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Hacia un Manejo Racional del Pastizal Natural

Guillermo O. MARTIN (h)*

INTRODUCCION
El severo deterioro ambiental que está sufriendo el planeta, debe estimularnos a
intentar diagramar campañas de concientización y conocimiento de los múltiples
aspectos, factores y acciones antrópicas que inciden, desde hace varias décadas, en este
proceso.

Sin duda que una de las formas de hacerlo, es a través de la transferencia que permite
el desarrollo de la docencia, en todos sus niveles. La docencia universitaria, en particular,
es una vía sumamente efectiva para ello, en función de ser la formadora final de los
profesionales que van actuar directamente sobre los procesos productivos.

Advertidos de la cuota de responsabilidad que por el deterioro ambiental nos cabe a


los integrantes de la comunidad agropecuaria, intentaremos en este trabajo, abordar
temas concernientes al manejo racional que se debe hacer de los ecosistemas de
pastizales naturales, que son el sostén de gran parte de la producción ganadera mundial.

DESARROLLO
Todo comienza cuando empezamos a tomar conciencia de porque tenemos hoy tantos
problemas ambientales. El hombre se diferencia del resto de los seres vivos, por su
creciente capacidad (con el transcurso de los siglos) de intervención y cambio sobre los
ecosistemas naturales. La idea de que el hombre primitivo vivía en equilibrio y armonía
con la naturaleza y el ambiente, es un mito. Si es cierto, que la escasa tecnología de
entonces, le impedía realizar grandes modificaciones ambientales y de allí deriva la idea
antes expuesta.

Se puede decir que la historia de la agricultura, es la historia de la civilización. El


incremento progresivo de las intervenciones antrópicas en el área agropecuaria, es una
de las principales causas que han desencadenado a lo largo del tiempo, que los países
desarrollados tengan actualmente serios problemas ambientales; aún mayores que los de
los países en desarrollo (Love, 1982).

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* Ing. Zootecnista, Profesor Asociado de la Cátedra de Forrajicultura y Cerealicultura de la Fac.
de Agron. y Zootecnia de la U.N.T. Av. Roca 1900, C. C. 125, C. P. 4000, S. M. de Tucumán,
Argentina.
Esto empieza con lo que Lloyd (1833; in Hardin, 1968) y Hardin (1968) llaman “la
tragedia de las tierras comunitarias”, donde los recursos pastoriles eran compartidos por
las familias integrantes de todo un pueblo o comunidad. Mientras cada familia mantenía
una cantidad adecuada de animales a su cargo, el ecosistema podía absorber la
demanda de forraje. La natural ambición humana de mejorar su calidad de vida, llevaba a
algunas familias a incrementar el número de sus animales. Que dos o tres familias lo
hicieran, no afectaba demasiado la productividad del pastizal; pero es casi imposible que
viendo el progreso de unos, el resto de las familias no desearan lo mismo para sí.
Resultado: todas las familias de la comunidad se sentían con derecho a tener también
más animales y este comportamiento, determinaba inexorablemente la sobrecarga y
posterior destrucción del pastizal. Si este esquema se repetía en el tiempo y el espacio,
mediante la cultura del nomadismo, el deterioro ambiental, en muchos casos irreversible,
afectaba grandes superficies de tierra.

Como esta Serie Didáctica tratará acerca de la conservación y manejo de los recursos
naturales renovables, es importante conocer cuales eran estos, al principio de la
civilización. Shantz (1955), describe la magnitud de la vegetación terrestre y reconoce tres
grandes tipos: Bosques, con 5.670 millones de hectáreas; Pastizales, con 3.300 millones
de hectáreas y Tierras Desérticas, con 4.430 millones de hectáreas.

La Tabla 1 discrimina la magnitud de los subtipos de pastizales naturales mundiales,


dentro de los tres grandes tipos mencionados.

TABLA 1: Subtipos y magnitud mundial de pastizales naturales (Shantz, 1955).

SUBTIPOS DE BOSQUE Millones de has


1) Tropicales 984
2) Regionales Templados 142
3) De Especies de Hojas Caducas 1680
4) De Coníferas 1970
5) De Regiones Aridas 518
6) De Especies Espinosas 85
7) De Vegetación Arbustiva Esclerófila 285

SUBTIPOS DE PASTIZALES
1) Sabana de Pastos Altos 725
2) Estepa de Pastos Altos 1010
3) Pastos Altos 414
4) Pastos Cortos 311
5) Sabana de Pastos Desérticos 596
6) De Regiones Montañosas 205
7) De Regiones Pantanosas 26

SUBTIPOS DE TIERRAS DESERTICAS


1) De Arbustos y Pastos 2590
2) Salitrosas y Desérticas de Arbustos 78
3) Desierto 626
4) Tundra 1140
En las regiones tropicales y subtropicales del planeta, se encuentran tres tipos
fundamentales de vegetación: A) en las zonas más secas, predominan desiertos y tierras
áridas con escasa vegetación dispersa y en general, efímera; B) en las zonas más
húmedas, dominan los bosques y selvas pluviales de árboles altos; C) en las zonas de
humedad intermedia, existe una complejo gradiente de tipos de vegetación siempre
acompañada por una cubierta de pastos (Sanford y Wangari, 1985).

La familia de los pastos (Gramíneas o Poáceas) es una combinación cosmopolita de


unas 10.000 especies anuales y perennes que se cuentan entre los vegetales
evolutivamente más avanzados. Su dispersión (desde el Ecuador a las regiones árticas) y
su variabilidad genética y fenotípica, los transforman en el recurso básico de la
alimentación animal en todo el mundo. Sin embargo, por su grado de cobertura y sus
valores productivo y nutricional, su importancia es vital en aquellas regiones de humedad
intermedia (ni selvas o bosques, ni desiertos), en donde forman una cubierta vegetal casi
ininterrumpida.

Lo expresado puede visualizarse en la Tabla 2, que presenta el porcentaje de


superficie cubierta por pastizales naturales, en diferentes continentes:

TABLA 2: Porcentaje aproximado de cobertura con pastizales naturales,


para los continentes con mayor importancia, desde el punto
de vista de la actividad pastoril (Sanford y Wangari, 1985).

Continente Superficie cubierta de pastos (%)


Africa 42 a 57 %
Asia 6 a 12 %
Australia 50 a 55 %
América del Sur 76 a 80 %

Las variadas formas o tipologías de pastizales naturales que existen en las diferentes
regiones del mundo, están definidas en gran parte por el tipo de especies integrantes, su
distribución espacial en el terreno, su porte o altura y su productividad. Sin embargo, es
frecuente tener como sinónimo del tipo de pastizal más popular o conocido, a la “sabana”;
esta es una formación vegetal propia de los trópicos y subtrópicos, cuyo nombre deriva de
una palabra de origen indo-americano de la lengua de los indios Caribe y que fue utilizada
por primera vez en 1535, para describir los pastizales de Venezuela, actualmente
denominados “llanos”.

La definición de sabana ha sido objeto de amplias discusiones y numerosos estudios


científicos, sin llegar a un acuerdo total. En términos amplios, las sabanas africanas son
típicas formaciones de pastos perennes de más de 2 m de altura, que forman una cubierta
espesa con árboles y arbustos diseminados; sin embargo, en otras zonas de Africa la
sabana muestra características sumamente variables, siendo en ocasiones de pastos
cortos y escasos en áreas de baja precipitación o de bosque denso, en áreas
subhúmedas y húmedas. En Australia, los pastizales se asemejan bastante en aspecto a
los africanos y en ambos continentes, la aridez constituye una determinante esencial del
desarrollo de las plantas. También algunas regiones de México, EE.UU. y la América
tropical se parecen mucho a la sabana africana, aunque con pastos de menor altura. Los
pastizales de Asia presentan la mayor diferencia con los mencionados, tal vez porque
derivan de una formación estrictamente secundaria en términos ecológicos, pues son
consecuencia de la tala y la quema de bosques, más que de condiciones edáficas y
climáticas (Sanford y Wangari, 1985).

En América del Sur y particularmente en Argentina, los pastizales naturales no solo


cubren casi todo el territorio, sino que también han tenido un rol destacado en las
acciones y políticas que han forjado nuestra fisonomía e idiosincrasia como nación.

Los pastizales naturales (entendiendo por ellos, todas sus variantes desde el punto de
vista de la estructura de vegetación nativa: pradera, sabana, parque, monte, arbustal,
bosque, estepa, tundra, etc), se extienden sobre el 86 % del territorio nacional y proveen
de sustento al 67 % del rodeo vacuno argentino. Dan origen así a una cadena
agroalimentaria que mueve 7.000 millones de dólares anuales, desde los campos de cría
extensiva hasta los frigoríficos y carnicerías que abastecen el consumo de las grandes
ciudades (Asociación Argentina para el Manejo de Pastizales Naturales, 2001).

Al mismo tiempo, los pastizales naturales constituyen: a) una fuente de abastecimiento


de energía para fines domésticos (carbón, leña, etc); b) producción de madera en
variadas formas; c) reservorio de un enorme potencial farmacológico - medicinal; d)
hábitat de la fauna; e) sitio de captación y regulación de cuencas hidrológicas; f) fuente de
captación de CO2 y purificación del aire y g) ámbito para la recreación y esparcimiento del
ser humano.

La evolución de los pastizales naturales en la República Argentina nos habla de su


origen en la región patagónica, hace unos 45 millones de años, como consecuencia de los
disturbios climáticos iniciados a mediados del Terciario (Mioceno) y seguidos con mayor
frecuencia e intensidad a fines del Terciario (Pleoceno) y principios del Cuaternario
(Pleistoceno) (Deregibus, 1988a). La formación de vastas planicies con praderas ocurrió
durante el Mioceno tardío y las condiciones climático – ambientales que las originaron,
persisten hasta hoy (Webb, 1978).

Desde la colonización y durante estos últimos 5 siglos, nuestros pastizales han


experimentado severos cambios en su estructura y productividad, fundamentalmente por
2 razones antrópicas que, empleadas irracionalmente, han contribuido al deterioro de
estas formaciones vegetales: la tala y el sobrepastoreo. Antiguos pobladores de la
Patagonia relataban que en muchos sitios de esa estepa, los pastos llegaban a la cincha
del caballo (Soriano, 1956). Del mismo modo comentaba De Gásperi (1955), que, si
observamos la estructura y evaluamos la productividad del bosque chaqueño actual, nos
resultará difícil comprender que alguna vez fue una región de excelente aptitud ganadera.

Frente a esta realidad, son variadas las soluciones que se han ensayado a lo largo y
ancho del país, buscando recuperar, al menos en parte, el potencial perdido. Entre las
metodologías más utilizadas están las Clausuras (Ragonese, 1956; Díaz, 1965), la
reducción o control de la Carga Animal (Boelke, 1957), el Desmonte Total o Selectivo, el
Desbajerado de arbustos y/o la Implantación de forrajeras mejoradas (Hernández, 1985).
Las Teorías de la Dinámica del Pastizal
Antes de comenzar a analizar los diferentes factores que deben tenerse en cuenta
para implementar normas racionales de manejo en estos sistemas, es conveniente revisar
al menos brevemente, las teorías que explican el comportamiento y la dinámica de los
pastizales, según la intensidad de su utilización, el tipo de especies integrantes y la
incidencia de las contingencias climáticas. Ellas son: 1) Teoría Sucesional (o de
Clements, 1910, USA) y 2) Teoría de Estados y Transiciones (o de Westoby, Walker y
Noy-Meir, 1980, Australia).

La primera (Teoría de la Sucesión), infiere que el clima es siempre estable en un lugar


o sitio. Determina así que los cambios sucesionales que pueda experimentar un pastizal a
través del tiempo, serán consecuencia de la racionalidad o irracionalidad con que
apliquemos estímulos sobre él, tales como Intensidad de Carga Animal, Tiempo de
Pastoreo, Factor de Uso de la pastura, Sistema de Pastoreo, etc.

Esta Teoría expresa que en cada momento del tiempo, un pastizal se encuentra en un
Estado o Condición determinada, la que está dada por la estructura vegetacional de ese
pastizal. Dyksterhuis (1949) define así (Figura 1), cuatro Condiciones básicas para los
pastizales (Excelente, Buena, Regular y Mala), en función del porcentaje de cada tipo de
especie, que los integran. Para ello se establecen categorías de especies, en razón de
una serie de atributos de las mismas.

Las categorías especificadas son:

a) Decrecientes, que son las especies dominantes en


la vegetación clímax y que desaparecen progresivamente con el sobrepastoreo, debido a
su alta palatabilidad (o aceptabilidad). Tienen como atributos propios, ser especies
perennes, de alta adaptación al medio, buena capacidad productiva, adecuada tasa de
rebrote bajo pastoreo racional, buena semillazón y alto valor forrajero (calidad nutricional y
digestibilidad);

b) Crecientes, que son las especies subdominantes


en la vegetación clímax, presentando abundancia relativa en los inicios de los períodos de
sobrepastoreo pero disminuyendo luego, a causa de la continuidad en el tiempo de este
proceso. Pueden ser de alta o baja palatabilidad y sus atributos más significativos son ser
perennes o anuales, de buena adaptación, regular a buena capacidad productiva, tasa de
rebrote similar a la de las decrecientes y valor forrajero medio. Son las especies que
reemplazan en parte a las primeras, cuando estas comienzan a perderse por
sobrepastoreo, y

c) Invasoras, que son las especies generalmente


ausentes o con escasa presencia en la vegetación clímax, que luego de un severo
proceso de sobrepastoreo, pasan a dominar dentro de la estructura vegetal del área (tanto
en densidad como en cobertura), tomando el lugar dejado por las categorías anteriores.
Son especies de baja palatabilidad, escasa forrajimasa, en general espinosas o duras, de
alta capacidad de invasión y/o semillazón para conquistar sitios desnudos y de muy bajo
valor forrajero y nutricional. En algunos casos, pueden ser tóxicas (Nazar Anchorena,
1988; Díaz, 1992; Martín, 1996).

(Ver FIGURA 1)
A manera de ejemplos, se mencionan algunas clasificaciones de Condición para
especies de Gramíneas (Poáceas) características de los pastizales del Sur de La Rioja
(Tabla 3) (Vera, 1989) y de los pastizales del Norte de Córdoba (Tabla 4) (Karlin et al.,
1979).
TABLA 3: Especies de gramíneas indicadoras de Condición, en los pastizales
del Sur de La Rioja (Vera, 1989).

Condición BUENA Condición REGULAR Condición MALA


Trichloris crinita Pappophorum caespitosum Neobouteloua lophostachia
Gouinia paraguariensis Pappophorum phillipianum Sporobolus pyramidatus
Setaria leucophylla Aristida mendocina Tripogon spicatus
Digitaria californica Microchloa indica
Bouteloua aristidoides

TABLA 4: Especies de gramíneas indicadoras de Condición, en los pastizales


del Norte de Córdoba (Karlin et al., 1979).

Condición BUENA Condición POBRE


Trichloris crinita y T. pluriflora Bouteloua aristidiodes
Setaria leiantha, S. globulífera y S. geniculata Neubouteloua lophostachia
Chloris ciliata y C. polidactyla Eragrostis cilianensis
Digitaria californica Aristida adscencionis
Gouinia paraguariensis Sporobolus pyramidatus

Es importante hacer notar que una determinada especie podrá pertenecer a una
Condición diferente, en diferentes situaciones; en otras palabras, una especie ocupará un
lugar de privilegio entre las especies útiles o tendrá un lugar menos importante para el
pastoreo, según cuales sean y en que proporción, sus especies acompañantes. Cuando
una especie de buen valor forrajero, está acompañada por otras de escaso o menor valor,
la primera pertenecerá sin duda al grupo de las especies Decrecientes, pero si esta
misma especie, está acompañada en el pastizal por algunas de mejor calidad o
productividad, podrá integrar el grupo de las Crecientes. Todo esto dependiendo de la
densidad de plantas/ha, la diversidad específica, el sistema de pastoreo, las posibilidades
de selectividad por parte de los animales, las variaciones climáticas y ambientales, etc,
factores que según su intensidad o magnitud, harán variar la posición o grado de
importancia de cada una de las especies forrajeras, en el esquema de las Condiciones.

En definitiva, la Condición en que se encuentra un pastizal, puede ser determinada a


través del tipo y frecuencia de las especies que lo integran; al mismo tiempo, el manejo
posterior que hagamos de ese pastizal, también puede cambiar su Condición (Teoría de
la Sucesión).

En otras palabras, según el Estado o Condición en que esté nuestro pastizal, el que
deberá ser evaluado en función del tipo y diversidad de especies que lo integran, serán
las normas de manejo que le impongamos. Obviamente que pastizales con peor
Condición, deberán ser consumidos menos intensamente, tener mayor tiempo de
descanso entre pastoreos o disminuir su carga animal.
La Teoría Sucesional expresa que según el manejo que hagamos del pastizal,
podremos moverlo de una Condición a otra, de manera reversible, como si fuera una
esfera corriendo sobre un plano, donde hacia un lado está el sobrepastoreo, la carga
excesiva, la degradación y hacia el otro, la alta productividad o el clímax para la zona.

La segunda Teoría (la de Estados y Transiciones) dice que la dinámica de un pastizal


no se mueve sobre un plano, sino sobre una sucesión de colinas y valles, donde cada
fondo de valle o cima de colina es un Estado y cada pendiente es una Transición entre
Estados. Antes de acceder o salir de cada Estado, hay un Umbral de estímulos que es
necesario superar para entrar en otra Transición y poder, moviéndose a través de ella,
llegar a otro Estado. Esta teoría ya no pone al clima como estable, sino que acepta que el
clima de un lugar puede ser permanentemente cambiante; es más, en zonas áridas o
semiáridas, donde el manejo de pasturas es más complicado o más propenso a la
degradación, es mayor la posibilidad de cambios en el clima por lo errático de las
precipitaciones, básicamente (Martín, 1996).

En esta Teoría se aclara que muchas veces, aún aplicando normas racionales para
revertir una situación de degradación, el problema no se soluciona; esto se debe a que el
pastizal no se mueve sobre un plano como dice la Teoría Sucesional. Es así que en
algunos casos, cuando el Estado del pastizal a caído a un valle profundo (degradación
severa), la aplicación de clausuras o disminución del pastoreo, no lleva a un mejor Estado
del pastizal, porque estas normas de manejo no alcanzan para quebrar o superar el
umbral crítico que separa este Estado del siguiente o de una Transición de mejor
estabilidad. Un ejemplo de esto es: en un campo o potrero con muy baja densidad de
plantas forrajeras, se decide reducir la carga animal/ha; esta medida, que en principio
debería permitir la recuperación del número de plantas/m2 en el potrero, no logra ese
objetivo, porque el stand de plantas original era muy bajo (estaba por debajo del umbral
mínimo de plantas madres/ha requerido para una adecuada tasa de semillazón).

Si el pastizal natural funciona en su estructura y estabilidad como la Teoría de Estados


y Transiciones lo expresa, es fundamental saber que se puede correr el riesgo, una vez
degradado el sistema, de tornar irreversible el proceso. Innumerables ejemplos de esto
existen en el mundo, como consecuencia de la desmedida ambición de producción y lucro
que el hombre pretende del ecosistema.

Estabilidad y Perdurabilidad del Pastizal


Los pastizales naturales son comunidades vegetales mantenidas por los animales en
pastoreo y por el manejo. El manejo puede incluir aspectos variados como el control de la
carga animal, la intensidad y frecuencia de pastoreo o defoliación, la resiembra de
especies, la fertilización o la modelación del sistema (desmonte, forestación, intersiembra,
control químico, control biológico, etc).

La estabilidad de un sistema pastoril está regulada por la magnitud de las variaciones


experimentadas por la comunidad (o población) de animales que lo pastorean y por las
cualidades de las plantas en función de la capacidad de mantener un equilibrio dinámico
después de un disturbio (por ej.: pastoreo intenso, incendio, inundación, sequía,
subpastoreo, invasión de malezas o leñosas, etc). Esto se corrobora en Margaleff (1969)
cuando dice que un sistema es estable, si sacado de su estado de equilibrio, desarrolla
fuerzas que tienden a restaurar la condición original.

Debemos distinguir que factores como el clima, la topografía y la selectividad (elección


de plantas o partes de la planta por el animal, durante el pastoreo), también originan
cambios en la estabilidad o estructuración del pastizal natural, pero en general no lo
hacen en una magnitud tan grande como en el caso de los disturbios antes mencionados;
esto debido a que son contingencias más previsibles o moderadas y mantienen a las
poblaciones pastoriles dentro de ciertos rangos de variación. La estabilidad, definida así
como una “homeostasis”, es medida por las variaciones de la productividad en el largo
plazo o por el tiempo requerido por la comunidad para retornar a su estado de equilibrio
luego de un disturbio.

En general, toda la Región Chaqueña Semiárida (tanto en el NOA como en Bolivia),


presenta hoy severos síntomas de que la estabilidad y perdurabilidad del pastizal, están
en niveles críticos. Terán Cardozo (1995) menciona que la característica general de la
Región Chaqueña Semiárida – Arida es la degradación de la cobertura vegetal, en
especial del estrato herbáceo, con sectores críticos fácilmente erosionables. Estos valles
calurosos y fértiles de antaño, muestran hoy en diferentes grados, el impacto de siglos de
intervención del hombre con actividades agrícolas, ganaderas y forestales no adecuadas.
El mismo autor, indica que los síntomas más evidentes de pérdida de estabilidad y
perdurabilidad del ecosistema chaqueño, son:

- Acelerado desbalance del ecosistema, con procesos de desertificación en franco


desarrollo.

- Empobrecimiento genético con extinción de especies (fundamentalmente en el estrato


herbáceo).

- Cambios en la estructura y composición florística del bosque (observándose


dominancia de especies resistentes al ramoneo, pisoteo y suelos endurecidos).

- Severos procesos de erosión, compactación, pérdida de capacidad de


almacenamiento de agua en el perfil e interrupción del normal reciclaje de nutrientes.

- Aparición de nuevas plagas y enfermedades, aún en especies tradicionalmente


resistentes.

Estos problemas son consecuencia directa de la combinación simultánea de:

- El aprovechamiento forestal desmedido, extrayendo en la mayoría de los casos, los


mejores individuos que constituyen la fuente de germoplasma renovador del bosque.

- Los hábitos de pastoreo y ramoneo extensivos y continuos, incontrolados, donde


además de la forrajimasa disponible se consumen cortezas, semillas, rebrotes y
renovales; se suma a ello, el efecto del pisoteo permanente del ganado.

- El desordenado y destructivo aprovechamiento de los productos de uso doméstico,


tanto primarios como secundarios, provenientes del bosque.
- El impacto directo del sol y las lluvias intensas sobre el suelo desnudo y compactado,
favoreciendo la escorrentía superficial, reduciendo la infiltración e imposibilitando cada
vez más, la germinación y producción normal de los pastos.

Si a lo enumerado por Terán Cardozo (1995), agregamos el laboreo excesivo de los


suelos (con pérdidas de estructura y fertilidad), la aplicación incontrolada y abusiva de
biocidas y la contaminación ambiental (a nivel de suelo, agua y aire), tendremos un
panorama que explica en gran medida, la problemática expuesta.

A medida que estos procesos se agudizan, el potencial productivo de los campos se


reduce y trae aparejado un progresivo deterioro económico de los establecimientos
agropecuarios; la entonces restringida capacidad de inversión para revertir la situación,
torna cada vez más crítico el problema y es así como en muchos casos, las unidades de
producción son abandonadas o subutilizadas, contribuyendo al empobrecimiento social.

