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CAUTIVANDO LA PRESENCIA DE DIOS

Por: Juanita Bartolo Segura

“Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tu


fuerzas” Deuteronomio 6:6

Hay una canción muy hermosa titulada “La nube” de la producción del Centro cristiano Vino Nuevo
dice así:

Lo que hace mi corazón palpitar; el deseo que donima mi pensar


Es tu presencia o Jesús.
La sed que nadie puede a pagar, el hambre que no puedo controlar
Por tu presencia o Señor.

De día y de noche es mi soñar, el anhelo que tengo es alcanzar.


Tú presencia, mi Dios tu presencia.

Seguiré en el buscar
Yo lo voy a cautivar, no lo dejaré escapar
Siguiendo la nube; la nube de tu presencia

La mayoría de los jóvenes deben anhelar la presencia de Dios. La Biblia menciona a un joven que
cautivó a Dios y que él estuvo siempre con él. Esta historia la encontramos en 2 de Reyes 22: 11-20 y
2 Crónicas 34 y 35. Josías era un joven de tan solo 8 años de edad. Sus padres no buscaron de Dios,
se desviaron del camino recto. Pero aun con tantas barreras, podemos ver que Josías alcanzó la
presencia de Dios porque lo buscó constantemente. Vamos haber que fue lo que hizo Josías para
cautivar la presencia de Dios.

I. Permaneció abierto y enseñable.


La mayoría de los jóvenes no están dispuestos a buscar la presencia de Dios, ni tampoco están
dispuestos a que otros les enseñen. Pero los jóvenes abiertos al cambio se ponen a buscarle
diariamente, en una posición que les permite ganar sus batallas. Josías estuvo dispuesto a dejarse
conducir por sus líderes. Él nunca dijo: -Ya se, tampoco se puso hablar de sus lideres, ni de su
pastor. “Jehová me guarde de hacer tal cosa contra mi señor, el ungido de Jehová, que yo extienda
mi mano contra él; porque él es el ungido de Jehová”. 1 Samuel 24:6 Estuvo abierto a dejarse
conducir a la presencia de Dios por sus mentores. Dispuesto al cambio y a crecer en los caminos de
Señor. “Será como árbol plantado junto a corrientes de agua, Que da su fruto a su tiempo, y su hoja
no cae; y todo lo que hace prosperará” Salmos 1:3

El mismo tipo de apertura y deseo de aprendizaje que vemos en Josías es un ejemplo que como
jóvenes debemos tener. La Escritura menciona que él era un muchacho que buscó de Dios a los ocho
años de edad. A los dieciséis años, en vez de convencerse de que lo sabía todo (como ocurre con
muchos adolescentes) se humilló. Se apartó de los caminos de su arrogante padre, y buscó a Dios.
No espero que le estuvieran diciendo “tienes que orar, leer la Palabra de Dios, ayunar, ir a la iglesia,
etc”.

Se necesita ser enseñable para poder conquistar la presencia de Dios, dejarse que Él nos enseñé a
través de los que nos conducen al bien y no al mal.

“¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu Palabra. Salmos 119:9
“Bendito tú, oh Jehová; Enséñame tus estatutos” Salmos 119:12

II. Removió los obstáculos del pasado.


Todos los jóvenes tienen un pasado que luchan con el constantemente, pero eso no significa que
tenga que vivir esclavizado y lamentándose de lo que te esta pasando. Un joven que esta luchando
con el pasado tiene que dejárselo a Dios y buscarle en cualquier batalla que este enfrentando. “Venid
a mi todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” Mateo 11:28

Para Josías, una batalla tremenda e importante fue el culto a los ídolos. Desde el tiempo del rey
Salomón, el culto de otros dioses había sido una piedra de tropiezo para los judíos. Josías
comprendió eso y decidió algo al respecto. Limpio el país de ídolos. Eso requirió un valor increíble.
Tenía solo veinte años y estaba peleando con más de trescientos años de tradición. Él no se quedó
lamentándose haber que iba a suceder, como muchos jóvenes. Él se levantó y buscó la presencia de
Dios para limpiar el pueblo. Quitó todo lo que impedía, para que la presencia de Dios estuviera en
Israel y sobre Él. 2 Reyes 4:20.

Cuantos jóvenes tienen tantos ídolos en su interior que eso los ha apartado de la presencia de Señor.
Le han dado más prioridad a otras cosas que buscarle. Además, el mismo pasado ha detenido a
muchos. Se lamentan lo que paso con sus padres (divorciaron) Porque la novia (O) los dejaron por
otros. Porque tu padre no estuvo en la graduación, etc y eso ha provocado que guarden tanto rencor
que te desviaron de los caminos de rectitud. La Biblia menciona en 2 Corintios 5:17 “De modo que si
alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”
Como cristiano no tienes porque estar viviendo el pasado y lamentándote de lo sucedido.

“Más el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz
fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” Isaías 53:5

La mayoría a formado un ídolo en su vida que le has dedicado más tiempo que a Dios. “No tendrás
dioses ajenos delante de mi” Éxodo 20:3. Un pasado que no te deja servirle, confiesa al Señor tus
fallas y lo que te esta atormentando. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1;9) No importa tu pasado, toma
el valor de acercarte a Dios y luchar con esas batallas que no te han dejado acercarte a Él. Porque ya
no lucharas solo, el Señor esta con contigo.

“Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios
estará contigo en dondequiera que vayas” Josué 1:9

III. Reconoció la clave para cautivar la presencia de Dios.


Todo joven está investido con la responsabilidad de hallar la clave para su vida. Para Josías esa clave
fue el arrepentimiento. Después de descubrir y leer el libro de la Ley, Josías se arrepintió de sus
pecados y de los del pueblo. Dice la Biblia que rasgo sus vestiduras y se arrepintió sinceramente.

“y tu corazón se enterneció, y te humillaste delante de Jehová, cuando oíste lo que yo he


pronunciado contra este lugar y contra sus moradores, que vendrán a ser asolados y malditos,
rasgaste tus vestidos, y lloraste en mi presencia, también yo te he oído, dice Jehová” 2 Reyes 22: 19.

Cuando Josías se enteró del libro de la Ley, Él anheló buscar la presencia de Dios, no dejó escapar la
oportunidad, se humilló y buscó su presencia día y noche. Proclamó que todo el pueblo buscará y se
arrepintiera de los pecados cometidos, al extremo que Dios miró la actitud y eso lo cautivó para
siempre (Mientras reinaba Josías). Y el Señor perdonó los pecados que Israel había cometido.
El arrepentimiento de Josías fue sincero, el no anduvo jugando al que es cristiano en los domingos y
cristino entre semana. “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡ojalá fuese frío o caliente!
Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca” Apocalipsis 3:15-16. Él
buscó la presencia de Dios todos los días, fue un estilo de vida que el vivió diariamente con el Señor.
Fue la luz en su pueblo y dice la Biblia que no hubo otro mejor rey como él “No hubo otro rey antes
de él, que se convirtiese a Jehová de todo su corazón y de todas sus fuerzas, conforme a toda la ley
de Moisés; ni después de el nació otro igual” 2 Reyes 23:25.

La edad no le impedía buscar a Dios, era joven como tú. El sabía que necesitaba de Dios en su
reinado, pero principalmente en su vida. Por eso él le adoró con todo su corazón, con todas sus
fuerzas y con toda su mente, dejó que Dios lo encendiera de su presencia. Quería ver el poder de
Dios en su vida. De tal manera, que se sumergió y el Espíritu del Señor lo encendió siempre.
Lo que cautivo a Dios de Josías no fue su reinado, ni las lagrimas, tampoco el dinero, ni el poder que
ejercía en el palacio. Lo que le cautivo fue que se arrepintió de corazón de todas las cosas malas que
sucedieron en el pueblo de Israel.

“Si se humillare mi pueblo, sobre el cuál mi nombre es invocado, y oraren, buscaren mi rostro y se
convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados, y
sanaré su tierra. Ahora estarán abiertos mis ojos y atento mis oídos a la oración de este lugar” 2
Crónicas 7:14

La Biblia menciona de otros personajes que cautivaron la presencia de Dios y consistió en el


arrepentimiento por ejemplo: Sansón “Señor Jehová, acuérdate ahora de mí, y fortaléceme, te
ruego….” Jueces 16: 28
Joven confiesa tus pecados delante del Señor, arrepiéntete de todo los que te mantiene lejos de Dios
y busca de Él siempre.

IV. Mantuvo un compromiso personal.


“No se apartaron de en pos de Jehová el Dios de sus padres, todo el tiempo qué él vivió” 2 Crónicas
34:33
Josías fue el resultado de la dedicación y fidelidad hacia Dios
Se comprometió con Dios no con los hombres. Enfrentó muchas batallas y todas difíciles para su
vida. Pero, quien peleo esas batallas fue Dios. En todas triunfo.No se dejó llevar por la corriente de
otras ideologías, reinos, amistades. Siempre fue firme hacia Dios. El compromiso personal, fueron
los siguientes:
1) Se comprometió a orar “La oración del justo es poderosa y eficaz” Santiago 5:16
2) Se comprometió amar la Palabra de Dios “(tú) serás como un árbol plantado junto al agua
que extiende sus raíces hacia la corriente” Jeremías 17:8. También menciona la Biblia: “Toda la
escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reargüir, para corregir, para instruir en
justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, eternamente preparado para toda buena obra”.
2 Timoteo 3:16
3) Se comprometió a obedecer “He encontrado en David … Un hombre conforme a mi corazón;
él realizará todo lo que yo quiero” Hechos 13:22
4) Se sometió “Honren a Cristo sometiéndose unos a otros” Efesios 5:21
5) Se comprometió amar “ Este mandamiento nuevo les doy: que se amen los unos a los otros…
De este modo todos sabrán que son mis discípulos, si se aman los unos a los otros” Juan 13:34-35
6) Se comprometió a guardarse “Consérvate puro” 1 Timoteo 5;22
7) Se comprometió a Servir “Progresando siempre en la obra del Señor, consciente de que su
trabajo en el Señor no es en vano” 1 Corintios 15:58
El compromiso de Josías era caminar con Dios hasta la muerte.

