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Patología gastrointestinal y
hepatobiliar, ¡todas las respuestas a
tus dudas!
SPONSOR:
PONENTES:
YORDAN FERNÁNDEZ
Animal Health Trust (Reino Unido), obteniendo el Título de Diplomado por el American
Mª DOLORES TABAR
JORDI PUIG Llt. Vet. Dip. ACVIM Dip. ECVIM-CA (Medicina Interna)
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CONTENIDO:
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Hepatitis crónica en el perro: ¿Qué hay de nuevo?
Jordi Puig
Llt. Vet., DECVIM-CA y DACVIM (Medicina Interna)
Responsable del Servicio de Medicina Interna
Hospital Ars Veterinaria
Carrer Cavallers 37
08034 Barcelona
Introducción
Los principales mecanismos causantes de las elevaciones de las enzimas hepáticas en sangre
son el daño celular y la inducción de su síntesis. Por regla general, clasificamos las enzimas
hepáticas en dos grupos, aquellas que nos indican un daño celular (Alanina Transaminasa y
Aspartato Transaminasa) o inducción (Fosfatasa Alcalina y Gamma Glutamil Transpeptidasa).
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Diagnóstico diferencial del incremento de la ALT:
• Toxicidad (medicamentos / toxinas): antiinflamatorios no esteroideos (AINEs),
azatioprina, Cycas revoluta, fenobarbital, lomustina, paracetamol, sulfonamidas, xilitol,
etc.
• Inflamación:
o Infeccioso: Leptospirosis, colangiohepatitis / colangitis, sepsis, etc.
o No – infeccioso: hepatitis idiopática, acúmulo de cobre, secundario a proceso
entérico / pancreatitis, etc.
• Cirrosis.
• Metabólico: lipidosis, diabetes, glucocorticoides, hipertiroidismo.
• Hipoxia / degenerativo: anemia, congestión, proceso cardiorrespiratorio, etc.
• Trauma.
• Neoplásico: primario o metástasis.
• Regeneración.
La Fosfatasa Alcalina (FA) está codificada por dos genes: el gen de tejido inespecífico y el gen
intestinal. El gen de tejido inespecífico transcribe las isoenzimas que se encuentran en el
hígado, riñón, placenta y hueso. El gen intestinal produce las isoenzimas intestinales e
inducidas por corticoides. La vida media de la FA intestinal, de riñón y placenta es muy corta
(menor a 6 minutos). Sin embargo, la FA del hígado, hueso e inducida por corticoides se
aproxima a las 60 horas.
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• Hiperfosfatemia familiar benigna (Husky Siberianos).
Gamma Glutamil Transpeptidasa (GGT)
La Gamma Glutamil Transpeptidasa (GGT) es una enzima que se encuentra en las células
epiteliales del sistema biliar y hepatocitos. A la vez, está presente en el páncreas, túbulos
renales y células epiteliales del tejido mamario. Su elevación está asociada a colestasis o
hiperplasia biliar a través de su inducción. Se considera más especifica (87%) que la FA, pero
menos sensible (50%). La administración de corticoides incrementa su actividad.
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Hepatitis aguda: conceptos básicos
Es importante conocer algunos conceptos básicos de la hepatitis aguda (HA) debido a que en
algunos casos el daño agudo será el factor predisponente de un futuro proceso crónico. Hay
tres posibles escenarios: HA fulminante (mayoritariamente asociada a muerte del paciente), ser
totalmente reversible o progresar a una condición crónica. Como en muchas otras
enfermedades, si podemos reconocer e intervenir de forma temprana, podemos tener más
posibilidades de éxito.
Hepatotoxicidad hepática
Intrínseca
?
Idiosincrática
Depende de la dosis No depende de la dosis
Medicación o su metabolito Mayoritariamente metabolitos
Pueden prevenirse Difícil de prevenir
• Aflatoxinas
• Azatioprina
• Carprofeno
• Cycas revoluta
• Mitotano
• Fenobarbital
• Sulfonamidas
• Lomustina
• Zonisamida
• Paracetamol
• Xilitol
La dosis tóxica del paracetamol en perros es alrededor de 150mg/kg (en gatos es de 10mg/kg).
Los productos del metabolismo de este fármaco (principalmente el N-acetil-para-
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benzoquinoneimina, NAPBQ) están implicados en un proceso oxidativo de eritrocitos y
hepatocitos. Los hallazgos laboratoriales incluyen metahemoglobinemia, elevación marcada de
la ALT e hiperbilirrubinemia en la mayoría de los perros afectados. La administración de
acetilcisteína intravenosa es el tratamiento de elección en estos casos, ya que disminuye la
toxicidad del NAPBQ. La cimetidina, vitamina C y S-adenosil metionina (SAM) pueden
contribuir al tratamiento. Es un ejemplo de hepatotoxicidad intrínseca.
En medicina humana, hay una larga lista de antibióticos que son reconocidos como
hepatotóxicos. En veterinaria, las sulfonamidas son el ejemplo más conocido y se caracterizan
por causar una reacción de hipersensibilidad idiosincrática. La aparición ocurre entre los 5 y 36
días (media de 12 días). No es necesaria la exposición previa. Los hallazgos son una ALT
mayor a la FA e hiperbilirrubinemia. También se ha descrito un caso de reacción idiosincrática
en un perro tratado con zonisamida, una sulfonamida anticonvulsivante. Otros antibióticos
documentados son las tetraciclinas.
