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Tectónica de placas

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No debe confundirse con Placa tectónica.

Vectores de velocidad de las placas tectónicas obtenidos mediante posicionamiento preciso GPS.

Estructuras litosféricas intervinientes en la tectónica de placas.

La tectónica de placas o tectónica global (del griego τεκτονικός, tektonicós, "el que


construye") es una teoría que explica la forma en que está estructurada la litosfera (porción
externa más fría y rígida de la Tierra). La teoría da una explicación a las placas tectónicas que
forman parte de la superficie de la Tierra y a los deslizamientos que se observan entre ellas en
su movimiento sobre el manto terrestre fluido, sus direcciones e interacciones. También
explica la formación de las cadenas montañosas (orogénesis). Así mismo, da una explicación
satisfactoria al hecho de que los terremotos y los volcanes se concentran en regiones
concretas del planeta (como el Cinturón de Fuego del Pacífico) o a la ubicación de las grandes
fosas submarinas junto a islas y continentes y no en el centro del océano.1
Las placas tectónicas se desplazan unas respecto de otras con relativa lentitud, a una
velocidad nunca perceptible sin instrumentos, pero con tasas bastante diferentes. La mayor
velocidad se da en la dorsal del Pacífico Oriental, cerca de la Isla de Pascua, a unos 3400 km
de Chile continental, con una velocidad de separación entre placas de más de 15 cm/año y la
más lenta se da en la dorsal ártica, con menos de 2,5 cm/año.23 Dado que se desplazan sobre
la superficie finita de la Tierra, las placas interaccionan unas con otras a lo largo de
sus fronteras o límites provocando intensas deformaciones en la corteza y litosfera de
la Tierra, lo que ha dado lugar a la formación de grandes cadenas montañosas (por ejemplo
las cordilleras de Himalaya, Alpes, Pirineos, Atlas, Urales, Apeninos, Apalaches, Andes, entre
muchos otros) y grandes sistemas de fallas asociadas con estas (por ejemplo, el sistema de
fallas de San Andrés). El contacto por fricción entre los bordes de las placas es responsable
de la mayor parte de los terremotos. Otros fenómenos asociados son la creación
de volcanes (especialmente notorios en el cinturón de fuego del océano Pacífico) y las fosas
oceánicas.
Las placas tectónicas se componen de dos tipos distintos de litosfera: la corteza continental,
más gruesa, y la corteza oceánica, la cual es relativamente delgada. A la parte superior de la
litosfera se la conoce como corteza terrestre, nuevamente de dos tipos (continental y
oceánica). Esto significa que una placa litosférica puede ser continental, oceánica, o bien de
ambos tipos, en cuyo caso se denomina placa mixta.
Uno de los principales puntos de la teoría propone que la cantidad de superficie de las placas
(tanto continental como oceánica) que desaparecen en el manto a lo largo de los bordes
convergentes de subducción está más o menos en equilibrio con la corteza oceánica nueva
que se está formando a lo largo de los bordes divergentes (dorsales oceánicas) a través del
proceso conocido como expansión del fondo oceánico. También se suele hablar de este
proceso como el principio de la "cinta transportadora". En este sentido, el total de la superficie
en el globo se mantiene constante, siguiendo la analogía de la cinta transportadora, siendo la
corteza la cinta que se desplaza gracias a las fuertes corrientes convectivas de la astenosfera,
que hacen las veces de las ruedas que transportan esta cinta, hundiéndose la corteza en las
zonas de convergencia, y generándose nuevo piso oceánico en las dorsales.
La teoría también explica de forma bastante satisfactoria la forma como las inmensas masas
que componen las placas tectónicas se pueden "desplazar", algo que quedaba sin explicar
cuando Alfred Wegener propuso la teoría de la Deriva Continental, aunque existen varios
modelos que coexisten: Las placas tectónicas se pueden desplazar porque la litósfera tiene
una menor densidad que la astenosfera, que es la capa que se encuentra inmediatamente
inferior a la corteza. Esto hace que las placas "floten" en la astenosfera y el magma líquido
más caliente va hacia arriba y el más frío hacia abajo, generando una corriente que mueve las
placas. Las variaciones de densidad laterales resultan en las corrientes de convección del
manto, mencionadas anteriormente. Se cree que las placas son impulsadas por una
combinación del movimiento que se genera en el fondo oceánico fuera de la dorsal (debido a
variaciones en la topografía y densidad de la corteza, que resultan en diferencias en las
fuerzas gravitacionales, arrastre, succión vertical, y zonas de subducción). Una explicación
diferente consiste en las diferentes fuerzas que se generan con la rotación del globo terrestre
y las fuerzas de marea del Sol y de la Luna. La importancia relativa de cada uno de esos
factores queda muy poco clara, y es todavía objeto de debate.

