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La poesía de Giacomo Leopardi y las cuitas de Werther

El propósito de este trabajo es vincular el espíritu sturmer visto en el personaje Werther del
autor alemán Johann Goethe (1749-1832) a través de tres cartas y el espíritu romántico
predominante en el yo lírico en las poesías del autor italiano Giacomo Leopardi (1798-1837)
desde: el subjetivismo exaltado, el individualismo, toma de conciencia de la soledad y el genio
creador. De este último autor también se toman fragmentos de Las pasiones y del Diario del
primer amor.
Es importante precisar que el romanticismo es la exaltación de la imaginación, lo
maravilloso, lo exótico, las aventuras, la pasión, los sentimientos, la naturaleza, y el rechazo de la
civilización moderna.1 Surge en Alemania y se extiende a los demás países, entre ellos a Italia.
Goethe desde Alemania y Leopardi desde Italia, viven este movimiento de forma diferente, y cada
uno deja su huella en él, compartiendo la subjetividad propia del romántico.
En Alemania surge el movimiento sturm und drang: “tormenta e ímpetu” que propicia al
Romanticismo dado que surge como un movimiento revolucionario, en contra de las reglas del
neoclasicismo que eran consideradas un obstáculo para el poeta y propugnan el retorno a la
naturaleza, concediendo a los artistas la libertad de expresar su subjetividad individual2,
generando a su vez una conciencia de “genio creador”.
Con respecto al genio creador, Goethe que fue uno de los impulsores de este movimiento,
era consciente de la capacidad creadora del genio, y este genio se destacó en Las cuitas del
joven Werther. En el caso de Leopardi, no se consideraba a sí mismo como un romántico, sino
que los rechazaba, principalmente a los románticos italianos 3. El aislamiento en el que vivió por
estar imposibilitado física y económicamente, hizo que su genio creador fuera aun más original,
alejado de los movimientos culturales que se manifestaban en ese momento en Italia.
Werther nace de la intelectualización del sentimiento, es el álter ego 4 de Goethe, su otro
yo, dado que los personajes son portavoces de sus creadores.
Las cuitas del joven Wether es una de las más grandes novelas de amor de la literatura
universal porque Goethe ha concentrado en ella toda la vida de su período con todos sus grandes
conflictos: el conflicto entre la personalidad y la sociedad en la misma sociedad burguesa 5 una
lucha contra los obstáculos internos y externos que se oponen a su realización. Las reglas o
convencionalismos que tanto Werther como Goethe rechazan.
Esta conciencia de genio creador permiten ver a un Werther que le escribe cartas a su
amigo Guillermo, donde confiesa sus actos y sus más profundos dolores. A través de las cartas
del 4, 10 y 13 de mayo, se puede observar un acercamiento al Espíritu Sturmer conformado por el

