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Temas del desarrollo

1. El Tratado de Versalles, en qué consistió y qué significó para Alemania.

2. ¿Cuá les terrenos les fueron quitados a Alemania en el Tratado de Versalles?

3. Contexto Político, social y econó mico de Alemania luego de la Primera Guerra


Mundial.

4. Principales Partidos Políticos de Alemania en la década de 1920-1930.

5. Elecciones Parlamentarias de 1932.

6. Acuerdo del Partido Nazi con el Partido de Gobierno en 1933.

7. Hitler nombrado Canciller.

8. Destrucció n de la democracia en Alemania.

9. Hitler proclamado como el Fü hrer (líder) de Alemania.

10. Primera medida de Hitler como Fü hrer de Alemania y el retiro de Alemania del
Tratado de Versalles.

11. ¿Cuá l fue la estrategia utilizada por los Nazi para justificar la invació n a Polonia y
marcar el inicio de la Segunda Guerra Mundial?
El Tratado de Versalles puso fin a la Primera Guerra Mundial y desató la Segunda
Los países europeos decidieron castigar duramente a Alemania por su papel en la
Primera Guerra Mundial, un acuerdo que pronto atormentaría al mundo.

El 28 de junio de 1919, a las afueras de París, los dignatarios europeos se congregaron


en el Palacio de Versalles para firmar uno de los tratados má s odiados de la historia. El
Tratado de Versalles puso fin formalmente a la Primera Guerra Mundial y, al mismo
tiempo, sentó las bases de la Segunda Guerra Mundial. Aunque fue precedido de una
conferencia de paz que duró má s de un añ o, no gustó a ninguno de los países firmantes.

Má s de 65 millones de personas habían combatido en la Primera Guerra Mundial, que se


cobró la vida de má s de 8,5 millones de miembros del ejército y de al menos 6,6
millones de civiles. La guerra diezmó tierras agrícolas, ciudades y campos de batalla de
toda Europa. Y, segú n muchos, Alemania fue la culpable. A pesar de que los
historiadores contemporá neos aú n está n divididos respecto a quién fue el responsable
de la Primera Guerra Mundial, el tratado culpó y castigó a Alemania.
¿Cuáles terrenos les fueron quitados a Alemania en el Tratado de Versalles?
Alemania quedó estigmatizada. El Tratado reorganizó Europa y creó la Sociedad de
Naciones (SDN).
 Alemania, perdió sus colonias y quedó amputada en un 15% de su territorio.
 La regió n de Renania fue ocupada y desmilitarizada, y la nueva Sociedad de las
Naciones se apropió de las colonias alemanas.
 Alsacia-Lorena fue devuelta a Francia.
 Sarre quedó bajo control de la SDN durante 15 añ os.
 Polonia, reconstituida, se anexionó Posnania y Prusia occidental.
 Prusia oriental fue separada del resto de Alemania por el Corredor Polaco.
Las fuerzas terrestres alemanas quedaron limitadas a 100.000 soldados y el servicio
militar fue abolido.
En 1920, el Senado estadounidense --dominado por la oposició n-- rechazó ratificar el
tratado y Estados Unidos tuvo que retirarse de la SDN, lo que debilitó la organizació n,
pero en 1921, la conferencia de Londres estableció en 132.000 marcos de oro el monto
de las "reparaciones" a los Aliados, equivalentes a 33.000 millones de euros,
fundamentalmente a Francia.
Alemania fue obligada a someter a juicio a su emperador, Guillermo II, por crímenes de
guerra.
Los alemanes eran incapaces de garantizar sus obligaciones. Para forzarlos, las tropas
francesas ocuparon el Ruhr en 1923 y el país se sumió aú n má s en el caos econó mico y
la hiperinflació n.
¿Cómo era la vida en Alemania a principios de la década de 1920?
En Alemania, la primera parte de la década de 1920 fue una época de malestar social,
econó mico y político. Este malestar fue resultado directo de la Primera Guerra Mundial
(1914-1918). Alemania perdió la guerra y como resultado, el imperio alemá n se colapsó
y fue reemplazado por una nueva repú blica democrá tica. Este nuevo gobierno alemá n
se conoció como la Repú blica de Weimar. En junio de 1919, los líderes alemanes de la
Repú blica de Weimar fueron obligados a firmar el tratado de Versalles, que castigaba a
Alemania por haber iniciado la Primera Guerra Mundial.
A principios de la década de 1920, la Repú blica de Weimar (1918-1933) se enfrentó a
problemas políticos y econó micos. La devastació n de la guerra había provocado una
crisis econó mica. La deuda de guerra de Alemania causó hiperinflació n y la devaluació n
de la moneda.
También hubo movimientos políticos que iban desde la extrema izquierda hasta la
extrema derecha del espectro político, y cuyo objetivo era tratar de derrocar al nuevo
gobierno.
Sus miembros actuaban en reacció n al descontento existente en Alemania después de la
primera guerra mundial, pero también sembraban y fomentaban el descontento y, en
ocasiones, incluso la violencia. Un grupo que causó alarma en particular fue el Partido
Comunista Alemá n. El Partido Nazi era un nuevo grupo político mucho menos
prominente.
¿Cómo era el Partido Nazi en la década de 1920?
El Partido Nazi fue uno de muchos movimientos políticos radicales nuevos que
surgieron en Alemania durante la década de 1920. El Partido Nazi tenía su sede en la
ciudad de Munich. Sin embargo, el movimiento recibió la atenció n de toda Alemania en
noviembre de 1923. En ese mes, los nazis —encabezados por Adolf Hitler— trataron de
tomar el poder por medio de la violencia. Este fallido golpe de estado se conoce como el
Putsch de la Cervecería.
Hitler y los nazis cambiaron de tá ctica después de que fracasaron en su intento de
derrocar al gobierno por medios violentos. A partir de mediados de la década de 1920,
enfocaron sus esfuerzos en ganar elecciones, pero el Partido Nazi no logró atraer
votantes de inmediato. En 1928, el Partido Nazi obtuvo menos del 3% del voto nacional
en las elecciones para el parlamento alemá n.
Sin embargo, a partir de 1930, el Partido Nazi empezó a ganar má s votos. Su éxito se
debió en gran medida a la crisis econó mica y política de Alemania.
¿Quién fue Aldolf Hitler, el líder del Partido Nazi?
Adolf Hitler (Braunau am Inn, Austria-Hungría, 20 de abril de 1889 - Berlín, Alemania,
30 de abril de 1945) fue el líder del movimiento nazi y acabó convirtiéndose en el
dictador de Alemania. Ganó poder y popularidad durante los añ os de la Gran Depresió n
gracias a su oratoria propagandística hasta erigirse como má ximo responsable político
durante el Tercer Reich. Las ansias expansionistas del Fü hrer fueron la causa del inicio
la Segunda Guerra Mundial con la invasió n de Polonia. Junto a otras potencias de Eje,
como la Italia de Mussolini, se anexionó gran parte de Europa y el Norte de Á frica. Su
racismo y antisemitismo le llevaron a ordenar terribles limpiezas étnicas en campos de
concentració n y exterminio como Auschwitz en lo que se conoce como Holocausto.
Aunque se llevaron a cabo varios atentados contra Hitler, habría que esperar a su
suicidio en su bú nker, cuando las tropas soviéticas tomaron Berlín en 1945 y Alemania
dio por perdida la Segunda Guerra Mundial.
¿Cómo era la situación económica y política de Alemania a principios de la década
de 1930?
A principios de la década de 1930, Alemania se encontraba en una crisis econó mica y
política.
A partir del otoñ o de 1929 hubo una crisis econó mica mundial conocida como la Gran
Depresió n. Millones de alemanes perdieron sus empleos. El desempleo, el hambre, la
pobreza y la indigencia se volvieron graves problemas en Alemania a principios de la
década de 1930.
El gobierno alemá n no pudo resolver los problemas causados por la Gran Depresió n.
Alemania estaba dividida políticamente. Esto hizo casi imposible que se aprobaran leyes
nuevas, debido a los desacuerdos en el parlamento alemá n. Muchos alemanes perdieron
la fe en la capacidad de sus dirigentes para gobernar.
Los grupos políticos radicales como el Partido Nazi y el Partido Comunista, adquirieron
má s prominencia y se aprovecharon del caos econó mico y político. Utilizaron la
propaganda para atraer a los alemanes que estaban hartos del estancamiento político.
¿Cómo atrajeron a los votantes Adolf Hitler y el Partido Nazi a principios de la
década de 1930?
Alemania celebró elecciones parlamentarias en septiembre de 1930. Para entonces, la
Gran Depresió n llevaba casi un añ o. Los nazis ganaron 18% de la votació n. Esto sacudió
a algunos alemanes, especialmente a quienes reconocían que los nazis constituían un
movimiento político marginal y extremista.
Adolf Hitler y los nazis obtuvieron seguidores por medio de sus promesas de crear una
Alemania fuerte. Los nazis prometían lo siguiente:
 Arreglar la economía y volver a poner a la gente a trabajar.
 Devolver a Alemania a su posició n de gran potencia europea e incluso mundial.
 Recuperar el territorio que Alemania había perdido en la Primera Guerra
Mundial.
 Crear un gobierno alemá n fuerte y autoritario.
 Unir a todos los alemanes bajo criterios raciales y étnicos.
Los nazis manipularon las esperanzas, temores y prejuicios de la gente. También
ofrecieron chivos expiatorios, ya que falsamente afirmaron que los judíos y los
comunistas eran los responsables de los problemas de Alemania. Esta afirmació n era
parte de los ideología antisemita y racista de los nazis.
¿Cómo llegó Hitler al poder en 1933?
Los nazis siguieron atrayendo votantes a principios de la década de 1930. En las
elecciones parlamentarias de julio de 1932, los nazis ganaron el 37% de la votació n.
Estos fueron má s votos que los que recibió ningú n otro partido. En noviembre de 1932,
la proporció n de los nazis bajó a un 33%. Sin embargo, siguieron siendo má s votos que
los que recibió ningú n otro partido.
Los éxitos electorales del Partido Nazi hicieron que fuera difícil gobernar al país sin
ellos. Hitler y los nazis se rehusaron a colaborar con otros partidos políticos. Hitler
exigió ser nombrado canciller. Al principio, el presidente alemá n Paul von Hindenburg
se opuso a esta exigencia. Sin embargo, finalmente cedió y nombró a Hitler canciller de
Alemania el 30 de enero de 1933.
Hindenburg nombró a Hitler para este puesto como resultado de un acuerdo político.
Algunos políticos conservadores convencieron al presidente Hindenburg de darle el
nombramiento, ya que querían aprovechar la popularidad del Partido Nazi para sus
propios fines. Se equivocaron al pensar que podrían controlar a Hitler.
En enero de 1933, Hitler no se convirtió de inmediato en dictador. Cuando se convirtió
en canciller, la constitució n democrá tica de Alemania todavía estaba en vigor. Sin
embargo, Hitler transformó a Alemania por medio de su manipulació n del sistema
político democrá tico. Hitler y otros líderes nazis aprovecharon las leyes vigentes para
destruir la democracia alemana y crear una dictadura.
El presidente Hindenburg murió en agosto de 1934. Hitler se proclamó Fü hrer (líder) de
Alemania. A partir de ese momento, Hitler fue el dictador de Alemania.
Sobre el térmno¨Führer¨, apodo con que a Hitler lo identificaron.
Contrariamente a lo que mucha gente cree, Fü hrer no es sinó nimo de dictador. Es una
palabra alemana que significa jefe, líder, guía, conductor, y que se utiliza comú nmente
para referirse a jefes de cualquier tipo en cualquier á rea de actividad.
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
La Segunda Guerra Mundial fue el conflicto bélico má s importante del siglo XX. Entre
1939 y 1945, Europa vivió el enfrentamiento de dos grandes alianzas: las potencias del
Eje, con Alemania, Italia y Japón como principales protagonistas, y los Aliados, con
Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Rusia, entre otros. Desde el comienzo de la
guerra con la invasió n de Polonia y las posteriores guerras relá mpago desarrolladas por
los nazis hasta el Día de la Victoria, tuvieron lugar batallas de relevancia como
Dunkerque, Stalingrado, Iwo Jima o Berlín, así como asesinatos masivos como el
Holocausto o el bombardeo de Hiroshima y Nagasaki. La pérdida en vidas humanas se
cifra entre 50 y 70 millones de personas, al tiempo que el Viejo Continente quedó
dividido en dos bloques antagó nicos. Descubre có mo la mayor alianza militar de la
historia fue capaz de frenar el ascenso del nazismo y el fascismo y aprende má s sobre
personajes decisivos como Churchill, Stalin, Hitler, Mussolini o Goebbels.

