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CONSECUENCIAS DEL FEMINICIDIO

Un feminicidio es la forma de violencia más extrema hacia una


mujer. ¿La razón por la que tiene lugar? Por el mero hecho de ser
mujer. No hay que confundirse. Cuando se habla de ello, no se habla
de violencia de género, pero sí de un término que deriva de ahí. 

El 25 de noviembre y con motivo del Día Internacional de la


Eliminación de la Violencia contra la Mujer, tuvo lugar a las diez de
la mañana la conferencia ‘Las consecuencias del Feminicidio: análisis de
necesidades de hijos, hijas y familiares’. La sesión, que se impartió de
forma online, pertenece al programa por el que la Universidad de
Valladolid pretende aportar un pequeño grano de arena en la lucha
contra la violencia de género. María Teresa Alario Trigueros,
Directora de la Cátedra de Estudios de Género en la UVa, fue la
encargada de narrar distintos casos de feminicidio y sus consecuencias.

Una de las más importantes fue el papel que toman los familiares de
las víctimas en estas situaciones. Hay ocasiones en las que un menor
pierde a su madre en manos de su propio padre o de la nueva pareja de
ésta. Ahí es cuando se da el caso que Alario cuenta. Cuando un familiar
decide hacerse cargo del pequeño que ha quedado huérfano y le toca
ejercer un puesto que nunca antes se había planteado ocupar. En
uno de los casos de los que se hablaron fue el propio hermano mayor,
Pedro, el que tuvo que ejercer de padre de sus propios hermanos si no
quería que los niños viviesen en una casa de acogida. También se
comentó una situación en la que en un pueblo se conoció como ‘la
abuela guerrera’ a una mujer que pasó a ser la madre de su nieto. O del
tío de Andrea, que ahora es su padre y tutor legal. Algo que nunca
hubiera imaginado pero que hace de corazón.

Por desgracia, no siempre los niños corren la suerte de tener en su


familia a personas tan sumamente desinteresadas. Cuando muere
una mujer con hijos, también cobran protagonismo las casas de
acogida. A estos refugios de menores a veces les toca separar a
hermanos. Algo contra lo que luchan los trabajadores sociales, pues
defienden que en un caso así, los menores necesitan el apoyo de
personas de su círculo más cercano, no que les separen de ellos. 

La ausencia de una madre y el cambio de persona que les cuida no es la


única alteración que hay en la vida de estos menores. Muchas veces
muestran secuelas psicológicas como dificultad de adaptación o
inseguridad. También pueden llegar a sufrir bullying por parte de
compañeros de colegio, como ocurrió en el caso de uno de los niños de
los que se habló en la conferencia. Le acosaban diariamente con frases
aborrecibles que dañaban la imagen de su madre. A Andrea, la niña que
quedó bajo la tutela de su tío, los profesores le aprobaban solo por
haber vivido lo que vivió.
Cuando uno de los dos progenitores fallece, sus hijos siempre reciben
una cuantía económica que busca cubrir las necesidades de las que se
encargaba en vida el sustento de la familia. Estas ayudas económicas se
otorgan bajo unas condiciones distintas si la mujer fallece en un caso de
violencia de género. Desgraciadamente, estos huérfanos no reciben la
cuantía necesaria y no se tiene en cuenta que el nuevo tutelador
también pasa a mantener con sus ingresos a un nuevo
miembro. Los niños suponen un gasto. No es solo darles el
cariño que su madre ahora no les puede dar. Necesitan comer, ir al
colegio, a actividades extraescolares…

A la justicia se le pide sensibilización hacia la violencia de


género en algunos ámbitos, tales como la patria potestad. De esta
manera, ningún progenitor podrá solicitar la custodia de su hijo si ha
tenido algún tipo de vínculo con el fallecimiento de su madre o con
cualquier caso de violencia hacia una persona del círculo familiar. Que
sea su hijo no es razón suficiente para cuidarlo. Aún se lucha contra
esto.

