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Mujeres-Esclavas
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de los esclavos hace dos siglos. Como durante los milenios de acepta-
ción indiscutida de la esclavitud, la antiquísima opresión de la mujer
se justifica invocando a la ''naturaleza'' -a presuntas desigualdades --
'Inaturales!'! de la especie humana que todavía parecen obvias y verdade-
ras. La inmensa mayoría de las gentes de este planeta -tanto mujeres
como hombres- están profundamente convencidos de que las mujeres poseen
una ''naturaleza'' distinta de los hombres, y que estas diferencias ''na-
turales'' hacen que la mujer sea inferior. Las personas educadas en los
países de civilización urbana, especialmente las que se consideran a sí
mismas como liberales o socialistas, niegan a menudo que estas diferen-
cias equivalgan a sus ojos a una inferioridad real. El que las mujeres
difieran de los hombres, arguyen, no significa que no sean sus ¡guales.
Dicho argumento es pura hipocresía...... La mayoría de lo que se cele-
bra como conducta típicamente ''femenina!'' es simplemente una conducta in
fantil, servil, débil, inmadura. En realidad, mientras las mujeres- -
presten atención a los estereotipos de conducta ''femenina'' (que, de mo-
do insultante, se atribuyen a su ''naturaleza'') no podrán llegar a ser -
adultos independientes y plenamente responsables.
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ción represiva de la mujer en términos de ser servil y doméstico, des-
tinado ante todo a la maternidad y a la crianza, se derrumbará.
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ción de la mujer ha abarcado nunca la verdadera complejidad del proble
ma. El marxismo no ha calibrado de modo correcto la profundidad del -
'Isexismo'' del mismo modo que tampoco ha analizado correctamente la pro
fundidad del racismo. Pero no sugiero con ello que un análisis marxis
ta de la represión de la mujer no sea factible. La reciente obra de -
Juliet Mitchell en Inglaterra y de Reimut Reiche en Alemania dan unos
primeros pasos aproximados en esta dirección. Pero ciertamente dicho
análisis queda por hacer. Y cuando se haga deberá probablemente tanto
a las ¡ideas de Fourier y Wilhelm Reich como a las de Marx y los marxis
tas.
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ra que transfiera a las mujeres gran parte del poder monopolizado por
los hombres. La naturaleza misma del poder cambiará así, puesto que a
través de la historia el poder ha sido definido en términos ''sexistas'':
identificándolo con un normativo y supuestamente innato gusto viril por
la agresividad y la coerción física, y con las ceremonias y prerrogati-
vas de agrupaciones exclusivamente masculinas en guerra, gobierno, reli
gión, deporte y comercio. Todo lo que no implique un cambio respecto a
quien tiene el poder y a la naturaleza de éste, no es liberación sino -
apaciguamiento.
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+... «En términos más generales, la gente debe adquirir conciencia
de la profunda misoginia que se manifiesta en todos los niveles de in
tercambio humano, no sólo en las leyes sino en las menudencias de la vi
da diaria.
¿Qué es ''Emancipación''?
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tado conforme a patrones sexistas. La división sexista del trabajo con
firma y, a decir verdad, fortalece el status colonizado de las mujeres.
«+. .no puede hablarse de emancipación económica de las mujeres hasta --
que se acepte el hecho de que realicen todas las actividades que ahora
desempeñan los hombres, en las mismas condiciones que éstos respecto a
salarios, a nivel de ejecución y riesgos -abandonando así las prerroga-
tivas de los necios, los niños y los sirvientes. Y su emancipación eco
nómica no es meramente esencial al bienestar sicológico de cada caso in
dividual. Las mujeres no tendrán los medios de ejercer el poder políti
co, el cual implica obtener el control de las instituciones, y una ¡n--
tervención efectiva en la evolución de la sociedad en las. próximas déca
das, hasta que ocupen un papel importante respecto a la economía y po--
sean en gran número las profesiones y especialidades directivas funda-==-
mentales. Repitámoslo: emancipación significa poder -o no significa na
da.
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La emancipación de la mujer requiere una revolución cultural que
sacudirá las actitudes y hábitos mentales que de otro modo podrían muy
bien sobrevivir a la reconstrucción de nuevas relaciones económicas -
que es el objetivo de la lucha de clases. La posición de la mujer en
tanto que tal puede ser afectada apenas por un cambio en las relacio-
nes de clase. Como Marx y Engels, eran ''humanistas!'', herederos de la
Ilustración, protestaron contra la opresión de la mujer bajo el capi-
talismo, pero el ''feminismo'' tradicional de la tradición marxista no
se relaciona lógicamente con el análisis marxiano.
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Los Número Tres
POR ABEL QUEZADA
HUBO HASTA
KTILDADOS
ECOMOMISTAS QUE
CREABOM EL
CONSOLADOR.
permiso)
TERMIMO DE
VER VÍAS DE e
Con
DESARROLLO”, j
“Excélsior”, México.
