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HOMBRE Y
A LA LUZ DEL CREADOR
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CONTENIDO

Siglas y abreviaturas .9
Presentación lli
I: El Dios que da vida a los muertos y llama la nada a ser ..... 27

II: Creo en Dios Padre Creador .............. l»l¡

III: Para que Dios sea todo en todo ¡J f)

IV El enigma del mundo y el misterio de Dios t2t


V La sin-razón de la creación: la gratuidad l6r
VI: Creados para la felicidad 197

VII: ¿De dónde proviene el mal de la creación? 239

VIII: El atentado contra Ia creación: el pecado 281

IX: La gloria de Dios y el esplendor de la creación 337

X: Creados y creadores. Creadores y creaturas 377

XI: La libertad es la ley de la creación ............... 409

XII: El espacio y el tiempo de la creación ............... +SS


Derechos para torl<ls los países de lengua española en
XIII: La relación es la trama de la creación 465
EDICIONES CRISTIANDAD, S. A.
Madrid 2001 XIV: El hombre, encuentro del Creador con el mundo ...... 501

ISBN: 84-7057-456-6 XV: El hombre, encuentro del mundo con el Creador ....... 5.9 I
Depósito legal: M. 30.08 l -2001
Índice general 555

Printed in Spain
Impreso en Anzos, S. L. - l'uenlabrada (Madrid)
SIGLAS Y ABREVIATURAS

LlsRos BÍBLICos

Abd Abdías Job Job


Ag Ageo Jon Jonás
Am Amós Jot Josué
Ap Apocalipsis Jr Jeremías
Bar Baruc Jd' Judas
Cant Cantar de los Cantares Jr. Jueces
Col Colosenses Lam Lamentaciones
I Cor 1.'Corintios Lc Lucas
2 Cor 2.u Corintios Lv Levítico
lCr 1." Crónicas 1 Mac 1." Macabeos
2Cr 2.'Crónicas 2 Mac 2." Macabeos
Dn Daniel Mal Malaquías
Dt Deuteronomio Mc Marcos
Ecl Eclesiastés Mt Mateo
l'lcl<r Eclesiástico Miq Miqueas
Ef Efesios Nah Nahún
Esd Esdras Neh Nehemías
Est Ester Num Números
Ex É*odo Os Oseas
Ez Ezequiel lPe 1." Pedro
Flm Filemón 2Pe 2." Pedro
Flp Filipenses Prov Proverbios
GáI Gálatas 1Re 1.o Reyes
Gn Génesis 2Re 2.o Reyes
Hab Habacuc Rom Romanos
Heb Hebreos Rut Rut
Hch Hechos Sab Sabiduría
Is Isaías Sal Salmos
.ll Joel 1Sm 1." Samuel
Jn Juan 2Sm l.'Samuel
lJn l.'Juan Sant Santiago
2J" 2.^ Juan Sof Sofonías
iJ Jn J. .luan I Tes 1." Tesalonicenses
10 HOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR SIGLAS Y ABREVIA'I'URAli il

2 Tes 2." Tesalonicenses Tit Tito EThL Ephemerides Theologicae Lovanienses


I Tim 1." Timoteo Tob Tobías FCSM Fe Cristiana y Sociedad Moderna
2 Tim 2." Timoteo Zac Zacarías GCS Die Grieschischen Christlichen Schrifsteller dcr crs-
ten dreiJahrhunderte
LThK Lexikon ftir Theologie und Kirche (2." y 3." ed.)
DocuunNros coNCILIARES Mansi Sacrorum conciliorum nova et amplissima collectio
MS Mysterium Salutis
AG Ad gentes divinitus (Actividad misionera de la Iglesia) M'TWZ Münchener Theologische Zeitschrift
AA Apostolicam actuositatem (Apostolado de los seglares) NRT Nouvelle Revue Théologique
CD Christus Dominus (Ministerio de los obispos) OSA Obras de San Agustín (BAC)
DV Dei Verbum (La divina revelación) PG Patrologiae cursus completus. Migne. Series graeca
DH Dignitatis Humanae (La libertad religiosa) PL Patrologiae cursus completus. Migne. Series latina
GS Gaudium et Spes (La Iglesia en el mundo actual) RET Revista Española de Teología
GE Gravissimum Educationis (La educación cristiana) RSR Recherches de Science Religieuse
IM Inter Mirifica (Medios de comunicación social) RT Revue Thomiste
LG Lumen Gentium (La Iglesia) RTL Revue Theólogique de Louvain
NA Nostra Aetate (Religiones no cristianas) SC Sources Chrétiennes
OT Optatam Totius (Formación sacerdotal) SM Sacramentum Mundi
OE Orientalium Ecclesiarum (Iglesias orientales católicas) STh Summa Theologica (Tomás de Aquino)
PC Perfectae Caritatis (Vida religiosa) 'lhLz Theologische Literaturzeitung
PO Presbyterorum Ordinis (Ministerio y vida de los pres-
'l'hl'h Theologie und Philosophie
bíteros) 'fQ Theologische Quartalschrift
SC Sacrosantum Concilium (La sagrada liturgia) ThWNT Theologisches Wórterbuch zum Neuen Testament
UR Unitatis Redintegratio (Ecumenismo) TRE Theologische Realencyklopádie
WA Weimarer Ausgabe (edición crítica de las obras de Lu-
tero)
Ornqs STGLAS MÁs FRECUENTES ZKT Zeitschrift fiir Katholische Theologie

AAS Acta Apostolicae Sedis


BAC Biblioteca de Autores Cristianos
CG Contra Gentes (Tomás de Aquino)
CCL Corpus Christianorum. Series latina
CFT Conceptos Fundamentales de Teología
CSEL Corpus Scriptorum Ecclesiasticorum Latinorum
DEB Diccionario Enciclopédico de la Biblia
DENT Diccionario Exegético del Nuevo Testamento
DS Denzinger-Schónmetzer
DTNT Diccionario Teológico del Nuevo Testamento
EE Estudios Eclesiásticos
PRESENTACIÓN

El ser humano inaugura su existencia tendiendo manos


y boca a lo que le rodea y aún no distingue de sí. Anticipa
rle este modo lo que hará de por vida: indagar la realidad
circundante. Pero en esa salida al mundo se va sabiendo
cliferente de él y encomendado a sí mismo. Por eso cuan-
do, ya adulto, formule y organice sus interrogantes bási-
cos, el enigma del propio yo le intrigará tanto como el del
rnundo, si no más.
Cuestiones, por otro lado, estrechamente unidas, al
igual que las realidades que dan pie a ellas, como lo augu-
ra la estructura corpóreo-cósmica del hombre y lo pone
de manifiesto dramáticamente en nuestros días la crisis
ecológicar. A una o desdobladamente, hombre y mundo
son el tema por excelencia del que en el fondo se ocupa
tr¡«lo saber.
'lhmbién la teología cristiana. Como ciencia de la fe2,
sc pregunta por esos «cielo y tierra» que, como resumen
del universo, <<de todo lo visible y 1o invisible>>, figuran en
la primera página de la Biblia y en el primer artículo del
Credo. Un universo que incluye al hombre y en el que
éste ocupa un lugar privilegiado.
Pero la fe pone al frente de esas realidades al Creador
de ellas. Por eso originaria y etimológicamente la teo-logía
es <<la ciencia acerca de Dios». Pero no sólo de É1. Tam-

I Más aún, hombre y mundo se coimplican y aun solapan. Al abrirse a la vida,


el niño condensa el mundo en el rostro de la madre y del padre, Después en-
sancha su perspectiva, pero advierte al mismo tiempo que cultivo y cultura
yan haciendo de ese mundo nuevo un munclo humanizado. Por otra parte, si
puede afirmarse que el mundo incluye al hombre, éste, a su vez, engloba a
aquél en cuanto que lo ve siempre desde la atalaya de sus ojos. Por eso lo
percibe como mundo y no como mera suma de objetos.
'! «Fides quderens intelLectum>>,según la conocida definición de san Anselmo.
PRESENTACIÓN 15
l,l }IOT,f BRE Y MUNDO ALALUZ DEL CREADOR

tos y con toda la humanidad configuran. Mundo, por su


bién de todo lo que existe, «en cuanto hace referencia a
Dios como a su principio y fin»3. Ese nuevo «objeto» y ese parte, denotará generalmente la naturaleza, pero también
cl cosmos entero, con lo que en ocasiones, y será fácil per-
modo de ver los otros es lo que diferencia a la teología del
resto de los saberes.
cibirlo, incluirá al hombre.
El círculo hombre-mundo, que concentra y clausura a
lavez la atención de las ciencias, ha de abrirse por tanto,
según la teología, para dar cabida a una nueva figura, la
I. U¡¡¿ TEoLoGÍA DE LA CREACIÓN

de Dios. Sólo los tres nombres dan cuenta cabal de la rea-


Es el hecho de la creación el que mantiene indisoluble-
lidad.
mente unidos esos tres nombres, a condición de que no se
Los tres a una. Si, como decíamos, el mundo y el hom-
interprete como una acción puntual acaecida y concluida
bre no existen ni se pueden pensar si no es interrelaciona-
en el pasado, sino como el establecimiento de una relación
dos,la teología entiende que ambos mantienen un yínculo
aún más estrecho con su Creador; que sólo po, Él y e., Él
permanente de fondo que les constituye respectivamente
en Creadory creaturas y los define como tales.
tienen últimamente ser y sentido )r 9ue, por tanto, han de
El término cre ación conserva felizmente esa ambivalen-
ser vistos a su luz. Es lo que adelanta el título de este libro.
ciarya que designa tanto la acción divina como su efecto,
Él pretende mostrar que no se puede hablar adecuada-
la realidad creada. Consiguientemente, una teología d,e la
mente del hombre y del mundo silenciando a Dios. Y tam-
(rcnc;6n) que es lo que brindamos al lector, será el intento
bién, aunque en un sentido diferentea, que sólo se puede
rlt: ¡rcnsar rigurosa, sistemáticamente, y a una, a Dios, al
hablar bien de Dios tratando del mundo y del hombre, es
¡nunclr¡ y al hombre.
decir, implicándole en ellos como su Creador. Lo que este
No en to«las sus dimensiones. El término creación, al
término significa se irá dilucidando a lo largo de estas pá-
tiempo que abarca las tres realidades en juego,las delimi-
ginas. Por hombre se entenderá siempre en ellas tanto el
ta.Trata no simplemente de Dios, sino del Creador y, con-
varón como la mujer5, así como el hecho humano que jun-
siguientemente, tampoco se ocupa del hombre y del mun-
do sino en cuanto creaturas. Lo cual, insisto, no significa
3 <<Omnia autern pcrtractantur in sacra iloctrina sub ratione Dei: ul quia sunt atenerse a lo que fueron en sus primeros instantes, recién
ipsc Deus: ael quia habent ord.inem ad D¿am ut ad principium et finern>»,To- salidos de la nada, sino a esa configuración primordial
más de Aquino, §. Ii.I,q. 1,a.7, in c. que resulta del gesto creador y responde al designio origi-
a se irá aclarando. Adelantemos ahora que, al revés que ellos de É1, Dios
Que
no necesita del hombre ni del mundo para existir. Por eso se puede hablar de
nal de Dios sobre ellas; es decir, a su estructura y rasgos
Él en sí mismo, como hará Tomás de Aquino enla S.Th.l,q.2-43, antes de fundamentales que subyacen a todo desarrollo histórico y
considerarlo como Creador. lo hacen posible.
5 Se puede di.;cutir este uso del lenguaje. Aparte su tradición gramatical, filo-
Cuando hablamos conjuntamente de las tres realidades
sófica y teológica, pretende evitar la reduplicación que a cada momento ha-
bría de tener lugar. El término persona podría salvar estos inconvenientes, no cabe olvidar ni por un momento que la de Dios no es
pero ni figura tanto en los textos bíblicos y teológicos que manejaremos, y del mismo orden que las otras dos, sólo que más sutil. Al
delata sólo un aspecto, aunque esencial, de lo humano que, por otro lado, es
no formar parte de este mundo, no puede ser percibido
no sólo persona, sino también naturaleza.
PRESENTACIÓN t't
l6 HOMBRE Y MUNDO ALALUZ DEL CREADOR

inmediatamente en sí mismo, como ellas. Por otro lado, y 2. También la teología, aun sin quebrar esa urrirlarl rlr'
precisamente como su Creador, no yive a su margen, sino los tres nombres, fue desplazando en exceso su atcttcirirr
en lo que tienen de más profundo y prometedor. rle uno a otro. Durante siglos dominó la perspectiva teo-
céntrica. Ella continúa vigente incluso en aquellos auto-
res que hace poco más de un siglo terminaron de confi-
II. U¡¡a HISToRIA DE ENCUENTRoS Y DESENCUENTRoS grrai el trataáo de la creación7, como lo da a entender el
iít,rlo qrr" con más frecuencia le dieron («El Dios que
l.Nuestra historia occidental está marcada por la re- crea y eleva»)8.
lación entre esos tres nombres. En una primera fase míti- Por lo que respecta al mundo y al hombre, la teología
co-religiosa permanecieron no sólo unidos, sino incluso de la creación empezó primando la consideración de aquél
confundidos. El judeocristianismo, y la cultura derivada sobre la de éste. Sin duda porque el Génesis, del que ella
de é1, desmitifrcó esa unidad y estableció entre ellos dife- es en el fondo un comentario, procede también asíe' Pero
rencias insalvables, pero también vínculos insolubles. La además por la presunción' menos teológica que cultural,
época moderna aflojó esos lazos entre Dios y las creaturas de que el mundo es lo englobante y primordial, y el hom-
por un lado, y entre el mundo y el hombre por otro, cuan- bre iólo parte, aunque excelsa, de é1. Sin embargo, en este
do éste tomó distancias respecto a aquél y lo sometió a su punto se produjo una notable convulsión, y no sólo por
control. iuro.r"t culturales sino estrictamente teológicas:
¿No estaremos entrando en una nueva fase de esa his- a) Entre las primeras cabe señalar el cambio del cos-
toria? Dios continuaría difuminándose como horizonte mocentrismo medieval por el antropocentrismo moderno'
cultural, pero reaparecería al mismo tiempo en mil for- El «sujeto» suplantó a la «sustancia>> como categoría clave
mas de religiosidad. Perdería adeptos (quizá sólo cuanti- del pensamiento y el desarrollo técnico vino a legitimar y
tativamente) como realidad personal, pero los ganaría ufraizur la posición del hombre al frente del mundo con la
como dimensión divina de un universo en el que de nue- pretensión de dominarlo y humanizatlo.
vo se fusionan el mundo y el hombre, quizás como revan- b) Entre las segundas destaca el descubrimiento del
cha del distanciamiento creciente que entre ellos impone carácter saluífico áe los relatos bíblicos del origen del
la civilización científrco-técnica. mundo. Si «la creación es Iarazón externa del pacto y éste
La teología tle la creaciín qlue aquí ofrecemos se sitúa
al cabo de esa historia y en continuidad con ella, e intenta
vincular estrechamente esos tres nombres tal como figu- 7 Puecle verse esa historia en M. Flick-Z. Alszegh¡ Los comicnzos de ln saLaa-

ran en la primera página del Génesis y como se unieron clár, Sígueme (Salamanca 1965)' 13-17.
el lector
en Cristo lo divino y lo humano: <<sin confusión, pero sin " «D¿ Dei crea.nti;¿ et eLeaante». Un elenco cle tales títulos lo encontrará
enJ. Sagüés, Sunm¿a Theologica ll. De D¿o ct'¿ante ¿t eleaante, BAC (Madrid
separación>>6. tg64),446-7 .
, y es io que determina en gran parte la estructura que tanto Pedro Lombardo
en srs §enlencias, l.II,d.l,c.6, como Tomás de Aquino, S'Th' l,g'50 y 75
(introducción), dan a sus «tratados» de la creación.
6 DS 302.
PRESENTACIÓN I9
18 HOMBRE Y MUNDO ALALUZ DEL CREADOR

la razón interna de la creación>>ro, el hombre desplaza al Ir,:r, los flrandes hallazgos científicos, la amenaza atómica
y lir t,risis ecológicara.
cosmos del centro de la creaciónrr. El tratado sobre la
creación se desliza así hacia un tratado sobre el hombre, y l,)llo obliga a preguntarse si no habrá que superar tanto
no sólo porque es en éste y no tanto en el mundo donde lr,,r izontal como verticalmente esa estrechez antropocén-
se descifra ahora la creaturidadr2, sino porque empiezan a rrica del tratado, y no habrá que volver a elaborar una
aflorar, como alternativas, una serie de antropologías teol6- ,,tr:ología de la creación»r5, pero que no se limite sólo a la
gicas t3
.
rrirtrrraleza y no aloje al hombre en otro tratado de «Antro-
r, rlogía teológica fundamental»r6.
3. Ese legítimo antropocentrismo derivó sin embargo ¡

en un reduccionismo creatural. La concentración del len- Nos hallamos en el momento presente a la búsqueda
guaje en categorías personalistas de <<sentimiento de de- rlt: t¡na síntesis que ensamble de nuevo los nombres de
pendencia», de «encuentro»..., dejó desamparada y sin la I)ios, el mundo y el hombre, pero teniendo bien en cuenta
debida autonomía teológica a la naturaleza. Más aún, al l.r ¡rujanza y relativa autonomía que entre tanto han adqui-
saldarse los conflictos modernos entre ciencia y fe con un r irlo los dos últimos. Por eso no Puede tratarse de una

reparto pacífico de competencias, la teología de la crea- vrrclta (imposible) al teocentrismo (y cosmocentrismo) an-
ción cedió la naturaleza a los científicos y se refugió en el tcriores a la época moderna, sino de una superación de
hombre, respecto del cual se sentía mucho más elocuente. ósta, que arranque al hombre de su ensimismamiento y lo
Pero ello sucedía en tiempos en que la cultura yolvía sus ('ornprenda como relación no sólo a sí y a los otros, sino a
ojos al cosmos, por razones tan decisivas y contrapuestas 1,, t,l¡t¡ (el mundo) y al Otro (Dios).
alavez como el redescubrimiento de su condición simbó- {. Es en especial a Éste a quien la teología de la crea-
cir'rn tiene que reivindicar hoy. Es su nombre el que mu-
chos de nuestros contemporáneos se niegan a vincular a
r0 Así titula respectivamente K. Barth los apartados 2 y 3 del capítulo «Crea-
los del mundo y del hombre.
ción y Pacto» en la primera parte de su «Doctrina de la creación», Kirchliche
Dogmalih III/1, Evangelischer Verlag (Zürich 1957), pp.l03 y 258.
rr Así sucede en la gran dogmática católica posconciliar rlfl st¿rium Salutis. La
teología de la creación se convierte en doctrina sobre «El comienzo de la rf Precisamente esa crisis y el interés tcolígico por la naturaleza ha dado naci-
historia de la salvación» , er protología, que, a su vez, deriva en antropología.
miento a un significativo tratado de Ch. Link sobre la creación (Schi)pfung)
Cf. II/1, Cristiandad (Madrid 1969),45I-468.
r2 Un estudio más detallado de toda esta transformación del tratado, si bien entre los manuales de Tcología Siste¡nática editados por C. H. Ratschow en
G. Mohn (Gütersloh l99l), VII, I y 2.
reducido al área de t¡n solo centro teológico, puede verse en L. M. Armen- 15 Es lo que, entre otros, han intentado
J. L. Ruiz de la Peña, Teología ile la
dáriz, «Variaciones sobre el tema creación», Unitersitas, Theologia, Ecclesia
creaciín, Sal Terrae (Santander 1986) (véase el prólogo); A. Ganoczy, Doc-
(II), Mensajero (Bilbao l98l), 867 -933.
l' De una buena parte de ellas, con el comentario correspondiente, habla trina de La creación, Herder (Barcelona 1986);J. Morales' El misterio de la
creación, Eunsa (Pamplona 1995).
A. Matabosch, «Manuals d'antropologia teologica en la decada dels '80» de J. L. Ruiz
(l) «Revista Catalana cle Teologia» I6 (1991), 187-201, 405-419. Asinismo "' Qr:" ", lo que sucede en la, por tantos motivo§r benemérita obra
<Ie la Peña citada en la nota anterior' si bien el autor reconoce, yéndose al
L. F. Larlaria, Teología del pecad.o originaL 1 de La gracia, BAC (Madrid
otro extremo, que «la teología de la creación tiene su emplazamiento idóneo
I993), XXI-XXV. El Concilio Vaticano II, que abre las puertas de la lglesia
en el marco de la antroPología teológica» (p.13) y se asocia a quienes inser-
y de la teología a los dos inflqjos arriba dichos, patrocina en parte esa nueva
tan en ésta el tratado Dc Deo creante (p.ll).
orientación. Cf. GS 2,3,4-10,1 1,12...
20 HOMBRE Y MUNDO ALALUZ DEL CREADOR pREs¡NrecróN 2t

Y, sin embargo, si la teología quiere sobrevivir como tal ,rl.jrricio de esa palabra. En ese primer momento la teolo-
(por su bien y el de todos), ha de seguir hablando princi- qía n«r es mayéutica, sino escucha. De ahí el lugar preemi-
palmente de Dios y elaborando no sólo una teología de la rrcrrte que en ella ocupa la Biblia.
creación sino aun una «teología del Creador>>i7. A esto úl- 2) Sin embargo, si esa Palabra de Dios sobre el mundo
timo, a su tarea primordial de evocar el rostro del verda- y cl hombre no les es extrínseca, sino que, por creadora,
dero Dios al frente de la realidad,le remiten al teólogo las lcs hace ser lo que son, el carácter teológico del tratado
dos caras del momento cultural presente: el ateísmo-ag- incluye también un análisis radical de la realidad, si bien
nosticismo por un lado y el rebrote, tan pujante como guiado por la Palabra oída «de fuera». Por eso es por lo
inesperado y ambiguo, de la religión por otrol8. que el tratamiento teo-lígíco del mundo y del hombre no
se puede reducir a escuchar la Escritura y extraer de ella
rrna cosmología y antropología bíblicas; quiere además
III. El, CARÁCTER TEoLÓGICO DEI, LIBRO rlar cuenta y razdn de ellas y las pone por ello en diálogo
con las preguntas humanas y con las respuestas que les ha
Después de precisar de qué realidades trata, es menes- dado el hombre.
ter indicar el modo como las abordare. Lo señala ya en el 3) De ese encuentro con la cultura, alavez integrador
título la expresión «a la luz del Creadon>. Con ella declara y mutuamente crítico, nace la teología como ejercicio ecle-
su carácter estrictamente teológico. Dos palabras sobre él: sial de refleüón. Supuesto el pluralismo cultural,lo que en
l) La teología no pretende llegar al fondo de la reali- rr,alidad emerge es una pluralidad de teologías20. En oca-
dad encarándose inmediatamente con ella y desentrañán- si«rnes la Iglesia, que es el lugar donde la Palabra se escu-
dola. Eso sería remedar a la filosofía o a las ciencias. Ella cha y se verifica como vida, se ha visto obligada a reclamar
empieza, por el contrario, dejándose decir por Dios lo la unidad de ellas en lo esencial y a formular vinculante-
que El, el mundo y el hombre son. Y no para confirmar mente su visión de Dios, del mundo y del hombre, dando
con la fe ciertas persuasiones previas, sino sometiéndolas lugar a los dogma¡. Una teología que se sitúe al interior de
la Iglesia y se alimente de su fe deberá hacer suyos esos
hitos del pensamiento eclesial y consignar su valor perma-
17 Así, «como acto de Dios», antes que como «el mundo de las creaturas», fi-
nente.
gura en primer lugar la creación en W. Pannenb erg, Teología Sistemática ll,
UPCO (Madrid 1996), l-62;J. Moltmann, Dios cn la teación, Herder (Bar- Eso no significa pasar por alto los condicionamientos
celona 1987). I
históricos de esas definiciones de fe y, menos aún (cosa
l8 Es un reto que, como diceJ, B. Metz, requiere más que nunca una especie
que hasta hace poco se hizo y el Vaticano II desautoriz«i)
d,e coraje ciatl metafísico que será tachado por muchos de ingenuidad. Pero,
añade: «¿qué peso tiene ese reproche a la vista del peligro de una banalidad erigir esa <<doctrina eclesial» en el punto de partida <lcl
rampante? Y, para el cristianismo, más mortal que la sospecha de no estar teologar y mostrar luego cómo la Biblia la corrobora. ll¡r'
de moda, sería la de haber acabado por ser superfluo>>, Extracto lo que el
autor dice en «Gotteskrisse. Versuch zur geistigen Situation der Welh>, en
Diagnossen zur Zeit, Patmos (Düsseldorf 1994), 76-92.
Ie Lo que en teología escolástica se llamaban respectivamente «objeto mate- '0 Cf. C. Geffré,«Diversidad de teologías y unidad de fc», crr lnitittitiu ¡t ltt
rial» y «objeto formal>>. práctica de la Teología I, Cristiandad (Madrid 1984), I 23-147.

I
c)9 PRESENTACIÓN 23
HOMBRE Y MUNDO ALALUZ DEL CREADOR

Se trata, como se ve, de señalar el momento y manera


el contrario, esta última ha de ser leída en primera instan-
rlcl engarce entre fe y razón que la teología, y en particular
cia y sin pre-juicios 2r.
h católica, siempre ha patrocinado. Si antes se empezaba
¡ror el testimonio de la fe y sólo más tarde se apelaba a la
Luis M. IV. MÉTO»O «DESCENDENTE)) Y «ASCENDENTE» razón, nuestra época, menos sensible a la transcendencia,
¡rertenc a I
I)arece reclamar el método inverso («ascendente») llevado
dr Hasta aquí lo que sería la lógica peculiar de la teología. lo más lejos posible. Pero antes de absolutizarlo o genera-
teol<igicos En nuestros días, sin embargo, esa actitud d,e escucha de Iizarlo, es preciso recordar que ese análisis de la realidad
de'Ibol< una palabra de Dios sobre el mundo y el hombre encuen- humano-cósmica no se basta por sí sólo para alcanzar los
(Austria tra en éste no pocas resistencias. Nuestra sociedad no contenidos de la revelación. De lo contrario ésta habría
comparte ya el antiguo presupuesto de que Dios está al sido superflua, e inútil el <<salto>> de la fe. Y es que la ver-
de Ia Facul frente de la realidad. Esto ha de reflejarse por fuerza en el dad última de Dios, y en su medida la del mundo, sólo
modo de hacer teología. Parecería que, para dar hoy «ra- pueden ser alcanzadas si se revelan o dejan intuir en sí
de la Urüvt
zón de la esperanza» (l Pe 3,15), no deberíamos presumir, mismas, más allá de toda búsqueda. Por eso no sólo la teo-
en Xa quc d
como solíamos, que Dios existe y ha hablado y estructurar
logía, sino también la gran filosofía, han partido tradicio-
desde esa fe nuestra comprensión del mundo y del hom-
nalmente de esa revelación o intuición primaria y han or-
bre, sino adentrarnos en un análisis detenido de éstos y
Su intcrús ganizado desde ella «descendentemente» la explicación de
comprobar si tiene sentido lo que de ellos afirma la fe.
la realidad. Y lo mismo se diga de aquellas teorías científi-
centrado ¡ Este, que ha venido a llamarse método <<ascendente>>,
cas que han cambiado la comprensión del mundo23.
en la ha adquirido carta de ciudadanía en la cristología moder-
Por eso el método <<descendente)) conserva su valor,
na22, pero desde ella va derivando a los otros tratados. En
aunque reclama, hasta donde sea posible, su verificación
artículos el nuestro, en particular, no sería sólo la necesidad de
histórica. Y algo parecido hay que decir del «ascendente>>.
aproximar la fe al oyente de nuestros días lo que lo justifi-
Ha de quedar abierto a la «palabra de lo alto». El tema
ca. En sí misma la teología de la creación afirma, como
y los oyentes decidirán cuándo se empieza por uno o por
acabamos de indicar, que el designio del Creador sobre su
otro.
creación no flota sobre ella sino que la penetra y configu-
Dice san Juan de la Cruz que es un «deleite grande...
ra. ¿No podrá por tanto ser barruntado desde ella?
conocer por Dios las criaturas y no por las criaturas a

2r «Ordénese la teología dogmática de modo que primero se propongan los te-


mas bíblicos...», OT,1 6.
22 «Descendente» se llama aquella cristología que parte de la afirmación de 'rr No han sido puro resultado de la acumulación de datos empíricos. La inves-
tigación de éstos ha ido siempre acompañada y aun precedida de una cos-
que Cristo es el Verbo de Dios y trata de explicar cómo se encarna enJesús. movisión determinada y de una serie de presupuestos indemostrables sin
«Ascendente>> se considera aquella otra que, invirtiendo el proceso, arranca los que es imposible hacer ciencia (la presunción, p. ej., de que la realidad
deJesús y de su condición humana y pretende, ahondando en ella, acceder existe y es observable), así como de modelos coyunturales que no tienen
a su verdad última de llijo de Dios. Cf. L. M. Armendáriz, «Quién es Cristo otra legitinridad que la que a posterior¿' les conf-rera la fecundidad de sus
y cómo acceder hoy a él», en «Razón y fe»,227 (1993), 143-160; «Respues- propuestas y la adecuación de éstas a la realidad.
ta cristológica a la indiferencia y a la nueva religiosidad», ;bíd.,383-398.
E
U
^
24 HOMBRE Y MUNDO ALALUZ DEL CREADOR pR¡,ssNr¡,clóN 25

Dios porque eso es conocer los efectos por su causa y no s,,l«r Espíritu» abre en la pluralidad coincidencias funda-
la causa por sus efectos»2a. rrrcntales y apunta (y aun la presupone) a una unidad bási-
.'l del mundo y de la historia.
Es necesario, por otra parte, que la teología de la crea-
V. UncnNcIA DE UNA TEOLOGÍA DE LA CREACIÓN ciírn contenga una pretensión de verdad y validez univer-
sales. De lo contrario no pasará de ser un ejercicio de ló-
Los creyentes piensan que, desarraigada de Dios, la ¡¡ica doméstica sólo útil a creyentes y en cuanto tales. En
realidad humana y cósmica, pierde consistencia y claridad tiempos en los que «extra muros)) del cristianismo la secu-
(GS 36). Creen además que Dios es patrimonio universal larización convive con los fundamentalismos y con el re-
de su creación y que es reclamado, quizás inadvertida- lrrote de la religiosidad, y en los que en el ámbito eclesial
mente, por todos, y en particular por los más pequeños y seducen el pastoralismo inmediato y el pentecostalismo
amenazados, como único garante definitivo de su valor, cntusiasta, resulta especialmente urgente una teología de
dignidad y futuro. Hablar de El es hablar mejor del hom- la creación que aborde las bases de la realidad, es decir,
bre y del mundo. de todo aquello que el creyente comparte con otros, y no
En nuestros días no sólo hay que rescatar el nombre de rehúya el logos, la apuesta por la verdad26.
Dios. Thmbién el hombre está siendo puesto en cuestión. De lo contrario la fe verá reducida su contribución al
También en él se creía antes de antemano, ya porque se diálogo tanto con la cultura como con las religiones. Éste
suponía la existencia de una <<naturaleza humana> (en un r¡rredaría muy mermado si la teología cediese a los exten-
planteamiento más estático), ya porque en la modernidad <lidos prejuicios de que en el fondo todas las religiones
el proyecto hombre, confiado a él mismo, marcaba el sen- son iguales y de que la religión es un asunto privado que
tido de la historia, concebida como un progreso induda- no tiene por qué entrar en el debate sobre la estructura y
ble en raz6n,libertad y justicia. Se ha visto, sin embargo, metas de lo real.
que ese gran programa moderno de emancipación huma- En razón de esa importancia que reviste el tema, y por
na ha fracasado en buena parte, y que hablar de la historia aquello de que «lo que tiene que ser hecho hay que hacer-
y delhombre, parece incorrecto y presuntuoso. Por eso la lo, aunque sea imperfectamente)) (Chesterton), el autor'se
posmodernidad instaura un pensar fragmentario. aventura a señalar cuál es la verdad última de esas realida-
La teología de la creación ha de tomar buena nota de des (mundo y hombre) por las que preguntan todos los
ese «desafío del fragmento»zs, pero no tiene por qué capi- saberes. Lo intenta a sabiendas de que el asunto le des-
tular ante él.La fe en «un solo Dios, un solo Señor y un borda. En primer lugar por lo que hace a la filosofía y a las
ciencias con las que deberá entrar en diálogo y en las <¡rrt,

!{ Y prosigue afirmando que este último es t¡n «conocimiento trasero y e§otro


2'i Una preocupación parecida recorre el libro deJ. M. Mardones, ,\inlt¡ttr,lt
esencial»>, en Llan¿a de a¡no'r oiaa, crnción 4.^, n. 5, Yida 1 obras de san
un retorno, Sal Terrae (Santander 1999), y le hace descubrir cr¡ scir¡l¡rrlr¡s
Jzran tLe La Cruz, BAC (Madrid 1960), 1087.
Así subtitula J. M. Mardones su libro Postn¿od¿rnitlad 1 cristianisnto, Sal filósofos del momento presente el renacimiento de un i¡rterés ¡ror lr rcligi,irr
's
Terrae (Santander I 988). y la necesidad de volver a pensarla.
26 HOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR

I
él no se siente competente, en especial en las últimas. Pero
además porque resulta inabarcable cuanto en su mismo I'L DIOS QUE DA VIDA A LOS MUERTOS
campo teológico se ha escrito y se sigue escribiendo sobre
Y LLAMA LA NADA A SER
la creación y debería ser tenido en cuenta en esa síntesis
que él busca. Esta, aparte de mal vista por el pensar frag-
mentario del momento presente, parece condenada de an-
,;Cuándo empezó a figurar el Invisible (Dios) entre las
temano al fracaso y aun al ridículo por la creciente espe- rcalidades evidenres del mundo y del homb." ,, Nom_
cialización del mismo saber teológico. f
lrre junto a los otros dosP Dicen los historiadorás de
la re-
Sin embargo el autor entiende que algo así como una li¡iión que, bajo una u otra denominación (lo divino, lo
uisiín de conjunto es lo que más reclama la actual disper- santo, lo totalmente otro-, el misterio, el «sin nombr"r...),
sión cultural y teológica27. Y es esa perspectiva global, que ,'rt4bg ya de antemano allí haciendo del mundo ,rru ..uú_
ha ido naciendo en él a lo largo de muchos años de do- rlad a la vez patente y enigmática y despertando en el
cencia,la que fiunto a otros) piensa poder aportar28. ¿In- lrombre sentimientos peculiares de pasmo, veneración,
genuidad? ¿Deformación profesional? ¿Simple cuestión «fáscinación y estremecimiento» y preguntas subsiguien_
de talante? El lectorjuzgará. tes acerca del origen y sentido de todo.
No es posible ni necesario estudiar aquí el origen de la
rcligiónt. Bastará con que señalemos lo que, en diálogo y
tlebate con otras corrientes religiosas, opina al respecto la
.judeo-cris tiana en la que nos insertamos. Eso nos remite a
Ia Biblia, a la cual nos conduce también aquel primer mo-
rnento de escucha, inherente al
La frase de la Carta a los ue da título
a este capítulo primero, no sólo supone convtvencra y
¡nutua implicación de los tres nombres, slno que_gxple'§a
I r:l tipo de relación vi€s¿rtqestre-elles. Atribuye a Dios que
rnundo y hombre existan y sobrevivan, que pasen re§pec-
tivamente de la nada al ser y de la muerte a la vida. Rela-
( ron untca, fontal, que desde ahora,
y a la espera de lo que
rligan otros textos, podemos calificar de creaciín.

27 <<On risque un saaoir multiple, mais d,isseminá, aoir déséquilíbré, qui rempLi- I (lomo botón de muestra, cf.J. Martín Velasco,
«Religión, Religiones», en El
s¿ la téte sans construir I'esprit et libercr l'homn¿e», G. Lafont, Histoir¿ théo- I )ios cristiano,Secretariado Trinitario (Salamanca
|OSZ¡, nSl_Vn.'
logiquc ile t'Église catholiqar, Cerf (Paris I 994), p.1 I . " ver la Presentación. Así también («arrimándome a la Escritura divina»)
es
28 Eso hace que no pueda participar del todo de la modestia de J. M. Mardo- crrrno empiezaJuan de la Cruz su Ll,ama d,e amor tiaa,en
nes cuando habla de la «gran precariedad racional que se cierne sobre la
Vid,a I obras de san
f nan d'e la Cruz, BAC (Madrid 1960),978.
creencia>>, que «sólo posee atisbos y anhelos», §íztomas...,l98.
e.*Q ,,i
'::i:i:
r:,rt:

2B EL DtO§ QUE DA VIDA LOS lvf UEI{TOS 90


^
,.]::i]

No es que esa frase inaugure la teología de la creación.


verosfmil esa hipótesisa. ¿Por gué, en todo caso, no llegó
'.1:;i.:

Por el contrario, ella culmina experiencias capitales del


Israel a formular de una manera programática su fe en la
Antiguo y Nuevo Testamento que a continuación pasamos rrli:

creación del mundo hasta época tan reciente, máxime


a analizar. Comentaremos tan sólo aquellos textos que tra-
cuando desde mucho antes florecían relatos cosmogóni-
tan expresa y temáticamente de la creación. Dejando su 5. A esta cuestión,
interesante no sólo li-
cos en derredor?
análisis pormenorizado a los exegetas, estaremos atentos a ,':i
también teológicamente) se han dado básica-
teraria sino
la visión fundamental del mundo y del hombre que trans-
mente dos resPuestas:
miten y al modo como la fe en el Creador, al tiempo que a) Según la primera, esa referencia a la creación ape-
configura la historia y el alma de Israel, es configurada
nas contaba por sf misma en un pueblo centrado en la f'e
por ellas.
.', enJahvé, el que les salvó de Bgipfo y estableció con ellos
:: su Alianza. Sólo incorporada a esa fe como última raz6n
de ser de su radicalidad y universaliclad, habría encontra-
1, L¡T CREACIÓN EN EL ANTIGUO TDS.TAMEN,|o
do acomodo y peso específico la referencia a la creación.
Esa concl,usiín teolígica constituiría a la vez la singulari-
L.I. El G4nesís dad israelítica de la fe en la creación y su increíble auda-
cia. Porque viene a afirmar que la creación entera apunta
l.
Gn 1,1-2,4a es el texto creacional más conocido y a Ia salvación de Israel, que la historia de Abraham se
el que más directa, solemne y estructuradamente se ocupa inauguró en realidad con el comienzo del mundo. <<Por
del origen del mundo y del hombre. Hace además de pór- pretencioso que parezca, la creación pertenece a la etiolo-
tico de la Biblia y constituye una referencia obligada de gía de Israel»6. A la creación se habrfa accedido desde la
toda teología de Ia creación. Alianza.
Se tlata, sin embargo, de un texto relativamente tardío . Sin ir tan lejos mantienen otros que ésta y no aquélla
(¿siglo vt a.C.?), muy posterior a orras páginas de la Es- sería Io teológicamente prevalente, es decir que en el Crea-
critura. Esto ha suscitado la cuestión de si hasta ese mo- dor la bondad destaca sol¡re la omnipotencia y que Ia
mento la creación no fbrmaba parte de la fe de Israel, tan- nada creatural se experimenta ante todo en la gratuidad
to más cuanto que los credos más antiguos, por ejemplo el absoluta de la elección7.
de Dt 26,5ss, se limitan a recordar las actuaciones salvffi-
cas deJahvé en favor de su pueblo y no empiezan, como el { Esto hace que a}gunos arrtores prcfieran acceder a Gn I tras haber «dado r¡n
nuestro, por la fe en el Creador. rodeo» por esa prebistoria de la fe en la creación y haber señalado sus fases
La existencia de referencias anteriores, aunque puntua- implícitas y cxplícitas. Asf, por ejcmplo,J. L. Ruie de la Peña, Taologta de la
enación, Sal 'ferrae (Santander I 986), 23-3 I .
les, a esa fe3 ¡ en particular el relato cle la cieación del 5 ün partictrlar cl poema babilónico Enuna Elis. $obre él y otros
mitos cos-
hombre en Gn 2o anterior en varios siglos a Gn l, hace in- mogónicos cf. VV. AA., La ¿r¿ación del mundo 1 d.¿l hon¿bre ¿ru los l¿xtos d.¿l
Pr,iximo Oricntc Antíguo, Verbo Divino (Estella 1982).
6 G. von *ad,Twlogta del Antiguo'latamenlo,
Sfguemc (Satamanca lg69),
r 187.
Sal l9,1ss; Cn t4,19.22;Jr 32,17i33,25-26... 7 Así lo afirmaJ,
L. Iluiz de la Peria, Tbologla,..,26-7,

I
30 HOMI]ITE Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR EL DrOS QUr DA VrDA A t,OS MUERTOS 3l

El contenido esencial de Gn I se condensarfao según


:.tl
,,st¿r siguió manteniendo cierta autonomla. Cuando se men-
eso, en la fórmula <<Jahaé es el Cread.or d.el mundo>>8. Dado t'iorrarr a una no lo hacen sólo ni siempre en referencia a [a
que el peso recae en el sujeto de la frase, el significado de ,,risericordia de Jahvé, sino también a su omnipotencia
ésta es primordialmente salvífico, no simplemente creatural. (lt u.ra) rPatente en amba§.
b) La segunda teorla opina por el contrario que aquel Esto crea, dentro de la unidad de la feo cierta dialéctica
largo y extraño silencio obedece a que el pueblo de Israel irrcurable entre Creador y Salvador, semejante a la que se
tl
no necesitaba explicitar una creencia, más o menos vaga, rla entre naturaleza y gracia y de la que hablaremos más
en la creación, que compartía con los pueblos del Antiguo r;rrder3. La teología de Gn I se podrfa condensar, §egún
Orientee. Y no sólo con ellos. El encuentro del hombre <:sra segunda teoría, en la fórmula <<El cread,or del mundo
con el cosmos, bajo la amenaza del caosr le ha llevado por : ,,s Jahoé>>, con énfasis en el sujeto, o, por igual, en él y en
doquier a vislumbrar, al origen de todo, un poder ultra- cl predicado
rnundano y benévolo, garante de vida y sentido. .,
En este modo de ver las cosas, la fe en la creación no
Esa «fe cosmológica» de la que participaba lsraelt0, tuvo sirye sólo para afianzar en los orfgenes el credo de Israel
por fuerza que entrar en contacto con su fe histórico-salvffi- ni se funda sólo en su historia de salvación, sino que es
ca y fue profundamente refbrmulada a partir de ese encuen- patrimonio de todo hombre y cuenta con el mensaje de la
tro con el Jahvismo. El capítulo I del Génesis tendría a la ¡raturaleza y los enigmas de la historia y legitima el mito
espalda esa larga historia y conseryaría aún los indicios de como lenguaje de fe.
esa remodelación del (de los) antiguo mito creacionaltl. c) Más allá de esos énfasis diversos, ambas teorías reco-
En ese proceso aquella vieja «fe» en la creación no nocen que para el Génesis el Salvador de Israel es el Crea-
quedó absorbida por la fe salvfficar2. Aun coqjugada con dor del mündo; que no se pueden desligar la alabanza a
Uno de la del Otro; que las preguntas originales del hom-
s También podrla rcsumirsc en la frase dc Barth citada en la Prcsentación,
bre se integran en la experiencia salvífica de Israel; que sólo
Por cierto, no olvidamos r¡ue Gn I no habla dc.f ahvé, sino de Elohim, pero
a la luz de ésta se puede leer cabalmente la creación; que lo
bajo el nornbre dc Este se delinea claramente el modo de ser y o.trlar cl.
AquéI. Recordemos además quc procede de la fi¡ente <<sacerdotal». que comenzó en el origen del universo desemboca en la
e Entrc los partidarios dc csta teoría destaca C. Westcr¡nann, historia de Israel o que, a la inversa, ésta se dilata y retro-
«Kornrncntar
ztrr Gencsis» en Biblisch¿r Konmcnlar, Alt¿¡ 1i¡ta¡n¿nú, Irl, Ncukirchener trae hasta las fronteras de todo. Se trata por tanto de un re-
Verlag (Neukirchen-Vluyn I 970). :-
l0 La pongo enuc comillas porquc scgrln algunos (el mismo Westermann, lato salvfficor 1, no meramente creatural, pero pretende ha-
«Kommcntar», 240159), no se puede hablar de fe, sino de prcsupuesto m¿n- blar del origen de todo cuanto existe, no sólo de Israel.
tal) y para dcjar constancia, en todo caso, de que el «objeto» cle la fe no es
propiamente la creación, sino el Creador ¡ en lsrael,Jahvé Creador.
rr Como ¡ronen de rnanifiesto <liversos análisis cxcgéticos, espccialmente el de Así es como se reali¿a la convergencia. Yo diria recÍprocamente que la salva-
W. H. Schmidt, Dic Schiiffungsgcschieht¿ ilcr Pricsterschtift, Ncukirchener ci6n cs un caso de crcación», P, Beauchamp en AA.W., Exégcsis 2 hcnne-
Verlag (Neukirchen-Vluyn 1964). Sus alinnaciones pueden verse en J. L. , n&rtica, Cristiandad (Madrid 1976),8t.
Rr¡iz de la Peña, TboLogla...,33-37, 6l-69, Cf. R, Gratz-H. §pieckerrnann, te E. Schillebeeckx,
Cristo 1 los ct'islianos, Cristiandad (Madrid 1982), 509.
«Schópfer-Schópfung» II. Alrcs Testamcnt, en TRE XXX, 1999, Z5g-283. En esas páginas (50.3-5 I 0) exponc el autor sus razoncs en pro de la segunrlr
ll «Yo disiento de von Rad er¡ cuanto <1ue hace caer la cosmología bajo la cate- téoría con cicrta radicalidad, que hace quc su punro de vista no encaje quiz.á
gorfa de lo soteriológico. La creación serfa entonces un caso de salvaci6n. en la sfntesis de ambas teorfas, que a conlinuación propongo.

I
.t:l
32 IIoMBREVMUNDO ALALIaDELCREADoR i
EL DIOS QUE DA VIDA A LOS MUER'TOS JJ

El hecho de que este acuerdo fundamental admita las ..


,lr, original y su destinois. Perteneciente a la tradición
dos lecturas antedichas deja al descubierto un problema
.,,,
estructural y singularmente importante en nuestros días, a ,,, i¡lrvista y anterior en unos tres siglos al c. 1, difiere no
¡r,rc«r de éste en el escenario de la creación (estepario en
saber, cómo coordinar la fe en el Creador con una cosmo_
visión cultural ¡ dentro de esa misma fe, cómo armonizar ,r
,,. ,"r r)" oceánico) y en el estilo literario y teológico, dife-
rcncias que bastarían para alejar Ia idea de que el Génesis
especificidad y universalidad, identidad y relevancia. El ,tl
texto que comentamos indica que a la fe no le cabe ni ais_ Irretende redactar un refortaj¿ de los orígenes. Emplearr-
i ,lo el género del relato y el del mito (o, quizás mejor, his-
larse ni diluirse. Thmpoco resignarse a la contradicción o
- torizando el mito¡6) transmite una visión profunda del
a la ambivalencia. Tiene que intentar la síntesis. puede l,
r¡rundo y del hombre, derivada de experiencias históricas
para-ello seguir un doble camino: partir de una experien- ,
rle salvación.
cia de Dios tan radical que se pueda abrir a todo (camino
recorrido por Israel según la primera teoría y que, de
,
3. Los 11 primeros capítulos del Génesis, y no sólo el
,
c. I y el c. 2, tratan d,el suceso primordial de la creaciíntT.
acuerdoconlodichoenlaPresentación,podriaáoslla-
A pesar de su diferente edad y origen literario componen
- mar <<descendente>>), o encontrar, en medió de las múlti- ,,
un conjunto protológióo. Sin los relatos del pecado conra
ples experiencias cósmicas y humanasr.la «perla preciosa>> r

Dios (c. 3) y contra el hermano (.. 4), sin tener en cuenta


que las centre y reorganice (rnétodo seguido poiGn l los otros atentados contra la creación que representan la
"-
gÍn Ia segunda teoría y que podrfamos áenominar ((ascen-
- :
insolencia y la desmesura humanas (c. 6 y 1l), y sin que
dente»). :
se haya superado la amenaza universal del diluvio (.. 6 y
7), no se puede dar por consolidada la creación ni repetir,
teorfas no son excluyentes sino complementarios, aunque
más allá de todo riesgo,la bendición original de Dios so-
Ia parezca literaria y teológicamente más ajus-
-se_gunda | bre el mundo y el hombre (9,1-17).
tadala.
Las sucesivas genealogías («toleiloúá», génesis)18 hacen
2.
Gn 2,4b-3,24 merece especial atención porque na- i
de hilo conductor de esos capltulos, historizan la creación
rra con detalle la creación del varón y de la *oj"., *
y anudan esa protohistoria universal a la historia particu-
".tu- ,

lar de Abraham (11,27ss;12).


lr «Lomismo q.e la creación resurta rcvalorizada por la relacidn personar de 4. Después de indicar cómo se llegó en el Génesis a la
lasalvación,lasalvaciónresultaamplificada,rcfeiidaalatotalidaddelavida fe en Ia creación digamos a continuación su contenido. A
por los valores sa¡rienciales. Dich. de otra forma, los dos valores
-salva-
ción y crcación- se confiercn recíprocamentc sus ventajas. por eso conside-
l
conciencia de los lfmites y riesgos de toda síntesis, pero
también de su utilidad, y tratando de acercar el mensaje
i

ro, con von Rad, q.e el fenómeno de u¡tir ,,salvación y crcación,t es


un mo-
mento absol'tamente esencial, si bien yo no lo digo cxactane¡¡te de
la
misma mancra», P. Ilcauchamp, Exégosis...,iáfd. El mismo von Rad
recono- .'

ció más tarde los lfmites de una visión unilateralmente tcológico-lristórica, r3 P. Gisel, Iniciación a la
ln'áctica de la teologla lll, Cristiandad (Matlrid
cf. E. Schillebeeckx, Crü10...,860, nota 36, y lo que'rifs to.d. dir.rno.
.o" 1985),569.585.
bre los sabios de Isracl, w. Pannenberg, q,re'hacciuyas ras razones
dc la se- Cf.J.L. Ruiz de la Pcña, 7201og1a...,59"60.
gunrla tcorla, reconoce en la tcsis cle von Rad un nrrcleo permanentc 'u
t'
de ver. P. Gisel, /zieia ción..., 591 -597
dad,,fcologlaSíst¿»lútic¿Il,UPCo(Madridl996),l1. ro Gn 2,4;4,I 7ss;5,lsc;l0,Iss;l I,l0ss,
Los MUERTOS 35
LL DIOS QUE DA vlDA
1.ir'
: :':] .:
34 HOMBIIE Y MUNDO LA LUZ DI)T, CRI,ADOR ^
^
excluidos
bíblico a las cosmovisiones que nos rodean, pasamos a re. ,1'''i ( lrr'¡rtkrr y característica de sus obras' Quedan
:'"'#'fi :JiTt*l
. iri

sumir las afirmaciones más salientes de aquéIe


:::
it[:iiiit*','ff #:r§["'x".1x,:f t1 runda'
,i por ;r,amor
:i::'i;;;ttd"d',,inculáa t'
aüierta' No es sólo el
a) Una cosmovisión original El mundo t' i'"I *ufidad
de una t'i'to'ii' J"o
qu" él misnro es historia' Los
,r,r(:o cl séptimo
- Al origen, y como razón funclante de todo, hay un d.I" "'"u"Jtl ^""U''" en uno distinto:se interrum-
,,,.is rllas
solo Dios. Todo lo que existe y rodea al hombre provie-
;;

:illj'*J igul $e ta s¡1ana


ne de É1. No cabe, por tanto, el politelsmo, ni un pluralis- ',.
,r'
'i'*" 'i'*p"
ti"'if" f ui d"scanso' En él el mundo
r)árn dar lugar
,'

mo ireductible de poderes supremos, ni una última ambi- i'¡"'uta "": i::1Í;:Jf


§üedad.
"
En cuanto creao
ff:il',Tffi un carácrer de gro-
Creador es
,

l"-¿i"ersidad'-Flablar del
- Dios produce el mundo libre y soberanamente. El t,,,ril;i;;;¿i" ¿tui"t'"t'u¡' La. f1 e¡r la creación no se
mundo es sólo mundo, no parte ni emanación de Dios. i:,il* i;i tao iv fragmentariedad del ser'
No hay lugar para el panteísmo ni endiosamiento alguno. ffi;;;;;"" 'iiii*u
- Aunque sólo creatura, el mundo es bueno. Este jui-
cio positivo de Dios («y vio que era bueno»), reiterado tras
y señor de la creación
cada obra2o y superlativizado en el resumen final (3t), for- b) El hombre imagen de Dios
ma parte de la creaci6n. Pero este juicio sobre el coqjunto
es creatura' Pero' aurt-
de la realidad compete al Creador. El hombre no puede ver También el hombre (ad'am\
- o*á¡ y.vivificado por el mis-
Ia verdad última ni opinar sobre el todo. Fiándose a este .rue modelado de r'ii"á«)i
los vivienteszr' es
juicio de Dios queda liberado de sus últimas angustias y :- ;l#;;i"i""";;;';;i*;' ¿e tqá': Dios (1'26; 5''2)"Set ima-
puede alabar a Dios y gozarse con la creación aunque la creado a irnagen 2 i'*E"ii
sepa penúltimamente amenazada. Estejuicio de Dios no es gcn de Dios no tt iií"f" añadido a su condición huma-
'l y noble de ésta' El hombre
es un
ingenuo ni primerizo. A pesar de las catástrofes (diluvio) i,a, sino lo más ot'ünti"o
divina (Sal 8'6-9)' Más aún'
Dios mantiene su sí (Gn 8,21-9,17). El adjetivo hebreo refleio de la gloria"l*':"á"4
creados según su es-
«foá» significa bueno y bello. La belleza es voluntad del ;#i";;,io*. di los"animales son referencia' el hombre no
pecie y tienen #;;;;"" !:
re Para sortear la unilatcralidad me apoyo en sfntesis hechas por los ¡nismos
"
es Dios, pero §e a"i*
á"t¿e Dios' Es un trl de Dios' en
relación y aier'go ;o" É'l;;
ser teológic"' Ftl
. exegetas, en particular por C. Westermann, Theologic d-cs Altan Tc¡lam¿nts llqi'^d^*
patrimonro tnnato
in Crundzügm, Vandenhocck & Ruprecht (Gatdngen lg78),72-101. Para q;;;" nlipto sá reservaba al faraón' es
un análisis más ceñido dcl libro del Céncsis, cf. C. Westcrmann, «Kommcn-
tar...»; G. von Rad, Et libro dcl Céncsis, Sfguerne (§alamanca 1977), De
otros comentaristas y de su propio punto dc vista, más dctallado que el que
sar 'lerr1(santan<ler le88)'
aquí se ofrcce, da cuentaJ. L. Ruiz dc la Pcña, Teologla,..r37-49;.J. I. Gorr- 3e-
zález Faus, Pro2ecto ilc hcnnano, Sal Terrae (Santandcr 1987),33-43; A.
} á{:llilTfll'i" ,.0", Imascn deDios' tópico teológico;J' I' González
gira a ese gran
lbáñcz, Para comP rcnilt el Lib ro d.¿l Gárasir, Verbo Divino (Estella I gg g). 51. Todo el tibro "n-ioii"
I 1'
10 Vergos 419,12118,21125. . :.. Fzus, ProYaeto"', 85-88' 94-1

I
36 }IOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DEL
CREADOIT
EL DtoS QUE DA VIDA A LOS MUriR',fOS JI
de todo,homlre y el fundamento último
de lo que se lla_
marán derechos humanos, en particular Conclusiím Estos rasgos fundamentales del mundo y
el der'ech;;-ü
vida (Gn 9,6). rlcl lrombre han sido extraídos, como se dijo, de un en-
cuentro de la experiencia salvífica de Israel con las pre-
- EI hombre a solas no es completo. A su realidad
pertenecen la comunidad..humana guntas universales sobre el sentido de la vida y del mun-
(varón_mujer), el espa_
cio vital.(jardín), los.medios.a. uiju áo. Desbordan por tanto el marco de esa experiencia y del
trabajo (cultivar la tierra), el lenguajl.inuto, á.t,¿rb",i! mismo Israel. Así son simplemente el mundo y el hombre.
Todo esto forma
parte del ser del hombre. y .rr, .ii*Jnriorr.. Con ellos tendrá Dios una historia de salvación que abrirá
,ryu, ,;;;:
tán al lado de su relación a Dios, ese sustrato universal a nuevas e insospechadas dimensio-
sino bajo
"llu.,E;
;;j; nes23, pero sin dejarlo a la espalda. En medio de su rela-
4las tiene lugar su relación u Oio, V t, interpelación de
Este. De todas ellas el hombre
."rforrruble últimamente ción histórica con Dios el hombre y el mundo seguirán
ante Dios. ". siendo los del Génesis. Se trata de rasgos Protolígicos, no
* Por esa referencia consustancial a realidades sólo paradigmáticos
2a-

finitas
el hombre es un ser pequeño, limitado
en medio de su
grand.eza. Se le llamaiá.-¿s tarde
fi»' Thl limitación se echa de ver .riru'"ordición ;n¡nl
<<finit"* ,op*
1.2. El Dcutero-Isalas (entre la nada y el ser)
mortar.
tTlié: en Ia posibilidad cle error y J. Todos es-
tos límites confiou "r-,tpu. Me refiero en concreto a los cap. 40-5515. Su contexto
il,m"li, """ aquella srandeza cuasi es el exilio, con la duda de ser o no ser, con la tensión en-
* """j['r-#l]#l::
EI hombre es Iugarteniente de Dios tre nada y futuro. Un destierro cuyo final, por otra parte,
en la tierra.
Ia confía pr.u q,i, Ia domine se vislumbra ya y, con é1, un rayo de esperanza (45r1).
Pr:..r. fpueble (1,26_g). El En ese momento? y para fundar tal esperanza, el profe-
es.ast componenre básico de la vida
TaDaJo
¿rene catrdades teológicas
a.i ho*¡í". , ta evoca insistentemente, junto a las gestas históricas de
al ser puesto en relación y .on_
tinuidad con la acdv]dad Jahvé, su poder creador al que debe el mundo su existen-
"..uao., J. Oio, (Ex 20.gss).
En virrud de su misma referencia ;il";;i;;ñffJ;
a c.recely crear. Su di-er,riOn teologal
:9:*porencia
smo
no acorra
todas Ias otras dimensiones hrrianar. 'r Véase, por ejemplo, lo que sucedc con el tema «imagcn dc Di<¡s» en Sal 8,
Yclo l?r2-L2, Sab 2,23 y, con rnayor creatividad, ea el Nuevo tstamento,
Tres mandatos originario¡ delimiian corno se dirá.
Ia condición hu-
mana, según el Génesis: uno respecto '{ «Debemos comprender que en Gn I no se trata dc u¡ra semana anterior a to-
a la tierra y
"
I;;;i- das las se¡¡ranas... Esta semana no se sitúa respecto a las otras cn un orden
rorno a la comunió"
::.i"!r*Tlj^:,::^.,
qe ros nombres entre "r,ó;-;;;;
sl (c.4),, y el tercero acerca d" la re-
cronológico, sino en una relación paradigmática», P. Ricoeur en AA,VV.,
I'xlgc.ri's...,79. Cuando añado, corno más couecto, el tftulo de «protológi-
lación a Dios. En éste, nir"io áí ,f".i"""i, cos», ya que describen el «¡rroton», la prirnariedad radical, lo hago para evi-
hombre la vida: él no pued. ¿."iaiiio
(2,17);le;;; tar la idea de que a e¡e nivel puecla producirse un cambio de paradigna,
que es bueno v 25
J. L. Ruiz de [a Peña, Tcologla,.,r27-Slranaliza estos textos antcs que los
malo..Su autonomía no es absolrt^irrliüJ";
conjugar con la responsabilidad.
;.-il:l del Génesis y los vincula a la tradición profótica antcrior que puecle verse
ct L. Alonso-Schtikel-J. L. Sicre, Pt'oJctas
alll; I, Cristiandacl (Madrid
1980),263-340.
38 HOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR EL DIOS QUE DA VIDA A 1.OS MUER'I'O§
39

cia26. La amenaza acüual tuvo su anticipo en la de Egipto y , ir.rciónlitúrgica contribuye de manera singular a-quecon-
ambas en el caos original. Podrá por ello ser superada por ,'.:::;;il;
""'ii,r.r
*ído decisivo ia oración v el alma de Israel'
su
Jahvé, que liberó del faraón y domeñó al dragón primor- bien, al exteriorizar el pueblo o cada creyente
dial (51,9ss). ong.rrti^, su culpa y su e§perarr''a"') no sólo en'
La fe y esperanza de Israel cuentan con un nuevo y de- ",,;;;
I,,fru'nJuftuZ cuya cercanfa ha
experimentado en sus ges-
a su poder
finitivo respaldo: el nombre de Jahvé lleva el tÍtulo de ;;J"irr".r,,írro que apela "o"-ft"tt"ncia
,'r"rJ"t". Resuena una y-otra vez Ia exclamación: y la tie-
<<Nues-
Creador. Por detrás del amor a su pueblo alienta el poder
el cielo
sin límites con el que hizo el mundo. El amor es todopo- ,r" ,".ifi" es el nombre deJahvé que-hizo
pueblos y sus
deroso. Seremos salvados. No sólo nosotros sino todos ;;;;. i". eso el co§mo§ entero y todos los
inclusión mutua de
aquéllos a quienes el Creador-Salvador trajo a la existen- ,"f* t"" invitados a cantar aJahvé' La
cia. Nos espera «un nuevo cielo y una nueva tierra>»27. ';";;; f salvación t' *unifittta' En ocasiones aquélla
Las nadas históricas resultan asl ser modalidades de ;;;;; t".'"onsiderada como la primera de las actuaciones
una asechanza global contra la creación, cle una nada ma- salvíficas ( I 36, I -9)30'
"--ñi
yúscula y positiva. Y la acción creadora de Dios es la lu- i"ofOgica ni iiterariaqente serÍa correcto considerar
derivada
cha y victoria final contra ella. La fe en la creación no se .f .*to d dreador y a su obra como una manera
alimenta sólo de la memoria del origen. Se nutre también u *.rrrrduria,cle créer .n É1' Por el contrario,
dirigirse a
'gf, el propio ser y la historia toda es una de las fbr-
de la esperanza en el futuro y de toda novedad radical que
en la
lo anticipe. ffi;; o.igirru.iut, espontáneas,y densas a la fe
"L;irf" de
Están ya clara y firmemente ensambladas (sin que se ;;;;"ió". peilta se retroalimentan (y no sólo invers-a)

explique cómo, aunque parec€ prevalecer la segunda de ü y la reflexión, en concreio el Deutero-Isaíassr.