LA INVASIÓN DE POLONIA
El comienzo de la segunda guerra mundial.

El 1 de septiembre de 1939, Adolf Hitler anunció la invasió n de Polonia después que


soldados regulares de este país hubieran, presuntamente, atacado territorio alemá n. En
realidad, todo fue un montaje nazi para justificar la invasió n del país vecino.
Como casi todas las guerras, la Segunda Guerra Mundial empezó con una mentira. Segú n
palabras del propio Adolf Hitler el 1 de septiembre de 1939 frente al Reichstag alemá n:
"Esta noche, soldados regulares polacos han disparado por primera vez contra nuestro
territorio". Al finalizar la Primera Guerra Mundial y tras la firma del Tratado de
Versalles, el siglo XX será testigo del ascenso en Europa de regímenes totalitarios como
el fascismo en Italia o el nazismo en Alemania.
Los vencedores de la contienda, Gran Bretañ a, Francia y E.E.U.U., eran los grandes
beneficiados de las condiciones impuestas en la Conferencia de Paris de 1919. Sin
embargo, Alemania, creía firmemente en la teoría del "espacio vital" (Lebensraum)
creada por el geó grafo alemá n Friedrich Ratzel, y que consistía en la anexió n de
territorios con el propó sito final de alcanzar el desarrollo de un país, en este caso, de
territorios de habla alemana situados en otros países. Hitler combinó parte de esta idea
con sus peculiares concepciones racistas, que contaban, a su vez, con un trasfondo social
y cultural. La conquista de este espacio vital encaminó los esfuerzos del fü hrer para dar
su particular sentido a la guerra que se desataría en septiembre de 1939.
CONTRA EL TRATADO DE VERSALLES
Así pues, tras su toma del poder en 1933, Adolf Hitler retiró a Alemania de la Sociedad
de Naciones y de la Conferencia de Desarme. En enero de 1935, la Sociedad de Naciones
celebró un plebiscito en el Sarre, un territorio que había pertenecido a Alemania y que
ahora era administrado por este organismo internacional, sobre su posible
reincorporació n al país germano. En medio de una intensa agitació n, el 13 de enero de
1935, con un voto favorable del 90,73%, el Sarre fue reincorporado a Alemania el 17 del
mismo mes. Dos meses después, en marzo de 1935, Hitler rechazó las clá usulas del
Tratado de Versalles, que pretendían mantener a Alemania desarmada, y a pesar de los
acuerdos alcanzados en Locarno en 1926 por los que Alemania, Francia, Bélgica, Gran
Bretañ a e Italia pretendían garantizar el mantenimiento de la paz en Europa Occidental,
reconstituyó abiertamente el ejército alemá n y el 7 de marzo de 1936 ocupó Renania,
supuestamente una zona desmilitarizada. En Francia se habló de actuar, pero el
Gobierno francés se encontraba dividido al respecto y no estaba dispuesto a hacerlo sin
contar con el apoyo de Inglaterra; y los ingleses no querían correr el riesgo de una
guerra por impedir que tropas alemanas ocupasen lo que consideraban suelo alemá n.
En 1937, Hitler exigió para Alemania la anexió n de la ciudad libre de Danzig (Gdansk en
polaco), que el Tratado de Versalles había puesto bajo protecció n de la Sociedad de
Naciones, y también el acceso ferroviario extraterritorial por el "corredor polaco", la
frontera de Polonia con Prusia Oriental. En 1938, fuerzas alemanas entraron en Austria
–ante el entusiasta recibimiento de la població n–, consumá ndose la unió n política de
Alemania y Austria, el llamado Anschluss. En septiembre de 1938 le llegó el turno a
Checoslovaquia con la crisis de la regió n de los Sudetes, que fue anexionada también por
Alemania.
La petició n de los Sudetes por parte de Alemania y la solicitud de auxilio por parte del
Gobierno checo a Francia e Inglaterra provocaron la celebració n en septiembre de 1938
de la Conferencia de Mú nich para decidir no só lo la suerte de Checoslovaquia, sino
también la de toda Europa. Se reunieron Chamberlain, Daladier, Mussolini y Hitler, y se
aceptó la ocupació n alemana de Checoslovaquia tan só lo en las zonas de habla germana.
Ingenuamente creyeron que Hitler cumpliría su compromiso y no invadiría otros países.
Pensaban que la Conferencia había asegurado la "paz para nuestro siglo", pero ésta
apenas duró un añ o.

