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Análisis de los postulados de las obras Pulp y Cartero del autor Charles

Bukowski: un escritor existencial

Filosofía

Código:

jmh327 (004301-0032)

Número de palabras:

3.992

Convocatoria: mayo 2021

Contenido
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Introducción 3

Capítulo 1. Antecedentes de su movimiento literario 4

1.1. Motivación 4

1.2. Realismo sucio 5

1.3. La generación beat 6

Capítulo 2. Formalismo y existencialismo 9

2.1. La vida cotidiana 9

2.2. Existencialismo 10

Conclusión 13

Referencias 14

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Introducción

Nacido el 16 de agosto de 1920, oriundo del pueblo de Andernach, Alemania, y muy prolífico
literato reconocido por su estilo sencillo y directo, procaz y sincero, pero sin rayar en lo
presuntuoso, ese fue Charles Bukowski. Vivió durante la época de la gran depresión, finalizando
la primera guerra mundial, al lado de sus padres Heinrich y Katharina Bukowski. Tuvo una
infancia difícil siendo víctima de los constantes maltratos y constreñimientos de su padre, y de la
frivolidad materna que, al presenciar el comportamiento agresivo de Heinrich, lo respaldaba
diciendo “Tu padre sabe lo que hace”. En su adolescencia adquirió un brote de acné vulgaris
(común entre los adolescentes) que, sumada a la inseguridad causada por la ausencia de figuras
parentales ejemplares, ahora el joven Bukowski soportaba el desprecio y desdén de jóvenes de su
edad por la grima que su aspecto les causaba (Colectiva, 2017).

Este conjunto de tesituras durante su infancia y cuantas más en su adultez fueron el cauce que
llevaría a Charles Bukowski a ser el escritor que transgredió con los estereotipos de escritura de
la época. No solo por quitarle las metáforas y la adjetivación a sus textos, siendo más frugales,
sino por lograr crear una nueva concepción de aspectos como la estética, la calidad literaria y el
american dream en la sociedad. De este vuelco escritural y paradigmático surge la pregunta que
abordará este ensayo, a saber: ¿Cómo las obras Pulp y Cartero de Charles Bukowski son un relato
existencialista y una crítica al formalismo social y literario?

Para responder esta pregunta de manera dualista, se expondrán primero el movimiento al que
perteneció Bukowski, las motivaciones de su escritura, estilo y legado, y como estas contrastan
con el formalismo. Y, en segundo lugar, se dilucidarán citas de sus dos obras más representativas
(Pulp y Cartero) que, buscarán un puente con los postulados filosóficos existenciales de
pensadores como Schopenhauer o Camus, en aras de determinar si los escritos de Bukowski son
existenciales o no.

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Capítulo 1. Precedentes del escritor maldito
1.1. Motivación

Como ya fue mencionado anteriormente en la introducción, Charles Bukowski desde un periodo


inicial de su vida padeció una infancia que no fue la mejor de todas. Una familia disfuncional,
carencia de afecto y alcohol de por medio; lo cual inevitablemente resultó en problemas de
autoestima y una mirada ácida por la sociedad en la cual fue criado. Una forma en la cual el joven
Bukowski lograba escapar de la realidad que lo acechaba fue por medio de la lectura. En su
adolescencia adulta, finalizando sus estudios de secundaria, solía ser recurrente en dos lugares
que fueron claves para su carrera como escritor: la biblioteca, para su formación intelectual y,
respectivamente un bar cercano a la biblioteca, para su formación como ciudadano marginado.

En la biblioteca, sin ápice de duda, hubo un libro que marcó para siempre las perspectivas y
aspiraciones del joven Bukowski, este fue Pregúntale al polvo de John Fante. En épocas de
guerra y de crisis que cursaron estos años de su adolescencia, la literatura cruda, directa y sin
adornos fue lo que más le encantó de los anaqueles en la biblioteca pública:

Tenía tarjeta de lector. Rellené la hoja del servicio de préstamo, me llevé el libro a casa, me
tumbé en la cama, me puse a leerlo y mucho antes de acabarlo supe que había dado con un autor
que había encontrado una forma distinta de escribir. El libro se titulaba Pregúntale al polvo y el
autor se llamaba John Fante. Tendría una influencia vitalicia en mis propios libros. Acabé
Pregúntale al polvo y busqué más libros de Fante en la biblioteca. (Bukowski, Prólogo de
Pregúntale al Polvo, 2001)

