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TEMA
SISTEMAS DE PENAS EN EL PERÚ
PROFESOR
CASTRO CHAYGUAQUE, PEDRO MANUEL
INTEGRANTES:
AMAYA JUAREZ, CARLOS
FERNANDEZ VIDAL, CELSO
PRADO ACARO, WILLIAM
QUIEROGA CIEZA, CLAUDIA
SOTO PERALTA, MARCOS
PIURA-PERÚ 2021
1
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN .................................................................................................................... 3
CONCLUSIONES ................................................................................................................... 34
BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................................................... 35
2
I. INTRODUCCION
Las penas y medidas de seguridad constituyen, el punto de contacto de todas las normas
penales. Una disposición no tiene carácter penal porque regule la lesión de mandatos o
prohibiciones, sino porque tal lesión se encuentra sancionada con una de dichas
consecuencias jurídicas. Sin embargo, la diversificación de las estrategias de la política
criminal ha conducido a la introducción de otras formas de reacción en el marco del
derecho penal.
CAPÍTULO I
SISTEMA DE PENAS EN EL PERÚ
3
1.1. Criterios Fundamentales
Cuando decimos que las penas están organizadas en un sistema estamos asumiendo
la idea de que se trata de una unidad global, cuyos elementos constitutivos están
siempre relacionados entre sí1 y en contacto con una realidad determinada.
Constituye en principio una unidad pues sus elementos responden a una misma
finalidad en el control penal: la disminución de la criminalidad. A su vez esta
finalidad es realizable a través de diferentes formas de intervención penal (penas en
particular). En la medida en que estas modalidades de intervención penal cumplen
tareas que repercuten en el funcionamiento del sistema en general, se encuentran
vinculadas entre ellas a efecto de llegar a resultados coherentes. Los resultados
perseguidos mediante la imposición y aplicación de un sistema de penas no es otro
que la modificación positiva del comportamiento de los individuos a los que se
aplica (influencia social de las penas). Los criterios de configuración de un sistema
son además completados por otros que teóricamente lo hagan funcional. A
continuación, haremos un esbozo de los principales criterios que pueden dar tal
calidad a las penas.
4
Pero esta limitación no debe ser absoluta ni indeterminada. El Estado no está
autorizado a eliminar físicamente a una persona (proscripción de la pena de muerte)
ni a privarla de manera perpetua de libertad o de otro derecho.
2VILLAVICENCIO, F., Código Penal, Lima 1997, p. 168, Todo sobre el Código penal, Lima 1996, p. 65.
5
1.2. El Derecho Penal
El derecho penal es el creador del poder penal del Estado, un poder que aún
sometido a ciertos límites, modernamente representa la más poderosa autorización
coactiva contra los individuos que posee la organización política.
La característica formal del Derecho consiste en que puede ser impuesto de modo
inexorable a todos los sujetos, a cualquier precio, con, sin o en contra de la voluntad
de estos, venciendo en tal caso su resistencia por medio de la fuerza. La pena es una
manifestación de la imposibilidad inexorable del derecho.
Por otro lado, el derecho penal es la última ratio que tiene una sociedad para
reaccionar contra aquellos comportamientos que lesionan o ponen en peligro un bien
jurídico, al ser ultima ratio la sanción penal ha de ser usada únicamente después que
los otros mecanismos de control social han fracasado. Es decir, las normas penales
han de ser subsidiarias a las demás. En este sentido, el derecho penal responde a la
política criminal diseñada en la Constitución de un determinado Estado, política que
tiene en la familia, la escuela y las demás ramas del derecho otros mecanismos para
controlar la existencia de comportamientos socialmente desestabilizadores.
3PEÑA LABRIN, Daniel Ernesto; TEORIA DE LAS CONSECUENCIAS JURIDICAS DEL DELITO, DERECHO
& SOCIEDAD, 2009
6
Además, el derecho penal se rige por estrictos principios limitadores del ius puniendi,
con límites cuantitativos (con relación al número de tipos penales que debe dictar un
legislador en la actualidad y a la forma de aplicar las penas), así como límites
cualitativos (la intervención estatal debe hacerse en la forma señalada en la
constitución y las leyes). Mediante los límites cuantitativos se debe optar por las penas
menos gravosas, que sean suficientes para restablecer el ordenamiento jurídico
transgredido, debe haber una proporcionalidad entre el delito cometido y la pena, la
duración de la pena debe estar prefijada dentro de ciertos límites, en la forma previa y
por la ley, además sólo se pueden tipificar conductas que atentan contra valores
fundamentales denominados “bienes jurídicos penalmente protegidos.
