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JEHOVÁ es “el Dios de todo consuelo”. El apóstol Pablo sabía esto por
experiencia personal. Por eso, para animar a sus compañeros cristianos, escribió
estas palabras alentadoras:
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“Bendito sea [...] el Padre de tiernas misericordias y el Dios de todo consuelo,
que nos consuela en toda nuestra tribulación. [...] Ahora bien, sea que estemos en
tribulación, es para el consuelo y salvación de ustedes; o sea que se nos esté
consolando, es para el consuelo de ustedes, el cual opera para hacerlos aguantar
los mismos sufrimientos que nosotros también sufrimos. De modo que nuestra
esperanza tocante a ustedes es invariable, ya que sabemos que, así como
ustedes son partícipes de los sufrimientos, de la misma manera también
participarán del consuelo”. (2 Corintios 1:3-7.)