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Luis de León

Fray Luis de León (en latín, F. Luyssi Legionensis; Belmonte,


1527 o 15281 - Madrigal de las Altas Torres, 23 de agosto2 de
Fray Luis de León
1591) fue un teólogo, poeta, humanista y religioso agustino
español de la escuela salmantina.

Fray Luis de León es uno de los poetas más importantes de la


segunda fase del Renacimiento español junto con Francisco de
Aldana, Alonso de Ercilla, Fernando de Herrera y San Juan de
la Cruz. Su obra forma parte de la literatura ascética de la
segunda mitad del siglo XVI y está inspirada por el deseo del
alma de alejarse de todo lo terrenal para poder alcanzar lo
prometido por Dios, identificado con la paz y el conocimiento.
Los temas morales y ascéticos dominan toda su obra.

Índice
Biografía
La obra
Actividad intelectual
Literatura
Estilo Fray Luis de León, descrito y dibujado hacia 1598 por
Ediciones Francisco Pacheco (1564-1644) en su Libro de
Monumento en Salamanca descripción de verdaderos retratos, ilustres y memorables
varones.
Notas
Bibliografía Información personal
Obras de fray Luis de León Nombre de
Luis de León
Véase también nacimiento

Enlaces externos Nacimiento 1527 o 1528


Belmonte
Fallecimiento 23 de agosto de 1591
Biografía (63 o 64 años)
Madrigal de las Altas Torres
Fray Luis de León nació en Belmonte en 1527 o 1528 y era de Nacionalidad Española
origen judeoconverso por ambas ramas. Su padre fue el Lengua
abogado Lope de León y su madre Inés Varela. Residió y cursó Castellano
materna
sus primeros estudios en Madrid y en Valladolid, lugares donde
Religión Iglesia católica
su padre ejerció la distinguida labor de consejero regio. Cuando
Orden Agustinos y Orden de San
cumplió los catorce años, marchó a Salamanca para ingresar en
religiosa Agustín
la Orden de los Agustinos, probablemente en enero de 1543, y
Educación
profesó el 29 de enero de 1544. Salamanca constituyó más
adelante el centro de su vida intelectual como profesor de su Educación Filosofía y teología
universidad. Educado en Universidad de Salamanca,
Estudió filosofía con fray Juan de Guevara y teología con Universidad de Alcalá
Melchor Cano. En el curso de 1556-1557 conoció a fray Alumno de Fray Juan de Guevara, Melchor
Cipriano de la Huerga, un orientalista catedrático de Biblia en Cano, Cipriano de la Huerga
Alcalá de Henares, encuentro que supondría una experiencia Información profesional
capital en la formación intelectual de fray Luis.3 Asimismo un Ocupación Teólogo, poeta, humanista y
tío suyo, Francisco de León, catedrático de leyes de la religioso
universidad salmantina, lo orientó en esos momentos, ya que su Años activo Renacimiento
familia había marchado a Granada siguiendo los avatares de la
Empleador Universidad de Salamanca
profesión del padre, que había sido nombrado oidor en su
Chancillería en 1542.4 Lengua de
producción Castellano, latín
Entre mayo y junio de 1560 obtuvo los grados de licenciado y literaria
maestro en Teología por la Universidad de Salamanca. Géneros Teología, estudios bíblicos, lírica
Comenzó entonces su lucha por las cátedras: la de Biblia, que
había dejado vacante Gregorio Gallo, más adelante nombrado
obispo de la diócesis de Orihuela, cátedra ganada por Gaspar de Grajal; la
de Santo Tomás, que ganó al año siguiente, 1561, frente a siete aspirantes y
entre ellos el maestro dominico Diego Rodríguez. En 1565, al completar
los cuatro años para los que había obtenido la cátedra de Santo Tomás,
opositó a la cátedra de Durando; salió triunfador de nuevo frente a Diego
Rodríguez, y se mantuvo en ella hasta marzo de 1572.5 A finales de 1571,
junto con el músico Francisco Salinas y el rector Diego de Castilla, formó
parte del jurado de la justa literaria por la victoria de Lepanto y el
nacimiento del príncipe Fernando.6 Sus éxitos le atrajeron probablemente
la ojeriza de los dominicos, patronos de la Inquisición, pues en efecto fue Aula de fray Luis de León en las Escuelas
Mayores de la Universidad de Salamanca.
denunciado y estuvo un periodo en la cárcel (en Valladolid, en la calle que
ahora recibe el nombre de Fray Luis de León) por traducir el Cantar de los
Cantares a la lengua vulgar sin licencia. Su defensa del texto hebreo irritaba a los escolásticos más intransigentes, en especial al
catedrático de griego León de Castro, autor de unos fracasados comentarios a Isaías, y al dominico fray Bartolomé de Medina,
quien estaba molesto contra él por algunos fracasos académicos. Fray Luis defendió en las juntas de teólogos celebradas en la
universidad para tratar de la aprobación de la llamada Biblia de Vatablo una serie de proposiciones que lo llevaron a la cárcel
junto a los maestros Gaspar de Grajal y Martín Martínez de Cantalapiedra. En prisión escribió De los nombres de Cristo y varias
poesías, entre las cuales está la Canción a Nuestra Señora. Tras su estancia cautelar en prisión (del 27 de marzo de 1572 al 7 de
diciembre de 1576), fue nombrado profesor de filosofía moral y un año más tarde consiguió la cátedra de la Sagrada Escritura,
que obtuvo en propiedad en 1579. En la universidad fue profesor de San Juan de la Cruz, quien se llamaba por entonces fray Juan
de San Matías.