CAPÍTULO II
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SANCIONES PENALES
2.1. Concepto de Pena
La palabra pena proviene del latín poena, que significa castigo, tormento físico,
padecimiento, sufrimiento4. Es un “mal” que debe imponerse al culpable o responsable
de la comisión de un delito. Es una figura previamente creada por el legislador, en
forma escrita y estricta, al amparo del “principio de legalidad” 4, donde toda persona
debe ser castigada si el hecho está previsto en la ley como delito con anterioridad a la
comisión del mismo. Este principio, es el pilar del Derecho Penal, representado por el
apotegma latino: nullum crime, nulla poena sine lege. 5
4
BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis Miguel: Manual de Derecho Penal. Parte General. Edit. Santa Rosa. Perú,
5
COBO DEL ROSAL, M. Y VIVES ANTON, T.: Derecho Penal. Parte General. 3º Ed. Tirant lo Blanch.
Valencia, 1990, p.616.
6
BRAMONT-ARIAS TORRES, Luis Miguel: Manual de Derecho Penal. Parte General. Edit. Santa Rosa. Perú,
2000, p. 76.
8
tiempo de duración variable que va de la mínima de dos días hasta la cadena perpetua
(Art. 29 del C. P.)
La pena privativa de libertad es formalmente, la sanción más severa con que cuenta
nuestro ordenamiento jurídico. A pesar de seguir siendo la pena que más identifica al
derecho penal actual, su importancia como instrumento de política criminal ha
disminuido sensiblemente. Esta tendencia se pone de manifiesto fundamentalmente a
nivel de las estrategias destinadas a controlar la pequeña y mediana criminalidad.
Respecto a estas formas de criminalidad, se busca privilegiar el uso de alternativas a
la privación de libertad. En este sentido, el legislador de 1991 señala «la urgencia de
buscar otras medidas sancionadoras para ser aplicadas a los delincuentes de poca
peligrosidad, o que han cometido hechos delictuosos que no revisten mayor
gravedad”7.
Sin embargo, el uso diferenciado de la pena privativa de libertad, en función del tipo
de criminalidad, no ha disminuido su presencia, como pena conminada, en la parte
especial del Código8. Lo diversificado del sistema de sanciones del Código de 1991,
no niega el hecho que la pena privativa de libertad esté prevista como pena principal
en 187 de las 407 infracciones penales contempladas en el Código y como pena
acumulada en 169 casos. Si a ello se agrega los 31 supuestos en que es imponible como
pena alternativa, constataremos que la pena privativa de libertad constituye el 95 % de
las penas de la parte especial del Código. La introducción en el Código penal de nuevas
penas (prestación de servicios a la comunidad, limitación de días libres, expatriación,
expulsión) o de otras formas, diferentes a la suspensión de la ejecución de la pena, de
atenuar la aplicación o de sustituir la pena privativa de libertad (conversiones, reserva
del fallo condenatorio, exención de la pena) no disminuyen notablemente su
importancia en el sistema de sanciones.
7VILLA STEIN, Javier: Derecho Penal. Parte General. Edit. San Marcos. Lima, 1998, p. 449.
8JESCHECK, H.-H., “La pena privativa de la Libertad”. 1982, p. 723.
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importancia de su aplicación mediante la previsión de una cláusula de ultima ratio que
haga de la pena de corta duración una sanción excepcional.
Las desventajas resultantes de una pena privativa de libertad con límites mínimos
excesivamente bajos son diversas. Al ser excesivamente cortas son incompatibles con
los esfuerzos por resocializar al delincuente. Es prácticamente imposible que en el
lapso de unos meses la ejecución penal pueda influir positivamente sobre el
condenado. Desde la perspectiva administrativa, la organización de medidas de
tratamiento penitenciario requiere de un periodo de tiempo para su aplicación efectiva.
Además, una pena de este tipo desarraiga inútilmente al condenado del medio social y
familiar. Situación que, en un medio como el nuestro con una alta tasa de desocupación
y subempleo, tiene efectos contraproducentes.