Índice

 1Placas tectónicas en el mundo


o 1.1Las 15 placas mayores
o 1.2Las 43 placas menores
 2Causas del movimiento de las placas
 3Antecedentes históricos
o 3.1Deriva continental
o 3.2Continentes flotantes, paleomagnetismo y zonas sísmicas
o 3.3Expansión de la dorsal mediooceánica y convección
o 3.4Inversiones magnéticas y bandeado magnético
o 3.5La Revolución de la Tectónica de Placas
 4Límites de placas
o 4.1Límite divergente o constructivo: las dorsales
o 4.2Límite convergente o destructivo
o 4.3Límite transformante, conservativo o neutro
 5Medición de la velocidad de las placas tectónicas
 6Véase también
 7Referencias
 8Bibliografía
 9Enlaces externos

Placas tectónicas en el mundo[editar]


Actualmente existen las siguientes placas tectónicas en la superficie de la tierra con límites
más o menos definidos, que se dividen en 15 placas mayores (o principales) y 43 placas
menores (o secundarias).

Las 15 placas mayores[editar]

Las 15 placas tectónicas mayores.

 Placa Africana
 Placa Antártica
 Placa arábiga
 Placa Australiana
 Placa del Caribe
 Placa de Cocos
 Placa Euroasiática
 Placa Filipina
 Placa India
 Placa Juan de Fuca
 Placa de Nazca
 Placa Norteamericana
 Placa del Pacífico
 Placa de Scotia
 Placa Sudamericana
Las 43 placas menores[editar]
Mapa detallado que muestra las placas tectónicas con sus vectores de movimiento.

 Placa de Altiplano
 Placa de Amuria
 Placa de Anatolia
 Placa de los Andes del Norte
 Placa Apuliana o Adriática
 Placa del Arrecife de Balmoral
 Placa del Arrecife de Conway
 Placa de Birmania
 Placa de Bismarck del Norte
 Placa de Bismarck del Sur
 Placa Cabeza de Pájaro o Doberai
 Placa de las Carolinas
 Placa de Chiloé
 Placa del Explorador
 Placa de Futuna
 Placa Galápagos
 Placa de Gorda
 Placa Iraní
 Placa de Juan Fernández
 Placa de Kermadec
 Placa de Manus
 Placa de Maoke
 Placa del Mar de Banda
 Placa del Mar Egeo o Helénica
 Placa del Mar de las Molucas
 Placa del Mar de Salomón
 Placa de las Marianas
 Placa Niuafo'ou
 Placa de Nubia
 Placa de las Nuevas Hébridas
 Placa de Ojotsk
 Placa de Okinawa
 Placa de Panamá
 Placa de Pascua
 Placa Rivera
 Placa de Sandwich
 Placa de Shetland
 Placa Somalí
 Placa de Sonda
 Placa de Timor
 Placa de Tonga
 Placa Woodlark
 Placa Yangtze
Se han identificado tres tipos de bordes: convergentes (dos placas chocan una contra la otra),
divergentes (dos placas se separan) y transformantes (dos placas se deslizan una junto a
otra).
La teoría de la tectónica de placas se divide en dos partes, la de deriva continental, propuesta
por Alfred Wegener en la década de 1910, y la de expansión del fondo oceánico, propuesta y
aceptada en la década de 1960, que mejoraba y ampliaba a la anterior. Desde su aceptación
ha revolucionado las ciencias de la Tierra, con un impacto comparable al que tuvieron
las teorías de la gravedad de Isaac Newton y Albert Einstein en la Física o las leyes de
Kepler en la Astronomía.

Causas del movimiento de las placas[editar]


El origen del movimiento de las placas está en unas corrientes de materiales que suceden en
el manto, las denominadas corrientes de convección, y sobre todo, en la fuerza de la
gravedad. Las corrientes de convección se producen por diferencias de temperatura y
densidad, de manera que los materiales más calientes pesan menos y ascienden, y los
materiales más fríos son más densos, pesados, y descienden.
El manto, aunque es sólido, se comporta como un material plástico o dúctil, es decir, se
deforma y se estira sin romperse, debido a las altas temperaturas a las que se encuentra,
sobre todo el manto inferior.
En las zonas profundas el manto hace contacto con el núcleo, el calor es muy intenso, por eso
grandes masas de roca se funden parcialmente y al ser más ligeras ascienden lentamente por
el manto, produciendo unas corrientes ascendentes de materiales calientes, las plumas o
penachos térmicos. Algunos de ellos alcanzan la litosfera, la atraviesan y contribuyen a la
fragmentación de los continentes.
En las fosas oceánicas, grandes fragmentos de litósfera oceánica fría se hunden en el manto,
originando por tanto unas corrientes descendentes, que llegan hasta la base del manto.
Las corrientes ascendentes y descendentes del manto podrían explicar el movimiento de las
placas, al actuar como una especie de "rodillo" que las moviera.