Sin embargo, antes de poder encontrar un libro o autor con el cual se sintiera identificado, tuvo
que dedicar muchas horas a leer muchas páginas y buscar entre todos los anaqueles algo que
cumpliera con sus perspectivas filosóficas ante el mundo:

Probé en las distintas secciones de la biblioteca. La sala de religión me pareció un páramo tan
vasto como inútil. Fui a la de filosofía. Di con un par de alemanes resentidos que me
estimularon una temporada, hasta que los olvidé. Probé con las matemáticas, pero las
matemáticas superiores no se diferenciaban de la religión. No me afectaban en absoluto. Lo que
yo buscaba no se encontraba al parecer en ninguna parte. Probé con la geología, y al principio
sentí cierta curiosidad, pero me resultó insustancial a la postre. (Bukowski, Prólogo de
Pregúntale al Polvo, 2001)

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Esta formación autodidacta fue lo que logró crear el personaje que Bukowski retrata en sus obras
más célebres como lo son Cartero, Factótum, Mujeres, Pulp, y la Senda del Perdedor.
Embeberse durante días completos en la lectura de Fante y Hemingway, rodeado de personas
similares a él, desahuciados de la sociedad, y luego por las noches codearse con el lumpen en los
bares cercanos. La cercanía con la sociedad denominada subterránea, y sumando su asistencia a
escuelas de alto estatus (por obligación parental), fue el cóctel perfecto de contraste entre la
filosofía contemporánea que predicaba y la filosofía formalista que contrariaba. Este sería el
motor de Henry Chinaski (seudónimo de Charles Bukowski), quien interpretaría de forma escrita
todas las desventuras y vicisitudes del escritor maldito.

1.2. Realismo sucio

Durante la segunda mitad del siglo XX, durante los años 60 a 80, emergió desde las
profundidades de los suburbios un género literario que cambiaría en un giro de 360 grados la
literatura norteamericana, no de forma súbita, pero con el tiempo. Este fue el realismo sucio. Se
caracteriza por la parquedad y simpleza en la expresión y descripción de situaciones y personajes
en sus obras. Nace a partir del género del minimalismo. Aunque ambos cuentan con
características similares en cuanto a la sobriedad con que suelen expresar sus autores, el
minimalismo y el realismo sucio difieren en cuanto a los tópicos en que se centran sus
composiciones, los recursos y las figuras literarias implementadas (Fernandes, s.f.).

En el minimalismo, se es permitido el uso de figuras literarias y retóricas que distorsionan la


realidad del texto. Las analogías, metáforas y la designación de símbolos son frecuentes para
retratar la soledad e insignificancia del ser humano en su cotidianidad. Además de ser relatos
mesurados en el uso del lenguaje, se debe tener en cuenta cada uno de los pocos adjetivos y
adverbios que se utilizan, pues el escritor ha escrito minuciosamente estos detalles en aras de que
el lector busque o rellene con su imaginario la pieza restante del rompecabezas. Aunque el uso
del lenguaje para para dar un significado ulterior a lo explícitamente escrito no es apoyado por las
corrientes filosóficas contemporáneas y modernistas del realismo sucio, rechazando la postura
formal e idílica de la vida reflejada en la estructura textual; la crítica al ser humano desde el
existencialismo filosófico minimalista, cuestionando la importancia de lo que es considerado
valorable, sí se hereda al realismo sucio.

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El realismo sucio cuenta con la simpleza de lenguaje, empero, el realismo sucio difiere
totalmente en la ornamentación lingüística estructuralista que deriva del formalismo como una
vertiente enfocada en el lenguaje: “El Estructuralismo es un enfoque teórico y metodológico que
plantea que en todo sistema sociocultural existe una serie de estructuras (formas de organización)
que condicionan o determinan todo lo ocurre dentro de dicho sistema” (Martínez, s.f.); por
consiguiente, se obtienen obras sencillas y sin mayor ápice de implacabilidades.

El relato de estas situaciones de forma directa, con la crudeza del momento y la realidad, los
autores del realismo sucio lo hacen para alejarse del yugo al cual la sociedad en que viven busca
en qué se encasillen. Según los postulados de la filosofía formalista y estructuralista, todo objeto
o persona debe corresponder a un orden impuesto, y de este orden impuesto en la sociedad el
individuo debe encontrar su significado y razón de ser (Martínez, s.f.):
Una estructura es un modo de organizar las partes de un todo, incluyendo el conjunto de sus
relaciones. Para el Estructuralismo, estos modos de organizar (las estructuras) son lo que produce
sentido en la actividad humana, social y cultural; con lo cual, sus propiedades son
fundamentalmente lingüísticas. En otras palabras, las estructuras son el conjunto de símbolos a
través de los cuales creamos sentido. Son el conjunto de los significantes con los que
interpretamos al mundo y nos relacionamos con él.

