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Breve Historia de La Filosofía R. A. FUNEZ
Breve Historia de La Filosofía R. A. FUNEZ
R. A. FÚNEZ
330.01
F864b Fúnez, Rubén Antonio, 1966-
Breve historia de la filosofía [recurso electrónico] : economía, política, cultura /
slv Rubén Antonio Fúnez Rosales ; diseño y diagramación Guillermo Antonio Contreras. -- 1ª ed. –
San Salvador, El Salv. : Editorial Multilibros, 2020.
1 recurso electrónico, (184 p. : il. ; 22 cm.)
Datos electrónicos (1 archivo : pdf, 2.1 mb ). -- http://www.editorialmultilibros.com
BINA/jmh
TERCERA EDICIÓN
1000 ejemplares
Enero, 2019
Guillermo A. Contreras
Diseño y Diagramación
Impreso en El Salvador
Por Tecnoimpresos, S.A. de C.V.
19 Av. Norte, No. 125, San Salvador, El Salvador
Tel.:(503) 2275-8861
Contenido
Dedicatoria.................................................................................................. 7
Introducción................................................................................................ 9
Primera sección
Análisis filosófico de la economía
Visión aristotélico-tomista de la economía................................................. 11
Aristóteles (384-322 aC).......................................................................... 11
Santo Tomás (1224-1274)........................................................................ 23
Empirismo Inglés
Propiedad privada, individualidad y justicia................................................ 34
John Locke (1632-1704).......................................................................... 34
David Hume (1711-1776)........................................................................ 48
Adam Smith (1723-1790)........................................................................ 56
Defensa del Capitalismo
Max Weber (1864-1920)......................................................................... 64
Ludwig Von Mises (1881-1973)............................................................... 75
Friedrich Hayek (1899-1992)................................................................... 85
Críticos del sistema capitalista
Karl Marx (1818-1883)............................................................................. 120
Franz Hinkelammert (1931)..................................................................... 130
Segunda sección
Análisis político de la realidad
Nicolás Maquiavelo (1469-1527)............................................................. 141
John Stuart Mill (1806-1873).................................................................. 152
Ignacio Ellacuría (1930-1989).................................................................. 163
Tercera sección
Análisis filosófico de la cultura
Karl Marx (1818-1883)............................................................................. 173
Bibliografía.................................................................................................. 183
Dedicatoria
A Rubén Fúnez jr.
Fuente inagotable de inspiración
R. A. FÚNEZ «7»
«8» BREVE HISTORIA DE LA FILOSOFÍA ECONOMÍA, POLÍTICA, CULTURA
Introducción
Cuando exponemos a cada uno de los filósofos, terminamos con una se-
rie de actividades que pretenden que el estudiante aplique las nociones que
ha discutido en clases, a determinados problemas de la realidad.
R. A. FÚNEZ «9»
truimos nuestra vida, una vida que se hace en los campos económico, político
y cultural. En esos diversos campos existe una dimensión esencial de la que
sólo la filosofía puede dar cuenta, y en el caso que no se haga perdemos la
posibilidad radical de entenderlas adecuadamente.
¿Cómo espero que pueda ser utilizado este texto por los profesores? Es-
pero que sea utilizado como un apoyo a la cátedra. Al contar los alumnos
con un texto son muchas las cosas que sabe: sabe, por ejemplo, cuál es el
contenido de la materia. Por lo tanto, sabe que el profesor va a ceñirse a los
temas expuestos en dicho texto. Pero sabe, además, el modo en el que va a
evaluar el texto en cuestión. En este sentido, la evaluación del texto no queda
a discreción de los profesores, dado que las actividades con las que concluye
cada uno de los filósofos expuestos son bastantes claras. Pero espero que
este texto sea puramente provocativo, en la medida en la que el profesor
puede recurrir a todo su conocimiento filosófico para enriquecer los temas
expuestos. En este sentido, al exponer cada uno de los pensadores, tiene toda
la libertad para completar lo que ahí exponemos, para ubicar los temas den-
tro del pensamiento general del filósofo que está exponiendo.
Análisis filosófico
de la economía
R. A. FÚNEZ « 11 »
natural. Y en tanto realidad natural tiene en sí mismo su propio fin, todas las
cosas tienen un fin que les es propio, en este sentido una cosa es excelente
cuando realiza su fin, y como en la sociedad el Estado es la asociación a la que
tienden todas las demás asociaciones, es forzoso afirmar que el Estado es la
asociación más importante y por eso mismo “Todo Estado es una asociación
que tiende al más importante de todos los bienes” (Aristóteles 1967, 533).
De qué bien se trate, va a ir quedando claro en la medida en la que vaya
hilvanando su idea de Estado. En este momento la noción que es clave que se
vaya reteniendo es la concepción del origen natural del Estado.
Seguidamente el filósofo de Estagira se pregunta por los elementos
constitutivos del Estado. La mejor manera de concebir el origen de algo es
aprehendiendo sus elementos constitutivos; es como ir viendo emerger de la
cosa misma aquello en que ella consiste; es como colocarse en el seno mismo
de la cosa y ver como emerge lo que ella es. Y para Aristóteles el elemento
más simple del Estado es la familia. Es importante tomar en su debida
consideración esta postura aristotélica, este pensador griego no cree que el
elemento simple del Estado sea los individuos; es posible, como lo veremos
después, que los elementos simples de la familia sea el esposo y la mujer, por
ejemplo, pero no ocurre lo mismo con el Estado, sino que Aristóteles pone
como base del Estado a la familia y vamos a ver en seguida la razón de este
modo de proceder.
Una vez establecido que es la familia el elemento básico del Estado,
nuestro filósofo se pregunta por el fin de la familia, y establece que es “la
necesidad de reproducción que aproxima al hombre a la mujer” (Aristóteles
1967, 534). De esto, habría que señalar al menos dos cosas, lo primero que
salta a la vista es que nuestro pensador tiene claridad que lo que en rigor
vincula a las familias es la reproducción y no tanto, por ejemplo el amor, tema
que, dicho entre paréntesis, es de vital importancia en nuestro contexto, en la
medida en que se justifica una serie de uniones recurriendo exclusivamente
en el amor que pueda existir entre las parejas que deciden estar juntos.
Aristóteles, evidentemente, no es ajeno a esta problemática y, sin embargo,
tiene una claridad absoluta que una pareja no constituye a una familia y, por
lo tanto, el Estado se funda en familias, no en parejas.
R. A. FÚNEZ « 13 »
eso dice Aristóteles “lo que prueba claramente la necesidad natural del Estado
y su superioridad sobre el individuo es, que si no se admitiera, resultaría que
puede el individuo entonces bastarse a sí mismo aislado así del todo como
del resto de las partes, pero aquél que no puede vivir en sociedad y que en
medio de su independencia no tiene necesidades no puede ser miembro de
un Estado; es un bruto o un dios” (Ibid).
Es inconcebible para nuestro pensador la existencia de un ser humano
que no forme parte constitutiva de su ciudad; pero si este es el caso el Estado
tiene que contar con los suficientes materiales que puedan estar a disposición
de todos y cada uno de los individuos.El bien de los individuos proviene del
bien del Estado, por eso Aristóteles exige que el Estado sea absolutamente
autosuficiente. Esta postura que en su momento veremos que la comparte
por entero santo Tomas de Aquino, ha sido una de las que mejor fortuna
ha tenido a lo largo de la Historia de la filosofía, Pasando por G. Tarde y E.
Durkheim ha llegado hasta Luis de Sebastián que con ella en la mano, echa
en cara a los neoliberales la imposibilidad de que del bien de los individuos
más capaces para la competencia económica, pueda provenir el bien de la
sociedad1. Porque la parte no es mayor que el todo.
Para que a la parte vaya bien, pensaría Aristóteles, tiene necesariamente
que irle bien al todo, al Estado. Por lo tanto, la pregunta con la que
comenzábamos esta sección, a saber, la pregunta por el bien del Estado, es
la de ser bien supremo, no sólo por ser el bien del Estado, no sólo por ser la
del todo, sino por permitirle a sus ciudadanos vivir como tales. De este modo
Aristóteles establece la necesaria relación que debe darse entre el Estado
y sus ciudadanos; aunque sea evidente para él que el individuo no podría
vivir sin la ciudad, es más le parece algo contra natura, también es evidente
que el Estado no es concebido como un monstruo que termina suprimiendo
la realidad individual. De hecho, el Estado es la asociación que permite la
realización plena del individuo, de un individuo que de acuerdo a Aristóteles
“sólo él percibe el bien y el mal, lo justo y lo injusto y todos los sentimientos
del mismo orden”.
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Pero ¿a qué tipo de propiedad se refiere?, o mejor dicho ¿qué entiende
por propiedad? A esta inquietud contesta afirmando que “la propiedad no es
más que un instrumento de la existencia” (Aristóteles 1967, 538). Es decir, la
propiedad no es un fin en sí misma; de hecho, la propiedad sólo se entiende
en función de una existencia feliz y dichosa; pero además se trata de un
instrumento, que de acuerdo al uso que se haga de él, así va a ser la existencia
que se conquiste. Es decir, Aristóteles entiende que la propiedad en tanto que
instrumento, juega un papel de primera importancia en la forma que adquiere
la existencia de las familias que integran a un pueblo. Sin embargo, cuando
se refiere al esclavo, Aristóteles afirma que el “esclavo es una propiedad
viva” (Ibid), lo que permite, de alguna manera, distinguir entre instrumento
y propiedad. El instrumento propiamente está orientado a la producción, de
tal manera que el filósofo habla de instrumentos de producción; en cambio,
la propiedad por el contrario, observa, el filósofo, es simplemente para el uso,
“el esclavo sólo sirve para facilitar estos actos que se refieren al uso” (Ibid).
¿Qué queremos decir? Que cuando el filósofo de Estagira habla de
esclavos, no los está considerando como lo que nosotros actualmente
entendemos por cosa. Sin embargo, esto no impide que hallan esclavos. Y
Aristóteles tiene necesariamente que responder ante esta situación porque
no podemos despachar el problema indicando que lo estamos abordando
como desde fuera del tiempo, y que Aristóteles no tenía otro medio que
justificar la esclavitud, porque como más arriba hemos dicho, pensadores
como Teopompo encontraban en la esclavitud algo que atentaba, incluso,
contra la paz de los mismos dioses. Es decir, ya en tiempos de Aristóteles
había los instrumentos conceptuales para pensar la esclavitud como una
aberración, en este caso de los más fuertes.
Sin embargo, Nosotros pensamos que Aristóteles no está más que
describiendo y tratando de entender un hecho de la realidad. Veamos, desde,
al menos, Anaxágoras2, los filósofos griegos habían pensado, que los hombres
eran poseedores de una poderosa facultad que los capacitaba para instalarse
en el seno mismo de las cosas; los sabios griegos pensaban que los hombres
podían arrojar luz, tantear y ver la razón de ser de las cosas. Y esto no era
cosa sólo exclusiva de los dioses; todavía el Prometeo encadenado de Esquilo,
R. A. FÚNEZ « 17 »
De la adquisición de bienes
Más arriba afirmábamos que de acuerdo a Aristóteles, es un derecho de
las familias contar con cierta propiedad, esto le fuerza a tener que conceptuar
con precisión lo que entiende por propiedad, respecto a lo cual apunta que
“toda propiedad tiene dos usos que le pertenecen esencialmente, aunque no
de la misma manera: el uno es esencial a la cosa, y el otro no lo es. Un zapato
puede a la vez servir para calzar el pie o para verificar un cambio. El que
cambia un zapato por dinero o por alimentos con otro que tiene necesidad
de él, emplea bien este zapato en tanto que tal, pero no según su propio uso,
porque no había sido hecho para cambio” (Aristóteles 1967, 546).
Más de algún comentarista de Aristóteles ha cedido a la tentación de ver
en esta clase de textos los orígenes de la filosofía marxista, y es un hecho que
Marx cita masivamente al filósofo griego. Aristóteles es claro al establecer que
se trata de una propiedad, y parte de un hecho sencillo, los seres humanos
nos abastecemos de propiedades forzados, primariamente, por la necesidad
que sentimos de ellas; es probable que si no sintiéramos frio no cazaríamos
animales para arrebatarles su piel y protegernos de un clima inclemente, este
hecho le parece natural, al pensador de Estagira, tan natural como que el fin
de un ciudadano sea el de formar parte de un Estado, por eso es que piensa
que el uso es parte esencial a la propiedad.
El fin de una propiedad es el de satisfacer una necesidad, pero dado que
una propiedad no es una cosa natural, sino que es producto de la invención
de los seres humanos, por esta razón es susceptible de contar con más de
un fin, y por eso es posible que la propiedad pueda atribuírsele también la
posibilidad de ser cambiada; pero ya este uso no se inscribe en la naturalidad
de la cosa, digamos que las cosas son “excelentes” cuando su fin es el uso,
pero cuando se cambian, aunque el filósofo afirme que lo emplea bien, no se
realiza una acción para la cual ha sido creada dicha propiedad.
Pero en el texto que comentamos, Aristóteles introduce un dato que hace
pensar que la actividad a la que se está refiriendo no es un mero trueque,
es decir, no estamos únicamente cambiando un zapato por una libra de
aceite, sino que estamos cambiando un zapato, por cinco dólares, estamos
cambiando algo que nos pertenece y que, incluso, pudo haber sido pensado
al ser fabricado para el uso, por dinero, y esto nos fuerza a preguntarle por
3 Textos de esta naturaleza han llevado a decir a Hayek que Aristóteles tenía un total des-
conocimiento del funcionamiento de la economía. Sin embargo, en lugar de deslegitimar
la postura aristotélica, el comentario de este economista austriaco tendría que obligarnos
a descubrir cuál era realmente el peligro que veía nuestro filósofo en esta hambre irrepri-
mible de dinero. Hayek (1988), La fatal arrogancia. Madrid: unión Editorial.
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Actividades
Actividad I
Escriba un ensayo de 500 palabras sobre el método filosófico de Aristóteles.
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Actividad III
Comentario de textos
Diga cuál es la idea principal
Y diga cuál es la relevancia actual
“El dinero no es en sí mismo más que una cosa absolutamente vana, no
teniendo otro valor que el que le da la ley, no la naturaleza, puesto que una
modificación en las convenciones que tienen lugar entre los que se sirven de
él, puede disminuir completamente su estimación y hacerle del todo incapaz
para satisfacer ninguna de nuestras necesidades.”
1. ¿Por qué dice Aristóteles que el dinero es una cosa absolutamente vana?
R. A. FÚNEZ « 23 »
que decir que el único fin de las cosas es satisfacer una necesidad, es decir,
que se usen. Desde esta perspectiva podemos establecer que es natural que
los hombres posean bienes. Los seres humanos necesitamos, por ejemplo,
una casa donde vivir.
La cuestión que se plantea es si es lícito que poseamos aquellas cosas
como propias. Esta es la segunda dificultad que hay que esclarecer. Hace unos
quince años un reconocido analista político y dueño de grandes extensiones
de tierra decía, con toda honradez, en uno de los canales de televisión más
visto en El Salvador, que si el pudiera poseer toda la tierra que reconoce la
Constitución de la república5, sin ningún escrúpulo, la poseería. Hace unos
120 años, León XIII, ante lo que él denominó “la cuestión social”, pensaba que
el modo de responder adecuadamente a ella era respetando la propiedad
privada, y el modo como argumentaba estaba apoyado precisamente en
Santo Tomás de Aquino. Queremos indicar con esto, que la cuestión a la que
tiene que responder el Aquinate sigue siendo de una gran actualidad.
Entonces, ¿cómo tenemos que relacionarnos con las cosas que
poseemos? Sean estas casas, tierras, máquinas, etc. Cuando todas estas cosas
entran en relación con los seres humanos va emergiendo el fin para lo que
existen, el fin de una casa es ser habitada, el de la tierra ser cultivada, el de
la máquina ahorrar tiempo y esfuerzo al ser humano etc. es verdad que son,
pero sólo realizan lo que son en aquella relación, esta situación es la que hace
decir a Santo Tomás que compete a los hombres la potestad de gestión y de
disposición de aquellas cosas.
Sin embargo, se trata de una cuestión que no solamente hace referencia a
las cosas, sino que es algo que está vinculado con la vida de los seres humanos;
los hombres hacen su vida entre cosas y con cosas, y para hacerla, dice nuestro
pensador, que atiende diligentemente lo que posee, se administran con mayor
orden y además, es lo que permite poder vivir en paz. Vemos que la posesión
de cosas juega un papel de primera importancia en la sociedad humana.
Sin embargo, esto no obsta para que existan seres humanos que
injustamente quieran apropiarse de lo que no es suyo mediante el hurto, la
rapiña, el fraude en la compraventa, la usura, etc. Veamos lo que dice nuestro
pensador respecto al hurto y la rapiña.
5 La Constitución reconoce en el art. 105, 245 hectáreas de tierra.
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medida en la que se van asociando van formando la sociedad. Una sociedad
diseñada para satisfacerse mutuamente sus necesidades. La sociedad en este
sentido, tiene un interés práctico en la medida en la que permite la relación
entre los individuos en vista a la satisfacción de sus necesidades.
Santo Tomás está de acuerdo con que la sociedad está integrada por las
familias, pero por unas familias que las une el amor, que las une la caridad,
queremos el bien del otro, porque lo amamos; pero si nos amamos lo que en
rigor hacemos es manifestar el amor de Dios hacia los hombres. Entonces si
nos robamos mutuamente no sólo no nos amamos, sino que tampoco amamos
a Dios, y todo aquello que se contrapone al amor de Dios, es comprendido
como pecado mortal. Desde esta perspectiva, el hurto es pecado mortal.
Sin embargo, ¿puede haber alguna situación que justifique el hurto? Es
el tercer problema al que el Aquinate tiene que responder. Digamos desde el
inicio de esta cuestión, que el hurto en tanto que hurto no tiene excepción
alguna. El hurto es siempre pecado mortal. Entonces todos aquellos que
sustraen las cosas ajenas ¿están en pecado mortal? a esto responde Tomás
diciendo que parece que no toda sustracción es hurto.
Veamos como procede y también aquí apoyándose en Aristóteles va más
allá de Aristóteles, donde el filósofo griego dijo, las cosas inferiores están
en función de las cosas superiores, el aquinate afirmó, las cosas inferiores
están ordenadas a la satisfacción de las necesidades humanas. El hombre
es un ser de necesidades que son satisfechas por las cosas y esto es una
verdad de derecho divino; pero por lo visto la distribución y la apropiación
de estas cosas han impedido que lleguen a todos y que puedan satisfacer sus
necesidades; en estas circunstancias quien por sus necesidades no satisfechas
se encontrara en una situación que ponga en peligro su persona puede
lícitamente “satisfacer sus necesidades con las cosas ajenas sustrayéndolas,
ya manifiesta, ya ocultamente. Y esto no tiene propiamente razón de hurto”
y entonces qué es, Tomás no responde al menos en la cuestión tratada, sin
embargo, se infiere de lo dicho: es la apropiación de lo que por naturaleza
pertenece a todos.
¿Qué podemos decir respecto a la rapiña? Santo Tomás trata de dos
problemas. El primero es la comparación que hace entre hurto y rapiña y la
segunda es la pregunta de si se puede realizar rapiña sin cometer pecado. La
R. A. FÚNEZ « 27 »
El fraude
La primera cuestión que Santo Tomás busca responder es acerca de la
licitud de vender una cosa más cara de lo que vale. Aquí hay que llamar la
atención sobre el hecho de que se supone la legitimidad del comercio.
