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Introducción
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La Diligencia de entrada y registro como excepción al derecho fundamental de inviolabilidad ...
- Concepto y objeto.
Se puede definir la diligencia de entrada y registro como aquella
resolución judicial por la que se restringe el derecho fundamental a la
inviolabilidad del domicilio con objeto de practicar la detención del imputado
o asegurar el cuerpo del delito.
- Procedimiento.
- Destinatario de la diligencia.
El destinatario de esta diligencia ha de ser el interesado o persona que
legítimamente le represente (arts. 550 y 569 LECr). De la interpretación literal
de ambos preceptos parece que el “interesado” ha de revestir necesariamente
la cualidad de persona física, por lo que cabe preguntarse si las personas
jurídicas pueden ser sujetos pasivos de esta diligencia.
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de guardia o al que por turno corresponda, según las normas de reparto, entre
los distintos órganos judiciales, y si ya existiera una causa abierta sobre esos
hechos, necesariamente ha de presentarse ante el Juez que esté conociendo
del asunto, salvo que por razones de urgencia, sea necesario su práctica de
forma inmediata fuera de las horas de apertura de los órganos judiciales, en
cuyo caso podrá solicitarse y concederse en su caso por el correspondiente
órgano judicial en servicio de guardia. La importancia del oficio solicitando la
adopción de esta medida es, en muchos casos, determinante para la concesión
o no de la adopción de esta medida. En éste ha de especificar, en la medida
de lo posible, el nombre de la persona investigada, el domicilio cuya entrada
y registro se solicita (incluso, si fuera conocido, con datos del Registro de
la Propiedad), el delito que se pretende investigar mediante la adopción de
esta medida (para que el Instructor pueda analizar la existencia o no de
proporcionalidad de esta grave intromisión en la vida privada), las pruebas o
indicios existentes que precisan la práctica de esta medida de investigación,
las fuentes de información acerca de la comisión del hecho delictivo que se
pretende averiguar, si se solicita para practicarlo de día o de noche, y en este
caso las razones para ello, etc.
- Notificación al interesado.
Es indispensable la notificación a la persona a interesada inmediatamente,
o lo más tarde dentro de las veinticuatro horas siguientes (arts. 550 y 550
LECr) para los domicilios particulares y para los edificios que estuvieren
destinados a cualquier establecimiento de reunión o recreo al encargado o
quien estuviera al frente (art. 565 LECr).
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- Utilización de fuerza.
La misma está autorizada, en caso de que fuese necesaria, por el art. 568
de la ley procesal. Se faculta, así, por ejemplo, la violentación de la puerta de
entrada en el caso de que sus moradores denegaren la entrada.
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absoluta todo lo actuado. Pero, siendo normal, que tal medida afecte no sólo
a la vulneración del art. 18.3 CE sino también, como se ha dicho, a la presun-
ción de inocencia del art. 24.2, se hace necesario determinar los límites de la
valoración de las pruebas derivadas de aquella interceptación inconstitucional.
En este sentido, señala el art. 11.1 LOPJ que “no surtirán efecto las pruebas
obtenidas directa o indirectamente, violentando los derechos o libertades fun-
damentales”. Es un caso de nulidad absoluta que se comunica («contamina»)
a pruebas derivadas y no puede convalidarse por diligencias posteriores, salvo
que sean auténticas pruebas independientes.
Consagra este precepto lo que se denomina “teoría refleja” o la doctrina
norteamericana del “fruto del arbol envenenado” (iniciada en la S de la Corte
Suprema de los EEUU Nardone v. United States, 60 S. Ct. 266 y seguida
en otras posteriores –por ej., Goldstein, 62 S. Ct. 1000, Giordiano, 94 S. Ct.
1820 y Aldermann 89 S. Ct. 961–).
El TC, en su célebre S 85/1994, recogió por primera vez en nuestro
derecho esta teoría de la eficacia refleja de la prueba prohibida. A partir de
esta resolución, afirma el profesor GIMENO SENDRA (1996, 7) el juzgador
deberá examinar con atención las relación de causalidad existente entre el
resultado probatorio de la prueba inconstitucionalmente obtenida y el de los
demás medios de prueba, de tal suerte que, para extender su conocimiento
a esos otros medios de prueba, deberá comprobarse la ausencia de dicha
relación de causalidad o, dicho en otras palabras, tendrá que acreditarse que
el hecho punible se habría probado en cualquier otro caso con independencia
de la prueba ilícita por infracción de la Constitución. En el mismo sentido,
VIVES ANTÓN (1992, 158).