Es fundamental tomar conciencia entonces, que el adecuado manejo de un ecosistema


o un sistema de producción, es no solo la “Ciencia” de conocer y combinar
adecuadamente los conocimientos teóricos del funcionamiento, la estructura y la fisiología
de las poblaciones y/o comunidades que los integran. Debemos sumar a ello, el “Arte” de
poder percibir y discriminar, cuando, como y donde deberemos aplicar cada una de las
recomendaciones técnicas, en función de las características propias y muy particulares de
cada ambiente, establecimiento o parcela de campo.

Esto se sustenta en el funcionamiento del binomio “Estabilidad – Productividad”, que


son dos atributos de un ecosistema que pueden trabajar asociados o pueden resultar
antagónicos. Estos atributos funcionan de manera semejante a los platillos de una
balanza, donde si presionamos excesivamente sobre uno de ellos (por ej.: presionar al
sistema con el objetivo de extraer la máxima Productividad posible), posiblemente con el
tiempo y la intensidad de esta presión, produzcamos la ruptura de determinados niveles
de equilibrio biológico y físico, que pueden traducirse en la reducción del otro atributo (en
este caso, una disminución en la Estabilidad del ecosistema).

El Arte del manejo de un sistema productivo, fundamentalmente polifítico como son los
pastizales naturales, está en poder evaluar para cada situación, hasta donde se puede
intensificar la presión en cada uno de los atributos, sin desequilibrar al restante; de esta
manera estaremos logrando el funcionamiento asociado y complementario de estos
(Estabilidad – Productividad), para maximizar racionalmente el desarrollo productivo.

Algunos Aspectos Básicos de Manejo


El Manejo del Pastizal Natural, involucra a todas las prácticas que se implementan con
la finalidad de obtener beneficios productivos y económicos a través de la utilización y
aprovechamiento de las forrajeras naturales, sin poner en peligro su supervivencia y la
estabilidad del ecosistema (Renolfi, 1989). La relación existente entre la producción
pecuaria y la del pastizal, está en función de tres factores: a) cantidad de forraje; b)
calidad de forraje; c) eficiencia de cosecha del forraje por el ganado. La correcta
combinación de estos factores, es el objetivo principal de todo plan racional de manejo del
pastizal (Heitschmidt y Walker, 1983).
El objetivo primario de un correcto manejo de pastizales, es obtener sobre ellos la
máxima producción animal posible, manteniendo el potencial productivo de los pastos y la
estructura y fertilidad del suelo. El técnico en manejo de pastizales, debe poseer el
dominio y conocimiento de una serie de tecnologías que permitan lograr estos objetivos,
pudiendo discriminar para cada situación, cual y con que intensidad será la que debe
aplicar.

El manejo científico de pastizales, requiere el conocimiento de disciplinas tales como


Botánica, Ecología, Fisiología Vegetal y Animal, Nutrición Animal, Forrajes y Manejo de
Pasturas, Climatología, Etología y Economía, entre otras. Según Stoddart (1972), las
principales fases del manejo científico de pastizales son:

- Decidir el uso adecuado del pastizal: esto comprende realizar un correcto inventario
del recurso pasto, para posibilitar la determinación posterior de la o las épocas de
apacentamiento, el tipo de animal a emplear, el sistema de pastoreo y la carga animal.

- Incrementar la capacidad de utilización del pastizal: en muchos casos nos


encontramos con pastizales en regiones abruptas o con escasez o mala distribución
de aguadas y potreros. Esto dificulta el aprovechamiento adecuado y uniforme del
sistema, lo que debe intentar solucionarse con herramientas como el alambre
eléctrico, la distribución estratégica de panes de sal, la construcción de represas, la
apertura de picadas, la provisión de aguadas o bebederos, etc.

- Mejoramiento de la producción de forraje: en situaciones de escasez de forraje natural


se debe intentar mejorar la oferta de pasto a través de control de malezas,
desbajerado o raleo de arbustos indeseables, control de fauna herbívora, fertilización,
etc; en caso que esto no sea posible dentro de tiempos prudenciales, se puede
proceder a la siembra de pastos cultivados y/o la confección de reservas.

- Manejo del ganado: para aprovechar eficientemente el pastizal, deberá no solo


diagramarse un adecuado sistema de pastoreo para cada situación particular, sino
cuidar los aspectos sanitarios, reproductivos y nutricionales, la calidad genética del
rodeo y la comercialización de la producción.

- Complementación entre el uso pastoril de la tierra y otros usos: a medida que la


sociedad toma conciencia del valor ecológico de las tierras de apacentamiento,
aparecen otros usos alternativos para las mismas. Se debe entonces aprender a
valorizar económicamente la posibilidad del uso alternativo de los pastizales naturales
como cotos de caza controlada, lugares de esparcimiento o turismo aventura, áreas
de captación de agua, sitios de forestación, etc.

Habiendo definido lo que se entiende por manejo de pastizales y expuesto


previamente cuales son los procesos que degradan el potencial de los pastizales
naturales, vamos a analizar a continuación, algunos factores que inciden en el manejo
correcto de estos ecosistemas, para evaluar la incidencia e importancia de cada uno de
ellos:

A) Inventario de los Recursos Forrajeros;


B) Factor de Uso de las Especies Forrajeras;
C) Estado o Condición del Pastizal;
D) Intensidad y Frecuencia de Utilización del Pastizal;
E) Sistemas de Pastoreo (Contínuo vs. Rotativo);
F) Carga Animal;
G) Técnicas de Refinamiento del Pastizal;
H) Tendencia del Pastizal.

A) Inventario de los Recursos Forrajeros: este aspecto se refiere a tomar conciencia


que si no se conoce previamente lo que se tiene en el campo, en que situación está lo
que se tiene y cuanto de ello es disponible, no puede planificarse correctamente ninguna
estrategia de manejo racional.

Ponernos en la tarea de manejar un sistema de pastizales, implica en primer término,


tener claramente definidos los límites geográficos de la región o zona en la que nos
encontramos. Esta definición del marco geográfico – ecológico donde se sitúa el
establecimiento a administrar, nos llevará indefectiblemente a la necesidad de conocer
parámetros como: 1) Región Fitogeográfica a la que pertenece; 2) Macroclima de la
región; 3) Microclima de la zona particular en la que se sitúa el establecimiento; 4)
Estructura de la vegetación nativa; 5) Diversidad de especies vegetales (intentando
discriminar entre forrajeras útiles o potenciales y especies que no aportan al pastoreo); 6)
Disponibilidad de los recursos forrajeros (determinando Cobertura, Densidad,
Productividad (en Materia Seca/ha) y Contribución a la Dieta Animal).

Los parámetros 1 y 2, pueden ser fácilmente obtenidos de estudios realizados al


respecto, para cada una de las Regiones Fitogeográficas Argentinas. Estos datos
permitirán la orientación acerca de potencialidades productivas muy generales, las que
posibilitan en algunos casos, definir ciertos rasgos productivos regionales, tales como: “la
Patagonia es productora de ovinos”; “los Pastizales Pampeanos Suhúmedos - Húmedos,
son áreas de producción cerealera”; “los Pastizales Pampeanos Semiáridos son áreas de
producción bovina”, etc.

Estas caracterizaciones generales, sin embargo, pueden ser totalmente modificadas


cuando se analiza en particular una zona o área determinada. Es por ello que la tarea
específica de “Inventario de los Recursos Forrajeros” comienza con el punto 3 (Microclima
de la zona en la que se sitúa el establecimiento).

Una vez delimitado el establecimiento o área donde deberá llevarse a cabo el manejo
del pastizal, debemos recabar lo más detalladamente posible, todos los datos climáticos
que definen a la zona. Es importante conocer los registros de varias décadas, de:
Precipitación Media Anual, Precipitación Media Mensual, Temperatura Media Anual,
Temperatura Media Mensual, Frecuencia de Heladas, Fecha Media de Primera y Ultima
Helada, Epoca y Dirección predominante de Vientos, Frecuencia y Duración Media de
Sequías Estacionales, etc.

Un aspecto que generalmente no es tenido en cuenta en el caso de pastizales


naturales, es la determinación del Tipo, Calidad y Estado (o Estructura) del Suelo. Es
conveniente realizar algunos muestreos sistemáticos del mismo y el posterior análisis en
laboratorio, de todos los parámetros que definen los aspectos mencionados. El muestreo
debe hacerse en función de las diferentes zonas o condiciones de terreno y pastizal que
se puedan identificar a través del reconocimiento directo del terreno, del uso de fotografía
aérea o el relevamiento satelital. Conocer el Tipo, Calidad y Estado del Suelo, para cada
situación evaluada, permitirá planificar adecuadamente el tratamiento para cada potrero;
puede darse así la situación donde el escaso crecimiento del pastizal sea debido a la
compactación superficial del terreno, por excesivo pisoteo animal, lo que puede
determinarse con la técnica del penetrómetro. Esto requerirá la ruptura de la capa
superficial (por ej., con cincel), para mejorar la captación de agua por infiltración y permitir
una mejor distribución del sistema radicular de la planta. En otros casos, puede llegarse a
la conclusión de necesidades de fertilización de un lote o incorporación de alguna
leguminosa consociada como aportante de N.

A continuación, se debe trabajar en el conocimiento de los atributos de la vegetación


existente. En relación al punto 4 (Estructura de la vegetación nativa), deberá identificarse
cuantos estratos de vegetación se encuentran en la situación evaluada. Si tomamos como
ejemplo un potrero típico de monte en la Cuenca Tapia - Trancas o en el Este de la
Provincia de Tucumán, percibiremos que la vegetación está distribuída en 3 estratos:
arbóreo, arbustivo y herbáceo.

En este caso, se determina que estamos en presencia de una formación vegetal de


bajo porte, con un estrato arbóreo caracterizado por 2 subestratos, siendo el de mayor
dimensión el integrado por ejemplares de Schinopsis quebracho colorado (Schlecht.)
Barkl. et Meyer (quebracho colorado) con una altura de entre 9,00 y 12,00 m.; el restante
subestrato corresponde al integrado por Aspidosperma quebracho blanco Schlecht.
(quebracho blanco), Prosopis alba Grisebach (algarrobo blanco), Prosopis nigra Gris.
(Hieron.) (algarrobo negro), Caesalpinia paraguariensis (D.Parodi) Burkart (guayacán),
Celtis spinosa Sprengel (tala) y Zizyphus mistol Grisebach (mistol) con una altura de
entre 3,40 y 4,80 m (Martín et al., 2001).

El segundo estrato es el arbustivo que presenta una altura promedio de 2,12 m (con un
rango de 1,34 a 2,87 m) y donde las especies más frecuentes son Acacia aroma Gill.
(tusca), Acacia praecox Gris. (garabato), Celtis pallida Torrey (talilla), Cercidium australe
Johnston (brea), Geoffroea decorticans (Gill. ex Hook. et Arn.) Burkart (chañar),
Mimozyganthus carinatus (Gris.) Bak. (lata) y Schinus sp. (molle) (Martín et al., 2001).

Finalmente el tercer estrato es el herbáceo. En el caso de la zona antes mencionada,


son numerosas las especies que lo integran, siendo importante en el relevamiento,
discriminar entre Gramíneas o Poáceas y especies de otras familias (especies
latifoliadas).

La combinación de los diferentes estratos indicados o la ausencia de alguno o algunos


de ellos en una zona determinada, será lo que defina la estructura de vegetación del área
y permita caracterizar a los diferentes ecosistemas como Monte, Arbustal, Pradera,
Sabana, Estepa, etc., formaciones que han sido descriptas en Martín (2003).

Estamos ahora en condiciones de evaluar el punto 5 (Diversidad de especies


vegetales), que nos permitirá tener una caracterización más certera del real potencial
forrajero del campo o potrero. Este punto consiste en recolectar e identificar la totalidad de
las especies vegetales presentes, en cada uno de los estratos. Para evitar recolecciones
excesivas de material, debe usarse el criterio de selección en función de lo que más
pertinentemente puede constituir forraje (alimento consumible) para la especie animal que
vayamos a utilizar en el pastoreo. De no tener este conocimiento, es recomendable
previamente recurrir a la bibliografía o al asesoramiento técnico, que pueda orientar al
respecto.
En general, la determinación de la Diversidad Específica (o de especies) con fines
pastoriles o ganaderos, suele poner énfasis en la identificación y clasificación de las
especies del estrato herbáceo (fundamentalmente Gramíneas), basándose en la premisa
que son estas plantas, las aportantes de la mayor cantidad de forrajimasa consumible en
un potrero. Si bien esto es cierto en la mayoría de los casos, deberá analizarse para cada
situación, el aporte a la dieta animal que pueden hacer otras especies de buena calidad
forrajera y excelente palatabilidad como algunas latifoliadas (tales los casos de
Chaetothylax umbrosus Nees (sacha alfa o alfilla) y Ephedra triandra Tul. (tramontana) en
nuestra región) o el ramoneo de ciertos arbustos y árboles (generalmente de la familia
Leguminosas o Fabáceas). Un rubro que no debe descuidarse al momento de este
relevamiento, es la identificación de especies tóxicas que puedan causar mortandad de
animales.

En Martín (2003), se presenta una lista de la Diversidad de especies y la


caracterización de su valor forrajero (básicamente del estrato graminoso), para las
distintas Macroregiones Naturales Argentinas. En las Tablas 5 y 6, se indican las especies
integrantes del ecosistema del Parque Chaqueño Occidental del NOA, distribuídas por
estrato e importancia forrajera en la dieta animal.

TABLA 5: Gramíneas nativas del Parque Chaqueño Occidental, indicadoras de la


Condición Forrajera del Pastizal (Martín, G.O.).

CONDICION BUENA CONDICION REGULAR CONDICION MALA


Chloris ciliata Aristida mendocina Aristida adscencionis
Chloris virgata Cenchrus myosuroides Bouteloua aristidiodes
Diplachne dubia Chloris castilloniana Digitaria insularis
Gouinia latifolia Cottea pappoforoides Eragrostis cilianensis
Gouinia paraguariensis Digitaria californica Eragrostis virescens
Pappophorum mucromulat. Eragrostis ortochlada Microchloa indica
Setaria leiantha Pappophorum caespitosum Neubouteloua lophostachya
Setaria leucophylla Pappophorum philipianum Sporobolus pyramidatus
Trichloris crinita Tragus berterouianus
Trichloris pluriflora Tripogon spicatus
Nota: las calificaciones indicadas no son definitivas. La ubicación de una especie en una
determinada categoría de Condición, depende del tipo y densidad de sus especies acompañantes
y de la Condición general del potrero.

Chloris ciliata Swartz, Setaria leiantha Hackel, Trichloris crinita (Lagasca) Parodi y
Trichloris pluriflora E. Fourn., que son especies frecuentes en los pastizales naturales del
NOA, son ávidamente consumidas por los herbívoros en estado verde tierno a maduro.
Cenchrus myosuroides H.B.K., Gouinia latifolia (Griseb.) Hack. y Pappophorum
mucromulatum Nees, no tan frecuentes como las anteriores, presentan brotación
temprana y son consumidos en estado tierno, antes que el resto de las especies. Digitaria
insularis (L.) Mez. y Digitaria californica (Benth.) Henrard se consumen preferentemente
en estado seco (diferido) y son especies que tienden a predominar (sobre todo Digitaria
insularis) en campos sobrepastoreados.

La Tabla 6 indica las especies de leñosas arbustivas y arbóreas que presentan follaje
consumible o no consumible por los herbívoros domésticos (bovinos y caprinos) y las
especies leñosas cuya producción de frutos comestibles, cumple una importante función
nutricional en épocas críticas (entre los meses de Marzo y Julio, fundamentalmente).

TABLA 6: Leñosas del Parque Chaqueño Occidental del NOA, que aportan a la
dieta animal de los herbívoros domésticos (Martín, G.O.).

FOLLAJE CONSUMIDO FOLLAJE NO CONSUMIDO FRUTO CONSUMIDO


Acacia caven Acacia furcatispina Acacia aroma
Acacia praecox Aspidosperma queb. blanco Acacia praecox
Caesalpinia paraguariensis Cercidium australe Caesalpinia paraguariensis
Celtis pallida Jodina rhombifolia Celtis pallida
Geoffroea decorticans Larrea cuneifolia Geoffroea decorticans
Porlieria microphylla Larrea divaricata Mimosa detinens
Prosopis alba Prosopis nigra Prosopis alba
Ruprechtia triflora Vallesia glabra Prosopis algarrobilla
Schinopsis queb. colorado Prosopis kuntzei
Schinus sp. Prosopis nigra
Ximenia americana Prosopis torquata
Zizyphus mistol Ximenia americana
Cactáceas (cladodios) Zizyphus mistol
Cactáceas (frutos)

Un recurso que en general no se tiene en cuenta, pero que en los meses de mayor
escasez de forraje en los pastizales naturales del NOA (mediados de Julio a fines de
Octubre) adquiere importancia en la dieta de los animales, es la abundante hojarasca que
cae en sitios con alta densidad de leñosas. Esta hojarasca está compuesta
fundamentalmente por material senescente de Acacia furcatispina Burk., Aspidosperma
quebracho blanco Schlecth., Celtis pallida Torrey, Celtis spinosa Sprengel, Prosopis alba
Grisebach, Ruprechtia triflora Grisebach, Ximenia americana L. y Zizyphus mistol
Grisebach.

B) Factor de Uso de las Especies Forrajeras: las plantas requieren de sus raíces y
hojas para sobrevivir. Por las primeras toman el H2O y los minerales del suelo y por las
hojas realizan la captación de CO2, energía solar y la fotosíntesis.

Existe una estrecha relación entre el volumen del follaje y el volumen radicular,
variando esta relación a través del tiempo, en función del manejo establecido sobre el
pastizal. Así podemos discriminar tres niveles de uso del pastizal, relacionados con la
variación de volumen foliar vs. volumen radicular:

- Sin Uso: la forrajera no pastoreada, tenderá a un máximo crecimiento foliar y radicular.


Si la especie es de bajo valor forrajero, este manejo le permitirá la perpetuación en el
campo, en detrimento de las especies Decrecientes o Deseables. Si la especie es una
buena forrajera, el no uso de la misma atentará contra la eficiencia productiva y
económica del establecimiento y además, la no renovación periódica del material foliar
determinará su deterioro en calidad nutricional.
- Uso Excesivo: significa que estamos haciendo consumir el pastizal, a una mayor tasa
de defoliación que la permitida para que la planta recupere durante su período de
descanso, todas las reservas hidrocarbonadas necesarias para su supervivencia. Este
manejo irracional, determina progresivamente reducción en el volumen radicular y
como consecuencia de ello (por menor absorción de H2O y minerales), menor
desarrollo aéreo. Después de varios pastoreos en esta situación, la planta agota
totalmente sus reservas y puede morir (sobrepastoreo).

- Uso Adecuado: es el denominado “Factor de Uso” y se define como el porcentaje de la


productividad anual de forraje, que puede consumirse sin comprometer la producción,
reproducción y longevidad de la forrajera (Nazar Anchorena, 1988). Este Factor de
uso varía con la especie.

El Factor de Uso se refiere a cuanto de la masa vegetal de una planta, puede o debe
ser defoliada por el animal, de manera tal de realizar un eficiente consumo de la Materia
Seca ofrecida, sin dañar la productividad posterior ni la vida útil de la planta. En general
se aconseja para nuestros pastizales naturales (fundamentalmente graminosos), una tasa
de defoliación del 50 al 55 % (en peso) de la masa vegetal aérea, lo que en términos de
perfil del canopeo del cultivo, involucra aproximadamente los 2/3 superiores. En el caso
de especies rizomatosas y/o estoloníferas, este porcentaje puede incrementarse hasta 70
a 75 %.

Es importante destacar que estas no deben ser medidas fijas, pues según la estructura
de la mata (o planta) de pastura y el patrón de distribución de la Materia Seca a lo largo
del canopeo, esta relación puede variar. El Factor de Uso es un parámetro propio para
cada especie y a la vez puede no ser constante a través del tiempo, lo que complica
enormemente el manejo de los pastizales naturales (en general, polifíticos), respecto del
manejo de una pastura cultivada.

Si bien un correcto manejo de pastizales exige conocer previamente al pastoreo


animal, cual es el Factor de Uso apropiado para cada especie vegetal y establecer un
nivel promedio de aprovechamiento entre todas las especies nativas de buena calidad
forrajera presentes en el potrero o sitio de pastoreo (ya indicamos que en nuestros
pastizales es el 50 a 55 % en peso, de la mata de forraje), debemos saber que son
muchos los aspectos que pueden hacer que durante el proceso de pastoreo, algunas
especies sean defoliadas en un nivel superior al previsto y otras lo sean en un nivel
inferior; entre ellos están: la Diversidad de Especies, la Estructura de la Planta, la Parte
Utilizada de la Planta, el Estado Fenológico de la Pastura, la Preferencia Animal, el Tipo
de Animal, la Carga Animal y las características generales del Sitio de Pastoreo
(topografía, distribución de aguadas, dimensiones del potrero, etc).

El Factor de Uso para cada forrajera, se puede conocer cosechando la totalidad de la


fitomasa aérea de la planta, llevándola a Materia Seca y pesándola. Se obtiene así el
peso total de la mata; se debe a continuación averiguar a que altura de la planta
corresponde el 50 a 55 % del peso a consumir. Para ello se comienza a seccionar, a partir
del área apical, una franja o estrato de forrajimasa a la que se le determina el peso. Ese
peso se relaciona porcentualmente con el peso total para obtener el porcentaje
correspondiente. Si la fracción determinada no alcanza los valores antes indicados (50 a
55 %), se procede a cortar otra franja (siempre desde el ápice hacia el área basal) y se
vuelve a pesar y realizar el procedimiento antes descripto. Una vez obtenido, por
sumatoria con la fracción anterior, el porcentaje correspondiente al Factor de Uso
estipulado, se procede a establecer a que altura (en cmts), corresponde el total del
material de las franjas cosechadas y esa altura es la Altura de Defoliación que deberá
guiarnos para establecer la Intensidad de Defoliación en el proceso de pastoreo.

En relación a todo lo antes expuesto, corresponde aquí hacer una referencia a algunos
sistemas de medición de la fitomasa o forrajimasa de una pastura, que derivan en el
conocimiento de su Productividad (parámetro fundamental al momento de hacer pastorear
un potrero). Entre los sistemas de evaluación de la fitomasa aérea es frecuente citar el
“Método del Aro o Cuadrante”, mediante el cual se cosecha el pasto situado dentro de él y
se procede a la determinación de su Peso Verde y Seco, para llevar estos valores a kgs.
de forraje/ha.

Es importante conocer que el tipo de estructura (o arquitectura) morfológica de la


planta o mata de pastura, es decisiva para la distribución de la Materia Seca a lo largo de
las diferentes franjas o estratos del canopeo de una forrajera. En estudios realizados por
Cangiano (1999), se establece que en pasturas de porte medio (en general pasturas de
áreas templadas), se puede diagramar la “distribución vertical de la densidad de Materia
Seca por horizonte o estrato”, en función de la arquitectura de la planta (Tabla 7).

TABLA 7: Distribución vertical (por estratos) de la Materia Seca en diferentes


pasturas, en función de su estructura de planta (Cangiano, 1999).

