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SEMINARIO PONTIFICIO SANTO TOMA DE AQUINO

Materia:

Tema:

La Iglesia en Haití

Profesor:

P. Pedro Alejandro

Estudiante:

-Moisés Alberto Mateo

-Tholem Methelus: 20160030

-Santo Esteban Peña

Matrícula:

2017-0042

Fecha:

14 de octubre del 2021


Introducción
La Iglesia en Haití en el siglo XIX1
De 1804 a 1860 se dan las negociaciones entre el Estado haitiano y la Iglesia para realizar el
concordato. El Concordato se ve como el único medio para la evangelización en Haití. Ya que
había un rechazo en la comunidad haitiana a todo lo que pareciera o evocara al poder esclavista
colonial (a la metrópolis francesa), exactamente un “odio eterno a Francia”. En la masacre de los
franceses por orden de Dessalines asesinaron a muchos sacerdotes (estos tenían esclavos),
saquearon y destruyeron muchas Iglesias, etc.
La Iglesia al presentarse, y el Estado haitiano también verla, como “una potencia europea,
comparable a las otras potencias” que buscaba expandir su poder más allá de ella misma, crea
complicidad y malentendido en la relación de estos. Dessalines quiso someter todas las
instituciones a su servicio incluso el vudú. Eso se evidencia en los artículos 50 y 51 Constitución
imperial de mayo 1805:
 “La ley no admite una religión dominante”
 “se tolera la libertad de cultos”
 “el Estado no contribuye al mantenimiento de ningún culto o ministro”

Boyer y los delegados de la Santa Sede


De 1821 a 1842 se efectuaron 5 misiones pontificales en Haití que enfrentaron los problemas
de: la imposibilidad de establecer una disciplina eclesiástica, la incapacidad de proyectos de
concordato para asegurar la independencia de la Iglesia en el Estado. En 1922 Boyer quiere que
el arzobispo de Santo Domingo, Don Valera, se estableciera en puerto príncipe para considerar
toda la isla bajo su jurisdicción (peligra la independencia eclesial).
Tres misiones diplomáticas en la persona de Mons. England sin fruto (1834 a1837). Para el
gobierno de Boyer cada concesión con respecto a la autonomía de la Iglesia llevaría a entregar al
país a Francia. Las negociaciones con Mons. Rossati (1841-1842) fueron aceptadas en la
efectuación del concordato ya que había dificultades políticas internas en Haití. Pero Boyer fue
derrocado en el 1843 por lo que no pudo aplicarse.
Soulouque y Abbé Cessens
La lucha de clases negras. Soulouque representando a los negros llega al poder. Desde 1847 a
1859 estableció una política del terror y no solo sobre los mulatos. La Iglesia buscaba privilegios
y el gobierno haitiano que los reconocieran las potencias europeas y evitar el control de estas.
Abbé Cessens jugaba doble papel (lo que buscaba era llegar a ser obispo).

