1) Leé el siguiente texto y construí otro con las ideas que aparecen ahí
Darwin nos informó que somos primos
de los monos, no de los ángeles.
Después supimos que veníamos de la
selva africana y que ninguna cigüeña
nos había traído de París.
Y no hace mucho nos enteramos de
que nuestros genes son casi igualitos
a los genes de los ratones.
Ya no sabemos si somos obras maestras de Dios
o chistes malos del Diablo.
Nosotros, los humanitos:
los exterminadores de todo,
los cazadores del prójimo,
los creadores de la bomba atómica, la bomba del hidrógeno
y la bomba de neutrones,
que es la más saludable de todas
porque liquida a las personas,
pero deja intactas las cosas,
los únicos animales que inventan máquinas,
los únicos que viven al servicio de las máquinas que inventan,
los únicos que devoran su casa,
los únicos que envenenan el agua que les da de beber
y la tierra que les da de comer,
los únicos capaces de alquilarse o venderse
y de alquilar o vender a sus semejantes,
los únicos que matan por placer,
los únicos que torturan,
los únicos que violan.
Y también:
los únicos que ríen,
los únicos que sueñan despiertos,
los que hacen seda de la baba del gusano,
los que convierten la basura en hermosura,
los que descubren colores que el arcoíris no conoce,
los que dan nuevas músicas a las voces del mundo
y crean palabras, para que no sean mudas
la realidad ni su memoria.
¿Por qué somos humanos?
Por Andrés ABAjo gonzález Educador de museos, especialista en divulgación sobre evolución humana (Grupo Evento) ¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? Probablemente estas sean algunas de las preguntas más repetidas a lo largo de la historia de la ciencia y a las que los estudiosos del origen y la evolución de los humanos todavía hoy intentan dar respuesta. Sin embargo, y pese a los grandes avances que se han producido en las últimas décadas en esta materia, aún no ha sido posible resolver todas las incógnitas que rodean nuestro origen y el lugar que ocupamos en el planeta. Echar un simple vistazo a nuestro alrededor y observar el mundo que nos rodea nos puede ayudar a dar respuesta a algunas de estas preguntas. Al compararnos con el resto de los animales nos daremos cuenta de que compartimos con ellos muchos rasgos básicos de su anatomía, fisiología y estructura química. Podemos afirmar, por lo tanto, que somos animales. Además, somos animales con un esqueleto que proporciona soporte y sustento a los tejidos blandos, por lo que nos podemos considerar animales vertebrados. La presencia de pelo y de glándulas mamarias nos define como mamíferos. Al compararnos con ellos, observamos que con los que mayores semejanzas guardamos son los primates. El orden de los primates aparece hace unos 70 millones de años, y de ellos hoy encontramos más de doscientas especies diferentes. Poseen algunas singularidades que podemos observar en nosotros mismos: • Tenemos un cerebro realmente grande comparado con el tamaño de nuestro cuerpo. • Los dedos de nuestras manos no finalizan en pezuñas ni garras, lo que nos permite manipular pequeños objetos con las yemas o incluso desparasitar a otros miembros del grupo, fortaleciéndose así las relaciones sociales y la cohesión. • El dedo pulgar de nuestra mano es oponible, de forma que podemos agarrar objetos o las ramas de los árboles para desplazarnos a través de ellas. • Para movernos con destreza en este entorno hemos adquirido una visión espacial tridimensional, proporcionada gracias a la situación frontal de los ojos.
Entre todos los primates, nosotros formamos parte de la
superfamilia Hominoidea, que incluye a los simios y a los humanos. Dentro de esta gran familia, nos encontramos incluidos en una de las grandes ramas de este árbol, la familia Hominidae (los homínidos), que solo engloba a los grandes simios (orangutanes, gorilas, chimpancés) y a los humanos. De esta rama surgirá otra aún más reducida, la de la subfamilia Homininae, subdividida, a su vez, en tres ramas menores: la de los gorilas, la de los chimpancés y la de los humanos. A la rama de los humanos actuales y sus antepasados se le conoce con el nombre de la tribu de los Hominini, los homininos, con el que se alude a los primates bípedos. Por lo tanto, nuestros parientes más cercanos dentro del orden de los primates son los gorilas y los chimpancés. De hecho, chimpancés y humanos tienen en común casi el 99 % de la secuencia básica del ADN, lo que demostraría que ambos han compartido un antepasado. A través de los estudios genéticos, es posible calcular el tiempo que ha transcurrido desde la separación de dos secuencias de ADN diferentes, de forma que se puede estimar también cuándo se ha producido la separación evolutiva de dos especies. En el caso de chimpancés y humanos, se calcula que la divergencia de los linajes se produjo entre 7 y 5 millones de años. Todos, en un momento u otro, hemos escuchado la afirmación “los humanos descendemos del mono”. En realidad, con ello se suele aludir al hecho de que los humanos descendemos, evolutivamente hablando, de un primate. Sin embargo, la idea de que venimos del mono está mal entendida. Una especie de mono actual no ha evolucionado en un humano actual, sino que si pudiésemos rastrear sus líneas evolutivas, descubriríamos que ambos tuvimos un antepasado en común. Procedemos de un antepasado primate, pero no procedemos de ninguna especie de mono que se encuentre actualmente viva. Entonces, ¿es posible que los chimpancés-monos actuales puedan evolucionar en un futuro en un ser humano? En realidad, nunca salieron humanos de los chimpancés. Los chimpancés no son nuestros antepasados evolutivos, sino que ambas especies procedemos de un antepasado en común, a partir del cual cada linaje siguió su propio camino evolutivo.