ALFALFA % de fitomasa FESTUCA % de fitomasa


De 0 a 2 cm 3,00 De 0 a 2 cm 13,10
De 2 a 5 cm 3,00 De 2 a 5 cm 13,10
De 5 a 10 cm 7,50 De 5 a 10 cm 29,50
De 10 a 20 cm 35,00 De 10 a 20 cm 30,00
De 20 a 40 cm 51,50 De 20 a 40 cm 14,30

AVENA % de fitomasa ACHICORIA % de fitomasa


De 0 a 2 cm 11,50 De 0 a 4 cm 19,60
De 2 a 4 cm 11,50 De 4 a 7,5 cm 19,60
De 4 a 7,5 cm 23,00 De 7,5 a 15 cm 37,70
De 7,5 a 15 cm 32,00 De 15 a 30 cm 23,00
De 15 a 30 cm 22,00

MEZCLA GRAM. % de fitomasa SORGO FORRAJ. % de fitomasa


De 0 a 2 cm 11,70 De 0 a 5 cm 14,20
De 2 a 5 cm 11,70 De 5 a 10 cm 14,20
De 5 a 10 cm 21,00 De 10 a 20 cm 19,00
De 10 a 20 cm 39,50 De 20 a 41 cm 26,60
De 20 a 38 cm 16,10 De 41 a 82 cm 26,00

Como puede comprobarse, cada tipo de planta tiene una particular distribución de la
Materia Seca en función de la dimensión de sus estratos de pastoreo. Estos datos son
fundamentales para la determinación del Factor de Uso de una forrajera, pues permite
saber que porcentaje total de la forrajimasa disponible podrá cosechar el animal, en
función de la Intensidad de defoliación que establezcamos (ej: si en un avenal quiero dejar
un rastrojo de 4 cm, sabré que la forrajimasa disponible será la correspondiente al 77 %
de la Productividad total).

En el caso del sorgo (único recurso forrajero típico de áreas subtropicales, de todos los
mencionados), se observa que el desarrollo en altura es mayor y la distribución de la
Materia Seca en los diferentes estratos es bastante homogénea, pero incrementándose
progresivamente hacia los estratos superiores. En el caso de las especies templadas, es
notorio el menor porte de crecimiento y la distribución de la Materia Seca es, en general,
mayor en los estratos intermedios (festuca, avena, achicoria, mezcla de gramíneas). En
alfalfa, la distribución es netamente favorable en los estratos superiores, pero con mucha
mayor diferencia que en el caso del sorgo (en alfalfa, los 2 estratos superiores ofrecen el
86,5 % de la forrajimasa disponible, que además es de altísima calidad respecto de los
estratos inferiores).

Tener una estimación confiable y periódica de la cantidad de forraje por unidad de área
(fitomasa aérea), permite hacer predicciones de la producción de pasto de un
establecimiento o potrero, lo cual es fundamental para la planificación de la alimentación.
Posibilita conocer la tasa de acumulación de forraje a lo largo del año, sobre la base de lo
cual se puede ajustar la carga animal y planificar la confección de reservas y/o el uso de
suplementación. Con la medición de la fitomasa, antes y después de un pastoreo, se
puede estimar el consumo de los animales y calcular que proporción del pasto disponible
fue consumida por los mismos (eficiencia de cosecha). También permite, entre otras
cosas, evaluar el impacto que tienen ciertos insumos (fertilizantes, herbicidas, etc) o
prácticas de manejo (carga animal, tiempo de pastoreo, etc), sobre la producción de una
pastura (Cangiano, 1999).

El adecuado conocimiento de la Productividad de un pastizal, es un parámetro que


contribuye directamente a la planificación del manejo correcto del mismo. La
Productividad es la cantidad de kgs. de Materia Verde y/o Seca, que produce por unidad
de tiempo y superficie, un recurso forrajero. En términos de precisión para el correcto
manejo de un pastizal, se debe conocer siempre el valor de la Productividad/ha en
Materia Seca. La Productividad puede medirse a lo largo de un año, una estación, un
mes, uno o algunos días, etc.; lo que realmente importa es tener bien cuantificadas esas
magnitudes temporales, para poder realizar cálculos certeros de consumo.

Existen numerosas metodologías para evaluar la cantidad de forraje producido por una
pastura o un pastizal, sobre un área determinada. Ya expresamos párrafos antes, que la
manera más convencional y tradicional de hacer esto, es mediante el método de corte y
pesado con el empleo de un aro o cuadrante (de ¼, ½ o 1 m2). Este es un método
“directo”, de gran precisión si el número de muestras es alto y representativo de la
realidad a evaluar, pero en general, existe siempre un rango de error experimental que
produce que en condiciones de pastoreo, sea frecuente encontrar valores de entre 15 y
20 % de Coeficiente de Variación en estimaciones de fitomasa aérea.

El aro se coloca sobre el suelo en el pastizal a evaluar. Se toma todo el material


vegetal de la o las forrajeras que quedan dentro de esta superficie y se procede a su corte
con tijera de podar. La altura de corte es muy importante y se pueden dar dos situaciones:
a) cortar a ras del suelo y b) cortar a la altura aconsejada de pastoreo, dejando un rastrojo
o remanente que sea igual al que se pretende dejar en un pastoreo racional para ese
pastizal (tener en cuenta aquí, lo mencionado como “Factor de Uso”). Se aconseja
siempre adoptar la opción b.
Este método exige que el material cortado sea puesto en bolsas de nylon o plástico,
para ser pesado en Verde o Fresco lo antes posible (si así lo aconsejan los objetivos
propuestos, las repeticiones de una misma medición pueden mezclarse, homogeneizando
el material y extrayendo una alícuota (submuestra o parte) de 300 grs. aproximadamente,
que se lleva a secar en estufa a 100 °C y hasta peso constante). Lo normal es colocar la
muestra pesada en Verde, en una estufa de desecación para obtener el peso en Materia
Seca. De no contar con estufa, se puede secar en horno microondas o de cocina, pero en
estos casos, se requiere una puesta a punto para cada tipo de forraje.

El valor de Peso seco obtenido, se relaciona finalmente con la superficie sobre la que
se lo cosechó y se lleva a kgs. de Materia Seca/ha. Ej.: si en 1 m2 se cosechan 650 grs.
de Materia Verde y si este material después de secado da 160 grs. de Materia Seca
(alrededor del 25 %), la Productividad de ese pastizal es de 1600 kgs. de Materia
Seca/ha.

La determinación de la Productividad en leñosas arbustivas y/o arbóreas, es más


compleja. Existen varios métodos (tanto destructivos como no destructivos), pero en todos
ellos es sumamente importante antes, identificar cuales son las especies que realmente
aportan forraje a la producción animal (esto es muy dependiente del tipo de animal).

Una metodología propuesta localmente para estimar la Forrajimasa Foliar Ramoneable


(F.F.R.) de las leñosas (Martín et al., 2002), es la siguiente:

a) se debe conocer previamente la Densidad/ha de la especie que interesa;

b) se mide sobre un número de ejemplares estadísticamente adecuado para la situación,


los parámetros Altura de Planta, Diámetro de Copa y Distancia entre Superficie del Suelo
y Comienzo de Follaje.

c) con estos valores morfométricos, se obtienen las dimensiones promedio del “ejemplar
tipo” de la población;

d) se seleccionan a campo, 3 a 5 ejemplares que correspondan al rango del “ejemplar


tipo”.

e) sobre cada uno de estos individuos, se cosecha todo el material foliar presente hasta
1,80 mts de altura (altura normal de ramoneo de los herbívoros domésticos locales) y 0,20
mts de profundidad de la copa (sobre la periferia de la leñosa);

f) todo el material recolectado en cada ejemplar, se pesa en Verde y se lleva a estufa


hasta peso constante para obtener el peso en Materia Seca;

g) el valor de peso de la Materia Seca, promedio de todos los ejemplares muestreados de


una misma especie, se multiplica por la Densidad/ha de la misma y se obtiene el valor de
Productividad de Forrajimasa Foliar Ramoneable/ha.

Los métodos menos conocidos o no convencionales para estimar la Productividad, son


los llamados métodos “indirectos”, que tienen la ventaja de ser más rápidos y permitir
obtener un gran número de muestras, lo que disminuye el error experimental cuando la
superficie a evaluar es de gran tamaño. El fundamento técnico de estos métodos se basa
en el concepto del “doble muestreo”, que consiste en obtener muestras precisas de
fitomasa por medio de cortes (método directo) y por otro lado, muestras indirectas de
alguna variable altamente correlacionada con la fitomasa (altura, densidad, cambio de
capacitancia, etc). La exactitud de los resultados, dependerá directamente del grado de
correlación que exista entre los valores de los parámetros evaluados mediante ambos
tipos de muestreo.

Los métodos indirectos que vamos a analizar aquí, son: a) Método del Disco y b)
Método de Estimación Visual (Cangiano, 1999).

a) Método del Disco: registra valores de la altura del pasto, tomando en cuenta su
densidad. La altura y la densidad son las variables que afectan en mayor medida la
fitomasa y su correspondiente apreciación visual (Frame, 1993). De allí que las relaciones
obtenidas de las alturas medidas con el disco y la fitomasa sean generalmente lineales.

El disco consiste en una varilla de sección cuadrada (de 1,5 a 2,5 cm de espesor) de
1,50 mts de longitud, la cual se encuentra graduada en centímetros, desde los 50 cm a
partir del suelo y hasta el extremo superior. Existe otra varilla hueca (que se introduce a lo
largo de la antes descripta) de 50 cm de longitud y que lleva adosada a su extremo
inferior, un disco de telgopor de 5 cm de espesor y una superficie de 0,2 m2. La presión
ejercida por el disco sobre la pastura, varía entre 1,7 y 5 kg/m2. La medición se realiza
dejando caer el disco libremente (siempre desde la misma altura) a lo largo de la varilla
graduada y leyendo en la misma, la altura alcanzada.

Previo a su utilización, se debe calibrar el disco realizando entre 4 y 6 mediciones en el


potrero; cada medición se debe hacer en un sitio seleccionado, de tal manera que con las
5 o 6 mediciones realizadas, se cubran todos los rangos posibles de fitomasa presente.
En cada caso se registra la altura obtenida con el disco y se procede a cortar a ras del
suelo, la totalidad del forraje incluído en esa superficie (0,2 m2). De cada muestra se
determina el peso en Materia Verde y Materia Seca. Se tiene así para cada una de las
alturas tomadas con el disco, la cantidad de Materia Seca correspondiente (la que a su
vez se puede llevar a valor de kgs MS/ha); con estos datos (altura y kgs/ha) se calcula
una regresión lineal.

La regresión lineal se expresa mediante la ecuación: y=a+bx

donde, y: es la fitomasa aérea total (en kgs MS/ha);


a: es la ordenada al origen (en kgs MS/ha);
b: es el coeficiente de regresión (pendiente de la recta; en kgs MS/ha cm);
x: es la variable independiente (altura promedio de la pastura en cm).

Una vez calculada la pendiente de la recta que une los puntos que relacionan las
alturas medidas con el disco (y situadas sobre el eje de las x, en un gráfico de
coordenadas) con los kgs MS/ha medidos por corte, secado y pesado (valores que se
ubican en el eje de las y), estamos en condiciones de empezar a realizar las mediciones
de campo en el potrero en cuestión, para determinar el valor real de fitomasa aérea
presente.

Se recorre el terreno (puede ser de forma sistemática o al azar) y se mide la altura del
pasto con el disco, en por lo menos 40 a 50 veces, en todas las variantes o situaciones
diversas que se observan. Cuanto mayor número de lecturas se realicen, menor será el
margen de error de la evaluación. Finalmente, el promedio de altura obtenido del total de
las mediciones, es el valor que se introduce en la ecuación de regresión, para el cálculo
final. Si de nuestras mediciones obtuvimos (por ej.) que a (ordenada al origen) representa
890 kgs MS/ha y que b (kgs de MS por ha y por franja de 1 cm de pasto) es de 96 kgs, el
resultado será:

y = 890 + 96 x 29 (altura promedio en cm) = 3.674 kgs MS/ha.

El método del disco presenta ventajas y limitaciones. Las primeras son: lecturas
rápidas y objetivas; permite un gran número de muestras; es no destructivo; de uso
sencillo y económico; de fácil construcción del disco. Las limitaciones son: se puede usar
solo en pasturas monofíticas o de 2 a 3 especies, que muestren un estado bastante
parejo; necesita calibración para cada potrero o situación a medir; no es recomendable su
uso en pasturas en estado reproductivo; no permite medir fitomasa aérea después del
pastoreo; requiere un manejo mínimo de computación y cálculo.

b) Método de Estimación Visual: es el más práctico y simple de usar, pero el que más
errores puede tener por la imprecisión y subjetividad de los operadores (Forbes, 1987).
Igual que con el disco, este método consiste en hacer un gran número de estimaciones,
teniendo como patrón para calibrarlo, a algunas pocas muestras cortadas y pesadas.

Dos o tres observadores deben recorrer el potrero, haciendo alrededor de 30 a 40


estimaciones al azar, de la fitomasa aérea. Es conveniente grabarse visualmente una
escala (en general de 1 a 5, donde 1 es pastura muy rala, de baja productividad y 5 es
pastura muy densa, de alta productividad; entre ellas se discriminan las 3 posibilidades
intermedias).

Al recorrer la pastura, se anotan en una planilla la cantidad de veces que el observador


identifica o relaciona una de estas escalas con lo que observa en el terreno. Al mismo
tiempo, en 10 de estas observaciones (puede ser al azar), se corta el forraje presente en
una superficie de 0,2 m2 y se determina cantidad de Materia Seca en gramos; si se quiere
obtener el valor de kgs MS/ha, se multiplica el valor en gramos por 50.

Esta determinación le permite a cada observador corregir el valor de sus estimaciones,


al comparar los pesos secos de cada muestra medida con sus valores obtenidos por
observación visual. Se aplica este criterio a todas las muestras visualizadas y se obtiene
finalmente el valor promedio de fitomasa aérea del potrero.

Este método tiene limitaciones cuando se lo utiliza para comparar pasturas de


diferente composición botánica o estado fenológico; el otro problema es que la
cuantificación visual requiere de una elevada precisión mental y suele haber gran
diferencia entre observadores, por lo que se requiere personal altamente entrenado.

Si bien los métodos indirectos antes descriptos están particularmente adaptados para
su utilización sobre pastizales cultivados, pueden ser perfectamente adoptados para
ciertas situaciones de evaluación de la Productividad en pasturas naturales; se deberá
tener en estos casos, la precaución de tomar un número mayor de muestras en función
del grado de heterogeneidad del pastizal y la diversidad florística. La Productividad del
potrero o sitio evaluado, será finalmente la resultante de la sumatoria de las
Productividades obtenidas para cada una de las especies evaluadas (siempre en función
de su grado de Cobertura y/o Densidad/ha).
Cabe aquí, hacer la acotación que el valor de Productividad obtenido mediante
cualquiera de los métodos descriptos, corresponde a lo que podríamos denominar
“Productividad Bruta” del pastizal. Si tomamos en cuenta, que a diferencia de un cultivo
agrícola, el forraje es solo un medio para la producción animal, la “Productividad Real o
Neta” que pueda ofrecer el pastizal en términos de eficiencia productiva de un
establecimiento ganadero, estará en función de cuanto de ese pasto ofrecido, es
realmente asimilado por el animal. Entra a jugar aquí, un aspecto propio de la naturaleza
del pasto (calidad forrajera) y su estado fenológico (calidad nutricional), como es el
Coeficiente de Digestibilidad de su Materia Seca; puede entonces darse el caso que
pastizales de mayor Productividad Bruta, tengan una menor Productividad Real a nivel de
los animales pastoreadores; ej.: tenemos 2 pastizales, uno de 10000 kgs de Materia
Verde/ha y otro de 8500 kgs MV/ha; suponiendo que los 2 tienen alrededor del 25 % de
Materia Seca, tendríamos para el primero una Productividad Bruta de 2500 kgs MS/ha y
para el segundo de 2125 kgs MS/ha; si el primero tiene un Coeficiente de Digestibilidad
del 52 % y el segundo de 65 %, los valores finales asimilados por los animales serán de
1300 kgs MS para el primer caso y 1382 kgs MS para el segundo.

Indudablemente que si queremos acotar aun más la posibilidad real de los animales de
acceder al pastizal, debemos tener en cuenta además, que hacer un correcto manejo del
pastoreo, significa también maximizar la “Eficiencia de Cosecha” del pasto disponible/ha
por parte de los animales pastoreadores.

En definitiva, el controlar a través del pastoreo, el Factor de Uso de las plantas, nos
asegura no incurrir en demasiados errores al momento de establecer la Carga Animal a
emplear y el tiempo en que puede finalizarse el pastoreo. Para este caso, es muy útil
también utilizar el concepto de Especie Clave, que permite discriminar la secuencia y la
intensidad de la defoliación potencial que sufrirán cada una de las especies (obviamente
en un pastizal polifítico) a través del tiempo, teniendo en cuenta su disímil Calidad
Forrajera, su Disponibilidad y su Indice de Preferencia Animal.

Los conceptos antes citados (Especie Clave, Calidad Forrajera, Disponibilidad e Indice
de Preferencia Animal), son factores fundamentales al momento de estimar cual será el
real Factor de Uso de una forrajera natural, en relación a sus especies acompañantes en
el pastizal.

El más sencillo de entender es el concepto de Calidad Forrajera, que se refiere a la


carga de principios nutricionales (Proteínas, H de C solubles, FDN, FDA, Minerales,
Extracto Etéreo y Vitaminas) que tiene cada pastura como consecuencia de su genotipo y
las condiciones ambientales en que se desarrolla. La calidad Forrajera es una
condicionante del Factor de Uso, en el sentido que especies con mejor valor nutricional,
serán generalmente más intensamente aprovechadas por los pastoreadores.

La Disponibilidad es simplemente la cantidad de forrajimasa/unidad de superficie, que


ofrece una especie forrajera en función de su Densidad, Cobertura, Productividad y
Accesibilidad (facilidad de cosecha o consumo)

Consecuencia de todo lo antes expuesto, es también el Indice de Preferencia Animal,


que está referido a cual es el grado de preferencia de consumo que tiene una
determinada especie forrajera respecto de las restantes especies del pastizal, para cada
especie animal que pastorea. En otras palabras, los herbívoros (pastoreadores), cuando
se encuentran frente a un sistema polífitico de pastizales, ejercen una marcada
selectividad de los pastos a consumir, eligiendo activamente a algunos de ellos o partes
de la planta y desechando otros, los que pasarán a ser consumidos en última instancia,
cuando la Presión de Pastoreo sea alta o la Disponibilidad de Forraje sea reducida por
que el tiempo transcurrido sobre el mismo lote, a determinado que los pastos preferidos
han sido ya totalmente defoliados. Es importante conocer que según la especie animal
pastoreadora, puede variar el lugar que ocupe una determinada especie forrajera nativa,
en el gradiente de preferencia. Cada especie animal presenta preferencias dietarias
diferentes, que deben establecerse para cada sistema de pastizales, a los fines de
determinar cual o cuales serán las estructuras de vegetación más adecuadas a cada
herbívoro o permitir saber si un pastizal puede ser utilizado complementariamente por dos
o más especies pastoreadoras (bovinos y caprinos, por ej.).

Estrechamente asociado a la Calidad Forrajera, el Indice de Preferencia Animal y la


Disponibilidad de Forraje, está el concepto de Especie Clave, el que será desarrollado en
el capítulo “Intensidad y Frecuencia de Utilización del Pastizal”.

C) Estado o Condición del Pastizal: ya explicamos anteriormente algunos aspectos de


este parámetro, pero debemos recordar que es fundamental conocerlo previamente al
pastoreo, para saber hasta donde vamos a intensificar la extracción de forrajimasa del
potrero, sin afectar su estabilidad, su diversidad y su productividad futura.

La Condición del Pastizal es el estado actual que ese pastizal presenta, en relación al
tipo y densidad de especies de valor forrajero que posee, a la mayor o menor presencia
de especies indeseables para el pastoreo, al grado de cobertura o desnudez del suelo y
fundamentalmente al grado de productividad de Materia Seca de forraje consumible. Se
puede decir que la Condición es un indicador del “estado de salud” de un pastizal. Díaz
(1992) expresa que la Condición es el grado de alejamiento que presenta la productividad
forrajera actual de un pastizal, respecto de la productividad forrajera máxima sostenible en
ese ambiente.

Todo ecosistema posee una vegetación natural que es el resultado, después de un


proceso evolutivo de millones de años, de la concordancia entre los factores ambientales
(edáficos, topográficos y climáticos) y la aptitud genética y fenotípica de las plantas que lo
componen. Este proceso que se denomina “Sucesión Ecológica”, es el que permite a
través del tiempo, la instalación y dominancia de una determinada Estructura y Diversidad
florística, en un área o región.

Cuando esa Estructura y Diversidad de vegetación llegan a un estado de equilibrio


estable con el ambiente en que se encuentran, se dice que estamos en presencia de la
vegetación “climax” de ese lugar. Según Dyksterhuis (1949), la vegetación climáxica se
corresponde con la Condición Excelente del pastizal natural (ver Figura 1) y
gradualmente, a medida que se va perdiendo la Diversidad de especies o disminuye el
porcentaje de Cobertura y/o Densidad de las mejores forrajeras, con la consiguiente
reducción de productividad del potrero, la Condición se deteriora hasta llegar en etapas de
severa degradación, a la Condición Pobre.

La vegetación climáxica se caracteriza por ser:

- Estable: es cerrada a la invasión masiva de nuevas especies.


- Permanente y Equilibrada: está en perfecta armonía con las condiciones climáticas,
edáficas y topográficas del área.
- Dinámica: si evoluciona, lo hace hacia niveles de equilibrio y desarrollo superior.

- De Alta Productividad: debido a que presenta mínima erosión; máximo desarrollo de


los horizontes del suelo en relación al ambiente; buena tasa de descomposición de
M.O. en relación a la dinámica de nacimiento y muerte de individuos; alta cantidad de
Materia Seca forrajera/ha y/o maderable/ha.

Cada Condición del pastizal, se relaciona con un potencial de productividad forrajera


por hectárea y por año, cuyos valores medios deben ser establecidos mediante
evaluaciones cuantitativas, para cada situación en particular.

Los dos métodos más conocidos para determinar la Condición de un pastizal natural
son el Método Ecológico o Florístico y el Método Utilitario.

El Método Ecológico o Florístico es aquel que clasifica a las especies integrantes del
pastizal, en Decrecientes, Crecientes e Invasoras (conceptos que ya han sido explicados
en el Capítulo “Teorías de la Dinámica del Pastizal”). En función de la determinación del
porcentaje en que cada uno de estos grupos o categorías de especies integran el pastizal,
se utiliza la Gráfica de Dyksterhuis (1949) (ver Figura 1), para conocer en que rango de
Condición está el Sitio de Pastoreo evaluado.

El Método Utilitario clasifica a las especies integrantes del pastizal, en Deseables,


Intermedias e Indeseables:

a) Deseables: son aquellas especies muy apetecidas por los


herbívoros pastoreadores; son especies palatables y altamente preferidas, en cualquier
composición florística o situación de manejo;

b) Intermedias: especies no consumidas o poco consumidas,


cuando están presentes las Deseables; a medida que estas escasean, su consumo
aumenta progresivamente, y

c) Indeseables: no utilizadas en ninguna situación, salvo en


caso de sobrepastoreo.

La Condición del Pastizal, desde el punto de vista Utilitario, puede expresarse como un
porcentaje del Potencial Forrajero Máximo (P.F.M.) (Anderson, 1980). Esto significa elegir
cual es el potrero o sitio de mejor potencial forrajero en el establecimiento, la zona o la
región y determinar allí, la cantidad de forrajimasa disponible (en kgs. de Materia Seca/ha)
teniendo en cuenta el grado de contribución de cada una de las especies vegetales
presentes, en función de la categoría a la que pertenecen.