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Penal. Son penas que restringen los derechos de libre tránsito y permanencia en el
territorio nacional de los condenados.
A pesar de tener un alcance práctico limitado, estas penas resultan incompatibles con
un sistema de sanciones moderno y adecuado a la Constitución. La expulsión de
extranjeros no tiene por qué ser considerada como una pena. La finalidad político
criminal de la expulsión de extranjeros no es la de retribuir la comisión de un delito,
ni la de prevenir, mediante su efecto disuasivo, la comisión de futuros delitos.
No puede tener dicho carácter pues en este caso la pena privativa de libertad, ejecutada
previamente, ya habría cumplido dichos fines. A fuerza de ser coherente y equitativo,
el legislador debió, en el mismo caso, prever la pena de expatriación del nacional que
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cometa el delito de tráfico ilícito de drogas. Solución que, ciertamente, hubiera sido
inviable, pues ningún otro Estado aceptaría recibir narcotraficantes.
12
No puede existir interés público preferente en expatriar a un nacional luego de que éste
haya purgado 15 o 20 años de privación de libertad. Tampoco puede sostenerse que la
expatriación sea una pena adecuada al fin de prevención especial negativa. Pues si de
lo que se trata es de evitar que el nacional vuelva a coludirse con un Estado extranjero,
no se percibe de qué manera se atenúa o desaparece dicho riesgo expulsándolo del
territorio nacional. No existe, finalmente, una justificación moral para que el Estado
se deshaga de sus nacionales que han cometido un delito en su territorio. El principio
de personalidad, que hace posible la extradición activa de los nacionales, contradice
precisamente la razón de ser de esta pena.
Consideradas en los artículos 31º al 40º del Código Penal. Estas sanciones punitivas
limitan el ejercicio de determinados derechos económicos, políticos y civiles, así como
el disfrute total del tiempo libre.
La libertad es una facultad natural que tiene toda persona de obrar de una manera o de
otra o de abstenerse de obrar. Los derechos, en su acepción subjetiva, no vienen a ser
sino los instrumentos establecidos por el ordenamiento jurídico para ejercerla.
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la ampliación de los alcances de la inhabilitación responden a la necesidad de encontrar
alternativas a la pena privativa de libertad. En este sentido, el legislador señala que
“los elevados gastos que demandan la construcción y sostenimiento de un centro
penitenciario, obligan a imaginar nuevas formas de sanciones para los infractores que
no amenacen significativamente la paz social y la seguridad colectiva. A esta ventaja
de orden financiero, se agregan otras inherentes a su ejecución no carcelaria:
mantenimiento del condenado en el sistema social (disminución de riesgos de perdida
de la socialización), utilidad de la prestación o actividad desarrolladas por el
condenado (generación de beneficios sociales), disminución o neutralización de las
condiciones generadoras del ilícito (prevención de acuerdo con la situación),
concentración de esfuerzos en el tratamiento de los delincuentes llamados residuales
(racionalización de objetivos)12. La regulación de las penas limitativas de derechos
presenta algunos defectos de técnica legislativa que dificultan notablemente la
aplicación de las nuevas penas.
Así, en el art. 32, se establece que: “las penas limitativas de derechos previstas en los
dos primeros incisos (prestación de servicios a la comunidad y limitación de días
libres) se aplican como autónomas cuando están específicamente señaladas para cada
delito y también como substitutivas de la pena privativa de libertad cuando la sanción
sustituida a criterio del juez no sea superior a tres años”.
En efecto, cabe pensar, prima facie, que estas penas pueden, por un lado, sustituir las
penas privativas de libertad, de acuerdo con el art. 32 y, por otro lado, convertirlas de
acuerdo al art. 52. En realidad, se trata de dos caras de la misma moneda.
12NINO, C. S., Introducción al análisis del derecho, Barcelona 1983, p. 195.
Por un lado, estas penas puedan sustituir aparentemente penas privativas de libertad
superiores a un año, sin mayores requisitos que el límite de la pena (establecida por el
juzgador) y, por otro lado, se puedan convertir penas privativas de libertad con límites
cuantitativa y cualitativamente más estrictos (penas no mayores de un año y de carácter
conminado). Se trata finalmente, como señala Prado, de un lamentable error que debe
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ser corregido. Pero, a diferencia de lo que él parece dejar entrever, la fijación en un
año del límite de conversiones del art. 52 no es en realidad un error de redacción, sino
de política criminal al restringirse al máximo la aplicabilidad de estas penas como
penas substitutivas.