las teorfas antes explanadas) la referencia cosmológica al
- "."i.rfá"
i hry algá singular que el Salmo' con §u interpelación al

aceicatle a su creación o, mejor dicho'


Creador y la salvífica aJahvé. Pero Este es ya el sujeto in- Creadoi
"o"nsigui,
discutible.
2r Cf. los Salmos 8, 19,33' 47,89,90,96-97, 102, 104' 115' 147' 148' Algu-
y emplean.el verbo
,'or-is,roa,fna)'traárccn en cántico el relato de Gn 1
la nume-
,,.Urior.(Seg,.iáos, como la iliblia Jcrusalén y la del Peregrino'
cle
I.3. Los Salmos (la creaciín hccha cdnttco) ':]
Tcologta dc los Salnos' Sígueme
,i.iin aL liBibliu i .br""). cf. H'-J' iraus, el
i¡;;;t". l9s5),77-8{í' El comlnu'io a cadi salilo puede verse.en
No nos ref'erimos sólo a unos «cantos>>, sino a la veta lf- I y ll, Sígueme (Salamanca 1999'1995); L' Alonso
irir-o auto., L os iolntos Adc-
rica de Israel que abarca varios siglos de actividad poética S"f,o*f"C. óa¡niti, Sahoíl u]Vc'bo'piuino (Estella 1.992-1993)'
i
¡nás de la bibliografía general y específica de cada salmo' incluycn'junto al
y florece en cada una de sus épocas. Los Salmos son la conrentario, una «trasposición cristiana»'
vida entera hecha himno, súplica, acción de gracias. Su re- 20 Sal 124,8; 121,2; ll5,l5"'
t' rl.J.Lr,r., froligío"",82ss entra cn debate con C' Westcr¡nann acerca
de
sólo presupuesto mental'
si li creació¡r era in lsrael objeto de fe o
3r «El mensaje dsl Deuteroisaás ertá muy-infl-uido por los Salmos»' W' H'
!r¡ Cf. 40,1 2-g I 44,24-28; 45,1 8- I 9; 48,1 22- I 6; 5 1,9- I 0. Diccionario lcol6'
; §chmidt, ioz obarur, (crear) en E'Jenni-C' Westermann'
?7 65rI7¡ 66122. Estos textos pertenecen Tiito.Isafas. 1978)' 488'
al gir; ,ro*uA d.et Antiguo hitamcnto f , Cristiandad (Madrid
.:::t'iii

40 HOMBRE Y MUNDO ALA I,UZ DBL CRE,ADOR . iit:' EL DIos QUE DA VIDA A LOS MUE&TOS 41
::]:

que su cercanía se haga sentir en todo acontecimiento. Si en


l: ii
::::
t,a ['e en Jahvé no se cerró a
un saber Pro.fano' frjado
norma§' e- influenciado por la re'
Gn 1 aparecía como transcendente a sus obras que daba por , ,' ;;;;;,"proverbios)
'i::ii

(Egipto' lvfesopota-
ii;;;q"; ienía lugar en derredor
'rl:!
concluidas el dfa séptimo, en el que se replegaba en su des-
esa sabidurÍa de lsrael de
,,,'r, nij_.fr). Lo que'dif'erencia
]:::
cansos2, en los Salmos figura como Señor que interviene so-
beranamente (es su fbrma de transcendencia) en cuanto '':i
[,rs cle sus vectnos es
aquelli f: 9t fondo en Jahvé' en
acontece en el cosmos y en la vida de los hombres. Queda .'ii
: ,;;;;;", consiste el principio
del saber (Prqv.I'7; 9'10)'
así patente (y no sólo en sus actuaciones salvíficas) el hoy de
:ri
::,
i'ñ;;;i*undo, q"t ttt ti'ilti'oo de esos libros (Sabi-
repetidarnente
su incesante actuación creadora. Lo resalta el Salmo 10433. .il
,,,,rf"i , por influjo. h.léni"ot es llamado
,t:
,:,ffi1;!., ,i*il" objeto de exploración y conocimien-
con mavúscula que no
1.4. Los Sabios de Israel (elreto larazdny delmal)
;;;.;l;; reflejo de una-Sabiduríaque le sobrecoge con §u
d.e ,':
,.i :';;;; *u.J, del hombre, sino dejarse humanizar por
Bsta fase sapiencial de la fe de Israel se expresa en va- .tl ,,.,r1*¿o., Ie interpela e invita a

rios libros (Proverbios, Job, Eclesiastés, Eclesiástico, Sa- : :,iü'¡ii;;'s,1-11).Vidu h"*una v co§mos' observables v
biduría) y se dilata desde antes del exilio hasta las puertas ll ,,r" i"tttrraRabies en sí rnismos' resultan últimamente
'üpu"outrs
(Job 2g) y envueltos en el misterio de Dios
del Nuevo Testamentoea.
Funclada por el mandato de dominar la tierra (Gn
::
;ffi;", un niisterio'q.re *in embargo inspira conñanza
1,28) y poner nombre a las otras creaturas (2120) y esti- (Eclo 42,15...).
:

' No, hallamos a caballo entre el lenguaje religioso


y el
mulada por el mismo Creador a través de la innata curio- es consciente de que
,i
::
¡rrofano y e§
que esa profanidad
sidad del hombre y de la inagotable densidad del mundo,
no es otra que la palabra creadora de
'.
1,, ,urón'de sér
la Sabidurla representa en Israel el encuentro de la fe jah-
vista no ya con el mito de los orígenes, como en el Génesis,
rl
nio, lnao 42,15ss) y no ttnut'cia a reconocer' por vÍa
sino directamente con las pregüntas del hombre acerca del
::
i a. ,nlfogi", ln tr^rrrpurencia del Creador en su mundo
enigma del mundo y de su propia vida. Señala «una forma t
(Sab 3,1-5).
de
muy peculiar y totalmente distinta de las demás manifbsta-
Por'otrá laclo, el hecho de que <<el punto de par-tida
históri-
I
la reftexion sapiencial no §ean iur *anif'".raciones
ciones de esa fe>>35. Procede de una manera gue podría- impide ver a la Sabidu-
mos llamar profana, producto de la reflexión inmediata y
'i lus d. la actuación de Dios»38 no
de la experiencia. Se habla al respecto de un «autén¿ico
:

'|
.i" i*pfo",ando su tienda en Israel (Eclo 24'8ss) y au.n
humanismo» y de una «epifanía de la creación>>36.
identificadaalaLey(v.23).Aldescribirlaadernáscomola
y
l
primera de todas las obras de Dios, como §u t'estlgo
'"."-*[ur"nte en la creación, como la que hace las delicias
.le Dios y de los hombres (Prov 8,22ss), la literatura
:
sa-
t7 Gn2,2; Ex 20,11;31,17. :

'r Cf. L. Alonso Schdkel,Salmos...,l3O2. .:


:

tr Cf. G. von Rad, Sal¡iiluúa ile Isracl, Cristiandad (Madrid 1985)¡ V. Morla,
17 Prov 25,2;.lob 26,14; 36,26;3-7'23'
Libros wPimcialcs 2 otros cseritos, Verbo Divino (Estelta lgg4). que la teo-
í\oá, Solri,l*to..',.saat V' Morla, Libros"''50'5li' niega
I

" C. von
'! G. von Rad,Sabidur{a...,379.
sa|utts»'
36 |btd.379,183. logía <le la c¡'cación sea una sierva dela <<l¿istoria
f
E
42 HoMBREyMUNDo ALALTJ-¿DELclttADon
nL Dros QUU DA VIDA A LO§ MUEtrrOS 43
piencial de Israel prepara contextos
e imágenes a la teolo-
gía neotestamentaiia y cristolOgi."
i" l. creaciónre. r (lu(: cxiste y vale por sí mismo y no está al servicio
Este trance sapiencial d. ',u(I r¡rr¡rrrlo y del hombre como explicación de los enigmas
modélico para ta
I:.;;i;"sulra por todo ello
,1,
la aceptación de ese Miste-
fb_:rt,yl;, 1, ,,.rr,,'rtio de los malesa{. Sólo
comprende r :l:::" iu.. u,ru fe que busca
(fides, quaerens intetteitím¡ya , r,, irrcontprensible, de ese Dios «ultraético»45 permitirá
sea «la estruc-
tura del mundo v Ias propiea.a., ,,,rr,,r:cr[e cómo es, y no sólo de oÍdas (4215), y confiar y
¿" el co_ í"s elementos,
,iJ*p, ñ"b ;
1i9nzo, fin y miíad ¿á .,,,,, vcrificar que ese mal, al que tanta beligerancia conce-

".,",o. (r;iíI;;;,
túd.i o s'i. ú rlc crr su creación, acabará siendo vencido.
; illffil: ilrf,":::
c

frente a los problemas


ecológiáo.íq il
ese cliálogo con el .rf.. "..y.nr. aporra a
p.o?o"l U i".riaumbre I 1,. II Macabeos 7,28 (la creaci6n en el crisol del rnartirio)
Dios <<ama todos los cle que
TL. y/ no
ha hecho» (Sab I l,Z4\4t.
-- Ie
-'q¡u6q
disgusta nada de cuanto
Aparece por primera yez en la Escritura la fórmula crea-
El libro de Tob (3dss) merece , i6n a partir ile la nada (<<creatio ex nihilo>>)46, gue la feo Ia
una especial considera_
¿t enia en crisis, tcologfa y aun la cultura occidental considerarán caracte-
:ii". I^ a.*,iUir'
difundida ;;;;
y premia al bueno'
s ap ien iia toür*,:::I,1i,ff
;,: :lf
rfstica del obrar creador y de la creación misma, lo cual
no significa que hasta ese momento no se creyera en eso
tu.lieilJ
Queda eso desautorizacla mismo que ahora se expresa con ese lenguaje metafisico.
3 l:r,r:iqn :ubya;:";
comprensible
dü;;.rn",i,o, rirtimamente Se traduce más bien en carencia de ser, al amparo de la ca-
(y en al sentido'c"*.J.lfr¡.
contenible la gran cuesrión Estalla así in- pacidad helénica de abstracción, lo que antes figuraba,
d.l;;i;;;l
la pregunra por el c..ador,o, justo ¡ con ella, con resonancias residuales de mitos cosmogónicos? como
dor por ese istado de cosas{2. ñ;;; ü"p."g.rnt^ al Crea- caos, vacío, tiniebla{7.
La sorprendente respuestaj3,.que ,, Pero no menos importante que la consagración canóni-
.
srvo capírulo en Ia teofogía abre un nueyo y deci_ ca del término <<nada>>, es que, en este momento, ella no
d.'ü
Creador no es un Dios cleluclil. ";;;;Ln, ufir*u sue el consiste en pura ausencia de ser, sino en aniquilación vio-
Ia ética humanas (1"
, pr.ij de Ia lógicá o de lenta de la persona. Y es, además, una nada libremente
"";it;;;;;."#;üulabre), sino At_ asumida, entrega de la propia vida por fidelidad a la ley de

je
Jahvé. Este queda emplazado por esa fidelidad de los su-
Los lil¡ros sapienciales r acogen con frecuencia
¿No rugi"r"Tril;:.tt al padrinazgo de salomór¡.
diga
.o' X-Tá,
¡¡o
l¿ue
que salonrón»
tn
deberlan plantei
i",'l,t"iiiro'"JesrÍs "'iat"''"lti*i;;:!"J: l{ R. Egger-Wenzelrl/on t)¿r Ír¿ih¿it Gottcs, andcrs zu sein. Die z¿nlrah Rolle
ür Kapitel 9 and l0fiir das Hiobbach,Echter (Würeburg 1908).
o5
Cf. C. FL Duquoc, «El demonismo y lo inesperado de Dios», en «Conci-

,gp+******l;i*mm*:; ' lium» 19 (1983), 441-455. Véasc todo el nrimero 189, dcdicado a <<Job y el
silencio de Dios». 'Ibmbién Y. Morla, Libros..., 157-166 emplea ese mismo
lenguaje de la ultraeticidad, tan vinculado al de la gratuidad.
{8 O, más cxactamente, «no a partir de Io quc ya existe>» (ouk et, onton).
{3 O. Keel,
Dieu répondc dJob (Job a7 F.l «toltu-wabohu»
de Gn 1r2, el dragón tnarino de Is 51,9 y deJob 7,12, al
Sg-41),Cerf (paris 1993).
quc Dios sojuzgaba y con el que incluso.iugaba (cap. 22).
I
44 HOMBRE Y MUNDO A LA LUZ
DELCREADOR
DL DrOS QUE DA VIDA A LOS MUERTOS 45
yos y se revela como-un Dios
Creador, capaz de clevolver
la vida a quienes ra dan p"; rk:l acto creador. También Cristo. No sólo porque de él
principio del mundo, ,i1r-o
Eai;;;a
no es sóro ra del
r«.
:¡r. ;rlir¡nará que es la Palabra por la que todo fue creado,
plena, 1a
a Ia resurrección.(2
;";l;;paso
a ta creación
,rirr. porque el decir de Dios es sólo forma deficiente del
141"'r"rñ"'lzl.
Este conrexto martirial a. ,k:<:irse. Posibilidad y realidad de las que sólo sabremos
h f.'., L creación desvela un
nuevo componente ('n la encarnación.
reclama. No es oura {9
lógica,
,id;;;;
e.lla, a saber, el respaldo
d. El Antiguo Testamento conoce taml¡ién una creación
dición de ra ment.- "i,iqri;^;ói;;;"";ir#;#:
«;"r;ifi;;;;'iiiíu,rrr>>), rlc Dios por medio d.e su Sabidurla., de la que ya hemos
comporta una entrega de. todo.el sino que lrablado, y de su Espíritu que, presente desde «el princi-
ser («sacrificú;;;;.;;:
Antes de clausurar esta serie aletea sobre la creación (Gn 112) y alienta y mantie-
a" tJ*ro, creacionales del ¡rio>>,
Antiguo Testamento es preciso ,re la vida (Ez 36; Sal 104). De ambos mediadores de la
."fuh, áo, elementos que
se repiten en ellos. creación, reconocidos como personales y estrictamente
«livinos, volverá a hablar el Nueyo Testamento y nosotros
lo harernos detenidamente en el cap.IV.
a) La creación por la palabra

Figura en todos €sos contextosas b) Un hacer (bara) característico de Dios


causa.la aparición de cada
y en Gn I encabeza y
posille que también en
unu áll^j;;;; il;. ;i.: Es el término con el que el Génesis describe la actua-
Ias culturas circunvecin3r,
p;;r;;;enen
esre los ecos de ción de Dios en virtud de la cual surgen «cielo y tierra>>, es
poder mágico cle lapalaú;r, t;;;;*lio u creencia en el decir, todo, y que luego resewa a la creación de dos reali-
propia experiencia histórica
n;:;;"ro, .l peso de Ia dades singulares: los monstruos marinos, símbolo del caos
á. i;i;';uien se sabe mor-
deado por Ia palabra profética. E;r;l"l.ncia adverso primordial (v. 2I), y el hombre. En este último
vincula por eso, y, er, s., origen,;r;;;;;" a Ia palabra caso por triplicado (v.271. Quizás ha desbancado en el re-
Is 48,12-13). y salvación (cf. lato mftico anterior, al genérico <<asah>> (hacer)ae. Se trata,
Por otro lado ese pocler de en todo caso, de un verbo que la Biblia reserya a Dios y no
Ia parabra misma cle Dios
corrobora su <imnímodu .ob"ru.,f"^ connota materia alguna de la que Éste extraiga el mundo.
un debate laborioso con el
y
"i"l"* á tü;;; Viene asf a denotar lo que sólo Él puede haber (Ex 34,1,0).
materia
frecuente en otras cosmogonfas""";;Jo;ll informe,
y teogonías. Viene de este
Se configura como el verbo teológico por excelencia.
modo a convalidar Ia fórriula aJU-,."ir*t¡, Figura también en otros pasajes, especiahnente en el
ex nihilo>>. Deuterolsaías, haciendo referencia no sólo a lo que acon-
Por último, si Ia creació ¿,
"
escuche y responda. El hombre
;; i;;; rectama quien Io teció en el origen, sino a otras intervenciones de Dios en
ó;;; asl en el horizon_

t' Cf. J. L. Rui¿ de la Pcña, Teologla,.,,33-37. Acerca de otros térmir¡os cm-


{s Is 40,8.26;
44,24-2g;4g,13; I5,l 0-ll; Sal 36,J; Jclt I 6,1 4; plcados y de los lugares cn que figuran véase A. Schoort «Cteaclor», en
Eclo 42,15... DEB,372.
47
A LOS MUERTOS
DL DIO§ qUD DA VIDA
46 HOMBREY MUNDO ALALUZ DBLCREADOR

l,os que relacionan e§a


fbtrailicional en la creación
mitad de Ia historia, de las que resulta Ia existencia de Is- l,)
"'
rael (Is 43,1.15), un nuevo Exodo (41,20), la salvacidn ..;; ü sucedido enJesús52' . esa misma fe en la
) l,os q,t" áttd" Cristo
(45,8), un corazón puro (Sal 51,12) y, en general, todo Io ,
'"ft"'J"l
que supone novedad radical (ts 48,6ss), algo inaudito creación53'
l'lste último grupo
de textos (y tl l".medida :l'1"j::
(Nm t 6120), en particular los nuevos cielos y la nueva tie- originalidad del rnensaJe
ne-
rra (Is 65,17)50. ,,,,.i;;;.tit,,yt"lu áovedad y al
,,rt'smmentatio
ü*J'lJ"ü"? b¿" hizo al mund'o 1 Ia
Esto revela algo fundamental, a saber, que Ia creación 'oUt* et,,^¡ti queda marcada
no tuvo lugar sólo al comienzo y frente a la nada, sino que tttntbra Por Cristo, t""uill':¡o
, ,,,,tinuiclad y la
ruptura con lsrael- "
es aquella permanente actividad de Dios sobre la humani- señalado en el Anti-
lo
dad y el cosmos, que tiene por intencidn y metas las que sin embarg" 0 t;;;;l; ";" esta dilatación proto-
,,,,;'il;;;'i"litá it"uu slntesis'
ha revelado en su historia con Israel. sólo en virud de la lógica
Tanto la creación por la palabra, como el verbo <<bara>>, i¡ni.o de Cristo, "t;;;;;"ce Cristo.nos sentimos rehe-
unidos en ocasiones (Sal 148,5), ros emplazan a las puer- i,,ternade Ia fe t'i"iu"" (si en
hechos e" Ét¡' También
tas de lo nuevo por antonomasia., el Nuevo Testamento. .hos desde "l fo'¿o "l;";i'"i'""t a los gen-
cr) este momento
¿t iu Ñt-r"uu Alianza el anuncio de Ia
tiles desempeñó un
papel importante en la teología
a ellos' empieza repitien-
2. Lt cREAcróN EN EL NUBVo TESTAMENTo creaciónss. Lu Igl"i{;I;i}-ig.i": Creador'
deilu ui"agogu' fe en el
clo el kerigmu t'i*;;b;t
tot'vi"'tán' esperaryi P^t" !:
Esta fe de Israel en el único CreadorJahvé la hereda el iuicio para to' q''"'no "
'tonvertidosuu' a Cristo como
Pe'o lo remodela al anunciar
Nuevo Testamento y la vive sin discusión. Ello hace que -44;L7,,31\- Ahora bien, si
no necesite expresarla, al revés que aquello que le singula- iuez escarotógico dJ'róiZ con lo
¿!i" t'iutotiu' es qu: tiene que ver
'ff.1d;ñ;',i""h;;;;-ió"
rizay enfrenta al judaísmo, es decir la salvación aconteci- tl
dti*t*do' (Mt 25'34)' ¡-
oue sucedió
da enJesús. Ahora bien, por ser ésta una salvación obrada "'
'" s;';;;;á;" .;;i;;e. ir,¿i"u¿' para dar a.conocer'ra
por Dios y por ser universal resulta imposible no referirla
nJ
;;";; l. g" ::"
al Creador. Este, origen último de todo,lo es también del
suceso que es Cristo. Suceso tan nuevo y radical qu€ aca-
'rl
*il::"ü*f "T:Tfff';T":li:
e r eco n o c ra
ba revelando y caracterizando al mismo Creador que lo ::i :ili""'.:i::Ji;;,L;;;";; p I
" "*iu
s

funda. Por eso se pueden distinguir tres grupos de textos


neotestamentarios sobre la creación: 5nl3;7'9ss;21'23"'
;;rrXtt 25,34; Rom 4'I7ss¡ Il'39;-AP 1'l^tj
a) Los que prolongan la fe del Antiguo Testamentosr. , üi l,¿,lzt c"r r't1^1-1't1't t't-a'
¡n l,t-rBi r co. s-,¿-á; y un detenido análisis de
5a Otra orclenación cte tot t"*t'' ""ottstantentarios'
b^'" d;il; ;;'a""i" v '"r'""'1',1l:ffiÍ,1'ilt:ff::":l
;;; ;;;1" «Creación
;. ü;;;""', en Cristo»' ?"'MYt:'i: 7'
50 Cf, W. I'1. Schmidt, «bata» en E.Jenni-C. Westcrmann, Diccionario taol6gi-
¿" lt i cña'-Tco lo gta"'' 63-8
manual d,¿l Antiguo Tartamczlo, Cristiandad (Madrid 1978), t, 486-491.
(M adri<I, s onl. s ao-iü' ti' l"ii"i'' 5 I 6'
crü to 1- to s crisúiazos' 5 1 l
co -

'¡ Mt 6,3-18.25-34; 10,29; Mc I0,6; 13,19; 14,36; Rom l,20ss;, 11,36; I Cor "* H§;tiü;'il;''
ii*-ils-ro; Hch l4,Iú; 17'24; FIeb 6'l'2"'
10,26; 2 Cor 4,6; I Tim 4,2-5; Heb I1,3...
I
.'+ri.
-..ri"
48 HOMBRE Y MUNDO A LA LIJZDEL CROADOIT '.::is EL D,IOS QUE DA VIDA A LO*q MUBRTOÍ; 49
: '::r::

más a las inmediatas y se celebraba con plena intensidad. firrl


: l:!
l, tr,,rrr(,i crr el que se anticiPa o vive yala gnosis, la carta
Baste_para verlo con evocar algunos textos d.l por-
terce, ,..:': rrrr,¡r.r ir los creyentes a dar gracias al Padre de Cristo
^pur-
(rrrc l()s ha arrancado del poder de las tinieblas y los ha
tado57: .
.::'¿
::.::i

. I 91, fl6..Un-problema pnntual en la vida de la Igle- r,,,.'l.,.L,do al reino del Hljo bien amado (13)'
sia, el de las viandassobrantis de los sacrificios los áo_ ,i; A óste, al que murió en la cruz y por cuya sangre Dios
los, vendidas en el mercado y que algunos cristianos " no se : ill
,,.,,,¡rcilió cuánto hay en tierra y cielo (20), el himno le
atrevfan a comer, da pie a un desarrollo teológico de pri-
r :¡rrta sucesivamente como cabeza (principio,
,1:i
primogéni-
mera magnitud. La negación de Ia existencia di los ldóros :,!
de la Iglesia y de los r-esucitados ¡ así,
r,r) del universo'
permite a Pablo afirmar a una la libertad, .rrr.r, for_ mismo Cristo quedan es-
,,,r,ro el primero en todo. En el
j]:

ma de vida,la presencia de Cristo en el suceso "o*o de la crea- t,;


él detenta la
rr cchamente unidas creación y redención,
.:i ca-
:l
ción, y la novedad del mismo Dios neotestamenrario. En ,,'::
cósmica y salvífica. En clara referencia a Gn 1,26,
lll r)italidad
efecto, el Creador se desdobla en un único principio mundo, pen§aba Platón,
fon_ Sab 7,22ss, Cristo (y no el como
tal, el Padre de quien todo proced e y para ,i qu, nosotros
'Serior, .t.l
rri el Logos de Filón o de los estoico§) es la imagen del
hemos sido hechos, y en un írnico :
Jesucristo, par l)ios invisible.
quie.n todo existe y nosotros también. Si en-Rorn
t tr3é Es también el primogénito {prototoco§) de toda la crea-
a Dios sin más a quien se refiere toda la actividad "s
ción. Remodelando de nuevo cristológicamente fórmulas
ra y las tr€s partículas (cc., d,ia, eis) en que se desglosa,
"reaclo_ ,i
de la Sabiduría de Israel (Prov 8,22; Sab 7,22ss) se afirma
aquíuna de ellas (/aa) se desplaza a Cristo, qr. ."ruItu ::
n.i t: que todo,lo del cielo y lo de la tierra,-lo visible y lo invisi-
ser el mediador de la creación cosmológicu p..rorrul.
f iu 'ili ú1", y tt ry en particular esas potestades- angélicas o astra-
función atribuida por la literatura sapieñcial'aia sabiduría i: tes que se consideraban gobernadoras del mundo fisico y
recae aquí sobre aquél a quien pablo llama en
religioso, ha sido creado por nredio de Cristo y para-(ha-
,i
esta misma tl
carta «Sabiduría de Dios» (1,24.30).
ciafet. También la partícula <<¿is>> se desplaza aquí del Pa-
Col 1,15-20. Este himno, cristolágicamente el :;
más den_ dre a Cristo.
so del Nuevo Testamento, sale al páro ,,la tentación
Éste oo sólo antecede a todo jerárquica y cronológica-
sobrepasar el evangelio con especu[aciones sobre
ang.élicos, prácticas ascéticas y observan"im t"git."
de
pocleres
,1

; mente, srno que e§ la iñn (1e).


qr" ',]
: por fi-ñ el lugar en e[ que ta
pudieran procurar a los fieles un conocimi.nto".up..iir., o la
Ésta, sin genitivo que la parti cularice, apunta a Pleni-
una experiencia religiosa más profunda. Frente
. .r" .ro_ ,'jil
tud de la divinidad mismao a todo lo que Dios quiere co-
municar cle sí mismo, o al mundo lleno de esa presencia
.:

" I:.oj-, lectura me guío por las notas dela Ttad.uclion oecurnéniqzu d¿ la Bi- de Dios58.
U/r.,!::**: intégralc), Cert. (paris l9S7); Cf. a<lemás Heb 1,1-4.Esta carta, que como poco§ pasajes del Nue-
.T:stancnt -(Edition
(,. rcrzke, «trtrdto>>,
vo Testarnentor conjuga la transcendencia divina de Cristo
en H. Ilalz_G.Schneider, DENT I, Sigueme (Salamanca
lS96),2427-2433; l{. H: Esscr, «Creación», en
L. ioui.n, E.'8.;;;;!rr,
H. Bietenhard, DTNT I, Sfgucnre (Salarnanca l9g0),
J42_352;J. L. Ruiz cte
l .P"ñ1,
Teologta...,6i-87; N. M. Sa¡nt¡clson_C. éi.rnb"rg.i, *schtipfer- r¡ pa¡a un co¡nentario rnás ¡rormenoriza{o,cl, E, Schweitzer, Luca¡'lo¡tlos
Schopfung» III. Ncues Testamcnr, en 1.RE XXX,
2g3-296. Colosazsas, Síguemc (Salarnanca 1987)' 48-90.
I
'.iir:ii
.-.::rirl
50 HOMBRE Y MUNDO A LA LUZDEL CREADOR
.:tii.; EL D]OS QUE DA VID^ A LOS t!:UiIr',t'OS 51

por un lado y su radical y extrerna soliclaridacl :j;l:


con «sus .:,it.
\t t,t:,ldo) todo (3) y aquél por quien fueron hechas (egenc-
hermanos>> por otro) y que se clirige a
comunidades debili_ il'rii /r,) lrr gracia y la verdad (17).
tadas en el primitivo ,U9, de laie y tentadas j"J;;;
';lli lirrtre amba s creaciones, conjugándolas, continuándolas,
proclama que Cristo es-la última y definitir. "
p.i;t;;;;
Dios. Desde ahf, desde Ia historia y la escatolágtr,
ri(. orrcuentra la encarnación (14). En ella el Verbo nos ha
*. .._ ¡,r:rnifestado su gloria de Hijo único ¡ como tal, nos ha re-
monta a la protologfa y declaru qu" ese herederi j. i;
,odo vcl¿rdo al Padre invisible que está en el origen de todo (18).
es aquél por quien Dios creó los mundos. .1::
Esta cosmología cristológica deriva al punto en una an-
_ .!l que Col llamaba imagen, Heb, reromando
Sab 7,25- ..::1
rr.rpología. Las tinieblas (a) y el mismo mundo (9) a los
26,Ie denomina resplando-r de la gioria a. Oi., y *p¡"_
.1,rc viene la luz, son magnitudes humanas60.
sión de su ser. Por eso sostiene el riniverso con
su palabra A,p 1,17;2,8;22,l3llaman a Cristo <<el primero y el últi-
poderosa. Una vez más todo eso se predica
del quJ
y resucitó, y de nuevo creación y redenciór,, ior*o, .,,
;;; '':,:
,,rt,, el alfa y la omega, el principio y el fin».
hombre,seanudanoriginariamenteenc'i'io.,
,:;:j
De este cristocentrismo global se puede hacer, como
Ef 1,2-23. Dedicada a desvelar el <<misterio» oculto .urtes a cuenta del Génesis, una aplicación más particular
en ..1
,,1 hombYe y concluir, modificando el rasgo capital de la
Dios, llevado a cabo enJesucristo y desplegrd"
sia,la carta comienza con una beidiciOn a Oio,
* i; Ig.l"_ ;rrrtropologla bíblica, que el hombre no es inmediatamente
porque ese designio divino, anterior a la creació.r,k"lríil «imagen.de Dios>>, sino «imagen de la imagen de Dios»
te en recapitu.lar en Cristo cuanto hay en
.oriirl i:
rf u€ 0s Cristo (Col 1,15; 2 Cor 4,4).Ha de reflejarle y ser
cielo y tierra ,,«rnfigurado a él (2 Cor 3,18), ha de revestirle (Col 3,1 1),
lr:d. así cumplimiento (plenitucl) a i", ,i;;ú
iibj: .:li scr transformado a su imagen gloriosa (Flp 3,21)... Err el
C.risto, presenre por tanro clesde Ia eternidad
nio,,es el lugar en el que ha acontecido todo
." airil_ i* s¿r con Cristo y en Cristo realiza el hombre su condición
(elecciOi, rlc imagen de Dios y se realiza como hombre.
predestinación, filiación, Iiberación, perdón, . r:l

. 9.,l r.nis_re¡io, impron-ta del Espíri tu). É1, q;;"ono"i*i.n]


.; iüi;;i-
Toda esta serie de consideraciones manifiestan sobra-
tuclje]ajqlesia (23), llena tambi¿., .i r.iv"ir" (4;iótq" rlarnente la peculiaridad y novedad de la fe neotesta-
¡ncntaria en la creación. Si para el Antiguo Testamento el
- Jn 1,1-18. Se trata manifiestamente de "nu §ii"'u .o_
le.mne_ a-Gn l, de una.reinterpreración ( lreador no era otro que
Jahvé, para el Nuevo Testamenio
de d. ;Ei;il";_
pio» de Ia creación no.s.e sitúá ya al comie"ro .:l Creador no es otro que el Padre de Jesús. Y no sólo
J.i ;ñ;
:

y del mundo, sino en el interiorie Dios


y de su eternidad.
.:
I)orque éste lo invocó como tal (Mt 11r25), sino porque
Allí, preexistente, vuelto siempre al padíe, Di", r'«rmo Hijo, Palabra, Sabiduría, Imagen, Designio, Sopor-
está el L.oS9s (Palabra, Sabiduifa) por
;;;El; .:
el que todo ha sido
el mismo que.en el tiempo vino ,l mundo
l]::no, ILs uno y ," hirá
hombre. y el mismo aquél por quien fue hecho "" Ii¡rtre los comentarios al evangelio de Juan pueden verse R. B. Brown, El
:: cttongelio según Ju.an I, Cristiandad (Madrid 1999), 191-239; R. Schnac-
kcnlrurg, .ül auangclio segin san Juan l,Herder (Barcclona 1980), 24 t -308;
La persona l.c Jesunislo,I-Ierdcr (Barcelona lggS), 407-420; X. Leon.Du-
5e Cf.
H. Schlier,I¿ carta a los EJesio.r, Sfgueme (Salamanca liw, Lcclura dzl caaagclio dc Jnan I, Sígdeme (Salarnanca 1989),3l- 118; J.
lggl), 47_¡.r0. (.) nilka, o Tes tam cn to, Ttotta (Madrid I 99 8), 248-2 53.
Tc o lo gla d¿l Nu¿o
',..
52 fioMBRn y MUNDo ALAt.uzDEL cREADoR - ltt:
EL DIOS qUIi D^ VIDA A [,OS r\luEliilOS 53
,'rl i

,ilij
te.,Mediador y Meta de Ia creación Cristo interviene ..i:,.:

ella, tanto en la cósmica como en la personal.


en ,j:i:
.:i:
lrará suya, está legitimada por la Escritura, como se vio62,
Es una crea_
lrcro no llega a expresar toda la densidad que en positivo
I
1_:i_i

ción de Dios Padre por, en hacia iristolt.


2 ..:ri

: :lii
i
y liente a lo negativo encierra aquella actividad creadora
,.'1:,:

:l: I
,lc f)ios que refleja el <<bara>> blblico. FIay que redefinir
..ii .sr.¡s dos polos (nada y ser) entre los que sucede creaciórr
3. ¿QuÉ, srcNr[rcA LEER EL MUNDo coMo cREAcróN?
:tl
,.ti
y clue terminológicamente sólo parecen denotar carencia
'ii
total de realidad y mera existencia.
. trr: perspectiva bíblica habrá de ser el referenre prin_
cipal de todos los capíturos siguientes. sin
,,1:

,ii
La nada significa, ante todo, que nada hay dentro o
merma de Ia rica firera de Dios que le obligue a crear o le impida hacerlo ¡
variedad de sus matices, quiás quepa ya ahora
Ias que, a partir de ella, podrfan *nri¿á.urre
sintetizar ¡lor tanto, que todo cuanto existe proviene inmediata o
como líncas mediatamente de El. Pero, en un segundo momento y una
de fuerzaftrnd,amentales de la
teología de Ia creación: vez llamada a ser, la nada se reviste de limitación, dificul-
l\
El,úmbito d,¿ lo r¿allo configirrn un Dios transcen-
m«l o reiilGlciñósmico-histórica a que el ser se realice
dente, Hacedor soberano de todo]y un mundo
y hombre según el designio del Creador. Ahf tiene cabida la idea y
no divin.s, sino creados, toralmenie distintos
dá Éi t;;_ realidad del caos, del azar... con las que opera la ciencia
talmente referidos u É1. Lo creación establece
diferencia fundamen tal.
.rru p.ii.., actual cuando piensa en el origen e historia de los seres y
de las que hablaremos más adelante63.
2) La diná,mica interna de esa realidacl consiste, sin EI s¿r que la creación genera es, por su par¿e, no sim-
embargo, en la aproximación de los diferentes.
ción está_orientada, desde su origen, al libre
ú;.;: ple realidad, sino orden, liberación, desarrollo, sentido,
dcercamiento futuro, resurrección.
paterno del Creador al mundo y il hombre Así lo entendla el Antiguo Tes¿arnento y a eso apuntaba
y tiene .n Cris_
to su pauta y su meta. la continuidad del <<bara>>. El Nuevo Testarrrento, por su
5) Esta contextura sarurfica no anura ra creaturar. Er parte, ve concentrado ese antipoder de la nada en la cruz
Padre sigue siendo Dios, el Hijo encarnado le invoca de Cristo. En ésta parece naufragar el lfder de los creyentes
como Padre y como «Señor de cielo y (Heb 12,2) y la esperanza misma del mundo (1 Cor 15,i5-
tierra>r (Mt I lr25!
Se establece asf una fecunda y p.r*uí.rrte l9). Sobre ella gravita además la maldición de Dios corrtra
dialéctica entre
creación y .salvación, entre señorfo y ternura. el pecadooa. De esa nada, densa de todo fracaso, hace Dios
La definicifin clásica cle Ia crlación como brotar el ser, que no es mera existencia ni restauración del
. .4) <<procluc_
ción a partir cle la nada» (creatio ,* n;i;to¡,q;. mundo adámico, ni siquiera reviviscencia de la realidad
ñi;ili"
histórica de Jesús, sino el Cristo glorioso, primicia y me-

6l Para que no se personalice_en exceso,


habrá que unir csa aseveración sobre 02
cristo 2Mac7,28<<otrhe*onton»lRom4,17 <<tá,rté6rttu.>>lHeb I1,3 «tnéeL.phai-
..i.";i;
a aqrrello en ro qrre ér centró su
y,, uuuu"io, en Ia lregacra nománon».
dcl Rcino .e Di<¡s a ra rristoria_' sóro asf
,. ¿.."íu" *¡armente el sc¡rricro 63 Cl: A. Ganocz¡ Clnos-Zufall-SchapfungsgLauba, Criinewald (Mainz 1995).
cristológico de la creación. Cf. W. pannenb
61 Gál 3,13i 2 Cor 5,21.
"rg,ioigto...,l57_159,

I
. jii.i:
":ri-l
54 I.IOMBRE Y IVILII{f)O A LA I.UZ DNL CREADOR l,'.:l
l:i:i
:,:::
dida de la nueva creación. por eso nuestro Creador es itj:
.:iir
no ::;:l II
sólo «el que llarna la nada a ser», sino también «el que
áa .li'¡ i

vida a los muertr¡s» (R-om 4rl7). Este texto, con el qu" ii::
it:l
.n_ jril CREO EN DIOS PADRE CREADOR
cabezamos este capítulo, tiene como horizonte una
t.r"a.u (DE LA EXPERIENCIA §ALVÍFICA
forma de nada, la impie-dad, un tercer rasgo del pocler
f iil
A LA CONFE§IÓN DE TE)
creador de Dios: la justificación gratuita del ilpioor:
. 5) Creacídn es, en rhltimo términor lo que sucecle entre
l:i;

la nada de la muerte cre crisro (condensaci¿n.r. tocra


ra fi- I lemos asistido a la gestacióny nacimiento de ia f'e en
nitud y culpabilidad del mundo y cle Ia historia) y su resu_
l;r crcación tanto en el pueblo de Israei corno en la primiti-
:,1

rrección participada, en Ia que el universo ar.i6á al padre


.t: lglesia, así como a su fijación por escrito en ambos Tes-
y E.ste pasa a ser todo en toáo (l Cor I5,20-2g). ',1
:: tirrr)entos. Como todo ser vivo, esa fe tiene una h,istoria,
La relacidn de la fe cristiana ,on io, otuás cruencias
-6) :: t,strechamente ligada a la del pueblo que la proclama: ella
religiosas en un Dios origen clel mundo nace con
la crea_ :;
vive en ély él vive cle ella.
ción misma. Lo mismo se diga di su presencia en los
fbros Por eso evocamos a conti¡ruación esa historia eclesial
en que se debate acerca del sentido y razónúltimos
de ser. ,lc lafeen la creaci,ín. En ella no bastará con iterar ese tes-
La fe en la creación vive de la tensión fecunda entre
id,en_ tirnonio bíblico sino que será menester contrastarlo tailto
tid,atl y dtálogo.
con las herejías que surgen en el mismo seno de la Iglesia,
7) La creación es algo tendencialm ente persanal. Tan-
y que apelan también a la Bscritura, como con las cosrno-
to el ser srryremamente personal del Creadá,
su in- visiones no creyentes que florecen en derredor.
tención de autocomunicarse y el mismo hecho "orno
de que En todo este proceso juegan un papel singular los teó-
cree por la palabra, hacen de la creación un suceso
,erial, logos ¡ en primer lugar,los Santos Padres r. Como discur-
un acontecimiento dialógico que pre-rende úttimamenre
so d.efe,, su testimonio será alavez escucha del Logos divi-
sujetos' La encarnación no hari sino ratif,rcar esta
tenden- no, presente en los textos bíblicos2, y ejercicio acenclrado
cia, este_ «principio antrópico» del que hablaremos
al final de razón (logos) humana. Como discurso de te eclesial se
cle este libro.
man¿endrá en permanente referencia a Ia se¡rsibilidad de los
- Según esto serán Ios actos humanos, más que la natura-
leza, el lugar privil.grii: (no exclusivoi aon.í" f".,l"c
creyentes (sensus fideliurn) y a los responsables de trans-
., rnitir la fe en su integridad.
creación y creaturidad66.

I Se consideran tales aquellos obis¡ros y teólogos que durante los ocho prime-
65 ros siglos, es decir en la fase de ase¡¡tamiento y expansión de la fc, ejercieron
Cf. U. Wilckens, Carla a lo¡ Romanos ll,
349.
Síg.eme (Salarnanca lggg), iir_ una función singular como maesftos de elia, I'autores de unidad entre 1as
66 Iglesias y creadores del lenguqje teológico eclesial. Tod<¡ ello lrasta el punto
otro ¡es*mcn de los funaamentos bíblicos y de sus primerae
derivaciones de que pasan a ser, cuando concuerdan, garantía de la a¿¡tenticidad de la te.
sistcmáticas pueclc versc en D. sattler-Th. sibneider, ? Y. Congar, «Le thé¡nc <lc Dieu Créateur et les explications de l'Hexaméron
«Doctrina de Ia crea-
ción», en Th. Schneider (I)ir.), lllanual de Tcolog{a
Dognrútica,Herder dans la tradition chrótienne>: en L'hon¿ns devant Dieu, ifélanges ll. de Lul'uc
(Barcelona 19961, 17 6-222
I, Aubier (Paris 1963), 189-222.
ll
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54 FIOMBRE Y lvlUt{DO A L.4, l.UZ DnL CREADOR '' ;:,,'
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dida de la nueva creación. Por eso nuestro Creador es no rl:r
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sólo «el que llama la nada a ser», sino también «el que da
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vida a los muertos» (Rom 4rl7). Este texto, con el que en- CREO EN DIOS PADRE CREADOR
cabezamos este capítulo, tiene como horizonte una tercera (DE LA EXPERIENCIA SALVÍFICA
t,,,
forma de nada, la impiedad, / un tercer rasgo del poder A LA CONFESIÓN DE FE)
creador de Dios: la justificación gratuita del impío65.
5) Crcacíín es, en último término, lo que sucede entre .';,:

la nada de la muerte de Cristo (condensación de toda la fi- Hemos asistido a la gestación y nacirniento de la f'e en
nitud y culpabilidad del mundo y de la historia) y su resu- la creación tanto en el pueblo de Israel co¡no en la primiti-
rrección participada, en Ia que el universo arriba al Padre i'
va [glesia, así como a su fijación por escrito en ambos Tes-
y Este pasa a ser todo en todo (l Cor 15120-28). hmentos. Como todo ser vivo, esa fe tiene una historia,
6) La rel,ación ile la fc cristiana con las otras crcencias estrechamente ligada a la del pueblo que la proclama: ella
religiosas en un Dios origen del mundo nace con la crea- l vive en él y él vive de ella.
ción misma. Lo mismo se diga di su presencia en los foros Por eso evocamos a continuación esa historia eclesial
en que se debate acerca del sentido y mzón últimos de ser. d,e lafe en la creaciín. En ella no bastará con iterar ese tes-
La fe en la creación vive de la tensión fecunda entre ¿d,en- timonio bíblico sino que será menester contrastarlo tanto
tid,ad, y diálogo. con las herejfas que surgen en el misrno seno de la Iglesia,
7) La creación es algo tendencialm ente Pcrsonal. Tan- y que apelan también a la Escritura, como con las cosmo-
to el ser supremamente personal del Creador como su in- visiones no creyentes que florecen en derredor.
tención de autocomunicarse y el mismo hecho de que En todo este proceso juegan un papel singular los teó-
cree por la palabra, hacen de la creación un suceso uerbal,, logos ¡ en primer lugar, los Santos Padres r. Como discur-
un acontecimiento dialógico que pre-tende últimamente so defersu testimonio será a la vez escucha del Logos divi-
sujetos. La encarnación no hará sino ratificar esta tenden- no, presente en los textos bíblicos2, y ejercicio acendrado
cia, este «principio antrópico» del que hablaremos al final de razón (logos) humana. Como discurso de te eclesial se
cle este libro. mantendrá en permanente referencia a Ia sensibilidad de los
Según esto serán los actos humanos, más que la natura- creyentes (sensus fidelium) y a los responsables de trans-
leza, el lugar privilegiado (no exclusivo) donde leer qué es mitir la fe en su integridad.
creación y creaturidadoo.
I Se consideran tales aquellos obispos y teólogos que durante los ocho prime-
ros siglos, es decir en la fase de asentamiento y expansión dc la fe, ejercieron
6' Cf. U. Wilckens, Carla a los Romar¿os II, Sígueme (Salarnanca 1989),333- una función singular como macstros de ella, l'autores de unidad entre las
349. Iglcsias y creadores del lenguqle teológico eclesial. Todo ello hasta el punto
66
Otro resumen dc los fundamentos bfblicos y de sus ¡lrirneras derivaciones de que pasan a ser, cuando concuerdan, garantía de la autenticidad de la fe.
sistcmáticas puedc verse en D. Sattler-Th. Schncider, «Doctrina de ta crea- 2 Y. Congar, «Lc thü¡ne de Dieu Créateur et les explications de l'llexaméron
ción», en Th. Schneider (Dir.), Manaal de Tcolog{a Dognrútíca, Herder dans ta tradition cl¡rétienne» en Lthon¿¡no davant Dieu, lfllangot Il. d,c Lubac
(Barcelona 1996), 176-222. l, Aubier (Paris 1 963), 189-222.
I

' :,.;.:::

56 HOMBREY MUNDO ALALUZ DEL CREADOR CITEO EN DIOS PADRE CITEADOR 57

, ::li:
Al igual que en el capltulo anterior, hemos de renunciar Siguiendo los hitos de ese camino cabe señalar que, en
las primeras fórmulas de fer la teferencia a la creación apun-
;::i
a un estudio detallado que dejamos a lo§ historiadores del
I

dogmas. Aquí sólo quedará constancia de algunos nom- ta tan sólo en la denominación de Dios como Pantocrator, -
bres que sobresalen y de las corrientes que se diseñan. . r,il un tltulo que en el Niceno (a.325) se consolidará (DS 125) ',

y que más que <<omnipotente» significa «dominador uni' '


versal», «el que todo lo tiene en su mano)). Lo habían em-
1. DE Los pRIMERos s(MBoLos AL NrcgNo-CoNst¡,t¡tlNo- uleado l,os-g¡1¡9,j-c-9s, aparece con rnucha frecúéiiüiliiios
POLfTi\NO :tl 'i[if, peñmui-'iicasamente en el Nuevo Testamentoo.
.,:
También el título cle Pailre,, tan connaturalmente referi-
Un momento especialmente significativo de la hístoria 'i: do por el Nuevo Testamññ-a DiosT y al Creadors, había
de [a fe en la creación es aquél en el que ésta pasa a formar albergado en sÍ la creencia estoica, muy extendida, en un
parte del Credo eclesial y a encabezarlo. Por eso lo desta- Dios benevolenteo «pater pantolt>>¡Y no tiene en los pri-
camos. En efecto, incorporadas al bautismo y a la eucaris- meros credos la pleñitu-d-[e sántido que esa paternidad
tía, y avaladas con la entrega de la vida en el martirio, cier- adquirirá cuando el Niceno reconozca Ia estricta divini'
tas fórmulas alcanzan, en el ámbito eclesial y ante el dad de Cristo, el H{joe. Entre otras razones porque la gno-
mundo, el rango de confesiones d,e fe,llamadas también sis cristiana y luego el arrianismo se habían apoderado del
Credos o Símbolos que re-unen (sin-ballo) los diversos útulo de Hüo y afirmaban gue era sólo un <<¿6n>> interme-
artículos de ella y unifican las lglesias. dio, la primera de las creaturas, por medio de la cual el
Leyendo las primeras fórmulas occidentales y orienta- Padre había creado las otrasro.
les del SÍmbolo (DS L-76) se aprecia que la profesión de Ilacia el siglo lv, y para hacer frente al dualisrno gnós-
fe en el Dios Creador, que desde hace más de dieciséis si- tico, se añade a esos títulos el de Creailor d,e cielo 1 tiema
glos venimos compartiendo con las otras Iglesias cristia- (DS 19), que en el Niceno se transformará en el de Hace-
nas4, no deriva inmediatamente del testimon-io bíblico que
conocemos. §eñala más bien el final de un proceso relati- 5 Cf. E. l:latch-H. A. Rcclpath, A coneoxk¿nc¿ to the le{tuagJzl II (Graz
vamente largo. t975), 1053-1054.
0 En 2 Cor 6,18 y nueve veces en el Apocalipsis (1,8.'.)' Cf' TWNT III, 9l3ss.
7 Gál 1,3; Flp 2,tl; Ef 4,6...; cf.J.Jcrentias,lbba. Elmcnsajc cantraldelNu¿-

' En particular la «Historia del dogma de la crcaeión» de l..Scheffczyk,Crea- uo Tcstam¿nlo, Sígueme (Salamanca l98l); W. I(asper, El Dios dc
ci6n y Pxnklencia, BAC (Maclrid I974); sobre esta ob¡.a escribí una larga J clucris to r Sfgueme (Salamanca I 985), I 65- I 76. «El Antigtro'festamento e§
rtota en EE 4I(1966), 525-532iL, F. Ladaria, «La creación del cielo y de la muy rcservado en el uso rJe esta d.csignación dc Pailrc en relación a Jahvé»,
ticrra», en I]. Sesboüé lDir.\,Ilistoria ilc los tlogmas II, Secrctariado Trini- E. Jenni, en E.Jenni-C. Westertnann, D iccion«io lcolígi,co mant¿al d¿l Aali'
tario (Salarnanca 1996),29-115. Puede también verseJ. L. Rtriz de la peña, guo'kstamenlo l, Cristiandad (Madrid 1978)' 53.
Tcologla dc l« a.caci,ón, Sal Terrae (Santander 1g86),8g-ll3; p. Gisel, /zi-
I 1 Cor 8,6; Mt I1,15.
cíac!6n a h, ltrdctica d.c la Tcologfa III, Crisriandad (Madrid 1985), 600-664; r) Scgún algunos rcflejaba quizá tan sólo el monoteísmo populat de los prime'
D. Sattler y Th. Schncider, cn 'l'h. Schneider (Dir), Alanual tlc Tcologla ros si8los de nucstra cra, cf. A. Hallcux, «Dieu Is P¿re tout-puissant», e¡l
Dogrndtica, Herder (Barcclona I 996), 233-262. IITL 8 (I977), 4AI-422.
¿ Me refiero en
concreto al Sfmbolo Niceno, del año 32S (DS t 25), y al Cons- '' Cf. B. Sesboüé, «El Dios <le Ia salvación», en B. §esboüé (Dir.),Hisloria de
tantino¡rolitano, <lel año 381 (frs 150). los Dognas I, Secretariado Trinitario (Salamanca i 995), 57-83.
58 HoMTIREyMUNDo ALALUIDELcREADoR CREO EN DIOS PADRD CREADOR 59
:"1::
,:::::,,
dor de todo lo aísible 2 lo ina.i-sible¡r, al mismo tiempo I'l'. Apostílicosta en un contexto de alabanza, exhortación
que 'i:,1:j
ji;ri,i
esa creación del mundo.se diferencia tajantement.
a. f, g.- ,,',i
,..:
I
y a¡rlicaciones ético-religiosas, y con un predominio de re-
neración, reservada:l («engendraáo, no creado»)li :...:l
lcrencias al Antiguo Testamento, aunque no falten las
I,i" so6re
E.9, primeros símbolos,
.. todo io, oc"iderríal.s, r;:iii cristológicas. Pero el lenguaje delata ya la inmersión cul-
silencian por otra parte Ia intervención del rural en el helenismo, lo cual se traduce adcmás en la in-
Hil.o
ciónpara evitar tal vez que se le confund, el demiuago
";i;;;l r:.;:l
clusión de cuestiones cosmológicas acerca del orden del
de Platón. En el Niceno en cambio, superado "o.i
.rt" p.tigfi ,]:: ¡nundo y de su finalidadt5. En ellos figura por primera vez
se vuelve a confesar-a.Cristo.o*o'uq,rél upo,
quiin;;do :l: la fórmula <<creación de la nada» (creatia ex nihilo)t6 y em-
ha sido hecho,lo del cielo y Io de la tiárrrr. :.:l
a ser emblemática de la teología cristiana.
Fórmrrla que el 1>íeza
Constantinopolitano I repetirá condensada y hará - .:: 2. Con los APologetastT se empieza a reproducir, extra-
::i
va al Espíritu_(«Señor y dador de vida») y que "*i.nri_
el Constan- rnuros de la Iglesia pero esta vez a nivel de logos, el anti-
tinopolitano II (a. 553) afinará unificaídl ius pe.sona, ,.:
guo diálogo-debate del relato bíblico con los mitos. Ahora
.n
la divinidad y en el poder y diferenciándolas 1i
son refinados sistemas de pensamiento, en particular el
a Ia vez en su
actividad creadora:,((porque uno es el Dios y pad,re
d,e
,,:
¡rlatonismo, el estoicismo y la gnosis, los foro! culturales
quien todo,y uno d\t quien todo,y uno'el Espíritu t'
cn los que la fe en la creación da razón de s(, en los que
Santo.¿z quien todo>> (DS^iyf
421). y es de ,roru, qu. esos tres errcuentra resonancias y distonías y ante los que a la vez se
Concilios Ecuménicos tratan cle la creación en somete a sl misma al delicado test de la identidad y de la
el marco
más amplio de la teologfa trinitaria, que era t:
.: relevancia. De esta primera y paradigmática inculturaciónr8
el estrictamen_ .':
te debatido13.
saldrá enriquecida de nuevos conceptos, con el riesgo si-
Una vez cerrado ese episodio fundamental :'.

volvamos :
atrás para rehacer desde su origen Ia historia
de la fe en la
creación. U Así lla¡nados y valorados porguei por su
¡rroximidad temporal y doctrinal
a los Apóstoles hacen, a finalesdcl prirner siglo y comienzos del segundo,
de engarce entre los autores canónicos y la primera teología. Véase la edi-
2. Lt cRBACTóN EN Los SS.pp. (rruuona TNCULTURACTóN
ción de ellos por D. Ruiz Bueno, Ios P«tlres Áttostdldcos, BAC (Madrid
I950),971.
DE LA FE) ri «Aso¡nbro ante la creaciór»» cs el tftulo con el que L. F. Ladaria, <<La crea-
ción...»,32, acompar-ra el del ca¡>ftulo dedicado a los PP. Apostólicos.
. l. E-" un primer momento la fe en la creación apenas
desborda el ámbito eclesial. Dentro de él
r'; Asf ya en el Pastor de Hcnnas lrl
(«poiesas ck tou n¿e onto¡ ris to cinai la

apare". ;*l;; panta», ed. en nota 14, p. 971). Cf. P. Gisel, La Création, Lal¡or et Fidcs
(Genlve I987), cap.III: «Gcnése et constitution du dogme dela t¿atio cx
¡t Ds nihilo», I l3-144.
125' Bl constantinopolitano I (Ds 150) asociará
guran ya cn Col I,I6.
ambas fórmulas que fi- '' Cuyo ¡nismo no¡nbrc l¡ace referencia a que ya e¡¡ el mismo siglo tr la teologfzr
no puede contentarsc con transmitir la fe, sino quc tienc que defmd,et'la con
12
con ello se conficsa también imprfcitamente la ribertaa razones tomadas de cse nrismo medio helénico en que crccÍa el cristianismo.
.el creador al crcar
y su cliferencia esencial con cl munclo. En ellos, por tanto, empieza a verse si éste se helenizó o echó críticalnente
13
cf' L' F. Ladaria «La creación,,.» | 49-44. Ahf se scñara nlano del helenismo para decirse a sl mismo.
que en la creación
mis¡na sólo se centrarán rle rnomento sfnodos
..gionur""r'Tot.a" tDs isó: It P. Neuner, «Die Hellenisierung des Christentun¡s als Modeil von lnkuliura-
208), Braga (DS 457-464ll. tion», et SZ I20 (1995), 365-376.
iiri:
.:

'iiij CRIO EN DIOS PADR¡] CREADOT.: 6i


:ilj
60 HOMBRII Y MUNDO ALALUZ DEL CREADOR :lr

c) En la Gnosis les sale al paso una comprensión in'


',:i:

t;tl

mültáneo de hipotecarse a ellos y, en general, al modo ra- uiubie (heterodoxa) d9l esplritu y de la materia, y d9 -lu
ctonal de plantear la creaciónle. rrnión entr" Éste fue uno de los trances más deli-
3. En ios siglos siguientes,al igual que en esos dos pri- "*bos2r. ha'
i::: t:aclos de la fe en la creación. No sólo Porque Ia gnosis
meros, los puntos de encuentro y fricción serán los capita- bía incorporado elementos cristianos, sino Porqye ofrecía
les de la teología de la creación: el concepto del Creador, una explicación radical del tremendo e irresoluble proble-
::;
':i
la función del Logos en la creacián y la comprensión del :i
ma deimal y de las dif'erencias entre esPíritu y materia,-a
mundo y del hombre y, en particular, de Ia materia y del .::
través de la concepción de un dualismo originario entre
la
t.:
espíritu. Sobre todo ello existían en el entorno teorías no- lrrz y las tinieblas. Tentaba además al alma con el señuelo
tablemente elaboradas: .,:
.le la autorredención y con cierta conciencia elitista'
a) La idea de un Dios personal que produce el mundo ::