Al valor obtenido se lo considera el 100 % del P.F.M. de la zona y en relación a él, se


mide la productividad en los restantes potreros o áreas de pastoreo. La Condición para
cada uno de ellos, se obtiene a través de la siguiente Tabla.
TABLA 8: Condición del Pastizal, a través del Método Utilitario (Anderson, 1980).

CONDICION DEL PASTIZAL NIVEL DEL P.F.M.


Excelente Productividad de 90 a 100 % del P.F.M.
Buena De 75 al 89,99 % del P.F.M.
Regular De 50 a 74,99 % del P.F.M.
Pobre De 25 al 49,99 % del P.F.M.
Muy Pobre Menos del 24,99 % del P.F.M.

La determinación a campo de la Condición, se hace evaluando algunos parámetros del


pastizal mediante Transectas. Una transecta es una línea recta trazada sobre el terreno,
a nivel de la superficie, para evaluar sobre ella la Cobertura y/o Densidad de plantas. Es
una herramienta sumamente útil para diagnosticar el Estado o Condición del Pastizal y
permitir el posterior correcto manejo del mismo.

En un pastizal natural (generalmente polifítico), es importante definir la superficie de


terreno homogénea (Sitio de Pastoreo) desde el punto de vista de la Estructura y
Diversidad de vegetación, sobre la que se llevará a cabo la determinación de la
Condición. Una vez definidos los límites de la superficie a evaluar, se debe calcular
estadísticamente el número mínimo de transectas/ha a colocar y el diseño con que se
distribuirán (aleatorio o sistemático), sobre el terreno.

Una vez colocadas las transectas (dos estacas situadas entre 10 y 50 m de distancia,
unidas por un alambre o piola), es conveniente identificarlas con un número para poder
llevar un registro detallado de los datos que se consignan en ella. La lectura de
información se realiza midiendo o contabilizando sobre la línea, cm a cm, la dimensión
que presenta cada planta tocada por la piola y anotando dicho valor en una planilla (en cm
o m).

La dimensión de cada planta, se considera en función de la proyección foliar que cada


mata de pastura tiene sobre la línea. De esa forma se leen las dimensiones de todas las
plantas existentes sobre la línea, independientemente del tipo o familia a la que
pertenezcan. Esto se hace a nivel del estrato herbáceo. En caso que el evaluador
conozca adecuadamente el valor forrajero de las especies de la zona, podrá medir solo
aquellas que considere consumibles por los pastoreadores, considerando al resto de la
superficie, como no contribuyente a la productividad forrajera del pastizal. Otro parámetro
que debe cuantificarse a través de las transectas, es la superficie de suelo desnudo.

En la práctica, es aconsejable ir al campo con una planilla que contemple los


siguientes rubros (Tabla 9):
TABLA 9: Planilla para el relevamiento de información a campo, del grado de
Cobertura y/o Densidad del Pastizal (Martín, G.O.).

POTRERO N° DIMENSIONES ( en cm o m)
Transecta N° Gramíneas Otras Familias Suelo Desnudo Observaciones
1
2
3
4
5
Total
Nota: como el relevamiento se hace en el estrato herbáceo y en los pastizales
naturales del Chaco Occidental del NOA no hay Leguminosas herbáceas importantes, no se
incluye este rubro en la planilla.

Una evaluación mucho más detallada, debe contemplar la cuantificación que cada
especie tiene sobre la línea, lo que permitirá conocer los valores finales para cada
forrajera presente y no solo un valor general de la familia botánica.

El procesamiento de los datos obtenidos permite estimar muy certeramente, los


valores de Cobertura que cada especie tiene en el campo. Si como resultado de la
evaluación, se obtiene que la especie Trichloris crinita se encuentra cubriendo sobre la
línea 2,7 m y la transecta respectiva tiene una longitud de 10 m, la conclusión es que
Trichloris crinita tiene un Grado de Cobertura del 27 % en el pastizal. Si hemos evaluado
8 transectas/ha y realizamos la sumatoria de los valores de Trichloris crinita entre todas
ellas (por ej.: 19,4 m), ese total dividido en 80 (porque 80 m es la longitud total de las 8
transectas) y multiplicado por 100, será el porcentaje de Cobertura de la especie/ha (en
este caso, 24,25 %).

Esta misma operación, realizada para cada una de las especies evaluadas, nos
permitirá tener una graduación de valores de Cobertura (desde la más frecuente a la más
escasa), que nos orientará acerca del nivel de importancia o disponibilidad de cada
forrajera en el potrero. Si conocemos el rol que cada especie cumple en el pastizal y
discriminamos entre especies Decrecientes, Crecientes e Invasoras, estableciendo para
cada caso el porcentaje promedio de Cobertura, tendremos un parámetro fundamental
para utilizar el Gráfico de Dyksterhuis (1949) y establecer el rango de Condición del
Pastizal.

Si en vez de cuantificar las dimensiones de la proyección foliar de cada planta sobre la


línea, solo cuantificamos el número de individuos presentes de cada especie sobre la
línea, el procesamiento de los datos nos permitirá obtener valores de Densidad. Sin
embargo debemos aclarar que para la determinación correcta de este atributo del pastizal,
existen otros métodos más utilizados (Cuadrante y Transecta en Faja).

Si a la Condición obtenida, le sumamos la determinación de la productividad del


pastizal (en kgs de Materia Seca/ha), midiendo como forrajimasa potencialmente
consumible solo aquella producida por las especies Decrecientes y Crecientes y hasta el
Factor de Uso adecuado para esa situación particular, tendremos los datos fundamentales
para establecer las normas racionales de manejo del pastizal.
A modo de ejemplo, la Tabla 10 presenta los valores promedio de Productividad
Forrajera que caracterizan las distintas Condiciones de un pastizal natural degradado, en
el Chaco Arido (hasta 450 mm) de la Prov. de Catamarca (Díaz, 1982).

TABLA 10: Productividad Forrajera de un pastizal natural degradado, del Chaco


Arido de Catamarca, según tipos de Condición (Díaz, 1982).

CONDICION PRODUCTIVIDAD (kgs MS/ha/año)


Pobre 300,00
Regular 600,00
Buena 1200,00
Excelente 2000,00

Un aspecto no siempre valorado en nuestra región (NOA), es que los pastizales


naturales está conformados también por estratos leñosos (árboles y arbustos), que como
hemos expuesto anteriormente, también contribuyen a la dieta de los herbívoros mediante
el ramoneo de hojas, frutos y tallos tiernos, cuyos valores de productividad/ha también
deben cuantificarse y sumarse a los anteriormente establecidos para el estrato herbáceo
del pastizal.

La Condición es un aspecto muy particular del lugar al que nos referimos. En general
se tiende a creer que una determinada Area o Región Ecológica o Fitogeográfica, tiene
una Condición homogénea o muy similar en toda su extensión. Esto es totalmente
erróneo, en razón que la Condición depende del tipo de especies integrantes del pastizal,
su distribución o densidad, su posición relativa en el gradiente de preferencia animal
respecto del resto de las especies acompañantes y su calidad forrajera y nutricional.

Al hablar de Condición es necesario hacer referencia a que está íntimamente


relacionada al Sitio de Pastoreo, que es la unidad homogénea de terreno (homogénea en
estructura de vegetación, tipo de especies integrantes y potencial forrajero y nutricional de
las mismas), que permite inferir que la cantidad y calidad de forrajimasa obtenida por los
pastoreadores en él, tendrá algún carácter diferencial a la obtenida en otro Sitio de
Pastoreo.

A modo de ejemplo de lo mencionado, podemos describir como, dentro de una misma


zona ecológica como es el Pastizal Natural Semiárido de la Prov. de La Pampa, podemos
encontrar varios Sitios de Pastoreo, cada uno de ellos con diferentes especies integrantes
y disímil potencial forrajero (Nazar Anchorena, 1988). La Tabla 11 presenta solo las
especies indicadoras de Condición Buena, frecuentes en cada uno de los Sitios que
integran el pastizal pampeano; todas las especies citadas desempeñan en su Sitio de
Pastoreo, el rol de Especies Decrecientes.
TABLA 11: Especies Decrecientes, integrantes de los distintos Sitios de Pastoreo
que caracterizan al Pastizal Natural Semiárido de la Prov. de La Pampa
(Nazar Anchorena, 1988).

Especies Estivales Especies Invernales


1. BOSQUE DE CALDEN
Setaria leiantha Briza subaristata
Setaria leucophylla Bromus brevis
Trichloris crinita
2. ARBUSTAL
Cottea pappoforoides
Digitaria californica
Pappophorum caespitosum
3. PASTIZAL DE GRAMINEAS BAJAS
Eragrostis lugens Piptochaetium napostaense
Poa ligularis
Stipa longiglumis
Stipa papposa
Stipa tenuis
4. PASTIZAL SAMOFILO
Bothriochloa springfieldii Poa lanuginosa
Eustachys retusa
Sorghastrum pellitum
Sporobolus crytandrus
5. MATORRAL Y PASTIZAL SERRANO
Bouteloua curtipendula
Diplachne dubia

Basándonos en que cada Sitio de Pastoreo tiene una Condición particular y esta
Condición se correlaciona con una determinada Productividad del pastizal, podemos
utilizar estas relaciones para estimar la Productividad Total de un establecimiento
ganadero. Esto puede hacerse delimitando primeramente los diferentes Sitios de Pastoreo
del campo, mediante su diferenciación por fotografía aérea o satelital; mediante esta
misma tecnología se puede determinar también la dimensión (en hectáreas) de cada Sitio.

Con esta información para cada situación particular a la que llamaremos “Unidad de
Manejo” y teniendo como premisa que para diferentes Sitios de Pastoreo de igual
Condición, las Productividades son similares (Díaz, 1992), podremos calcular la
Productividad Total como la suma de la Productividad/ha de cada Condición multiplicada
por el número de hectáreas bajo esa Condición, en los distintos Sitios de Pastoreo.

Ejemplificando: utilizando los valores expuestos en la Tabla 10, tenemos el caso de un


establecimiento ganadero de 3.000 has en el Chaco Arido con las siguientes
características (Tabla 12):
TABLA 12: Esquema de clasificación de los diferentes Sitios de Pastoreo de un
establecimiento ganadero, por Condición (Martín, G.O.).

N° de Sitios de Pastoreo por Condición (n° has)


Excelente Buena Regular Pobre
Potrero 1 (800 has) ---- ---- 3 (412) 2 (388)
Potrero 2 (1.300 has) ---- 4 (755) 2 (545) ----
Potrero 3 (900 has) 1 (220) 3 (680) ---- ----
Total has/Condición (220) (1.435) (957) (388)

Para calcular la Productividad Total del campo, se procede a multiplicar los kgs de
Materia Seca/ha/año medidos para cada Condición, por el número total de hectáreas de
todos los Sitios de Pastoreo en igual Condición (Tabla 13).

CUADRO 13: Cálculo de la productividad forrajera total (en kgs MS/ha) de un


establecimiento ganadero (Martín, G.O.).

CONDICION CALCULO PRODUCTIVIDAD (kgs MS/año)


Excelente 2000 kgs x 220 has (1 sitio) 440.000
Buena 1200 kgs x 1.435 has (7 sitios) 1.722.000
Regular 600 kgs x 957 has (5 sitios) 574.200
Pobre 300 kgs x 388 has (2 sitios) 116.400
TOTAL 2.852.600
Nota: las 3.000 has de este establecimiento, producen por año 2.852, 60 Tn de forraje, a razón
de 950,86 kgs MS/ha/año (valor entre Condición Regular y Buena).

Esta metodología tiene la facilidad de poder realizar la determinación de la producción


de pasto por m2, en algunos pocos lugares representativos de cada Condición y luego
interpolar estos valores, al total de hectáreas en esa misma Condición.

D) Intensidad y Frecuencia de Utilización del Pastizal: son dos parámetros que bien
empleados, prácticamente aseguran una adecuada vida útil de las forrajeras, minimizando
las posibilidades de pérdidas de productividad por reducción del stand de plantas o
selección indiscriminada de especies, en relación a las restantes.

La Intensidad de Pastoreo está íntimamente relacionada al Factor de Uso de la pastura


y nos indica el grado de defoliación a la que esta es sometida en el proceso de pastoreo,
visualizándose como la cantidad o altura de forrajimasa que es consumida, a través del
canopeo del cultivo. Cuando menor sea el remanente o rastrojo que se le deja al pastizal,
después de un pastoreo, mayor ha sido la Intensidad de defoliación.

La Frecuencia de Pastoreo, nos habla del lapso de tiempo (en días) que debe existir
entre un pastoreo y el siguiente. Es el período de descanso que existe entre un proceso
de defoliación y el siguiente. En un sistema de pastoreo Rotativo Intensivo, donde el
animal está confinado en un pequeño potrero y tiene un corto lapso de tiempo para
consumir todo el forraje disponible y pasar a otro potrero, la Frecuencia está bien definida
pues no hay posibilidad de un nuevo proceso de defoliación de la planta, hasta que vuelve
a tener su turno en la rotación, el mismo potrero. Esto en general involucra un período
entre un pastoreo y otro, que puede variar entre 25 y 40 días (según sea el tipo de
especie, la época del año y el manejo); esta es la Frecuencia de Pastoreo. En un sistema
de pastoreo Continuo, donde la permanencia del animal en el potrero es en general
superior a una semana y puede durar meses, la Frecuencia de defoliación de cada planta
será variable y estará en función de factores como la Composición Botánica (por
diversidad de especies), la Selectividad Animal (por disponibilidad, accesibilidad,
palatabilidad, etc) y la Presión de Pastoreo (por carga animal).

Tanto la Intensidad como la Frecuencia, son parámetros particulares de cada especie,


pues la cantidad o volumen foliar máximo que puede consumirse por pastoreo en una
planta forrajera, está directamente relacionado a la posibilidad de recuperación de ese
volumen (Intensidad) en un tiempo fisiológicamente aceptable (Frecuencia), para que la
pastura pueda tener un aprovechamiento adecuado por su longevidad, productividad y
rendimiento económico.

En general, a nivel de manejo de campo de las pasturas (tanto cultivadas como


naturales), no se tiene en cuenta el aspecto citado y se somete generalmente a todas las
especies, a una similar Intensidad de defoliación. Esto se comprueba con la tan conocida
frase “hay que dejar como rastrojo del pastoreo, uno o dos puños de altura”.

La principal razón por la cual esta metodología puede llevar a errores de manejo que
terminan en el sobrepastoreo, está en las disímiles estructura (o arquitectura) de la planta
y distribución de la Materia Seca, a lo largo del canopeo, que tienen las distintas especies.
Será muy diferente la Intensidad de defoliación a la que debamos someter a una especie
cuyos individuos son altos (ej.: 0,80 m), de porte erecto, bajo macollaje y hojas delgadas,
que a individuos de escasa altura (ej.: 0,35 m), porte semirastrero y gran capacidad de
macollaje con hojas anchas y suculentas.

Para comprender mejor la diferencia, debemos establecer la relación entre la Altura de


la planta y la Distribución del Peso (grs de Materia Seca) a lo largo de esa altura. La Tabla
14 muestra la relación mencionada, para el caso de una pastura de 0,40 m de altura y
2000 kgs de Materia Seca/ha (Díaz et al., 1970).

TABLA 14: Relación entre Altura de Canopeo y Distribución del Peso (% de MS),
por estratos (tercios del canopeo), en una pastura de 2000 kgs de
MS/ha (Díaz et al., 1970).

ALTURA CANOPEO Kgs de MS/ESTRATO CALIDAD FORRAJERA


1/3 (área basal) 850 (42,50 %) Baja
2/3 (área media) 700 (35,00 %) Media – Alta
3/3 (área apical) 450 (22,50 %) Alta

La información expuesta, sumada a la premisa establecida precedentemente cuando


tratamos el tema de Factor de Uso de una forrajera y expresamos que un correcto manejo
del pastizal natural exige no hacer consumir más del 55 % del peso (en kgs de Materia
Seca/ha) de la masa total de forraje de la planta, nos permitirá dimensionar certeramente
la real Intensidad de pastoreo que debemos realizar sobre la pastura. Para este ejemplo,
el 55 % del peso total está prácticamente incluido en los dos tercios superiores del
canopeo (22,50 + 35,00 = 57,50 %). Si la Altura total de la pastura es de 0,40 m, los
estratos correspondientes a los dos tercios superiores, significan 0,27 m; por lo tanto, la
Intensidad de defoliación debe programarse para dejar al final del pastoreo, un rastrojo de
0,13 m.

En estudios realizados para pasturas naturales del NOA, Renolfi et al. (1987),
corroboran que la Intensidad de defoliación es un parámetro particular de cada especie
(considerando un F.U. promedio del 50 %), tal como se detalla en la Tabla 15.

TABLA 15: Intensidad de defoliación en pasturas naturales del NOA


(Renolfi et al., 1987).

ESPECIE Altura rastrojo (en cm) para Relación


F.U. de 50 % Intensidad/Altura planta
Chloris ciliata 25 ½
Botriochloa media 17 4/5
Digitaria californica 31 ½
Gouinia paraguariensis 33 2/3
Pappophorum sp. 24 ½
Setaria fiebrigii 23 ½
Setaria globulifera 18 4/5
Trichloris pluriflora 25 4/5

Un factor que tiene influencia decisiva en la Frecuencia e Intensidad de defoliación,


independientemente del Sistema de Pastoreo utilizado, es la “Presión de Pastoreo”
(relación existente entre la Carga Animal y la Disponibilidad Forrajera). En la medida que
aumenta la Presión de Pastoreo, o sea, es más alta la Carga Animal sobre el pastizal o
menor la Disponibilidad Forrajera para una misma cantidad y categoría de animales, se
incrementan la Frecuencia e Intensidad de defoliación.

Al mismo tiempo, la alta capacidad de selectividad del animal sobre un pastizal


polifítico, hace que un incremento en la Presión de Pastoreo, se traduzca en una mayor
Frecuencia e Intensidad de defoliación de algunas especies (en general las Decrecientes)
sobre otras (en general, las Crecientes e Invasoras), deteriorando aún más el pastizal, si
esta Presión es inadecuada para la Disponibilidad y Productividad del sistema.

Una herramienta técnica muy importante para tener a través del manejo del pastizal,
un control de cómo se está desarrollando la dinámica del pastoreo (Intensidad de
consumo) a través del tiempo (sucesivos días de pastoreo), es el empleo de las llamadas
“Especies Clave”.

Casi todo pastizal natural, presenta una estructura polifítica (muchas especies) en
cada uno de los estratos de vegetación que lo componen. El estrato herbáceo en
particular, suele ser variado en formas y tipos de plantas de diferente aptitud forrajera. El
manejo racional de un pastizal, involucra tener un adecuado conocimiento de la diversidad
florística presente y de las características más sobresalientes de cada especie, en
relación a su real contribución a la dieta animal (Palatabilidad, Disponibilidad, Grado de
Accesibilidad, Forma de Crecimiento, Capacidad de Reacción a la Defoliación, Valor
Nutricional, Digestibilidad, etc). Los dos primeros parámetros (Palatabilidad y
Disponibilidad), son fundamentalmente los que guían la elección que los animales realizan
de las diferentes especies, al momento del pastoreo; son ellos los que en mayor medida
debemos conocer, para llegar a definir cual o cuales de las especies de nuestro pastizal,
pueden cumplir la tarea de Especies Clave.

Una Especie Clave es aquella que los animales consumen progresivamente a medida
que van pasando los sucesivos días de pastoreo del potrero; en otras palabras, es aquella
especie que muestra a través del tiempo de pastoreo, una relación estrecha entre el
Grado de Utilización o Intensidad de Defoliación de la pastura y la Presión de Pastoreo.
Debemos recordar que realizar un correcto manejo del pastoreo en un pastizal natural,
significa mantener los animales en el potrero solamente hasta el momento en que la
forrajimasa disponible, se ha consumido en el nivel establecido para el Factor de Uso
adecuado.

Al respecto, se pueden visualizar tres tipos de comportamiento de consumo por parte


de los pastoreadores sobre las pasturas:

a) aquellas especies vegetales que son muy activamente buscadas y consumidas desde
el primer momento de ingreso de los animales al lote o potrero y como consecuencia de
ello, en muy pocas horas o días, son consumidas en el Factor de Uso máximo que se
permite en estos casos (para nuestros pastizales naturales establecimos que era
alrededor del 50 a 55 % en peso de la masa vegetal aérea, lo que en términos del perfil
del canopeo significa aproximadamente, el consumo de los 2/3 superiores). Decidir el fin
del pastoreo en este potrero, teniendo como patrón de medida a estas especies, es
desaprovechar mucha forrajimasa disponible que aún queda en el campo y realizar un
manejo antieconómico para el establecimiento.

b) aquellas especies vegetales que son prácticamente rechazadas para el consumo


durante todo el tiempo de pastoreo en que los animales pueden consumir otras especies y
que solo comienzan a ser defoliadas cuando la escasez de forrajimasa en el resto del
pastizal, es notoria. Dejar que el pastoreo se prolonge hasta que de este grupo de
especies se consuma el 50 a 55 % de su masa vegetal, es contribuír a la degradación del
pastizal, por sobrepastoreo.

c) aquellas especies vegetales que, como dijimos antes, los animales consumen
progresivamente a medida que van pasando los sucesivos días de pastoreo en el potrero.
Estas son las mejores indicadoras de cómo está desarrollándose a través del tiempo, la
relación Intensidad de Consumo – Forrajimasa Disponible Remanente. Este tipo de
especie es la que debemos considerar como Especies Clave de nuestro pastizal y en
función de la tasa de consumo de ellas, decidir el fin del pastoreo en el potrero cuando de
las mismas se hayan consumido entre el 50 y el 55 % de su masa vegetal aérea.

Love (1982) indica que si en un pastizal natural se realiza el correcto pastoreo de 3 a 4


Especies Clave del mismo, se ha realizado el correcto pastoreo de todo el pastizal. La
Figura 2 presenta el comportamiento de consumo de cada uno de los tipos de especies
mencionados, considerándose la curva 2 como la correspondiente a una Especie Clave.

(Ver FIGURA 2)
Cabe preguntarnos porque sucede lo expresado por Love, si decidir el final del
pastoreo en el potrero por el comportamiento de las Especie Clave, significa en general
que los animales no han llegado a consumir en su totalidad (y a veces casi sin consumo),
las especies que presentan el comportamiento de ser rechazadas (punto b) y pueden
haber sido sobrepastoreadas las especies muy preferidas inicialmente (punto a).

La explicación es la siguiente: el comportamiento de selección del alimento por parte


de los animales, es muy dependiente de los factores Palatabilidad y Disponibilidad.
Mientras existe suficiente Disponibilidad de alimento para todos los animales presentes en
un área determinada, la elección de la o las especies consumidas se hace
fundamentalmente por el factor Palatabilidad (grado de aceptación de la pastura, por el
sentido del gusto). Cuando la Disponibilidad de las forrajeras más palatables comienza a
ser limitante, los animales modifican progresivamente sus preferencias dietarias hacia
otras especies, siguiendo siempre un gradiente de Palatabilidad (prefieren primero lo de
mejor aceptación dentro de lo que va quedando como forraje remanente). Este mismo
mecanismo de selectividad del alimento, se da a nivel de planta, donde se prefiere
primero el consumo de la porción apical del pasto a los estratos más bajos; es así que
muchas veces, el animal prefiere consumir la porción apical de otra especie forrajera de
menor Palatabilidad, que seguir consumiendo los estratos inferiores de la especie
preferida antes.