Son de tres clases: Prestación de servicios a la comunidad (variante especial del trabajo
correccional en libertad), limitación de días libres (el condenado sólo debe internarse
en un centro carcelario por periodos breves que tienen lugar los días sábados,
domingos o feriados) e inhabilitación (incapacidades o suspensiones que pueden
imponerse a un condenado). (art. 31).
a) Prestación de servicios a la comunidad:
Respecto a las características de esta pena cabe hacer algunas precisiones.
Primero, el contenido de la prestación realizable por el condenado puede
abarcar todo tipo de trabajos, incluido los trabajos calificados. De este modo,
la amplitud de opciones facilitará la tarea de ejecución. Sería además
discriminatorio establecer diferencias entre los trabajos calificados y no
calificados. El criterio decisivo para establecer el alcance de las prestaciones
susceptibles de ser comprendidas en la ejecución de la pena no es la calidad
de la prestación in abstracto, sino las condiciones personales del condenado.
El legislador, fuera de los pocos casos en que prevé esta sanción como pena
autónoma, deja en manos del juez la elección de la pena substitutiva de la pena
privativa de libertad. Pero la función substitutiva de la pena de prestación de
servicios a la comunidad no está sujeta a criterios jerárquicos que privilegie su
aplicación frente a otras penas. El problema que plantea el no ordenamiento
jerárquico de las penas substitutivas es cómo puede el juzgador formar su
decisión en favor de esta pena sin contar con los elementos necesarios para
establecer su idoneidad en el caso concreto. A diferencia de otros países, en
los que el órgano de ejecución y control cumple igualmente una función
consultativa, antes de la elección de la pena, en el caso nuestro la decisión es
más intuitiva.
15
considerado indispensable dicho requisito para salvar objeciones relacionadas
con la proscripción en los Convenios OIT del trabajo forzado. Hay sin
embargo más ficción que realidad en esta salida. La voluntad del condenado
es más un eufemismo legislativo frente al garrote de la pena privativa de
libertad substitutiva que pende sobre el condenado. Resulta difícil imaginar
que alguien prefiera la prisión que realizar un trabajo en favor de la
comunidad. Se trata, como dice Nino13, de una visión “voluntarista” que ha
devenido en un “respetable mito” pues en la práctica no tiene significación
alguna. Lo cierto es que, en el caso de nuestro país, el consentimiento del
condenado es más una necesidad de política criminal que una exigencia
constitucional. En efecto, frente a la exigencia del art. 23 de la Constitución
que establece que nadie está obligado a prestar un trabajo, sin su libre
consentimiento, sólo cabría interpretar a contrario dicha disposición para
considerar que esta pena requiere lógicamente del acuerdo del condenado. En
definitiva, esta condición tiene sentido dentro del marco de los fines de la pena.
Es indudable que, si se quiere que la pena tenga éxito, se debe contar con la
cooperación del delincuente. Imponerle verticalmente la ejecución de una
prestación no es el mejor método para intentar integrarlo o para reforzar su
responsabilidad social.
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social. Además, el efecto infamante, inherente a todo tipo de pena, puede ser
limitado si su ejecución se rodea de garantías (proporcionalidad, respeto de la
dignidad, prohibición de la arbitrariedad...).
b) Inhabilitación
El Código de 1991 presenta algunas modificaciones relevantes en el ámbito de la
pena de inhabilitación. Por ejemplo, se suprime ciertos supuestos de inhabilitación
previstos en el Código derogado como el de la pérdida de la pensión, montepío, y
otros ingresos. De esta manera se deja a la legislación administrativa la regulación
de las consecuencias derivadas de la comisión de un delito en conexión con estas
ventajas de orden pecuniario. Así mismo, es de considerar que el comiso puede
funcionar mejor, en el ámbito penal, para regular este tipo de situaciones de
obtención ilícita de ganancias.
14Una valoración crítica de las penas accesorias en FIGUEIREDO, J., p. 177 y ss. (nota 7).