Antecedentes históricos[editar]
Deriva continental[editar]
Artículo principal: Deriva continental

A finales del siglo XIX y principios del XX, los geólogos asumían que las principales
características de la Tierra eran fijas y que la mayoría de las características geológicas, como
el desarrollo de cuencas y cadenas montañosas, podían explicarse por el movimiento vertical
de la corteza, descrito en lo que se denomina teoría geosinclinal. Generalmente, esto se
colocó en el contexto de un planeta Tierra en contracción debido a la pérdida de calor en el
transcurso de un tiempo geológico relativamente corto.4
Ya en 1596 se observó que las costas opuestas del Océano Atlántico (aunque es más preciso
hablar de los bordes de las plataformas continentales) tienen formas similares y parecen
haber encajado en algún momento pasado. Desde entonces se propusieron muchas teorías
para explicar esta aparente complementariedad, pero el supuesto de una Tierra sólida hizo
que estas diversas propuestas fueran difíciles de aceptar.
El descubrimiento de la radiactividad y sus propiedades de calentamiento asociadas en 1895
impulsó un nuevo examen de la edad aparente de la Tierra. Esto se había estimado
previamente por su tasa de enfriamiento bajo el supuesto de que la superficie de la Tierra
irradiaba como un cuerpo negro. Esos cálculos habían implicado que, incluso si comenzara
con un calor rojo, la Tierra habría caído a su temperatura actual en unas pocas decenas de
millones de años. Armados con el conocimiento de una nueva fuente de calor, los científicos
se dieron cuenta de que la Tierra sería mucho más antigua y que su núcleo todavía estaba lo
suficientemente caliente como para ser líquido.

Alfred Wegener en el verano de 1912-13 en Groenlandia.

En 1915, después de haber publicado un primer artículo en 1912, Alfred Wegener presentó


argumentos serios a favor de la idea de la deriva continental en la primera edición de El origen
de los continentes y océanos. En ese libro (reeditado en cuatro ediciones sucesivas hasta la
última en 1936), señaló cómo la costa este de América del Sur y la costa oeste
de África parecían estar unidas. Wegener no fue el primero en notar esto (Abraham
Ortelius, Antonio Snider-Pellegrini, Eduard Suess, Roberto Mantovani y Frank Bursley
Taylor lo precedieron, solo por mencionar algunos), pero fue el primero en reunir importantes
evidencias fósiles, paleo-topográficas y climatológicas para apoyar esta simple observación (y
fue apoyado en esto por investigadores como Alex du Toit). Además, dado que
los estratos rocosos de los márgenes de continentes separados son muy similares, sugiere
que estas rocas se formaron de la misma manera, lo que implica que estaban unidas en un
inicio. Por ejemplo, partes de Escocia e Irlanda contienen rocas muy similares a las que se
encuentran en Terranova y Nuevo Brunswick. Además, las Montañas Caledonianas de Europa
y partes de los montes Apalaches de América del Norte son muy similares en estructura y
litología.5
Sin embargo, sus ideas no fueron tomadas en serio por muchos geólogos, quienes señalaron
que no existía un mecanismo aparente para la deriva continental. Más concretamente, no
vieron cómo la roca continental podría atravesar la roca mucho más densa que forma la
corteza oceánica. Wegener no pudo explicar la fuerza que impulsó la deriva continental, y su
reivindicación no llegó hasta después de su muerte en 1930.6

Continentes flotantes, paleomagnetismo y zonas sísmicas[editar]


Como se observó temprano que aunque existía granito en los continentes, el fondo marino
parecía estar compuesto de basalto más denso, el concepto predominante durante la primera
mitad del siglo XX fue que había dos tipos de corteza, denominada "sial" (corteza de tipo
continental). y "sima" (corteza de tipo oceánico).7 Además, se suponía que había una capa
estática de estratos debajo de los continentes. Por lo tanto, parecía evidente que una capa de
basalto (sial) subyace a las rocas continentales.
Sin embargo, basándose en anomalías en la desviación de la plomada de los Andes en
Perú, Pierre Bouguer había deducido que las montañas menos densas deben tener una
proyección hacia abajo en la capa inferior más densa. El concepto de que las montañas tenían
"raíces" fue confirmado por George B. Airy cien años después, durante un estudio de la
gravitación del Himalaya, y los estudios sísmicos detectaron variaciones de densidad
correspondientes. Por lo tanto, a mediados de la década de 1950, seguía sin resolverse la
cuestión de si las raíces de las montañas estaban apretadas en el basalto circundante o
flotaban sobre él como un iceberg.

Epicentros de terremotos, 1963–1998. La mayoría de los terremotos tienen lugar en estrechos


cinturones que coinciden con los límites entre placas.

