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7 - Ibn-Asad-El-Peregrino-Bobo-edicion-e-book
7 - Ibn-Asad-El-Peregrino-Bobo-edicion-e-book
Ibn Asad
ISBN 978-1-105-59522-6
Versión e-book
www.ibnasad.com
I.
todo lo vivido.
Se levantó de la que había sido su cama desde hacía treinta y tres años,
y se dio un baño de agua tibia. Después se vistió con un sencillo ropaje blanco
plaza donde creció, donde jugó, donde aprendió todo lo que aquel día decidió
olvidar.
“¡Buenos días!” La vieja dijo socarrona: “¡Buenos días, joven! ¿A dónde vas
tan pronto y tan blanco?” Y él respondió: “No sé dónde voy pero esta partida
merece despedida. Será un viaje largo y quizás sin retorno. Quizás no la vuelva
a ver…” La anciana soltó una carcajada y exclamó: “¡Ni soy tan vieja ni el
peregrino!”
El peregrino sonrió y salió del pueblo por el camino antiguo del río. Y
el cerro del castillo del pueblo vecino. A lo lejos, su aldea, impávida, lo miraba
con cierto aire de reproche mudo, como interrogando el porqué de ese viaje.
Tras unos minutos de mirada y silencio mutuo, el peregrino dijo en voz alta:
“No puedo volver a ti mientras no pueda salir de esta cárcel que soy.”
Tres horas habían pasado del despuntar del sol aquella mañana. Ya
las fuentes de los jardines para beber agua fresca. Se mojó la frente, la nuca y
las manos.
noche cerrada exigió su descanso. Hizo eso mismo durante siete semanas:
muchos viajeros como él. Parecían más experimentados en la senda que él;
Uno decía: “Vamos en esa dirección. Allí está nuestro destino;; allí está
Jerusalén.”
Otro decía: “Vamos en esa dirección. Allí está nuestro destino;; allí está
Meca.”
Otro decía: “Vamos en esa dirección. Allí está nuestro destino; allí está
Compostela.”
Otro decía: “Vamos en esa dirección. Allí está nuestro destino;; allí está
Benarés.”
Otro decía: “Vamos en esa dirección. Allí está nuestro destino;; allí está
Roma.”
Otro día, en medio de un camino que unía dos pueblos del mismo valle,
vives, amigo?”
destartalada. Allí, entre maderas viejas, había más gatos, jóvenes y viejos, de
todos los colores. Alguien había dejado unas latas con agua y algunas
quedaría aquí con vosotros, amigo mío? Pero soy un hombre, y debo
¡Idiota! ¡Estoy aquí atrapado y voy a luchar hasta el último momento para salir
de aquí! ¡Puedo actuar y voy a actuar para salvar mi vida! Por todos los
la noche. Entonces vio un fuego a la vera del río. Allí había un hombre
peregrinación.
una brasa que una llama, aquel hombre dijo al peregrino: “Ah… entonces,
santo. Vio una muchedumbre que esperaba para recibir su bendición. Decidió
Tras seis horas de espera y a unos escasos veinte metros del ruidoso
No comprendo por qué un hombre tiene que arrodillarse ante otro. Me niego
comprendo por qué has estado esperando más de seis horas bajo el sol, para
Tras ello, el peregrino salió de la fila, sin recibir la bendición y sin ver a
aquel santo ni a ningún otro. Y volvió por donde vino consciente de haber
pórtico de una iglesia. Allí estaba una beata viejecita, esperando a que
escampara.
Llegaron a intimidar tanto, que tras escuchar la vida contada por su nuevo
mentado haber estado casado. ¿Es que nunca tuvo una mujer?”
Y el peregrino respondió: “Oh, sí, estuve casado. Tuve una mujer, que
con la mirada perdida, y tras una breve reflexión, rectificó: “No, no… creo
aquella mujer nunca fue su mujer. Y mientras usted me cuenta estas cosas, con
bandido que lo asaltó: “¡Alto! Dame todo lo que tengas, o morirás.” Dijo esto
que quedaron mirándose, el asaltante dijo con tono conciliador: “Me apiado
asaltante se fue, y comenzó una nueva vida como criminal, con un vigor
delictivo purificado por el perdón divino de todo aquel que se apiada del débil
Uno de los viejos preguntó: “¿Qué es lo que más habéis amado en esta
vida?” Un viejo con gafas muy gruesas dijo: “En esta vida yo he amado a las
mujeres. Ésa ha sido mi gran pasión: las mujeres. Por las mujeres, llegué a
las mujeres.”