El denominado american dream, o sueño americano en español proviene de la corriente


formalista, que más que un prometedor lugar donde vivir, se trataba del ocultamiento y
marginación de muchas personas que no estuviesen acordes al formalismo como filosofía de vida
monótona, prefirieron otro camino. Este grupo de personas que optaron por otro camino fueron
los denominados generación beat.

1.3. La generación beat

Durante el periodo en el cual el realismo sucio fue tomando fuerza, surgió un grupo de seis
autores que se auto denominaron la generación beat. Este grupo lo conformaban Allen Ginsberg,
Neal Cassady, John Clennon Holmes, Jack Kerouac, William S. Burroughs y el escritor en que se
basa este ensayo, Charles Bukowski.

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Figura 1. Representantes de la generación Beat

Fu
ent e:

Moscoso (2019).

Estos escritores contaban con una característica en común que fue la precursora de sus obras:
eran un grupo de marginados. Eran de forma inevitable la simbología de todo lo que luchaba en
contra de la sociedad posguerra del formalismo, que denunciaba en contra de actitudes de
libertinaje y que iban en contra del sistema:

Para la sociedad bien pensante norteamericana del momento los beat eran un grupo de jóvenes
antisociales, de bichos raros. El término beat (acuñado por ellos mismos, según cuenta Kerouac)
quería decir derrotado y marginado, pero encarnaba una actitud de protesta y rebelión contra la
sociedad convencional, militarista, capitalista, heterosexual: a través de la experimentación
transgresora con drogas, de las alucinaciones, el sexo y la escritura, los beat buscaban liberarse
de las imposiciones de la época. (Anagrama, 2019)

La generación beat aborreció las pretensiones que encomiaban la sociedad norteamericana, no


sólo en ámbitos sociales, también en ámbitos intelectuales. El refinamiento que pretendían
transmitir a modo de exculpación del pasado (Guerra Fría), y como rayo de luz para el futuro
venidero, en palabras de la generación beat, eran solo una utopía. Existía la imperfección y esta
era soslayada. El perfeccionismo social fue rebatido por la generación beat al incurrir en la
experimentación con sustancias ilícitas, el sexo sin compromiso y los placeres, el hedonismo
como doctrina filosófica de vida detentando al formalismo. Sin embargo, el perfeccionismo
intelectual no soslayaba, pero al querer dar una apariencia de depuración se establece que se

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estaba perdiendo la esencia de la literatura, solo un grupo de frases adornadas carentes de un
mensaje o trasfondo que moviese a la sociedad:

Yo era un lector entonces que iba de una sala a otra: literatura, filosofía, religión, incluso
medicina y geología. Muy pronto decidí ser escritor, pensaba que sería la salida más fácil y los
grandes novelistas no me parecían demasiado difíciles. Tenía más problemas con Hegel y con
Kant. Lo que me fastidiaba de todos ellos es que los llevara tanto lograr decir algo lúcido o
interesante. Yo creía que en eso los sobrepasaba a todos. Entonces descubrí dos cosas: a) que la
mayoría de los editores creían que todo lo que era aburrido era profundo. Y b), que yo pasaría
décadas enteras viviendo y escribiendo antes de poder plasmar una frase que se aproximara un
poco a lo que quería decir. (Bukowski, 1999)

Por lo tanto, la generación beat, precursores del realismo sucio, fueron la revelación e

irreverencia en contra de una sociedad norteamericana neoclasista y formalista, que buscaba un

alineamiento social e intelectual, una replicación de la individualidad mediante la exclusión y

ridiculización de quienes fuesen considerados diferentes. Esto con el fin de mantener a la raya y

limitado el poder social que ejercen estos exponentes intelectuales. Mejor explicado por Foucault

en su cita sobre el poder: “A los movimientos populares se les ha presentado como producidos

por el hambre, los impuestos, el desempleo; nunca como una lucha por el poder, como si las

masas pudieran soñar con comer bien, pero no con ejercer el poder” (Foucault, 1978).

