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EN LA LITERATURA ARGENTINA
Mauricio Robles
Universidad Nacional de la Patagonia
“San Juan Bosco”
mauricioroblestw@gmail.com
RESUMEN
Se analizó la relación entre el texto El Matadero (1871) de Esteban Echeverría y su contexto de producción
mediata e inmediata con el propósito de indagar sobre las causas de su permanencia como parte del canon
literario de la Argentina. Para ello, se propuso pensar en el concepto de enigma y el de conjuro; el primero
relacionado la historia superficial y la profunda propuesta por Ricardo Piglia; en tanto que la idea de conjuro
se relaciona con la operación de actores culturales que estimulan la circulación y la incorporación al canon
del texto echeverriano. De esta manera, se propone un análisis inmanente y, paralelamente, un análisis
trascendente del texto de Echeverría poniéndolo en relación, además, con otros pertenecientes o no al canon
del siglo XIX. Se establece, finalmente, una relación entre conjuro y producción literaria de los liberales
letrados, en la que se apuntaría a un sentido unívoco, sin enigmas, de lo simbólico.
Palabras clave: Echeverría, El Matadero, canon, Generación del 80, enigma, conjuro, Generación del 37,
Generación del 80, Argentina.
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Entre otros, así lo da a entender David Viñas con su conocida afirmación “la literatura argentina
emerge partir de una violación” (Viñas,3)
Además del análisis que propone Jitrik, tanto la figura de Echeverría como El Matadero
fueron abordados y comentados por escritores y críticos literarios. Desde el primer editor,
Juan María Gutiérrez, hasta Ricardo Piglia, pasando por variopintas letras: David Viñas,
Horacio González, Martín Kohan, Beatriz Sarlo, Enrique Anderson Imbert, Juan Carlos
Ghiano, Ángel Batistessa, Juan Carlos Pellegrini, la obra pervive y despierta interés desde
su aparición en 1871.
Creemos que es posible sostener que esa permanencia no es simplemente consecuencia
de una calidad estética sobresaliente. Las virtudes inmanentes y la importancia del texto
como parte del corpus que introduce al romanticismo, no restarían importancia a otro
factor importante para la permanencia de autores y textos dentro del canon. Se trataría de
algo que aquí podríamos denominar, parafraseando a Durkheim, los actores coercitivos
de la cultura y la sociedad, aquellos que definen y establecen la edición y la circulación
de los elementos simbólicos de la cultura.
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En El Jorobadito, la narración comienza en el desenlace de los hechos de la historia, un asesinato. El
enigma, es cómo se llega a la determinación de asesinar. La dilucidación del enigma, sirve al operador
tanto para introducir caracteres psicológicos del asesino como los sociales del entorno.
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La opción actores coercitivos responde a la necesidad de tener presente que se trata de personas o
instituciones concretas de la sociedad, la cultura, la comunicación, la economía y las artes, las que
actúan y accionan en la configuración de los imaginarios sociales occidentalizantes. El término poder,
utilizado en muchos análisis de relaciones interhumanas, pone en riesgo de proponer el análisis de la
interacción de la sociedad con una entidad abstracta y puramente hegemónica.
impregnada por un realismo agresivo (…) se verifica en hacia 1837 en La Cautiva” (70
a). En este sentido, podríamos citar, además, a Martín Kohan, quien afirma que el
“reclamo en favor de la movilidad [expresado en El Matadero] tiene un aspecto
económico, y el interés por la libre circulación se convierte en interés por la libre
circulación mercantil” (7), circulación consolidada por la Generación del 80 cuando
ejerció el control del Estado.
ANTE EL ENIGMA
Existe la posibilidad de que durante el período posterior a 1852, los intelectuales que no
respondían a la esfera de interés de los actores coercitivos de la sociedad hayan sido
desplazados de los lugares relevantes en tanto referentes de la cultura del Plata. Petrona
Rosende, considerada la primera periodista argentina; Pedro de Ángelis, el intelectual del
rosismo. Más tarde, incluso, parecen haber sido desplazados del canon los poetas
románticos que se habían sumado a las causas de la Generación del 80 como Ricardo
Gutiérrez y Olegario Andrade quienes “murieron queridos respetados y admirados por
sus contemporáneos [y] menos tardó el olvido en empañar el brillo de sus versos que la
crítica inmediatamente posterior en ensañarse con ellos” (Manzoni:10). Un movimiento
similar se da con Eduarda Mansilla, quien parece haber tenido dos desventajas que
impidieron su ingreso al canon: familiar de Rosas y mujer. Su pertenencia a los más
destacados círculos literarios de París y de Nueva York, la calidad de su escritura y sus
puntos en común con el nuevo pensamiento de la Generación del 80, no explicarían por
qué no formó parte de los destacados escritores de su generación. No sería suficiente la
carencia de enigmas y la comunión de ideas sobre el progreso: ni cierta sangre ni las
mujeres podrían ser parte del conjuro. Muchas ideas en su novela Pablo o la vida en las
pampas del año 1869, traducida al español en 1870, la acercarían al pensamiento
echeverriano; pongamos, por ejemplo, la animalización de los personajes que pertenecen
a la chusma: “Esa mujer [dice Mansilla] es una negra, tiene los cabellos crespos y
blancos, cosa que en su especie anuncia siempre una edad muy avanzada (…) mira a la
joven (…) con una indecible expresión de ternura. Es la mirada de un perro fiel, una
mirada que revela una devoción a toda prueba” (122, subrayado nuestro). La novela de
Mansilla también despoja de enigma: escrita en francés, desnuda y describe lo que para
ella es el carácter del habitante de las pampas.