Durante el siglo XX, las mejoras y el mayor uso de instrumentos sísmicos como
los sismógrafos permitieron a los científicos aprender que los terremotos tienden a
concentrarse en áreas específicas, sobre todo a lo largo de las fosas oceánicas y las dorsales.
A finales de la década de 1920, los sismólogos estaban comenzando a identificar varias zonas
prominentes de terremotos paralelas a las fosas que normalmente se inclinaban entre 40 y 60°
desde la horizontal y se extendían varios cientos de kilómetros hacia el interior de la Tierra.
Estas zonas se conocieron más tarde como zonas de Wadati-Benioff, o simplemente zonas de
Benioff8, en honor a los sismólogos que las reconocieron por primera vez, Kiyoo Wadati de
Japón y Hugo Benioff de Estados Unidos. El estudio de la sismicidad global avanzó
enormemente en la década de 1960 con el establecimiento de la Red Mundial de Sismógrafos
Estandarizados (WWSSN) para monitorizar el cumplimiento del tratado de 1963 que prohibía
las pruebas aéreas de armas nucleares. Los datos muy mejorados de los instrumentos de
WWSSN permitieron a los sismólogos mapear con precisión las zonas de concentración de
terremotos en todo el mundo.
Mientras tanto, se desarrollaron debates en torno al fenómeno de la deriva polar. Desde los
primeros debates sobre la deriva continental, los científicos habían discutido y utilizado
evidencias de que la deriva polar había ocurrido porque los continentes parecían haberse
movido a través de diferentes zonas climáticas durante el pasado. Además, los
datos paleomagnéticos habían demostrado que el polo magnético también se había
desplazado con el tiempo. Razonando de manera opuesta, los continentes podrían haberse
movido y girado, mientras que el polo permanecía relativamente fijo.9 La primera vez que se
utilizó la evidencia de la desviación polar magnética para respaldar los movimientos de los
continentes fue en un artículo de Keith Runcorn en 1956, y artículos sucesivos de él y sus
estudiantes Ted Irving (quien en realidad fue el primero en estar convencido del hecho de que
el paleomagnetismo apoyaba la deriva continental) y Ken Creer.
A esto siguió inmediatamente un simposio en Tasmania en marzo de 1956. En este simposio,
la evidencia se utilizó en la teoría de una expansión de la corteza global. En esta hipótesis, el
desplazamiento de los continentes puede explicarse simplemente por un gran aumento en el
tamaño de la Tierra desde su formación. Sin embargo, esto fue insatisfactorio porque sus
partidarios no pudieron ofrecer un mecanismo convincente para producir una expansión
significativa de la Tierra. Ciertamente, no hay evidencia de que la Luna se haya expandido en
los últimos 3 mil millones de años; otros trabajos pronto mostrarían que la evidencia estaba
igualmente a favor de la deriva continental en un globo con un radio estable.
Durante los años treinta hasta finales de los cincuenta, los trabajos de Vening-Meinesz,
Holmes, Umbgrove y muchos otros delinearon conceptos que eran cercanos o casi idénticos a
la teoría de la tectónica de placas moderna. En particular, el geólogo inglés Arthur
Holmes propuso en 1920 que las uniones de placas podrían encontrarse debajo del mar, y en
1928 que las corrientes de convección dentro del manto podrían ser la fuerza impulsora. A
menudo, estas contribuciones se olvidan porque:

 En ese momento, no se aceptaba la deriva continental.


 Algunas de estas ideas se discutieron en el contexto de ideas fijistas abandonadas de
un globo deformante sin deriva continental o una Tierra en expansión.
 Fueron publicadas durante un episodio de extrema inestabilidad política y económica
que obstaculizó la comunicación científica.
 Muchas fueron publicadas por científicos europeos y al principio no se mencionaron o
se les dio poco crédito en los artículos sobre la extensión del fondo marino publicados por
los investigadores estadounidenses en la década de 1960.
Expansión de la dorsal mediooceánica y convección[editar]
Artículo principal: Expansión del fondo oceánico

Sumergible Alvin, que participó en el proyecto FAMOUS de exploración de la dorsal mesoatlántica.

En 1974, dentro del proyecto internacional FAMOUS, un equipo de científicos de la Institución


Oceanográfica de Woods Hole (EE. UU.) y del French Centre Oceanologique de Bretagne
(Brest, Francia) utilizó buques de investigación en superficie, así como diverso instrumental
avanzado que incluía magnetómetros, sonar y sismógrafos, además de dos sumergibles:
el Alvin (EE. UU.) y el Archimède (Francia). Las investigaciones confirmaron la existencia de
una elevación en el Océano Atlántico central y descubrieron que el fondo del lecho marino,
debajo de la capa de sedimentos, consistía en basalto, no en granito, que es el componente
principal de los continentes. También encontraron actividad volcánica y sísmica y que la
corteza oceánica era mucho más delgada que la corteza continental. Todos estos nuevos
hallazgos plantearon preguntas importantes e intrigantes.10
Las fuentes hidrotermales encontradas en las dorsales son consecuencia de una intensa actividad
volcánica.