Si los individuos intercambian cosas es evidente que se hace porque ese
intercambio beneficia a ambos, y es justamente ese mutuo beneficio el que
justifica el comercio. Pero, además, el aquinate también reconoce que a
las cosas le pertenece un determinado valor y no hay ningún atentado a la
justicia si se venden de acuerdo al valor que tienen. El problema se plantea
en el momento en el que se tiene que recurrir al engaño para sobrevalorar
las cosas. En estas circunstancias Santo Tomás no duda de que se trata de un
pecado y la razón es que “se engaña al prójimo en perjuicio suyo”.
Por lo visto, el filósofo piensa que hay engaños con los que no se perjudica
a los demás, pero todos aquellos que sí lo hacen son indudablemente pecado.
moralmente un comerciante puede estar en paz, si al vender, recibe de
acuerdo al valor que tienen las cosas; un comerciante que venda al mismo
precio de lo que compra no estaría realizando una transacción comercial,
pero si suma al precio de lo que compra, el esfuerzo invertido está en todo su
derecho de proceder de este modo. Sin embargo, si el precio excede al valor
de la cosa, o, por el contrario, la cosa excede en valor al precio, desaparecerá
la igualdad de justicia. Por tanto, vender una cosa más cara o comprarla más
barata de lo que realmente vale, es en sí mismo injusto e ilícito.
La segunda cuestión que hay que tratar, es si la venta se vuelve injusta
e ilícita por defecto de la cosa vendida. El sentido popular supone que todo
aquel que vende una determinada cosa, no lo hace porque la cosa en cuestión
sea una maravilla, sino que se hace, o porque tiene algún defecto o porque
está a punto de padecer algún defecto y deshacerse de ella parecenormal.
Sin embargo, la normalidad no evita que nos preguntemos con el aquinate,
si ese modo de proceder es injusto e ilícito. Y respecto a la dificultad que
tratamos observa que “si alguien hace esto conscientemente, comete fraude
en la venta y, por tanto, ésta resulta ilícita”.
Una tercera cuestión que es abordada por nuestro filósofo, es respecto
a si el vendedor está obligado a manifestar los defectos de la cosa vendida.
Evidentemente si alguien esconde los defectos que pueda tener una cosa
La usura
Esta mañana se acercó hasta mi oficina un amigo, que sé que desde hace
algún tiempo está teniendo dificultades económicas; todo avergonzado me
preguntó si podía prestarle diez dólares, porque de lo contrario no podría
ir al trabajo la próxima semana, le dije que sí tenía y al prestárselos en lo
único en lo que insistí fue en que me los devolviera al final del mes. No se
cruzó por mi cabeza la posibilidad de decirle que me devolviera once dólares,
sólo de pensarlo da vergüenza; si este pobre hombre ya tiene dificultad para
poder terminar el mes, todo posible interés va a incrementar los problemas
R. A. FÚNEZ « 29 »
que ya tiene; en este caso lo que de inmediato me pareció justo fue decirle
“devolveme el dinero inmediatamente que te paguen”. Por todas estas
razones es difícil entender cómo es posible que existan seres humanos que
se lucren de ese modo, porque es un modo habitual de vida para muchos
“prestamistas”.
A esta dificultad es a la que responde Santo Tomás cuando se hace la
pregunta ¿es pecado recibir interés por un préstamo monetario? Es posible
que la vergüenza resida en este modo de plantear el problema, es evidente
que si se comienza preguntándose si es pecado, lo menos que se puede
experimentar sea pena. Pero veamos cómo trata la dificultad nuestro filósofo.
Comienza diciendo que el nombre de usura proviene de esa transacción en
la que además de devolver el grano que se prestó, se da una determinada
cantidad de dinero, yo presto diez libras de frijoles y el pago consiste, no sólo
en devolver las diez libras sino un dólar más, esa forma de proceder dice el
aquinate es injusta en sí misma “porque implica la venta de lo que no existe”.
Para responder a la cuestión del préstamo a interés Santo Tomás recuerda
que Aristóteles pensó que el fin del dinero era exclusivamente para realizar
cambios. El ser humano en cuanto realidad necesitante se da cuenta que
necesita de las cosas que produce su vecino; mientras que su vecino necesita
de las cosas que produce aquel; es esta necesidad común la que los lleva
a intercambiar sus productos; y el dinero es un medio que facilita dicho
intercambio. Desde esta perspectiva dice Santo Tomás que “es en sí ilícito
percibir un precio por el uso del dinero prestado”.
¿Pude decirle a mi amigo que efectivamente le prestaba los diez dólares
que estaba necesitando, pero que a cambio me dejara su bicicleta? esto no
parece ser una dificultad para las miles de casas de empeños que existen en
la ciudad, pero al menos hay que ser conscientes que para algunos ese modo
de proceder no es tan evidente. De tal modo que la segunda cuestión que
se plantea Tomás es precisamente si es lícito exigir algún otro beneficio por
el dinero prestado. Frente a esto responde que si la compensación se exige
se peca contra la justicia, en cambio, “si se recibe sin haberlo exigido y sin
que derive de alguna obligación tácita o expresa, sino en concepto de don
gratuito, no peca”.
R. A. FÚNEZ « 31 »
Actividad II
Elija un problema de la realidad nacional y aplique el sistema categorial de
Santo Tomás para plantearlo adecuadamente.
“Es propio de los comerciantes dedicarse a los cambios de las cosas […] el lucro,
que es el fin del comercio, aunque en su esencia no entrañe algún elemento
honesto o necesario, tampoco implica por esencia nada vicioso o contrario a
la virtud. Por consiguiente, nada impide que ese lucro sea ordenado a un fin
necesario o incluso honesto, y entonces la negociación se volverá lícita.”
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Empirismo Inglés
Propiedad privada, individualidad y justicia
Introducción
En la presente sección vamos a exponer la teoría económica de Locke,
Hume y Smith, con el propósito de presentar la posición de estos pensadores
respecto a la propiedad privada, la individualidad y la justicia. La razón que
subyace bajo la exposición, es la convicción de que hoy estamos necesitados
de una adecuada idea de individualidad. Idea que puede ser proporcionada
por la economía clásica.
El modo como vamos a proceder en la exposición va a ser comentando
algunos textos fundamentales de los autores citados. No se trata de un
trabajo sistemático, en el sentido de presentar aquellas nociones tomando
globalmente a los pensadores que aquí comentamos, sino que vamos a ir
exponiendo a estos economistas uno por uno. Vamos a comenzar presentando
a Locke, continuamos con Hume y concluimos con Smith.
R. A. FÚNEZ « 35 »
tendría que forzarnos a preguntar¿a qué se debe? Estamos propensos a
pensar que se debe al distinto conocimiento que tienen ambos filósofos de
lo que ocurre en América. Las noticias que probablemente hayan llegado
a Hobbes, seguramente con la destrucción bestial del hombre americano,
fue que el hombre americano era salvaje, y que requería ser civilizado, en
cambio, las noticias que quizá llegaron a Locke, fueron que se trataba de un
ser humano bueno y hospitalario. Por esta razón el pasaje que recorre Hobbes
es, posiblemente, del estado de naturaleza, a la sociedad civil, en cambio el
pasaje que recorre Locke, será de la constitución de la sociedad civil, al estado
de naturaleza.
Esta afirmación hay que entenderla adecuadamente. Con ella lo que
queremos indicar es que Locke va a elaborar una teoría política que justifica
la expropiación que pueda hacerse de las tierras americanas. Si para Hobbes
hay que civilizar a los salvajes americanos, para Locke, hay que justificar que
se expropien las tierras de estos “buenos salvajes”8.
De este modo tenemos planteado el problema ¿cómo justificamos
racionalmente la apropiación privada de la tierra?9 Y como este derecho lo
ve nuestro filósofo en el trabajo, lo que conviene es presentar su teoría de
la propiedad haciendo un análisis del trabajo. Pero como además se trata de
demostrar “de qué manera pueden los hombres tener acceso a la propiedad
en varias parcelas de lo que Dios entregó en común al género humano, y eso
sin necesidad de que exista un acuerdo expreso de todos cuantos concurren a
esa posesión común”, va a ser necesario que esbocemos su noción de dinero10.
cubrir las casas, sobre rústicas estacas sustentadas, no más que para defensa de las incle-
mencias del cielo. Todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia. Aún no se había
atrevido la pesada reja del corvo aradoa abrir ni visitar las entrañas piadosas de nuestra
primera madre; que ella, sin ser forzada, ofrecía por todas las partes de su fértil y espacio-
so senolo que pudiese hartar, sustentar y deleitar a los hi¬jos que entonces la poseían. M.
de Cervantes,. Don Quijote de la Mancha, p. 83.
8 Esta es más bien una categoría de Rousseau, pero tiene su origen en la posición de Locke.
9 Que además funciona para Locke no como medio de consumo, sino como medio de pro-
ducción (cf. Locke 1981, p. 26)
10 Es un tópico común concebir a Locke como de los principales teóricos de la democracia.
Pero es importante también presentar los límites de dicha democracia. Yo no me atreve-
ría decir que nuestro pensador se contradice, sino que es absolutamente consciente del
enorme poder que tiene el dinero, capaz de poner en suspenso incluso al régimen político
por el que Locke tiene sus simpatías.
11 https://www.youtube.com/watch?v=yCGVQOT7nSY&list=PLEkFz2Ym_ut3HKOuomLVcUw
qvZokmCYiC&index=6
12 Este problema Locke lo plantea del modo como sigue: “Tratare de demostrar de qué
manera pueden los hombres tener acceso a la propiedad en varias parcelas de lo que Dios
entregó en común al género humano, y eso sin necesidad de que exista un acuerdo expre-
so de todos cuántos concurren a esa posesión común” Locke (1989) p. 22. Inquietudes:
habla de varias parcelas, y a lo largo del texto va a insistir en que el hombre tiene derecho
de apropiarse únicamente de aquella tierra que por sí mismo pueda trabajar; por lo que
tendrá que demostrar también la manera en la que se apropia de estas varias parcelas.
R. A. FÚNEZ « 37 »
seres humanos. Una vez aclarado este punto pongamos atención a la inquietud
planteada. La liebre cazada es igual a liebre más esfuerzo del cazador. En rigor,
lo que permite que el cazador pueda apropiarse de lo cazado es el esfuerzo
que ha implicado su cacería, es, a lo que nuestro filósofo va a llamar trabajo13.
Ya no se trata de una mera liebre, porque el trabajo la ha convertido en una
liebre que nos pertenece, en una liebre de la que nos podemos apropiar, y
eso es posible porque rigurosamente hablando hay liebre y trabajo, por eso
afirma que “el trabajo puso un sello que lo diferenció de lo común”.
No debemos pasar por alto este sello del que habla nuestro filósofo. Entre
los ganaderos es común marcar su ganado. Se trata de una marca realizada
con instrumento al rojo vivo que deja marcado al animal de por vida. Esa
marca permite identificar al auténtico propietario del animal, no sólo para
no robárselo, sino para devolverlo en el caso que se encuentre extraviado.
De hecho, aquella marca de quien habla es de su propietario, todo mundo
sabe la importancia que tiene o no tiene un animal de acuerdo a la marca que
posee. Pues justo a esto es a lo que se refiere nuestro filósofo inglés14.
Sin embargo, de lo que en verdad se trata no es acerca de los frutos de
la tierra, sino de la tierra misma15. Nuestro brillante pensador inglés está
13 Locke apunta que “Habiendo sido él quien la ha apartado de la condición común en que la
Naturaleza colocó a esa cosa, ha agregado a esta, mediante su esfuerzo, algo que excluye
de ella el derecho común de los demás. Siendo, pues, el trabajo o esfuerzo propiedad
indiscutible del trabajador, nadie puede tener derecho a lo que resulta después de esa
agregación” (Locke. Op. Cit. P. 23).
14 Pero si queremos ser más audaces podemos afirmar que el trabajo es visto por Locke,
como el carácter que se imprime en algo y que nada ni nadie puede borrar, un poco pa-
recido al carácter que imprimen los sacramentos, que por ello, tienen carácter definitivo.
Estamos ante una monumental teoría metafísica del trabajo. Sin embargo, esto que puede
ser un mérito indiscutible de Locke, puede convertirse en instrumento de despojo, sobre
todo si tenemos que enfrentarnos con una civilización que no solamente carece de una
teoría del trabajo, sino que incluso vive su “trabajo” de un modo diverso al modo como la
vive el hombre de la naciente sociedad industrial inglesa.
15 Me pregunto ¿en qué circunstancias tiene que estar el ser humano que se vea forzado a
tener que apropiarse de la tierra que los sustenta? En la medida en la que la población
aumenta y los bienes de consumo escasean se vuelve inexorable tener que apropiarse de
los medios de producción, que son los que en el futuro serán las fuentes de los bienes de
consumo que ya no provee la naturaleza. Y una vez controlado los medios de producción
los demás seres humanos, para adquirir los bienes de consumo que necesita se verán
obligados a trabajar para los poseedores de los medios de producción ¿está previendo
este desenlace nuestro buen pensador inglés?
16 Dice Locke en relación a este tema “yo creo evidente que también en este aspecto se
adquiere la propiedad de igual manera […] La extensión de tierra que un hombre labra,
planta, mejora, cultiva y cuyos productos es capaz de utilizar, constituye la medida de su
propiedad”. Locke, Op. Cit. P. 26.
17 “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y
los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y seño-
read en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven
sobre la tierra. Gn 27-28
R. A. FÚNEZ « 39 »
28). Nuestro pensador no está diciendo que no se le puede arrebatar la tierra,
sino que afirma que no se le puede arrebatar su derecho18.
Lo que importa es esta nueva dimensión en la que está pensando el
trabajo. No sólo es una obligación proveniente de Dios, sino que incluso es
un derecho y que como tal tiene que ser respetado y protegido. Este audaz
pensador está comprendiendo el estado natural con las categorías que le
aporta la sociedad civil que el mismo está teorizando. Quiero citar un texto
más, esclarecedor del rasgo que estamos apuntando. Locke apunta que
“poner la tierra en labranza, cultivarla y adquirir su propiedad constituyen
operaciones unidas entre sí. La una daba el título a la otra”. (Ibid).
El trabajador se gana el derecho de propiedad. Pero una vez establecido
el título, el derecho de propiedad Locke afirma que la tierra, rigurosamente
hablando no es que posea valor, sino que lo que imprime en ella dicho valor
es el trabajo que se gasta haciéndola productiva. Las enormes extensiones
de tierra de América, mientras permanezcan ociosas carecen de valor, van a
tornarse valiosas mediante el trabajo que se gaste en ellas19. Pero no sólo la
tierra absorbe un valor que antes no tenía, sino que la población en general se
ve beneficiada por el trabajo que el hombre ha invertido en la tierra.
De este modo Locke nos descubre dos nuevas dimensiones del trabajo.
Por un lado, es fuente de valor para la tierra, y, por otro lado, es fuente de valor
para la sociedad20. Locke ve en el valor que le atribuye al trabajo, una especie
18 La Comisión Nacional de los derechos humanos de México, define el derecho a la propie-
dad del modo siguiente: “Es el derecho que tiene toda persona de usar, gozar, disfrutar y
disponer sus bienes de acuerdo a la ley. Dicho derecho será protegido por el Estado, por
lo que nadie podrá ser privado, ni molestado en sus bienes sino en virtud de un juicio que
cumpla con las formalidades esenciales del procedimiento” Consultar, http://www.cndh.
org.mx/Derecho_Propiedad
19 Locke afirma que la “demostración palmaria de ello es que varios naciones de Améri-
ca que abundan en tierras, escasean, en cambio, en todas las comodidades de la vida”
(Locke Op. Cit. P. 33). Otra vez, y de modo tan miope, nuestro pensador está trasladando
una manera de vivir, propia del europeo, al modo de vivir propio del hombre americano.
Probablemente lo que Locke llama comodidad se trate de algo que a nuestro indígena
parecía una manera absolutamente equivocada de relacionarse con la naturaleza. Nuestro
pensador inglés no tiene ni el más mínimo interés en entender la visión de realidad que
tiene el hombre americano, sino que equipado con un conjunto de categorías típicamente
europeas va y pretende describir una realidad que se le esconde. Una realidad que se le
escapa definitivamente de las manos.
20 Locke afirma lo siguiente: “vale tan poco una extensión de tierra si no se le aplica el traba-
jo del hombre… más aún, los habitantes se creen deudores de quien, trabajando unas tie-
rras abandonadas, va acrecentado la cantidad de cereal que ellos necesitan” (Locke,. Op.
Cit. P. 29). Poco falta para que nuestro pensador afirme que si la población tiene tierras
sin trabajar, sería beneficioso para ella misma que la entregara a aquellos que si tienen las
ganas de hacerla productiva. No debemos ignorar que este discurso fue al que también
se recurrió con las famosas tomas de tierra de las décadas del setenta y ochenta, por los
movimientos populares.
21 Locke continua afirmando que “en el pan que comemos no hay que calcular únicamente
el esfuerzo del labrador, las fatigas del segador y del trillador y los sudores del panadero;
también es preciso agregar a la cuenta del trabajo el de quienes domesticaron los bueyes,
el de quienes arrancaron y fundieron el hierro y as piedras, el de los leñadores que derri-
baron el árbol y dieron forma a la madera empleada en el arado, en el molino, el horno y
demás utensilios, que son muchísimos, que se precisan para la transformación del cereal,
desde que se sembró hasta que salió del horno convertido en pan. (Locke Op. Cit. P. 34).
22 Annie Leonard, al preguntarse por el costo de producir un pequeño radio apunta:. Consul-
tar: https://ingenieriayeducacion.files.wordpress.com/2013/05/la-historia-de-las-cosas-
annie-leonard.pdf
R. A. FÚNEZ « 41 »
Acerca del dinero
Finalmente, queremos presentar la noción de dinero que expone Locke
en el apartado dedicado a la propiedad. Lo primero que hay que decir
es que no hay, todavía en Locke una espiritualidad del dinero. Así como
encontramos en Locke una metafísica del trabajo que de algún modo se
prolonga hasta nuestros días23, no encontramos en nuestro pensador una
espiritualidad del dinero, sino que más bien ve en el dinero el instrumento
que permite la posesión. No se trata del dinero por el dinero, sino en cuanto
medio de adquisición.
La inquietud que debemos aclarar es ¿cómo es que, según Locke,
aparece el dinero? Una de las cosas que ha quedado claro, es que en estas
comunidades en que el trabajo es el canon de la convivencia, todo mundo
trabaja de acuerdo a sus necesidades, a nadie se le ocurre trabajar más allá
del límite de lo necesario, en un régimen como el descrito todos tienen lo
necesario para vivir. Y las tierras son suficientes, incluso para mantener el
doble de habitantes que posee.
Pero en este mundo hay un límite que es importante que se mantenga
si es que se quiere que dicho régimen sobreviva, nos referimos al acuerdo
tácito entre los miembros de la comunidad de que nadie se apropie de más
productos que los que necesita su grupo familiar. Al apropiarse de más
productos se corría el riesgo de que se echaran a perder. Locke describe
en los siguientes términos esta manera de proceder: “Con anterioridad
a la apropiación de tierras, todo aquel que recogía la cantidad de frutos
selváticos, que mataba, cazaba o domesticaba la cantidad de animales que
él podía con su propio esfuerzo […], todo aquel que empleaba de este modo
su esfuerzo en cualesquiera de los productos espontáneos de la Naturaleza
y de una manera capaz de alterar el estado en que esta se los ofrecía a
todos, adquiría, por ese acto, la propiedad de los mismos; pero si esos frutos
o animales perecían estando en poder suyo, sin que él los consumiese, es
decir, si los frutos se pudrían o la caza se corrompía antes que él la hubiese
consumido, faltaba con ello a la ley común de la Naturaleza y se hacía reo
de un castigo, porque de ese modo privaba a su vecino de la parte que le
23 Cfr. Los manuscritos económicos filosóficos del 44 de Marx, e incluso la Laborem Exercens
de juan Pablo II
24 Para evitar equívocos hay que afirmar en seguida, que el dinero surge precisamente por-
que se presentó como el medio más adecuado de preservar la riqueza, no fue ni el brillo,
ni la extrañeza, sino la durabilidad de ese medio de cambio
R. A. FÚNEZ « 43 »
proporcionar el dinero que convengamos que valen las parcelas de tierra de
las que nos queremos apropiar.
