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Qué Es La Transestética
Qué Es La Transestética
Resumen
Abstract
El guerrero transhumano
Equivocismo social
La humanoidología
Antropología compleja
dedica un desarrollo interior que lo tiene en cuenta. En ese desarrollo incorpora a los
robots a la cultura humana.
La razón de la aproximación entre los humanos y otros seres reside en la
proximidad de matrices de relaciones transestéticas. Existe una postura de Bruno Latour
para la combinación entre la actividad tecnológica y la actividad humana. Según esta
concepción, dada una multiplicidad de elementos y entes heterogéneos, se componen
entre sí y establecen relaciones co-funcionales. Se generan ensamblajes humanoides
gracias a la simpatía transestética entre el humano con las máquinas inteligentes. Dichos
ensamblajes son posibles a partir de la capacidad de crear aproximaciones sentimentales.
Podemos ayudarnos de Bruno Latour para entender estos ensamblajes. Para Latour existe
una heterogénesis secuencial (heterogeneidad/traducción/red/entidad) que da cuenta del
proceso de conexión entre fases para el surgimiento de resultados tecnológicos (un arma
de guerra, la píldora anticonceptiva). Es posible unificar lentamente lo que el esquema de
la naturaleza unificó prematuramente. La pregunta por el quién de la acción se desplaza a
un análisis sensible sobre cómo las interpretaciones generan acuerdos entre espacios con
diferentes intereses (Latour, 2012, p. 176). Dijimos que la humanidad no es una esencia
rígida. La humanidad puede ser una multitud de rodeos entre seres vivos que aspiran a
lograrla. Estos rodeos se vuelven valiosos para la reconstrucción de escenarios
antropológicos más complejos. Dada una multiplicidad de elementos y entes
heterogéneos (humanos, mascotas, robots), éstos se recomponen entre sí a partir de un
esfuerzo hetero-genético secuencial.
La experiencia estética puede surgir ante cualquier circunstancia. No importa el
tipo de arte, ni el tipo de objeto. No habría distinción entre lo correcto y lo incorrecto,
entre objeto artístico o no. El fenómeno transestético, en cambio, produce enlaces entre
acontecimientos presuntamente disímiles. Uno de los campos en donde se muestran
casos es el turismo. En las experiencias turísticas suceden fenómenos transestéticos
evidentes. En Tailandia o en Camboya el turismo sexual y el turismo religioso se
aproximan como eventos heterogénicos-secuenciales. En la misma isla pueden
encontrarse templos de meretricio y templos budistas. En el mismo avión que los lleva a
Bangkok viajan buscadores espirituales y buscadores de compañía. En algún momento la
cercanía entre ambos fenómenos turísticos será indiscernible. En Tulum, México, debajo
de un asentamiento de la Civilización Maya hay playas caribeñas. Luego de pasear como
turistas arqueológicos espera el mar tibio. El viaje reúne a los turistas globales que visitan
el caribe con los mayas ancestrales que dejaron su señal dentro del Parque Nacional
Tulum.
menos parece que hay espacios donde es posible variar el ángulo de satisfacción. Lo que
sucede en el turismo nos advierte acerca de placeres no coordinados de una manera
supuestamente tradicional. Para volver a la discusión central, la posibilidad de admitir
placeres transestéticos consiste, en este caso, en reconocer a la máquina como integrante
de la diversidad. Somos complacientes con las dificultades laborales que acarrean las
máquinas. Estamos sin embargo en condiciones de hacer un reconocimiento de ellas
como otro género, otra religión, otra ideología.
Es evidente que la antropología se ha vuelto compleja. Las tramas mediante las
que se enlazan los integrantes de una cultura comparten diferentes territorios o
residencias indefinidas. Las máquinas se han naturalizado. Por un sentimiento de
fraternidad se incorporan a nuestros afectos. No son nuestras enemigas ni competimos
con ellas. Antes que eso, nos proporcionan acceso a fenómenos transestéticos.