17
las fuentes de peligro en la vida social, el legislador introdujo, en el art. 36, la
suspensión o cancelación del porte o uso de armas de fuego o de la autorización
para conducir cualquier tipo de vehículos. Del mismo modo, dejando de lado el
tratamiento de la interdicción civil en el ámbito penal, le dio el carácter de pena a
la declaración de incapacidad para el ejercicio de la patria potestad, tutela o
curatela.
15GRACIA MARTÍN, L./ BOLDOVA, M. A./ ALASTUEY, M., Las consecuencias jurídicas del delito, Valencia 1996
18
Una rápida revisión de las modalidades particulares de inhabilitación previstas en
el art. 36 del Código penal nos permite hacer las siguientes consideraciones:
19
comprender no sólo el derecho de ser elegido (más amplio que la incapacidad del
inc. 2), sino además el derecho de elegir. Derecho que por ser el más elemental
en la participación en la vida democrática del país, no puede ser negado a ningún
ciudadano. Es aquí donde los fines de la pena pierden todo sentido, saliendo a
relucir más bien su carácter infamante.
Con relación a la incapacidad para ejercer por cuenta propia o por
intermedio de tercero profesión, comercio, arte o industria, que deben
especificarse en la sentencia (inc. 4), sólo debemos relevar el tratamiento
uniforme de esta incapacidad durante la reforma: el juzgador debe precisar el tipo
de profesión, comercio, arte o industria, objeto de la inhabilitación. Ha de
establecerse un nexo de determinación entre la violación del deber de profesión,
comercio, arte o industria y la consecuencia jurídico penal. De otro modo, la
sanción será desproporcionada, criminógena (condena al hambre) e impropia en
su finalidad de aseguramiento17.
La incapacidad para el ejercicio de la patria potestad, tutela o curatela
(inc. 5) tiene dos alcances distintos. Primero, si la incapacidad recae sobre el
ejercicio de la patria potestad, por extensión motivada por las normas civiles,
alcanza igualmente el ejercicio de la tutela y curatela (arts. 515 y 568 CC). Pero,
segundo, la suspensión de cualquiera de estos dos últimos no implica
necesariamente una suspensión de la patria potestad. Es cierto que la violación del
deber de confianza en la tutela o curatela puede justificar el temor sobre la aptitud
del condenado para ejercer la patria potestad. En todo caso, el juez debe motivar
debidamente la extensión de esta modalidad de inhabilitación.
17JORGE BARREIRO, A., “El sistema de sanciones en el Código penal español de 1995
20
disposiciones administrativas, así como al comiso de los objetos del delito. Pero
esta forma de inhabilitación es más amplia en sus efectos preventivos si es
considerada como pena.
Además, resulta incomprensible que el legislador prevea esta pena tratándose de
un delito de homicidio culposo (art. 111 CP), y por el contrario omita preverlo
para el caso de un homicidio doloso (más aún si el arma fue el medio utilizado).
Es indudable la pertinencia y la conveniencia político criminal de la
suspensión o cancelación de la autorización para conducir cualquier tipo de
vehículo (inc. 7). Lo mismo podemos señalar de su aplicación, como pena
accesoria, en el caso de los delitos culposos de tránsito (art. 40). Sin embargo,
debemos formular tres observaciones. Primero, el legislador ha creado una
categoría de delitos que ha decidido llamar “delitos de tránsito”. Segundo, como
en el inciso anterior, el legislador prohíbe lo menos, pero permite lo más: sanciona
con una pena adicional las conductas culposas, pero deja de lado las conductas
dolosas que tengan como instrumento delictivo un vehículo. Piénsese por ejemplo
en un delito de omisión de prestar auxilios necesarios (art. 127 CP), de huida
después de haber herido o incapacitado a una persona (art. 126 CP), o
simplemente el hurto de uso de un vehículo (art. 187 CP). La fórmula adoptada
en el Anteproyecto de la parte general del Código penal suizo es, en todo caso,
más adecuada45. Tercero, el legislador se queda corto previendo únicamente la
suspensión o cancelación de las autorizaciones ya concedidas. Le hubiera dado un
mayor alcance preventivo a esta modalidad de inhabilitación si contemplaba
también la incapacidad para obtener la autorización.
18JORGE BARREIRO, A., “El sistema de sanciones en el Código penal español de 1995.