'A esta radical devaluación y condena de la materia y de


libre y soberanamente ¡ consiguientemente, la fórmula 1::

la creación misma, entendida como efecto de una caída


,:i
<<creatto ex nihilo>> no encajan en los sistemas antes dichos:
-| original del espíritu y como su cárcel, opu§o la teología
ni en el monismo panteizante de los estoicos ni en el dua- 22,
y muy en particul at lr¿neo y Tcrtuliano no
Iismo metafísico de los gnósticos. Esto no es algo que se "riiiana,
sólo la fórmula dela i<creatio ex nihilo>>' y con ella la digni-
presuma a ltriori; se va echando de ver en ese mi'smo in-
«lad e inocencia originales del espfritu y de la materia, sino
tento de apología de la fe. i la estima de la carne como «gozne de la salvación» (caro
De ciertas coincidencias con el estoicismo se ha habla-
salutis est cardo)z1' y una relación estrecha pero exacta-
do ya. Thmbién la transcendencia del Dios (divinidad) de
rnente inversa entre creación y salvación. La primera es el
.:,1
':
Platón atrae a los Padres, que rechazan en cambio su teo-
presupuesto de la segunda; «Dios plasmó a Adán para te-
rfa de gye la materia increada e informe coexiste cor, Él y :
,r.. .n quién depositar sus beneficios»n ¡ últimamente,
de que Este sólo influye en ella por medio del demiurgo, y i
reiapitularlo a ll y a todo en Critozs '
sólo para ordenarla. Es en ese debate en torno a la eterni- .: '¡',araFrente al pesimismo ontolflgico, la fe en la creación brin-
dad de la materia20 y de la limitación que. eso supondrfa
daba un optimismo histórico, Pero no menos radical, así
para el Creador donde la fórmula dela <<creatío ex nthilo>>
como, fre.rt" al n¿onismo PantetstarproponÍa no un dualis-
cobra nuevo relieve.
b) Lo mismo se cliga del emparejamiento del Logos de
'la fe con ese derniurgo de Platón o con el logos seminal I' Cf. B. Sesboiié, «El Dios...»,29-33; C' Aranda, voz «Gnosis' Gnosticisnro»'
en X. Picaza.N. §ilu,.' (Ed), r¿ Dios ct,istiano,secretariado Trinitario
(Sa-
(sfiermatihós) de los estoicos, que sólo sería la razón inma-
nente al mundo y que está ligado en demasía al sustrato lamanca lgg2),573'579; W. Kaspcr, El Dias"', 164-I65'
" L. Scheffczyk' 0.c., 38-45; L. F. Ladaria, o'c',38-42; A' Orbe' Tcologta Ce
material de éste. san lrenco,BAC,3 vols. (Madricl 1985'I988)'
rt De ,.sl¿rr¿ctione n¿o¡'luontm 8,2 (CCL 21931'6'7)'
lreneo, Ad,a' Ha¿¡'.4,14,1. No rnenos signilicativa y citada es la otra
frase:
'f venir t¡mbién a la exístencia el que o{
preexis(a el §alvador, debfa
'e Cf, A. Orbe, Introducci¿ln a la tcologla.dt los siglos Il 2 III, Ponrificia Uni- «Puesto que
versidad Gregoriana (Roma 1987). .lebía ser saluado, Para que el Salvador no fr¡ese iníril»,il¡úL",22,3'
20 L. F. Ladaria, «[,a creación...»,34-38, centra en
este asunto su estudio de '\ Il)íd.,3,1? ,6. Cf. e. OrUq Antropologla de san h'cneo,llAC (Madrid 1960)'
los A¡rologistas.
:j:{:
62 I{OMBBE Y MUNDO A LA LUZ DEI. CREADOR . :,,: CREO EN DIO§ PADRB CBEADOR 63
.iiii.:

mo, pero sf una dualidad entre Dios y el mundo ,,,rrrlición de signo que detenta. Le permite asimismo de-
basada en 'rr ii
Ia transcendencia y en la libertad dá Aquél, p".o ,,.1:j
lrr¡ir t:l r¡ral como negación de bien.
.orrru- ,,.::|
mada en su libre acercamiento a éste26. ['r¡r otro lado enriquece la idea de la creación con una
Que el dualismo y el platonismo siguieran tentando a , ,,rn¡rrensión trinitaria del Creadoril y con una Iectura
grandes espíritus creyentis Io mue.t.ai nombres i;i<lica del mundo, alrnque piense más en la TLinidad in-
tan sio- rr
nificativos de la teologfa cristiana en su ;;ú.;;;;i#. rr¡;rrrcnte que en la económica y atribuya la mediación
oriental y occidental iomo los de Orígcnes y , r,,adora más al Logos que a Cristo.
Agustfn2T, :::
Aquél sostuvo Ia creación de los espíritirs (uláarj ,::I
Agustín ejempliflrca, como pocos pensadores cristia-
pr.rir_
rnente a su inmersión en la materia y tu ae ,|,:,
r()§, esa tensión inherente a la teologfa entre el sentido
¿rt,
co de purificación de un pecado cometido "oin" -u.- ,,,,lvífico de la fe en la creación y el análisis racional de
po. utue-lü,
nacer28. Agustln, converrido del maniqu"fl*"
llrlt 1.
platonismo y a la fe, señala, en Ia teología de la creación
I -:
.ritr. Da lugar a que se plantee de nuevo la gran cuestión
,lr, si el marco conceptual que asume para dar razón de la
como en otras, una cumbre y una pauta. 1,. la desnaturaliza o le procura lo que ella misma reclamar
Lleva a cabo la .,
sfntesis. entre el pensamiento orienial y ,¡,¡iversalidad no sólo material sino cognitiva. Nunca cesa-
el occide"r"f,
tre motivos ético-religiosos y ontológicos,
..o",f. f-Áf._ ""- ¡;irr de cruzarse opiniones encontradas al respecto. La
culación racional. Es a la .*r", .o*.rr"tarisia
del G¿áeriiñ, .j rirrn dialéctica Jahvé-Elohim, Salvador-Creador, continúa
cuyo carác-ter figurativo^{ue e] primero en ,rl¡icrta y dando que pensar. La cuestión, como en el Gé-
descubrirro, y
testigo cualificado de la filosofia griega. rrt:sis, es quién de Ellos es el sujeto último32.
Si bien la <<creatio cx nihilo>> i" ultu Ia idea
de emana_ ¡'Ganó con Agustín la teología de la creación en racio-
ción, el neoplatonismo le permite concebir r¡llidad a costa de la impostación salvffica que riene en la
a Dios
«su,mnea cssentía>>,, <<ston num bonu,m>>
y entender la "o_o
crea_
,i
lliblia? ¿Pudo la metaflsica, y en concreto el concepto
ción como participación descendente y'escalonu¿,
a" biu- :.j rrr:«rplatónico de participación, con la libertad del Creaáor
nes, por la que todo sale de Dios y u.ráru"
a Ér en ¡nr. u i" =
.:
.rl crear y con su diferencia infinita respecto a la creatura?
i Volveremos a preguntarlo en el capítulo XII. pero más
I' ,¡,rr: al Obispo de Hipona, pendiente a diario de la Biblia
ll¡' Ci..l. L. Ruiz de la peña, 0.c.,94.
L_. Scheffczyk,Cr.cacidn.,..,4O-OZ; 1,. F. La«laria, «La creación...»
,'n su condición de predicador y pastor, habría que trasla-
Homilfas de orfgenes sobre er Génesis ,42_43. Las ,l¿rr esa cuestión a otros dos grandes neoplatónicos que
1sc iiij *.rr.n el comentario oa-
r r:t:«lrdamos a continuación.
"l.i::}ffi ilü::,ll:,LT;T,::.;3i;;:l*:,{r^'1,,i*;;: El Pseudo-Dionisio,, confundido durante siglos con el
se armas,
ras una estricta-reencarnación y la preexistencia
del alma ,Jr¡ra",o ,,yorlt€ de Pablo converrido en Atenas (Hch t7*34)y cuyo
L. Lies, «Oiigenes ,n¿ náirf.irr^,io-nr, .u
ZKT t2t 1ióóé],
* ;[Ht.Asf
G.
fl. feft11d, Cinq .étudcs il',úrgustin no. lc dél¡ut de la Genlse,Dcsclée
(Tournai 1972). En los lil¡ros XI-*III ar
ción lc.ab¡orbe a Agnstln
r,r* Col¡Jr;rz¿s el tenra .e la crea_ " «(Jn solo mundo, quc lo hace el Padrc por el Hijo en el Es¡>lritu Santo»,
¡ cn,particular, f" in',".p.ur."ien del Cérresis, 'lralados sobrc ¿l anngelio d,e san
Juan 20,9 (OSA XIII, l§55, 535). Volve-
-, punto dccisivo ¿n su debate con los marriqueos.
30 r<,¡rros sobre cste texto cn el capftulo IV.
Dcl Géncsi¡ d la lcba 5,5,12 (OSA XV,l9;iióz_SOSl.
" ( )1. P. Gisel, Iniciaci6n..,604-609.
,:it:i::

64 IION1BRE Y MUNDO A I,A LUZ DEL CRITADOR


-:i:11:l
CRIIO UN DIOS PADRE CRDADOR 65

enorme influjo en el Medievo puede equivaler a un certifi-


'.it:::
:,. TEolocfl pB Ll cRn¿cró¡.¡ EN EL MEDrEvo
cado de ortodoxia, presenta a Dios, más que como el Crea-
dor genesfaco, como Bieno Belleza,,Lrz, Ser, de los que :1.1. Corri¿ntes teolígicas y cuatro grandes debates
participa y desciende escalonada y jerárquicamente todo:
ángeles, hombre, animales, plantas, materia inanimada. El .,: Sin olvidar que el panteÍsmo monista y dualista conti-
,,:

camino de vuelta a Dios concluye en divinización. La teo- ':: rrrian siendo las dos cosmovisiones de fondo entre las que
logfa mística de la creación (Eckhart,Juan de la Cruz, Ig- t:
ricne que seguir abriéndose paso, la teología medieval de
nacio de Loyola) tendrá en él un patrono. Lo tendrá tam- l.r creación hereda de los Padres esa otra problemática in-
bién curiosamente la teología ncgatiua, que se apoyará en l
.: r,orporod? ya al pensamiento cristiano ¡ antes aún, a la
su concepción de Dios como absolutamente transcenden- Srtbiduría bfblica: la tensión entre el relato de fe y el dis-
te, como el «sin Nombre». ¿Siguerr siendo el Ser y el Bien, , rrrso racional que lo piensa y explica, máxime cuando
en vez de (o más que) Jahvé y el Padr'e de Jesúso los nom- ,
rist€ s€ configura en sistemas rotundos de pensamiento
bres últimos de Dios o son sólo su (necesario) anonima- (,\ummae) que pretenden sintetizar material y gnoseológi-
to? Lo veremos más de cerca en el capftulo IV. (.rrnente toda la realidad. Por eso, aun a sabiendas de re-
Escoto Eriúgcna, que, como nadie después de Oríge- r ortarlá, nos permitimos agrupar esa teologfa medieval en
nes, intenta pensar religiosamente el mundo uniendo fe romo a las siguientes cuestiones:
bíblica y filosofía neoplatónica, aceRtuará por su parte el l. ¿Puede la creación ser conocida por la sola razónP -*
emanatismo, amenazando con diluir en el proceso cósmi- l,l respuesta, estrechamente unida al hecho de que se le
co el misterio inmanente de la tinidad y con sustituir la ,rtribuyan o no sentido y contenido salvíficos, es afirmativa
diferencia Creador-creatura por la dialéctica lo uno-lo ¡rr»r parte de Pedro Lombardo y Tomás de Aquino, mien-
mrlltiple. En él sobre todo eobra fuerza la sospecha de una tras Alberto Magno, Buenaventura y en parte Escoto, se
«helenización del cristianismo», la pregunta de si el siste- l,ronuncian en contra. Nótese que no se trata de la posibi-
ma filosófico de base es sólo el medio expresivo de la fe, li.lad de conocer a Dios, sino de conocerlo como Creador.
como proponfa Agustín33, o ésta ha sido suplantada por 2. Muy vinculada también a la anterior figura la pre-
una yisión del mundo3a. rr¡rrta de si la encarnación fue prevista y querida por Dios
,lc una manera incondicionada, aunque libre, o sólo en la
l,i¡rótesis del pecado de Adán. A fhvor de lo primero se
,l.r:antan (como ya lo hicieran lreneo y Máximo el Confe-
,,,,r'), Ruperto de Deutz, Alejandro de Hales, Buenaventu-
se «Primero es necesario probar, fundados en la autoridad de las Santas Escri- r,r, I,)scoto y Nicolás de Cusa. Por lo segundo, y en línea
turas, si cs ésta nucstra fe. Luego, si Dios quicre y nos socorre, tal vez hare-
,,rr hs respuestas a la cuestión anterior, Pedro Lombardo
mos un servicio a csos gárrulos raciocinadores.., ayudlndoles a encontrar r" li ¡rnáse5.
una verdad de la quc no puedan dudar» (retoco algo la traducción), Agus-
tfn, Sobrc la Trinidad I,2,4 (OSA V, r t 968, I 20).
r{ Acerca de esas tres lormas de neoplatonismo cristiano, cfi L. Scheffczyk,
Creaciín..., 57-66; L. F. Ladaria, <<La creación.,.», 46-53. " l,.rvr:rilicacióndeestasafirmacionesenL.Schelfczyk,Crcación,..r14-g4

t=-
66 HOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR CREO EN DIOS PADRE CREADOIT 67

3. Tc¡do ello tiene ulteriormente que ver con el tras- \ :;r s(: tiene en cuenta que en el Medievo los modelos do-
fondo trinitario de Cristo y con la cuestión de si las Perso- ,¡,r,lrrtcs de esa racionalización, aunque c¡§[11{9¡..por
nas divinas intervienen en la creación según sus rasgos es- .\ r,,r rst f rr y Tomás, siguen sier, do Platón y Aristdteles) es de
pecíficos o solapadas bajo la común esencia divina. Los ¡,,,,rrrnrir que el problema de toda inculturación, antes
frentes corren también en este caso paralelos a los seirala- ,,,,,r,,'ionado, continrfe vivo. Por un lado, la verdad de [a
dos en I y 2, si bien con matices por lo que hace a T<rmás, , ,, .r, itil'r reclama, quizás colno ninguna otra? su uniYersa-
como veremos cuando nos ocupemos expresamente del l,r,r, irirr y ontologización, que en este momento sólo el he-
tema en el capítulo fV. l, rrr:rrrro estaba en condiciones de ofrecer. Por otror es casi
4. Cabe incluso ir más lejos y hacer depencler lógica- ,,,,¡,,,sible que esa «helenización>> no se produzca con
mente esas tres cuestiones de una última, a saber, de si en ,,,( r¡ua «le la historicidad que caracteriza a la verdad de la
la concepción misma de la T?inidad prima la esencia co- , ,, ,,r'ión en las fuentes de la fe. Transcendencia e historia,
mún sobre la diferencia interpersonal (como sr¡ele suceder ,1, r,v;rdas en rfltimo término de la doble condición de
entre los PP. Latinos y sus herederos) o si por el contrario r ,rr'.rtlor y Salvador del Dios cristiano, buscan, quizás sin
se ve al Padre como «la fuente y origen» de la Tiinidad y, r, r,rirro, un acomodo conceptual que sólo podrá brindar-
derivadamente, de la creación (como acaece en la patrísti- 1,, rn;r teología que acierte a Pensar al Absoluto no como
ca griega y en la teología franciscana y con especial vigor ,¡¡:,r,rrrciá sino como persona, como intersubjetividad, no
en Buenaventura36). En el primer caso la Trinidad se ce- ,,,1, crr sí mismo, sino etr su relación con el muudo; un
rraría triangularmente sobre sí; en el segunclo se abrirfa li- \1,:r.1uto que, sin dejar de serlo, se adentre en la historia.
nealmente al mundo que resultaría de ese modo vinculado | , r'l reto permanente de la teología de la creación.
originaria, aunque libremente, a la procesión del Flijo y .s,' lra definido a la teología medieval, en concreto a la
del Espíritu. Asf la ven aquellos teólogos que, al comentar tlr.r l,)scolática, como <<el intento imponente de realizar
el Génesis,leen juntas en el <<dijo Dios» Ia generación del ,,,',r rÍntcsis entre el agustinismo y el aristotelismo, entre el
Hijo y la creación del mundo37, y los que refieren «el prin- ,,,rrr,rrrcrrtismo y transcendentalismo, como también entre la
cipio» al Logos o al Hijo38. t, r' r'[ .saber ¡ por cierto en el marco de un planteamiento
Todos estos motivos deciden sobre Ia orientación más , ,, ,,, iirlrnente metafísicor>a0. Es por ello obligado mencio-
o menos salvífica o racional de la teología de la creaciónee. ,,,,, ,r Aristóteles y su esquelna de las callsas] tan determi-
,r,rrr' cn la teologla de la creación. La teoría aristotélica,
,,t,tr.¡ \ t:o.th0lica>> quela de Platón, según Alberto Magnoar,
36 Cf. A. Villalrnontc, voz <<Buenaventura)), en X. Picaza-N. §ilanes (Ecl), El
Di0s.".,208-212.
37 <tUno igiho' eolcmque V¿rbo ,, ,,,,',1'la cscuela de Chartres quc apttnt¡ a u¡r idcalis¡no platonizante corl
dicit se ips,unr cl quaecu.mque fecil», Anselmo,
Monologíon 33, BAC (Madrid 1952), 278. Cfl. Rupcrto de l)eutz, Dt Triní- ,,,, r ,rrr.rrr:irirr mayor a la naturalcza. Sol¡re estas dos escuelas y sus principa'
tate ct o,pe.ribus er'zrs l,I0 (PL 167 ,207). r, ,
',1'r( scntantes véase L. Scheffceyk, C'reación...,68-75. Según é1, llugo
'ü Así, entre otros, Orígenes, Agustín, Alejandro de Hales, Tomár... .t, ti Vr(:ror sei¡alaría el rnomento cu¡¡¡bre de Ia teología de la creación entre
r§ Según L, F. Ladaria, «La creación...»,53, la primera \rr',¡ lrr, y [a alta escolástica (72),
escolástica se habrfa
escindiclo ya en dos corrientes: la escucla de los Victorinos que, en una vi- t ,, lr, lli'z)'k, Creae.ión-..r81.
sión histórico-salvffica, consideran la creación como el comienzo cle la sal- ,rI rir l,r:{lczyk, ibld,,85.

L _-_-
68 HOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DEL
CREADOR
CREO EN DIOS PADRT C'IEADOII 69
contrarresta la tendencia neoplatóniea
a vincular en exce_
so a Dios con el mundo, y clntribuye ,,,rr{) iuevitablesaT y sobre las que volveremos al final del
a que se valore la
realidad creada concreta, con el riesgo ,.r¡,Ítrrlo. Se ha escrito que <<el dinamisno característico
inverso de desa-
rraigar en exceso el mundo de Dios. ,lr,l ,lrrar de Dios en la Biblia se convierte en una actividad
Al grarr aristotélico c¡istiano y eminente , .,t,itir:a, cerrada en el circuito causa-efecto>>48. Pero no se
teólogo de Ia
creación, Toruás de Aquino, u.rírno, ¡,,,,1rh «llvidarr como reconocen quienes así piensan, que
remitiéndonos con 'li,rnis arranca de Ia fe, diversifica el modo filosófico y teo-
frecuencia. Él *rrperó Ia antinomia
monismo-dualismo
apoyándose en la analogía del ser42,,y l,,1,,ico de abordar la creación{'y no hace sino llevar hasta
compaginó además
-
-:
y aris to telis-mo. pens ó I t.", ¿to i""*;
lgiilili e¡emplar y final. pero
e¡rcrente,
;;;;; , I li¡ral las posibilidades de pensar que el Creador dio a su

si Alejandro de Hales, ei , r(.,rtura y de indagar las estructuras y ritmos creacionales


Ilnea neoplatónico-agustiniana, pr"li"r. ,luc irnprimió a su creación. Y cuando llegue el conflicto,
partir de la causa_
Iid.ad ejemplarai, Toirá, .*piáin
pr. l.^ ¡,,,r ejemplo en la cuestión de la eternidad delmundo, será
más realce. Con Io cual, sin ."rrrrr.iu. "fi"i;; ;i.-;
u la idea ugu.iirll 1,, I'c la que tenga la tfltima palabraso. Más que él sería_su
de participación, Ia hace deriva. :,isrcrna el Qug. rg§gl6.e.-1¡ parle.inadecuaáó"plE pb,iiir la
¿. iu ,fi"i"n"i, ?i;i;;;;;
por tanro, de la diferencia entre Dios
y .l *r;;. p;;.rrJ
mismo en las creaturas,d,estaca ,igo.o'r"*"nte,
junto a su ta escolástica medieval habría logrado en todo caso
condición de vestigios del Creador]lo ...¡uilibrar las herencias bíblica y helénica, es decir, la liber-
en ti,ad y consis tJn;ir.
ly" ,i.r.íJ" p."pil
d ;';;i]rl'i.r,o, rassos salienres lttl del Creador y la contingencia de la creatura por un lado
de la teología tomasiana de Ia y cl anclaje de ésta en el s¿r divino por otro. Pero es un equi-
Esta valoración de
Ia realidad creada s.9.r¡ll-eja ".*"i¿".
t"*b;;;; su aprecio de Ia ra- lihrio inestable. Duns Escoto primará de tal modo la volun-
zón y.9.
lr: posibilidadJs de
creación del mundoa5, así como.en
ésta a. ff.g"i
"
ói;;;i; r;rrl libre del
éltió
su
a
vinculación
. «Dios
Ia persuasión de que
<<el error acerca de las ,rl)arece no tanto Creador que cuan-
creaturas ..Jr.rdu en una falsa idea
de Dios»a6. to como el Señor absoluto»», y pueden caber dudas acerca de I
I

Esa comprensión racional de la si ¡ros encontramos ante «un Dios arbitrario irracional o
¡

creación ¿puede dar


i cuenta del carácter de misterio salvffico que ella
de hecho
i fo.seeP,-¿terminará la teología ¿.1, .n ,nu *.iu] {/ l,as lracc con insistencia L. §cheflczyk, Crcación...,85-89,donde acaba alir- \
"*a.iO"
7 flsica religiosamente recubi'e.ú S;;;;eguntas
ran grayes nrando que ryl_Ug_l,S!-0:Sg:f{fi.{i._q-¡ila -e¡clrr¡¡sjón se¡r log pl¡¡rgi- i
pios cstructuradores de la doctrina tomásica de la c¡eación.
'tr §. Iá.I,q.lg; C.G.t,j3ss.
" J. L:
u' c.G.2r4.
Ruiz?¡Eñ;lA6¿ñ;ro3:-
{r Cf. L. Schefl
czyk, ireaci6n..., gl.
"u '5.Th.1,9.46,a,2.
'o s'Th'l' q'44' «Jr cairn ariqui'd in mitur in aríquo .ltct.farticipation¿n¿, rr «La pers¡rectiva de la creación es la forma mental que prevalece cn Tomás»,
ccssc cst, t¡uod
causehtr in ipso.ab co cui csi¿n¿iai,i¿rr: nc-
a' «eue hava roournito, ibld,a.l,in c. O. H. Pesch, Tomds dc lquino. Lhnites 2 gancleza de una tcologta medicual,
creación
'o '¿L ro ,..,i;;;i;'L, ffi f,.,u ro .r"^uostu ra ra.
llerder (Barcelona 1992), 475. El autor da la razón a J. Pieper cuando dc- ...
... z6n», 2 Senl- d.1,q.1,a.2.
''o nor¡rina al Aquinatc «Tho¡nag a Creatore», y con este tftulo encabcza las pp.
«Ettot. citca o.eattuas redundut infalsan
de Dco sci¿¡¿tian», 472-477 , cn las que taml¡ién discute hasta qué ¡runto ent¡a Cristo en el plan
C.G,2rl. ,
o*ly*,"-
i0 CREO EN DIOS P^DII[, CI{EADOR
7l
tIOMBRtr Y MUNDO ALALUZ DIIL CRBADOR

tal como sucede


ante el "Señor de la historia" del que habla la Biblia»s2. Ese 1,,¡.rtr tcológico, sino como len-guuj:-$" fe'
t
voluntarismo desemboca/¿ en elnotninalismo de Achhams,. :;;l',, -;,i;ñe áefinición clel Concilio
La.tegg-eg9jf' su
dualistas y pante(stas y
La omnipotencia divina, desvinculada de su esencia, no ,,,,,',',,,,,,, que combate tendencias
.::, , ;,,;, .;üos fundamentales de la creación'
y en tal senti-
tendrá otro límite que el principio de contradicción. EI
se apoya en
misterio de la creación y la realidad filosófica y científica li,, ,, ¡,.oai,ce la cosmovisión del Génesis'
del mundo empiezan a seguir rutas paralelas5{. Al horizonte ,,.,,,,, ln esa teologla medieval en particular' en la de Pe-
¡
que el momento
se perfila la figura de Lutero, simpatizante con Ockham. li,',,' ,,."utrdo'u."Parece ser el lenguaje
Por el mismo tiempo, sin embargo, Echhart, a partir de es, y sobre todo a lar8o plazo?
" '';;; ¿Lo
, ,1,,,,,,ríu.
Lateranense IV (a' I215) emanó la
la experien ci¡ mlstiea, vuelve a unir a las creaturas con
Dios en el ser y en el obrar. El alma toma parte incluso en
"r""ton"iÍio
,,,,,,,".o clehnición solemne de ia lglesia acerca
de la crea-
val'
la creación y en la generación del Verbo. Parece de nuevo :',,,,;.';;it.i. ¿. una confesión deh frente a cátaros'
justa
amenazada la diferencia entre Dios y la creatura, entre :'.;;;;r;ovimientos afines' En ellos alentabaalIaanhelo
, ,in"u.í, de pobreza y reforma eclesiales'
unida
creación y encarnación. Provocó de hecho una controver-
mundo' Pero todo
sia doctrinal y una condena de algunas expresiones suyas :,,.'il;;;áción y ul dttpt"cio del
irre-
(DS 950-980) que, en el contexto y conjunto de su obra y ,.i,,,'*J^ respaldaáo por li creencia en la oposicióncaído'
teniendo en cuenta la radicalidad del lenguaje místico y ,;;"tl;bl. .ni.. .l aláa de los puros y el mundo
que habla del mundo en su s6r ideal, tal vez no resulten t:rrtre los dos testamentos y, mái
en eI fbndo, entre dos
heterodoxas5s. Pero ese lenguaje y el misticismo de fondo .ii,»"t de parcelas antagónicas de la realidad'
""ni-Co".ilio
"r.r¿oresreafirma, frente u áru. corrientes,, la unici'
hizo saltar el estilo escolástico de pensar y dio pie a una
de origen de
filosofía panteísta de la creación que pasará por Spinoza y ,lacl de Dios ¡ consiguientementei la.unidad
la realidad espiritual y coT-
concluirá en el idealismo alemán. l,rs dos Te§hmentot"y a" toda
por Dios de la nada (por pri-
Este análisis delata, junto a ciertas constantes, la rica y i;;;.h;l; ha sido í,""ho documento del Magisterio. la
honda diversidad de teologtas de la reaciín a las que la rncra vez se mencronu t"
misma fe y el mismo Credo pueden dar lugar.
"'
ilr,rr.ril;lc nih'ilo»\,y todo salió bueno de sus manos' in-
Con esta últi-
cluso Satán que se Áál"O y tentó al hombre'
se desplaza de la onto-
,uo ont.u"ión el problema del mal
de
3.2. La creaciín en los concilios rneilíeaales i,roiu la libertad y ésta resulta así ser rasgo originario
"
i;.;;;;;. Ái,.*u también la condición histórica del
Una pregunta arln más delicada es la de si ese estilo ra-
cional de presentar la creación es válido no sólo como len-
-rnundo (ab initio temporis) (DS 800)' .
habla
i, *ir*a exigencia de pureza, de tiempo nuevo'ternarlo
llevado a Joaquín d,e Fiore a pensar un esquema
51
J. Auer, «Nominalismus», en LThK, VII, '?I962,1022,
5' P. Gisel, lnicidci&t..,,619-621.
5{ Cf. I,. Schcffczyk, Crcaci,ín...,94-95. t'6l.ll,d'l,c'12y16.§uLib¿rSent¿nliatzrnrejerció«unainfluenciadecisivay
de la creación
55 «Eckhart no fuc cn modo alguno t¡n destructor de la sfntesis
efectuacla por determinante sobre el cspfritu y el conteniá-o de la docrina
la alt¿r escolástica, pero sl su intérprete mfstico», i&frL, 98. ;;;";,; toda la cscolástiia», L' Schefl'zcyk' Ct'eaci6n""75'
72 }IOMBRE Y MUI{DO A L,ALIJZ Df,L CREADOR CREO EN DIOS PADRE CREADOIT I .:)

de la realidad según el cual a grandes épocas (el ,I rnisterio de la «encarnación>>, de la unidad en una perso-
Antiguo Testamenro tiempo del _clos
-la¡ paclri
el Nuevo Tesia_ ,,., «lc Io divino y lo humano, anulará esta ley prorológica.
Tentg tiempo del Hijo) sucedía una.tercera,.l ti"*po á"1 l,,rs dos naturalezas se mantendrán diversas, sin confusión.
Espíritu, tiempo de monjes, bienaventuranzas. l,l^ste necesario y decisivo correctivo al dualismo cátaro
Dobreza v
paz. En esta visión se corresponden la historia v .rl «triteísmo» deJoaqufn, esta brillante e irrefutable sal-
¿.f *""aá
y la «historia» de Dios, hast-_a el punto cle poner ,,,,y,,trardia de la unicidad de Dios, que las circunstancias
en peligro
la unidad esencial der Dios Thinitario y su diferencia ,,l,ligaban a destacar, no logra silenciar la cuestión de si el
con
el mundo. , ,,rrcilio se hizo eco de lo que de positivo alumbraba la in-
Xsta teorla, que ha seguido fascinando a no pocos rr¡ir:ión deJoaquín60, y ello porque no dio en sí cabida a lo
pen-
,19o.:r-ylolíticos hasta nuestros dlas57, enconró ,t¡¡(: la Escritura afirma sobre la condición histórico-salví-
la oposi_
ción del Concilio: <<por grande que s"á el pu.."ido lrr a y trinitaria de la creaciónor. Esto quedó silenciado. Se
árri..
Creador.y creatura, la defemejanru ,"J ri.áp.. ,,,,:rrciona, es verdad, la tinidad, se dice incluso que el
Esta fbrmula incide -uy*rrr.
,r,á de los problemas ;á ;;": ( lrt;ador es trino, pero no que actúe en cuanto tal, sino
e inagotables de.l"r,
pensamiento ¡.rrro ur «único principio» indiferenciado. La mención
T$:.,
dad delser). La pretensión genesíacu d. ,er
ila unidad o ptuiai_
como dioses ha ,1,' la Trinidad es corno un paréntesis que no interrumpe
intentado establecer la teorá de un ritmo universar '':k ,,r complica esa unidad. La misrna encarnación es consi-
divino-
humano que endiosa la historia humana mundanizancro ,lr:r'ad? bajo el prisma de la acción eliciente
Dios. Esre círculo queda roto por la afirmació
a ¡ en tal senti-
n d,el <<Deus rlo, cofilo obra de toda la tinidad62.
t:*!1T.maion>5s. El parecido entre EI y el munclo
., Áuio Iil Concilio II de Lyon (a. I27$ mantiene ese esque-
cte ta hbre aproximación del Diferente, lncluso aplica indiferenciadamente al mismo y único
y no reduce sino re- 'u:r.
fuerza la dilbrencia. I,a fórmula, fiel al áíqu.*. , r'.,ador, sin desglosarlos trinitariamente, el <<a quo omnia,
que estable-
ce Gé1esis, es ley fundamental de toda teologÍa
¡l de roda cristiana ¡rj tt (lr,Lo omnia, per quem omnia>> (DS 851).
y clave su comprensión de la realidad. Ni siquiera

'" l|. Iiortc ve con meiores ojos aJoaqufn y descuble en él «el modeio dc una
" fJ:
d...!e:, La postaidad cspiritual dc Joaquín dc Fior¿ I-lI, Encuentro ¡,crl'ecta circularidad l¡ermenéutica: va de la econo¡nía a la inrnanerrcia del
(Madrid 1988-198p). lvl istcrio, pare volver de la inrnar¡e¡¡cia de la vida divina a la historia y leer su

'E «Inla' creato¡¿rn er crearuram'non


rtotesr ¡im*itutro notat'i, quin int¿r cos
rr:rrticlo más profirndo, fundamentado trinitariarnente». En efecto, la Trini-
¡¡taior ¡it tlissimilituilo notanila» (DS S06). Cf. ,larl es para él «el Origen trascendcnte, el Regazo y la Patria últimos de la
el largo y profundo comen_
tario qrre dc esa fórmula-conciliar hace E.' p r lrist<rria», Teologda dc b historia,Sfgueme (Salarnanca 1995),31. Cf. 26-31.
ryi ar o ú g; onú, i ilur-
nes (Einsicdeln 1962), 251-301
50 «Porque
^,ln " "' l(r:sul¿a sintomático al respecto que, aun oponiérrdose tanto Buenavcntura
ñl cs siempre mayor;-por m.cho qtre crezcamos». sobre esta frasé ,,¡rno Tor¡rás a ese «poscristianismo» que ¡rarecfa inaugurarjoaqufn, el pri-
dc Agustfn («.Scmp* *:f maior cst, ;r;;r;rurrquc trcuctirnzrs>>, r¡rc¡'o de ellos dos simpatizase con éste y con su conrprensión histórica de la
En¿rr. in Psal.62,t6: OSA !!!:
XX., l965,Sbg) Jr".il. S. prry*arar,. ( r(rilción, mientras Tomás lo descalificaba <le plano (<<enuait Abbas
de Ios $crcicios Espirituales d:
r;;i;;;; ,hin»',§.fh.[rc1.39,a,5, in c.) y ltegaba a llamarlo «torpe» (rzlü) cr¡anclo la
Joa-
á, f"iy"f., rirulada Dau scmpcr
Jg-"19i.
maior. Thcologic d,er Exerzitien,-l-lú,.Hcrol<l t",rlogía se afina». Véase I. Congar, El Esfhitu §aafo, IJer.der (Batcelona
1V;'.", f 9OZ-OS), y qu.
c91o la téplica («Cegenstüch») á, ," e;igi "nírj- I l)lt2), t54-165, esp. 156.
fey ,¿ti¡ citada en nora an-
terior (cli prólogo). "' '¡Á lt¡lu T¡initale cont¡tunitar inc(/,r"nahg)>, DS {t01,

l-
74 I{OMI]RE Y MUNDO AL^LUZDEL
CREADO& CITtrO EN DIOS PADRE CIIOADO& 75

El Concilio de Flo.renci a (a. M42),


/2 en la aurora de ,,,,, le conduce su comprensión existencial de ese primer
una nueva época, reafirma esa
doctriia y tu
fesando, como rasgol d.el Cleador,l, "o*pt
i;;;: ,urí«:ulo y de todo el Credo6a. Así, por ejernplo, cuando
U¡..,ua y su bon- , r¡ticnde la <<creatia ex nihilo>> como expresión de la sobe-
dad, y como caracterlsticas a.
h la bondacl que r.r¡ría de Dios y de la nulidad de la creatura65. Esto suena a
l¡ereda del Creador y Ia *r,.¡iiiá.J "r"ut,rra
que le viene de la ¡ronderación del Creador a costa de la creatura, muy al re-
irada. Añade, en clará r"rooan"iu
n"optutOni"o-escolásti- vós de Io que vimos en Tomás. Tendencia que se refuerza
ca) que el mal no tiene estatuto
de naturaler. y, qr;;;
naturaleza, en cuanto tal, es buena ¡ror la ausencia en la teología luterana de la causalidad
f SSS¡. ,.jcnrplar: las creaturas no son ya reflejos, sino «larvas y
Aparte su déficit en resonancias1OS
salvlfrcuJ ¿..u ese es- r:aretas de Dios» que 1o ocultan más que Io manifiestan.
quema el que demandaba la
nueva situaciónp §ril;;; l,a teoría luterana de la justificación se anticiparía así de
ya corto frente a la_teología
cristológica y hrrma.riri,a á;; lrccho al primer artículo de la fe66.
Nicolds (,,9"r1
04011,464) qr;;;;ricreraba a Cristo
como «el dfa séptirno».de la'creación,
al hombre como
«Dios humanado>> y llegaba ir"turol-un._.,
creatura es como una infinitud qu. ;;;; ,1. ILUSTRACIÓN DE LA FE Y CONCILÍO V¿I¡CENO I
finita o un dios
Y es que el Renacimienro, q"u ,hi;;;nra, ",r"oaori.
es nada menos Con la Ilustración el humanismo renacentista se conso-
que una nueya manera de mirar
al mundor rr. ñ;;;;;: lida y se convierte en antropocentrismo. El hombre ve al
gráficamente agrancJadu y urr.onórri""*.n,.
que empieza a ser humillada y rnundo y a Dios desde sí mismo. Y muy en particular des-
gbje¡o no ya tanto áe consicleraciones le la razón, tanto de Ia científica a la que ericomienda el
metafisicas cuanto de obr.rvucio"
¡;;;;;;- análisis y dominio de la naturaleza, como de la razón hu-
mundo"i."irn*.
te, el hornbre sustituye a ese
como centro de aten- rrrana en general a la que somete los procesos y conteni-
ción y como núcleo. de realida;.
co-racional del Medievo pierde
i; ;*ovisión teológi- clos religiosos. Surge pqjante la «religión natural>>67.
ugur.uá"ro..
Queda aclemás descoücad" d; .i;;"o extremo
a.Lutero y su vuelta a la Biblia, frente
y ;; en particular al "'' «¿Qué l)ios tienes? csperas de Él?» WA 30,I,9,18.
Nuevo Testamenro, como funda;J;;: ('t «La creatura procede¿Qué
ra doctrina cre la de la nada, luego nada es lo que la crcatura ¡ruede»,
creación. Aun respetando los
aog*u, a.lr lgl.;;;;;il; wA 43,179,39.
y medieval, el reformador reintr&;;;;, "6 Cf. L. §chelfzcyk. o.c. I02-103. Una interpretación más detenida y matiza-
*.1j" cristológica del primer artfculo Je Ialectura radical_ da, con especiales referencias al actualismo, a la presencia penetrante e in-

partir del segundo. Ello, y su sirrrorriulo, fe, es decir a


mediata dc Dios en todo y a la orientación escatológica de la creación en
Lutero, puede verse en Ch. Link, «Schópfung» et Harulbuch Systematischcr
moo le lleva a romper
el nominalis_
iu metaflsica ricionar. A Io mis- Theologic 7/1, Mohn (Ciitersloh l99l), 27-80. En la misma obra analiza la
"on teologÍa de la creación de Melanchto¡r, Calvino, así como la de los dogmáti-
cos evangélicos del siglo xx: Elert, Althaus,'Iillich, Ilarth. Cf: también O.
Baye4 §chi;pfung ab Anrcde, Mohr (I'übingen 1990); P. Gisel, Iniciaci6n..,,
d' Véanse las citas en L. Schc.ffzcyk,Creaciór.,,,gg-100; 621-627 destaca la teologfa de Calvino.
H. Urs 0'
i2l_Ii;] ""-'" .|. von Lüpkc, «Schópfer-Schópfung, VII. Reformation bir Neuzeit»,
Gtoriay, Encucntro (Mactrirt róa'81, v. Balthasar, err
TRE XXX,305-326.
76 I,IOiUI]RE Y MLINDO A I,A LI)Z DEL CRIADOR -ta
CRIO §N DÍOS PADRE CP.EAD'J':I

. Estg representa, por. lo que hace a nuestro tema, una ,l,,la ¿lel árnbito de la fe y situándola como un pórtico de
.inversión del planteamiento tradicional. Hasta .r,.'*o_
r,rzr'rn, previo a los capítulos sobre la revelación y [a f'e,
mento la razón era convocada por la fe para
que ésta pu_ ( {ruro Je hecho se encuentra en el concilio que recoge las
diera dar cuenta de sí mism, y a, Ia uñuer*aliclad
de'su rr ri¡uietudes del rnomento.
mensaje. Ahora se desgaja de esa matriz creyente
su propia universalidad critica y crescalifico
y descle I)el Concilio Vaticano I (a. 1S70) procede el segundo
.t ..tuio ilrln clocumenro eclesial sobre la creación. El ateísmo y el
salvífico y cristológico tiidendolo d, purti".,irriü, ".."*
::-iit
dom.rn-ante y divisor de la humanidad (guerras d" ..fiJ l,,rrrtcísrno, aparentemente antípodas,
fuerzan a la lglesia a
¡,r onunciarse
solemtremente sobre ella. Y e§ que de nuevo
Si,i1). I..a razón,no la fe, es lo abarcar,t.. ü. sintomático el la materia o ia idea, se absolutiza y no respe-
título de una obra de Kant: La reltgión d.entro ,,,,a realidadr
d.e lo.¡ ttmi_ r,r r:l hiato esencial entre el mundo y Dios. Sin embargo,
tes de la mera raz6n6s.
rro ^sc trütx ya de una simple repetición de esquemas me-
Esto^ emplazaba de nuevo a la feología
de Ia creación ,lr.vales. El Renacimiento y la Ilustración habían antropo-
ante el foro de Ia razón, pero esta vez se-trataba
,.1"
cle una ra- l,,11izado fuertemente el panteísmo' y las intuiciones de
:tln"ipada de rurelas teológicas y resenrida
ellas60. No es que faltaran, en partiJula,
á lngtut".ru, p;_
con | ,[c Fiore habían madurado, en el idealismo alemán, en
,,rr.r dialéctica que no es sólo método del pensar, sino su-
tria del deísmo, quienes combitieron la religiói.rrrr,rulil
, .'s.r del espíritu, que abarca la realidad y la lógica. Por
éste. con. sus propias armas y defendieron
con nuevos len- ,,rlr¡ lado la negatividad, antes enfrentada a la realidad,
grrajes el carácter absoluto áe la traclición
cristianaTo. de ella; lo particular y
Sucedió además que, tras el desencuentro l).rsa a ser un momerlto constitutivo
inicial, la r .ncreto no es lo radicalmente diferente de lo Absoluto,
Ilustración se abrió ná sóro a los valores éticos
crel cristia- ',r rr() su explicación.
nismo,,sino al s.ignificaclo universal de sus
particular del cristológjco trinitario, fase
.r;;;;;;';; tlcgel, consumador de este idealismo alemán, intenta
,
en Hegel. Por su parte la teología traclicionaino
que culminará ,,,,l,rii toda la realidad en ese sistema de la razón dialécti-
reaccionó , ,, ,rbsoluta, y reconciliar los opuestos' entre ellos el finito
salvando-y pensando.el re.latJy misterio
.1. l, r' .l lnfinito. La Idea absoluta, para llegar a sí lanza la na-
sino recalcando la racionalidacl áe ésta e "r.u"iJn,
incluso .I.;;qj;;: rrrr:rlcza colno su no-yo; el mundo es el destino de Dios.
'lLológicamente lo más impresionante de este intento
d8 Alianza
(M-acrricr rggl). cf. o. ca¡zárez<re cardeclar, La e¡¿rraña trer eris_ rrr;inico qr" no se produce al margen de la fe cristiana,
tianinno, Secretariado.lrinira.rio (Salamanca
lSOil, fOS-Zf Sl M.J. Abella, "t
,r¡r. como el propósito de pensarla. El Viernes Santo en
,:50n, Ia lilosofía ,,subjetiva"
{ de ia religión», ,n l.irr;lrrto fr Sui,tor:i'ü,
Metnoria Ac«tlé¡nica ggg-lggg 'Z}-izi 2
¡,.rrticular representa la última radicalidad de la llegada de
t
inaaaiia¡, l.V. {r"*o, to j*)*
-^
u'
Kant,Eunsa (pamplona lgg2). l)rr,.s Ír lo no-Él y, en ese sentido? la muerte de Dios- La
J. M. lsasi, RcJlcxiines sobre tieligidn
Deusto,-n.o 10, Universidad d" ñeusío
2 Modernidad,cra<.lernos de Teologfa li irriclad es la clave olvidada del ritmo universal.
..^
70 lniffrr. iéób¡.
Cf. M. Álrarer, voz «Defsmo>> en X, picaza_N. Silanás, l',sta suprema sublimación y universalización de la fe
El Dios...,335-3a0;
L. Scheffzcyk, Crmci ón..., I 1 4- 1 2g, .loncl" habla , , r:;tiana acaba en realidad enfeudándola a la filosofía: la
¿el i u*íuru.
flychug¡ de la idea de creación *n ul ¿ur.*o ¿"ll'tirororr, "O.lif ilri.i ,lr,rlrigica del amor queda englobada por Ia dialéctica del
de ra Ir¿rstra-
ción».
, ,,r¡,,<;imiento; lo individual perdido en [<¡ universal; ia li-

L
. ..i:.:'.
j i:!:'l
79
CRüO EN DIO§ PADRE CROADOR
78 HOMBRE Y MUNDO ALALUZ DEL CREADOR .:t,'
lrl:r:
:,ii:
',i;l Pero ésta no era la perspecttva
bertad y la historia recortadas; negada también en último i iii: l,l,rt, at:tividacl creadoraT5' fi-
término la libertad y la transcendencia de Dios. El mal
: ii..iL

,',,,,, iiJrt lo muestra el hecho de que Ia creación


acaba nimbado, privado de su libertad y su maliciaTr.
',1:.:;
lir::
:::l1i
"o*o
.,,,, , ;,,, án el ámbito de la revelación
y de Ia fe (DS 3004-
ha-
Esta lógica72 tentó a algunos pensadores cristianos
.;it:
!:lil
';ll"'.,i".i1" lü-or"to (DS 3001-3003), allí donde se
moderno' se
(Günther) que criticaron desde ella las fbrmulas clásicas ,:'.,';;l;;;id" "i á"i"ti con el pensamiento
qt.re el concilio defiy'ií-que la
de la libertad del Creador como fuente de la creación, y i,., ri.f^.r" incluso u ft"'ot la crea-
de'su gloria como meta de ella. Esto último (pensaba por :.,,:.
, ,li,,"p""ae por sí ái'*u al"an'a' la verdad de
su parte Hermes siguiendo a Kant) sabía a egoísmo divino 1ós 3oo4). No Io PareceTo'
l:i!
, ,.,,,
'l:
y estarfa por debajo de las exigencias éticas que la razón - .:i
'rrj
práctica impone al hombre73.
El Vaticano I salió al paso de estas teorías reafirmando ',.ltllcoNcllloVa.ltclr'¡oIIvsurRtPl'ENoVEDAD
la creaciín d,e la nada, la libertad. del Creador, y la orienta-
protestas: una
ción última del mundo ala gloria d¿ Dios. El mundo sigue
. .':
',1 Iin el seno del hegelianismo se alzan tres
-f;; de Ia fe (Kierke'
siendo mundo y Dios sigue siendo DiosTa. .,1 , ,, del individrio y de lo irreductible
fondcr
Cabe preguntarse si, aun reconociendo la legitimidad y ..t. 1 :fi;'; ;;; h áuini'ución de algo que enlaeltercera
necesidad de estas aflrrmaciones, estuvo el concilio a la a[- .il :rt:ría una Proyecclon del hombre (Feue-rbach);
lugar de transfor-
tura del momento. Para esto tal vez habrfa hecho falta pro- :i ,,;,;;i, i"oiiru"io" la realiduá "nprenden
de
en el am-
,',,,;il (Marx)- Se suscitan además' y
rl
ólamar no sólo la diferencia entre Dios y el mundo, sino, .:1

admisión de Dios en el
dentro de ella, la libre encarnación de Dios en la historia, .::l i;;;]ilr'orp."t'ut" de que-la infantili-
e indicar que la tinidad no es sólo la fórmula inmanente :: c<traz6nd. lu ,eu[áal oc'b^ alienando lMa¡1)'
at hombre' Lo
de Dios, sino también la fórmula de su <<economía>>, de su ;,,;,1" (Freud) o esclavizando (Nietzsche)
al ?ailre omniPoten-
irrdicado sería o atreverse a reninciar
.:i

ilusiones ni promesas
lc y comportarse como adulto, sin
t:
que no existe de ante-
7t Cf. M. Alra.cz, voz «Hegelianismo», en X. Picaza-N, Silanes (Ed), EI ': ,,ararrtizadas' buscando un §entido
Dios...,597-6ll; H. tlrs v. Balthasar, GloñaY,524-540; H. Küng,¿l'rirta ::
',i,*^o',^Ti)lir;;;1';""te d'e Dios v vivir trágica v heroi-
Diar?, Cristiandad (Madrid 1989),I 89-265; B. Forte, Tcologla..,, 50-61, ::
donde recucrda eljuicio de K. Barth, a la vez crltico con Hegel y scducido
por él; E. Brito, Dicu ct l'étru il'afrrls Thomas tl'Atyuin ct Hegcl, PUF (Paris .,:
I solire el
«Fuerza y debilidad clc la^<loctrina dcl
Vaticano
l9el). '" 359-399'
7¡ No sólo ni quizás primariamente la hcgeliana, sino también
la dc Kant y "ill*rndáriz'
fin de la creación>», en EIi 45 (1970)' .
cf' Th'
Fichte. Por otro lado Schelling ofrece, más que los otros rep¡escntantes del
,,, A juzgar por Io que ¿ilJ Jirtltí"" telator de la Dcputatiofidci' II'
()ran<lerath' C*'n*uii ii loiiko'o;'"h'n l(azzib
(Friiburg 1903-06)'
:
idcalismo alemán, una teorfa de la creación que acabaría sierrdo el ccntro de et ¿letta'n'
De Deo toat¿t¿
468... Tampoco¡' S"g;ie" tn tul d"fit'i"iótt
su sistema y en el que somete, al revés que tlegel, la lógica al hecho y a la t. 'cf'
"t"t tt 1U"ala 1964)' 466' No hay que olvidar
historia y supedita la filosofí¡ a la fc tradicional en un Dios operante y Crea- lc,en Sactacfn*bg;i Sl*''' humana de co'
dor. En él harla crisis Ia int*pretación idealista del cristianismo. Cf. E. Bri- ;;;;;it;, ¿.n'iiií' "t'"' ¿" ü capaciclad ie la me*te
ptin"lpio y fin de üttus las cosas (Dii 3004) reconoce
to,La crlation selon Schelling: aniaerstnt,University Press (Leuven lg87). l nocer a Dios
j
"n*o
que para que eso p""at plo¿tjatse sin
erro¡ en la actual situación humana
'J L. Scheffzcyk,Creaci6n...,1.1i1.135; L. F. Ladaria, «La creación...»,68-69. (DS 3005)'
't DS 3001-3003; 3021-3025. ;;;.;;; l" avuá" «le la revelación

,:
t
' : tr-t

80 }IOMBRE Y MUNDO A LA LIJZDEL CREADOR t:i,


.l:
: CREO EN DlO§ PADRE CRU^DOtt B1
':r
camente de sus despojos haciendo sus yecesTz.
La religión ' ,ll:
::: r, I.,I, '()SCONCILIO: BL RETO DE LA POSN{ODERNIDAD
f

reacciona con frecuencia refugiándose en el


inclivid,io y
en Ias instituciones eclesiares ,ái.rtru, er hombre
p.rnri"á il estaríamos asistiendo a una ma§ o
y cre.ado.r sustituye el esquema creacional po. orio
que él mismo es su propio artÍfice y r,.r propiu
., .l rr¡r:, SOII? § esa cultu-
meta. Como ,.,1 t'tt se ateísmo
lrr divino se resiste a desaparec.r, ,.,rg* las
absoluti zacto* lr t ¡( llO v modernidad a la posrnoderni-
nes- del hombre, de la historia, del p.ágr.ro,
de Ia ciencia, ,:| ,1.,,1. Aquélla no ha cumplido sus promesas y la crisis eco-
de la raza...
l, r1,,rcir es todo un símbolo y alavez un testimonio fehacien-
Vaticano II, en su doble atención a las fuentes ...
r, rlt: la degradación a que la razón moderna, en lo que
.El origi_ :::
nales de la fe y al munclo de ho¡ descubre
las bases ñe r¡, rrt: (le dominadora e instrumental, acabaría conduciendo
una renovada teología de la creación. Sin formular ,l rrruudo y al hombre. Por otro lado no se da ya tanto la
una so_
lemne declaración dogmática al respecto, hace
frente a la ¡,r.tcrrsión de suplantar a Dios cuanto la tendencia a abrir-
situación descrita proclamando: ,¡ ' .rrnino prgscin4iendo gq Él e instalándose, confiada o
.;
a) Que Ia afirmación del Creador no elimina sino exi_ ,, ,,rgnadamente, en la linitud, con el nihilismo como ame-
ge Ia afirmación de Ia creatura, de su trabajo,
cle su auto_ .:i ,,,,2a. La ética y la ciencia van crllmando por su parte los úl-
nomía (G§ 12, 14,SS-41...).
r,,,ros «agujeros)) reservados a Dios,
li) Que, a Ia inversa, el irombre, sin el Creaclor, no lle_ [,a teología posconciliar acusa ese estado de cosas.
ga a sí mismo ni consigue sus metas (Ibíd.), I

llrnbién ella estaría despertando en parte del sueño con-


-
c) Que la fe en la cieación está caigadá de ,esonancias :,1 , ilrar de un mundo dinamizado a una por Dios y por el
salvífic_as y el mundo de dinámica c.isálógica
(LG 2rg,4, :, lr,rnbre y que tan bellamente refleja aquel himno del Bre-
36.-; GS 22,32,,58,41, ASi AG 2-$. «Y Tú te regocijas, oh Dios, y Tú prolongas *en
Queda así subsanada la posibl" lag.rrra del Vaticano I y
i
'i.rrio:
l ,,rrs pequeñas manos. tus manos poderosas- y estáis de
recogida y criticada a Ia vez la vivenfia epocal r rrr)l'po erltero los dos así creando, los dos así velando por
humanista
y creadora. Se trata, en todo caso, cle una creación l
1,,. cosas>>7e. La opacidad de la historia,la arnbigüedad del
fruto del amor, de una <<creatio dx arnore>>7|. ¡ --
que es
llr'ogreso, la multiplicidad de otras ofertas de sentido y la
;

:
l,r()pia pobreza estarían siendo los «signos de los tiem-
l,os» para una teología de la creación más modesta pero
rr. neces&riamente muda, sino quizás más cles-carada.
77
Sobre esos aurores cL H. Kting,¿/riste Dios?,261_5lg;Creio,Trotta(Ma- En efecto, ese repliegue de Dios, su pretendida super-
78
dricl 1992), t9-22. llrridad para explicar la existencia del mundo y el anhelo
Asíla clescribe en un exhaustivo estudio A. Arteaga,«Creatio
ex amorc. I{a- del hombre ¿invalidan la idea de Creador y crea-
cia una consideración teológica crel misterio
crc ia'c.cación en er concilio
'lirnitado
varicano II», pontificia universitrad catórica
¿. ct,il", enolus de la Facurra<l
de Teologfa.44 (I905). Allf puede verse el n.ig"n
y génesis cle los rextos ''' liu autor, como el de tantos otros nuevos e inspirados hilnnos litúrgicos del
conciliares' la articuración personal que de
elloilra.á ni y u"o rr.iiri-
ma bibliografía, "u,o, ¡r<rsconcilio, es J. L. Blanco Vega, según consta en Hi¡¡mos de Lu litztrgia tlc
h s ho'ras, Coeditoles Litúrgicos (Barcelona 1 988), 3 i 5-3 1 9.
82 HOMBRE Y MUNDO ALA L\IZ DIL CRIiAI)OR CREO EN DIOS PADRI CITEADOII 83

ción? Muchos así Io.estiman y el reto es nuevo y radical.


t,,. ¡, (,cilsiones encierra y el fundarnentalismo que le
quizá abre, al mismo tiempo, nuevos cauces de credi-
f91o ,, , , lr,r, r:sl.arían reclamando? como en el caso del Génesis,
bilidad. En concrero podría esia.'creando las condiciones
I , , 1.,¡ rlir':rción del rostro del verdadero Creador.
para el renacimiento de la idea del Dios <<siempr.
*"yo.r, 1 ,, ):l (:tos a la fe en la creación pueden ser hoy tan radi-
no sometido a la ley de Ia necesidad y del deseo.
Al'misj , ,1, r, r¡ rrrfs que en otro tiempo, pero quizás ella cuenta
mo tiempo la cultura del fragmento pod.íu estar redescu_
.,rl,rrin con apoyos inesperados en esa misma cultura
briendo-, frente al prometeísmo moderno,los lfmites
de la ,lur :,( r'csiste a Creer,
realidad, indicio de su creaturidac{s0. El fracaso
d" i;r;;;:
tensiones desmedida-s y de algunos presupuestos
de Ia
modernidad ¿no pueden inclusó clar lugar a una nueva
ex- L,r r:u0ACIÓN? PRIMER ARTÍCULO DEL cR[DO CRTSTIANO
periencia de la nada y el exilio? El hasá por la
razón ins_
trumental, utilitaria
ino provoca el reconocimiento de la I . liste esbozo de historia de la teología y del d,ogma
alteridad, del valor de lo ótro por sí mismo, ya sea la
natu_ ,1, l.r r:reación permite comprobar al mismo tiempo la
raleza, ya sea el hombre? y ia altericlad
¿áo iu I'r rirstcncia de una fe y su capacidad de prolongar, en el
gratuidad?, ¿no sería ésta el gran antícloto contra"oruo",
el racio- ,',rl,it<r del pensamiento, el mismo d,id,-logo que tuvo ya
nalismo, el tecnicismo y el ,riilitarismo de la razón
domi- lu¡,,,rr cn la Biblia entre la tradición creyente y los mitos
nante y contra la atracción del nihilismop Esa
gratuidad, ,,,',rrrrigónicos (cap. I). Se trata de una[_g;fu111.9_dg, No
que para el creyente deriva de la libertad clel
CrJado., Jro l.rlt,rrl quien en esa identidad bimilenariamente contras-
podría mediar el descubrimiento de Éste como
el total_ t,r,lrr ¡rerciba una garantía de verdad. Los creyentes reco-
mente
9l.o y brindar la oportunidad de amarle pr.lf ,.r'on ante todo en eila la presencia del Esplritu del Padre
mismoP 8r.
v ,lc Jesús.
. Por otro lado,la nueva ol-l.de religiosidad que sorpren_
dentemente
il. Al tiempo gue la imagen e idea del Creador se man-
se produce tu*Éién hoy"¿.ro mantiene viva
la r, r¡Ía libre de toda tentación de pantelsmo (dualista o mo-
nostalgia de ese totalmente Otro sin q,.," la
vida no ten_ rrr:;t;r) y de falsas o reductoras interpretaciones, quedaba
dría sentido y sin el que la vicla del"iotro, especialmente
r,lt'rrtificada conJahvé y el Padre deJesús. De este modo
de.l pobre y del que no cuenta, no está
suficientemente a 1,, r,crdad de la creación se integraba en la confesión de un
salvo, amenazada por un nihilismo no elegido
por ellos, lf i,»s Padre, Ht'o y Espíritu y pasaba a formar parte del
sino impuesto por otros y que les reduce a ( jrr;rlo como un artlculo de la
no-hombres?
Esa vaga y a veces asilvestrada religiosidad, fe. Ello la convierte en un
.f prni.ir*o tttisterio brindado a la creencia y no en un mero logro de
l,r razón.
t' jj.
Sin embargo, la misma lógica de ese artÍculo de fe
quizás al vcrdaclero Absoluro. Esto rlltimo
)*lrl :::liT.id"
ttvnBt rro) c c t o tlc un a Étic a muntli al, Tr otta (Madrid
piensa H. , rr cl Creador y Señor de tod.o, y ya el hecho de que en la
I OS t ¡, t Z- A i .
'' I,. M. Arnrendáriz, La crisis religiosa,
¿ocaso ) lgg4),
l,,sr:ritura y en el Credo haya asumido en sf lo que la hu-
espec. 23 -36; p. Gisel, I nicia.ei.6n..., 635_654; "")r"y,ppóiMa;;i.I
I,l. Küng, fLhgí. p.ro' r,r.rnidad barrunta del Creador, parece reclamar que la
postmoderaitlail,Alianza (Madrid I99g). í;
rrris¡na razónltumana sea capaz de acceder de algún modo
. :.:r: .