Los nuevos datos recopilados sobre las cuencas oceánicas también mostraron características
particulares en cuanto a la batimetría. Uno de los principales resultados de estos conjuntos de
datos fue que en todo el mundo se detectó un sistema de dorsales oceánicas. Una conclusión
importante fue que a lo largo de este sistema se estaba creando un nuevo fondo oceánico, lo
que llevó al concepto de la "Gran Grieta Global". Esto se describió en el artículo crucial
de Bruce Heezen (1960) basado en su trabajo con Marie Tharp, que desencadenaría una
verdadera revolución en el pensamiento. Una consecuencia profunda de la expansión del
lecho marino es que se crea y se sigue creando una nueva corteza a lo largo de las dorsales
oceánicas. Por lo tanto, Heezen defendió la supuesta hipótesis de la "Tierra en expansión" de
S. Warren Carey (ver arriba). Entonces, todavía quedaba la pregunta: ¿cómo se puede
agregar continuamente nueva corteza a lo largo de las dorsales oceánicas sin aumentar el
tamaño de la Tierra? En realidad, esta cuestión ya había sido resuelta por numerosos
científicos durante los años cuarenta y cincuenta, como Arthur Holmes, Vening-Meinesz,
Coates y muchos otros: la corteza en exceso desaparece a lo largo de las llamadas fosas
oceánicas, donde se produce el proceso conocido como subducción. Por lo tanto, cuando
varios científicos a principios de la década de 1960 comenzaron a razonar sobre los datos que
tenían a su disposición sobre el fondo del océano, las piezas de la teoría encajaron
rápidamente.
La pregunta intrigó particularmente a Harry Hammond Hess, un geólogo de la Universidad de
Princeton y contraalmirante de la Reserva Naval, y a Robert S. Dietz, un científico de la U.S.
National Geodetic Survey, quien acuñó por primera vez el término expansión del fondo
oceánico. Dietz y Hess (el primero publicó la misma idea un año antes en Nature, pero la
prioridad pertenece a Hess, que ya había distribuido un manuscrito inédito de su artículo de
1962 en 1960) se encontraban entre el pequeño puñado que realmente entendió las amplias
implicaciones de la expansión del fondo marino y cómo eventualmente estaría de acuerdo con
las ideas, en ese momento poco convencionales y no aceptadas, de la deriva continental y los
modelos elegantes y movilistas propuestos por investigadores anteriores como Holmes.11
En el mismo año, Robert R. Coats del U.S. Geological Survey describió las principales
características de la subducción del arco insular en las Islas Aleutianas. Su artículo, aunque
poco conocido (e incluso ridiculizado) en ese momento, desde entonces ha sido llamado
"seminal" y "profético". En realidad, muestra que el trabajo de científicos europeos sobre arcos
de islas y cinturones montañosos realizado y publicado durante la década de 1930 hasta la
década de 1950 fue aplicado y apreciado también en los Estados Unidos.

Lava almohadillada como la producida por la actividad volcánica en las dorsales, apenas cubierta por
una fina capa de sedimentos, lo que indica su reciente formación.

Si la corteza terrestre se estaba expandiendo a lo largo de las dorsales oceánicas, razonaron


Hess y Dietz como Holmes y otros antes que ellos, debe estar encogiéndose en otros lugares.
Hess siguió a Heezen, sugiriendo que la nueva corteza oceánica se separa continuamente de
las dorsales en un movimiento similar a una cinta transportadora. Y, utilizando los conceptos
movilistas desarrollados anteriormente, concluyó correctamente que muchos millones de años
después, la corteza oceánica finalmente desciende a lo largo de los márgenes continentales
donde se forman fosas oceánicas (cañones estrechos y muy profundos), por ejemplo a lo
largo del borde de la cuenca del Océano Pacífico. El paso importante que dio Hess fue que las
corrientes de convección serían la fuerza impulsora en este proceso, llegando a las mismas
conclusiones que Holmes había obtenido décadas antes con la única diferencia de que el
adelgazamiento de la corteza oceánica se realizó utilizando el mecanismo de Heezen de
propagación a lo largo de las dorsales. Por lo tanto, Hess concluyó que el Océano Atlántico se
estaba expandiendo mientras que el Océano Pacífico se estaba reduciendo. A medida que la
vieja corteza oceánica se "consume" en las fosas (al igual que Holmes y otros, pensó que esto
se hacía mediante el engrosamiento de la litosfera continental, no, como se entiende ahora,
por el enterramiento a una escala mayor de la propia corteza oceánica en el manto), nuevo
magma se eleva y erupciona a lo largo de las dorsales que se extienden para formar una
nueva corteza. En efecto, las cuencas oceánicas se están "reciclando" perpetuamente, con la
creación de una nueva corteza y la destrucción de la antigua litosfera oceánica que ocurren
simultáneamente. Por lo tanto, los nuevos conceptos movilistas explicaron claramente por qué
la Tierra no se agranda con la expansión del fondo del mar, por qué hay tan poca acumulación
de sedimentos en el fondo del océano y por qué las rocas oceánicas son mucho más jóvenes
que las rocas continentales.11