La aparición del dinero está muy vinculado a la apropiación privada de la
tierra, por eso Locke observa que “de la misma manera que de los distintos
grados de actividad dependían las cantidades de productos adquiridos, el
descubrimiento del dinero dio a los hombres ocasión de seguir adquiriendo
y aumentando sus adquisiciones”. (Locke op. Cit. P. 38)
Lo que va a ocurrir es que esta manera de apropiarse de la tierra va
a transformar a la tierra como el recurso que posee valor, si en un primer
momento nuestro filósofo apuntaba que el valor estribaba en el trabajo que
se gastaba en hacer producir la tierra ahora va a indicar que es la tierra la
que es valiosa por eso apunta que “en ciertas regiones, el crecimiento de la
población y de los recursos, mediante el empleo del dinero, hicieron que la
tierra escasease y adquiriese cierto valor”. Lo que antes era abundante, con
el aparecimiento del dinero comienza a escasear. Es importante apuntar a
esta dimensión que tiene el dinero en Locke para tener una visión mucho
más balanceada de este pensador inglés.
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R. A. FÚNEZ « 45 »
Actividad II
Elija un problema de la realidad nacional y aplique el sistema categorial de
Locke para plantearlo adecuadamente.
Comentario de textos
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R. A. FÚNEZ « 47 »
David Hume (1711-1776)
En esta parte de nuestra investigación vamos a centrarnos en dos
cuestiones. En primer lugar vamos a exponer la manera según la cual Hume
aborda el surgimiento de la justicia. Y, en segundo lugar, paralelo a lo anterior,
vamos a presentar la base a partir de la cual se plantea la institución de la
propiedad.
La primera línea del trabajo que vamos a comentar, resume toda la
problemática de la que va a tratar. Y dice lo siguiente: “pasaremos a examinar
[…] la forma en que las reglas de la justicia son establecidas por artificio de
los hombres” (Hume, 1986, 55).
Es evidente, de acuerdo a este modo de exponer la cuestión, que
para nuestro pensador, cuando se trata de la justicia, la única manera de
comprenderla adecuadamente es presentándola en su mayor objetividad,
en este caso no se trata de entrar en disquisiciones acerca de lo que es o
no justo para los hombres, que lleva a decir a pensadores como Kelsen25,
que la justicia, planteada en términos de lo que a cada cual le parece
justo, es una manera subjetiva de abordarla. Hume para evitar la discusión
de lo subjetivo, comienza estableciendo que la justicia es, estrictamente
hablando, un artificio; con lo que quiere indicar que no se trata de algo
que podamos encontrar en la naturaleza humana, es decir, que la justicia
no es una explicitación de lo que ya hay contenido en la realidad humana,
sino que se trata de algo que estos tienen que crear. Para utilizar nociones
aristotélicas, la justica no es physis, sino tekhne.
Hume comienza a plantear tan magna cuestión en unos términos que
son de gran importancia para el pensar latinoamericano. Lo decimos en el
sentido de que no comienza diciendo que la justicia tenga que ver con la
inteligencia humana, la justicia no está vinculada, al menos primariamente,
con la razón, sino que más bien hace referencia a las necesidades de los
hombres; el hombre no está preocupado por pensar, sino por vivir, y vivir
de un modo muy concreto; tiene que responder a sus necesidades de
alimentación, a sus necesidades de cobijo, a sus necesidades de vestido, es
decir, estamos ante las necesidades básicas de la realidad humana, y esta
R. A. FÚNEZ « 49 »
a las ventajas que puedan sacar de la sociedad, al mismo tiempo que,
gradualmente, los va modelando al pulirlos de asperezas e indóciles afectos
que impiden su coalición” (Hume, 1986, 57).
Sin embargo, Hume es consciente de las dificultades que del seno mismo
de la familia surgen contra el establecimiento de la sociedad. La primera
dificultad tiene que ver con aquellos mismos afectos, es decir, en rigor, lo que
los hombres queremos es el bienestar, tanto personal como el de nuestra
propia familia, por eso, nuestro pensador comenta que “aunque cada persona
se ama a sí misma más que a cualquier otra, y en su amor a otros guarda
el mayor afecto para sus parientes y conocidos, esto por necesidad, ha de
producir una oposición de acciones que no pueden menos de ser peligrosas
para la unión recientemente establecida” (Hume, 1986, 58).
Pero, además, hay dificultades externas que son más difíciles de dirimir
que el egoísmo anteriormente tratado. Poseemos una especie de bien que
es la raíz de los problemas más difíciles. Aquel bien se describe del modo
como sigue: “Disfrute de las posesiones que hemos adquirido por nuestra
industria y buena fortuna” (Hume, 1986, 58). Lo que hace que se trate de
un bien, no reside en que se acumule, sino en que se disfrute, y además
que haya sido adquirido tanto por el trabajo como por la suerte; en ningún
momento se hace referencia a que la posesión de los bienes sea producto
del hurto o de la rapiña. Pero de aquellas posesiones dice Hume que “así
como el mejoramiento, por lo tanto, de estos bienes es la ventaja principal
de la sociedad, así la inestabilidad de su posesión, junto con su escasez, es
el principal impedimento” (Hume, 1986, 58)
¿Con qué contamos para solucionar semejante impedimento? Como no
se trata de un problema de nuestra mente, sino de algo generado por las
circunstancias en las que necesariamente tenemos que ir haciendo nuestra
vida, en vano buscaríamos la solución en nuestra propia naturaleza humana,
no se trata de nuestra hipotética bondad o maldad natural, sino que se trata
de una circunstancia externa, por lo tanto para responder adecuadamente a
ella tenemos que poner atención justamente a esta situación, por eso Hume
escribe que “el remedio […] no viene de la naturaleza, sino del artificio”
(Hume, 1986, 59). Se trata “de una convención en la que participen todos los
miembros de la sociedad, a fin de otorgar estabilidad a la posesión de esos
R. A. FÚNEZ « 51 »
propios bienes en tanto yo pueda poseer los míos, y lo injusto sería todo
lo contrario. La justicia es una virtud que surge del hábito de respetarse
los bienes que cada quien posee. Esta noción precisa y rigurosa de justicia
es la que va a ser comprensibles nociones tan importantes como las de
propiedad, derecho u obligación. Al respecto Hume apunta que “nuestra
propiedad no es nada sino aquellos bienes cuya constante posesión está
establecida por las leyes de la sociedad; esto es por las leyes de la justicia”(
Hume, 1986, 61).Si nos preguntamos a dónde reside la preocupación
de Hume de dejar clara esta problemática, habrá que decir de que está
convencido que “la convención para la distinción de la propiedad y para la
estabilidad de la posesión es, de todas las circunstancias la más necesaria
para el establecimiento de la sociedad humana” (Hume, 1986, 62)
Hume apunta a un elemento que parece de una importancia crucial de
tener en cuenta. Hemos hablado de convención y además hemos dicho que
esta convención es la base de la justicia y terminábamos afirmando que esta
justicia es la base de la propiedad. Sin embargo, todo esto está fundado en
una realidad más elemental y es el hecho, con el que comenzaba nuestro
pensador el ensayo que presentamos: que nuestras crecientes necesidades
tienen que hacer frente a unos recursos que son en sí mismos escasos, si la
naturaleza nos proporcionara todo lo que necesitamos con tan solo estirar
un brazo, no hubiera necesidad de plantearse el problema de la justicia.
R. A. FÚNEZ « 53 »
Actividad II
Con los elementos ofrecidos elabore un mapa conceptual. Elija un problema
de la realidad nacional y aplique este sistema categorial en su propuesta de
solución.
Comentario de textos
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R. A. FÚNEZ « 55 »
Adam Smith (1723-1790)
División del trabajo
Es sintomático que A. Smith comience su magna obra Investigación
sobre la naturaleza y causas de la riqueza de las naciones, justamente
estableciendo que la división del trabajo es la condición para el progreso
en las facultades productivas. Este modo de comenzar su monumental obra
a quien nos recuerda casi de modo inmediato es la famosa película de C.
Chaplin Tiempos modernos, todos recordamos como uno de sus personajes
principales, precisamente Chaplin, terminaba la jornada de trabajo repitiendo
exactamente el mismo movimiento que estuvo realizando durante todo el
día, mientras estuvo, literalmente, atorado en los engranajes de las máquinas,
hecho que nos hacía pensar que un trabajo entendido en términos de división
laboral, en lugar de crear a un hombre creativo, lo que en rigor conseguía, era
embrutecerlo; el mismo Dussel, comentando a Marx, observa que la división
del trabajo hace que el trabajo realizado sea un trabajo abstracto, el que hace
el tornillo que va a ser destinado a una computadora ignora casi por entero
para que pueda servir el tornillo que está haciendo.
No creo que Smith ignore estas cuestiones, porque lo que este pensador
quiere decir es que si queremos que el trabajo realmente sea productivo,
inexorablemente se tendría que introducir la división. Observando cómo se
procedía en una fábrica de alfileres constató que por la enorme cantidad
de actividades que se tenían que realizar en su fabricación, era mucho más
productivo que cada una de esas actividades fuera realizada por un obrero
diferente. De hecho, pensó que si un solo obrero tuviera que fabricar un alfiler
a lo sumo fabricaría una cuantas diariamente, en cambio si su fabricación se la
distribuyen entre 18 obreros harían entre todos doce libras de alfileres.
Queremos acentuar que la pregunta que tiene Smith es ¿cómo aumentar
la productividad?, seguramente es muy importante la pregunta antropológica
de Chaplin, como la pregunta de Dussel, sin embargo, la preocupación del
pensador británico no es ni acerca del hombre, ni acerca de un análisis de
la esencia del trabajo, sino acerca del trabajo productivo que es, según él,
la causa de la riqueza de las naciones. Smith (1987, 11) piensa que “este
aumento considerable en la cantidad de productos que un mismo número de
R. A. FÚNEZ « 57 »
al modo que tiene Descartes de enfrentar los problemas, el filósofo francés
recomendaba dividirlo en sus partes más sencillas, sin embargo, la cuestión
es mucho más elemental, Smith no recurre a la inteligencia para explicarse el
origen de la división del trabajo, sino más bien a lo que él llama “una cierta
propensión de la naturaleza humana a permutar, cambiar y negociar una cosa
por otra” (1987, 16). Antes de que los hombres piensen y razonen, lo que
realmente hacen es cambiar una cosa por otra28.
Es indiscutible que este modo de proceder es propio de los seres
humanos. Algunos pensadores han dicho que muchos de los valores que
creemos exclusivamente humanos, son compartidos por los animales y de
aquí concluyen que la moral es una dimensión común a la realidad animal, no
vamos a ahondar en toda la serie de ejemplos a los que recurren, sin embargo,
sea esto cierto o no, también es absolutamente cierto que nunca se ha visto
a un perro cambiando un hueso por un pedazo de carne con otro perro. Esto
de cambiar una cosa por otra es algo exclusivamente humano.
Es que mediante el cambio lo que en definitiva hace un hombre con otro
es colaborar y la colaboración, como muy bien lo ha visto Adela Cortina es
propia de los seres humanos, porque tampoco se ha visto que un chimpancé
pueda decirle a otro chimpancé “oye camarada ya no puedo con este tronco,
me podes echar una mano”.
Pero si nos preguntamos ¿qué es lo que hace efectivo el cambio?, nos
encontramos con una pieza típicamente smithiana. Si yo quiero cambiar los
frijoles que me sobran por el arroz del que carezco, el modo más atinado
de hacerlo no es queriendo convencer al mercader del arroz de que tengo
mucha necesidad de su arroz, sino más bien convenciéndole de que para
él es beneficioso que además de tener arroz, pueda tener también frijoles;
para que el intercambio sea un éxito, a lo que tenemos que apelar no es a
la propia necesidad sino al interés de aquel con quien queremos realizar el
intercambio, y de aquí el tan citado pero me temo poco entendido texto de
Smith “no es la benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero la
que nos procura el alimento, sino la consideración de su propio interés. No
28 El lugar desde donde Smith piensa en el ser humano es el mercado. No lo está viendo en
el seno de la familia, ni en una reunión íntima de amigos, por ello se entiende en seguida
que afirme que la permuta es una propensión natural.
R. A. FÚNEZ « 59 »
búsqueda de su propio interés. Y que es la búsqueda del propio interés lo que
va a generar el desarrollo de la sociedad.
Smith estaba convencido de que aquello que parecía un vicio privado29,
cuando se concurría en el mercado se trasmutaba en una virtud pública, y si
nos preguntamos ¿cómo ocurría este milagro? nuestro pensador recurre a su
mano invisible: “como cualquier individuo pone todo su empeño en emplear
su capital en sostener la industria doméstica, y dirigirla a la consecución del
producto que rinde más valor, resulta que cada uno de ellos colabora de una
manera necesaria en la obtención del ingreso anual máximo para la sociedad.
Ninguno se propone, por lo general, promover el interés público, ni sabe
hasta qué punto lo promueve […], pero en este como en otros muchos casos,
es conducido por una mano invisible a promover un fin que no entraba en sus
intenciones” (Smith, 1987, 402).
Ha sido nube los que han trivializado este recurso smithiano, sin embargo,
no está muy lejos ni de la comprensión hegeliana, ni de la comprensión
marxista. A nadie le resulta curioso el hecho de que tomada la historia en su
totalidad, afirmemos que es el resultado del conflicto en el que se encuentra
o el Espíritu Absoluto, o las clases sociales ¿cómo es posible que producto
de un conflicto, en el que además es necesaria dicha tensión, las sociedades
actuales sean mucho más humanas que todas las anteriores? ¿Cómo es que
de un conflicto que niega al oponente resulte una sociedad más avanzada?
Elabore una breve biografía de Smith, e incluya sus principales obras filosóficas.
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R. A. FÚNEZ « 61 »
Actividad II
Elija un problema de la realidad nacional y aplique este sistema categorial en
su planteamiento adecuado.
Comentario de textos
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R. A. FÚNEZ « 63 »
Defensa al Capitalismo
30 Hay que entender bien la postura de este autor. En ningún momento dice que el dinero produ-
ce valor, sino que lo que dice es que el dinero es reproductivo, es decir, que produce dinero.
31 Se trata de una actitud que aunque a Aristóteles le pareciera perniciosa, parece que ya era
común entre los hombres de negocios de su tiempo.
32 B. Franklin no entendería nuestro rechazo ético a la actitud de los poderosos de este mun-
do cuando prefieren gastar cantidades obscenas rescatando a las grandes empresas de
la quiebra, que invertir en acabar el hambre en el planeta. Si se invierte en este segundo
caso puede ocurrir que no genere ganancia, que no genere dinero, en cambio sí se invierte
en los otros poderosos, estos al menos recordaran que han sido rescatados y ese mero
recuerdo podría ser rentable. Ayudar a los ricos e ignorar a los pobres se inscribe dentro
de esta férrea racionalidad sobre el dinero.
R. A. FÚNEZ « 65 »
su afán de hacer dinero y no querer satisfacer nuestras propias necesidades,
en rigor, lo mueve la posibilidad de ver acrecentado su dinero, por eso en lo
menos en lo que está pensando es en perder su dinero; en este sentido, sólo
podrá arriesgar su dinero si la probabilidad de tenerlo de vuelta es segura, por
lo tanto, quien presta debe pensar que “un buen pagador es dueño de la bolsa
de cualquiera” (Weber, 1969, 43), como sabemos, cuando alguien no es digno
de crédito, difícilmente va a poder adquirir dinero de este modo, incluso, ni
aun entre los amigos, es común escuchar cuando un amigo pide prestado a
otro, que no lo va a hacer por dos poderosas razones, la primera es que no
quiere perder su dinero y la segunda es que tampoco quiere perder al amigo,
lo que de alguna manera significa que se tiene en mayor estima al dinero que a
una hipotética amistad, soy amigo de Platón, pero soy más amigo del dinero,
podría decir este pensador parafraseando, feamente, a Aristóteles.
Algo que está muy vinculado con la confianza que generamos en el
proveedor es la puntualidad con la que respondemos a nuestras obligaciones,
es posible que ser puntual no signifique pagar antes de tiempo el crédito
adquirido, es decir, no significa que porque ya tenemos la cantidad que
adeudamos podamos por el afán de pagar cancelar dicha deuda, este modo
de proceder es también producto de ignorar la importancia del dinero, es más
productivo que se siga manteniendo incluso el dinero que adeudo, porque en
la medida en la que lo tengo cuento con más dinero, y aunque sea verdad que
un céntimo me puede producir un nuevo céntimo, 20 dólares podría producir
cinco dólares más, el dinero llama dinero y cuanto más dinero se tenga, más
dinero llama, dicho esto es necesario ser puntual con la fecha contraída
porque como muy bien observa el autor no hay que retener “nunca el dinero
recibido una hora más” (Weber, 1969, 43) de lo que se prometió.
Hay actitudes que así como nos pueden facilitar el crédito pueden
también dificultarlo, volvamos a recordar que quien presta lo hace no porque
esté realizando una acción de beneficencia, sino que lo hace porque está
interesado en aumentar su capital; por lo tanto, pensara un millón de veces
confiar su dinero a alguien que es amigo de la fiesta y del jolgorio; alguien que
es muy dado al entretenimiento difícilmente tendrá tiempo para el trabajo,
y si no trabaja es imposible que responda a las obligaciones contraídas; en
cambio quien desde muy temprano está en sus labores puede convertirse
33 Recurro a Max Neef, porque la expresión es tan bien lograda que puede incluso aplicarse
a posturas, incluso opuestas a las defendidas por nuestro economista chileno.
34 Las deudas se pagan, y no se trata solo de un asunto de dignidad, sino que es el modo de
tener seguro a quienes nos prestan. En la vida cotidiana ocurre que para quitarse de enci-
ma a un vecino molesto, no hay mejor camino que prestarle un par de pesos, no se vuelve
aparecer por nuestro camino. La deuda se paga, porque nos asegura el crédito.
R. A. FÚNEZ « 67 »
prudentemente lo recomendado ocurre, como recuerda este autor, lo
contrario: “Por seis libras puedes tener el uso de cien, supuesto que seas un
hombre de reconocida prudencia y honradez” (Weber, 1969, 44).
Es evidente que estamos aquí ante una determinada concepción del
dinero, es una concepción que de algún modo se ha erigido como fin en sí
mismo, el dinero no es un medio para vivir, sino que se vive para el dinero.
Quiero insistir en que no es el modo usual de relacionarse con el dinero, y que
aquí lo que interesa simplemente es describir no que sea usual, sino a aquellos
seres humanos que se relacionan de este modo, incluso es posible pensar que
no se busca convencer a nadie; respecto al dinero cada cual puede adoptar
la actitud que crea más conveniente y más ajustada a su modo de ver la vida.