La Cycas revoluta (o más conocida como cica o falsa palmera) es una planta ornamental cada
vez más común en España. La toxina cycasina (presente sobre todo en las semillas) es la
responsable de la hepatotoxicidad aguda. Los pacientes también pueden sufrir neurotoxicidad.
Los hallazgos laboratoriales son variables con elevación de la ALT y FA, hiperbilirrubinemia y
signos de fallo hepático. La mortalidad es del 50%. La administración de carbón activado
parece tener un efecto protector y niveles altos de ALT son un factor pronóstico negativo.
Finalmente, cada vez está más descrita la toxicidad de xilitol que se caracteriza por una
hepatotoxicidad severa e hipoglicemia.
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El pronóstico en perros con HA depende de su etiología. Si los animales presentan signos de
insuficiencia hepática avanzada (por ejemplo, encefalopatía hepática (EH), coagulopatía,
hipoglucemia) el pronóstico es más reservado. Aunque la mayoría de los casos de HA se
pueden recuperar espontáneamente, existe la posibilidad que hasta el 30% desarrollen una
HC, aunque el tratamiento haya sido eficaz. La enfermedad crónica generalmente no da signos
clínicos en los primeros meses. El daño hepático crónico causará signos clínicos solo más
adelante (a menudo cuando las lesiones son irreversibles). Por esas razones, se recomienda
realizar un control cada mes después del diagnóstico de HA.
Hepatitis crónica:
Esquema del consenso del ACVIM sobre el diagnóstico y el tratamiento de la HC. ALP,
fosfatasa alcalina; ALT, alanina aminotransferasa; APSS, Shunts portosistémicos adquiridos; E,
eosinófilica; L, linfocítica; M, granulomatosa; N, neutrófilica; P, plasmacítica; TSBS, ácidos
biliares séricos totales
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Etiología
Hay evidencia de que el tratamiento con fenobarbital o lomustina puede causar HC. En
humanos, se estima que los suplementos de hierbas y dietéticos son responsables del 18% de
las lesiones hepáticas inducidas por medicamentos. Como en el caso de las infecciones, la
mayoría de casos de hepatotoxicidad causados por fármacos u otros agentes tóxicos causan
mayoritariamente HA.
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Puntos de interés de la etiología de la HC en perros:
• Las etiologías infecciosas son una causa poco frecuente de HC, sin embargo, se debe
realizar la búsqueda de agentes infecciosos, sobretodo en casos de hepatitis
piogranulomatosas.
• Existen pruebas genéticas para la HC-Cu (por ejemplo, en el Bedlington Terrier), sin
embargo, el diagnóstico definitivo de la HC-Cu en todas las razas requiere una biopsia
hepática y cuantificación de cobre.
• Todas las biopsias hepáticas deben evaluarse para detectar una cantidad anormal de
cobre hepático.
• Se supone que la HC mediada por el sistema inmunitario ocurre en perros, sin embargo,
se debe realizar una búsqueda cuidadosa de una etiología subyacente primaria antes de
instituir una terapia inmunosupresora.
Presentación en la clínica
La HC puede ocurrir en cualquier perro, aunque existe cierta predisposición racial. Como
hemos mencionado anteriormente, los Bedlington Terrier, Dálmatas, Doberman Pinscher, West
Highland White Terrier, Labrador Retriever y otras razas son conocidas por su susceptibilidad a
la HC-Cu. Cada raza tiene sus características, por ejemplo, en el caso de los Doberman
Pinscher o Labrador Retriever es más frecuente en hembras que en machos. En los American
y English Cocker Spaniels es más frecuente en machos. La edad media de presentación es de
7,2 años. Los perros con LDH se presentan más jóvenes que los perros con HC y existe cierta
predisposición de raza en Caniches y American Cocker Spaniels para esta forma de HC.
Los signos clínicos generalmente son inespecíficos (pérdida de apetito o letargo). La ictericia y
ascitis son menos comunes, pero más específico y ocurren en aproximadamente el 33% de los
casos. Un hecho interesante es que se ha observado que hasta en un 20% de los perros con
HC son asintomáticos.
Hallazgos en el laboratorio
La anemia leve se observa en aproximadamente un tercio de los perros afectados con HC. La
anemia puede reflejar un sangrado gastrointestinal, coagulopatía o anemia por enfermedad
crónica. La trombocitopenia subclínica leve (sin signos clínicos) ocurre en aproximadamente el
23% de los perros afectados debido a un proceso de consumo o una disminución de la
producción de trombopoetina por los hepatocitos. En aproximadamente el 40% de los perros
afectados con HC se producen prolongaciones leves a moderadas de la PT y aPTT,
probablemente debido a disminución de los factores de coagulación o deficiencia de vitamina
K. Los estudios de tromboelastografía en perros con HC sugieren que existen estados
hipocoagulables, hipercoagulables o normocoagulables, con el 25% de los perros afectados
siendo hiperfibrinolíticos.