LA "OPERACIÓN HIMMLER"
Todo empezó el 31 de agosto de 1939 en el marco de la "Operació n Himmler", cuando
media docena de miembros de las SS, fingiendo ser alborotadores, irrumpieron por la
fuerza en la emisora de radio de Gleiwitz, una regió n de la alta Silesia, disparando al
aire. Los asaltantes redujeron a los tres empleados y a un policía que estaban allí en esos
momentos y lanzaron violentas proclamas en contra del fü hrer y del Tercer Reich –eran
los mismos hombres que habían iniciado un añ o antes campañ as de sabotaje cuando
colocaron una bomba en la estació n ferroviaria de Tarnow, Polonia–. El comando
conectó un micró fono para permitir que un intérprete lanzase consignas patrió ticas y
antialemanas en polaco. Uno de ellos decía: "¡Atenció n! Esto es Gleiwitz. La emisora está
en manos polacas".
Para hacer que la escena fuera aú n má s creíble llevaron hasta allí a un nacionalista
polaco al que las SS había detenido un día antes, llamado Franz Honiok, un agricultor de
43 añ os el cual fue seleccionado tras haber participado en alguna revuelta. Lo
arrastraron hasta allí absolutamente drogado y, nada má s llegar, le pegaron un tiro en la
puerta dejando su cadá ver a la vista de todos. Para que no hubiese confusió n posible, lo
habían vestido con un uniforme del ejército polaco que previamente habían robado. Los
SS só lo estuvieron 15 minutos en la emisora y debido a un fallo técnico se emitió nada
má s una parte del discurso. A pesar de que la parte del discurso que se radió no
anunciaba la falsa invasió n de Alemania, fue suficiente para que Hitler encontrara su
deseado casus belli. Después subieron el cadá ver de Franz Honiok a la sala de
retransmisió n para tomar las fotos que saldrían publicadas en los perió dicos.

¨El 31 de agosto de 1939, media docena de miembros de las SS fingieron ser


alborotadores polacos que tomaron la emisora de radio de Gleiwitz lanzando
proclamas contra Hitler y el Tercer Reich.¨
La invasió n de Polonia ya había sido anunciada días antes por Adolf Hitler en un
discurso dirigido a la cú pula del ejército alemá n en el que dejaba bien claros sus
propó sitos: "Aniquilació n de Polonia en primer término. No tengá is piedad. Actuad con
brutalidad". Finalmente, la mañ ana del 1 de septiembre de 1939, y con la justificació n
de los hechos acaecidos el día anterior, soldados alemanes preparados de antemano
avanzaron hacia Polonia a través de distintos puntos fronterizos. Hitler deseaba iniciar
la guerra contra Polonia desde hacía mucho tiempo, lo que no previó es que, en cuestió n
de pocos días, Gran Bretañ a y Francia se pondrían del lado polaco: la Segunda Guerra
Mundial había empezado.

dunkerque, la
retirada más
famosa de la
segunda guerra
mundial
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Principales Líderes de la Segunda Guerra Mundial

Adolf Hitler

Político alemá n nacido en Braunau am Inn (Austria) el 20 de Abril de 1889. Fue un


dictador capaz de convencer y movilizar a todo el pueblo alemá n en favor del
antisemitismo y de la creencia en la raza aria como la suprema y dominante en todo el
mundo. se suicido el 30 de abril de 1945 en Berlin.

Benito Mussolini
Nació el 29 de julio de 1883 en Dovia di Predappio (Italia). Al estallar la II Guerra
Mundial, decidió mantenerse al margen pero cambió cuando los alemanes invadieron
Francia en junio de 1940. Proclamó la Repú blica Social Italiana, breve régimen que
subsistió por la protecció n alemana.
Iósif Stalin.

Político soviético nacido en Georgia creador de las mayores características de la antigua


Unió n de Repú blicas Socialistas Soviéticas (conocido como URSS). Debido a su fuerte
régimen y de sus atrocidades perpetuadas en la URSS Stalin pasó de ser un héroe del
socialismo a estar considerado uno de los dirigentes má s sanguinarios.
Winston Churchill
Nació el 30 de noviembre de 1874 en Londres. Fue un estadista, historiador, escritor,
militar, orador y primer ministro britá nico. El 24 de enero de 1965 el cuerpo de
Winston Churchill es hallado sin vida lo que provoca un profundo dolor en la sociedad
inglesa.

Charles de Gaulle

Político, escritor y militar francés que nació el 22 de noviembre de 1890. Dirigió el


ejército que lucho junto con los aliados en la Segunda Guerra Mundial. Murió de un
aneurisma el 9 de noviembre de 1970.
Franklin Delano Roosevelt
Nació el 30 de enero de 1882 en Hyde Park. El ascenso del fascismo italiano y el régimen
nacionalsocialista alemá n en Europa preocupaban a Roosevelt, y fue preparando al país
para un conflicto bélico que podía estallar de un momento a otro. Como el ataque
japonés a Pearl Harbor.

Hiro-Hito

Nació en Tokio el 29 de abril de 1901. Emperador de Japó n (1926-1989). Aunque se


reconoció su participació n como có mplice de guerra, los aliados acordaron no someter a
Hiro-Hito a los juicios por crímenes de guerra de 1946-1948. Falleciendo el 7 de enero
de 1989.
Dwight David Eisenhower

Nació en Denison (Texas) el 14 de octubre de 1890 en los Estados Unidos. Destacó como
comandante supremo de los ejércitos aliados. Falleció el 28 de marzo de 1969 en la
ciudad de Washington D.C.