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Capítulo 2. Formalismo y existencialismo

2.1. La vida cotidiana

Es recurrente en las obras de Charles Bukowski escucharlo hablar de situaciones perniciosas con
facilidad y soltura, como si fuese un relato para niños donde se sabe que, al fin y al cabo, todo
resulta en un final feliz. No obstante, Bukowski se refería de tal forma a las situaciones de su vida
cotidiana, buenas o malas, debido a que no las sobrevaloraba. Las preocupaciones que atiborran
las mentes de las personas con pensamientos que inhiben un actuar que no sea frenético y torpe,
para Bukowski, o en sus obras con el personaje Chinaski, no son más que otra situación que no
merece la pena dedicar energía excesivamente para solventarla. La vida está llena de estas y más
situaciones y, si se tiene conciencia de lo absurdo que es preocuparse, en realidad no tiene sentido
alguno. Este pensamiento respecto al sentido del deber y la responsabilidad es la respuesta a la
sociedad formalista norteamericana, los cuales imponen comportamientos rectos y trabajadores,
como de soldados. La burla hacia la insipidez del deber sería a ojos del novelista y filósofo Albert
Camus algo acertado: "Créanme que no existe el gran sufrimiento, la gran pena, la gran
memoria… todo está olvidado, incluso un gran amor. Eso es lo triste de la vida y también lo
maravilloso de eso" (El Mito de Sísifo, 1942).

Camus, con esta cita ve encomiable reírse y entristecerse de la vida y todas las situaciones
(buenas o malas) que la componen. La carencia de importancia sobre los acontecimientos está
relacionada con el olvido, o sea la muerte. Vivir una vida luchando y sufriendo por los obstáculos
que se anteponen y conscientes de que el fin último del ser humano es la muerte, es algo absurdo;
por tal razón dice que eso es lo triste y lo feliz de la vida. Lo triste es saber que existes sin
ninguna razón, lo feliz es saber que por medio de estas situaciones le otorgas un significado
individual, absurdo, pero que complace esa faceta del ser de sentir que tiene una trascendencia en
el paso por el mundo.

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La cotidianidad según el formalismo establece que todas nuestras acciones deben ir alineadas y
encaminadas a las normativas de la sociedad. Se deben seguir los protocolos para cada instancia
de nuestra vida:

Dentro del contexto del arte, el formalismo es la corriente que exalta el valor de la estética por
sobre otras consideraciones. Por eso los formalistas creen que el arte debe juzgarse por su
condición estética más allá de aspectos sociales o éticos vinculados a la obra. (Definicion de,
2012)

Procurando así que se obvie todo lo relacionado con el contenido metafísico de una persona u
objeto. De este movimiento formalista centrado en la estética surgirán otras corrientes sociales
como el materialismo que, de forma más exacerbada, minimiza totalmente la importancia
otorgada al trasfondo, más que a la imagen. A partir de esta idealización de lo material, se busca
dar un significado o meta a las personas de una sociedad; para esta época donde surgió el
realismo sucio (años 70 y 80) la imagen del dinero obtiene un valor agregado al que ya tenía el
valor del poder. Vemos que en ciudades como Nueva York nace la cultura “Yupi”, donde la carta
de presentación eran los ceros que tuvieses en tu cuenta de banco. La idealización de lo material
deja al individuo y su interior como un punto y aparte, como si ya no fuesen más parte de este
mundo, marginados metafísicamente por lo físico y tangible. Esta idea de los Yupis y la
despersonalización se ve más a fondo en la novela American Psycho, del autor Bret Easton Ellis:

Hay como una idea de Patrick Bateman, una especie de abstracción, pero no hay un yo auténtico,
sólo una entidad, algo ilusorio, y aunque yo pueda disimular mi fría mirada y tú puedas
estrecharme la mano y notar que su carne aprieta la tuya y puede que hasta puedas considerar que
nuestros estilos de vida son parecidos: sencillamente, yo no estoy aquí (Ellis, 1991).

El consumismo y materialismo también es criticado por otros autores de la generación beat como
lo son Chuck Palahniuk, en su novela El club de la pelea. Sin embargo, al retomar a Bukowski,
vemos que más allá de la sátira social que se realice a esta subcultura que nace del formalismo y a
su vez deriva en el materialismo existe en las novelas de Bukowski un tinte existencialista, donde
se critica ese aspecto que el formalismo niega, el cual es la insoportable levedad del ser (citando
el nombre de una novela de Kundera). Con levedad del ser nos referimos a la crisis existencial
que se plantean en las novelas de Bukowski. El ser humano es insignificante en todos sus
aspectos, obrando de formas incomprendidas y sin ningún rumbo fijo.

