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TECNOESTRÉS, LA ENFERMEDAD DEL FUTURO QUE AFECTA LA SALUD Y


PRODUCTIVIDAD DE LOS EMPLEADOS

El impacto de este fenómeno. El tecnoestrés, un trastorno psicológico que afecta a las


personas dependientes a las nuevas tecnologías, se convirtió en la enfermedad del siglo
XXI. El debate en torno al impacto de este fenómeno empieza a tomar importancia no
solo al interior de las grandes compañías del mundo sino también en los Gobiernos.

La irritabilidad, la obsesión por revisar el correo electrónico luego de haber pasado todo
el día trabajando o, el nerviosismo que genera enfrentarse a una nueva herramienta
digital, son algunas de las señales que demuestran que algo anda mal en esa relación
hombre - máquina. Precisamente, un estudio de Intel, citado por el instituto español IMF
Business School, revela que el 40% de las personas permanece grande parte de las 24
horas del día conectado a sus dispositivos y que 8 de cada 10 duermen con su teléfono
móvil. 

“El tecnoestrés no conoce fronteras, la globalización es un hecho y la sociedad de la


información está llegando a todos los rincones del planeta; las sociedades más
desarrolladas y tecnificadas son, por lógica, las más afectadas”, precisó en una
entrevista concedida a Dinero, el director ejecutivo de IMF, Carlos Martínez. El experto
explicó que este concepto fue acuñado por el psicoterapeuta estadounidense Craig Brod,
para definir una enfermedad generada por la incapacidad de enfrentarse a las
tecnologías de un modo saludable. Este síndrome se manifiesta mayoritariamente en
aquellas personas que no pueden desprenderse de los asuntos de su trabajo, luego de
haber cumplido con el horario laboral establecido en cada uno de los países, que en el
caso de Colombia es de 8 horas. 

Los expertos coinciden en que parte de ese fenómeno, ocurre por el acelerado ritmo de
vida que llevan los trabajadores en la modernidad, una era en la que los horarios pasan a
segundo plano, por cuenta de la omnipresencia del internet.   De hecho, en Estados
Unidos se abrió recientemente la discusión, debido a que los empleados de varias
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compañías se quejaron porque sus jefes les enviaban correos cuando ya habían salido de
sus trabajos, lo cual los obligaba a continuar sus labores en casa. Este debate ha sido
muy constructivo en países como Francia, en donde el año pasado, se firmó un acuerdo
para “intentar ponerle fin a la jornada laboral interminable” en el sector de los servicios
informáticos, consultoría, ingeniería, entre otros, según lo constató la BBC en uno de sus
informes. En Alemania, por su parte, la compañía fabricante de vehículos Volkswagen,
anunció en el 2011 que sus trabajadores no iban a recibir correos electrónicos media hora
antes de acabar y comenzar su turno laboral. Mientras que en España, el panorama parece
ser más negativo, ya que “el tecnoestrés afecta a una de cada tres personas”, señala IMF
en un reciente informe sobre el tema, y agrega que las consultas por este padecimiento
han crecido el 20% durante los últimos 5 años en el mundo.

“Según NetApp, el 21% de los europeos se ha despertado alguna vez de forma obsesiva
por la noche para consultar su teléfono móvil; esta dependencia digital es cada vez más
acentuada en el contexto de empresas y empleados, pero también en el ámbito
doméstico”, complementó Carlos Martínez.

Un estudio de la Universidad Católica de Uruguay, sostiene que la presión del competitivo


mercado laboral, junto a los rápidos cambios tecnológicos y la necesidad de “adaptarse a
ellos sin perder la capacidad de trabajo”, tienen literalmente estresadas a las
personas. Los trabajadores del siglo XXI se sienten más fatigados, con menos energía,
con ansiedad y  poca capacidad de dar respuestas a las demandas de su entorno, agrega
la investigación universitaria, al explicar el impacto que tiene el tecnoestrés en la
productividad de las compañías. Estos factores se suman a los problemas de salud
originados por cuenta de ese moderno fenómeno, entre ellos, trastornos del sueño,
dolores de cabeza, molestias musculares, enfermedades gastrointestinales, entre
otras. En este sentido, el  presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la
Ansiedad y el Estrés (SEAS), Antonio Cano, dice que es fundamental aprender a  usar
las soluciones tecnológicas con responsabilidad y en su medido tiempo para que no se
conviertan en enemigas de la salud.