En Salamanca las obras poéticas que el agustino componía como distracción se divulgaron pronto, y atrajeron las alabanzas de
sus amigos, los humanistas Francisco Sánchez de las Brozas (el Brocense) y Benito Arias Montano, los poetas Juan de Almeida y
Francisco de la Torre, y otros como Juan de Grial, Pedro Chacón o el músico ciego Francisco de Salinas, que formaron la llamada
primera Escuela salmantina o de Salamanca.

Los motivos de su prisión hay que achacarlos a las envidias y rencillas entre órdenes y a las denuncias del catedrático de griego,
León de Castro. La acusación principal era preferir el texto hebreo del Antiguo Testamento a la versión latina (la traducción
Vulgata de San Jerónimo) adoptada por el Concilio de Trento, lo cual era cierto, pero también haber traducido partes de la Biblia,
en concreto el Cantar de los Cantares, a la lengua vulgar, cosa expresamente prohibida también por ese reciente concilio y que
sólo se permitía en forma de paráfrasis. Por lo primero fueron perseguidos y encarcelados también sus amigos los hebraístas
Gaspar de Grajal y Martín Martínez de Cantalapiedra y el catedrático de la Universidad de Osuna Alonso Gudiel, que, al igual
que Grajal, murió en la cárcel de la inquisición vallisoletana durante su cautiverio. Es cierto que había traducido el Cantar de los
Cantares directamente del hebreo con glosas y comentarios, pero lo había hecho para ilustrar a su prima Isabel de Osorio, monja
en el convento salmantino de Santi Spiritus, que no sabía latín, y alguien había sacado una copia sin su permiso de la que se
hicieron varias más. En los Índices de libros prohibidos por la iglesia de Lisboa (1581) y Toledo (1583) aparecen tanto su versión
en prosa como otra, más dudosa, en verso.7 Su prolija defensa alargó el proceso, que se demoró casi cinco largos años, tras los
cuales fue finalmente absuelto. Parece cierto que se le puede atribuir la décima graffiti que presuntamente, al salir de la cárcel,
escribió en sus paredes:

Aquí la envidia y mentira


me tuvieron encerrado.
¡Dichoso el humilde estado
del sabio que se retira
de aqueste mundo malvado,
y, con pobre mesa y casa,
en el campo deleitoso,
con sólo Dios se compasa
y a solas su vida pasa,
ni envidiado, ni envidioso!

Tras salir de la cárcel, aun cuando la Inquisición le había reconocido el derecho a regresar a su cátedra de Escritura, renunció a
ella en favor del padre Castillo, que la estaba desempeñando desde su encarcelamiento; poco menos que obligado, el claustro le
concedió en enero de 1577 la de Teología. Sus biógrafos cuentan que fray Luis acostumbraba en sus años de docencia resumir las
lecciones explicadas de la clase anterior y que al volver a la Universidad a su nueva cátedra, retomó sus lecciones con la frase
“Decíamos ayer…” (Dicebamus hesterna die), como si sus cuatro años de prisión no hubieran transcurrido.8 El caso es que un
año después (1578), siendo conocidos sus conocimientos astronómicos que tanto lucen en sus poesías (y debidos, tal vez, a un
más que probable insomnio), fue comisionado para la reforma del calendario juliano al mismo tiempo que alcanzaba la cátedra de
filosofía moral.9 y para la reforma carmelitana, cuando santa Teresa de Jesús andaba confinada en Toledo y procesada (también)
por la Inquisición a causa de haber escrito el libro de su Vida; la defendió de las calumnias de sus enemigos y en 1579 volvió a
ganar por oposición la cátedra de Biblia, asignatura que impartió ya hasta su muerte.10 . Sin embargo, a partir de 1580 estuvo
muy ocupado en los asuntos de su orden, aunque tuvo tiempo para ordenar y corregir sus Poesías, ocultándolas bajo el
pseudónimo de "Luis Mayor" y poniéndoles un prólogo y dedicatoria a su amigo el Gran Inquisidor Pedro Portocarrero.11

En 1582 junto al jesuita Prudencio de Montemayor, fray Luis intervino en la polémica De auxiliis que había levantado en la
Universidad la publicación de la obra del jesuita Luis de Molina Concordia; de nuevo se enfrentó a los dominicos hablando sobre
la libertad humana, lo que lo llevó a ser denunciado nuevamente ante la Inquisición, aunque esta vez sin otra consecuencia que
una suave amonestación del Inquisidor general, arzobispo de Toledo y cardenal, Gaspar de Quiroga.