2.2.4. Multa
La pena de multa obliga al condenado a pagar al Estado una suma de dinero fijada en
días multa. El importe del día multa es equivalente al ingreso promedio diario del
condenado y se determina atendiendo a su patrimonio, renta, remuneraciones, nivel de
gasto y demás signos exteriores de riqueza19.
21
del delito y la situación económica del delincuente. Ello se ve reforzado en el articulo
45° y 46°, referente a la determinación de la pena aplicable a la multa.
No está demás recordar que la multa goza de todas las características de la pena.
Aunque su determinación esté influenciada en mayor medida por la situación
económica del penado, y esté delimitada por la naturaleza del delito.
El artículo 45°-A establece que la pena se determina dentro de los límites fijados por
ley; por tanto, es claro que la pena debe individualizarse dentro de un marco legal. En
ese orden, el límite máximo es legal y el límite mínimo también es legal. La ley, y no
los jueces, fija los límites legales20.
22
circunstancias (…) agravantes cualificadas, la pena concreta se determina de
la siguiente manera: (b). Tratándose de circunstancias agravantes, la pena
concreta se determina por encima del tercio superior”; en ese orden, se fija
un nuevo marco legal, en el que el nuevo mínimo legal es el anterior
máximo legal; y el nuevo máximo legal límite corresponde al
porcentaje legal tasado a cada circunstancias agravante cualificada ya sea por
condición del sujeto (art. 46-A), reincidencia (art. 46-B), habitualidad (art. 46-
C), uso de menores en la comisión de delitos (art. 46-D), por abuso de
parentesco (Art. 46-E).
21
MUÑOZ CONDE, Francisco. Adiciones al Tratado de Derecho Penal Parte General, Bosch Barcelona. 1980.
Cuando una sola acción infringe varias normas o tipos, afectando varios bienes
jurídicos, se aplica la pena correspondiente al tipo penal más severo (Art.49 del C.P.).
23
Si el condenado no cumple injustificadamente con la pena convertida y no obstante el
apercibimiento persiste, el Juez debe revocar la conversión, descontando lo que
corresponda, para el cumplimiento del saldo de pena (Art.53 del C.P.)
Los requisitos esenciales para que esta conversión sea procedente y pueda decidirla el
juez son dos:
En primer término, se toma en cuenta el “tipo de pena concreta interpuesta”, vale decir,
que en ningún caso debe ser superior a cuatro años de pena privativa de libertad. La
ley establece específicamente que, para la conversión por multa, el término máximo
para la pena privativa de libertad no debe superar los dos años.
22ROMERO SOTO, Enrique. Derecho penal Parte General, Vol. II. Bogotá 1969.
de las dos opciones calza en la posibilidad del caso concreto, entonces, la pena no va a
ser superior, siendo efectiva a cuatro años de reclusión, pues puede optar por la
conversión de penas, lo que convierte a esta medida como decíamos anteriormente en
una medida de carácter subsidiaria.
24
por cada fin de semana, en un establecimiento organizado con fines educativos y sin
las características de un centro carcelario.
25
De conformidad con el artículo 57° del Código Penal, el Juez puede suspender la
ejecución de la pena privativa de la libertad por un plazo de 1 a 3 años. Este plazo es
denominado período de prueba, donde el condenado obligatoriamente deberá cumplir
con las reglas de conducta impuesta en la sentencia, caso contrario implicaría una
conducta renuente a las reglas que el mismo había aceptado, bajo apercibimiento de
ser revocada en caso de incumplimiento.
26
Lavado de activos, Soborno transnacional.
Violencia intrafamiliar, Hurto calificado, Extorsión.
Lesiones personales con deformidad causadas con elemento corrosivo.
Violación ilícita de comunicaciones.
Violación ilícita de comunicaciones o correspondencia de carácter oficial.
Trata de personas, Apología al genocidio.
Lesiones personales por pérdida anatómica o funcional de un órgano o miembro.
Desplazamiento forzado, Tráfico de migrantes.
Testaferrato, Enriquecimiento ilícito de particulares.
Apoderamiento de hidrocarburos, sus derivados, biocombustibles o mezclas que
los contengan.
Receptación, Instigación a delinquir.
Empleo o lanzamiento de sustancias u objetos peligrosos.