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2.2. Existencialismo

Esta percepción humana de estar sometido a acciones que ni él mismo comprende se ven
reflejadas, entendidas y explicadas por el filósofo pesimista y existencialista Arthur
Schopenhauer, quien propugna que todas las personas actúan con base en la voluntad. La
voluntad, según Schopenhauer, la define como una fuerza incomprensible, omnipotente y
omnisciente que es el fin y comienzo de todo. La voluntad se ve manifestada desde una acción
tan indeseada y neutra en los seres humanos, que es nacer, se manifiesta en nuestros deseos y
pasiones queriendo seguir viva a través de nosotros, y, finalmente, se sigue manifestando en
nuestra muerte, pasando a manifestarse luego en la naturaleza y otros espacios. Debido a la
voluntad, Schopenhauer dice que “toda vida es sufrimiento”, ya que nunca es el ser humano per
se quien existe, si no es la voluntad existiendo a través del ser. Explica que la vida es triste y
aburrida porque es un ciclo sempiterno de querer, lograr, satisfacer y seguir queriendo más, dada
la voluntad que nunca en toda nuestra vida deja de manifestarse como el hambre, la sed, la
lujuria, el cansancio, etc.

Pero la afirmación de la voluntad es afirmación de la negatividad, la escisión y la carencia que


lleva en su seno y que no se aminoran en su objetivación fenoménica sino más bien se multiplican,
dando lugar a una vida que es en esencia dolor. El querer y su satisfacción o, en otras palabras, el
sufrimiento y el tedio, son los dos extremos entre los que oscila el péndulo de la vida.
(Schopenhauer, 2016)

Después de satisfacer la voluntad en aspectos reflejados en nosotros llamados deseos, llega el


vacío de la voluntad que se refleja en nosotros como el aburrimiento, haciendo de la vida una
maratón soporífera. Durante la carrera se cambia de acera entre las pasiones, que desde el
formalismo nos otorga un significado como: mejorar nuestro estilo de vida, comprar un auto,
tener una esposa e hijos; y que luego de poseerlas, retorna de nuevo al sujeto a la acera del
aburrimiento.

A pesar de la autoconciencia que tenemos como individuos, de saber lo inmanente de la voluntad


en nuestra esencia y la imposibilidad de separarse, Schopenhauer dispone de dos caminos por
medio de los cuales una persona puede huir o escindirse de la voluntad, estos son:

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una puramente contemplativa (el arte) y otra de carácter práctico (la ética y la ascética). Pero no
nos engañemos: no vamos a encontrar aquí recetas para una vida feliz: en primer lugar, porque
"vida" y "feliz" son aquí conceptos contradictorios; y, además, porque no hay recetas para ser un
genio ni para ser santo. (Schopenhauer, 2016)

La contemplación del arte (preferentemente de la música) y la vida ascética son los dos caminos
que Schopenhauer propone para encontrar un pequeño ápice de felicidad, en una vida inundada
por la tristeza y el aburrimiento, mediante la liberación de los deseos de la voluntad que estas dos
opciones disponen. En primer lugar, al contemplar el arte (estar escuchando música), el individuo
se logra abstraer de la realidad que lo circunda y, por lo tanto, escapar de la voluntad que se
manifiesta en lo material. Esto se ve reflejado por ejemplo cuando nosotros llevamos horas
escuchando algún tipo de música y nos encontramos en un estado de ataraxia, totalmente
desentendidos de lo que sucede alrededor. En segundo lugar, la vida ascética es una vía para
desprenderse de los deseos de la voluntad ya que este estilo de vida propone la mesura y el
autocontrol como principios morales permanentes.

En las obras de Bukowski es recordado casi de manera constante, como su alter ego quien
interpreta sus desventuras en sus novelas, tiene una postura contraria a la que le es impuesta en la
sociedad donde vive. Rechaza totalmente las acciones de la cotidianidad pues las considera
insulsas y frívolas, carentes de una brújula como si las realizara no de forma premeditada, sino
instintiva, pero no instinto propio de él, es el instinto de los deseos de la voluntad manifestándose
en él.

A veces miro mis manos y me doy cuenta de que podría haber sido un gran pianista o algo así.
Pero, ¿qué han hecho mis manos? Rascarme las pelotas, firmar cheques, atar zapatos, tirar de la
cadena de los inodoros, etc. He desaprovechado mis manos. Y mi mente. (Bukowski, 1994)

Esta cita muestra cómo ve en su actuar diario un sinsentido, pues siente que el verdadero fin
ulterior de sus manos no debió de ser la realización de todos esos quehaceres que, a fin de
cuentas, son una pérdida de tiempo, a comparación de haber empeñado sus manos y disposición a
dedicarse a la música, siendo un pianista. El piano, la música clásica, la lectura y la escritura son
muchas de las formas en que Henry Chinaski logra mantener la cordura durante el transcurso de
sus novelas.

