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MANUAL

DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

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INTRODUCCIÓN

Según la definición clásica, el derecho internacional es el conjunto de normas


que rigen las relaciones de los Estados entre sı. Hoy, no puede considerarse
que esta definición es una descripción adecuada y completa del objeto, delos
fines y del ámbito de aplicación del derecho internacional, ni puede apoyarse la
idea de que el derecho internacional so´ lo concierne a los Estados. Es cierto
que este derecho esta´ formado por normas que regulan las relaciones entre
Estados, pero también abarca normas relativas al funcionamiento de
instituciones y organizaciones internacionales, así como a las relaciones de
estas entre sí y a las de estas con los Estados e individuos. Además, algunas
disposiciones del derecho internacional se aplican a individuos y a entes no
estatales, siempre que los derechos y deberes de estos atañan a la comunidad
internacional de Estados. El derecho internacional contiene, inter alia, normas
sobre los derechos territoriales de los Estados (terrestres, marítimos y aéreos),
la protección internacional del medio ambiente, los intercambios y las
relaciones comerciales internacionales, el uso de la fuerza por los Estados y los
derechos humanos.

El Derecho Internacional contemporáneo, cuyas características definidas se


configuran a mediados del siglo XX aportará el documento más revolucionario
e importante para la protección internacional de los Derechos Humanos: la
Declaración Universal de los Derechos del Hombre, mediante este documento,
el Derecho Internacional intenta y logra el establecimiento de ámbitos
internacionales y regionales, para proteger a los individuos de las violaciones a
sus derechos cometidas por las autoridades de los propios Estados.

Una consecuencia importante de la Declaración, fue la dificultad que tuvieron


los Estados para reconocer esos derechos en su ámbito interno, por otra parte
se propició el surgimiento de negociaciones, pactos, tratados internacionales y
multilaterales, que regulan en forma obligatoria por lo menos, algunos de los

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temas de la Declaración. Es importante recalcar que gracias a esto continuó el
proceso ascendente para la defensa de los derechos humanos con la creación
de los Pactos que tuvieron como finalidad complementar y hacer más efectiva
la defensa de los particulares en contra de las violaciones a sus derechos por
parte de los Estados. El Pacto de Derechos Civiles y Políticos, fue el primero,
se aprobó por la Asamblea General de las Naciones Unidas en diciembre de
1966, entró en vigor diez años después en el mes de marzo. El Pacto de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales, fue aprobado en la misma fecha,
entrando en vigor en enero de 1976; en donde como fundamentos de la
motivación se apela a valores y principios morales tales como la libertad, la
justicia y la igualdad, partiendo de un factor utópico, el logro de un mundo más
justo, se establece una valoración positiva del Estado de derecho, se confía en
que se adopten medidas de bienestar económico y social y se propicia su
efectividad, se considera esencial que los derechos humanos sean protegidos
por un régimen de derecho a fin de que el hombre no se vea compelido al
supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la represión. En este sentido,
la repercusión en el derecho interno de todos los países signatarios es:

“El resultado ha consistido en la elaboración de un nuevo


fundamento y un nuevo objeto para el Derecho Internacional
que adquiere así rasgos diferentes al clásico derecho. El
derecho Internacional deja de ser un orden jurídico que se
ocupa únicamente de los Estados, ahora amplía sus
objetivos y comienza a regular los derechos de los individuos
y de los grupos, a establecer obligaciones a cargo de los
Estados, respecto a sus habitantes y frente a las
organizaciones internacionales, a las cuales deberán, todos
los Estados, rendir cuenta acerca del cumplimiento de
aquella obligación, entre los cuales tiene prioridad la
seguridad pública”.

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El panorama actual en relación a los principales Documentos y Organismos
Internacionales en materia de defensa de los derechos humanos, parece ser un
camino interminable, la humanidad sigue preocupada por el hecho de que a
pesar de todos los esfuerzos realizados durante el siglo XX, en el que
realmente se ha avanzado en cuanto a la cantidad de Tratados y Pactos
aceptados por la mayoría de los países, así como por el establecimiento de
Organismos a nivel interno e internacional que cada vez se van perfeccionando
con mayor precisión jurídica, las violaciones a los derechos no han disminuido
como se esperaba.

Hay muchas teorías sobre el origen y la posterior evolución del derecho


internacional. Todas las teorías relativas a los conceptos de «derecho natural»,
«postulados morales» y «doctrina» de este ordenamiento jurídico han influido
en el desarrollo de lo que hoy es el derecho internacional. Sin embargo, en las
controversias entre Estados no se tienen en cuenta tales teorías para
determinar lo que es el derecho. En el artículo 38.1 del Estatuto de la Corte
Internacional de Justicia (CIJ), aceptado ampliamente como una lista de las
«fuentes» del derecho internacional, se dispone que:

1. La Corte, cuya función es decidir conforme al derecho internacional las


controversias que le sean sometidas, deberá aplicar:

a) Las convenciones internacionales, sean generales o particulares, que


establecen reglas expresamente reconocidas por los Estados litigantes;
b) La costumbre internacional como prueba de una práctica generalmente
aceptada como derecho;
c) Los principios generales de derecho reconocidos por las naciones
civilizadas;
d) Las decisiones judiciales y las doctrinas de los publicistas de mayor
competencia de las distintas naciones, como medio auxiliar para la

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determinación de las normas de derecho, sin perjuicio de lo dispuesto en
el artículo 59.

En los párrafos a., b. y c. se indican las principales «fuentes» para determinar


lo que constituye derecho internacional. El párrafo d. es secundario, como se
deduce del empleo de los términos «medio auxiliar».

De esta expresión se colige que la existencia de medios principales (a. – c.) es


un requisito, y que los medios auxiliares (d.) sólo surten un efecto (adicional)
calificativo y aclaratorio.

En el artículo 38.1, se hace una enumeración exclusiva de las fuentes de


derecho internacional y no se deja margen para considerar algún procedimiento
de elaboración de normas de las teorías en que se basa el derecho
internacional general y a las que antes nos hemos referido. La CIJ sólo debe
tomar en consideración aquellas normas de derecho reconocidas que se basan
en uno o más de los tres procedimientos de producción jurídica indicados en
los párrafos a. – c.

LA RELACIÓN ENTRE EL DERECHO INTERNACIONAL Y EL DERECHO


NACIONAL

Mientras un Estado cumpla las obligaciones que le impone el derecho


internacional, como lo hace no atañe, generalmente, a dicho derecho.

Ahora bien, en algunos casos, los Estados aceptan cumplir sus obligaciones de
un modo concreto, como ocurre a menudo en el ámbito de los derechos
humanos, en que los Estados han decidido considerar ciertas conductas (por
ejemplo, la tortura y el genocidio) como crímenes, y castigarlas mediante el
respectivo sistema jurídico nacional.

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No todos los Estados coinciden al determinar la relación exacta entre el
derecho nacional y el derecho internacional. La mayoría considera que el
derecho interno y el internacional forman un solo sistema jurídico. Así, una
norma de derecho internacional (tras haber sido definida como tal) se incorpora
automáticamente al derecho nacional y se aplica en los tribunales. Muchos de
estos Estados se adhieren al principio de la superioridad del derecho
internacional, es decir, que este prevalece en caso de conflicto entre una
norma de derecho internacional y una de derecho interno. Para otros Estados,
el derecho internacional y el derecho nacional son dos sistemas distintos;
aunque cada uno puede contener partes del otro, son ordenamientos
separados. No consideran una norma internacional (ya sea bajo la forma de
acuerdo o de norma consuetudinaria) parte del derecho nacional hasta que no
ha sido incorporada formalmente al ordenamiento jurídico interno
(generalmente, mediante la aprobación del poder legislativo).

La forma como un Estado percibe la relación entre el derecho internacional y el


derecho nacional tiene importancia con respecto al cumplimiento que se dé a
las obligaciones internacionales en el plano interno. Desde una perspectiva
internacional, sin embargo, no hay que olvidar que el derecho internacional
obliga a todos los Estados. Se considera que el Estado es responsable de las
violaciones del derecho internacional perpetradas por uno de sus agentes o
instituciones. Es asimismo responsabilidad del Estado velar por que su
Gobierno, su constitución y sus leyes le permitan cumplir sus obligaciones
internacionales.

Aún más importante es el hecho de que un Estado no puede invocar


disposiciones de su constitución o de su legislación nacional como justificación
del incumplimiento de sus obligaciones dimanantes del derecho internacional.

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ORIGEN DE LA PROTECCION DE LOS DERECHOS HUMANOS

El reconocimiento universal de los Derechos Humanos como inherentes a la


persona es un fenómeno reciente.

Los documentos precursores de las modernas declaraciones no enunciaban


derechos inherentes a la persona sino derechos del pueblo, conquistas de la
sociedad. Más que el reconocimiento de derechos intangibles de la persona
frente al Estado, lo que establecen son deberes para el gobierno. Entre estos
cabe mencionar. La Carta Magna de 1215, la Petition of Rights de 1628, el
Habeas Hábeas de 1679, el Bill of Rights de 1689, todos ellos producto del
pueblo inglés.

Posteriormente, en el siglo XVIII, la doctrina de la Ilustración alimenta los


movimientos revolucionarios de Norteamérica y Francia. Esta doctrina
considera que la opresión, la pobreza y las calamidades del mundo no son más
que consecuencia de la ignorancia y que por lo tanto, con una educación
conveniente, la abundancia y la felicidad serán patrimonio del hombre.

La Revolución Francesa, influenciada por la filosofía ilustrada, representa el


acontecimiento político y social de mayores repercusiones en el cambio de las
ideas modernas y consecuentemente, de la organización jurídica del Estado en
el siglo XVIII.

Es en este momento histórico cuando aparecen las primeras declaraciones


concretas de derechos individuales, con fuerza legal, fundadas sobre el
reconocimiento de derechos inherentes del ser humano que el Estado está en
el deber de respetar y proteger. Ejemplos de estas declaraciones son: la
Declaración del Buen Pueblo de Virginia de 1776 la cual señala que todos
los hombres son por naturaleza igualmente libres e independientes y tienen
ciertos derechos innatos; y la Declaración de los Derechos del Hombre y del

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Ciudadano de 1789 la cual ha sido desde esa fecha el instrumento de
referencia obligada que orienta la filosofía de los derechos civiles en la época
contemporánea.

Tenemos hasta aquí lo que se conoce como la primera generación de


Derechos Humanos que comprende todos aquellos derechos civiles y políticos
y libertades fundamentales cuyo titular es el ser humano como tal y como
ciudadano.

Una vez que concluyó la Segunda Guerra Mundial se dio entre las Naciones un
proceso de codificación de los derechos y libertades fundamentales del ser
humano, reconocidos internacionalmente.

La creación de instrumentos y mecanismos de protección de los Derechos


Humanos cobró un auge sin precedentes hasta llegar a integrar un amplio
catálogo que constituye actualmente lo que se conoce como el derecho
internacional de los Derechos Humanos.

Como instrumentos internacionales deben entenderse todos aquellos tratados y


convenios aplicables tanto en el ámbito de la organización internacional como
en materia de Derechos Humanos, entre los cuales se cuentan, por un lado, las
cartas o estatutos constituidos de organizaciones internacionales y por el otro,
convenciones, pactos, protocolos, etc.

Un instrumento internacional revestirá carácter declarativo, recomendatorio u


orientador cuando las declaraciones, reglas mínimas, directrices o principios
básicos carezcan de efecto jurídico obligatorio. Por el contrario, los que
impongan obligaciones formales, directamente exigibles a los Estados que los
han suscrito y ratificado o adherido, revestirán un carácter convencional o
vinculatorio.

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Así mismo, existen tratados destinados a consagrar en forma global los
derechos y libertades fundamentales y tratados dedicados a un solo derecho o
aspecto de los Derechos Humanos, es decir, instrumentos internacionales de
carácter global y de carácter especial respectivamente.

La ratificación o adhesión de nuestro país a los preceptos consagrados por la


comunidad internacional en estos instrumentos compromete a la autoridad a
aplicarlos en lo interno conforme al artículo 133 constitucional el cual establece:

“Esta Constitución, las leyes del Congreso de la Unión


que emanen de ella y todos los tratados que estén de
acuerdo con la misma, celebrados y que se celebren por
el Presidente de la República, con aprobación del
Senado, serán la Ley Suprema de toda la Unión”.

En Derecho Internacional, los tratados o convenciones tienen por finalidad


establecer derechos y obligaciones recíprocas entre las partes, siendo las
partes normalmente dos Estados u ocasionalmente un Estado y una
organización internacional. En materia de derechos humanos, por el contrario,
aunque los tratados se celebran entre Estados, no emergen de ellos sólo
obligaciones y derechos entre los Estados, sino que principalmente derechos
para los individuos y obligaciones para los Estados, porque su objetivo es la
protección de los derechos de las personas frente al Estado.

La Corte Interamericana ha destacado este carácter especial de los tratados


sobre derechos humanos, destacando además la jurisprudencia europea sobre
el mismo tema:

“La Corte debe enfatizar, sin embargo, que los tratados


modernos sobre derechos humanos, en general, y, en
particular, la Convención Americana, no son tratados

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multilaterales de tipo tradicional, concluidos en función de un
intercambio recíproco de derechos, para el beneficio mutuo
de los Estados contratantes. Su objeto y fin son la protección
de los derechos fundamentales de los seres humanos,
independientemente de su nacionalidad, tanto frente a su
propio Estado como frente a los otros Estados contratantes.
Al aprobar estos tratados sobre derechos humanos, los
Estados se someten a un orden legal dentro del cual ellos,
por el bien común, asumen varias obligaciones, no en
relación con otros Estados, sino hacia los individuos bajo su
jurisdicción. El carácter especial de estos tratados ha sido
reconocido, entre otros, por la Comisión Europea de
Derechos Humanos cuando declaró que las obligaciones
asumidas por las Altas Partes Contratantes en la
Convención (Europea) son esencialmente de carácter
objetivo, diseñadas para proteger los derechos
fundamentales de los seres humanos de violaciones de
parte de las Altas Partes Contratantes en vez de crear
derechos subjetivos y recíprocos entre las Altas Partes
Contratantes. La Comisión Europea, basándose en el
Preámbulo de la Convención Europea, enfatizó, además,
que el propósito de las Altas Partes Contratantes al aprobar
la Convención no fue concederse derechos y obligaciones
recíprocas con el fin de satisfacer sus intereses nacionales
sino realizar los fines e ideales del Consejo de Europa [...] y
establecer un orden público común de las democracias libres
de Europa con el objetivo de salvaguardar su herencia
común de tradiciones políticas, ideas y régimen de derecho”.

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En definitiva, en el campo del Derecho Internacional contemporáneo se ha
reconocido la particular naturaleza de los tratados de derechos humanos, como
una regla oponible erga omnes, asumida en interés de la comunidad
internacional como un todo y cuyos sujetos no son los Estados contratantes,
sino que los individuos en cuya protección y defensa son dictadas estas
normas internacionales, excluyendo este tema de la jurisdicción doméstica de
los Estados.

