Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Biografía
Retrato de fray Luis de León por Francisco Pacheco, tomado de Cervantes Virtual
Producción literaria
Si consideramos las fechas de publicación de la obra de fray Luis de León, su
producción se desarrolla después de haber culminado su trayectoria académica
en 1579 con la obtención de la cátedra de Biblia y hasta el final de su vida en
1591, cuando firma -en marzo de ese año- los capítulos finales de la Exposición
del Libro de Job. Sin embargo, podemos documentar obra suya previa a esas
fechas en torno a 1561 -fecha posible de la realización del comentario literal
romance al Cantar de Cantares de Salomón– y en 1574 -traducciones de odas
de Horacio publicadas en Francisco Sánchez de las Brozas, Obras del excelente
poeta Garci Lasso de la Vega con Anotaciones y enmiendas…, Salamanca,
Pedro Lasso, 1574, con reedición en 1581 por Lucas de Junta y posteriores-.
La primera fecha de publicación documentada de una obra de fray Luis de León
es 1574, dentro de las Anotaciones a Garcilaso del Brocense. En esa edición del
profesor salmanticense de Retórica, se incluyen hasta cuatro traducciones
horacianas de fray Luis. Sin embargo, se presentan sin el nombre del autor: la
primera de ellas, libro II, oda X, Rectius vives («Si en alta mar, Licino») se
presenta así: «Y porque un docto destos reynos la traduxo bien y ay pocas cosas
destas en nuestra lengua, la pondré aquí toda»; las otras (II, 10, IV, 3 y el épodo
2 «Beatus ille») se atribuyen «al mismo autor de las passadas», pero sin revelar
nunca su nombre.
1580 sería el año en el que se da a conocer el nombre del autor como
responsable de una producción escrita. Parece que la publicación de sus obras a
partir de esa fecha tuvo que ver con la orden que recibe del superior de la
provincia agustiniana de Castilla, fray Pedro Suárez, el 21 de diciembre de 1577 y
que se imprime en los preliminares de la edición de 1580 de la In Cantica
Canticorum Salomonis Explanatio: «…in meritum sanctae obedientiae tibi
praecipimus, ut quos [libros] habes confectos (…) typis mandes». De hecho, la
secuencia de fechas de los preliminares estampados en esa edición marca ese
itinerario cronológico posterior a la petitio: la censura editorial del In psalmum
XXVI Commentarium es del 14 de marzo de 1578, el privilegio real del In
Cantica Canticorum es del 13 de marzo de 1579 y el privilegio del In psalmun
26, del 22 de marzo de 1580.
En 1580 publica al tiempo ambas obras, en Salamanca, en la imprenta de Lucas
de Junta y con el emblema en la portada Ab ipso ferro, que identificará desde
entonces todas sus ediciones salmantinas. Contiene también, al comienzo, un
poema latino titulado «Votum» -en el que pide inspiración: «Da sensus rectus,
da verba decentia»- y al final otro poema también en latín dedicado a la Virgen:
«Ad Dei Genitricem Mariam Carmen ex voto».
Ambos comentarios latinos, al libro bíblico y al salmo 26, procederían sin duda
de trabajos previos. El largo interés del agustino por el Cantar de los
Cantares se muestra en la existencia, al menos desde 1561, de ese comentario en
romance, que tantos problemas le causó en el proceso inquisitorial. Pudo tener
para su escritura el modelo y las lecciones de su maestro en Alcalá, Cipriano de
la Huerga; el cisterciense, que fue abad del monasterio de Nogales en León,
explicó el libro en el curso 1556-1557 -al que asistió fray Luis-, aunque no
publicará su comentario –en latín– hasta 1582. A ese curso asiste también Arias
Montano, que también realizó un comentario, hoy perdido, al libro bíblico en
romance (García de la Concha, 2018: 21); fray Luis tuvo en su poder, hacia
1553 o 1554, una copia de ese comentario de Arias Montano, como consta en el
proceso (Barrientos García 1996: 60-61). El propio comentario romance del
agustino se presenta con el tópico de la petitio, como respuesta a «una persona
religiosa», tras la que se esconde Isabel Osorio, monja en el convento
salmantino de Sancti Spiritus y quizá pariente de fray Luis. Sin embargo, por
alcance y planteamiento, el comentario -que permanecerá recogido por la
Inquisición e inédito hasta 1798- desborda los límites del texto didáctico o
doctrinal, para convertirse en la primera manifestación explícita del método
exegético lusiano.