Otro viejo, calvo como una pelota, dijo: “En esta vida yo he amado al
dinero. Ésa ha sido mi gran pasión: el dinero. Por el dinero, llegué a perderme
que amar, lo que se dice amar, no he amado nada… Nunca amé nada en esta
vida.”
¡Vaya vida vacía!” Y otro añadió: “¡Sí, qué desgraciado eres! Una vida así no
quedan viajeros! Hoy en día sólo hay turistas que violan el valor sagrado del
viaje. Sólo hay turistas que hacen excursiones organizadas. ¡Hoy sólo hay
turistas!”
con los aldeanos, y estos dijeron que así era, que aquel hombre había vencido
conocerle.
hombre que vive sin mujer, y que ha vencido todo deseo carnal.” El anacoreta
acarició el pelo del peregrino y dijo: “Es cierto que vivo sin mujer, pero,
por una ciudad en ruinas, con boquetes de obuses en las casas, y cráteres de
desgracia: no existe ningún enemigo que sea culpable de esta miseria. Este
Por circunstancias del viaje, el peregrino pasó una fría noche debajo de
casa.”
ciudad en la que había pasado la noche. Allí había un loco subido a un banco
“Peregrino, ¿sabes que algún día morirás?” El peregrino respondió: “Sí, lo sé.”
El loco insistió: “Respóndeme, ¿en verdad sabes que algún día morirás?” El
sacudió la cabeza y dijo en voz aún más alta: “Sólo quiero que te cuestiones si
tengo pechos postizos como las demás mujeres. No tengo labios carnosos
como las demás mujeres. No tengo nalgas infladas como las demás mujeres.
necesita tener algo para ser eso mismo que ella es? Eres bellísima, y eso es lo
La muchacha paró de llorar, y con una tímida sonrisa, dijo: “Ah, qué
gentiles tus palabras, forastero. ¿Pero cómo saber si no dices eso por
completamente de ti.”
XVIII
decadente. Estaba rodeado de una muchedumbre, sin saber cómo salir de ella.
¡Muerte a Mengano!”
completamente aliviado.
espiritual. Conseguí que crecieran mis dudas, mis incertidumbres, mis errores;
o a la cría de puercos. ¿Cómo vas a hacer crecer aquello que ignoras qué es?”
XX
monasterio, junto a un maestro y sus discípulos. Una vez, el maestro dijo a los
maestro.
monje con cabeza en forma de huevo y le dijo: “Tú escribiste esto, ¿verdad?”
El monje asintió.
tarde.
XXI
Una noche, el peregrino paseaba por una hermosa ciudad, cuando vio
“¡Déjame, forastero!”
cierto cuando ves tu vida como una sucesión de calamidades. También estás
en lo cierto cuando piensas que todas las ofensas y humillaciones que desde
niño te hicieron, jamás serán castigadas. Y ahora estás aquí, dispuesto a acabar
tú mismo con la vida que todos tus enemigos han buscado destruir sin éxito.
vencido…”
suelo.
Minutos u horas más tarde -quién sabe-, el peregrino volvió en sí, con la
nariz.”
XXII
Un día, el peregrino caminaba por una ciudad, cuando vio discutir a una
pareja de novios en una plaza donde había una estatua ecuestre. El chico
agitaba los brazos y la chica, con los ojos llorosos, tenía un papel en la mano.
suelo, y pudo leer: “Durante muchos años nuestro amor fue maravilloso. Fue
casi perfecto. Lo único que le faltó a nuestro amor para ser completo, fue ser
robado. Sólo aquel libro pudieron haberle robado. Se levantó, lavó su cara con
agua de un abrevadero y dijo para sí: “¡Qué peso me han quitado de encima!
deshice de casi toda ella. Tenía entonces sólo una decena de libros, y mi vida
pesaba aún más. Me deshice de todos menos uno. Y ahora, cuando tenía un
único libro, mi vida pesaba muchísimo más. Pero por fin, esta mañana, me
siento ligero. Sé que en este mundo ya no existen los libros… ¡lo que me
acogió en su casa durante tres días. Era una casa derruida, muy pequeña, y la
mujer vivía con más de una decena de gatos. El suelo estaba lleno de hojas de
conmigo.”