Inversiones magnéticas y bandeado magnético[editar]


A partir de la década de 1950, científicos como Victor Vacquier, utilizando instrumentos
magnéticos (magnetómetros) adaptados de dispositivos aéreos desarrollados durante
la Segunda Guerra Mundial para detectar submarinos, comenzaron a reconocer extrañas
variaciones magnéticas en el fondo del océano. Este hallazgo, aunque inesperado, no fue del
todo sorprendente porque se sabía que el basalto, la roca volcánica rica en hierro que forma el
fondo del océano, contiene un mineral fuertemente magnético (magnetita) y puede
distorsionar localmente las lecturas de la brújula. Esta distorsión fue reconocida por los
marineros islandeses ya a finales del siglo XVIII. Más importante aún, debido a que la
presencia de magnetita le da al basalto propiedades magnéticas mensurables, estas
variaciones magnéticas recién descubiertas proporcionaron otro medio para estudiar el fondo
del océano profundo. Cuando la roca recién formada se enfriaba, tales materiales magnéticos
registraron el campo magnético terrestre en ese momento.
Bandeado magnético del fondo marino. La dorsal es el eje de simetría de un patrón de bandas con
polaridad alterna normal (color) e invertida (blanco)

A medida que se cartografió cada vez más el fondo marino durante la década de 1950, las
variaciones magnéticas resultaron no ser ocurrencias aleatorias o aisladas, sino que revelaron
patrones reconocibles. Cuando estos patrones magnéticos se mapearon en una amplia
región, el fondo del océano mostró un patrón similar a una cebra: una franja con polaridad
normal y la franja adyacente con polaridad invertida. El patrón general, definido por estas
bandas alternas de roca polarizada normal e inversamente, se conoció como bandas
magnéticas y fue publicado por Ron G. Mason y sus colaboradores en 1961, quienes no
encontraron, sin embargo, una explicación para estos datos en términos de expansión del
fondo marino, como Vine, Matthews y Morley unos años más tarde.12
El descubrimiento de las bandas magnéticas requería una explicación. A principios de la
década de 1960, científicos como Heezen, Hess y Dietz habían comenzado a teorizar que las
dorsales oceánicas marcan zonas estructuralmente débiles donde el suelo oceánico se estaba
partiendo en dos a lo largo de la cresta de la dorsal. El nuevo magma de las profundidades de
la Tierra se eleva fácilmente a través de estas zonas débiles y finalmente erupciona a lo largo
de la cresta de las dorsales para crear una nueva corteza oceánica. Este proceso, que en un
principio se denominó "hipótesis de la cinta transportadora" y más tarde se denominó
expansión del fondo oceánico, opera durante muchos millones de años y continúa formando
un nuevo fondo oceánico en todo el sistema de cordilleras oceánicas de 64.000 km de
longitud.13
Solo cuatro años después de que se publicaran los mapas con el "patrón de cebra" de bandas
magnéticas, el vínculo entre la expansión del fondo oceánico y estos patrones fue establecido,
correcta e independientemente, por Lawrence Morley, Fred Vine y Drummond Matthews, en
1963, conocida actualmente como la hipótesis de Vine-Matthews-Morley.14 Esta hipótesis
vinculó estos patrones con reversiones geomagnéticas y fue apoyada por varias líneas de
evidencia:

Edades de los basaltos del fondo oceánico. En rojo las rocas más jóvenes y en morado las más altiguas
1. las franjas son simétricas alrededor de las crestas de las dorsales oceánicas; en o
cerca de la cresta de la dorsal, las rocas son muy jóvenes y envejecen
progresivamente lejos de la cresta de la dorsal;
2. las rocas más jóvenes en la cresta de la dorsal siempre tienen la polaridad actual
(normal);
3. franjas de roca paralelas a la cresta de la dorsal alternan en polaridad magnética
(normal-invertida-normal, etc.), lo que sugiere que se formaron durante diferentes
épocas que documentan los episodios normales y de inversión (ya conocidos de
estudios independientes) del campo magnético de la Tierra.
4. En las dorsales no existen apenas sedimentos sino rocas volcánicas solidificadas,
mientras que la cubierta sedimentaria va aumentando su grosor a ambos lados de la
dorsal.15
Al explicar tanto las bandas magnéticas similares a las de una cebra como la construcción del
sistema de cordilleras oceánicas, la hipótesis de expansión del fondo oceánico ganó
rápidamente adeptos y representó otro avance importante en el desarrollo de la teoría de la
tectónica de placas. Además, la corteza oceánica ahora llegó a ser apreciada como una
"grabación en cinta" natural de la historia de las inversiones del campo geomagnético del de la
Tierra. En la actualidad, se dedican extensos estudios a la calibración de los patrones de
inversión normal en la corteza oceánica, por un lado, y escalas de tiempo conocidas derivadas
de la datación de capas de basalto en secuencias sedimentarias (magnetoestratigrafía), por el
otro, para llegar a estimaciones de las tasas de propagación pasadas y reconstrucciones de
placas.12