El comentario latino al salmo 26, publicado ese mismo año 1580, se puede
considerar como la expresión de una apropiación personal de sus contenidos de
súplica en la persecución y confianza en la superación de los peligros; por eso se
entiende escrito, o al menos meditado y apuntado, en el periodo de reclusión en
las cárceles inquisitoriales de Valladolid. De este salmo realizó también una
paráfrasis en verso (San José Lera, 2011).
Ese mismo año de 1580 firma en Valladolid -a donde ha acudido en defensa de
su pleito por la cátedra de Biblia-los capítulos 33 (30 de noviembre), 34 (10 de
diciembre) y 35 (13 de diciembre) del manuscrito autógrafo de la Exposición del
Libro de Job. Sin embargo, la terminación de esa obra no se producirá hasta
marzo de 1591, unos meses antes de morir (el 23 de agosto). Esto nos muestra a
un fray Luis de León que trabaja sus obras, casi podíamos decir, a salto de mata,
entre ocupaciones, docentes y de gestión, tanto universitarias –nihil novum sub
sole-, como de su Orden y de larga maduración y escritura.
Estas dos obras de 1580, primeras publicadas a su nombre, tienen una
reedición, en las mismas prensas salmantinas de Lucas de Junta, en 1582 -las
mismas prensas en las que había salido en 1581 la segunda edición de
las Anotaciones del Brocense a Garcilaso que contiene las traducciones de
Horacio referidas antes-.
En 1582 aparece, sin nombre de autor, la «Oda a Nuestra Señora» en el Vergel
de flores divinas, de Juan López de Úbeda. Esta publicación nos pone en
contacto con la poesía original de fray Luis en castellano y cuya composición se
sitúa tradicionalmente también en la cárcel, dado el tono angustioso de sus
versos (Ramajo, 2012).
Inscripción de fray luys de león (línea 4), tomado del Archivo Universitario de Salamanca
En 1583 publica la primera edición de De los nombres de Cristo en dos libros,
seguido de La perfecta casada (Salamanca: Juan Fernández). Ambas obras
constituyen el centro de su producción canónica en prosa castellana, y fueron
publicadas en vida de fray Luis siempre juntas, en el mismo volumen, con la
excepción de la edición zaragozana de 1584, a cargo de Domingo de Portonariis
y Ursino, que edita solo La perfecta casada. No obstante, tienen una extensión y
una condición de género y de contenido muy diversas.
La perfecta casada es un comentario bíblico del sentido tropológico del capítulo
31 del libro de los Proverbios, el retrato de la mujer fuerte o «de valor», como
traduce fray Luis. El planteamiento exegético se viste aquí de tratado moral
acerca del matrimonio, un tema de moda en la literatura humanista. La
dedicatoria a María Varela Osorio, su sobrina recién casada, establece el molde
de la epístola que flexibiliza el género del tratado, pero el cuidado estilístico de
la prosa y el contenido a medio camino entre los tratados medievales y la nueva
ideología humanista desbordan los límites pequeños de la carta misiva o de la
epístola moral (San José Lera, 1992a).
De los nombres de Cristo, por otro lado, flexibiliza sus contenidos exegéticos en
el molde formal del diálogo ciceroniano, esencial en el sistema de géneros
renacentista. La obra desarrolla en sucesivos diálogos de tres frailes agustinos,
Marcelo, Juliano y Sabino, el contenido teológico que se deriva de los distintos
nombres con los que Cristo es nombrado, de forma metafórica, en las Sagradas
Escrituras. La condición metafórica y esencial de los nombres, más allá de su
naturaleza gramatical, motiva la incorporación de un breve capítulo
introductorio, «De los nombres en general», en el que se establece una teoría
del nombre, de raíz escolástica y naturaleza dialéctica, donde afloran, en
ocasiones, algunos matices cabalísticos (Cuevas, 1980).
La edición de 1583 consta de dos libros, pero las sucesivas, de 1585 y 1587,
incorporan un tercer libro con el tratamiento de nuevos nombres. Al final de
cada uno de los libros se imprime una paráfrasis en verso castellano de un
salmo, nueva muestra en vida de fray Luis del cultivo continuado de la poesía.
La segunda edición se imprime en 1585, en Salamanca por los Herederos de
Mathias Gast, aunque La perfecta casadalleva en ese volumen colofón del
impresor Cornelio Bonardo y fecha de 1586. En 1587 ve la luz la tercera edición
de De los nombres de Cristo, seguido, como siempre, de La perfecta casada, en
Salamanca por Guillelmo Foquel. Es la última de las ediciones de la obra
controlada por fray Luis y que incorpora variantes textuales (San José Lera,
2008).