Veamos ahora, en función de lo antes expresado, como se desarrolla a través del


tiempo, la dinámica de pastoreo en un potrero: en los primeros días, los animales tienen
suficiente Disponibilidad de especies de alta preferencia y realizan un consumo
importante de este grupo, fundamentalmente de su porción apical (tercio superior del
canopeo). A medida que este tipo de material comienza a ser limitante, van incorporando
progresivamente a su consumo, la porción media de algunas de las especies de alta
preferencia y la porción apical de algunas de las especies de preferencia media (Especies
Clave). Con el transcurrir de los días de pastoreo y el incremento de la Presión de
Pastoreo (porque progresivamente va quedando menos pasto y los animales van
ganando peso y aumentando su tasa diaria de consumo), los pastoreadores van
incorporando a su dieta, la porción media de las restantes especies de alta preferencia, la
porción apical de las especies de preferencia media que no han sido consumidas en la
etapa anterior y la porción media de algunas especies de preferencia media. Finalmente
se incorpora al consumo la porción media de las restantes especies de preferencia media
y la porción apical de las especies de menor preferencia (las rechazadas inicialmente); es
a partir de este momento donde se observa que las Especies Clave han sido consumidas
en su Factor de Uso adecuado y decidimos el final del pastoreo en el potrero.

Como vemos, se ha realizado un correcto pastoreo de todas las especies y en ningún


momento se ha sobrepastoreado a las de alta preferencia, pues los animales no llegan a
incorporar a su consumo el tercio inferior de estas (lo que significaría un sobrepastoreo de
las mismas), porque lo reemplazan con material más palatable de estratos superiores de
otras especies (debemos recordar que la Palatabilidad y la Calidad del tercio inferior de
las gramíneas, es generalmente muy baja; ver Tabla 14).

El concepto de Especie Clave suele ir acompañado del de “Area Representativa”. Este


concepto significa que debe determinarse previamente, en que área o áreas del potrero
se realizará la evaluación visual del grado de consumo o defoliación de las Especies
Clave; en general, no deben elegirse las áreas de sacrificio, las cercanas a la aguada, los
bordes de alambrados y los sitios sumamente alejados de la aguada.
Finalmente, si a través de los sucesivos años de manejo, determinamos que el grado
de Cobertura o la Densidad de las Especies Clave se incrementa, significa que estamos
realizando un adecuado manejo del sistema.

Otro aspecto sumamente importante en el manejo de pastizales y que sirve para la


correcta determinación del momento óptimo de pastoreo de las forrajeras, está dado por
el conocimiento de lo que se denomina “la curva de crecimiento de los pastos” o “curva
normal de Voisin”. Bonner y Galston (1952), explican la cinética del crecimiento vegetal de
la siguiente manera: si seguimos el crecimiento de una planta durante todo su ciclo vital,
midiendo su altura o determinando el peso total de su Materia Seca, determinaremos que
este peso en la plántula joven, disminuye ligeramente después de la germinación, una vez
agotadas las reservas de la semilla. En el caso de una forrajera en inicio de rebrote
(inmediatamente después del pastoreo), esta fase del crecimiento se hace mediante
incrementos pequeños de peso a través del tiempo, en función de la movilización y
utilización de reservas hasta formar las primeras hojas fotosintéticamente activas. A partir
de aquí (y para ambas situaciones planteadas), la presencia de material foliar
fotosintetizante, produce con cada día transcurrido, cada vez mayor tasa de crecimiento
en peso de la pastura, lo que se traduce en un crecimiento rápido y constante durante
toda la etapa vegetativa de la planta. Cuando la planta ingresa al período próximo a la
madurez (cuando va a pasar de la etapa vegetativa a la reproductiva), la tasa de
crecimiento comienza progresivamente a disminuir y es la llamada “fase de incrementos
decrecientes de peso”. En plena madurez, estos incrementos se hacen prácticamente
nulos y en estadíos finales de senescencia, el peso de la Materia Seca de la planta,
decrece.

La Figura 3 presenta la curva sigmoidea (o en S), característica del crecimiento de los


pastos.

(Ver FIGURA 3)

En esta Figura, podemos observar las 3 fases de crecimiento antes descriptas y


determinar el momento óptimo de pastoreo. Este momento puede decidirse de dos
maneras:

a) teniendo en cuenta la variación de la Calidad Nutricional del pasto a medida que


transcurre el tiempo desde la germinación (en las forrajeras anuales) o el rebrote (en las
forrajeras perennes). La calidad nutricional es máxima en plántulas jóvenes
(fundamentalmente en nivel proteico) y va decreciendo progresivamente hacia la
madurez. Cuando la planta ingresa a la etapa reproductiva, su tenor de proteína (sobre
todo en las gramíneas) es relativamente bajo o escasamente adecuado para la nutrición
animal, mientras que se incrementa la fracción de Fibra Cruda en detrimento de los
azúcares solubles y la Digestibilidad de la Materia Seca es mucho menor que en etapas
anteriores. Teniendo en cuenta estos cambios fisiológicos, se aconseja que el momento
óptimo de pastoreo se ubique alrededor del estadío fenológico de prefloración (a nivel de
campo se suele identificar como el estadío de “hoja bandera”).

b) teniendo en cuenta la variación en la Cantidad de Forrajimasa/ha disponible en el


pastizal. Ya vimos anteriormente como la cantidad de Materia Seca del pasto, va
progresivamente incrementándose desde la germinación o el rebrote (esto último, en caso
de haber sido pastoreado previamente). Es así que Voisin (1974), establece que el
momento óptimo de pastoreo debe ser cuando los incrementos diarios de kgs de Materia
Seca/ha, comienzan a ser decrecientes; en otras palabras, cuando la planta está
preparándose para pasar de la etapa vegetativa a la reproductiva (estadío fenológico de
prefloración). La justificación técnica de pastorear en este momento, se debe a que se ha
comprobado que seguir esperando es contraproducente, pues el tiempo insumido en
aumentar unos pocos kgs de pasto/ha, determinan que el total de la forrajimasa disponible
pierda Calidad y Digestibilidad, lo que en muchos casos significan menos kgs de pasto
asimilado que en el momento técnicamente adecuado.

En el caso de leguminosas tipo alfalfa, el momento óptimo de pastoreo se retrasa un


poco, debido a que estas especies mantienen buena calidad por más tiempo y la cantidad
de forrajimasa disponible/ha sigue incrementándose: el momento aconsejado es en
principio de floración (entre 5 y 10 % de floración). La forma práctica de determinarlo es
contando el número total de vástagos o tallos aéreos que el cultivo tiene en ¼ o ½ m2,
contabilizar cuantos de ellos están en floración y efectuar la relación correspondiente.

En general y para todo tipo de forrajeras, el momento óptimo de pastoreo es casi


coincidente con el máximo Indice de Area Foliar (IAF) de la planta. Esto también explica
porque no tiene mayor sentido seguir esperando el paso del tiempo para el pastoreo o
corte de las forrajeras, pues las plantas en estado de IAF máximo no siguen translocando
fotosintatos para la producción de nuevo tejido foliar (que en definitiva es el alimento
buscado).

En el caso de una pastura monofítica, no existe mayor problema a la hora de definir el


momento oportuno de pastoreo, pues todas las plantas están en un estadío fenológico
similar; en un pastizal natural como el del Chaco Occidental del NOA, que está constituído
por unas 15 especies frecuentes en el estrato graminoso, la determinación del momento
oportuno de pastoreo es mucho más compleja. En estos casos, se debe conocer la
fenología y el valor forrajero (palatabilidad, productividad/ha, calidad nutricional, grado de
importancia en la dieta animal) de las distintas especies presentes, para seleccionar 3 o 4
que se comporten como las reguladoras de la dinámica del proceso de pastoreo. El
momento oportuno de ingreso de los animales al potrero, estará en función del día centro
o medio, dentro del rango de dispersión existente entre las fechas de momento óptimo de
pastoreo de cada una de ellas.

La correcta determinación del momento óptimo de pastoreo, tiene también una


influencia decisiva en un aspecto fundamental: ayudar a la persistencia y longevidad del
pastizal. Esto tiene que ver con la dinámica de acumulación de reservas hidrocarbonadas,
que constituyen la Energía a la que recurrirá la planta en momentos de necesidad de gran
inversión de fotosintatos para la recuperación de la estructura foliar extraída por el
pastoreo, el proceso de floración o el proceso de fructificación (por mencionar los
momentos más relevantes en la vida de un vegetal). Cuando a través del manejo de un
pastizal, los tiempos de “momento óptimo de pastoreo” y “reposo o descanso del pastizal”
hasta el próximo momento óptimo de pastoreo, se respetan adecuadamente, estamos
indirectamente logrando un equilibrio correcto en la dinámica de acumulación y gastos de
reservas hidrocarbonadas de la planta, lo que favorece la persistencia del pastizal. Si en
cambio, los tiempos antes mencionados no se respetan, es muy factible que puedan
darse procesos de pastoreo donde a través del tiempo, van sucediéndose momentos de
gran gasto energético (extracción de reservas para incrementar el IAF) seguidos de
momentos escasos de producción de fotosintatos (no existe posibilidad de recuperar a
nivel de los órganos de reserva, la energía antes extraída); este proceso conduce
irremediablemente al sobrepastoreo, con todas las implicancias negativas que tiene el
mismo para la productividad, eficiencia y economía del sistema.

Es importante saber que si bien, la magnitud y dinámica de las curvas de acumulación


y gasto de reservas hidrocarbonadas o fotosintatos en pastizales naturales graminosos,
presentan particularidades propias en cada caso evaluado, a los efectos didácticos,
podemos decir que en general, el proceso mencionado presenta a lo largo del año en una
pastura natural de ciclo estivo – otoñal (caso del NOA), las siguientes características:

- Entre los meses de Mayo y Setiembre, el pastizal presenta un nivel de fotosintatos de


reserva, inferior al nivel medio anual y el descenso de nivel es suave pero progresivo,
desde Mayo a Setiembre.

- En Octubre se produce una caída mucho más profunda en el nivel de reservas


hidrocarbonadas y es debido a la gran cantidad de fotosintatos gastados por la planta,
para el inicio de su período de rebrote; todo esto, sin haber todavía recuperación
significativa de reservas por fotosíntesis, al tener la planta, una escasa superficie foliar
fotosintetizante.

- Esta caída en el nivel de reservas, comienza a revertirse entre Noviembre y principios


de Enero, mes (este último) donde se llega al nivel de equilibrio o nivel medio anual
antes mencionado.

- Entre los meses de Enero y Febrero, el nivel de fotosintatos de reserva se incrementa


progresivamente con el paso del tiempo, por la máxima actividad fotosintética
presente. En este momento del año, el nivel de producción de fotosintatos y de
translocación y acumulación de reservas es altamente eficiente, sobre todo en las
gramíneas de tipo C4 que predominan en nuestra región.

- En Marzo el nivel de fotosintatos acumulados en los órganos de reserva, comienza


lentamente a decaer, en función de ya haber cubierto la planta su IAF y comenzar los
gastos por el proceso de floración y posterior fructificación. En muchas especies, la
floración es aún anterior a este mes.

- Finalmente en Abril, se vuelve al nivel medio anual de reservas, donde están


equilibrados los gastos y las ganancias y desde allí el ciclo descripto se reanuda.

Es importante destacar que la dinámica de las reservas hidrocarbonadas en una


pastura natural, está sumamente influenciada por el ciclo hídrico anual y la magnitud de
las precipitaciones, que como sabemos, son altamente erráticas en el Noroeste Argentino;
esto significa que las épocas indicadas para cada etapa, pueden sufrir variaciones según
se adelanten o atrasen las lluvias en la región.

E) Sistemas de Pastoreo (Continuo vs. Rotativo): Voisin (1974) definió sabiamente al


pastoreo como “el encuentro entre el animal y el pasto”. Esta sencilla definición involucra
un sinnúmero de interacciones que deben darse en la justa medida, para que el proceso
del pastoreo sea beneficioso para el animal y no degradativo para la pastura.

Finalizada la 2° Guerra Mundial (7 de Mayo de 1945), la Estación Experimental


Ruakura de Nueva Zelanda inició sus investigaciones acerca de los múltiples factores que
intervienen en la relación pasto-animal y sentó las bases para evaluar los diferentes
Sistemas de Pastoreo que hoy se utilizan en el mundo. Sea cual sea el Sistema utilizado,
debe aclararse que cuando mejor sea la cobertura del suelo por las pasturas, más
atemperados estarán los cambios térmicos diarios y estacionales y la variación de
humedad en el perfil, lo que favorecerá la eficiencia de los procesos microbianos que
transfieren fertilidad potencial a actual, los fijadores de N, los celulolíticos y la mesofauna
(lombrices, escarabajos, estercoleros) que produce el reciclaje de la M.O..

Desde el punto de vista del manejo animal, los Sistemas o Métodos de Pastoreo
básicos se definen como “Pastoreo Continuo” o “Pastoreo Rotativo”, aunque son múltiples
las variantes que pueden implementarse. Así Lundberg (1992), dice que una clasificación
más completa debería ser la siguiente:

- Pastoreo Mecánico: aquel donde el forraje verde cosechado con máquina, es llevado al
sitio donde están los animales (corrales, comederos, etc).

- Pastoreo Continuo: en este caso establece dos variantes: a) el Pastoreo Continuo


Tradicional, que es aquel donde los animales permanecen todo el año o toda una
temporada en el potrero y b) Pastoreo Continuo Controlado, donde los animales están
toda una temporada en el potrero, pero periódicamente se gradúa o ajusta la Carga
Animal de acuerdo a pautas de manejo que surgen del monitoreo continuo del estado de
los pastizales.

- Pastoreo Intermitente: es aquel en el cual las parcelas se pastorean con altas Cargas
Animales durante tiempos de ocupación limitados y tiempos de reposo o descanso
prolongados entre pastoreos. Se pueden distinguir dos modalidades: a) Pastoreo
Intermitente Rotativo, donde se asigna un grupo de animales a un circuito compuesto por
un número determinado de parcelas que se pastorean en un orden y con un tiempo
predeterminados y b) Pastoreo Intermitente Racional, donde se asigna un grupo de
animales a un circuito compuesto por un determinado número de parcelas que se
pastorean de acuerdo al Estado Fenológico y Condición de cada una de ellas, o sea en un
desorden ordenado que exige un monitoreo constante. A su vez, dentro del Pastoreo
Intermitente Racional se pueden implementar dos tendencias: I) Racional Voisin (o
P.R.V.), con parcelas de tamaño fijo, tiempos de pastoreo limitados por el momento de
aparición de los nuevos rebrotes (entre 4 y 7 días) y gran Intensidad de defoliación y II)
Racional Intensivo (o P.R.I.), con parcelas de tamaño variable de acuerdo a los
requerimientos animales, tiempos de pastoreo muy cortos (desde algunas horas a 1 día) y
con Intensidad de defoliación media.

- Pastoreo Diferido: es el que consiste en pastorear forrajeras que están fuera de su


momento óptimo de aprovechamiento (están pasadas o henificadas en pié) o sobre
pastizales que ya han producido la semillazón, fundamentalmente de las Especies Clave.
En ambos casos, el valor nutricional es bajo pero se usa como un recurso estratégico ante
contingencias imprevistas que obligan a utilizar esos recursos forrajeros en épocas no
adecuadas; esto es muy frecuente en establecimientos con poco apotreramiento o falta de
previsión en la confección de reservas (heno, silaje, henolaje).

En pastizales naturales, los Sistemas de Pastoreo frecuentemente utilizados son el


Pastoreo Continuo y el Pastoreo Diferido.

Otra manera de caracterizar a los diferentes Sistemas de Pastoreo, es la siguiente:


- Sistema Extensivo: es aquel que se desarrolla sobre grandes extensiones de terreno,
con escasa infraestructura de manejo, con pasturas de regular Calidad y Productividad
(en muchos casos son pastizales naturales), en potreros de baja a mediana receptividad y
para producciones animales de requerimientos nutricionales intermedios (cría, recría). Se
usan en este caso, campos marginales para la agricultura y para Sistemas Intensivos de
producción animal.

- Sistema Intensivo: aquí se tiende a maximizar la inversión en pasturas de alta Calidad y


Productividad, infraestructura, manejo, sanidad y genética animal, sobre superficies
mucho más reducidas que en el caso anterior. Se desarrolla sobre terrenos de buena
aptitud y se busca eficientizar la cosecha y conversión de forraje/ha por parte de animales
de alta producción (inverne, tambo). Tiene costo operativo y rentabilidad/ha mayores que
el Sistema Extensivo.

De estos Sistemas se desprenden los Métodos de Pastoreo, que son:

- Pastoreo Mecánico: tiene igual objetivo y metodología que en el caso anterior. Suele
utilizarse para evitar daño a pasturas de alto valor económico, para maximizar la cosecha
de forraje/ha o para impedir la entrada de animales a los potreros durante temporales de
lluvia.

- Pastoreo Directo: es todo pastoreo en el cual los animales ingresan al potrero y


cosechan por sí mismos el forraje. En este caso, los animales además de consumir
realizan sobre el pastizal una serie de acciones (deyecciones, pisoteo, etc), que inciden
sobre el suelo y el pasto.

Las variantes que pueden originarse a partir del pastoreo Directo, son:

- Pastoreo Directo Continuo: en él los animales permanecen en el potrero desde uno o


algunos meses a todo el año y requiere Cargas Animales muy bajas y un control periódico
del Estado o Condición del pastizal; impide o complica el normal semillado y resiembra
natural de las forrajeras y existe generalmente subpastoreo del forraje más alejado de la
aguada. Suele emplearse en casos de escasa infraestructura y mala distribución de
aguadas. Este tipo de pastoreo favorece la selectividad de consumo del forraje por parte
del animal, una Intensidad de pastoreo despareja entre diferentes zonas del potrero y la
posibilidad de sobrepastoreo en áreas cercanas a las fuentes de agua. En general,
maximiza la perfomance animal individual (animales de más kgs/individuo), pero reduce la
productividad/ha (soporta menor número de animales por unidad de superficie).

- Pastoreo Directo Rotativo: aquí los animales permanecen menor tiempo en el potrero
(desde 2 a 8 días; en casos excepcionales se puede llegar a 1 mes), en función de la
estrategia productiva empleada. Consiste en rotar los animales sobre potreros medianos
(de pocas hectáreas), a medida que se va consumiendo el pasto. Se requiere una buena
infraestructura en apotreramiento y permite manejar racionalmente la Intensidad y
Frecuencia de pastoreo, posibilitando la semillazón, la resiembra natural y minimizando el
subpastoreo. Este sistema dificulta la selectividad de consumo, reduciendo así la
perfomance animal individual pero incrementando la productividad/ha en relación al
sistema anterior (permite mayor número de animales por unidad de superficie).
- Pastoreo Directo Rotativo Intensivo: conceptualmente persigue los mismos fines que el
Rotativo antes expuesto, solo que las superficies sobre las que se trabaja son pequeñas
(en general menores a 1 ha), los tiempos de ocupación son cortos (desde horas a 1 o 2
días) y las Cargas Animales son elevadas. Consiste en diagramar un sistema que permita
a cada potrerito un tiempo de descanso post-pastoreo y la recuperación de su forrajimasa,
que le posibilite volver a ser consumido cuando nuevamente le toque el turno en la
rotación. En este sistema es casi obligatorio el uso del alambrado eléctrico. Este sistema
elimina la selectividad de consumo, impide el subpastoreo, reduce las pérdidas de pasto
por pisoteo y deyecciones y maximiza la productividad/ha frente a una menor perfomance
animal individual.

- Pastoreo Directo Rotativo Alternado: tiene como objetivo permitir que algunos potreros
(obviamente los que presentan signos más evidentes de sobrepastoreo o degradación),
no sean consumidos durante el presente año, para permitir la recuperación de la
Densidad de plantas/m2, el vigor de las mismas, incrementar el porcentaje de Cobertura
del suelo, permitir la semillazón y la resiembra natural y mejorar la Productividad/ha. El
diseño de la secuencia de pastoreo de los diferentes potreros, contempla que en la
campaña siguiente, los lotes que hayan estado en Descanso se incorporen al circuito de
rotación y sean el o los potreros en peor Condición los que reposen este año. En cuanto a
la metodología de pastoreo, es similar y se cumplen los mismos efectos que en el
Pastoreo Directo Rotativo Intensivo.

- Pastoreo Directo Frontal: es un sistema muy sofisticado de Pastoreo Directo Intensivo,


en el cual son los propios animales, los que pastoreando uno al lado del otro y en la
misma dirección de avance, van moviendo hacia adelante el alambrado eléctrico, el que
se desplaza sobre una especie de patines desarrollados al efecto. Con este método, se
logra que los animales pastoreen como una segadora, evitando al máximo el pisoteo y el
desperdicio por deyecciones. No es muy frecuente su utilización en Argentina.

- Pastoreo Directo Diferido: tiene las mismas características que el Pastoreo Diferido
descripto para la clasificación anterior. En general y al hacer consumir pasturas muy
maduras (y en algunos casos, senescentes), es aconsejable utilizar altas Cargas
Animales/ha para evitar la excesiva selectividad que pueden hacer los animales sobre el
material vegetal, lo que intenta además reducir el desperdicio por pisoteo. En el caso de
las gramíneas subtropicales diferidas (consumidas entre los meses de Abril y Junio), es
posible encontrar todavía material foliar y de tallo verdes, en la porción interna de la base
de la mata.

Independientemente del Sistema o Método de Pastoreo empleado, se sostiene que


con la cantidad “correcta” de animales respecto del tipo de pastizal a consumir, existen
pocos elementos de juicio para determinar reales diferencias de eficiencia entre el
Pastoreo Rotativo y el Continuo. Una de las razones para esta afirmación, se basa en que
se ha demostrado que en el Pastoreo Continuo, también los animales se encargan de
defoliar rotativamente a cada planta, pues al existir una Carga Animal más liviana, se
permite la posibilidad que los animales no estén permanentemente consumiendo sobre
las mismas matas, sino que hacen un consumo alternado según la disponibilidad y
palatabilidad de forraje presente en cada una de ellas (Cosgrove, 1992). Para entender
mejor esta explicación, es importante relacionarla con la que se desarrolló en el tema
“Especies Clave”, al explicar como funciona la dinámica de pastoreo entre las especies de
alta, media y baja preferencia.
Es obvio establecer, que esto se mantiene mientras los tiempos y la Presión de
Pastoreo ejercida a través del Sistema Continuo, estén dentro de los rangos racionales de
manejo. Si en cambio, la utilización en forma continua de un potrero, no contempla ningún
monitoreo que permita ajustes en el tiempo, son numerosas las experiencias que
demuestran el efecto adverso que produce la defoliación continua de las plantas, tanto a
corto como a largo plazo: a) a corto plazo, se alteran significativamente las relaciones de
competencia entre las plantas defoliadas y las no defoliadas (por la selectividad animal),
originando en las primeras, disminución del vigor y posible muerte; b) a largo plazo, estos
efectos determinan disminución de la Abundancia Relativa de algunas especies, lo que se
traduce en cambios en la composición botánica del pastizal (Renolfi, 1989).

En numerosos estudios a lo largo del mundo, tendientes a establecer si existen


ventajas de uno sobre otro sistema, se llega a la conclusión que aún cuando la mayoría
de las investigaciones determinan cierta respuesta favorable al Pastoreo Rotativo
(alrededor de 8 a 10 % de ventaja), estas diferencias no son estadísticamente
significativas (Cosgrove, 1992).

Sin embargo, en algunos aspectos puntuales pueden establecerse diferencias que


permitan orientar sobre la adopción de uno u otro sistema, según los objetivos que nos
propongamos:

- El Sistema Rotativo permite un mejor control del Indice de Defoliación (o Intensidad)


de las pasturas e impide la selectividad de las partes más tiernas del vegetal.