El 15 de septiembre de 1587 Luis de León fechó en Madrid su carta-prólogo a la edición príncipe del Libro de la vida de Teresa
de Jesús. Fray Luis había examinado sus escritos para publicación y aprobado el autógrafo del «libro grande» —como lo llamaba
la santa— que ella había redactado en su celda apartada del monasterio de San José de Ávila entre los años 1563 y 1565, después
de haber fundado, en 1562, el primer monasterio de la reforma. Fray Luis admiraba la labor de aquella monja reformadora y
había pretendido incluso que ingresara en su orden. Sobre la conveniencia de la publicación del libro, así comentó Luis de León
la bondad propia de esa obra:

En el juzgar de las cosas se debe atender a si ellas son buenas en sí y convenientes para sus fines, y no
a lo que hará de ellas el mal uso de algunos. Que si a esto se mira, ninguna hay tan santa que no se
pueda vedar.12
El 14 de agosto de 1591 fue elegido provincial de Castilla de la orden de San Agustín, en el convento de la localidad de Madrigal
de las Altas Torres (Ávila). Allí lo sorprenderá la muerte nueve días después. Sus restos fueron trasladados a Salamanca, donde
fue enterrado. El pintor Francisco Pacheco lo describe así en su Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y
memorables varones (1599):

En lo natural fue pequeño de cuerpo, en debida proporción; la cabeza grande, bien


formada, poblada de cabello algo crespo; el cerquillo, cerrado; la frente, espaciosa; el
rostro más redondo que aguileño; trigueño el color; los ojos verdes y vivos. En lo moral,
el hombre más callado que se ha conocido, si bien de singular agudeza en sus dichos,
con extremo abstinente y templado en la comida, bebida y sueño; de mucho secreto,
verdad y fidelidad, puntual en palabras y en promesas, compuesto, poco o nada risueño.

La obra

Actividad intelectual
Como varón comprometido con el tiempo no dejó de lado los problemas del día a día, así que dentro del contexto de los
problemas abordados por la Escuela de Salamanca, a la que pertenecía, fray Luis intervino en la Polémica De auxiliis, junto con
el jesuita Prudencio de Montemayor, defendiendo la libertad del hombre, lo que le costó la prohibición de enseñar dichas ideas.
Peor librado salió Montemayor, que fue separado de la enseñanza.

Literatura
El propio fray Luis dejó escrito su concepto de la poesía, "una comunicación del aliento celestial y divino", en su De los nombres
de Cristo, libro I, "Monte", "para que el estilo del decir se asemeje al sentir, y las palabras y las cosas fuesen conformes":

Porque" [Cristo] es sólo digno sujeto de la poesía; y los que la sacan de él, y, forzándola,
la emplean, o por mejor decir, la pierden en argumentos de liviandad, habían de ser
castigados como públicos corrompedores de dos cosas santísimas: de la poesía y de las
costumbres. La poesía corrompen, porque sin duda la inspiró Dios en los ánimos de los
hombres, para, con el movimiento y espíritu de ella, levantarlos al cielo, de donde ella
procede; porque poesía no es sino una comunicación del aliento celestial y divino; y así,
en los Profetas casi todos, así los que fueron movidos verdaderamente por Dios, como
los que, incitados por otras causas sobrehumanas, hablaron, el mismo espíritu que los
despertaba y levantaba a ver lo que los otros hombres no veían, les ordenaba y
componía y como metrificaba en la boca las palabras, con número y consonancia debida,
para que hablasen por más subida manera que las otras gentes hablaban, y para que el
estilo del decir se asemejase al sentir, y las palabras y las cosas fuesen conformes.