1
Los datos han sido tomados de L. Hurbon, “La Iglesia Católica en Haití de 1804 a 1915”, en: Historia General de la
Iglesia en América Latina IV (Sígueme Salamanca 1995) 223-250.
No se puede considerar las intrigas ocasionadas por la búsqueda de privilegio de abbé Cessens
como la causa del estancamiento del concordato, sino a las políticas que asumieron la Iglesia con
el Estado. Finalmente, cuando Geffrard asume la presidencia recibe el apoyo del cónsul de
Francia y en 1860 se firma el concordato, en base al texto del 1842.
La Iglesia concordataria heredó una carga pesada a nivel ideológico y cultural, ya que ella
siendo indiferente a la realidad esclavista, presionaba para establecer una cristiandad integral,
promoviendo una cultura occidental francesa como superior para las masas.
Significado del concordato
A partir de entonces se pudo establecer en el país una Iglesia con privilegios, pero amarrada al
poder político. Había desde el Estado hacia la Iglesia una doble tarea: de civilización y
pacificación.
Tenía que formar una elite de estilo occidental que compitiera con las demás de países
europeos para dar a la nación una fachada de civilización. Al mismo tiempo la Iglesia en Haití
significaba el reconocimiento de la independencia política del país por una gran potencia
europea. Catolicismo, ideología de la promesa: un día serán todas civilizadas.
Solamente la Iglesia podía ofrecer al Estado una consolidación, constituyéndose como aparato
de control ideológico. El primer arzobispo, Mons. Du Cosquer escribió: “se entregan a nosotros,
pidiendo la pacificación de las almas”. Se quiso delegar a la Iglesia un discurso sobre el vodú
sinónimo de desorden y de paganismo, en la medida en que se quería tener a las masas fuera de
la arena política (ya que el vudú era popular entre las grandes masas campesinas.
Pero la Iglesia ponía en peligro su posición tanto ante las masas como ante el poder, cada vez
que se lanzaba públicamente contra el vudú. El Estado haitiano junto a los clérigos influenciados
por el abbé Gregoir buscaba una Iglesia nacional y cismática.
En un primer momento se da una relación de intercambio: beneficios para la Iglesia y
privilegios para el gobierno. La Iglesia por su parte reivindica insistentemente su autonomía
institucional porque buscaba en primer lugar convertirse en una potencia burocrática capaz de
enfrentar los diferentes Estado que estaban surgiendo en el s. XIX después de la revolución
francesa. Estaba al servicio del Estado absolutista y seguía siendo una Iglesia realista tanto en sus
estructuras como en su ideología.
Se manejaba, por parte de los sacerdotes, la idea de la Iglesia como una institución ligada a los
privilegios. Ambos, Iglesia y Estado se necesitaban: la Iglesia al Estado, para establecerse como
una cristiandad integral en Haití; y el Estado a la Iglesia, para su consolidación a nivel de las
masas haitianas y del exterior. El Estado consiguió una Iglesia sumisa.
Hay una herencia esclavista. El despotismo de los gobiernos (ya sea mulato o negro) fue
vivido como una continuación, bajo nuevas formas, de la situación esclavista; por eso siguieron
los cimarronajes como estrategia para evitar la sumisión. Este despotismo también produjo
repetidas sucesiones violentas de los gobiernos. Ante esta crisis crónica fue que se estableció la
Iglesia concordataria en Haití.
Conflictos en las relaciones entre la Iglesia y el Estado
Uno de los primeros fue con los sacerdotes suspendidos ya que muchos de ellos estaban al
servicio del poder pitico. Es el caso de abbé Busclail que estaba al servicio de Salnave y su
ejército. La postura de la Iglesia en contra de estos sacerdotes fue vista como un atentado en
contra del poder político y del Estado. Y como un apoyo abierto a los rebeldes que estaban en
contra de Salnave. La Iglesia tenía el temor del desarrollo de las ideas antirreligiosas, en especial
las de la francmasonería.
Otra fuente de conflicto fueron las actas civiles y los actos religiosos. El gobierno declaro que
los eclesiásticos que no exigieran de sus fieles las actas civiles, expedidas por los funcionarios
del Estado serian castigados. Pero el arzobispo decía que la salvación de las almas estaba por
encima de las consideraciones humanas.
Ya para finales del siglo XIX e inicios del XX la Iglesia entro en un momento de armonía y
prosperidad. Pero a la vez había grave mal entendidos, ya que habían situaciones que
contradecían esta prosperidad.
Ante el vudú
Uno de los objetivos explícitos del concordato fue la erradicación del vudú, heredada del
África negra y que sobrevivió como falta de educación de las masas. En el gobierno de Geffrard
se inició una campaña inquisitoria contra el vudú. Un caso importante fue “El caso de Bigotón”,
condena a muerte de 8 personas, 4 de ellas mujeres, acusadas de canibalismo asociados con el
vudú. Era un problema para el Estado haitiano.
Pero con Soulouque, Haití tenía la triste reputación de un país dominado por la “barbarie
africana”. Las masacres de Soulouque fueron asociadas con el vodú, se decía que él lo
practicaba. Pero durante los primeros 20 años del concordato no parecía ser la preocupación
principal de la Iglesia. La Iglesia lo retoma la lucha contra el vudú para los 1880 y culminando
con la llamada campaña contra la superstición de 1941. Una de las acciones de la Iglesia fue
quitar estatuas de los templos asociadas con el vudú.
La visión de la Iglesia sobre el vudú no permitía ningún tipo de aproximación pastoral: el vudú
no era una religión ni un sistema cultural, sino expresiones de la barbarie o de un bajo nivel de
civilización. La única cultura verdadera era la occidental. En este sentido el vudú tomo ventaja y