35 Estas observaciones son parcialmente ciertas. Porque, aunque es verdad que a ese tipo de
ser humano se aspira, también hay que afirmar que para forjarlo se requiere entregarle
posibilidades a partir de las cuales va entretejiendo el tipo de hombre que ha decidido ser.
Desde esta perspectiva, nunca comienza de cero, sino de las oportunidades entregadas
por otros seres humanos.
R. A. FÚNEZ « 69 »
un hombre formado en aquel tipo de vida que hicimos referencia un poco más
arriba, por eso Weber sigue comentando que “el negocio, con su incesante
trabajo, “es indispensable para su vida” […] existe para el negocio […] aborrece la
ostentación, el lujo inútil y el goce consciente de su poder; le repugna aceptar los
signos externos del respeto social de que disfruta, porque le son incomodos […]
sólo posee el sentimiento irracional de “cumplir buenamente con su profesión”
(Weber, 1969, 71). Decir como dijo Descartes, “pienso, luego existo” es casi un
disparate, porque lo radical para la vida, o como dice el texto, lo indispensable
para la vida, es “negociar” en el sentido de vivir siempre negociando, este
hombre entendería con mayor facilidad “negocio, luego existo”, lo radical, lo
constitutivo de la vida es el negocio, y ese modo de concebirla lo va tallando
como un “asceta del negocio”, purifica su “espíritu negociante” renunciando a
todo goce externo37.
Marx como tuvimos la oportunidad de exponer parte del hombre que
necesita, de una corporeidad que tiene hambre, sed, etc. etc., Weber pensaría
que sí, que todo eso le pasa al hombre, pero que no es lo que radicalmente da
cuenta de él, el fin último del hombre no puede ser estar siempre respondiendo
a esas necesidades tan acuciantes, si ese fuera el caso, no tendríamos con
nosotros El Capital del mismo Marx, si este pensador hubiera estado siempre
pendiente del presupuesto, hubiera sido imposible tener cabeza para escribir
el texto que escribió, lo mismo podemos decir de Cervantes, si la vida se
hubiera limitado a responder a sus tremendas necesidades tampoco hubiera
podido escribir El quijote de la mancha, Es que, diría Weber, la finalidad
del ser humano no es responder a aquellas necesidades. El pensador que
exponemos lo describe del modo como sigue “La ganancia no es un medio
para la satisfacción de necesidades vitales materiales del hombre, sino que
más bien éste debe adquirir, porque tal es el fin de su vida […] la ganancia de
dinero […] representa, dentro del orden económico moderno, el resultado y
la expresión de la virtud en el trabajo” (Weber, 1969, 48. O, como lo indica
con más claridad “Ganar todo cuanto pudiera […] adquiere el carácter de una
máxima de conducta de matiz ético” (Weber, 1969, 45)
37 Aquello de Léopold Sédar senghor de “yo danzo… luego yo existo” sería algo com-
pletamente incomprensible para el hombre burgués cf. http://www.culturamas.es/
blog/2013/05/27/filosofia-africana-leopold-sedar-senghor-y-la-negritud/
R. A. FÚNEZ « 71 »
Actividades
Actividad I
Escriba un ensayo de 500 palabras en el que exponga las tesis más importantes
de Weber.
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R. A. FÚNEZ « 73 »
Actividad III
Comentario de textos
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38 Ludwig Von Mises. La acción humana. Buenos Aires: Centro de Estudios sobre la libertad.
R. A. FÚNEZ « 75 »
a Santa Ana, tendremos que pasar por Santa Tecla, los fines intermedios nos
indican que llegar al último fin, es un proceso, por eso Mises observa que
los fines intermedios son como “escalones que el hombre, al actuar, desea
remontar por constarle que, sólo sucesivamente superándolos, podrá alcanzar
aquella meta, objetivo o fin, en definitiva, apetecido” (Mises, 1980, 153). En
otras palabras, para llegar a un determinado fin se tiene que concebir que
sólo podrá lograrse si se entiende que la acción es un proceso, que incluye
estados definitorios.
Pero una cosa es la acción y otra el actor de la acción, precisamente porque
toda acción tiene su propio actor, ninguna acción puede bastarse a sí misma,
por eso toda acción tiene un fin; mejor, el fin de la acción es el fin de su actor.
Pero con esto estamos tratando un tema de vital importancia para la filosofía.
¿Qué es lo que con ultimidad da cuenta de los seres humanos? No es pensar,
sino que lo esencial es actuar, llama la atención, que al menos en la edición
preparada por Ellacuría de la antropología zubiriana, este filósofo también
comienza por la acción, y es así porque, de acuerdo a sus comentaristas, es lo
más inmediato, lo más visible.
Pues bien, Mises piensa que es fundamental para los seres humanos
actuar, y se pregunta cuál es la finalidad de esa acción, de toda acción y
contesta de un modo magistral diciendo que “aliviar cierto malestar es lo que,
mediante la consecución del fin, objetivo o meta, pretende invariablemente
el actor (Mises, 1980, 153). Porque no nos sentimos a gusto como estamos
es por lo que nos vemos obligado a actuar; actuamos porque la situación en
la que nos encontramos nos resulta molesta o incomoda; si viviéramos en
una situación en la que nada nos incomodara, seguramente no actuaríamos
y viviríamos una vida beata, una vida que se agota en contemplación de la
divinidad; pero como no es ese el caso, tenemos invariablemente que actuar.
¿Aquellos fines decisorios a los que hemos aludido más arriba, no será
que los estamos confundiendo con lo que usualmente llamamos medios? No,
un medio para llegar a Santa Ana es un vehículo, etc., pero que decidamos
detenernos en San Tecla a descansar, no es un medio, sino un fin parcial,
porque quizá queremos llegar a Santa Ana sin ponernos en peligro en el
camino por un supuesto cansancio, etc. Pero veamos, ¿aquel vehículo que
nos permite llegar hasta Santa Ana, es estrictamente hablando un medio? No,
R. A. FÚNEZ « 77 »
ella que versa la praxeología. Al respecto escribe que “la praxeología […] no
se ocupa propiamente del mundo exterior, sino de la conducta del hombre al
enfrentarse con aquél” (Mises, 1980, 153)
¿Y cuál es esa conducta? De algún modo ya apareció en lo que decíamos
más arriba, los seres humanos no sólo actúan sino que esa acción es
consciente; Mises está comprometido en demostrar que los seres humanos
no actúan irracionalmente, sino que la acción es una actividad racional,
una actividad consciente. Es evidente que aquí contra quien van las pilas es
contra el marxismo y su teoría de la ideología, los hombres están movidos
por una falsa conciencia, y en este sentido no podrían ser conscientes de la
acción que están realizando, Mises se revuelve enérgicamente contra esto
y plantea con vigor que la actuación humana es una actuación consciente.
Esto, evidentemente, no niega que pueda haber en la actuación de los seres
humanos una esfera inconsciente, pero esta esfera rebasa el campo de la
praxeología, esta trata de la conducta consciente.
En definitiva, Mises piensa que el “fin es cuanto el hombre apetece;
medio, cuanto al actor tal parece (Mises, 1980, 154). El medio sólo aparece
como tal en la medida en la que se actúa, en medio de la acción; por esta
razón nuestro autor habla de actor, se inscribe también en el ámbito de los
medios el que al actor le parezca que es un medio; en cambio la apetencia se
inscribe en el ámbito de los fines; pero este fin no lo es de cualquier realidad,
sino que es el fin de un hombre; no es accidental, entonces, que distinga
entre hombre y actor.
Son simétricos medios y fines, es decir hay un medio para cada fin. Los
seres humanos tienen infinidad de fines, en cambio los medios son finitos,
escasos. Y son escasos porque es un hecho que los hombres no se encuentran
necesariamente en una situación satisfactoria, más bien parece que lo rodea
permanentemente la insatisfacción; si los medios fueran infinitos, los seres
humanos lo único que tendrían que hacer es echar mano de ellos; en rigor,
no habría posibilidad alguna de actuación, porque lo que fuerza a los seres
humanos a actuar es justamente su deseo de cambiar una situación poco
satisfactoria a una situación más satisfactoria. Por eso dice Mises que “si el
hombre no se viera inexorablemente cercado por la escasez, carecería de
objeto” (Mises, 1980, 155).
39 Es significativo que cuando Zubiri trata del tema de las posibilidades las inscribe en el
tercer tomo de su teoría de la inteligencia, es decir en inteligencia y razón; claro en el caso
del pensador vasco, su razón es una razón sentiente, pero vale la pena la coincidencia.
R. A. FÚNEZ « 79 »
Recientemente se me ha ocurrido pensar, que lo último del ser humano
no puede ser vivir preocupado por las urgencias vitales; una cosa es, como
muy bien lo ha descrito Weber, que existan seres humanos que entiendan
que la única finalidad de su vida sea ganar dinero, es decir, no están pensando
en que su única finalidad, es vivir preocupados porque no les va a alcanzar
el presupuesto para todo el mes, no está preocupados por responder a
necesidades vitales, sino que por lo que se preocupan es por hacer dinero, es
una cosa distinta. ¿Pero qué queremos decir cuando decimos que no creemos
que la finalidad sea vivir agobiados por las necesidades? Simplemente que
hay una vida mejor, la tradición ascética cristiana, ha influido de tal modo
en los seres humanos, que basta con que pensemos que queremos mejorar
para que de inmediato nos inunde un sentimiento de culpabilidad; y vivimos
en una especie de inautenticidad, en el fondo de nuestro ser no estamos
a gusto como estamos, pero de puertas hacia afuera queremos dar la
impresión que pensamos que no es justo que queramos estar bien, cuando
se mueren diariamente 18 mil niños menores de 5 años. De lo que se trata
es de comprender que no es bueno que aquello ocurra, pero que del hecho
que ocurra no se deduce que nosotros también vivamos en circunstancias
inhumanas; de lo que se trata es que nadie viva en aquellas situaciones, y
que luchando para que no ocurra cada cual pueda mejorar su modo de vivir,
y esto que nos ha costado hilos del alma admitir es lo que permite a Mises
apuntar que “la inmensa mayoría de los hombres aspira, ante todo, a mejorar
las propias condiciones materiales de vida” (Mises, 1980, 159).
Pero esto lo sabemos no por los juicios que emitimos o por la culpabilidad
que sentimos, sino por el modo como actuamos; lo que cuenta es la acción
de los seres humanos por eso, continua afirmando nuestro pensador “lo que
cuenta para la praxeología […] es lo que el hombre, en definitiva, hace”. El
cumulo de culpas se debe a un error a la hora de entender adecuadamente
al ser humano, una cosa es lo que los hombres deberían ser y otra lo que
efectivamente son. La praxeología puede dar cuenta de lo que es, no de lo que
debería ser. Y es una realidad que aspira a la sustitución de una situación poco
satisfactoria por otra más satisfactoria. Sin embargo, cuando esto acaece, lo
que en rigor ocurre es lo que comúnmente llamamos cambio; ha cambiado
una situación por otra,
¿Qué significa esto? ¿Cuál es el motor del cambio? Mises está persuadido
que lo que mueve a los hombres son las apetencias, el deseo; cuando un
40 No necesariamente tiene que ser en dinero, puede tener el significado como cuando
decimos “el precio que hay que pagar por tomar esa decisión, es muy alto”.
R. A. FÚNEZ « 81 »
Actividades
Actividad I
Elabore una breve biografía intelectual de Mises, e incluya sus principales
obras filosóficas.
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R. A. FÚNEZ « 83 »
Actividad III
Comentario de textos
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R. A. FÚNEZ « 85 »
Este sistema no ha sido el producto de una previa puesta de acuerdo, por
ejemplo, de unos hombres y mujeres que vieran mejor que otros el rumbo que
debería tomar la humanidad. A. Sánchez Vázquez (1999) observa que cuando
se estudia la moral de la sociedad greco-romana, se asiste a una diversidad
moral. Es decir, estamos ante una moral que corresponde a los hombres libres
y una moral que corresponde a los esclavos. Independientemente del grado
de conceptualización que haya tenido la moral de los esclavos, ya el mero
hecho de que se conciba como moral, y, además, radicalmente diversa a la
de los hombres libres, nos permite afirmar que la actividad realizada por
aquellos hombres y mujeres fue una actividad consciente. Podían dar cuenta
cabal de su situación. Sin embargo, esa conciencia no significó que conocieran
del decurso histórico que desencadenaría, y esto mismo, es posible que les
ocurriera a los teóricos de la moral dominante. Por lo tanto, ¿cómo podemos
explicar el paso de sociedad esclavista a la feudal y de esta al capitalismo?
Hay que negar que se trate de las maquinaciones de unas mentes perversas
que lo único que buscan es su lucro personal. Desde esta perspectiva Hayek
afirma que “Este orden deriva de la incidencia de ciertos procesos de carácter
espontáneo”.
La supuesta espontaneidad indica que no es una obvia acción racional la
que ha propiciado el desarrollo. En este sentido el devenir social no es racional,
sino que es producto del concierto de las acciones diversas y plurales de los
seres humanos. En aquella actividad, recuerda Sánchez Vázquez, los hombres
no sólo coinciden a partir del grado de conciencia con que las llevan a cabo,
sino que cada cual realiza sus tareas movidos por sus propios proyectos e
intenciones. Es decir, lo que mueve la historia es básicamente la búsqueda
por alcanzar los propios intereses, de aquí que los marxistas afirmen que
lo que impulsa la historia es justamente el conflicto en el que entran esos
diversos intereses.
Hayek asumiría por entero que se trata de la diversidad de acciones, sin
embargo, esas acciones se fundan en lo que este autor llama “hábitos de
carácter fundamentalmente moral”. De esta manera Hayek entendería que
el desarrollo histórico ha sido posibilitado por el desarrollo moral. De esta
manera la moral funciona como una basa fundamental en la justificación del
devenir histórico. No sólo cada una de las sociedades se funda en su propia
moral, sino que el paso de una sociedad a otra está determinada por la
41 Es una postura que comparte por entero E. Dussel. Este autor cita masivamente el tian-
guis, el mercado tradicional que ha existido en Mesoamérica desde la época prehispánica.
R. A. FÚNEZ « 87 »
que decir en seguida, que no es que yo esté pretendiendo afirmar que A.
González sea un afecto de la postura de Hayek.
Pues bien, volviendo a la exposición de Hayek, éste establece que el
mercado es una especie de director de orquesta. Pero en lo que en verdad
está este autor interesado es en afirmar la imposibilidad de prescindir de él,
sobre todo si se pretende no sólo que la población aumente, sino que viva
con bienestar es inexorable la actuación de este director, al respecto afirma:
“Con excepción del mecanismo a través del cual el mercado competitivo
procede a distribuir los ingresos, no existe ningún método conocido que
permita a los diferentes actores descubrir cómo pueden orientar mejor sus
esfuerzos al objeto de obtener el mayor producto posible para la comunidad”.
La posición de este economista es inexorable: no existe ningún método
más efectivo que el mercado. Es evidente que la inexorabilidad de Hayek
está lejos de ser compartida. Y aquí es necesario apuntar que las mentes
más preclaras que ha tenido la humanidad, no están de acuerdo con este
economista austriaco. Desde Aristóteles, pasando por Rousseau, hasta
Hinkelammert, este mercado competitivo, al que se refiere Hayek es visto
más bien como el problema al que la humanidad, en su conjunto se está
viendo forzada a tener que responder, no sólo para vivir con bienestar, sino
más grave aún, para poder hacer posible la vida en el planeta.
Hayek, evidentemente no ignora todas las críticas que provienen de lo
que él mismo llama las mentes más selectas de la humanidad, pero afirma
que se trata de críticas que provienen de una mala inteligencia de la razón.
El re-descubrimiento de la razón, llevado a cabo por la modernidad, tanto
en el ámbito de la ciencia como en el de la filosofía, ha estado lastrado por
una falsa comprensión de razón. No es que Hayek proponga el irracionalismo
científico y filosófico, sino que llama la atención sobre la terrible deformación
que ha sido llevada a cabo sobre la razón. En este sentido sostiene que “la
razón correctamente interpretada significa que se recurre a ella teniendo
clara conciencia de sus intrínsecas limitaciones; y que, aceptando las lógicas
consecuencias, el actor se muestra en todo momento dispuesto a hacer frente
a esa sorprendente realidad -contrastada en el campo de la economía como
en el de la biología- consistente en que un orden no intencionado puede ser
superior a cualquier otro que sea fruto de intencionada creación”.
R. A. FÚNEZ « 89 »
Valores del orden extenso
R. A. FÚNEZ « 91 »
Por lo tanto, es necesario preguntarse por los valores de esa moral que
hemos llamado histórica. Al respecto Hayek comenta: “Son las normas del
humano comportamiento, plasmadas por vía evolutiva y específicamente
las que hacen referencia a la propiedad plural, al recto comportamiento,
al respeto de las obligaciones asumidas, al intercambio, al comercio, a la
competencia, al beneficio y a la inviolabilidad de la propiedad privada, las
que generan tanto la interna estructura de nuestro orden como el tamaño de
la población actuales.”.
Cuando el autor plantea de que se trata de normas evolutivas,
fundamentalmente está interesado en evitar al menos dos cosas, que se trate
de una reivindicación: la sociedad está dividida en clases antagónicas y de
dicho conflicto es posible que puedan conquistarse unas normas u otras. Este
autor piensa más bien que no es el conflicto la causa de estas normas, sino
que es un proceso evolutivo de los distintos grupos sociales. Pero además
está férreamente interesado en evitar que se crea que se trata de un conjunto
de normas que se han logrado a través del diseño, de la planificación de
una inteligencia omniabarcadora. Las normas son evolutivas, digamos que
este es el punto intermedio entre lo estrictamente instintual y lo racional;
entendiendo como racional esa pretensión de querer diseñar la vida social en
todos sus detalles.
Además es clara la noción de moral que este pensador está introduciendo,
no se trata de lo que comúnmente llamamos normas morales, no se trata de
una moral, como recuerda Fernando Savater, aunque en otro contexto, con
la que se busque congraciarse con alguien, sino de una moral que permita
la vida económica de la sociedad43; se trata de una moral económica, esa
consabida máxima de que relacionar moral con economía es exactamente
lo mismo que mezclar agua con aceite está del todo desencaminada, este
economista austriaco no sólo las vincula sino que además está interesado en
demostrar que este orden extenso únicamente ha sido posible a partir de la
moral que lo ha posibilitado.
43 Pero se trata de moral. Es decir, la importancia que tiene llamar al mercado valor, es si-
milar, a la importancia que tiene la afirmación: “quiero ser una persona disciplinada”. La
disciplina es un valor cuya obligatoriedad proviene únicamente del individuo que desea
ser disciplinado, y en esa decisión personal reside su carácter moral. Ese mismo carácter
moral reviste el mercado como valor. Se trata de algo que se asume íntimamente.
R. A. FÚNEZ « 93 »
Aunque la institución es supraindividual, quienes confluyen en ella
son individuos que tienen cada uno sus proyectos, sus propósitos, sus
motivaciones, sus intereses, e incluso un tiempo mayor o menor que invertir
para llevar a buen término su acción, todo eso es imposible que lo pueda
manejar una institución creada artificialmente, en cambio si se respetan los
procesos naturales, puede recogerse dicha información.