Sus temas preferidos y personales, si dejamos a un lado los morales y patrióticos que también cultivó ocasionalmente, son, en el
largo número de odas que llegó a escribir, el deseo de la soledad y del retiro en la naturaleza (tópico del Beatus Ille), y la
búsqueda de paz espiritual y de conocimiento (lo que él llamó la verdad pura sin velo), pues era hombre inquieto, apasionado y
vehemente, aquejado por todo tipo de pasiones, y deseaba la soledad, la tranquilidad, la paz y el sosiego antes que toda cosa:

Vivir quiero conmigo,


gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
libre de amor, de celo,
de odio, de esperanzas, de recelo.
Este tema se reitera en toda su lírica, la búsqueda de serenidad, de calma, de tranquilidad para una naturaleza que, como la suya,
era propensa a la pasión. Y ese consuelo y serenidad lo halla en los cielos o en la naturaleza:

Sierra que vas al cielo


altísima, y que gozas del sosiego
que no conoce el suelo,
adonde el vulgo ciego
ama el morir, ardiendo en vivo fuego:

recíbeme en tu cumbre,
recíbeme, que huyo perseguido
la errada muchedumbre,
el trabajar perdido,
la falsa paz, el mal no merecido.

Oda «Al apartamiento»

Como poeta desarrolló la lira como estrofa, pero prefería el endecasílabo para las traducciones de poetas latinos y griegos, que
por lo general realizaba en tercetos encadenados o en octava real.

Estilo
Escribir, piensa fray Luis, es actividad difícil ("porque pongo en las palabras concierto y las escojo y les doy su lugar... porque el
bien hablar no es común, sino negocio de particular juicio, así en lo que se dice como en la manera como se dice").13 Se usarán
palabras comunes, pero selectas, ya que el buen escritor, entre

Las que todos hablan, elige las que convienen y mira el sonido de ellas y aun cuenta a
veces las letras y las pesa y las mide y las compone para que no solamente digan con
claridad lo que pretenden decir, sino también con armonía y dulzura

La armonía era para él el equilibrio de la frase, pero en él domina sobre la dulzura, ya que no se le advierten las melosidades de,
por ejemplo, la contemporánea prosa de la novela pastoril. Logra la armonía mediante una perfecta correspondencia entre fondo y
forma aprendida en los clásicos latinos, a los que estudió no sólo para imitarlos, sino para reproducir sus cualidades en castellano.
Su lengua, pues, es la de Juan de Valdés: natural, selecta y sin afectación.

Aunque su estilo es en apariencia sobrio y austero, y según Marcelino Menéndez Pelayo reflejaba la sofrosine o equilibrio griego,
la crítica actual ha hecho notar que su lenguaje y técnica traslucen el carácter vehemente y apasionado del autor. Así que su estilo
sólo es sencillo y austero en cuanto a las imágenes, el vocabulario y los adornos, pero la sintaxis, que dice más sobre la esencia
verdadera del autor, se ve constreñida por la exigente forma de la lira y recurre con frecuencia desusada al encabalgamiento
abrupto, expresando con ello un carácter atormentado, y desborda con frecuencia el cauce del verso y aun de la estrofa. Por otra
parte, su vehemencia se refleja a través de las numerosas expresiones admirativas e interjecciones que pespuntean sus versos, de
ritmo entrecortado, y tanto en su prosa como en su verso recurre habitualmente a las parejas de palabras unidas por un nexo o una
coma, es decir, a los dobletes de palabras con significado complementario, o a las geminaciones, dobletes de sinónimos, que
reposan con su equilibrio esa pasión que se esfuerza en contener tanto en su verso como en su prosa.

Su afán comunicativo se expresa en una particular preferencia por la segunda persona. Como consecuencia de esta referencia a
una segunda persona, sus textos suelen tener un carácter discursivo, de comentario moral que exhorta de alguna manera al
receptor. Este tono discursivo, de alguna forma oratorio, da pie a frecuentes enumeraciones, exclamaciones e interrogaciones
retóricas, y abundan también los pasajes descriptivos con el que el autor hace vivir al interlocutor en tiempo presente lo que
evoca: de ahí su frecuente uso del presente histórico. Las odas son cortas: solamente dos pasan de los cien versos, la XX y la
XXI. Las más importantes oscilan entre los cuarenta y los ochenta o noventa, y de las veintitrés diecisiete están escritas en liras
garcilasianas. Son frecuentes como manifestación de la tensión entre su vehemencia y su deseo de refrenarla los
encabalgamientos, numerosísimos y a veces violentamente abruptos, por lo que caracteriza al estilo de fray Luis una tensión
particular propia del Manierismo, en suma, paralela a la que se expresa en el severo estilo arquitectónico herreriano,
contemporáneo.

Utiliza un repertorio simbólico tomado de la poesía clásica latina y hebrea, y en él se sintetizan tres tradiciones culturales
distintas: la poesía grecolatina clásica (en especial las odas de su admiradísimo Horacio, y Virgilio) y el Neoplatonismo, la
literatura bíblica (Salmos, Libro de Job, Cantar de los Cantares) y la poesía tanto italianizante como castiza del Renacimiento
español.