Este cambio en la percepción de los tratados de derechos humanos trae


importantes consecuencias: el incumplimiento de las obligaciones
internacionales de derechos humanos de un Estado, no da a los otros Estados
Partes del tratado derecho para denunciarlo o terminarlo, puesto que las
obligaciones se establecen en beneficio de las personas y no de los Estados;
las reservas a las obligaciones convencionales se encuentran limitadas y
restringidas; el control de las actuaciones de los Estados queda sujeta al
control internacional de los órganos creados por los propios instrumentos, sin
perjuicio de eventualmente sujetarse al control de la Corte Internacional de
Justicia.

SISTEMA INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

En este Manual, nos concentraremos en las normas y en los mecanismos


contenidos en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la
Convención Americana sobre Derechos Humanos, y en un tratado específico
importante para las personas que entran en contacto con la justicia, la
Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o
Degradantes.

En la base de estas normas, y en la base de todo el Derecho Internacional de


los Derechos Humanos, subyace un principio fundamental de la teoría de los
derechos humanos, el principio de no discriminación. Si los derechos humanos

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son aquellos derechos inherentes al ser humano, todos los seres humanos
deben poseerlos, sin exclusiones. El principio de no discriminación está
contemplado en todas las declaraciones y convenios generales sobre derechos
humanos. Sin embargo, su violación ha sido tan recurrente que ha originado un
sinnúmero de declaraciones y de convenios internacionales con el fin de
enfatizar la prohibición de la discriminación por ciertos motivos, o en ciertas
áreas en las que estaba más intensamente amenazado o era violado de
manera sistemática.

Este principio se aplica también a los derechos que están reconocidos en el


derecho consuetudinario y a todas las áreas que se encuentren reguladas por
el Estado. En este último caso, el principio de no discriminación se transforma
en un derecho humano más: el derecho a la igualdad.

Una parte principal de los tratados de derechos humanos es la que enumera


los derechos que quedarán cubiertos por ellos. En general, los distintos
catálogos de derechos son similares y deben aplicarse de modo que coexistan
en armonía y se refuercen recíprocamente. Un catálogo no puede inhibir la
aplicación de otro cuando éste es más favorable. Concordante con esta idea,
todos los tratados de derechos humanos contienen una disposición similar a la
del artículo 5.2 del Pacto:

"No podrá admitirse restricción o menoscabo de ninguno de


los derechos humanos fundamentales reconocidos o
vigentes en un Estado Parte en virtud de leyes,
convenciones, reglamentos o costumbres, so pretexto de
que el presente Pacto no los reconoce o los reconoce en
menor grado".

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Luego, la obligación que debe cumplir el Estado que es parte de varios tratados
de derechos humanos y/o que tiene un catálogo de derechos en su propio
ordenamiento jurídico, será siempre la que más favorece al individuo.

La formulación de los catálogos de derechos es siempre relativamente general,


con el fin de proporcionar la flexibilidad suficiente a la norma para que pueda
ser interpretada dinámicamente. Asimismo, hay que considerar que el conjunto
de derechos que compone el catálogo constituye el mínimo exigible al Estado.
Nada autoriza a que el Estado lo restrinja y todo alienta al Estado para que
agregue otros derechos en su ordenamiento jurídico nacional, para que amplíe
el alcance y contenido de un derecho del catálogo o mejore las posibilidades de
ejercicio y goce de los derechos existentes.

El sistema internacional de promoción y protección de los derechos humanos


está diseñado para propender a la progresividad. La idea está contenida en el
artículo 40.1 del Pacto, que obliga a los Estados Partes a informar al Comité de
Derechos Humanos - órgano encargado de vigilar el cumplimiento de las
obligaciones del Estado que emanan del Pacto - sobre, entre otras cosas, "el
progreso que hayan realizado en cuanto al goce de esos derechos".

Los catálogos contenidos en los tratados de derechos humanos también


regulan su posible restricción por el Estado. Puesto que el principal límite de los
derechos humanos lo constituyen los derechos de los demás - es decir, todos
los derechos de todas las personas deben ser capaces de coexistir - el
Derecho Internacional permite al Estado que los restrinja de manera
permanente con el fin de armonizarlos. Esto requiere la mantención por el
Estado de ciertos valores que inciden en el goce de los derechos humanos de
todas las personas, tales como el orden púbico o la salud pública.

La facultad de restringir, sin embargo, no es discrecional para el Estado, sino


que está limitada por el Derecho Internacional, que exige el cumplimiento de

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ciertas condiciones, cuya ausencia transforma la restricción en ilegítima y, por
lo tanto, en violatoria de las obligaciones internacionales del Estado.

El primer límite de toda restricción es que las condiciones generales y


circunstancias que autorizan una restricción del ejercicio de un derecho
humano, deben estar establecidas por ley.

Este requisito es una salvaguarda a la posible arbitrariedad del gobierno, ya


que la expresión “ley” implica exigencias de forma y materiales. El artículo 30
establece que las leyes que impongan restricciones a los derechos humanos
deben ser dictadas "por razones de interés general", lo que puede ser
considerado como una protección contra la imposición arbitraria de
limitaciones.

El segundo límite es que la causa que se invoque para justificar la restricción


sea de aquéllas establecidas en la Convención Americana, ya sea como norma
general o específicamente para ciertos derechos. Generalmente ellas son el
interés de la seguridad nacional, la seguridad u orden público, o la protección
de la salud o la moral públicas o de los derechos y libertades de los otros.

En el sistema interamericano existe una tercera limitación: sólo se permiten


restricciones “necesarias en una sociedad democrática". Este requisito se
establece explícitamente para los derechos de reunión pacífica, libertad de
asociación y libertad de movimiento. Sin embargo, su aplicación como un límite
a las restricciones de cada uno de los derechos de la Convención se puede
deducir del contexto de la misma, especialmente a la luz de su objeto y
propósito, ambos establecidos en el preámbulo y del artículo 29(c) de la misma
La expresión ha tenido una interpretación constante por la Corte
Interamericana, explicada muy tempranamente en el considerando 46 de la
Opinión Consultiva No. 5/85, y que puede resumirse diciendo que la restricción
debe ser:

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a) conducente para conseguir proteger el valor que se puede proteger
mediante la restricción de ese derecho particular;
b) proporcional, es decir, en la medida estrictamente necesaria para
conseguir el fin perseguido; y
c) no debe haber alternativa para conseguir el fin que restringir ese
derecho, lo que implica que, si la hay, debe emplearse esa alternativa.

En su artículo 4, el Pacto permite a los Estados Partes suspender


temporalmente algunas obligaciones contraídas en virtud de dicho tratado46, lo
que permite la Convención en su artículo 27.

El marco que establecen tanto el artículo 4 del Pacto como el artículo 27 de la


Convención incluye:

 Las causales por las cuales se pueden suspender ciertas obligaciones


del tratado;
 Los derechos respecto de los cuales el Estado no puede suspender
ninguna obligación; un requisito de proporcionalidad en el tiempo y en el
tipo de suspensiones que se decreten;
 La exigencia de que las medidas no pueden ser discriminatorias; y
 La prohibición de suspender obligaciones cuando esta suspensión es
incompatible con las demás obligaciones internacionales del Estado,
esto en razón de que el Estado debe aplicar la norma que más
favorezca a los individuos.

Además, el Pacto exige que la declaración de emergencia sea "proclamada


oficialmente” y que se informe de inmediato a los demás Estados Partes del
mismo.

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La Convención no exige la proclamación oficial, pero sí el informe a los demás
Estados Partes.

Tanto el artículo 2 del Pacto como el artículo 1 de la Convención Americana


establecen dos importantes obligaciones para los Estados Partes: respetar los
derechos humanos de todos los individuos sujetos a su jurisdicción y garantizar
su ejercicio y goce. Son éstas obligaciones de exigibilidad inmediata en el
plano internacional. La obligación de respetar exige que el Estado y sus
agentes no violen los derechos humanos establecidos en la Convención. La
obligación de garantizar le exige emprender las acciones necesarias para
asegurar que todas las personas sujetas a su jurisdicción estén en condiciones
de ejercerlos y de gozarlos.

En materia de derechos humanos, el Estado no puede, pues, limitarse a no


incurrir en conductas violatorias de dichos derechos, sino que debe emprender
acciones positivas, esto es, todas aquéllas necesarias para que todos los
habitantes sujetos a la jurisdicción de ese Estado puedan ejercer y gozar sus
derechos humanos y consistirán en:

 Medidas para asegurarse que las normas internacionales operen dentro


de su jurisdicción;
 Revisión de su legislación interna con el propósito de eliminar las
discrepancias que puedan existir entre ella y las normas internacionales;
 Establecer recursos adecuados67 y eficaces68 en caso de violación de
los derechos convencionales, para que los individuos puedan reclamar
su violación y obtener reparación del daño ocasionado;
 Crear las condiciones necesarias para que los derechos puedan
ejercerse, por ejemplo, para garantizar el debido proceso, dictar normas
procesales, destinar dinero a crear la estructura de los tribunales,
asegurarse de que existan escuelas de derecho para preparar abogados
y proveer asistencia legal a los que carezcan de recursos;

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 Remover los obstáculos, que emanen de la estructura y cultura sociales
y económicas del Estado.

PACTOS INTERNACIONALES EN MATERIA DE DERECHOS HUMANOS Y


SEGURIDAD PÚBLICA

Para hablar del tema de los Derechos Humanos y su relación con la Seguridad
Pública, es indispensable comenzar por buscar un concepto claro de los dos.
Los Derechos Humanos, a pesar de ser un tema al que todo el mundo se
refiere, no hay un consenso unánime en cuanto a su concepto, por otra parte,
la mayoría de la población desconoce sus propios derechos por la falta de su
difusión, por lo que es necesario insistir en su divulgación para darlos a
conocer, sobre todo a los grupos más vulnerables, así como a las autoridades
violadoras, encargadas de la Seguridad Pública, hasta que nos convirtamos en
un país con una verdadera cultura al respeto.

En el entendido de este Manual, el conocimiento sobre la concepción de los


Derechos Humanos será fundamental; por ello, en razón de la presente
investigación se entenderán como aquellas facultades y prerrogativas
inherentes a la persona humana que le corresponden por su propia naturaleza,
y que deben ser reconocidos y garantizados por la sociedad, el Derecho y el
poder político del Estado sin ningún tipo de discriminación social, económica,
jurídica, política, ideológica, cultural o sexual.

Para que el ser humano pueda ejercer libremente sus derechos y libertades
fundamentales que le permitan desarrollarse en un ambiente de paz y
tranquilidad, se le debe procurar una serie de condiciones mínimas e
indispensables que se traduzcan en garantías individuales y sociales, a efecto
de que pueda alcanzar sus fines en una sociedad políticamente organizada.

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Una de las condiciones necesarias para que toda persona pueda ejercer
libremente sus actividades, sus obligaciones y derechos, es la seguridad
pública; y con el fin de que ésta pueda garantizarse, el Estado debe disponer
de los medios necesarios tendentes a preservarla desde nuestra integridad
personal hasta la ejecución de todos aquellos actos que válidamente
realicemos; procurando que la actuación de la autoridad se ajuste a los
requisitos, condiciones, elementos y circunstancias establecidos por el orden
legal correspondiente.

En este sentido, resulta prioritario intensificar acciones de promoción y difusión


de la cultura por el respeto a los derechos humanos entre servidores públicos
encargados de velar por la seguridad pública de las personas, sabedores de
que al conocer sus propios derechos y los derechos de los gobernados, se
contribuirá a crear mayor conciencia, más respeto a la dignidad de los
individuos y mayor espíritu de servicio en tan elevada responsabilidad.

En conclusión, los Derechos Humanos pertenecen al hombre, de acuerdo a su


propia naturaleza humana, el hombre es el sujeto activo en una relación
jurídica en la que el sujeto pasivo u obligado es siempre el Estado, su
protección corresponde tanto a los Estados en el ámbito interno, como a la
Comunidad Internacional, por lo que en el mundo contemporáneo existen
diferentes sistemas de protección, tanto a nivel mundial, regional e interno.

Antes de la Declaración Universal de 1948, la protección de los derechos


fundamentales del individuo, quedaba al arbitrio de la voluntad de quien ejercía
el poder, más tarde, a principios del siglo XIII, empezó a dibujarse cierta forma
de amparo legal, posteriormente en el siglo XVIII se crearon algunas normas
protectoras de los derechos humanos de índole interna, pero con la modalidad
de que adquirieron rango constitucional. Es importante señalar que en este
mismo siglo aparecieron las primeras manifestaciones de una preocupación por
proporcionarles una protección internacional.

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En lo que respecta al concepto de la seguridad pública esté se encuentra
íntimamente relacionado con el de Derechos Humanos, el Doctor Sergio García
Ramírez afirma que “En la fundación del Estado de derecho, oriundo de las
libertades fundamentales proclamadas al final del siglo XVIII en las
revoluciones estadounidense y francesa, y en seguida en los movimientos
insurgentes de Europa y América, la seguridad fue recogida como derecho
natural e inalienable de los seres humanos”. Aunque en principio el derecho a
la seguridad era de carácter individualista, no obstante, la Declaración
francesa, al reconocer el derecho a la seguridad definió como obligación
fundamental del Estado la preservación de los derechos del hombre.
Convirtiéndose poco a poco a través del tiempo, en una función específica.

La seguridad pública ejerce la función de la tutela del orden y la paz pública,


realiza el objetivo principal de los Estados modernos, la conservación del
Estado de Derecho. La función de la seguridad pública, tiene un alto grado de
dificultad, para quienes la ejercen porque su principal finalidad es mantener la
paz y el orden, pero sin afectar los derechos y las libertades de los individuos.
El reto principal de las instituciones encargadas de la seguridad pública, es
lograr un equilibrio entre la coercibilidad de las normas jurídicas sin faltar al
respeto de los derechos y valores fundamentales.

Es importante manejar un concepto claro de lo que es la seguridad pública,


como el que establece el artículo 3º de la Ley General que establece las Bases
de Coordinación del Sistema Nacional de Seguridad Pública, publicada en el
Diario Oficial de la Federación el 11 de noviembre de 1995 reformada por un
decreto publicado en el mismo órgano de difusión en noviembre 30 del 2000.
“Este ordenamiento que conceptualiza a la seguridad pública como la función a
cargo del Estado que tiene como fines salvaguardar a la integridad y derechos
de las personas, así como preservar las libertades, el orden y la paz públicos”

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La seguridad pública tiene como fines prioritarios: Mantener el orden público,
proteger la integridad física de las personas y sus bienes, prevenir la comisión
de delitos e infracciones a los reglamentos gubernativos y de policía, colaborar
en la investigación y persecución de los delitos y auxiliar a la población en caso
de siniestro y desastres, es muy amplia la gama de actividades que realiza y
todas son fundamentales para la estabilidad de un país, cualquiera que falle,
propicia la inseguridad de la población con las consecuencias negativas que
hemos venido padeciendo en los últimos tiempos.