El peregrino respondió: “¡Claro que no! Soy amigo de todos los gatos
periódicos?”
periodistas venden mentiras a los hombres y estos se ceban con ellas. Cuando
La mujer añadió: “Cojo las mentiras que esclavizan a los hombres y mis
A todos los habitantes les faltaba un tornillo. Los hombres iban riendo
y haciendo muecas por la calle. Las mujeres caminaban desnudas. Los niños
en medio del camino. La tormenta era de tal violencia, que el viajero temió
por su vida.
Una vez, el viaje llevó al peregrino a una bella ciudad del norte,
tatarabuelo…”
El peregrino habló: “Fíjate que así el odio no acabará jamás. Odiáis sin
saber por qué, por peleas de padres, abuelos y bisabuelos. Así es como se
igual. En las puertas de las iglesias, en las plazas, en los suburbios, en los
sin tambores, aquí y allí, algunos pidiendo limosna, otros sólo pasando el rato.
bajaban por el camino. El atento guía señaló a un grupo que pasaba y dijo al
grupo que subía y le dijo: “Estos de aquí están esperando la llegada del último
desesperado. Y mientras unos esperan una llegada, yo trabajo para salir de esta
diabólica trampa.”
XXXI
Durante tres días el peregrino atravesó una isla en la que había ocurrido
lluvia envenenaba los cultivos y hasta la leche de las vacas enfermaba a las
vestíbulo de la entrada.
nuestro trabajo.”
maldito es vuestro trabajo. No tendréis que esperar mucho para que veáis lo
pregunté que cuál era el propósito de la vida. Él me respondió que era ‘ser
éxito. Cuando cumplí treinta años fui de nuevo a los pies de mi maestro y le
‘ser feliz’. Durante quince años lo intenté sin ningún éxito. Cuando cumplí
cuarenta y cinco años volví a ver a mi anciano maestro. Le pregunté cuál era el
quince años creí haber obedecido a mi maestro, porque resulta muy fácil
limitarse a ser lo que uno es. Pero cuando cumplí sesenta años, me asaltaron
comencé mi peregrinación.”
XXXIII
interior de la cueva.
semblante altivo, y dijo: “Por supuesto que puedo salir. ¿Y quién te dijo que
mi casa!”
XXXIV
cuando tenías casa; no recuerdo que vivieras en paz. Recuerdo cuando tenías
sacará partido de tu miseria, una vez más. El que hoy llamas tirano te dará lo
conozco.”
tirando piedras.
XXXV
mostraban su arte.
La música cesó. La danza acabó con ella inmóvil. Y todos los presentes
tintineo de monedas.
XXXVI
Un día de Mayo, el peregrino paseaba por una ciudad que celebraba una
El peregrino, del que nunca había que olvidar que era un tanto bobo, se
que hoy va a leer un libro? ¿Qué cree que es hoy la literatura? ¿Quién cree que
es hoy un escritor?”
peregrino, con una malicia impropia del espíritu elevado que suponía ser,
alemanes.”
XXXVII
línea recta que unía una calzada con una ermita sobre una colina.
trotar hacia él. El peregrino pensó: “Si corro estos caballos me arrollarán. Si
el peregrino se atrevió a abrir los ojos. Los cinco caballos estaban tranquilos
frente a él, y uno de ellos lamía las llagas polvorientas de sus pies de
caminante.
XXXVIII
desconocida tocó los pies del peregrino y su cuerpo entero quedó inmóvil.