El periodismo, en ocasiones sensacionalista, no ha colaborado mucho


con estas víctimas. Hay veces en las que se ha dado la dirección exacta
del domicilio de algunos asesinatos, lo que ha violado la privacidad de
los supervivientes. El periodismo debe proteger a los
menores, sobre todo si han sobrevivido a algo tan sumamente
traumático.

Es necesario luchar para que el feminicidio consiga todo el


reconocimiento que merece, especialmente en el ordenamiento
jurídico español. Hay que abandonar la visión reduccionista de la
violencia de género y una intervención integral basada en las
necesidades y los derechos de todos los agentes sociales. Por ello, se
lucha por la prevención. Es decir, por romper los silencios de manera
tanto profesional como institucional y poner en el centro de las políticas
públicas el cuidado y la sostenibilidad de la vida.
En el Perú entre setiembre de 2009 y setiembre de 2018, el Ministerio de la Mujer y
Poblaciones Vulnerables, registro 1 525 tentativas de feminicidio y 1 106 feminicidios. De
enero a setiembre de 2018, registró 103 feminicidios y 217 tentativas de feminicidio. Los
datos son mayores a los registrados en el 2017, que fueron 94 feminicidios y 175 tentativa.
¿De qué manera impacta a la mujer haber sido víctima de
violencia con riesgo de feminicidio?
Wilson Hernández, en su estudio Determinantes y evaluación del riesgo (2018), hace una
aproximación a las consecuencias de la violencia con riesgo de feminicidio en los últimos
doce meses, específicamente en la salud física y mental de las mujeres víctimas, y de sus
hijos. Asimismo, hace un cálculo de los años de vida perdidos por muerte prematura y por
haber sido víctima de violencia durante un tiempo.

Consecuencias físicas y mentales


Una mujer que es víctima de violencia con riesgo de feminicidio, sufre consecuencias
físicas que afectan su salud mental de tres maneras: depresión y aumento de la depresión
(falta de energía, ansiedad, cambios en el apetito, problemas de concentración,
alteraciones del sueño, entre otros.), por lo tanto, significa un alto impacto, porque le puede
causar dificultades significativas en su vida cotidiana.

Estar expuesta a la violencia con riesgo de feminicidio aumenta la hipertensión. Genera


cambios en el consumo de alcohol y cigarros, puede aumentar el consumo, o puede
incorporar el hábito de fumar en su vida diaria. Estos efectos, están generalmente
relacionados: la depresión y el estrés, inciden en la hipertensión y el consumo de alcohol y
cigarros.

El efecto en la salud de los hijos e hijas de una mujer, que ha estado expuesta a violencia
con riesgo de feminicidio, es el aumento de la incidencia de diarreas recientes, y fiebre y
tos en las últimas dos semanas.

Consecuencias en los años de vida


Otro análisis realizado por Hernández, es sobre el impacto de la violencia, en los años de
vida y de vida saludable que se pierden por feminicidio, o por haber vivido un tiempo bajo
violencia. Entre el 2011 y el 2015, se perdieron 16 567 años de vida. Solo en el 2015, se
perdieron otros 135 mil años como consecuencia de las dolencias y enfermedades
asociadas a estar expuesta a violencia con riesgo de feminicidio. El cálculo por este
feminicidio tiene dos componentes. De un lado, los años que pudo haber vivido una mujer
de no haber sido asesinada y, del otro lado, el efecto negativo (en años) que significó haber
vivido bajo probabilidad de haber sido víctima de feminicidio. A estos dos aspectos
Hernández les denomina, Años Perdidos debido a Muerte Prematura (APMP) y Años de
Vida Saludable perdidos (AVISA).

Referencias

https://observatorioviolencia.pe/feminicidio-y-tentativa-como-afecta-a-la-mujer-y-a-sus-hijos-
e-hijas/

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