84 I.IOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DEI, CREADOR CI.I.EO EN DIOS PADRE CITEADOR 85

a esa verdad. En la presunción de que eso es así,la teolo- , ,,.¡ ('r'(:ación paterna (por el Hijo y en el Esplritu), couro
gía se lanzó a pensar esa fe y aun a elaborarla racional- ::,
1,, lr;rr:cn Ios Credos.
mente echando para ello mano de sistemas de pensamien- (i. lis elprimer artículo
de la fe. Bsa lectura imflicati-
to ajenos a ella. Algunos teólogos defendieron incluso que ,,,r ,lr: los artículos del Credo no tiene por qué alterar su
la nzón puede demostrar la verdad de Ia creación. La teo- ,'r(l('n situando el segundo (o el tercero) en primer lugar.
logfa de la creación ha avanzado así por el filo de esa aris- l',rlue de igual manera que los otros señalan el sentido y
ta en la que se tocan fe y razón, y ha avistado desde ella i: rrrr'(;r cle la creación, el primero fija las condiciones de po-
los dos mundos, el eclesial y el secular. .,'l,iliclad y de autenticidad de ellos. En tal sentido no es
4. La creación es, en todo caso, una verdad.frontcriza. .,, ¡1. cl primero; es además el soporte de los otros dos. Sin

El mismo dogrna que la sanciona se ha situado de algún ,1, si¡r la «mayor desemejanza>> entre Dios y el mundo
modo y por un tiempo en esa frontera. Aunque presidido .:: , r ('l(lo, la encarnación-redención y la santificación se des-
por la confesión trinitaria del Creador, se desarrollaba en lrr,,rrran y desnaturalizan. Por el contrario, ellas a su vez lo
un lenguaje metafísico-racional que atenuaba su condición r.rtilican. La encarnación no anula sino potencia la plena
de misterio al desarraigarlo de esa su hondura y razón de 1,, ¡r¡¿rnidad (creaturidad) de
r
Jesús.
ser. ¿Se compensaba ese empobrecimiento enla identiilail l'lsto resulta aún más evidente si, por vincular creación
con la rel¿aancia que le procuraba su presencia en el fbro ,:i
r 'li'inidad, como lo hace el Credo y lo consideraremos en
de la razónP Talvez no del todo. , I r,;r¡rítulo IV, respe:amos la jerarquía trinitaria y la consi-
::
5. El Vaticano II, con su vueha a las fuentes de la fe y ,,il
l,rricnte primariedad del Padre como Origen absoluto de
con su atención al mundo presente, inaugura una acentua- t,rrkr lo divino y mundano.
ción simultánea y conjunta de esas dos lógicas que la épo- Situado al principio encabeza todo encuentro del hom-
ca posconciliar, con su pluralismo cultural y religioso y l,r. con la realidad (no sólo el expresamente creyente) y
con la necesidad y conveniencia del diálogo, reclama con ,,',rlza por otro lado Ia alteridad abs<¡luta de Dios, previa a
más urgencia aún. ':
t,,,lt gratuidad salvífica y soporte de ella82.
Parece por ello neeesario que, al mismo tiempo que se 7. Tampoco se. podrla desactivar solapadamente la
resalta lo que este artículo de la fe tiene en común con las ¡,, irrrariedad de este artlculo del Credo a fuerza de resaltar
creencias de otras religiones y con todo pensamiento que t,
, rr úl solamente el amor y la bondad del Padre contrapo-
se atreve a cuestiones rlltimas de sentido y de verdad, re- r¡rt'rrdolas a la omnipotencia del Creador, aparentemente
cupere su plenitud de significado y no se vea reducido a ,ltl.;¡nentida por la historia y cuestionada hoy en la misma
unos mínimos consensuables.
Para ello, además de considerarlo no como un pórtico
de razón o una herenciajudía, sino como un arúculo defe a
"'(.)uicndeseeproseguireldesplieguedelosotrosartículosdelCreclo,apar-
cristiana, habrá que articularlo con los otros. Ello se lo- trr <lcl prirncro, ¡ruede verJ. Itatzinger, Introduceió¡t al c¡'islia'nis¡no, §ígue.
rrrt: (§alamanca 1970); H. de Lubac, Lafe ctistiana. Ensay sobra la ¿¡ltttc-
gra dando dentro de él pleno significado cristológico-tri- lunt tLcl Sí¡nl¡olo de los Apístoles, Secremriaclo Trinitario (Salarnanca I988);
nitario al tftulo de Padre que designa al Creador y si- I l. IJrs von Balthasar,.r]faditacionx sobrc el Crctlo Altdstoá'co, Síguerne (Sala-

guiendo luego en el segundo y tercer artículos la huella de r,,;,rrca l99l).


':.;t::l

B6 HOMBRE Y MUNDO ALALUZ DEL CREADOR Lt,'! CREO EN DIOS PADRE CREADOR
Q';
.]:: :
..,:: ]

teologfa. Thl in-defensión de Dios, resultante de «pensarle rrrr.r ir¡rcs al acto creadoro sino su condiciónflndante que
después de Auschwitz» y de verle sólo como «Dios cruci- :'1:: l, ¡r¡,rrrt"icne libre de todo presupuesto o dependencia. La
ficado>> sería una manera sutil de sacrificar el artículo pri- 'i:i ,,,r,1;r» delata, por tanto, no sólo la inexistencia de mate-
::i
mero al §egundo. lll
r
,,., ¡'rr:via <<cx q'ub> y de toda posible pretensión o exigen-
El tema es tan delicado que habremos de volver a é1. , , ,r , lr, cxistir por parte del mundo («ex nihilo sui et subiec-
t::
Pero desde ahora cabe decir que si el Amor no es omni-
..Li
/r ), sirro también la ausencia de toda necesidad interna
potente corre el riesgo de hundirse con nosotros bajo el I', )r lltrte de Dios ¡nismo. Por eso va tan unida a la afirma-
peso del mal y la afacción de la nada, y gue, precisamente , r,n (lc una creación en omnímoda libertad y expresa,
porque lo es, da lugar y juego a la creatura y así se autoli- ¡rrrrt,rrrrent€ con ella, el señorío absoluto del Creador sobre
mita y se hace libremente vulnerabless. Ya en el capítulo I l,r , rcación, sobre el que volveremos expresamente en el
dejó Dios constancia de que su poder consiste no sólo en , .r¡,ítrtlo XI.
dar ser, sino en dar vida a los muertos, es decir <<contra resultado de ese acto creador no es por su parte algo
l',1
toda esperanza>> (y apariencia). .¡ril¡l)lcrnente existente, sino en referencia total y perma-
8. Este primer artículo de Ia fe está profundamente li- r,, nlc al Creador y en apertura radical a sus designios.
gado a la primera página de la Biblia, al primer manda- I 0. El hecho de que la verdad de la creación sea un ar-
miento, a Ia primera oración cristiana. En ellos se hace re- rr, rio tle fe significa por fin que, siendo aquello que afirma
lato, norma, plegaria. l,r nr/rs elemental y decisivo, está lejos de ser lo rnás evi-
También lo está a ciertos talantes y actuaciones asimis- ,l.ntc. Sólo las verdades banales son palmarias. Las pro-
mo «primeros», que de él derivan pero que pueden ser l,¡r¡<las se rodean de misterio. Mucho más si, como en
participados por otros, creyentes o no creyentes: adora- rrrrr:.stro caso, pertenecen al Misterio por antonomasia que
ción de un único Absoluto que libera de cualquier idola- , ; l)ios mismo. Participan de su invisibilidad y reclaman a
trÍa y capacita para la responsabilidad y el gozo de la crea- ,,r vczl para ser crefdas, lo más profundo y gratuito del
ción, mirada franca a la realidad como hechura original de lr¡'nr[)re, su libertad. La fe consiste no sólo en creer que
Dios, confianza adulta en la positividad del mundo, digni- l¡,rl' un Creador (credere Deum), sino en fiarse de El (cre'
dad del trabajo8a... ,1, t,' I)co) y en amarle y entregarse a El (credere in Deurn).
9. La historia de este artfculo de la fe ha dotado de l'.r,.r triple fe85, ese hornenaje al Creador con la mente, el
nuevos sentidos a la definición clásica, y ya no sólo teoló- ' ',r.rzón y la vida, deberá presidir y nutrir la teología de Ia
gica, sino dogmática, de creación:. <<proiluctio rei ex nihilo>>. , r,',rt:ión por muclro que ésta, como <<ciencia de la fe>>, no
Thnto el <<in principio>> bfblico, como el «ex nihilo>> blbli- l'r(:(la ahorrarse esfuerzo alguno pot mostrar (ya que no
co-dogmático no designan propiamente tiempos o vacÍos ,lcrrrostrar) que esa verdad de fb expresa Io más profundo
\' llr ornetedor del hombre y del mundo.
8' Cf. L. M. Arrncndáriz, <<Creo en Dios Padre todopodcroso. 'freg formas de
omnipotcncia divina», en «Sal Tcrrac» 87 (1998),363-374-
& Véase cómo describc la creaturidadJ. I. González Faus,Prolccto d¿ hcnna-
ao, Sal Terrae (Santandbr 1987),62-71. ' ,\r,Í firrmt¡lada por Agustín y converticla luego en patrin¡onio teológico.
Iil

PARA qUE DrOS SEA TODO EN TODO


(UNA CREACIÓN ABIERIA)

l.Su mismo nombre ¡ sobre todo, su definición colno


,,¡,roducción de la nada» llevan casi inevital¡lemente a pen-
,,,rr'(lue la creación es un suceso puntual, acaecido (y con-
,lrrido) «al principio». Una especie de versión teológica
<<big bang>>.
'ltl
Los dos capítulos precedentes obligarr a cuestionar esa
,,lca. Por dos razones principalmente: porque <<la nada>>
,,,, füe dejada atrás sino que inhabita el ser y la liisroria y
I.s amenaza sin cesar, y porque la actividad creadora de
l)ios sigue enlrentándose a ella pretendiendo no sólo que
r,xista el mund<l sino que subsista frente a esas asechanzas
y (lue en él se lleve a cabo su designio salvífico sobre la
.,rcación. Ése era el significado del verbo <<bara>>rno res-
rringido en su uso al nacimiento del universo.
2. Ello equivale a decir que, corno actividad divina y
<:rrrno efecto de ellar la creación es una realidad abiertarun
suceso inconcluso. Así figura en los textos bíblicos: como
,nauguración de una historia, flundada sí y establecida por
l)ios en su urdimbre y orientación fundamentales, y en ese
.scntido concluida el sábado (Gn 2,2), pero asimismo en
vías de realización. No sólo porque el hombre ha sido crea-
rlo para llevarla a más en sí mismo y en el mundo qu€ trans-
f orma, sino porque, según Cristo y su interpretación del sá-

bado, «el Padre sigue trabajando y yo también trabajo» (Jn


5,17) y porque el Espíritu Santo, clel que todo vive (zoo-
poíon), alienta en las entrañas del presente unos «nuevos
,;ielos, una nueva tierra>>1, urla «nueva creación» (Gál 6rI5).

' ls 65,17; Ap 2lol,


90 HoMBREyMUNDo^ LALI|DELCREADoR
PARA QUE DIOS SEA ]'ODO EN TODO 91
H¿blando por su parte de sí
misma, pero en estrecha co-
nexión con el destino aU rnunJol l.r¡rrl»rén las ciencias piensan hoy en un universo abier-
f,el hombre, Ia Ielesia
ha proclamado en et Vaticano
ii,,í r,,' rrrrr¡uc ello arrastre graves y aún irresueltas cuestiones,
una meta que por otra parte
r"a"i.
presiente yrr. fUa"".* ll.r,
;ü;;;T:i:: ¡,,, lrrr'¡p recordaremos, acerca de la lirnitación o ilimita-
augurar que el acto. por el
que Dios creó .l *"rd;
, , ,,,¡¡ ¡11. tal apertura, de la reversibilidad o irreversibilidad
nalizará cuando «Diás,"u,fuo;;;a", ;i; fi: ,1, , .¡t l)r'oceso y, por tanto, de su dirección.
¿Podrá la teo-
3. Creación abierta quiere di"¡, ,o*;ón 1, Cor t5,Zg). 1,,r..¡.r, sirr interf'erirse en competencias ajenas, decir su
permanentc trancc d.e continua, cn
sir, orr¿oiio i) ¡;rr;r.Emplazarla t,, ¡ 'l),.r ¡ralabra al respecto?
sólo en et origen equivale , tr. l)ara mantener la coherencia con los dos capítulos
pasado y converrir en mero
r,.¡,".I" ;í;;;;i¿;Hd#.; ¡,r, , l<lcntes, distinguiremos una doble apertura: la que se
recuerdo l"
dad más verdadera d.l pr.r.rri.. ;.; ;, h ;;;Jtj ,1.'.rl interior mismo de la creación en camino hacia su
ün;"...u"ión cerracla veta
además toda auténti"a ,,o.,reclrj;;;;;r, ¡,r.¡ria meta (I) y la que, por encima de ella misma, la
el orden estable_
cido, entiende Ia histori. ,r,,rrticrre expuesta a un designio salvífico que la sobrepa-
f"ir'i..raencia
"o*o Imposibilita
dención como mera restauración. y Ia re- ., (ll). Desde esos dos puntos de apoyo lanzaremos una
Ia vivencia de Ia creatu.i.lrJ;;;';;.I*rrau por fin que ¡,rr'¡',rrntá sobre la posible apertura de la creación a otros
4' Tod<¡ eilo recrama, más a[á d. .rru, y práxica. ,,,r¡rr(los y sus habitantes (III). Seguirán unas conclusio-
una consideración d.r::idl insinuaciones. ,( .s acerca de [o que este capítulo aporta a la teologÍa de la
nuestra época, como er vaticano
¿.1 t.*u, ,o;;;'ffiffiffi: , r crtción.
plena conciencia de su condición
II reconoces, ha tomado
histárica y se ha decan_
tado por el futuro como
dime;;;;;;_aria de la reali_ I. CREACIÓN ABIERTA A Lo NUEVo DE SÍ MI§MA
**,fl como
praxrs ! esp.eranza como trance predilecto, y
actitud-básica. y aurque esta
por la
adelanre está cecliendo.n tensión hacia l.L. Creaciín 1 conseruaciín: «Creatio continua>>
n".rrror';;; u impulsos del de-
sencanto posmoclerno, no
lo hace quizás hr.;";l;r;;;
desautorizar Ia clifunáido p.r*;i;;i. 1. Tanto la persuasión creyente de que Dios continúa
del ser son sr¡s oosibiliclai";,;;;;Jr,""lro q". Io más real :,1 f'rente de los destinos del mundo, como la de que éste, a

toda visi6n euolutiva d. Iu...uiiá;;,;; presupone la inversa, en cada uno de sus momentos está tan patente
sin rendir por eso ('omo en el primero al in{Iujo creador (Heb 4,13) y vive de
necesariamenh culto a Ia ideologd;;i';."greso.
caso y con más raz6n.y En todo ól, ha llevado a la teologÍa, con el apoyo inmediato en una
garantfa-que el'hombre
puede el creyente sostene4 moclerno scrie de textos bíblicos que enseguida recordaremos, a
po. Io que antes se ha dicho,
que el ser cs, también,
scní.
'f K. Po¡rper, Eluniterso abiu'to,Tecnos (Madrid i984). Lo que esa aperrura!
2 «fndole y en particular el pcnsamiento de Popper, significa en asunros como los mo-
escatolóqica de Iar lglesia delos de universo, el dilema determinisn¡o-indeterminismo, azar e linalided,
r cs,2,jg,3g... peregrinanre», LG, títu.lo
<lel cap, VIL cosmoccntrismo o antropocentrismo, lo sciralaJ. L. Ruiz de Ia PeñarTcologla
de la o'euci6n r Sal'I'errae (Santander 1 986), 2 t 9-248.
EN:loDo 93
l'AltA QUI Dlos §trATODo
92 HOMIIRD Y lvfUNDO ALALIJZ DEL CREADOR
que «no está lejos de
,,,,,r,1,| )' irl hombre, proclama y
sostener que la creación no tuvo lugar sólo al comienzo Él ui'imot',no§ movemos
l , ,,r, rl(' trosotros-p"lt "rt el poder que
del mundo, sino que abarca toda Ia duración de éste, que
, ¡¡¡¡¡,,:,,,'7. Y, por fií,;iq;t-p"nd:tT9o «sostiene el Uni-
, ,, ,,,, lr,,.,cibiclo dti-i;¡¿' uri'*" «odo tiene en él su
es una <<creatio continua»» que 1o retiene esencial e ince- que
santernente referido al Creador. y qué
, ,, r .r*rr palabra ioJt*'u"t
áJl: afirmación del vati
I I Es lo que con un nombre que ho¡ por fixista, se nos
antoja poco feliz, y aun retrógrado, afirma la tesis clásica
r,,r,r,,t:iit))e. Dt t':;;;;;
,::,, ;"i:';;;. i"
lo que Dios creó lo protese v
cle la «conservación>> del mundo por Dios. Ese término da
,r,,, ,,,,,,, (Ds
"*r '*áo
3003)':;;;;it' t:ología que e[ creador
a entender en ef'ecto qre Él se contenta con mantener lo
,,:,:,,',,,,,',,:;"¿" iJ ""^ *á"ttt direcla e inmediata so-
que hizo al principio., con lo que verrdría a reforzar la per-
1,,, , I lrrt¡ttdolo'
decisivo qxe estos textos
es
suasión de que la creación quedó concluida entonces.
r,, ,., i.sistimos en que más
Pero afirma exactamente lo contrario: que Dios no se limi-
tó, como pensaron algunos deístas, a lanzat el mundo al
r oXto 1 *' ry,:i:i:,".¡* f ,m:*'ri:"'ii'lii
ser dotándolo de la capaeidad de mantenerse y desarro- a c'L,do, actuando en
sisue
llarse en adelante por sí só1o5.
,::i;i1,,[:t::Jffi"'i,. el pueblo,que vive de
cara a
, t1., lsrael es por d;Hñ"
Bsto último equivaldría a cerrarlo a nuevas interven-
,,,, l)i.s que no ;;l;;;;u''
Lo' Salmos son la expre-
ciones salvífico-creativas de Dios y confinarles a Él y su Si en ellos se canta la
,,,,,, ¡rrivilegi"¿u ¿""1'I;;;t;a:ta'
put' siempre la mente
, ,, .,.,ió. ,,. pu'udo ;;;;"t"
<<bara>>, en los inicios, cada vez más remotos, del universo.
fÚ1t
¿t fo qot su¡¡{ii'
r ,'l corazón tn "f *t"l*áo'
Vimos que no es así. Sin embargo este argumento, estre-
"nto""es §rn-
chamente implicado en la concepción del mundo como ges¡a-'-evidentemente
rrr, porQüe t" uqtl"tiu primera lo que
historia de salvaciónr 1l eue contaría con el respaldo masi-
fundante tI;;;J":' dio muestras ese Dios de
1,,rrlar / contl-
vo de la Biblia, no fue tan explotado teológicamente como en Ia historia' Por eso
¡'; cüDlz d" No
unos pocos textos: el del libro de la Sabiduría, que tras
,,,,,,'I"ii"*a,,"il; ilñ;1'.
'"gt"t'h'"i*¿" er «bara» creador'
primero
se

haber recordado cómo Ésta acompañó al Creador cuando t¡ giuti no es sólo el


¡,rrcde olvidar, "d'*;;'";;t
hizo al mundo y al hombre6, exclama: «¿Cómo subsistiría embrión de todos'
,1., los momentos, ti"o'ti
algo si Tü no lo quisieras?, ¿cómo se conserüarla si no lo y esta experiencia' tanto
hubieras llamado?» (11,25). Más rotundamente aún el de
2. Al razonu' "'iu un'*ación hrn-
k,s Padres io'-'"Jlogos -hacen pref'erentemente hace
Pablo en el Areópago cuando, tras recordar que Dios hizo "o'no de la creatura que Ie
,'tpié en tu i"""a1"o.ii"s:;"i"

5 Asf suele re¡retirse, tal vez con cierta rutina, como alirma M, Álvarez, «dels-
mo», en X. Picaza-N. Silancs (eds.), El Dios a'isliano, Sccretariado Tlini- 1Hcltl7,27-28'
tario (Salarnanca 1992),335-340. §in enrbargo es conocida la implacable B Hcb 1,3'
sentencia de Pascal: «No puedo perdonar a Descartes; bien hubiera querido
en toda su lilosofía poder prcscindir de Dios; pelo no ha podido evitar el ha- " Col 1.17.
,"i-"i",i""","sutesisJ'l':lf
cerle dar un ¡rapirotazo para poner el mundo en movimiento; después de T;b1Í:'íiílíÍ'ffi:'íilÍ.i,l::"!i;{::;:
esto no le que<la sino hacer de Dios», Pmsamientos, ed. Brunschvicg, n.o 77.
ffl,'*ffi il.Lli" ¿;; n e u' "'" nu ia'lr.'
lY.i'l.j; ; ;;; co q u ur e nc

d Sab 9,1.2.9.
94 HOM¡}ItE Y MUNDO A T,A LUZ DEI, CREADOR t,^r(A QUE DIOS §EA TODO eNToDO 95

depender esencial y permanentemente de Dios sin cuyo ,.r , lr¡,,., l)c alnbas se hablará más largamente en el ca-
, ,,,,1,, l\ Siilo cntonces se dará una «teologfa cristiana
influjo retornaría a la nada original que es su sustra¿o y su
proclividad congénita. Y es que la vecindad de la creación i I rr, rrr¡',r., r¡ríIs completa, y a ella nos remitimos para no
a la nada no tiene lugar s6lo en el tiempo, sino en el ser. i,r, rr .rlr,rlr c.$te tema. Pero hay que hacef notar, ya aquí,
Por eso mientras el mundo exista sigue habiendo crea- ,.,, ,l tt,'tttltll no es una realidad distinta de las otras que
ción. 1,, llrrr.r ,'rr los mensores de él (astros, relojes...). Es, por
3. Este planteamiento metafísico, que emplaza a toda I ,,,,rrr,rri,, la dilatación interna de los seres, su modo
creatura en la inmediatez vertical de Dios, no ignora que ,, ',,1',,r,rl) clc ser, lo que necesitan Para llegar a ser ello§
es también producida y mantenida en el r.r por otra, ,.a- ,i,, ,,.,, l'r»r eso la referencia esencial y global del mundo
Iidades creadas. Pero junto a esta intervención mediadora, ,t I r, .rrl.r' cs ln referencia de su historicidad intrínseca 1
querida por Dios, y que es «tanto mayor cuanto la causa t.t ,1, , t¡tltt ttn,o d,e sus instanteJ que ella vehicula y ensambla.
creada es más alta», todo depende «primaria y principal- Lt t.lt t'n.idd.d por su Parte no ha de ser entendida como
mente de la causa primera>>rl. Y es que Dios ni hace ni r,¡,,,1'(, irrfinito sin principio ni fin. Es lo más opuesto a
puede hacer dejación de su poder estrictamente creador, , ,, ,l.rrr,,;rrniento infinito que indicaría un no llegar nunca
aquél que se ejerce sobre el ser mismo de la realidad. Esa , | \ r¡rr ritmo cero de crecimiento vital. La eternidad es
distinción entre causa. primcra (el Creador) y causas se- ,,rr,' rrrr)(lo esencialmente distinto de ser, el modo de ser
gundas (las creaturas) es fundamental en la teologfa de la ,1, l)r,s, el Etern<¡. No es la imagen de la línea sin fin ha-
creación y reaparecerá una y otra vez en estas páginas. ,,, .rrr:ir; y adelante la que mejor la visualiza, sino la del
4. La conseruaciín no implica sin embargo que Dios I',rrr(l irrfinitamente densol3 que, sin moverse ni crecer,
repita incesantemente su acto creador. Éste, poi divino,
¡,,,,,1r: coexistir con toda la duracióll, por dilatada que
queda más allá del tiempo y del espacio y puede afectar
'' ,r, (:n que se distiende el mundo.
por igual a cada uno de los instantes en los que el mundo
',. Por lo que adelantamos en el capítulo I acerca de la
(no Dios) se dilata. «La conservación de las cosas por ,,,r,,lit:iórr tendencialmerrte Perslnal dela creación es me-
Dios no sucede en virtud de una acción nueva, sino por la ,rr .,t('r'trasvasar esa ontología del ser a la del sujeto. ¿No es
continuidad de la acción por la que da el ser y .n iu qrre , ,, r'l hombre donde mejor se echa de ver que la creación
no hay movimiento ni tiempo>>r2. ,,r,rnticne una referencia viva y esencial al CreadorP El es,
- Esta ontologfa de la «conservación>> supone, en efecto,
la temporaliclad intrínseca del mundo y la eternidad esen-
, rr r:f'ecto, una pregunta incesante por Dios (ya sea expresa
r,,, rli.sf'razada en la cuestión del sentido), un diálogo abier-
r,, (:rrtre el mundo y Dios. Es lo que adelantaba, como vi-
t' ,rCur, cnim sunl multa¿ catuac ordtnatae, r¿cccssd est quod ,,,,,s,la definición del hombre como «imagen de Dios» y lo
ffichu clependc-
los siguientes capítulos.
'lu(: iremos preguntándonos en
at, t»'imo quitlcm ct ltrincipaliter', a ca*sa púma, secind,ar.ii o"ro al¡ omni-
bus caasis ¡¡tcdits..., ct tanto nagis t¡uanto causafua.ir arriot»rTom{s clc
Aqrrino, S. frt. I,q. I 04,a.2, in c.
t' «Con¡ctuatio ,.¿rwnt. a l)eo non ast r'
fe, altquom novart actionent, sdd, per. con. Como expre§a la conocida definición de Boecio; «A¿la'nittts e¡t int¿¡mina-
linaationcm aclio¡¿is quu tlat csse: qua¿ Etidtm actio est sin¿ notu ci tcmlto- t¡iLis oita¿ tota simul ct perfccta possesio», I)c consolalio¡¿¿ philasophiac, Y,6
ru». Ibld.a.l,o,tJ 4.
(ccl 94,loI).
tl\l(,\ QUD DtOS SEATODo Un* 1'ODO 97
96 HOMBRN Y lvfUNDO A LA LUZ DEL C&EADOR

Aesa misma escala humana se constata también que r rr ,,,.1r,.r t¡rrc tiene un calado metafísico. Según Pannen-
sin esa referencia a Dios como Ser, Futuro y Tii absolutos, ! r, ,l ,lrrr'<'l ¡nundo en su conjunto tenga un comienzo
de la que se hablará en el capftulo IV, la creatura, como , ,,,t",,.,1 ,,,|r:¡rcncle en definitiva de la cuestión de si el
dice el Vaticano II, «se obscurece y desvanece>>ra. Y no ,,,,t,, , ,, ,',, cotrjrnto es finito o infinito. Este es el verda-
sólo individualmente. ¿No se des-humaniza la historia hu- r, ¡,, rrr , r'r,, tlc [a cuestión>>I7.

mana si no vive de la atracción de un futuro absoluto y \,,1r ¡, rrrlo al clebate medieval, mentes preclaras (Alber- 6'
para todos, del «anhelo del totalmente otro>>?r5. , l\l r¡,rrr,, llr¡enaventura) pensaban que la creaturidad del
6. El concepto de «conservación» enriquece asl de re- ,,,,,,,,1,, "t' traducía necesariamente en duración limitada'
chazo el de creación. Crear es dar no sólo sero sino además , r¡r,r'r lr|nrilc[ores, no menos excelsos (Tomás), imagina- '
t. ,,, ¡,,,,',l,lt: un mundo que, sin merma de su creaturidad y
r

sentido, esperanza, como bien sabía la Biblia. Asf entendi-


do el término elimina su aire «<conservador>> y la impre- r,,,,r,,,1, lrrt:sc ilimitadamente extenso en su temporalidad, :
sión consiguiente de que Dios se contenta con mantener , 'tr¡ ( rr toclo caso sería contingenter sucesivo, en modo
el status quo inícial. Tiene por otro lado la ventqja de sig- ,lr',,r,, { ()l¡Iparable a la eternidad de Dios.
nificar que Dios mantiene la palabra dada, con Io que 1,,,1,,s cóncordaban, sin embargo, en Ia afirmación de
pone de manifiesto sufidelid,ad, de la que más tarde se ha- ,r,,, , ,,r f ikrsóficamente se podía seguir discutiendo, el
blará. ,,,,,,r,, ,¡rrcclaba teológicamente zanjado: «Que el mundo
t,,1,r r.rri<lo comienzo es objeto de fe, no algo que se pue-
,l,,l, rrr,,strar»18.
1.2. ¿Tuao comienzo elrnundo? Una <<quaestio disfutata>> contribuyó a aquilatar Ia lec-
( lrrr.ir¡sáfiIoltte ese del¡ate
, , ¡ ,r r l<' algunos pasajes bíblicos que hablan de un an'tes
r
de
1. Por esta relación intrínseca entre temporalidad y L , r('.ciórl y pirecfin fundar esa fele. Si e[ tiempo e-s el
creaturidad, ha entrado en.el campo de la teología una ,,,,,,1,, rlc ser delmundo, no de Dios, no hay un antes dela
cuestión que debatieron ardientemente los filósofos me- , ,, .r, i<irr. Esa prioridad temporal sólo puede significar
dievales y que ocupa también a los cientfficos actuales, a r,r.r ¡rrccÍIirencia ontológica de Dios y de Cristo respecto
saber si tuvo comienzo el mundo, si es admisible la hipóte- ,l ,,,,rrrrlo, así como también que «Dios pudo haber hecho
sis de un mundo eterno o, mejor, ilimitado en el tiempor6.
Esta cuestión habfa enfrentado ya a Aristóteles con ' tr,,l¡gia Sist¿mática ll, UPCO (Madrid I996), 164' Véase todo el capltulo
Platón como opondrá, siglos más tarde, a Hegel con Kant. .,l'r irrci¡rio y fin del univetso», 159'175.
" .llttl¿iunndum incocpissc est crzd.ibilc, non aut¿tn denonshubilt»rTomás
,1. Ár¡rino, S. fñ.I, q.46, a.2, in c. Véase también el ¡rtfculo l"' Por su parte
14 GS,36. :;r¡.irc.z, para quierriampoco repugna la idea de un mu¡rdo sin co¡nienzo
t5 Cf. VV.AA., i. la btÍstlucda del scnlido, Sígueme (Salamanca 1989), 65-136; r, ,,,¡,orai, piensa que de hecho no ha sido asf, y no sólo por el testimonio de
1., t,lcritura, sino por.¡u" un mundo «ab aclerno» sóio podrfa constar de co-
J. Vives, «Dios en el crepúsculo dol .riglo xx>>, err «Razón y Fe» 223 (1991),
las que configuran el nttestro,
llcnnanentes, Pero no sucesivas, como son
.,.rs
467-479.
to Cf.J. L. Ruiz de la Peña, Teología...,139-145; Crisis apologta dc lafc,Sal ttr ,,[¿r¿ s¿x ilie'ru-n 1,219, Opcta lll,Yives (Parfs 1856)' 1 l '
2
Terrae (Santander 1995), 115-154; P. Davies, Sobr¿ el ticmpo,Crftica (Bar- " l'r,,v 8,22; Sal 89,2;Jn 17,5.24; Ef l'4' También el Credo habla de «ozl¿¡
celona 1996),130-150. ,lr: (oclos los siglos».
f 98 HOMBRE Y il{UNDO LA I,UZ DEL CRDADOR r',\ r( (.).t,8 DIOS SllA'I'ODO EN
'l'oDo 99
^ ^

un tiempo más largo»'o. Ya antes Agustín había dicho: «El ||l'¡l|'l|1.,r«tlacla>>delaquesurgelacreaciónno


ci"nilf'camente' ni siquiera
al
mundo no fue hecho en el tiempo, sino con el tiempo»2r. ¡ ,, ,1, r l, rt() .t.t""tobtt Dios y su acto
Esto devalúa en parte el presunto argumento escriturfsti- . r,, ,,r..rlt,r,» clc que hablan algu-nos22' o conclu'
co en pro de una duración limitada del mundo. .,t,rr ,,, ¡,rrutlen t* ;ü;;; de"observación
ser' la primera de las
Pero la teología ha apoyaclo además esa limitación en ,, , ',ttlrr':r; rlo ,ot'r t'iputden
las definiciones, ya conocidas, del Lateranense IV (DS .,,, r'¡ ¡,,.,,1,tS.
que ia teoría del «üig
800) y del Vaticano I (DS 3002) y en la condena del 1,,,1,, 1,, «'ual no quiere decir
lo que
Maestro Eckhart (DS 951-953). Sin embargo hoy se plan- , ,,! r, pu'u ta fe y-li teolosía23' Por
r l.tti{il intt'e"-
r
posibilicla-
tea la cuestión de si en tales decisiones conciliares la fór- r,, ¡,, .,1, icntífic";iff;;;¡i-uí ti*it",aJsus Puede
mula <<desde el comienzo del mundo» (ab inítio temporis) 'r,
, ,,,, , , ¡,rrvale *i tf inicio de la creación'
" '";;;
...ui. á" i"'itotion a sobrepasar la ciencia
en
entraba directamente y por sí misma en la intención deflr- , ,',,,t,',i,,,,
nitoria o sólo en cuanto cerraba el paso al dualismo y al
pantefsmo.
, ||I ltrrrT. tlc la Pcira, Clisjs"'' 140-141-'
'...
t' ¿it¿ttutt reacción cle los Papas
Si estas dudas tuviesen fundamento y los estudios his- r¡ , , ,¡., r'rlc interós ntttfit"li'""fogi"o de urt
tóricos les diesen la razínr la limitación o ilimitación tem- r r, , i' l l y .l tran
pabfo ff ti ou'n"io' Por Parte dc los cientfficos' en cl
"nie «<ie la creación
poral del mundo dejaría de ser una cuestión de fe y que- t.,¡. t,t¡r¡1'¡¡i¡ricial' El ,";l;;;; '"tt"i'it-'ido.<irre
^""
utr"n'u'ii'l
altora l"'to
contptobardos'
darfa en manos del debate cientlflico-filosófico. A no ser ', ','r',' rro ,,uu 'lJ;l;;il;i;ttl'n'
la mctaflsic'¡ y dc la te'
i; tolttiat"
1'ot Il';;;;'
<le
.,,,, ' s()rr ,t"ti,iuo', de
trt r" sola revelación si se truta
,

que, no ya unos textos bfblicos y conciliares, sino el pre- , l.,t r(;tr cn cuanto a t" tt"*oí"^""t"il''y que los moder'
tle consideración
supuesto fundamental que venimos manejando, a saber l' , r, r,:ititr "n tt ti"'npo'ljl"a"t'u *tig"o la iclea'de la creación clel universo
,,,,r r:trltiva<lore* a" tiuui'i"s t*t'
esti'i"'l
cieuúfica» y saludaba el
que el mundo es una historia d¿ saloaciín, obligue, como
, ,,,,,(, conrt)leta,ntntu to'^Ji'i;;;;;;'i;*""tt'ción
tn"tn' L creació¡r etl el tient¡>o' y ¡ror
veremos en la 2" parte, a cambiar de parecer. lr., lro cotl manifiesto t"tt"i"t"'t--fot ni exPlfcita ni
2. Hoy este tema ha recobrado actualidad. Teorías ,'¡,' rtlis,¡ro.,n C'"t¿oJ'o"tt"'of""'
f"" "t 'o"si lu bien

qu" uo'o"o'''lt¡íu'o' t la ciencia' y'que la prcsct¡te Sencraclolt


cientfficas sobre un «big bang» con el que habrfa empeza- , r'rrrplcta)
(i ie''liciembre de l95l)' 604'
1,,,,,,,t,,a es¡>era dc
do el universo, y que podría datarse en el tiempo, parecen "lh;";;ü;;'- ^'Jl+zoii"itl"n AAs 44 (1952)'31-43'
,,r"u"o iá-íi-'uü' til";;
\/r.a:;e t<¡clo.,
el.tliálogo de los teólogos"con
confirmar esa limitación. La fe y la teologfa, atentas a estos 1,,;rrr Pablo lr, ton n'iJ"i"ti''"1t"¡f'1" que crentluca-
*tü'i aiuéllos también comPetentcs
y (otros) datos, deberían estar sobre aviso para no con- l,,s cientflicos,
'of"t 1o1
tn-'"t'iu"i¿tt tlt l':"t lt^'l uso
acrftico y prcclPrta-
trcllter «les p'"""a'a it tcorias' corno' por
cluir que ellos demuestran el hecho de la creación. Porque ,kr, coR finalidades a¡'liogéticos'
<le las más recientes
t'' 2422 (6 cle mayo de
éste es transcendente, no perceptible inmediatamente en r,ictrt¡rlo, la cosmológila tiifi;ñ;;u8""1"'i""'1-646)' Por su parte W' Pan-
el il**;til;;picto (6a
un punto o momento concretos, sino fundante de todos y I 989), 646' Véase no tampoco
de rrn cotnietrzo ¡ruede
rrcnberg mantiertc qut *i''untt""ión
cada uno de ellos, de su conjunto y del tiempo mismo de cle los f'enó¡nenos natttrales
coilro tr¡ta ilff"t*t;ti;'
"l '*'g"t' lirncl¡r-
.irrstificarse t¡,, fi¡ñclamento empfric,.'fal
ol¡servables , ,"".u*,."irrür.'Ñ"".r1i, o'c' I70¡ véanse tarnbiétr
met¡to §c au ¿t lt"tr'u t'iit "t-'*f"gl" ]logtlf]''(ea't' tJrk¡tall otlu' Schii¡t'
20 «Prhu ;ü;tt*;l w' crit¡
ltoluit faca'c quia potuitfacav temltus tliuturnias», Tomás dc Aqui- rlive rsirs seusil'ilidaciel
Thcologie Kaiscr (Güterslolr
no, Dc poL.3,14,6. fttng? Zu»t tllotog 'ol"
i;"i"ii'i"i"d"li "nd D i¿ Ü ' e reitt's titttnu ms r
2t «Non cst mandus
lactus ín lcmpore, sed cu¡n tcm{oro»,La Ciatlad da Dios t e I¡h G' L' S"l""'i;;;
I;; i ii""g "" i u'r''natl' b
dc

{íii'i it B *'l' colil ma n n ( lvl iirrcherr l 9(i6)'


g

I I,l6 (OSA XVI, rt9641 598). ,, d¿t' n n No n'''u* )l^"ffi


o ¿
"'
II)II HoMB&r:YMUNDo
AI.ALUZI)ELCREADoR
PAItrl QUE DIOS SDA ?ODO EN TODO 101
preguntas ult(
i,i ol u"...u*;i[:ff:ll:1ff: jfi ,11
" g:, s er y, an res ,. r, i, , ,,,,irrrológicas y en modelos concretos de universo

;,:'":il::::lJl"ua,,'.in""ñffi1ii::iTÍ"f illl ji;*: .,,, ,lrr r,,,,r'il¡n de fe. Aquí también vale aquello de que
r,,,, , , .,, rrl,c tlcrecho con renglones torcidos.
un orden y ,#'jJ;fiffffi';.]:i1.
tas cuestiones mera_fÍsicas
"."
,,,,a, i."s,
investigarro. Es-
t',,, y volviendo a la experiencia humana ge-
,,tr () lado,
son e, T,r,
vrr cr cárlpo abonado para ,,,, ,l r,,, ,,irl)e ignorar que en la evolución el ser aYanza
una pregunta por
l. t, r,, l,r vitla y que en el tiempo de los seres uiuos hay un
r. "..u"-iá.
¿strecha
" ,,rr,.¡ t' rrrr clespués no imaginados, sino alineados en es-
,t
;rr: ::" ;:::? ;, ;,l^.d t,e areuersibilid.ad..
",ñ;;; inn nitud
d er
r
¡rr, r.r r,rusnlidad. Más clara aún resulta la dirección del
¿va hacia una met, .,, qr"
de intentos y fracasosp
,. .o;r;;lt o es una serie ,,,,,r1,(,,'n la vida de los hombrcs, en la que unas decisio-
cieEa ,r , ,r.r'(jiln el rumbo de lo que la persona va siendo. Por
¿No se d."id'u
;:1 I#i: L'::::' u' I'i*," ffiffiT#il:'ffi:; , ,,, l,ri tcorías cosmológicas de un tiernpo sin dirección,
,,r, ,,, rrti«-lo, han de dar cuenta del hecho irreversible de ia
resonan-
',,1,, r, tl«: la libertad. Para los creyente§ ésta es la
¡sf ilr,::,{**t
m enro en ta
{r:rr:t}: i{l',,'ilil ffi rl::
reatiáa* il;r".:"J
,,, r', cl mundo de aquel acto de libertad por el que la

de_n u es tra men te p Ci


;:"1.:ry[::ffi[
ri , r, r ¡ri<lad lanza un mundo temporal a §er
,lr r¡ilc alcance §u meta.
con el propósito

::.#1"":il1*[:: "y ;ilffi


Un
"n ""rir;;;:
a. ,.o-o"ir;;;;l',"1"'Lotnismo I#;#;
., :i ::LTü:'i*
se cliga J;
iffj
cenizas j";;;.díj,i_í!;r,¡;;y;J:i3ryilrJ,,'j: t t. Creaciín abierta a la interaenciín de las u'eaho'as
<<Creatio noüa>>
Pero Ia fe en ur
g,1¡"*á"ü;;;:".:.:;§J:.;,.1J,I:1",,i"dirigese_ t.Apoyándose también sin duda en la fe de que Dios
aunque a u.á.* -i.t.¡"_,"::,::::]1.,o,,,u.d" una última,
orientación del mundo. rr,¡ sólo continúa creando el mundo, sino que lo dirige a su
poco con ,n. ,.r.tltrtosa' Thni] rrrcta y actúa señorialmente en la historia y en el cosmos a
:: I .u
pu.,.. ¿*,,[. i"i
consumación.
ilñ:':l;"*'"
:1",
§ que ; I;- rr avés de todo cuanto acontece, y recurriendo en particular
Otra ,r algunos pasajes de la Escritura26, la teología prolongó el
señalar en cada '1'Yü;;H:";#:':ffJ,:;
cuándo y el cómo ,,oncepto d" ,,conservación» en el de «concurso)), enrique-
avance que Dios"r,::iu a" .r^"ir,í*'l"J
i*".-:i ,;iendo así ulteriormenüe el de creación y el de Creador.
;; Aunque, por más complejo, tiene menos garantías teo-
lCrgicas que el de <<conservación>>, sobre todo en sus for-
T1.,,,,.r.*,,",r,r,;::",*,,"::,::.:",':,j::tl'\;ffi
mantlene <lue «lr<¡y ¡ro<Jc
ruulaciones más exigentes2T, el concepto de «concurso>>

i§[::i:,:,Iffi *##[ryffi i,m[r'* [i


"
Is 26,12; Sal 146,7;2Mac7,22;.1t 5,17; l'lch 17,24'28i I Cor 12,4-C'
Bu,J. F. Sagüós, Sa.crue TheoLogiae Srmtttu-..,545 ss puedcrr ve¡'§e e$or
ticqs y su crlilicaciírn tcológica t'err1;ectiva.
¡rra
i 03
r02 HO]!f I]RE Y [{UNDO .4, LA LUi: DEL CREADOR I',^i"A QUE Dlos sEA TODO tiN ToDO

sino por generosi-


viene a decir y conceptualizar que Dios de tal manera : ¡lr( 1,' trace ((no Por indigencia
continúa creando que produce no sólo el ser de la creatu- evolutivo'
ra, sino también su obrar; que se hace presente no sólo en | , ,,, ,,l,,.iración del mundo y el paradigma *tll¡¡-i
la existencia de ella, sino en su dinamismo; que causa no . , ,r., t.rizan tf '**""t" "tlítt'"ui
',
Presente'
tema' Porque una sugrere
sólo su capacidad de actuar ni sólo el resultado de su ac- i:' , ,*,,..tu ut'"alidad este
de Dios' y el otro
ción, sino esta misma acción. De este modo la actividad ,"','l':,,,',:'li" * r"gtt
"*u""ipa"dose
,
t'o pot Él' sino fruto ex-
de la creatura es de ella y de Dios, pero no parte de una y , ,. t,, r¡t¡«'v. qtt"
parte de Otro, sino toda de ella y toda de Dios, aunque en
""fr ""itu¿o
,:,,','i'iiii,*itt'I" interno del cosmos'
Ambos ju^tos
,,:
y Dios.se disputan la reali'
ninguno de ambos casos totalmente (tota sed non totali- ,r,,r ,r r:rrrender q";"i;;;io
*"*do lleva las de ganar y
r
ter),Ello supone que ambas actuaciones suceden a niveles , ,,r'; ;',,;;;;,'
',.,''l ""'a'r't""l
,f" tnorir. A no ser que' desde
la fe' se suponga que
distintos (divino y mundano, transcendental y categorial) , ,,,,
", por Dios a su crea-
y por ello no entran en competencia. . ,,,,',,,,, ¿irami'mo ha siáo otorgado aicUi-a
2. Este punto de vista tenía no poco que ver con el de, signifrca]coTó yt hemos
ni,iq'iet"-"'to
r,,rr l'r:t()
sus obras suplanten o su-
bate en torno a Ia gracia, que más adelante considerare- . ,r¡ ,,t,r ¡[c la <<conserua"iór,rlqrre existen-
.:'iril. ii t""tinúa presente y actrvo' En clave
mos, y con una fórmula, que el Concilio de tento sancio- ,,,',,' sólo
n6, según la cual, nuestros propios méritos ante Dios son I ]:;',:.;;";t;;;i; queno ienemo§ que habérnoslas
sólo con su herencia' sino
don cle Dios a nosotros, y viceversa, los dones que Dios ,,,rr rlr¡rl€s de Dios, rtti tiq'i"tt meramen-
, ,,,, úll mismo. Nuestra
reiación al Creador no es
nos hace son también mérito nuestro2s. Esta experiencia oblas' sino que en esa
de sus
fundamental de la vida creyente da pie a esa inruición del ;,':i.';il;;diata,a través una no T:tot inmediatez'
pensamiento respecto a la actuación básica (creación) de ,,u:inra mecliatez tiene lugar
especial sobre su aplicación
Dios con su mundo y permite definir el <<concurso» corno Sobre esta temátic^'-y "t en qu'e abor-
,l r:;ISo humano,
tl
la mism¿ acción creadora de Dios en cuanto causa la auto- '";;;;; entre 'no*"nto
"" creaturiclad y creatividad
organización y autorreproducción de los vivientes ¡ en ,lt'r¡ros la tensión fecunda
1,,r¡r. X). P"'o torriiJu
átjut asentado desde ahora que'
particular, la autorrealización de la creatura humana y su no sólo confiere el ser a la
, ,, su activi¿u¿
actuación transformadora e innovadora en el mundo. Ya "t"'áo;";di;t
tá él' la capacita para que
, ,..,^"rá" v i, -u"tit"t 'itto.q'e
se ve cómo el concepto de creación y el de Creador se en-
riquecen con nuevos significados. Resulta, como ya anti- ,rlt:ance por sí *iJ;;;;;;
de realidad'
f *at'4"' coiu'p'i*::11"^]11
r;,r no es, po.. .*pt"ir;;ñ;'t;ló.gi:?'t'
cipaba la Biblia, que crear no es sólo hacer de la nada,
.;;;;Hg,rndat' (las-creaturu:)'' ti": la <<causa p,merD)
sino también producir, en lo ya existente, novedad radi-
(lrte,) transcendente y almismo
tiempo interior a aquéllas'
cal. Y resulta asimismo que Dios es Señor y Creador no nuevas formas de ser y de
lrace que actúen y Rroduzcan
reservándose su poder, sino compartiéndolo con sus crea- que Dios se reservaba'
vicla que u,,ttt p'hí pu'"""t

suae bonito-
23 <<Cu,itu (Dc.i) lanla csl crg«, oirtutis' scd' ln'opter al¡und'antiat¡t
onnus ho¡nincs bonikts, ut ¿ortn¡¿ ulil cs¡e *¿et"i- ;;;etur d'cfactunt suac
ta, qu«a nmt. ifisius dona>> DS 1548 (cf. 248). ¿is», S. ?'[. l, q'22, a'3' in c'
a

i04 lIOlvlBRIl Y MUNDO A LA LUZ DIL CRE^DOR


t,^rrA QUE DrOS SBA ToDO IiN "I'ODO 105

. 4' una cle las principares derivaciones de esa acrmisión


de la creaturaal acto creador es qne, fuera clel t
r ,,,, r , srrr embargo? que con ello Dios entraría a for-
o .1. ., ¡, rrrr ,lt'l tiempo y del engranaje de las causas segun-
que exista el m,ndo y sea írltimamente como ""t
es e* su i \,lr r¡r,is el carácter de signo que tiene el milagro se
orientación y estructura fundamentales (toclo
.ff, *."p.il r,,,r.r l. alteraría al apuntar en abstracto al poder de
vativ.o de Dios), no será posible traz.ar lí*it".
p...i.o.'rr- ¡¡. , , l.r r:rcÍlción y no a lo auténticamente sobrenatural
tre el obrar del Creador y el de la creatura.
Aiuel actuará
al interior de ésta, como su clinamismo más profundo y. t,,. r, nilr.[o por El, que es su autocomunicación gratuita
lavez como el más desbordanre, de acuerdo á"" f,
a
t, , r(,rtrrr¿rs. Ese es el rnilagro por excelencia del que
r ,,rr (,,, son únicamente signos que, consiguientemente y
fórfl! agustiniana: «Tú estabas más dentro de mí "¿i.i'r"
intimidad, y más elevaCo que lo más alto de mí»so.
q.,. Ái .,,,,, ,,r ru'rió con los deJesús, sólo se perciben descie la
r ,, .,1 nrcnos, desde la disponibilidad a creer que no esta-
,, ,,, r rr( crraclos en el mundo, sino que el círculo de éste y
1.4. Crcación abierta 1 milagros .t, ,rr,, ¡roderes queda abierto a Ia vida de Dios32.
1, ,, r icrto que no basta esa disposición subjetiva para

,,,,, r sistil el milagro. Hace falta además que ocurra algo


. Del rnilagro se ocupan también la cristologíaylateolo-
,,, l.r rr;rturaleza o en la historia que rompa los cauces ha-
gía fundamental, además de la exégesis. NorJt.os
lo huce_
mos solamente en este marco de Ii actuación
creadora cle
Dios en el_mundo. ¿Rompe el milagro este esquema
salví-
rrco-ontológrco de una creación abierta, que ¡,r, rr:;irirr que del nrilagro tienen, co¡no ese autor señala, Agustür y'fontás.
venimos tra- l'.rr.r lcluél todo lo que sr¡cede en la natoral¿za y en la historia es tn rnilagro
zando, o lo confirma y enriquecep
¡,,,,,1,rc levela la grandeea y la bondad de Dios. Iise carácter de signo, <1uc
L.a cue¡tión se planrea po.qr. a partir de ¡,.,ra úl cs el trrrdarnentll, clestaca, ¡>or su rareza y es¡rcctacularidad, en algu-
^ Tomás cle
Aquino y hasta finales del siglo irx ha pr"ralecido ,,)s sLrcesos, p.cj. cn la mr.rlti¡rlicación de los ¡ranes (Trutados sol¡¡'¿ el cat¿n-
U iáü ¡.ttio tle S.'luan 24,i;O§A XtII, 11968,541-542). Tonrás, en canrbio, que se
no extinguida aún del todo, áe que el *ilog.o
quebranm á ,lt t;la¡a concorde con Agustín e incluso con la [ór¡nula de ésrc, según la cual
margina la ley general del obrar diuirro a través ., I )ios, Crearlor de todas las naturalcz,as, no hace nada corltra Ia naturaleza»,
de las cau-
sas creadasr / abre un espacio en el que , (:ntra su ilterós teológico
¡rot el rnilagro en su posibilidad ontológica y afir-
Dios intervi.re ,
¡r¡r qr¡e, co¡no causa prirnera, Dios puede actuar «fr¡era del orden de las co-
,i.rs) ya qtre no cstá sonrerido aI orden dc l¡.s causas segundas», co* lo crral
tarrrpoco en el nrilagro atentaría Dios contra la naturaleza ya <1ue la sul)ren)a
Icy <le ésta es su clepcndencia de Ia voluntad rtel üreador. Cf. J.?i¿.
3o No re¡ulta fiácil, y por eso hay varias, la traducción I,q. I 05,a.6.
der,tT, r¿ttre¡¿ ¿ras inre_
rior intin¿o nt¿o et sub¿ ' .|. I3, Metz rccuerda la decisiva clavc hermenéutica segúrn la crral el coilcepto
;;;;;:'iilí '{,1,i
íi,,ii,'i?ilJ,,i:"^\^:::::,:;,*l;: f;il,;l;'"",.,",i$,jj, leoLógico <[e rnilagro lo re¡nite innredii¡tarnente a los hcchos, si¡ro a lns r¡¿¿-
ción de creador y creÁtura ra brincra er acontecimiento rracion$ bÍblicas .sobrc ellos. Por eso en la pregurrta tcológica por el rnila-
centfar y culminante
de la creación, a saber; la encr¿.rnacihn d,el Vc¡.b0.Ésta gro no cstá en jrrego prirnau'iamente la naturaleza, sino la histor'ia y la cues-
se l.leva a cabo por me-
di: d::i^.l,.jer; el quenace es a la vez, «sin confi.rsión, tión del scntido y rle la salvació¡r, Cf', «Milagro», cn SM IV, I97.3,595-599,
(_DS 302), FII¡'o del patlre e hijo <le
p*o rirl.pr.^_
U¡r l¡uen resurrren cle lo que el nrilagro es en la Oscritura r¡lis¡¡ra ¡lrede vcrse
iÍrl María.
"", 9f t Barrrnann, «Milagro>r, en Diicio¡tario de
cortcelttos tcológicosll, Her_ cnJ. M. van Cangh, «Milagro», cu DEts, Herder {Darcelona 1093), l0l4-
dcr (Barcelona rgg0), 69-90. Es inreresante y,irr"*1irr.u 1028; DENT I, I996,1832-18$7; Il, 1998) 1389-I396, I729-173]; D1'N'r
ra diferente com-
iII, 1983, fi5-94.
7

I r ,r, I t(]t!.f IItü y MUNDO A LA LUZ DEL. CREADOR


r'^ ¡(^ QUE DrOS SEA TODO EN '|ODO LA7
l)rruales de comprens.ión de ambas
y provoque la alerta. r,l,l,.r <.r ttn análisis conceptual que manterga es-
Pero eso extraordinario no Io
causa
cuenta para ello con la capacidad
óiI. , solas. sino .,,,o ,¡¡,,,r( r,¡ridos y diferenciaclos a la vez ambos con-
innara a. ru
, 1á:, es decir, con aquella up.rruJ ontológica .Ji.ir¿.i. ,. Lr:r r<ralidades que denotan, de acuerdo con el
i,
introdujo en ella y a.la qr. uhoru que Él r,. ¡r.r,.r{ligrnático de Cristo en quien lo humano y lo
;;;;;, a que exprese ,,, ,,,rrfündirse) no sólo no se separan (DS 302),
Su propia apertura ul m,-do$
t,¡, u¡r. cs la encarnación del otro.

2. CnaecIÓN ABIERTA A Lo otRo DE Sf MISMA; A LA SAL-


vaclót¡ t ,, tt tt ilad, originaria d,e creación y salaación

Los textos l¡íl¡licos y eclesiales (y I ,,, r.rrg¡ptos de creaciórr y salvación no son equiva-
mry en particular los ,, , l,l (lredo distingue y espacia ambas realidades y
del \áticano II) han mosrrado q,_,.
ár.u.iO, i _rfrr"i¿" .',,, ,rrrilruirlas a sujetos distintos (una al Padre, otra al
son dos campos de activiclacl clivina
y realidad mundano_ "" ir ¡,,) \' cs que la de{inición de una (recuérdese la de
humana simplemente yuxtapuestos
o sólo históricamente . ,, ,,,',) rro incluye la otra. Tampoco el lenguaje corrien-
concatenados, sino que se rilacionan
entre sí profuncla v , | , , ,¡rripara. En él salaacidn stele denotar liberación,
originarianrenre; que la salvación ..
il i.;;;";;ilffi.11 , , rrr', r.:trración, restablecimiento... Así entendida no
|1,:i:i:,ur,
pnnclpro.
ta que ta tanza ri;;;i;
embebe descle el
, ,,, ,lr r:oircidir en la realidad ni en el tiempo con la crea-
Este descubrimiento ha conmocionaclo ,,,rr 1, nroros aún precederla o englobarla. Al contrario,
ses el tratado De cr¿at^ione, sólo
descle sus ba_ , t,,,:;lurior a ella y casual respecto a ella (sólo será posi-
.^prr.¡rao, hasta hace t,l, 1 ¡,rccisa en el caso de que la creación fhlle).
poco, con el De eleaa.tione. Como
ya s. .lijo f" p."rr"_ \lrr¡r'a bien ¿es ésta la ideabíblica de salvación? No es
,o"i9na3. trataban.por separaclo dts ""
unió. EI planteamienro nueyo que
,ealiáa,l;,
se va imponii"d; i;;
il;;;; ,¡,,, l,r Iliblia dé definiciones de lo que entiende por tal,
l,uelve a considerar, conjuntum.rrtu. ¡,, r,r sí narra sucesos salvíficos en los que es posible com-
Es cierto que eso
comporta.el riesgo de que esa unificación ¡,( n([cr en qué consiste aquélla. Pues bien, cuando Israel
sea p*o *a. , ,t.r r:lutivo, amenazado, peca? la salvación resulta ser, en
que verbal o, por el contrario, simplifique
.t prolt.*ofrr-
ciendo que una de esas dor'r.aúduJ'.r, '¡r¡ l)rirner momento, liberación, protección, perdón. Pero
fu salvación en , rr t<rtlos los casos, aunque el hombre propende a ideali-
absorl¡a. Ia orra. Es preciso
1111iculaf obuiu. este doble ,.,r cl origen y a situar en él la plenitud (cfl cap. VI), nun-
nesgo, que acortaría el misterio del primer
artfculo de la , .r :i(r trata de una mera restauración de éste, sino de algo
los jo. capitulos anterio-
fe, tal como quedó esbozado en
',lt,,rior y mejor, sobrecargado con nuevas experiencias y
ri
.rr rruev?s promesas. El Exodo no termina a las puertas
Cf: B. Weissmahr, <<Fenóme¡ros¡aturales
y milagros», en ICSM IV, lgB4, ,l, ligipto, sino en la tierra «que mana leche y miel». Lo
v H' Fries' «Miragro¡'iá""', i'-ü. Fries (ctr.), cry ,risrrlo se diga de los anuncios salvíficos de los profetas.
liári?i:{;i'ilka tu,
l'rorneten ((un nuevo cielo y una nueva tierra» que har'árr
I 0B HorvttsRn y MUNDo A LA LUzl)[L
cftEAr)oR PARA QUE DIOS §EA'.t'ODO EN'I'ODO i09
olvidar los antiguo::r. y es que en último término t tt,t itlad, diferenciada
mete plena conrunión se pro- tttt
éio, / resurrec-
ción y vida eterna. "o, "orrrgrr"nte
Todo este cúmulo d.e actuactones
r l,,rl,, csto que venimos diciendo no convierte a la
realidad de Ia salvación en d
d,e Dios constituye
Ia | ¡, ,¡,, ,',r [a prolongación natural de la creación. Eso a
Á;; ¡,, , r,r:r sc abre es algo que, al mismo tiempo, Ia trans-
que no se micre,ór;
;;."i;
sino también Dor las ,,ueuas,
;ü;;fi:.,T:tf;il"il:?: , ,,,1, r or¡ro ácábr de verse; un modo cualitativamente
y i""'rfi,i*as, posibilidacles ,,, \,,,lr'.scr que el capítulo IV terminará por describir
ulreriores cle ñio* y .l.l ,rríá".
Ia inrención prima.ria d. h
f'.ür¿ ioid.ad.furura es rrr,r lr,,r tici¡ración en la vida trinitaria de Dios.
,;i;;.iórfEn virtud de ella y t'r,r .s() cs necesario que, en aras de la urridad, no se
en camino hacia ella se da, cuando
ción de los males. A*i .n1*aiü;t*
.. ..qui..., la libera_ ,,,,t,¡r¡,1;ur creación y salvación. Sólo clebiclamente dife-
de ser posrerior v , ,,, r,r(l.rs ¡.rreservarán la plenitud y pluriclimensionalidad
casral respecro a Ia. creació",
lu áuü..d; ;;;á;;il;l ,t, lr .rr.ión de Dios. En el capítulo V se abordará expre-
narla desde el comienzo ir.i,ruo
oi-i""*a..tu, ,,o .l ,rr*rc cse complejo sistema de relaciones bajo el aspec-
tiempo, pero sí como su razón " cle ser "n
como eri Ia natur ateza eti"ál-ür" ,,, ,1, l;r gratutdad.. Aquí se trataba de mostrar que la crea-
las partes que la constituyen,
..[iX,#l'].:::::T , r,,¡¡ 1'..i1l, desde el origen y desde el fondo de sí misma

adulto anrecede al niño. pá. ,;;;;


en Io hurnano, el rl,r, ¡ l,¡ a la salvación.
hacia aquél. N. basta por tanto con decir que el rnismo que nos
Así sucede iqualmente con";; la "."".ir"
salvación de Cristo y con ,,¡ ¡, n()s salva en Cristo, ni que el mis¡no mundo creado
el mismo Cristo.'Ilmt¡ién;;;;;;
*u aparición tardía ,,,r srrlvado. Hay que llegar a pensar y expresar, sin con-
en Ia historia y su venida ,,p.."
..ái*"irnos» podría dar a t,rrrrlirlas, pero uniendo inseparablemente las dos realida-
entender que él y su salvación
,o" pori.rior., ;l^;;;r;;r; ,lr':;, tlue Dios crea con la intención de salvar en Cristo;
casuales, y no pueden por
eso constituir su meta y ,¡,r.' cl Padre crea a.partir de aquel amor con que etrvía a
do. Los rexros del Nulvo ftrtr*;;;; su senti_
capítulo I desmienten esa impresión
y, .rtu.tiudos en el ,,r llijo; que crea el mundo para que en él se dé el cliálogo
y corrigen o comple_ ¡,.r1«:rno-filial entre El y el hombre; que lo crea para que
tan la idca de la salvacio"
on-.i1aa .r.l,"rjr. No es una , :iista Cristo y la multitud de hermanos de los que éste es
restauración de la «imagen mera
cle Dios» l,ao.r, ¿aán. ,lr:scle siempre el primogénito36.
no nos reconvierte a éste, sino Cristo
que nos transform;il;;; La, creaciín no ha existido nunca sola, como un perío-
de Dios a wpropia
ryd,ida.Ad;;;;;.^r,no un anticipo y
un antitiposuyo3s.sarvación rl. «r uná manera de ser previos a la salvación, sino siem-
.o;ñ;;;.,0n u cristo. oo_ l)re como marco y soporte de ésta y siernpre conjugada,
sesió n. d et Espíri tu, fi lia ",
ci ó n d.L til:;.'
posterior es, de nuevo,lo primer" ffi o;["r#;; .rrrnque libremente, en clave salvífica. La salaación es an-
y 'o tcrior a la creación en cuanto designio e interior a ella en
""gfllun,r.