1Jordi Ferrer Susana Cañuelo Historia de la Literatura Universal. Ed. Optima. Barcelona, 2002.
2 Justo Fernández López . El movimiento literario alemán.
3 Ídem 1
4En este contexto: “un personaje de ficción cuyo comportamiento, lenguaje o pensamientos intencionalmente
representan los del autor”.
5Georg Lukács. Goethe y su época. Barcelona- México, D.F. 1968
estado de ánimo fluctuante, la exaltación del yo (subjetividad), paralelismo psicocósmico,
adoración a la naturaleza, ansias de libertad, amor frustrado, huída.
Con esto, Werther podría ser un poema debido a la carga lírica muy fuerte, donde el
personaje se muestra como un típico strumer6: tiene arrebatos, cambios de ánimos que van de un
extremo de exaltación, a una depresión profunda. El personaje tal como el hombre romántico se
compara con una tempestad o tormenta.
Ese empoderamiento de la subjetividad se ve en la primera carta del 4 de mayo en los tres
momentos posibles en los que se puede dividir: en el primero en el que le menciona a su amigo la
huída y pasa de reflexionar sobre incertidumbres personales a humanas: “!Cuánto me alegro de
mi viaje! (...)¿No parece que el destino me había puesto en contacto con los demás amigos...?”;
”Y, sin embargo, no es culpa mía”. Estos ejemplos a simple vista ilustran el predominio del “yo” a
través del pronombre personal “me” antes de pasar a reflexionar sobre el sentir del hombre. Se
puede ver una pesadez en su sentir.
En el segundo momento, pide a su amigo que le diga a su madre que todo se resolverá, y
menciona lo que piensa acerca de su tía: “Di a mi madre que no dejaré de la mano su asunto, y
que le daré noticias de él lo más pronto que pueda”; “He visto a mi tía: lejos de encontrar en ella la
perversa mujer que ahí me hablaron, te aseguro que tiene excesiva viveza y excelente corazón”.
Estas cuestiones que plantea derivan de él, de su yo, éstas son personas cercanas para el
personaje.
En el tercer momento, hay una toma de conciencia de soledad: “Por lo demás, aquí me
encuentro perfectamente. La soledad de este paraíso terrenal es un precioso bálsamo para mi
alma, y esta estación consuela por completo mi corazón que con frecuencia se estremece de
pena”. Aquí se percibe al yo en contacto con la naturaleza. Goza de la naturaleza, de las cosas
más sencillas, lo que le permite estar solo. La naturaleza es su refugio, su mayor fuente de
contemplación, se siete empequeñecido frente a ella.
La carta del 10 de mayo es más intensa y corta que la anterior y se puede apreciar la
efusividad del espíritu sturmer. En un primer momento el encuentro con su yo personal, que lo
vivencia en la soledad, manifestando a su amigo Guillermo el gusto y satisfacción de estar en
contacto con la naturaleza: “Estoy solo, y me felicito de vivir en este país, el más a propósito para
almas como la mía, soy tan dichoso, mi querido amigo..”. El joven Werther, tal como lo manifiesta
en al primera carta, huye de la sociedad burguesa, plagada de convencionalismos, y ahora
contempla a la naturaleza como algo sublime, inmensurablemente hermosa como su creador ,
entregado al estado absoluto con todo su ser “ ..cuando siento, en fin, la presencia de mi corazón
los rumores de la vida de ese pequeño mundo que palpita en los tallos de las hojas, y veo las
formas innumerables e infinitas de los gusanillos (...) cuando siento, en fin, la presencia del
Todopoderoso”. Werther puede observar hasta lo más pequeño.
La carta del 13 de mayo tiene un tono más confesional aún, donde reconoce sus altibajos:

6 Ídem 4
“Amigo mío: ¿necesitaré decírtelo, a ti que has sufrido más de una vez viéndome pasar de la
tristeza a la alegría más alborotada(...)? Trato a este corazón como a un niño enfermo, le concedo
cuanto me pide”
A través de estos fragmentos correspondientes a las cartas,se observa como Werther
plasma lo que siente, muestra toda su subjetividad, exaltando el yo. En ninguna de estas cartas el
personaje pregunta por su amigo Guillermo, si está bien o no. Le expresa todo su sentir. Además,
toma conciencia de su soledad.
En Italia, el Romanticismo se hace sentir de otra manera. Llega a a través de un artículo
periodístico. Se manifiestan dos posturas literarias: una de carácter social, de lucha, y otra de
carácter individual, sentimentalista. En el segundo se ubicara a Giacomo Leopardi. Como se
mencionó, Leopardi permanece gran parte de su vida aislado del núcleo social, político y cultural
que manifestaba un Romanticismo nacional. Su situación familiar, su enfermedad, las limitaciones
económicas le imprime el perfil de poeta de la desesperación, del dolor y la pasión. Unido a estos
problemas, la incomunicación y el clima húmedo y variable que teñían el alma del poeta en
tristeza y melancolía, le genera un pesimismo cósmico: todo en contra de él, de su persona.
En ese entorno más privado, se dedica a escribir, refugiándose en la poesía. Entre 1819 y
1821 compone sus idilios, dentro de los que se encuentra “El infinito”.
También en este poema se aprecia un predominio del Subjetivismo pero pesimista en la
descripción del paisaje:“Siempre cara me fuiste, yerma cumbre, y esta espesura, que a los ojos
roba tanta parte del último horizonte”. Esa cumbre es deseada y apreciada por el yo lírico. En la
soledad, el yo lírico contempla esa paisaje lejano, remoto, inalcanzable. “Sentado aquí y mirando
interminables espacios a lo lejos, sobrehumanos silencios y una calma profundísima en el pensar
me finjo”. El silencio aquí se encuentra hiperbolizado. A través de la contemplación del paisaje, da
la sensación de que el yo lírico está pesando, cuando en realidad está solo contemplando. “Y
poco falta para que tiembre el corazón. Y oyendo silbar el viento entre las frondas, voy comparado
esta voz a aquel silencio” Esto muestra la éxtasis de emociones, sentir de sensaciones y
sentimientos. “En lo eterno pienso entonces, en al muerta estación y en la presente, viviente y
rumorosa”. Con esta exhortación final se observa cómo el yo lírico menciona a la muerte que la
asocia con el invierno, pero no es la estación en la que se encuentra. En la soledad contempla
pero ni la belleza de la naturaleza lo satisface, a diferencia de Werther que se refugia en ella.
Ambos están desconformes con el mundo en que les toco vivir, expresan una sensibilidad
exacerbada, su profundo ser más dañado.