Lo que prefiere la gente únicamente puede saberse cuando se les ve actuar
en el mercado, es lo que este pensador quiere establecer. Una vez establecidas
aquellas instituciones y los valores que las hacen posible, tanto las unas como
las otras funcionan solas, no se tiene porque intervenir. Al respecto Hayek
(1988) apunta: “Las diversas instituciones integradas en el orden extenso-
entre ellas el mercado- nos permiten recoger esa diseminada información y
establecer la existencia de modelos supra individuales. Una vez desarrolladas
las instituciones y tradiciones basadas en tales modelos, huelga el acuerdo
sobre fines comunes, resultando posible, por el contrario, la utilización de la
información ampliamente diseminada, así como el mejor aprovechamiento de
las habilidades de cada cual para alcanzar una pluralidad de fines”.
No creo que pueda existir alguien sobre la faz de la tierra que ponga
en cuestión el papel de primera importancia que tiene el mercado en la
economía de un país; todo mundo, sea de izquierda o derecha, piensa
que si quiere sacar a su país de la situación de vulnerabilidad en la que se
encuentra es fundamental contar con un mercado próspero, en su momento
comentaremos las resistencias que oponen algunos a la teoría del mercado
total, en este momento en lo único en lo que estoy interesado es en acentuar
el papel del mercado en la economía.
Hayek piensa que el mercado es la institución que con mayor facilidad
recoge la información que poseen los agentes que participan en él, esto no
significa que cada cual ande pegado en la frente cuáles son sus más íntimos
intereses, sino que por el modo de proceder, por lo que busca, por dónde
elige comprar, incluso por el regateo en el que se enfrasca con el vendedor
para que se le rebaje las mercancías que está adquiriendo, transmite una
información valiosa para la economía.
Ese comportamiento espontáneo va entretejiendo unos modelos que no
son estrictamente individuales, sino que son, como lo indica este pensador,
R. A. FÚNEZ « 95 »
¿Dónde estriba la dificultad para que se comprenda que sólo un orden
extenso es el que está capacitado para proporcionar bienestar a la sociedad? R.
Descartes (2007), en las primeras líneas de su Discurso del método, apuntaba
que la razón es lo que mejor estaba distribuido entre los seres humanos. En
este sentido Descartes parte del presupuesto de que la razón es una facultad
humana, y así como Descartes, hay que decir que este presupuesto es común
a casi toda la tradición filosófica occidental, que de algún modo es lo que
va a criticar Zubiri cuando se refería a qué el gran problema de la filosofía
occidental fue la logificación de la inteligencia. Frente a lo cual Hayek plantea
que la razón está más bien fundada en una capacidad que es previa, es decir
la capacidad de aprender, Hayek lo afirma del modo como sigue “La capacidad
de aprender es más el fundamento que el logro de nuestra razón o de nuestro
entendimiento”.
En la metafísica, Aristóteles afirma que los seres humanos tenemos el
deseo de saber. Lo primario y radical en el ser humano, es como dice Zubiri, este
ímpetu; que como recuerda Diego Gracia, apunta más bien a esa dimensión
práxica del ser humano. Aquí el interés está en acentuar que nosotros
comenzamos por tener el deseo de saber, esto evidentemente apunta al
hecho de que todo saber es una dimensión ulterior, pero evidentemente no
podría darse si no estuviéramos dotados para aprender. Podemos aprender y
ese poder, esa potencia, diría Aristóteles, es la condición de todo saber.
Hay que recordar que este punto es algo en el que buena parte de la
filosofía actual coincide. La postmodernidad filosófica apunta los tiros contra
la tiranía de la razón, lo esencial en los seres humanos no es la razón, la razón
es un sucedáneo, de lo que Zubiri llamó la aprehensión primordial, lo primario
es, dice Conill, lo sentiente. Claro, tiene que ser tema pendiente estudiar lo
que está en juego en esta crítica tan radical a la razón, sin embargo, aquí nos
basta dejarla planteada. Hayek también se une a esta crítica y por eso apunta:
“El hombre no viene al mundo dotado de sabiduría, racionalidad y bondad: es
preciso enseñárselas, debe aprenderlas”.
El hombre primariamente actúa, entonces la razón, el conocimiento
es un sucedáneo de esta acción, y en el caso que nos ocupa esta acción
es concretamente acción moral, por eso Hayek continua diciendo que “no
es la moral fruto de la razón, sino que fueron más bien esos procesos de
R. A. FÚNEZ « 97 »
insistir en la dimensión pragmática de la inteligencia. En este sentido afirma
“A su vez, ese conjunto de tradiciones no deriva de la capacidad humana de
racionalizar la realidad, sino de hábitos de respuesta. Más que ayudarle a
prever, se limitan a orientarle en cuanto a lo que determinadas situaciones
reales debe o no debe hacer”.
¿Cuáles son las condiciones de posibilidad para el establecimiento del
orden extenso? Hayek piensa que son la propiedad privada, la justicia y la
libertad. Pero a este pensador austriaco le interesa además plantear que hay
en aquellos valores una estricta fundamentación. Y esto, hay que decirlo,
está en sintonía con Aristóteles, ¿a qué nos referimos? Cuando el estagirita
definió lo que entendía por bios theoretikos, excluía de este tipo de vida a
los esclavos, y la razón última para ello era que los esclavos no vivían para
sí mismos, sino para otros, en este caso para sus señores. Pero no vivían
para sí mismos no sólo porque eran esclavos, sino porque rigurosamente no
habían resuelto lo que el filósofo griego llamó urgencias vitales, no poseían
ningún tipo de propiedad. En este sentido la posesión de bienes privados
es la condición sine qua non para que los hombres puedan vacar hacia lo
no necesario, hacia lo no urgente. En este mismo sentido, Hayek piensa que
la propiedad privada es la piedra angular, es el valor angular de los valores
fundamentales del ser humano. Mientras no se constituya esta institución los
seres humanos difícilmente pueden dejar atrás sus instintos animales.
La propiedad privada es la institución que parte en dos la historia de la
humanidad. A partir de la propiedad privada es que se puede hablar del comienzo
de un estadio civilizador, y anterior a ella, de barbarie. Desde esta perspectiva,
Hayek está interesado en establecer geográficamente el surgimiento de esta
institución y por ello afirma: “fue en la región mediterránea donde por primera
vez el ser humano se avino a respetar ciertos dominios privados cuya gestión se
dejó a la responsabilidad del correspondiente propietario”.
Es importante en este texto acentuar el verbo que utiliza nuestro autor
para hablar de la institucionalización de la propiedad privada, él dice que los
seres humanos se avinieron a respetar, indicando con ello que el paso de una
situación sin propiedad privada, a otra en la que esta se reconocía, fue de una
manera completamente evolutiva, avenir, significa, de hecho, llevarse bien
una persona con otra, en el caso que nos ocupa, esto significa que los seres
R. A. FÚNEZ « 99 »
el que “quizá fuera Hume el primero en advertir con claridad que la libertad
sólo es posible en la medida en la que los instintos quedan constreñidos y
limitados a través de la contrastación del comportamiento de todos con la
justicia, es decir, con unas actitudes morales que tomen en consideración el
derecho de otros a la propiedad de los bienes, así como con la fidelidad u
observancia de lo acordado, que se convierte en algo obligatorio a lo que la
humanidad debe someterse”.
De todos modos, la intención primaria y radical de Hayek es llamar la
atención acerca de aquella moral que es condición de posibilidad, tanto
para el surgimiento como para el mantenimiento u progreso de la sociedad
capitalista. Esta moral está vertebrada por tres valores fundamentales: la
propiedad privada, la justicia y la libertad. Si se ignoran dichos valores o no
se cumplen, la sociedad que se funde en la alienación de aquellos no tiene,
absolutamente, ninguna posibilidad de sobrevivir.
¿Qué podemos decir del comercio? Esverdad que no todos los seres
humanos tienen el talante para dedicarse a las actividades comerciales. Ser
comerciante requiere además tener la capacidad de poder hacer rentable
el haber con el que se cuenta. Estas dos características son esenciales para
entender adecuadamente esta institución. A estas características Hayek
agrega una tercera, este autor piensa que el comercio, primariamente
fue forzado por el afán de dar respuesta a las necesidades con las que se
encontraba las comunidades.
Independientemente si en algún momento se trató de trueque o
adquiriera alguna otra modalidad, lo importante es que fue el único modo
como se pudieron responder a las necesidades más elementales, una sola
familia difícilmente hubiera podido hacer frente a todas las vicisitudes de
su vida, por lo tanto el concierto de muchas familias que se intercambian
sus productos fue la única manera de responder adecuadamente. Pero
además este autor agrega un dato más, una vez instituida esta actividad, las
gentes caen en la cuenta de las bondades intrínsecas de tal modo que se va
a erigir en una actividad imprescindible. De hecho, si por azares de la vida
desapareciera, las comunidades serían inviables. De este modo lo plantea
nuestro autor: “fue el deseo de cubrir las más elementales necesidades, lo
que hizo de la actividad comercial una imprescindible institución de la que
R. A. FÚNEZ « 101 »
comercio ya eso no fue posible. En segundo lugar, tampoco fue posible seguir
haciendo planteamientos colectivistas. Desde esta perspectiva el surgimiento
del comercio fue la institución que prácticamente desde los orígenes de la
humanidad, va a imposibilitar cualquier diseño que tenga como objetivo el
bien de toda una colectividad.
Si nos preguntamos la razón a la que recurre nuestro autor para establecer
dicha cuestión, afirma que “para crear este orden, diversos sujetos utilizaron
cierta información situada tan sólo a su alcance personal”.
Quizá sea esta la razón más importante que da Hayek para criticar
cualquier esfuerzo por organizar totalmente a una comunidad, los artífices
de esos diseños difícilmente pueden abarcar todo el conocimiento que se
encuentra diseminado en todos los individuos, por eso todo plan colectivista
está abocado al fracaso.
R. A. FÚNEZ « 103 »
posible mediante la delimitación de los distintos derechos individuales y
el establecimiento de los ámbitos en los que cada cual puede emplear los
medios por él conocidos para alcanzar sus objetivos (pero sobre todo no
entendieron que) todo esto es de la máxima importancia, ya que el hecho de
tener algo propio, por poco que sea, constituye la base sobre la que se puede
desarrollar una personalidad y que hace posible la aparición de un entorno en
el que el individuo puede tratar de alcanzar sus objetivos particulares”.
En definitiva, se trata del gran reto que le plantea la propiedad a la
inteligencia y nos encontramos con que la inteligencia es más bien un obstáculo
para entender adecuadamente la función de la propiedad en la sociedad.
Los seres humanos inexorablemente tenemos que hacer nuestra vida.
La vida la hacemos, como lo supo ver Comte, entre unas cosas que nos son
favorables y otras que son hostiles, pero forzados por la necesidad de vivir,
tenemos que optar entre unas cosas y rechazar algunas otras; las razones
últimas por las que procedemos de esa manera no es de manera inmediata
racional. No decidimos optar por unas cosas movido por la razón, porque
veamos con claridad que es ese el modo de proceder, sino que lo hacemos por
algo más elemental, por la necesidad de vivir, lo que nos fuerza, es la voluntad
de vivir. La inteligencia, me decía una alumna, es la capacidad de adaptarse al
medio. A lo que yo preguntaba, te adaptás al medio por que sos inteligente o
sos inteligente porque te adaptas al medio. Parece más bien que la inteligencia
es un producto de la adaptación de los seres humanos al medio.
Aunque sabemos que la inteligencia es algo diverso a la razón, muy bien
podríamos decir que la razón es un derivado de aquella primaria necesidad
de vivir. Y esa necesidad vital es la que en definitiva justifica el conjunto de
normas y valores que vamos adquiriendo. Es increíble, pero por muy duro que
nos parezca, lo que en última instancia decide acerca de por cual norma optar
es una especie de impulso, una tendencia, o si se quiere una preferencia,
prefiero una regla o norma en lugar de otra, estamos varios niveles debajo
de la imperiosa necesidad del afán inquiriente de la razón44. Por eso Hayek
apunta que “Cualesquiera que sean las normas que en definitiva decidamos
adoptar, nunca podrán justificarse sobre la base de la razón”
R. A. FÚNEZ « 105 »
a los seres humanos. Aparejar el salario de un obrero con el de un brillante
profesional responde, de alguna manera, al descubrimiento de aquel principio
fundamental. Cosa con la que Hayek no está de acuerdo, la civilización no es
fruto de previos acuerdos, sino que es producto de la evolución que ha ido
dando de sí situaciones que no estaban incoadas en una situación originaria.
La historia no es el despliegue de las premisas de un silogismo. Lo que
va dando de sí son situaciones completamente novedosas que nadie puede
prever. Esto es así piensa Hayek, porque “en un orden extenso la mayor
parte de los fines de la acción no son conscientes o deliberados […] los usos
heredados son producto de procesos de selección a lo largo de los cuales
compiten entre sí un conjunto de irracionales o, mejor dicho, injustificados
tipos de comportamiento, llegando hasta las generaciones siguientes tan solo
aquellos que, sin que nadie se haya propuesto intencionadamente, más han
contribuido a facilitar el crecimiento de la población de aquellos colectivos
que decidieron asumirlos, actitud que nada tiene que ver con las motivaciones
que indujeron a las gentes a hacerlo”.
No se trata, como lo insinuamos arriba, de que la historia sea despliegue
de lo que virtualmente se encuentre contenido en una situación determinada,
más bien parece que el planteamiento hayekiano está más en consonancia con
la parte de la neuroética que afirma que al optar de un modo determinado,
ese modo va creando una especie de predisposición en los individuos que los
condiciona a optar siempre en el mismo sentido.
Hayek dice que es un hecho que a lo largo de la historia unos grupos se
han desarrollado más que otros, y la razón se la atribuye a la adopción de unas
reglas morales determinadas, con ello no estaban previendo el futuro, ni sabían
los resultados que podían generar. Porqué se opta una regla en lugar de otra, es
una cuestión que no es la razón la que lo dirime. Sino que con ultimidad lo que
lo dirime es una especie de preferencia, una especie de ímpetu. A posteriori,
de lo que si podemos dar cuenta es de las circunstancias que permitieron, no
la adopción de la regla, sino que fuera esa regla y no otra la que permitió la
evolución de los diversos grupos. Al respecto Hayek, señala: “la adaptación a lo
desconocido constituye la clave de todo proceso evolutivo”.
Si queremos simplemente sobrevivir en un mundo cada vez más complejo
tenemos que ser capaces de poder adaptarnos a circunstancias en las que
R. A. FÚNEZ « 107 »
perspectiva Hayek apunta que: “el orden es deseable porque es capaz de
plasmar oportunidades de otro modo existentes”. Es un modo novedoso de
plantear el origen de las posibilidades.
Todos los hombres estamos situados en nuestra propia realidad, y
justamente en esa situación nos hacemos cargo de la realidad, es decir, nos
enfrentamos con esa realidad, y en ese enfrentamiento la realidad comienza
a entregarnos unas u otras posibilidades, Hayek, en cambio considera que
es más bien el orden en la situación la que podría plasmar posibilidades,
e incluso si se careciera de ese orden la realidad no entregaría ningún tipo
de posibilidades. Las posibilidades son de la realidad, pero no se nos hacen
presente sino a partir de un orden determinado.
También el orden permite vincular, permite la solidaridad, la solidez de
los distintos momentos que forman una situación determinada, a esa suerte
de solidaridad, Hayek llama la sinergia de la colaboración, y es justamente
esa sinergia la que pone en juego posibilidades creativas, que difícilmente
se elegirían si los seres humanos vivieran como Robinson Crusoe. Aquí lo
que importa señalar es que las posibilidades son descubiertas en la medida
en la que unos seres humanos entran a colaborar con otros seres humanos,
en esa colaboración se va creando una situación que nos va permitiendo
ver posibilidades. La solidaridad a la que nos hemos referido apunta, como
también lo dijimos, a esa figura que se constituye en las cosas al aprehender
sus notas como unas respecto de las otras.
Pues bien, si no se trata de una cosa cualquiera, sino de la sociedad la
solidaridad no indica que previamente se sepa la función que tienen que
llevar a cabo cada uno de los momentos que constituyen la sociedad, no se
trata de que una inteligencia superior prescriba cómo tienen que funcionar
aquellos momentos, es a lo que se refiere Hayek cuanto observa que “para
conseguir la autoformación de estructuras colectivas capaces de ordenar las
relaciones interpersonales, habrá que establecer condiciones de carácter
meramente general, al objeto de que cada elemento logre encontrar su lugar
en el orden. Para que en virtud de tal proceso, los individuos puedan contar
con las mayores oportunidades de éxito, a lo más que habrá que recurrir es
excluir a aquellos elementos que se muestren incapaces de adaptarse a las
normas requeridas”.
R. A. FÚNEZ « 109 »
a los que esperaban su bus46. Y regresaba con el cesto vacío. Las hermanas
seguramente no lo hacían porque se morían de la vergüenza.
La pregunta que hay que hacerse es por las razones de dicha vergüenza. Si
los seres humanos estuvieran convencidos que vendiendo panes en la calles
se iban a volver ricos, seguirían sintiendo la misma vergüenza, probablemente
no, en rigor, no es la actividad que se realiza la que da vergüenza, sino
dedicarse a una actividad “tan humilde” sin contar con la certidumbre de que
nos va a ir bien. Rigurosamente a lo que tenemos vergüenza es a que las cosas
no nos salgan bien, a esto es a lo que se refiere Hayek cuando observa que es
“ese visceral temor del hombre hacia lo que resulta poco familiar; ese miedo
ancestral a lo mágico y sobrenatural” es en donde reside su vergüenza. No
es tanto el verse expulsado del paraíso, para seguir con el ejemplo de Hayek,
sino el descubrirse desnudo.
A nuestro pensador le interesa apuntar que esta actitud no es sólo algo
que compete a la gente de la calle, sino que de algún modo es una actitud
que se comparte, incluso, con los mejores pensadores con los que nuestra
humanidad ha tenido el privilegio de contar.
¿En qué se funda dicha actitud, el miedo a lo desconocido? Hayek
apunta al menos dos cosas. La primera apunta al desconocimiento que se
tiene respecto al dinero, y la segunda a la secular condena del beneficio.
Evidentemente el desconocimiento del dinero es más bien propio de los
filósofos que de los economistas, por lo tanto esta crítica está orientada a
este tipo de pensadores, que Hayek considera que desconocen el papel que el
dinero desempeña en el establecimiento del sistema capitalista y que ignoran
igualmente la función que desempeña en el cálculo general de las valoraciones
que rigen el mercado. Frente a esto Hayek recuerda que “El dinero es un
instrumento indispensable para ampliar la recíproca cooperación más allá de
los límites del humano conocimiento y, consiguientemente, del cúmulo de
oportunidades que el individuo es capaz de descubrir”.
R. A. FÚNEZ « 111 »
señor x, porque sea mi amigo, se le compra porque está ofreciendo algo que
alguien necesita, y esta acción sólo es posible en la medida en la que ambas
partes se benefician. El beneficio, en este sentido, es lo único que puede
poner en relación a individuos que no sólo no se conocen y que tampoco
pretenden conocerse.
Es necesario atender bien a lo que está proponiendo Hayek, porque de
la comprensión de sus palabras puede provenir la intelección de la realidad.
No sé si somos conscientes de todas las palabras que utilizamos, es probable
que no, también es probable que ignoremos cuál ha sido el origen de dichas
palabras. Esto plantea al menos dos dificultades. La primera dificultad es que
ignoremos la función que dichas palabras cumplen en nuestra realidad. La
segunda dificultad es que por ignorar su origen, estemos utilizando palabras
que fueron creadas en un contexto diverso al contexto en el que actualmente
hacemos nuestra vida.