'rññ* Ap 2r,r-5,
IIr LC 2,3,4,36.,,; AG l-4i
" Rom 5,14; I Cor I5,{5_{g. '"'Así loexpresa claramente el Vaticano GS
10,22,32,38...
110 TIOMI]RE Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR
:i],{
.l'l PARA QUE Dlo§ sEA'l'oDc EN 'roDo III
i'il
','rjl

rli
cuanto sentido y meta. De tal manera está la segunda tran- t\'óstaeralaconsideraciónque'comoantesanun-
sida de la primera que el término apertura se antoja insu-
ii
.rl , ,,i,,,,,, 1,.,áiu on[g";; it revisión ie aquella posibilidad
p"'o creaturidad abstracta' de un
l11

ficiente ya que podría denotar (sobre todo cuando se apli- ,',',;',',',,', ir,,ru¿u
:ii "t''lu fin' Porque un
ca a realidades no vivas ni personales) la mera posibilidad .11 , ,,,,',.t:,'.;;;;áo ¡ u lu 'e', sin principio.ni
de que algo, circunscrito ya en sí mismo, admita entrar en il
,,,;:,,;,, 1,.csidiáá po' "'á
p'oi"'u' Ia de Cristo' orienta-
",',,,ituriirr..n^¿1
relación con otra realidad. En nuestro caso, en cambio, ,, y a consumars€ con el resucitado en
dilatarse ilimitadamente
apertura significa que la creación está grávida de la salva- ,', ,;, ,,,i.t'ucl cle Dios, no puede
tiempo ilimitado Parece
ción y que ésta es la consumación de aquélla. ,,',,, .,;,,,, , ,r, delante' En
'n no cabrla ni es-
2. Igualmente decisivo resulta en este momento el re- l:,:: ;,,:il J" ü.,i,i; interminablemente v
cordatorio de algo bien conocido, convertido ya en tópico ,1,, r,, tristoriciáacl ni sucesos
determinantes'
en la doctrina y teología recientes, a saber, que esa salva- ii
ciórr de la que venimos hablando no cs algo fbrmal, estáti-
co, dado de una vez por todas al comienzo de la creación, i .,(:ITIIACIÓN ABIERTA
A OTROS MUNDOS?
sino una hiúoria d,e saloación, una serie incesante y cre-
de las inmensas
ciente de intervenciones del Creador en su mundo. La rt;ciente e incesante clescubrimient'o
l',1
y el hallazgo de
creación está en concreto abierta a la elección de Abra- ,t,,,,(.rsiones de un;;;;"t en expansión
ham, y del pueblo de Israel, a la encarnación del Logos, al ,r,,,s ¡rlanetas fuera del siskma solar'
ha alertado sobre Ia
envfo del Espíritu. Abierta asimismo a la respuesta que la ,,,,',,1,i" existencia de vida, incluso inteli8ente'
tl:tt?.t
Esta cuestroll or-
humanidad dé a esas iniciativas de Dios y, por ello, a la 1,,,,,,,1r, distintos de éste que habitamos'
posibilidad, eue se hará realidad, de una historia de peca- y en medida creciente al público en
',,1,' ir los cientlficos, (dada la
do (cap. VIII) que, de rechazo, configurará la salvación en a. esa posibilidad
,: ,;,';,,i;;" escépticos respecto
forma de redención por la crvzs1. : .,,.,,tr; rarezaiel fenómeno vida
y de los requisitos que
ella' sino de
Por toda esa historia de salvación ha de avanz ar el <<pro- ;;":;(;;;;;'ilrc1'"-v'roio¿ncid'os no sólo de
foz» hasta que alcance su <<esjaton))) s1r meta, que no es ,,, l:rr:ticidad.
otra que el «Dios todo en todo». 'lhnrpoco en e§te Puntg puede Ia fe.cristiana' que afir-
de la creación
3. Esos sucesos y ese final mantienen Ia creaeión ,,,., ltaber d"rcifmdo'e' C'isto el sentido
abierta a algo que no sólo la transciende ontológicamente, , ¡¡l¡:t'(tresquivar preguntas como éstas: ¿ca-be enmarcar
, .,., ,osibilidad en .riu p.rp."tiva
sino que la tensa históricamente, que convierte a la crea- creatural?, ¿continua'
ción misma en historia. En efecto, por ser la salvación la :'.;',';;;;;*ilrJ" "i es^o' *""dos v sus liabitantes,ll
salvÍfica en nuestra
razón de ser de la creación, y ésta el soporte de aquélla,la , ,"'',i*ii¿""d áe Cristo y su irradiación
historicid¿d de la salvación exige, como su condición de l,r:;trtria?
posibilidad,la historicidad de la creación.

17 Cf. L. M, Armcndá¡ia, «La reclcnciónr síntesis " t, ,**, habla, al resPeclo, cle <tmilag¡o>>'
El u'niaet'so"'' 109-I7t;'l' L'
de libertad y pertenencia>r, cn
-245'
«Razón y Fe», n." 1062 (1987),355-370. It,,ir. tle Ia Peia, Teo\ogtu "', 241
112 HOII,'BRE Y MUNDo
A LA LUz DEL CREADoR
t,^uA QUD DIOS SEA TODO EN'I'ODO 113
A la primera nregunta responden
comúnmente Ios teó_ .,,rr r.ri¡rccto a [a unidad y al destino de ia creación
Iogos que ono r. u" por
qué ü fe cristiana deba
vero categórico a la existencia oponer un ,,\rr.rrlc, sin embargo que, si esa existencia de ex-
cle vida
, ,,, ,r(.r sc llegase a confirmar, «habría en todo caso
en o tros ispacios o tiempos
está, que de esa vida .
ñ
;"t11: ::1. ::i::ü:? , , ¡,nnr la tarea de determinar teológicamente la rela-
se un.*a .rr'"urácter
referen cia co ns ri tu tiva "ár,il
" creatural y su ,, ,lr r :;r)ri seres con el Logos encarnado enJesús de Na-
. D i;; ti* o rrr.
A Ia segunda pregunta, acerca ";;;de si «a ex[amuros , , r l, 1 , ¡ror tanto, también con el hombre>>al.

historia.humrnr, Iu lupi,riiJrJ;;;:, de Ia I 1,, rlue, «con temor y temblor», intentamos a conti-


de Crisro imptica
necesariamente una cipitalidad , ,, r,,., tlcsarrollando ciertos presupuestos teológicos
rrictamen¿e sobrenatuá,,r,
;;l;ifi., d; ;;;ffii ;_: ,, 1,,.. r¡,,c hemos venido operando hasta aquí:
Piensa el auror o,re acabaÁ",
;;;;;;;d. más cauteta. I l'r,r' principio, el Creador tiene que ver con todo lo
á.Iiirlque, "oo
planteadas
Ias cosas, «el disc,urso
comienza a cleslizarse peligrosa_
así
r,,. { \rritc) y por tanto, si se dieren, también con esos
menre por las insidiosas
laderas ,,,,rr¡,1¡,s y sus habitantes. Ahora bien, para los cristianos
la-teologf._fiil;?, ;;:
cle
rece más sensato, en este
punro, I r ,,,rrl(¡r no es otro que el Padre deJesús (y no sólo del
utoju.lu,
con un, lior.rru "3ffi;o"il#;
puramente especulativas r,,r,,,»i). Y este título no es en Él una denominación ex-
docta ignoraitiarrno. inro"o"iOnl.iu r¡ rn.,( (:it, coyuntural, de la que en ocasiones pudiera des-
. Aun reconociendo lo sabio y tentador ¡,,, rrrlcrse. Por el contrario,Jesús pertenece ya de hecho y
de tal reticencia,
parece que ella rebajaría
el contenido a" ur. capitaliclad ,t, ,,lr: la eternidad al ser del Dios Creadora2. Todo lo crea-
cósmica de Cristo que ,1,, ricne que ver con ese Creador que ¿J Padre y, por tan-
él
^urr¡.n..-Éi
todo ajena a Ia probiemá,i;;;;;;;i, aunque del ¡rr, r'roJesús y con Io que en éste ha sucedido entre Crea-
primacía de Cristo se extiende
esa
ffiilil;;;;"1";"J
"f..to,
,l,rr y creación.
sobre la tierra, sino tambié,
, existe no sólo
"uu.ro l)c¡r eso la idea de otros mundos de los que fuera única-
u Io, ,u.". visibles
y a los inuisibles, es c.lecir, "" "i;;;: rrrt'rrt0 Creador y no Padre desemboca prácticamente en
; i;. ;ü;'s y potestades cós-
micas. Todo ha sido creado ,rrr clualismo de dioses o, en todo caso, en una escisión al
por él fr*i, él (Col I
está al servicio de los _h"."i;;; ! ,16) y rrrt(:r'ior del primer artículo de la fe (fides quae) y en un re-
á.'i, ,rr*,r"ión» lHeb
1,14). ¿No cabe derivar
que sí trasponiéndolos,
d. ;;;;i*,,r" L.r;;ilr,,;:: r ,rre d€ la apuesta sin límites de la fe (fides qua) que 1o
r ()rrfiesa.
algunr" ;;;;:;rencias sobre
problemática que ,o, o"upi'p Ia 2.
Cristo no es una más de las creaturas, sino el Logos
I{ay quien lo ha hecho y
concluye gue, aunque Ios ,livino hecho hombre. En él Dios mismo se ha dicho defi-
bitanres de esos *r.,ao, ha- rritivamente a la creación como poder y como amor, corno
humanos, «el hombre y
i,r.J#;Í;
i'1,laig"nr., que los
su historiu ,rurn.r, una Scñor y como Padre. A su vez, ese Logos, para expresarse,
función lra asumido cuerpo y alma, materia y espíritu, es decir,

I' Asf o¡rinaJ. L. ltuiz


*t lbkl.246_247. <le la peña, ibtd. 246. 'rr W. Parrnenbcrg, fáologia..., Il,8l.
'{2 «La relación con la
¡rcrsona deJesirs es' desde la eternirlad, constitt¡tiva «le
la identidad <[e Dios cdrno Pa<lre», W- Pannenberg,ibí¿.397.
114 HOMERD Y MUNDO A I,A I,IJZ. DEL CREADOI{
r'^l(A QUB DIOS S0A',rODo EN -IODO 115

todo lo que) en la for¡na y manera que sea, configura r , r¡,r., ((l¡rro, participan de su misterio de muerte y
cua_
Iesquiera mundos que quepa imagüa.. y io ha , ,, r¡,rr (()S 22) y suscitar asimismo precursores de
ñ."no un
eJ lenguaje insuperable de [a entrelga de la
vida, con
dicalidad absoluta de un «amor'írasta .t ."ti"*or-fn
la ra_ ' 1,. , :;rrr saber de é1, apuntan a é1.
\
,lr¡rcr¡ todo esto le parezcan especulaciones des-
13,1), «hasta la muerte y una rnuerte de cruz>> (FIp .,t,, ,, ¡)r(:tcnsiones insostenibles,' piense si no se ins-
Z,gi.
Todo ello junto invita a concluir que no sólo este mun-
.
do, sino la creación entera, sea Ia qra ,aa, tiene en él
,, , rr l.r ruisma audacia de Israel cuando proclamó a
su ¡,,.,, f ,rlrvó Creador de todo, y en la de la Iglesia cuan-
centro y razón de ¿eueda en verdad algo de Dios ,,¡lr :,r, .r^f esús como el Logos encarnado.
1e¡. y
del mundo por decir?
Thmpoco el hombre es, como diremos en los capí_
.3.
tulos XV, t¡na más de las creaturas, sino la .upoii I ; I I,N:iIÓN ENTRE EL ORIGEN Y EL trUTURO
' -XIV .y
(llevada a cabo) de acoger del L;;;
{ud
"rn "r,"r.náción
de Dios. Es adernás, en su cuerpo, un resumen de los Jle_ I l',r sus cuatro costados la creación es una realidad
mentos del cosmos: Que su alma vincula, a una consioo ,,,r ,r'( ute abierta y, por ello, siempre actual. Lo es:
misma, al Creador. Es así una slntes,ís dL tod.o.
ia";;;
algo, en el universo o universos existentes, q,r. t.'.i l'.rr cuanto suceso creacional. Los sefs días del Gé-
no,.que no se encuentre ya, del modo que sea, en éll4._ . r . .rlruutan al sábado y, en é1, al descanso y alabanza
Ni
siquiera los-ángeles, aunque le fuesen supe.ior.s en inteli- I t,,,rrr\/()s. La creación culmina en el hombre, encargado
gencia, realizarían una conjunción tan estrecha a. toáo t, ¡,¡,,1.¡¡g¿rla y de llevarla en sí mismo a formas nuevas
cuanto existe, de «todo Io visible y lo invisible»a3. t, , , l,rr:i«irr con el Creador y de historia intramundana.
4. En este mundo.hay^personas (la mayoría de ellas) l'lrr cuanto suceso saluífico. El relato creacional (Gn
que, sin haber conocido a Cristo, han siclo creadas
po.r.í r I I ) rlc.semboca, con la vocación de Abrahán, en una his-
y hacia é1. ¿cambia esencialmente er status si ,e áilaía , ,,,r .r'cciente y prometedora de actuaciones de Dios que
a
habitantes de otros:nundosp En ellos, como en éste, ,,, r r ,,r lr rcco Ia creación en la Alianza.
po-
drfa el Espíritu de Dios suscitar hermanos de C.irto'qire, Itlrr cuanto suceso crtstológico. La creación espera al
, ,,l,rrlcro Adán, que fue prirnero promesa, luego realidad
l,r'¡r,ricÍr y ahora está en trance de someter a todos sus
{t El Laterane¡rse IV afirma que, tras haber creado de la nada , ,r, r¡¡igss e implantar el Reino de Dios y la resurrección
a amhos géneroc
de. creaturas, a saber, las.angélicas y las nrundanas, cre6 al hombre qu" ,,,,,t',tt'Sal.
«abraza, en ciertr¡ modo a las áos,
1DS S00). En su r;fe.en"ia ür;;;J; En cuanüo suceso tl,iaino. Dios no ha llenado aún la
w- Pannenberg no super? cierta arnbigücclui cuau<Io, rcfiriéncrosc " o rr'¿n"-
trina cristiana tmdicional, escribc: oparte cre ros cuarcs
rrr rr¡r enterñ de su gloria de Creador, no ha acabado con
no necesitan ninguna
clase de rcaención, ¡nientras <¡ue lás que se rebelaron
con*a Dios se han
r,,,Lr llanto y muertg, no es aún «Dios todo en todo» en
vuelto incapaccs de cualquier_re,cnción» (¡r. 8l).
Dcjan«l; ;p.;; i;;,;';i r¡rrr¡s (ou€vos cielos y uua nueya tierra>>.
fi.:.r. r9b,: los ángcles (cf. I I I - I l g), la frasc err sí iarecerfa sustraerlos al
ámbito de.cristo. ¿sucederra lo mismo si en vez de
¡edencidn hubiese cli- 2. No somos por tanto una creación cerrada, acaecida
cl¡o salvación?
r,, ,lcl todo, sino una creación abierta, que es una historia
tI6 HO¡V,I}RE Y MUNDO A LA LUZDEI. CRDADoR
l'^r(^ QUIi Dros sEA ToDo EN'toDO i17
de crecimiento. y no sólo de restitución
y de pecado. So- . ,,,', (lt.rn 8,38-9). Nise puede olvidar, como §e
mos una creación-temporal, con el tiempo l,
cámo climen_ rr, ¡,1¡, t,,r, r¡ue Dios, autor de la historia, no es Parte
sión int¿rn¿ cle ella. úna creación creada
hacia" ;;;'; . rt, ,,,, trirnscendente a ella y presente a tocla época.
desde el fuhrro, Asl como Ia creación
ción y existía desde ella, así Ia creación y dr;;;;iJ;;rl r i .., ,,,¡, lr,,r¡rbre es capaz, como se señalará más tarde,
creación s.alvi!3) apunran al «esjaton»
la salvaciónlia , r,,, ,.,,licales de libertad y arnor que, situados en el
y íir.. J.li;;;ri; ,.,t,,, ,1, r,lrr¡r«lan el tiempo.
grávidas de é1. La promesa no Á ,ro
aiaclido u h ;;;i;; t,,,, ll,,,'l futuro ha de plegarse a Cristo, y no al revés.
creadora sino un componente esencial
de ella. ñ;;;;;; r . ,. ,' r¡)rr rrt¡ está abierta a cualquier futuro, sino al que
Creador es un Dios con pocler cle futuroaa.
9. A este reconocimiánto teórico corresponden ! ,, ,. ,r, l.r r:ucarnación, muerte y resurrección de AquéI.
ciertos I .r,, ¡,r,, r;a¡nente permite a la esperanza ser taly no sólo
talantes característicos cle la creaturidad
, t'u ,rprronro-in ,t,,r r l t'x¡rcctativa. Y eso mismo le impide convertirse
que lo imposible es posible; la visión
del muncll ,;*;;;
utento; la sen sibilidad paralos lados ,, ,,1,,,1,,qía, en ilusión. Es una esperanza en trance de
inconclusos, irt,,r,,u_
nos, del oresente; la inquietud.por
un munclo *.¡r., f"r,
,,, r.rrr ¡rar:iente como apasionada''5.
ción que lo anticipe. I r, r :;ro rnodo, junto a Ia pre-visión, al pro-nóstico y al

4. Esta verdad no_debe, sin embargo, absolutizarse ¡,,, \ r i r()) <lueda reivinclicadala m,emori¿, gue recuerda,
ideologizarse, someticla a leyes natu.al3, ni ,,1, rr¡,r:; tlcl todavía-no, el ya-sí; junto a la línea profética,
o puramente so- l, r,¡,,,l,igica y anticipatoria. Es verdad que es una memo-
cio-psicológicas como podrian ,.", uJ..a.
cle las cultural_
mente.epocales, ya señaladas,las que, ,r r rrrr¡rrietnnte, <<subversiva>>, que no repite ni siquiera a
elevando ,t nornuáir-
mo del pueblo de Israel u.u,.g-oriu iermenéuti"a l, .rr,, /a que le reconoce y espera corno el Cristo, el ivle-
decisiva, ,r,', y firturo de todos y ya que abre el mismo suceso Cris'
viniesen a reclamarr,por ejemp"lo, qr"
lo nuevo se erija en r,, .rl srrceso del Espíritu que es quien en el Credo y en la
mesías, y el desarrollo o pro€ieso
en p.incipio ,brol.,io á.
comprensión; que se considáre ar hübre , ,,1,r ¡»reside y alienta la esperanza.
ior, i*- 1,. .;Hasta dónde ha de alargarse Ia memoria? ¿Dónde
yecto; que la cruz de Cristo exprese ""rn,
únlcamente crisis v , ,,,1r<./,6 a abrirse la creación? No sólo enJesús, ni siquie-
d esins talación v su resurrección'q,-r.a"
del futuro.
.rr-;;J;ü;;rl ,., ,;rilo en Abrahán o aún antes en Adán, sino «en el co-
,rr(:nzo)) del mundo. La escatología reenvía a la protolo-
. Nl.r-" puede olvidar que.Cristo es la piedra angular de
Ia realidad. En él han sucedido yu á.n,iiUuamenre i,,r,r. Los científicos reconocen hoy que el estado actual de
salva_ r srt: universo en expansión depende decisivamente de lo
ción y encarnación. p, .r. un «ya ,i» y
no *Olo un uroJuuiu ,¡,rc fueron sus primeros instantes. Con las salvedades que
no>>. Como dice pablo, ninguna
creatura, ni,iqri..u
t'u'rornos podrá separar del amor cre
Dios manifestacro en
ffi rrrtroduce la relativa «indeterminación» de los Procesos
lricrocósmicos y, sobre todor la de la libertadr la teología
r (:conoce a su vez que el presente y el futuro del mundo se

+r Cf. R. Faber,
«Zeirurnkellr. V¡rsuch ül¡er einen eschatologischen
fungsbcgriff», Schtip-
c¡r Thph 75 (2OOOl,lgO-¿0S.
" GS,37138,.39,45

I
EN'l'oDo I 19
118 TIOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DOL CREADOR l'^RA QUE Dlos sEA TODO

para
nutren del dinamismo que el Creador le inyectó cuando lo ,,r,, ¡r.vc([&d y continuidado imprescindibles
lanzó a ser. La visión escatológica ha de estar balanceada I , , rr ,rr iiin sea a la vez unay abierta'
por una referencia protológica. r , ,lr.rlrlt:tica, nada fácil de áxplicar, se
traduce cientí-
,,,,,,r, ('n la que se da entre indeterminación y
cons-
Sin ella no se tendrá en pie la convicción fundamental
, ,1, 1.,., teyes (entre al'ar y necesidad)' La
teología lee
de que el mundo no es producto del azar ni de la necesi-
su fide-
dad sino cle la libre benevolencia de Dios y, por ello, radi- tl , l.r ,¡rrc existe entre la hÉertad del Creaclory
el origen'
calmente bueno. Por otro lado, si Cristo no está en la rafz r,'l ,l ,1,:signio que preside la creación desde
io.mejor'
misma de la realidad, no podrá ser el sentido y plenitud l',rr t.odo e§to no es necesano, nt srquiera
de su gravttacron
de toda ella. , 1, tt,rlrlgía de la.creación, en razón
Finalmente, sin ese afianzamiento en el origen la crea- ,. , , , I lrrturo, emPrece por el tercer artlculo
del Credo'
ción, precisamente por su estructura abierta, quedaría ex- i,, posibilidad y utili-
, ,,., ,,,,r¿alidacl «asceniente>>o cle su
puesta a cualquier futuro, no precisamente al «Dios todo r,.l ,, lr¡blará al final clel siguiente capítulo' Pero parece
en todo». La garantla de que acabará así no bloquea, sin ,,, ¡, ,rr,,;irticory más co"for'ñe con ese
Credo y con la to-
embargo, aquella apertura. Basta con recordar la libertad ,,1,,1.,,1',lc la fe, estructuril la teología de
Ia creación a
crea por rnedio del Hijo y
que por principio Dios concede y reconoce a slr creatura, , ,, , ,r.i O.fg"n, a.t Padre que
y con ver lo que sucede a diario en la historia. La fe no | ,, , t t';s¡rírit"]n. to que hacámos a continuación'
cierra los ojos a los <<terribles y tortuosos caminos de la
salvación, el dolor de los inocentes, la culpa>>a6, pero, de-
jándole a Dios ser Dios,, tiene razones para creer que ter-
minará sucediendo con la historia entera lo que pasó con
Ia deJesús, a saber, que el fracaso y muerte en que parecie-
ron concluir acabaron de hecho en amor y resurrección.
Con ese contrapeso protológico la salvación se podrá
asentar en la grandezay soli.dez creaturales; la esperanza se
conjugará con la fe; la pujanza del slmbolo <<futuro» se nutri-
rá de la savia y calor del símbolo «origen»; la inquietud se
dará la mano con la screnidad, el anhelo con el gozorla acción
con la contcmplaciÚn. La creación es una realidad siempre
actual que vive de la tensión entre protol ogía y escatologla.
6, Junto a esa tensión diacrdntea entre origen y futuro,
que caracteriza a una creación abierta, se da otra, síncr6ni-

(6 Por los quc


fl, Guardini, ya próximo a la muerte, conl'esó que prcguntaría a
Dios cuando se viese ante El. l,a cita cstá tomada de §,,Biaer,Intcrltutation
und Vaünd.azng (Paderborn 1979), I32-133.
IV

EL ENIGMA DEL MUNDO


Y EL MISTERIO DE DIOS

I I.,\ 'I'IIINIDAD ES EL TRASPONDO DE LA CREACIÓN


ltlrr.r tesis, su problemática y su legitimidad)

l',,,.r rrlisma lectura cristológica de la creación, que des-


,,rl,r. r:l sentido, ámbito y ritmo de ésta, desvela también
,, ¡,t tfirnd,id,ad, que no es otra que la de Dios, su misterio
r,rrrrt,u'io. Cristo, en efecto, no es sólo <<la clave, centro y
trrr rlr: tod? la historia human»> (GS,10), sin,: tarnbién el
I ,,1,1¡¡; gr, el que el Padre se dice a sí mismo y con el que
, .l¡.rla el Espíritu. Su aparición en la historia no represen-
r.r ruricameflte la verdad cabal del hombre y del mundo,
,,,,,, [a exégesis en carne (en vida humana) del mismo
lrr,,s (Jn 1,18).
l,,sto permite avanzar la siguiente tesis: sf la historia dc
lrtús es la clau¿ de la historia dclmunilo, el trasfondo de la
It t ¡lorta de
Jesú.s, que cs la Trinidad, serd asintismo el tras-
¡,,ttrlo d.e l,a historia del mund.o. N<¡ es sólo una tesis: cuan-
,1,, cl creyente $a?,ala señal de la cruz sobre sf mismo, los
,rtr'os o las cosas, menciona a la Tlinidad. Y a la inversa,
¡ r»rrro si ésta y la cruz se explicasen rnutuamente. Mirando
*iir cruz de Cristo., en la que la tensión entre nada y ser al-
( lrrza su ápice (cap. I), diríamos, hablando simbólicamen-

t(:, que si elpalo horizontal señala la extensión de Ia crea-


,'irin, que acabamos de considerar, el vertical se ahonda en
.l corazón de Dios.
Todo ello repercute, en prirner lugar, en la pregunta
el origen de [a creación. Como dice Agustín repre-
"r,bre
scrrtando una ancha corriente anterior y posterior a él: «El
rinico mundo ha sido hecho por el Padre por medio del
Y EL MIS'TERIO DE DIOS I23
199 I,IOMI}RI} Y MUNDO A I.,A LUZ DUL CREADOTT r I, I)NIGM.{ DEL MUNDO

Dios manifestaría
Hijo er.r el Espíritu Sólo ésta sería la fórmula
Santo>>r. ¡ ,,,¡'1¡1rrio mi§mo de Dios' A1 crear
pero no su intimidad' reserva-
auténticamente cristiana acerca del origen de la realidad :i, ,,;,;l""lvolencia,
creada. La atribución sin más a Dios, e incluso a un Dios rt'vclación en Cristo'
. ,,r',',,,,, con-
Salvador, que nos hermana respectiva y felizmente con los *g"nda lectura trinitaria de la creación
las tres Per-
',,'
,¡,r.r ( n atribuir t"*J"tiua a cada una de
monoteísmos y con el judaísmo, no satisface a la fe. Sin y como
embargo, la afirmación de un origen trinitario del mundo ,',':,',,,;,,;; " fase de ella o' más en concreto'al Padre'
.,, , , ,r(licar a C"i', t" asignarla
únicamente
es interpretada por la teología de diversas maneras:
como uya frofrllla;!'
A) La más tradicional tiene en cuenta un axioma que r ,,, ,:,to equivaldrla u'to"itl"t'urla
estricto y a equl-
establece que en las acciones de Dios hacia fuera de la di- r lr ¡,rirnera Persona divina en sentido mundo y genera-
creación del
vinidad (ad extra), es decir <rcuando no entra en juego la , ,, ,,',:.,ttsiguientemente ver§ión'excesivanrente fuerte
relacidn de las Personas entre sl, todo les es común>>2. Se- ,,,', ,1,'l t-lijo. Esta
"'io "tu la teología §e ha apre§ura-
,, ,., , , .,o.i'ón trinitaria' Por eso
ría el caso de la creación. Con este presupuesto se puede
seguir afirmando que crean el Padre, el Hijo y el Espfritu t,, .r ,l.clarar q,r" tip'i*tt u'titoto J" lu fe no se habla
"" sentido probio'sino apro'
Santo, pero precisando al punto que no lo hacen en cuan- r, l , ,rt:tuación del Padie en un
["tis"¡ sin origen) es
al
to talcsrsino tan sólo en virtud de aquello en que son uno, ,,.,,tt.r)or analogí^ "*ililf1
, ,;,',',;,1'i. ilT;i"ttl;ái' u Lt"u"ión
sería en realidad obra
es decir de la una y única naturaleza divina. Por otras ins-
Personas' El axioma
tancias sabemos que el Creador es trino, pero en la crea- .,,,,,rirI e indiferen"i;d' dt las tres
ley'
ción no actuarfa como tal, sino como «un único principio ,,.,,,licho volvería a imponer su la
de todo» (DS 800). ptt'"nitt*ivugt'u'á^t. ulgo undarnental;É1 y
l',sc axioma
f

fsencial entte
Se trata, diríamos, de una lectura ürinitariamente débil ,,,,,. iclad radical dt Dt;;' i; ait¿t"""iu
de una creación que no
de la creación. Según ella el misterio del mundo no radica ,';';;,;;;;la fosibilidad absoluta v autodonación
r,¡r'tt 2[ mismo ti"*;;;;;;anifestación
r,,r,itaria de Dios,
v-"1 la reali-
;ff;;;i'ti-"o""tpi9
| «Untu nuntlus Jachu cst a Pah'c par Filium in Spirilu Sancto»,Tratailos so- de.suryola Trinidad en
,1,,.1 cle Ia creación-'"1Ji*plica
b* el eaangelio dc sanJuan,20,9 (OSA XIII,1955,535). Casi un siglo antes el axioma
r uirrlto tal. Todo esto
es 1o que nrantiená en pie
decfa Atanasio en Oriente: «El Padrc hacc todas las cosas por cl Vcrbo en el
de la crea-
Espfrittr», ld §crapionam I,28 (SC I 5,134). Rernontando aún más csa tradi- 1 [t, eüe parece i*;;J; l" tt hable ¿r¿ rigorque estabre-
ción la encontramos ya en Orlgencs: «De Dios Padrc proviene que las cosas
: ,::,,;;;
"p,.i. a" ñ;;-;; la diferenciación
Por
,,,rr las par¡ículas ti p", in)
sean, dcl Verbo que sean razonables, del Espfritu que sean santas»»rDe prin- que emplea AgustÍna'
cilriit 113,8 (GCS, Orígcnes V,61). Por o¡ro lado desde los albores de la tco-
logfa ésta empieza a interpretar el «Hagamos al hombrc» dcl Génesis co¡no
una invitación que el Padre dirige al lll¡'o y al Espfritu. Asf ya el Ps. Bernalré, A' Milano' «Prr¡trietl¡¡cles y a1>ro¡ri^-
5,5 lP.Afrost.,BAC (Madrid l985),780]; lreneo,Áih. Haer. lY, prólogo,4 ',ñ¿" ¡,ouint', §'f['l't¡'45'a'6' Cf' 'rtirri-
(SC 100,390); Tertuliano, Ada. Prax.,12,3 (CCL II,1l73). Acerca dc Hila- ciorres», en x.pikaza-N.sil,"i'Ai'rrl-, ri'o;or-rr;i¡r*t,secrotari''rclo
I79'
rio y los PP, Capa<locios, véasc L. l'. Ladaria en B. Sesl¡oüé (cd.), Histoúa de ,*.io (S"fur"n"a 1932)' I 143-1 precisanrcnte
t"'ú;;'it es aclucida 1:or Agustírr
Los Dogmas II, Secretariado Trinitario (§alamanca 1996),44-45. ' Iis tle lev reconocer ot'" Por algo t¡trc
sf Ittr
-n'f tlÚ:
2 El texto completo del Concilio l'lorcntino dicc asf:«H¿¿c trcs pa'sonac sunl uara evitar que la liase tf"J*tf-t "o t""l:,I:acer
ltrcsen dos k¡s actt¡¿t¡ttcs'
Paclre» (1" f eutie""tla ct'u"' si
unrs Dcus, ct non tns dii: t¡uia trium cst una substantia, una csscnlia, urra na- ,." l,oc". al
está ¡rrecedida y seguida
por sen<las afir'
tura.,., omniaqtc sunl unu.m, ubi non ohtiat rclationís opfositia» (D§ 1330). Por eso Ia fór¡nrrla qttt
"o'u""u'nos
"rl'*"
DIOS I25
Y EL MISTEITIO DIi
I ti I I{OMBRE Y MUNDO A LA LUZ DEL CITEADOR I I I I']I(;N'IA DEL MUNDO
lt

del suPera tam-


IV, aun confesando que el Creador es t , ,ttttititt e inhabitacifin E:gf:|"
eso e[ Lateranense
,,,r ,.,
(üs 3815);' EI Bspíritu es el I

trino, no despliega trinitariamente la creación, como diji- ""lrropiuJü" e' núijos en el Hijo'
nos
mos. El Vaticano I, por su parte, omite incluso, al hablar , ,,,' iit al *it;;i;-;;ual
todo ello la
de ésta,la referencia al Dios tinidad. ¿Se plegarán la Es- L,,.r,, "Abba,;;IJ;lé§'ez¡".'ro' la relación mo-
critura y los Padres al riguroso control de la teología de , l' l'' t',raciu" t'""Jtufiu' "l "tu"o deindiferenciado e
,,1, r,rr rlio' toá'o.i"i"o
pti"tipio l

las apropiaciones?5. intratrinitarias'


C) ¿O puede abrirse una terc¿ra ala entre proltied.ad 2 l,r,,,rl hombre #ffi]iirl;-tttttiOt' común y personal'
Ia vez
apropiactín? Así lo parece si se tienen en clrenta y se , I' ,' 1., , , ,,¡rolnía divina, obra a y su na-
,';,,. .';'i. f,opitJ"i de las Personas divinas
piensan hasta el final ciertos considerandos:
t, ..' ,rr¡r()it. Asf' totilLiidu
ttitti"na es conrunión con
a) La encarnación, sin dejar de ser una actuación de
Dios «¿d extra>>, es algo propio y exclusivo de la segunda I , !,,,,, ([c tu,
ptt*oii' ¿Jin^t' sin separarlas de ningún
Persona. Y es que no se trata de un tipo de causalidad t,,' de la
«eficiente>>, que produzca algo simplemente distinto de . t l.,t sttl'aaciin ¡o es una simple'restauración
;ti" de un plus de reali-
Dios (la naturaleza humana de Cristo), sino de una causa- ,.,',,, .i Ia mera áild*;;
aunque gratuita' autodona-
lidad «cuasiformal>>, que consiste en una autocomunica- ¡. l , rr.,,[a, sino una estrictat
en el Hijo» (cap'
ción, una salida de sf del Logos, de Ia que resulta esa natu- ,, ,1, l)ios que
""-";;;;i;q" "i'u* niúltimame":-:l
raleza humana, que «es creada al ser asumida»6. ,!r ,\.ir c.tendida,;#;?;ít 3' sino'asimismo
'lo¡i <<cuasr-
tf'"i"t'te
r,, t,, rlt: unu
"""ulidud
rnacioncs cle t¡ue Patlrc, Hijo y Espfritu hacen l<¡ ¡nismo e i¡rcluso de modo
,,,,',,,,
.,r
n..'T:il"fi"m:*JJ:J*:'t :fi¿
r rrrlrls en Una fel2
seilreja¡!te (sintilitcr). «Si tres dioses tres nrundos; si trn solo Dios Padre,
Hijo y Espíritu Santo, el único mundo ha sido hecho por el Padrc ¡ror metlio en los capí-
del Hijo en el Esplritrr Santo» (retoco la traducción). La cuestión cs por qrré ' ;l' J;lt"'resta añadir Io que
qu.edó patente
mis'
ernplea ¡rrecisarnente esa fórnxrla «articulada» cle la Triuidad. Sin duda ¡ror
,,,1,, , ,rrttcriores de este
libro' a saber.' que la creacií¡¿
impregnada
su raigambre escriturfstica y teológica. Y hay que ¡rreguntarse aclernás si,jurr.
.., . l,,r t:stado ,i"*p,., aunque gratuitamente,
sido no sólo sal-
q"" r'"'i.üi"^i *ti"¿" han
ro a la aditiva, no es la fórnt¡la ideal ¡rara mantetter a salvo tanto Ia rrnicidad
de Dios conlo su coruplcjidad de ser y <le actuar. t, ,.rlv.rciónt Dios se noS
5 K. llal¡ner afirma <¡ue «debcría probarsc con cl máximo rigor quc cstc ti¡ro
, ¡,frrs, si^o cread.o.l en cristorY iue, en éste'
dc co¡nunicació¡r de las personas divi¡r¡s en la ¡reculiaridad ¡ ersonal de cada
una y con ello una relación no a¡rro¡riada con las divinas persoilas es inqrosi- cuanto t¡tis'¡r.o se aliena» (sici'
astr¡ne en
ble... Mientras eso no se lraya conseguido, hay <¡ue inter¡rrctar las afirntacio- ,,,,,,,.,,,u o, crlalrto la asu¡ne y la ,ál Herrlcr (llarcelona
ta J'e'
ncs cle la Escrittrra con la nráxinra exactiturl», Escritos d¿ Tiologla I, Ed. Cris- ,,t,turstrt,'"t" tt" L"l:':'ii';;;';;';'';;"1sobrc
', i ')), 268.
'i¡'
tia¡rdad (Madrid 2000),347- Vóirse totlo cl artfcr¡lo «§obre el concel)¿o I9U3)' 292-300'
|

\'. (lolrqi¡r' El Esltíriht


Satrlo' llercler(lt:*l:']:
escol{stico de gracia incrcada», 321-347. (Me he pernritido alterar rnfninra- 'I i*^''iau ti"l E*pitittt tuu'o tlt «cartsa fbrrr¡al
trente, y)or claridad, el orden rle las ¡ralabras de la cita); en ¡:arecida diicc- t,,¡,r,ts t[é Aqtti"o "t'' cle rtttesita {iliación divina' Ill Satl''
ción W. Kasper, & Dias de Jcsnttsto, Sfguemc (Salarnancl 1985), 267.
""u"'l'li
¡o"inii'i'iá"*¡
',¡l'r'lr:rrte)) luu^o'
n «No l¡a siclt¡ nsr¡¡¡ricl<¡ clc ¡no<lo <¡ue
¡rrirncro lirese crcud«¡ y lucgo asunri<to, 'l lt)'rl'2'a'1'sol'?',' 1992),rr'" 259'
sino rle mocl6 ¡¡1rg fuesc crea(lo al ser osumido (sed ut ifsa asnnQttionc t.,tlr(;s,ilo dc la lgltsut rot,;tíro(Ma<lri<t t]AC (Mattrirt
otigitutl 2 dc lrt. grtlcia'
I
r:r'torehu'l>>, Agrrstlrr, Ríltlica al satztin dc lot «tt'ionos (OSA XXXVIII, ' { 1. l.. t'. Laclaria" leot'ogia dcl f««tlo
1990,292). K. llal¡ner conrentil: «c¡r la e¡¡carnaciór el Logos crea la realidarl I ')9:i), 248-260'
Y F'L MI$IDRIO DE 1)IOS 127
t'(, Il()lr,f BRE Y MUNDO A LA LUZ DEL CR0ADOII
L r ' ¡r 'i\1Á DDL MUNDO

ha dicho y dado como es en sí mismo. En tal hipótesis pa- ¡,,'r sino imitar al Nuevo Testamentola'
1,, «lemás
«¿¿* credend'i>>'
rece posible y obligado concluir que no sólo es trino el ' , , ,,tt,l i>> cs, también en e§te ca§ot
que deÍrenden las
Dios que nos crea, sino que lo hace en cuanto tal; que , ¡,,, ¡.t()ri t"Otog;t escolásticos desbordan:
qle les
crea al darnos a su Hijo y a su Espíritu y dársenos en ellos | , ,,,r( :i ,',upl"u'i^ ueces fórmulas
,",, \' lir ttrisma Palabr" se dice iSí *it"'o y
dice
como Padre, abriéndonos así, para acogernos en ella, su
propia vida trinitaria. , ,,,rri, I'izo>>15. Tomás emplea un lenguaje semejante:
Palabra o Hiio se
En tal caso no somos creados sin más por un Dios que r ,,1,, :iC lc llama.ti potq"" con §u
Santo o
es Padre, Hüo y Bspíritu, ni siquiera por los tres, pero por , ,, ,,,,',,,,,, y dice l" "'"uit"u' Y en el Espíritu entre
, ,,',, i,,:,, '"áe de ellos el Padre y tl qlo
se aman
igual, sino por el Padre, por medio del Hijo y en el Esplri- qu€ «aunque el
en consecuencla
tu) como decla Agustln. ' ,,,''r,,lr)§»16. Arguye pertenece
Que esta fórmula sea no sólo teológica, sino también
r,, , r,,r(l(¡r'sea comán a las tres per§onas'les la
ilogmdtica (además de fundada en la Biblia, corno veremo§ ,', ,, ,,,, ,,.¿rr"t',^fq" «las divinas^l-".1:o"ut causan
enseguida), lo confirma el Constantinopolitano II que, ', r,', :,('t')litl la
razón de su procedencta» '
|' ,, , l.r'lo, ,i tu divinu no existe indiferenciada'
tras confesar Ia uniciclad de naturaleza y poder de las tres "'"ntiu
,,,,t, ,,,t;¡rrro'loio' h"bt¿ que
concluir 999 el Padr'e
Personas, ¡rroclama la diversidad de su actuación creado-
, ,,r,, ji. not.r..l",f'tui-"o*" ésta se da en Él' es decir
-i'ti"i*",,tt'
ra: «Porque uno es el Dios y Padre, de quien todo proce- espiritual-
el
de, y uno el Señor Jesucristo,, por quien todas las cosas ,,,,',',',',,,,;,,',,iliiiü; .Espíritu
han sido hechas, y uno el Esplritu Santo en quien todas al mlsmo
existen>> (DS 421). El Vaticano II, aunque sin dogmatizar- li,'irtliir interesante, y debería sorprender esa co-
qüe mantiene
la, adopta, como se violr, esa misma visión <<económico- ,,.,,,¡,,,, r:omprobar có*o la teología
.,.,,,,,,1,rr[ <[e acción ultt"á de la única esencia
trinitario> al hablar de la creación. ";;;áo;^ "t'
, '':;:,,','i;,;;iente e i"a"gu por toda Ia realidad cósmica v
Thmbién la liturgia eclesialrla eucarística en particular,
la sanciona. No sólo porque atribuye al Padre la creaciónr2,
3'14"' Cf' W Kasper' El Dios"''
sino porque, al hablar de Dios y a Dios,lo hace en general ¡ , .,r 1.4; 2 Cor I,3'20; Col 1'3; Ef l'3;
en forma trinitariamente diferenciada; se dirige al Padre ifisttm ct quaectrnque fecir»' Anselmo'
,l:,,,';,:;,-' eoilcnquc vubo tlieit se
por medio de su Hijo en la fuerza del Espíritur3. Y no ,,.',,,,t,i)¡.r33, BAb (Madrid 1952)' 27 8'
se cl cr¿aluram' E¿ Pater
et Filíus di'
cabe pensar que Io haga bajo la reserva de las apropiacio- t¡,, ttttr Paler di"n'V'l'lJ' oel Fitio' el se et nos»' S"Íh'
,,,,rur liligmtes sp¡¡'í"i''"')'''l'í
o*'oi'" ptoccdente'
nes. La oración es el lenguaje más inmediato y fecundo.
' 'r',,',',,;i'!;llnii, licet sit commttnis lribus personi.s'.ord'ine ttttttcn quoi'am eis

Nan¿ Fitius i"i't a Patr'e' ct Spiritus Sanctl¿'s ab utroque»'


',,,,tnit. '"*
tt LG 2-4.t7; AG 2-4.7;GS 22,38,39,45... i'l /,.1,t1.45,a.6,ad 2; habenl caust¿lita'
t' " .ltttinoe petsonaz §ecunlunt ration¿m suae ftoccssioni¡
Recuérdese en ¡rarticular la ¡rlegaria eucarfs¿ica lV. óf' s^ilttux' «La cr6ation'
r) t,,,t r¿sbcctu "' -r' (1962)' 27-50; L' Ma-
Nótcse có¡no se abrc y cierra cada eucaristía y, cn ¡>articrrlar, cómo cornienza
,,,,¡vre dc la Trinité,
","ot;onx'7lo*"'-itti'¡
sei;;';i;;Ti";"t" cn RT 72
(prefacios) y cóno acaba siempre la acción de gracias central: «Por Qristo, (Pa-
t, LtI Trinit l cré a ttic' i;'t''^
aint B' n att¿n ture''Ecl' Fran ciscancs
S o
con él y en é1, a'l'i, Dios Padre ornnipotente, en la r¡nidad del Dspfritu San- t l r r. t

to, todo honor y toda glorin por los siglos de los siglos». ,,.. 1992).
MIS'TERIO DE I)IOS 129
128 HOIIII]RE Y I4UNDO A LALUZ DEL CREADOR I I r'NtGltlA DUL MUNDO Y EL

Tiinidad a la- creación y de ésta


humana aestigios trinitarios que ella ¿raslucirfa y de los rr ,',, ',,, .rbicrtos de la
que hablaremos más adelante (cap.IX). . , \ r
¡rr.ll;t. S" t'u'", fot tlP'*o: tt ::" creación que
,| .¡ y afn'pí'ittt (2'2') dentro de sí'
Por todo ello parece legítimo abrir aquella tercera vía
',tr¡ 12.f
,r

entre «apropiación» y «propiedad» y adentrarnos por ella


viendo si los textos de la fe no permiten establecer una re-
lación más estrecha que la habitualmente supuesta entre t ,t , tltt:r'ienciad'eJesús
creación y Tiinidadte. Pero antes hay que recordar el pun-
es tan honda' íntima
to de arranque de una teologla trinitaria dc la creación y I' , ,,1.¡. ttit) entreJesús y el Paclre
exisüente entre
señalar sus posibles desarrollos. ;,,;,,:,' iM L:_]-,2:5-27).uue desbordafa
y sugiere una relacrÓn intradivina de
. ,r,,,.r 1 (lreador en último
,i,,, , l'.r,lrc a. tu q" iquélla otra sólo seríao
. ,' ,, ,,, r,'vclación y t"ali'ución
histórica' A:t ":*:
2. Dn LA cREAcIóN A LA TRrNro¡o: cAMINo DE rD^ y ::"1;
sa
,, ,,,i,,t., la fe' ¿Ño habrla
que hacer,extenslva ¿?¿
VUELTA afirma
qt'"-se
. /, r r.<[o ho*b"'l;';;á; tl *undo']o
(Col 1'15) y pre-
t t't ttttttgíflito deio¿o to
crea'ción>>
Empezábamos este capítulo afirmando que Cristo, por
su doble condición simultánea de sentido de la creación ,,'l'l'.lr¡rrnbiénellosnoaPuntan'comoúltimaexplica-
,, ,i, ,,,, cxistencia' a Ia viáa
trinitaria de Dios' a una re-
por un lado y de encarnación del Logos de Dios por otro, creatural' con el Padre?
revela en su propio ser la relación de fondo existente entre ,,,,, lrlirtl, y no simplemente desde cristo
la Trinidad y la creación. La explicación allí avanzada en r r , ,, r r.r la mxn€.^^rí".-.¿."re de plantear
forma de tesis (el trasfondo último de Cristo ha de serlo . ,, ,,1, rf i¡, trinitaria de la creación' misma
,r.o lado no;;; ;;;t'y que Ia
existencia
también del mundo), aunque de algún modo patente por r',,r
Pudtt ton resultado y reverso
sí misma, resulta demasiado teórica y sucinta y reclama i :,,,: ; ;;u .o '"tu"i¿"tiufq"" Éste Ie hace y declara su
una breve explanación ulterior. Es evidente que no pode- , t ,,'';t,) i,.,augural*fo'
tt*bién asegura
mos dar entrada aquí a la teología trinitaria en sí misma. ,, , , ,,,,'i,r5t"ü;1;11)' A """" "::: y realiza-
Hemos de suponerla básicamente2o y limitarnos a señalar i, l, ,,,t¡r relació' pá'"'no no es sino revelaciónen el seno
, ,,, l,rsrfirico a" .rlul."iiar¿
paterno-frlial
Ésta asimismo a todos los
,,,, ¡r,, ,[c Dios' ¿N" t*Sf"Uará que
le Como üna rnuestra reciente de esa corriente de r,. ,r¡r,ur()s cleJesúsr t'"oáo'
en torno a él? ¿No habrá
¡>cnsamiento y de cómo esa ori- al
presuncidn rebaja las posibilidadcs ulteriores que anuncian los rextos, puo- ,,,, l,rir', en tal gesto creador que está
de ver.re J.Morales, El nistcrio de la craaciín, Eunsa (Parnplona 1994), ""'";;;;;i
133- 135.
10 Para un desarrollo más explfcito y Sis'
sistemático puede verse L. F. Laclaria,.EI
359'449; W Pa,nenb erp"'Íeologla
.," la salvación», cn MS Il/l '
Wer¡ict, oooctrina de la Tri'
Dios tiao 2 tatdadcrc,Se*etariado Trinitario (Salamanca 1998);J. M. Rovi- ,,. ,,, ,u
, .,,, t t t,t l, u pco (Mactrid iéüzi' i'ei:ior i J. nao,gt" oos!'a1i'i1H1'lii
',
ra-Belloso, Tratado dc Dios Uno 2 ?i izo, Secretariado 'frinitario (Salanranca
1993); «Tiinidad: Padre, Hijo y Espfritu Santo», en X. Pikaza-N. Silancs ,..,r,,r,,. t:¡, Tlr. schneitler i;;'i';;;;;';'i'
ó'=tf'"le'Dcr dleieine Cott' Eine
tttnt'
(Dir'.), El Dios crí,stiano, l37O-1394i W. Kasper, §l Díos,,,,278-357; ,n,,,,1,,Ira
"',,",",',',,,":
1996), l12l'I2iít'él
e r<ler (l'reiburg
i 997)'
K. Rahner, «El Dios'I'rino como principio y fundamcnto tragcendente de la o loi lc c,i,H
DIOS 13I
I [L MISTEITIO DE
É'L ENIGMA DEI'NIUNDO Y
lltt rl, r\r¡rlili Y I\lt.lNDO ALAL,UZ DEL CREADOR I

r,.r. (l( I rrrrrrrdo y de la humanidad hunde sus ralces en la ,, II ; r In is ma,


"' -H "o';' I;[T;IX lo' l? #l]"i:T!l
r, l,rr rri¡r ¡raterno-filial y procede fontalmente del Padre? -*"ol-"'^ ar Éadre sino
I

: :;::1,:,"Jil;"*l:1tq'T",'""'"'

2.2. La exp*iencia la lglesia i l Exiifl f#5"il"""'#


r':,n i
;ul*t"'"'"'*
d,e
ál capltulo descenden[emen'
, ,t,,,1 rlcl hecho, .rrrJ"ir'.u, iel Padre' Este procedi
,, ., r,artir ¿" ru ut"lll'"'"^¿"tt lo recla'
Los discípulos habían pretendido retener aJesús, pero
Pentecostés mostró que lo que parecla una separación, era ,,,,, ,,,., no invalida
Ji"áo^ el inverso' sino que
en realidad un modo nuevo y más profundo de presencia ,,,, , ,,,^o le-gítimo
'::; aba3o au
;;"*il;;lll:::1"::Jil"":#Jtil
de Cristo en la comurridad¡ el que tenía lugar por medio ;,;.;;;; ¡""ú" sino de más de Esptritu' como se ha
de su Espíritu. La particularidad histórica de Jesús tenfa rrrr',*rit embebicla;'ht*tily
que ser desbordada, no anulada, por una presencia más ..,
"' ,.' ¿r:1ffi;*[:i:-1l o:"_tfi:.nda ir más aná de

interna, y al mismo tiempo más universal, que le permitie- genéricas


se ser en verdad la clave y el sentido de la historia entera. l , , :'irrrples up'optutilt'"' y"tlt "o"iideraciones
deberá aven-
de la creación'
Sólo el Espíritu podía hacerlo. Por eso, para que Él uinie- ¡, rr('iI clel carácte;il;;ti" lo índect'
r,rr,¡r'sc («con
y ternblor»' porque bordea actividad
se, convenía que se fueseJesús (Jn 1617).
"*o' utt'"u de la
A través de la experiencia de este Aliento que la hace r,l, ). c.'',"u i"dugutió;;i;;;*átitu en el acto común de
¿" las personas
nacer y Ia vivificu, á. s, fuerza creadora, incontenible, r',, rrliar de cada t"'u
junto con la praxis bautismal que ie sitúa al lado del Padre
y del Hijo, y con el apoyo en ciertos textos escriturísticos
I ;, l:, ;,;;,="f;ihW*l}*1,ffi:iiü: Ia teo-
' Jino p'otonsar v acentuar
que hacen lo mismo'r, llegó la lglesia a la confesión de
que ese Esplritu no era un mero don creado de Dios a il' I"il' ra'irli**ut"lx ;t;"ii+r'il'Jt
'i::ii:ñ'i"":,,;i;
ella, sino la Presencia personal de Dios en ella, el Don ',' /
llrrr:rtavetrtüfá
{ y
(.1do ser en unidad' verdad
mismo que se hacen entre sí el Padre y el Hijo; que io que , ,,rr r¡cturab, ,.i.i*ir.-** entendimiento y volun-
vinculaba a los creyentes entre ellos y con el Padre y el l,,,rr.latl; ho*ü^""^*""t'ia'
"t Ia
Flilio no era sino aquel lazo de amor, tan divino y personal r.rrl, ctc-)' esoeculación' Pero
ellos' no rehuimos-I'a
como ellos, que los aúna entre sí. Por eso el Concilio I de AI igual que
Constantinopla dio a ese Espíritu los tÍtulos de Señor y 1 ',t:trlos ** 'ol*i" ^i;l:;f:t:::":*:f inf::::;
trinitartos t":l::':;rl;;;ú'
,l,;,,, rrllá de esos reflejos
j:i#il comprobar
dador de vida y lo declaró objeto de la misma adoración y y- Ja rro*ur" puiu
glorificación que se debe al Padre y al Hijo (DS 150). t, t ¡t o riarnisma compañ'era ae
po1 cl Pad're'
Ya se ve cómo, tanto en un caso (2.1.) como en otro ,r rr() se revela **.r""¿rld'a ello indt-
;'; et Es'bíritu' Para
(2.2,),la dirección ascendente se invierte, desde el fondo , ,t ttt ino drt Hii'?;";/;:;;; .;
,',, í :, :;;
, ,,,,, ¿A Paclre»
;; a
"i?"
i'ii is:l:á

(3)' una «creacron I


"i;" ::* :iti:f üi l1l;
(D)'
rl I Cor 1214-6;2 Cor l3,t3i Mt 28,19 , , r circiórt en el EsPíritu»

,t
L
tvllSTERlO Dti DIOS 133
r32 HOMI]RE Y MUNDO A LA LUZ DEL CRE,ADOII liL ENIGNÍA DEL tvlUNDO Y [L

eclesial ya se dijo que el


En cada uno de estos casos se evocan en primer lugar r',rr lo Que hace a la doctrina su
los textos bfblicos y eclesiales, ya conocidos en parte, para qtl" ttt*n"za el Credo fue revelando
,,r,,1,, rlt: Paclre
que la-Islesia ahond¿'ba
pasar luego («Vestigios») a una consideración teórico-prác- :';:,i:';,; ,ig"in'""a" ' á"ái¿^
tica de cómo eso se traduce en una comprensión del mun- ,, t., lrliación,ut¿"tiJ'ir""it
Jiti"^ cleJeJús' Del Padre' y
ven proven'ir el
do y del hombre vinculados en su existir al misterio ínti- ,,,, ,t, rtrl simple CtllJ;;-il"t'oltnt!'
constandnoPla' Y Io mismo
mo de Dios. ,,,:,;,,.|,;i:;, ¿'Já"' ¿" Ñicea v
,,,,, , f Vaticano II (LG 2; AG'2)' tanto el misrno de
es
I'l ¡,r'incipio fo"tut á"1 'oundo Por
3. CnnacróN DEL Peone («Cnntno tl ParRE>>) ori!en'5' El Hijo v el Es'
, ;,,l;;,i;;I;ip"¿", "'ig"" 'i' en su Pro-
«Creo en Dios Padre, Creador de cielo y tierra»
,, ,',; itmbién creadoies' pero -a -su manera'
del Padre' Éste et el que
;
; '";, p'u""ál';;í";
3.1. Recordatorio bíblico-dogrnático ¡,r,, r' [,cctlliu, en el
al ser' enslobálrdolo
.t'if,iIlu.iu*tni" tl *t'ndo
l,rr,.r al final en Sí
Cuando Jesús llama Padre al que considera «Señor de , r,r r, r rlcÍ HÜo y del Espíritu.y -:9lgr:gañdo
,,,,1, l;r realidad (1 C;;i;¿á¡'
nrña,t" es la razón última
cielo y tierra»> (Mt 11,25) y le fía el cuidado de toda la crea-
,i, ,, ,'*t""cia, uniJad y coítinuidad de la creación'
ción (6,25-32), no cabe pensar, porque serfa cristológica-
mente insuficiente,, como se ha dicho, que se comporte sim-
plemente como creatura que invoca al Creador. Es más bien
t .l Vcstigios d'el Padre en
l'a creaciín
su conciencia radical de ser «el Hijo», «el único que conoce
al Padre y a quien sólo el Padre conoce)) (Mt 11,27),la que
.r) Los ra§gos peculiares del Padre
se expresa y, a trayés de ellar la persona divina del Hijo, que
no puede llamar Padre a otro que no sea el que encabeza la
r\rrtes cle señalar rlóncle t" pt"-dtjlstrear la presencia
Trinidad. A El le atribuye por tanto la creación. la Tiinidad urge perfilar
, r, ¡)rx de la primerl f ..to"u'ae
,rr
Por eso el Nuevo Testamento, aun cuando hablando de , I rrrrrlo mismo d.
p;;;;;i", d" aplicarlo a Dios. En efec-
ésta, sitúa a Cristo del lado del Padre, mantiene a Ést" .l símbolo po,t'no, Jerivado de una..txperiencia |ruma-
como la fuente originaria (aá) del mundo. Recuérdense ',, a amblguedades y 9:fu^:t*
,,., fi¡¡rclamental., está expuesto
Ios textos mencionados en el capftulo I. El Padre es la trasl-ucir una unión física
, ,,rr(:rj. Si para to'u"'igtt-rou podía
fuente de esa misma creación que tiene lugar por medio , , rtr. t)l Creador y
o' Por el contrario' una simple
del Hijo22. Y hay que notar que, aun cuando la atribuya a "f-*'t"'dJ
Aq"¿í respecto a éste' los moder'
I,¡ r r(:volenci. g.,'e ti"' d;
<<Theos>>, y sobre todo a <<O Theos>>, y no expresamente al
Padre23, el Nuevo Testamento se está refiriendo a Éste2a.
rlcl Dios Patlrc quierr' siendo
t,, ñro exPresatl¡en[e del nau¡or folrtal>>
,,¡,,r,cipio *iu p'in"ipilllü'ü;; a"iotpitit" Sant.' lo cs tarnbién tlcl
ou vida hasta llegar a
*"^, ,,.a'i,,rí,,a a paiticipar trefontaris»
,,rrr¡r(lo e¡¡ cua.to ¡ros
" C[.] Cor 8,6¡ Col l,12-20; l'leb 1,2. es Duer¡avcn-
o..*.'"_lrri. deesa«¡re*itttro I'iko'"'N' §ilanes' EJ
.,,.r «rutl<¡ en to«ro».
'n Mc 13,19; llclr 4,24; 17,24; El'3,9; l'leb 2,10;3,4; 11,3; Ap 4,1 l. Xl
tii¡rl))' en
¿'f CI K. ltahner, <<Theos en el Nrrevo 'l'estarnento», crr Es¿r'rlfa.r tle Teohg.ía I, trrta, cl. A. Villal¡nontc' <<lluetlavelttura)
1 2'
Bcl. Cristiantlacl (Maclritl 2000), 89- 1 56. l t t os et'isli«tto, 1 992' 208-2
l:l,l rroMllntr y MUNDo ALALt,zDE¡.
cRr¿ADoR
¡ 1. rlNrGMA DEL MUNDO Y EL M¡$IDRIO Dn DIO§ 135
nos Io miran con recelo porque
los fant
¡r, , ll.r ¡rodemos extraer tres rasgos capitales de la
llg,l:1";,8,*Í",.,b'i",¿:;;;;;':iül"r#l:::,i: ,. r, rl l)itt.crna:
e s ati g. ,r
l':rrlre da el ser al hombre y a cuan¿o le rodea.
",';:::::i Ir:fffJ: : J:
qu ra f'.1
s

mortalidad, un Dios padre


r
L:ffi:11,1..",:: r .t,, ,,r ,lr:be a Él de,.na manera absoluta, irreductible a
.r, nligr.,o de los dos ca-
sos deja crecer. Todo. ello -qr. . ,1, t.rr'r r¡tra forma de paternidad.
aárnd. i;irug.n que la fe se
l, ¡ l'.1 l'adre da el ser en plena libertad. Esta gratuidad,
hace de Dios cuando l" fU*u
Por ello, manteniendo tu
u-;;pJ.
y Creador26.
. ,,,lrrr'¡rtc absoluta, transciende también lo que sucede
a.nrlJad-imborica der térmi-
no p a dre, hay que interpretarlo ,, ,l rrr.rrr;o humano de la paternidad en el que padre e
.l"rd.
el trijo por rntonom.asia,Jesúr,;;;;on
á,;;;i;; ;;il; i.,r,, .¡. ¡r(:(;csitan mutuamente2S.
su invocación, , r l',1 I'aclre no sólo da e[ ser, sino que, en élrsa da a s{
sino con roda su
"iao.
ri puJ; ñI"¿scribe en la pará_
bola del hijo pródigo no pone .,,,,,,, l,rr actividad progenitora es tan autocomunieatiaa
ctto a la emancipación de
éste; el padre ou" éI p.o."ir*r,,*¡oi ,,,,,, i rt'ativa. Así sucede tendencialmente en la paterni-
¿. y tierra»
el que ro.p."ni. n,l" f,irt".¡l
.", ," "i.lo libertad es
.rrical
l,,l lr,r¡r¡¡ura y así sucede absolutamente en la tinidad
elegir Io pequeño; .l naar.
qu. ;voir oulrando los ojos
de ,,,,¡ ,I l'aclre y el Hijo, y en la historia entre el Padre y
cielo>>, Ie lleva a mirar
también u lo, *j. abajo»
al l, ,,,, l',ste (y en su medida sus hermanos y su mundo,
y partici_
parles su condición de hijo;
.l pJr; ; gue clama en Ia ,.,,,,, :i. rlijo) no es un simple efecto del poder creador, de
cruz sigue siéndolo p3r1
éi run I , , .,,rs;rlidad eficiente» de Dios, sino del amor efusivo
abandono. E,.
Jesús lo "uurrJJrufra su silencio y
i"ul*.ii;ffi; l, I l'.rrllc; es lo que resulta cuando Éste «sale de sí» al
por tanto su. i*"age, paterna, padre, y ,,,,,,,,1,r, «:uando profiere en el tiempo la misma Palabra en
sobrevive , lt- 3o*o
bas y se r".irolr'.n hlr-;;.
téntica imagen del padre.
ilr;ff'r"".fiff*X: I , ,lrrr. sr: clice y se da en la eternidad.