Joseph Goebbels (1897— 1945)

Ministro de Propaganda de régimen nazi, fue un escritor frustrado, profundamente


antisemita, que vio realizadas sus pretensiones bajo la administració n de Adolf Hitler
como su mano derecha, controlando la totalidad de los medios de comunicació n, y
manejando la industria de la propaganda de manera magistral, adaptá ndose al lenguaje
del siglo XX.
Goebbels ejerció un papel clave en el ejercicio de contaminació n de las mentes de los
ciudadanos alemanes contra los judíos.
Se suicidó el 1 de mayo de 1945 en el bú nker del fü hrer de Berlín, tras ejecutar a su
mujer y sus seis hijos, un día después del suicidio del propio Hitler.
Rudolf Hess (1894 — 1987)

Fue la persona má s cercana al fü hrer durante los inicios de su ideología, en los añ os 20.
Fue una de las personas que le vio realizar sus imponentes discursos en las cervecerías
de Mú nich, y se convirtió en su confidente. Rudolf Hess participó en el intento fallido de
golpe de estado, el Putsch de 1923. Mientras ambos estaban en prisió n, transcribió y
editó el dictado de Adolf Hitler Mein Kampf (Mi Lucha), y desempeñ ó las funciones de
secretario privado de Hitler en la década de 1920 y como diputado, líder del partido y
ministro sin cartera desde 1933.
Después de la guerra, Hess fue juzgado en los juicios de Nuremberg y condenado a
cadena perpetua. Cumplió su condena en la prisió n de Spandau en Berlín, donde desde
1966 fue el ú nico recluso. Hess se ahorcó con un cable eléctrico en los terrenos de la
prisió n de Spandau el 17 de agosto de 1987.
Hermann Goering (1893 — 1946)
El mariscal, héroe de guerra, recuperó su honor y dignidad bajo la administració n del
partido nazi, estableciendo la policía política secreta de la Gestapo y los campos de
concentració n, ademá s de estar al frente de la reconstrucció n de la armada aérea.
Goering había tenido un tío judió con lo que, aunque apoyaba al régimen, no estaba muy
conforme con las políticas de aniquilació n antisemitas, lo que le fraguó una enemistad
manifiesta con Goebbles. Compitió por el liderazgo de la policía del régimen con
Himmler. Ademá s, su posició n social también hizo que las relaciones sociales fueran
clave en su administració n.
Se suicidió ingiriendo veneno en 1946 durante su encarcelamiento antes de poder ser
ejecutado, tras haber sido condenado a la horca como criminal de guerra.
Heinrich Himmler (1900 — 1945)

Heinrich Himmler fue una de las figuras má s poderosas del Tercer Reich, supervisando
la creació n y gestió n del vasto estado policial nazi, así como la infraestructura del
Holocausto. Estableció el primer campo de concentració n en Dachau y organizó campos
de exterminio en toda la Europa ocupada.
Heinrich Himmler intentó evadir a Adolf Hitler y hacer la paz con los aliados
occidentales. Hitler ordenó el arresto de Himmler, y Himmler intentó escapar disfrazado
de soldado alemá n. Fue capturado por los aliados y se suicidó ingiriendo cianuro el 23
de mayo de 1945.

Martin Bormann (1900 — 1945)

Bormann fue, desde 1933, el jefe de gabinete del diputado fü hrer, Rudolf Hess. El 12 de
mayo de 1941, Hitler designó a Bormann para ocupar el cargo de jefe de la cancillería
del partido, sucediendo a Hess. Bormann se convirtió así en jefe de la maquinaria
administrativa del Partido Nazi.
Fue un gran defensor de la persecució n y el exterminio de judíos y eslavos, y desempeñ ó
un papel clave en la expansió n del programa alemá n de trabajo esclavo. Desapareció
poco después de la muerte de Hitler, y se supuso que estaba muerto o escondido. Fue
acusado el 29 de agosto de 1945, junto con otros líderes nazis, por cargos de crímenes
de guerra y, aunque ausente, fue declarado culpable y sentenciado.
Informes de la década de 1960 alegaron que Bormann había escapado y había estado
viviendo en América del Sur, posiblemente en Paraguay. Sin embargo, a principios de
1973, un experto forense de Berlín estableció "casi con certeza" que uno de los dos
esqueletos desenterrados durante la construcció n en Berlín Occidental en diciembre de
1972 era el de Bormann, y el 11 de abril de 1973, las autoridades de Alemania
Occidental lo declararon oficialmente muerto. Ese esqueleto fue sometido a pruebas de
ADN en 1998, y los investigadores confirmaron que los restos eran de Bormann.
Albert Speer (1905 —1981)

Albert Speer fue el arquitecto jefe de Adolf Hitler y ministro de armamentos y


producció n de guerra. Durante la guerra, se convirtió en una persona muy cercana al
fü hrer.
Speer trabajaba en planes para reconstruir todo Berlín (que nunca se llevaron a cabo) y,
como ministro de armamentos, amplió el uso de mano de obra esclava, suministrada
principalmente desde campos de concentració n, que mantenía la producció n de
material de guerra para Alemania.
En los juicios de Nuremberg, Albert Speer fue condenado por crímenes de guerra y
crímenes contra la humanidad, y cumplió una condena de 20 añ os de prisió n. Murió en
Londres en 1981.

Ernst Röhm (1887 —1934)

Rö hm ayudó a Hitler a ganar el apoyo del ejército en Baviera. Durante el Putsch del 8 al
9 de noviembre de 1923, en Munich, fue brevemente encarcelado. Rö hm quería que las
SA (el ejército de los ‘camisas pardas’) absorbieran o reemplazaran al Reichswehr
(ejército regular), en contra de los deseos de Hitler.
Hermann Gö ring y Heinrich Himmler conspiraron contra él al ser percibido como una
amenaza. Ademá s, utilizaron la homofobia de Hitler contra él (Rö hm era abiertamente
homosexual). Hitler finalmente decidió eliminar al jefe de las SA, y fue ejecutado en
Mú nich en 1934.

Reinhard Heydrich (1904 — 1942)

Este funcionario alemá n nazi fue el principal oficial de Heinrich Himmler en el


Schutzstaffel, el cuerpo paramilitar conocido comú nmente como las SS. Jugó un papel
clave en la organizació n del Holocausto durante los primeros añ os de la Segunda Guerra
Mundial.
En septiembre de 1941, Heydrich había sido nombrad gobernador de Bohemia y
Moravia (ahora, en la Repú blica Checa). Combinó medidas represivas y ejecuciones
masivas con un intento de aplacar a los campesinos y trabajadores checos mejorando
las condiciones sociales y econó micas. Finalmente, el 27 de mayo de 1942, dos agentes
checos lo hirieron mortalmente con una bomba mientras viajaba en su automó vil. Murió
el 4 de junio en un hospital de Praga.
Adolf Eichmann (1906 —1962)
Adolf Eichmann estuvo a cargo de la identificació n y el transporte de judíos en todas
partes de Europa que fueron ocupadas por la Alemania nazi a campos de exterminio en
la Polonia ocupada por los alemanes, incluida Auschwitz.
Las tropas estadounidenses capturaron a Adolf Eichmann cuando terminó la Segunda
Guerra Mundial, pero escapó en 1946 y se estableció en Buenos Aires, Argentina, en
1958. Agentes israelíes del Mossad lo capturaron allí y lo sacaron de contrabando de
Argentina para llevarlo a juicio en Israel. Después de un juicio de ocho meses, fue
declarado culpable. Fue ahorcado en 1962.

Dunkerque, la retirada más famosa de la segunda guerra mundial


En junio de 1940, unos 330.000 soldados aliados rodeados por el demoledor avance
nazi lograron alcanzar la costa inglesa en una retirada que marcó el devenir de la
Segunda Guerra Mundial.
El milagro de Dunkerque
Así se bautizó la denominada Operació n Dinamo, durante la cual má s de trescientas mil
tropas francesas, britá nicas, belgas y canadienses escaparon de la invasió n alemana
desde las playas cercanas a Dunkerque, entre el 29 de mayo y el 4 de junio de 1940.