se consolidó. Todas las ceremonias católicas fueron anexadas por el vudú. Por recomendación de
los “ougan” (sacerdote del vudú) se pedían los bautismos; la misa de los difuntos estaba ligada al
culto a los muertos; las fiestas de los santos estaban ligadas a la de los “espíritus” (que llevan el
nombre de “lwa”, ángeles o misterios), etc.
La Iglesia Católica y la dictadura de los Duvalier en Haití
Nuestro punto de partida se justifica tanto por el carácter singular de las relaciones que
existían entre la Iglesia y el poder durante este período: Primero analizaremos el maquiavelismo
de un tirano que supo utilizar una Iglesia ingenua para reforzar su poder de dominación y de
destrucción. Segunda parte intentaremos proyectar sobre este período la luz de la palabra del
Dios de los pobres, que juzgue la Iglesia y dirige la historia, la de todos, la América latina, la de
Haití, hacia el futuro del Reino.
1. Duvalier domina la Iglesia
Hasta las fechas y los hechos son nada más para mostrar la astucia de un tirano ante una
Iglesia débil. François Duvalier mismo nos ofrece la mejor fuente para la reflexión en su obra
intitulada «Recuerdos de un líder del tercer mundo»2.
El clero criollo es una prioridad para Duvalier, precisamente porque con esta idea es que
podrá dominar la Iglesia. “En el momento que François Duvalier asumió el poder en 1957, la
Iglesia de Haití contaba con cinco diócesis, con tres obispos franceses. El único obispo
haitiano, Monseñor Rémy Augustin, era auxiliar del arzobispo de Puerto Príncipe”3. Los
sacerdotes haitianos eran considerados como sacerdotes de segunda categoría. No eran
considerados capaz para ser párroco de una catedral. Todos los responsables de los cargos
importantes eran extranjeros, Duvalir se dándose cuenta de esta realidad entonces comienza a
buscar los medios para lograr un clero nativo.
No era difícil para Duvalier de presentarse con palabras como un revolucionario en un país
donde todo funciona en contra del sentido común y donde los derechos naturales casi no son
respetados. Todo esto ha sido llevado a cabo, fruto de un cambio político, que se produjo en la
llegada de Duvalier. Aunque todos estaban a favor de Duvalier, quien se presentó como defensor
de los sacerdote, aunque con su segunda intención claro esta. Esto provocó un clero por la
revolución duvalieriana.
Un clero por la revolución duvalierista
Duvalier obtuvo más apoyo al contribuir al nombramiento de sacerdotes íbanos en puestos
importantes de la arquidiócesis de Puerto Príncipe y sobre todo al nombrar cinco obispos en
1966. Pero cuáles eran los verdaderos motivos que llevaron a Duvalier a interesarse tanto por el
clero? No hay duda de que Duvalier, un hombre con sed de honor y de poder, quiso utilizar a
la Iglesia y manipularla. De manera que la manupulacion de la Iglesia, siempre estuvo dentro de
los ideales de Duvalier.
La promoción del clero haitiano se volvió un elemento clave en su así llamada revolución
davalierista. Cuando en 1966 Roma rechazó, en primera instancia, de nombrar a algunos
2
F. DUVALIER, Mémoires d'un Leader du Tiers-Monde - Mes négociations avec le Saint Siege ou Une tranche
d'Histoire, (Paris 1969).
3
W. SMARTH, Historia general de la Iglesia en América Latina, (Sígueme 1995) 183.
sacerdotes, que él había escogido, como obispos, Duvalier no dudó en continuar con su
proyecto: «Una jerarquía eclesiástica criolla de acuerdo ideas sociales de la revolución" 4. Es
que esta idea fue muy bien pensada, y haciéndolo de esta manera es la forma como Duvalier iba
a conseguir su propósito deseado.
François Duvalier se volvió tristemente famoso por sus «tontons-macoutes»5, responsables de
la desaparición de 40 mil haitianos. El éxodo cotidiano de miles de haitianos, que buscaron
refugio todo el continente americano, fue un signo claro del terror y de la en 1000 miseria,
engendrados por los Duvalier. La revolución duvalierista solamente poderosos enriqueció a los
nacional, que vivía a costa del pueblo e hizo avanzar un poco la burguesía.
Un clero a favor de sus propios intereses
Duvalier, un jefe, Duvalier; un sólo destino, Duvalier al poder". Era el lema con el que se
presentaba Duvalir. ¿Por qué el clero y el Vaticano no dudaron de las intenciones de este
enfermo mental? Sólo una cosa contaba: «Duvalier al poder»6. Un incidente nos permite ver
más claramente su menosprecio por la Iglesia. En 1960, con ocasión del centenario del
concordato de Haití. Duvalier exigió a un grupo de sacerdotes haitianos. De esa manera tenía un
acto en concreto para dirigirse a la santa sede.
Pero Roma juega la política de avestruz, no quiere escuchar ni entender. Mientras tanto
Duvalier no escondía sus intenciones. Duvalier solamente promovía a los sacerdotes que él
podía utilizar y se hacía de un lado a los que resistían a sus planes maquiavélicos. El 15 de
agosto de 1969 Duvalier expulsó a ocho sacerdotes haitianos y a un laico. Precisamente porque
no estaban de acuerdo con sus ideas.
Duvalier, jefe de la Iglesia de Haití
Este megalómano, que se creía con una misión divina a favor del pueblo haitiano, no excluía a
la Iglesia de la esfera de su acción, y el concordato reforzó su idea. En su libro sobre los
acuerdos de 1966. Elogió a ciertos sacerdotes extranjeros, denominados por él como «buenos
sacerdotes». El mismo Duvalier se sentía responsable del magisterio de la Iglesia de Haití, los
sacerdotes y los obispos tenían que ayudarle a esta tarea. «Parecía en la edad media, cuando
durante el culmen de la cristiandad el rey estaba investido de poderes Sacro-santo y dictaba
órdenes a los obispos y sacerdotes y hasta a concilios» 7. Esta es la misma realidad que pasa
Haití ante esta realidad, agregándole que Duvalier solo quería el poder