Para finalizar….
Joven tú y yo tenemos que buscar la presencia de Dios, anhelarlo, decirle que lo necesitamos más
que todo nuestro ser. Hay que arrepentirse de todos esos dioses que hay en el corazón, (televisón,
internet, dinero, sexo, etc) de ese pasado que te atormenta y que solo ha sido una barrera que esta
impidiendo que busques de su presencia.
Cautiva al Señor, que tu corazón lata por estar con Él. Que sea Él que pague esa sed que sientes de
su presencia. Él que satisfaga el hambre que no puedes controlar. No dejes escaparla, CAUTIVA A
NUESTRO SEÑOR.
Que el día y la noche sea un anhelo de estar en su presencia. Búscale, cautívalo, síguele no desmayes
porque el está contigo.
Que tu anhelo sea alcanzar la presencia de Dios y buscarle hasta que el te llamé. El Señor nos
promete que va estar con nosotros siempre.
La palabra de Dios para tu corazón dice:

Escucha el informe de Dios sobre el corazón del rey David: “He encontrado en David, hijo de Isaí,
un hombre conforme a mi corazón; él realizará todo lo que yo quiero” Hechos 13:22

Canta:

Lo que hace mi corazón palpitar; el deseo que donima mi pensar


Es tu presencia o Jesús.
La sed que nadie puede a pagar, el hambre que no puedo controlar
Por tu presencia o Señor.

De día y de noche es mi soñar, el anhelo que tengo es alcanzar.


Tú presencia, mi Dios tu presencia.

Seguiré en el buscar
Yo lo voy a cautivar, no lo dejaré escapar
Siguiendo la nube; la nube de tu presencia

Compromiso

El compromiso hace referencia a un tipo de obligación o acuerdo que tiene un


ser humano con otros ante un hecho o situación. Un compromiso es una obligación
que debe cumplirse por la persona que lo tiene y lo tomó.

El compromiso, además, es la capacidad que tiene una persona para tomar
consciencia de la importancia que existe en cumplir con algo acordado
anteriormente. Ser una persona que cumple con sus compromisos es considerado
un valor y una virtud, ya que esto suele asegurar el éxito en los proyectos futuros
y la plenitu

Cuando alguien se compromete, significa que está tomando un cierto grado de


responsabilidad sobre algo en específico. Un compromiso puede ser visto como el
objetivo de una o más personas a realizar. Éstas van desarrollando actos o
acciones para poder concretarlo.

Cuando una persona adquiere un compromiso por parte de otra, se suele


escuchar la típica frase “me pones en un compromiso”. Cuando alguien pone en
compromiso a otro, quiere decir que éste le brinda la suficiente confianza como
para esperar una respuesta responsable de esa persona.
Por ejemplo, sucede en situaciones cotidianas cuando una persona decide contarle
a su amigo un secreto, el cual afecta directa o indirectamente a otros, esta
persona estaría poniendo en compromiso a su amigo por el hecho de tener que
guardar cierta cantidad de información confidencial.

Compromiso en las parejas


La palabra compromiso abarca otros entendimientos. Se dice que cuando uno de
los miembros de una pareja amorosa le propone casarse a la otra, éstos están en
un compromiso. En una pareja, el comprometerse es uno de los pasos más
importantes antes del matrimonio, ya que éste asegura el sentimiento que tiene el
uno por el otro.

Antiguamente, aunque hoy en día en algunos países y culturas se sigue realizando


(como la India), el compromiso matrimonial era arreglado entre familias para unir
a los miembros que ellos deseaban, de esta forma se convertía en obligatorio al
proporcionar una amplia responsabilidad a dos personas para cumplir un objetivo
que no era querido por ellos, sin embargo, pese a la negación de los involucrados,
el compromiso era cumplido y luego se llevaba a cabo el matrimonio como paso
final para la unión permanente de una pareja.

Compromiso: Obligación contraída. 
Obligación: Correspondencia que alguien debe tener y manifestar al beneficio que ha
recibido de otra persona. 

Ahora usamos mucho en el mundo la palabra “SIN COMPROMISO” puede ver este


producto sin compromiso, puede visitarnos sin compromiso, estamos juntos sin
compromiso, en fin, usamos esta palabra para demostrar que no estamos
OBLIGADOS a algo, pero ignoramos muchos de nosotros los beneficios que
obtenemos al estar comprometidos, por ejemplo, en un relación con compromiso
matrimonial los hijos son beneficiados al igual que el cónyuge.
Parece que ese mismo pensamiento a entrado tristemente a la iglesia, ya que
muchos somos cristianos sin compromisos.
Vamos a la iglesia cuando queremos, leemos la Biblia cuando queremos, oramos
cuando queremos sin nombrar claro esta que amamos a Dios cuando queremos.
Nuestra vida misma refleja esa falta de compromiso que llevamos con Dios.

No tenemos un compromiso REAL con Dios, ni hemos mantenido muchas veces


nuestras promesas y si las mantenemos solo son por un poco de tiempo y después las
olvidamos. 

Es increíble como mantenemos nuestro compromiso con nuestro trabajo y aun con
nuestros amigos y familiares, pero es terrible ver como no mantenemos nuestro
compromiso con Dios. 
Hay cristianos que su trabajo es el que ocupa el primer lugar, cuando debería de ser
Dios pues es Dios quien nos da nuestros trabajo. 

Dios quiere que nos comprometamos con el, que veamos no solo sus bendiciones y
las cosas que podemos obtener de el, sino también que tomemos nuestras
obligaciones, y seamos fieles a ellas pues así lo honramos. 

Ezequiel 10:1-5 
Mientras oraba Esdras y hacía confesión, llorando y postrándose delante de la
casa de Dios, se juntó a él una muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres
y niños; y lloraba el pueblo amargamente. 
2. Entonces respondió Secanías hijo de Jehiel, de los hijos de Elam, y dijo a
Esdras: Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres
extranjeras de los pueblos de la tierra; mas a pesar de esto, aún hay esperanza
para Israel. 
3. Ahora, pues, hagamos pacto con nuestro Dios, que despediremos a todas las
mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo de mi señor y de los que temen
el mandamiento de nuestro Dios; y hágase conforme a la ley. 4. Levántate,
porque esta es tu obligación, y nosotros estaremos contigo; esfuérzate, y pon
mano a la obra. 
5. Entonces se levantó Esdras y juramentó a los príncipes de los sacerdotes y de
los levitas, y a todo Israel, que harían conforme a esto; y ellos juraron. 

Me anima leer el versículo 4 como el pueblo le pide a Esdras que se levante pero nos
solo le dicen sino que ven que es su obligación. 

¿Acaso no será nuestra OBLIGACIÓN también el levantarnos y buscar a Dios? Ellos


reconocieron que se habían apartado de Dios, y buscaron a Esdras, ellos se volvieron
a comprometer con Dios. 

¿Cómo esta tu compromiso con Dios? ¿Eres fiel a el? 

Lucas 9:62 
Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano en el arado mira hacia atrás, es
apto para el reino de Dios. 

Aquí Jesús nos recuerda que tenemos un compromiso con Dios, no podemos intentar
seguirlo pero deseando volver al mismo tiempo. 

COMENTARIO POR M.H. 


Nadie puede hacer algo en debida forma si está atendiendo a otras cosas. Los que
entran en la obra de Dios deben estar dispuestos a seguir o de nada servirán. Mirar
atrás conduce a retractarse , y echarse atrás es la perdición. Sólo el que persevera
hasta el fin será salvo 
.... 

Es curioso ver como no nos importa llegar tarde a la iglesia pero cuando vamos
al cine o al teatro si llegamos temprano. 
Es curioso ver como gastamos nuestro dinero en cosas que ni ocupamos
muchas veces, pero no gastamos en cosas que valen la pena o que son de
beneficio para nuestra familia. 
Es curioso ver como gastamos nuestro dinero solo para nosotros y no
compartamos con otros, los necesitados las bendiciones que Dios nos da y nos
hagamos llamar cristianos, hijos de Dios.
Hebreos 10:22-25 
Acerquémonos con corazón sincero, en plena certidumbre de fe, purificados los
corazones de mala conciencia, y lavados los cuerpos con agua pura. 

Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel


es el que prometió. 

Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras;


no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino
exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca. 

Muchas veces es casi imposible por razones de trabajo asistir a la casa de Dios, pero
cuando hay oportunidad, tenemos que ir, para que juntos podamos buscar de Dios,
tenemos un compromiso, honra ese compromiso, se fiel con tu compromiso con Dios. 

El cristiano no solo tiene derechos como hijo, también el ser hijo te da


responsabilidades y obligaciones, ¿las estamos cumpliendo? 

Números 30:2 
Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su alma con
obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió de su
boca. 

Dios bendiga sus vidas

¿Qué es el compromiso?
ESCRITO EN 23 ABRIL 2016.

"Así que las Iglesias eran confirmadas en la fe, y aumentaban en número cada
día". Hechos 16:5

¿Qué es compromiso? Para cada persona significa algo diferente:


Para un boxeador, es levantarse de la lona una vez más de las que ha sido tumbado.
Para un maratonista, es correr otras diez mil millas, cuando ya no le quedan fuerzas.
Para el soldad, es subir la colina, sin saber lo que le espera del otro lado.
Para el misionero, es decir adiós a su propia comodidad, para obedecer el mandato
de Jesús.
Si quieres ser un cristiano efectivo, tienes que comprometerte.

¿Cuál es la verdadera naturaleza de compromiso?


1 - El compromiso duele.

Si tiene dudas sobre esto lea una persona comprometida en 2da. Corintios 11:23 al 20
- Lucas 14:27-33

2 - El Compromiso se prueba con la acción.

La única medida real del compromiso es la acción. "Nada es más fácil que hablar
palabras. Nada es más difícil que vivirlas día tras día".

"Si me aman hagan lo que les dije" Juan 14:21

3 - El compromiso abre la puerta del logro.

En algunos casos, cuando no hay logros es porque falta compromiso.

Si quieres llegar a algún lugar que valga la pena, tienes que comprometerte.

"Dios hace cosas con gente comprometida"

Cuando se trata de compromiso, hay realmente solo cuatro tipos de personas.

a - Los que no tienen objetivos y no se comprometen.

b - Los que no saben si pueden alcanzar sus objetivos, por lo que tienen miedo a
comprometerse.

c - Los que empiezan a caminar hacia un objetivo pero se rinden cuando la situación
se pone difícil.

d - Los que fijan metas, se comprometen con ellas y pagan el precio por alcanzarlas.

¿Estás alcanzando tus objetivos?


¿estás logrando aquello que Dios puso con claridad delante tuyo?

¿Cree la gente en ti y te siguen?

Si tu respuesta a alguna de estas preguntas es no, el problema puede ser tu nivel de


compromiso.

¿Qué es compromiso?
1) "Es superar lo que te frena" (¿Por qué no logre lo que Dios me mostró que podía
lograr?)

2) " Es renunciar a tus derechos" (¿A qué derechos estás renunciando para alcanzar
lo que Dios quiere en tu vida y ministerio?)

Mejora tu compromiso
a) Decidí por qué vale la pena morir.

b) Medí tu compromiso. A veces pensamos que estamos comprometidos con algo,


pero nuestras acciones indican lo contrario. Toma tu calendario y tu billetera.