Pearl Harbor
Los preparativos para el ataque a Pearl Harbor
Las tensiones entre Japó n y Estados Unidos se mantuvieron a lo largo de los primeros
añ os del siglo XX y llegaron a un punto á lgido en la década de 1930, cuando Japó n
intentó conquistar China, atacando incluso a la població n civil. En 1937, China y Japó n
entraron en guerra. En 1940, Estados Unidos consideraba la expansió n japonesa en
China lo suficientemente amenazante para sus intereses como para empezar a
proporcionar ayuda militar a China y comenzar a sancionar a Japó n. Después de que
Japó n firmara pactos de defensa mutua con la Alemania nazi, Italia y la Unió n Soviética
en 1940 y 1941, Estados Unidos congeló los activos japoneses y prohibió todas las
exportaciones a Japó n.
Mientras tanto, la Alemania nazi seguía conquistando gran parte de Europa. Aunque
Estados Unidos era oficialmente neutral en ambos conflictos, su postura se vio cada vez
má s cuestionada por las guerras de Japó n y de la Alemania nazi.
La neutralidad era la cuestió n pú blica má s conflictiva de su época, y la mayoría del
pú blico estadounidense, que recordaba las pérdidas de la Primera Guerra Mundial y aú n
se estaba recuperando de los efectos de la Gran Depresió n, se oponía a entrar en
cualquier guerra en el extranjero. Sin embargo, muchos estadounidenses querían que la
nació n ayudara a sus aliados asediados. El presidente Franklin D. Roosevelt lo consiguió
a través del Programa de Préstamo y Arriendo, que proporcionó a aliados como Gran
Bretañ a y China armas y equipo militar.
Pero a medida que Japó n continuaba su guerra con China, el conflicto con Estados
Unidos se hizo casi inevitable, lo que llevó a los líderes japoneses a evaluar sus opciones.
La Armada estadounidense era formidable, y Japó n no tenía los recursos necesarios
para eliminar la amenaza estadounidense en sus ambiciones imperiales. Pero tenían un
as en la manga: la sorpresa. El almirante Yamamoto Isoroku convenció a los militares
japoneses de que, en lugar de declarar la guerra a Estados Unidos, debían enfrentarse a
ellos en el Pacífico, causando el mayor dañ o posible a la Flota del Pacífico.

Planificación del ataque


Mientras las fuerzas estadounidenses continentales se movilizaban en caso de un
ataque sorpresa, argumentaba Yamamoto, Japó n podía apoderarse de las islas
estratégicas del Pacífico. Japó n estaba desesperado por conseguir suministros, y las islas
que se encontraban entre Japó n y el territorio estadounidense má s lejano en Hawai
podrían proporcionar el tan necesario petró leo y caucho.
Yamamoto pasó meses planeando pacientemente la operació n con el capitá n naval
Minoru Genda y otros. En diciembre de 1941, el monarca de Japó n, Hirohito, finalmente
cedió a meses de presió n de los militares y autorizó la guerra.
A pesar de las evidencias de que Japó n estaba acumulando fuerzas aéreas, el ataque
pilló a Estados Unidos por sorpresa. El 6 de diciembre de 1941, los oficiales de
inteligencia del ejército incluso interceptaron un mensaje que indicaba que la guerra era
inminente. Pero los militares no tenían ni idea de que Pearl Harbor era el objetivo.
Cuando el mensaje estaba en camino a una oficina de telégrafos en Honolulu, el ataque
ya había comenzado.
¿Qué ocurrió el 7 de diciembre?
El primer disparo del ataque a Pearl Harbor fue efectuado antes del amanecer por el
U.S.S. Ward, un destructor estadounidense que había sido alertado de un avistamiento
de periscopio de un submarino a primera hora de la mañ ana cerca de la entrada del
puerto. El Ward hundió el submarino. Pero como las fuerzas americanas no esperaban
un asalto aéreo, no hubo alarma general. A las 7:48 de la mañ ana, hora de Hawai, la
primera oleada de japoneses comenzó a volar sobre Pearl Harbor. Sus objetivos eran la
isla Ford, controlada por la Marina, y siete acorazados cercanos situados en lo que se
conocía como "Battleship Row".
En pocos minutos, gran parte de la flota estadounidense había sido dañ ada o destruida.
En el transcurso de dos oleadas, un total de 353 aviones japoneses y 28 submarinos
destruyeron irremediablemente dos acorazados, el Oklahoma y el Arizona, y dañ aron
todos los demá s y varias otras embarcaciones de la flota. Los japoneses también
atacaron los campos de aviació n cercanos.
Aunque les pilló por sorpresa, los estadounidenses contraatacaron. Utilizaron cañ ones
antiaéreos e incluso hicieron despegar algunos aviones; en total, 29 aviones japoneses
fueron derribados durante el ataque.
El balance de Pearl Harbor
Finalmente, murieron casi 2,400 estadounidenses. Casi la mitad de esas muertes
tuvieron lugar en el Arizona, que recibió un impacto directo en su casco. Treinta y ocho
parejas de hermanos, incluyendo varias parejas de tres hermanos, sirvieron en el barco,
y só lo una de esas parejas sobrevivió .
Algunos civiles murieron por fuego amigo al caer munició n antiaérea que no detonó al
ser disparada contra aviones japoneses. Só lo 64 militares japoneses murieron ese día.

Estados Unidos entra en la Segunda Guerra Mundial


El ataque conmocionó a la nació n y empujó a Estados Unidos a una guerra que había
logrado esquivar durante añ os. Al día siguiente del ataque, el presidente Roosevelt pidió
al Congreso una declaració n de guerra contra Japó n. Calificando el 7 de diciembre como
una "fecha que vivirá en la infamia", dijo al Congreso de EE.UU. que la nació n estaba en
grave peligro. Só lo un miembro del Congreso, la representante Jeannette Rankin de
Montana, votó en contra de la declaració n. Rankin, pacifista y primera mujer en el
Congreso, también había votado en contra de la entrada de Estados Unidos en la
Primera Guerra Mundial.
El 11 de diciembre, tanto Alemania como Italia cumplieron su pacto con Japó n y
declararon la guerra a EE.UU., que no tardó en responder. Lo que siguió fue un conflicto
que asoló gran parte de Europa y Japó n y que se saldó con 15 millones de muertos en
combate (25 millones de heridos en combate) y al menos 45 millones de muertes de
civiles. Finalmente, 416.800 militares estadounidenses morirían en la guerra.
Pearl Harbor tuvo otros legados brutales. El acto del ejército japonés se utilizó para
justificar el internamiento de unas 120 000 personas de ascendencia japonesa en el
territorio continental de Estados Unidos, incluidos 70 000 ciudadanos estadounidenses.
Y acabó para siempre con la postura de aislacionismo y neutralidad de Estados Unidos
antes de 1941.
El ataque a Pearl Harbor marcó la entrada de la potencia militar má s poderosa del
mundo en la Segunda Guerra Mundial. También fue un punto de inflexió n para la nació n.
"Todo el mundo con el que hablo parece sentir que el viejo mundo en el que vivíamos
antes del 7 de diciembre de 1941 ha dejado de existir", dijo el ejecutivo de una
compañ ía de taxis de Pittsburgh, Paul L. Houston, en una entrevista en la calle en
febrero de 1942. "Y estamos en un universo completamente nuevo".

Fin de la 2ª Guerra Mundial: Alemania liberada del nazismo


Hace 65 añ os finalizaba la 2a. Guerra Mundial con la capitulació n del Ejército nazi. El
saldo fue 55 millones de muertos y un continente sepultado bajo escombros en una de
las mayores catá strofes de la humanidad.
El 8 de mayo es una fecha histó rica relevante. Con la capitulació n de Alemania terminó
la 2ª Guerra Mundial y la mayoría de las ciudades alemanas había quedado destruida.
Millones de personas habían perdido su hogar porque debieron huir o fueron
expulsadas de su país. Má s de 10 mil hombres, entre ellos muchos padres de familia,
fueron tomados prisioneros.
Las fuerzas de la ocupació n comenzaron a dividir Alemania en zonas de influencia. Y
Alemania no só lo estaba derrotada militarmente, sino también política y moralmente.