- El Sistema Continuo requiere menos mano de obra e infraestructura en alambrados u


aguadas.

- La distribución de deyecciones (fertilidad potencial), es más homogénea en el Sistema


Rotativo.

- En general, los pastos cespitosos, con rizomas o estolones, o de porte bajo a rastrero,
se adaptan mejor al Pastoreo Continuo. Los pastos con generaciones definidas de
macollos o porte erecto, se adaptan mejor al Sistema Rotativo.

- Una ventaja muy importante del Sistema Rotativo frente al Sistema Continuo, está
dado por la capacidad de infestación de los animales de producción, por parte de los
parásitos gastrointestinales. Se ha determinado que en un pastizal en Descanso (sin
animales), la carga parasitaria en la pastura decrece con el paso del tiempo y se
considera que a partir de las 7 semanas, el ciclo de reinfestación está casi cortado por
una gran mortandad de larvas (Von Bernard, 2000). En el Sistema Continuo este ciclo
no se detiene y los animales conviven con una alta carga parasitaria que afecta
severamente su producción.

- Finalmente y como ya fuera expresado al caracterizar al Pastoreo Directo Continuo vs.


el Pastoreo Directo Rotativo, una diferencia sustancial entre ambos se expresa a
través de una mejor perfomance animal individual (mayor tasa diaria de ganancia de
peso por animal) para el Continuo, por la posibilidad de seleccionar sin la competencia
de otros animales, las partes más tiernas, proteicas y digestibles de las forrajeras,
mientras que se obtiene mayor productividad animal/ha en el Rotativo, porque permite
el engorde de más animales por unidad de superficie (esto se traduce generalmente
en una mejor producción de kgs/carne/ha). Esta relación inversa entre producción
individual vs. producción/ha en función del tiempo de pastoreo y la magnitud de la
Carga Animal, se explica a través del Modelo de Mott (1960) (Figura 4).

(Ver FIGURA 4)

En la Figura 4 se muestra claramente, como a medida que se aumenta la Carga


Animal por unidad de superficie (o sea que nos situamos cada vez más en el marco del
esquema Rotativo), la productividad/ha se incrementa en detrimento de la perfomance
individual. Sin embargo, esto tiene un límite que tiende a quebrarse cuando los niveles de
Carga son tan altos que comienzan a configurar fenómenos de sobrepastoreo. En
términos generales, Jones y Sandland (1974), concluyen que niveles muy bajos de Carga
Animal se traducen en muy altas tasas de ganancia individual y muy bajas
productividades/ha; niveles óptimos (apropiados o intermedios) se expresan en las
máximas ganancias/ha y ganancias medias/animal; niveles muy elevados de Carga
resultan en bajas tasas de ganancia tanto individual como por hectárea.

F) Carga Animal: la American Society Range Management (Asociación Americana de


Manejo de Pastizales) (1989), dice que “es el número de animales (expresado en
Unidades Animales), que apacentan sobre un área específica en un tiempo específico”.
También puede decirse que es la relación matemática que establece cual es el número de
animales que un pastizal puede soportar por hectárea, sin degradarse o afectar su
sustentabilidad productiva a través del tiempo.

Otro concepto que se relaciona íntimamente con la Carga Animal es la Capacidad de


Carga, que se refiere a la potencialidad que tiene un campo o establecimiento para
soportar bajo pastoreo racional, un determinado número de Unidades Animales durante el
año, en función de la productividad forrajera total de ese campo. La Capacidad de Carga
es una medida bastante difícil de calcular, debido a que está afectada por muchos
factores sumamente cambiantes a través del tiempo, entre ellos, las variaciones
climáticas que determinan variaciones en la productividad del pastizal, la capacidad de
consumo de los animales, el grado de selectividad y/o desperdicio que estos puedan
hacer sobre el pastizal, el sistema de pastoreo empleado, etc.

Para estimar la Capacidad de Carga o Carga Animal de un pastizal, es imprescindible


conocer fundamentalmente dos parámetros: a) la productividad del pasto y b) la
capacidad de consumo animal (o sus requerimientos nutricionales).

La productividad del pasto, o sea el número de kgs de Materia Seca/ha que este
produce en un determinado momento, se puede medir con cualquiera de los métodos que
a este efecto se han explicado en el punto “Factor de Uso de las Especies Forrajeras”.

La capacidad de consumo animal requiere saber que diferentes categorías (por peso,
raza, edad, tamaño corporal o estado fisiológico), poseen distintos niveles de
requerimiento nutricional energético, proteico y digestible (disímil cantidad y calidad de
forraje), para cubrir sus necesidades dietarias. Para facilitar el cálculo de estas
necesidades, se ha establecido un patrón de medida denominado “Unidad Animal” que
“es el total anual de los requerimientos en consumo de kgs de Materia Seca, de una vaca
de 400 kgs de peso vivo, que gesta y cría un ternero hasta los 6 meses de edad y con un
peso final de 160 kgs y que incluye también el forraje consumido por este último”.
Para poder elaborar este patrón, se ha determinado que un animal consume en
promedio, alrededor del 10 % de su peso vivo en Forraje Verde y entre el 2,5 y 3 % de su
peso vivo en Materia Seca. Esto significa que una vaca de 400 kgs, consume por día unos
40 kgs de Forraje Verde o entre 10 y 12 kgs de Materia Seca; si queremos ahora saber
cual será el consumo anual que tendrá un animal determinado, solo multiplicamos el valor
de sus requerimientos diarios (en kgs de Materia Seca) por 365 días: para el caso de una
vaca de cría y tomando el mayor valor diario (12 kgs), sus requerimientos anuales serán
de 4380 kgs de Materia Seca/animal/año. Con estas premisas y teniendo como medida
patrón a la vaca, se establecen las siguientes relaciones (Tabla 16):

TABLA 16: Valores de conversión de categorías animales en número de Unidades


Animales (U.A.) (Americ. Soc. Range Manage., 1989)

TIPO DE ANIMAL N° de U.A.


1 vaca de cría o en lactación 1,00
1 vaca seca 0,80
1 toro 1,25
1 novillo o vaquillona de + de 300 kgs 0,85
1 novillo o vaquillona de – de 300 kgs 0,75
1 caballo adulto 1,30
1 cabra adulta 0,18
1 oveja adulta 0,20

De esta forma, se puede transformar fácilmente el número total de los animales de un


establecimiento, en Unidades Animales, procediendo de la siguiente manera (Tabla 17):

TABLA 17: Ejercicio de conversión del número de animales de diferentes


categorías, en número total de U. A. (Martín, G.O.).

Animales del establecimiento Valor de conversión N° de U.A.


186 vacas de cría 1,00 186,00
10 toros 1,25 12,50
110 novillos de - de 300 kgs 0,75 82,50
45 vaquillonas de + de 300 kgs 0,85 38,25
12 caballos adultos 1,30 15,60
TOTAL: 363 animales TOTAL: 334,85

Se ha determinado que una vaca requiere consumir 4380 kgs de Materia Seca/año
para cumplir adecuadamente con todas sus necesidades fisiológicas y productivas. Como
una vaca es equivalente a una Unidad Animal, podemos decir que una Unidad Animal
requiere por año el consumo de 4380 kgs de Materia Seca.

El otro parámetro que debemos conocer, es la productividad forrajera/ha/año. A


manera de ejemplo y para poder estimar la Carga Animal de un sitio específico, vamos a
establecer que este valor es de 1000 kgs de Materia Seca/ha/año, considerando que el
Factor de Uso es de 0,6 (o sea que la productividad total/ha es de 1665 kgs).
Total de requerimientos animales (kgs MS/UA/año) 4380
Carga Animal: --------------------------------------------------------------------- : -------- = 4,38 has/UA
Productividad forrajera (kgs MS/ha/año) 1000

Este resultado indica que para esta Condición forrajera del campo, se requieren 4,38
hectáreas para mantener a una Unidad Animal perfectamente alimentada durante todo el
año, sin producir ningún deterioro en el pastizal. Si nos planteamos el mantenimiento de
las 334,85 Unidades Animales que existen en el establecimiento, podemos calcular que
se necesitarán para su alimentación, alrededor de 1467 hectáreas.

Haciendo un planteo inverso, es decir, teniendo como conocidas previamente la


productividad/ha y el número de hectáreas del campo, se puede determinar la Capacidad
de Carga del mismo (o sea el número de Unidades Animales que puede mantener).

Vamos a suponer que se trata de un establecimiento ganadero de 4200 hectáreas con


una productividad forrajera consumible promedio de 1500 kgs de Materia Seca/ha/año; la
producción forrajera total del campo es entonces de 6.300.000 kgs de Materia Seca/año.
Sabemos que una Unidad Animal requiere aproximadamente 4380 kgs de Materia
Seca/año y por lo tanto, la Capacidad de Carga (o Receptividad) del establecimiento será:

Producción forrajera total (kgs MS/año) 6.300.000


Capacidad de Carga: --------------------------------------------------------- : --------------- = 1438 UA
Requerimientos de 1 UA (kgs MS/UA/año) 4380

Se concluye que un campo con la dimensión y productividad mencionadas, tendrá


capacidad para mantener y alimentar adecuadamente a 1438 Unidades Animales/año,
valor este que deberá convertirse a número de animales a través de lo establecido en la
Tabla 16, según el tipo y categoría de animales que se desee criar.

Debe quedar claro que las determinaciones de productividad forrajera, pueden también
hacerse en forma particular para cada potrero o sitio de pastoreo y para cada época o
mes del año, como una forma de ajustar aún con mayor precisión los valores a relacionar
y poder estimar Cargas Animales o Capacidades de Carga temporales, teniendo en
cuenta que los pastizales no producen todo el tiempo ni al mismo ritmo; esta metodología
permitirá realizar ajustes de Carga mucho más certeros a través del año.

Otras maneras de expresar la Carga Animal, es relacionando el número de Unidades


Animales que se poseen, con el número de hectáreas sobre las cuales se las maneja
alimentariamente. Utilizando los valores del ejemplo precedente, serían:

N° de UA/establecimiento 1438
Carga Animal: -------------------------------------- : ------------ = 0,34 UA/ha; o también
N° de has/establecimiento 4200

N° de has/establecimiento 4200
Carga Animal: ------------------------------------- : ------------- = 2,92 has/UA
N° de UA/establecimiento 1438

Tanto la Carga Animal como el Sistema de Pastoreo, constituyen dos variables del
manejo del pastizal, que determinan la productividad individual y la productividad/ha de un
sistema de producción ganadera (Mc Meekan y Walshe, 1963). La Carga Animal tiene un
gran impacto sobre la productividad de un sistema pecuario, ya que, dentro del rango de
uso práctico, la mayor productividad/ha que suele lograrse con un incremento de Carga,
se relaciona en buena medida con una mayor eficiencia de utilización del forraje
producido (Hodgson, 1983).

El manejo que hagamos de la Carga Animal a través del tiempo, debe ser sumamente
cuidadoso, pues Cargas sobredimensionadas (sea en la cantidad de animales/ha o en el
tiempo de ocupación del potrero), pueden ser muy perjudiciales para la preservación de la
composición botánica del pastizal y como consecuencia de ello, para la productividad
forrajera a mediano o largo plazo. Curll y Davidson (1983), demostraron que altas Cargas
Animales llevan a la extinción de especies perennes y al dominio de gramíneas anuales, a
una afectación de la economía del N y a una reducción a largo plazo de la calidad del
pastizal; esto puede obligar a períodos más largos de descanso, clausuras temporarias o
necesidad de resembrar el potrero, lo que finalmente incrementa los costos de
producción.

G) Técnicas de Refinamiento del Pastizal: son las distintas técnicas y/o metodologías
que pueden emplearse para mejorar la Condición del pastizal, favoreciendo la dominancia
o instalación de especies de valor forrajero, incrementando su potencial productivo,
liberando espacio para la germinación de los pastos, eliminando material vegetal
senescente para favorecer el rebrote tierno de las forrajeras o permitiendo la recuperación
natural (por Clausuras) o artificial (por Siembras e Intersiembras) del estrato herbáceo o la
recuperación natural (por Protección de Renovales) o artificial (por Reforestación) del
estrato arbóreo.

Sin embargo, debemos antes de aplicar cualquier técnica, conocer si realmente el


potrero o establecimiento a manejar presenta síntomas de degradación y si así fuese,
cuan severo es el problema. Para ello debemos realizar previamente un reconocimiento
del terreno y observar si se presentan los llamados “Indicadores de Degradación”, que
son los siguientes:

a) Grado de Cobertura: se refiere a todo tipo de material vegetal que cubre el suelo
(vegetales vivos y mantillo). En potreros sin degradación, hay suficiente material vegetal y
abundante mantillo; potreros con escasa vegetación, suelo compactado y ausencia de
mantillo, están indicando degradación.

b) Diversidad de Especies: si se compara la diversidad de especies con datos de años


precedentes y se observa la desaparición o reducción de algunas de las de mayor valor
forrajero, estamos ante un proceso de degradación. También puede determinarse si hay
aparición o incremento de malezas y plantas tóxicas, que compiten con el pastizal sin
ofrecer alimento o provocando mortandad, en el caso de las últimas. Es importante aquí
hacer una referencia al caso de las plantas tóxicas, que son frecuentes en los campos
naturales del NOA y es difícil combatirlas. Existe la creencia generalizada que cuando
escasea el forraje normal, el animal trata de compensar el déficit diario de su ingesta
consumiendo estas plantas; lo que ocurre en realidad es que el animal acostumbrado a la
zona, siempre consumió (en una proporción pequeña y relativamente constante), estas
plantas, solo que en un pastizal degradado, al no tener suficiente cantidad de forraje
normal, esa porción tóxica consumida se potencia porque se incrementa en relación a la
Materia Seca no tóxica y entonces el animal manifiesta síntomas de intoxicación que
pueden llegar a la mortandad. La mejor forma de manejo para controlar el problema de las
plantas tóxicas, es pastorear de manera de mantener siempre adecuadas Cobertura y
Disponibilidad de forraje de buena calidad, porque en potreros no sobrepastoreados, el
tóxico se diluye.

c) Grado de Superficie Desnuda del Suelo: es el indicador inverso a Cobertura;


obviamente que potreros con mayor porcentaje de suelo desnudo, están indicando
procesos degradativos más severos.

d) Movimientos de Suelo: se refiere a voladuras o pérdida de suelo por efectos eólicos o


hídricos. Un correcto manejo de pastizales exige la presencia de un suelo estabilizado.

e) Desplazamiento de Suelo por Pisoteo Animal: este síntoma es también indicativo de un


proceso progresivo de degradación del pastizal, observándose primeramente deterioro en
las esquinas de los potreros, en cercanía de las aguadas, en borde de alambrados y en
sendas muy marcadas en todo el interior del lote; en casos de laderas, pueden
observarse terrazas por desplazamiento de suelo, hechas por el ascenso y descenso de
los animales.

f) Plantas en Pedestal: se refiere a encontrar que en algunos sitios, se ha perdido todo el


horizonte superficial y solo donde quedan plantas vivas se observa que está retenido el
suelo original, de manera que las plantas quedan como situadas sobre un pedestal en
relación al resto del terreno. Este es un síntoma muy severo de degradación.

g) Pavimento de Erosión: consiste en la acumulación de pequeñas piedras que quedan


entre las plantas, cuando se han volado los componentes más finos del suelo. Una vez
formado este pavimento, la velocidad de deterioro del terreno disminuye, pero la
capacidad de recuperación de cobertura, es también muy difícil.

h) Zanjas Activas de Erosión: esto incluye todas las zanjas que se originan por el arrastre
del agua que proviene de las partes más altas de la cuenca. El torrente incontrolado,
indica erosión y sobrepastoreo en las partes altas; en estos casos se aconseja la
suspensión temporaria (en la época de lluvias) o permanente del pastoreo en esas zonas
y la implantación de especies de cobertura o la forestación.

i) Cárcavas: es un síntoma sumamente severo de degradación, donde grandes superficies


de terreno quedan imposibilitadas permanentemente y su recuperación es prácticamente
irreversible.

j) Arbustos y Arboles Deformados por el Ramoneo: cuando observamos que los arbustos
han perdido su forma normal y su tamaño se vuelve achaparrado o cuando vemos que
árboles como los algarrobos, guayacanes, talas o mistoles tienen su copa perfectamente
cortada a una distancia de entre 1,50 y 2,00 mts del suelo, podemos asegurar que ya el
estrato herbáceo no brinda sustento suficiente a los animales, los que se dedican a
consumir exageradamente a las leñosas, a un ritmo tal que no les permiten recuperar el
follaje perdido, produciendo las deformaciones descriptas.

k) Relictos: se denomina así a zonas donde se ha perdido toda la vegetación y solo


quedan restos de vegetales muertos o coronas decrépitas. Es prácticamente la última
etapa de la degradación.
Indudablemente que ante el primer síntoma de degradación de un pastizal, debemos
aplicar alguna técnica de refinamiento o recuperación; esto siempre significa resignar en
parte y por un tiempo que dependerá del grado de severidad del problema, terreno o
productividad al proceso productivo, los que se recuperarán con creces si la técnica es
correctamente implementada.

Las principales Técnicas de Refinamiento de pastizales naturales son: Clausura


(Permanente o Temporaria); Control de Leñosas (Control Químico o Rolado); Desmonte
(Total o Selectivo); Quema Prescripta; Intersiembra e Inundación.

- Clausura: es una herramienta de manejo sumamente útil al momento de intentar


recuperar el potencial forrajero o la Condición de un sitio de pastoreo. Es bien conocido
que en el NOA, casi la totalidad de los campos con monte, son bosques secundarios que
han sufrido durante décadas los efectos de la tala selectiva y el sobrepastoreo, con un
incremento incontrolado del proceso de arbustización (Martín, 1999a).

En esas situaciones o en potreros con escasa vegetación herbácea, suele


recomendarse la Clausura (a veces de varios años) con la intención de recomponer la
Densidad, Cobertura y Productividad de los pastos. Si bien en el NOA las Clausuras son
poco empleadas, algunas experiencias han demostrado buenos resultados, sobre todo en
campos con pocas leñosas. Esto se debe en muchos casos, a que en esas situaciones
existe menor competencia por H2O y nutrientes de las leñosas sobre los pastos, situación
cuya real magnitud, no está fehacientemente probada.

Clausurar un potrero significa retirar la totalidad de los animales del mismo, durante un
tiempo determinado en función del grado de perturbación o deterioro que tiene el área,
para permitir la recuperación de la diversidad florística y la productividad forrajera del
pastizal.

Para que esta acción de manejo produzca beneficios significativos, debe realizarse
entre los meses de crecimiento vegetativo y/o reproductivo de las especies forrajeras
naturales. En el caso del NOA, si la Clausura se hace entre principios de Octubre y
primera quincena de Enero, estaremos favoreciendo la recuperación vegetativa del
pastizal (mayor vigor y crecimiento aéreo de la planta, mayor acumulación de reservas,
mayor productividad forrajera); si el descanso se hace entre mediados de Diciembre y
fines de Abril favoreceremos el desarrollo reproductivo del pastizal (formación y
maduración de semillas, acumulación de reservas, resiembra natural o semillazón, mejora
futura en la densidad de plantas/m2).

Kunst et al. (1987) presentan el caso de Trichloris crinita (Lag.) Parodi (una de las
especies forrajeras naturales más importantes del NOA), indicando que el rebrote activo
de macollos y hojas comienza días después de una precipitación efectiva primaveral. Ese
es el momento desde el cual debe iniciarse la Clausura, si queremos recuperar el vigor
del pastizal. Otra etapa importante es la aparición de las primeras inflorescencias (suele
darse desde fines de Diciembre en adelante) y si se cierra el potrero al pastoreo a partir
de este momento, se favorece la resiembra natural del pastizal.

En potreros de Condición Regular o Pobre, es aconsejable clausurar durante uno o


dos años (según la severidad de la degradación), para obtener algunos resultados
positivos; de todas maneras es importante antes evaluar las reales posibilidades de
recuperación natural del área, en función de determinar si existen suficientes plantas
madres de las especies Decrecientes, en condiciones de semillar. Si esto es factible, en
años sucesivos y a medida que el potencial forrajero se recupere, los períodos de
descanso podrán ser cada vez menos frecuentes.

Las Clausuras pueden clasificarse en Temporarias o Permanentes. Temporarias son


aquellas que se implementan por espacios reducidos de tiempo (desde pocos meses, una
estación determinada del año o hasta 2 años); las Permanentes implican períodos largos
(de varios años y a veces décadas), según el grado de degradación del ecosistema.

Las Clausuras Temporarias se hacen en aquellos sitios en donde se quiere por lo


general, recomponer el Stand o Densidad de plantas/m2, pues se observa una reducción
en este aspecto, fundamentalmente de aquellas especies más frecuentemente
consumidas. En este caso y tomando a tiempo el problema, con solamente clausurar el
potrero en la estación reproductiva (en nuestro caso desde principios de Febrero a
mediados de Mayo), es suficiente para lograr una buena semillazón y dispersión de
semillas de las forrajeras herbáceas; es importante previamente verificar que existe en el
potrero, un suficiente número de plantas de las especies que se quieren favorecer, para
que el proceso sea eficiente; esto nos indica que obviamente, esta metodología se
utilizará solo en casos leves de degradación.

Otra razón para utilizar una Clausura Temporaria es cuando se detecta cierta falta de
vigor en el crecimiento de las forrajeras (plantas más pequeñas, retraso en las diferentes
etapas fenológicas, menor macollaje por planta, etc). En este caso es aconsejable
clausurar el potrero durante la estación de crecimiento (en nuestro caso desde mediados
de Octubre hasta fines de Enero), para lograr que las plantas puedan llegar sin problemas
a su IAF máximo y a partir de allí acumular suficientes reservas como para asegurarse un
adecuado rebrote después de una defoliación. Este tratamiento, al igual que en el caso
anterior, es muy eficiente si se aplica en casos leves de degradación.

A medida que sean más severos los síntomas que se observen en el pastizal, serán
más largos los períodos de Clausura implementados. En algunos casos será necesaria
una Clausura Temporaria que incluya ambas épocas citadas (etapas de crecimiento y
reproducción) y en casos más complejos será necesaria una Clausura de 1 a 2 años.
Como ejemplo del grado de recuperación que puede obtenerse en la forrajimasa del
estrato graminoso, citamos el caso de una Clausura de 2 años en el Rancho Corso (en el
Chaco Semiárido Boliviano), donde después de este tiempo se obtuvo un incremento de
casi el 200 % en la productividad forrajera del lugar (Terán Cardozo, 1995); es importante
destacar que este resultado se obtuvo partiendo de un potrero en condiciones de
degradación severa.

Las Clausuras Permanentes son de varios años de duración. Esto significa


necesariamente sacrificar cierta superficie del establecimiento durante ese período, lo que
en muchos casos es difícil de aceptar por los propietarios, aduciendo fundamentalmente
razones económicas. Se debe sin embargo, tomar conciencia que en estos casos, donde
la degradación ya es severa, seguir utilizando esos potreros que están ofreciendo muy
poco forraje consumible y en general de muy baja Calidad y Digestibilidad (porque las
mejores forrajeras ya se han perdido), es también antieconómica la producción, con el
agravante de hacer más irreversible el proceso año a año.