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Parámetro % con cambios
Elevación de la FA 82%
Hipoalbuminemia 49%
Hipocolesterolemia 40%
Las radiografías nos ayudan a determinar el tamaño, forma, posición, opacidad y márgenes del
hígado, a la vez que puede detectarse la presencia de gas o mineralización, pero no son
sensibles a variaciones sutiles del parénquima hepático. La ecografía abdominal es la
modalidad de imagen más útil y que nos da más información en perros con sospecha de HC,
sin embargo, depende del operador y su sensibilidad es baja ya que en la HC no existen
cambios patognomónicos. La presencia de microhepatía, nódulos hipoecoicos irregulares o
márgenes irregulares pueden observarse en las etapas finales de la HC. Sin embargo, el
hígado puede aparecer normal en casos de enfermedad avanzada. La ecografía ayuda a
identificar complicaciones asociadas con la HC, como shunts adquiridos, hipertensión portal,
ascitis, trombos hepato-esplénicos o ulceración gastrointestinal. Otras modalidades de imagen
más avanzadas, como el TC con contraste, pueden ser necesarias para diagnosticar anomalías
vasculares como trombos de la vena porta o shunts adquiridos no visibles en ecografía.
Biopsias
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La toma de biopsias hepáticas se puede realizar mediante un tru-cut guiado con ecografía,
laparotomía (biopsia en cuña) o laparoscopia (pinza de 5mm). La aspiración con aguja no nos
ayuda en el diagnóstico definitivo de HC. Como norma general, las muestras obtenidas con la
laparoscopia o laparotomía son de mejor calidad. Las biopsias percutáneas con tru-cut de 14-
16G, si se realizan correctamente, pueden proporcionar muestras adecuadas. La precisión
aumenta con una aguja de mayor calibre y múltiples sitios, pero esto último punto conlleva un
mayor riesgo de hemorragia posterior a la biopsia. De forma general, se recomiendan al menos
12-15 espacios porta para una buena evaluación con aproximadamente 20-40 mg de hígado
(peso en húmedo) para la cuantificación de cobre. Esta cantidad equivale a 1 muestra de 14 G
(2 cm de largo) o la mitad de una muestra de biopsia laparoscópica de 5 mm.
En resumen, se recomienda:
• Obtener un mínimo de 5 muestras de biopsia laparoscópica o quirúrgica de al menos 2
lóbulos hepáticos para histopatología
• Una muestra para cultivo aeróbico y anaerobio
• Una muestra para el análisis cuantitativo de cobre
Es muy importante que el patólogo siga la guía de histopatología hepática presentadas por la
WSAVA. El tipo de inflamación debe ser descrita (neutrófilica, supurativiva, linfocítica,
granulomatosa o piogranulomatosa), ya que estos patrones pueden sugerir una patogénesis
distinta. Por ejemplo, la presencia de inflamación granulomatosa debe incitar al clínico a buscar
una etiología infecciosa. La fibrosis es una característica clave en el diagnóstico de HC porque
es el sello principal de la cronicidad. Las tinciones especiales como el rojo sirio o el tricrómico
de masson son particularmente útiles para evaluar la fibrosis. La etapa final de la fibrosis se
caracteriza por prominentes tabiques fibrosos y la regeneración nodular de los hepatocitos. En
este punto, el término de diagnóstico aplicado es cirrosis o hígado en etapa terminal.
Finalmente, el cobre puede detectarse con tinción de ácido rubeánico. En perros, la
acumulación patológica de cobre es casi siempre más severa en las regiones centrolobulillares.
Sin embargo, la acumulación periportal a menudo es inespecífica e involucra pequeñas
cantidades de cobre que no son clínicamente relevantes en la mayoría de los casos. Las
tinciones o técnicas especiales para agentes infecciosos pueden ser útiles:
La hiperplasia nodular es una lesión benigna en perros de edad avanzada, caracterizada por
múltiples nódulos en el parénquima hepático. Su etiología se desconoce, pero la clasificación
de WSAVA de enfermedades hepáticas la clasifica dentro de los procesos neoplásicos. Es
importante diferenciarlos de procesos tumorales malignos o cirrosis. La función hepática en
estos casos es normal. La elevación de la FA puede ir acompañada de leves elevaciones de la
ALT. No existe tratamiento específico, aunque se recomienda una revisión bioquímica y
ecográfica regular (cada 6 - 12 meses).
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Hepatopatía reactiva no especifica
Es posible que la parte más difícil en la aproximación del paciente con elevación de enzimas
hepáticas sea distinguir entre hepatopatía primaria o secundaria. Los cambios que
encontramos en los pacientes de una hepatopatía secundaria se asocian normalmente a una
hepatopatía reactiva no específica. La mayoría de estos casos tienen elevación de enzimas
compatibles con daño celular (ALT y AST) e inducción (FA y GGT). Sin embargo, no es común
la alteración de la funcionalidad hepática a excepción de aquellos casos con colestasis
funcional. Al realizar una biopsia, se observa un infiltrado inflamatorio en las áreas portales y en
el parénquima, sin evidencia de necrosis hepática. También se observan otros cambios como
degeneración vacuolar, lipidosis o colestasis. La hepatopatía reactiva no especifica es la
patología más común de los casos biopsiados. Los pacientes con hepatopatía primaria son
más susceptibles a tener signos más severos, como hepatomegalia, microhepatia, ictericia o
encefalopatía hepática.