Ese subjetivismo está presente también en el Diario del Primer Amor, de Leopardi. El
siguiente fragmento extraído del diario, muestra el individualismo del yo lírico, cómo se siente él
cuando se entera que no volverá a ver a su amada: “Estaba, pues, cautivado por ella. Y confirmé
luego, cuando terminamos de cenar, que iba a irse al día siguiente, y que no la volvería a ver más.
Al acostarme examiné los sentimientos de mi corazón, que eran, (...) inquietud, descontento,
melancolía, cierta dulzura, mucho afecto y un deseo, no sabía ni sé de qué.. “7
En otra obra de Leopardi, Las pasiones, los fragmentos no muestran un tono tan personal
como en las anteriores poesías., si no que involucra asuntos de índole más general. En el
fragmento Compasión-Debilidad el narrador expresa: “Observa cómo la debilidad es algo muy
agradable en este mundo. Si tú ves a un muchacho que sale a tu encuentro con paso tambaleante
y con cierto aire de impotencia, te enterneces por ello y muestras afecto hacia ese muchacho”;“La
compasión es la causa de este síntoma, la cual afirmo que es la única cualidad y pasión humanas
que no posee en absoluto mezcla alguna de amor propio” 8. En este fragmento, se aleja el tono
melancólico y subjetivo, y si bien se posiciona como narrador en primera persona: “Yo afirmo”,
pareciera querer estar dando un mensaje, una especie de ensayo reflexionando sobre qué es la
compasión, algo que es independiente de “nuestro provecho y placer”, un mensaje del buen obrar
del hombre.

Se puede ver en estos dos poetas, Leopardi y Goethe, las facetas del romántico, más
exacerbado, más pesimista, más eufórico, más melancólico. En definitiva, el hombre romántico,
con su pensar y su sentir, en otro tiempo, en una sociedad con estructuras mentales diferentes,
ideales distintos. Pero, ¿eso quita que no podamos identificarnos con ellos?. Como señala Lukács
Goethe en su adultez, ya maduro, había dicho lo siguiente: "La felicidad malograda, la actividad
impedida, los deseos insatisfechos no son crímenes de una época determinada, sino debilidades
de cada hombre, y mal irían las cosas si cada cual no tuviera, una vez al menos en su vida, una
época en la cual el Werther le parezca escrito precisamente para él”. A través de las palabras de
cada personaje podemos no solo reconstruir el pasado, también sorprendernos de lo mucho más
que podemos conocer de nosotros mismos.

7 Disponible en línea: antoncastro.blogia.com


8 Giacomo Leopardi. Las Pasiones

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