Empezó a escribir en 1572 De los nombres de Cristo, obra en tres libros que no terminaría hasta 1585. En ella muestra la
elaboración última y definitiva de los temas e ideas que esbozó en sus poesías en forma de diálogo ciceroniano donde se
comentan las diversas interpretaciones de los nombres que se dan a Cristo en la Biblia: "Pimpollo", "Faces de Dios", "Monte",
"Padre del Siglo futuro", "Brazo de Dios", "Rey de Dios", "Esposo", "Príncipe de Paz", "Amado", "Cordero", "Hijo de Dios",
"Camino", "Pastor" y "Jesú". Llega ahí a la máxima perfección su prosa castellana, de la que puede ser buen ejemplo el párrafo
siguiente:

Consiste, pues, la perfección de las cosas en que cada uno de nosotros sea un mundo
perfecto, para que por esta manera, estando todos en mí y yo en todos los otros, y
teniendo yo su ser de todos ellos, y todos y cada uno de ellos teniendo el ser mío, se
abrace y eslabone toda esta máquina del universo, y se reduzca a unidad la
muchedumbre de sus diferencias; y quedando no mezcladas, se mezclen; y
permaneciendo muchas, no lo sean; y para que, extendiéndose y como desplegándose
delante los ojos la variedad y diversidad, venza y reine y ponga su silla la unidad sobre
todo. Lo cual es avecinarse la criatura a Dios, de quien mana, que en tres personas es
una esencia, y en infinito número de excelencias no comprensibles, una sola perfecta y
sencilla excelencia (De los nombres de Cristo, lib. I).

También se deben a fray Luis obras de cierta entidad en latín (De legibus, en tres libros; In Cantica Canticorum Salomonis
explanatio, 1582; In psalmum vigesimumsextum explanatio, 1582) y algunas otras obras morales en castellano sobre educación,
como La perfecta casada (Salamanca, 1584), dirigida a su prima, María Varela Osorio, donde describe lo que para él es una
esposa ejemplar y establece los deberes y atributos de la mujer casada en las relaciones de familia, las tareas cotidianas y el amor
a Dios. Inspirada en fuentes clásicas y sobre todo en los Proverbios de Salomón, cuyo último capítulo expone e ilustra desde el
versículo 10, es una obra que hay que poner en correlato con otras del mismo género escritas por Luis Vives (De Insitutiones
Feminae Christianae, traducida al castellano en Valencia en 1528) y otros humanistas europeos del Renacimiento.

Como traductor vertió del hebreo en verso el último capítulo del Libro de los proverbios y el Libro de Job, que además comentó,
como su compañero de orden y amigo Diego de Zúñiga, importante filósofo y defensor del heliocentrismo copernicano. Tardó
veinte años en terminarse la Exposición del libro de Job luisiana: la empezó en la cárcel y la concluyó poco antes de morir;
primero es traducido por fragmentos en prosa, luego es comentado y por último vertido en verso al final de cada capítulo. Vertió
también el Cantar de los cantares en octavas (de esta última hay otra versión en liras que es apócrifa), así como algunos Salmos,
en concreto 21, incluyendo las dos versiones del «Salmo 102». Para estas versiones de una poesía construida por medio de
paralelismo semántico, adoptó a veces una conveniente estrofa, la lira de cuatro versos: A11, B7–11, A11, B7–11. Del latín las
Bucólicas y los dos primeros libros de las Geórgicas de Virgilio, así como 23 versiones seguras de las Odas de Horacio y 7
atribuidas por el padre Merino; destaca también la versión del Rura tenent de Albio Tibulo y algunos fragmentos de poetas
griegos (parte de la Andrómaca del trágico Eurípides y de la Olímpica I de Píndaro). De los italianos hay poemas de Pietro
Bembo y Petrarca.
Ediciones
Aunque el propio fray Luis pensó en imprimir sus poesías hacia 1584 y a tal fin escribió una "Dedicatoria" a su amigo
Portocarrero que se ha conservado en un manuscrito, se deduce de ella que iba a aparecer anónima o sin nombre de autor, y que
compuso sus poemas:

Más por inclinación de mi estrella que por juicio o voluntad, no porque la poesía,
mayormente si se emplea en argumentos debidos, no sea digna de cualquier persona y
de cualquier nombre, de lo cual es argumento el haber usado de Dios de ella en muchas
partes de sus Sagrados Libros, como es notorio, sino porque conocía los juicios errados
de nuestras gentes y su poca inclinación a todo lo que tiene alguna luz de ingenio o de
valor [...] y así tenía por vanidad excusada a costa de mi trabajo ponerme por blanco a
los golpes de mil juicios desvariados y dar materia de hablar a los que no viven de otra
cosa [...] por esta causa nunca hice caso de esto que compuse ni gasté en ello más
tiempo del que tomaba para olvidarme de otros trabajos ni puse en ello más estudio del
que merecía lo que hacía para nunca salir a la luz, de lo cual ello mismo y las faltas que
en ello hay dan suficiente testimonio.