,,,, ,l l'adre deja al Hljo ofiecerso por el Esplritu»,J. Moltmann,lil Dios


' * CI. D, Stein, «El asesinato
,,,,, rlo,Sígueme (§alamanca 197 7) ) 3 4l1' W. Pannenherg, Teología...
Ittu \
clel padre y Dios parlr
la ol¡ra
¡ I r I t lejos va H. U. v. Balthasar, quien en csa entrega descubre que
4 I . Más
«corrcirirm»(rsai,Jss-ssg. <re F'rcud»,
órr", I rl,,1 ( s or¡ sf mismo, y no sólo respecto al rrrundo, arnor en forma de hánosis.
lenguaje "1""*".rr;,:i:..,.^
co, lilosórico y ..tigÍáro.".rn
en ese ..o I 6i de «Concili"r",
.;;;;::,1,,:.,,::r:iiffi:r,rr.",l: | ,. ,urror kenótico serfa el mistcrio de la ripersonalidad de Dios: el succso
partre?»; aJ,f iJ*f o p;;;;il , r¡ | r,,, (lcl tri¡lle aulovacian¡iento <[e Dios. Hablando en particular del Padre
W. Kasr>er. n a la
o¡or...,-iai--;;i¿ilil:ruez, t)rcgunta «¿Un Dios
«La ¡raternicla<t <te 'l"rr,r (luc <<cn el amor del Padre hay una re¡¡uncia absoluta a ser Dios ¡rara
Dios bqjr: ro.p."l,n. punto
cre vista ,rril";;;;;;; r ,lrr, (ur abundono del ser de Dios y, en este eerrticlo, un (divino) atcÍsmo
ar Dios padrc e¿nt¿ cr
t¿to de ta inju.rticia
t dct in1y1s-c.ien;¿ffi;;T;e, .tbotogfa i, I rlr.l arnor, por supuesto) c¡ue en rnodo alguno hay quc conlündir con el
<lc óeusto Deusto, n.,,
,, raraqoJlcamer¡te
3l-!Y,]j.,*rrdad rooo¡, sr-io.'- ,,, r,,r¡o dc este mundo, pero que, por o¡ro lado, fundamenta su posibilidad
e8 en e$a cnrz <loncle, 1,,,¡'"rárr<lola)»>,'I'¿ob'anática, La acci6n., Encuentrq (Madricl I995),300.
a la luz <le la resur¡ccción
lecostés,
el pa<tre
resulra se¡ más lra(líe y tle pen-
todo al Hijo. y es tarnr¡ién.e¡r ,r;,;';;,;;;' I '¡, rnrlas que no todos ad¡niten. Cf. J. Werbick, «Cottes Drcieinigkeit den-
era <roncte;iiri;;.;;"Í::§,]il":ilr,.f,1,:i1 l,' ,,:'¡», cn TQ 176 (1996),225-240.
samcnte srr altcriclad con
el paclre,.,, .¡;f.r;i;;;ecto ' ,,r lr,r¡lesar al Padre corno primero en la creación signilica entonces recono-
logos sirrÍan a É1. Algunos teó_
l)or cso e¡r l. *ur.lnr"r"i."i¡;,";;;;ilr,,,,,,"sia , . r (lr¡c el filtinro motivo de la existencia <lel mnndo es cl arnor, y que detrás
«La ex¡rresi.n »rás ce¡-ii,a (¡e
¿. l. ni"i.i.¿.J,.i ."lii¿,r,",,e la Trinicla,. ,1, r()(lo cuanto existe hay un mistcrio eterno dc gratuidad radiante», lJ. For-
Ia cruz, en el
t,.'lulttgía tle la hisloriu, Síguemc (Salamanca 1995),270.
MiS'IÍ'P'[O LaIi DIOS 137
136 I,IOivf DRD Y IVIUNDO A LA LUZ DEL CREADOR , t t rll( ii"lA DIIL i\{UIiDO Y EL

de aquella «salic!'a
La diferencia básica entre este amor paterno y el con ¡ ,,¡¡lrrr rr la creación es el resultado
, ,1, I l'.rrlr'«1, cle un éxtasis
de arnor esüric6mente Pa-
1,ugal o de amistad, igualmente autooblativos, reside crr l*'ifottncia de Creadorrll'
que en el primero no existe previamente aquél a quien se r ¡, ¡ trt(:t'itrrl6fl"''¿Jttr
haya reatidad' y el pasmÜ
ama, sino que la misma existencia del amado es fruto cL: ',,,':,, ,,rir,*¿i"f át q"t Iu que Leibniz y Hei'
esa autodonación. t",r,lit:ttte, q"" *gi "" tudi:ol,i:
'i las preguntas
No hacemos referencia a los rasgos maternos del amor r ¡,l,rtrtcan corno
, la"más
no remiten úrnicamente al
de Dios. No porque dudemos de que el amor de Dios s¿á¿ , , ,trr lr.ry §er y no ttada?)., Padre conlo
también a madreze, ni porque pensemos que Su materni- l:, ,,i,,i, qte'a"iuiu" la'presencia del (Mt
, ,,,,( ,,r(, de todo i;;;;;á;' Así lo Percibe Jesús
dad (e inicialmente toda maternidad humana) no cumple r

el triple requisito básico que hemos asignado a la paterni- elemental de


dad, sino porque en los textos bíblicos y eclesiales que es- I 'a1,,',,,á,
de su existencia' la gr-atuid'ad'
sólo en el §enti-
al P;;Jñr-s;da'no
tamos comentando, y en labios deJesús, esa originariedad ', ,l,,l,rtl cvoca estt;hí, sino de que J¿.rLoJ ¿¿ y §in tener
absoluta tiene el nombre de Padre, de <<Abba>>. r . ,t¡ ,r,¡(: cxiste,
y manifiesta a su autor
Después de haber perfilado los rasgos del Padre Crea- , ¡r¡(. lis realme"" "t' clonpád'e el
dor digamos dónde se echa de ver su presencia creadora. :,,,',"1i,,';:. ilil;; va que al darnos
"o*o
m'is¡t.t'o' Así se transparentan
paraJesús y
¡ ,r n()s cla a sí
P.or eso el pasmo' Por-
,,,,.; ü r"olidad y la hist'oria'
b) lr.r1'rt ser y porquá
to'to es' imprevisible' sorpren-
¿Dónde se vislumbra al Padre en la creación? ¡',, "u al gracias
l, rrl, ,l,t'Íttui'or en ellos en «accióu de
1. El primero e indudable vestigio del Padre es la ltre- l "
,,lrr'. licñor cle cielo y tierra' porque asl le
"utt"ce ha ltarecid'o

scnda de su Hijo Unigénito en cl mund¿3o. Ella revela por " "" ([VIt tl'25,'6)' r-r¡^cretc) en un munclo
^^.^f,*,,.a Ar1
ei1-coIICre
antonomasia al Creador como Padre. No nos da simple- t l'lsa realidacl se conf,tgura
de sugerencias' de pro-
mente el ser; nos da el Flijo y se nos da en é1. Ahora bien, ,1, r.litciones cósmicJ.-h"tíu"ut' en el ori-
, , r.s, d€ rostros o*igo'
y, mur tn p1*"lor y
ese Unigénito es el Prtmogéníto de toda la creación. Por
', ,, ,lc cacla uno, d" paterno§ y materito§:.1:::":;
eso Ia misma exístencia del mundo 2 del hombre, tal como 'Istrá' por sl
de hecho acontece, hermanada a la de aquéI, será deriva- , ,, ,'. ,r.t pur", de una realidad que pregutlta exenta
"t., J" é1' no
damente el vestigio primario y universal del Padre Crea- ,, il,l;,i, *ii;.ltl
e insegura-de
'""ti¿o y o*"'á'ucla Por la nada' La
r.,,,,rloco de figuras ;;i;;; y u'o:'-
a su tlavés llo es tan palmaria'
t§ De ello clejamos ya hacc algún ticmpo constancia en el artlculo «El Padre
,,',':
':;;;riJ?u¿ttd.r lugar a la pregunta v a la libertacr ¡
ii:,:i::iJ-;;;; la existencia
materno))r cn EE 58 (198.'r), 249-275; cf.J. Moltnrann, «El Padre maternal»)
en <rConcilium>> (I981),.r81-389. De entonces acd la bibliografla sc ha he- ¡r,r, oso rnismo,
L ¿:*Ei;ñilii"tá¿o
^
cho inabarcablc. Una buena selección <le ella se encuentra en S. del Cura,
<<Mtréstranos al Padre», en Dios Patl;re r)e jcsuurslo, Cuadernos de Teología rlc
, ,ru¡ñnualo crr ¡;ctteral' y no ¡rrccisatnetltc
Deusto, n.o 22, 1999,47-76, es¡rec. 50-51. t[c la natr¡taleza ltt¡lrlanti «curndo Dios <¡rtterc
K. Rol,net que
r0 Cf. R. Aguirre, <1f csús, parábola de Dios Padre», en Dios Pad¡v d.c Jesunisto *ucstra condición filial, p,;;;;ii;;r^.
(cf. nota 29),9-30. l;:;-ñ;Ñs" ol l"i'»t're'' cu'rso"''2$7 '
UL ENIGMADEL
NIUND()Y [,L -
il]S'l l"l(l\I I'r I'r
138 I.IOMI}RIIY MUNDO A]"ALUZ I)DL CRT:ADOR

de visiones del mundo (panteístas, dualistas, ateas, agnó§-


ticas, nihilistas...) muy diferentes de la cristiana.
Para que la realidad hable del Padre («sepa a Padre»),
en particular cuando el mal y la culpabilidad, de las que
hablaiemos más tarde (cap. VII y VIII), la recargan de
opacidad y la desfiguran en pena y mal, es rnenester tener
presente por un lado la imagen de Padre que desveló Je-
sús y acabamos de recordar, y participar, por otror de lle-
no en sus sentimientos de hijo. Tampoco éste ignoró la
oscuridad y pesadumbre de Ia realidad. Las padeció ade-
más personalmente al lfmite. Sólo dejando al Padre ser
Dios y Misterio (libertad y gratuidad absolutas) le recono-
ció como Padre. Por eso es tan decisivo que, entre los ros-
tros amigos que pueblan la existencia e invitan a conside-
rarla como amor, ((se dé>>, «esté ahf» para siempre, el rostro
de Jesús. Éste forma ya parte del ser y de la gratuidad del
ser. Más atrn, cs en persona la aersiin Ji\ial del mund,o. Por
eso el encuentro con él es tan irnportante para una lectura
paterna de la realidad.
4. ¿Y aquéllos de cuyo mundo no forma parte Jesús?
Aun sin haberse encontrado históricamente con Cristo,la
mayoría de las religiones han entrevisto en el mundo una
benevolencia fundamental y han hablado también ellas,
como vimos, de Dios como padrej'2. Más vaga y problemá-
tica resulta esa experiencia paterna para el no creyente.
Pero en principio no cabe excluirla mientras se mantenga
que el Creador es accesible a todos y no es otro que el Pa-
dreo y que todo hombre es herrnano deJestis. ¿Sucede así
de hecho? Acerquémonos al encuentro del hombre con el
munclo.
Lo que se acaba de decir en I y 2, acerca del sobreco- lo que..enf:lliil"rt'""#:ti'f
gimiento primordial porque haya ser y por la reduplicada ' ,:,,,,f[ina K' Ralue¡' <1Tleos"'»' 149'
origen absoluto no cs srrnPlerr\
, ,,;.;J';;"na por el
vez cre El'
lil:':;l..i':üüJv 'i n'piitu ¡rr,cedeu a su en'l' ltatzi'gcr' Dior
:t' Cf: lV. Kasper,.úlDios..., 165-166; H. F. Ilarnikol, «La r :t. ti. welte, «Por qué t" oil"t"1i;;;lit-':''.'1"3t""'
' ',,',,::,
¡ratcr»irlad ala luz (Madrid I e73 I e- 3 7'
)'
cle la historia de las religiorres», cn <<Conciliunr» ( I g8 I ), 3li0-352. ;,;;i;;;;,ó'il'¿iun'l'¿
140 HOMIIIiR Y MUNDO At..Al.UZ DEL CRf!¡\DOn I¿L ENIGM^ DEL MUNDO Y EL MI$I'lrlIlO DE DIOS 141

fundamento que reclama toda realidacl y con la gratuidad , Sin esa f'e no podría sobrevivir ni ac-
,, , I :;r:ntido de ella.
que patentiza, el sensorio de l, pruserrcia y activiáad crea-
r,r rr ni, menos aún, comprometer en algo su vida. En ese
dora del Padre. Ahí es donde Iian vislumbrado a Dios la ,t,,l,l. sí en el que la realidad se da y el hombre la afirma
religión, la filosofla y Ia poesía (Hch L7,22-2g) y cloncle la
r, ,rrlr ia lugar anónimamente el diálogo entre el Padre y é1.
t-eología cristiana ha de situar al padre so pena de que t.)rrienes consideren demasiado teórico ese sí transcen-
Este sea m,enor que el Creador y Este menor que .l serr la
,1, rrt,rl del hombre al Padre han de saberr lo mismo que to-
verdad, el bien... Al contrario, éstos no son sino el pr.ro- ,1,,:i, t¡ue hay una manera más sencilla, aunque no menos
gio de su infinitud, su precursor; son los nombres secula_
f ¡.rrrlír, cle congeniar con el Padre y así de conocerle. Con-
res de Dios, su discreto anonirnato. Ahí está siempre pre- ',r',rc cn compartir sus sentimientos y su acción en favor
sente y actuante como Padre. No hay realidad que no lleve
,1, los hombres y, en particular, de ios más incligerrtes. A
su impronta.
,¡rrr:nes lo hagan les declararáJesús «benditos de mi Pa-
el hombre lo percibe. El órgano que capta esa infini-
.Y ,lr, n (Mt 25,34).
tud transcendente-inmanente es 1a propia tánscendencia
del espíritu humano, su capacidad d. ta..untar, más allá
de los objetos, lo que les desborda y enmarca: ia verdad
c) ¿Se manifiesta también como <<Creador»?
1|g !
qy. viven las verdades, el ser que funcla los seres y es
ilimitadame-nte mayor que cada ,rro de ellos y su su*á, .l
Aunque pudiera parecerlo, no estamos hablando sólo
futuro absoluto que anida en Ia realidad y es inte.mirrabie-
,lc la presencia del Padre en la creacióno sino de su condi-
mcnte mayor que ella. Mediante ese órgano el hombre
,'i/¡n de Creador. Y también esto se puede vislumbrar, so'
sjtuado, por su modo de ser y de poi vida, en el ám-
91tá lrre todo si leemos el hecho y el efecto de Ia creación en su
bito del Padre Creador, y en cada acto áe conocer, querer,
firrma más altar la humana, y repensamos aquella infinitud
valorar, percibir y dar sentido (que acontecen siemr¡re en
,livina como horizonte de ser, como futuro ilimitailo y
ese horizonte de ser), depende de Él vive de Ét. f,,
v tu como Tú absoluto. Veámoslo:
manera implícita de estar ante É1, la forma muda y cons_
1. Basta en efecto que la autocomunicación del Padre
tante de venerarle.
ocupe su zona, a saber el horizonte del ser y el poder de la
qué esa infinitud es paterna y no simplemente realidad, para que sea creado el homl¡re. En particular el
-. 9.
divina?-¿l9I{emos dicho ya que se trata cle ,n ho.ironie de ver_ .sobre-salto de la transcendencia, es decir la capacidad de
dad, de bien, de justicia, de belleza,
de senticlo, es decir cle desbordar todo objeto particular en el rnomento mismo
positividad ¡ en el fondo, de amor. Ésa.s la casa del hom_
cle conocerlo, y que es el primero y más característico de
bre, eso le es connatural. El mal,la negativicladr le cluelen en
los rasgos humanos, es el efecto inmediato de la autoco-
lo vivo. No son Io más suyo. Es un sf i-o que ante todo perci-
rnunicación de Dios. Con ella es creada simultáneamente
be. Por eso da también él un sf básico a la realidadss. Cree
la capacidad de pensar, querer, anhelar tfpicamente huma-
nos, es decir ilimitados; es creada su libertad, ya que nin-
35
guna realidad concreta podrá colmar ese horizonte infinito;
Cl. FL Kiing, ¿nrz.rle l)los?, Cristinnclad (Ma<lri<l lgTg),775-782.
es creada la actividad humana provocada por posibilida-
DO DIOS I43
Y EI' MISIERIO
tt' llr t,llrll, \' t\ltNI)(-) AL,ALUZ DI1LCREADOR I'I- f.]N1GMA PEL MUNDO

deseos' exi'
tal pu-ede tener
rlr :, rrr,r1lrt.rbles. De la positividad de ese horizonte nacen , ,,,'1,'.,r1)it a ella' Só1o como falsearla' sólo
, ,, r,r{)IIIesas y i;
ir sr¡ vcz la confianza y la esperanza... Si el pasmo porque rr
'd;tüiJtt'¿i¿u' de la exigencta
haya realidad crea al hombre como sujeto admirativo, ,,,,, r, r I r[ ¡ cuenta ¿-\^'iít"'llít¿onatid'ad Sólo como
contemplativo, extático,la infinitud que asoma en esa rea- ,. ' \ , s además "ufu'á" Provocar n'o:'-o""'
ii antes diiimos que
lidacl lo crea como ilimitación concreta. t ,,,,1,,t ,lc meal"f ri"ttft"i rorque
' i, .,',.,,,r.. ",todot li*pleme"te
*"t "X;:ti'.t :lt:
2. La configuración histórica, abierta, de la creación ,,
futuro l:
(cap. III) autoriza y obliga a emplazar también esa infini- , .',''; i;;.,,,u dt horizonte Y serlo cuando so-
tud en elfuturo, que asimismo nos transciende ilimitada- , ,, ,, , r rr realidad y nos en-
';;;^;;;i"l*o'.d"
,, ,, rrrrt'tl)claclos e ;;"J;;
salirde nosotros
mente, y ver al Padre como futuro absoluto (l Cor 15128), de-
,i.,.,,,¡(,,i del todo t?ñ;;;
á"n¿" provenimos' Es
como polo de amor qLre con su atracción hace emerger y
r ,,, ,).§ *cad'os
u' lo'uonie I futuro ili¡nitado
dinamiza interminablemente al mundo y al hombre y les r r¡
'
'*;;;;;
hace ser Io que son, van siendo y serán. De ese nuevo pa- ',,,'',;;!,,,!;,'!!K""T;;,:rf{q.""r,l::erarrícurodelare
radigrna, que hoy nos resulta habitual y al que no serfa di-
n'ü:T il;;;;^:i
ficil traducir punto por punto todo lo dicho en el más , , ,I¡,:chalrl',,"
,
rt,,,,., st: aprecia mejor cómo t"u"]l^i.ión lJ'itlTii i'l,ljlt
estático del ser, volveremos a hablar más tarde (cap. XIV de Su nom-
xv). l ,,l¡r' ttue§tro» y clama p9t lu santltrc:
v Reino-y el cump'limtt?* -1: l:
3. Pero aún queda algo fundamental. La condición in- r ,, , I .,,lvcni¡ni.^'"^¿" ií
concreta, inobjetiva de ese horizonte (y de ese futuro), le
expone a ser entendido como una prolongación del hom-
bre, como una infinitud de la rnisma creatura que haría rir'¡ ulanos su ser y-el del *"t: "^1.* no se dirige
,t,'1,:::1,',1'milü*i't"T"*lJiil'j}it:'T"1"'o'"
:;.1 sabe también ahora
que e.:a or
mal en proyectar torpemente fuera de sí, en Dios (Feuer-
bach). Por eso, para que ese ámbito pueda mediar válida- ,,, j,,,,,,,1,,,. to',,ijni 1,il*,*X !il:::i :',U.1
mente la acción creadora del Padre, ha de ser completado ,,,,, rrrvita a invoca rnundo'
,1, t.,'li'inidu¿ tr otigt" del
con una tercera forma de transcendencia, la que trasmite "' 'o'iüie"
la alteridad PersonaL Sólo el tú nos hace desbordar indu-
dablemente por encima de nosotros mismos. Sólo él nos veliculzrr un:;Xtff:'"Ti:[l]ii::t],.
c¡re sólo la fe en Dios Puetla
.. .lle
saca del todo de nosotros, nos hace responsables, es decir
r¡,,
qtre sólo Dios Pueclc d:: *li[ri']r'irrOir''";t"' S'f ''n'
, r', ,,'trirl. Se a͡rnra
Étic«5 ,'r'ligión'
no sólo libres d,c, sino además libres para. Sólo él nos , , ,'.. iJ¿r,"' Sánclicz' Y":':.',inct¡rr<lici.t¡¡l de lo etrco
,, .,,' l ee¡i' SoL¡re el requerimientoh
it..i"a"r i})'¿:;;;;;ñ, Knlül"n'-
hace capaces de entregarnos del todo y de realizar a nues- B' Weissnrahr' Pl¿ilosol
, ,,,,,,, lrtgar de Diot' cí'
tra vez gestos de gratuidad. scnticr.' inc'gente
crercnt.. v' en esc
Con este rasgo la transcendencia que nos sobrecoge se i: I l:i*::il3láLH;l"t""rla¡ncnto
convierte en Transcendente. Este cambio, que iniciaron las ,' ,i, *,
¿. ¿r, ""r t,J'ni"'""'i'ü¿".T^:."i,.1;*:r-J;iiliii;;ilri"i:i;li
M' l'letcteg
,'.,,, ,f. f i"q¡ot rri catttar ni danzar»'
religiones, lo consumó Israel y lo ratificó y ahondó Jesús , . N"rk. lPit'lli"g"n 1957)'
70' A<¡ui,o'
que ¡rtoducc el
texto tlc Tomás dc
cuando a la Infinitud misteriosa que anida en la realidad n,, ;;t u"'lttr Iu dt""p"iótt l<¡ ctral es'itrsto' la gctrcract.tr na-
la llamó Tú, y la invocó como Padre al tiempo que se r 'l lr.lll,<1'23 ^''' di!iltt'""['lni""au'

'1,
144 uol{r}Rtr y MUNDo A LA LUIDEL
CREADoR
r,.r. riN¡cMA DEL MUNDo y EL MIsrERro Du Dros 14S
d) ¿Qu¿ forma de humanidad manifiesta más al padrep
I lrrl,¡¡¡' y momento donde toda cLla sabe de sí y se
,

No cabe duda de que el mundo que ,lr dirá en los capítulos fin¿les, Es además, ¡
r, r r)nro se
refleja al Padre es aquel que
vercladeramente . , ,l, l lrombre, la prehistoria del Hijo y participa, como
Jesús ú.nO Reino ¡, i;;;, . , ,( ,lirá, de su condición filial. Por otra parte aquella
por cuya instauración-vivió y-murió,
afanan por implantar. Es asiáismo { que fo, .ryo. .J
.riá.r,,.
,,,,1r,r rcláción, cada dfa más detectada por la ciencia,
mundo que le manifestará del toclo
que el único r , r,l.r ,rrr<-r de los seres aluniaerso entero y a su origeny
será aquél que tendrá ,,,,,,r'', ,;rro podría ser el equivalente físico de la referen-
lugar al final, cuan.lo el paclre ,nir;;;;
«rodo en toclo». , , r¡ .rrrr;r'crrdental del hombre al Ser y a Dios y constituir,
Esro no quiere decir que nuestro
sar de muchos rassos q,r. l. ca.act..iran
*rrrdo il;i;ñ;_ ,r rr.rn(lár el modo prehumano de la invocación?
y que desfiguran
Paclre (y qi. paracldjicam.;
lot 9:l l; evocan por con_
traste), no posea otro, qr're IJ transparenirnrr.
r r ,¡r¡,,rt:róN poR EL Hrjo («Cnr,nrlo pER Ftttutt>>)
t lr r:o e nJesucristo, su Hijo, por quien todo fue hecho»
.) ¿Y la naruralezap r I litcortlatoriobíblico-eclesial
No-es posible trasvasar esos sentimientos
a Ia naturale_ I del Hijo en la creación se trató
)r. r:sta interveirción
Orehumana, incapaz de esa toma cle conciencia. pero
ll que excrulrla en
nay no ,1, r, ¡ri(lalnente en el capftulo I. Baste aquí con recordar
alguno de Ia creación paterna. ,¡,,, 1,, .¡ue el Antiguo Testamento anticipaba de una crea-
lqdo
etia p,";;;; d.l ,r,i.; p;;;;;
,.Tbién
X::,1"1:f"1i-yl
Lreador «de cielo y tierra», y provoca
. r,rrr )r)r la Palabra y por medio de la Sabidurfa,lo ratifi-
f
en el hornb." ,q;;i , y rcfunde el Nuevo Testamento al afirmar queJesús gg
pasmo humano-filial, sino pá.qr.
ella es además l, I , , rr11¡¡¡¡¿4ión de ellas, el Hijo de Dios por quien todo ha
ción de posibitidad y t, p.JniráJJa
t ";;;i_
y ésre,
"*¡re a su ',1,, lrccho,, la imagen de Dios por antonomasia, la pauta y
,l ¡,rirnogénito de toda la creación.
tural del Hijo a la nuestra, atloptiva,
considera ésta, lo crral cs más proble- l,,l capítulo II mostró a su vez cómo los Sfmbolos pri-
rn:itico, como rnero efecto y po, ,rr,," a to<la la Tiiniclacl, Ello ,,,, r().s de la Iglesia fueron integrando en sí esta verdad y
"...aü,l;
le tteva a dccir c¡uc, a diferencia
¿;;;;;;.'ü¡r,".a,:,,
a toda ella nos dirigimos cr¡ando
," toda la Trini.a, y ,,rrrrr¡ cl Vaticano II volvió a ella. El Creador se desdobla
clecimo, upr.l* nl,.rtro». Véase
du¡ece esa teorfa I. M. Daln¡au, «De có¡¡o en- ,,,r ('n Padre-Hiio. No se trata por eso de una acción nue-
giac Stnwna II, IIAC (Madri<l iooa¡,
Deo ,;;r;;;i;;r"r, en Saa.a¿ Theolo-
+i+.-inl'.I .un,.r.io, y. Congar.a ,., ,lt,l Hijo, distinta de la del Padre, sino de lo que ésta in-
crrenta de las razones l¡isróricas
tle ese modo cl. ;;rra y lo sr:brepasa,
l9f}3);;;-;0{ Taml¡ién L. F. Laclaria[l
, l,,yc del diálogo paterno-filial.
Eslt{,üu sazlo, }lcrcter (B.arcelona
reconoce quc «sóI. Dios paclrc
,igor el strieto d. ;;;;r;;;.ü
jiri.1l:, .l rbotogÍa ", "n,,.ü..;i;'':i;;;
dct pc.cado "crivo
:lÍ:
I999), 25i-260 (la cita gruci«,1!AC(Ma<tri<t "' Vtlase conro ejem¡rlo la obra en ct¡l¡¡l¡olación tle cierrtílicos y l'ilósolos, edita-
en 25S).
re Este ,l,r ¡rorJ. Cornwell, y'y'2átrre's Intttgitalion. TfuJronlitt.s of $cicntiJic Vision
as¡rect. ro iesarro,é en uua versi<irr rrn¡rriacra r,e cste
c¡tre lleva ¡ror rítrrlo: «Creo ',,ds capfrrrro y ({ )xford Unv. Press 1995), Frente ¡ r¡¡ra visií>¡r rerh¡ccir»nista l)rop¡.¡Sna r¡r¡n
e¡r Dio* p,,dr. ;;;;,i;;i,';,,
ctislo (cll nota 29), J I-46, espec. 43-46.
Dios patlre dc ./cri_ lrolístiqa, co¡uo seirala en srr conlentario C. Sánchez clel Itío err «Suber leer'
(rrrarzo <lc i996), 6-7.
¡
I f r; I IOMBRE Y MUNDO A
LA LUZDET. CREADOR
lll, IINIGM^ DEL Iv,UNDO Y Ét, MISTERIO DD DIOS 147
El encuen¿ro con
Jesús en Ia historia yerifica por su
Iado existencialmente
esta afirmaUirr. fr, él r t,,,, l',rr t¡ue sólo en virtud de su Logos es Creador el Pa-
de verdad pasados a. ru nos sentimos
Se rrata ahora de
-.I.i.ll."riar,
de ra nada ar ser. , ii.r creado por medio del Hljo quiere decir ad.emás
f1nsy.ro, ¿oioJjquiridos y vividos v
de articularlos con Io dicho , , r, ,rrl¡r a su imagen Eso confiere a todo una estructure
en .ió..rra" anterior.
,.i,,1 ,\l rgual que hizo con el símbolo Padre,Jesús expli-
¡ ¡',, riu vida en qué consiste ser hijo. Según él la filia-
4.2. Vcstigios del Hijo en la teacihn ,,,r¡ ,r ,r¡ ticLrla así: dependencia absoluta y absolutamente
,,lr,r,l.r ,lcl Creador al que inyoca como Padre, ¡ a partir
l.
Thmbién en este caso
Jesús es. r
r I l, ,l;ornbrosa libertad respecto a lo que no es Dios y
vesrisio creado á.r u¡o
hurnana hemos sabido
CJil;, :,r:J:lffi:,;f;iji ,,rrrrlr,rrrr:Ír preocupación arnorosa y comprometida con el
, , r, , ,1r. la creación.
á:;;;;;:;;r" en Dios, y en su ,

acrividad salvadora rn
favord i;;"*bres hemos vis- t l',sta manera de ser hijo impregnó toda su condición
lumbrado su mediación r,,¡,,,.rr.r y por eso es también la fbrmula cabal de la creatu-
.r"u¿o*. i"-'A. esta última
su condición v de , ,,1 ,,1 , t l cstilo jesuánico de ser hombre.
simultán.u a. lofo. y irl*"s;ffi;:,i; Quien vive como
creación en¿era. hemos I , , l¡,,rrrbre auténtico ¡ a la inversa, quien vive auténtica-
a.to misma ¿xist¿n_
:: lr 3y,dg_I d.r i;ñ;;"."on"l,?i.-qrrr.
.#l'",^n
,,,, rtr' ('orro hombre es hermano deJesús y le proclama
,on",uT|,ql Hi.¡o y su intervl""ün}.uao.u. at padre dela- , ',,,,,, r,l Log<ls de todo aunque no le conozca y piense ser
{ ,,,,,(,r¡ucrrte fiel a sí mismo, a los otros y al mundo. Pero
.., ryo ae agual Tnanera. Ar padre apuntan como Amor
orzgonariol al Hiiod;;: como elfrur, amor. En la exis_
t,', ililI)ortante es para este parecido conJesús el encuen-
tencia misma dejesús,
.. _í.riüir... ,,,, , ,,tf ó1.

il
Prq.;;;l'i,i.r,,.d hrmana .. ..;:l::ió-n
resp-ecto
',. l)e hecho esa forma humano-filial de existencia re-
cuando es ,ul, er'd"ci., L¡rr.r a¡rte todo que quede despejada de incertidumbres y
tamenre, produce en Io "rrnJ;;ui;;;*rff Jj::Xi.rT: Ll,('.rrrrientos aquella última cuestión de la que pende
divino , Aiil;;'que,
siendo total_
mente suyo, es «orro qu_e r,,, I' r irctuar humano: la pregunta por el sentido. Es lo que
É1, e., i.¿]"^i d;.ri;;;;;.
ella participa también táau
lo
;; 1,,, r .f t:sús cuando a Aquello que aparece en el trasfondo
to realidad distinta <te Dios, "r.u;ñ;,'0". ello, en cuan_ ,1, 1., rcalidad como presarciaro al menos como pregunta,
,i;;;; lil,,ro que referida
a El, en su dignidad, uulo.,';ú;;;;;*,r""mía , I l¡, r'cvelá como existente, como Creador y como Padre.
en su condición de (es clecir \l lr.rccrlo nos convierte en personas capaces de creer, es-
hombre, evoca al Hiio."reutu.aj^el;;;;;
p;;;í;ilir;ia especialmenre el t,, r,rl y amar) es decir en personas en el sentido pleno de
finita det padre v er hr.,to fecundictad in_
Ia misma ,pos;bíHdad d.
ilil;;ilfi;i"
de e[a. Es más,
L ¡,.rlabra. De este modoJesrls forma parte capital del su-
ñ;;;,r'.T'lirunao se debe at
,, l'il ¡rroceso de ese decirse eterno del a¡nor infinito c§, por tanto, la cc¡ndi-
{r , r,n transcendente de posibiliclad de la existencia de la creatr¡ra como dis-
Cf: W. panncnberg, Tcohgla t,rrta dc Dios, totalmente depencliente de él yjrrntamentc uni<la a él», B. For-
Sistc»¿dtic« lr, UPCO (Ma<lricl Igg6),
J lss. r,,'liología...,271,
/lli HOMDRE Y MUNDO A
LA LTJZDEI,. (IREADOR
I. I. I.:NIGI\,Í A DEL MUNDO Y EL MIS'IERIO DIi DIO§ I49
ceso creador activo
y pasivo. Somos Io
que somos cuando
,,r ,/( ()n(lición divina» y no sólo de protoho¡nbre. Es
:'i,:t\:':itrlÍ v '" a' J'"'i'"'"s con rocra r, ;;;;;- '
r',, l¡.rr,,r:r:rr hacer también otros texto§ del Nuevo Tes-
6. ¿y los que no Ie han conocidop ,,,,,r,,: «At1uél por quien Dios habla creado los murt-
teror indicamolytictas En el apartado
a es;;;;;-i;_r. Es precisamente
an_ i rr.r:, r r:alizar la purificación de los pecados, se ha sen-
r, , l.r ,lcrecha cle Dios en las alturas>>ar. Es la lectura
;:li?:'rfl""i:,'n"1'nurr enJesús ii:": «lurnina u todo ,,,, l,.rr.i rrri{s tarde ta lglesia en Nicea. Como en toclo lo
c,i,to, iffi;:: ;: TH:,?il;#'; .r q"., ., ll;;,"; ,,,, ,,r, ,',lc en Jesús, ese camino suyo hacia lo humano y
y
aq u er r a,
es.
o o o dí D i s
;
Ni hay que ignorar;;que
o l;
"'
;Jd' iLff"' .'".lH.:it: ! ,,, r', l,.r¡o de io humano arranca de más arriba que de su
.r ¡.,,¡r r[o hombre; arranca de la entraña misma de Dios.
cuando el padre nos
crea
:omo hijos no ,,o, Ilu*u Jl, . *.i r I l)r,rs <le Dios... engendrado, no creado..., Por quien
c r e a cr o r, n o s c o n fi
parte, como enseBuida
;;,.
g tr ra ;

veremo, ;;j ;
j
i. ] 1,. ilri rXffi
,
rr:l'r.J , ,,1,, lrr«' [rccho... bajó del cielo» (DS 125).
I .r ,lr:s-humanizadora pretensión clivina de Adáll en-
<<o fre ce a ro
ct o s l.' po, i niiii'; i'
terio pascuar de cristo;i¿r. J r;l'unu J:::":::J, Ji:l ff: ,',,rr,r su respuesta en la humanización de Dios, en su
,1, r¡.rrrrir:lrto a 1o no Dios. El sí de la creatura al Creador, en
ascendente cabe nreguntar ü argumenhción
I , ¡,r, ,:orrsiste la creaturidad, lo pronuncia un hombre que
si existe d. h""ho humanismo
más cabat y más i,¡,ñir,,r"a";;;;.-;"ro. ,l llijo. Éste.esponde al Padre no sólo en lo íntimo de
que el estilo de vicla más atrayente,
deJesús.,É.I;;;,"ralquier I , li rrrirlad, sino desde ias profundidades de la historia del
que recordar que éste caso hav
considera á11., suyos .¡,,,,,(l(). EI Sí dicl¡o y respondido' que es la misma vida de
det Reino p.epa.ado y «herede.os
mundo» a los que,
p.;;;;r-;'i'i, to fundaci,n I r¡, r,r, sucede ahora también entre el cielo y la tierra.
d,el
run.rin --*^¡v' q/ como él a los
'r. Si esto es así ¿cabe que este suceso trinitario que
nec_esirados (lvIt
ZS,S4). ""r;;;.1;;;uclan r,' rl(' lrrgar en la historia sea casualP, ¿cabe que la historia
7. Además cle creaáos, somos ,1, I rrrrrndo englobe esa libre historia del abajamiento de
re-creados por é1, como
irr):i, () es precisamente al revés? Es ese gesto inaudito di
::;::,Íj;ru'"::,1.11te^ü;'ü;i:üi:,oou¡,nao,,"-o, r r¡rr, o1 que da sentido a la misma existencia del mundo y
porque en ese texto
evoca y.."on*,.,ru."1-t:-'".Iu,'tYral' se ,l'.rr(:i¡ toda la realidad de éste. Habrá que concluir, por
"dá;;;; ;;
h"*b¿.;.J, el modelo
r.urr(), que todo ha sido creado desde ese abajamiento y
"#:111']llÍ'd:l',
l*;l;;'*,H,[,H".-,':ll,1X,..::ii;^,,^n;,f:f
se. es hombre no
at firrr d;;;;;;;
;. auto"ncumb.a-
:,!:i ,,,r¡ vistas a é1, para acoger al Hljo cle Dios que con-des-
, ,, rrle y quiere glorificar al Padre también desde lo no di-
mrento, sino, por el contrario
dad con ros dásorovi,,o, ;" \ ur(), y para acompañarle en su glorificación. Asf es crea-
"t;;;
J" óiI; ñ¿:ll;?fiJ,liliT- ,1,,todo «por medio del Hijo».
bordamiento hacia 10. Al tiempo que el Hijo se hace mundo y hace suyos
conjugarse con ese f]"r"f*l? ?ir"ljl"oencia) ha cre
libre.anonadamiento 1,,, límites de la creaturidad, comunica a ésta la «gloria»
solidario.
.;;d;r1:
8. Esa historia
llffin,;*. JTÍ'"#H ,;:J:
cl
r"",u.u *1,
" llcb [,]-4. Cfl Gál 4,4-5;Jn 3,17

,t'
;r.
DIOS 15I
150 HOMBRE Y IIIUNDO ALALUZ DEL CREADOR I I l'Nl(;NlA DEL lYf UNDO Y IiL MIS'IURIO DE

que él ha recibido del Padre (Jn L7,22). Se puede asf afir- r , r \r r( )N IJN EL EsPfzuTU («cPüflo IN SPIRITU»\
vida»
mar que cl mundn 2 el hombre han sido cread,os para que en , ,.,, , ,; nspiriiu Sun'o, S'ñot y dador de
"l
el Hijo encarnad,o cl Patlre les frarticipe Su grandeza al
tiem.po que particilta dc la pequeñcz ile cllos. Esta sería la t li, , ,¡¡ tlttlorio bíblico'eclesial
última explicación de por qué hay ser y no nada.
Espíritu Creador' Lo
t 1. Sólo al final llegan, en una creación abierta, las co- I \.trr';tro Teshmento conocla al
I
sas a sí mismas. El destino írltimo del hombre y del mun- , I r r r t',tt» urrabat iát"' carisrnáticos de Israelaa y
';b; al pueblo todoa'
do no es otro que el de Cristo: vna resumecciín como la ,
;,', i : ;,,;;,
"igti
;
^l','-"f.,'",
P!
el Meslas y el siervo pa-
:":
szila (Rom 6,5). Ese <<esjaton>> revelará de modo incontes- ,
',r,; . .rrry en parttcula'r 'oL" en el capítu-
table y definitivo la verdad del <<proton,>, es decir que todo ; ;, ii,l,ri""áo la lógica q.ut {' conocimos
fue creádo en él y hacia é1. I r',, l',spíritu q"t^oi'"tOi' áe""i¿n y salvación de Is-
12. Estamos leyendo otra vez la creación en su fase , ,, I 1,,' r'ctrotrafd"''i'p;;tipio
dt toáo y considerado
,,,,, 1,, litcrzu .'"'aü'q'e esui
al origen del mundo y de
más densa, el hombre. Pero la creación por medio del Hijo
104'29-30)'
33'6;
alcanza a toda la realidad creada. ¿Cuál sería la formay'- ,r,r,r, (', él vive y riit'á-- tcn 1'2¡ sul
vital cle esa fuerza
lial, cristo-lógica, de la materia y de la vida prehumanasP ,, '',r(' ruoclo Ia *p;;;;"; cósmica y
,rrrl.lsa y p",,tt'l ioáo t' ""u'uclude
su arnbigüedad
Con los antiguos podrfamos recordar que ellas son pala- r,',
' ,, , ,,,1,t,,"i,Iu ut tr'pi'it" del Dios.3::i;;¿ill"l"1?i;*,,-
bras de la Palabra, <<uerba Yerbi», reflejo de la Sabidurfa, y
aludir a Ia condición «lógica>>, es decir ordenada, estruc- Nrtcvo Testarnento opera su lnnova
l',1
con Io que ha acon-
turada, inteligible, espléndida..., de que hacen gala. Con ,, ,,,,tr", a ese Espftitu án relación el Es-
la ciencia moderna podríamos señalar además que prepa- , , ,,t,, ,,^ Iesús. u"^tr.ir"ion compleja: por un lado
u lu-i'*rsa' proviene-de
ran y acompañan la existencia de Cristo y forman parte de l,
:'
,:.1,'iJ'i;;,;;;; fn"¡ "1'o, actuar como Mesías'
ella tal como hay que pensarla en un paradigma eyolutivo I i' i',iitpi.iü t" haáe^aJesús.nacer)
i"'-io"ttitrticlo en olenitud Hijo de
y lo haremos en el capítulo XV. Cristo depende histórica y ', ¡.( ititr. P"ro, r.'nu jtt'rs elque áa el Espíritu' De
evolutivamente de todo el proceso del cosmos y de la I r,,':; l)or Iu.".rrr,."iá",
"t püna v"rdid de Cristo revierte'
vida, del que él es por otra parte la razón última de ser. ,,,,( \,() la revelació"át rá
en el conocimiento de la
No sólo la diferencia clel mundo respecto a Dios, sino , ,,rrr() nntes
"^ri-i"l'pod.",
la admirable y creciente diversificación, en que se configu-
".r.t
y p"*iiuridad clet Esplritu de Dios'
sacán-
,,, ',.,,,riiáoa
ra aquéI, deriva en último término de aquella diferencia ,1,,1,, clc su anonlmato (Jn 14,I6)'
entre Padre e Hijo. Y habrfa que añadir que la estructura-
ción del cosmos en formas carlavez más autónomas y con- l l'17'
" l,r' il'l0; 6,34; l l,l!); l4'6; Nrn
sistentes de ser procede asimismo de la dignidad y liber- I lirrr 10,6; Ez 2,2; Miq 3'8'
tad que Padre e Hijo mutuamente se reconocen. ¿Será "' I SIn 16,13.
' l'.t. ilri,27 i37'14; Jl 3'l-2'
ilegítimo antropomorfismo atisbar además, en Ia sujeción
" r', I I ,2; 42,1 .
de la naturaleza a sus leyes, presagios de ia sumisión de " t.,, 1,35;4J.14; Mt l,l0;Ronr 1'4'
s,zoi r 6,7' 14;20'22; Gril 4'6
Cristo al Padre? i;; i5;-'ril, ¿, ia.zo;.t

,l
'L
Dt', Dtofi 153
Y EL MlsTERlo
't r' " | I rl't ' MuNDo
152 l{OI\,f BRE Y MUNDO i LA LUZ DEL, CREADOIT
deben
mundO y del hombre §e
,, r,, .rr:r¡rrir clel
Siendo «el otro» consolador, el EspÍritu no suplantu
sin embargo aJesús. Lejos de hacerlo olvidar viene a evc,. :::''''u d"""'"ia
con *
', ; : ;:: ] 3111il;"""Htl
e§ la razÓ¡t *'*"rti¿¿
carlo (Jn L4,,26;16,33), a sancionarlo y garantizarlo (l
,. ,r,'.rlrrr.¡r¡s nof Iesúsi
Cor 12,3). Al mismo tiempo que está por todo y en todo.s,
es el Espíritu de Cristo. Esta dialéctica excluye la doblc
' ' ' I rlr ' l
)ios y'"1
"iutdo Il "o"'tltl
il:;;íá""I lazo per-
. r, r, r r .,r i,,.or
d'j T:lot'"'
¡,r
tentación de retener a Jesús, resignándose a una fe parti-
cular, o sustituirle por algo más universal, pero expuesto a
:,,,i;;' r' rcrre
*:n:lHil:f:ii:! |if"f
confundirse con el espíritu de cada uno o el de la época. I : ::: :JJi:i:ü:ft
is*g*:ififtT,x,: . ""
Es el Espfritu d,e Cristo el que señorea y vivifica la reali- vr'¿ tll:tst t(
dad. Es la actuación del Padre en Cristo la que es implan-
tada por e[ Espíritu en el corazón de ella y la renueva.
,
,,, ,,,,,I r,r.,r'¡'r ,""i" ";::;;;¡i¡^'::}*T*JA::iT
,'l'¡

p:;tf,::"'l3ii:ilü1ájJjio, u.'";
r, Ei que lo'B'"P"i:
5.2.
: : i''.1],1':'i:'["";;; cristo'
xt*ru :iry:¡¡¡;i {.*
Yestigios del Esplrítu en la creaciín ;' ;,','
. l, .,':,j,:,'§ i:

Lo mismo que en el caso del Padre y del Hijo, toca


ahora desplegar sistemáticamente esos datos .e indicar
cómo es esa acción creadora del Dios-Espíritu y qué for-
,';,',';"';'i u':i""irio''n
. ¡¡1, r,
(
'l (ltltrar
,',",' ,,',,i',,,,'rrolizando
en :ll#i:l¡i¿§"rii'tin'pi'i"'
a Cristo'.
'i:
si-
'--^-ial corresponde tl
mas de realidad «espiritual» produce .
" A ('sta obra de
d'ilatación "''*T:tigt#it' "
1. Porque en Dios no reina el egocentrismo, el pensa- j
:l ; I :l a* ::1,8::'
ffi
#:"Y"'*
miento que se piensa a sí mismo (Aristóteles), sino la rela- ;
que Padre¡tos
:
el
ción paterno-filial de autodonación y at¡todevolución, de .,, ,', rr.:iit <lel amor que somos
un sí dicho y respondido, y porque esa relación no se cie- ': ,':',;]:,'; io""to "'Pítit" Tl,:lf,
rra, a su vez, sobre sl misma en un mutuo embeleso, sino ;'.,:t.:',:ri.O* Cristo "o '"u.'n" "T1U,U de Espíritu-ve-
que se abre fecunda a un tercero (el Espíritu)o por ello ¿s
posiblc que haya creación, que existan el mundo y el hom- i'i : I l"i; tllfi ;:e : r-:*:lx"i¿A"l""n ¿::
tt'*u Espíritu de amc
I
I

bre. Posible, pero no necesarir, ya qtre el Amor que el Pa- l,',,,1'"tt' t"\"
dre es (I Jn 4,8) tiene ya en el Hijo y en el Espíritu su ex-
pansión absoluta.
2. Por eso el Esp.:ritu es a la vezla última condición de
posibilidad del rnundo y del hombre y su rlltirna raz6n de
ser.El don de Dios que la creación es, el amor que la fun-
da, son el eco del Don que el Padre e Hijo recíprocamente
se hacen,, del desbordamiento eterno de su mutuo amor.
lS4 HoMBREyMUNDo
ALALuzDELCREADoR
rir, ENIGMA DEL MUNDo y D.L Mls-r'ERio DE Dros I l, l,

f;,'))i",:'fi::]:"puede decir que ,,,j


!,, creado consis-
en dectr Po¿" 'r l,l¡r ¡nedio de esa hisbria universal de divinización y
i 1",*" i*iurazsto' " Pt:t ; ;;;;;;:r*
ta c xi s t en c t a, ;fil; #, i,Í 7{ !,, 3,i,,:: : :
d: i,, )'i i' ¿,
"í,
i,,,,,,.rrriz:rción, el Espíritu se hace especialmerlte preserrt(:
, ,,, ( ()rnunidad., la Iglesia, esa familia del padrey Cuer-
';:{{;:;r: así nos *eA con ,;r;::;;!,"í{i,Í';;i; ¡,,, ,1, (lristo de la que El es como el alma (LG6-7). La
6. por todo i, t, r,¡ .:.s de algún mqdo para el Espíritu Io quela hurna-
,,,,1,,1 <lc.|esús para el Logos: el lugar donde cie una ¡na-
,,, ,,, ¡,r ivilegiada la nueva creación se muesfa creíble y sc
¡,,, l¡y,,¡¡¡'¿ históricamente y donde se realiza ya, aun entrc-
, , ,r,1. ([e
pecado y debilidad, el milagro universal de una
**Ntr*í,irr*{fififffiud;H itln de aida entre Dios y los hombres y de éstos en-
. ,' ,,, ,t n

r,, ,¡r (:r'r la que la unidad no es uniformidacl, sino fuente y


¡ I r vr:Z resumen de pluralidad, como sucedió 6n la prinrc-

fifÁírl.ffi*í.ffi,I'T**ü,tffim: , , l'r.lrtecostés.
;IffhÍ.?;:1";aá
. rvenir a.i.
"1,..a" """"'
Itl.En la eucaristía, fuente y culmen de esa vida eclc-
srrrección. "l*"r¿1, liffi::i:rÍl:I '
r.l Espíritu transforma el pan y el vino en elcuer¡r«r y
,1,
rrry¡'s da Cristo y a los creyentes mismos en su cuerlx)
El.E:píritu crea
-^_r: produc iend.o lil ,,,r.;rico., como suplica la doble invocación (epiclesis) <lcl
, Ahí tiene lugar sacramentalmente aquella cristili-
rrrr rn54.
,,t, tiír¿ del mundo y del hombre que el Espiritu lleva a
,?flüi¿H'il"',l*i,#süt*:,:ti,:^t'li{ifir
ctavlza últimamánt" aquello que es-
, .,1,o.

"t ;::;::'.' "e.19oo l. Es preciso, como hace el conocido texto de Ronr


#
I
,m*I" "'' J:ifi # l1H::, T:',*'ilj;f¿:L: :',
,l -22t
\l ver cómo se' prolonga en la crcacifin matetial esa
,, rrr:rción del Espíritu que hemos advertido en la vida hu-
,,r.rra. Señalamos ya la unidad radical de todas las formas
,1. scr. Los antiguos apuntaban además ala bondad delas
' ,,s:rs y a su d,inamismo, Ese movimiento interno del mun-

$ffgffigtf'*#:süi1r;; ,1, se h? revelado inimaginablemente rnás fecundo y uni-


'','r'sal
en los descubrimientos de la ciencia ¡noderna. La.g
uucvas estructuras que surgen en la materia, Ia emergencia

i---
iT;.."":THi-dgTtr*,$HiiÍg$ffi ll ,l. la vida y de nuevas y más complejas formas de ella y, en
1,,,'rrcral, el hecho global y admirable de la evolución aler-

" cf,w.pu nnenl,erg,


it l(t., I OS-l I O.
'' ,i*ril", Padre <¡uc cnvíc su Es¡>ft.itu para quc transfbrr¡rc el pan y el virur
cn cl cucr¡ro cuci¡rístico y una a los Iieles en el cuerpo nrístico dc Crisro.
MISTCRTO DE DIOS L57
l')l- DNICMA DEL ¡\'ÍUNDO Y EL
156 I,IOMI}RE Y MUNDO AL^LI'Z DEI, CREADOR

esos sentimientos
tarían hoy sobre la presencia del Espíritu en el corazón de ., , , I ,¡rrc sigue: el hombre que fbmenta aun
vive'
Ia realidads5. Ahí se echarÍa de ver aquel Aliento del que
j , rr,l,,,,rr?escrito en los ttú*"tot anteriores
q"t Ctis,tg exhaló en la cruz (Jn
todo vive y crece (Gn 1,2; Sal 104,29-30), aquel impulso ',, ,.,l,r'tlo, del Afie"io Ia dinámica
la resurre;;i;; (20,22),y entrr.en
en particular que hace que las realidades se superen a sl 'r r(l) y cn o anó,ilna¡nente al Pa-
mismas en formas cualitativamente nuevas de ser, como di- r',. r,r)r Cristo .""i;;;"*ptttu del-Va.t¡
jimos en el capítulo III y volveremos a hacerlo en el XIV56. rr, ( lr¡rr rlzóR emP;la ionstitución Pastoral y la angustta
Ia tristeza
12. El mundo y el hombre surgen por tanto del gran ,,,,, , , l)or «el goz; y Ia esperanza'
los pobres y afligi-
Aliento efusivo divino. El nos incorpora vitalmente a Cris- ,r, 1,,', lrombres de h;;;;;t" todo de
to y con éste y en éste nos hace decir ¡Abba,Pad.ret En el ,1,,,. ((:s i). quedes-
Esltlrttu se da por tanto el primer contacto del Crcador con I i. lintre el Espíritu del origen y el Espíritu al
gloriflrcará fa'
¿l mundo. E[ que es el tercero en el ser de Dios (tinidad ,t, ,l r.rrrzón cle Ia .....i1" escltolégica al destino
inmanente) es el primero en la <<economía>> trinitaria. En ,t¡, r' itl Hrjo despuJs Je habetla incorporad<¡ historia
El la salvación y divinización, ontológicamente descen- ,1, 1".:rtt:, se dilata f" ftit'ti^ del mundo "o*o "nu
dentes, se hacen históricarnente ascendentessT. ,1, l'\ lliritus Creatorss'
Esto acaba de fundar y Iegitimar aquella teologfa trini-
taria que arranca de la creación misma, de la que habla-
r. ( iI ¡NSECUENCIAS PARA EL VIVIR Y EL TEOLOGAR
rnos antes. El estatuto de tal procedimiento asccnd.cnte se-

l.«Elmundohasidocreadopor.elPadrePormedio
ha revelado no
r¡' La identidad tle nonrbrc (csplritu) para designar el rlc Dios y el del hornbrc,
,t,l Iliio en el EspÍrii"'' Atto fóimula se
adecuada para de§cribir por
qué
asf como la scrnejanza de funcioncs atribuida a ambos (crear vida, noveclacl
,,,1o correcta' §ino fn *¿t
<le vidn, c¡lidatl de vida, pluraliclad cle vida...) cxigirá siern¡rrc a la lglesia y
t,,,r¡l)re y mundo y Pol qt'é ton 1o que§on'.El
a lu teología un tlisc¿tni¡nicnto de esptritus. §e puede l)resuponer por un
".i";; §er y su explicación
lado que la tí¡rica ar¡totranscentlencia de toda vida auténtic¡ cr un signo dc ,,,r,;tcrio clel mundo ;;; tú ra'ón'de
Se puede Por taxto' y
Ia prescncia <lel Espfritu de Dios en el mundo y en la hiStoria, allf en ¡rarti-
,i, rl,,iÑ" en el mist¿rio de Diosss'
cular donclc el hombre sc ve irnprrlsaclo a nuevas ¡netas (lc hnrnanis¡no l¡ara fuerte y audaz' no restnctt-
todos. Por otro lado este parccido ha de co¡¡trasta¡'se con Ia ley bá.sica de la .run se debe, hacer uira lectura
«mayor dcsenrejanza» entre el Espíritrr Creador y el creado y cr:n la rcfercn-
cia a Cristo corno signo inequívoco de la ¡»esencia dcl r¡ue es sur Espfritu.
¿6
W. Panncnl¡ergr'Ícologla... II, 82-t20, investiga esa actuación del Espfritrr (Einsicdcl. 1967)' Acerca
I l.irl Balthasar, spirittu Crzrrúor''Johannes-
en la dinámica del acor¡tcccr de la naturalcza vinculándolo a las categorfas W' Kaspe¡ E[' Dios"''233'248;
de espacio y de tiern¡ro (91-l l0) y a las tle firerza y campo (85-91). Este írl- ,l<,[ Bs¡:fritu suoto 1"tttltn1"i'" "'nüén tl¿ Tcolo'
lr I. Hilberath, «t'n"u'notoiog-t'"-'-'
fft' i"ft"ti¿"t lDit'¡"íon"al
tinro pun!o lra sid<¡ anulizado y criticado ¡ror II.-D. Mutscheler, «Schó¡r- ""
(¡^r"t r"irr'iss,á1,509'-6tfi;b' Gónzalez tle cardc-
ftrngstheologie rrrrd physikalischer Feldbegriffbei Wolfhart Pannerrberg», en uÍit Dottnár.i.ca,H"r¿", (saram:rnca 1ee7)'
ThPl¡ 70 (¡ 995), 543-558. 'i:;.Tí;;';:;;L';;;;;¡';t";;;", §'*'á;il¿"'Iii¡ritario
37 «El co¡u¡cirnicnto
<le Dios va dcl Es¡ríritu, qr¡e es rrr¡ot por el llijo, t¡rre es
cterni¡§ de las Perso¡ras s«¡n
la raz'ón y la causa tle tod¡¡-la
rrno, hasta el Parlre, (tue es [ü]oi ¡ cn scnti<lo inverse, Ia bondacl natural, la illl;1í;"r,ones ¿t¡lcnt¿tt ntnl ¡'a'lw
¡antidad tle rr¿rturaleza y la diguidacl regia se rlerramarr desde el Padrc, ¡ror ,r.trr¡cció¡¡ <le las creattrras» («prucassiones ltersonatttttt
tle Ac¡uino It I
Sctt't''
I;,.*;il't"''i*'¡'"i'' ))*"tu'lnnu*\'Turnás '
el Unigérrito, hasta el Espíritu», S. I3asilio, Joú rc cl Es!»íriht 9«nlo,XYlll,47
(SC, l7 bis, Cert, Paris, 1968,413). I 4,I,1.