Hepatitis inmunomediada:
Hay algunos estudios que han sugerido el efecto positivo de la prednisolona, azatioprina o
ciclosporina en la HC canina. Sin embargo, debido la metodología de estos estudios (muchas
razas diferentes, limitaciones en la histopatología, bajo número de casos, dosis variables de los
fármacos…) es difícil sacar conclusiones firmes para recomendar un protocolo inmunosupresor
óptimo. El uso de los glucocorticoides está muy extendido en estos casos y aunque algunos
pacientes se beneficien, los efectos secundarios son múltiples (efectos catabólicos,
hepatopatía vacuolar degenerativa, empeoramiento de la hipertensión portal, retención de
sodio y agua, riesgo de ulceración e hipercoagulabilidad). En uno de los últimos estudios
publicados, se evaluó de forma retrospectiva el uso de la ciclosporina. Los resultados fueron
buenos con una remisión bioquímica en el 79% de los perros con una dosis media de
ciclosporina de 7.9 mg / kg / día.
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La dieta:
Debemos recordar que la proteína no debe restringirse a menos que haya signos de
encefalopatía hepática. Si se sospecha de signos de encefalopatía hepática recomendamos
una restricción mínima con el objetivo de intentar incrementar progresivamente el porcentaje
con fuentes de proteínas que sean bien toleradas (lácteos o vegetales como la soja). La
suplementación con vitamina K oral no se recomienda si no hay heces acólicas,
hiperbilirrubinemia severa y crónica, o prolongación del TP con tendencias hemorrágicas.
Otros tratamientos:
Pronóstico:
En 10 estudios con datos de supervivencia con un total de 364 perros, el tiempo medio de
supervivencia fue de 561 días. En perros con cirrosis confirmada por biopsia, la supervivencia
fue considerablemente más corta, 23 días. En casos de ascitis, se determinó una supervivencia
de 22,5 días. Los perros con LDH también tienen tiempos de supervivencia más cortos que los
perros con HC, 48 días. Los factores negativos publicados son hiperbilirrubinemia,
prolongaciones en PT, aPTT, hipoalbuminemia, la presencia de ascitis y el grado de fibrosis en
la biopsia.
Complicaciones:
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• Encefalopatía hepática: El diagnóstico de encefalopatía hepática se basa en la
presencia de signos neurológicos como letargo, ataxia, cambios de comportamiento,
cambios en el estado mental (estupor o coma), ceguera… La concentración normal de
amoníaco en la sangre no descarta la presencia de la EH. Las consecuencias de la EH
son múltiples: estado pro-inflamatorio, pro-oxidante e hipercoagulabilidad. El
tratamiento se basa en:
o Lactulosa oral: 0.5 – 1ml/kg cada 8h
o Lactulosa enema: total = 10 ml/kg (1/3 lactulosa y 2/3 agua templada)
o Metronidazol 7.5 mg/kg oral cada 12h o ampicilina 15 mg/kg oral cada 12h
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ANOMALÍAS VASCULARES PORTOSISTÉMICAS
Yordan Fernández
Ldo Vet, CertAVP (SAM), DACVIM (SAIM), Acred. AVEPA MI, MRCVS
Hospital Veterinario Puchol
28050, Madrid
ANATOMÍA Y CLASIFICACIÓN
La vena porta es un sistema de baja presión que contiene sangre rica en nutrientes y toxinas
que ha drenado desde el tracto gastrointestinal, bazo y páncreas. Proporciona hasta el 80% del
flujo sanguíneo (20% a través de la arteria hepática) y el 50% del contenido de oxígeno (50% a
través de la arteria hepática) al hígado. La vena porta se ramifica en vénulas más pequeñas y
la sangre que entra en el hígado pasa a través de los sinusoides hepáticos, desde las tríadas
hasta la vena central, que drenan hacia las venas hepáticas y después a la vena cava caudal
para finalmente regresar al corazón. Los sinusoides hepáticos son vasos sanguíneos
especializados que permiten un contacto cercano con los hepatocitos y las células de Kupffer
para filtrar la sangre y eliminar toxinas y bacterias translocadas.
Las anomalías vasculares hepáticas pueden ser congénitas o adquiridas, y pueden ser de
naturaleza macroscópica o microscópica:
Congénitas
Shunts portosistémicos macrovasculares
Intrahepáticos
Extrahepáticos
• Hipoplasia primaria de la vena porta (HPVP)
HPVP con hipertensión portal
HPVP sin hipertensión portal
• Alteraciones en el flujo sanguíneo de salida
Adquiridas
• Múltiples shunts extrahepáticos
Secundarios a fibrosis hepatica
Secundarios a malformaciones arteriovenosas hepáticas
Los shunts portosistémicos pueden ser congénitos (SPSC) o adquiridos (SPSAs). Los SPSC
ocurren principalmente como un solo vaso que proporciona una comunicación vascular directa
entre el suministro venoso portal y la circulación venosa sistémica, aunque algunos animales
pueden tener dos o más comunicaciones congénitas. Aproximadamente el 25-33% de los
SPSC son intrahepáticos y el 66-75% son extrahepáticos tanto en perros como en gatos. Los
SPSAs ocurren principalmente como consecuencia a hipertensión portal crónica que induce la
apertura de vasos sanguíneos vestigiales y fetales que proporcionan una salida alternativa para
la sangre portal hipertensiva. Las derivaciones adquiridas suelen ser múltiples, tortuosas,
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extrahepáticas y ubicadas cerca de los riñones. Las causas más comunes de SPSAs son la
fibrosis hepática (cirrosis), la hipoplasia primaria de la vena porta con hipertensión portal o las
malformaciones arteriovenosas.