En el segundo, diligencias de invasión domiciliaria en las que no
existe inconstitucionalidad por mediar un auto habilitante suficientemente
motivado pero en la que se han cometido irregularidades de índole procesal
en relación a los requisitos citados por la doctrina jurisprudencial analizada
(por ej., la falta de Secretario Judicial), se trataria de un supuesto de prueba
irregular y, en general, se puede afirmar (vid., en este sentido, TS2ª S 25
oct 1994) que la ausencia del control judicial en la forma que previene la
doctrina jurisprudencial sobre la materia determina su ineficacia probatoria,
lo que no implica que no se puedan acreditar los hechos por otros medios
probatorios, incluida la testifical de los agentes policiales que materializaron
las escuchas, no siendo aplicable, por tanto, la teoría de los frutos del
árbol envenenado. Es un caso de nulidad relativa o anulabilidad, que
conllevaria a declarar nula la prueba irregular, pero su efecto no se extiende
(no «contamina») las pruebas derivadas de esta misma fuente, pudiéndose
convalidar con diligencias posteriores.
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- Consentimiento tácito.
El consentimiento del titular no necesita ser expreso. El consentimiento
tácito es suficiente; la falta de oposición a la entrada se interpreta como
consentimiento y, precisamente, por el alcance que debe atribuir a la falta
de oposición es necesario exigir que el requerimiento se haga personalmente
al titular del domicilio al objeto de que quede garantizado que conoce la
pretensión de entrar en su domicilio.
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C) - Supuestos especiales.
a) Detención de personas.
Es el caso a que se refiere el art. 553 de la LECr. Establece este precepto
que “... los agentes de policía podrán asimismo proceder de propia autoridad
a la inmediata detención de las personas cuando haya mandamiento de
prisión contra ellas, [y por ende requisitoria de búsqueda y captura] cuando
sean sorprendidas en agrante delito, cuando un delincuente, inmediatamente
perseguido por los agentes de la autoridad, se oculte o refugie en alguna casa
o, en casos de excepcional o urgente necesidad, cuando se trate de presuntos
responsables de la acciones a que se reere el artículo 384 bis [es decir,
en el ámbito de la legislación antiterrorista], cualquiera que fuese el lugar
o domicilio donde se ocultasen o refugiasen, así como el registro que, con
ocasión de aquélla se efectúe en dichos lugares y a la ocupación de los efectos
e instrumentos que en ellos se hallasen y que pudieran guardar relación con
el delito perseguido”.
Conforme a la dicción legal, los agentes policiales podrán proceder
de propia autoridad a la inmediata detención de las personas, cuando haya
mandamiento judicial contra ellas. Se trata del supuesto de una persona contra
la cual se haya dictado la orden de busca y captura (personas condenadas o
respecto de las cuales se haya acordado la prisión provisional o la detención).
Este art. 553 de la LECr, introducida en la misma por la LO 4/88 de
25 de mayo, establece un tercer supuesto, aparte de los de flagrante delito o
de ejecución de un mandamiento de prisión, que es aquél en que la policía
puede proceder de propia autoridad a la entrada en un domicilio, en casos
de excepcional o urgente necesidad, para detener a presuntos responsables
de delitos relacionados con las actividades de bandas armadas o elementos
terroristas o rebeldes, puediendo penetrar en el sitio donde se oculten o
refugien sea cual sea el lugar.
La apoyatura constitucional de esta excepción a la inviolabilidad del
domicilio, no se encuentra en el art. 18.2 CE, sino en el art. 55.2, donde
se permite que por Ley Orgánica se determine la forma y casos en los que
pueden ser suspendidos algunos de los derechos fundamentales, entre los
que se encuentra la inviolabilidad del domicilio, cuando esto sea preciso
para la realización de investigaciones relacionadas con actuaciones de bandas
armadas o elementos terroristas.
La norma que se ocupaba de desarrollar el número 2 del art. 55 de
la CE era la denominada Ley Antiterrorista, es decir la LO 9/84 de 26 de
diciembre, la cual ha sido derogada por las Leyes Orgánicas 3 y 4 de 1988 de
25 de Mayo, que reformaron el anterior Código Penal (CP de 1973) y la LECr
introduciendo una nueva normativa antiterrorista en estas Leyes.
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Entre las novedades que presenta la nueva ordenación destaca que sólo
se permite la entrada en casos de excepcional o urgente necesidad. A diferencia
de la normativa anterior, la Ley solo faculta a la policía para entrar en un
domicilio, bajo su propia autoridad, para detener a presuntos responsables de
este tipo de delitos, en casos excepcionales, en los que solicitar la autorización
judicial ponga en peligro el buen fin de la operación policial.