Los objetivos perseguidos en una Clausura Permanente son:


a) permitir en las primeras etapas de la recuperación, la aparición de las llamadas
“especies de cicatrización” que son aquellas que en los primeros tiempos comienzan a
cubrir el terreno protegiendo al suelo de la continua erosión;

b) permitir la aparición y reproducción paulatina de especies de valor forrajero que tienen


corta duración (por lo general anuales) y que van reemplazando en su cobertura a las
primeras;

c) permitir la aparición y reproducción paulatina de especies de valor forrajero de duración


perenne, que van reemplazando en su cobertura a las anuales;

d) permitir el incremento de la Diversidad de Especies en el estrato herbáceo;

e) permitir el incremento de la Cobertura y la Densidad de estas forrajeras;

f) permitir una continua semillazón e instalación de nuevas plantas a partir de las primeras
instaladas;

g) permitir la acumulación de restos vegetales y mantillo, para ir recuperando


progresivamente el nivel de fertilidad del suelo.

Para conocer si el proceso de recuperación se está llevando a cabo adecuadamente,


se debe año a año, evaluar mediante la metodología de transectas (siempre en los
mismos sitios), la dinámica de la Frecuencia, Cobertura, Densidad y Productividad de
cada una de las especies que nos interesen. Esto servirá también para definir el momento
de fin de la Clausura, cuando la Condición que podamos evaluar en el potrero, sea la que
nos propusimos alcanzar al momento de decidir la Clausura.

No siempre la Clausura es sinónimo de éxito en la recuperación del pastizal; ello


dependerá mucho de la situación inicial de la que se parte y de la presencia de al menos
una mínima proporción de especies forrajeras deseables, que aseguren su reproducción.
Otro aspecto que complica la evolución de la recuperación del pastizal, es el grado de
arbustización que puede sufrir el terreno, sobre todo en áreas donde la presencia del
monte es frecuente.

- Control de Leñosas: el mayor problema para el aprovechamiento de los pastos en


sistemas muy arbustizados, está en las severas reducciones de la accesibilidad y el
tránsito dentro del potrero, por parte del animal. Sin embargo, existen también otras
razones para su control: los arbustos son generalmente empleadores ineficientes de agua
y Dwyer y De Garmo (1970), han demostrado que los arbustos xerófilos requieren
alrededor de 2,5 veces más agua por unidad de crecimiento, que los pastos; se sabe que
un pastizal de pastos cortos necesita entre 300 y 400 kgs de agua para producir 1 kg de
Materia Seca, mientras que el mezquite (Prosopis juliflora (Sw.) DC.), requiere entre 1700
y 1900 kgs de agua por kg de Materia Seca, de la cual además, muy poco es forraje.
Otros investigadores como Sturges (1973) e Ingebo y Hibbert (1974), demostraron que la
eliminación del estrato arbustivo incrementó en alrededor del 23 %, el flujo anual de agua
en un pastizal semiárido, lo que se tradujo en una mejor utilización de esta por parte del
estrato herbáceo. Por todas estas razones, se hace importante el Control de Leñosas,
cuyos métodos pueden ser:
a) Control Químico: se hace mediante Arbusticidas, hoy ya casi inexistentes en el
mercado argentino (solo se encuentra el Togar, para aplicación al tronco, pero de alto
costo), pero que de emplearse, deberían tenerse en cuenta aspectos tales como la época
de aplicación, la susceptibilidad de la especie y el valor de la misma como forrajera
(Martín, 2000);

Para el uso eficiente de esta técnica se deben tener en cuenta cuatro aspectos
básicos, según lo aconsejado por Sosebee (1999), a través de experiencias realizadas en
Texas y California (EE.UU):

- El estado fenológico de la especie a controlar.

- El patrón fisiológico que está pasando la planta, lo que define el destino de los
fotosintatos producidos, para poder tomar decisiones.

- Las condiciones ambientales relacionadas con la planta y en consecuencia, su mayor


o menor susceptibilidad al control.

- El modo de acción del arbusticida.

No todas las leñosas presentan la misma susceptibilidad al control químico. Un


aspecto que define la metodología y eficiencia del control, es la forma en que particionan
las distintas especies, la ubicación de los fotosintatos y sustancias de reserva (Energía)
en sus diferentes órganos.

Las especies anuales acumulan mucha E en los tejidos reproductivos (inflorescencia,


flor, fruto, semilla), que emplean para diseminarse y sobrevivir; en estos tejidos pueden
llegar a acumular el 65 % de sus reservas. Las especies herbáceas perennes, acumulan
casi el 40 % de su E en raíces, rizomas, estolones, tubérculos y bulbos, que son las
estructuras que permiten la supervivencia de la especie. En las leñosas, en cambio, solo
una fracción menor al 20 % de la E es acumulada en los tejidos reproductivos; el gran
porcentaje de la E (entre el 50 y el 55%) se acumula en raíces, troncos y ramas
principales.

Conocer el movimiento de los Hidratos de Carbono No Estructurales en el interior de la


planta, es decisivo para el éxito del control, en función que serán ellos los que harán el
transporte interno del arbusticida.

Tradicionalmente se ha recomendado en nuestra región, la aplicación del producto en


los momentos de hoja verde tierna a madura (Diciembre). En este caso, el resultado es
que la gran movilización de fotosintatos hacia la parte aérea de la leñosa, lleva el producto
a esa zona y trae como consecuencia la defoliación de la planta. Si bien en un primer
momento esto permite una mayor entrada de luz y aprovechamiento del agua por el
estrato inferior, con el posterior incremento de la productividad del pastizal (básicamente
las gramíneas), los órganos basales de la leñosa permanecen intactos. Esta es la
explicación de por que en numerosos casos, se observa en años subsiguientes, una alta
tasa de rebrote de estas especies.

Las experiencias realizadas aconsejan la aplicación del producto en estado fenológico


de fruto a punto de madurez o maduro. En el caso de las leñosas pertenecientes a la
familia Leguminosas (o Fabáceas), el crecimiento del fruto desde 1 cm a los 12 cm, se
hace en pocos días. Esto se debe a la gran concentración de H de C solubles que son
translocados a esa área. Con el comienzo de la fase de maduración de la legumbre, este
fenómeno se revierte pues los frutos maduros se independizan del patrón fisiológico de la
planta y la demanda de E por parte de ellos, decae significativamente. La planta comienza
ahora a prepararse para el período de latencia invernal y los fotosintatos formados viajan
en dirección descendente a constituir las reservas en raíces y troncos; el arbusticida
aplicado va a ser acumulado entonces en esos sitios, originando la muerte de la planta en
función del grado de susceptibilidad de la especie (Sosebee, 1999).

Un parámetro que también debe tenerse en cuenta para un eficiente control, es la


temperatura del suelo al momento de la aplicación del producto. Estudios realizados con
Prosopis juliflora (Sw.) DC. y otras leñosas que rebrotan de raíz o desde la base,
muestran que la T° del suelo es determinante del grado de control de la especie. En
aplicaciones realizadas con T° del suelo (en los primeros 20 cm de profundidad) menores
a los 20 °C, no se registraron mortandad de individuos, si bien se produjo defoliación total.
Con aplicaciones a partir de los 25 °C de T° del suelo, la mortandad de leñosas alcanzó
valores superiores al 90 % de los individuos (Sosebee, 1999). Un correcto manejo del
control de leñosas, deberá entonces contemplar el estado fenológico de la planta y la T°
del suelo, al momento de la aplicación.

No es aconsejable intentar el control simultáneo de muchas especies pues no siempre


estarán todas en idéntico estado fenológico o patrón fisiológico. Si la superficie de terreno
a manejar es lo suficientemente grande como para justificar la aplicación aérea del
producto, se deberá elegir como momento de aplicación aquel en el cual la especie más
problemática del campo, esté en el momento óptimo de control (Martín, 2000).

En cualquier planteo de control químico de leñosas, es también fundamental conocer


previamente el valor como forrajera, que tienen las especies a controlar. Si la mayoría de
las leñosas del potrero no tienen importancia como aportantes de alimento a los animales
pastoreadores (por baja calidad nutricional, mala palatabilidad, estructuras de difícil
consumo como espinas o sustancias tóxicas, etc), la aplicación aérea es lo más
aconsejado. Si en cambio se presentan algunas especies de buen valor forrajero (ver
Cuadro 6), se las podría preservar en una cantidad adecuada (en general no mayor al 20
% de cobertura del terreno) mediante la técnica del “desmonte selectivo”.

b) Rolado, como una forma rápida de eliminar el sombreado de los arbustos y abrir el
acceso a los animales. El rolado es también una buena alternativa para permitir la
siembra de una pastura subtropical cultivada. En algunas experiencias en Sgo. del Estero,
esta metodología permitió recuperar la productividad de pastizales naturales a valores de
5 a 6 Tn/forraje/ha y en el caso de siembra de Gatton Panic, elevar estos valores a 9
Tn/forraje/ha (Kunst, 2002, comunicación personal).

El método consiste en la utilización de un rolo cortador de gran peso (con cuchillas


intercaladas en su superficie), tirado por un tractor o topadora. Es conveniente su uso
sobre piso firme, para que el trabajo de aplastado y picado se realice correctamente. Esta
es una técnica eficiente de eliminación de leñosas, siempre que el sistema presente un
grado de arbustización importante con especies de baja altura (no mayores a 2,5 m) y
troncos delgados (hasta un máximo de 3 cm). El rolado produce el quiebre de los troncos
y aplastado del arbusto, permitiendo la llegada de luz al estrato inferior (herbáceo), con lo
que se favorece significativamente el rebrote de los pastos. En algunas situaciones, es
conveniente proceder a la quema del potrero, posteriormente al rolado y después de
secado el material, para limpiar el campo de restos de troncos y ramas.

- Desmonte: se entiende por Desmonte a la extracción parcial o total de las especies


leñosas (arbustos y/o árboles) de un área; esta metodología, sumamente utilizada en los
últimos 40 años en el Chaco Occidental del NOA, para la habilitación de tierras a la
agricultura de monocultivo (maíz, soja y en ocasiones, rotaciones con trigo), puede traer
serias complicaciones si no se maneja adecuadamente. Son bien conocidos los
problemas que han surgido del excesivo uso agrícola de los suelos desmontados de la
región: erosión, disminución acelerada de la M.O. y de la fertilidad del suelo, alteración de
la estructura edáfica y salinización o alcalinización (Casas y Michelena, 1983).

Los tipos de desmonte que pueden emplearse son: a) Mecánico; b) Manual; c) con
Fuego. Los dos primeros son los más difundidos en el NOA y la elección de uno u otro,
depende de factores tales como la superficie a desmontar, el tiempo requerido para la
terminación del trabajo, los recursos económicos disponibles, el destino productivo que
tendrán esas tierras y el interés o no por la extracción de recursos del monte (rodrigones,
postes, trabillas, leña, etc).

Previo a cualquier trabajo de desmonte, es necesaria la planificación del mismo y la


obtención de la correspondiente autorización por parte de la autoridad competente.
Vamos a continuación, a analizar brevemente las características de los desmontes
Mecánico y Manual.

a) Mecánico: puede darse la variante de trabajar sobre montes bajos o montes altos. Para
montes bajos (propios del Parque Chaqueño Occidental), que son los de aptitud
ganadera, las metodologías utilizadas pueden ser: Desmonte por Topado, Desmonte por
Cadeneado y Desmonte por Rolado.

El Desmonte por Topado se hace mediante topadoras de oruga, las que después de
abrir una picada central, topan el monte hacia ambos lados de la misma, formando
cordones que luego deben ser quemados. Este tipo de topado, tiene el problema de
arrastrar mucha suelo al cordón. Una forma de minimizar esto es con el uso de palas tipo
rastrillo.

El Desmonte por Cadeneado o Cadeneo se hace mediante la utilización de 2


topadoras a oruga, separadas entre sí 30 a 50 mts., las que arrastran una cadena pesada
de 90 a 150 mts. (alrededor de 3 veces la distancia entre topadoras). Las topadoras
avanzan lentamente sobre picadas previamente realizadas y la cadena va volteando la
vegetación. La cadena debe tener entre 20 y 35 kgs por eslabón (cadenas de anclas de
barcos) y puede llevar adosada una bocha de gran peso al medio, para evitar que se
levante con la presión de la vegetación. Para una remoción más efectiva de las leñosas,
se puede hacer el cadeneo en doble sentido.

El Desmonte por Rolado, ya fue explicado anteriormente.

El Desmonte Mecánico presenta ventajas e inconvenientes, los que son expuestos en


la Tabla 18 (Nazar Anchorena, 1988).
TABLA 18: Ventajas e Inconvenientes del Desmonte Mecánico
(Nazar Anchorena, 1988).

VENTAJAS
- rápida incorporación de grandes superficies a la actividad productiva
- mayor continuidad en el trabajo
- razonable disponibilidad de maquinaria adecuada en las regiones semiáridas
- menor mano de obra y menores dificultades en las relaciones laborales

INCONVENIENTES
- rápido y elevado desembolso de dinero
- no aprovechamiento eficiente de los productos del desmonte
- destronque poco eficiente
- remoción importante de la capa superficial del suelo
- dificultad para dejar árboles seleccionados por sombra o valor forrajero

En el Desmonte Mecánico, la capacidad de trabajo es la resultante del tipo de monte,


el tipo de trabajo y la potencia de la maquinaria. A los efectos de dar ciertas pautas del
rendimiento probable a obtener, se presenta la Tabla 19 (Nazar Anchorena, 1988).

TABLA 19: Capacidad de trabajo (en N° has/día) de los diferentes equipos de


Desmonte Mecánico, según el tipo de monte (Nazar Anchorena, 1988).

Capacidad de Trabajo (N° has/día)


Tipo de Trabajo HP de Pot. Monte Bajo Monte Medio Monte Alto
Topado con Pala frontal 60-70 6-7 1-2 ----
Cadeneado (2 pasadas) 150-280 ---- 30-60 20-30
Topado y acordonado c/pala 150-280 3-4 1-3 0,5-2
Rolo cortador 60-100 12-20 6-10 ----
Rolo cortador + Pala frontal 150-200 28-32 12-18 ----

b) Manual: es aquel que utiliza la fuerza y destreza humana para la extracción de las
leñosas; se puede aplicar sobre cualquier tipo de monte, pero en general no suele abarcar
superficies muy grandes. La Tabla 20 presenta las ventajas e inconvenientes de este tipo
de desmonte (Nazar Anchorena, 1988).

TABLA 20: Ventajas e Inconvenientes del Desmonte Manual


(Nazar Anchorena, 1988).

VENTAJAS
- incorporación gradual de pequeñas superficies, en función del capital disponible
- aprovechamiento total de los productos del desmonte
- posible venta de estos productos, abaratando el costo del desmonte
- destronque muy efectivo, permitiendo la entrada posterior de maquinaria
- permite seleccionar y dejar árboles de utilidad
- no produce movimientos importantes de suelo

INCONVENIENTES
- es lento, se estima entre 0,5 y 1 ha/mes/hombre (depende del tipo de monte)
- escasez de mano de obra y discontinuidad en el trabajo
- relaciones laborales complicadas (por provisión de alimentos y refugio)

Los tipos de Desmonte descriptos, son los generalmente realizados para la habilitación
de tierras con fines agrícolas, pero si el objetivo es que el destino del campo sea la
producción ganadera, el Desmonte aconsejado es el Selectivo.

En este caso, para planificar el Desmonte se debe conocer primero la contribución que
cada una de las especies arbóreas y arbustivas del campo, pueden hacer al proceso
productivo pecuario. Esto significa poder discriminar entre aquellas especies que
aportarán sombra y/o alimento a los animales, de aquellas que no tendrán aportes
significativos en estos rubros. El Cuadro 6 de este trabajo, presenta listas de especies
leñosas de nuestra región, que nos pueden orientar al momento de realizar un Desmonte
Selectivo, en relación a su contribución alimenticia. Con respecto al aporte de sombra por
parte del estrato arbóreo, se ha probado fehacientemente que especies como Schinopsis
quebracho colorado (Schlecht.) Barkl. et Meyer (quebracho colorado), Prosopis alba
Grisebach (algarrobo blanco), Caesalpinia paraguariensis (D.Parodi) Burkart (guayacán) y
Zizyphus mistol Grisebach (mistol), son fundamentales de preservar en el potrero, en al
menos un rango de 15 a 20 % de cobertura de la superficie; en potreros sin sombra, el
stress térmico de los animales, reduce hasta en un 20 % sus posibilidades de ganancia
diaria de peso. Tampoco se debe perder de vista la posible utilización forestal de estas
especies, si el objetivo de manejo del campo nos lleva a la implementación de un sistema
de producción silvopastoril.

Al momento de realizar el Desmonte Selectivo, es importante determinar previamente


cuales, cuantos y en que ubicación quedarán los ejemplares leñosos a dejar en el potrero,
para impedir que algunas áreas queden sobrecargadas de árboles o arbustos y otras
resulten con una densidad insuficiente. Se deben dejar siempre individuos de buen porte y
estructura, buenos árboles semilleros y algunos arbustos de buen valor forrajero y
palatabilidad (recordar que los arbustos cumplen la función de “banco de proteínas” y
rebrotan antes que los pastos, entrando en senescencia después de la deshidratación de
estos, por lo que su período de aprovechamiento anual es más largo).

Otras de las razones importantes por la cual se justifica dejar algunas leñosas en el
campo, es la benéfica contribución que los árboles realizan sobre los pastos, en relación a
disponibilidad de N, eficiencia en el aprovechamiento del agua de lluvia, protección de
heladas y duración del ciclo vegetativo. Estos aspectos, no siempre tenidos en cuenta,
permiten que los pastos situados en el área basal del árbol (sobre todo si este es
leguminoso), puedan disponer de un mayor tenor de N en el suelo por aporte de la
simbiosis con microorganismos y la descomposición de hojas caídas del árbol, de alto
valor proteico (se han medido caso de pastizales con hasta 2 % más de Proteína Bruta
bajo el árbol que en el abra); al momento de una precipitación, el árbol recolecta agua en
toda su copa y la escurre por las ramas y el tronco depositándola en una superficie basal
concentrada, pero aún más importante es el efecto posterior a la lluvia, donde por el
sombreado retrasa la evaporación respecto de los sitios abiertos, resultando de estos
efectos, una mejor eficiencia en la disponibilidad hídrica de los pastos bajo su influencia;
sabemos que la deshidratación de los pastos es muy dependiente del efecto de las
heladas sobre los mismos y el árbol protege de esto a los individuos situados bajo su
copa, los que de esta manera se mantienen más tiempo en estado verde, alargando su
ciclo vegetativo. Todas estas contribuciones que significan una mejor productividad para
el pastizal, serán efectivas siempre que el número y distribución de árboles/ha, sea tal que
no signifique la sobreutilización de su área basal por el ganado.

Finalmente otra variante de Desmonte es el Desmonte en Franjas, que consiste en


eliminar totalmente las leñosas en franjas de dimensiones variables (desde 100 a 500
metros de ancho), sembrando en esas áreas abiertas pasturas de alta producción o
dejando recuperar el pastizal natural. En las franjas con monte (en general de
aproximadamente 100 metros de ancho c/u), el ganado encuentra refugio, sombra y
alimento suplementario.

- Quema Prescripta: tiene por objeto eliminar el fachinal y el rastrojo lignificado de los
pastos, favoreciendo un rebrote más rápido. Este método (que no está permitido
legalmente en la provincia), suele ser muy empleado en los pastizales de altura en
Tucumán, compuestos básicamente por Festuca hieronymi Hack. y Stipa ichú (Ruiz y
Pavón) Kunth (Martín et al., 2002). La condición para la quema es tener una buena
cantidad de material combustible en el sitio, cosa que en los pastizales muy degradados
es difícil de conseguir.

El fuego ejerce un fuerte impacto en los ecosistemas, modificando dramática y


rápidamente los componentes estructurales del mismo. Los efectos del fuego se observan
desde niveles de planta individual hasta todo un paisaje y a distintas escalas de tiempo
(desde días hasta años).

El empleo del fuego como herramienta de manejo de pastizales naturales, es mediante


una metodología de quemado rápido que impide que se alcancen altas temperaturas de
suelo, excepto en los 2 primeros cm donde se puede llegar a los 70 a 80 °C (Raison,
1979). Por esta razón, normalmente el fuego no ejerce un efecto directo sobre los micro y
mesoorganismos del suelo, sino a través de los cambios que introduce en el aporte de
sustrato para el mantenimiento y crecimiento de estas poblaciones (Seastedt y Ramundo,
1990).

En los ecosistemas de pastizales, la conservación y reciclado de nutrientes entre las


distintas fracciones del suelo y las plantas, son procesos fundamentales para mantener la
productividad. Bajo estas condiciones, las funciones de la biomasa microbiana del suelo
como reguladora de la dinámica de nutrientes y reservorio de los mismos, no es tan
significativa (Jenkinson y Ladd, 1981). Como apoyo de lo expresado, Rice y Parenti
(1978), encontraron mayor población fúngica en pastizales quemados anualmente que en
los no disturbados y no hallaron diferencias en las poblaciones bacterianas y de
actinomicetes.

García (1993), indica que después de un quemado anual de un pastizal natural


herbáceo, no se encontró diferencias en las poblaciones de bacterias, hongos y
actinomicetes en la capa superficial del suelo; por el contrario, la mayor producción de
raíces observada en las capas superficiales (hasta los 30 cm) bajo quemado anual,
resultó en un incremento de las poblaciones microbianas debido al mayor aporte de
sustrato.
En cuanto a la dinámica de nutrientes, el fuego resulta en adiciones de P disponible en
las cenizas, lo que estimula la fijación de N2 por cianobacterias; sin embargo, estas
ganancias de N son inferiores que las pérdidas por combustión, resultando en una
disminución del contenido de N del suelo bajo quema (García, 1993).

El modelo de simulación Century, predice que en pastizales quemados todos los años,
se produce una disminución del contenido total de N (de la mineralización neta de N y de
la biomasa microbiana de N), a partir de los 8 años de esta práctica. A pesar de
observarse un balance negativo de N en el largo plazo, los pastizales bajo quema
mantienen una mayor producción que los sin quemar. Esta contradicción se explica por:
a) una mayor eficiencia de uso del N; b) la posible sincronización entre la liberación de N
por la biomasa microbiana y la absorción por la planta; c) una extensión de la estación de
crecimiento de las pasturas, por el calentamiento temprano del suelo; d) la combinación
de todas estas razones (García, 1993).

Sin embargo, es importante tener en cuenta que el mayor o menor grado de afectación
que pueda tener un ecosistema por la acción del fuego, dependerá de las características
del ecosistema, la intensidad y duración del fuego y la frecuencia con que el área sufre el
efecto del fuego. González et al. (1999), evaluando el efecto de un incendio accidental
muy severo en la Reserva Forestal Chancaní (Chaco Occidental Semiárido de la Prov. de
Córdoba), concluyen que:

Efectos sobre el suelo:

- Disminución del pH en los estadíos iniciales del incendio, pero con recuperación de los
valores normales después de 12 a 18 meses.

- Disminución del contenido de M.O. en las áreas quemadas (tanto en pastizal como en
bosque), durante los primeros 6 meses; a partir de allí, la M.O. aumentó
progresivamente hasta llegar a niveles similares al suelo no quemado, a los 18 meses.

- El N total del suelo quemado en pastizal, siempre fue mayor que en las áreas no
quemadas, aunque solo resultó significativo en el muestreo inicial (por esto se
considera como un efecto directo positivo, solo en los momentos posteriores a la
quema); en los suelos de bosque, no hubo diferencia en este aspecto para ninguna de
las situaciones.

Efectos sobre los microorganismos:

- Las poblaciones de microorganismos fijadores libres de N y de amonificadores de las


áreas quemadas, no mostraron diferencias significativas con las no quemadas en
ninguno de los casos (se debe aclarar que en las parcelas no quemadas, se
registraron los valores más altos). La razón de la no afectación severa de estas
poblaciones por acción del fuego, se debe a la presencia de formas resistentes como
esporas y microcistos.