El responsable de IMF concuerda en que “no podemos desligarnos totalmente del


contacto con las nuevas tecnologías pero sí que podemos racionalizar y minimizar su uso”. 
“Es muy importante no dormir junto al teléfono móvil, apagar el router y la red Wifi
cuando vamos a descansar. También evitar el contacto continuado con pantallas y
monitores, programarlas para que se apaguen tras unos minutos de inactividad”, concluyó.
Incluso, los médicos recomiendan hacer pausas activas de entre 10 a 15 minutos por cada
dos horas que esté una persona frente al computador. Parte de esta responsabilidad
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corre por cuenta de los empleados, pero también de las compañías que deben garantizar
estos espacios por el bien de su capital más preciado, y su propia productividad.
TECNOESTRÉS LABORAL
(https://cinfasalud.cinfa.com/p/tecnoestres-laboral/)

¿Qué es el tecnoestrés? El tecnoestrés es un fenómeno de aparición reciente. Se trata


de una nueva clase de estrés, relacionada con el uso de las nuevas tecnologías en el
entorno laboral, aunque fue hace tres décadas, en 1984, cuando el psiquiatra
norteamericano Craig Brod, puso por primera vez el foco en este término y sus
consecuencias para la salud. Otra importante autora (M. Salanova) lo definió en 2003,
más específicamente como un estado psicológico negativo, relacionado con el uso de las
TIC o con la amenaza de su uso en un futuro.

En definitiva, el tecnoestrés está causado por la incapacidad para gestionar de manera


saludable las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC). El trabajador
percibe un desajuste entre la necesidad de usar en su puesto laboral las TIC y los
recursos, habilidades o tiempo de los que dispone para satisfacer esa demanda, lo que le
lleva a un estado psicológico negativo.

¿Qué tipos de tecnoestrés existen? Aunque en la actualidad, tecnoestrés es un


término que alberga múltiples tipos, el Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el
Trabajo (INSHT) de España, diferencia tres tipos de tecnoestrés:

La tecnoansiedad: es el tipo de tecnoestrés más conocido y consiste en que el trabajador


experimenta altos niveles de activación fisiológica no placentera, así como tensión y
malestar por el uso presente o futuro de algún tipo de TIC, lo que le lleva a tener
actitudes escépticas respecto al uso de tecnologías y también pensamientos negativos
sobre la propia capacidad para manejarlas, llegando en ocasiones incluso a evitarlas.

La tecnofatiga: se caracteriza por sentimientos de cansancio y agotamiento mental


debido al uso excesivo de las TIC. A veces se complementan con actitudes escépticas o
creencias de ineficacia respecto a su uso. Además, existe un tipo específico de
tecnofatiga, denominado síndrome de la fatiga informativa, que se basa en la sobrecarga
informativa que sufrimos cuando utilizamos internet y se deriva de los requisitos que
impone la actual sociedad de la información.

La tecnoadicción: un uso compulsivo incontrolable de las TIC, durante largos períodos de


tiempo y en cualquier lugar. Los tecnoadictos son aquellas personas que quieren estar al
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día de los últimos avances tecnológicos y acaban siendo dependientes de la tecnología,


que se convierte en el eje sobre el cual estructuran sus vidas. En este sentido, uno de
cada tres encuestados (32%) por el Observatorio de Prevención de Riesgos Laborales
(OPRL) asegura que siempre o con frecuencia se siente mal si no tiene acceso a las TIC
(mail, móvil, Internet), mientras que un 28% siente un impulso interno que le obliga a
usarlas en cualquier momento y lugar.

¿A quién afecta? A pesar de su reciente aparición, el tecnoestrés es un problema que


afecta cada vez a más trabajadores. En España, según el mismo estudio del Observatorio,
uno de cada tres (34%) encuestados considera que el uso excesivo de las tecnologías de
la información (TIC) en el trabajo, le produce problemas o consecuencias negativas, como
bajo rendimiento, fatiga visual, posturas inadecuadas, discusiones de pareja o no dejarle
tiempo para salir con sus amigos.

¿Qué consecuencias tiene el tecnoestrés para la salud? En el contexto actual, el


trabajador está obligado a saber desenvolverse con nuevas tecnologías que siempre están
renovándose y para las que puede no llegar a sentirse preparado.

Por otra parte, ha surgido también la exigencia de un uso continuado de las TIC. Según
los datos del Observatorio, un 55% de las personas las usa de manera continuada durante
su día a día. En muchos de ellos, su uso a veces se extiende fuera del horario laboral e
invade la vida personal: el 65% de empleados encuestados asegura estar tan preocupado
por dar respuesta a las tecnologías de origen laboral (contestar correos, teléfono…) que
olvida sus asuntos personales.

Esta situación puede dar lugar a que la persona afectada desarrolle actitudes y
sentimientos negativos hacia las TIC, así como síntomas fisiológicos y emocionales típicos
del estrés.