4
Ibid.
5
Tonton Macoute (Tonton macut, el hombre del saco en español) es el término utilizado para designar a la policía
secreta y milicia personal del dictador haitiano François Duvalier (Papa Doc), organizados en forma de grupos de
paramilitares que prestaban apoyo a su régimen. Su hijo y también dictador, Jean-Claude Duvalier ( Baby Doc),
igualmente se sirvió de ellos para perpetuarse en el poder. Se estima que durante su actividad, el Tonton Macoute
pudo haber asesinado y hecho desaparecer a más de 150.000 personas, en su mayoría civiles y opositores a los
regímenes Duvalier.
6
W. SMARTH, Historia general de la Iglesia en América Latina, (Sígueme 1995) 183.
7
Ibid, 384.
Duvalier y la persecución de los comunistas
Los ataques de Duvalier a la Iglesia parecían insólitos. Injustamente se le puso la etiqueta de
ser comunista. El gobierno americano a lo mejor lo consideraba como tal. Duvalier supo todo
eso y, por eso se esforzó por crear buenas relaciones con los países de occidente. Al expulsar a
monseñor Poirier en 1961, declaró que el arzobispo de Puerto Príncipe ayudó económicamente a
los estudiantes que estaban organizando un compló comunista. Duvalier dedica mucho espacio
en su libro a mostrar la importancia que tenía la lucha anti-comunista para él.
La celebración del concilio Vaticano II generó una gran esperanza en el corazón del pueblo
cristiano en Haití. Las sedes de varias diócesis eran vacantes y la mayoría de los cristianos
esperaban que Roma se iba inspirar de las enseñanzas del concilio para dar a la Iglesia de Haití
pastores con un corazón como el de Cristo. Algunos eran menos optimistas, nadie ignoraba el
maquiavelismo de François Duvalier. La esperanza empezó a desvanecer después de la firma de
los acuerdos.
Decepción del pueblo cristiano
Muchos católicos eran completamente desilusionados. Estaban doloridos de ver la cooptación
de los miembros del clero. Estaban escandalizados por la diplomacia del Vaticano, que
sacrificaba el evangelio por el prestigio de la institución. Los católicos estaban sorprendidos por
el hecho que el Vaticano no tuviera memoria: en 1961 excomulgó al gobierno de Duvalier por la
ex pulsión de monseñor Agustín. Pero el sufrimiento más grande de los cristianos fue causado
por el anti-testimonio de la Iglesia, que mantuvo el silencio ante la opresión de todo un pueblo
«En diciembre de 1967 el gobierno destruyó una parte del barrio pobre de La Saline en
Puerto Príncipe, dejando a los pobres desamparados, y un sacerdote preguntó al arzobispo qué
pudiera hacer la Iglesia en aquella circunstancia, y obtuvo como respuesta que no tenía que
comprometerse con el romanticismo profético y mantuvo su silencio culpable»8. El martirio del
pueblo cristiano se volvió más cruel. Es muy verdadero que la Iglesia enfrento momentos muy
difíciles en el tiempo que ese tirano estuvo.
Por otros muchos sacerdotes se sintieron frustrados por esta alianza entre la Iglesia y la
dictadura y muchos decidieron abandonar el ministerio. El pueblo cristiano sufría de la opresión
y quedó sin ningún espacio de libertad. El sindicalismo cristiano fue prohibido. Poco a poco
desaparecieron los movimientos de la Acción católica, y sobrevivieron nada más las
organizaciones piadosas, que eran alienantes e inofensivas para la dictadura.
La lucha contra la pobreza y la teología de la liberación