Sus obras tuvieron una amplia difusión manuscrita, pero permanecieron inéditas hasta 1631, año en que Quevedo las imprimió
por primera vez junto a las de otro ingenio de la Escuela de Salamanca, Francisco de la Torre, como ataque contra el desmesurado
Culteranismo estilístico de Góngora; llevaban el título de Obras propias, y traducciones latinas y griegas y italianas, con la
parafrasi de algunos psalmos y capítulos de Iob. Sacadas de la librería de don Manuel Sarmiento de Mendoça, canónigo de la
Magistral de la santa Iglesia de Sevilla (Madrid: Imprenta del Reyno, a cargo de la viuda de Luis Sánchez, 1631) y fue reimpresa
el mismo año (Milán: Phelippe Guisalfi, 1631). Pero Quevedo copió las poesías del canónigo sevillano tal cual se ls dio y publicó
juntas y revueltas poesías originales de fray Luis con otras apócrifas y espúreas pertenecientes a familiares como su sobrino fray
Basilio Ponce de León, depositario de sus papeles, amigos, religiosos de su orden, discípulos, componentes de la primera escuela
salmantina y burdos imitadores.14 El ilustrado Francisco Cerdá y Rico editó algunas en 1779 y el también ilustrado Gregorio
Mayáns y Siscar otra más completa (Valencia: Tomás de Orga, 1785), a la que agregó además una biografía, entre otras muchas
reimpresiones que tenían como definitiva la realizada por Quevedo. Sin embargo, los manuscritos más fieles a su obra son los
conservados y copiados por su sobrino y correligionario, el fraile y teólogo agustino Basilio Ponce de León, ya que a él le fueron
entregados a su muerte por la Orden Agustina para que los editara. En el siglo XVIII hizo una edición de sus obras un filólogo tan
acreditado como el manchego Pedro Estala fundándose en un manuscrito valenciano; ya es una edición crítica, sin embargo, la
que realiza el agustino fray Antolín Merino (1805-1806) en cinco volúmenes, cotejando numerosos manuscritos, con el título de
Obras del maestro fray Luis de León, fruto del fervor que a este escritor tuvieron los integrantes de la Segunda escuela poética
salmantina; él estableció el canon actual de textos considerados como estrictamente luisianos. Salvador Faulí realizó una de De
los nombres de Christo, añadido juntamente el nombre de Cordero (Valencia: Salvador Faulí, 1770). En el siglo XIX hay que
reseñar la edición de la Biblioteca de Autores Españoles (Madrid, Manuel Rivadeneyra, 1855).

Entre las ediciones modernas, son dignas de mención la que sobre Los nombres de Cristo editó el padre Manuel Fraile (1907) y
de esa misma obra Federico de Onís para los Clásicos Castellanos de la Editorial Castalia en tres volúmenes, correspondientes a
1914 el primero y 1922 los otros dos; la realizada por el poeta de la Generación del 98 Enrique de Mesa de De los nombres de
Cristo en 1876 y 1917. De las obras poéticas de fray Luis de León hizo en 1932-1933 una buena edición el P. Llobera, en dos
volúmenes que contenían, respectivamente, las Poesías originales (volumen I) y las Traducciones del latín griego y toscano e
imitaciones (volumen II); se trata de una obra editada en Cuenca y difícil de encontrar actualmente, aunque fue reeditada en
facsímil en 2001 por la Diputación Provincial de Cuenca con introducción de Hilario Priego y José Antonio Silva Herranz. Luis
Astrana Marín realizó una de La perfecta casada (Madrid: Aguilar, 1933), bastante reimpresa, a la que siguió la de Elena Milazzo
(Roma, 1955); Joaquín Antonio Peñalosa editó esta obra junto con las poesías originales y el Cantar de los Cantares en la
editorial Porrúa de México (1970); tuvieron mucho curso las ediciones del agustino Ángel Custodio Vega para la BAC o
Biblioteca de Autores Cristianos; una reimpresión de su ed. de las Poesías está aún disponible (Barcelona: Planeta, 1970). Juan F.
Alcina realizó otra de su Poesía (Madrid: Cátedra, 1986); tenemos las de Cristóbal Cuevas de De los nombres de Cristo (Madrid:
Cátedra, 1977), de su Poesía completa (Madrid: Castalia, 1998) y de Fray Luis de León y la escuela salmantina (Madrid: Taurus,
1986); por parte de José Manuel Blecua hay ediciones de su Poesía completa (Madrid: Gredos, 1990) y del Cantar de Cantares
de Salomón (Madrid: Gredos, 1994). José María Becerra Hiraldo editó por su parte Cantar de los Cantares. Interpretaciones
literal, espiritual, profética (El Escorial: Ediciones Escurialenses, 1992) y el Comentario al Cantar de los Cantares (Madrid:
Cátedra, 2004). Antonio Sánchez Zamarreño realizó una nueva de De los nombres de Cristo (Madrid: Austral, 1991); José
Barrientos, por otra parte, imprimió su Epistolario. Cartas, licencias, poderes, dictámenes (Madrid, Revista Agustiniana, 2001) y,
con Emiliano Fernández Vallina, hizo la edición bilingüe de su Tratado sobre la Ley (Monasterio de El Escorial: Ediciones
Escurialenses, 2005). También ha sido editado por Ángel Alcalá El proceso inquisitorial de fray Luis de León (Salamanca, Junta
de Castilla y León, 1991)