En cualquier caso, incluso cuando la policía actué bajo su propia
autoridad, estará sometida a un control judicial si bien este control se produce
a posteriori.
En los casos de entrada de un domicilio por la policía procediendo de
propia autoridad, para el caso de delito flagrante, mandamiento de prisión o de
detención de presuntos responsables de delitos relacionados con la actividad
de «bandas armadas o elementos terroristas» una vez efectuada la entrada,
la policía debe de dar cuenta inmediata al Juez competente, indicando las
causas que la motivaron y los resultados obtenidos, con especial referencia
las detenciones que se hubieren practicado e indicando las personas que
hayan intervenido y los incidentes ocurridos.
Del art. 55.2 CE se desprende que la suspensión de derechos funda-
mentales por motivo de las investigaciones correspondientes a la actuación
de bandas armadas o elementos terroristas solo puede ser aplicada de forma
individual, es decir, a una persona o a un grupo de personas reducido.
La justificación de que los agentes de policía pueden entrar por su
propia autoridad en un lugar habitado cuando haya mandamiento de prisión
contra una persona y traten de llevar a efecto su captura, procede que
tanto el mandamiento de prisión como la resolución que ha dado lugar a
su expedición implícitamente conlleva el mandato y la autorización para
penetrar, en caso necesario, en un domicilio, en cuyo caso la entrada queda
justificada por la existencia de una autorización previa.
Pero pese a que el artículo permite entrar a los agentes de policía
por su propia autoridad en los supuestos que contempla, en cualquier lugar
o domicilio, hay que entender que no podrán entrar en aquellos lugares
especialmente protegidos por la Ley si no se obtiene el consentimiento previo
de los sujetos que tienen a su cargo tales lugares.
En caso contrario se llegará al absurdo de que mientras la autoridad
judicial necesita siempre el consentimiento previo para poder entrar en tales
lugares, la policía, en los supuestos del art. 553 de la ley procesal, podrá
prescindir del mismo sin más amparo que su propia autoridad.
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c) Entradas administrativas.
La Administración, en el uso legítimo de su facultad de “autotutela”
puede, en ocasiones (por ej. para trabar unos bienes muebles, al amparo del
artículo 103 del Reglamento General de Recaudación de 14 de Noviembre
de 1968, o del art 130 de la Ley 33/1987 de 23 de Diciembre de Presupues-
tos Generales del Estado para 1988, para demoler un edificio ilegal o pre-
cintar una industria nociva o peligrosa) necesitar entrar en algún inmueble
de la titularidad de un particular. Si en tal lugar cerrado no se ve afectada
la intimidad del ciudadano o alguno de los bienes e intereses constituciona-
les, descritos más arriba, no se planteará problema alguno, pero, si el local
constituye objeto de la diligencia de entrada, habrá de recabarse el consen-
timiento previo de su destinatario u obtener la oportuna autorización judi-
cial.
Esta doctrina que fue afirmada por el TC, ha recibido su sanción
legislativa en el artículo 87.2º de la LOPJ, conforme al cual corresponde
también a los Juzgados de Instrucción la autorización en resolución motivada
para la entrada en los domicilios y en los restantes edificios o lugares de
acceso dependiente del consentimiento de su titular, cuando ello proceda
para la ejecución forzosa de los actos de la Administración.
No describe, sin embargo, el referido precepto el procedimiento a
través del cual deba practicarse la entrada, por lo que, a falta de regulación
especial alguna, han de considerarse de aplicación lo dispuesto en los artículos
545 y ss. de la LECr.
Debido a la falta de carácter urgente que suelen adoptar estas preten-
siones y a su clara incidencia en un derecho fundamental, ha de reforzarse la
vigencia del principio de proporcionalidad. En este sentido, y en la medida de
lo posible, debiera garantizarse el principio contradictorio, dando traslado de
la petición de la Administración al interesado a fin de garantizar su derecho
de defensa y de que el juez pueda estimar la fundamentación de la referida
petición. De ningún modo debiera autorizarse la entrada “nocturna”.
En cuanto la forma de ejecución de estas entradas la autoridad está
facultad para emplear si fuere necesario el auxilio de la fuerza (art. 568 LECr),
si bien ha de procurarse no ocasionar más desperfectos de los necesarios, ni
perjudicar la fama, ni importunar al interesado más de lo necesario.
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Bibliografía
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