Invertí algunas horas revisando como gastas tu tiempo y donde gastás tu dinero. Mira
cuanto tiempo invertis en el trabajo, en el servicio a otros, con la familia, en
actividades de salud y recreativas, etc. Calcula cuanto dinero gastas en vivir, en
pasatiempos, en desarrollo personal, en la Obra de Dios y en dar. Todas estas son
una medida real de tu compromiso. Puede que te sorprendas de lo que descubras.

c) Unite a personas comprometidas.

d) Publica tus compromisos.

e) Sé fiel en lo poco y Dios te dará trabajos grandes.

f) Empezá por hacer justamente "lo último que harías"

Seguramente lo úlitmo desado por Jesús era morir en una cruz pero justatamente ahí
se vio su compromiso por nosotros. Cuando puedas detectar que es lo último que
estás dispuesto a hacer por la Obra de Dios habrás detectaado el punto por donde
Dios quiere empezar a trabajar en tu vida.
Dios hace cosas con personas
comprometidas.
 Actividad que busca concientizar y comprometer a un
grupo de jóvenes en la construcción de un mundo mejor,
por medio de un breve análisis de la realidad y la expresión
de un pequeño compromiso de vida. Ideal para concluir
algún retiro...
 Se divide al grupo en 6 subgrupos a los cuales se les
entrega una hoja doble carta a cada uno y marcadores(no
colores, ni pluma, deben ser marcadores). Se les pide que
analicen la realidad de su ciudad, pueblo, comunidad y que
la expresen por medio de dibujo.
 Posteriormente de un tiempo razonable, un delegado de
cada equipo expone su cartel y lo comenta. Cada una de
las hojas se colocan en el piso formando una cruz.
 El animador comenta que esa es la cruz del mundo con sus
problemas, injusticias, dolor, etc. Pero que está en
nuestras manos cambiar esa realidad, por eso cada uno de
los presentes anotará un compromiso en el reverso de
cada hoja (Las hojas se voltean pero siguen formando una
cruz).
 Los jóvenes pasan, uno a uno, para anotar su compromiso.
posteriormente el animador comenta que ahora la cruz se
ve diferente llena de buenos propósitos, pero que a pesar
de eso los problemas se siguen notando (hacer hincapié en
que se notan o traspasan los dibujos de la primera parte,
por eso la importancia de los marcadores) que depende
que nosotros cumplamos lo que nos propusimos para que
las cosas camb
EL CRISTIANO NO COMPROMETIDO
 

U n joven discípulo comunista,

recientemente salido de la cárcel, le


escribió a su novia para romper su
compromiso:
Los comunistas tenemos una alta tasa de víctimas.
Somos a los que se les dispara, se les cuelga, se les
ridiculiza, se nos despide del trabajo y en toda forma
posible se nos molesta. Un cierto porcentaje de
nosotros es asesinado o hecho prisionero. Vivimos
virtualmente en gran pobreza. Devolvemos al partido
hasta el último centavo más allá de lo que es necesario
para mantenernos vivos. Nosotros los comunistas no
tenemos el dinero o el tiempo para ir al cine, o a
conciertos, o para carnes finas, o casas decentes, o
carros nuevos. Hemos sido descritos como fanáticos.
Somos fanáticos. Nuestras vidas son dominadas por un
gran factor ensonmbrecedor: La lucha por el
comunismo mundial. Nosotros los comunistas tenemos
una filosofía de la vida que ningún dinero puede
comprar. Tenemos una causa por la cual luchar, un
propósito definido en la vida. Nuestras insignificantes
personalidades están subordinadas al gran movimiento
de la humanidad; y si nuestras vidas personales
parecen duras o nuestros egos parecen sufrir a través
de la subordinación al partido, entonces somos
compensados adecuadamente por el pensamiento de
que cada uno de nosotros a su manera contribuye con
algo nuevo, verdadero y mejor para la humanidad.
Existe una cosa sobre la cual hablo con mucha
seriedad, y esa es la causa comunista. Es mi vida, mi
negocio, mi religión, mi hobby, mi amor, mi esposa y
mi amante, mi respirar y mi carne. Trabajo en ello
durante el día y sueño con ello en la noche. Su
dominio en mí crece, no disminuye con el pasar del
tiempo; por lo tanto, no puedo cultivar una amistad, un
amor, o aun una conversación sin relacionarlo con esta
fuerza que opera en mi vida. Evalúo las personas, los
libros, las ideas de acuerdo con la manera en que éstas
afectan la causa comunista, y por su actitud hacia ésta.
Ya he estado en la cárcel por mis ideas, y si fuese
necesario, estoy listo para enfrentar un pelotón de
fusilamiento.

Aunque engañado y mal guiado, este joven discípulo


comunista poseía lo que le falta a tantos cristianos
profesantes: compromiso. Podemos mover nuestras
cabezas expresando lástima por la creencia errónea de
este joven, pero había coherencia entre su pensar y sus
acciones, algo que no siempre se puede decir que
exista en aquellos que se dicen ser seguidores de
Cristo.

La verdadera fe siempre se manifiesta a través de los


hechos. Hay una inseparable correlación entre la
creencia y la conducta. Como lo expresara Martín
Lutero en su comentario al prefacio del libro de
Romanos, “Indiscutiblemente, es tan imposible,
separar las obras de la fe, como lo es separar el calor y
la luz del fuego”.[1]
¿Cómo sabe usted si una persona cree en lo que usted
le dice? Si esa persona actúa tal y como si le creyera.
Si usted le dice que una araña venenosa está subiendo
por su pierna, y la persona sonríe y continúa su
conversación con usted, puede estar seguro que no le
creyó. Del mismo modo, aquel que cree en Jesús actúa
en concordancia con lo que Él dice . Su fe se hace
evidente por su obediencia.

Aunque muchos cristianos profesantes dicen creer que


Jesús es el Hijo de Dios, es indudable que sus acciones
revelan lo contrario. Como Pablo escribió, “Profesan
conocer a Dios, pero con los hechos lo niegan, siendo
abominables y rebeldes, reprobados en cuanto a toda
buena obra” (Tit. 1:16).
Jesús presidente
Imagínese que usted labora para una gran compañía
multinacional. Un día, mientras usted trabaja en su
estación, un hombre bien vestido, a quien no has visto
antes, entra por una puerta en el otro lado de la oficina.
Él camina hacia su escritorio y dice, “Sr. Smith, soy el
presidente de esta compañía. ¡Limpie su escritorio
inmediatamente!” ¿Qué haría usted? Todo depende,
por supuesto, si usted cree que esa persona es quien
dice que es. El presidente muestra más autoridad que
el resto de la gente de la compañía. Él es aquel, sobre
cualquier otro en la compañía a quien usted no
desagradaría. Así que si usted cree que él es el
presidente, le obedecerá de inmediato. Si usted no
obedece, eso indica que usted no cree que él sea el
presidente.

La analogía es obvia. Si creemos en Jesús nos


sometemos a Él. Somos salvos por la fe en Jesús, pero
nuestra fe debe ser una fe que se somete, de otro modo
no sería fe del todo. Por esto Pablo menciona dos
veces en su epístola a los Romanos “la obediencia a la
fe” (ver Romanos 1:5, 16:26). Todo el objetivo de su
ministerio era introducir el concepto de “obediencia a
la fe” entre los gentiles (ver Romanos 1:5).
“Su analogía tiene una falla” pueden argumentar
algunos, “porque Jesús no es como el presidente de
una compañía a quien haya que temer”.

Tal objeción revela el verdadero corazón del


problema. Si la analogía del presidente de la compañía
tiene una falla, es porque Jesús es mucho más que un
simple presidente. Es el creador de todos, el Juez de
vivos y muertos. Posee un nombre sobre todo nombre.
Pero en las mentes de tantos cristianos profesantes,
Jesús es el Salvador pero no el Señor. Es un vecino
amigable, no la cabeza de la iglesia. Posee todo el
amor pero no toda la autoridad en el cielo y en la
tierra. Es nuestro mejor compañero y no el Rey de
Reyes. Es un amigo alegre, pero no aquel ante cuya
presencia se doblará toda rodilla. Es bueno, pero no es
Dios. En realidad, sin embargo, tal Jesús no existe, y
los que están convencidos de ello se convierten en los
peores idólatras—pues han inventado un dios de su
propia imaginación.
El apóstol Santiago repetidamente advirtió en contra
de una fe que no es manifestada por medio de las obras
de obediencia:

Pero sed hacedores de la palabra, y no tan


solamente oidores, engañándoos a vosotros
mismos….Si alguno se cree religioso entre vosotros, y
no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la
religión del tal es vana….Hermanos míos, ¿de qué
aprovechará si alguno dice que tiene fe, y no tiene
obras? ¿Podrá la fe salvarle? (Santiago 1.22, 26; 2:14,
énfasis del autor).
Santiago no pudo haberse expresado más claramente.
La fe sin obras no nos puede salvar. Lo que creemos se
revela a través de nuestras palabras y de nuestros
hechos. Más aún, es posible engañar nuestros propios
corazones en este asunto y poseer así una religión sin
ningún valor.

Santiago continúa:

Pero alguno dirá: Tu tienes fe, y yo tengo obras.


Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe
por mis obras. Tu crees que Dios es uno; bien haces.
También los demonios creen y tiemblan. ¿Mas quieres
saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta?…
Vosotros veis, pues, que el hombre es justificado por
las obras, y no solamente por la fe….Porque como el
cuerpo sin espíritu está muerto, así también la fe sin
obras está muerta (Santiago 2:18-20, 24, 26, énfasis
del autor).
Santiago señala que aun los demonios poseen cierto
grado de fe,[2] y su fe se manifiesta por sus acciones:
ellos tiemblan de temor. Sin embargo, ¿cuántos
creyentes profesantes demuestran menos fe que los
demonios, al no demostrar temor de Dios?[3]
Jesús llamó a los no creyentes a la fe obediente
Observe que Santiago desafía a todos a mostrar su fe
sin obras (ver 2:18). Las obras no pueden ser
arrancadas de la fe verdadera. Es por eso que la fe
realmente salvadora siempre empieza con
arrepentimiento. Y es por eso precisamente que las
llamadas de Jesús a la salvación eran llamadas a la
entrega y a la obediencia. Jesús llamó a la gente a una
fe obediente, y para la decepción de muchos que
divorcian las obras de la fe, Jesús a menudo no dijo
nada acerca de la fe cuando hacía un llamado a la
salvación. Sus verdaderos seguidores mostraban su fe
por sus obras.
Vemos con asombro que el llamado de Jesús a un
compromiso valioso es a menudo descaradamente
ignorado por los cristianos profesantes. O, si ponen
atención, lo explican como un llamado a una relación
más profunda dirigida a aquellos que ya han recibido
la gracia salvadora de Dios y no a los no creyentes. Sin
embargo, tristemente, muchos de estos “creyentes”
que dicen que el llamado de Jesús es para los
salvos no respetan esta interpretación. En sus mentes
tienen la opción de no responder en obediencia, y
nunca lo hacen.
¿Los primeros pasos o un caminar más profundo?
Consideremos una de las invitaciones de Jesús a la
salvación que se interpreta más como un llamado a un
caminar más profundo por los cristianos profesantes:
Y llamando a la gente y a sus discípulos, les dijo: Si
alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,
y tome su cruz, y sígame. Porque todo el que quiera
salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida
por causa de mí y del evangelio, la salvará. Porque
¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el mundo,
y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el
hombre por su alma? Porque el que se avergonzare de
mí y de mis palabras en esta generación adúltera y
pecadora, el Hijo del Hombre se avergonzará también
de él, cuando venga en la gloria de su Padre con los
santos ángeles (Marcos 8:34-38).
¿Es esta una invitación a la salvación dirigida a no
creyentes o una invitación a una relación más
comprometida dirigida a creyentes? Si nuestra lectura
es honesta, la respuesta se hace clara:

Primeramente, nótese que la multitud a la que Jesús se


estaba dirigiendo consistía de “la gente” y los
discípulos (v. 34). Claramente, “la gente” no incluía a
los discípulos. Ellos, de hecho, fueron “emplazados”
por Jesús a escuchar lo que Él iba a decir. Jesús quería
que todos, seguidores y buscadores entendieran la
verdad que estaba a punto de enseñar. Nótese también
que empezó diciendo, “Si alguno” (v. 34, énfasis del
autor). Sus palabras aplican a cualquiera y a todos por
igual.
Conforme continuamos leyendo, se hace más claro a
quiénes se estaba dirigiendo Jesús. Específicamente,
sus palabras eran dirigidas a cada persona que deseaba
(1) “seguirle”, (2) “salvar su vida”, (3) no “peder su
alma”, (4) estar entre aquellos de los que Jesús no se
avergonzara cuando “viniera en la gloria de su Padre
con los santos ángeles”. Todas estas expresiones
indican que Jesús estaba describiendo a personas que
deseaban ser salvas. ¿Acaso podremos creer que hay
personas anhelosas del cielo que no quieran “seguir” a
Jesús y “salvar su vida”? ¿Podremos acaso pensar que
hay creyentes que “perderán sus almas”, se
avergonzarán de Jesús y de sus palabras, y de los
cuales Jesús se avergonzará cuando
retorne? Obviamente, Jesús estaba hablando de ganar
la salvación eterna en este pasaje de la Escritura.
Observe que cada una de las últimas cuatro oraciones
en este pasaje de cinco oraciones empieza con la
palabra “porque”. Es así como cada oración ayuda a
explicar y a ampliar la oración anterior. Ninguna
oración en este pasaje debería ser interpretada sin
considerar cómo es explicada por las otras.
Consideremos las palabras de Jesús oración por
oración teniendo esto en mente.

Oración # 1
Y si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí
mismo, y tome su cruz, y sígame (Marcos 8:34).
Note de nuevo que las palabras de Jesús se dirigían a
cualquiera que deseaba seguirle, a cualquiera que
deseaba ser su seguidor. Esta es la única relación que
Jesús inicialmente ofrece—ser su seguidor.
Muchos anhelan ser sus amigos sin ser sus seguidores,
pero tal opción no existe. Jesús no consideraba a nadie
como amigo a menos que le obedeciera. Una vez dijo,
“vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os
mando” (Juan 15:14).

Muchos aspiran a ser sus hermanos sin ser sus


seguidores, de nuevo, Jesús no permitió esa opción.
Jesús no consideraba a nadie como su hermano a
menos que le fuera obediente: “Porque todo aquel que
hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése
es mi hermano, y hermana, y madre” (Mt. 12:50,
énfasis del autor).

Muchos desean unirse con Jesús en el cielo sin ser sus


seguidores, pero Jesús señaló la imposibilidad de tal
hecho. Solamente aquellos que obedecen irán al cielo:
“No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el
reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi
Padre que está en los cielos” (Mt. 7:21).

En la oración en estudio, Jesús informó a aquellos que


deseaban ser sus seguidores que no podían seguirle a
menos que se negaran a sí mismos. Deben estar
dispuestos a poner sus deseos a un lado,
subordinándose a su voluntad. La auto negación y la
sumisión son la esencia de seguir a Jesús. Esto es lo
que significa “tomar su cruz”.
Oración # 2
La segunda oración de Jesús hace que el significado de
su primera oración sea aún más claro:

Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá;


y todo el que pierda su vida por causa de mí y del
evangelio, la salvará (Marcos 8:35).
Una vez más podemos observar que la oración inicia
con la palabra “porque”, relacionándose así con la
primera oración, agregando una aclaración. Aquí Jesús
contrasta a dos personas, las mismas dos personas
descritas en la primera oración—aquel que
se negaría a sí mismo, tomaría su cruz para seguirle y
aquel que no lo haría. Ahora el contraste está entre
aquel que perdería su vida por Cristo y la causa del
evangelio y aquel que no lo haría. Si buscamos una
relación entre ambos, debemos concluir que aquél
descrito en la primera oración que no estaba dispuesto
a negarse a sí mismo corresponde al que en la segunda
oración deseaba salvar su vida pero que la perdería de
todos modos. Y aquél en la primera oración que sí
estaba dispuesto a negarse a sí mismo corresponde al
de la segunda oración que pierde su vida pero que al
final la gana.
Jesús no hablaba de perder o salvar la vida física. Las
oraciones siguientes en este pasaje indican que Jesús
tenía en mente más bien pérdidas y ganancias eternas.
Una expresión similar de Jesús registrada en Juan
12:25 dice, “El que ama su vida, la perderá; y el que
aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la
guardará” (énfasis del autor)
La persona en la primera oración que no deseaba
negarse a sí mismo era la misma persona en la segunda
oración que deseaba salvar su vida. De este modo,
podemos concluir que el “salvar su vida” significa
“salvar sus propios intereses para su vida”. Esto se
hace más claro cuando consideramos a la persona
contrastada que “pierde su vida por Cristo y la causa
del evangelio”. Éste es el que se niega a sí mismo,
toma su cruz, renuncia a sus intereses personales,
ahora deseoso de vivir para transmitir el evangelio y
los intereses de Cristo. Éste es el que “salvará su
vida”. La persona que busca complacer a Cristo más
bien que a sí misma se hallará feliz en el cielo, mas la
que se complace a sí misma se hallará en la miseria del
infierno, habiendo perdido toda la libertad para seguir
sus propios intereses.

Oraciones # 3 y 4
Ahora las oraciones tres y cuatro:
Porque ¿qué aprovechará al hombre si ganare todo el
mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará
el hombre por su alma?(Marcos 8:36-37).
En estas oraciones se enfatiza a la persona que no se
negaría a sí misma. Es también aquella que desea
salvar su vida pero al final la pierde. Ahora aparece
como aquella que persigue lo que el mundo ofrece y
que en última instancia “pierde su alma”. Jesús expone
la necedad de tal persona comparando el valor del
mundo entero con el valor del alma. Por supuesto, no
hay comparación. Una persona, teóricamente, puede
adquirir todo lo que el mundo tiene que ofrecer, pero,
si la última consecuencia de ello es pasar la eternidad
en el infierno, ha cometido el más grave de todos los
errores.

Del contenido de las oraciones 3 y 4 obtenemos


conocimiento de lo que impide que la gente tome la
decisión de seguir a Cristo. Es su búsqueda por la auto
gratificación, ofrecida por el mundo. Motivados por el
amor a sí mismos, aquellos que se niegan a seguir a
Cristo encuentran placeres pecaminosos, de los cuales
los verdaderos seguidores de Cristo escapan por amor
y obediencia a Él. Aquellos que tratan de ganar todo lo
que el mundo ofrece, persiguen riquezas, poder y
prestigio, en tanto que los verdaderos seguidores de
Cristo buscan primero su reino y su justicia. Cualquier
riqueza, poder o prestigio ganado por ellos se
considera como mayordomía de Dios para ser usada
sin egoísmo y para la gloria de Él.

Oración # 5
Finalmente llegamos a la quinta oración en el pasaje
bajo estudio. Nótese de nuevo que esta oración se
relaciona con las otras por su palabra inicial, porque
Porque el que se avergonzare de mí y de mis palabras
en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del
Hombre se avergonzará también de él, cuando venga
en la gloria de su Padre con los santos ángeles (Marcos
8:38).
Una vez más la persona es aquella que no se niega a sí
misma, sino que desea seguir sus propios intereses,
persiguiendo lo que el mundo le ofrece, y que en
última instancia pierde su vida y su alma. Ahora se
caracteriza por ser alguien que se avergüenza de Cristo
y de sus palabras. Su vergüenza sale de su
incredulidad. Si hubiera creído que Jesús era el Hijo de
Dios, no se hubiera avergonzado de Él o de sus
palabras. Pero es miembro de una “generación adúltera
y pecadora”, y Jesús se avergonzará de él cuando
retorne. Claramente, Jesús no estaba describiendo a
alguien que fuera salvo.

Y ¿cuál es la conclusión de todo esto? El pasaje


completo no puede considerarse como un llamado a
una vida más comprometida dirigido a aquellos que ya
van camino al cielo. Es naturalmente una revelación de
la salvación al compararse a aquellos que son
realmente salvos con aquellos que no lo son. En
ningún momento dijo Jesús nada referente a la fe o a
creer, aunque la razón completa por la que una persona
se resistiría a negarse a sí misma, al continuar
persiguiendo lo que el mundo ofrece en rebelión
pecadora contra Cristo, es porque realmente no cree en
Cristo. El fruto de la incredulidad es la desobediencia.
Jesús no estaba proclamando la salvación por medio
de las obras, sino una salvación que producía buenas
obras, nacidas de una fe sincera. Por su definición, no
existe tal cosa como un “cristiano no comprometido”.

Bautismo al estilo de Nepal


El llamado a la salvación es un llamado al compromiso
con Cristo. En muchas naciones del mundo, en donde
la persecución es común, esto es automáticamente
comprendido por los nuevos creyentes. Saben que al
seguir a Cristo, habrá un precio que pagar.

