellos? ¿Será cierta la afrenta de los judíos o solo una invención del clérigo? Y, de ser
cierta, ¿a qué autoridad atenderán los ronderos? ¿Al cielo o los hombres?

11
 XIX Un parto maravilloso

Una fuerte crecida del Naveo ha hecho que el caudaloso río se desborde. Las aguas
han empezado a anegar las tierras del Cenizal, que ya de por sí son propensas a las
inundaciones, y amenazan con acabar con aldeas enteras. Los capaces ya han huido a
refugiarse a las montañas mientras pasa la ira del río, pero en el temor que se les sobrepuso
dejaron atrás a niños, ancianos, mujeres embarazadas, enfermos... y el miedo a las aguas
no les permite más que quedarse donde están rezando por que la Santa Madre les valga.
Pero quién va a tener que valerles es la Ronda, que ha sido rápidamente movilizada
para salvar a esas personas y los bienes materiales que se puedan, que siempre hacen la
vida más llevadera aunque no se tenga casa. Pero el agua sube por momentos y en algunos
poblados ya no se puede entrar si no es en barca. Además, en el río se ocultan criaturas
que encuentran apetecible la nueva extensión de sus dominios y se ven atraídos por los
cadáveres de los que ya no tienen más salvación que la del cielo.
12
 Puede que la Ronda se encuentre con alguno de esos monstruos u otro inesperado.
Puede que hallen mujeres a punto de dar a luz o niños enfermos. Puede que se topen
con saqueadores tan humanos como ellos que aprovechan el caos para llevarse lo que
pueden...
Además es probable que todo esto sea debido a una desgraciada y azarosa catástrofe
natural, pero, ¿y si hay algo más oscuro? ¿Puede que algo se mueva en los manantiales del
Naveo haciéndolos más fecundos? ¿Y si es obra del Maligno y sus siervos para sembrar el
desorden en tierras de Ablaneda? ¿O quizá su origen sea tan remoto como el corazón del
Bosque, donde Rivus trama sus planes contra su esposa?

XX El clérigo embriagado
Hace ya una semana que no se tienen nuevas del monasterio de Santo Tomás.
Los monjes no han bajado como es su costumbre a las aldeas para avituallarse y los
pueblerinos están preocupados, pero no tanto como para subir ellos mismos a ver
qué cosas horribles pueden haber acontecido en el convento. Prefieren enviar a una
providencial patrulla de la Ronda que pasaba por ahí.
Si los ronderos, por propia voluntad o empujados por su superior, van hasta el santo
lugar, descubrirán lo que acontece a los monjes: día y noche los persiguen animales
terribles y monstruos de los que, en el último momento, son salvados por la Virgen
o los Santos. Toros demoníacos, lobos enormes y leones se dan cita en el lugar. El
único problema es que los ronderos no los ven. Solo ven a los hombres santos del
lugar corriendo de un lugar a otro aterrados, revolcándose por el suelo, desmayados o
agradeciendo con devoción a algún ser invisible su salvación.
¿Es que acaso una maldición del Maligno pesa sobre el monasterio? ¿Es un engaño
de duendes traviesos? ¿Un castigo de los cielos? ¿O puede que la razón sea más mundana,
como algún tipo de intoxicación? Sea lo que sea los ronderos tienen poco tiempo, pues
ellos empiezan también a ver cosas terribles y ya no saben qué es real y qué no.

13
 XXI La Abadesa encinta

En las tierras húmedas de la laguna de Castro de la Reina, en las orillas cercanas