,,
158 rroMBRE y rvruNDo A LALUZDEL cREADoR
r. l. l.lNlclvlA DEl, MUNDO Y BL MIS'IERIO DE DIOS 159
va, de esa fórmula sancionacla.
bíblica, dogmática y teoló- , ,, ,l ,rrtc y la naturaleza..., ino spn la «vibración de
gicamenre60. Cada creyenre,.y
la Igl"ria entera (con toda Ia , .,,1,, , rr la c¡ue se refleja el estallido inhnito de Amor y
humanidad y el cosmós, de'los
n"";;il"r son la conciencia
teológica), pueden sentirse inuoir"*á-os , lrr, l¡,r (lue es la tinidad?
en el flujo cle la l', r,, t:rrrrbién en la negatividad:lapena inconmensura-
vida rrinitariaor.
2. La ,¡rrr ,r Vcces entristece a la creación (cf. cap VII) ¿no
oraci6n-qriv1d3-f pública será
el primer ámbito ,,,,1r,.r ,¡,rc siendo ésta creada, y como tal flrnita, acoge en
en que eso se refleiará. AI dirigirse
"p".son"r, el creyeñte y la Igfesiu r l, ,.rr-l)&sión infinita del Padre por el dolor de sus hi-
a cada una de Io. I;;;;; I sabiendas de que
acceden realmente a ellas.y.d1Or., 1 ,l, riu rnundo63, y participa de la turbación y del grito
ul inrr"r. en particu_ l. I llr¡r:rnte Ia muerteoa, y de los «gemidos inenarrables
lrTlp.r.d.: ltesan .r,.,,..dád ,t dü;;;rti*" ¿" ña'o, J.
Ia tinidad y del mund.o. Sólo t, I l'..¡,íritu>> en el parto de la nueva creación?65.
por,árfn
un «triteísmo económico., qy; prerendiera "oro,
esta audacia I llrra creacil¡n trinitaria significa no sólo que la his-
Persona de las otras, o.lvidanho
,irl;;;;;;; ,,,, ,., r,ilrr'Ír con Dios sino que Este vibra con ella y se com-
qr. ,"rr *faciones subsis-
tentes, que cada una lleva a t,,',rr( t(r con ella «hasta el extremo>> (Jn 13rl). Por eso le
las tt.as en sl (periki¡;;;,
<<circumincesión»)02 y- que ' ,,.,rtiz¿r también un futuro estrictamente divino, el «Dios
,"ririJui creaclora de cada
lu r,,rlr¡ r:tr todo». Será un suceso eterno con dos caras: la
una no hace sino modular de
mún de Ia Ti.inidad.
modo pecrlia. ob.;;;;:
"l , ,, ,,, ir'rn glorificará al Padre y el Padre envolverá a la crea-

el plano , ,,,.(:u su propia gloria divina.


.3.. l" existe-nc-i:ial la resonancia del Misterio
',. Iin la teología de la creaciín,la referencia a la tini-
trinitario en el corazón de la *"tid;d
;;;d, ,l,r,l rro podrá, por todo ello, quedar remitida a un escolio,
se estremece ";pil;;;;
qué ésta, sin deiar de ser finita,
de auténtica r,r¡r, suc€día no hace mucho66, ni siquiera a uno de los
infinttud. Y, eriorime. f"gu.,;ni. ,
p"riririard: la digni- , r¡rrtrrlos, a no ser que éste sea el eje del tratado6T.
dad.ilimita.du qu" d.rprnti en
el .ost.o humano, el reba_ (i. Otra cuestión es dónde hay que situar esa conside-
samiento de toda frontera que
anima Ios gestos de creer,
esperar y amar, las promesal ,., rr)n sobre la Tirinidad. Hay quienes, aun reconociendo
sin medidu y lin fi, .n q;;l;
historia hace c.ee., el pasmo y ,¡,,.' <<la doctrina del Dios uno y trino constituye el factor
,;;;;gímiento que pro-
6('
Cf. I¡, fbrtc, «El comien zo at la Trinidacl», ei Tisl¿g{a dc ta '' l,;r que le mueve a entregarles el Hijo (Jn 3,16).
317, historia,2Sg- "' lt 12,27 y Mc 15,37. La turbación quc el Cristo joánico soporta de pie le
"r«Comocl arroyo<lel rfo(smrl trattcsalhruío),asf derivael l¡acc caer por tierra en el episodio paralclo cle los Sinópticos (Mt 26,39).
ral de l¡s creilluras clel eterno
proccso .lu 1".
¡rrocesotem¡ro-
itrronna»r 1brnás cle Aqrrino,
" ltorn 8,25.
In I scnt., prórogo. comcntuJdo ert. "" (;f.J. Sagüés, o.c.,475-474.
y oi.o, i."r"., ,o.¡r¡"os que henr.s
itl«¡ analizantlo sc prcgunta.W.
r..,,, o¿i,,*.ü-oiiiili ''' (.iomo sucede en W. Kcrn, «El Cre¡dor es el Dios uno y lrino», M§ ll/1,
dose dentro rle Ia orto<Jc ,u,on,". *r.anrenién-
cxPresar mils vigorosa, 524-546. Más decidida¡nente arln en la Siste¡r¡itica de W. Pannenberg en la

.
',
,
rner¡te la incorlloració,

?i-n,?,, .u c;;d., ;;
'x¡a-
;il:l:i: ; L;:i:
¡rrofu^cla. y pr.ecisa-

:11,il3 fli;,JiJ
,',ú;;; ; r¡ue clesenr¡reña ese pa¡rel axial tanto en el análisis clel acto creador co¡no de
la realiclad del n¡undo ueaclo, Teo logla Sistcruática II, 20-35, 64- 1 25. Véase

ff;i-,lijrlvra,
«pcritttóns,,,,
",
i. piü;'u:ñ:.;;;;,",,
Et Dios tistittno,
también el planteamiento de B. Forte, tanto en ilrinidad corto hi$oria,Sl-
gueme (Salamanca 1988), co¡no err la ya citada Tcologla da la historia;
J. Moltr»ann, Trinidad.l Reino da Dios, §fgueme (Salatnanca t 989), I l3- 144.

, f .

dr
160 HOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR

distintivo y decisorio de lo cristiano>>, [a emplazan al final,


v
no ya del tratado sobre la creación, sino de todo el con-
junto de la teología dogmática68. t,A SIN.RAZÓN DE LA CREACIÓN:
Nosotros, aun a riesgo de parecer en exceso <<descen- LA GRATUIDAD
dentes» y ahistóricos, hemos optado por emplazarla casi
al principio de nuestras reflexiones sobre la creación, si
bien abriendo el capltulo con el acceso histórico y «desde I N«,¡ es la primeraveT' que la palabra gratuidad,(gra-
,,) l,l,trt'it en estas páginas' Y.no sólo por ser una de
la§
abajo» que representa Cristo. Esa situación no sólo refleja
,,r ¡,¡ r(.(.Ltff€ntes en tocl-a consideración
teológicarsino por-
el orden del ser, el lugar donde mana realmente la crea-
,1r rr ,rr'{)tnpaña como §u sombra
a aquella otra de la que ve-
cióno previo a aquel donde nosotros la conocemos, sino
,1,,,,,,', ocirpándonos cJesde el principio:
la salvación' Sin
que permite además señalar en cada uno de los capltulos
siguientes su raigambre trinitaria y llegar asf al fondo de ,', , r,i"óié en ello, quizás potqtt" no era necesario'he-
'
,,,,,, rrresuD-uesto y afirmado que ésta era §upererrogatorra
ellos6e. Es lo que pretenderemos en lo sucesivo.
, ,,,,i;:;;u .r"á"i0", absolutamente indebida y' en tal
, rlrrl()) gratuita.
que la crea-
t:urr'p'oco hemos resalhdo expre§amente
por provenir de la libertad absoluta del Crea-
, ,,
'u rrtisma, ex n'ihilo)'
i,,, , ,J ,ro nuf., algo que la reclarne (creatio
, , ,,i,rini¿n gracia; qui'cuanto existe no es en último tér-
que don gratuito de Dios.
,,,,,,., , ri totuli¿oa otra cosa
"rr ñ:"mos deteniclamente la atención en esta redu-
nii*
,,1,,':rda co;dición gratuita de la realidad
y en c6mo se con'
la salvación (a la que suele reservar-
'.,,, i^ S.rtuidad"de
1,,,,,,',
gracia elemental de
1., r,en-eral el nombre de gracia) y la
, i;"li;; se designa coi el nombre de «naturaleza»)'
l .; kr ou€ prometrmás hacer (cap' III)' Pero' más allá
de
gratuidad una fórmula
;.;j;il;pr.t."a"*os ver en la
N AslJ. Werbick, «Bl Dios trinitario como la plenitud dc vida», en T. §chnci- ;:,,;, de toclo lo que estamos considerando
«\er (Dir,), Munual ilc Tcologta Dogmálica, Herder (llarcelona 1996), I I l9- ";;plexiva
,i,l to ui"iór, ie Dios y de su res;lhdo: «Todo
es gracia>>r.
1217, es¡rec. I 121-1 124; A. Du¡nas en Iniciaciín a la práctica d¿ la teolo-
g/zr, Cristianclad (Madricl f gB5),665-715.
6e «Debc constar en tod,oslos t¡atados dc la dognática que las rcalidades
salv!
Iicas dc la quc tratan no pueden entenderse si no sc l¡usca su relación con 'l';stafrase'conla<¡ueconcluyeG'BernatrossuDiariodcunaa'ano'al'eleri-
(Lc 6'27-35) y de
anttncio
Jesús <te
este rniste¡io prinrordial del cris¡ianismo», K. Rahner, en MS Il/1,370. En ;;;Ñl;;];sta'ncia, tie lu'actuacióngratuita
v
por medio de la fe (Rom 3'24 y
su obra ya citada, Det'drcieinc Gott,G. Greshakc pretendc «avistar to(lo el i" l.""ir" Ñrina <te iajustificación
Dass;nt).Pero, a las inmediatas,
Teresa de Lisieux' en cuyas
pto"át de 'lfo-
conjunto des<le la fe en el Dios trino» («uonr Glaul¡cn an d¿n tbvicincn Gott
'r,¡lrlr* yrrii,que era el libro tü cabeccra de Bernanos' Iigura el 5 dejunio
hcr das Ganze in tlcn. Blich zu nehmm»,p.25).

,I
.s.
160 HOMBRE Y IVf UNDO A LA LUZ DEL CREADOR

V
distintivo y decisorio de lo cristiano>>, [a emplazan al final,
no ya del tratado sobre la creación, sino de todo el con- DE 14 GREACIÓN:
junto de la teologla dogmática68. LA SIN'RAZÓN
LA GRATUIDAD
Nosotros, aun a riesgo de parecer en exceso <<descen-
dentes>> y ahistóricos, hemos optado por emplazarla casi
al principio de nuestras reflexiones sobre la creación, si vez qu-e I" pil"b:if ':J:Í:!lyt:"
bien abriendo el capftulo con el aiceso histórico y «desde t No es ra primera
e;tas.*ri:::,Iffilf .|:iuei:,,,,i*
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abajo» que representa Cristo. Esa situación no sólo refleja !:.i_
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el orden del ser, el lugar donde mana realmente la crea-
^ 3o'1]11 if1 ff l:'::: J i;
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ción, previo a aquel donde nosofios Ia conocemos, sino . I I :

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I
que permite además señalar en cada uno de los capítulos
siguientes su raigambre trinitaria y llegar asf al fondo de il],jff *hlr:;"iT#
y ui"]'u¿o que
J"'ü:"Jffi ""'"'"'i"'
era supererrogatorra
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ellos6e. Es lo que pretenderemos en lo sucesivo. rrros [)r€§üpuesto indebida y' en tal
, ( lit)ecto u tu t'"u"it' iü*it"u*"nte
""iffigratulta'
,rr.rrtido,
^r.^,{^ avrrresamente que Ia
crea-

""n'1"-:;fi
por Proven"
, rón misrna)
ll'inilfl.';'"l5,or,-l,aac'"u-
': i: ;;;;; kreatio ex nihilo)'
olgo q""
,fi'fi;;;Liob"r l'T:11::; .s en último tér-
,,, tu,'u i ¿ n sr acili
fff "::il:", ;lT :'.:1 enüesta
ruino y en su totahdoo:tl':::-;Jü1i.""i"0n
1 : ?:Íi :
redu-
ffi

}J df#fi,'*ffir,:lft'ii*'i*#
üj
g
il:*iim:n::t iT
,,i,"?,"lf;
i*ilxi:
ñ Asf J. Werbick, «ElDios trinitario como la plenitud de vida», en T. Schnci-
(Dir,),Manual dc Tcologla Dogrntílica, Herder (llarcelona 1996), 1l lg-
d,er
1217, es¡rec. 1121-I I24; A. Dumas en Iniciaciín a la ft'áctica ilc la tcolo-
l,:it.:;fll"*l$;:tr'"*tilix**i'in*r
gfa, Cristiandad (Madrid 1985), 665-715.
ffi «Delrc co¡lstar en todoslos tratados dc Ia dognrática que las rcalidades salv!
ficas dc la <¡uc tratan no ¡rueden entenderse si no sc l¡usca su relació¡¡ con

ffi¡['tq*'**ru*rH**f'¡ffi
cste rnisterio prinrordial del cristianismo», K, Rahner, en M§ II/1,370. En
su olrra ya citada, Der d¡¿i¿in¿ Gott,G. Greshakc pretendc «avisrar todo el
I
conjunto des<le la fe en el Dios trino» (<raorz Glauben an den ibzicin¿.n Gott 'tt't'ssi¡to libro de cabecera <le
l-
Vetba'qveera el
hcr tkts Ganza in dcn Blich zu nahmcn»,p.25).
162 HoMIJRnyMUNDo
At"ALuzDELcREADoR
l-¿ srN-R¡.2óN »r, l-l. cnneclóN: LA cRAT'urDAD i 63
En, el capÍtulo II
., r. quedó ápunrar
q,,.i,
:1:i el racionalis*o, o.a.i, r*:Í:;:ff:T,Jffi::li
!.u,uial¿ ,1, t rry<)s lances más intensos y aun dramáticos tuvo lugar
contra
los gérmen"r
.l,ur¡ii*irl) la competitiviclacl , ,,',,,liados de este sigloJ.
a. ,;1.,i1""::':::'"tmo, v l. Aunque no poco des-apasionado y dis-tendido, tan-
; r :iil rTmffi r(, l)()r el alto grado de unanimidad alcanzado como por-
_- -rs,pi=
i:* J, Hj m mayores contribuciones
:.;,;,;1
,¡,,.' [a teología acudió a nuevas llamadas, e incluso porque
tual. a Ia .rlrrl,,"1
2. Resulta eviclenre que , I tórmino mismo de gracia está de alguna manera en
drrce aquí aquello el
términ <<gratuito>> debate constituye, y no sólo por razones históri-
l,,,i.r'1, ese
que carece .1. uul,o no t,a-
(como sr".de , d: r.rs, un capítulo ineludible de la teología de la creación.
u."á'r'],"l;;:::,flol.o fundamenro
en el Ienguaje ordrnario), l,,lla tendrá que dar cuenta una y otra vez de la paradoja de
ramente lo sino exac-
"orrrrtjls t$c l0 mds gratuito es lo má; anhelado,2 lo más propio lo
J,' if ;i:;gil}
trinitaria. La menos í:l[.ii:""',il
que Ia participació;
i¿xl ry ;;d;.: 1: ,ntís ind,¿bid.o5. En versión antropológica eso viene a decir
,1,re el hombre anhela desde lo más profundo de su ser

i. De .rto p."l,ll"ia cle la ";i;;,d; ,rlgo que él mismo no puede alcanzar y ha de esperar como
gracia en el corazón ,rn regalo de Otro6. Y esto aun habiendo recibido ya del
supo muy pronto, de la
:::i",,ó,^.
Esta habró á. ,no;;;;:l:: "J*o ,". Ia teorogía.
( lreador como dote su propio ser humano con sus faculta-
:I:':,u"l.*o.s, rlcs y libertad correspondientes. Ésta queda remitida a una

ffi iü * #E;ti §¿* ;j,rt::il r,'# l,ibertad mayor y su autonornía no es absoluta.


,ntervención c.eact.,rá
raleza cósmica sino,,sobreq. Di;i;ü;;;," no sóto ta
naru_ '
gracia en er adá,i;;ilana). Así entró «Esta cuestión, ya presentc en la escolástica medieval, tomó giros peligrosos
en los tienr¡.ros rnodernos y condujo a uno de los tlcbates teológicos mls
tre Ia ..;;;ü;;"I1,',. Ia
'.atacro
at m¡smo tiempo hizo marcando lirertes que ha conocido el siglo xx», V. C¡ossi y B. §esboüé, «Creación, sal-
diferencia.s ..;;;;;;: vación, glorificación», cn B. Sesl¡oiié (Dir.), Hrsloria tle los dogruas ll. El
hombrc I su sttluaciótt,Secretariado Tlinitario (Salarnanca l9SO), 27,

gpf**r*il#**,*ffrffi
<<nat,raleza y grr"i' o ent¡e onrrr,rriy
' Debido a la cosificació¡¡ de ésta y a que evoca ur¡ Dios altanero y soLrerarto
que se cligna concerler fhvores a sus sírl¡ditos, De esta doble <lesfiguración
cluedr exento nuestro concepto de gracia cua¡¡<lo la ente¡rde¡nos como auto-
rna¡¡ifestación y trttocomnnicación de Dios mis¡¡lo.
rol¡renatural», uno t «Las ¡rerl'ecciones soblenatt¡rales realizan lrr paradoja de ¡rerleccionar, iutrÍn-
seca y vitalmente, la naturaleza y de pertcndcer sin¡ultáneanrerrte a r¡n orden
de 1897, rres meses sul;elior a ella»r.j. Alfaro, Zo taltu'al y lo soln'enaturaL Estudio htstórico des-
v rn€
'," ¿," ,,.'..."r,.i,I iii,1i:.:'":"s
«le la. ¡nrrerte rle
la tl¿ santo Tonuis hasltt Cayetuno (1274-1534), CSIC (Ma<lrid 1952), 7. Dc
rruerr Dios, r¡a venicro,
i::li'" ":,lu n""., "rHil#;f,'.]}i iX;:l; «,fat'atloja» habla tarnl¡ión con insistencia Fl. de Lubac en su libro §L¡nistc-
rio de lo sobrenutr.'raL, Elrcuentto (Madrid l99l).
rt Coltra lo t¡re poclría
l)arecer a sint¡lle vistir, esto representa para cl honrbrc urr
título de nol¡leza. Al n¡erros así lo entierrde Tonlás de At¡uino: «lis rnás noble

,g**iqs$¡¡flfis5ffiffi aquella uaturaleza c¡rc ¡>uetlc c<lnseguir cl bien perlecto, rrurrque ¡lara ello uece-
site tle rrna lyuda cxtcrna, <¡re ac¡rella otra (¡re rro ¡ruede conseguir cse bicn
perl'ecto y sí urto inrperfccto <¡btenido corr sus pro¡riau f'uerzar (sin nccesiclad de
aquella ayuda c:ttcrior)>>, §, L4. I-ll, <¡.5,a.5, a<[ 2. Y cita cn su lhvor a Aristótclcs.
1

164 HoMBRE y MUNDo ALALUIIDEL


cREADoR
r-¿ srN-n¿zóN DE LA cRnAcróN, le cRrruroe,D 165
5. Sin olvidar que en la historia
festado preeminenremente la graciase ha mani-
pi)aaogratuiro , ¡ ilno en tres personas, cómo uno y ei mismo Cristo es
pecados, como fid,clidy( de los
de "o^o
b-ir. í;"*bre a pesar de Ia lrr,ri / hombre, cómo el hombre es a una hijo y creatura.
infidelidad cle Érte, a";u*o,
para cuando consideremos
.ll-".o""r" del problema l,os dos primeros misterios, y más en particular el de la
al hr;b;;:"rro pecador , ,',:rrnacióno que vincula lo divino y Io hurnano, habrán
V[0. Ahora nos centramos no tan¿o lcap. ,lt scrvir de pauta para pensar rectamente la unidad de
en Ia antino mi,ir*-
do-gracia cuanro .n tu ¡,,rtrrraleza y gracia. La lógica de la unidad cristológica
,.iu"ioi, ,. I*gorica pero
léctica, creactún_gracia. ,i diu_ ,,,i,, confusión y sin separación», sancionada en el Conci-
9. Hry que rJner presenre finalmen
en Ios ,"Áui o*-r*;.¿.r,
lr,, de Calcedonia (DS 302), juntamente con lo dicho en
h ;;;;;;;T
*iro-que }"un* oi*,i"j.,ll'oien ll::,;T*::i l,,ri te[?s anteriores, permite abordar nuestro tema flrjando
r.rr ¡rrimer Ltgar negatiaamente los límites que una com-
l:*0.:,donde la
mano es a niver hu-
relación-r.".iJ,r'.i"ri.", ¡
,r crr$ión ortodoxa cle la unidad. d,iferenciada entre natura-
Io mismo qr.i" lr:za y gracia no debe sobrepasarr
"ig..re.entre pecacro rffi:f:ilffi,3i
*T;:':',','o;',ÍX].^ri**iu;;;li,'.,,pr0,,,",,o,.'- l) No cabe unificarlas diciendo sin más que también
,'l mero existir es una gracia del Creador. Así es y a ello
,,r"i;;l;;;;#ffi I?il:.:i:'.:il:I::tT:,;:T,,J;f volveremos, pero hay que empezar recalcando que se trata
taly ceñida que nos.sea rlc algo ulterior a eso, de algo nuevamente gratuito respec-
posible la hisioria de
tio dispu,tato, esta <<quaes-
¡z¡,¿ilrtuil-oliu;;ililll
reoría al de ta existencia del campo de ra
to a esa gratuidad primera y fundamental de la existencia.

cial^(a) para, a
(J) y ¡;iil;j;;
individual al so_ 2) Thmpoco cabe unificarlas entendiendo la gracia como

u n i fi n i,," "onrinurJiá;,
caci
h;#ir'; rnera ayuda rnedicinal de Dios (gratia sanans) para que la
óa r aT...l rl'_il;.|,H:' ?rj ¡raturaleza se restablezca y logre. Al tratarse de una asimi
bozar por fin desde" ésta :É_;' i:
un hümanismoofundr*.rrtal (6) v
;X: lación a Cristo y de una participación por él en la vida tri-
aun una visión del cosmos
(7)' Dos apénclices (8
-9);.i rritaria, la gracia incluye, como lo más caracterfstico y
rrarán el capítulo. y
t: principal, un componente estrictamente divino (gfatia
sanctificam); las otras modalidades de la gracia derivan
de é1. A ello se debe que la relación naturaleza-gracia se
1. EI NÚCLEo DEL PRoBI,DMA: presente a menudo como relaci ón natural-sobrenatural, Y
UNIR sIN CoNI¡UNDIR,
DTSTINGUIR SIN SEPARAR a ello también se debe en último término la gratuidad d,e
la gracia, Es radicalmente indebida porque es divina.
Esta presencia de la 3) Ni cabe unificarlas a costa de una de ellas, en parti-
gracia en el corazón cle
guarda relación eshechi la creación
ár."'ri", cular de la naturaleza. Vale de ésüa lo que la fe afirma de la
damentates de Ia fe: "1l;ü; j'r1"á.,r,..misterios fun_
"t
d" Di;;;
gracia no es sino Ia oarticipa"iá;eil;bre
y es que Ia voluntad humana de Cristo: <<al ser divinizada no quedó
suprimida sino más bien salvaguardada» (DS 556).
do) en ellos. En Io, t'... (y del mtrn_
casos el probl.*u teológico reside 4) No cabe diferenciarlas pensándolas consecu¿ivamen-
en Ia coqjugación de r. ,;;;;i^i;áiil.1"",r, córno nios i-
te, es decir, imaginando que Dios primero crea al hombrc
y luego lo eleva. En tal caso la filiación no podría afbctar
I tt(i iloi\,fllttf, y MUNDo A
L.,1, LUz DEL
cRE^DoR

de raíz lo humano
r.¡ .stN-R¿ZÓ¡.1 DE LA CREACIÓ¡¡' le cRnT Ul»,tD 1,67
ni consumarlo, contra
mos diciendoT. todo lo que veni_
i i r I rrr(AL[,ZA Y GRACIA: UNA «QUIX§TI0 DISPU'IAT,|>>
5) Thmpoc.
"*: dife¡enciarlas
po Ia gracia protológica,
d;;;;;ir';
separando en el dem_
portu.io. u.ria, *r, C.irto. Effi;:::Xt i:,:S:T \ ¡ I lay que empezar recordando lo dicho en el capítu-
1,, ll 1,, salvación veterotestamentaria no fue mera libera-
;f:il!1.l',':*:""ión ni ta"i*.t, sido hecho por,
-ljlái;;: , ,,,,, ( l(' ligipto, y la redención de C.risto no quedó en sim-

ü#i.fl1",",,Ti[1 ::# ffi::iL:i: ¡,t, ¡rr.rrlón. Más allá de Ia restauración de lo prístino,


za y gracia entendiend ,r,,1,,r:¡ rrt)ríán una ulterior positividad que terminaba en
o irro,tü;;;" redención
naturaleza cafda. No " de una ,,, ,,r:i() en el Pacto y en otro en la divinizaciín filial. Este
se pr;¿-;ffiI;
.t binorio natura-
pecadog.-JI.^ "**",,
Iezzr-gracia al de ¡,lrr:;», y la consiguiente bidimensionalidad del único
Hasta aquf, en negatiio, t,,,rrl,rc, es lo que la teología tratará de explicar.
Ios Iímites de Ia formulación
orrodoxa cre esa ,iig+
., ll) Los Padres la barruntan ya en la misma definición
oo cómo es esa unidad
ü;;fb;;"jl. ,.ou,o, en positi_ l,rl,lica clel hombre como <<imagen>> y «semejanza». Lo pri-
tenrando desde que :: l;q;;i;'i.",r*, ha venido in_ f nr r() correspondería más bien a la naturalezary de hecho
aclivind;i;;;;;.ma. En
proceso el rema se ese laroo 1,, ,lr:signan asl (fisis). Lo segundo a la gracia. Los PP.
ha ido ,"lr;;;;;
reformulando. ño { ,r i«:gos, al entender ésta como divinización, resaltan aúrr
:: ;;;,;re/es a his toria s. r,r,is la duplicidad de niveles de ser, mientras que los PP.
"':Hi#f,*:y'd..
C"b";;;;;ffi:,
hrros, como haremos te
a.conrinuación.
B as
l,,rtinos, que la conciben prefbrentemente como restaura-
co..ier,t.'d"'r.*¿Til;;I;" se irán tk;;;;; , rr'rrr cle la libertad, como humanización plena, tienden a
rruificar radicalmente al hombre y a solapar el tema natu-
jTiH#i,Ti:'vsobrena,ura,i- r;,leza-gracia bajo el de pecado-gracia.
,1.f^*#I*ili:$F*ii; il fi l"á;ffi C) Esa introducción del término <gñszi» o <<natura>>
ma y au tosr,fi
"i".,r.. '::::T§il?r: t ¡rara denotar ese estrato de creaturidad, no amenaza d,e
rnomento la unidad porque no conciben esa naturaleza
::",],,?,+-:x-*:i::,ü:ilÍ,1",Í,., j:t".j,i:rI:
corta Ia solidez y el
,,omo algo cerrador lo que sucederá más tarde, sino abierta
d. ñ;;;ffi.r;:
valor a la «semejanza>> e incluso con gérmenes de ella dentroe..
liso quiere decir que la vida humana no queda aún des-*
compuesta en dos zonas, sino que es un proceso histórico
r¡nificado que va de menos a más. La herencia bíblica y la
: 3:XT,T;lilg,::*3,,q e5 a r
misma unidad de la definición genesíaca del hombre, con-

ffg;1{*****e*ririrow 0 Cf. W. Seibel, «El hombre, imagen sobre¡ratural de Dios. Su estado original»,
en Mlstariuru Salutis lll2, Cristiandad (Madrid 1970),907-908; L. l'. L,arla-
ria, «El lrombre creado a imagen de Dios>r, en B. Sesboüé (Ad.), Hislorh rlt
la
los dogtnu II,78-89.
I68 IIoMI}IIEYMUNDo
ALALUzDDLCRDADoR
r,¡ srN-RazóN DD I"A cREActóN: LA cRA'l'utDAD i 69
siderado todo él
como relación vivir
der duarismo v de a Dios,les sarvaba
D) Et proÉl
r, y;;-,;;;:,;;:.r,. tr',,, l)u(,lo haber creado al hombre sin tal vocación super-
,,,t,¡t.tllr.
:s pensada re,za
*1#.,#;:"üiH:::ff i:l.
il"-;;;'j:"^^"lt
misma, con su
11tura
es¿.ncia definida en sí
1,,:; csta posibilidad la que van a evocar algunos teólo-

r.,,., l, rnuy en particular CayetanoI6, para sortear esa para-


I.' ;;;. ;;J;:I "jlacidades pecurlares, y direrente de ,1,¡,r rlo que algo natural sólo pueda ser colmado sobre-
id d. ;; ;; ;,ffi i,;
i ;l;j ::*.:.
r r.;;;
; ;;,,i' ], rr.rrr¡rtlrnenüe, y para negar, rompiendo «con la posición
ria",.de
c.e"imi",rt,i-;"":::ii: como con la propia
histo_ r,.,,lrr;ional, no sólo de la tomista, sino también de las de-
.,T
j J:a
¡i i;íti"#:
,,r.rs cscüehs teológicas durante los siglos XIV y XV>>17, la
ff ffiT f ,* J dill: :: i I : mom3nto. r r rstcrlciz del apetito natural de ver a Dios. Esta negación

! :;;il;il"t;,:1i"","::r? ;:TÍ: j;
enrendimienro
v ., q,;
t
rl,,r rrcomp?ñada de la afirrnación de la posibilidad de un

s¡mo Bien.. Ap'yándo.. t r",*J,;i:ll:ffi:


y vo.tultr¿ , r;(ado de <<naturaleza pura» ccin un fin estrictamente na-
;1*lrrIi r,r,irl18, que sólo <<per accidenJ» no se cumple, pero que es

.#:ii ;';;;;,',I;Íi::fl:]?il:
t¡empo con la cre ";';;;;", ,.1 t¡re le va de suyo al hombre y hace que no anhele la vi-
nar que quiere
,iirin fácial de Dios. Es cierto q,re Ést", desde la creación
rrrisma, ha querido elevarle al orden sobrenatural y así, de

;i,;rT,,,*ff #*i1*':'lT,#t.fl'",:;'":I,fr1il lrccho, el hombre no tiene otro fin que la visión de Dios
(iara a cara, Pero para que ésta sea reconocida y vivida
,l*a.l de Aquino en particular como gratuita necesitará mentar aquella posibilidad y ba-
^, atrib
sarse en ella.
¡s;:il;:i:.""1ao"iJ,,;;;;;;::i;:i:::ttrJ,::;
*i ;l
Esta salvaguardia de Ia gratuidad de Ia gracia, que por
s ino es
"i,r.,,;
ta gratuidad
*.111 tL.:: :ifi:Í:"1 ;;. ;;
y suDern¡t,,;;:;'^-'Parece negar
;,
a esa meta
otro lado resulta de alguna manera imprescindible y ha

""ü.
E;;;;i,í#fi:?:'::1id"q
presamenre,,,",ll'Í.i;'.:f
q"' po. otro Iacro recono-
:Í;l#:#:;:,f,*q.r1-
I pasado a engrosar la.teología de lo sobrenatural, tiene un
alto coste que es fácil evaluar. Aparte de construir la vi-
sión del hombre sobre una abstracción ., esa <<natura pura>>t
que nunca ha existido, toma de hecho cuerpo, cobra vi-
gencia, se señalan su estatuto y alcance y termina constitu-
yendo dentro del hombre una zona claramente deslindada

,ffiii{w*#ffi:í#
jii::f:í:ffi
,,i#li:ii ,:;,!:;#,;,"",r!,48i«r,/.ne,s.a,t
t!' «La posibilidad <le l¿r n<¡-clevació¡r clel horr¡bre al fi¡r sol¡r.enaturai
rro se e¡r-
cuentra, l)or lo tanto, fbrrnal y ur¡iversal¡nente :rliruracta ert S, 'Ionrás; pero
dcbe ser consi<lerada c<¡lr¡o virtual¡nentc contenida en su couce¡lci(rn acerca

,,';:;:'ixi:iii:!:?:xÍt:iiíiti::":^":;;::::.:,,:: de la gratrriclad dc la visión l>catífica»,J. Alfirro, rúirl. 200.


rtt El pensarrriento cle csre teólogo centr.a el ertr¡rlio
de.f. AIfaro, Lon«h¿¡«l...;
L. F. La<laria, <rNatr¡nlcz¿r..,,¡r, 293 -298.
ti Alfaro, l,o'nalnral.,.,408.
l. ti J.
ll)l¿. 165-205.

t
§
i
170 HOj\,{BIiE Y MUNDO A I,A LU7. DIIL CREADOR
I LA SIN.RAZÓN DE LA CRIiACIÓNI L¡I GRA-I'UIDAD 17 L

de la sohrenatural. Con ello el único hombre existenre se ,lad de la gracia al negar, como indigna del Creador, Ia ¡:o-
des-compone en realidad en dos («dos pisos») y la orienta-
sibilidad de una naturaleza no elevada2r. Frases como «to-
ci6n a la visión de Dios «cara a cara>> resulta ser en él me- rlas las obras de los infieles son pecados y las virtudes cle
nos radical que su fin natural y corre el peligro de ser en- los filósofos son vicios>> (DS 1925), delatan esa concePción
tendida como un sobreañadido a algo que sin ella tendría oxcesivamente pesitnista y simple de la historia, y legitiman
pleno sentidote. Se habría llegado así al límite en la primera
cl rechazo de esa tendencia y la defensa simuitánea que la
(a) de aquellas dos tendencias que se señalaron arriba.
Iglesia hace de la supernaturalidad de la gracia y de la dig-
G) Esta teoría repercute, en el tema del «pecado ori- nidad y consistencia de la naturaleza. Sirl embargo, una vez
ginal», en la idea anselmiana de que éste consiste en la más, el esquema en que esto se piensa parece no dar mar-
«privación de la gracia>> sin que la naturaleza del hombre gen a la unidad profunda del hombre en gracia y pecado.
quede básicamente alterada. En este punto el estallido lu- p Parece como si no se hubiese encontrado aún la conceptua-
terano va a cuestionar no sólo la relación pecado-gracia, lidad adecuada para expresar a una ambas realidades.
sino consecuentemente la relación naturaleza-gracia. Para
Lutero, como antes para Agustín, el pecado es ruina y
J) Cuando, como consecuencia de la llustración, el tema
naturaleza-gracia se formule como problema'razdrt:ft,, lu
perversión del hombre entero. Eso supone que éste no es Iglesia católica volverá en el Vaticano I a def'ender la fe fren-
un compuesto de zonas, sino una unidad radical en salva- rc a los racionalistas que la reducían a ruzón, y a defender
ción o condenación. Será la fórmula límite de la otra ren- ésta frente a los fidefstas que le privaban de su capacidad
dencia (b). más propia y noble,la de conocer a Dios. Pero esta defensa
FI) Cuando la Iglesia en tento, aun reaf,irmando con- a una de la razón y de la fe se formuló como la existencia de
tra pelagianos y algunos renacentistas el pecado original, dos modos diferentes de conocer) correspondientes a dos
se oponga a esa comprensión extremosa de éste y manten-
órdenes de verdades (naturales y reveladas) (DS 3015)'
ga que no extingue la libertad; aunque la alrera y debilita,
K) Es de nuevo el espíritu protestante el que en Barth
está salvando a una la creación de Dios, no anulada por el
pecado, y la gratuidad del orden sobrenatural, perá está
Ir sale apasionadamente en defensa de la unidad proclaman-
do que el único Dios existente, el de Abrahán, Isaac y Ja-
también dando pie a que el esquema dual se consolide y a coti, es el que se revela como gracia y misericordia. Con-
que los espíritus apasionados, unificados) se encuenrren dena como idolátrica y autojustificativa la pretensión de
incómodos en é1. un conocimiento natural de Dios y moteja a su vehículo
I) Así volverá a sucecler primero con Bayo y después conceptualr la <<analogía del ser>>, de invento del anticristo
con Jansenio20. Ambos arrancarán de la experiencii de y de única razón válida para no ser católico22. Presupone
ruina y clesquiciamienro que el pecado produce en el hom- que esa analogía del ser uniformizaría a Dios y a la creatu-
bre y cuestionarán directamente la estricta supernaturali- ra y nivelaría, al conjugarlos, el obrar de ambos.

rí C[. L. F. Ladaria, 'r DS 1921, l923ss, i955' 1979.


«Naturaleza...», lg3-298. tr K. Ilarth, Di¿ kirehlieh¿ DogtttatiL
rr Il¡í1.298-303; H. de Lubac, ál nistct,io...,269-351 ]r p. VIII.
I/1, Evangelischer Verlag (Zi.iriclr 1932),
172 HoMBRuyMUNDo
^L,ALIIDELcREADoR t I"N S¡N-REZÓN DE I,,A CITEACIÓIII LA CRATUII]AD 17 3

..1 , éD$.":ciona a su vez la teologfa católica


defendiendo
laffitimidad ctela Iin el ámbito mismo de la gracia tiene por tanto lugar y
"*rt;;;r-á.'ü:;
de evitar Ia absolutaffiii-ái'bio,
como ta única forma ,rc¡rtido una razón que, sin adueñarse de Dios, confirrna o
un lado y la identida.d áe ; ;i ;ffi;;; vt,rifica su presencia e incluso se lanza en su búsqueda
embargo, que la semejanza que "tto,lafá, otro. Reconoce, sin
creación establece entre
.,,¡n a sabiendas de que es Él el q,.. se hace desear. La
Creado¡ y creatura .r1e t."Áiau «toología natural>> resulta así ser no la expresión de un
po, ,nu «mayor cleseme-
janza» (Lateranense IV)
que f, *I"ii""" permanenremen- l)rometeico rapto de Dios por el hombre, sino la reflexión
te inquieta hacia el *4;, sobre un presupuesto creado por Dios mismo como con-
,r*¡rr) *)¡n», el Dios nunca ,lición de posibilidad de su libre y gratuita condescenden-
apresable. Con todo, sin aquelfa
janza, ni ta creatura podrá
*"no, pero básica seme_ .:ia y de Ia acogida humana de ésta. El pecado desfigurará
;r.;;;i;;; y amabte, reflejo de
Ia bondad, verdact y'be,eza.li ¡rrofundamente esta estructura «natural)>, pero no la podrá
contradicción cor
¿;;;;.r, ni el pecado será I anular.
acabará identificánrlose
con él v d..orirjfi'ff;,il::lque LL) Este largo debate no ha sido vano. Ha contribuido
Esta concep ci6n católica (no a acercar ambos frentes. Los católicos se hacen más sensi-
simplemente antiprores_
tante) reco,oce además qu. bles a la unidad, y los protestantes acaban reconociendo
üao-.rtI *ori*i.nto ascen_ las luces de la creación que quedan extramuros de la fe ex-
denre y asim,ativo de ra ár.rrr.u
flujo de un moyimierto inu"r.o
üi"a Dios es sóro er re- plÍcita de la Iglesia y que no se extinguen con el pecado2a.
su mundo y que este mismo ;;r"rr,
del Creador hacia Sin embargo el «pathos» sigue siendo distinto por ambas
u"á.L._i.rrto clivino h;
dado desbordado por otro indecibtemenre ;; partes y el católico hará bien en resaltar, dentro de esa
mayor como es nueva percepción de la unidad, y sin compartimentar al
la autocomunicación de Dios ;¿;il;;.
La «analogía de la hombre, [a supernaturalidad de la gracia y el espesor de la
fe» que, como contrapartida,
t. or.rriogi, del ser» propo-
nía Bartho y que fun<la lu .o_ur.i¿r, naturaleza, en proclamar a una al Salvador y al Creador.
y semejanza entre
.n.a*;;;;.i Hü;;;;; ffi;
Dios y el mundo .n l,
sólo puede ser caorada por Ia
sar la única forma de.seieñrl;#o,
f., ., ü*Uién para Baltha_
definitivarnen_
l 3. UN NUEvo ENFoquE coN cATEcoRfAs rBRSoNALES
te querida por Dios,desdeia
una positiva relación creacional "r.1.,9ri nero ella comporta
a" iJ"a". p;.qñ;;;
t. Ya en las últimas fases de ese proceso se advierte la
que aquélla pueda ser lo que aparición de un modo nuevo de comprender la naturale-
.r, .. d""i. autod,onacihn, es za. Esto se va a hacer más explícito cuando la teología ca-
menesrer que el destinatario
no sea alguien.br"i;,#;;;
dispar, con el gu" tólica intente superar lo que se llamó el «extrinsecismo>>
..t."ió;:Luna, sino alguien
.l mismo.tiempoi: que
:tríaes creado de la gracia, es decir, la sospecha, inherente al esquema de
3ll: es capacitado
ttnto, "o*o
or.o, como dis_ «los dos pisos>>, de que la supernaturalidad podfa enten-
para acoger esa entrega23.
derse como superestructura y superfluidad. Sólo si la na-

" u"',o' Darstcttung *att Deutuns sainer


il;J;.: 1[;f;* rhcotogic,J.
i¿lf i'
l. ?'r Cf. I{. Kíing,¿Existe Diarl, Cristiandad (Madrid 1979),716-721
174 HoMBRT,yMUNDo AtALLIIDELcREADoR r ,r r;rr.l-¡rnzóN oe le cRnnc¡ÓNr LA cRA"l't,lDAD 175

turaleza se abrla desde dentro de ella misma a Ia gracia


se ,,r, , l,r yilattridad, en un esquema simplemente persorla-
acabaría con esa sospecha. Fue cuando la herencii mecrie-
. , ,,,t,:,:strbjetivo, no sólo sucede en parte lo ntismo,
val, arriba mencionada, alentó a una serie de pensaclores ,.,,, ,1.( i irun en la hipótesis incorrecta de que ese anhelo
lrr9lj"o:: y *yI en particular a M. Blondel en "u*po fi_
Iosófico25 y a H. de Lubac en el teológico26, a "i
r ,,,¡ ,,,, ,,rigittariamente del hombre, éste desearía que su
ufi."rJ q;; r. ,,,, l,,,,ra colmado por el otro en libertad, es decir e¡r
la naturaleza misma del hombre está'dotada de un ansia
,,t,¡t,l,ttl2$.
interna de lo sobrenatural a la que la gracia r Si¡r embargo la formulación conceptual estricta cle
e
intrínsecamente plenifica. presupuestá ontológico"o-r.rponde
de todo , , , ,lr;rl(lcticu, t"[ún la cual Io más profundamente hurna-
ello es Ia idea de que la rraturaleza, a escala hi*ono,
oo ,, ,,,, ,:, [r) más gratuito, sigue planteando algunos proble-
ese modo cerrado, conclusivo y exclusivo de
ser qr.l" .._ ,,¡ r.,. l'irrcc€ríique si ese anhelo de ver facialmente a Dios
racteriza a otros niveles (aunque una concepción abierta,
,,,rr,,rittrye al hombre éste no podría hab-er sido creado sin
evolutiva-,. negaría esto mismo), sino apertura .rrn"iot
ser, a la ilimitación, a Dios, y con ello inhelo de
,i r,l ,r,xigencia» de verle. Es toqrle Pío XII rechazó cotncr
algo que ,r, rrrr¡torio contra la gratuidad de esa visión (DS 2381)'
le supera absolutamente.
l, ll,, r;<¡ntribuyó a que se afinase más la naturaleza de ese'
2. Además de ese impulso tomásicor la vuelta al pensa_ ,,,,1,r:lo y del hombre mismors. Rahner introdujo en el dc-
miento patrÍstico por un lado y al personali.*o
-odu.ro l,.rlc su concepto de <<existencial sobrenatural»3o' El horn-
por otro procura pautas para pensar cóm<¡ lo más indebiclo
l,r(:. Dreviamente a su propia opción, está bajo el influjo
puede, al mismo tiempo, ser lo más ardientemente
anhela- ,t, Í, voluntad salvíf,rca divina y eso se traduce en queclar
do. ¿No sucede asf en momentos tan hondamente huma_
,,rrtológicamente determinado por la autocomunicación
nos como el amor y el artep27.
¿No se quiebra así en estos ,1,, Dioi a é1. Ese existencial no es Por tanto natural sino
(y.otros casos) la alternativu ,itr. extrinsecismo por un
1,,r'atuito, pero modifica todo el horizonte de comprensión,
lado e inmanentismo por otro? Si en el modelo ,.oiOgi"o,
ya analizado, el anhelo humano de Dios es proclucidl
realidad por Dios mismo, y así en moclo álgorro
en I ¿" «El csuíritu n<¡ clesea a Dios como cl aninral desea su presa lo desea c«r¡tlo
,n .Iunr, [I. <le Ltrlrac, J urnaturel"', 484'
"r.* I, I-1. de Lubac, cuyo rechazo de la hipótesis de la
«natura p§ra» habfa encon-

25 tradó resistencia§ en otros teólogos, como' Por e.ienrplo, en K' Rahner (cl'
M' Blondel, Lhction (r8gJ)' Exisre traducción española, La
acción,rn*o- nota siguiente), volvió so}¡rc $u§ al¡teriores afirmaciO¡res eu un nuevo libro,
ducción, versión y notas dc J. }1. Isasi y C. Izquierdo,
BAC (Madrid'f OOOJ, Le oryltlrc du suntatur.el, Aubicr (Paris 1965) (la versión es¡raitola, citacla
cspec.477-521; del rnisnro M. Blondel, Carta sobru apoloiérica,Unir..rí-
,,á,u 5, incluye cn su segundir partc, revisada y autnenta¿a, la que bajo cl
dad de Deusto (Bilbao I99l), espec. 56-gg; Exigrncis "r,
fiiis¡Íic^ ¿¿ c¡.*_ título «Agustiniimo y Teologla moderrn» cra_la ¡rrimera de Su,nahn'cl). La
tianismo,Herder (Barcelona Ig66), lS0-1g9.
..^
)6 n.,"va ob-ru, aclnliral¡le ¡ror su innrcrrsa eruclición y por su pasión, no satis{i-
Suntatw.el. Étadcs historiquesoAu'bier (paris 1946);
«l,c mystére du surna- zo clel totlo a §us oponentes. cf,J. Alfaro, ctistolagta2 Ánlro.fologta,c)ds-
turel», en IiSR 9O (1949),80-121. 'ágil exposición de esus dilc-
tiancla<l (Marlrid lg73),227-343. una buena y
" I-. 9, v. Balthasar, §dlo cl attor cs iligto dcfc,Sfguemc(Salamanca lgg0), .encias enJ. L. Ruiz de la Peña, El tlon d'c Dios, Sal Terrae (Santandr:r
45-54; l.
J, Conzález Faus obscrva córno, iejos áe ha"c, del hombrc una I99l),27-36.
«pasión inritil», esa a,arentc paradoja o alicrráción ro «Sobre la relaciírn entre la natt¡raleza y la gracia» , en Esaitos tlc 'liologkt l,
configura ,.rll¿aiuri.n
humanas como cl amor, el saber, la acción, la libertal, 52000), 299-3¡9; «Naturaleza y gracia',
etl¡o.i.. Ci, n"irri, Bdiciones Cristiandad (Maclrid
I 4 j. existertcial», cn §M lll, 66-68'
de herzruno,Sal'Ierrae (Santancler I 9g 7), i j_ «Existenciario,
2 íbt¿, ÍV,1 964; 2 1 5-243i
174 HOMBRf, Y MUNDO A LA
LL]ZDIL CREADOR
I,^ $IN.RAZÓN DE LA CREACIÓN. U CRA"I'(IID,¡T» L75
turaleza se abrfa desde dentro
de ella misma a la gracia
acabaría con esa sospecha. se gratuidad, en un esquema simplemente persona-
F".;;;;;
Ia herencia medie_
,,r , ., l.r
val, arriba menciona^du, ut.ntO-,
,"a-r"ria de pensaclores r ,
rrrtcr.subjetivo, no sólo sucede en parte lo mismo,
católicos, y muy en particula., ,, ,, 'lr(:) arln en la hipótesis incorrecta de que ese anhelo
ü. Bi;del en el campo fi-
Iosófico,, y u É. deiubac
Ia naturaleza misma ¿.1
.;;i;;ri;;;"r_;;;i#il: r ,,,r,r,i. originariamente del hombre, éste desearía que su
¡. ,,,, fircra colmado por el otro en libertad, es decir en
rr"-¡*""lixta",uaa de un ansia
interna de Io sobrenarural , ,t,rr,l,t([2s.
a I, qr;i;;;acia co-responcle
inrrínsecamente olenifi*. pr;.ü;"rrá e ISin embargo la formulación conceptual estricta de
ello es Ia idea .1. qu. l^ ,,"*..j.íi1.".".1. cle todo , ., ,li;rléctica, según la cual lo más profundamente huma-
"rrolOgico
humana, no es
ese modo cerrado, conclusivo;;ffi;" ,,,, , ri l() rnás gratuito, sigue planteando algunos proble-
racteriza a otros niyeles de ser que le ca-
,,,.,,,. l'arecería que si ese anhelo de ver facialmente a Dios
evolutiva.,. negaría esto
1ur"q'r"
"", "on""p"iOn
mismo),;;;;"rrura
abierta, t ,,,rr;rituye al hombre éste no podría haber sido creado sin
esencial al r.,l ,,rt:xigencia» de verle. Es lo que Pío XII rechazó como
,'"'ffi :1 j':ilff','*"1:io''vJo'-'rllnheroda;i;;';,; rrr rrtttorio contra la gratuidad de esa visión (DS 2381).
2. Además cle ese impulso tomásico,la l,llr» contribuyó a que se afinase más la naturaleza de ese
vuelta
patrístico po, un lrd";;i;;lnari,mo al pensa- ,,.lrclo y del hombre mismo2e. Rahner introdujo en el de-
:]:i:"
por otro procura pautas pur. p.rr., moderno
lr.rtc su concepto de <<exístencial sobrenatural»'¡. El hom-
cómo lo _;, ;;á;il;
puede, al mismo tiempo, l,rr:, previzmente a su propia opción, está bajo el influjo
ser io más
do. ¿No sucede asf en momentos "Ji.n,"rn"nte anhela_ ,lt' la voluntad salvífica divina y eso se traduce en quedar
tan hondamente huma-
nos como el amor v el artep27. ,,rrtológicamente determinado por la autocomunicación
(y otros casos) Ia álternativa ¿nfo
,. qui.l.o asf en estos
ertr. .lc Dios a é1. Ese existencial no es por tanto natural sino
Iado e inmaneátismo.po-r
e*tiinsecismo por un
orro? Si en ei-moaeto teológico, gratuito, pero modifica todo el horizonte de comprensión,
ya analizado, el anhelo t
realidad por Dios mismo,
%
b;;;'r. proclucido en
"^rro a.*"*"io
r "., alguno atenta l ¿* «El espÍritu rro desea a Dios como el aninral desea su ¡lresa: lo desea c«:¡no
un don», lI. <le l,ubac, Jumalurel...,484.
:e FI. de Lubac, cuyo rechazo cle Ia hipótesis de la «natura pura» habfa encon-
25 M. Blondel, L'Action llgg,).
Exisre traclucción española, trado resis¡encias en otros teólogos, como, por qienrplo, en K. Rahner (cf.
ducción, versión y noiu, ac.¡. La acci6n, lntro_
i.;J, irr,"irj,
u.
cspec;477-S2t;á.l,nlrror,l.str;iit,-¿rii.';;::;fr;XÍ,',,Í"f.r.:I
nota sigrriente), volvió sobre sus ar)terioles afirmacio¡res en un nuevo libro,
". I.c mlstárc du strnatutzl, Aubier (Paris 1965) (la versión es¡raírola, citada
dad de Dcusto (Bitbao reer),
esp;;:;:á-s;:';;ül)cias en nota 5, incluye en su segundt partc, revi$ada y aurnentada, la que bajo el
litosyficas dct cris- título «Agustirrismo y Teología moderrta» cra la ¡>rimera ele Sulnatu'el\. Ll
,,';:trJ:;i:;:;; :iffi
,,
" :y':?,enItsR96(1949),80_r2r.
H,r,T i,;J: [fl ;;
\'--'-'v¡v¡/, r.c ys,] re u rn a.
« m <, s u
nueva obra, adnrirable por su inner¡s¡ erudición y por su 1>asión, no satisfi-
zo del to<lo a su6 opo¡rentes. Cf, J. Alfaro, Cristologla 2 lnlropología, (Jús-
tiandad (Madricl 1973),227-343. Una buena y lgii exposición rle estas dife-
i; i,, J;.'i"á TÍ:;f:j"r,:!.:":1 c1 di *; o fc, srsueme (saramanca sgg),
dc
r rencias enJ. L, R¡riz de la Peña, El tlon d,e Dlos, Sal Terrire (Santander
up..ior tirl ;:ffi:ii:üi,1, lJ'JlhfiliÍ::ffi:.1"1":# l99l),27-36.

i u r,

humanas corno el amor. el rt' <.§olrrc la rslación entte la ¡ratt¡raleza y la gracia»ren Esailas dc'l'aologíaI,
,uú.., lu u,."üiilffi"i
el n¡orir. Ct.pro|ccto
tte hawrun o,Sat Terrae iSanu rj., r oslii ir._iir. " Ediciones Cristiandad (Madrid 52000), 299-3 l9; «Naturaleza y gracia»,
ib{d. LV,7964,215-243i «Existerrciario, existencial», en SM IlI, 66-68.
lZ6 HoMBRE y rúuNDo
A Lrr Luz DEL cREADoR

Ia misma transcendentalidad r¡. s¡¡l-RRzóN oE la cRelctóN, LA cRA'l-utDAD ,77


.i;;;;:::
bre y orienta t natur
í
católico
*;ihmy: irillii, i [:: fl
r, I ,,, r, lc resultará sorprendente y extraña, tal como suce-
.l¡,,, r)rr [a aparición de Cristo.
en lo
vicción .r"
¡

or.tof'n'i ' 1**;;té*pr.u,dJlo";#;1,-


:iXttr"*:',,lufr: | 'r , r (:so es comprensible, y fecundo a la vez para la teo-

l,,r,.r,r r:atólica, que en ella subsitan dos corrientes, en buena


tura, crásical;;L:il*
a) Náturab ffi3;:, ,,,, ,lr,lir contrapuestas. Una, que destaca la unidad de Dios
un concepto espíritu de éste, defini-
a Io que lur ri"lo.es
^y
tcolfugico, no
equiparable ' , I lr.¡nbre que tiene ya lugar en el
,1. r'r)rrlo anticipación de Dios y anhelo de Cristo, que a su
:::i;1,
§upuesto de"Ia
ffJ T Jj,l:, ::: ÍLi:,":,. T ":1o ; il ;;; r r z rcpresenta la cima de la autotranscendencia humana
g¡acia "
Pero con su ap(
, rr."r.r.,l tr'ffJ:,-r:H:^p::- l,.,, ru el misterio de Dios (Rahner). Otra que, partiendo de
1., ,li['erencia entre Dios y el mundo, clesasosiega continua-
c ió il
t I;Jl i,j :, Ír" :: :;; ; :H:[ "?
n gra tu i t, ¿ il,:T j:
¡,¡r'nte aquella unidad y la con-vierte al Dios siempre ma-
I? qu. antaño se po. tu f., .,
lramó «potentia
-)',"^í* o¡r=?!o"idu 1 r,r', rl mismo tiempo que considera a Cristo como nueva
e
cro, pero gue, por t.,.1^ i^"á''""'*,"í?tcntiatis»'ucatent¿alis» de Ia gra- ,,,s,rspechada intervención de Dios que sigue siendo «el
posibiridacr ¿"
;l-'^':'".i; ( )tro», aun en medio de ese nuevo acercamiento y autodo-

:: F.ñ;,:::l' :# *, I
,", i,*;#i :t 1ü i:üf
ra en er di na _
,,lción. La cruz de Cristo proclama esa dif'erencia (abando-

t tli l!;y: ::r ac te,ila;üil,'.l:n rr.r) en medio de la unidad. En esa cruz Dios se acerca no
.simplemente al hombre, imagen y <<semejanza>> suya, sino
:ll,,i *;;;íffi {ffii;iii,",LtTl.; lqo que no
.t al pecador, al «desemejante>>o al sin Dios (Balthasar).
rrrerear, y que es definir ar hom_
car que el hombre
sóro ,r;;il;;;;:J.0" Sólo manteniendo pqiantes, en mutua referencia dialéc-
tica, amÉas líneas de pensamiento no habr/¿ Navidad sin
"o:r'il,,;:,1:l:,:,":*i,1i"tí,[,::i{ti:T'[1;
de alcanzar'
Adviento ni Adviento sin Navidad; sólo asf seguirán enjue-
go los dos grandes ingredientes de la teología de la crea-
i"truyt;;::'P"
nurr'o,"o'
tural>>; es una
I ción: el parecido y la desemejanza; sólo así serán sólidas y
diferente's, dentrc¡ de la unidad, la naturalezay la gracia.