Sundar Thapa, un cristiano nepalés que ha fundado


unas cien iglesias en su nación budista, compartió
conmigo las ocho preguntas que él le hace a cada
nuevo convertido antes de ser bautizado. Estas son:

1) ¿Estás dispuesto a ser forzado a dejar tu casa y tus


padres?
2) ¿Estás dispuesto a perder la herencia de tu padre?

3) ¿Estás dispuesto a dejar tu trabajo si la gente se


entera de que eres cristiano?

4) ¿Estás dispuesto a ir a la cárcel?

5) ¿Estás dispuesto a ser golpeado y torturado por la


policía?

6) ¿Estás dispuesto a morir por la causa de Cristo si


fuere necesario?

7) ¿Estás dispuesto a compartir de Cristo con otros?

8) ¿Estás dispuesto a traer el diezmo y la ofrenda a la


casa del Señor?

Si el nuevo convertido contesta afirmativamente a


todas las ocho preguntas, entonces él procede a firmar
una declaración como registro de sus respuestas, y
luego es bautizado. ¿Cuántos de nosotros seríamos
considerados cristianos en Nepal? Más aún, ¿cuántos
de nosotros seremos considerados cristianos ante
Jesús?

“Creyentes” que no son discípulos


Tal vez el mejor ejemplo de una interpretación
equivocada de las invitaciones a la salvación hechas
por Jesús como llamados a un “caminar más
profundo” es la moderna clasificación teológica que
hace una distinción entre cristianos verdaderos y
discípulos. Muchos en las iglesias están convencidos
de que se puede ser creyente en Cristo e ir al cielo sin
ser su discípulo. El nivel de compromiso que Jesús
requiere para ser clasificado como su discípulo es tan
alto que muchos cristianos profesantes deben admitir
de inmediato que ellos no dan la talla. Pero no se
preocupan, porque en sus mentes el paso hacia el
discipulado es opcional. Sin entender la naturaleza de
una fe que salva, concluyen que llegar a ser discípulo
no es sinónimo de llegar a ser cristiano, porque hay un
precio en llegar a ser discípulo, en tanto que la
salvación es gratuita.

Pero tal interpretación tiene fallas profundas. Un


examen honesto del Nuevo Testamento revela que los
discípulos no eran los creyentes más altamente
comprometidos—eran los únicos verdaderos
creyentes. En la iglesia primitiva, la distinción
moderna de “creyentes” y “discípulos” no existía.
Todo aquel que creía en Jesús era su discípulo. De
hecho, “los discípulos fueron primeramente llamados
cristianos en Antioquia” (Hechos 11:26, énfasis del
autor).

Creer en Jesús significaba seguirle obedientemente, y


todavía es igual. La salvación es ciertamente un regalo
no merecido, es más bien un regalo que se puede
recibir por una fe viviente. El compromiso que surge
de tal fe no es meritorio; más bien es para darle
validez. La gracia que nos perdona también nos
transforma.

Requisitos de Jesús para el discipulado


Examinemos los requisitos que Jesús enumeró para
que alguien pueda llegar a ser su discípulo y, como
nosotros lo hacemos, considere si la Escritura enseña
que todos los creyentes auténticos son discípulos.

Leemos en Lucas 14:25 que “grandes multitudes iban


con él”. Jesús, sin embargo, no estaba satisfecho. Las
grandes multitudes de fanáticos de buen tiempo no le
impresionaban. Él quería compromiso sin reservas y
de todo corazón. Él esperaba la más alta alianza y
devoción.

Entonces Él les dijo,

Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y


madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y
aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo
(Lucas 14:26).
Ningún intérprete inteligente de la Escritura
argumentaría que Jesús quiso decir literalmente que
debíamos odiar a las personas más amadas en nuestra
vida. Jesús estaba indiscutiblemente usando una figura
literaria llamada hipérbole, esto es, una exageración
para enfatizar. Él más bien quiso decir que nuestro
amor por nuestros amados podría parecer odio
comparado con el amor que debíamos tener por Él. Él
debe ser el objeto supremo de nuestro afecto. Sus
discípulos deben amarle más que a cualquier otra
persona, incluyendo a nosotros mismos.

Jesús continuó: “Y el que no lleva su cruz y viene en


pos de mí, no puede ser mi discípulo” (Lucas 14:27).

De nuevo, sus palabras no se pueden tomar en forma


literal. Él no espera que sus discípulos vayan a todo
lugar cargando una cruz de madera. Llevar una cruz
debe tener un sentido simbólico. Tal significado no es
explícito pero sin duda no se refiere a algo agradable o
fácil. Lo que Jesús tenía en mente era, al menos, una
auto negación de compromiso.Nótese también que este
segundo requisito de llevar su cruz es exactamente lo
que Jesús demandaba de todo aquel que lo quería
seguir, como aprendimos en nuestro estudio anterior
en este capítulo de Marcos 8:34-38. En esa porción de
la Escritura, sin duda, Jesús estaba estableciendo los
requisitos para la salvación, al ofrecer evidencia clara
de que los requisitos para la salvación y el discipulado
son los mismos.
Mientras Jesús continuaba con su discurso sobre el
discipulado, exhortaba a su audiencia para que
evaluara el costo antes de decidirse a ser sus
discípulos:

Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una


torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si
tiene lo que necesita para acabarla? No sea que
después de que haya puesto el cimiento, y no pueda
acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer
burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar,
y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra
contra otro rey, no se sienta primero y considera si
puede hacer frente con diez mil al que viene contra él
con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está
todavía lejos, le envía una embajada y le pide
condiciones de paz (Lucas 14:28-32).
¿A quién se le ocurre argumentar que no hay costo en
llegar a ser un discípulo de Cristo a la luz de tales
palabras?

Jesús concluyó: “Así, pues, cualquiera de vosotros que


no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi
discípulo” (Lucas 14:33). Para ser discípulo de Jesús,
debemos renunciar a nuestras posesiones y ponerlas
bajo su control. Somos administradores de lo que
ahora le pertenece a Él, y nuestra riqueza material será
usada para sus propósitos. Si no fuera así no seríamos
sus discípulos.

Claramente, Jesús quería comunicar que llegar a ser su


discípulo era un compromiso costoso. Él debe ser lo
primero en nuestras vidas y le debemos amar más que
a nuestras propias vidas, a nuestros seres queridos, y a
nuestras riquezas materiales.

Otro requisito
En otra ocasión, Jesús explicaba lo que significaba ser
su discípulo. Cuando Él hablaba en el Templo, Juan
reportaba que muchos creyeron en él. Dijo entonces
Jesús a los judíos que habían creído en él: Si vosotros
permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente
mis discípulos; y conoceréis la verdad y la verdad os
hará libres (Juan 8:30-32).

En dos ocasiones Juan específicamente nos dice que


las palabras de Jesús en el capítulo 8, versículos 30 al
32 se dirigían a personas que creían en Él. A aquellos
nuevos creyentes Jesús no les dijo, “Eventualmente
ustedes deberían considerar llegar a ser discípulos
comprometidos”. No, se dirigió a ellos
inmediatamente como discípulos. Para Jesús el creer
en Él era equivalente a ser su discípulo. De hecho, lo
primero que Jesús explicaba a aquellos nuevos
creyentes era determinar si eran o no discípulos
verdaderos. ¿Era su fe genuina? Si permanecían en su
palabra, podían estar seguros de su fe.

Permanecer en las palabras de Jesús significaba vivir


en ellas, haciendo de ellas su morada. Implica el deseo
de conocer y obedecer su palabra, tal como Él dijo:
“conoceréis la verdad y la verdad os hará libres” (Juan
8:32, énfasis del autor). Específicamente, Jesús
hablaba de libertad del pecado (ver Juan 8:34-36). Una
vez más, esto nos dice que los verdaderos discípulos
de Jesús, aquellos que evidentemente han creído en Él
y son por lo tanto nacidos de nuevo, se caracterizan
por una creciente santidad.

El bautismo de los discípulos


En la gran comisión, registrada en los versos finales
del evangelio de Mateo, Jesús usó la palabra discípulo
de una manera que no deja duda acerca de su
definición de la palabra. Él dijo, “Por tanto, id, y haced
discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el
nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo;
enseñándoles que guarden todas las cosas que os he
mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los
días, hasta el fin del mundo (Mt. 28:19-20, énfasis del
autor).

Primeramente notamos que lo que Jesús anhela es


tener discípulos, y desea que se bautice a esos
discípulos. Sin embargo, también sabemos que Jesús y
los autores del Nuevo Testamento concuerdan
unánimemente que todo el que cree en Jesús debería
ser bautizado tan pronto como sea posible después de
confesar la fe en Cristo. Esto prueba de nuevo que
todo creyente verdadero es discípulo. Ciertamente
Jesús no estaba diciendo en su gran comisión que no
se bautizara a aquellos que creían en Cristo, y que sólo
se bautizara a aquellos que tomaran la decisión de
llegar a ser discípulos comprometidos.

Al leer la gran comisión, es claro que Jesús


consideraba que un discípulo era aquel que quería
aprender todos sus mandatos, con el objetivo de
obedecerlos (ver Mateo 28:20). Indiscutiblemente, el
aprendizaje es un proceso, así que ningún discípulo
obedece todo instantáneamente. Sin embargo, cada
discípulo verdadero se somete a Cristo de inmediato, y
se dedica a aprender y a hacer su voluntad, y así debe
ser con cada creyente, ya que todo creyente auténtico
es un discípulo.

El testimonio de Juan
Otra prueba de que creyentes y discípulos son una
misma cosa se encuentra en el evangelio de Juan en y
en su primera epístola. Compare los siguientes
versículos:
Un nuevo mandamiento os doy: Que os améis unos a
otros; como yo os he amado, que también os améis
unos a otros. En esto conocerán todos que sois mis
discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros
(Juan 13:34-35, énfasis del autor).
Nosotros sabemos que hemos pasado de muerte a vida,
en que amamos a los hermanos. El que no ama a su
hermano, permanece en muerte (1 Jn. 3:14).

Un amor no egoísta por los hermanos es lo que


caracteriza a los verdaderos discípulos de Cristo, y es
también lo que caracteriza a aquellos que han pasado
de muerte a vida, aquellos que han nacido de nuevo.
La razón es simplemente porque los discípulos de
Cristo son los únicos que han nacido de nuevo.[4]
Ramas que permanecen en la vid
Una invitación final a la salvación que se interpreta a
menudo como un llamado a “un caminar más
profundo” se encuentra en Juan 15. Aquí de nuevo,
Jesús define lo que significa ser su discípulo:

Yo soy la vida verdadera, y mi Padre es el labrador.