La hipoplasia primaria de la vena porta (HPVP) sin hipertensión portal, anteriormente llamada
displasia microvascular, es una malformación microscópica de la vascularización hepática. Se
caracteriza por pequeños vasos portal intrahepáticos, hiperplasia endotelial portal, dilatación
porto-venosa, vasos sanguíneos intralobulares juveniles aleatorios, hipertrofia venosa central y
fibrosis. Estas lesiones pueden permitir comunicaciones anormales entre la circulación portal y
la circulación sistémica a nivel microvascular. Esto puede ocurrir como una enfermedad
aislada, o en combinación con un SPSC macroscópico. El 58% de los perros y el 87% de los
gatos con HPVP tienen un SPSC macroscópico concurrente. La HPVP con hipertensión portal,
se ha descrito en varias razas de perros cuando hay hipertensión portal con una vena porta
patente y un hígado no cirrótico. La causa subyacente es desconocida, y se cree que está
causado por malformaciones vasculares intrahepáticas severas y difusas lo que resulta en
hipertensión portal y múltiples SPSAs.
EVALUACIÓN DIAGNÓSTICA
Reseña e Historial
Los SPSC extrahepáticos se observan con mayor frecuencia en perros de razas pequeñas y
“toy” como el Yorkshire Terrier, Bichón Maltés, Bichón Habanero, Carlino y Schnauzer
miniatura. En gatos con SPSC extrahepáticos, el común europeo, el Persa, el Siamés, el
Himalayo y el Burmés están sobrerrepresentados en diferentes estudios. Los SPSC
intrahepáticos son más comunes en perros de raza grande como el Lebrél Irlandés, Golden
Retriever, Labrador Retriever, y las razas pastoras australianas. La HPVP también afecta a
perros de razas pequeñas y se ha descrito principalmente en el Cairn Terrier, Yorkshire Terrier
y Caniche toy.
La mayoría de los perros y gatos con un SPSC desarrollan sintomatología aguda o crónica
antes de los 2 años de edad. Los SPSAs se diagnostican a una edad media de 3 años (rango:
7 meses a 7 años), y la edad media de los perros diagnosticados con HPVP es 3.25 años, pero
con un rango amplio de hasta 10 años. El historial de perros o gatos con un SPSC
generalmente incluye un paciente que no crece o que no gana peso como debería, era el más
pequeño de la camada, es de baja estatura, no tolera bien las anestesias, a veces está
aletargado, y muestra un "comportamiento extraño" (hasta un 90%; como quedarse
ensimismados mirando al horizonte, paredes o esquinas, “head-pressing”, ladridos al azar,
ceguera intermitente, etc.). La poliuria y la polidipsia es común en perros; y se han descrito
varias macanismos: la disminución de urea hace que el riñón no pueda concentrar la orina,
secundario al incremento de la filtración glomerular debido al aumento del flujo sanguíneo
renal, aumento de la secreción de ACTH e hipercortisolismo asociado, y/o polidipsia psicógena
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secundario a encefalopatía hepática (EH). En un estudio comparativo, los perros con SPSAs
eran más viejos, más pesados, tenían una condición corporal más baja y tenían más
probabilidades de tener ascitis, pero menos probabilidades de tener signos del sistema
nervioso central, que aquellos con un SPSC.
Signos Clínicos
Los animales con HPVP sin hipertensión portal y sin la presencia de un SPSC macroscópico
tienen una reseña y signos clínicos similares a los descritos en perros con SPSC. Sin embargo,
estos perros y gatos suelen ser mayores, los signos con frecuencia son leves o inexistentes y
responden muy bien al manejo médico. En casos de HPVP con hipertensión portal los perros
de raza están sobrerrepresentados, particularmente los Doberman Pinscher. La mayoría de
estos perros tienen <4 años de edad y pesan> 10 kg. La sintomatología es similar a perros con
un SPSC sumado a la causada por la hipertensión portal concurrente, que resulta en ascitis
(60% de los casos), PU/PD, dolor y sangrado gastrointestinal y EH.
Hallazgos Clínicopatológicos
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gatos. Una leucocitosis, debido a la eliminación inadecuada de endotoxinas y bacterias de la
circulación portal, puede estar presente y se ha asociado con un mal pronóstico.
La medición de los ácidos biliares pre y postprandiales es la prueba de elección para evaluar la
función hepática en animales con sospecha de tener una comunicación portosistémica. Los
ácidos biliares se sintetizan en el hígado a partir del colesterol, se conjugan, se secretan en los
canalículos biliares y se almacenan en la vesícula biliar, luego se liberan en el duodeno
después de una comida, para ayudar a la emulsificación de grasas, su metabolismo y la
absorción de lípidos. Los ácidos biliares se reabsorben del íleon, se transportan al sistema
venoso portal y se extraen por los hepatocitos para su recirculación. Por lo tanto, es importante
recordar que las concentraciones de ácidos biliares se ven afectadas por el momento de la
contracción de la vesícula biliar, la tasa de transporte intestinal, el grado de desconjugación de
ácidos biliares en el intestino delgado, la tasa y la eficiencia de la absorción de ácidos biliares
en el íleon, el flujo sanguíneo portal y la función de la captación de hepatocitos y el transporte
canalicular. Aunque los aumentos en los ácidos biliares postprandiales fueron 100% sensibles
para la detección de SPSCs en perros y gatos en algunos estudios, otros han encontrado que
las muestras pareadas son 100% sensibles, pero no las mediciones individuales, por lo que se
prefieren. Sin embargo, la especificidad no es tan alta y un resultado positivo no equivale a la
presencia de una comunicación portosistémica. Los perros malteses sanos pueden tener
ácidos biliares elevados sin evidencia de disfunción hepatocelular. Otros resultados positivos
no relacionados con una comunicación portosistémica incluyen otras enfermedades
hepatobiliares, el uso de glucocorticoides o terapia anticonvulsivante, perros con colapso
traqueal, tras convulsiones y en pacientes con enfermedad gastrointestinal. Las
concentraciones de amoníaco no son tan sensibles (anormales en un 62-88% de animales con
SPSCs), especialmente después de un ayuno prolongado o tras tratamiento médico para la
EH. Sin embargo, medir la concentracion de amoníaco en sangre 6 horas después de la
comida aumentó la sensibilidad del test hasta el 91% en perros con SPSC en un estudio
Los urianálisis de pacientes con SPSC muestran orinas diluidas (> 50% son hipostenúricas o
isostenúricas), lo que pueden favorecer la aparición de infecciones de orina. La
hiperammoniuria debido a un ciclo de la urea anormal, junto con un metabolismo inadecuado
del ácido úrico, produce una excesiva excreción de amoníaco y urato a través de los riñones lo
que puede desencadenar en cristaluria de biurato de amonio (descrito en un 26-57% de perros;
16-42% de gatos) y urolitiasis. El género masculino, la edad avanzada, el manejo médico
previo, pero no la morfología del shunt, parecen estar asociados con el desarrollo de urolitiasis
en perros con SPSCs extrahepáticos.