Así lo corroboran los datos: tres de cada diez españoles dicen que las nuevas tecnologías
aumentan su nivel de estrés, según el VII Estudio CinfaSalud: “Percepción y hábitos de la
población española en torno al estrés”. De ellos, siete de cada diez consideran la
imposibilidad de “desconectar” del móvil, la tablet o las redes sociales como causa
principal de ese tecnoestrés. De hecho, casi la mitad de quienes trabajan y se han
sentido estresados en el último año afirman recibir correos o llamadas fuera de horario
laboral, de acuerdo a la investigación.
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En conclusión, podemos decir que ansiedad, agotamiento mental, excesiva dependencia del
uso de la tecnología y aislamiento social son algunos de los problemas que pueden
aparecer como manifestaciones derivadas del tecnoestrés laboral.

10 Claves para afrontar el tecnoestrés laboral


1. Organizar bien la jornada laboral. Planifique la agenda del día, sin sobrecargarla de
actividades y gestionando los imprevistos con flexibilidad. En caso de falta de tiempo,
seleccione las tareas más importantes según las prioridades y, si es posible, delegue.
Aprenda a decir no o, en la medida de lo posible, a pedir más recursos. En el día a día,
realice descansos durante la utilización del ordenador (por ejemplo, 5-10 minutos cada
hora) y trate de evitar la multitarea, cerrando aquellas ventanas que no esté usando.

2. No lleve el trabajo a casa. Desconéctese en todos los sentidos: no se mantenga


pendiente del móvil o el portátil. Tampoco permita que las conversaciones se centren en
los asuntos pendientes o posibles problemas. Tras la jornada laboral o durante el fin de
semana, intente cuidar y disfrutar de su ocio y de sus relaciones personales y familiares.
Si puede hacerlo, desconecte el teléfono o déjelo aparcado durante su tiempo de ocio.

3. Separa su vida laboral de la personal, incluidas las tecnologías. Emplee líneas de


teléfono o incluso aparatos diferentes, para ambas facetas de su vida. Fuera de su
jornada laboral, apague el móvil de trabajo y no envíe correos laborales a compañeros. Si
solo usa un teléfono, en su tiempo libre procure desconectar la cuenta o sus
notificaciones o acostúmbrese a activar las funciones de “No molestar” para el móvil y
“Leer más tarde” o, “Enviar más tarde”, para los emails.

4. Priorice: la inmediatez no siempre le afecta. Si no puede desconectarse totalmente del


trabajo en el tiempo de ocio, aprenda a distinguir lo urgente de lo importante, es decir, si
ese correo puede o no esperar a mañana sin afectar su trabajo. En cualquier caso,
priorice y trate de delegar los asuntos urgentes cuando está en sus horas de ocio,
vacaciones o fines de semana.

5. Fórmese, si es necesario, en nuevas tecnologías. Si siente que no está preparado para


manejar determinadas tecnologías, valore inscribirse en cursos que le capaciten para ello
o pida ayuda a quien sí las domine, incluso puede solicitar en su empresa más formación y
mayor participación en la toma de decisiones sobre la tecnología relacionada con su
trabajo. Con el conocimiento adecuado, hará que la herramienta trabaje para usted y
ganará confianza para afrontar situaciones difíciles relacionadas con el uso diario de las
tecnologías, lo cual redundará en que su nivel de ansiedad o angustia vaya desapareciendo.
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6. Aprenda técnicas de autocontrol. Practicar de manera regular, actividades como


relajación, meditación, mindfulness o yoga, le ayudará a neutralizar la activación
fisiológica del organismo que produce el estrés y le proporcionará un mayor control de los
pensamientos y de las emociones.

7. Cuide su dieta. Siga una dieta saludable, variada y equilibrada, que incluya frutas y
verduras. Mantenga horarios regulares y tómese siempre tiempo para comer con calma.
Además, evite las bebidas con cafeína o alcohol o, si las consume, hágalo con moderación.

8. Haga deporte de manera regular. El ejercicio físico reduce la intensidad del estrés y
ayuda a que los episodios duren menos, además de fomentar una sensación de bienestar,
siempre que no se haga por obligación. La mayoría de los expertos recomiendan dos horas
y media de actividad aeróbica a la semana como correr, montar en bicicleta o nadar,
siempre en función de sus capacidades y gustos.

9. Respete las horas de sueño. Afrontará mejor cualquier conflicto o situación compleja
en su día a día laboral. Trate de ir a dormir siempre a la misma hora y descanse, como
mínimo, siete u ocho horas cada noche.

10. Recurra a ayuda profesional, si es necesario. Si, tras aplicar las anteriores medidas,
sigue sin ser capaz de manejar el estrés en el trabajo, recurra a la ayuda profesional de
un especialista o terapeuta.

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