Todo pámpano que en mí no lleva fruto, lo quitará; y
todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve
más fruto. Ya vosotros estáis limpios por la palabra
que os he hablado. Permaneced en mí y yo en
vosotros. Como el pámpano no puede llevar fruto en sí
mismo, si no permanece en la vid, así tampoco
vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid,
vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo
en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mi
nada podéis hacer. El que en mí no permanece, será
echado fuera como pámpano, y se secará; y los
recogen, y los echan en el fuego, y arden. Si
permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en
vosotros, pedid todo lo que queréis y os será hecho. En
esto es glorificado mi Padre, en que llevéis mucho
fruto, y seáis así mis discípulos (Juan 15:1-8, énfasis
del autor).
¿Cuántos sermones se han predicado amonestando a
los cristianos profesantes para que“se acerquen más a
Jesús” y permanezcan en Él para que puedan dar
mucho fruto? Pero Jesús no quiere que nosotros
pensemos que el permanecer en Él es una opción para
los creyentes camino al cielo. Permanecer en Él es
equivalente a ser salvo, como Jesús lo dijo con
claridad: “El que en mí no permanece, será echado
fuera como pámpano, y se secará; y los recogen, y los
echan al fuego, y arden” (Juan 15:6). Aquellos que no
permanecen en Cristo están condenados.[5] Aquellos
que sí permanecen en Cristo llevan fruto, probando así
que son sus discípulos, así como Jesús lo dijo (ver
Juan 15:8). De nuevo vemos que los que son salvos
son discípulos que llevan fruto.
Las uvas sólo pueden crecer en una rama que está
pegada a la vid. Es de la vid que la rama recibe su
corriente de vida y todo lo necesario para producir
fruto. Y qué hermosa analogía de nuestra relación con
Cristo es ilustrada por la vid y los pámpanos. Cuando
creemos en Cristo, nos convertimos en una rama viva
que produce fruto en Él. Así como la savia que fluye
de la vid es la fuente de la habilidad del pámpano para
producir fruto, así es el Espíritu Santo que vive en el
creyente y es la fuente del fruto de éste.

¿Y qué tipo de fruto es producido por el Espíritu


Santo? Naturalmente, el Espíritu Santo produce el
fruto de la santidad. La lista de Pablo del fruto del
Espíritu encontrada en el quinto capítulo de Gálatas
empieza con el amor, el cual, como se vio
anteriormente, es la marca de los auténticos discípulos
de Cristo. La lista continúa con gozo, paz, paciencia,
benignidad, bondad, fe, mansedumbre y templanza
(ver Ga. 5:22). Esto es lo que el Espíritu Santo
produce, y esto es lo que caracteriza a cada creyente
verdadero hasta cierto punto. Por ejemplo, leemos que
los primeros discípulos estaban continuamente “llenos
de gozo y del Espíritu Santo” (Hch. 13:52).[6]
Por supuesto, el fruto puede crecer y madurar, y ocurre
lo mismo con el fruto del Espíritu. Los cristianos
jóvenes a menudo tienen fruto que aún es verde. Sin
embargo, si el Espíritu vive en alguien (y en realidad
habita en todo creyente auténtico; ver Ro. 8:9), es
imposible que él no produzca su fruto.
¿Y qué de la rama que no produce fruto en Cristo?
¿Pero acaso no habló Jesús de la posibilidad de que
exista un pámpano que está “en él” y que no produce
fruto? Sí lo hizo. Su declaración debe ser interpretada,
sin embargo, dentro del contexto de su analogía de la
vid y los pámpanos. Veamos primero que el pámpano
sin fruto que “estaba en él” fue “quitado” (Juan 15:2).
Como mínimo, esto debe significar que el pámpano
que antes estaba pegado a la vid ya no lo está. Lo qué
aconteció con el pámpano luego de que fuera
“quitado” es hasta cierto punto una conjetura. Sin
embargo, una vez que fue “quitado”, ya no
“permanecía en la vid”. ¿Qué acontece con los
pámpanos que ya no están pegados de la vid? Unos
pocos versículos después, Jesús dijo, “El que en mí no
permanece, será echado fuera como pámpano, y se
secará; y los recogen, y los echan en el fuego, y arden”
(Juan 15:6).

Debemos, por supuesto, ser cuidadosos en interpretar


una analogía, parábola o metáfora. Una metáfora se
define como una comparación entre dos cosas
básicamente diferentes pero que comparten algunas
similitudes. Cuando le digo a mi esposa que sus ojos
son como pozos, quiero decirle que son profundos,
oscuros, azules y seductores. Pero esas son todas las
semejanzas. En ningún momento quiero decir que hay
peces en sus ojos, o que los patos nadan en ellos, o que
se congelan en el invierno.

Las analogías de Jesús no difieren de éstas. Podemos


buscar significados espirituales en detalles cuando las
semejanzas implícitas ya se terminaron. Por ejemplo,
yo no usaría la analogía de Jesús de “la vid y los
pámpanos” para probar que los cristianos llevan más
fruto en los meses de verano, como lo hacen las vides.
Eso sería poner significados en la analogía que no
existen.

De la misma manera, yo no sacaría la conclusión de


que Jesús estaba tratando de decir que un creyente
auténtico podría no producir fruto, especialmente
cuando nos damos cuenta de que el punto principal de
la analogía contradice esa idea. La conclusión más
lógica es que la rama sin fruto que estaba “en él”
representa en realidad a un creyente apóstata (en Lucas
8:12-13). Tal creyente viene a quedar sin fruto y es
finalmente separado de Cristo. A pesar de lo que
muchos piensen, tal cosa puede suceder de acuerdo
con la Escritura (lo probaré en un próximo capítulo).
La única otra posibilidad es que la rama sin fruto
represente a un creyente falso, aparentemente unido a
Cristo, pero que en realidad está muerto y no está
recibiendo de la corriente de vida, lo cual se evidencia
por la ausencia del fruto. No obstante, en la definición
que Jesús hizo de los pámpanos no incluyó a aquellos
creyentes que profesan la fe pero que no están unidos a
él. Claramente, los pámpanos que llevan fruto son
aquellos que permanecen en él.

Dios promete podar personalmente a aquellos que sí


producen fruto. Tal vez Jesús hablaba de la poda
radical que le ocurre a una persona al nacer de nuevo
cuando ésta manifiesta el fruto inicial de fe y
arrepentimiento.[7] O tal vez él describía el proceso de
santificación que Dios lleva a cabo en la vida de cada
creyente colaborador (ver Fil. 2:13). De cualquier
modo, la analogía de Dios como un viñador nos habla
de la corta de aquellas cosas que le son desagradables.
Cualquier cosa que se interponga en la producción del
fruto por medio del Santo Espíritu es susceptible a ser
eliminado por sus podadoras.
Una pequeña objeción
Al tratar de entender ciertas verdades espirituales
sucede que a veces surgen preguntas. Una pregunta
brota acerca de José de Arimatea, a quien la Biblia se
refiere como el “discípulo secreto” de Jesús (ver Juan
19:38). ¿Cómo se le puede llamar discípulo si su
devoción era secreta? ¿No contradice esto todo lo que
he hablado sobre el compromiso demostrado por los
verdaderos discípulos?
Primeramente déjeme decir que siempre me molesta
un poco cuando, después de presentar versículo bíblico
tras versículo bíblico para probar alguna verdad,
alguien busca diligentemente algún versículo oscuro
que aparentemente contradice lo que he enseñado.
Luego esta persona lo cita con orgullo como si ese
versículo invalidara todo lo que acabo de estudiar. Esta
objeción es un caso aislado. Todo lo que he escrito
acerca del costoso compromiso del discipulado ha sido
basado en la Escritura. He dicho lo que la Biblia dice.
Así que lo gravoso de reconciliar el discipulado
secreto de José de Arimatea con todo lo que Jesús
enseñó acerca del alto costo del compromiso de ser un
discípulo cae sobre todos nosotros, no sólo sobre mí.

Ahora, para contestar la objeción: José de Arimatea


era un devoto de Jesús, por el registro bíblico, un
“hombre bueno y justo” (Lucas 23:50). No obstante,
como un miembro prominente del Sanedrín, él
mantuvo su devoción secreta por el “temor a los
judíos” (Juan 19:38). Los judíos a quien él temía
debían haber sido los otros miembros del Sanedrín.

Indiscutiblemente, José de Arimatea sabía que habría


algunas consecuencias negativas si él revelaba sus
sentimientos acerca de Jesús. Es posible que su temor
era que lo removieran del Sanedrín, lo cual hubiera
dado como resultado el perder la oportunidad ante
ellos de ser una influencia positiva para Cristo.
Aprendimos en Lucas 25:31 que José “no había
consentido” en el “plan y acción” del Sanedrín en lo
que concernía al arresto, juicio y condena de Jesús. Y
luego de la muerte de Jesús, claramente se nota que se
arriesgó a enfrentar lo que previamente había temido,
ya que “vino y entró osadamente a Pilato, y pidió el
cuerpo de Jesús” (Marcos 15:43). Luego,
personalmente preparó el cuerpo de Jesús y lo enterró
en su propia tumba. De seguro había muchas
posibilidades de que sus acciones fueran descubiertas
por el Sanedrín. Pero una vez que Jesús había sido
crucificado, a él ya no le importó lo que pensaran sus
compañeros del Sanedrín.

El compromiso de José con Cristo era claro, y el


limitado secreto de su devoción fue temporal. Más allá
de todo esto, es ciertamente posible ser un devoto
discípulo de Cristo y aun así temer algunas
consecuencias negativas que podrían resultar de tal
devoción. José de Arimatea ciertamente tuvo
suficiente fruto en su vida para validar su compromiso
con Cristo.

¿Y qué de los cristianos “carnales”?


Otra objeción que a menudo surge sobre este asunto es
la de los cristianos “carnales”. Son una moderna
clasificación de creyentes supuestamente auténticos
que continuamente ceden a la carne, y cuyo
comportamiento hace que sea imposible distinguirlos
de los no creyentes. Aunque han “aceptado a Cristo”,
no muestran ningún compromiso con Él. Muchos de
ellos no van a la iglesia y se involucran en todo tipo de
pecado, sin embargo están seguros de la gracia Dios y
del cielo.

¿En dónde se originó este concepto de cristianos


carnales? Su fuente es una interpretación común muy
torcida de lo que Pablo escribió en el tercer capítulo de
la primera carta a los Corintios:

De manera que yo, hermanos, no pude hablaros como


a espirituales, sino como a carnales, como a niños en
Cristo. Os di a beber leche, y no vianda, porque aún no
erais capaces, ni sois capaces todavía, porque aún sois
carnales; pues habiendo entre vosotros celos,
contiendas y disensiones, ¿no sois carnales y andáis
como hombres? (1 Co. 3:1-3).
La versión King James (versión inglesa de la Biblia)
traduce la misma palabra que la versión NASB
licenciosos, como “carnales”, de ahí el origen de la
frase, “cristianos carnales”.