La Revolución de la Tectónica de Placas[editar]


Después de todas estas consideraciones, la Tectónica de Placas (o, como se llamó
inicialmente "Nueva Tectónica Global") fue rápidamente aceptada en el mundo científico, y
siguieron numerosos artículos que definieron los conceptos:

Ciclo de Wilson.

 En 1965, Tuzo Wilson, quien había sido un promotor de la hipótesis de la extensión del


fondo marino y la deriva continental desde el principio, agregó el concepto de fallas
transformantes al modelo, completando las clases de tipos de fallas necesarias para hacer
que la movilidad de las placas funcionara a nivel global.16
 En 1965 se celebró en la Royal Society de Londres un simposio sobre deriva
continental que debe considerarse como el inicio oficial de la aceptación de la tectónica de
placas por parte de la comunidad científica, y cuyos resúmenes se publican como
Blackett, Bullard & Runcorn (1965). En este simposio, Edward Bullard y sus colaboradores
mostraron con un cálculo de computadora cómo los continentes a ambos lados del
Atlántico encajarían mejor para cerrar el océano, que se conoció como el famoso "Ajuste
de Bullard".
 En 1966 Wilson publicó el artículo que se refería a reconstrucciones de placas
tectónicas previas, introduciendo el concepto de lo que ahora se conoce como el "ciclo de
Wilson".17
 En 1967, en la reunión de la Unión Americana de Geofísica, W. Jason Morgan propuso
que la superficie de la Tierra consta de 12 placas rígidas que se mueven entre sí. Jason
Morgan propuso también la existencia de plumas del manto para explicar los puntos
calientes.18
 Dos meses después, Xavier Le Pichon publicó un modelo completo basado en seis
placas principales con sus movimientos relativos, lo que marcó la aceptación final por
parte de la comunidad científica de la tectónica de placas.
 En el mismo año, McKenzie y Parker presentaron de forma independiente un modelo
similar al de Morgan usando traslaciones y rotaciones en una esfera para definir los
movimientos de las placas.
La revolución de la tectónica de placas fue el cambio científico y cultural que se desarrolló a
partir de la aceptación de la teoría de la tectónica de placas y supuso un cambio de
paradigma y una revolución científica que transformó la geología.

Límites de placas[editar]
Son los bordes de una placa y es ahí donde se presenta la mayor actividad tectónica (sismos,
formación de montañas, actividad volcánica), ya que es donde se produce la interacción entre
placas. Hay tres clases de límite:19

 Divergentes: son límites en los que las placas se separan unas de otras y, por lo
tanto, emerge magma desde regiones más profundas (por ejemplo, la dorsal
mesoatlántica formada por la separación de las placas de Eurasia y Norteamérica y las de
África y Sudamérica).
 Convergentes: son límites en los que una placa choca contra otra, formando una
zona de subducción (la placa oceánica se hunde bajo la placa continental) o un cinturón
orogénico (si las placas chocan y se comprimen). Son también conocidos como "bordes
activos".
 Transformantes: son límites donde los bordes de las placas se deslizan una con
respecto a la otra a lo largo de una falla de transformación.
En determinadas circunstancias, se forman zonas de límite o borde, donde se unen tres o más
placas formando una combinación de los tres tipos de límites.

Límite divergente o constructivo: las dorsales[editar]

Dorsal oceánica.
Artículo principal: Borde divergente

Son las zonas de la litosfera en que se forma nueva corteza oceánica y en las cuales se
separan las placas. En los límites divergentes, las placas se alejan y el vacío que resulta de
esta separación es rellenado por material de la corteza, que surge del magma de las capas
inferiores. Se cree que el surgimiento de bordes divergentes en las uniones de tres placas
está relacionado con la formación de puntos calientes. En estos casos, se junta material de la
astenosfera cerca de la superficie y la energía cinética es suficiente para hacer pedazos la
litosfera. El punto caliente que originó la dorsal mesoatlántica se encuentra actualmente
debajo de Islandia, y el material nuevo ensancha la isla algunos centímetros cada siglo.
Un ejemplo típico de este tipo de límite son las dorsales oceánicas, como la dorsal
mesoatlántica entre otras, y en el continente las grietas, como el Gran Valle del Rift.