Rusia puso el punto final al genocidio


Entre los países enemigos de la Alemania de Hitler durante el conflicto, fue la Unió n
Soviética la que tuvo má s bajas: veintisiete millones de ciudadanos rusos murieron en la
lucha contra el nacionalsocialismo. La Armada Roja venció al ejército nazi en el frente de
Europa Oriental y puso punto final a los asesinatos en el campo de concentració n de
Auschwitz. La victoria de la Unió n Soviética cimentó y extendió también el poder de
Stalin, bajo el que padecieron los países del centro y sur de Europa durante los añ os
siguientes.
El 25 de abril de 1945, los estadounidenses y los soviéticos se encontraron en las
cercanías de Torgau, a orillas del río Elba. El 2 de mayo, la ciudad de Berlín fue sitiada y
tuvo que capitular. Dos días antes, Hitler se quitó la vida en su bunker. En el cuartel
general de Dwight Eisenhower, en la ciudad francesa de Reims, el General Alfred Jodl y
el Comandante en Jefe de la Marina de Guerra, el Almirante von Friedeburg, firmaron el
7 de mayo la capitulació n incondicional.
El Comando Superior del Ejército alemá n se comprometió a cesar de inmediato las
hostilidades y entregó todas las fuerzas de combate de tierra, mar y aire al Comandante
Supremo de las Fuerzas Aliadas.
Capitulación alemana: liberación del nazismo
Por orden expresa de Stalin, la capitulació n se repitió en el Cuartel General soviético en
Berlín-Karlshorst en la noche del 8 al 9 de mayo. El final del fascismo estaba sellado.
Muchos alemanes, sin embargo, vivieron la derrota como una catá strofe. En Alemania se
desarrolló una nueva conciencia histó rica recién a partir de la democratizació n y la
fundació n de la Repú blica Federal de Alemania.
La expresió n de esta nueva visió n de la historia se cristalizó en el discurso del
presidente alemá n Richard von Weizsä cker el 8 de mayo de 1985, cuando calificó el fin
de la 2ª Guerra Mundial de "liberació n".
La Bomba Atómica de Hiroshima y Nagasaki, marcó el fin de la Segunda Guerra
Mundial
El Día de Hiroshima es la fecha que se conmemora a raíz de los acontecimientos del 6 de
agosto de 1945 en Japó n. "Un día soleado se convirtió en un infierno", relata el
historiador Mario Marcello Neto, doctor en historia por la Universidad Federal de Rio
Grande do Sul (UFRGS) y autor de la tesis titulada El brillo de los mil soles: historia,
memoria y olvido en la bomba ató mica en Estados Unidos y Japó n.
Experto en uno de los sucesos má s determinantes de la historia del siglo XX, Neto, en
diá logo con National Geographic, ayuda a reconstruir algunos de los pasos que
condujeron al primer ataque nuclear del mundo.
El día de la bomba ató mica de Hiroshima, las sirenas que advertían un ataque aéreo
sonaron en toda la ciudad japonesa, mientras los cazas B-29 estadounidenses
atravesaban el espacio aéreo del país. Para entonces, Hiroshima ya había sufrido má s de
30 ataques durante la Segunda Guerra Mundial, segú n el estudio de Neto. Sin embargo,
nadie en el país estaba preparado para lo que vendría después.
Con "el brillo de mil soles", como dice la tesis del especialista brasileñ o, se disparó la
primera bomba ató mica de la historia causando dañ os nunca vistos. "El proyectil
explotó en el aire, a unos 600 metros del suelo", señ ala el historiador, y agrega: "Fue
transportada por el Enola Gay, un bombardero B-29 pilotado por el coronel Paul
Tibbets, que sobrevolaba Hiroshima a una altitud de aproximadamente 9,5 kiló metros
cuando liberó la bomba hacia las 8.15 horas".
El acontecimiento fue uno de los momentos má s impactantes de la Segunda Guerra
Mundial, que comenzó en 1939 y duró unos siete añ os, dividiendo a las naciones del
mundo en dos grandes grupos. "Estaban los Aliados, cuyos principales miembros eran
Estados Unidos, Gran Bretañ a, Francia y má s tarde la Unió n de Repú blicas Socialistas
Soviéticas (URSS) y, al otro lado, estaba el llamado Eje, integrado por la Alemania de
Adolf Hitler, la Italia de Benito Mussolini) y Japó n", explica el experto.
¿Por qué fue bombardeada Hiroshima?
Segú n el historiador, cuando las bombas tocaron suelo japonés, el país se encontraba en
plena crisis por el conflicto bélico: "Estaba sin el apoyo de sus dos principales aliados,
sin dinero y enfrentá ndose solo a la potencia que má s creció durante la guerra: Estados
Unidos".
De acuerdo a la explicació n de Neto, en ese momento, las ciudades japonesas sufrían
una intensa ola de hambruna, al tiempo que seguían recibiendo bombardeos
esporá dicos, pero recurrentes. "Para contraatacar, Japó n empezó a adoptar medidas de
combate drá sticas, como el uso de pilotos kamikaze, que realizaban misiones suicidas y
lanzaban sus aviones contra los objetivos como forma de ataque".
Incluso en este escenario, el país del Eje estaba lejos de rendirse, sostiene la tesis del
historiador. Sus estudios apuntan a una creencia, dentro del “fascismo japonés”, como
dice Neto, que reforzaba la superioridad de Japó n sobre las naciones occidentales, y
seguía motivando su permanencia en el conflicto.
En el libro Infierno: El mundo en guerra 1939-1945, el historiador britá nico Max
Hastings afirma que los japoneses creían que la defensa enérgica de sus islas podía
evitar que el país tuviera que aceptar la derrota absoluta.
Neto también refuerza esta idea presente en el gobierno del país en aquella época: "Esta
creencia siguió existiendo incluso después del desembarco de los estadounidenses en la
isla de Okinawa en 1944, y de las bombas incendiarias lanzadas sobre Tokio a principios
de marzo de 1945, que mataron a má s de 100.000 personas en menos de seis horas".
Segú n el experto, Hiroshima no fue la ú nica ciudad elegida como objetivo. "Estados
Unidos tenía criterios bastante específicos. El primero es que ninguno de los lugares a
bombardear podía ser invadido por tierra por los soviéticos hasta el mes de
septiembre", indica.