En una ciudad fea, el peregrino conoció a una mujer joven que vivía de
sus artes amatorias. Era alta, morena y hermosa. Sus servicios eran los mejor
pagados de la ciudad, tanto por el clero como por los militares. Era famosa
Esto lo supo el peregrino de su boca amiga. Los dos pasearon por los
Sólo te conozco desde hace siete horas y siento como si te conociera desde mi
infancia. Y lo que resulta nuevo para mí, es que un hombre pase una tarde
de los tiempos.”
XLI
conversaba con un aldeano del sur que había sido padre recientemente. El
Llevo años caminando de aquí para allá, sin más itinerario que una espiral que
país del más lejano oriente, un chico joven se le acercó: “¡Oh, extranjero!
Cuéntame cosas de ese mundo que sólo conozco por otros… Háblame de las
muchacho respondió: “En fotos vi gente diferente entre sí, con diferente color
de piel, de cabello…”
Y el peregrino asintió: “Sí, eso fueron las razas. Las había antes de la
hombros y dijo: “Pues sí.” En siete movimientos, las blancas dieron mate.
Una madre dijo: “¡Qué!” Otra exclamó: “¡Es cierto!” Otra afirmó:
“¡Recuerdo perfectamente cuando mi hijo nació con los ojos abiertos!” Otra
tiene que nuestros hijos hayan nacido con los ojos abiertos?”
negamos a encarar. Son hombres y mujeres con una visión integral de la vida
nuestros abuelos. Estos niños son nuestros maestros y esa maestría depende
estaba oculta tras montañas de vidrio y asfalto, y todos los hombres iban de
aquí para allá, sin sonrisa en el rostro, y uniformados con ropajes de diferentes
signos.
esto, el viejo eructó y se quedó dormido con la cabeza reposada en la barra del
bar.
de esta ciudad.”
también se hace bajo tierra, pero yo sólo quiero ir a la plaza mayor de esta
ciudad.”
limítrofe con su patria, y ya había conocido esa ciudad siendo niño cuando
viajó con su perceptor por todo el continente. Sin embargo todo estaba muy
había edificios de más de veinte pisos. Sus habitantes vestían ropas nuevas,
extravagantes, extrañas.
Entre una ciudad y otra, el peregrino pasó por un poblado que estaba
celebráis?”
noche hacemos. Por eso me ves aquí, ebrio de mistela, magreando a esta
paso. Además, yo mañana, si quisiera, sí podría hacer todo esto que estáis
“Bueno, yo nací aquí, crecí aquí, viví aquí… quiero entrar en él porque soy de
aquí”. A lo que el policía replicó: “¿Entonces por qué quisiste salir de él?
¿Crees que puedes abandonar tu patria y volver a ella años después como si
el país donde nació, sin el visto de la policía, sin pasaporte, sin documentos.
LI
reconoció: “¡Oh! ¿Eres el peregrino? ¡En verdad eres el peregrino! Por aquí
bloques toscos, los cercados con cabras, los campos de olivos desparramados
por los lados. Los niños aún jugaban en las plazas de los pueblos vecinos. En
una de esas plazas, la fuente de doce caños seguía dando agua clara,
cargaba en el carro.
Atravesó aquel pueblo que tantas veces había atravesado. Sus casas
castillo. Desde lo alto, abrió los ojos a lo que tenía delante: el crepúsculo sobre
El peregrino dijo en voz alta y clara: “Vuelvo a ti porque ya fui hasta los
pasos sólo porque debo cerrar el camino que comencé siendo tuyo. Pues tuyo
sigo siendo.”
pueblo del que había partido hace treinta y tres años. Nadie conocido se
encontró entonces.
LIV
Llegó a la plaza central donde jugaba de niño. Aún había niños que
corrían, que gritaban, que jugaban con los últimos instantes de luz rubicunda
el tiempo que duró su periplo: la casa estaba ventilada y limpia. Olía a sándalo,
su nombre, ni tan si quiera si él aún vive. Sólo algunos que lo vieron con sus
propios ojos aseguran que peregrino pudo ser llamado. Y sólo yo mismo, el
único que lo acompañó durante su viaje, sé hasta qué punto, este peregrino
fue bobo.
© 2012, Editorial Ibn Asad, versión digital e-book
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