Límite convergente o destructivo[editar]

La placa oceánica se hunde por debajo de la placa continental.

Artículo principal: Borde convergente

Las características de los bordes convergentes dependen del tipo de litosfera de las placas
que chocan. Con frecuencia las placas no se deslizan en forma continua; sino que se acumula
tensión en ambas placas hasta llegar a un nivel de energía acumulada que sobrepasa el
necesario para producir el deslizamiento brusco de la placa marina. La energía
potencial acumulada es liberada como presión o movimiento; debido a la titánica cantidad de
energía almacenada, estos movimientos ocasionan terremotos, de mayor o menor intensidad.
Los puntos de mayor actividad sísmica suelen asociarse con este tipo de límites de placas.

 Cuando una placa oceánica (más densa) choca contra una continental (menos densa)
la placa oceánica es empujada debajo, formando una zona de subducción. En la
superficie, la modificación topográfica consiste en una fosa oceánica en el agua y un
grupo de montañas en tierra.
 Cuando dos placas continentales colisionan (colisión continental), se forman extensas
cordilleras formando un borde de obducción. La cadena del Himalaya es el resultado de la
colisión entre la placa Indoaustraliana y la placa Euroasiática.
 Cuando dos placas oceánicas chocan, el resultado es un arco de islas (por
ejemplo, Japón).
Límite transformante, conservativo o neutro[editar]
Falla de San Andrés.

Artículo principal: Borde transformante

El movimiento de las placas a lo largo de las fallas de transformación puede causar


considerables cambios en la superficie, lo que es particularmente significativo cuando esto
sucede en las proximidades de un asentamiento humano. Debido a la fricción, las placas no
se deslizan en forma continua; sino que se acumula tensión en ambas placas hasta llegar a un
nivel de energía acumulada que sobrepasa el necesario para producir el movimiento.
La energía potencial acumulada es liberada como presión o movimiento en la falla. Debido a
la titánica cantidad de energía almacenada, estos movimientos ocasionan terremotos, de
mayor o menor intensidad.
Un ejemplo de este tipo de límite es la falla de San Andrés, ubicada en el Oeste
de Norteamérica, que es parte del sistema de fallas producto del roce entre la placa
Norteamericana y la del Pacífico.

Medición de la velocidad de las placas tectónicas[editar]


La medición actual de la velocidad de las placas tectónicas se realiza mediante medidas
precisas de GPS. La velocidad antigua de las placas se obtiene mediante la restitución de
cortes geológicos (en corteza continental) o mediante la medida de la posición de las
inversiones del campo magnético terrestre registradas en el fondo oceánico.

Véase también[editar]
 Anexo:Placas tectónicas
 Geología
 Litosfera
 Orogénesis

Referencias[editar]
1. ↑ Strahler, Arthur N. (1992). «1». Geología física. Barcelona: Omega. pp. 9-12. ISBN 84-
282-0770-4.
2. ↑ «How fast are the tectonic plates moving?» [¿Qué tan rápido se mueven las placas
tectónicas?]. Iris (en inglés).
3. ↑ Read HH, Watson Janet (1975). Introduction to Geology. Nueva York: Halsted.
pp. 13-15.
4. ↑ Agueda Villar, 1983, p. 246-255.
5. ↑ Agueda Villar, 1983, p. 205-207.
6. ↑ Agueda Villar, 1983, p. 207.
7. ↑ Melendez y Fuster, 1978, p. 169-171.
8. ↑ Agueda Villar, 1983, p. 256-257.
9. ↑ Strahler, 1992, p. 272.
10. ↑ Strahler, 1992, p. 226-227.
11. ↑ Saltar a:a b Strahler, 1992, p. 269-270.
12. ↑ Saltar a:a b Strahler, 1992, p. 273-277.
13. ↑ Strahler, 1992, p. 231.
14. ↑ Melendez y Fuster, 1978, p. 391-393.
15. ↑ Melendez y Fuster, 1978, p. 390-391.
16. ↑ Strahler, 1992, p. 265-266.
17. ↑ Strahler, 1992, p. 359.
18. ↑ Strahler, 1992, p. 283.
19. ↑ Anguita Virella, Francisco; Moreno Serraño, Fernando (1991). Procesos geológicos
internos. Madrid: Rueda. pp. 20-22. ISBN 84-720-063-8  |isbn=  incorrecto (ayuda).

Bibliografía[editar]
 Murphy, J.B.; Gutiérrez, G.; Nance, R.D.; Fernández, J.; Keppie, J.D.; Quesada, C.;
Strachan, R.A. y Doatal, J. (2008): Rotura de las placas tectónicas. Investigación y
Ciencia, 380[mayo]: 31-41.

Enlaces externos[editar]
 Maps of continental drift, from the Precambrian to the future .
 Tectónica de placas.
 La Ecolución de la Tectónica de Placas: El Nuevo Interior de la Tierra.

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