Monumento en Salamanca
En 1858, con motivo del traslado de los restos de fray Luis de León a la capilla de San Jerónimo de la Universidad, el claustro
universitario plantea la posibilidad de abrir una suscripción popular para erigir un monumento. El proceso de selección del autor
se hace mediante concurso, quedando adjudicado el primer premio a Nicasio Sevilla en 1866 y el Patio de Escuelas como su lugar
de colocación, frente a la fachada de la Universidad. El autor solicita a la Academia de Bellas Artes de San Fernando viajar a
Roma para la realización de la obra. Allí estudia el fresco de la Escuela de Atenas de Rafael, tomando la figura de Aristóteles
como modelo para su realización.15 En 1868 se realiza la fundición de la escultura en Marsella y tras su viaje a España queda
definitivamente inaugurada el 25 de abril de 1869, con grandes actos y festejos que se prolongaron durante varios días.

Notas
1. Cf. Antonio Ramajo Caño, «Prólogo» a Fray Luis de León, Poesía, Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2006, pág.
CXXXIV («Cronología»).
2. Otros autores señalan como la fecha de su fallecimiento el 21, el 24 o el 25; cf. ibídem, pág. CXXXVII.
3. Cf. ibídem, pág. XXI.
4. Javier San José Lera, "Apunte biográfico"
http://www.cervantesvirtual.com/portales/fray_luis_de_leon/autor_apunte/
5. García de la Concha, Víctor, et alii, Fray Luis de León, historia, humanismo y letras, Salamanca, Ediciones
Universidad de Salamanca, 1996, ISBN 84-7481-835-4, pp. 82-85.
6. Pascual Barea, Joaquín, "Los certámenes de poesía latina en la España del Renacimiento (https://rodin.uca.es/x
mlui/handle/10498/18636)". Acta Conventus Neo-Latini Budapestinensis. Tempe: Arizona Center for Medieval
and Renaissance Studies, 2010, 1-30 (pp. 2-6 y 11-16).
7. Sanguinetti, I. G. (1994). « "Introducción" ». Luis de León. El cantar de los cantares de Salomón y Poesías.
Madrid: Club internacional del libro.
8. Fitzmaurice-Kelly (1921) p. 147 (http://archive.org/stream/frayluisdeleonbi00fitz#page/146/mode/2up)
9. I. G. Sanguinetti, op. cit., p. 19
10. I. G. Sanguinetti, op. cit., p. 20
11. I. G. Sanguinetti, op. cit., p. 20.
12. Teresa de Jesús (2007). Libro de la vida (https://books.google.com.ar/books?id=T3CL31owzPsC&pg=PA48&dq
=%22En+el+juzgar+de+las+cosas+se+debe+atender+a+si+ellas+son+buenas+en+s%C3%AD+y+convenientes+
para+sus+fines,+y+no+a+lo+que+har%C3%A1+de+ellas+el+mal+uso+de+algunos.+Que+si+a+esto+se+mira,+n
inguna+hay+tan+santa+que+no+se+pueda+vedar.%22&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwj1ga7FjNHPAhWKhpAKHV
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se%20pueda%20vedar.%22&f=false). Carta-prólogo de fray Luis de León a la edición príncipe. Madrid: Ediciones
Algaba. p. 48. ISBN 978-84-96107-83-0.
13. Citado por I. G. Sanguinetti, op. cit., p. 40
14. I. G. Sanguinetti, op. cit., p. 38-39.
15. Saiz González, Ángel (10 de noviembre de 2017). «Relectura iconográfica del monumento a fray Luis de León en
Salamanca» (http://www.revistamonograma.com/index.php/mngrm/article/view/numero1/27) (PDF). Monograma.
Revista Iberoamericana de Cultura y Pensamiento (nº 1): 77-91. ISSN 2603-5839 (https://www.worldcat.org/issn/2603-583
9). Consultado el 26 de febrero de 2018. Resumen divulgativo (http://www.revistamonograma.com/index.php/mng
rm/article/view/numero1).