La vida y la integridad de las personas se protegen realizando una función de


carácter preventivo, evitando las detenciones arbitrarias, la tortura y los tratos o
sanciones crueles, inhumanos o degradantes como la mutilación, la infamia,
marcas, azotes, palos, tormento y cualquier otra pena inusitada y
trascendental.

Los derechos y las libertades de las persona consisten en la protección de los


individuos frente al Estado, preservando y tutelando sus libertades y los
derechos humanos. En nuestro país, la población tiene protegidos estos
derechos y libertades contra cualquier acto de autoridad, ya se trate de simples
actos de molestia, en el artículo 16 constitucional; privación de la libertad por
parte de los cuerpos policiales en sus labores de investigación o prevención, de
los Agentes del Ministerio Público o del personal de la Procuraduría, así como
de los Magistrados, Jueces y demás integrantes del Poder Judicial, en el
artículo 14 del mismo ordenamiento. Otro punto muy importante es vigilar la
actuación de los custodios en el ámbito administrativo, quienes deben tener
una preparación adecuada tanto en lo que se refiere a su función propia como
en el conocimiento de los derechos humanos.

El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos es, junto con el Pacto


Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el primer tratado
general de protección de derechos.

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El Pacto se estructura en una parte sustantiva y en otra orgánica. En la primera
(arts. 1-27) se fija un catálogo de derechos y libertades fundamentales, además
de normas relativas a las obligaciones que asumen los Estados, las
restricciones permitidas y la suspensión de los derechos. La parte orgánica
establece un órgano de control de las obligaciones de los Estados: el Comité
de Derechos Humanos.

El Comité de Derechos Humanos es un órgano compuesto por 18 expertos


elegidos en votación secreta por los Estados Partes del Pacto de entre los
candidatos que ellos mismos designen.

Los miembros del Comité se eligen por cuatro años y pueden ser reelegidos sin
limitaciones; deben ser "personas de gran integridad moral, con reconocida
competencia en materia de derechos humanos”. Para acentuar su
universalidad, no puede haber más de un nacional de un mismo Estado y se
pide a los Estados que, al elegir, tengan en cuenta una distribución geográfica
equitativa de los miembros y la representación de las diferentes formas de
civilización y de los principales sistemas jurídicos.

El Comité celebra tres períodos de sesiones al año, en las ciudades de Ginebra


y Nueva York, cada uno de tres semanas de duración.

El Pacto establece en su cuerpo dos mecanismos de control: uno es el examen


de informes presentados por los Estados Partes periódicamente y el otro, el
examen de comunicaciones en que un Estado Parte alegue que otro Estado
Parte no está cumpliendo con las obligaciones que le impone el Pacto, que no
se ha utilizado nunca.

El Protocolo Facultativo establece otro mecanismo de control, el examen de


comunicaciones individuales en que una persona alegue ser víctima de la
violación de algún derecho consagrado en el Pacto.

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El objeto central de la Convención contra la Tortura es "hacer más eficaz la
lucha contra la tortura y otros tratos crueles, inhumanos o degradantes". La
Convención es un complemento del artículo 7 del Pacto de Derechos Civiles y
Políticos y contiene muchas obligaciones que están cubiertas en el Pacto por la
obligación de "garantizar" del artículo 2.

La Convención distingue entre tortura y los demás tratos o penas, dando una
definición sólo de aquella en su artículo 1. La Convención regula la tortura en
los artículos 1 al 15 y en su artículo 16 hace aplicable a los demás tratos o
penas algunas de las disposiciones de los artículos anteriores. El artículo 1.1
dispone:

“A los efectos de la presente Convención, se entenderá por


el término «tortura» todo acto por el cual se inflijan
intencionadamente a una persona dolores o sufrimientos
graves, ya sean físicos o mentales, con el fin de obtener de
ella o de un tercero información o una confesión, de
castigarla por un acto que haya cometido, o se sospeche
que ha cometido, o de intimidar o coaccionar a esa persona
o a otras, o por cualquier razón basada en cualquier tipo de
discriminación, cuando dichos dolores o sufrimientos sean
infligidos por un funcionario público u otra persona en el
ejercicio de funciones públicas, a instigación suya, o con su
consentimiento o aquiescencia. No se considerarán torturas
los dolores o sufrimientos que sean consecuencia
únicamente de sanciones legítimas, o que sean inherentes o
incidentales a éstas”.

Del texto y de la historia de la Convención, se sostiene que al parecer la


intención primordial de la definición sería proteger a los detenidos, ya que el
objetivo primero de la Convención era la eliminación y castigo del uso

22
sistemático de la tortura por los gobiernos con el fin de aniquilar a la oposición
política. Sin embargo, los tratados de derechos humanos deben interpretarse
pro persona y, por otra parte, las normas legales ineludiblemente se
independizan de la opinión de los que las escribieron y adquieren vida propia.
Por ello, Byrnes sostiene que se puede presumir que también protegería a las
personas que están confinadas en instituciones estatales por otras razones que
la detención o la prisión, como una institución psiquiátrica, por ejemplo, pero
algunos dudan de si abarca, por ejemplo, conductas de profesores en
establecimientos públicos de enseñanza.

En este mismo sentido, habría que concluir que la tortura puede ser tal no sólo
cuando un agente estatal la comete, sino cuando instiga a un tercero a
cometerla o dicho tercero la perpetra "con su consentimiento o aquiescencia".

CORTE INTERNACIONAL DE JUSTICIA

La Corte Internacional de Justicia (CIJ) ha de considerarse como el tribunal


internacional actual más importante. Es cierto que hay otros tribunales
internacionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos, el
Tribunal Europeo de Derechos Humanos y el Tribunal de Justicia de las
Comunidades Europeas, pero la competencia de estos tres tribunales para
dictar fallos concierne u´ nicamente a los litigios interestatales que se someten
a su jurisdicción en aplicación del respectivo tratado por el que fueron
constituidos.

La CIJ es el principal órgano judicial de las Naciones Unidas, y fue constituida,


el año 1946, en virtud del artículo 92 de la Carta de la ONU. La CIJ está
organizada según lo dispuesto en su Estatuto —que forma parte integrante de
la Carta de la ONU—y su sede tradicional ha sido siempre La Haya (Países
Bajos). Los magistrados de la CIJ son elegidos por el Consejo de Seguridad y

23
la Asamblea General, de conformidad con un complejo procedimiento. Su
designación suele ser un ejercicio sumamente politizado.

Actualmente, la distribución de las quince plazas de la CIJ (en términos de


nacionalidad y bloques de poder) corresponde a la de los miembros del
Consejo de Seguridad, lo que significa, entre otras cosas, que entre los
magistrados de la CIJ hay un nacional de cada uno de los cinco miembros
permanentes del Consejo de Seguridad (EE.UU., Reino Unido, Francia, China
y Rusia). La CIJ emite un único fallo, pero los magistrados tienen derecho a
expresar su opinión. La decisión de la CIJ es obligatoria para los Estados
partes en la controversia.

La jurisdicción de la CIJ se relaciona con la resolución de litigios y la emisión de


opiniones consultivas, poderes que no puede ejercer por iniciativa propia.

Dicha jurisdicción incluye todos los litigios que las partes le sometan y todos los
asuntos especialmente previstos en la Carta de laONUo en los tratados y
convenciones vigentes (artículo 36.1 del Estatuto). Los Estados pueden
declarar en cualquier momento que reconocen como obligatoria la jurisdicción
de la CIJ en todas las controversias de orden jurídico que versen sobre:

a) La interpretación de un tratado;
b) Cualquier cuestión de derecho internacional;
c) La existencia de todo hecho que, si fuere establecido, constituiría
violación de una obligación internacional;
d) La naturaleza o extensión de la reparación que ha de hacerse por el
quebrantamiento de una obligación internacional (Estatuto, artículo
36.2).

24
La declaración puede hacerse incondicionalmente o bajo condición de
reciprocidad por parte de varios o determinados Estados, o por determinado
tiempo (Estatuto, artículo 36.3). En el artículo 38 (presentado al comienzo del
capítulo) se determinan específica y exhaustivamente los diferentes
instrumentos de que dispone la Corte para determinar las normas de derecho
aplicables al caso de que conozca.

Además de la competencia sobre los litigios que los Estados le sometan según
lo dispuesto en el artículo 36 de su Estatuto, la CIJ puede emitir opiniones
consultivas respecto de cualquier cuestión jurídica, a solicitud de cualquier
organismo autorizado para ello por la Carta de las Naciones Unidas o de
acuerdo con las disposiciones de la misma.

MECANISMOS INTERNACIONALES DE PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS


HUMANOS

Existen en Derecho Internacional otros instrumentos que pueden tener un


papel en la decisión de casos de violaciones de derechos humanos: las
resoluciones de los órganos internacionales como la Asamblea General de la
Organización de las Naciones Unidas (ONU) o la Asamblea General de la OEA.
A diferencia de las fuentes anteriormente citadas, su valor jurídico se discute en
tanto fuente del Derecho Internacional. El debate es importante para el
Derecho Internacional de los Derechos Humanos, ya que éste es objeto
frecuente de resoluciones de la ONU o de la OEA.

Se han dado diversos argumentos para asignar valor a ciertas resoluciones de


organizaciones internacionales, particularmente a aquéllas provenientes de las
Naciones Unidas. Se dice que una resolución que contenga una simple
interpretación de una disposición de la Carta, debería ser considerada como
vinculante para los Estados miembros de la ONU, ya que gozaría del mismo
status legal que la propia disposición interpretada. Esta posición ha sido

25
defendida sólidamente por la doctrina en relación con la Declaración Universal
de los Derechos Humanos y lo mismo ha sucedido con la Declaración
Americana de Derechos y Deberes del Hombre, que se considera una
elaboración de la Carta de la OEA.

Igualmente se señala que, en la medida en que una resolución contiene


expresamente el deseo de los que la adoptan de que la violación de lo allí
contenido constituirá una violación de la Carta de las Naciones Unidas, esa
resolución constituye un compromiso internacional, por lo menos para aquellos
Estados que votaron a favor de la resolución. Otros autores sostienen que el
voto de la Asamblea General puede llegar a representar, acompañado de otras
manifestaciones, la práctica necesaria y suficiente para crear una norma de
derecho consuetudinario, ya que constituiría tanto una expresión de la
conducta objetiva de los Estados como una manifestación de la opinio juris.

Ninguna de las opiniones atribuye a una resolución la capacidad de crear, por


sí sola, obligaciones para los Estados, pero ellas señalan los criterios que
deben guiar el examen de la misma para decidir qué valor jurídico tiene. Cada
resolución debe ser examinada para ver:

a) Sí es una elaboración de una disposición contenida en un tratado;


b) Sí aparece de manifiesto en la misma que los Estados consideran su
violación como una violación de la Carta;
c) Sí la resolución puede, en conjunto con otros actos, constituir
práctica y opinio juris suficiente para considerar el contenido de la
resolución como normas de derecho consuetudinario.

Si no puede atribuirse a la resolución fuerza vinculante para todos los Estados


o para los Estados firmantes, la resolución juega de todos modos un papel en
el Derecho Internacional.

26
Dependiendo del número de Estados que la firmaron y de la representatividad
de los mismos (por ejemplo, si los Estados provienen de las distintas regiones
del mundo), la resolución será una guía orientadora utilizable para precisar el
alcance y contenido de un derecho humano establecido en algún tratado.

En el hecho, no es infrecuente que los órganos de supervisión internacionales


recurran a ellas, considerándolas una explicitación de disposiciones más
generales contenidas en los tratados, en cuyo caso la resolución adquirirá
fuerza por haber sido incorporada a la jurisprudencia.

LOS SISTEMAS DE LAS NACIONES UNIDAS, INTERAMERICANO Y


EUROPEO

El Derecho Internacional de los Derechos Humanos, en lo que se refiere a los


derechos civiles y políticos, impone obligaciones a los agentes del Estado, una
de las cuales es asegurar el goce efectivo de los derechos humanos a todas
las personas bajo su jurisdicción. Esto implica que no sólo regula la conducta
de los agentes del Estado, sino que también obliga al Estado a procurar que los
particulares no violen los derechos humanos de terceros a través de sus
acciones. La relación entre conducta y cultura política y social es clara; no es
posible pensar que los derechos humanos podrán ser gozados por todos por la
mera imposición de la ley si la conducta habitual de un pueblo tiende a la
discriminación o al abuso.

Desde ese punto de vista, el sistema de las Naciones Unidas y el sistema


interamericano no tuvieron un contexto político y social favorable en sus
orígenes.

La situación política del mundo de la posguerra - por una parte un mundo


bipolar en medio de una guerra fría, y por la otra, un mundo desigual en que
había países desarrollados, como Estados Unidos; países que querían volver al

27
desarrollo pleno después de la devastación provocada por la guerra, como
muchos países europeos; países que vivían en el subdesarrollo, como los
países latinoamericanos; y países que lentamente empezaban a surgir a la
vida, como las colonias africanas - impidieron por muchos años lograr los
nobles propósitos plasmados en el preámbulo de la Carta de las Naciones
Unidas, que reafirmaba "la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la
dignidad y el valor de la persona humana, en la igualdad de hombres y mujeres
y de las naciones grandes y pequeños".

Los esfuerzos de las organizaciones no gubernamentales no fueron suficientes


para persuadir a los Estados a que adoptaran un tratado de derechos humanos
jurídicamente vinculante.

Sólo hubo consenso para adoptar una Declaración Universal de los Derechos
Humanos como un "ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben
esforzarse". Debieron pasar veinte años para lograr la adopción de dos
tratados generales, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su
Protocolo Facultativo y el Pacto Internacional de Derechos Económicos,
Sociales y Culturales y otros diez años para que ellos entraran en vigencia.

El sistema interamericano, por su parte, nació en el seno de la Organización de


Estados Americanos (OEA), marcada por la desconfianza mutua de veinte de
los Estados miembros, de habla hispana, portuguesa y francesa, y la
desconfianza común de todos ellos con respecto a Estados Unidos. El principio
primordial para ellos era el de no intervención, lo que no era auspicioso para
establecer un sistema que permitiera que la comunidad de esa región
controlara la conducta de los Estados en materia de derechos humanos.

Bajo la OEA se logró una Declaración Americana sobre los Derechos y


Deberes del Hombre y dos menciones a los derechos humanos en la Carta de
la OEA, que sirvieron como base fundamental del sistema interamericano que

28
se desarrolló posteriormente. Recién en 1959 se creó un órgano de
supervisión, pero sin base convencional, la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos, y la Convención Americana sobre Derechos Humanos fue
adoptada sólo en 1969 y entró en vigencia en 1978.

La situación en Europa fue muy diferente. Aquellos que sufrieron tan


directamente la crueldad de la guerra tuvieron la convicción de que era
necesario arbitrar todos los medios necesarios para evitar que se recrearan en
el futuro las condiciones que posibilitaron la ocurrencia de un desastre humano
de esa magnitud. Ello aconsejaba un orden internacional que pudiera operar
cuando la protección de las personas en el ámbito nacional fuera inexistente o
tuviera carencias.