20
frecuentes en los SPSC. Los SPSC intrahepáticos se diagnostican con relativa facilidad debido
a la presencia de parénquima hepático rodenado al shunt, y el diámetro típicamente grande del
shunt y la vena porta. Los SPSC extrahepáticos son más difíciles de diagnosticar debido al
frecuente pequeño tamaño del paciente y del shunt, la ubicación variable y la presencia de gas
en el intestino y los pulmones. Los SPSAs y múltiples son a menudo más difíciles de encontrar
y generalmente se encuentran cerca del riñón izquierdo. Sin embargo, los la sensibilidad de la
ecografía para identificar comunicaciones portosistémicas dependen en gran medida del
ecografista y su experiencia.
DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL
TRATAMIENTO
Tratamiento Médico
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tratamiento médico está dirigido a controlar los signos clínicos asociados con el shunt, pero no
trata la perfusión hepática disminuida.
En animales con signos de EH, se requiere una estabilización rápida y estos pacientes se
deberían hospitalizar para tratar agresivamente la EH y disminuir los niveles de amoníaco. La
fluidoterapia intravenosa es importante para rehidratar y mantener la hidratación en pacientes
deshidratados o aquellos que no se pueden incorporar o son incapaces de beber. La
suplementación con potasio es a menudo necesaria debido a la hipokalemia causada por la
diarrea crónica; que también puede contribuir a la EH. La suplementación de la fluidoterapia
con glucosa puede ser necesaria, particularmente en cachorros jóvenes con SPSCs, donde las
reservas de glucógeno y la gluconeogénesis son mínimas. La terapia para la EH aguda y
severa incluye no alimentar nada por vía oral hasta que el paciente esté alerta, consciente y
pueda tragar con normalidad, administrar enemas con agua tibia y/o lactulosa (solución de
lactulosa al 30% y administrar 5-10ml/kg), antibióticos (metronidazol: 7.5mg/kg q12h,
ampicilina: 22mg/kg q6h), y anticonvulsivos si fuesen necesarios. El control inicial de las
convulsiones se puede realizar con levetiracetam (20 mg/kg q8h), y se deberían evitar la
benzodiacepinas, principalmente el diazepam, que contiene propilenglicol como agente
portador y requiere metabolismo hepático. Una vez que se controlan las convulsiones, se
puede considerar el fenobarbital, bromuro de potasio (en perros), o el levetiracetam. En
animales con sangrado o anemia, puede ser beneficiosa la transfusión de eritrocitos y se
prefiere el uso sangre entera fresca, ya que la sangre almacenada contiene niveles elevados
de amoníaco, lo que podría empeorar la EH.
La ascitis puede ocurrir en mascotas con patologías que cursan con hipertensión portal
(malformaciones arteriovenosas, HPVP, cirrosis), pero rara vez con un SPSC a menos que
haya hipoalbuminemia severa. Si la ascitis se debe a una presión oncótica baja, se puede
considerar la terapia con coloides. Si es necesario terapia diurética, la espironolactona (2
mg/kg q24h) es el diurético inicial recomendado. La furosemida también puede ser necesaria,
pero debe usarse con precaución, porque a diferencia de la espironolactona, potencia más la
hipokalemia lo que puede empeorar la EH. Para aquellos animales que no tienen una patología
que se puede resolver con cirugía (HPVP, SPSAs múltiples) o cuando las comunicaciones
portosistémicas siguen siendo patentes, algunos nutracéuticos como el SAMe, ácido
ursodesoxicólico, vitamina E o la silimarina pueden considerarse por sus propiedades
antioxidantes y hepatoprotectoras.
