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y Pablo Sagarra
EL LIBRO
DEL
SOLDADO
DE LA WEHRMACHT
Introducción .............................................................................................. 11
Bibliografía................................................................................................ 227
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Introducción
D
ADA la historicidad de nuestra naturaleza humana, debemos se-
guir tendiendo la vista hacia el pasado. Estaríamos desubicados, en
nuestro inquietante tiempo presente, si no entendiéramos los avan-
ces y retrocesos ocurridos en el anterior siglo xx. Para saber hacia dónde se
dirige nuestra sociedad, hay que conocer la fractura, europea y mundial, que
supuso la Segunda Guerra Mundial.
Entre 1939 y 1945 el planeta se lanzó a la autodestrucción. Con raíces en
la «absurda Gran Guerra» de 1914 a 1918, países totalitarios y democráticos,
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EL EQUIPO DEL SOLDADO
ALEMÁN
E
n el uniforme alemán, cuya estética se cuidó con esmero desde la época
prusiana, anterior a la unificación de 1871, el símbolo más visible era el
águila del pecho, la denominada Hoheitabzeichen o emblema de sobera-
nía. La lucían todos los rangos encima del bolsillo pectoral derecho, en la mayor
parte de las prendas de uniforme, e identificaba al portador como apto para llevar
armas. La versión que usaba el ejército fue introducida el 17 de febrero de 1934,
con efecto del 1 de mayo, y representaba un águila con las alas rectas, extendidas,
agarrando una esvástica rodeada por un círculo. La Luftwaffe (al igual que la Wa-
ffen-SS) introdujo su propio estilo: el águila no era estática, sino que extendía sus
alas en una postura dinámica, sujetando con sus garras una esvástica sin círculo.
Tras las disposiciones del 8 de abril de 1935, comenzaron a aparecer las
distintas prendas del nuevo uniforme alemán. En realidad, estos uniformes
e insignias eran una continuación de las tradiciones de los precursores de la
Wehrmacht. A finales de 1935 quedaron regulados los principales modelos de
uniforme. El color básico era un gris verdoso, introducido el 2 de julio de
1929, al que se le denominó Feldgrau (gris de campaña).
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y visera, en un intento de eliminar cualquier saliente del casco que pudiese engan-
charse durante el salto y dañar fatalmente los atalajes del paracaídas.
A pesar de que el acabado de los cascos era mate, con el uso la pintura desa-
parecía, dando lugar a brillos que suponían un peligro para el soldado, al poder
ser avistado por el enemigo. Para evitar este riesgo, el combatiente de la Wehr-
macht ideó fórmulas de camuflaje: desde aplicar barro mezclado con pintura a la
superficie hasta emplear alambre o telas metálicas de gallinero para sostener fo-
llaje. Hasta se llegó a utilizar pasta de dientes para camuflar los cascos en zonas
nevadas. Durante los primeros meses de la guerra, la correa de la denominada
bolsa de pan se disponía de manera ingeniosa alrededor del casco para facilitar
la colocación de hojas o ramas. Pero a medida que el conflicto avanzó, se sumi-
nistraron redes y forros de camuflaje de doble cara (blanco y camuflado), aunque
su distribución se reservó principalmente a tropas de élite y de primera línea.
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El soldado de la imagen, armado con el legendario fusil Karabiner 98k (carabina corta mo-
delo 1898), muestra buena parte del equipo del soldado alemán en 1939: tres cartucheras
de cuero negro a cada lado del ceñidor, cantimplora, botas de marcha, casco con calca con
los colores del Reich y gorro de campaña. Sus pantalones son de paño gris; no se confec-
cionaron con paño Feldgrau hasta 1940. Nótese la presencia de la bolsa de la capa antigás
(antihiperita), de un solo uso, colgada sobre el pecho. A diferencia de lo ocurrido en la
Gran Guerra, en la Segunda Guerra Mundial no se usaron armas químicas.
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