La enorme ventaja del sistema europeo es que se generó, entonces, con la


voluntad política de que realmente operara. Tras la guerra, no era posible
desconocer que la existencia de dictaduras no solamente conducía a la
violación de los derechos humanos de quienes las sufrían, sino que constituían
una amenaza para el resto de los miembros de la comunidad internacional.
Reflejo de esta percepción fue la creación del Consejo de Europa, organización
política regional, cuyo objetivo era asociarse con el fin de "defender estas dos
grandes adquisiciones de la civilización humana; la libertad y el derecho".

En los primeros días de vida del Consejo de Europa hubo voces que
sostuvieron que "el mantenimiento de ciertos derechos democráticos básicos
en cualquiera de nuestros países no es motivo de preocupación solamente de
ese país, sino que concierne a todo el grupo". Lord Layton pidió, en la primera
sesión de la Asamblea Consultiva, la adopción de una Carta de Derechos
Humanos que contuviera un mecanismo definido para hacerla cumplir, porque
ello iría en beneficio de los propios individuos; constituiría un medio para
fortalecer la resistencia de los países europeos a los intentos insidiosos de
minar la democracia en que vivían y darle a Europa una estabilidad política

29
mayor; y sería la prueba esencial que permitiría determinar si un país europeo
podía ser admitido al Consejo de la Europa democrática.

Consecuente con este pensamiento, los países de Europa occidental que


concurrieron en1949 a la formación del Consejo de Europa, limitaron el ingreso
a la Organización a los Estados democráticos que aceptaran los principios del
Estado de Derecho y del respeto por los derechos humanos y crearon un
órgano, el Comité de Ministros, para las relaciones entre los gobiernos, y otro,
la Asamblea Consultiva, para dar expresión a los europeos y a sus
aspiraciones.

Esta posición de respeto a los principios democráticos y a los derechos


humanos se repitió en las organizaciones europeas que se crearon en esa
misma época, tales como la Comunidad Económica Europea, hoy Unión
Europea. Así, en poco más de un año se adoptó el Convenio Europeo para la
Protección de los Derechos Humanos y de las Libertades Fundamentales, que
tres años después entró en vigencia, permitiendo a la jurisprudencia de los
órganos europeos de supervisión desarrollar el sistema sin trabas.

En términos de la protección de los individuos, ha sido el sistema europeo el


que más éxito ha tenido y parece ser una razón poderosa para ello la voluntad
política de los Estados europeos de poner por sobre otros intereses el objetivo
de ceñirse al Estado de Derecho, respetando la democracia y los derechos
humanos. Este éxito puede verse disminuido hoy por la nueva situación política
del Consejo de Europea, que tiene en este momento 45 miembros, varios de
los cuales no están todavía en condiciones de asegurar este respeto.

El sistema interamericano y el sistema de las Naciones Unidas carecen todavía


de una masa crítica de Estados con esa voluntad política. Es posible que ella
se dé como consecuencia del ejercicio de los derechos humanos por los
individuos que componen la comunidad internacional.

30
COMISION INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

La Comisión fue creada mediante Resolución de la Quinta Reunión de


Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores (Santiago, Chile, 1959). La
Resolución estableció que la Comisión estaría integrada por expertos en
derechos humanos elegidos a título personal por los Estados de la
Organización de los Estados Americanos (en adelante OEA) de una lista de
candidatos presentados por los gobiernos de dichos Estados, cuyo propósito
sería promover el respeto de los derechos humanos. El 25 de mayo de 1960, el
Consejo de la OEA aprobó el Estatuto de la Comisión. El artículo 2 del Estatuto
establece a la Comisión como una "entidad autónoma" de la OEA.

La Segunda Conferencia Interamericana Extraordinaria de 1965 modificó el


Estatuto de la Comisión autorizándola a examinar comunicaciones individuales:

… 2. Solicitar de la Comisión que preste particular atención a esa


tarea de la observancia de los derechos humanos mencionados
en los Artículos I, II, III, IV, XVIII, XXV y XXVI de la Declaración
Americana de los Derechos y Deberes del Hombre.

3. Autorizar a la Comisión para que examine las comunicaciones


que le sean dirigidas y cualquier información disponible, para que
se dirija al gobierno de cualquiera de los Estados Americanos con
el fin de obtener las informaciones que considere pertinentes y
para que les formule recomendaciones, cuando lo considere
apropiado, con el fin de hacer más efectiva la observancia de los
derechos humanos fundamentales.

5. En ejercicio de las atribuciones prescritas en los párrafos 3 y 4


de esta resolución, la Comisión deberá verificar, como medida
previa, si los procesos y recursos internos de cada Estado
Miembro fueron debidamente aplicados y agotados.

31
En la Tercera Conferencia Interamericana Extraordinaria de 1967, se adoptó el
Protocolo de enmienda a la Carta de la OEA. Conforme al Protocolo, la
Comisión se convirtió en un órgano principal de la OEA, con la función de
continuar supervisando el respeto por los derechos humanos hasta que la
Convención Americana sobre Derechos Humanos (en adelante “Convención
Americana”, “Convención” o “CADH”) entrara en vigor (artículo 150, transitorio).

La Comisión tenía, por una parte, el poder de tomar conocimiento de las


comunicaciones individuales, y por otra, el de recibir nuevas comunicaciones y
revisarlas mediante el procedimiento de queja individual establecido en la
enmienda de 1965 al Estatuto. El 22 de noviembre de 1969, la Conferencia
Especializada Interamericana sobre Derechos Humanos aprobó el texto de la
Convención Americana, que entró en vigor casi una década después, el 18 de
julio de 1978.

En su noveno período ordinario de sesiones en 1979, la Asamblea General de


la OEA aprobó el nuevo Estatuto de la Comisión. El artículo 1 del Estatuto
definió a la Comisión como “un órgano de la Organización de los Estados
Americanos, creado para promover la observancia y la defensa de los derechos
humanos y servir como órgano consultivo de la Organización en esta materia”.
El nuevo estatuto respondía a la necesidad de articular la relación entre el
sistema existente de la Declaración y la nueva estructura convencional. Los
Estados Parte definieron los derechos humanos como aquéllos reconocidos en
la Convención Americana para los Estados Parte ha dicho instrumento; para
los Estados miembros de la OEA que no son parte de la Convención
Americana, los derechos humanos son aquéllos reconocidos en la Declaración
Americana. Este esfuerzo de armonizar el marco jurídico de las funciones de la
Comisión requirió que se hiciera una distinción clara entre los Estados que al
no haber ratificado la Convención permanecerían bajo la supervisión de la
Comisión con base en la Declaración, y los otros Estados que, habiendo
ratificado la Convención, estarían sujetos a sus nuevas disposiciones.

32
Conforme al actual Estatuto, la Comisión representa a todos los Estados
miembros de la OEA y actúa en su nombre. La Comisión está compuesta de
siete miembros de diferentes nacionalidades, “quienes deben ser personas de
alta autoridad moral y de reconocida versación en materia de derechos
humanos”. Estos actúan a título personal, y son elegidos por un término de
cuatro años, pudiendo ser reelegidos solamente una vez. Los Estados pueden
nominar como candidatos a nacionales de cualquier Estado miembro de la
OEA.

Las atribuciones y funciones de la Comisión con respecto a todos los Estados


miembros de la OEA están resumidas en el artículo 18 de su Estatuto, y
aquellas aplicables a los Estados Parte de la Convención Americana se
encuentran establecidas en el artículo 19. Las funciones y atribuciones de la
Comisión con respecto a los Estados miembros que no son parte de la
Convención se encuentran en el artículo 20. Debido a que la Comisión es un
órgano cuasi judicial, sus funciones y atribuciones se pueden categorizar como
políticas y judiciales.

La dimensión política de las funciones y atribuciones de la Comisión se refiere


a la capacidad de llevar a cabo su función de promover y de proteger los
derechos humanos recurriendo a herramientas políticas y mecanismos tales
como la negociación y la presión internacional para mejorar las condiciones de
los derechos humanos en un Estado miembro. Entre los años 60 y los años 80,
la Comisión utilizó principalmente sus herramientas y mecanismos políticos
para enfrentar violaciones masivas y sistemáticas de derechos humanos. La
Comisión utilizó periódicamente su autoridad para publicar informes generales
sobre la situación general de ciertos países para presionar a las autoridades de
un Estado con un expediente negativo de derechos humanos. Por ello las
peticiones individuales no fueron tratadas con rigor legal; en muchos casos, la
acción política inmediata demostró ser el arma más eficaz para proteger a los
individuos y para promover cambios en varios países. La Comisión no buscó
adjudicar estos casos bajo un análisis jurídico estricto, sino que los casos

33
individuales fueron utilizados como expedientes para apoyar las demandas y
peticiones urgentes de la Comisión.

Dentro de los mecanismos políticos que posee la CIDH podemos incluir varias
de las potestades que le reconocen los instrumentos interamericanos, incluidos
el Estatuto y el Reglamento de la Comisión. Dichos poderes le permiten un
amplio espectro de acción para confrontar las violaciones de derechos
humanos, tales como la “diplomacia silenciosa” o la denuncia pública a través
de comunicados de prensa o informes generales. La Comisión tiene los
poderes más amplios que se le hayan encomendado a organismo internacional
alguno en materia de supervisión de derechos humanos.

La dimensión judicial de las funciones y atribuciones de la Comisión consiste


en su capacidad de adjudicar los casos presentados contra un Estado. En los
últimos años, la Comisión ha ejercido esta función con más frecuencia. El
proceso hemisférico de transición a la democracia en la mayoría de los Estados
miembros de la OEA ha requerido que la Comisión recurra de manera más
rigurosa al procedimiento de peticiones individuales. En este contexto, la
aplicación de estándares legales internacionales y de un sistema de reglas
procesales claras es fundamental para el trabajo de la Comisión. Las
consideraciones políticas, sin embargo, siguen siendo importantes en
situaciones excepcionales, en especial en aquellos países donde las
violaciones masivas o los regímenes autoritarios todavía amenazan el estado
de derecho.

INSTRUMENTOS INTERAMERICANOS DE PROMOCIÓN Y PROTECCIÓN


DE LOS DERECHOS HUMANOS

La estructura del sistema interamericano de protección de los derechos


humanos es mucho más sencilla que la del sistema universal.

34
Los órganos principales del sistema interamericano son la Corte Interamericana
de Derechos Humanos (Corte Interamericana) y la Comisión Interamericana de
Derechos Humanos (CIDH). Existen también dos órganos políticos que,
ocasionalmente, adoptan pronunciamientos sobre situaciones concretas o
temas que tienen relevancia para la interpretación del derecho interamericano
de los derechos humanos, estos órganos son la Asamblea General y la
Reunión de Consulta de los ministros de relaciones exteriores de los Estados
Miembros. A diferencia de las Naciones Unidas, la Organización de Estados
Americanos (OEA) no tiene un órgano político dedicado a cuestiones de
derechos humanos.

Es necesario hacer presente que la responsabilidad primaria de la protección


de los derechos humanos recae sobre las autoridades nacionales; las
actividades internacionales son subsidiarias o complementarias a las tareas
que los gobiernos nacionales deben desarrollar en este campo.

Asimismo, los órganos internacionales, así como los Estados, tienen una tarea
que va más allá de la protección propiamente tal, puesto que deben promover
los derechos humanos, difundirlos, en suma, emprender las actividades
necesarias para su goce efectivo por todos y cada uno de los individuos bajo su
jurisdicción.

Los Estados pueden encontrarse en una situación en que existan violaciones


masivas y sistemáticas de los derechos civiles y políticos, como sucede en una
dictadura; violaciones aisladas de los derechos civiles y políticos, que suceden
en una democracia respetuosa del Estado de Derecho; violaciones masivas y
sistemáticas de derechos económicos, sociales y culturales, como sucedía en
Sudáfrica durante el apartheid; violaciones de derechos civiles y políticos de un
sector de la población por razones culturales, como sucede en muchos países
con las mujeres; violaciones de derechos civiles y políticos debido a conflictos
internos incontrolables por el Estado, como en Afganistán bajo los talibanes;

35
violaciones como secuela de una dictadura, en países en transición a la
democracia. Para cada uno de estos problemas, debe encontrarse una
solución y por ello los órganos y mecanismos de supervisión son de variada
naturaleza.

Los mecanismos para controlar el cumplimiento de las obligaciones en materia


de derechos humanos pueden estar establecidos en tratados, como el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Protocolo Facultativo de dicho
Pacto, o provenir de resoluciones de órganos de la organización internacional
respectiva, como el Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
establecido por una resolución del Consejo Económico y Social de las
Naciones Unidas.

Existen también órganos de diversa naturaleza para llevar a cabo los


procedimientos de control; algunos de ellos son intergubernamentales, como la
Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, o el Comité de
Ministros del Consejo de Europa; otros son conjuntos de expertos, como la
Comisión y la Corte Interamericanas de Derechos Humanos, la Corte Europea
de Derechos Humanos o los Comités establecidos en seis tratados adoptados
bajo el marco de las Naciones Unidas. Finalmente hay procedimientos de
variada naturaleza para supervisar el cumplimiento por los Estados de sus
obligaciones en materia de derechos humanos; pueden ser cuasi
jurisdiccionales o jurisdiccionales.

Para controlar las violaciones de los derechos civiles y políticos hay dos tipos
de mecanismos efectivos, dependiendo de si se está frente a una situación de
violaciones masivas y sistemáticas o frente a una violación aislada de un
derecho.

Las violaciones masivas y sistemáticas, es decir, violaciones de un número


significativo de derechos, que afectan a un número significativo de personas y

36
que obedecen a una política del gobierno que las comete o que permite que se
comentan por terceros que no sean oficialmente agentes del Estado, requieren
un mecanismo para solucionar la situación, aparte de un procedimiento para
examinar las violaciones individualizadas dentro del conjunto de violaciones
que se perpetran.

Para lo primero, se requiere un órgano que pueda comprobar la situación,


posiblemente de expertos, y un órgano que reaccione con sanciones políticas,
que debe ser un órgano intergubernamental.

Las violaciones aisladas, por el contrario, como se dan dentro de un Estado de


Derecho, requieren un órgano de expertos, cuasi-jurisdiccional, que pueda
aplicar el derecho a los hechos del caso y pueda concluir si la acción del
Estado es compatible o incompatible con sus obligaciones internacionales. Este
último mecanismo puede usarse también para una violación específica dentro
de una situación de violaciones masivas y sistemáticas; en este caso, como la
violación obedece a una política del gobierno, el caso que se examine ante el
órgano internacional no versará sobre una discrepancia jurídica entre el
gobierno y el peticionario respecto a la interpretación o alcance de un derecho,
sino que se necesitará acreditar los hechos, ya que probablemente la postura
del Estado será negarlos. Además, como no se darán las premisas que
sustentan ese mecanismo de control, seguramente no será necesario acreditar
que se han agotado los recursos internos y la carga de la prueba será distinta.