En el caso de Sarmiento, el enigma parece constituirse y desplazarse de otra manera. Para
él su rival, Rosas, no implicaría un enigma: durante todo el Facundo, Sarmiento afirma
conocer4 muy bien el carácter del Restaurador. Pero el sanjuanino sabe construir la figura
que erige como símbolo casi inefable: el Tigre de los llanos, Facundo Quiroga, el enigma
que se alza y muere entre él y Rosas. En Sarmiento estaría la construcción y la destrucción
del admirable enigma. Como si para el liberal lo enigmático fuese insoportable. El signo
para el liberalismo económico cientificista parece tener la obligación de ser unívoco. El
cierre de sentido, lo que podríamos llamar la taxatividad de sentido5
Y en este movimiento tendiente a desterrar enigmas o textos que puedan llegar a
contenerlos, respecto a El Matadero podemos mencionar la Advertencia, una suerte de
introducción al texto, que hace Juan María Gutiérrez a la primera edición, donde leemos:
“El Matadero (sic) fue el campo de ensayo, la cuna y escuela de aquellos gendarmes de
cuchillo que sembraban de miedo y de luto todos los lugares hasta donde llegaba la
influencia del mandatario irresponsable” (Advertencia, 1871). La estigmatización (por
taxativa), como el sarcasmo, erradican el enigma.
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El conocer y el saber responden a un modelo filosófico, el positivismo, en el que el enigma no se
eslabonaría.
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Taxativos desde los textos, que contienen definiciones categóricas, pero también desde los espacios de
difusión, como el diario La Nación, que ejerció y ejerce, en cierta manera, una acción de coerción
comunicacional y cultural, por su posición consolidada como el (primer) gran diario argentino.
6), esta articulación con la situación en que se realiza la enunciación es, a nuestro
entender, una de las claves de la pervivencia de El Matadero, ya que la situación es
extrapolada por los actores coercitivos de la cultura y la sociedad hacia distintos
momentos históricos- culturales. La enunciación, con su carga ideológica, traspasa los
límites de El Matadero y se instala como canon para los actores del último tercio del S.
XIX.
No sería del todo desacertado afirmar que la ausencia de enigma en los textos canonizados
de la Generación del 37 y la Generación del 80, escritura de los letrados que son, además
actores políticos, lleva al conjuro. En el caso, posiblemente paradigmático, de El
Matadero, el mismo texto al afirmarse como canon, requeriría varias lecturas y en esta
variedad se conformaría un enigma diferente, trascendente, el enigma de la pervivencia,
que se sostendría en un conjuro, es decir, una “acción de ligarse a algo o a alguien
mediante un juramento” de necesidades y actores externos al texto. El Matadero en tanto
texto recepcionado, pregonado por los contextos en los que se lo hace actuar, y es aquí
donde podríamos decir que está el conjuro: las palabras fuera de los límites de El
Matadero, conjuro entre los actores coercitivos que hacen que El Matadero sobreviva en
diferentes contextos, un “fuera de texto” en el sentido apuntado por Colais- Blaise: como
actividad humana, como praxis (41).
Es posible inferir que junto con el sarcasmo está la negación de la grey: el unitario no
tiene sentido gregario, su comunidad está fuera de los límites del matadero, así como la
comunidad ideal de Echeverría está fuera de los límites del país y del continente.
Cornblit, O., Gallo, E., O’Connell, A., “La generación del 80 y su proyecto, antecedentes
y consecuencias”. Desarrollo Económico, 1 (4) 5-46 doi 10.07/3465643
Mansilla, Eduarda; Pablo o a vida en las pampas. Bs.As.: Ediciones Colihue, 2007.
Manzoni, Celina; Ricardo Gutiérrez, Olegario Andrade, Selección; Bs.As.: Centro editor
de América Latina, 1979.
Piglia, Ricardo. “Tesis sobre el cuento”. Formas Breves; Barcelona: Anagrama, 2000.
Pignatello, Gerardo; “Facundo y los orígenes del policial campero argentino”; Cuadernos
Americanos, 2014 Nueva época Vol 2 Nº 148, , pags 11-32;
Santos López; Estudio preliminar. La vida del Chacho. Bs.As.: Antonio Dos Santos editor
1947.