En humanos con SPSCs el pronóstico a largo plazo sin cirugía es excelente. Sin embargo, un
estudio con 27 perros con SPSCs tratados médicamente a largo plazo identificó que 14/27
(51.8%) de los perros habían sido eutanasiados con una mediana de supervivencia de 9.9
meses y 9/27 (33%) sobrevivieron a largo plazo (rango de 5 meses a > 7 años). Los
indicadores pronósticos para el tratamiento médico de perros con SPSCs incluyen la edad al
inicio de los signos clínicos (mayor supervivencia en perros mayores) y la concentración de
urea (mayor nivel asociado con una mayor supervivencia). En general, se puede estimar que >
50% de los perros tratados médicamente sean eutanasiados en los primeros 10 meses
posteriores al diagnóstico y 1/3 pueden sobrevivir a largo plazo solo con tratamiento médico,
aunque los signos clínicos no necesariamente se resuelven. La eutanasia se debe
22
normalmente a signos persistentes de EH y, en algunos casos, fibrosis hepática y el desarrollo
de hipertensión portal. Otro estudio de perros con SPSC encontró que 88% de los perros
tratados solo médicamente murieron o fueron eutanasiados, en comparación con 21.6% de los
perros tratados quirúrgicamente. La supervivencia en este estudio no se vio afectada por la
edad o la morfología del shunt. Teniendo en cuenta estas estadísticas, se debería recomendar
la cirugía en pacientes con un SPSC.
Tratamiento Quirúrgico de SPSCs
- Constrictor ameroide: anillo de acero que contiene caseína comprimida en su interior que se
expande en contacto con fluidos fisiológicos. Este sistema causa una atenuación progresiva del
flujo dentro del vaso anómalo debido a la expansión de la caseína.
- Banda de celofán: tira de celofán que se coloca alrededor del shunt y se fija sobre el mismo
con hemoclips metálicos. El celofán va a causar una respuesta inflamatoria lo que causará una
oclusión progresiva del shunt. Sin embargo, estudios recientes sugieren que el constrictor
ameroide es más efectivo que el celofán, aunque ambos métodos proporcionan buenos
resultados a largo plazo.
23
convulsiones. En algunos casos de hipoglucemia refractaria, la administración de
glucocorticoides es necesario para resolverla. La hipotensión también puede ocurrir después
de la cirugía por lo que se debe monitorizar la presión arterial regularmente. Si fuese necesario,
su tratamiento con fluidoterapia (cristaloides, coloides) y/o vasopresores. Las convulsiones
postoperatorias ocurren en un 5-12% de perros, y un 8-33% de gatos. Las convulsiones
postoperatorias a menudo son refractarias al tratamiento anticonvulsivo estándar y progresan a
estatus epiléptico (normalmente 2-3 días después de la cirugía) que se asocia a una mortalidad
alta. Aunque estudios preliminares en perros sugerían que el uso de levetiracetam previo a la
cirugía disminuía el riesgo de esta complicación postquirúrgica, estudios recientes no han
identificado los mismos resultados ni en perros ni en gatos. En gatos, es frecuente (hasta un
44%) el desarrollo de ceguera central después de la cirugía, pero que normalmente es
transitoria. Probablemente, la tasa de mortalidad después de la cirugía dependa parcialmente
de la experiencia del cirujano y de las técnicas empleadas. Con el uso del constrictor ameroide
en perrosmse han descrito una mortalidad de un 7.3-8.7% en SPSCs extrahepáticos, y de
hasta un 27% en SPSCs intrahepáticos. Pero en general, los resultados a largo plazo son
buenos o excelentes en la mayoría de perros y gatos.
Los animales sometidos a tratamiento quirúrgico para cerrar el SPSC a menudo experimentan
1 de 3 resultados a largo plazo: cierre completo del shunt con flujo sanguíneo portal mejorado;
cierre completo o parcial del shunt con mejoría del flujo sanguíneo portal, pero persistencia de
anomalías laboratoriales; o desarrollo de hipertensión portal resultando en múltiples SPSAs.
Idealmente, la cirugía resultaría en el cierre completo del shunt, la resolución de los signos
clínicos y la normalización de los resultados de laboratorio. Sin embargo, en un 18-21% de los
perros, la derivación portosistémica no se cierra por completo, lo que resulta en un flujo
residual y persistencia de ciertas anomalías laboratoriales (al menos elevación de los ácidos
biliares). Sin embargo, es frecuente la elevación leve de ácidos biliares (<50 μmol/L) de
manera persistente en perros en los que el shunt se ha cerrado completamente, la signos
clínicos se han resuelto y no han desarrollado SPSAs; y por lo tanto, estas elevaciones leves
no se deberían interpretar como un fracaso quirúrgico.
La persistencia de flujo postosistémico puede ocurrir secundario al fracaso del cierre primario
del shunt, pero también puede ocurrir si hay anomalías hepáticas adicionales (p.ej. hay otro
SPSC o existe al mismo tiempo una HPVP). Si hay flujo sanguíneo a través del SPSC que se
intentó cerrar y el paciente sigue mostrando signos clínicos, o si se identifica un SPSC
adicional, se recomienda la reintervención quirúrgica. Si no se detecta flujo sanguíneo a través
del shunt operado y no se identifican otros shunts, entonces se debería considerar la
realización de biopsias hepáticas para diagnosticar una posible HPVP. Una causa adicional de
persistencia de flujo postosistémico es el desarrollo de múltiples SPSAs, que puede ocurrir en
el 10-20% de los casos sometidos a tratamiento quirúrgico. El tratamiento de estos casos es
médico para intentar controlar los signos clínicos de EH y disminuir la progresión de la
enfermedad hepática.