EL SISTEMA DE QUEJAS INDIVIDUALES EL EXAMEN DE PETICIONES


ANTE LA COMISIÓN

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos examina las peticiones


conforme a los procedimientos establecidos en la Convención Americana, el
Estatuto y el Reglamento de la Comisión. El mecanismo de petición individual
ha ganado mucha importancia en el sistema interamericano de derechos

37
humanos. Conforme a este sistema, la Comisión puede publicar informes sobre
los resultados de hecho y de derecho de casos individuales y puede presentar
casos ante la Corte Interamericana. La jurisdicción de la Comisión con relación
a quejas individuales no debe confundirse con su autoridad para publicar
informes sobre la situación general de los derechos humanos en un país
específico o sobre un asunto de derechos humanos en particular.

Las peticiones ante la Comisión deben presentarse de forma escrita. Conforme


al artículo 44 de la Convención, la denuncia ante la Comisión Interamericana
puede ser presentada por las víctimas, otras personas o grupo de personas,
así como por cualquier organización no gubernamental. Los Estados también
pueden presentar peticiones contra otros Estados, siempre y cuando hayan
reconocido de manera expresa la competencia de la Comisión para conocer
tales casos.

Una vez presentada una petición, la Comisión examina los requisitos formales
de admisión de la comunicación y la transmite al Estado denunciado para que
estén presentes sus observaciones.

Las peticiones deben ser presentadas ante, y recibidas por, la Secretaría de la


Comisión para su procesamiento inicial. Esta debe acusar recibo de la petición
al peticionario y, si cumple con los requisitos formales de admisión establecidos
en el artículo 28 del Reglamento, debe registrarla. Si la petición no cumple
estos requisitos, puede solicitar a los peticionarios que completen los requisitos
omitidos. Si la Secretaría tiene alguna duda sobre la admisibilidad de la
petición, “consultará a la Comisión”. Después de que la Secretaría registra la
petición, someterá las partes pertinentes al Estado interesado para que éste
presente su respuesta. Una vez que el Estado ha presentado sus
observaciones a la Comisión, ésta puede emitir una decisión sobre la
admisibilidad de la misma. El Estatuto de la Comisión establece que después
de que una petición haya sido presentada ante la Comisión, el Estado

38
interesado debe responder a la información presentada por la Comisión en el
plazo de dos meses. Una vez que haya considerado la posición de las partes,
la Comisión tomará una decisión sobre la admisibilidad o inadmisibilidad y la
publicará. Solamente entonces, una petición considerada admisible será
registrada como "caso", y se iniciará la fase sobre el fondo.

COMISION INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

La CIDH, al igual que el Comité de Derechos Humanos del sistema universal,


es un órgano compuesto por expertos independientes.

La competencia de la CIDH para conocer casos de violaciones de los derechos


humanos proviene de distintas fuentes, de las cuales las más relevantes son
las siguientes:

 Competencia original para conocer violaciones de derechos humanos en


todos los Estados miembros de la OEA, derivada de su Estatuto.
 Competencia para conocer denuncias de violaciones de los derechos
reconocidos por la Convención Americana por un Estado Parte.
 Competencia para conocer violaciones de la libertad sindical y del
derecho a la educación, reconocida por el Protocolo de San Salvador
sobre derechos económicos, con respecto a los Estados Partes en dicho
instrumento (art. 19.6).
 Competencia para conocer denuncias de violaciones de la Convención
Interamericana para prevenir y sancionar la tortura, la Convención
Interamericana sobre la desaparición forzada de personas y la
Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la
violencia contra la mujer.

En el presente Manual se emplea el término “jurisprudencia” para hacer


referencia a las decisiones de la CIDH sobre casos examinados bajo el

39
procedimiento establecido por el artículo 44 de la Convención Americana y de
su Estatuto, es decir, denuncias de presuntas violaciones de la Convención o
de la Declaración Americana presentadas por individuos o por ONG. Hasta la
fecha, la CIDH no ha publicado decisiones sobre presuntas violaciones del
Protocolo de San Salvador.

Tampoco existen decisiones que descansen exclusivamente sobre la aplicación


de la Convención Interamericana para prevenir y sancionar la tortura, ni sobre
la Convención Interamericana sobre la desaparición forzada de personas, ni la
Convención Interamericana para prevenir, sancionar y erradicar la violencia
contra la mujer. Las decisiones recientes que contienen conclusiones relativas
a violaciones de estos instrumentos se basan en la aplicación en forma
conjunta de normas contenidas en la Convención Americana y en dichas
Convenciones que, en cierta medida, pueden considerarse complementarias a
la Convención.

A partir del año 1996 las decisiones publicadas por la CIDH en sus informes
anuales incluyen no sólo decisiones sobre el fondo, sino también sobre la
admisibilidad de denuncias. La CIDH ha establecido relatorías sobre ciertos
temas, en particular sobre la mujer, la niñez, los indígenas, los trabajadores
migrantes y la libertad de expresión. Con una excepción, los relatores son
miembros de la CIDH, quienes asumen particular responsabilidad sobre el
tema a su encargo. Sus informes, que se publican en forma ocasional, son
aprobados por la CIDH. La Relatoría sobre la libertad de Expresión establecida
en 1997, a diferencia de las demás relatorías, tiene cierta autonomía. Este
Relator no es miembro de la CIDH, y sus informes anuales, publicados como
anexos a los Informes Anuales de la CIDH, no son aprobados formalmente por
ésta. No obstante, son una fuente valiosa de interpretación complementaria.

La Comisión está compuesta por siete miembros, que deben ser "personas de
alta autoridad moral y reconocida versación en materia de derechos humanos".

40
Son elegidos por la Asamblea General de la OEA de una lista de candidatos
propuesta por los gobiernos de todos los Estados miembros, por un período de
cuatro años y pueden ser reelectos sólo una vez.

La Comisión tiene diversas funciones establecidas en el artículo 41 de la


CADH, que van desde la promoción y la asistencia a los Estados, hasta la
investigación de situaciones generales de derechos humanos y el examen de
comunicaciones individuales o estatales.

EL PROCEDIMIENTO ANTE LA COMISIÓN INTERAMERICANA DE


DERECHOS HUMANOS.

La CIDH distingue claramente la etapa de admisibilidad y la etapa del examen


del fondo, que corre paralelamente con la de intentar una solución amistosa del
caso.

A. La Etapa de Admisibilidad. La Convención establece requisitos de


admisibilidad, en general similares a los del Protocolo Facultativo.

a.1) Legitimación activa. A diferencia de lo dispuesto en el Pacto, la posibilidad


de acceder al sistema de la Comisión mediante una denuncia o petición
individual conforme al artículo 44 de la Convención, es amplia: permite que sea
presentada por cualquier persona, grupo de personas u organizaciones no
gubernamentales que cumplan los requisitos del artículo 44. Hay una
actiopopularis.

Toda comunicación debe tener siempre una víctima, porque la Comisión no


puede utilizar este procedimiento para pronunciarse in abstracto sobre una ley
o una práctica administrativa. Por otra parte, por disposición de su propio
Reglamento, la Comisión puede iniciar, motu proprio, “la tramitación de una
petición que contenga, a su juicio, los requisitos para tal fin”.

41
a.2) Competencia material. La Comisión sólo puede conocer hechos que
constituyan una violación a los derechos humanos consagrados en los
instrumentos vinculantes del sistema interamericano que le dan esta
competencia, esto es, la Declaración Americana de Derechos y Deberes del
Hombre, respecto de todos los Estados parte de la OEA y la Convención
Americana sobre Derechos Humanos, respecto de aquellos que la hayan
ratificado.

Además puede conocer materias relativas al Protocolo Adicional a la CADH en


materia de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Protocolo de San
Salvador); la Convención Interamericana Para Prevenir y Sancionar la Tortura;
la Convención Interamericana sobre Desaparición Forzada de Personas; y la
Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia
contra la Mujer.

a.3) Legitimación pasiva. La comunicación debe estar dirigida contra un Estado


que sea parte de alguno de los tratados mencionados en el acápite anterior.

a.4) Competencia en razón del tiempo. Los hechos que se invoquen como
constitutivos de violación deben haber sucedido con posterioridad a la fecha en
que el tratado respectivo entró en vigencia para el Estado denunciado.

También aquí son excepcionales las violaciones que tienen efecto continuo,
como las desapariciones.

De hecho, en el caso de las desapariciones, la Convención específica sobre la


materia define el fenómeno como una violación continua hasta tanto no se
compruebe el paradero de la víctima. Ha habido jurisprudencia de la Corte
sobre este punto, que sugiere que lo continuo es el ocultamiento de la
detención, ya que cuando el cuerpo aparece y se comprueba que murió antes

42
de la vigencia del Pacto para el Estado, la Corte ha decidido que no tiene
competencia para conocer de la violación del derecho a la vida.

a.5) Competencia en razón del lugar y responsabilidad del Estado. La CIDH


sólo puede conocer de comunicaciones que se refieran a hechos que afectan a
personas bajo la jurisdicción del Estado respectivo.

a.6) Fundamentación de la petición. Innovando con respecto al Protocolo


Facultativo, la Comisión declarará inadmisible una comunicación si resulta de
ella misma o de la exposición del Estado que es manifiestamente infundada o
su total improcedencia es evidente.

a.7) Requisitos de forma. La Convención exige que la comunicación contenga


el nombre, nacionalidad, profesión, domicilio y firma de la persona o del
representante legal de la entidad que somete la petición, por lo cual la
comunicación debe ser escrita.

a.8) Prohibición de examen de un asunto pendiente o resuelto por otra


instancia internacional. El Reglamento de la Comisión amplía esta causal de
inadmisibilidad al disponer que tampoco es admisible una comunicación que
reproduce otra ya examinada por otro organismo internacional, y precisa que
un examen anterior en el contexto de un examen general sobre derechos
humanos en el Estado en cuestión, que no decida sobre los hechos específicos
de la comunicación, no inhibe la admisibilidad de la comunicación, como
tampoco la inhibe si el peticionario ante la CIDH es la víctima o su familiar y el
peticionario ante el otro organismo es un tercero, individual o una entidad no
gubernamental.

a.9) El agotamiento de los recursos internos. La Convención establece


posibilidades de exención de la obligación. En primer lugar, no será exigible el
agotamiento de los recursos en la jurisdicción interna en aquellos casos en que

43
no exista en la legislación interna el debido proceso legal para la protección del
derecho o derechos que hayan sido violados.

Una segunda excepción dice relación con aquellos casos en que no se ha


permitido al presunto lesionado en sus derechos el acceso a los recursos
contemplados en la legislación interna, o bien se le ha impedido agotarlos; en
tercer lugar, se encuentran aquellos casos en que existe un retardo injustificado
en la decisión sobre el recurso.

a.10) Plazo de prescripción de la acción. De acuerdo a lo dispuesto por el


artículo 46 de la Convención, toda denuncia deberá ser presentada en un plazo
de seis meses, contado desde la notificación que se le haga al peticionario de
la decisión definitiva dentro del ordenamiento jurídico interno del Estado. Si el
peticionario sostiene que no debe o no pudo agotar los recursos internos y que,
por lo tanto, se encuentra en alguno de los casos de excepción del artículo 46
de la Convención, la petición "deberá presentarse dentro de un plazo
razonable, a criterio de la Comisión”.

B. La Solución Amistosa. El artículo 48.1.f de la Convención dispone


que la Comisión "se pondrá a disposición de las partes interesadas" con el
propósito de intentar una solución amistosa del caso.

La Comisión reglamentó esta disposición en sus normas internas, disponiendo


que:
a) El procedimiento de la solución amistosa se puede llevar a cabo por
iniciativa propia o de las partes;
b) Puede realizarse en cualquier etapa del examen del caso, pero
siempre antes de pronunciarse sobre el fondo de la petición;
c) Se inicia y continúa sobre la base del consentimiento de las partes;
d) La negociación puede realizarse por uno o más miembros de la
Comisión;

44
e) La Comisión puede dar por concluida su intervención en el
procedimiento si advierte que el asunto no es susceptible de
resolverse por esta vía, si falta el consentimiento de alguna de las
partes o percibe falta de voluntad de la misma para llegar a una
solución amistosa fundada en el respeto de los derechos humanos.

C. El Examen del Fondo (méritos). En el examen de fondo de la


petición se produce un intercambio de observaciones entre el peticionario y el
Estado, teniendo cada uno un plazo de dos meses para hacerlas. En la etapa
de investigación, la Comisión puede aceptar todas las pruebas que las partes
estimen pertinentes, ya sea en forma oral o escrita. Si el Estado no suministra
la información solicitada la Comisión puede presumir que los hechos alegados
en la petición son verdaderos. La aplicabilidad de la presunción no ha sido, en
principio, rechazada por la Corte Interamericana.

D. Los Informes sobre el Fondo y su Valor Legal. El artículo 43 del


Reglamento dispone que si la Comisión decide que no hubo violación,
preparará un informe que será transmitido a las partes y se publicará en el
Informe Anual que ella elabora para la Asamblea General. Si establece que
hubo una o más violaciones, preparará un informe preliminar con proposiciones
y recomendaciones, que será transmitido sólo al Estado, fijándole un plazo
para que informe las medidas tomadas respecto de las recomendaciones. La
adopción del informe y su transmisión al Estado se notificará al peticionario.

CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS

Las competencias de la Corte Interamericana son las establecidas en el


Capítulo VIII de la Convención Americana de Derechos Humanos.

45
Las competencias más relevantes son la adopción de opiniones consultivas,
definida por el artículo 42 de la Convención Americana, y el examen de casos
contenciosos, definido por los artículos 61 y 62 de la misma Convención.

La competencia consultiva de la Corte Interamericana comprende, rationae


materia, consultas relativas a la Convención Americana y a “otros tratados
concernientes a la protección de los derechos humanos en los Estados
americanos (art. 64.1).” En su Opinión Consultiva OC-1/82, la Corte
Interamericana determinó que esta última cláusula no se limita a los tratados
interamericanos en la materia, sino a todo tratado vigente en uno o en varios
Estados americanos, y que tampoco se limita a tratados dedicados al tema de
los derechos humanos sino que incluye cualquier tratado “en que esté
directamente implicada la protección de los derechos humanos”. La
Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre (Declaración
Americana), evidentemente, no es un tratado. No obstante, en su Opinión
Consultiva OC-10/89, la Corte Interamericana concluyó que tiene competencia
para interpretarla “(…) en relación con la Carta y la Convención [Americana de
Derechos Humanos] u otros tratados concernientes a la protección de los
derechos humanos en los Estados Americanos”.

La competencia consultiva de la Corte Interamericana se extiende a dos tipos


de consultas: aquellas que solicitan la interpretación de una disposición o
disposiciones de la Convención Americana o de otro tratado sobre derechos
humanos, o eventualmente una cuestión más general sobre la interpretación de
la Convención, y las que solicitan la opinión de la Corte sobre la compatibilidad
de una ley con la Convención. Las consultas del primer tipo pueden ser
sometidas por cualquier Estado miembro de la OEA, por la CIDH y, en ciertas
circunstancias, por otros órganos de la OEA, mientras quelas del segundo tipo
sólo pueden ser presentadas por un Estado miembro, con respecto a su propia
legislación.