El segundo criterio es que las ciudades debían ser muy grandes, es decir, debían tener
un gran diá metro para ver la extensió n que podía alcanzar la radiació n. Por ú ltimo,
segú n Neto, en la elecció n también influyó el hecho de que las ciudades elegidas eran de
gran importancia para Japó n, tanto desde el punto de vista estratégico militar como
cultural, por lo que el ataque influiría en la rendició n del país.
La tesis del historiador sobre este momento crucial de la historia afirma que la lista de
ciudades objetivo japonesas tenía inicialmente cinco nombres:
 Kokura: elegida porque era el lugar donde se fabricaba casi toda la munició n
japonesa;
 Yokohama: ciudad donde se producía buena parte de los derivados del acero
japonés, sus aviones y, sobre todo, donde se ubicaban las refinerías de petró leo
del país;
 Niigata: ciudad portuaria y productora de acero y petró leo refinado, y sede de
varias industrias;
 Kioto: uno de los mayores centros comerciales de Japó n y una de las ciudades
má s pobladas;
 Hiroshima: ciudad portuaria con importantes instalaciones militares.
Para Richard Rhodes, historiador estadounidense y ganador del Premio Pulitzer por su
libro The Making of the Atomic Bomb y cuyo trabajo sirvió de guía para el artículo de
Neto, Kioto no se tuvo en cuenta por ser una ciudad histó rica, ya que fue durante siglos
la capital japonesa.
Para el especialista brasileñ o, si una bomba cayera sobre Kioto, la élite japonesa
probablemente nunca habría aceptado la derrota. "Verían la acció n como un descalabro,
y el efecto que se buscaba con el uso de la bomba, que era la rendició n, se perdería",
refuerza.
Para sustituir a Kioto, se incluyó a Nagasaki en la lista por ser una ciudad portuaria y
fabril, rodeada de montañ as que permitirían una mayor concentració n de la radiació n y
una mejor evaluació n de sus dañ os por parte de Estados Unidos, explica Neto.
El doctor en historia de la UFRGS detalla que, con los objetivos aprobados, las tropas
estadounidenses estaban listas para la misió n de bombardeo en cualquier momento. Es
aquí, como afirma Neto, donde entra en juego el factor de decisió n má s importante para
la elecció n de Hiroshima como objetivo de la bomba ató mica: el clima. Era necesario un
día despejado.
"Si hubiera viento, la radiació n se extendería má s de lo esperado. Si lloviera, la radiació n
también seguiría otro flujo y podría dificultar el lanzamiento de la bomba. El tiempo
abierto también fue importante para recoger datos, como las fotos de la explosió n, que
eran importantes para el objetivo científico de la misió n", explica el historiador.
El 6 de agosto de 1945, la ciudad de Hiroshima era la ú nica, entre todas las consideradas
para el bombardeo, que presentaba un escenario meteoroló gico adecuado.

¿Cómo se decidió lanzar la bomba atómica en Japón?


Segú n el artículo de Neto, la idea inicial del entonces presidente estadounidense
Franklin D. Roosevelt era utilizar el arma ató mica como moneda de cambio en una
negociació n diplomá tica entre los dos países. Sin embargo, tras la muerte de Roosevelt
en abril de 1945, el vicepresidente Henry Truman, que asumió el cargo, tenía una
opinió n diferente sobre el uso del arma.
Por su parte, el libro de Hastings sostiene que, en ese momento, la bomba nuclear se
consideraba una alternativa a los dañ os que se producirían en las invasiones terrestres
de Japó n: "Los aliados tenían claro que la derrota de Japó n era inevitable, tanto por
razones militares como econó micas, y que, por consiguiente, el uso de armas ató micas
sería innecesario. Pero la perspectiva de verse obligado a mantener la lucha contra
focos de resistencia faná tica en toda Asia durante meses, quizá añ os, era desalentadora".
Ademá s, segú n la publicació n del britá nico, el 16 de julio de ese mismo añ o, la localidad
de Alamogordo, en Nuevo México, se convirtió en el lugar de la primera prueba de la
bomba ató mica creada por científicos estadounidenses. Entre ellos estaba Robert
Oppenheimer, uno de los principales implicados en su desarrollo.
La prueba tuvo lugar en medio del desierto y se denominó Experimento Trinity. "La
potencia de la explosió n se estimó en aproximadamente 20 000 toneladas del
componente químico explosivo trinitrotolueno (TNT) y coronó el esfuerzo científico e
industrial que había absorbido dos mil millones de dó lares, en unos cinco añ os",
informa Ronaldo Rogério de Freitas Mourã o, doctor de la Universidad de la Sorbona de
París y miembro titular del Instituto Histó rico y Geográ fico de Brasil, en su artículo
Hiroshima y Nagazaki: razones para probar la nueva arma.
Ese mismo día, explica Neto, Truman se reunía con los principales jefes de gobierno de
los países aliados en la llamada Conferencia de Potsdam (en Alemania), cuando fue
informado del éxito del experimento. "Durante la conferencia, la URSS expresó su
interés en invadir Japó n por tierra para presionar al país para una rendició n", afirma, y
contextualiza: “En esta ocasió n, Estados Unidos reveló la existencia de su arma ató mica
y la posibilidad de su uso”.
A continuació n, y tal como cuenta el libro de Hasting, Japó n recibe un ultimá tum: "La
Declaració n de Potsdam de los aliados occidentales, publicada el 26 de julio, amenazaba
a Japó n con una 'pronta y total destrucció n' si no se rendía inmediatamente". Sin
embargo, la propuesta fue denegada.
Segú n el historiador inglés, una de las razones del rechazo fue que, para los japoneses, la
declaració n simplemente "presagiaba má s de lo mismo: ataques con bombas
incendiarias y, tarde o temprano, una invasió n", mientras que "para los líderes aliados,
que sabían que la primera bomba ató mica acababa de ser probada con éxito, la frase
estaba llena de significado".
Como respuesta a la negació n, el atentado se convirtió en una prioridad. "Esto hizo que
Estados Unidos iniciara inmediatamente el proceso de aná lisis de las ciudades y los
lugares donde debía lanzarse la bomba ató mica", informa el artículo científico de Neto.
¿Qué pasó con Hiroshima después de la bomba?
Segú n el libro La Segunda Guerra Mundial, del escritor e historiador britá nico Antony
Beevor, miles de personas murieron en Hiroshima con la explosió n de la bomba, cifra
que aumentó a 200000 en los días siguientes debido a las consecuencias de la radiació n.
"Alrededor de 100 000 personas murieron instantá neamente, y miles má s perdieron la
vida después, por quemaduras, shock o envenenamiento por radiació n", escribe Beevor.
"La gente todavía estaba tratando de entender lo que había sucedido. Sabían que no
había sido un bombardeo normal, pero no tenían idea de la radiació n y de los dañ os
reales", indica Neto sobre los momentos siguientes a la explosió n, y agrega: "Ni siquiera
las autoridades japonesas eran conscientes, hasta el punto de que las ó rdenes a
Hiroshima eran que la ciudad se pusiera en pie y se preparara para nuevos ataques".
Mientras tanto al otro lado del mundo los perió dicos estadounidenses elogiaron la
misió n. El New York Times, por ejemplo, publicó el 6 de agosto un anuncio de la Casa
Blanca y del Departamento de Guerra de EE.UU. de que una bomba ató mica, con la
potencia de miles de toneladas de TNT, había sido lanzada sobre Japó n.
El 9 de agosto, tres días después del primer bombardeo ató mico de la historia del
mundo, se lanzó una segunda bomba nuclear contra Japó n, esta vez en la ciudad de
Nagasaki.
Neto subraya que la acció n también tuvo una importancia política, ademá s de ser un
acto de guerra: "Esto se debe a que en el intervalo de lanzamiento entre una bomba y la
otra, la URSS había invadido Japó n por tierra, lo que encendió la alerta para los
estadounidenses", explica, y continú a: "Se temía que los soviéticos lograran una
rendició n efectiva de Japó n antes y que esto convirtiera al país en una nació n
comunista".