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Tal y como lo establece Schopenhauer, al aceptar que se está sujeto a la voluntad, las únicas
opciones son la contemplación del arte como escuchar música, escribir y leer o la vida ascética.
Empero, la naturaleza promiscua del autor le impide acudir a la segunda opción, por lo tanto, solo
logra escapar del aburrimiento de su vida, por medio de la contemplación del arte (Bukowski,
1971): “Yo solía refugiarme en la música clásica porque era la única casa que podía escuchar
mientras bebía cerveza en la cama por la mañana temprano. Si la escuchas mañana tras mañana te
haces capaz de recordar cosas”, donde muestra que, en su soledad, alejado del ajetreo diario que
vive, la música sirve como panacea de aquella doliente realidad a la que está sujeta debido a la
voluntad.

Conclusión

En los capítulos anteriores se estableció la crítica que el realismo sucio y la generación beat
realizan a la muy voluble sociedad contemporánea, específicamente a la filosofía formalista y
estructuralista, y su búsqueda del significado individual a través de la idealización de lo material
y del acoplamiento de los individuos en un sistema social. Posteriormente se estableció y explicó
la teoría que encajaba con los postulados de Bukowski en el pesimismo de Schopenhauer.
Finalmente, se aunaron estas dos concepciones e ideologías, encontrando en ellas similitudes que
logran dar respuesta a la pregunta que inicialmente se planteó y dirigió este ensayo, que fue:
¿Cómo las obras de Charles Bukowski son un relato existencialista y una crítica al formalismo
social y literario?

Se demostró que la esencia de la generación beat y sus representantes fueron el contrapeso del
formalismo que estaba proliferando en los Estados Unidos mediante un rechazo a su forma
intelectual y social, siendo personas marginadas y sesgadas de la sociedad dadas sus actuaciones
poco formalistas. Y de igual forma, se demostró cómo los postulados existencialistas de un
filósofo encajan con la idiosincrasia del autor en su forma de vivir como un factótum-literato que
se refugia en los libros, el vino y la música clásica, de la vida y sus dogmas rigentes, a los cuales
no hace caso omiso, pero tampoco los acepta como correctos o buenos.

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Referencias

Anagrama. (29 de 11 de 2019). Obtenido de Anagrama: https://www.anagrama-ed.es/noticias/50-


aniversario/especial-generacion-beat-395

Bukowski, C. (1971). Cartero. En C. Bukowski, Cartero (pág. 208). California: Black Sparrow Books.

Bukowski, C. (1994). Pulp. En C. Bukowski, Pulp (pág. 202). Black Sparrow Books.

Bukowski, C. (1999). El incendio de un sueño. En C. Bukowski, Peleando a la contra. barcelona:


Anagrama.

Bukowski, C. (2001). Prólogo de Pregúntale al Polvo. En J. Fante, Pregúntale al Polvo. Anagrama.

Colectiva, F. (19 de 09 de 2017). Charles Bukowski Cultura para principiantes. Obtenido de Youtube:
https://www.youtube.com/watch?v=q68q92Zlw-o

Definición de. (2012). Obtenido de Definición de Formalismo: https://definicion.de/formalismo/

El Mito de Sísifo. (1 de Abril de 1942). En A. Camus, El Mito de Sísifo (pág. 127). Francia. Obtenido de El
Universal: https://www.eluniversal.com.mx/cultura/las-frases-mas-inspiradoras-de-albert-camus

Ellis, B. E. (1991). American Psycho. En B. E. Ellis, American Psycho (pág. 399). Madrid: Anagrama.

Fernandes, A. (s.f.). Lifeder. Obtenido de Realismo Sucio: https://www.lifeder.com/realismo-sucio/

Foucault, M. (1978). Microfísica del Poder. En M. Foucault, Microfísica del Poder (pág. 256). Paris.

Martínez, G. G. (s.f.). psicologiaymente.com. Obtenido de Estructuralismo: qué es y cuáles son sus ideas
clave: https://psicologiaymente.com/social/estructuralismo

14
Schopenhauer, A. (2016). El Mundo como Voluntad y Representación. En A. Schopenhauer, El Mundo
como Voluntad y Representación (pág. 815). Alianza.

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