De los nombres de Cristo y La perfecta casada son las únicas obras castellanas
de fray Luis publicadas en vida. Sobre ellas se sostiene su posición central en el
canon áureo, sobre la base de su prosa rítmica -con «número»- de su caudal
estilístico y su elegancia retórica y de su erudición; De los nombres de Cristo es,
en particular, la obra sobre la que se construye la estima de sus contemporáneos
Cervantes y Lope de Vega, antes de que Quevedo diera a conocer en 1631 su obra
poética a partir de una fuente manuscrita hoy perdida.
El 8 de septiembre de 1587 firma fray Luis de León en el convento agustino de
San Felipe, en Madrid, la censura y aprobación de las Obras de Santa Teresa, y
la «Carta dedicatoria a las Madres Ana de Jesús y religiosas carmelitas descalzas
del Monasterio de Madrid», que situará al frente de la edición que le encargan
las madres carmelitas y que ve la luz en Salamanca, en la misma imprenta de su
tercera edición de De los nombres de Cristo, la de Guillelmo Foquel. Esa «Carta
dedicatoria» desborda con creces el carácter paratextual para convertirse en
punta de lanza de la institucionalización de Teresa de Jesús como autora
literaria y pieza clave para situarla en el camino hacia la canonización. La
autoridad de fray Luis será esgrimida continuamente en los procesos de
beatificación y canonización, sobre la base de este texto proemial.
Es esa la última vez en vida que comparece fray Luis en el panorama literario
con un texto romance, aunque al año siguiente escribe una Apología del Padre
Maestro Fray Luis de León, Catedrático de escritura de la Universidad de
Salamanca. Donde muestra la utilidad que se sigue a la Iglesia en que las
obras de la Beata Madre Teresa de Jesús y otras semejantes anden impresas
en la lengua vulgar, que permanece inédita hasta que la publica con ese título
en Roma en 1610 el carmelita fray Tomás de Jesús en la obra Suma y
compendio de los grados de oración…sacado de todos los libros y escritos que
compuso la Beata Madre Teresa de Jesús.
Las siguientes ediciones volverán a ser textos latinos, producto de su labor
docente como catedrático de Biblia en Salamanca.
En 1589 publica Explanationum in eosdem -de nuevo en Salamanca y de nuevo
por Guillelmo Foquel-, que contiene: In Cantica Canticorum Triplex
Explanatio, In Psalmum XXVI, y dos comentarios bíblicos nuevos, In Abdiam
explanatio y la In Epistolam ad Galatas explanatio. Tres de esos textos habían
formado parte de las lecturas como catedrático de Biblia: Abdías en el curso
1581-1582, Gálatas en el 1582-1583 y Cantares -una vez más su texto amado- en
el curso 1585-1586. El título del nuevo comentario al Cantar de los
Cantares, Triplex explanatio, hace referencia al contenido de la obra, dividada
en la explicación del texto de cada capítulo desde los sentidos literal (prima
explanatio), místico (altera explanatio) y anagógico (tertia explanatio). En la
portada de este impreso, se ha reducido el lema horaciano Ab ipso ferro, al más
escueto Ab ipso, aunque se mantiene en el grabado la imagen del árbol y el
hacha.
En 1590 publica el opúsculo (29 págs.) De utriusque agni, typici atque veri
inmolationis (Salamanca: Guillelmo Foquel) dedicado a Juan de Grial, en el que
trata de la fecha de celebración de la Pascua judía. En este opúsculo desaparece
de la portada por primera vez el emblema Ab ipso ferro y es sustituido por un
florón.
Ese mismo año de 1590 firma en Madrid los capítulos 36 (27 de octubre) 37 (29
de noviembre) y 38 (14 de diciembre) de la Exposición del libro de Job, que
viene escribiendo desde, al menos, 1580. Termina la obra en 1591, en Madrid,
donde firma los capítulos 39 (6 de enero) y 40 (1 de febrero) y, por último, en
Salamanca, donde rubrica los capítulos 41 (19 de febrero) y 42 (último del libro,
el 8 de marzo). Desde esa fecha, corregiría y pasaría a limpio el borrador,
preparándolo para la imprenta y escribiría entonces el prólogo, dedicado a la
Madre Ana de Jesús, carmelita descalza, con quien había establecido una
relación intelectual a partir de los preparativos para la edición de las obras de
Teresa de Jesús. La tarea de copia se vio interrumpida, porque el códice que
contiene la obra solo presenta en limpio hasta el folio 222 como autógrafo, hasta
el 379 como apógrafo, añadiendo el borrador autógrafo desde 3º folio 380 hasta
el 518 y último. El original completo fue recogido por la Inquisición, por llevar la
traducción romance del libro bíblico y, a pesar de los esfuerzos de la madre Ana
de Jesús, quedó inédito hasta 1779.
