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3.

VERDE: CONECTORES LOGICOS

4. AZUL PROPOCISIONES COMPUESTAS

"Él cociente era producto de una familia de importantísimos polinomios. Ella una simple incógnita
de mezquina ecuación literal.

¡Oh! ¡Qué tremenda desigualdad!

Pero como todos saben, el amor no tiene límites y va del más infinito al menos infinito.
Embargado, el cociente la contempló desde el vértice hasta la base, bajo todos los ángulos, agudos
y obtusos. Era linda, una figura impar que se evidenciaba por: mirada romboidal, boca trapezoidal
y senos esféricos en un cuerpo cilíndrico de líneas sinusoidales.

"¿Quién eres?", preguntó el cociente con una mirada radical.

"Soy la raíz cuadrada de la suma de los cuadrados de los catetos, pero puedes llamarme
hipotenusa", contestó ella con expresión algebraica de quien ama.

Él hizo de su vida una paralela a la de ella, hasta que se encontraron en el infinito. Y se amaron
hasta el cuadrado de la velocidad de la luz, dejando al sabor del momento y de la pasión, rectas y
curvas en los jardines de la cuarta dimensión.

Él la amaba y el recíproco era verdadero.

Se adoraban con las mismas razones y proporciones en un intervalo abierto de la vida.

Luego de tres cuadrantes, resolvieron casarse.

Trazaron planes para el futuro y todos le desearon felicidad integral.

Los padrinos fueron el vector y la bisectriz.

Todo marchaba sobre ejes. El amor crecía en progresión geométrica. Cuando ella estaba en sus
coordenadas positivas, concibió un par: al varón, en homenaje al padrino lo bautizaron vector; la
niña, una linda abscisa. Ella fue objeto de dos operaciones.

Eran felices, hasta que un día todo se volvió una constante. Fue así que apareció otro. Sí, otro. El
máximo común divisor, un frecuentador de círculos viciosos. Lo mínimo que el máximo ofreció fue
de una magnitud absoluta.

Ella se sintió impropia, pero amaba al máximo.

Al saber de esta regla de tres, el cociente la llamó fracción ordinaria.

Sintiéndose un denominador común, resolvió aplicar la solución trivial: un punto de


discontinuidad.

Autor Anónimo
7. RECONSTRUCCION DEL TEXTO

“Daniel era hijo de una familia de excelentes empresarios. Luisa una niña hija de una empleada de
servicio.”

¡Increíble! ¿Qué está pasando ahí?

Pero como todos saben, el amor no tiene límites y va del que más tiene al que menos tiene.

Dedicado, el niño la enamoro de pies a cabeza, y desde los detalles más mínimos hasta los más
grandes. Era linda, una niña sencilla que se descubría por su: mirada majestuosa, boca armoniosa
y pechos redondos en un cuerpo con unas curvas perfectas

"¿Quién eres?", preguntó el niño con una mirada entusiasta.

"Soy el premio de un gran esfuerzo, pero puedes llamarme Luisa", contestó ella con el significado
de su nombre el cual valora mucho.

Él hizo de su vida un retrato parecido hacia ella, hasta que se tropezaron en el infinito. Y se
amaron hasta del más mínimo detalle, dejando al sabor del momento y de la entusiasmo,
momentos y historias vividas.

Él la amaba y ella también.

Se adoraban con las cosas buenas y malas de la vida.

Después de tres años, decidieron casarse.

hicieron planes para el futuro y todos le quisieron felicidad por el resto de sus vidas.

Los padrinos fueron el papa marco de él y su tío polo.

Todo marchaba muy bien. El amor progresaba en cada vez más. Cuando ella estaba en sus mejores
estados de ánimo, se dio cuenta que, a él, en honor al padrino lo bautizaron marco; la niña, una
linda Luisa. Ella fue objeto de planes.

Eran felices, hasta que un día todo se volvió un problema sin solución. Fue así que apareció otro.
Sí, otro. Manuel, un causante de muchos problemas. Lo mínimo que Manuel ofreció fue de una
relación sin inconvenientes.

Ella se sintió mal, pero amaba a Manuel.

Al saber de esta complicación, Daniel la llamó mala mujer.

Sintiéndose un mal hombre, resolvió su problema: un hombre traicionado.

Autor Anónimo
9. ESTROFAS

“Daniel era hijo de una familia de excelentes empresarios. Luisa una niña hija de una empleada de
servicio.”

¡Increíble! ¿Qué está pasando ahí? Pero como ya saben, el amor no tiene límites y va del que más
tiene al que menos tiene. Dedicado, el niño la enamoro de pies a cabeza, y desde los detalles más
mínimos hasta los más grandes.

Era linda, una niña sencilla que se descubría por su: mirada majestuosa, boca armoniosa y pechos
redondos en un cuerpo con unas curvas perfectas; "¿Quién eres?", preguntó el niño con una
mirada entusiasta.

"Soy el premio de un gran esfuerzo, pero puedes llamarme Luisa", contestó ella con el significado
de su nombre el cual valora mucho.

Él hizo de su vida un retrato parecido hacia ella, hasta que se tropezaron en el infinito. Y se
amaron hasta del más mínimo detalle, dejando al sabor del momento y de la entusiasmo,
momentos y historias vividas.

Él la amaba y ella también, se adoraban con las cosas buenas y malas de la vida. Después de tres
años, decidieron casarse, hicieron planes para el futuro y todos le quisieron felicidad por el resto
de sus vidas. Los padrinos fueron el papa marco de él y su tío polo.

Todo marchaba muy bien. El amor progresaba en cada vez más. Cuando ella estaba en sus mejores
estados de ánimo, se dio cuenta que, a él, en honor al padrino lo bautizaron marco;

La niña, una preciosa Luisa. Ella fue objeto de planes, eran felices, hasta que un día todo se volvió
un problema sin solución.

Fue así que apareció otro. Sí, otro. Manuel, un causante de muchos problemas. Lo mínimo que
Manuel ofreció fue de una relación sin inconvenientes.
Ella se sintió mal, pero amaba a Manuel. Al saber de esta complicación, Daniel la llamó mala
mujer.

Sintiéndose un mal hombre, resolvió su problema: un hombre traicionado.

Autor Anónimo

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