Fabricación, importación, tráfico, posesión o uso de armas químicas, biológicas y
nucleares.
Delitos relacionados con el tráfico de estupefacientes y otras infracciones.
Espionaje, Rebelión.
Usurpación de inmuebles, Falsificación de moneda nacional o extranjera.
Exportación o importación ficticia, Evasión fiscal.
Contrabando agravado, Contrabando de hidrocarburos y sus derivados.
Ayuda e instigación al empleo, producción y transferencia de minas antipersonal.
27
Revocar la suspensión de la medida. Tratándose de la comisión por parte del
condenado, de un nuevo delito doloso cuya pena de libertad sea superior a los
tres años, la revocatoria de la suspensión será obligatoria para el Juez (Art.60 )25.
25
Artículo 60° del Código Penal Peruano.
28
pena privativa de libertad de corta duración, a las de multa y a la pena limitativa de
derechos.
Que el delito este conminado con una pena privativa de libertad no mayor de
tres años o multa;
26
Artículo 62° del Código Penal Peruano.
29
Esta calificación no debe llevar, sin embargo, al falso entendimiento de que se está
ante un acto de gracia judicial, en el que el juez puede liberar a discreción de la pena.
La exención de pena cuenta con un fundamento objetivo que resulta necesario
determinar en cada caso para su efectivo otorgamiento.
Procede eximir de sanción en los casos en que el delito esté previsto en la ley con
pena privativa de libertad no mayor de dos años o con pena limitativa de derecho o
multa, si la responsabilidad del agente fuere mínima.
2.9. Rehabilitación
Consiste en la restitución del condenado al status jurídico en que se encontraba antes
de proferirse la sentencia. La rehabilitación es automática. Constituye un medio
legal que anula los efectos penales de la sentencia condenatoria en la persona del
sentenciado. Se extiende a penas y medidas de seguridad. Sus efectos abarcan la
restitución en el ejercicio de los derechos suspendidos con la condena, así como la
cancelación de antecedentes penales. Sin embargo, ella no puede reponer en los
cargos o funciones que le fueron suprimidos al condenado.
27
Artículo 68° del Código Penal Peruano.
“Artículo 69. Rehabilitación automática28:
El que ha cumplido la pena o medida de seguridad que le fue impuesta, o que de otro
modo ha extinguido su responsabilidad, queda rehabilitado sin más trámite, cuando
además haya cancelado el íntegro de la reparación civil.
La rehabilitación produce los efectos siguientes:
1. Restituye a la persona en los derechos suspendidos o restringidos por la sentencia.
No produce el efecto de reponer en los cargos, comisiones o empleos de los que se le
privó; y,
2. La cancelación de los antecedentes penales, judiciales y policiales. Los certificados
correspondientes no deben expresar la pena rehabilitada ni la rehabilitación.
Tratándose de pena privativa de libertad impuesta por la comisión de delito doloso, la
cancelación de antecedentes penales, judiciales y policiales será provisional hasta por
30
cinco años. Vencido dicho plazo y sin que medie reincidencia o habitualidad, la
cancelación será definitiva.
La rehabilitación automática no opera cuando se trate de inhabilitación perpetua
impuesta por la comisión de los delitos previstos en los artículos 296, 296-A primer,
segundo y cuarto párrafo; 296-B, 297; o por la comisión de cualquiera de los delitos
contra la Administración Pública; o por los delitos previstos en los capítulos IX, X y
XI del Título IV del Libro Segundo del Código Penal así como el artículo 4-A del
Decreto Ley 25475 y los delitos previstos en los artículos 1, 2 y 3 del Decreto
Legislativo 1106, en cuyos casos la rehabilitación puede ser declarada por el órgano
jurisdiccional que dictó la condena luego de transcurridos veinte años, conforme al
artículo 59-B del Código de Ejecución Penal.”
28
Artículo 69° del Código Penal Peruano.
Debe satisfacer básicamente necesidades de prevención especial, pues se trata de
condicionar conductas adaptativas en sujetos que con motivo de su estado
psiquiátrico realizaron un tipo penal sin cometer delito por inimputables.
Nuestra legislación contempla dos tipos de medidas de seguridad: Internación y
Tratamiento Ambulatorio
31
Es el Ministerio Público a través del Fiscal, órgano público, el encargado de ejercer la
acción penal en los delitos de acción pública, que son la mayoría, y el ofendido, o sus
representantes legales, en los de acción privada.