46
La Corte Interamericana también tiene competencia sobre casos examinados
previamente por la CIDH. Esta competencia se limita acasos “(…) relativo[s] a
la interpretación y aplicación de las disposiciones de esta Convención”, es
decir, la Convención Americana” (art.62.3). Dichos casos pueden ser sometidos
por el Estado aludido, o por la CIDH siempre que el Estado haya aceptado la
competencia contenciosa de la Corte Interamericana y que la CIDH haya
cumplido con los requisitos procesales correspondientes (arts. 61 y 62).

Durante más de dos décadas, la CIDH tuvo una amplísima discreción sobre la
sumisión de casos a la Corte Interamericana. En 2001entró en vigencia un
nuevo Reglamento de la CIDH, que dispone que toda decisión de esta
Comisión relativa a un Estado Parte en la Convención Americana que reconoce
la competencia contenciosa de la Corte Interamericana, debe ser sometida a
ésta, a menos que el Estado haya cumplido con las recomendaciones de la
CIDH o que ésta, por decisión fundada, determine lo contrario (art. 44). Cabe
presumir que, en un futuro próximo, esta reforma producirá un aumento
importante en la jurisprudencia de la Corte Interamericana.

En el ejercicio de su competencia contenciosa, la Corte adopta órdenes, fallos


y decisiones de distinta índole, entre ellos, medidas cautelares, excepciones
preliminares, reparaciones e interpretaciones de sus sentencias. Para efectos
de la interpretación de la normativa interamericana sobre derechos humanos,
las sentencias de la Corte Interamericana sobre el fondo de los casos son lo
más relevante.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos está compuesta por siete


jueces, nacionales de los Estados miembros de la OEA, pero no
necesariamente de los Estados Partes en la Convención, elegidos por éstos
últimos de una lista formada por ellos que contiene los nombres de juristas "de
la más alta autoridad moral, de reconocida competencia en materia de
derechos humanos, que reúnan las condiciones requeridas para el ejercicio de

47
las más altas funciones judiciales conforme a la ley del país del cual sean
nacionales o del Estado que los proponga como candidatos". No puede haber
dos jueces de la misma nacionalidad. La duración del cargo es de seis años y
sólo pueden ser reelegidos una vez.

Las audiencias de la Corte son públicas, y sus deliberaciones, privadas.La


Corte tiene dos funciones. Una es la de resolver los casos contenciosos sobre
una presunta violación a la Convención por un Estado Parte (art. 62 de la
Convención), y la otra, la de emitir opiniones consultivas (artículo 64 de la
Convención).

EL PROCEDIMIENTO ANTE LA CORTE INTERAMERICANA DE DERECHOS


HUMANOS (CIDH)

A. La Competencia Contenciosa de la Corte. La Corte sólo puede


conocer de un caso cuando se haya terminado el procedimiento ante la
Comisión.

La competencia de la Corte para conocer comunicaciones individuales se


remite ratione materiae, a la Convención Americana, que constituye el derecho
sustantivo que la Corte deberá aplicar. La Corte tiene también competencia
para conocer de los casos en que se aleguen violaciones de los derechos del
párrafo a) del artículo 8 del Protocolo Adicional a la Convención en materia de
Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Protocolo de San Salvador) y de
los casos en se aleguen violaciones de la Convención Interamericana sobre
Desaparición Forzada de Personas. Además, se ha atribuido competencia para
aplicar la Convención Interamericana para Prevenir y Sancionar la Tortura.
Ratione personae, sólo los Estados Partes en la Convención y la Comisión
tienen derecho a presentar un caso ante la Corte siempre que hayan
reconocido la competencia de la Corte para ello.

48
A partir de la reforma al Reglamento de la Corte del año 2000, una vez que la
demanda ante la Corte ha sido admitida, se trata a la víctima, sus familiares o
sus representantes debidamente acreditados, como verdaderas partes del
proceso, ya que el nuevo artículo 23 les permite presentar solicitudes,
argumentos y pruebas en forma autónoma.

La competencia ratione temporae puede estar referida a una condición de


admisibilidad de la demanda o a una condición de aplicación de la actividad
jurisdiccional de la Corte. En el primer caso, ésta se refiere al plazo dentro del
cual puede presentarse un caso al conocimiento de la Corte. En cuanto a la
competencia de la Corte, la Convención se aplica a los Estados una vez que
haya entrado en vigencia para los mismos, por lo cual la Corte no podrá
conocer de casos cuyos hechos sean anteriores a esa fecha, a menos de que
ellos configuren una violación continua.

B. La tramitación del caso. El procedimiento ante la Corte consta de


una parte escrita y otra oral.

La parte escrita se compone de la demanda, las observaciones a la demanda


de la presunta víctima, sus familiares o sus representantes y la contestación.
La demanda debe notificarse por el Secretario de la Corte a los miembros de la
Corte, al Estado demandado, a la Comisión, si ella no presentó el caso, y,
acorde con el cambio del Reglamento sobre la participación de individuos,
también al denunciante original y a la presunta víctima, sus familiares o sus
representantes debidamente acreditados.

En la contestación, que debe realizarse dentro de los dos meses siguientes a la


notificación de la demanda, el Estado puede aceptar los hechos o
contradecirlos. Si pretende interponer excepciones preliminares, debe hacerlo
también en esta oportunidad.

49
En la parte oral, que se realiza por medio de audiencias, se desarrollan los
alegatos de las partes y se escucha a los testigos y a los expertos.

Las pruebas que las partes quieran allegar al proceso deberán ser ofrecidas en
la demanda yen la contestación, o en el escrito de excepciones preliminares y
en su contestación. No se admitirán otras pruebas, a menos que se invoque
fuerza mayor, un grave impedimento o hechos Sobrevinientes. La Corte puede
procurar de oficio toda prueba que estime útil para resolver el asunto.

La Corte ha señalado que a diferencia de los sistemas penales internos de los


Estados, el Estado inculpado deberá aportar los medios de prueba que fijen los
hechos y no podrá descansar en la imposibilidad que tenga la parte
demandante para generar los medios de prueba, ya que en muchos casos ellos
no pueden obtenerse sino que con la ayuda del mismo Estado.

C. El término del proceso. Un caso ante la Corte puede terminar por:

 Sobreseimiento, si ha habido un desistimiento;


 Por allanamiento del demandado a las pretensiones del demandante;
 Por solución amistosa; o
 Por una sentencia.

Si el procedimiento termina por sentencia, ésta es definitiva e inapelable. Si la


Corte estima que ha habido una violación de un derecho o libertad protegidos
en la Convención, dispondrá “que se garantice al lesionado en el goce de su
derecho o libertad conculcados" y si ello fuera procedente, "que se reparen las
consecuencias de la medida o situación que ha configurado la vulneración de
esos derechos y el pago de una justa indemnización a la parte lesionada”.

50
Dentro de los noventa días a contar de su notificación, las partes pueden
solicitar a la Corte una interpretación del fallo, en caso de desacuerdo sobre su
sentido y alcance.

Los Estados Partes tienen la obligación internacional de cumplir el fallo de la


Corte, pero la Corte no tiene imperio para hacerlo cumplir. Sin embargo, la
parte del fallo que disponga indemnización compensatoria se podrá ejecutar en
el respectivo país por el procedimiento interno vigente para la ejecución de
sentencias contra el Estado. El artículo 65 de la Convención dispone quela
Corte informará a la Asamblea General de la OEA cuando un Estado no haya
cumplido con un fallo y hará las recomendaciones que estime pertinentes.

ORGANIZACIÓN DE LAS NACIONES UNIDAS

La Primera Guerra Mundial finalizo formalmente con el Tratado de Versalles,


celebrado en la Conferencia de Paz de París, en 1919. Mediante ese tratado
también se constituyeron la Sociedad de las Naciones y la Organización
Internacional del Trabajo. El objetivo principal de la Sociedad era “fomentar la
cooperación entre las naciones y... garantizarles la paz y la seguridad”. Los
instrumentos destinados al logro de este objetivo se basaban en nociones de
desarme, arreglo pacífico de controversias y prohibición de la guerra, garantías
colectivas respecto a la independencia de todos los miembros y sanciones
contra el incumplimiento de estos principios. Los tres principales órganos de la
Sociedad eran el Consejo, la Asamblea y la Secretaría. Para no entrar en los
pormenores de toda la organización de la Sociedad, basta decir aquí que el
Consejo era un órgano con un número limitado de miembros, la Asamblea era
el órgano plenario de la Sociedad e incluía a los Estados signatarios del
Tratado de Versalles, mientras que la Secretaría se encargaba de los servicios
de apoyo. Nunca se alcanzaron los objetivos del programa de desarme de la
Sociedad. En cuanto a los otros instrumentos a disposición de la Sociedad, un
breve examen de sus actividades pone de manifiesto que si no pudo

51
desempeñar eficientemente su cometido general no fue a causa de la calidad
de dichos instrumentos. Si no actuó de conformidad con sus obligaciones
cuando procedí a hacerlo fue más por la apatía y la reserva de los Estados
miembros que por la aparente inadecuación de las disposiciones del Tratado.
La Sociedad de las Naciones nunca tuvo carácter universal, lo que era
previsible desde su creación, a causa de la no participación de EE.UU. Fue,
pues, una organización fundamentalmente europea, y el número máximo de
Estados miembros solo llego a ser de 59. Sus éxitos en los ámbitos de la
economía, las finanzas, la sanidad pública, los mandatos, los transportes, las
comunicaciones y las cuestiones sociales y laborales fueron eclipsados por su
incapacidad para evitar el desencadenamiento de la Segunda Guerra Mundial,
fracaso que ha de atribuirse, más exactamente, a los Estados miembros. La
Sociedad fue disuelta formalmente el 18 de abril de 1946.

Para entonces, la Organización de las Naciones Unidas, constituida el 24 de


octubre de 1945, tenía casi seis meses de vida.

Aunque escritores eminentes y organizaciones privadas habían preconizado,


durante años, la fundación y el desarrollo de una organización internacional
dedicada al mantenimiento de la paz internacional, fue necesaria una guerra
mundial para que los Estados acordaran el establecimiento de la Sociedad de
las Naciones. Sin embargo, no fueron suficientes los horrores de la Primera
Guerra Mundial para convencer a los Estados de que necesitaban actuar de
forma decisiva por la paz y la seguridad internacionales. A pesar de que las
actividades y las acciones individuales de los Estados, como el retiro de
Alemania, Italia y Japón de la Sociedad de las Naciones, eran una clara
amenaza para la paz y la seguridad internacionales, no fueron suficientes para
persuadir a los Estados miembros de la Sociedad a emplear los poderes que
les confería el Tratado de Versalles. Al término de la Segunda Guerra Mundial,
fueron las Potencias Aliadas quienes decidieron fundar una organización
internacional y mundial dedicada al mantenimiento de la paz y la seguridad

52
internacionales. La formulación de planes definitivos para esta organización se
hizo por etapas, en Teherán, Dumbarton Oaks y Yalta, los años 1943, 1944 y
1945, respectivamente.

Finalmente, en la Conferencia de San Francisco, celebrada en junio de 1945,


cincuenta Gobiernos participaron en la redacción de la Carta de las Naciones
Unidas, que no solo es el instrumento fundador de la ONU sino también un
tratado multilateral sobre los derechos y deberes jurídicos de los Estados
miembros de la ONU. Entró formalmente en vigor el 24 de octubre de 1945, día
en que, cada año, se conmemora la constitución oficial de las Naciones Unidas.
Al crear la ONU, la Carta no fundó un «súper estado», ni tampoco una especie
de Gobierno mundial.

Las preocupaciones principales de la Organización son la paz y la seguridad


internacionales. Su estructura está subordinada a ese objetivo, y su buen
funcionamiento depende, en gran medida, de la cooperación efectiva entre los
Estados miembros. No tienen poderes soberanos; lo que, lógicamente, significa
que la organización no tiene competencia en asuntos de jurisdicción interna de
los Estados.

La siguiente descripción de la ONU se limita a los órganos de importancia


directa y fundamental para los derechos humanos. Después, se presentan los
mecanismos y procedimientos de que disponen esos órganos para velar por la
promoción y la protección de los derechos humanos.

1. El Consejo de Seguridad y la Asamblea General son órganos principales


de las Naciones Unidas, constituidos de conformidad con el artıculo 7.1
de la Carta. Ambos pueden establecer los organismos subsidiarios que
estimen necesarios para el desempeño de las funciones respectivas
(artículos 22 y 29 de la Carta).

53
La responsabilidad primordial del Consejo de Seguridad es mantener la paz y
la seguridad internacionales. Tiene, asimismo, la obligación de hacer todo lo
posible para lograr el arreglo pacífico de las controversias internacionales
susceptibles de poner en peligro el mantenimiento de la paz y la seguridad
internacionales. Pero si el arreglo pacífico fracasa o es imposible, el Consejo
de Seguridad puede, en algunas circunstancias, aplicar medidas coercitivas.

La Asamblea General, órgano plenario de la ONU, está integrada por todos los
Estados miembros; cada uno tiene un voto y, como máximo, cinco
representantes en la Asamblea (artículo 9 de la Carta de la ONU). Es un
órgano deliberante que actúa mediante recomendaciones en vez de decisiones
vinculantes.

2. El Consejo Económico y Social (ECOSOC), constituido de conformidad


con el artículo 7 de la Carta, es uno de los órganos principales de las
Naciones Unidas.

Está integrado por 54 miembros elegidos por la Asamblea General mediante


«elecciones escalonadas», para garantizar cierto grado de continuidad. En las
elecciones, se hace siempre lo posible por que estén representados diversos
intereses sociales, económicos, culturales y geográficos. El Consejo
desempeña sus funciones bajo la autoridad de la Asamblea General (artículo
60 de la Carta).

3. La Comisión de Derechos Humanos (CDH) se ha reunido todos los años


—seis semanas cada primavera, en Ginebra—, desde que fue
establecida, en1946, por el ECOSOC. Integran actualmente la Comisión
53 miembros elegidos por el ECOSOC para un mandato de tres años.
Como su nombre indica, la CDH es el órgano más importante de la ONU
que se ocupa de los derechos humanos. Puede iniciar estudios y
misiones de investigación, preparar proyectos de convenciones y

54
declaraciones que han de ser aprobados por órganos superiores, debatir
acerca de violaciones específicas de derechos humanos en sesiones
públicas o privadas y presentar propuestas para mejorar los
procedimientos de la ONU relativos a los derechos humanos. La CDH ha
puesto en marcha varios mecanismos, que examinaremos después más
detenidamente, para estudiar, investigar y mejorar toda situación de
violación notoria y generalizada de derechos humanos. Sólo los
miembros de la Comisión tienen derecho a voto. Para facilitar el
desempeño efectivo de sus actividades, la CDH ha recurrido a su
facultad para establecer órganos subsidiarios, entre los cuales, la
Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las
Minorías, y grupos de trabajo sobre diversas cuestiones de derechos
humanos

Seis tratados principales de derechos humanos cuentan con sendos comités


para vigilar su aplicación efectiva por los Estados Partes. A saber:

 Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP);


 Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
(PDESC);
 Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial (CEDR);
 Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación
contra la mujer (CEDCM);
 Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes (CCT);
 Convención sobre los Derechos del Niño (CDN).