A título póstumo, en 1595 sale la cuarta edición de De los nombres de Cristo,
(Salamanca, En casa de Juan Fernández) ya no controlada por fray Luis, pero sí
quizá por su sobrino, también agustino, fray Basilio Ponce de León. En esa
edición se incorpora como atractivo editorial un nuevo nombre, no incluido en
las ediciones anteriores, «Cordero».
A este panorama editorial debemos añadir dos territorios de escritura,
conservados en manuscritos, que darán lugar a posteriores ediciones. Por un
lado, la actividad docente en las distintas cátedras de Teología se constata en
tratados latinos sobre distintos asuntos, de Teología escolástica o positiva
-comentarios bíblicos-, dispersos en múltiples bibliotecas. Estos tratados han
ido siendo editados en la serie de Opera latina, promovida por los padres
agustinos.
El otro territorio de producción literaria es el que le da a fray Luis de León su
fama póstuma: la poesía original, las traducciones de autores clásicos y las
paráfrasis de poemas bíblicos, conservada también en un laberinto de
testimonios manuscritos.
La publicación en 1574 -y en las ediciones sucesivas- de las traducciones de fray
Luis a Horacio, en 1582 de la «Oda a Nuestra Señora», y en las sucesivas
ediciones de De los nombres de Cristo (1583, 1585 y 1587) de paráfrasis en verso
de tres salmos bíblicos, muestran una faceta de la producción literaria luisiana,
quizá la más conocida, y también la más difícil de datar, que es la de su poesía
lírica. Esas tres apariciones de obra poética en vida de fray Luis muestran los
tres territorios de producción poética del fraile agustino, y los tres en que se
divide su obra desde la princeps preparada por Quevedo en 1631: Obras
propias y traducciones latinas, griegas y italianas, con la paráfrasi de algunos
psalmos y capítulos de Iob. La historia textual de esa edición, el laberinto de
manuscritos -ninguno autógrafo- con poemas luisianos o atribuidos ha
generado auténticos quebraderos de cabeza a los estudiosos, empleados en
ediciones críticas, de entre las que es necesario destacar a Oreste Macrí (1950),
José Manuel Blecua (1990), Cristóbal Cuevas (1998) y
Antonio Ramajo (2012).
El establecimiento de las fechas de composición de la obra poética, conservada
en múltiples manuscritos, se ha realizado en función de posibles referencias
históricas o de los sentimientos que revelan (Blecua, 1990: 27), lo que supone
un territorio de notable indefinición por su subjetividad, con la excepción de
algunos poemas de fecha cierta -es el caso de la oda 4 «Al nacimiento de la hija
del marqués de Alcañices», nacida el 11 de enero de 1569-. Si a ello se une la
costumbre de corrección de los originales -que se demuestra, por ejemplo, en la
doble versión del salmo 102 que aparece en las ediciones de De los nombres de
Cristo de 1585 y 1587-, la datación resulta un territorio de incertidumbre
máxima. Suele tomarse el inicio del prólogo «A don Pedro Portocarrero» como
referencia a la obra poética de fray Luis como juvenilia: «Entre las ocupaciones
de mis estudios en mi mocedad y casi en mi niñez, se me cayeron como de entre
las manos estas obrecillas…»; pero el carácter tópico de la expresión y el hecho
de que se pueda documentar obra poética madura de fray Luis -como el
mencionado salmo 102 en la edición de De los nombres de 1587- resta entidad a
la afirmación. Macrí (1950), por ejemplo, opta por dividir la producción por su
relación con la experiencia en las cárceles inquisitoriales de Valladolid: antes del
proceso, durante el encarcelamiento, después de la sentencia absolutoria.
Alarcos, por su parte, se fundamenta para la datación en el análisis estilístico
(Alarcos, 2006). Las divergencias en la datación de la obra por los distintos
estudios es un síntoma de esta dificultad extraordinaria (Blecua, 1990: 28-33).
Estatua de fray Luis en el Patio de Escuelas en Salamanca, fotografía de Manuel Mª Pérez López