La pregunta es, ¿estaba Pablo definiendo una categoría


de cristianos que no se distinguen de los no cristianos
debido a su inclinación a una vida libertina? En
contradicción con lo que el resto del Nuevo
Testamento enseña, muchos dicen que sí. “¿Acaso no
dijo Pablo a estos cristianos”, preguntan estos, “que
estaban caminando como ‘simples hombres’ (3:3),
indicando que actuaban en forma idéntica a personas
no salvas?

La respuesta se encuentra en todo lo que Pablo dijo a


los Corintios. En nuestras consideraciones
descubrimos que los “corintios carnales” ciertamente
se distinguían de las personas no salvas, ya que su fe
viviente se manifestaba por varias indicaciones
externas de su devoción a Cristo. Si, al tener dos
naturalezas, como las tienen todos los cristianos,
enfrentaban la batalla entre el espíritu y la carne.
Muchos de ellos al ser espiritualmente inmaduros,
hasta cierto grado estaban cediendo a su vieja
naturaleza (la carne), sin caminar en amor.
Argumentaban acerca de quienes eran sus maestros
favoritos y mostraban desconsideración durante la
cena del Señor. Algunos presentaban denuncias en
contra de hermanos en la fe. Necesitaban crecer en el
fruto del amor, y Pablo escribió bastante para
amonestarlos en esa dirección.

La razón primordial de su problema era su propia


ignorancia de lo que Dios esperaba de ellos. Debido a
que eran niños en Cristo a quienes Pablo sólo había
alimentado con la leche de la palabra de Dios en vez
de la carne (ver 3:2), su conocimiento era limitado. Es
por eso que Pablo les escribió y señaló sus errores.
Una vez que les había explicado lo que Dios pedía de
ellos, Pablo esperaba que se alinearan.

Los corintios espirituales “carnales”


¿Cuáles eran algunas de las obras de los corintios
cristianos que los identificaban como poseedores de
una fe devota? ¿Qué los caracterizaba como diferentes
de los no creyentes? Veamos algunas pruebas que se
revelan a través de la Escritura:

Primeramente, cuando Pablo inició su prédica del


evangelio en Corinto, tuvo gran éxito. Dios mismo le
dijo que había mucha gente en Corinto que había de
ser salva (ver Hechos 18:10), y Pablo se quedó ahí por
año y medio. Muchos “creían y eran bautizados” (Hch.
18:8). El bautismo era el primer acto de obediencia a
Cristo.

Al describir algunos de los corintios cristianos, Pablo


escribió que anteriormente éstos eran fornicarios,
idólatras, adúlteros, homosexuales, ladrones,
envidiosos, borrachos y ladrones (ver 1 Co. 6:9-10).
Pero ahora han sido lavados y santificados; han sido
transformados. Esto, en sí mismo, descarta la
posibilidad de que los corintios fueran difíciles de
distinguir de los no cristianos.

Adicionalmente, Pablo advirtió a los corintios


cristianos “no asociarse con aquel que llamándose
hermano era una persona inmoral, o envidioso, o
idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón—con él ni
aun debían comer” (1 Co. 5:11). Los corintios en
realidad no eran culpables de estas cosas, o entonces
Pablo les hubiera dicho otra cosa, como no se asocien
con ustedes mismos.

La primera carta de Pablo a los corintios era, en parte,


una respuesta a la carta que él había recibido de ellos
en relación con varios asuntos. Le habían hecho
preguntas acerca de lo que era correcto e incorrecto,
indicando así que deseaban hacer lo bueno. ¿Acaso era
erróneo que los solteros se casaran? ¿Y cuál era la
situación de aquellos que ya habían estado casados
antes? ¿Qué hacer con el asunto de comer carne
sacrificada a ídolos? Muchos cristianos corintios por
su devoción a Cristo se negaban a comer esas carnes,
no fuera que estuvieran ofendiendo al Señor, una
prueba de su fe viviente.

Pablo escribió en 1 Co. 11:2: “Os alabo, hermanos,


porque en todo os acordáis de mí, y retenéis las
instrucciones tal como os las entregué”. ¿Se podría
decir entonces que estas personas se parecían a los no
creyentes?

Los cristianos corintios con regularidad compartían la


cena del Señor (aunque de una manera un tanto
inapropiada), obedientes al mandamiento de Jesús (ver
1 Co. 11:20-22). Regularmente se juntaban para adorar
(ver 1 Co. 12, 14), algo que los incrédulos no hacían
en esos tiempos.

Eran celosos de los dones espirituales (ver 1 Co.


14:12).

Sólo el hecho de que las dos cartas de Pablo a los


corintios están llenas de exhortaciones a la santidad
indica que Pablo creía que ellos obedecerían lo que él
les escribió. Pablo les dio instrucciones de expulsar a
un hipócrita (ver 1 Co. 5:13) y a recibir colectas
monetarias para cristianos pobres de Jerusalén (ver 1
Co. 16:1-4), algo que ya estaban haciendo celosamente
(ver 2 Co. 8:10; 9:1-2). De este modo, ellos
desplegaban su amor por los hermanos, igual a lo que
Jesús dijo que distinguiría a sus verdaderos discípulos
(ver Juan 13:35).

La segunda carta de Pablo indica que muchos, esto si


no todos, habían obedecido sus instrucciones de la
primera carta (ver 2 Co. 7:6-12). En el tiempo
transcurrido entre las dos cartas, Tito viajó a Corinto y
retornó con un buen reporte de su obediencia (ver 2
Co. 7:13-16). Los niños espirituales estaban creciendo.
Sí, todavía había algunos problemas en Corinto, y
Pablo pronto los visitaría personalmente para resolver
lo que restaba.

¿La conclusión? Cuando Pablo escribió que los


corintios cristianos “caminaban como simples
hombres”, no quiso decir que los corintios no se
distinguían de los incrédulos en todo aspecto. Éstos
actuaban como incrédulos en algunas cosas, pero en
muchos otros aspectos estaban actuando como
discípulos piadosos de Cristo.

¿Y qué de las obras que se quemarán?


Otro argumento que a menudo es usado para apoyar la
idea de una clase especial de cristianos carnales se
basa en las palabras de Pablo en 1 Corintios 3:12-15.
En ese pasaje, ¿acaso no aseguró Pablo a los corintios
que ellos se salvarían aunque todas sus obras fueran
quemadas en el juicio? ¿No indica esto que un
creyente puede no llevar ningún fruto y aun así ser
salvo?

El contexto de ese pasaje revela el error de dicho


argumento. Claramente, Pablo hablaba de
recompensas que ministros individuales recibirán o
perderán, basándose en la calidad de las obras. Si se
compara la iglesia con la “el edificio de Dios” (3:9), y
asegurando que Él ha puesto el fundamento “el cual es
Jesucristo” (3:11), Pablo escribió que todo ministro
“debería cuidarse cómo edifica” (3:10) sobre ese
fundamento. Es muy posible que se edifique en forma
errónea. Pablo en forma figurada menciona seis
diferentes materiales de construcción que pueden ser
usados: “oro, plata, piedras preciosas, madera, heno
[y] hojarasca” (3:12). Los primeros tres son de gran
valor y no arden, en tanto que los últimos tres son de
poco valor y sí arden.

De acuerdo con Pablo, el tipo de material usado por


los diferentes ministros para construir el edificio de
Dios no es necesariamente evidente ahora. Un día, sin
embargo, será muy evidente, ya que “la obra de cada
uno se hará manifiesta… por el fuego será revelada; y
la obra de cada uno cual sea, el fuego la probará”
(3:13). Pablo continuó:

Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó,


recibirá recompensa. Si la obra de alguno se quemare,
él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque
así como por fuego (1 Co. 3:14-15).
Se ha debatido mucho acerca de qué tipo de obras son
las que constituyen “oro, plata y piedras preciosas”, y
qué tipo constituyen “madera, heno y hojarasca”. Pero,
sin duda es cierto que aquellos ministros que
construyen el edificio de Dios con ladrillos de
cristianos falsos y la argamasa de un falso evangelio,
encontrarán que este pasaje es muy útil cuando el
Señor pruebe la calidad de sus obras. Muchas personas
no santas que en el presente están dentro de la iglesia
se hallarán a sí mismas en el fuego del infierno, y el
ministro que “los ganó para Cristo” o les aseguró su
salvación por medio de la proclamación de una gracia
falsa, se dará cuenta de que todos sus esfuerzos no
sirvieron de nada en la construcción del verdadero
“templo de Dios” (3:16). Lo que él construyó se
quemará, y “sufrirá pérdidas” (3:15), sin recibir
recompensa. Aunque él mismo, si es un creyente
auténtico, “será salvo, aunque así como por fuego”
(3:15).

Visiblemente, la intención de Pablo en este pasaje no


era asegurarles a los llamados “cristianos carnales”
que podían no llevar ningún fruto y aun así estar
confiados de su salvación. Estaba escribiendo acerca
de las recompensas que los ministros recibirán o
perderán basándose en la calidad de su trabajo y que
serán reveladas en el juicio.

Sí, los cristianos verdaderos pueden a veces actuar


carnalmente. En cualquier momento en que éstos
ceden a la carne, se puede decir que están actuando
como “hombres simples”. No obstante, no hay un
grupo de “cristianos carnales” en el cuerpo de Cristo,
camino al cielo pero cediendo completamente a su
naturaleza licenciosa. Como lo dijo Pablo en su carta a
los Romanos,

Porque si vivís conforme a la carne, moriréis [o


“pereceréis” como consta en la versión de NLT[8]];
mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la
carne, viviréis. Porque todos los que son guiados por el
Espíritu de Dios, estos son hijos de Dios (Ro. 8:13-14,
énfasis del autor).
Y tal como él escribió a los cristianos Gálatas, “Pero
los que son de Cristo han crucificado la carne con sus
pasiones y deseos” (Ga. 5:24).

Qué hubiera hecho usted si…


La historia, probablemente ficticia, ha sido contada
con alguna frecuencia acerca de una pequeña iglesia
en una villa remota de América Central. Un domingo
en la mañana, cuando el servicio matutino ya iba a
iniciar, las puertas en la parte de atrás del santuario se
abrieron de par en par, y dos hombres sin afeitar
entraron atropelladamente, llevando puestos uniformes
de fatiga y blandiendo ametralladoras. Cinturones con
balas de ametralladoras cruzaban sus pechos.

El miedo se apoderó de los corazones de la


congregación. Las guerrillas comunistas en esa región
se conocían por asesinar cristianos sin misericordia.
¿Acaso les había llegado el tiempo?