El bombardeo a Hiroshima y Nagasaki significó el verdadero fin de la guerra


La bomba ató mica de Hiroshima, conocida como Little Boy, y la de Nagasaki, llamada Fat
Man, marcaron el verdadero final del mayor conflicto del siglo XX, sostiene el doctor en
historia de la UFRGS.
Aunque la guerra tuvo su final oficial en el continente europeo el 8 de mayo de 1945, un
día después de la firma de la rendició n de Alemania que era la principal fuerza del Eje, el
conflicto continuó en Asia, explica el investigador. "En ese momento, Japó n había
llevado a cabo un expansionismo extremo en las regiones chinas y seguía librando
constantes conflictos con la armada estadounidense y las tropas britá nico-hindú es en
Birmania (Myanmar)".
Só lo un día después del bombardeo de Nagasaki, Japó n aceptó finalmente negociar su
rendició n. "Los japoneses se dieron cuenta de tres cosas: estas bombas no eran algo
puntual y Estados Unidos podía utilizarlas tantas veces como quisiera. También
comprendieron que Tokio corría un peligro real de destrucció n total y, por ú ltimo,
vieron que no había má s formas de ganar la guerra", precisa Neto.
La derrota del pueblo japonés se anunció el 15 de agosto por el entonces emperador
Hirohito, escribió Beevor. "Al mediodía, las radios japonesas emitieron el mensaje
grabado del emperador, en el que pedía a sus fuerzas que se rindieran porque la guerra
había evolucionado ‘no necesariamente en beneficio de Japó n’. Oficiales y soldados lo
escucharon con lá grimas en los ojos".
El 2 de septiembre de 1945, el ú ltimo país del Eje firmó su rendició n formal, marcando
el fin definitivo de la Segunda Guerra.
Má s tarde, las tropas estadounidenses ocuparon Japó n hasta 1952: "Es un ejemplo de
có mo las naciones ganadoras imponen lo que les sucede a las perdedoras. Hasta el día
de hoy, Japó n conserva algunas huellas de aquella ocupació n, como la Constitució n
japonesa, redactada en 1947 principalmente por funcionarios estadounidenses que
trabajaban en nombre de la presencia aliada y que sigue en vigor", informa Neto. "El
sistema educativo de Japó n y la prohibició n de que el país forme un ejército militar son
también legados de aquello", agrega.
Día de Hiroshima: cómo está la ciudad hoy
Má s de 70 añ os después del bombardeo, Hiroshima no escatima esfuerzos para que se
recuerde el acontecimiento que diezmó la ciudad, segú n el gobierno municipal.
Casi directamente debajo del hipocentro de la explosió n de la bomba ató mica existe hoy
una estructura conocida como la Cú pula de la Bomba Ató mica de Hiroshima. Es lo
primero que se ve al visitar el Parque Conmemorativo de la Paz, dedicado a este
acontecimiento.
Segú n la Organizació n de las Naciones Unidas para la Educació n, la Ciencia y la Cultura
(Unesco), el símbolo no solo es un poderoso recordatorio de la fuerza má s destructiva
jamá s creada por la humanidad, sino que "también expresa la esperanza de la paz
mundial y la eliminació n definitiva de todas las armas nucleares". El sitio, conservado en
el mismo estado en que se encontraba inmediatamente después del bombardeo, fue
incluido en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco en 1996.
La Muerte de Hitler

Hace escasos días salía a la luz la noticia de que la nota de suicidio del dictador va a ser
subastada en Alexander Historical Auctions, pudiendo llegar su valor hasta los 90.000
dó lares. Se trata de un par de telegramas del final del Tercer Reich, que documentan la
ú ltima decisió n de Hitler de permanecer en Berlín para luchar “la batalla decisiva por
Alemania”, segú n explica la propia casa de subastas.
El segundo telegrama, considerado como el ú nico documento que ha llegado hasta
nuestros días que refleja la decisió n de Hitler de quedarse en Berlín, data del 24 de abril
de 1945 y es la respuesta de Hitler al mariscal de Campo Ferdinand Schorner, que
manda el primer telegrama dirigido al “Fü hrer y al Comandante Supremo de las Fuerzas
Alemanas” el 23 de abril.
En él, el mariscal pide a Hitler que abandone el bú nker en el que se encuentra y salga de
Alemania porque, si cae, Alemania también lo haría. “Millones de alemanes esperan la
oportunidad de volver a construir Alemania contigo”.
Sin embargo, Hitler tiene clara su posició n: “Permaneceré en Berlín para participar, de
manera honorable, en una batalla decisiva para Alemania y para dar un buen ejemplo a
todos los que quedan”, se lee en el documento que envía Hitler a Schorner.
“Creo que de esta manera estaré prestando a Alemania el mejor servicio. Para el resto
de ustedes, se debe hacer todo lo posible para ganar la lucha por Berlín. puede ayudar
de manera decisiva, empujando hacia el norte lo antes posible".
El suicidio de Adolf Hitler y su esposa
El 30 de abril de 1945, seis días má s tarde del escrito, Hitler se suicidó disparando una
pistola en su cabeza.
Desde el 16 de enero de ese mismo añ o, Hitler se había establecido en el bú nker de la
Cancillería, desde donde ejercía la presidencia del Tercer Reich al que amenazaban
tanto por el este como por el oeste. Para finales de abril, las fuerzas soviéticas ya habían
entrado en Berlín y se dirigían al bú nker.
Días antes, el 22 de abril, Hitler sufrió un ataque de histeria ante el golpe de realidad de
que Alemania no superaría la guerra. Segú n el testimonio de una enfermera del bú nker,
Hitler parecía enfermo y su brazo izquierdo temblaba fuertemente.
Al expresar su intenció n de suicidarse, pidió al médico Werner Haase que le
recomendase la mejor opció n de suicidio. Haase le recomendó una dosis de cianuro
seguido de un disparo en la cabeza.
El acto definitivo para su decisió n fue lo que consideró como un intento de traició n por
parte de Heinrich Himmler de negociar con la Cruz Roja Internacional. Finalmente, la
noticia de la ejecució n de Mussolini le hizo jurar que no compartiría la misma suerte.
El 29 de abril, Hitler decidió casarse con Eva Braun en el interior del propio bú nker.
Tras un pequeñ o desayuno con su esposa, el dictador expresó su ú ltima voluntad y
testamento a su secretaria durante algo má s de dos horas.
Al amanecer del 30 de abril, Hitler reunió al equipo médico para despedirse y
explicarles có mo proceder después del suicidio de ambos. Tras una silenciosa comida,
se despidió de sus secretarias regalá ndoles una pastilla de cianuro, así como de la
familia Goebbels, que le pedía que no se suicidase.
A las 15:30 horas, Hitler y Braun se reunieron frente a la sala de mapas y se despidieron
de sus ayudantes. Tras cerrar la puerta, se escuchó un ú nico disparo, el de la pistola de
Hitler. Eva Braun ni si quiera había llegado a disparar la suya por el rá pido efecto del
cianuro.
El misterio de los cuerpos
Los cuerpos de ambos fueron sacados de la habitació n envueltos en alfombras y
llevados hacia el patio de la Cancillería del Reich. Una vez depositados en un agujero de
obú s, fueron rociados con unos 200 litros de gasolina, obtenidos de los coches que aú n
se hallaban en los só tanos de la Cancillería.
La llegada de los obuses del Ejército Rojo provocó que los jefes nazis tratasen de
enterrar los cadá veres antes de que los restos se consumieran, aunque debido a las
prisas por esconderse solo pudieron hacerlo superficialmente.
Finalmente, el 1 de mayo Karl Dö nitz hizo pú blica la noticia de la muerte de Hitler.
Stalin, incrédulo, mandó varias unidades especiales soviéticas para interrogar a los allí
capturados y buscar en la Cancillería del Reich, donde el 9 de mayo encontraron intactas
las piezas dentales de ambos.
Debido al misterio y al secretismo que rodeaba la escena, no fue hasta que se disolvió la
Unió n Soviética cuando nueva informació n acerca del paradero de los restos salió a la
luz.
Segú n la documentació n del Comité para la Seguridad del Estado, los restos habían sido
llevados a la ciudad de Magdeburgo, donde los habían enterrado en cajas de madera
junto a la familia Goebbels. En 1970, el primer ministro soviético mandó un equipo
especial a Magdeburgo para destruir secretamente los cadá veres quemando los restos y
arrojando finalmente las cenizas al río Biederitz.

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