Los delitos de acción pública son entre otros, el homicidio, las lesiones múltiples,
graves o reiteradas y el robo, que se deducen aún sin acusación privada. Los de
instancia privada son los referidos a delitos como violación o abusos deshonestos,
donde, si bien se necesita que la acción la promueva el agraviado o su representante
legal, luego la investigación continúa de oficio. Los privados son las injurias y
calumnias, la violación de secretos y correspondencia, la violación de los deberes de
asistencia familiar y la competencia desleal.
29ROMERO SOTO, Enrique. Derecho penal Parte General, Vol. II. Bogotá 1969.
3.-El indulto; Consiste el indulto en la gracia otorgada por el Jefe de Estado a los
condenados por sentencia firme remitiéndoles toda la pena impuesta o parte de ella,
o conmutándola por otra de menor gravedad.
4.-La prescripción: Es el instituto de naturaleza procesal por el cual el transcurso
del tiempo, computado desde la comisión del injusto, convierte la persecución penal
en innecesaria por extemporánea. Se trata de la "pérdida de la pretensión punitiva
del estado por haber dejado pasar el tiempo sin ejercer la acción penal"
5.-La cosa juzgada; Nadie puede ser perseguido por segunda vez en razón de un
hecho punible sobre el cual se falló definitivamente.
6.-La exención de pena; se encuentra regulada en el artículo 68 del CP, en donde
se le otorga al juez la facultad de eximir de pena cuando la responsabilidad del
32
agente fuese mínima en un delito previsto en la ley con pena privativa de libertad
no mayor de dos años o con pena limitativa de derechos o con multa.
7.-El perdón del ofendido; o del legitimado para otorgarlo extingue la acción penal
respecto de los delitos que se persiguen por querella, siempre que se conceda ante
el Ministerio Público si este no ha ejercitado la misma o ante el órgano jurisdiccional
antes de dictarse sentencia de segunda instancia.
30ROMERO SOTO, Enrique. Derecho penal Parte General, Vol. II. Bogotá 1969.
CONCLUSIONES
El Derecho Penal precisa las sanciones, qué deben consistir las penas o las medidas de
seguridad, estableciendo su índole, su intensidad y propósito de cara a la sociedad y al
orden jurídico.
Esta rápida revisión de nuestro sistema de penas nos ha servido para mostrar los
avances, pero también los límites de una de un sistema concebido como un mosaico.
La constatación de múltiples incoherencias evidencia la complejidad en la tarea de
hacer un sistema diversificado, jerarquizado, con múltiples funciones y respetuoso de
las garantías de un Estado liberal y de derecho.
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Si bien los autores del Código penal vigente se preocuparon por enriquecer el arsenal
de sanciones recurriendo a otras modalidades de punición, lo cierto es que la pena
privativa de libertad sigue conservando su importancia en el sistema. Las nuevas penas
diseñadas como alternativas a la privación de libertad son el producto de una hipótesis
de trabajo falsa: la introducción de nuevas penas puede influir en la atenuación de la
severidad, inherente a las penas privativas de libertad. La falsedad de la hipótesis
radica en el hecho que, si las penas privativas de libertad tienen, en la parte especial,
mínimos altos, penas como la prestación de servicio a la comunidad o la limitación de
días libres no pueden funcionar como verdaderas alternativas.
A esta dificultad se aúna el hecho que aun las nuevas penas puedan adquirir las
características de penas de larga duración, imponibles sin ningún criterio racional y
dentro de la total incertidumbre. La pena concebida de manera polivalente en la parte
general del Código se ve confrontada con penas tan desconcertantes como la
expatriación de nacionales.
A pesar de todo, el modelo original del Código de 1991 trajo consigo algunas
innovaciones interesantes y que relativizaron, teóricamente, la importancia de la multa
como segunda pena, después de la pena privativa de libertad. El reto consiste en
determinar en qué medida serán capaces, en la práctica, de hacer posible dicho
objetivo. Así mismo, la conversión de penas no es otra cosa que la conmutación de la
pena privativa de libertad impuesta en la sentencia por una sanción de distinta
naturaleza. Es de destacar que se trata de una medida de uso facultativo para el Juez.
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