Uno de los hombres pidió silencio y luego habló.


“Ustedes los cristianos siempre hablan de ir a ver a su
Salvador, el que ustedes afirman que es el Hijo de
Dios. Bien, hoy es su día de suerte, ¡porque en unos
pocos minutos ustedes se darán cuenta si su Dios
realmente existe! Hagan una fila a lo largo de las
paredes de esta iglesia.

La congregación rápidamente se movió a través de las


bancas hacia ambos lados del santuario. “Ahora, antes
de matarlos, queremos asegurarnos que sólo mueran
creyentes auténticos. Cualquiera aquí que no crea que
Jesús es el Hijo de Dios puede salir, pasando por
donde estamos nosotros hacia las puertas traseras del
santuario. ¡Muévanse rápidamente!”

Muchos no lo dudaron. En un minuto, la mitad de la


congregación se había marchado.

Cuando la última persona había salido, las puertas se


cerraron. El guerrillero miraba a través de una ventana
lateral cómo las personas que salían de la iglesia
corrían lejos del edificio. Luego, en lo que él bajaba su
arma, una sonrisa llenó su cara, y habló una vez más:
“Hermanos, por favor perdónennos. Queríamos adorar
al Señor con ustedes esta mañana, pero sólo queríamos
adorarle junto a verdaderos creyentes. Ahora,
¡adoremos al Señor juntos!” Y ¡qué clase de servicio
tuvieron esa mañana!

Esta historia es contada con el fin de provocar que los


cristianos profesantes consideren lo que ellos hubieran
hecho si hubieran estado ahí esa mañana. Sin embargo,
el creer esta historia requiere que pasemos por alto el
hecho de que unos cristianos actuaron engañosamente
al llevar armas y proferir amenazas de asesinato y
censurando a Cristo, ¡sólo para adorar a Dios en medio
de creyentes auténticos! Con sus acciones ¿acaso no
estaban ellos negando a Cristo tanto como aquellos
que corrieron de la iglesia esa mañana?

Si esto es así, querría alterar un poco esta historia,


cambiando su final. Aunque mi alteración también es
ficticia, es la manera como historias similares han
finalizado miles de veces:

En un minuto, la mitad de la congregación se había


marchado.

Cuando la última persona había salido, las puertas se


cerraron. El guerrillero miraba a través de una ventana
lateral cómo las personas que salían de la iglesia,
corrían lejos del edificio. Luego, conforme apuntaba
su ametralladora hacia el grupo de devotos discípulos
que había quedado, una fea mueca llenó su cara, y
habló una vez más: “Prepárense al encuentro con su
Dios”. Con aquellas palabras, sus dedos halaron el
gatillo. Y ¡qué servicio tuvieron esa mañana, en la
presencia de su Señor!

[1] John Dillingberger, ed., Martin Luther (New York:


Doubleday, 1961), p. 24.
[2] Los demonios, por supuesto, no pueden poseer fe
salvadora ya que la salvación no ha sido ofrecida a
ellos.
[3] ¡Qué iluminador es escudriñar lo que nos dice la
Escritura acerca del temor al Señor! Por ejemplo, el
salmista escribió, “El principio de la sabiduría es el
temor de Jehová; buen entendimiento tienen todos los
que practican sus mandamientos. Bienaventurado el
hombre que teme a Jehová, y en sus mandamientos se
deleita en gran manera” (Salmos 111:10; 112:1). En el
Nuevo Testamento, se nos ordena temer al Señor (ver
1 P. 2:17), y se nos advierte lo siguiente:
“limpiémonos de toda contaminación de carne y de
espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de
Dios” (2 Co. 7:1, énfasis del autor).
[4] Nótese también que el amor no egoísta, expresado
al suplir para las necesidades apremiantes de los
hermanos, era lo que caracterizaba a la gente salva en
el juicio de Mateo 25:31-46, considerado previamente
en el capítulo 3.
[5] Observe que no son sus obras las que son
quemadas, como algunos desean que nosotros
creamos. Las ramas mismas son quemadas.
[6] Los primeros creyentes de los Hechos se
caracterizaban por su amor, paz, benignidad y bondad;
ver Hechos 9:31, 36; 11:24.
[7] Esta idea es apoyada de algún modo por el hecho
de que Jesús dijo a sus discípulos que ellos ya estaban
limpios por la palabra que él les había hablado (ver
Juan 15:3). La palabra se traduce como limpios en este
verso (versión NASB por sus siglas en inglés) es la
misma palabra traducida como podados en 15:2.
[8] Obviamente, Pablo no les estaba advirtiendo acerca
de la muerte física, ya que todos, sin importar su
conducta, “debían morir” físicamente. Más bien, Pablo
hablaba de la muerte espiritual y eterna.
llen era un chico divertido y uno de sus pasatiempos favoritos
era hacer reír a los demás. Con el paso de los años, decidió
seguir su vocación y convertirse en actor y comediante. En el
proceso, cuando intuía que podrían presentarse conflictos entre
su trabajo y sus creencias espirituales se las arreglaba de alguna
manera para poder obedecer a Dios. El Todopoderoso siguió
abriéndole puertas para que pudiera hacer realidad sus sueños y
después de algún tiempo partió rumbo a Nueva York, en donde
comenzó a trabajar para una compañía de teatro.

El futuro se veía muy promisorio para Allen; sin embargo,


mientras más trabajaba con sus compañeros, menos podía
participar como actor en los videos que ellos producían, ya que
su contenido era irreconciliable con sus principios bíblicos y su
relación con Dios. Al principio solo se abstuvo de participar unas
cuantas veces, pero llegó un momento en que la situación se hizo
insostenible. Allen tuvo que decidir entre lo que él  quería hacer
y lo que Dios  quería que hiciera. Al contemplar su futuro, se dio
cuenta de que su vida espiritual y su vida de comediante
serían incompatibles.

Son casos como éste los que nos impiden comprometernos con
Dios, ¿verdad? Nos paraliza la perspectiva de tener que poner
la voluntad de Dios  en primer lugar y vernos forzados a
postergar nuestros  planes y deseos.

Si aún tienes dudas y miedo a comprometerte con Dios, a


continuación te entregamos algunas directrices.

¿Por qué tienes miedo a comprometerte?


Las personas hablan mucho acerca del compromiso. Tal vez
estés estudiando mucho para poder entrar a la universidad de
tus sueños o entrenando diariamente para poder ser aceptado
en el equipo de básquetbol. Ambas situaciones implican tiempo,
energía y dedicación.

A veces hablamos de compromiso de otras formas.


Probablemente conozcas personas que tienen “temor al
compromiso” y retrasan su ingreso a la universidad porque no se
sienten “preparados”, u otras que no quieren atarse
emocionalmente a alguien por temor al matrimonio.

Sin embargo, muchos tienen miedo al más  importante  de


todos los compromisos. Hazte la siguiente pregunta: “¿Tengo
miedo a comprometerme con Dios?”

¿Por qué las personas le tienen miedo a este compromiso? Tal


vez les asusta la forma en que éste afectará sus vidas, o
simplemente temen fracasar.

Dios está comprometido contigo


La otra pregunta importante que debes hacerte respecto al
compromiso espiritual es: ¿cómo me puedo comprometer con
Dios si no sé si él está comprometido conmigo? Examinemos el
compromiso que Dios tiene con nosotros.

Por medio del profeta Jeremías, Dios nos dice: “Porque yo sé los
pensamientos que tengo acerca de vosotros … pensamientos de
paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis” (Jeremías
29:11). Pedro, uno de los apóstoles de Jesús, escribió que se debe
echar toda la ansiedad sobre Dios, porque “él tiene cuidado de
vosotros” (1ra Pedro 5:7).

¡Pero hay mucho más! Dios está totalmente comprometido con


aquellos que ama. Leamos el siguiente versículo que Pablo
escribió, inspirado por Dios: “estoy convencido de que nada
podrá jamás separarnos del amor de Dios …
de hecho, nada en toda la creación podrá jamás separarnos del
amor de Dios, que está revelado en Cristo Jesús nuestro Señor”
(Romanos 8:38-39, Nueva Traducción Viviente).

¡No hay duda alguna de que Dios está totalmente comprometido


contigo y tu futuro!

¿A qué le tienes miedo?
Si aún no te has comprometido totalmente a seguir a Dios,
pregúntate qué es lo que te impide hacerlo.

Si al igual que Allen tienes miedo a tener que abandonar tus


sueños, llévale tus preocupaciones a Dios en oración. Háblale de
tus metas y pídele que te muestre el camino para alcanzarlas con
su bendición. Allen hizo eso y Dios le respondió su oración.

Allen se dio cuenta que el compromiso con Dios debe ser la


prioridad número uno y oró a su Padre a fin de que le mostrara
cómo podía usar sus talentos para servirle y honrarle.
Actualmente Allen tiene un trabajo en el que puede usar su
creatividad sirviendo a Dios y está comprometido con él y su
forma de vida y dedicado a lo que le gusta.

El miedo al fracaso
El miedo al fracaso impide que las personas se comprometan, y
esto incluye el compromiso con Dios. La mayoría piensa: “¿Qué
pasará si me comprometo a seguir a Dios y luego me doy cuenta
de que no puedo vivir de acuerdo a su ejemplo?”

Cuando los israelitas se preparaban para ocupar la Tierra


Prometida, fueron guiados por Josué, quien tuvo que enfrentar
poderosos ejércitos y librar violentas batallas para poder seguir
a Dios. Sin duda él estaba muy preocupado por lo que parecía
ser un futuro incierto, pero Dios lo animó diciéndole: “Mira que
te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes,
porque el Eterno tu Dios estará contigo en dondequiera que
vayas” (Josué 1:9).

Dios estuvo con Josué, y estará también contigo, cuando decidas


comprometerte con él y su camino. “Esforzaos y cobrad ánimo;
no temáis, ni tengáis miedo porque el Eterno tu Dios es el que va
contigo; no te dejará, ni te desamparará” (Deuteronomio 31:6).

Enfrenta tu miedo y confía en Dios


No tengas miedo. Dedica tiempo a conocer a Dios orándole
todos los días y estudiando la Biblia. Reconoce que él está
totalmente comprometido contigo y tu futuro, para que cuando
llegue el momento de aceptar este compromiso des un paso de fe
sin temor a fracasar. No olvides la historia de Allen: puedes
cumplir tus sueños y complacer a Dios —solo tienes que hacerlo
parte de tu vida y en oración llevarle todos tus temores
y esperanzas.

Dios ya se ha comprometido contigo y está esperando que ahora


tú te comprometas. Para profundizar más este tema, te
invitamos a leer nuestro folleto gratuito El camino a la vida
eterna.  

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