Vamos despacio por estas dificultades. No deben de ser muchas
las palabras que tenemos para entender la realidad. Esas palabras, con
toda seguridad, no las hemos creado nosotros, de hecho, es posible que
esas palabras no sean rigurosamente hablando creación de individuos
determinados, sino que es probable que tengan una fuerte raigambre social.
Estos términos son creaciones sociales que espontáneamente se normalizan
y son utilizados por la sociedad. Es evidente que aun en el caso de que las
palabras sean creaciones sociales buscan entender, dar cuenta de la realidad.
Hayek comenta esta situación del modo como sigue: “Las expresiones que
normalmente utilizamos están siempre condicionadas por nuestra propia
concepción o interpretación de la realidad”.
Claro, aquí Hayek apunta no que las palabras nos describan la realidad,
sino que es por la concepción que tenemos de la realidad la que condicionan
las palabras que utilizamos, pero de acuerdo a lo dicho, la realidad condiciona
las palabras que usamos y con esas palabras es con la que la entendemos. De
hecho mientras no tengamos la palabra precisa, no podemos estar seguros
de que estamos entendiendo la realidad, ya que como es un tema común en
filosofía, las palabras lo son de la realidad, son el modo como la concebimos.
Las palabras, tendrían que estar, como lo exige Bergson, hechas a la medida
de la realidad. El problema es, piensa Hayek, que no siempre se atina con
R. A. FÚNEZ « 113 »
mano de obra llevaba consigo la reducción de lo que hoy denominamos
productividad marginal y, consiguientemente, de la renta de los trabajadores”.
Se trata de una situación que no requiere ser muy audaz para darse cuenta
que es una amenaza para los trabajadores. Si la oferta de trabajo es inmensa,
los empleadores pueden hacer lo que se les antoje con todo ese ejército de
trabajadores. Sobre todo los mantienen en la inseguridad ante la posibilidad
real de ser sustituidos por cualquier otro. Se trata de un auténtico problema.
Aquí de lo que se trata es de presentar la solución que propone Hayek.
Este pensador conoce perfectamente bien el problema. Sin embargo, no
piensa que tenga que ser algo por lo que tendríamos que preocuparnos en
demasía. El problema no estriba en el aumento de la población. Al respecto
recuerda que “James Sullivan notó que, desplazadas las tribus aborígenes
norteamericanas por los colonos europeos, estos lograron que medio millar
de personas prosperaran donde antaño “un salvaje dedicado a la caza sólo
alcanzaba prolongar su mísera existencia”.
Está claro que el aumento de la población podría permitir que las gentes
vivan en mejores condiciones. Sin embargo, el aumento de la población trae
consigo retos que necesariamente hay que encarar. Actualmente el trabajo
que se exige a los trabajadores no es el trabajo homogéneo que se le exigía
al “obrero” en tiempos de Malthus. Hoy, piensa Hayek (1988), “el trabajo
es diversificado y especializado. A medida que se intensifican los procesos
de intercambio y se perfeccionan los medios de comunicación y transporte,
el aumento demográfico resulta favorable a la evolución económica, ya
que favorece una más acusada diversidad laboral y una aún más elaborada
diferenciación y especialización, todo lo cual sitúa a la sociedad ante la
posibilidad de aprovechar recursos económicos antes inexistentes y elevar
así notablemente la productividad del sistema”.
En este reacomodo en el que están las empresas para competir entre ellas
mismas, se encuentran con el hecho inconcuso de tener que contar con una
serie de trabajadores que sean especialistas en el área de su conocimiento.
Han aumentado las áreas en la que los trabajadores se ven obligados a tener
que laborar. Este hecho, es para Hayek esperanzador en la medida que ofrece
mayores oportunidades a una población en aumento. Por esta misma razón
R. A. FÚNEZ « 115 »
conservado y transmitido al menos durante el tiempo necesario para que los
grupos que las aceptaron pudieran desarrollarse y tuvieran la oportunidad de
extenderlas a través de la selección natural o cultural”.
A lo largo de este trabajo ya han ido apareciendo esas tradiciones a las que
se refiere Hayek, por lo tanto, el interés está en pensar qué tipo de vinculación
hay entre aquellas normas y la religión que las ha posibilitado. Esta inquietud
pretende evitar que se piense que la religión cumple exclusivamente un papel
ideológico. Por eso Hayek piensa que no hay nada en la religión de la que se
pueda deducir los valores en cuestión, para recordar a Kant, no se trata que
del análisis de la religión se deduzcan los valores que luego van a permitir un
orden extenso, pero esta preocupación a lo que en verdad apunta es a que se
establezca que “así como la creación del orden extenso no fue fruto de previa
intencionalidad, así tampoco existe razón alguna para suponer que el apoyo
derivado de la religión haya sido deliberadamente fomentado, o que haya
existido a este respecto una especie de “conspiración”.
R. A. FÚNEZ « 117 »
Actividad II
Con los elementos ofrecidos elabore un mapa conceptual.
Comentario de textos
R. A. FÚNEZ « 119 »
Críticos del sistema capitalista
47 Jevons Escribe cuatro o cinco años después del primer tomo del capital, su Teoría de la
economía política, pero de acuerdo a E. Dussel invierte las categorías de Marx; y de acuer-
do a Mises, el descubrimiento económico de Jevons, es la razón principal por la cual Marx
se niega a publicar el segundo y el tercer tomo de El capital.
R. A. FÚNEZ « 121 »
lo mismo el libro que el crucifijo antiguo o el crucifijo antiguo con el libro,
evidentemente no y sin embargo la igualdad se ha llevado a cabo, esto
significa que “son iguales a una tercera, que en sí y para sí no es ni la una ni la
otra (Marx 1998 46) y aquí lo que le interesa a Marx es indicar que esa tercera
cosa ya no es de la misma índole del valor de cambio y del valor de uso;
dijimos que tanto este como aquel, parecen naturales a las cosas útiles, en
cambio esa tercera, que permite la igualdad señalada, no es algo propio de la
cosa. Al respecto apunta Marx “ese algo común no puede ser una propiedad
natural […] de las mercancías¨ (Marx 1998 46).
Para descubrir que sea esto común Marx, procede como típico
fenomenólogo49, si lo que tenemos es por un lado valor de uso y por otro valor
de cambio, ¿qué ocurre si los ponemos entre paréntesis? Marx dice, si hacemos
abstracción, ¿qué nos queda?, “únicamente les restara una propiedad: la de
ser productos del trabajo” (Marx 1998 46), pero esto también ya lo dijo Smith,
¿es que acaso Marx lo único que está haciendo es un recuento de lo que se ha
dicho desde Aristóteles hasta Smith? Un largo texto de Marx nos va a permitir
responder a nuestras inquietudes. “Si hacemos abstracción de su valor de
uso, abstraeremos también los componentes y formas corpóreas que hacen
de él un valor de uso […]. Con el carácter útil de los productos del trabajo
se desvanece el carácter útil de los trabajos representados en ellos y, por
ende, se desvanecen también las diversas formas concretas de esos trabajos;
éstos dejan de distinguirse, reduciéndose en su totalidad a trabajo humano
indiferenciado, a trabajo abstractamente humano” (Marx 1998 47)
De este modo Marx no sólo ha descubierto el valor del trabajo del
ebanista o del albañil, sino que se ha encontrado cara a cara con el trabajo en
general. Lo que en rigor permite que se puedan intercambiar dos productos
es el trabajo invertido en aquellos, no interesa que sea trabajo campesino
o trabajo obrero, sino que importa que sea trabajo, o como lo llama Marx
trabajo abstracto, pero ¿qué es exactamente ese trabajo abstracto?, en la
respuesta a esta inquietud vamos a encontrarnos con uno de los aportes
más importantes de Marx, de un aporte del que se gloría en haber sido el
primero en descubrir esta dimensión del valor, al respecto apunta que
R. A. FÚNEZ « 123 »
cubrirse los pies, el zapatero, en el momento de fabricar un par de zapatos
no está pensando en los posibles $50 que vale el par de zapatos, sino que va
directamente a la satisfacción de una necesidad, en otros términos, se fabrica
un par de zapatos porque hay un par de pies que necesitan de aquellos, pues
bien a esa clase de trabajo, nuestro autor llama útil. Como trabajo útil, dice
Marx, “el trabajo es, independientemente de todas las formaciones sociales,
condición de la existencia humana, necesidad natural y eterna de mediar el
metabolismo que se da entre el hombre y la naturaleza, y, por consiguiente,
de mediar la vida humana” (Marx 1998 53).
También mirábamos más arriba que aunque los productos satisfacen una
necesidad, por lo variada que son las necesidades humanas, estos se ven en la
inexorable necesidad de tener que intercambiar los productos de su trabajo,
pero es evidente que no vamos a intercambiar un par de zapatos por otro par
de zapatos, sino que es probable que lo haga por un par de camisas, es decir
se intercambian mercancías diferentes, esta hace decir a Marx que también
el trabajo útil invertido en mercancías diferentes, es diferente. Por lo tanto, el
trabajo no es sólo útil, sino que esta utilidad es diversa, pero de esta manera
se instituye una nueva institución: la división social del trabajo. El trabajo útil,
produce un objeto útil, ¿qué queda si ponemos entre paréntesis la utilidad de
las cosas?, ¿qué ocurre si prescindo de la utilidad que tiene un par de zapatos,
o de la utilidad que tiene una camisa?, ¿qué nos queda? Si se prescinde, dice
Marx , del carácter determinado de la actividad productiva y por tanto del
carácter útil del trabajo, lo que subsiste de éste es el de ser un gasto de fuerza
de trabajo humana” (Marx 1998 54), en rigor Marx está interesado que
caigamos en la cuenta de que un objeto es útil porque subyace en él la vida
de su artífice, es “gasto productivo del cerebro, músculo, nervio, mano, etc,
humanos […] gasto de la fuerza de trabajo […] que todo hombre común […]
posee en su organismo corporal” (Marx 1998 54).
En definitiva, Marx aclara que “todo trabajo es, por un lado, gasto de
fuerza humana de trabajo en un sentido fisiológico, y es en esta condición de
trabajo humano igual, o de trabajo abstractamente humano, como constituye
el valor de la mercancía. Todo trabajo, por otra parte, es gasto de fuerza
humana de trabajo en una forma particular y orientada a un fin y en esta
condición de trabajo útil concreto produce valores de uso” (Marx 1998 57).
Sin embargo, hay una pregunta que urge responder, un par de zapatos no sólo
R. A. FÚNEZ « 125 »
Expuesto de este modo, quizá, el descubrimiento fundamental50 de Marx,
veamos lo que dice de la forma dineraria. Por ello afirma que de acuerdo
a Aristóteles, “la forma dineraria de la mercancía no es más que la figura
ulteriormente desarrollada de la forma simple del valor” (Marx 1998 73).
Para Marx la forma que realmente da cuenta del valor es precisamente lo
que llama forma simple, todos los demás modos de intercambiar mercancías
van a fundarse en aquel modo original. Pero de aquí Marx tiene que
emprender su viaje solo, porque piensa que el análisis ulterior de Aristóteles
va a malograrse, y esto ocurre precisamente porque el filósofo de Estagira
desconoce el concepto de valor.
Valor no es sólo valor de uso, ni valor de cambio, valor es trabajo vivo,
trabajo corporificado, trabajo humano. Pero la pregunta inicial a la que
queremos responder es ¿cómo devino el dinero en equivalente de las
mercancías?, esto ocurrió dice Marx porque en un inicio el oro era también
mercancía, por eso observa “al igual que todas las demás mercancías, el
oro funcionó como equivalente, sea como equivalente singular en actos de
intercambio aislados, sea como equivalente particular junto a otras mercancías
que también desempeñaban ese papel”, y “poco a poco, en ámbitos más
restringidos o más amplios, comenzó a funcionar como equivalente general”
de aquí “se transformó en mercancía dineraria […] llega a convertirse en la
forma de dinero”. De todos modos, concluye Marx “la forma simple de la
mercancía es […] el germen de la forma de dinero” (Marx 1998 86).
R. A. FÚNEZ « 127 »
Actividad II
Con los elementos ofrecidos elabore un mapa conceptual.
Comentario de textos
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R. A. FÚNEZ « 129 »
Franz Hinkelammert (1931)
Desde un inicio Hinkelammert deja claro su apreciación del sistema
capitalista, para este pensador el sistema capitalista es un sistema cínico, por lo
tanto, es importante poder exponer en este capítulo en qué consiste el cinismo
de dicho sistema. Además este autor también nos pone en la pista del modo de
proceder del sistema que va a ser criticado, dice que se trata de un sistema que
aplasta a aquellos que reivindican sus derechos humanos, en definitiva, a todos
aquellos que defienden la vida humana (cfr. Hinkelammert 1998, 249).
Digamos entonces que Hinkelammert considera que una nota constitutiva
del sistema capitalista es que atenta contra la vida. Este sistema va a tener
que enfrentar dos tipos de críticas, la primera proviene justamente de Marx
y aquí a Hinkelammert le parece claro que si los poderosos de la vieja Europa
tuvieron que unirse para hacerle frente al fantasma del comunismo fue
justamente porque lo consideraron una amenaza real, pero además está la
crítica de Nietzsche, ahora no sólo el comunismo recorre Europa sino que “el
nihilismo está ante la puerta” (Hinkelammert 1998, 249).
Hinkelammert está principalmente interesado en auscultar la razón de
este nihilismo, de la cual dice que “Nietzsche […] destaca el hecho hipócrita
y mentiroso de toda moral” y si nos preguntamos para quienes es que es
inquietante el nihilismo, resulta que lo es para aquellos que han sido
víctimas del sistema. El nihilismo es la reacción de aquel aplastamiento. Y
Hinkelammert busca analizar la “venida de este huésped inquietante, cuyo
nombre es nihilismo” (Hinkelammert 1998, 250).
Para ello va a comenzar criticando lo que llama capitalismo utópico.
Y lo primero que afirma es que “es falso que el interés propio, cuando se
encuentra en competencia, realiza el bien común” (Hinkelammert 1998, 251).
Es lugar común de liberales y neoliberales suponer que cuando los individuos
compiten entre sí buscando sus propios intereses esa lucha tiene como
resultado el bien de todos los miembros de la sociedad. El bien de unos pocos
contribuye al bien de todos.
Pero la afirmación anterior no sólo es falsa, que sea falsa apuntaría a un
defecto del conocimiento, que se enmendaría en la medida en la que se conoce
mejor la concurrencia, el problema se agrava cuando no sólo se trata de una
mera insuficiencia en el conocimiento sino que es deformación voluntaria de
R. A. FÚNEZ « 131 »
Hinkelammert comentando aquel hecho del sistema capitalista apunta
que “la competencia crea una máquina de bienestar, cuyo efecto inmanente
de aceleración excluye y expulsa fuera de la carrera aquellos que no
resultan capaces de imponerse en la competencia, y que no vuelven a tener
oportunidad alguna de encontrar de nuevo un lugar en ella” (Hinkelammert
1998, 254) este juicio es veraz, es un juicio de hecho; lo que se está haciendo
es describir el funcionamiento del sistema, pero no como fue también descrito
por Luis de Sebastián: un sistema que regido por una mano invisible era capaz
de orquestar todos los intereses egoístas de tal manera que surgía un bien
para la sociedad; aquí más bien lo que se describe es que si no se está al ritmo
del sistema este lo expulsa inexorablemente; frente a lo cual Hinkelammert
observa que queda abandonar aquel modo de entender el capitalismo,
y lo dice del modo como sigue: “eso se logra por la transformación de un
capitalismo utópico y por tanto comprometido con el bienestar general en
un capitalismo salvaje y cínico” (Hinkelammert 1998, 256) y más abajo y de
modo más duro afirma que “si se reivindica a la muerte como destino y si
el capitalismo resulta ser un sistema mortal, entonces el capitalismo es un
sistema que corresponde perfectamente a lo que pretende ser. Es un ser para
la muerte” (Hinkelammert 1998, 257).
Ellacuría (2001)pretendiendo decirnos en qué dimensión de la realidad
humana se inscribe el afán de filosofar recurria al modo de proceder de
Sócrates y decía que aquel filósofo griego fue forzado por una férrea actitud
crítica, decía que las cosas eran falsas por ser como eran, pero que podían
ser de otra manera, es decir, la dimensión crítica estribaba en decir que “no
le importaba tan sólo decir cómo son las cosas […] sino que las cosas sean,
que las cosas lleguen a ser como todavía no son y que por no serlo son falsas
e injustas”.
De esa dimensión crítica hace caso omiso el sistema capitalista, si aquella
postura socrática es crítica la postura capitalista, es realista, es verás, las cosas
son como son y no hay modo; hay que aceptarlas como son porque son como
deben ser, no hay que buscar detrás de lo que son, algo que deberían ser; las
cosas se agotan en ser lo que son y son lo que deben ser. Aquí no hay lugar
para la falacia naturalista, aquella que suponía poner de manifiesto el salto
ilegitimo desde lo que las cosas son a lo que deberían ser; aquí coinciden lo
que son con lo que deberían, las cosas deberían ser lo que son.
R. A. FÚNEZ « 133 »
porque ha sido larga la historia de explotación a la que han sido sometidas
nuestras sociedades, no esperemos que de la noche a la mañana se
resuelvan los problemas que tiene casi toda la historia patria en su haber, no
obstante, vamos por buen camino, pero de pronto y quizá como estrategia
norteamericana los diversos gobiernos de izquierda se han visto envueltos en
una enorme ola de corrupción que hasta al más desprevenido fuerza a pensar
que ocurrió? algunos de noble de corazón piensan que es la ambigüedad de
las instituciones la que posibilita la corrupción, pero los capitalistas pueden
argüir no será que se dieron cuenta que las promesas hechas son tan
imposibles de conseguir, y que frente a esa imposibilidad, estando seguros
que no van a poder cumplir, y sabiendo que sus sociedades han comenzado
a darse cuenta que no lo harán, quieren asegurar su futuro robando lo que
puedan? Aquellas promesas son los verdaderos ídolos, quien realmente hizo
creer en ídolos fue la izquierda al prometer cosas que no iba a poder cumplir.
No queda otra que aceptar las cosas como son, y al respecto Hinkelammert
apunta que “como no hay alternativa estos juicios de hecho se transforman
en deber. El mercado es un fetichismo […] sí, pero lo es y qué Si lo es, también
tiene que serlo […] El capitalismo es un sistema de explotación¿Y qué? El
capitalismo destruye al ser humano y a la naturaleza¿Y qué? Por qué no, si el
mundo es así y si no hay alternativa” (Hinkelammert 1998, 259).
Por esta razón, el gran problema para Hinkelammert va a ser “¿cómo
criticar el sistema cínico, si la crítica de la ideología dejo de ser operante?”
(Hinkelammert 1998, 260). En definitiva, lo que hace el sistema capitalista
es negar la realidad. Para que entendamos adecuadamente aquella negación
hay que saber primero qué entiende nuestro autor por realidad, solo de esta
manera van a ir apareciendo los perfiles claros de aquella negación.
Hinkelammert entiende que la realidad “es condición de posibilidad
de la vida humana” (Hinkelammert 1998, 260), lo real es todo aquello que
posibilita la vida. ¿En qué sentido el capitalismo niega la realidad? Poniendo,
dice Hinkelammert “entre el sistema y la realidad […] el automatismo del
mercado con su tendencia pretendida al equilibrio de la mano invisible”
(Hinkelammert 1998, 260), de la realidad ya se preocupa el mercado, lo que
hay que hacer es no interferir en los dinamismos propios de este mercado
para que pueda cumplir a cabalidad su finalidad.