a la ciudad, entre lodo y plantas acuáticas, los ronderos han encontrado algo poco
habitual en tal lugar: una mujer embarazada. Hállanla rezando con fervor, pidiendo
a la Madre que la libre de este mal que la acomete.
Aunque al principio se muestre asustada, no será difícil de tranquilizar y contará
a los hombres de la Ronda cuál es su pesar. La mujer no es otra que la Abadesa del
convento de las hermanas de Castro de la Reina que, errada, pisó una hierba mal
enconada y viose embargada y encinta. Ahora, temiendo las lenguas traidoras de
sus hermanas y la ira del Obispo, ha huido del convento y la ciudad, pero en su ya
avanzado estado no ha logrado llegar más lejos. El parto es inminente.
Mas sabe, discreto lector, que no es metáfora la hierba enconada ni la Abadesa
faltó a sus votos. Una planta mal parecida y cargada de espinas creció en el muro del
convento. La Abadesa, temiendo que pudiese dañarlo, la arrancó. Pero en ese acto no
pudo evitar que las espinas se clavasen en sus blancas manos y el veneno llegase hasta
su matriz, donde empezó a engendrarse un monstruo.
O al menos eso contará la pobre monja cuando dé a luz a un terrible sapo, cuya
piel se haya cubierta de ponzoña y sus ojos brillan con el fuego de los infiernos.
¿Puede ser que la Abadesa sí cayese en la cópula, mas no con un simple mortal?
¿Quizá fue un encuentro intencionado, igual que el hallarse en precisamente hoy en
esas tierras pantanosas?

XXII El náufrago salvado

Remontando el agitado Naveo desde los Valles de las Minas hasta Yerbosera,
una barquichuela cargada de mineral de hierro volcó arrojando su carga y tripulantes
por la borda. Los demás miembros de la flotilla lamentábanse de la mala fortuna
de los que ya daban por ahogados, pues el río es profundo y la barca se había dado
totalmente la vuelta, haciendo imposible salir del agua. Amén de que no es común
en Ablaneda el saber nadar.
Tamaña fue su sorpresa y grande su espanto cuando vieron a uno de los
tripulantes de la barca hundida emerger ileso de las aguas. Pero lo que más llamó su
atención fue la historia que contaba.
Al hundirse había bajado hasta el lecho del río, donde se había encontrado
con una sierpe de dos cabezas. Pero en lugar de devorarlo, había permitido que se
agarrase a sus escamas y lo había arrastrado a una sima profunda, en la que había un
hermosísimo palacio de cristal. Allí había estado siete años, habitando con las janas
del lugar, yaciendo con ellas, comiendo los manjares más exquisitos, mas no le estaba
permitido tocar los muchos tesoros que se ocultaban en las cámaras del palacio.
En el momento en que tocó una sola moneda, una fuerte corriente lo arrastró a la
superficie. El tripulante se sintió consternado por saber que solo habían pasado unos
minutos y sus compañeros apenas creían su historia. Mas el estupor de ellos fue
mayúsculo cuando el náufrago extrajo de entre sus harapos un grueso disco de oro.
Siempre se ha creído que hay oro en las corrientes del Naveo, pero por fin parece
haber confirmación formal. Muchos locos y desesperados bucean en el mismo lugar
donde tuvo lugar el incidente o directamente se lanzan para hundirse sin remedio,
14
en busca del hermoso palacio subacuático de las janas. Que una panda de lunáticos
se suiciden en el río no debería de importar al Concejo de Yerbosera, pero sus
actividades están interrumpiendo el tráfico de los cargamentos de hierro que llegan
desde el sur, y eso es algo que no pueden permitir.
Que se ocupe la Ronda, ¿y quién sabe si los ronderos no están haciendo ya planes
sobre qué hacer si encuentran ese palacio encantado?

15
 XXIII La deuda pagada

Vivía en la gran ciudad de Yerbosera un rico burgués de todos querido, pues

de cuanto tenía, la mayoría daba a los demás. Daba de comer a amigos, parientes y
pobres. A todos prestaba dinero y a todos hacía regalos. Con tanta liviandad cuidaba su
hacienda, que pronto se vio con necesidad.
Encontrándose en este trance acudió a la judería a ver a uno de los más ricos hebreos
de la ciudad. Allí le pidió un préstamo, que el judío se mostró dispuesto a darle, pero
exigiéndole un aval. Ni sus hijos ni sus amigos se acordaban del burgués ahora que no
tenía dinero, así que puso por aval a Nuestro Señor Cristo y su Madre Gloriosa. El
judío no acababa de ver claro el negocio, pero aun así concedió el préstamo al burgués.
Harto contento tomó el dinero y empezó a viajar por el Condado, obteniendo
grandes ganancias con el comercio. Se acercaba el día de devolver el préstamo y como
ya había reunido suficiente, lo arrojó al río pidiendo al Señor que lo tomase y se lo
entregase al judío, ya que él era el avalista. Huelga decir que las cosas no fueron como el
comerciante esperaba. El dinero quedó por siempre perdido y por tanto el prestamista
no lo recibió, el burgués fue detenido y llevado a la justicia por moroso, donde finalmente
escogió la Ronda antes que la horca.
El antes buen hombre se ha convertido en un ser rencoroso y mezquino. Nada
comparte y de nadie se fía, intentando robar lo que puede a su prójimo. Pero a quien más
odia es a Dios y a su Madre por haberle abandonado, arrastrándole a esta situación...