Las máquinas contribuyen al funcionamiento hiperbólico de un capitalismo
artístico. Gilles Lipovetsky y Jean Serroy (2015) abordan la dimensión transestética como
fenómeno económico. La conciben como etapa actual del capitalismo. El capitalismo
creativo transestético no funciona por separación ni por división, sino por cruzamiento,
mediante la mezcolanza de los dominios y los géneros (2015, p.16). En términos de los
autores la lógica artística del capitalismo ha creado un individuo estético. Un ser lanzado
al consumo de estilizaciones complejas. El diseño rige las necesidades de un mercado
único global. Las identidades se incorporan a esa lógica aparentemente blanda. La lucha
por mantener la identidad es un suceso creativo, no un enfrentamiento tribal ni nacional.
Vamos entonces hacia una fase -la actual- en el que los sectores de la industria
creativa transforman el mundo de las imágenes, la diversión y la vida cotidiana. El
capitalismo de consumo invierte en arte como una estrategia de mercado, dando lugar a
una sociedad del entretenimiento sin fronteras. Esta fase, señalamos con Lipovetsky y
Serroy (2015, p. 15-30), es una nueva estancia del capitalismo. La estética está atada a la
economía, pero de modo inusual. La combinación de sensaciones desentraña modos de
búsqueda de sí mismo que ya no son criticables. Antes podíamos hablar de cinismo, de
contradicciones. En el capitalismo artístico debemos hablar de combinaciones posibles e
imposibles. Esto nos lleva a tomar como criterio empírico a las tendencias de muy corto
plazo. Tendencias marcadas por fenómenos globales que se manifiestan como estéticas
particulares.
A primera vista se trata de pesquisas equivocistas de sí mismo. Los resultados de
estas estéticas se muestran sumamente momentáneos. No obstante, a largo plazo los
fenómenos transestéticos marcan una redefinición analógica de la humanidad. Al
respecto, es preciso conceder al pensamiento analógico de Mauricio Beuchot mucho
acierto. Beuchot (2016) menciona que la filosofía analítica ha notado un giro pragmatista.
Este giro pragmático de la analítica, de carácter nominalista, contiene un afán de mesura,
de proporción, de integración. Del mismo modo procede el capitalismo artístico. En el
plano epistemológico las ciencias son más rigurosas que el arte o el diseño.
ENRICI Y ESPINOSA: ¿Qué es la Transestética? Hacia una definición desde la Antropología pos-humana 97
Sin embargo, este giro pragmático “recupera la idea de Peirce de que la teoría se
mide por su repercusión en la práctica: tiene que mostrarse en las ideas, los actos, las
conductas y los hábitos que desata en el individuo” (Beuchot, 2016, p. 26). Si regresamos
hacia las experiencias transestéticas, éstas, como vimos, presentan una lógica tolerante.
Sería como llevar fenómenos de transculturalidad del campo estético al campo
económico. Por esta razón mencionamos nuevamente que hay que comprender el
episodio estético dentro de una antropología compleja. ¿Qué quiere decir esto? Que se
redefine la humanidad. La incorporación de nuevos elementos al universo humano es
constante, como los androides, las máquinas, la migración permanente. Se redefine la
humanidad desde la posibilidad de estirar la capacidad lógica. En ese sentido es como las
equivocidades se vuelven analogías. Resulta que la lógica analógica recobra el sentido que
había perdido frente al empeño de la filosofía analítica. La analogía se convierte en la
lógica del diseño.
1 Nos referimos a noción de formación como Bildung, utilizada por Gadamer, luego por Rorty, a la que
adhieren pensadores próximos a la hermenéutica del sujeto. El sentido de este uso vincula la creación de sí
mismo de un modo digno, solidario y tolerante. Un modo de formarse no dogmático, aunque sí autoparódico.
Cada argumentación implica una construcción y a la vez una deconstrucción de sí mismo. Para mayor detalle
Rorty expone la noción de filósofo Edificante en el último capítulo de su propuesta hermenéutica de La
filosofía y el espejo de la naturaleza (Rorty, 1995).
98 Revista Hermeneutic N° 17 - 2018/2019
http://publicaciones.unpa.edu.ar
Referencias bibliográficas
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