La mitad de la década de 1980 marcó un cambio profundo en la postura de la iglesia sobre


temas relacionados con los campesinos y los pobres urbanos. Un reflejo de este cambio fue la

8
Ibid, 385.
declaración del Papa Juan Pablo II, durante una visita a Haití en 1983, afirmando que esto
contribuirá al desarrollo armónico de la Iglesia en Haití. Las cosas deben cambiar. Galvanizados
por la preocupación del Vaticano, el clero católico y los trabajadores laicos pidieron mejoras en
los derechos humanos. Los trabajadores laicos ayudaron a desarrollar un movimiento
comunitario campesino, especialmente en un centro en «Plateau Central». La estación de radio
católica, «Radio Soleil», jugó un papel clave en la difusión de noticias sobre las acciones del
gobierno durante la crisis de 1985-86 y alentó a los opositores al gobierno de Duvalier.

Los obispos, particularmente en Jérémie y Cabo Haitiano, denunciaron activamente a


Duvalier por presión y violaciones de derechos humanos. Aunque el cardenal Ratzinger elogió
los fundamentos intelectuales de la teología que rechazan la violencia y, en cambio, enfatizan la
responsabilidad que los cristianos necesariamente tienen por los pobres y oprimidos, se opuso
firmemente a ciertos elementos de la Teología de la Liberación, a través de la Congregación para
la Doctrina de la Fe y el Vaticano en dos ocasiones entre los años de 1984 y 1986 condenaron
oficialmente su aceptación del marxismo y la violencia armada. Desde entonces, la Iglesia
católica en Haití ha adoptado un enfoque más orante, pacifista y humano en la prestación de
ayuda y justicia a los pobres, como se puede demostrar en la conducta del padre Gérard Jean-
Juste

Por otro lado, hay que recordarle que el 11 de septiembre del 1988 la iglesia en Puerto
príncipe sufre un asalto e incendio precisamente en la iglesia San Juan Bosco, mientras celebraba
la misa el P. Jean-Bertrand Aristide, S.O.B. En el suceso mueren 13 feligreses. Ese mismo año,
el P. Aristide se separa de la Congregación Salesiana.

El 7 abril del «1989» el Papa Juan Pablo eleva la Diócesis de Cap Haitien (Cabo haitiano) al
rango de metropolitana. Son sufragáneas las diócesis de Port-de-Paix, Hinche y Gonaïves. El 7de
enero del 1991, Manifestantes atacan e incendian la Nunciatura Apostólica en Puerto Príncipe. El
(31 enero), el Papa Juan Pablo II erige la nueva diócesis de Fort Liberté, sufragánea del
arzobispado de Cap Haitien.

Del 12 al 28de octubre del 1992, Asisten en Santo Domingo a la IV Conferencia General del
CELAM el arzobispo de Cap Haitien, los obispos de Hinche y Fort-Liberté, y el auxiliar de
Puerto Príncipe.
La Catedral de Nuestra Señora de la Asunción después de su colapso durante el terremoto de
Haití de 2010 mantiene aún el edificio en ruinas. Como otros establecimientos religiosos. Los
miembros de la iglesia y la propiedad sufrieron daños como resultado del terremoto de Haití de
2010. Entre los muertos estaban el arzobispo de Puerto Príncipe, Joseph Serge Miot y muchos
seminaristas y religiosos, entre ellas la hermana del cardenal Paulo Evaristo Arns de Brasil.