R. A. FÚNEZ « 135 »
empleo, de la protección del medio ambiente, de los programas sociales y del
servicio público de salud. Es la utopía de la sociedad perfecta del mercado
total, que anuncia la destrucción como el camino realista de la construcción”
(Hinkelammert 1998, 265).
¿Cómo se niega la realidad? Hay toda una corriente de pensamiento
que piensa que la realidad no sólo no puede negarse, sino que estamos
irrefragablemente enraizados en la realidad; la realidad nos tiene plantados en
ella, de tal manera que no nos preguntaríamos por la realidad si previamente
no se diera este arraigo; incluso hay pensadores más soñadores que dan otro
paso y dicen que la realidad no sólo nos tiene arraigados sino que de algún
modo la realidad nos carga.
Todo esto no pasa de ser un discurso meramente estimulante para el
pensador capitalista; de hecho, la realidad comienza a negarse suponiendo
una realidad virtual; rigurosamente lo real de la realidad es la virtualidad,
lo real no es un ambiente contaminado, unos ríos sin agua, unos bosques
desforestados, y unos mares sobrecalentados, sino los paraísos idílicos de
Disneylandia. Con toda esta creación virtual, dice Hinkelammert, “los valores
de uso –condición de posibilidad de la vida humana- deja de ser criterio
relevante para el sistema. El sistema parece ahora producir él mismo su
realidad en la cual se desenvuelve” (Hinkelammert 1998, 266).
En una clase un alumno preguntó si alguien se había encontrado, en los
centros comerciales,a los ricos de este país, y ante la negativa, se preguntó
dónde hacen su vida. Es fácil imaginar que se inventan entornos inverosímiles,
paraísos en los que solo caben ellos, pero que nada tienen que ver con lo que
en verdad le pasa a la realidad verdadera. De todos modos, han creado una
realidad virtual que posibilita aún más que se ignore la realidad real.
Pero esto es insostenible; aquello de Dante de que en el infierno53 ya no
hay lugar para la esperanza y que Marx lo retoma para describir la entrada
del trabajador en la fábrica se ha hecho realidad, piensa Hinkelammert, con
53 La cita de Dante es como sigue: “Por mí se va a la ciudad del llanto; por mí se va al eterno
dolor; por mí se va hacia la raza condenada… ¡Oh vosotros los que entráis, abandonad
toda esperanza!”; y más adelante afirma “Hemos llegado al lugar donde te he dicho que
verías a la dolorida gente, que ha perdido el bien de la inteligencia”. D. Alighieri (2010) La
divina Comedia, Editorial Jurídica Salvadoreña, San Salvador
R. A. FÚNEZ « 137 »
Actividades
Actividad I
Elabore una breve biografía intelectual de Hinkelammert, e incluya sus
principales obras filosóficas.
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R. A. FÚNEZ « 139 »
Actividad III
Comentario de textos
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Análisis político
de la realidad
54 Dice Comte que un sabe positivo es el que esta atenido a las realidades, a diferencia del
hombre que vive entre quimeras Cf, CLF 125
R. A. FÚNEZ « 141 »
útil para quien lo lea, me ha parecido mejor buscar la verdadera realidad de
las cosas y no la simple imaginación” (Maquiavelo 1983, 72). Pero nuestro
autor no sólo va a evitar las quimeras de la fantasía, sino que está persuadido
que recurrir a aquélla, atenta justamente con cualquier esfuerzo de proponer
algo útil a los seres humanos, Maquiavelo, en este sentido, tiene como al
frente suyo, al destinatario de su trabajo, y se propone ofrecer algo que le
pueda resultar útil, y aquí útil55 se opone a la simple imaginación.
Divagar podrá ser placentero, pero no es en ningún caso algo útil, y un
príncipe, no puede darse el lujo de divagar porque con toda seguridad no se
mantendría ni un segundo en el poder. Por esta razón Maquiavelo comenta
que “quien deja lo que se hace por lo que debería hacerse no hace más que
aprender la ruina en vez de la salvación propia”(Maquiavelo 1983, 72) los
desafíos se presentan en lo que es, a lo que hay que responder es a lo que es.
Hay cierta inautenticidad en pretender que las cosas deberían ser de un modo
diverso a lo que son, de este modo se nos escapa lo que verdaderamente
son las cosas, con lo que fracasamos en el esfuerzo en responder a las cosas
mismas. Desde esta perspectiva Maquiavelo piensa que “todo príncipe que
desee conservar su autoridad aprenderá a poder ser no bueno y después
usara ese hábito, según dicte la necesidad” (Maquiavelo 1983, 72).
Si nos preguntamos qué es lo que hace que un príncipe sea príncipe, habrá
que decir que depende del uso que haga de su autoridad; en el ejercicio de su
autoridad se juega su realidad como príncipe. Pues bien, para que esto pueda
ocurrir de lo que se trata primariamente, es que aprenda a ser no bueno, pero
no se trata de cualquier aprendizaje, sino que se trata de un aprendizaje que
hace que lo aprendido sea asumido, sea metabolizado por el propio príncipe,
porque es de la única manera que podrá usar casi con naturalidad el hábito
de no ser bueno y es que parece que muchas veces es este hábito del que
depende la salvación del estado, por esta razón el político florentino sigue
apuntando que “el príncipe debe ser tan prudente como para evitar la mala
fama de los vicios que pueden inducir a desposeerle de su autoridad; y debe
alejarse de los otros, aunque no sean tan peligrosos. Ni ha de preocuparse
de que se le censure por defectos sin los cuales difícilmente puede salvarse
56 Hay que aclarar que cuando Maquiavelo dice liberal, no se está refiriendo al liberalismo
de los economistas clásicos
R. A. FÚNEZ « 143 »
los propios bienes de tal manera que es más “prudente aceptar el remoquete
de mísero, que engendra mala fama pero sin odio, que el título de liberal,
que necesariamente conduce a ser ladrón y produce la misma pésima fama,
acompañada de odio” (Maquiavelo 1983, 76).
En definitiva, una vez que nuestro autor ha registrado el hecho de la
conveniencia de la liberalidad, llama la atención sobre las dificultades reales
que provienen de ella; con lo que podemos decir que la primera cualidad del
príncipe es la de parecer liberal pero ser avaro. Seguidamente Maquiavelo
observa que “todo príncipe debe preferir que se le tenga por piadoso y no
por cruel” (Maquiavelo 1983, 77). Es evidente que si se tiene que optar entre
dos decisiones, la de ser cruel o la de ser piadoso, el príncipe querría que se le
tuviera por piadoso, lo que ocurre es que ser piadoso no tiene porqué atentar
contra el orden o la unidad de su principado.
Si el bienestar, la paz y la seguridad estuvieran en peligro, es más cruel para
el príncipe intentar pasar por piadoso; en el mismo sentido, a la larga algunas
expresiones de crueldad pueden ser más bien piadosas, al respecto apunta
nuestro político que “el príncipe no debe cuidar de que se le llame cruel si se
trata de mantener fieles y unidos a sus súbditos, pues con unos pocos actos de
benignidad será más piadoso que tantos otros que, por exceso de piedad dejan
crecer los desórdenes, con su secuela de asesinatos y latrocinios. Estos hacen
daño a toda la comunidad, mientras que las ejecuciones capitales ordenadas
por el príncipe son en daño de unos pocos” (Maquiavelo 1983, 77).
Lo anterior plantea la difícil cuestión para el príncipe de si es mejor
ser amado que ser temido. Y aquí aparece la visión pesimista que tiene
Maquiavelo de los seres humanos. Los seres humanos estamos hechos de
muy mala pasta, somos, dice Maquiavelo, ingratos, volubles engañosos, y
ansiosos de ganancias, desde esta perspectiva, dice nuestro autor que para el
príncipe “es mucho más seguro ser temido que amado” (Maquiavelo 1983,
78) esto no significa que por el hecho de ser temido se sea odiado; una cosa no
necesariamente lleva a la otra, un príncipe puede perfectamente ser temido
y no ser odiado y esto se logra si no se toca “los bienes ajenos porque los
hombres olvidan más fácilmente la muerte del propio padre que la pérdida
del patrimonio” (Maquiavelo 1983, 79).
R. A. FÚNEZ « 145 »
Ante la pregunta ¿puede ser de otra manera el príncipe? Habrá que decir
con Maquiavelo que no, la institución de la que forma parte está estructurada
de tal modo que es el único modelo de gobernante que soporta; si querés
ser hombre bueno no procures tomar el poder, porque el poder como lo dice
E. Dussel, es ambiguo y por muy buenas intenciones que tengas, una vez
que el dinamismo del gobierno se ha echado a andar este va conformando
al gobernante, si aspiras a ser príncipe el camino que queda es parecer ser
“piadoso, leal, humano, integro, religioso […] tener dispuesto el ánimo para
aparentar tenerlas si realmente no se las posee” (Maquiavelo 1983, 83).
En todo caso, el buen príncipe tiene que evitar ser odiado y menospreciado.
En cualquiera de los dos casos pone en serio peligro no sólo el principado, sino
su propia vida. Maquiavelo piensa que el modo más expedito de evitar tanto
el odio como el desprecio es por un lado evitando la rapacidad con los bienes
ajenos y evitar el atropello de las mujeres porque “cuando a los hombres no
se les quita los bienes o las mujeres, viven felices” (Maquiavelo 1983, 85).Por
otro lado, “el príncipe se hace despreciable cuando aparece voluble, frívolo,
afeminado, pusilánime, irresoluto” (Maquiavelo 1983, 85).
Hay dos actores frente a los cuales debe evitar tanto el desprecio como el
odio, por un lado están los poderosos de su Estado y, por otro, está el pueblo.
Haciendo un repaso del modo de proceder de los emperadores romanos
apunta que estos enfrentaban dos dificultades, una provenía del ejército y
la otra provenía del pueblo; aquellos tenían que tener buenas relaciones con
los soldados aunque tuvieran que atropellar al pueblo, porque estos eran
más débiles que aquellos; sin embargo, en tiempos de Maquiavelo, tiene más
poder el pueblo que el ejército. Sin descuidar a su ejército tiene que tener
contento a su pueblo porque “el príncipe debe temer poco las conspiraciones
si cuenta con la afición del pueblo; pero si el pueblo está descontento y lo
aborrece debe temerlo todo” (Maquiavelo 1983, 88).
También en este caso es recomendable que el príncipe se comporte como
león y como zorro y para lograrlo “deben dejar a otros la administración de
los asuntos ingratos y reservarse para sí la concesión de gracias y beneficios.
Porque el príncipe debe estimar a los grandes del Estado sin atraerse la
malquerencia del pueblo” (Maquiavelo 1983, 89), para Maquiavelo un aspecto
que no puede descuidar ningún príncipe es el afecto de su pueblo; nuestro
57 Esto lo tendría que tener muy presente D. Trump con su intención de construir un muro
de 3000 kilómetros en la frontera con México, mientras muchos de sus compatriotas no
se sienten representados con su gobierno
R. A. FÚNEZ « 147 »
satisfacción del vencido, sin que tengas razón alguna que te justifique ni
persona que te dé refugio. Porque el vencedor (habiendo sido tu neutral) no
quiere amigos sospechosos que no se decidan a ayudarle en la adversidad; y
el vencido no te recibirá porque no le ayudastes en el momento de la lucha”
(Maquiavelo 1983, 105).
Pero, también piensa Maquiavelo que al pueblo se le tiene a gusto si se
le divierte con fiestas y espectáculos y sobre todo si se le anima a “ejercer
tranquilamente su profesión, en el comercio, en la agricultura y en cualquier
otra actividad” (Maquiavelo 1983, 107).
Hemos dicho que un príncipe es fuerte como un león y astuto como un
zorro, pero nada hemos dicho acerca de la inteligencia del príncipe, algo
podemos deducir a partir del retrato que hemos ido construyendo. Sin
embargo, nuestro político también lo trata explícitamente. Se suele decir que
si un jefe es inteligente necesariamente se rodea de gente inteligente, los
allegados, los hombres de confianza, los consejeros, etc, de un príncipe tienen
necesariamente que ser agudos. Se suele creer que en la cadena de mando
de una determinada organización los jefes intermedios, lo único que hacen es
transmitir la información que el jefe supremo necesita que se conozca; aunque
esto sea de algún modo verdad, un jefe inteligente tendría que rodearse de
gente lista, no sólo como asesores sino como subalternos suyos, porque de
acuerdo a Maquiavelo “la primera conjetura que se hace de la inteligencia de
un señor se funda en los hombres que lo rodean” (Maquiavelo 1983, 108),
fácilmente se advierte que si un señor se rodea de gente simple no es porque
sea muy audaz, sino porque también es simple.
Pero el que un consejero sea sapientísimo no garantiza que sea fiel
a su señor, el príncipe puede cometer el desliz de elegir un tipo listo pero
oportunista, para evitar este peligroso entuerto dice Maquiavelo que hay un
criterio seguro para discernir si un ministro es o no leal: “cuando veas que el
ministro piensa más en sí mismo que en ti y que en todos sus actos sólo busca
el propio bien, puedes decir que no es un buen servidor, ni podrás nunca
fiarte de él” (Maquiavelo 1983, 109)
R. A. FÚNEZ « 149 »
Actividad II
Con los elementos ofrecidos elabore un mapa conceptual. Elija un problema
de la realidad nacional y aplique este sistema categorial en su propuesta de
solución.
Comentario de textos
“el príncipe debe ser tan prudente como para evitar la mala fama de los vicios
que pueden inducir a desposeerle de su autoridad; y debe alejarse de los otros,
aunque no sean tan peligrosos. Ni ha de preocuparse de que se le censure por
defectos sin los cuales difícilmente puede salvarse el Estado; porque si bien
miramos todo, algo habrá con apariencia de virtud que, de seguirlo, será su
ruina; y algo con aspecto de vicio, de lo que se sigue bienestar y seguridad”.
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R. A. FÚNEZ « 151 »
John Stuart Mill (1806-1873)
Es evidente que nuestra sociedad está atravesando por profundas
dificultades, desde el calentamiento global hasta la muerte por hambre de
miles de seres humanos; la pregunta es cuál es la manera para, al menos,
plantear bien tan agudos problemas. Se trata de encarar dichas dificultades
como sociedad o se trata más bien que cada individuo asuma la responsabilidad
que le corresponde, con lo que de algún modo comenzarían a solucionarse
aquellos problemas.
En esta parte de nuestro estudio, queremos justamente reflexionar
sobre la importancia de la individualidad y para ello vamos a exponer lo que
piensa Stuart Mill sobre dicha problemática. Queremos indicar que cuando se
enfrenta un problema determinado, resulta muchas veces más fácil responder
individualmente que como familia; la solución como familia muchas veces
demora las acciones que se pueden hacer para resolver el problema en
cuestión; además es frecuente que no todos los miembros sientan el mismo
entusiasmo de tirar en una dirección común; todo ello dificulta la resolución
de los problemas; por lo que es muy frecuente que un miembro arriesgado
de la familia tome la resolución de enfrentar y solucionar la dificultad en
cuestión, con lo que logra al menos una cosa, salir individualmente del
problema, mientras que la familia continúa sin ver pistas de solución; la
enorme dificultad que aquí se plantea es si es ese el modo de proceder para
resolver los problemas fundamentales que tiene la sociedad; ya sabemos que
individualmente aquella persona tiene resuelto su problema, pero se resuelve
de ese modo el problema de la sociedad, del mundo, esas inquietudes es
bueno que las retengamos mientras exponemos a este pensador inglés.
Cuando hablamos de individualidad vamos a colocarnos en la esfera de
la acción humana, no estamos pensando exclusivamente en la libertad que
puedan tener los hombres para decir lo que piensan, sino más bien en la
responsabilidad que tienen que asumir por las consecuencias de sus acciones.
Dice Stuart Mill que los hombres deben “ser libres para actuar de acuerdo
a sus opiniones, es decir, aplicarlas a su vida […] siempre que sea bajo su
responsabilidad y a su propia costa” (Stuart Mill, 1991, 89).
La principal preocupación que tenemos los hombres con nuestras propias
opiniones, no es necesariamente darlas a conocer a los demás, sino que en
R. A. FÚNEZ « 153 »
y no de otra cosa, al respecto Stuart Mill observa que “el privilegio y la
condición apropiada de todo ser humano que haya llegado a la madurez de
sus facultades, consiste en utilizar e interpretar la experiencia en la forma que
desee. Tiene que encontrar por sí mismo qué parte de la experiencia habida
puede aplicarse adecuadamente a su propio carácter y circunstancia” (Stuart
Mill, 1991, 93).
Todos tenemos como base una determinada experiencia, de hecho, lo
que decimos y hacemos se funda en la experiencia de la que partimos, pero el
hecho de que la experiencia sea parte inherente de nuestra vida no significa
que podamos dar cuenta de esa experiencia; por esa razón nuestro pensador
inglés va a afirmar que dar cuenta de aquella experiencia es señal de que no
solo estamos haciendo uso de nuestras facultades, sino que hemos llegado a
la madurez de poder hacer uso adecuado de ellas.
Pero, en segundo lugar, hacer buen uso de aquellas facultades no significa,
como va a echar en cara mucho más adelante B. Russell, recurrir a un lenguaje
alambicado y esotérico del que sólo tiene conocimiento los técnicos, sino que
es justamente en el tratamiento que se hace de la experiencia de cada cual,
en la que se manifiesta que nuestras facultades han llegado a su madurez.
En tercer lugar, se trata de una experiencia individual; nadie niega que la
experiencia tenga o pueda tener, una dimensión social; pero sin duda no es la
dimensión social la que tiene que ajustarse a cada individuo; como cada ser
humano es una individualidad, necesariamente se ve forzado a solo recurrir
a aquellos aspectos que mejor se inscriban dentro de su realidad individual,
empresa que no es fácil dado el intento por homogenizar la realidad humana;
lo propiamente heroico no es reconocerse como una realidad social, sino
como una realidad individual que tiene que irse construyendo con elementos
que son parte de una realidad social.
Hay que insistir que educarse en la individualidad no es una empresa fácil,
en general como lo dijimos arriba, es más fácil ser miembro de la manada;
la individualidad es algo en lo que se entrena; si queremos hacer uso de la
propia individualidad, no hay otro camino que entrenarse, como lo hace el
buen arquero, cotidianamente. Desde esta perspectiva, Stuart Mill observa
que “las facultades mentales y morales, del mismo modo que las musculares,
solo se desarrollan si se utilizan, y esas facultades no se ejercitan si una cosa
R. A. FÚNEZ « 155 »
Es un modo de decir que hay que saber mirar, la individualidad comienza
con esta mirada; es la que capacita al razonamiento correcto y atinado; la
lógica no comienza con la razón, sino que parece que la lógica comienza con
aquello de “haber sido visto por los propios ojos”. La lógica comienza con
la observación. Y solo una vez que hemos visto y pre-visto lo que hay que
hacer, nos apropiamos de aquellas decisiones más pertinentes para para
que nuestra actuación sea atinada.En otras palabras, servirse de la propia
observación, del propio razonamiento y de nuestra capacidad de elegir, es lo
que nos hace individuos.
Aquí cabe preguntar, ¿pero todo esto no parece ir en contra de la mejor
tradición filosófica?; sobre todo de aquella que considera que el conocimiento
correcto de los seres humanos, no puede confiar en los datos de los sentidos
dado que estos juegan a engañarnos, a jugarnos malas pasadas; al respecto
nuestro filósofo apunta que “las creencias y limitaciones, los impulsos y
deseos forman parte del ser humano perfecto […] los hombres no actúan
equivocadamente porque sus deseos sean muy fuertes, sino porque su
conciencia es débil” (Stuart Mill, 1991, 96).