XXIV El milagro de Teófilo

Por un casual los ronderos se han dado de bruces con una Misa Negra; aquelarre,
adoración de machos cabríos, sacrificio de vírgenes, depravación sexual, pactos
con el maligno y más cosas que un buen cristiano no puede imaginar. Consigan
desmantelarla o no, la cuestión es que obtendrán pistas y un hilo del que tirar para
seguir a los malvados adoradores de Satanás por todo el Condado.
Cultos innominables, gente que ha hecho pactos horribles, grupos de brujas
malvadas, clérigos pervertidos que ocultan signos torcidos en sus iglesias, una
sospechosa tienda en el mercado de Yerbosera, gente que sabe demasiado y se oculta
en Madriguera... Todo ello forma una enmarañada red a cuyo centro los ronderos
bien se arrepentirán de llegar.
El mismísimo Obispo de Ablaneda ha hecho un pacto con la Hueste Antigua
y, como ya tenía dinero y mujeres, solo pidió aquello que más ansiaba, escapar de lo
que más temía: la misma muerte. Claro que, como muchos otros, cometió el error de
pedir la inmortalidad, pero no eterna juventud. Su cuerpo decrépito y sin alma ya está
llegando a los cien años y a nadie se le escapa que es algo antinatural. Aunque muchos,
los que viven más lejos de Castro de la Reina, lo achacan a un milagro concedido por
su virtud.
Los ronderos podrán acabar averiguando esto y, cuando lo sepan, ¿cómo habrán
de obrar?
16
 XXV La iglesia robada

Se ha producido un crimen. En una pequeña aldea cerca de Vargas había una

hermosa iglesia, fruto del trabajo duro y la fe de sus habitantes. Pero la otra noche fue
profanada. Unos locos, de los cuales incluso se dice que uno era clérigo, penetraron en
el recinto a sabiendas de que no había hombres, solo una joven monja. A ella la ataron,
maltrataron y forzaron. Pero no fue menos lo que le hicieron al santo lugar. Robaron
las ropas de la sacristía, los cálices y las cosas de oro, las sábanas que cubrían el altar y...
nunca se vio mayor osadía, se atrevieron a arrebatar a la estatua de la Virgen su toca y
su corona de plata.
Alguien tendrá que perseguir y atrapar a los culpables. De hecho, ya se están
ocupando los caballeros del señor de Vargas y los enfadados habitantes del lugar. Pero
si los criminales son atrapados por cualquiera de ellos seguramente los lincharán hasta
la muerte y en Ablaneda todo el mundo tiene derecho a un juicio justo, y siempre de
acuerdo a lo elevado de su posición, claro está. Por eso la Ronda debe darse prisa en
encontrarlos.
Lo que ninguno sabe es que ya han sido castigados. La Gloriosa, sañuda, hizo que
lo que robaron se quedara para siempre pegado a sus manos y los confundió mientras
huían. Ahora rondan por las cañadas sin saber quiénes son o a dónde ir, totalmente
indefensos frente al ataque de hombres o bestias. Y para aquellos son un blanco
apetecible, sobre todo teniendo en cuenta el botín del que no pueden librarse. Además,
en las cañadas hay caminos secretos que conducen al corazón de las montañas, por lo
que cabe el riesgo de que alguno de los profanadores se deslice por ellos por casualidad
y sea mucho más difícil de capturar... Y si es el que porta la toca y la corona, puede que
la ira de la Virgen no cese hasta que sean recuperadas.
17