Mientras que los seis instrumentos antes mencionados definen un sistema de


presentación de informes por los Estados Partes, sólo tres de ellos, a saber, el
PIDCP, la CEDR y la CCT contienen disposiciones que permiten a los Estados

55
Partes denunciar el incumplimiento, por otros Estados Partes, de las
obligaciones contenidas en el tratado.

PROCEDIMIENTO PARA LA PRESENTACIÓN DE UNA QUEJA:

56
Actualmente, hay catorce procedimientos temáticos, que consisten en tres
grupos de trabajo, diez relatores especiales y un representante especial. Son
los siguientes:

 Grupo de Trabajo sobre Desapariciones Forzadas o Involuntarias;


 Grupo de Trabajo sobre la Detención Arbitraria;
 Grupo de Trabajo sobre el Derecho al Desarrollo;
 Relatores especiales sobre:
 La tortura y otros tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes;
 Las ejecuciones extrajudiciales, sumarias o arbitrarias;
 La intolerancia religiosa;
 Mercenarios;
 La venta de niños, la prostitución infantil y la utilización de niños en la
pornografía;
 Las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia
y formas conexas de intolerancia;
 El derecho a la libertad de opinión y expresión;
 La independencia de magistrados y abogados;
 La violencia contra la mujer;
 Los desechos tóxicos; y
 Representante Especial encargado de la cuestión de los desplazados
internos.

Los procedimientos establecidos por las resoluciones 1235 y 1503, analizados


más arriba, suelen emplearse en casos que parecen constituir violaciones
graves de los derechos humanos. El derecho internacional de los derechos
humanos, sin embargo, cuenta también con procedimientos para estudiar las
violaciones de derechos humanos que no corresponden, necesariamente, a lo
que se considera como un cuadro persistente de violaciones manifiestas y
fehacientemente probadas de los derechos humanos.

57
Actualmente, se emplean dos tipos de procedimiento, uno para las quejas
interestatales y otro para las quejas individuales.

Las comunicaciones interestatales sólo son posibles en virtud de los regímenes


del PIDCP, de la CEDR y de la CCT. El procedimiento en virtud de la CEDR es
obligatorio para todos los Estados Partes en esta Convención. En los otros dos
instrumentos es facultativo y los Estados Partes que quieren acogerse a él
deben hacer una declaración en que reconozcan y acepten la autoridad del
Comité de Derechos Humanos o del Comité contra la Tortura para recibir y
estudiar las denuncias interestatales.

Si un Estado Parte acusa a otro de incumplimiento de sus obligaciones según


el PIPDC, la CEDR o la CCT, el Comité correspondiente sólo estudiará
aquellas comunicaciones de los Estados Partes que hayan aceptado la
jurisdicción del Comité (excepto la CEDR, por supuesto). Si los Estados Partes
no logran alcanzar una solución amistosa entre ellos y el Comité se ha
cerciorado de que se han agotado los recursos internos, éste podrá ofrecer sus
buenos oficios a las partes, para llegar a un arreglo amistoso.

Los procedimientos de comunicaciones individuales sólo existen también en


virtud del PIDCP, de la CEDR y de la CCT. El procedimiento (por el que las
personas pueden presentar denuncias a título individual por el incumplimiento
de las obligaciones de un tratado por un Estado Parte) es facultativo para los
Estados Partes, es decir, cuando un Estado Parte no ha aceptado la
competencia del Comité pertinente para recibir y estudiar las comunicaciones
de individuos presentadas de conformidad con esos instrumentos, tales
comunicaciones no son admisibles. Las comunicaciones individuales
presentadas de conformidad con los instrumentos antes mencionados han de
dirigirse al Comité concernido. En el caso del PIDCP, el Comité de Derechos
Humanos estudia únicamente las comunicaciones de individuos que se
consideran víctimas de violaciones de las disposiciones del PIDCP. Por lo que

58
atañe a la CCT, se dispone algo similar, aunque la comunicación, dirigida al
Comité contra la Tortura, puede también presentarse en nombre de la persona
que se considera víctima de una violación de dicha Convención.

En cuanto a la CEDR, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial


sólo examina las comunicaciones de personas o grupos de personas que, a
título individual, se consideran víctimas de violaciones de la CEDR.

Respecto de la admisibilidad de las peticiones individuales, las tres


Convenciones disponen criterios específicos:

 Ha de reconocerse la competencia del Comité (Protocolo Facultativo del


PIDCP, art. 1; CCT, art. 22.1; CEDR, art. 14.1);
 Han de agotarse los recursos de la jurisdicción interna (PIDCP/PF arts. 2
y 5.2(b); CCT, art. 22.5(b); CEDR, art. 14.7);
 No se aceptarán comunicaciones anónimas ni que constituyan abusos
(PIDCP/PF art. 3; CCT, 22.2; CEDR, art. 14.6);
 Compatibilidad (rationetemporis, personae, loci, materiae) con las
disposiciones de la Convención (PIDCP/PF art. 3; CCT, art. 22.2);
 No se examinara´ simultáneamente el mismo asunto según otro
procedimiento internacional (PIDCP/PF art. 5.2(a));
 No puede examinarse o haberse examinado el asunto según otro
procedimiento internacional (CCT, art. 22.5(a));
 Justificación de las alegaciones (caso prima facie) (PIDCP/PF art. 2;
CCT, art. 22.1).

ORGANIZACIÓN DE ESTADOS AMERICANOS

Son dos las fuentes jurídicas del sistema interamericano de derechos


humanos: la Carta de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la
Convención Americana sobre Derechos Humanos. La OEA está integrada por

59
35 miembros, o sea, todos los Estados soberanos de las Américas. Ejerce sus
funciones mediante varios órganos, que incluyen la Asamblea General, la
Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores y el Consejo
Permanente. La Asamblea General se reúne anualmente en período ordinario
de sesiones y, tantas veces como sea necesario, en reuniones especiales.
Como órgano supremo de la OEA, decide la política de la Organización. Todos
los Estados miembros están representados en la Asamblea General y tienen
sendos votos. La Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores
es el foro donde se debaten los problemas de carácter urgente, y puede ser
convocada por el Consejo Permanente. El Consejo es un órgano plenario que
depende de la Asamblea y de la Reunión Consultiva y está integrado por
representantes permanentes de los Estados miembros de la OEA. Entre otras
funciones, supervisa la Secretaría, colabora con la ONU y otras organizaciones
internacionales, determina las cuotas de presupuesto y formula los estatutos de
sus propios órganos subsidiarios.

El sistema de derechos humanos de la OEA se basa en la Carta de la OEA de


1948, y en sus posteriores enmiendas de 1967 y 1985, que tuvieron
importantes repercusiones en el ámbito de los derechos humanos. En las
reformas se decidió la institución de la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos como órgano estatutario, cuya principal función es “promover la
observancia y la defensa de los derechos humanos”.

En las enmiendas se consolida, asimismo, el carácter normativo de la


Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre, instrumento de
autoridad que contiene la interpretación de los “derechos fundamentales de la
persona humana” proclamados en el artículo 3 (l) de la Carta de la OEA. En
una opinión consultiva, la Corte Interamericana de Derechos Humanos expresó
que para los Estados miembros de la Organización, la Declaración es el texto
que define los derechos humanos a los que se refiere la Carta. La Declaración
es para esos Estados una fuente de obligaciones internacionales relacionadas

60
con la Carta de la Organización. La Corte fundamentó sus argumentos en la
práctica de la OEA y de sus Estados miembros en el ámbito de los derechos
humanos, práctica que examinó muy detenidamente en su opinión consultiva.

Tras la entrada en vigor de la Convención Americana sobre Derechos


Humanos, las crecientes funciones y responsabilidades de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (previstas en la Convención) requerían
que la Asamblea aprobara un nuevo Estatuto para la reconstituida Comisión.
La Comisión conserva los poderes y las facultades que le asigna la Carta de la
OEA, la cual obliga a todos los Estados miembros, y recibe poderes y
competencias adicionales de la Convención, vinculantes únicamente para los
Estados Partes en este instrumento. En virtud de las competencias basadas en
la Carta, la Comisión puede efectuar estudios sobre países e investigaciones in
loco, así como recibir comunicaciones individuales en que se aleguen
violaciones de derechos contenidos en la Declaración. Según las disposiciones
de la Convención, también puede examinar reclamaciones interestatales y
peticiones individuales. Por lo que atañe a estas peticiones, es obligatoria la
aceptación de la jurisdicción de la Comisión. En cuanto a las reclamaciones
interestatales, se requiere asimismo la aceptación adicional de los Estados
concernidos.

Si no se llega a un arreglo amistoso, tanto la Comisión como los Estados


interesados pueden referir casos a la Corte Interamericana de Derechos
Humanos. Los individuos no tienen derecho a someter un caso a la Corte.

Esta tiene jurisdicción contenciosa y puede emitir opiniones consultivas


(artículo 64 de la Convención). En los casos de contencioso, el fallo de la Corte
es definitivo e inapelable. Los Estados Partes en la Convención se
comprometen a cumplir la decisión de la Corte en todo caso en que sean
partes (artículo 68(1)). La Corte está facultada para adjudicar una
compensación financiera por los derechos y/o libertades lesionados, así como

61
para ordenar que se remedie la situación que supuso la violación de esos
derechos o libertades (artículo 63(1)). La Convención Americana es el único
tratado importante de derechos humanos que autoriza explícitamente la
emisión (por parte de la Corte) de medidas provisionales para casos que ella
misma esté tramitando o que hayan sido recibidos en la Comisión pero aún no
se hayan remitido a la Corte. Tal facultad se limita a casos de extrema
gravedad y urgencia, y cuando sea necesario para evitar daños irreparables a
personas.

DOCUMENTOS PROTECTORES DE LOS DERECHOS HUMANOS EN


MATERIA DE SEGURIDAD PÚBLICA

La “Carta Internacional de Derechos Humanos” es el término empleado como


referencia colectiva a tres importantes instrumentos de derechos humanos y a
un protocolo facultativo, a saber:

 La Declaración Universal de los Derechos Humanos;


 El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP);
 El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y
Culturales (PDESC);
 El Protocolo Facultativo del PIDCP.

La Declaración Universal es hoy el instrumento específico más importante de


derechos humanos. Aprobada por la Asamblea General en 1948, no es un
tratado sino que se concibió como marco orientativo e interpretativo de las
disposiciones y obligaciones concernientes a los derechos humanos,
contenidas en la Carta de la ONU. Lo que realmente ha contribuido a que la
Declaración Universal ocupe hoy un lugar prominente en el derecho
internacional de los derechos humanos ha sido el posterior desarrollo del
derecho de los derechos humanos. La Declaración Universal fue aprobada en
1948, pero la Comisión de Derechos Humanos no completó la redacción de los

62
dos Pactos principales y del Protocolo Facultativo hasta 1966. Después, fue
necesario esperar diez años —hasta 1976— para que estos entraran en vigor.
Durante 28 años, la comunidad internacional de Estados no tuvo más punto de
referencia para interpretar los asuntos relativos a los derechos humanos que la
Declaración Universal. Además, todos los instrumentos de derechos humanos
redactados desde la aprobación de este texto se basan en sus disposiciones, o
hacen referencia activa a ellas. Muchos artículos de la Declaración Universal
han sido, asimismo, incorporados a la constitución y al derecho interno de
Estados miembros de la ONU. Las prácticas generales de los Estados en el
ámbito de los derechos humanos se han basado, desde 1948, en la
Declaración Universal, y se puede decir que algunas han obtenido la opinio
juris de los Estados, es decir, la convicción de su obligatoriedad jurídica. Así
pues, se puede considerar que ciertas disposiciones de la Declaración
Universal (a saber, la prohibición de la discriminación racial, de la tortura, de la
esclavitud) forman parte del derecho internacional consuetudinario. Estos son
los elementos que han contribuido a la incontestable posición que ocupa
actualmente la Declaración Universal y al respeto que inspira en la comunidad
internacional de Estados.

Los dos Pactos fundamentales tratan de dos amplios aspectos de los derechos
humanos: los derechos civiles y políticos y los derechos económicos, sociales y
culturales. Ambos textos, basados en las disposiciones contenidas en la
Declaración Universal, son tratados multilaterales. En 1 de Agosto de 1996,
134 Estados habían ratificado el PIDCP y el PDESC o se habían adherido a
ellos. De éstos, 88 habían ratificado el Protocolo Facultativo del PIDCP, o se
habían adherido a él, reconociendo así la competencia del Comité de Derechos
Humanos para recibir y estudiar comunicaciones de individuos que aleguen
haber sido víctimas de violaciones, cometidas por un Estado Parte, de los
derechos estipulados en el Pacto. En esa misma fecha, sólo 29 Estados habían
ratificado el Segundo Protocolo Facultativo del PIDCP, destinado a abolir la
pena de muerte, o se habían adherido a él.

63
Tomando la Carta Internacional de Derechos Humanos como punto de partida
y de referencia, la comunidad internacional ha continuado elaborando tratados
sobre aspectos o temas particulares de derechos humanos, que pueden
calificarse de especializados.

Como los dos Pactos, contienen obligaciones jurídicas para los Estados Partes.
Cuando esos tratados reiteran principios generales del derecho internacional o
normas del derecho internacional consuetudinario, son jurídicamente
vinculantes para todos los Estados, incluidos los que no son partes en ellos (al
menos por lo que atañe a las disposiciones reconocidas como principios
generales o costumbre). Los tratados así redactados deben interpretarse de
conformidad con las normas pertinentes de la Convención de Viena sobre el
Derecho de los Tratados.

Entre los tratados especializados más importantes cabe mencionar los


siguientes:

 Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio;


 Convención sobre el Estatuto de los Refugiados;
 Protocolo sobre el Estatuto de los Refugiados;
 Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las Formas de
Discriminación Racial;
 Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer;
 Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes;
 Convención sobre los Derechos del Niño;
 Segundo Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos
Civiles y Políticos, destinado a abolir la pena de muerte.

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Los dos Pactos, así como las Convenciones sobre la discriminación racial, la
tortura, la discriminación contra las mujeres, y los derechos del niño, disponen
de un comité encargado de vigilar que los Estados Partes aplican
efectivamente las disposiciones contenidas en esos instrumentos. Estos
comités suelen denominarse “órganos de vigilancia de los tratados”.