Bibliografía
Rafael Lazcano, Fray Luis de León: Bibliografía. Madrid, Ed. Agustiniana, 1994, 2.ª ed.
Rafael Lazcano, "León, Luis de", en Dictionnaire d'Histoire et de Géographie Ecclésiastiques (http://www.brepols.
net/Pages/ShowProduct.aspx?prod_id=IS-9782503556086-1) [1] (http://www.brepols.net/Pages/ShowProduct.as
px?prod_id=IS-9782503556086-1)(DHGE), vol. 32, 2016, cols. 287-308. [Actualización bibliográfica hasta 2016].

Obras de fray Luis de León


Escritores del siglo XVI. Tomo segundo. Obras del maestro Fray Luis de León; precédelas su vida, escrita por
Don Gregorio Mayans y Siscar; y un extracto del proceso instruido contra el autor desde el año 1571 al 1576,
Madrid, M. Rivadeneyra, 1855.
Traducción literal y declaración del libro de los cantares de Salomón. Salamanca, en la oficina de Francisco de
Toxar, 1798. Otras eds.: Madrid, Manuel Rivadeneyra, 1855.
De los nombres de Christo, en Salamanca, por Juan Fernández, 1583. Otras eds.: Valencia, en la Imprenta de
Benito Monfort, 1770; Madrid, Manuel Rivadeneyra, 1855.
La perfecta casada, Salamanca, Juan Fernández, 1583.1 Segunda impresión, añadida y enmendada, en
Salamanca, en casa de Cornelio Bonardo, 1586. Madrid, M. Rivadeneyra, 1855.
Exposición del Libro de Job (Ms.219) [Manuscrito]. Madrid, M. Rivadeneyra, 1855.
Obras poéticas, divididas en tres libros, Madrid, M. Rivadeneyra, 1855.
In Cantica canticorum explanatio, Salamanca, 1580.
In Psalmum vigesimumsextum explanatio, Salamanca, ¿1580-1582?
De utrisque agni typici atque inmolationis legitimo tempore, Salamanca, 1590.
Cantar de los cantares. Interpretaciones: literal, espiritual, profética.
De legibus o Tratado sobre la ley
De fide
De spe
De charitate
De creatione rerum
De incarnatione
Oración fúnebre al maestro Domingo de Soto
[Dictamen relativo a la explotación de las minas de azogue del Perú por parte de Pedro de Contreras. 28 de
marzo de 1588].
Epistolario: cartas, licencias, poderes, dictámenes
Escritos desde la cárcel. Autógrafos del primer proceso inquisitorial.

Véase también
Literatura española del Renacimiento
Premio de traducción Fray Luis de León

Enlaces externos
Wikimedia Commons alberga una categoría multimedia sobre Luis de León.
Wikisource contiene obras originales de Luis de León.
Wikiquote alberga frases célebres de o sobre Luis de León.
Fray Luis de León en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes (http://www.cervantesvirtual.com/portales/fray_lui
s_de_leon/)
Luis de León (http://www.larramendi.es/i18n/consulta_aut/registro.cmd?control=POLI20090013803) en la
Biblioteca Virtual de Polígrafos de la Fundación Ignacio Larramendi.
Obras digitalizadas de Fray Luis de León (http://bdh.bne.es/bnesearch/Search.do?field=autor&text=Le%c3%b3
n%2c+Luis+de+&showYearItems=&exact=on&textH=&advanced=false&completeText=&language=esEn) en la
Biblioteca Digital Hispánica de la Biblioteca Nacional de España
Estudio y antología de fray Luis de León (https://web.archive.org/web/20080421212732/http://perso.wanadoo.es/
Belmonte/frayluis.htm)
Biografía y algunas obras de fray Luis en Los Poetas (http://www.los-poetas.com/f/frayluis.htm)
Selección de Poemas en A media voz (http://amediavoz.com/deleon.htm)
Amplia antología poética de fray Luis (http://www.poesia-inter.net/indexfll.htm)
Enlazoteca sobre fray Luis de León (http://www.virtual-spain.com/literatura_espanola-frayluisdeleon.html)
Proceso que la Inquisición de Valladolid hizo al maestro Fray Luis de León (http://www.archive.org/details/colecci
ndedocu10madruoft), vol. X de la Colección de documentos inéditos para la historia de España.
'De versos de Fray Luis de León mal leídos' (http://www.editoriallucina.es/recursos/apps/pdf/HyeronimusAGC.pd
f). Agustín García Calvo. Hyeronimus. Nº 8. 1999. pp. 9-26

1. La perfecta casad (http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000095828&page=1), Biblioteca digital hispánica.

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