Aquí el énfasis está en afirmar que los deseos y los impulsos son las
dimensiones fundamentales de los seres humanos; de hecho, sin ellos no
podríamos hablar de un hombre perfecto, la perfección estriba en tener
deseos fuertes. De hecho, continúa afirmando Stuart Mill “se dice que una
persona tiene carácter cuando tiene deseos e impulsos propios, que son
expresión de su naturaleza, según se ha perfeccionado y modificado por su
cultura” (Stuart Mill, 1991, 97)
¿Por quénuestro pensador da tanta importancia a los impulsos y deseos?
No se trata tan sólo de un problema de conocimiento, sino de un peligro real.
Los hombres actuales no están en la situación en la que se encuentran porque
deseen mucho, más bien parece que es lo contrario, “el peligro que amenaza
a la naturaleza humana no es el exceso, sino la deficiencia de los impulsos y
preferencias personales” (Stuart Mill, 1991, 98).
Es posible que esta falta de motivación puede tener orígenes múltiples,
muchos de ellos tratados desde la sociología, sobre todo por G. Standing;
sin embargo, el hecho constatable es la falta de arrojo del hombre actual; al
hombre arriesgado, aventurero, ávido de novedades, capaz de trazarse metas
R. A. FÚNEZ « 157 »
tendrán la oportunidad de ser también originales” (Stuart Mill, 1991, 105).
No se les hará originales, sino que se harán originales, la originalidad de los
que han llegado a serlo, les dará la lección de que es preferible ser originales
a seguir los dictados de los demás, la principal ayuda es la de erigirse en una
especie de modelo. Parece que es mejor ser así, que estar repitiendo lo que
los demás dicen.
Pero además Stuart Mill afirma que “la iniciación de todo lo que es sabio
o noble viene y debe venir de los individuos; y en principio, generalmente, de
un solo individuo. El honor y la gloria del hombre común consisten en que es
capaz de seguir esa iniciativa; en que puede reaccionar interiormente a todo
lo que es sabio y noble, y que puede ir a ello con los ojos abiertos” (Stuart
Mill, 1991, 107).
Hay tres cosas que por lo menos vale la pena acentuar de texto de Mill, la
primera es la afirmación de que lo noble proviene de los individuos; nuestro
autor sabe perfectamente que hay autores que piensan que lo sabio y lo noble
proviene no de los individuos, sino de la sociedad. Mill es contemporáneo
de A. Comte y este filósofo afirma que el individuo es un abstracto y que lo
concreto es lo social59. No obstante, Mill piensa que es del individuo de donde
proviene lo noble y sabio.
Lo segundo en lo que hay que reparar es en la afirmación de que no son
los individuos sino de un solo individuo. No se trata e insistamos en ello, que
sea porque se le ha tratado bien, sino que ocurre en la realidad que no son
los individuos los que escudriñan la realidad sino que se trata de algunos
individuos, no nos interesa en este momento preguntarse por las razones60,
sino que importa constatar el hecho; algunos individuos son los que dan
cuenta de la realidad, y es a esos individuos a los que hay que atender.
Pero, en tercer lugar, la atención no estriba en que se va a derramar
la sabiduría en todos los demás, lo que ocurre es que si uno de ellos fue
R. A. FÚNEZ « 159 »
Actividades
Actividad I
Elabore una breve biografía de Stuart Mill, e incluya sus principales obras
filosóficas.
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R. A. FÚNEZ « 161 »
Actividad III
Comentario de textos
“es conveniente […] que haya diferentes experiencias de la vida, que deba
darse plena libertad a las diferencias de carácter, sin que esto signifique
daño para los demás, y que el valor de los distintos modos de vida deba
demostrarse prácticamente, si alguien quiere experimentarlos. En pocas
palabras, es conveniente que se afirme la individualidad en todo lo que no
concierna primordialmente a los demás”.
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R. A. FÚNEZ « 163 »
ciencia, etc., sino que se trata de encontrar en la filosofía misma la política61,
como nota constitutiva suya. Desde esta perspectiva, Ellacuria apunta que
“entenderíamos como filosofía política la necesidad que tiene la filosofía –por
el mero hecho de ser filosofía- a tener toda ella una dimensión política. El
problema está, entonces, en determinar cuál es esta dimensión y porque es
así (Ellacuría, 2005, 49).
En este sentido, nuestro filósofo va tras la determinación de aquella
dimensión, y lo primero que constata es que es propio de la filosofía y, por
supuesto, del filósofo pensar desde una situación determinada. Todo ese
esfuerzo tanto de E. Dussel como de Boaventura Sousa de recordarnos que si
pensamos lo tenemos que hacer desde la periferia, y que ello implica no solo
la descolonización de nuestro saber, sino la creación de las epistemologías del
sur, es ciertamente un modo de recordarnos que si nuestro pensar aspira a
ser auténtico, tiene necesariamente que asumir la experiencia desde donde
se hace, pero esto no se hace dice Ellacuría por mera opción de la filosofía,
sino que es algo propio de la filosofía misma. Por eso apunta que “el filósofo
–si realmente lo es- filosofa desde su situación, y esta situación es hoy más
que nunca una situación pública y política, configurada últimamente por esta
dimensión de publicidad política (Ellacuría, 2005, 49).
Si pensar únicamente puede hacerse desde donde estamos instalados y ese
locus es hoy un locus político, significa que aquel pensar es inexorablemente
político. Pero recordemos que se trata de un pensar filosófico y esto significa
que “la filosofía pretende ocuparse de lo que es últimamente la realidad,
de lo que es la realidad total en cuanto total”, pareciera que afirmar que la
filosofía trata de lo que últimamente sea la realidad implicaría que entonces
se trata de una disciplina que tiene que habérselas con cuestiones sumamente
abstractas, a las que únicamente solo unos pocos iluminados pueden tener
acceso a ello. No obstante, nuestro filosofo piensa que la ultimidad de la que
trata la filosofía es lo más concreto, por ello apunta que “esta totalidad de lo
real exige una total concreción y esta total concreción está determinada por
R. A. FÚNEZ « 165 »
situación real sobre la realidad más total y concreta” (Ellacuría, 2005, 53).
En definitiva, Ellacuria piensa que el problema de filosofía y política está mal
planteado porque se propende a ver en la política una dimensión externa a
la filosofía; de este modo en el planteamiento mismo del problema se pierde
de modo definitivo, la manera adecuada de entender esta dificultad; por
eso nuestro pensador dice que es la filosofía la que es política y, lo es, tanto
porque el filósofo es un ser humano situado, como porque la filosofía de lo
que trata es justamente de aquella situación; exigiéndose de la filosofía un
tratamiento con ultimidad de esa realidad, recibe su máxima concreción en la
historia; la historia es la concreción de la realidad.
La siguiente pregunta que nuestro autor tiene necesariamente que
responder es sobre el modo que tenemos de habérnosla con esa filosofía,
que es desde si misma política. Y la respuesta que va a dar Ellacuria es que
sólo puede hacerse desde la filosofía; la politización de la filosofía sólo puede
enfrentarse desde la filosofía. ¿Y no es esto lo que secularmente ha hecho la
filosofía?, ¿no fue esto lo que intentó Platón, Tomas Moro, e incluso Hegel?
Esta inquietud nos fuerza a que le preguntemos a nuestro pensador qué
es lo que en rigor anda buscando, ya nos dijo que se trata de una filosofía que
es política; pero ahora el punto es que nos diga cómo enfrentar dicha filosofía.
Hasta ahora, por el modo de plantearse el problema, podemos afirmar que
se ha hecho o desde una inteligencia contemplativa o desde una inteligencia
práxica; con lo que de algún modo se pierde, decíamos más arriba, la totalidad
de la realidad.
De alguna manera ya ha ido apareciendo la propuesta de Ellacuria, lo que
aquí vamos a hacer es explicitarla mejor, y digámoslo de una vez, a aquel
logos contemplativo y práxico debe suceder un logos histórico. Por lo tanto,
nuestra tarea va a consistir en ir exponiendo las peripecias por las que pasa
nuestro filósofo, para dejar perfilada en la mente del lector su propuesta.
Para ello comienza a pasar lista por las distintas concepciones de filosofía, que
ha habido a lo largo de la historia de esta disciplina, y comienza recordándonos
que el primer concepto fue un saber acerca de las cosas (Ellacuría, 2005,
55). Un tema aparentemente tan abstracto ha desempeñado, a lo largo de la
historia de la filosofía, una función de primer orden, de hecho la historia de la
filosofía puede hacerse atendiendo al modo como se respondió a qué es saber,
R. A. FÚNEZ « 167 »
ido entregando a las generaciones posteriores ese modo de enfrentarse con
la realidad; en este sentido la filosofía es una construcción histórica.
En segundo lugar, puede entenderse esta dimensión histórica de la filosofía
como ese hacerse cargo de la realidad en la que se encuentra situada, a la
instalación de la filosofía en su situación. Esta situación, para utilizar palabras
de J. Sobrino, es la que da que pensar a la filosofía, es la que pone en marcha
a la filosofía. Digamos, mejor, a la inteligencia filosófica, porque como afirma
Ellacuria “la filosofía tiene que ver directamente con la inteligencia y, según la
función última que se atribuya a la inteligencia” (Ellacuría, 2005, 59).
¿A qué tipo de inteligencia es a la que se refiere nuestro autor, a una
inteligencia meramente contemplativa, a una inteligencia meramente
práxica? a estas inquietudes responde afirmando que “la inteligencia seria
ante todo la actividad transformadora de la propia vida, después de la vida
ciudadana y aun del mundo material a través de esa inteligencia activa que
maneja la techne, la técnica, en sentido aristotélico” (Ellacuría, 2005, 59).
Desde esta perspectiva, la inteligencia, lo mismo que la filosofía y por
supuesto el filósofo es algo radicalmente situado, radicalmente histórico,
no podemos ser inteligentes del mismo modo si estamos situados no sólo
en dos momentos históricos distintos, sino si estamos colocados en dos
lugares distintos, esto lo ha visto perfectamente bien no sólo la filosofía de
la liberación latinoamericana, sino la teología de la liberación. A Los teólogos
europeos su inteligencia no les permitió sino pensar y repensar la noción
de libertad, en cambio, los teólogos latinoamericanos fueron capaces de ir
más allá, es decir a la liberación, y esto fue posible porque la inteligencia
es una realidad situada, histórica; por eso Ellacuría sigue afirmando que “La
inteligencia histórica es, por lo pronto, una inteligencia situada, es decir, una
inteligencia que sabe que no puede entrar en el fondo de sí misma más que
situadamente y pretendiendo entrar al fondo de la situación tomada en su
totalidad […] supone e implica que la realidad histórica y que, por tanto, solo
un logos de la historia, un logos histórico, un logos dinámico puede dar razón
de la realidad (Ellacuría, 2005, 59).
Volvamos al punto de nuestra exposición de la filosofía de este pensador
vasco, dijimos que el problema de la filosofía política había sido mal
planteado por la historia de la filosofía; ahora decimos que el modo adecuado
R. A. FÚNEZ « 169 »
Actividades
Actividad I
Elabore una breve biografía intelectual de Ellacuría, e incluya sus principales
obras filosóficas.
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R. A. FÚNEZ « 171 »
Actividad III
Comentario de textos
“el saber teórico lleva a una práctica y configura y es configurado por una
situación; el saber práctico es un saber situado e implica y produce un saber
teórico; el saber histórico es a la par teoría y acción. La forma suprema de la
intelectualidad sería aquella que potenciara al máximo esa triple dimensión
de la inteligencia, y la forma más perfecta de filosofía sería igualmente aquella
en que fueran más potenciadas y unificadas las tres posibles dimensiones”.
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Análisis filosófico
de la cultura
R. A. FÚNEZ « 173 »
tenemos que preguntarle a nuestro filósofo, no sólo lo que esconde tras de
sí una mercancía, sino que importa mucho saber cómo logra K. Marx, llegar
a tan radical conocimiento. Lo primero que apunta es que la mercancía sufre
una especie de trasmutación; del mismo modo que el alquimista transmutaba
carbón en oro, el dueño de los productos los convierte en mercancías, y ya en
este estado es que se nos presenta, como dice Marx, endemoniadamente; se
enloquece, de tal modo que se pone hasta de cabezas62.
De tal modo que esto lleva a nuestro filósofo a preguntarse ¿de dónde
brota el carácter enigmático que distingue el producto del trabajo no bien
asume la forma de mercancía? Pienso que va a consistir en que la mercancía va
a posibilitar que se tomen unas cosas por otras. Vamos a citar un largo texto en
el que describe esta conversión: “la igualdad de los trabajos humanos adopta
la forma material de la igual objetividad de valor de los productos del trabajo;
la medida del gasto de fuerza de trabajo humano por su duración, cobra la
forma de la magnitud del valor que alcanzan los productos del trabajo; por
último, las relaciones entre los productores, en los cuales se hacen efectivas
las determinaciones sociales de sus trabajos revisten la forma de una relación
social entre los productos del trabajo” (Marx 2008, 88).
Cuando el producto deviene mercancía, le tiene sin cuidado si en su
elaboración se invirtió trabajo humano, no se trata de cualquier trabajo sino
de trabajo estrictamente humano, gasto de cerebro, nervio, musculo, órgano
sensorio. Sin embargo, una vez que la mercancía está patas arriba prescinde
por completo de su origen.
En segundo lugar, el tiempo de trabajo invertido se convierte, por ejemplo,
en $5, de aquí a olvidar la relación que se construyó entre los trabajadores,
sólo hay un paso, ya no se trata de dos obreros que cooperan en la fabricación
de un producto, sino de la relación de un producto con otro producto, por esto
afirma Marx que “lo misterioso de la forma mercantil consiste sencillamente,
pues, en que la misma refleja ante los hombres el carácter social de su propio
trabajo como caracteres objetivos inherentes a los productos del trabajo,
como propiedades sociales naturales de dichas cosas, y, por ende, en que
62 Me queda la sospecha de si Marx está analizando la simple y vulgar mercancía, que se
nos ofrece tan inocentemente en el supermercado o está atribuyéndole virtualidades que
solo existen en la cabeza analítica de Marx. Esta sospecha es legítima y vale la pena tenerla
presente para valorar en su justo término la postura marxiana
R. A. FÚNEZ « 175 »
que pule, etc. se trata estrictamente hablando de trabajos privados, cada
cual desempeña la actividad que se le ha encomendado y lo hace bien, pero
es evidente que la unidad de todos aquellos trabajos “constituyen el trabajo
social global” (Marx 2008, 89).
Pero este trabajo social tiene que inferirlo el observador, porque cada uno
de los trabajadores está en lo que está, pero un alfiler no podría producirse si
no se suma cada uno de los trabajos privados, entonces,¿en qué momento
nos enteramos de la dimensión social del trabajo? Marx, dice que “como los
productores no entran en contacto social hasta que intercambian los productos
del trabajo, los atributos específicamente sociales de estos trabajos no se
manifiestan sino en el marco de dicho intercambio”. Es decir, lo que hace real
aquel trabajo privado es el intercambio. ¿Qué ha ocurrido? Que el producto del
trabajo además de su uso, adquiere una nueva dimensión, es decir, un valor, “se
producen cosas útiles destinadas al intercambio” (Marx 2008, 90).
Pero este valor lo que hace, dice Marx, es transformar a todo el producto
del trabajo en un jeroglífico social. No dice lo que realmente es, sino que se
presenta como apariencia de objetividad que envuelve los atributos sociales
del trabajo. Aquí importa insistir en que esto es así porque es lo que tiene
“vigencia para […] la producción de mercancías” (91)63. Cuando el sastre
fabrica una camisa no está pensando en usarla, sino que su atención está
puesta en identificar el público que pueda comprarla, está pensando por
cuánto puede venderla, y, por tanto, cuál va a ser su ganancia, por esto dice
Marx que “lo que interesa ante todo, a quienes intercambian mercancías
saber cuánto producto ajeno obtendrán por el producto propio, en qué
proporciones, pues, se intercambiaran los productos” (Marx 2008, 91). No
cuenta, primariamente el cansancio, el desgaste físico, o la intemperie del
comprador, sino que interesa el precio por el que se va a vender, y el dinero
con el que el otro puede contar.
Rigurosamente hablando la relación que aquí se establece no es entre
un sastre y un hijo de vecino que necesita la camisa, sino entre, supongamos
R. A. FÚNEZ « 177 »
controla, sino que nos lleva a ignorar el proceso que le dio origen. El sistema
capitalista en tanto cúmulo de mercancías es alienante64 justamente porque
esconde la explotación en la que se funda, por eso dice Marx que “todo el
misticismo del mundo de las mercancías, toda la magia y la fantasmagoría que
nimban los productos del trabajo fundados en la producción de mercancías,
se esfuma de inmediato cuando emprendemos camino hacia otras formas de
producción” (Marx 2008, 93).
De aquí que Marx se comprometa a exponer otras formas de producción.
Para demostrar que es el sistema capitalista el que encubre las relaciones de
explotación; eso no ocurría en ningún otro sistema, esto no significa de que no
hubiera explotación, pero al menos el que era explotado sabía que lo estaba
siendo; mientras que cuando dos compradores se pavonean en los centros
comerciales, se comportan al mejor estilo principesco, ignorando por entero
la sangre, los nervios, la vida que hay encarnado no sólo en el dinero que se
dispone a gastar en el caso que compre al contado, sino en las mercancías de
las que se apropia, por eso es que las mercancías juegan a embellecerse para
evitar cualquier sospecha de que vienen saliendo del infierno.
Bueno pues entremos a exponer aquellas formas de producción. Dice
Marx que como la economía es afecta a las robinsonadas nada mejor que
comenzar una posible forma de producción en la que este personaje tenga
que ganarse su vida. Robinson, dice nuestro filósofo, tendrá que “fabricar
herramientas, hacer muebles, domesticar llamas, pescar, cazar, etcétera”
(Marx 2008, 93). Lo que a Marx le interesa es que “pese a la diversidad de sus
funciones productivas sabe que no son más que distintas formas de actuación
del mismo Robinson” (Marx 2008, 93). Pero sobre todo “todas las relaciones
entre Robinson y las cosas que configuran su riqueza, creada por él, son tan
sencillas y transparentes que hasta el mismo señor Max Wirth65, sin esforzar
mucho el magín, podría comprenderlas” (Marx 2008, 94).
64 Marx, no utiliza esta categoría en la sección que estoy exponiendo, como todos sabemos,
la noción de alienación es más propia del Marx joven, no es nuestra finalidad entrar en
esta discusión sino más bien decir, que la noción de alienación recibe su contextura teórica
en el Marx de El capital, justamente con la noción de fetichismo. Es decir, el modo más
acabado de la sociedad capitalista de extrañar a los seres humanos entre sí, reside justa-
mente en el velo fantasmagórico de las mercancías.
65 Quisiera llamar la atención sobre un dato que es crucial para enfrentarse a Marx, y es la
carga de ironía que hay en sus escritos, se trata de una ironia fina, que hace incluso atrac-
tiva su forma tan difícil de escribir.
R. A. FÚNEZ « 179 »
Actividades
Actividad I
Escriba un ensayo de 500 palabras sobre el modo en el que usted piensa
que se pueden articular el campo económico, el campo político y el campo
cultural.
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R. A. FÚNEZ « 181 »
Actividad III
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R. A. FÚNEZ « 183 »
Este libro se terminó de imprimir
en el mes de enero de 2019
en los talleres de Tecnoimpresos, S.A. de C.V.
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ciudad de San Salvador, El Salvador, C.A.