Para cumplir sus deberes de aplicar la ley y proporcionar asistencia cuando sea
necesario, los organismos encargados de hacer cumplir la ley de todo el mundo
disponen de numerosos medios legales. Estos medios, es decir, poderes y
facultades, se relacionan, entre otros, con el arresto, la detención, la
investigación penal y el empleo de la fuerza y de armas de fuego. La autoridad
legal para recurrir a la fuerza cuando sea necesario e inevitable con fines lícitos
de aplicación de la ley, incluido el empleo letal de armas de fuego, en
particular, da lugar a situaciones en que los funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley y los miembros de la comunidad a la que prestan servicios se
encuentran en lados opuestos. En principio, tales enfrentamientos incumben,
individualmente, a funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y a
ciudadanos. Sin embargo, pueden repercutir, de hecho, en la calidad de la
relación entre el organismo encargado de hacer cumplir la ley y el conjunto de
la comunidad.

Es evidente que esa relación se verá aún más afectada por el uso ilícito, es
decir, innecesario o desproporcionado, de la fuerza.

Los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley han de atenerse a normas


muy estrictas de disciplina en el desempeño de sus funciones en que se
reconozcan tanto la importancia como las exigencias particulares de las tareas
que esos están llamados a desempeñar. Es esencial prever procedimientos
adecuados de examen y vigilancia, con miras a garantizar el apropiado
equilibrio entre las competencias discrecionales ejercidas a título individual por
los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley y la necesaria

65
responsabilidad jurídica y política del organismo encargado de hacer cumplir la
ley en conjunto.

La aplicación de la ley no es una profesión que consiste en aplicar soluciones


tipo para problemas tipo que ocurren a intervalos regulares de tiempo. Es, más
bien, el arte de comprender la letra y el espíritu de la ley, así como las
circunstancias específicas del problema particular que ha de resolverse. Los
funcionarios encargados de hacer cumplir la ley deben saber diferenciar los
innumerables matices del gris, y no limitarse a distinguir el blanco del negro, lo
que está bien de lo que está mal.

Las palabras clave de la aplicación de la ley tienen que ser “negociación,


mediación, persuasión y resolución de conflictos”. Debe darse prioridad a la
comunicación, con miras a lograr objetivos legítimos de aplicación de la ley. Sin
embargo, dichos objetivos no pueden lograrse siempre mediante la
comunicación. Cuando ésta falla, quedan, básicamente, dos opciones: o bien la
situación se queda como está, y no se logra el objetivo de aplicación de la ley,
o el funcionario encargado de hacer cumplir la ley concernido decide recurrir a
la fuerza para lograr el resultado previsto.

Los países confieren a sus organismos encargados de hacer cumplir la ley la


facultad legal para emplear la fuerza cuando sea necesario a fin de alcanzar
objetivos legítimos de aplicación de la ley. Pero los países no sólo autorizan a
sus instituciones a recurrir a la fuerza; sino que algunos les obligan incluso a
emplearla. Esto significa que, según la legislación interna, un funcionario
encargado de hacer cumplir la ley tiene el deber de emplear la fuerza en las
situaciones en que no pueda lograrse de otro modo el resultado previsto.

Únicamente cuando el empleo de la fuerza se considera inapropiado habida


cuenta de las circunstancias, es decir, considerando la importancia del objetivo
y la cantidad de fuerza necesaria para lograrlo, no debe recurrirse a la fuerza.

66
Al conferir a sus funcionarios encargados de hacer cumplir la ley la facultad
legal para emplear la fuerza y armas de fuego, los Estados no niegan su propia
obligación de proteger el derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de las
personas. Tal competencia se estipula en leyes internas que definen
inequívocamente las circunstancias en que puede emplearse la fuerza, así
como las medidas que pueden aplicarse en determinados casos.

Otro reconocimiento de la conciencia que tienen los Estados de su obligación lo


constituyen los reglamentos y prácticas relativos a la contratación, la selección,
la formación y la capacitación de los funcionarios encargados de hacer cumplir
la ley.

CÓDIGO DE CONDUCTA PARA FUNCIONARIOS ENCARGADOS DE


HACER CUMPLIR LA LEY

El objetivo del Código de Conducta es establecer normas para las prácticas de


la aplicación de la ley respetuosas de las disposiciones de los derechos
humanos y las libertades fundamentales. Mediante una serie de directrices de
elevada calidad ética y jurídica, se intenta condicionar las actitudes y el
comportamiento prácticos de los funcionarios encargados de hacer cumplir la
ley.

En el Código se reconoce que no basta el conocimiento de los derechos


humanos para comprender lo que realmente significa mantenerlos y
defenderlos. La experiencia y la percepción públicas de la calidad de los
derechos y las libertades fundamentales se forjan mediante los contactos con
los funcionarios del Estado, como los funcionarios encargados de hacer cumplir
la ley. Por este motivo, la formación de los funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley en materia de derechos humanos no puede entenderse

67
separadamente de su aplicación práctica en la realidad cotidiana de la
aplicación de la ley.

PRINCIPIOS BÁSICOS SOBRE EL EMPLEO DE LA FUERZA Y DE ARMAS


DE FUEGO

Los Principios Básicos sobre el Empleo de la Fuerza y de Armas de Fuego


(PBEF) fueron aprobados por el Octavo Congreso de las Naciones Unidas
sobre Prevención del Delito y Tratamiento del Delincuente, celebrado en La
Habana (Cuba), del 27 de agosto al 7 de septiembre de 1990.

Aunque no es un tratado, es un instrumento de autoridad para “los Estados


Miembros en sus actividades destinadas a asegurar y fomentar el papel que
corresponde a los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley”. Los
principios que contiene “deben ser tenidos en cuenta y respetados por los
Gobiernos en el marco de sus respectivas legislaciones y practicas nacionales,
y deben señalarse a la atención de los funcionarios encargados de hacer
cumplir la ley, así como de otras personas, como jueces, fiscales, abogados y
miembros del poder ejecutivo y legislativo, y del público en general”.

PROTECCION PROCESAL DE LOS DERECHOS HUMANOS

El derecho a ser informado de las razones de la privación de libertad

El derecho de toda persona privada de libertad a saber los motivos de su


detención no se limita a detenciones por cargos penales, sino que se extiende
igualmente a individuos recluidos en hospitales psiquiátricos, centros de
rehabilitación de toxicómanos, campos para extranjeros en situación migratoria
irregular y cualquier otro motivo. No es suficiente informar al detenido de los
motivos de su detención en términos abstractos, citando determinadas
disposiciones de la ley. En una decisión sobre un individuo detenido

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administrativamente por razones de seguridad nacional, el Comité de Derechos
Humanos manifestó al respecto:

“(…) que el párrafo 2 del artículo 9 del Pacto establece que


toda persona detenida será suficientemente informada de las
razones de su detención como para que pueda tomar medidas
inmediatas a fin de obtener su puesta en libertad si considera
que los motivos aducidos no son válidos o carecen de
fundamento. El Comité opina que no basta con informar
simplemente [al individuo] que ha sido detenido, al amparo de
[la ley de seguridad nacional] sin notificarle en qué se basa la
acusación”.

Una persona detenida para la investigación de un crimen tiene el derecho a ser


informada de las razones de su detención “en forma detallada” y la información
proporcionada debe, en principio, incluir los hechos bajo investigación y la
identidad de la víctima.

El Comité de Derechos Humanos aplica esta norma con cierta flexibilidad


cuando existen razones objetivas para presumir que el detenido ha
comprendido las razones de su detención. Por ejemplo, en un caso en que la
policía no podía informar a una persona de las razones de su detención por no
contar con los servicios de un intérprete en el momento de su captura, pero el
detenido presenció la incautación de drogas escondidas en su auto, y a la
mañana siguiente se le informaron los cargos en su contra, el Comité concluyó
que no se había incurrido en una violación de este derecho. En otro caso en el
cual un detenido sólo fue informado de las razones de su detención después de
ocho días de estar en la cárcel, el Comité consideró que no había habido
violación de este derecho porque el detenido se había entregado a la policía
cuando se enteró de que lo estaban buscando en conexión con un homicidio,
por lo tanto “estaba plenamente consciente de las razones por las que había

69
sido detenido.” No obstante, “el hecho de que el [oficial que detiene a un
individuo] estime que éste conoce las razones de su detención no exime al
Estado de la obligación de (…) comunicar esta información a la persona
detenida.

El derecho a ser informado de los cargos en su contra

A diferencia del derecho a ser informado de las razones de la detención, el


derecho a ser informado de los cargos en contra es aplicable únicamente a
partir del momento en que se ha determinado la acusación. La obligación de
informar a una persona de las razones de su detención es un deber que ha de
cumplirse inmediatamente, según el PIDCP. El deber de notificarle a un
acusado los cargos en su contra debe cumplirse “sin demora”.

La jurisprudencia del Comité de Derechos Humanos sobre el derecho de la


persona a ser notificada de la acusación que se le hace sugiere que la
notificación debe ser efectuada pocos días después.

En un caso, el Comité consideró que una demora de tres días no era violatoria
de este derecho, mientras que en otros casos el atraso de más de una semana
fue considerado como violatorio de este derecho a ser informado de la
acusación sin demora. La jurisprudencia también señala que las restricciones
presupuestarias que afecten a los tribunales no eximen al Estado de
responsabilidad en el incumplimiento de esta obligación.

La jurisprudencia de la CIDH, por su parte, establece que “la acusación fiscal


debe ser sumamente precisa y clara al establecer los hechos que en forma
concreta se atribuyen al acusado”.

70
El derecho a ser llevado sin demora ante un juez

En su Observación General No. 8, el Comité de Derechos Humanos declara


que la expresión “sin demora” en el tercer párrafo del artículo 9, significa en la
práctica que “las demoras no deben exceder unos pocos días.”La
jurisprudencia del Comité sobre este derecho está en armonía con esta
doctrina, así como con la jurisprudencia del Comité sobre el derecho a ser
notificado de la acusación. Una decisión adoptada en 1995 señaló que una
demora de 73 horas en presentar a un detenido ante un juez no había sido
violatoria de este derecho. Una decisión de 1992 consideró una demora de
cinco días violatoria de este derecho, y otra tomada en el año 2000 consideró
una demora de cuatro días como violatoria en ausencia de toda explicación de
parte del Estado. Algunas decisiones señalan que el análisis de la
compatibilidad de una demora con este requisito debe tomar en cuenta la
totalidad de las circunstancias. La incomunicación y la aplicabilidad de la pena
de muerte son dos factores que se mencionan en este contexto; no obstante, la
jurisprudencia no permite identificar claramente cómo éstos y otros factores
inciden en la duración de una demora aceptable.

El derecho a ser procesado sin demora o puesto en libertad

Tanto el PIDCP en su artículo 9.3, como la Convención Americana en su


artículo 7.5, consagran el derecho de la persona detenida y acusada de un
delito “a ser juzgada dentro de un plazo razonable o a ser puesta en libertad”.
Esta disposición complementa lo dispuesto por el artículo 14.3 c) del PIDCP y
por el artículo 8.1 de la Convención Americana, que reconocen el derecho de
toda persona acusada de un delito, sea detenida o no, a ser procesada “sin
dilaciones indebidas” o “en un plazo razonable”. Gran parte de la jurisprudencia
trata sobre ambas disposiciones en forma conjunta, es decir, los artículos 9.3 y
14.3 c) del PIDCP o los artículos 7.5 y 8.1 de la Convención Americana, según

71
corresponda, pero hay algunos casos que demuestran que, a pesar de su
semejanza, estas disposiciones no siempre se aplican en forma idéntica.

Cabe señalar que la mayor parte de la jurisprudencia del Comité de Derechos


Humanos sobre el artículo 9.3 se refiere a la etapa del sumario o instrucción y,
eventualmente, al juicio oral –o sea, desde la detención hasta la condena (o
absolución) en primera instancia–, mientras que las demoras durante el
plenario y la etapa de apelación normalmente son evaluadas a la luz del
artículo 14.3. La mayor parte de la jurisprudencia universal surge de casos
provenientes de países que aplican el derecho común, en donde los juicios
orales por delitos comunes normalmente no duran más de algunos días y sólo
las personas condenadas en primera instancia permanecen presas durante la
etapa de apelación. Los órganos del sistema interamericano tienden a aplicar
ambas disposiciones de la Convención Americana sobre el derecho a ser
procesado sin demora en todo el proceso incluyendo las fases del sumario,
plenario y apelación. Las demoras mencionadas deben entenderse a la luz de
estas circunstancias.

El derecho a ser puesto en libertad si la detención preventiva se prolonga más


allá de lo razonable está íntimamente vinculado con la prohibición de detención
arbitraria. Además, el artículo 9.3 del PIDCP consagra un corolario importante,
a saber: que “La prisión preventiva (…) no debe ser la regla general (…)”, el
cual si bien figura únicamente en el artículo 9 del PIDCP, ha sido incorporado al
artículo 7 de la Convención Americana a través de la jurisprudencia.

Según la jurisprudencia del sistema universal la razonabilidad de una demora


se determina tomando en cuenta todas las circunstancias del caso. En una de
sus primeras decisiones el Comité de Derechos Humanos declaró que la
detención de una persona por “más de un año” había sido violatoria del párrafo
3 del artículo 9, cuando al final de este periodo la persona no fue acusada de
un delito.

72
Debido proceso
En su Comentario General sobre el derecho a la vida, el Comité de Derechos
Humanos señaló que:

De los términos expresos del artículo 6 se desprende también


que la pena de muerte solamente puede imponerse de
conformidad con el derecho vigente en el momento en que se
haya cometido el delito y que no sea contrario al Pacto. Deben
observarse las garantías de procedimiento que se prescriben
en él, incluido el derecho de la persona a ser oída
públicamente por un tribunal independiente, a que se presuma
su inocencia y a gozar de las garantías mínimas en cuanto a su
defensa y al derecho de apelación ante un tribunal superior.

LA PROHIBICIÓN DE DISCRIMINACIÓN

El artículo 4 del Pacto (PIDCP) dispone que ninguna medida puede entrañar
discriminación alguna "fundada únicamente en motivos de raza, color, sexo,
idioma, religión u origen social", lo que repite el artículo 27 de la Convención.
No se mencionan como bases posibles de discriminación prohibida las
opiniones políticas o de cualquier otra índole, el origen nacional, la posición
económica, el nacimiento y la cláusula que permite incorporar otras causales
de discriminación no precisadas bajo el concepto de "cualquier otra condición
social", todas presentes en el artículo 2 del Pacto y en el artículo 1 de la
Convención.

Los trabajos preparatorios del Pacto dan una explicación poco clara de esto.
No hay en los trabajos preparatorios de la Convención nada que ayude a
explicar razonablemente la ausencia de estas causales. Sin embargo, la
aplicación de los principios de necesidad y de proporcionalidad, así como el
principio de que toda diferencia de trato debe ser objetiva y razonable,

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constituyen una poderosa barrera para un tratamiento diferente basado en las
opiniones políticas o, por lo demás, en otras razones.

El Comité de Derechos Humanos ha advertido que hay elementos del artículo


26 y de las demás disposiciones del Pacto relativas a la no discriminación que
no admiten suspensión alguna.

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