- La población celulolítica fue reducida significativamente por el fuego durante los


primeros 90 a 100 días, tanto en bosque como en pastizal. A partir de allí, los valores
de densidad se asimilaron progresivamente a los normales en suelos no quemados,
siendo esta recuperación coincidente con el incremento de los valores de M.O.
- El número de microorganismos nitrificadores siempre fue menor en los sectores
quemados. En los primeros 30 días, se detectó diferencia significativa, tanto en suelo
de pastizal como de bosque; entre los 60 y 150 días se notó una recuperación de los
nitrificadores en áreas quemadas, casi hasta valores normales; a partir de los 180 días
y en concordancia con la época invernal, nuevamente la densidad de nitrificadores
disminuyó en los sitios quemados. Se concluye que estos microorganismos que son
un grupo funcional muy específico y poco diversificado, sufren marcadamente las
alteraciones ambientales (como la quema) y las condiciones climáticas de la época
seca, recuperándose en períodos de humedad.

La Quema Prescripta es el fuego aplicado de manera conocida, por personal


calificado, a cualquier tipo de material combustible en un área específica y bajo
condiciones climáticas seleccionadas, para lograr objetivos de manejo predeterminados
(Kunst, 1993). La premisa fundamental de esta metodología, es lograr algún cambio
positivo en la estructura o productividad del área quemada, sin afectar otras áreas.

El fuego prescripto puede utilizarse para variados objetivos, tales como:

- Reducción de material combustible en bosques naturales o artificiales, para evitar


incendios accidentales o provocados.

- Control de enfermedades y plagas.

- Mejorar el hábitat a la fauna, incrementando la oferta de alimento o variando la


cobertura.

- Controlar vegetación competitiva (ej.: mantener un balance adecuado entre leñosas y


pastos).

- Favorecer el rebrote anticipado y de calidad, en los pastizales naturales.

- Remover material no palatable o poco nutritivo (material muerto o senescente).

- Facilitar la accesibilidad a áreas muy cerradas (arbustales densos).

- Mantener especies dependientes del fuego periódico.

- Mejorar la Condición del pastizal, al cambiar la composición botánica.

- Acelerar el reciclaje de nutrientes (ej.: al causar una rápida mineralización de la M.O.).

La aplicación de fuego prescripto sobre un pastizal, no exime de un adecuado manejo


posterior del mismo; el fuego es solo una herramienta más. La correcta planificación de
una quema prescripta, exige tener en cuenta varios aspectos.

El primer paso es la perfecta delimitación del área a quemar, lo que puede hacerse con
cortafuegos (franjas de terreno libres de vegetación) realizados a mano, con maquinaria o
con contrafuegos (fuego en retroceso). El ancho del cortafuego será variable en función
de la altura de la vegetación a quemar, el tipo de vegetación cercana, la posibilidad de
diseminación de “pavesas”, el tipo de fuego empleado, etc. Las distancias pueden así
variar desde pocos metros a casi un centenar de metros.
Los restantes factores que influyen sobre el comportamiento del fuego son:
Temperatura del aire (T), Humedad Relativa del aire (HR), Velocidad del viento (VV),
Topografía, Turbulencia del aire y Cantidad y Densidad del combustible (Kunst, 1993).
Los tres primeros, que son directamente dependientes de las condiciones climáticas del
lugar, nos indican que antes de la quema se debe contar con una información
climatológica precisa para el día previo y el o los días de trabajo.

La T es importante pues cuando mayor es, menor es la energía o calor que se precisa
para que el material combustible entre en ignición. Al mismo tiempo, altas T colaboran en
la creación de “corrientes de convección” cercanas al suelo, que actúan como chimeneas
y acarrean pavesas que pueden encender áreas no deseadas. La T adecuada para evitar
estos problemas debe estar entre los 10 y 27 °C (con un óptimo entre 15 y 24 °C) (Wright
y Bailey, 1982).

La HR es fundamental porque el combustible mojado o húmedo, no quema. Los


combustibles secos (material muerto) que son los que alimentan el fuego, absorben
humedad atmosférica o la pierden, dependiendo de la HR. Una HR de 40 % es el umbral
clave; por debajo de este valor los combustibles finos queman fácilmente y con igual
intensidad hasta una HR de 20 %. Por debajo de este valor, es alto el peligro de pavesas
(Wright y Bailey, 1982).

La VV es un factor que a mayor provisión de Oxígeno, acelera la tasa de combustión.


También transporta aire caliente aumentando la temperatura del combustible
inmediatamente delante del frente de fuego; esto seca el material y favorece la ignición.
En general, no se aconseja la quema prescripta sin viento o con velocidad muy baja
(menos de 5 km/h) por la posible formación de remolinos de fuego. Por encima de 30
km/h, el peligro de escapes de pavesas es muy alto. Lo ideal es un viento constante en
dirección y velocidad, con valores de entre 10 y 25 km/h (Kunst, 1993).

El restante factor significativo al momento de quemar el pastizal, es la Cantidad y


Densidad del material combustible. La celulosa y otros hidratos de carbono (que
constituyen más del 50 % de la estructura vegetal), son los responsables directos del
calor de combustión de los materiales (Kunst, 1993). En relación a la Cantidad, Wright y
Bailey (1982), establecen que una cantidad mínima de 600 a 1000 kgs de Materia
Seca/ha de material combustible fino (diámetro menor a 5 mm), es suficiente para
conducir una quema prescripta en pastizales y sabanas, aunque fuegos accidentales o
fortuitos pueden ocurrir con solo 300 kgs/ha.

A manera de referencia y como síntesis de todo lo antes expuesto, se aconseja para


una quema prescripta de pastizales naturales en el NOA, con cierto grado de invasión de
leñosas, las siguientes condiciones (Kunst, 1993):

- Cantidad de combustible fino (pasturas): 3000 a 3500 kgs de Materia Seca/ha.


- T entre 20 y 27 °C.
- HR entre 25 y 40 %.
- VV entre 15 y 25 km/h.

Respecto de la dinámica del fuego y tipos de fuego a emplear, podemos decir que
cuando un punto del terreno se enciende, el área circular originalmente quemada,
adquiere al poco tiempo forma ovoidea o elíptica según el efecto incidente del viento.
Pueden darse así, tres posibilidades: a favor del viento (Fuego Frontal); en contra del
viento (Fuego en Retroceso) y hacia los laterales (Fuego de Flanco) (Martín, 1999b).

El Fuego Frontal es generalmente el más usado por la simpleza de su


direccionamiento y la eficiente capacidad de quemado/hora que presenta, en función de la
gran intensidad y liberación de energía que alcanza en condiciones ambientales óptimas.
Requiere iniciar su ignición a lo largo de un camino o picada, mediante una línea de
encendido continua.

Se usa mucho en quemas prescriptas de arbustales o monte cerrado, pues por la gran
cantidad de material combustible, la masa vegetal experimenta un precalentamiento
elevado que favorece su encendido, asegurando la quema de leñosas (llegando al
cambium de la planta).

En el caso de quema de pastizales, se requiere un pasaje rápido del fuego para


eliminar el material foliar senescente, pero evitar daños severos a las áreas basal y
radicular de la mata de pasto; para ello se emplea un Fuego Frontal “Frío”, con T
ambiente menor a 20 °C y HR mayor al 50 %.

El Fuego Frontal presenta el mayor largo de llama de todos los tipos antes
mencionados y el desprendimiento de energía que produce, supera en 10 a 12 veces al
de un fuego en retroceso en idénticas condiciones ambientales.

El Fuego en Retroceso avanza en dirección contraria al viento. En este caso, tanto la


longitud de llamas como la energía desprendida son reducidas y por lo tanto, no hay
precalentamiento del material a encender (el viento lleva el calor en dirección contraria).
El lento avance de este tipo de fuego, puede ocasionar mayor afectación a la capa
superficial del suelo, que en el caso anterior.

Entre las aplicaciones más frecuentes de este tipo de fuego, están la de limpieza de
sotobosque en plantaciones forestales y la construcción o ampliado de la superficie de
cortafuegos (mediante quemas sucesivas de pequeñas franjas de 0,20 a 0,50 m), para un
posterior Fuego Frontal.

El Fuego de Flanco requiere de un diseño de ignición más complejo que en los casos
anteriores. Consiste en el encendido de líneas de fuego en sentido paralelo a la dirección
del viento; se encienden varias líneas al mismo tiempo, cuidando que las centrales sean
un poco más largas y adelantadas que las laterales, lo que busca provocar un efecto de
convección hacia el centro, alejando el fuego de los costados. La intensidad obtenida, es
intermedia entre los tipos de fuego descriptos anteriormente.

Así como el fuego es una herramienta de manejo sumamente útil cuando está bien
empleado, puede ante un manejo irresponsable, transformarse en un elemento altamente
destructivo de los bienes e intereses de la empresa agropecuaria; esto se refleja
perfectamente en un proverbio sudafricano que reza: “el fuego es un buen sirviente, pero
un mal amo”.

- Intersiembra: tal como la palabra lo indica, es sembrar una especie sobre un terreno ya
cubierto por la misma u otra forrajera. Esta técnica se utiliza para el cumplimiento de dos
objetivos:
a) cuando observamos que un potrero tiene síntomas de deterioro en lo que respecta al
grado de Cobertura de las especies forrajeras; en otras palabras, cuando determinamos
que las forrajeras útiles están siendo raleadas por efecto de un inadecuado manejo. Es
entonces cuando debemos recomponer el stand o número de plantas/m2 para impedir la
invasión de malezas o leñosas. La intersiembra consistirá en la diseminación de semillas
de las especies deseadas, en épocas cuyas condiciones ambientales aseguren la
germinación de nuevas plántulas; mientras esto sucede es conveniente mantener
clausurado el potrero, hasta que la implantación de los nuevos individuos esté asegurada.

La dificultad más importante para la realización de lo antes expuesto, se basa en la


posibilidad de tener semilla disponible de las especies naturales que queremos recuperar.
Esto, tratándose de pasturas nativas, para las cuales no existen semilleros, es un
inconveniente manifiesto; una posible solución es la implementación de los denominados
“polos de germinación”, que son pequeñas áreas (donde observemos más raleadas estas
especies) donde se diseminan las semillas obtenidas. Para ello, se debe recolectar en la
época adecuada (durante el período de semillazón de la o las especies que nos
interesen), semillas de plantas madres de buena producción que estén situadas en los
potreros de mejor Condición; con este material intersembraremos los potreros más
afectados. La técnica de intersembrar en un potrero, varios polos de germinación
convenientemente distribuidos y realizar la clausura del mismo hasta el establecimiento y
semillazón de las nuevas plantas, asegurará con los años y un correcto manejo, la
diseminación de semillas e instalación de nuevas plantas en otras áreas afectadas.

b) la otra alternativa para decidir una intersiembra es cuando queremos mejorar o


diversificar la calidad del material forrajero del potrero; si por ejemplo, tenemos un lote
compuesto sólo por gramíneas, podemos intersembrar algunas leguminosas para obtener
una oferta forrajera de mejor calidad para los animales (más proteína/ha). En este caso y
si las condiciones ambientales de la zona así lo permiten, se pueden intersembrar
leguminosas tropicales rastreras como Glycine javánica o wightii L. (soja perenne),
Desmodium intortum (Mill.) Urb. (desmodio de hoja verde), Macroptilium atropurpureum
(DC) Urb. (siratro), alguna leguminosa herbácea de porte erecto como Melilotus albus
Medik. (trébol de olor blanco) o una leguminosa arbórea como Leucaena leucocephala
(Lam.) De Wit (leucaena).

Si el objetivo, en cambio, es querer incorporar al potrero especies graminosas de alta


producción/ha, se puede optar por resembrar con pasturas subtropicales cultivadas como
Chloris gayana Kunth (grama Rhodes), Cenchrus ciliaris (L.) Link. (pasto salinas) o
Panicum maximun Jacquin (panico, pasto colonial).

Es importante recordar aquí, que cuando más variada sea la diversidad de especies de
buen valor forrajero en un potrero, mayor estabilidad funcional tendrá el mismo, en razón
que las gramíneas incrementan el nivel de M.O. del suelo y recomponen su estructura en
superficie, mientras que las leguminosas restablecen el nivel de N del mismo y actúan
estructurando en profundidad.

Una recomendación conveniente es que, previo a la intersiembra de cualquier


forrajera, se realice un pastoreo intensivo para reducir la cobertura foliar del campo y
luego roturar la capa superficial del suelo con una rastra liviana o un cincel; esto tiene su
fundamento en que una de las razones principales de la pérdida de plantas/m2 en un
potrero, es, además de manejos incorrectos de la Carga Animal y los tiempos de Pastoreo
y Descanso, la paulatina y progresiva compactación del horizonte superficial del suelo.

- Inundación: es una metodología de control de leñosas que no se emplea en el NOA, por


la escasez de agua y el peligro de salinización de los suelos. Sin embargo, en Argentina
es frecuentemente utilizada en la zona de los esteros de Chaco, Formosa y la
Mesopotamia, para el control de renovales de Prosopis ruscifolia Gris. (vinal), cuyos
ejemplares juveniles son muy afectados por esta práctica.

H) Tendencia del Pastizal: es el Estado o Condición que adoptará el pastizal, después


de haberse aplicado sobre él, algunas normas de manejo tendientes a modificar una o
más de sus características ecológicas o productivas. Este parámetro pone énfasis en el
seguimiento estacional o anual que hagamos de nuestros potreros y el análisis de los
resultados obtenidos a través de estas evaluaciones.

La Tendencia nos habla entonces de la evolución o involución ecológica y/o productiva


que experimenta el pastizal natural, a través del tiempo; según sean positivos o negativos
los parámetros medios a través de ella, sabremos que normas de manejo mantener o
cambiar en el futuro. La Tendencia es una medida de la sustentabilidad del sistema.

La Tabla 21 muestra algunos parámetros indicativos de Tendencia positiva (significan


adecuado manejo del pastizal).

TABLA 21: Parámetros indicativos de la Tendencia del Pastizal (Martín, G.O.).

Parámetros indicativos de Tendencia Tendencia


Mayor diversidad florística de valor forrajero +
Mayor vigor o desarrollo de las buenas forrajeras +
Mayor tasa de reproducción de las buenas forrajeras +
Mayor densidad de plantas forrajeras/m2 +
Mejor condición de suelo (Estructura, % M.O.) +
Mayor cantidad de mantillo +
Mayor productividad (kgs M.S./ha) de las buenas forrajeras +
Menor superficie de suelo desnudo +
Menor cobertura de malezas y plantas tóxicas +
Escasas matas defoliadas por encima del Factor de Uso +
Area basal de árboles sin sobrepastoreo +
Adecuado estado nutricional de la hacienda +

Para conocer la Tendencia del Pastizal, es aconsejable medirla cada año, por lo
menos en los primeros cinco años de manejo; posteriormente puede hacerse cada dos o
tres años, si se comprueba que la Tendencia está estabilizada o es positiva. La forma
más práctica de establecer la Tendencia es mediante la lectura de transectas. Es
importante que las transectas evaluadas, estén situadas en los mismos lugares que se
colocaron en oportunidad de medir la Condición o Estado del Pastizal; para ello es
conveniente dejar instaladas en el campo, las estacas correspondientes a cada transecta,
con su número de identificación. Esto permitirá comparar los resultados obtenidos año
tras año y determinar si los patrones indicativos de buen manejo, presentan tendencia
positiva a través del tiempo.

Si bien como hemos visto, son numerosos los factores y acciones que inciden y hacen
a un buen manejo de los pastizales, se puede sintetizar que de una forma u otra, todos
ellos tienden a confluír en tres aspectos fundamentales que pueden ser perfectamente
controlados por el hombre: los Pastoreos, los Descansos y el Impacto Animal. Deregibus
(1988b), esquematiza a través del siguiente Cuadro, como el manejo de estos tres
aspectos puede influír positivamente sobre algunos procesos funcionales del ecosistema
pastizal, que aseguren una Tendencia favorable a través del tiempo; esos procesos
funcionales son el Flujo de Energía, la Partición del Agua, la Circulación de Nutrientes y la
Sucesión Ecológica y a continuación se detalla como impactan sobre ellos, los aspectos
de manejo mencionados (Tabla 22).

TABLA 22: Efecto de los Pastoreos, los Descansos y el Impacto Animal, sobre el
Flujo de Energía (FE), la Partición del Agua (PA), la Circulación de
Nutrientes (CN) y la Sucesión Ecológica (SE) (Adaptado de Deregibus,
1988b).

FE PA CN SE
Permiten aumentar la Mantienen activas a Aceleran la CN, por Al disturbar los
captación de E, al las hierbas, redu- el procesamiento de canopeos, permiten
estimular el rebrote y ciendo percolación tejidos vegetales en la instalación de
PASTOREOS la actividad fotosinté- y escurrimiento el tracto digestivo nuevas plantas y el
tica de las plantas animal rebrote de especies
de porte bajo
Permiten aumentar la Incrementan el uso Mejoran la explora- Favorecen la suce-
captación de E, por la eficiente del agua, ción del suelo por sión, al permitir el
vigorización de las porque las plantas las raíces y así triunfo de plantas
DESCANSOS plantas herbáceas; vigorosas exploran mejoran la capta- perennes más vigo-
esto se traduce en mejor el perfil del ción de nutrientes rosas y una mejor
mayor productividad suelo semillazón
Reduce la forrajimasa Rompe por pisoteo Pone en contacto Al romper costras y
mediante el consumo, costras del suelo y residuos vegetales mezclar residuos,
y estimula el rebrote acumula residuos con los descom- favorece la creación
IMP. ANIMAL con captación de E vegetales, lo que ponedores del suelo de micrositios para
mejora la infiltración la germinación de
nuevas plantas

Basándonos en los conceptos desarrollados y planificando el uso ordenado de estas


acciones o aspectos de manejo, es posible implementar una metodología de utilización
racional de los pastizales naturales, para evitar o revertir sus procesos de deterioro. Una
primera acción determinante es agrupar a los animales de todo el establecimiento en
función de su categoría (por edad o peso), para proceder a la diagramación de un número
adecuado de potreros por cada grupo animal. En general, se deberían tener entre 8 y 12
potreros, para planificar el movimiento de los animales por los mismos, respetando los
tiempos de descanso requeridos por cada uno de ellos, después de cada pastoreo; estos
tiempos no deberían ser mayores a 30-35 días en épocas de lluvia o en verano-otoño y
entre 70 y 90 días en períodos secos o en invierno-primavera.
Ocupando durante poco tiempo cada potrero y permitiendo su adecuada recuperación,
se evita el principal flagelo de los pastizales naturales: el sobrepastoreo. La clave del
manejo es variar la velocidad de movimiento de los animales entre potreros, en función de
la velocidad de rebrote de las forrajeras en cada caso; esto mantiene a las plantas
permanentemente estimuladas a rebrotar y además se evita en gran parte el deterioro de
su calidad por retrasos respecto del momento oportuno de consumo.

Por supuesto que no todo es rotar de potreros por rotar. Se debe procurar usar los
Pastoreos, los Descansos y el Impacto Animal en la promoción de los procesos
funcionales del ecosistema pastizal. Esto significa que los potreros no tienen por que ser
de iguales dimensiones, ni tampoco iguales los tiempos de ocupación en cada ciclo o
pastoreo. Así, algunos potreros podrán en ciertos años ser salteados o pastoreados más
intensamente o quemados o intersembrados o subdivididos en base a una planificación
estratégica estacional o momentánea. El monitoreo permanente de los resultados
obtenidos, orientará los ajustes que en cada caso se requieran. Esto significa que el
manejador de pastizales, deberá tener claros algunos conceptos básicos de
funcionamiento de un ecosistema pastoril y del efecto de las interacciones del mismo con
los animales de producción. A todo esto deberá sumar su habilidad, capacidad de
observación, flexibilidad de criterio y constancia. Al decir de Deregibus (1988b), sólo con
el uso intensivo de intelecto y dedicación (dos productos de bajo costo), podrán obtenerse
permanentes y productivos resultados.

REFLEXIONES FINALES
A lo largo de este trabajo, hemos desarrollado las técnicas y herramientas de manejo
más aconsejadas, para asegurar un correcto y eficiente aprovechamiento de los recursos
forrajeros naturales. Si pretendemos asegurarnos de obtener productividades importantes
y sustentables sobre estos ecosistemas, no podemos prescindir de planificar en tiempo y
forma, un paquete tecnológico básico para el manejo de pastizales que puedan ser
vulnerables a procesos de degradación, el que debe incluir necesariamente:

1. Relevamiento Aéreo o Satelital de la zona.


2. Relevamiento de los Recursos Naturales: Estructura de vegetación, Diversidad,
Densidad, Cobertura, Fenología, Productividad.
3. Determinación de la Condición del pastizal natural.
4. Frecuencia, Intensidad y Factor de Uso del proceso de pastoreo.
5. Determinación de las Especies Clave.
6. Sistema de Pastoreo a emplear.
7. Carga Animal adecuada.
8. Medición anual o bianual de la Tendencia del pastizal.
9. Técnicas de Refinamiento del pastizal: Descanso oportuno, Clausura, Rolado,
Desmonte (total o selectivo), Control Químico, Intersiembra, Quema Prescripta.
10. Apotreramiento del Campo (convencional o eléctrico).
11. Distribución de Aguadas.
12. Estacionamiento de Servicios y Pariciones.
13. Categorización de Animales.
14. Plan Sanitario preventivo.
15. Mejoramiento Genético Animal progresivo: Selección, Cruzamiento, Absorción.
Es importante tener en cuenta que no debe teorizarse demasiado acerca de la realidad
que a veces se considera para los pastizales naturales del NOA. Nos referimos a la
situación de creer que todo el Chaco Occidental presenta los mismos problemas y puede
ser abordado con las mismas soluciones. Es necesario concientizarse que cada lugar,
cada zona, cada potrero y aún más, cada sitio de pastoreo, tiene una problemática
particular que debe ser profundamente conocida por quien va a manejarlo.

Es allí donde factores tales como la Productividad o Peso (en kgs de Materia Seca/ha)
del pastizal, su Densidad, su Frecuencia y su Cobertura, comienzan a tomar real
significación al momento de tener que decidir sobre el manejo. Parámetros meramente
agronómicos como la Productividad y la Densidad de plantas/m2, son claves a la hora de
caracterizar un pastizal e inferir su potencial productivo bajo pastoreo. Parámetros más
ecológicos como la Frecuencia y la Cobertura, ayudan en muchos casos a realizar más
finamente esta tarea.

Todos ellos, sumados al conocimiento de la Diversidad Florística, el Valor Forrajero de


las especies y la Condición del pastizal, serán los factores que nos deberán orientar sobre
el Sistema de Pastoreo y la Carga Animal que nos aseguren la sustentabilidad del
ecosistema con una adecuada ganancia de peso por animal y/o por hectárea, que son las
finalidades últimas de todo buen programa de Manejo de Pastizales Naturales.

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ANEXO
Figura 1: Dyksterhuis, 1949. Condiciones del Pastizal.

Figura 2: Love, 1982. Especies Clave del Pastizal.

Figura 3: Voisin, 1974. Curva de crecimiento normal de una forrajera.

Figura 4: Mott, 1960. Sistema Continuo vs. Sistema de Rotativo.


FIGURA 1: CONDICIONES DEL PASTIZAL

FIGURA 2: ESPECIES CLAVE DEL PASTIZAL


FIGURA 3: CURVA NORMAL DE CRECIMIENTO DE UNA PASTURA
FIGURA 4: HIPOTESIS DE MOTT: PASTOREO CONTÍNUO vs. ROTATIVO

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