EA ÚLTIMO CASO, CADA QUIEN BRATAM SUBDESA-
ReouUADO CoMo QUERÍA Y ESA LIBERTAD LE DABA
AL WODIVIDUO El Alivio Ds NO DARSE POR. ALUDIDO.
de
No ES POR. NADA” Vo TAMBJEN
SOY POBRE PERO CREO QUÉ»
PERO DE PRONTO
(Tomado
NUESTROS PROBLEMAS SAM
MUY DISTISTOS. ALGÓM PEDANTE
INTERMACIONALISTA
(MUEUTO. EL
“TERCER MUDO”
ABN Y BOS IICLUYO
40) EM EL SIN
DEBERLA UL
TEMERLA.,
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puede ser así. Si el socialismo -cuando menos el que existe hasta hoy-
no es de modo evidente la solución, tampoco el capitalismo es de modo*
evidente el culpable. Las mujeres han sido tratadas siempre como i¡nfe-
riores, han sido siempre marginadas política y culturalmente. La opre-
sión de la mujer constituye la estructura represiva más fundamental de
todas las sociedades organizadas.
S.S.- Sí. Por muy alienadores que sean la mayoría de los traba--
jos en la sociedad actual, son todavía para la mujer un medio de libe-
ración que las arranca de su limitación a la domesticidad y parasitis-
mo. Las mujeres no serán tratadas nunca como adultos autónomos a me-=-
nos que participen en términos de completa ¡igualdad en el ''trabajo'' de
dicha sociedad,
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....Mientras el sistema de segregación sexual en el trabajo fun=-
ciona con fuerza, la mayoría de la gente -tanto mujeres como hombres-
continuará justificándolo ''racionalmente'', insistiendo que las mujeres
carecen de fuerza física o de capacidad de juicio o de autodominio emo
cional para desempeñar muchos cargos. Conforme el sistema se debilita,
las mujeres adquirirán mayor competencia. Y cuando no sean simplemente
toleradas, sino se espere de ellas el desempeño de esos cargos a los -
que hoy no tienen acceso, gran número de mujeres serán de hecho capaces
de realizarlos.
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cuanto a los beneficios a largo plazo. Esta alianza parece más natu--
ral de lo que en realidad es. La lucha revolucionaria tiende habitual
mente a franquear a las mujeres en tanto que agentes históricos y a --
contrarrestar los estereotipos sexistas de un modo rápido y espectacu-
lar. .,...Pero generalmente este franqueo es sólo temporal. Cuando la
lucha concluye, ya sea con una victoria o con una derrota, las mujeres
son invariablemente ''desmovilizadas'' con gran rapidez y alentadas a --
volver a su papel tradicional, pasivo y ahistórico. ....la ruptura ra
dical con los estereotipos sexistas, incluso si no es más que temporal,
parece producirse fácilmente entre los revolucionarios sólo cuando em-
prenden la insurrección, la ''guerra popular'', la lucha guerrillera o la
resistencia clandestina o la ocupación extranjera. En situaciones que
no presentan caracteres de urgencia de tipo militar, el trato dado a --
las mujeres en las organizaciones políticas radicales dista mucho de -
ser ejemplar. A pesar de sus frecuentes proclamaciones feministas la
vida interna de casi todas las organizaciones radicales ya ocupen el po-
der o no -desde los Partidos Comunistas oficiales a la Nueva Izquierda
y los grupos gauchistes activos desde los 60- ratifica y promueve de mo
do a-=crítico toda clase de ''costumbres'' sexistas.
No.dudo que en los años 70, las mujeres que busquen su propia libe
ración y la de los demás podrían encontrar más aliados que nunca entre
los hombres radicales. Pero el trabajo dentro de las organizaciones re
volucionarias existentes no basta. En este punto ni siquiera es capi--
“tal. Ahora y en el futuro próximo creo que el papel fundamental corres
ponde a los movimientos de mujeres. Por numerosos que sean los militan
tes radicales con los que se puede contar como aliados (y de hecho no
son muchos), las mujeres deben asumir por sí mismas el esfuerzo princi-
pal de la lucha. Tienen que formar grupos en cada clase, cada profe--
sión, cada comunidad; sostener y animar diferentes niveles de lucha y -
de formación de conciencia. ....Políticamente hablando, las mujeres no
encontrarán una voz militante, hasta que se organicen en grupos dirigi-
dos por sí mismas. ....Uno de los objetivos de la acción política es
educar a quienes la organizan. En este punto de subdesarrollo político
de la mujer, trabajar con hombres (aún simpatizantes) frena el proceso
mediante el cual las mujeres aprenden a funcionar como adultos autóno--
mos y políticamente maduros. Las mujeres tienen. que aprender ante todo
a hablar entre sí. ....Es por consiguiente de la mayor importancia que
aprendan a organizarse políticamente por su cuenta y traten de movili--
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zar a otras mujeres. Sus errores, al menos, les pertenecerán y podrán
aprender de ellos.
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nistas van claramente en cabeza. Después, pero muy detrás de ellos en
términos de grado de ¡lustración ''liberal'' en materias de política pú-
blica, vienen los paises capitalistas de educación protestante; ....si
guen los países de formación cultural católica. ....Y todavía detrás
de los países latinos, casi perdidos en la lejanía, los países de cul-
tura musulmana..... Pero a pesar de la ¡irregularidad cultural con la
que mejora la situación de la mujer, no tengo la menor duda de que, in
cluso si no interviene ningún elemento nuevo, todas estas exigencias
reformistas serán satisfechas en la mayor parte de los países dentro -
de los próximos 50 años. Mi opinión es que, entonces, la lucha no ha-
brá hecho más que empezar. Pues incluso, después de ello, el completo
sistema de estereotipo sexista, que reduce a las mujeres a la condición
de ciudadanos de segunda clase, puede permanecer intacto.
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