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portosystemic shunts in dogs: 100 cases (2001-2011). J Am Vet Med Assoc
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ENTEROPATÍAS CRÓNICAS EN EL PERRO Y GATO:
Patogenia
Microflora intestinal: queda mucho por saber acerca de las alteraciones específicas de la flora
intestinal y su papel como desencadenantes de respuestas inflamatorias crónicas. Uno de los
problemas es la dificultad en identificar de forma adecuada las bacterias implicadas (el 70% de
las bacterias no son cultivables) o en contabilizar el número de bacterias y relacionarlas con un
contaje que se pueda considerar de referencia, hoy por hoy inexistente. Con la disponibilidad
de técnicas molecular se ha podido avanzar bastante en esta materia y se ha podido
determinar la implicación de bacterias en algunas patologías, como por ejemplo, la presencia
de E coli invasivo en Boxers con colitis granulomatosa. Diversas circunstancias apoyan la
teoría de que en pacientes con IBD existe una disbiosis de la flora intestinal, más que un
sobrecrecimiento de ciertas bacterias específicas. Lo que queda por determinar es dichas
alteraciones en la microflora son la causa o la consecuencia del proceso inflamatorio intestinal
concurrente.
Factores dietéticos: se han identificado diversos procesos en los que la dieta tiene un papel
fundamental, como la enteropatía por sensibilidad al gluten en el Setter irlandés y las
reacciones adversas a la dieta en SCWT. Aproximadamente un 50% de los perros y gatos con
signos crónicos gastrointestinales responden al tratamiento dietético. Se considera que estos
pacientes tienen una “enfermedad con respuesta a la dieta” (FRD), término que engloba
tanto las alergias alimentarias (reacciones inmunológicas, pudiendo presentarse también con
26
signos dermatológicos) como las reacciones adversas a la dieta (tanto intolerancia como
intoxicación). Algunos estudios señalan un mayor porcentaje de signos de diarrea de intestino
grueso en estos pacientes en comparación con los pacientes que responden a esteroides.
Diagnóstico
El abordaje de estos pacientes variará según la severidad del cuadro clínico, de forma que se
hará un abordaje más agresivo y rápido en pacientes con signos clínicos severos (pérdida de
peso severa, anorexia, apatía, diarrea severa…) o con presencia de hipoalbuminemia e
hipocobalaminemia. Se ha elaborado un índice de actividad clínica de IBD canina (CIBDAI) que
puede ser útil para evaluar la severidad de la clínica así como para monitorizar dichos
pacientes.
Anamnesis, historia clínica y Predisposición racial, entorno, alimentación, otros signos clínicos,
exploración física localización
Análisis laboratoriales -Hemograma, Perfil bioquímico, Análisis de orina +/- TLI, Cortisol basal o
• Descartar patologías no Test de estimulación con ACTH, hormonas tiroideas,ácidos biliares
gastrointestinales -Hipoproteinemia, Ca,chol, leucopenia/leucocitosis,B12/folato
• Detectar / caracterizar
enfermedad gastrointestinal
Diagnóstico por imagen -Radiografía, ecografía (hígado, páncreas, bazo, linfonodos, masas, efusiones)
• Detectar patologías no GI -Radiografía, ecografía (obstrucción, intususcepción, masas focales, engrosamiento,
• Detectar /caracterizar pérdida de estratificación, hipoecogenicidad, estrías hiperecogénicas…)
patología GI -Endoscopia (para confirmar inflamación y descartar neoplasia, entre otros)
Los principales objetivos cuando se realiza una biopsia intestinal es confirmar la presencia de
una IBD, la presencia de linfangiectasia o la presencia de un proceso neoplásico
(principalmente linfoma). El problema fundamental es la falta de consenso y estandarización en
la interpretación de las biopsias intestinales, que hace que no siempre sean extrapolables los
hallazgos encontrados con la clínica del paciente ni con el pronóstico de la enfermedad. Se han
27
publicado guías para su evaluación, pero lamentablemente no todos los patólogos coinciden
con estas pautas. En base al tipo de infiltrados celulares que se observa y a ciertas
alteraciones en la arquitectura de la mucosa, se trata de clasificar a los pacientes en las
siguientes categorías: enteropatías con mínimas alteraciones, enteropatías eosinofílicas,
enteropatías granulomatosas y/o neutrofílicas, enteropatías linfoplasmocitarias, linfangiectasia
y procesos neoplásicos (linfoma).
Enteropatías crónicas
Colitis granulomatosa
Otra de estas enteropatías con respuesta a antibióticos es la colitis histiocítica o
granulomatosa de razas como el Boxer o el Bulldog francés, producida por un E coli
enteroinvasivo, y que responde a la administración de quinolonas como la
enrofloxacina.
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el uso de la salazopirina, fármaco con potencial acción antiinflamatoria sobre la mucosa
del colon.
Tratamiento
Los principios del manejo del paciente con enteropatía crónica se basan en:
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*Otras alternativas de tratamiento en enfermedad inflamatoria intestinal
Se sabe de la importancia del microbioma en el mantenimiento de la salud gastrointestinal (y
de otros órganos extra-gastrointestinales) y de la presencia de desequilibrios del mismo en
pacientes con diversos tipos de enteropatías. Es por ello que hay un interés creciente en el uso
de productos que pueden ayudar a reestablecer dicho microbioma como los prebióticos,
probióticos, sinbióticos o terapias como el transplante de heces, aunque de momento en
veterinaria es un campo controvertido y desconocido donde es necesaria más investigación.
Pronóstico
Referencias
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30