En 2014, el Papa nombró al primer haitiano en convertirse en cardenal de la Iglesia: Chibly


Langlois, obispo de Los Cayos y presidente de la Conferencia Episcopal Haitiana. Quien
recientemente sufrió accidente en el segundo terremoto.

En Haití, en 2006 había 692 sacerdotes (religiosos y diocesanos) repartidos en el siguiente


orden: Arquidiócesis del Capo Haitiano: 72; Arquidiócesis de Puerto Príncipe: 274; Diócesis de
Anse à Veau-Miragoâne (Creada en 2008) …. Diócesis des Cayes 83; Diócesis de Fort-Liberté
35; Diócesis des Gonaïves 59; Diócesis de Hinche 43, Diócesis de Jacmel 41, Diócesis de
Jeremía 50; Diócesis de Port-de-Paix 35.

En el escenario eclesial, se lee que hay una realidad «poco alentadora». Esto a raíz de que al
haber sido reconocido el Vudú como una religión más, «la vida espiritual del pueblo haitiano
está marcada por el sincretismo, existen haitianos vudúes que se reconocen a su vez como
cristianos y viceversa»9. La Iglesia haitiana (nuestra), junto a estas problemáticas, reconoce
también que esta es una nación que canta y baila, que posee una gran riqueza espiritual en torno
a la religiosidad popular y a las vocaciones especialmente enfocadas a la misión, es lo que
subraya el Observatorio Pastoral del Consejo Episcopal Latinoamericano – Celam (OPC), sobre
la Iglesia del país caribeño.

A modo de conclusión, debemos señalar que el movimiento popular haitiano surgido en el


seno de pequeñas agrupaciones rurales y en los suburbios de Port-au-Prince (puerto príncipe),
hizo posible en 1986 la caída de Jean-Claude Duvalier, conocido como Baby Doc, poniendo fin a
casi treinta años de dictadura de la familia Duvalier (padre e hijo). Para algunos historiadores,

ALONSO, A. «Haití en el vértice de la confusión» en Anales del Caribe (La Habana: Casa de
9

las Américas 2004) 384.


este movimiento contó con algunos rasgos «populares» similares a los de la revolución de 1791-
1804, pero la evolución más reciente de Haití se ha encargado de demostrar que las relaciones de
dominación-subordinación que señalábamos más arriba se resisten a ser transformadas.

Algunos aspectos de la realidad haitiana sólo pueden ser entendidos mediante su contraste y
comparación con las sociedades negro-africanas. En este sentido, podemos decir que nos
aproximamos a Haití desde el africanismo, convencidos de que este hecho está dejando de ser
una novedad para generar un nuevo caudal explicativo sobre lo que históricamente fue la primera
república negra independiente (hoy en día está bajo el dominio de los mercenarios locales,
bandidos armados, secuestradores).

El vudú es un sistema de pensamiento de origen africano que se fue estructurando en tierras


haitianas como un resultado de la esclavitud y la sociedad de plantación. Las aportaciones de las
antiguas naciones africanas fueron múltiples y variaron a lo largo de los dos siglos de historia de
la Trata Atlántica en Haití.

A partir de las guerras de independencia de 1791-1803, y con la propia Independencia de 1804 y


hasta la firma del concordato con el Vaticano en 1860, se abrió un nuevo período para el vudú.
El 13 de octubre de 1793, Polvérel, comisario francés de la colonia de Saint-Domingue durante
esos años, proclamó la libertad general de todos los esclavos de la colonia y su acceso al estatus
de ciudadanos.

BIOGRAFIA

ALONSO, A., «Haití en el vértice de la confusión» en Anales del Caribe (La Habana: Casa de las
Américas 2004).

F. DUVALIER, Mémoires d'un Leader du Tiers-Monde - Mes négociations avec le Saint Siege ou
Une tranche d'Histoire, (Paris 1969)

SMARTH. W., Historia general de la Iglesia en America Latina, (Sígueme 1995).

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