i'+,-ffi#il;nn#íffi**ff 6. Esta unidad-diferencia teóricas ticnen que lLenarse


d,e resonancias aitales si es que estamos tratando no de
conceptos, sino de Dios en los últimos entresijos de 1o htr-
,-^1. _tl" de
momento i*.bo.so, rr. g*irij"i;j ;.:: mano. Hay que traducir en contenidos de experiencia esa
la elev¿
l::.g,. a
desrinado "",,;;;;;;,::
erra,
Ull:',
;;';;:;:'-:.-r,:i
ii ;ffi : iliT:
hombre, aunque pre_
implantación radical de la gracia en el corazón de la natu-
raleza, y su simultánea gratuidad, mostrando p. ej. córno
modo at t* ffi"::'|-u'ede' Predeterrn: la triple relación del hombre a los oros, a sí mismo y al

nlil*.liil,r*rr;ri:i!i:#:h*M mundo hace de él un ser ec-stático, ec-sistenle, que se ree-


liza apuntando, a uavés de esa triple relación, a una infini-
tud que él mismo no puede iluminar ni captar. El hombre
t.
sólo se logrará cuando ese misterio, desde y hacia el <¡ue
178 I.:f OMBRE Y MUNDO A L,A LIJZ DDI, CRI'ADOR GR't-l'uiDAD 179
LA sIN-RAZÓN Dn L,r cRE¿ctÓN: LA

vive, se le abra, se le acerque y se le clé. Thmbién


es objero ,1.,, cl áml¡ito de Io individual, etr el que con frecuencia
de que el hornbrá está abocaclo, descle lo más
lxperiencia ,,,,,Ic refugialse' y mostrar§e presente y efectiva en la á¿s-
prorundo de su ser, a una acogida y afirmación absolutas, por
t,,t ¡il, enia vid,a social I en los esfuerzos colect'iuos
incondicionales, que ni él misino ni los otros con-
pueden clar_ trrttt.sforma.r el rnundo. Todas ellas son dimensiones
re"'.iNo es precrsamente esa paradoja la mejor
y más real ,,,,l,uiales al hombre y en ellas hay que traducir e§a natu-
definición del hombre, como iice piscals?? "
,.,[r:za de la que venimos hablando' Es lo que ilrlentamos
De hecho la gracia no se crea un lenguaje especial,
sirro l,lcer brevemente en los apartados que sigue n y que, dada
que se expresa en los mismos términás (u**,
libertac{, ,,rr interrelación, no será posible deslindar del todo'
paz, responsabilidad...) en que se define lo
hrmun<r, pero
en-el evangelio esas palabras señalan cotas
que desbordan
al ho¡nbre y Io sacan de sí al mismo tiempo
man Ilaciéndolo más abierto, Iibre, solicla.io
que lo consrr-
y f"lir, ,i ¡i".,
r ,1.1. La grdcia en la historia

a menudo a través de vivencias inesperacl* (a.ri.rio,


Por su condición corpórea que le expone al encuentro
iesulta ,.."l-
cheo dolor, ausencia de Dios...). Lá gracia
misrno.tiempo sobrehumana^y p.ofrñclamente
al con las cosas, y muy en particular co,n los otros llombres'
humanizadora. Sólo con verificaciones cle
humana t si quiere ltegai a sí mismo; por su libertad que le mantie-
este tipo el ada- su
ne abierto ul pro".to de su propia autorrealización;por
§io clásico <<gratia supponit et perftcit
más que una solución de escuela.
"
naturam» será algo inmersión ,i lu hittoria de la h'umanidad, el hombre es'
por naturaleza,,unser histórico' Por ello la autocomunica-
d" Dios a él no modifica sólo §u estructura transcen-
"i¿.,
derrtal, sino también el modo histórico. en qxe ella se ac-
4. Dlrun¡¡sroNris púBLrcAs DE LA cRACTA
tualiza. La relación naturaleza-gracia se configurará como
relación historia-gracia. Historia no só1o individual sino
Aclemás de llenarse de conteniclos existenciales,
esa pública y aun munclial. La humaniclad en cuanto tal, es
unidad intrÍnseca de naturaleza y gracia tiene
que ¿.rlor_ t, ieci. .r, ..rurr,o unídad originaria de todos los hombres y
de toclas las épocas, es el destinatario de la gracia protoló-
:)l N.o potlemo-s
gica y el que ,., aceptación o rechazo la historiza'
.rlrrí desarrorrar' ¡;ero sf hem.s tre evoc¿rr hasta
sólo el anhclo tle ella,sino la giacia r¡is¡na.es
qr¡é r)unto no
otljet,r d" ,*prrlrnr;i,Jr-ir:rirÁ
" L; gracia "or, es aclemás, y sobre todo, histórica porque
ella se da es libertad absoluta y tiene.:l ty
cle que de ell¿ sólo ha'le¡nos en teoría
y cle mei,oria. soire ;;;;;j; Aquél !u*
problerna remiti¡nos a ros.rratados sob.e ra
den vc¡se J. L G<tw.ález.Fau1, pru1ecto...,
"ste
gro"iu. A trturo rrar.oiiro''fr.,'o "t
*rrro lu, épocas y ritmos de su autocomunicación (Hech
ñSg-isó, L.F. La,Jaria, Tiolo_
gfa"''.205-298;.|. L. Ituiz <re ra I'eia, Ér,r0n...,394-4o2.En
toclos ellos se 1,7) y de tá réplica que la humanidad le va dando' La gra-
echa de vcr el inlluio <le t-os-{11;jgr cle
K. Rahner,<«S"fr." f. .*¡r..i.n"iu
la gracia», et¡ Esu"itos III, t03-I07; Expu.ünr;aiei i" .í" ., p.i*oriamente la historia de las intervenciones gra-
drid 1978).
tr¡o"itu,ñ..;;.-ii4;- tuitas de Dios.
r'2 «Reconoced,
pues, soberbio¡, qué
¡raratloja sois llara vosotros misnro¡.., S¿L_ ¿Qué relaciín guarda
la historia d'e la gracia con la his'
becl qtre el hombre supera inlinitai,"nt"'al
¡naestro vuestra verdaclera condición»,
lroril,re y escuchacl <le vuesrro torli¿r la humaáid,ad'? Esa es la cuestión a que nos abo-
B. pascal, pezsa nientosr 434.
can las consideraciones anteriores' ¿Se ha refugiado la
180 HoMsREyMUNDoALA LuzDELcREADoR
I,¡, SIU"T¡TZÓ¡I DIi LA CREACIÓN: LA CRATUIDAD 1B 1

gracia 19 Oue solemos llamar «historia sagrada>>, es de-


cir en 9n
los hechos 1.2. La gracia en la uid,a social
¡{vffcgs qu. "u..rn "l a"tig"r-y ;l
Nuevo Testamento?'fodo lo qre u.ni*o, diciendo en los
capftulos anteriores lleva por el contrario Al ser el hombre originariamente un ser social, y al ser
a afirmar or,.
como recuerda er vaticano II, es ra la humanidad entera, y como un todo, el destinatario de la
historia h";;;r'l;;
Ia que es alentacla por el frpf.ii"
J"'C.irro e invitada a lutodonación trinitaria de Dios, como acaba de decirser la
entrar en el misterio pascuil. gracia tendrá que ver también con los diferentes ámbitos
¿por qué, en of
sido necesaria Ia revelación y la lrca.iaciónp ""rr,l, c¡r que se estructura públicamente lo humano y poseerá
La historia, a.pesar de.sár-imputuau una dinámica no sólo personal, sino interpersonal, fami-
á"r¿" sus oríge_
rres por el Espfritu I'a. filiación, posee una
liar, microgrupal, política. Por eso la relación naturaleza-
lr:i, histórica je
que requiere la aparición
ofacid,ad.
gracia habrá que traducirla tambi6n en la relación sociedad
aquel hu"i. el
gravita. Se pueden señalar tres razones "uai lrumana-Reino de Dios (dado que éste es la forma pública
que hacen necesa-
ria ia nueva gracia de una int..pr.tr"ión de gracia).
historia: r -'--' auténtica de la En ese contexto habrá que verificar cómo los anhelos
l) La innata incapacidad del hombre de
traducir ade_
colectivos de justicia, solidaridad, fraternidad, de recipro-
cuadamente ru propla realidad t..nr""nd""trl, cidad absoluta, de vida perclurable sin límites y de calidad
pias condiciones de. p.osibilidacl, ;;;;;_ para todos..., apuntan desde lo más hondo de la s<¡ciedad
.";;; caso divinizadas.
2) La sobreañaclida cegaziny deio.maciOn a metas que ella no puede darse y ha de suplicar como
oue el ne_
cado individual v colectivo-introáuce una gracia, como una llegada de Otro («venga tu Reino»).
el hombre hace áe sf y en la misma
;i;;;;d;ffi í; Y cómo esa venida, al mismo tiempo que las desbordar las
realidad-
3) La soberana y misterios, libe.iná á.i colma. Habrá que pensar cómo el futuro de la historia del
Cr.udo, qr.
quiere comunicarse en peculiar arnor mundo se relaciona con el futuro absoluto de Dios, del
y perdón y revela
y Dios todo en todo y cara a cara. La relación naturaleza-
:::19, como quiere ia plenitud insispechada de esa
Sracra. gracia tendrá también que traducirse, por ello, en relación
Por todo ello es precisa una des-yeración e s c a t o lo gla,
hí s t o ri a-
de esa histo_
ria, un relato de eJa libre y ubrol,rt.lomunicación Mientras ese futuro no llega del todo, habrá que pensar
de cómo ese final gratuito, absoluto y universal se anticipa
su.Hijo. Surge así, in mitad de la
llo:
sar cte""
historia
gracra (y pecado), una.his_toria peculiar
univer_
históricamente en la vida, muerte y resurrección de Cristo
a" g.u"iu y
salvación: Ia que nur.u Íu Biblia.
f,, y de los suyos y constituye así, en cuanto sentido global de
tar en las entrañas de.la histo¡ia
trí"i", sin dejar de es- ella, una nueva forma ltública de gracia en la historia.
urirrlrsal y en su decurso,
descuella, al mismo tiempo, d.
.lh relato particular
que la interpreta y hacia el que ";;
la rri.io.ia universal habrá
d.e mirar puru .""Lrrocerse
a sí misma en su mejor verdad 4.3. Construcciín d,el mund,o 1 gracia
sin-que, por otra parte, esta dinámi"u
acorte
la densidad y ptuialictad d" ú i,i;;;;i" "ri.ro"¿rrtrica La natr¡raleza humana, individual y colectiva, es también
a. ro humano. F
originaríamente activa, configuradora de mundo. Por ello
183
LA slN-nAzÓN ou u cRnlctÓN: LA cRATUIDAD
i82 TIOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR

cle salvación» Ia historia


la historia humana no es solamente Ia de los anhelos y es- , rlriría, en efecto, como «historia
bien'-o al menos tambiérr'
r

peranzas antes dichos, sino también la de los esfuerzos ,,,r1 clel mundo? ¿No'"" -as y explota-
y-J" de egoísmo
por conseguir esas metas y la de los logros en ese empeño. ,,,,1 historia de dolo-t 'uittn' mismas
, riirt. de intereses y
at'p"""ao? De este modo las
¿Qué relación guarda ¿s¿ naturaleza, esa historia de afanes gracia queda. e. [a
y éxitos (o fracasos) con la gracia? ¿Qué tiene que ver la :],ilffi;iui"l¿iu "ui"'ut"'a v deenIacualquier caso, cor-
implantación por el hombre de un mundo humano con la l:#á"fJ;;;;y ¡
"..comidas pues' aun-
versión evangélica' Necesitan'
venida gratuita del Reino de Dios? r,rs resPecto a su de la
contraste
Situada a este nivel, la relación naturaleza-gracia es hoy :;;" ññebidas p"' tri", el"aliento y el

objeto de no pocos debates teóricos, y determinante-justi- tttuiX"*rr, trata de proyec-


y particularmente cuando se
ficante de diferentes formas de praxis cristiana. El Vatica- juego.un nuelor componente que
no II (GS c.3, n.o' 33-39) ha trazado las llneas maestrasr T ros políticos, entra en
y totar cre ellos en gracia
pero la discusión prosigue33. inrpide una traducciJ^ i"*""¿iuta si esos pro-
Desde un punto de vista protológico, es decir, a partir
::lí";;'ili" o,r.¿" 'iempre 'lteiior porque
de la unidad original de la gracia y la naturaleza humana I J,"i H.T ; i; "'
n in s u c'
;; ; i' iu to'i ot s i n o plu r al eels'' refrendo1

(en todas sus dimensiones), y desde la consideración de á;Ji";;;;" ;"i;;r Para sí en,exclusiva
(aun para
del evangelio. f"'n q"t *ng,on valla universal
-ru
Dios como Creador transcendente, cuya acción no exclu-
b' ;; ;;:;;"t " 4 r' u'e n de n clar u .*!nin" :1]:
ye, sino incluye la acción de la crea¿ura, hay que afirmar
u
ll -"::
ehcaces exigirán compe't:1cta
:

suados. Para que resulten


que la historia humana de construcción del mundo y libe- y leyes socrales y
ración y humanización del hombre es el lugar público de ;;i;;;"cimiento de las estructura§aceptadas ni ellas ni
oollticas, no siempre unánimemente
la historia de la gracia, de la historia del Dios Creador y ql? suponen y Propa-
Padre con toda su creación hacia el Dios todo en todo. Ii*"¿"1L ¿. ho*Lt" y de socied'd fren-
recursos coercitivos v penales
;r"H;i;;;;;"i"J inme-
re a los abusos... itl"
Las metas humanas tienen, como se dijor los mismos nom- .uo les aleja de una versión
bres que los bienes mesiánicos, y los mismos que los do- evangelio'
diata Y Plena del
u pt"t.de esa diferencia irre-
r
nes del Espíritu. La venida del Reino de Dios pasa así por
,iCómo h'""' ;;;;"q""'
la realización privada-pública de ellos por el hombre. rmpregne la <<res p"b'!i-
Sin embargo tampoco se pueden confundi,r esos logros
d"fi:'i" íi"'"#i"" del evangelio
mismas estructuras limitantes'
media-
ca>> y abráren esa§
humanos con el Reino de Dios. Éste, al tiempo que los de Dios' de su Reino? Este es
ciones clel proye"tl g;"i"i'"
provoca, los desborda y critica. Y no sólo por el coeñcien- equiparar ya esfuer-
te de finitud que inevitablemente arrastran, sino además
.ipr"oi;"á, ifo'i""'y vital' que (sin de Dios a <<gratiu
zos humano u'iot'l'o p"'17.1ileino
por el de culpabilidad que los tara y desfigura. ¿Quién des- " ^ ál^ I Jensiblá' a e§te nivel' la dialéctica
pura>>)mantien€
naturaleza-gracra'

's La dialéctic¡ liberación-galvacién podrla ser una dc las vcrsiones moder-


nas de la polémica natt¡ral-sobrerrahrral. Cf,J. I. Gonzálcz Faus, Pn1cclo.,.,
157-165.
l82 rroNr$RE y MUNDo A l.A LUz cRATUIDAD i E3
DEt, cRE^DoR r ,r stN-lr^zÓN DU L^ cREAclÓNr L:\

la historia humana no es solamente


Ia de los anhelos v es_ r r r,,, (:n cf'ecto, como«historia de sal'¿ación» la historia
peranzas antes dichos, sino también
por conseguir esas metas y la de los
la de los ;ril",r; ,l ,1, I ¡rrundo? ¿No es más bien, o al menos tambiérr'
logros en ese empeño. ,, 1,,.;trt'iit de dálor y de ruina, de egoísmo y explota-
¿Qué relación guarda ,s, .ratu.arer";;;. historia de las mismas
y éxitos (o fracasos),con.la graciap afanes , ,,, ,lr, irttereses y de pecado? De este modo
,i..,. qr. ,", iu dan en la
, , ,, ,,, .iuu.* d. i, .,ui"'oleza
¿q.,e y de la gracia que
imp.lantación por el hombre-der,rn
,I.i¿o humano con la i,, ,,,,,., falseadas y carcomidas y' en -cualquier
ca$o' cor-
venicla gratuita del Reino cle Dios? pues' aulr-
, , rl;¡rccto a su ve rsión evangélica'
Necesitan'
Situada a este nivel, Ia relación naturaleza_qracia de la
objeto dc no pocos debates t"O.i.or,f
es hov , ,, ernbebiclas por ella, el*aliento y el
u,l
contraste

ficante de diferentes formas a. p.o*iJ


J.;;;;";;#;l r.rr l,[.
cristiana. El Vatica- ,\,lcrnás, y partrcularmente cuando se trata
de proyec-
no II (GS c.3, n.o'3J-39) ha razaclo ql'
pero la discusión prosigue33.
Desde un pr¡nto de,vista protológico,
las líneas ;..;;;;,
t , ,, ¡,olíticos, entra en juego-un nuevo, component"
,,,,,,1,[" una traducci¿n inrn-ectiatay total
cle ellos en gracia
es decir, a partir li.ino. Éste queda siempre ulterior porque si esos pro-
de Ia u¡idad original cle Ia gracia plurales' ninguno
yiu-ro,u.ufeza humana r, ,:rr¡s no han á. ,r, dictitoriales,
sino
(en rodas sus dimensiones), y desde la el refrendo
Dios como Creador transcenáente, cuya
consideración cle ,r" ;í;;;;.á. ,..tu*ar Para sí en^exclusiva
Para que teng-an valía universal (aun
acción no exclu- para
ye, sino.incluye la acción ¿. ln ,t,'l
que afirmar "rung.iio. habrán de fundarse enmfut'im'os consen-
,,, ,ro
que la historia humana de construccion"r"uiu'r'u,lruy f
"riy.rrt"r)
ración y humanización del hombre
á.1;;J";il;_ ,,,¡ados, Para que resulten eficaces exigirán
competencia
., .l l,rgo. pJ¡fí." ¿. ,,rr el conocimiento de las estructura§
y leyes sociales y
cre la r,i,tor;a aá D"i"r,C;;;;;; ni ellas ni
f.l::::1:,,1 g..u.rr,
raore con toda su creación hacia nolíticas, no siempre unániritemente acePtadas
el Dios todo en todo. .,1 modelo de hombre y dc
socied^d q:: suponen pt":f.1-
{ Iren-
Las metas humanas tienen,
," Ji¡r lo. y penales.
"o*o tor.¡¡i.*os*ir*os nom_
bres que los bienes mesiánicos,1, uar,. Reclaman inclusO recursos coercitivos
nes del Espíritu. La venida clel
que los do- ?;; ñ;r;sos... Todo ello les aleja de una versión inme-
R.ino d. D,* ;;;;;;; cliata Y Plena del evangelio'
la realización privacla-pÍrblica a" esa diferencia irre'
Sin embargo-tampoco.se pueclen
po. el hombre.
"Io,rr"¡"áil"r";;i;*.., ¿iO*o huc.r pa'" que' a pesar.de la <<res publi-
l ,
humanos con el Reino de óios. É.r", a.rJtint.,la dinámica dál evan-gelio impregnc
,i iiá;;;;."ü; ca>> y abrá, en esas mismas
estructuras ltmrtantes-, meola-
provoca, Ios desborda y critica. y
cior.. clel proyecto gratuito de Dios, de su Reino? Este
es
ro ,álo por el coeficien_
te de, finitug qr.* inevitablem""r.
u.ruroan, sino además ;i;;;bl#, tló.ico"v vital, que §ir1 eq1in3,a'v-"11:l:
por el de culpabilidad que los rara
,o, h,.r*urro s a <<natura pura>> y Reino de Dios a
y a".ngr.u. ¿euién des, «gratz'a
nivel' la dialéctica
;;*»;;"tiene viva y sensible, a este
naturaleza-gracia.
rs La dialéc¿ica
liberación'salvación porlría ser una
cle las versiones mocrer-
o.tn,nica natr¡ral-sobr"not.,.^t.
óiJ. i. ó.*ulez
[;_O;11 Faus, pn1ccto...,
t*

'l
184 HOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DOL CREADOR
t LA SIN.RAZÓN ON I,¡, CRTIC¡ÓN; LA OITATUIDAD 185

5. To»o DS GRActA ir' nih.ilo>> en cuanto excluía, como dijimo§, tto sólo una
r,¡.rtcria previa <<ex qua>>,, sino toda perentoriedad interna
t,()r'parte de Dios (cap. I y II). Esa libertad fundante del
Aquella personalización y esta socialización e historiza-
ción de los conceptos de naturaleza y gracia contribuyen ( i¡cador convierte ya a la misma creación en gesto divino
sin duda a comprender y vivir de un rnodo más radical la , c,r producto creado de gratuid,ad.
unidad de ambas. Pero aun asf, esa duplicidad de nom- b) Dios creó y crea con el inaudito designio de desbor-
bres y el hecho subsiguiente de que Ia gracia se aloje sólo ,lar ilimitadamente ese mismo marco de la creación abrién-
en uno de ellos continuará atentando, al menos imaginati- .lolo a un proyecto de encarnación. Crea, como también
vamente, contra esa unidad. ¿No sería posible, sin alterar <lecíamos (cap. IV), para adentrarse por medio de su Hijo
ese marco de relaciones tan laboriosamente elaborado, cn la creación y adentrar a ésta en su vida trinitaria. P<¡r
unificar Ia no¡nenclatura y hablar también de la naturaleza T ¡nucho que este segundo hecho venga gestándose desde el
en términos de gracia? principio y coincida asl en el tiempo con el primero, y por
Esto nos lleva al riesgo, ya indicado, de sobrepasar los rnucho que se ahonde en éste, I'epresenta un grado abso-
límites de la unida d diferenciada del actuar de Dios y de lutamente nuevo y superior de gratuidad.
su obra. La calidad de la gracia sería el alto coste de esa Si eso es asf ¿por qué no resumir en este ú,ttico térmi'
extensión niveladora de la gratuidad. La duplicidad de no) y en su peculiar complejidad, lo que antes disgregaba
nombres tenía precisarnente por fin preservar la plurali- un doble nombre y concepto? Entendemos que así se lo-
dad de dimensiones de una realidad compleja. gra aún mejor aquella unidad hacia la que vimos avanzar
Pero cabe seguir preguntando si no unificar- todo el proceso de ideas recogido en 2. Se personaliza
"r-poribl.
los, sin caer en ese peligro. Es la propuesta que hacemos: también aún más el concepto de naturaler.a,y se corta de-
sustituir la relación naturaleza-gracia por la que traducen finitivamente e[ paso a la concepción de ella como algo de
d,os niueles de gratuidadsa, suyo cerrado y que cuesta abrir a la gracia. La gratuidad
Antes de proceder a esta sustitución es menester legiti- ?
de un don, por el contrario,lo mantiene abierto a aquél a
marla. Lo hacemos recurriendo a la categoría de la liber- quien se debe, a quien se agradece, y de quien cabe espe-
tad d,iaina presente en ambos niveles: rar, aunque no presuponer ni forzar, un nuevo y mayor re-
a) Dios creó y crea con absoluta libertad. En el capítu- galo. Por ambos lados, el del que da y el del que recibe,la
lo anterior hemos dado con la ruz6n más concluyente de primera gratuidad está abierta a la segunda, sin exigirla en
esto que decimos y que más tarde (cap. XI) trataremos «¿f; modo alguno.
professo», La plenitud de amor y mutua donación exis- En la creación Dios da a la creatura el ser, le hace el
tentes en su vida trinitaria exonera al Creador de toda ne- don que ella misma es. En é1 se anuncia como un milagro
cesidad de crear. Es 1o que afirrnaba ya Ia fórmula <<crea.tio ulterior, hondamente anhelado (d,esiilerium naturale) y a
la vez absolutamente indebido, el don del Dios gue se da a
'r'r Conlo se puecle ir vietrdo, cst¿r l)rol)uest¿¡ se diferencia cl:tranter¡te <le la t¡rre
sl mismo. Aunque de todo punto gratuito, este segundo
rle Lt¡l¡ac hacc co¡r el n¡isnrr¡ título, y no qtretla así expuesta a las insatislhc- don colma el primero (perficit naturam). Dios sabe por
ciorres c¡rre eflt proth$o. Cf.J. L. Iloiz <lc la Peña, El úon...,28-IJ, F
entero a Padre y el mundo a gracia.
186 tIOI\,f BRE Y MUNDO A LALUZ DEL CREADOR u. stN-nnzÓN oB u c¡rD¿c¡Ól't: LA cRATUIDAD lB7

Esta unificación bajo el signo de la gratuidad ni reduce Ir I.^ (]RATUIDAD COMO HUMANI§IúO TUNDAMINTAL
la pluridimensionalidad de la creación agraciada ni menos
y
aún rebaja la segunda gratuidad al nivel de la primera. Por l..r cxistencia entera, con su bifurcación en actividad
en efecto entender§e y vivirse como gra-
otra parte ésta, aunque desbordada por la segunda, no ¡,.,r,r'itlacl, puede
queda borrada o desfigurada. Ella confiere ser, autonomía, i ,,, l'lllo ,"up.ctivamente ciertas actitudes básicas:
"*ig. tá que se es y se tiene como don' Aguzar
,,¡ Co.cl¡it
libertad, creatividad, como se verá en los capltulos X-XN.
que rnás
Éste parece ser un momento adecuado para recuperar t,,,, .',¡rx pa.u perciüir los laáos de la existencia
,,,.,,,iii.rá, su condición grat'uita' aquéllos donde ella
es
esta gratuidad primerar la de la creación, y para hablar de
;, ;:;i;; ;;mo, clesbordaáiento: el amor,
el perdón' la
ella a boca llena. Algunos consiclerarán que es demasiado
tarde y que queda a Ia sombra de la segunda gratuidad (y ,,r,i,,i*iáo¿, el esplendor de la naturaleza, arte' 1ol 19-
el
así desdibujada). Preferirlan un planteamiento ascendente I ,,,.],,,,r, f.rtiror.., sin olvidar los lfmites y la pena
d-d
"iYi:
VII
que empezase por aquellos rasgos <<naturales>> del mundo ,l ,,1 de ios que trataremos en los capltulos
"o*uirir,
y del hombre que todos perciben, y mostrase cómo su v VllI.
propia dinámica los lleva más allá de sí mismos, hacia las b) Llegar a comprender incluso la propia actividad co-
regiones que atisba Ia fe. Y es como hemos procedido en ,,,.,-Ío., li. se nos iro"., una mayor pasividad' Aun
"o*o aún' tiuto de
ocasiones en las páginas que preceden. Pero, aparte el he- ,1,,. proit"to de nues[a voluntad es, más
cho de que tales rasgos no son purarnente naturales, el ill"oür, valores, que nosotro§ no srempre hemos produci-
,t,,, ,ino halladoirespuesta a algo quá s" nos ha
«revela-
planteamiento descendente tiene una doble ventaja:
.i,,, , ,rot ha atraído^y sobre-cogido' Por eso tiene el po-
- La primera, teórica: la gracia es lá razón de ser y la ,i;; á" «sacarnos de nosotros"' Él a*ot, §upremo deber y
meta de la naturaleza. Ésta ha sido diseñada y creada por
ucsto nuestro, ha de brotar como reacción
al amor que §e
Dios desde aquélla.
X". t i""iaá 1r ¡" 4,7)' Agustín alumbró aq,uella frase
- La segunda, exístenciah'sólo como ha sido vivida
por el Hijo la realidad cósmica y humana es indudable-
"
,,"" *.au.O en'el'debate antipelagiano (DS 243)yfue re-
del
mente gracia y sabe a tal. Dejada a sí misma, aun provo- ii;;il;;.r el rriclenti.,o' "b' tán grande la bondad de ellos lo
ieRo, lo, hombres que quiere sea mérito
cándonos a darle un sí, está demasiado contagiada de am-
"or,
bigüedad como para responder, sin pecar de ingenuos o oue es don suYo>> (DS I548)'
cínicos, diciendo que todo es gracia. Esto sólo se puede
"- Lf"gur también a comprender como don gratuito de
mantener a la luz de la vida, muerte y resurrección de Je-
"f pit. todo aquello que nosotros hacemoso incluso
n,r"r,r.
sús. Sólo ellas permiten celebrar el ser en <<eucaristía>>, en Io que tenemos q,r" üu""t, 'i togtu*ot que e§té.presidido
acción total de gracias. Es¿o hace que este capftulo remita áarr,o, y d9 lt ásí m'is alltí' de Io debido'
il;i d.t"" dejusto...
a Io que en el VII, VIII y IX se dirá respectivamente sobre i" p"""a", Io La vida entera puede ser un ejer-
el mal, el pecado y la gloria. Pero ya ahora se puede apun- cicio de gratuiáad, pero ésta se hace especialmente Patente
corresPon-
tar lo que sería una vida bajo la persuasión honda y unifi- cuando io, volr"*os a los que no nos pueden
cante de que todo es gracia. der: los «pequeñosrr, pob'es, enemigos"', (Lc-6'32-36)'
Esa gracia re iestra será, al mismo tiempo, clave
hermenéu-
CRATUIDAD 189
IBB l-lOIvfBRE Y MUNDO 1.LALUZ DEL CREADOR LA SIN.RAZÓN ON ¡,8 CRSACIÓN' LA

tica de la gracia d.eL Dios que nos ama siempre por encima ,,,,, ,1.:l hombre por Ia gracia conllevará-la
liberación de
de
de lo que somos y hacemos y que nos amó, en particular, r, ',.rtrrralezt de esa es"liitt''d y su entrada en la gloria
cuando éramos pecadores (Rom 5,8)". t,,, lrrjos de Dios (Rom 8'20)'
I A este protagonismo áel hombre en el destino salví-
su condición de
t,, ,, .lc todo el cosmos corre§Ponde' como
7. Lt cRATUTDAD, cL^vE DE coMpRENstóN DEL cosMos el hecho de que el hombre sea no sólo
parte'
,,,,,,'r,ltiJra,
sino su «alnra))'
l,r ,,i,luiera la más excelsi, del universo,
Hasta aquÍ la gratuidad de la creación era leída en el no sólo de pensarse a.sí
,,¡,,.'i fr"to del mundo capaz
hombre, es decir, en aquella parte o fase del mundo en la ,,,,,,,,,u ui.o de pensarlo todó y, en tal
sentido' de resurnir-
que éste sabe de sí, de Io que recibe, y es capaz de percibir leyes'.pre-
l, r'rr sí. Puede investigarlo todo, descubrir suspercibir.ese
ambas cosas como don. Pero o'no vive la creación entera, y también
;,;,;,;r; po; tu sentidJglobal' Puede
en concreto la naturaleza (entendida ahora como mundo habla de sí
nl,id.oqu.lu naturalezia transmite' Porque ella
'',,

no humano), de esa misma y doble gratuidadP Sin que le ,rrisrna, del hombre Y de Dios'
I'ues bien, a qrí., tiene «ojos para ver y
sea dado al hombre conjeturar cómo ésta es percibida por oídos para
Ia vida prehumana, algunas cosas parecen ciertas:
,,rr'», la natur;lez; le comunica gratuidad'
Las inconmen-
1. De la primera gratuidad,la de la existencia, partici- ,,,,.obl., dimensiones de un universo en expansignl lo
pa Ia naturaleza en igual medida que el hornbre. Ambos
('xuberancia de incontables formas de vida' Ia admirable
proceden de «la nada>> y del mismo guerer Iibre y gratuito arco iris de
¡,,-.,tilidad de muchas de ellas, el maravilloso
del Creador. Amboe constituyen una única creación y attn estalla y §e ex-
lrrces, sonido§' aromas, en que el mundo
un mismo proceso vital del que el hombre representa el y e§plendor' es decir gra-
rrande, d'no pregonan desmesura
último trance. persona-
l,,iJu¿!l ¿r,o ir-uir.n al hombre a nuevas formas
2. Mundo y hombre participan también a una del. mis- cómo Ia naturaleza vive la
mo proyecto de encarnación del Hijo de Dios. Son su
i;. ¡" áüal'u- No sabemos vive de
claro que
g.atuidad a la que se debe, pero parece
mundo y su historia y quedan en él incorporados a su
clla y la refleja.
vida divina, a la segunda agraciación.
f . n. que' a primera vista, [a gratuidad parec.e
3. Si el pecado del hombre arrastra la creación entera "ierto Áisma tan¡o del azar colno cle la necesi-
a la lejanía de Dios y a la consiguiente vanidad, la salva-
,..1, n.g"ción
Pero cabe' con
dad, que pasan Por ser los ejes del cosmo§'
no menor razhnrPreguntarui tto tt exactamente
la síntesis
Por su sin-
rx Comcntantlo la frase de'I'e¡esa <lc Lisietrx, citada en nota 1, afirma R. Lnu- J" dos y la'sup-eración de su antinomia'
rerrtin Il/r1.rlse tlc Lisieu.x. Mlthcs ct ró«lité,llc'urchcsnc (Parii 1972), 39] "if"t
,urOnrla gracia sería elápice del azar, entendido
como in-
qrrc ya Calder<in de la Barca la hal¡ía aclelantaclo cn su olrra La tl¿todln d¿
la atury aiia<le <¡uc A. Carnus, cn al prrilogo a su traclt¡cción franccsa, lrabfa
hccl¡o notar <¡uc, err la corrciencir rnotleLna, Calderórr respondía ¡>rov<lcati-
rt e¡rtre el holnl¡re y la tie-
vame¡lte con cl «todo es gracia», al «na(lir es.i\rsto» <¡ue añrman los increyen- Cf' L. M. Ar¡nc¡r{ária, «Utr ¡racto cle sttpcrvivertcia
tes. Sería lr¡ra manera clocucnte de ilustrar l<l que de novedatl y de reto ¡rer- y senti<lou, Cr¡atler"'¡s tlc Teología Deusto' tt'o l'
,*.1r,i".""",fr¡o de 'i<lo
mnncntc signilica haccr dc la grircia la ll¡rnrtrla l-¡ásica dcl l¡umarrisnro. Universi«lacl <le f)etrsto (Bilba«r 1995)'
28-42'
LA sIN-RAZÓN DE L^ cRE'ACIÓN' ut cRn-lul»nD 19 1
r90 HOMBRE Y I'{UNDO ALALUZ DEL CREADOR

dicio de una libertad absoluta que está al origen de todo y ¡ , )',rrr'¿r la posmoderniclad increyntc' Pero no sólo ella'
no necesita de cosa alguna. Pero de una libertad quer lejos t ,., r,rcntal'idad parece que se estuvieta infiltrando en el
de toda arbitrariedad, es también e[ origen de un proyecto ,,,,rrrlr) cle la fe y lt.vut dá a algunos cregcntes posmodernos
que, para realizarse, reclama ritmos, estructuras, <<leyes>>, , l,r(:guntars. ,íel primer a.tlculo del Credo, desprendido
que trasmitan y canalicen, sin anularlo, el azar. Hablare- ,l,i , iortos pre§upuestos racionales discutibles que arrastra
no
mos más de esto en el capftulo XI, pero ya aquf se puede ,1, ,,r,tigui, ,ro il"rn en la misma dirección, es decir
, ,,,,u,r"i al reconocimiento de que la porción de
vida que
constatar quei €n la foma más alta de mundo, la humana,
, I ( lreador nos da ofrece suficiente sentido en sí misma'
la identidad sólo se consigue en una libertad que crea su
.,,rrr sirr reclamar eterniclad e infinitud, y Por tanto
a que el
propia coherencia.
Eso
lr,,rrrl¡re se dé por satisfecho con la primera gratuidad'
I r,i:;rno haría que cuanclo participe luego de la resurrección
le sepa-n a
8. ApÉr.rolcs I: PostuopERNrDAD y GRAT UIDAD r' .lc la vida eterna (comunión con Dios) ellas
,.,,li"ol*ente gratuiias, precisamente Por no anheladas'
el deseo natural del hom-
Al final de nuestro recorrido histórico por la teologla ¡,rr rlo encujadu, err el sár y en la
II) nos salía al paso la posmodernidad.
de la creación (cap. 1,,.,. Quedalían así a salvo y mutuame-nte refrencladas
r,;rtrrralidacl de Ia naturaleza'y la gratuidad de la gracia:)7'
Como alll se apuntó, ella ponía por un lado en tela de jui-
cio el gran relato uniacrsal de sentido gue es la doctrina de Ñ;., q.r" la teología *eáieuol y moderna no hubieran
,.,.rr.ocidá a Ia naturileza consistencia y valor en y por

la creación. Pero por otro resaltaba algo tan caracterÍstico
cre-
de la creaturidad como son los límites del mundo y de la rrrisma. Pero es cierto que., en una cultura masivamente

historia. Invitaba además a reconciliarse con ellos y vivir- 1,cnte, ese rango
y aun autonomía de Ia creatura se percibla
los a conciencia gozando de esos flragmentos de ser y de y a. ,rn^ *árr"tu rnuy distinta a como pue{e tener lu-
"iur" como Ia
dicha que Ia vida brinda, sin echar de menos la ilimitación rlar en una mayoutariamente secular y des-creída'
,,.t,-,u1. En ésta la «naturaleza>> focaliza toda
la atención'
ni añorarla.
No es, por otro lado, que la posmodernidad creyente)
¿No se podría vislumbrar en esa doble dinámica la
o que «cree que cree>>38, no viva de cara a Dios, Pero
se
emergencia de una nueva fase en las relaciones entre natu- o de un Dios «kenóti-
raleza y gracia, entre la primera y la segunda gratuidad?
t.uio ¿. Aquéi de Ia pura gratuidad
co», sólo accesible en.su abajamiento y pequeñez'
La posmodernidad vendría a decir que la modernidad
teológica, para evitar el extrinsecismo de [a graciao supedi- la
';;;;o botón cle rnucstra <[c este modo de pensar lo que' acerca-tle
tó en exceso el don relativo de la creaturidad al don abso- II' UPCO
.".rrri""iOn y de la vicla €terna' dico A' Tornos in w Escalología
luto de la divinización, y anegó los deseos cotidianos del (Madrid 1991), 172'I79,227 -231'
1996)' So'
hombre en el anhelo capital de ver cara a cara a Dios. " iludo al lil¡ro <le G. Vattimo, Creo qua sc c|c' Paidós (Barcelona
Levinas, I-labernras) que' frentc a-las
irr* ...'"t,ot y otros (Trfas, Derri<ia,
FIoy en cambio se pregona que se puede prescindir del haciéndolo' véase
,noa.. ¿. tu.íor ru"luln a pensar la religión o continúan
rapto divino, del <<dasideriun'¡naturale>> de Ia visión de Slnlomas un'reto'no' La rcligión cn el pensun'ienlo tt'c'
J. M. Mu.dorre s', tJe

Dios y encontrar, sin embargo, sentido al vivir. Es lo que a úzal, §al Tenae (§antander 1999)'
r92 }IOMBRD Y MUNDO A LA LUZ DBL CRE^DOR LA SIN.RAZÓN DE LA CREACIÓ}II LA CR¿IIUIDAD 193

,,,1r,,;rrleP3e, dno estaríamos volviendo a aquella comPren-


¿No abre todo ello un nueao capltulo en la compren-
sión de las relaciones entre naturaleza y gracia, entre la ,r,rr ¡rre-Inodirna que entendía la supernaturalidad como
primera y la segunda gratuidad, en el sentido arriba indi- ,,, ¡,t'rpnsición y superfluidad?

cado? Estamos demasiado inmersos en el trance para po- l) En un lenguaje menos condicionado teológicamen-
der emitir un juicio firme sobre é1. Sólo cabe aventurar al- ,, , l,rbría qr. 't.t si históricamcnter la supresión de Dios
gunos prenotandos: , ,i ¡rositiva para el hombre y el cosmos o les priva de un
1) La novedad de ese capítulo dependerá en gran ma- ,,'s¡,aklo que necesitan para sobrevivir. d asimismo, si
nera de la novedad misma y de la consistencia, indudable , ,,r'^stiones-como la del sentido aciertan a dar plena raz6n
para algunos, discutida por otros, del momento cultural ,1.'sí. La fe cristiana no puede quedar a merced delo que
(posmodernidad) que la soporta. ,liy,a el entorno; puede también y debe hacer sugerencias
2) Aunque esa nueva mentalidad llegase a fraguar, y .f'crtas de un humanismo más pleno{o.
quedaría aún por ver si ella y sus presupuestos (la abdica-
ción o adelgazamiento de la transcendcncia) son asumi-
bles por la fe cristiana en un Dios Creador y Salvador.
II. APÉNDICP TI: V¡iVB¡IEÍ, EN LA PERCEPCIÓN DE LA GRACiA

¿Puede ésta desprenderse de la hipótesis de que el hom- Dé o no lugar a un nuevo capítulo en las relaciones en-
bre está remitido a El desde el fondo de su ser y convoca-
trc la prime.u"y lu segunda grat;idad' es un hecho descon-
do a participar de su vidaP Y en tal caso ino lo anhelará
ocrtante gue qulen ha sido definido como tú de Dios
por velada y misteriosamente que sea? El Concilio Vatica-
(imagen) y ttr*tao a la comunión cle vida con Él pate'ca
no I con su definición acerca de la capacidad humana de
rro vivenciarlo en modo alguno- Y, más aún, que e§o Pue-
conocer a Dios (DS 3004), es decir, de desbordar todo Ií-
tla pasarle a toda una época. Si asf fuera, el mensaje cris'
mite y todo fiagmento, parece oponer serias reservas a esa
tiano carecerla de toda plausibilidad y quedarfa en una in-
idea,lo mismo que el Lateranense V cuando def,ine la in-
[ormación externa sólá garantizada por argumentos de
mortalidad del alma (DS 1440). ¿Bastará la indiferencia
autoridad o de fuerza (milagros).
de hoy (puesta por otra parte en duda por el rebrote, tan
La extrañeza aumenta cuando, como haclan los israeli
actual como inesperaclo, de la religiosidad y sus formas, a
tas «en tierra extraña>>, se recuerdan los siglos en que el
veces torpes y aun depravadas, de anhelar a Dios) para
anhelo de Dios fue experiencia viva y enriquecedora, res-
borrar la pervivencia multisecular de ese anhelo?, ¿puede
paldacla incluso Por una antropología coherente basada
que se den, al respecto, oscilaciones epocales? Retomare-
.n las filosofías rnás insignes. ¿Llegará la secularización de
mos enseguida la cuestión, que tal vez nos revele un nue-
vo flanco de las relaciones naturaleza-gracia, pero añada-
mos antes una tercera consideración. r0 Es la olrjeción que formulamos a Torn(¡s en nuestra recensió¡r a sn Escalolo'
3) Cuesta admitir que, cuando tengan lugar, la resrr- gfa. Cf. «Una escatologfa co¡rtextuada en [a posmodernidad» en EE 7l
(1996), 457'462, esP. 461 -462.
rrección y la visión de Dios (o comunión de vida co., Él¡ r, §obre esta ten¡ática ¡>üede verse «Una ¡¡uev¡ pro¡redéutica para una nücva
constituyan para el hombre, a fuer de gratuitas, una pura evan¡;elización», en J-. L. Ruiz de la Peita, Crisis y apología ile la fc,SalTe'
sorpresa, en modo alguno esperada. ¿Podrlan en tal caso F rrac (Santandcr 1995), 271-309'
LA cRATUIDAD 195
194 HOMI}RD Y MUNDO ALALUZ DEL CREADOR t-A slN-ttÁzÓN DE Li\ cllgAclÓN:

que hetnos.venido llamando


la sociedad por un lado y la <<kénosis>> de Dios Por otro r',,, , s() la sed de Él y de lo
y de las más nobles
hasta el punto de que Este no vibre ya en el corazón del ,,, ,,,r,,tlirnatos, el t'{f"fo d"iRtino
de Jesús y la
hombre y éste a su vez, contra lo que decía Agustín, no , ,,,:,.rs de la humu"iá^J, .l ,"gri*íento
gravite hacia Dios, no se estremezca al menos de transcen- ¡ ,,,.('i(i. de su proye;;á;
*t'náo' las grandes y benditas
que impiden que :] h:t:-
denciaP ,,rr:ilircciones e insatisfacciones
contribuirá a
Esta tremenda pregunta nQs lleva a otra: ¿no habremos ,,:,: ;;;;re con to irrmediuro..., roclo ello
resaltado dcsproporcionadamente en el desarrollo de este 1,,,, ,rt"., 0". ;,g;" L;ile"áott ul hombre' sea percibido
tema la transcendentalidad del espíritu humano, su aPer- ¡,,,t óste.
cle la socieclad' como
tura al horizonte ilimitado de ser y sentido, sin prestar la '""r* poriUe que al hereclarlo menos
tenga que poner
misma atención a la hí,storicidail y libertad en las que .¡rrr:ctle en nuestro trempo' el indiüduo
a Dios y comprender su
aquélla tiene lugar?, ¿qué grado de dependencia existe t rrr;is de su parte pt" "itántrar
entre ellas?, ¿,pueden las segundas enturbiar y aun cegar la at, ¿t H' Pero tanto por Darte del Crea'y
primera?
';;;;;;'r"
rlt»r, Quo «Parece)) renunciar
a mostrarse iÁprescindibte
como Por Parte
Acabamos de mencionar la historicidad de la naturaleaa :i;;;r";;. i^ creación se baste a sí misma' a prescindir
rlel hombre que §e t"i"'iit¿"
por el entorno
y de la gracia y la necesidad de la historia concreta de Jesús
gratuita por ambas
d,e Nazareth para percibir con claridad el sentido de la his- rle Dios, ino e§ f'oy *a' radicalmente
Esto sí oue señalaría una
toria universal. ¿No habrá que echar mano de la misma ló- r¡artes la relación entre los dos?
gica y decir que no basta con que el espíritu gravite hacia i',."uu fase en l. o ul *""át en Ia vivencia'
"t;;;;;tiá"'
Dios, si en la corporeidacl y socialidad concretas en que se cle la gratuidad de todo'
encarna no encuentra ecos de El? Esa historicidad de todo
lo humano, aun lo más profundo, daría cuenta de las osci-
laciones en la experiencia de Dios y de la gracia, de los su-
cesivos ocasos, auroras y aun incandescencias de ella.
Añádase a ello el régimen de libertad vigente en el or-
den de la gracia. Aun penetrando y atrayenclo'la libertad
humana, Dios quiere que su gracia sea libremente deseada
y acogida. Por eso se nos advierte que hemos de buscar a
ese mismo Dios en quien estamos, nos movemos y existi-
mos (Hch 17 r27), que no debemos oprimir o retener cau-
tivo lo que podemos sal¡er de El (Rom I,18), que hemos
de madrugar para salir al encuentro de la Sabidurfa crea-
dora, rondarla, enamorarnos de ella y desposarnos con
ella (Sab I 2,1 6;8,2...).
Es normal que lo más alto que podemos alcanzar, Dios
mismo, reclame nuestras mayores y más nobles energías.
VI

CREADOS PARA LA FELICIDAD

I STIGBRBNCIA§ Y PREGUN'T1TS

l. «La gracia no suprime sino perfecciona la naturale-


,,,,,r. Y no sólo, como acabamos de ver, porque la eleva al
I .,¡rrlrito delo d.iaino, sino además porque abre y colrna er,
,lla posibilidades humanas inéditas que por sÍ misrna es-
r:rría lejos de vislumbrar o, al menos, de llevar a cabo..
De dos de ellas sobre todo se ha ocupado la teologla: la
nintegridad» (armonía del hombre consigo y con el resüo)
y la inmortalidailz, Sin coincidir con el don estrictamente
sulternatural de la filiación divina, derivan de él y son el
rellejo de su fuerza expansiva por todo el dinamismo na-
tural humano. Se les ha llamado por eso dones <<ltreterna-
turales>> y componen,juntarnente con la gracia, aquel esta-
clo de «santidad y justicia originales» al que el Creador
cncumbró a su creación (DS 15ll)3.
¿Cómo se aviene eso con el hecho de que el Hijo y los
hijos de Dios vivan en tensión y quebranto y acaben mu-
riendoP ¿Hablamos sólo de ilusiones y sueños o de reali-
dades experimentables?
2. Por otra parte no es difícil percibir que «integri-
dad» e inmortalidad.definen en último término una aida

¡ Tomás <le Aquino,§.f[.I,<¡.1,a.8,ad 2,


? Los SS,PP. y los teólogos escolásticos añadiero¡¡ a estos dor¡es la im¡>asilrili-
dad, el dominio ¡rerfecto de la naturaleza, la cie¡cia inl'usa. CllJ. ['. Sag,üés,
§au'ae Theologiac Silntnra,ll, IIAC (Mactricl 1964),828-844. ,

' J, L. Ruiz de la Peña, .81 tlon dc Dios, Sal Terrac (Santander l99l ), I 64- I 72;
L. F. Ladaria, TcoLogía dd lecado origínaL I tld kt g'acia, llAC (Maclrid
I993),43-53.
198 HoMoRoyMUNDo ALALUZDELcREADoR
CREADOS PARA LA TELICIDAD 199

plena y sin tírmino, es decir


una aidaferiza. por eso lo trri,:, r¡rismo7. Pero, así entendida, la relación quedarfa en
que la teología afirma es que la gracia
perfecciona I^ ,r"t,r_ ,,r'rl,(:nso hasta la otra vida y estaría entretanto supeditada
raleea sembrando o acentuando-en
ella.rna vocación inna_ rl r rrrnpliro€nto del debers. Ahora bien ¿cómo se anhela
ta d,efelicidad, y dándole cumplimiento.
r ,rr «tlesde Io hondo» algo que es sólo un futuro condicio-
«Cuando te busco a Ti, Dios mío,
busco una vida fe_ ,,,', l,,i»
liz... ¿Acaso no es.", mi.ma uiau f"ii,
la que t"d";;;; .f .
Esto lleva a inquirir si no existirá un vlnculo más
excepción, desean?»5. con las últimas palaú.u.
...ono.. ,.;lrr:cho, más de fondo y de siempre, es decir creatural,
A.S¡rsfn, al igual que los grandes p.rr"uáor.,
a. U irrnu- , r¡lrc la búsqueda de la felicidad y la de Dios y entre ellos
nidad, un anhelo universil. de feliciclad;
con las p.i*.ru, r¡,isrnos. Es el que apunta Agustín cuando a la primera fra-
conftesa lo que fue ¡u p-ropia experienciá
I ..rp."ro,, ,o- ',(. oitada añade estas palabras: «Búsquete yo para que viva
f1., or.- la búsquedu ,1. iu feliáiaad ti.r,. qu, ver con la T ,,,i alma. Porque mi cuerpo vive de mi alma y mi alma vive
búsqueda de DiosG.
,lt,'lli>>. Dios, o al menos su búsqueda, constituyen la vida
?. ¿Qr¿ tipo de vinculación es ésa que los no creyen-
tes ignoran o rechazanp No pocos
,rrrténtica del hombre. Y es que si éste gravita ya hoy des-
cristianos responderían .lc el fondo de su ser hacia Dios porque Este le atraeer lo
diciendo que Dios premiaiá con la felicidad i
lrará también, simultánea y consustancialmente, hacia la
qU.n.,
cumplan sus mandamientos, y que ella " pr."iru-
consistirá fclicidad que Dios mismo es en virtud de su plenitud ab-
mente en la visión de Dio-s después soluta de vida y de amor. Y sólo se busca lo que de alguna
de Ia muerr e. Confie-
san así también ellos que la felicidad lrranera ya se ha encontradoto.
humana guarda rela-
ci6n con Dios y qr. último término no es otra cosa que Si a esto se añade que esa naturaleza humana, orienta-
"n
cla ya hacia Dios, está desde siempre embebida de su gra-
ciar'es decir de su autocomunicacidn, habrá que concluir,
{ No.st¡ele identificarse, sino yuxtaponersc
la felicicla<J ¡raratlisfaca a la intesri-
dad y a la inmortali,ad, cf.j. F. Sagrier,;¿r¿.ila]ií;"",I";;;"JilTl;
- últimas se concibcn 7 «Ultinu.Jclicitus hon¿inis non consisti.t nisi tn contem,[latione Dci»r'fomás
.l-go i.li..jü¿
"' 'lla.uzco con cierta"o.o "U.i¡r" i,l,
libertai, p"á "orno
algo extfnseco. de Aquino, C.C.lll,37.
qr" ñ.iir.r,,.,
«Qu¡¡t enhn t¿, Dcum ilur¿r¡,, quacro,"..,í
ra riase de Agustín: t Que csta persuasión de que ia teología aplaza la l'elicidad a Ia visión de l)ios
airatn l¡aaiant qr¿a¿rv... Nonne ipsa
bcata oita, quetu on¿n$ ,:t::i, ,, tst en la ot¡a vida ha alcanzaclo incluso a los intelcctuales católicos Io muestra
,;,"i;;;;;;;;;; ntnto csr?»», Confesioncs, el libro de J. Marías, La feticidad hanana, Alianza (Madrid 1987), 129,
x,20,29 (OSA II, rt955,5ot).
., 365,368,372...
" Eó ¡rara él tan esencial esa reiacióu, que llcgará a afirrnar qr¡e e «'ffi mismo le excitas a ello, haciendo que se deleite en alabarte, potque rros
que todos quieran ser fe.lices-por<¡.,. «no es cierr<¡
quiuu!. ,,o fuio.on
eso co¡¡siste la rinica vida fblii, uo ;or.o;¡ull, ,1, has lrecho ¡rara Ti (o hacia Ti, ad 'lb) y el corazón está inquieto hasta que
qrir."n ,"olrnJut. ésta», ibíd. X, 23,.g.9 descanse en Ti», Confcsiottes l,l (ibícl. 82).
(o'sA' ibí(.. 507). Matiza a corrrinuación
t" i¿"" ,i uñ*nnr quc hnrbién ra ver- l0 Esta fa¡¡¡osa lógica agustiniano-pascaliana, según la cual sólo se busca [o
dad, en c_uyo gozo consisrc la feliciclatl,
cubrc, y la oclian cuancro lcs acscr¡bre ".
.;;lo
por ,nao, «cranclo se des- que de algrin modo ya se ha encontraclo, hace su aparición cn el ¡nismo lra-
. ar"rr.'iir¡ién .Ibmás ae Ar¡rrino, saje <¡ue venimos comentando. I'lablando de quiencs «ni en rcalidad ni en
s'Th'l,q'26 afirma la reración cxistenre.r,,."l.
rr¡i"i¿" <r (bcatitudo)y Dios a esperanza so¡¡ fclices» dice que <<no desearían tanto serlo, y es ciertfsinro
qrrien aqtrélla coml)ete ante todo («ntaxinc
rnrr4i);in,o,t,irr c). Dios, felici- c¡rre lo desean, si de algún modo no poseyesen la felicidad». Poco más adc-
dad en sf, lo es tarnbién de .,,. cr"at,,rnr.
enlafntici.in de Dios qr¡c
i; ;í;; consisre ¡rrecisanrente lante añade: «no la amarfamos si no la conociéramos»,ibtil.\20r29 (ibld,
es su fi,, .ifU*,, 1...f,.j Zj. 501-503).
200 HOMBRE Y N.IUNDO AL1^L\JZ I)[,L CRIADOR CITEADOS PAITA LA I'ELICIDAI] 20i

con las matizaciones que acabamos de hacer en e[ capítulo r¡ r r jiir búsqueda desemboca de hecho en un rnar de in-
anterior, que el hombre no sólo posee o, mejor, es un <<de- ,,,rrrlrunbres: ¿qué es la felicidad: suerte, conquista o re-
seo natural de ver a Dios» y con ello un anhelo radical de ,, ,1,,i', ¿es sólo un §entimiento subjetivo o algo objetiva-
felicidad, sino que ésta cohal¡ita ya hoy con Dios en su co- ,,,, ,,lr: iundado?, ¿qué Ia produce: la satisfacción de los
raa6n, .Lhí, en el marco de una creacidn transida dt gracia, ,1.i(ros, un cúmulo de bienes materiales y culturales, el
emplázamos los deseos humanos de felicidad , ,,,,rplimiento del deber, o una realidad transcendente?,
5. No hace falta decir que, a continuación, no pretende- ,',.s asunto público o privado?, ¿es el
hombre un ser di-
mos sólo desplegar la lógica creyente de la felicidad pres- , {rr¡so o alguien fundamentalmence desgraciado 9": :^"
cindiendo de kr que el hombre piensa de ella ni, menos ,.rrrpeña, iÑhntil o alienado' en soñar con ser f'eliz?rr,
la felicidad?,
aún, obligarle a reconocer que posee algo que en modo algu- ,',,xisten sólo las pequeñas dichas o también
no percibe. Indagamos, por el contrarior las razones últimas ,i,1ué relación guarda ésta con la libertad y con el amor?,
de sz¿ anhelo de felicidacl. I{abremos de hacerlo por tanto ,;cabe la dicha sin
DiosP
en diálogo continuo con lo que él mismo siente al respecto. Estas y otras mil preguntas desasosiegan desde sien-r-
Por ello el método no podrá ser puramente deductivo pre el deseo humano de f'elicidad y diversifican las defini-
sino que seguirá la doble dirección que va de la experien- de ésta. La teología no puede igrrorarlasr'' Ha de
cia huurana a la fc y de ésta a aquélla. Fue la trayectoria vi- "io.r.t
hacerse, por el contrario, Presente a ese proceso y acom-
tal de Agustln. Empezó por perseguir ávida e infatigable- pairar al Lombre en su búsqueda de felicidad. Ha de de-
mente la felicidad por todos los caminos que pensaba jorse incluto interpelar por ella para que su mención de
conclucían a ella (el placer, el arnor, la amistad, el saber...). bio. no resulte postiza a otros ni al creyente rnismo. A la
Sólo tras ese largo y apasionado itinerario terminó por en- inversa, y desde su peculiar experiencia de fe, señalará Io
contrarla cuando encontró a Dios. En ese momento invir- que le parecen formas alicortas o torpes de felicidad. Pero
tió el orden y se remontó al origen: porque «nos has hecho 1o hará al tiempo que'brinda rluevas formas de ella hasta
hacia Ti, nuestro corazón no sosiega hasta que descanse t
en Ti»ll.
Aquel primer momento <<ascenclente» es ineludible en piensa el cr.istiarrisrno:J. L,llui,z de Ia Peña, «Fe cristian¿. Pcnsarnicntc» secu-
estos tiempos en los que Dios no forma ya parte del patri- lrrr y I'elicidad», cn «S:rl "I'erracr,77 (19t19)' i0t'209.
,,, Decfa hacc poco A. Cala cn u¡ra e nrisií¡n radiofírnica <¡ue la foliciclarl es un
monio cultural de muchos que buscan la felicidad a su «trastorno mental transitOrio» al <¡tte contlal)olría, co¡¡tO itleal sano, Ia sere-
margen, cuando no contra Éltr. P,r.s bien, clejacla a sí mis- rridacl.
t,t ^Iontás clc Aqrrino, haciérrclose ec<¡ rle AristótcleS, em¡rieza riu tratatlliento
teolírgico clo La f'clicidad ¡rreguntárrclose si c<.¡nsiste cu la ricFeza, el ltonor, la
tt Confesiones I,l (retoco la traducción, cf. nota g). Menos con<¡cido (lr¡e e.$ta farna, la gloria, el Potler' utr bien cor¡roral, el ¡rlaccr, algú» bien deles¡lÍritu,
fiase es el hecho de que Agustín la suborrline a la afirmacidn de que el horn- aigrin bien cleirtlo, S.Í,[..[/II,t1.2. Sólo luego abre la cucsti<in ctc si lo qtre la
l¡re cr¡cuentra sv tl¿leit¿ en alabar a Dios («al laadat¿ Te deLectei»). lJna vi- ¡r*..,rn no será algo increado, i.bhl, <1.3. Véase ttnll¡ión crr el artíctrlo de .f'
sión nrás com¡:leta del pensamicnto agustiniano acerca de la lelicidad se en- L. IIui, .tu la pcha citaclo en la ¡rota anterior la variada seric cle ide¿rs acerca
corrtrará en su rratado De la ztidaJeliz (OSA I, ?1950, 6i5-672). de l.r fbliciclarl ([¡e corlon |oy entre nosotros. M/rs recientelnente se lta oct¡-
, váase la cuiidruple ti¡rificación <le talanaes con qr¡e hoy se encararía el paclo cle clla rrn scnrinario filosólico dc la Acadcntia católica tlc Munich,
¡rro-
blema de la f'elici<lad en referencia a lo que sobre él
¡riensa o se crce q.e «W,. ist Gliick?», en «l-le r(lerkorrcs¡ronclcttz.»,50 (i996), 198-202,
CREADOS PARA LA FELICID¡"I) 243
202 l'lOMBltE Y li!UNDO ALALUT. DEL CREi\DOII

,,,,:,r(:tico, científico...), en los que Parecen tocar con los


que,, desde esas mismas requisitorias de autenticidad y
,t,,1¡,s cl origen y la razón de ser de todo'
plenitud humana, se abra a Dios el horizonte de la dichat5.
l',rr su orlgen iraní el nombre de «paralso» designa un
¿No es el evangelio una «gran noticia», una invitación a a!un{311a,
hacer la prueba de la verdadera «bienaventuranza>>? ¡r,lrrr colr toáas las connotaciones de sosiego,
irrrr,,r, caZa y dornesticación de bestias"' Aparte.la difusión
6. Ese dinamismo innato de felicidad lo han traducido la universalidad
con frecuencia los hombres en el relato de un tiempo origi-
,l,l ,r,,mbré mismor lo que más favorece
nal de dicha y plenitud, localizad,o en un parafso al que no ,l, l rrrito es que rePresenta una especie d'e contramund'0,
, r¡fi'cntado a ia deficiente realidad cotidiana' Eso
demues-
tenfan acceso la muerte,la conflictividad,la ignorancia. En ni es
ese paraÍso emplazaba también la teología cristiana aque- rr.r (lue el hombre no se aviene a lo que encuentra,
r,,rl<i lo feliz que sueñal6.
llos dones preternaturales.Por eso parece conveniente em-
pezar el desarrollo sistemático de nuestro tema retomando I llajo formis §eculares, y conjugado en futuro, e§te mito
sin cla-
ese mito del «paraíso terrenal>> y analizándolo desde la fe. ¡,..riie en no poca§ utopías modernas (sociedad Y pare-
,.,*, r"ino de la libertad, principio de placer"')' no
.," decir que Ia historia- del pensamiento es un
"xag.rado
incesante preguntar por ese anhelo de felicidad y por la
2. Et" pARAÍso TERRENAL, sfMBoLo DE LA FELICID^D
rraturaleza de éstal7.
Si bien con variantes en la forma de concebirlo y de ex-
plicar su final, está muy difundido en el mundo de las reli- 2.1. Et paraíso tercenal en la historia d'e Israel
giones el mito de un tiempo inmediato a la creación, y
previo a la historia, en el que reinaba una unión estrecha y recoge el nombre en algu-
a) El Antiguo Testamento
pacffica entre dioses y hombres. El error o la desobedien- no, iasaj.rts,'pero mucho más decisiva es la acogida que
cia o la fatalidad acabaron con él y dieron paso a la histo- brinia t"*áti.a misma paradisfaca en varios contex-
""lu
ria, el cultivo, la concepción sexual, el dolor y la muerte. tos, sobre todo en Gn2,,46'5r24rerY lo que resulta del.en-
EI hecho de que en ocasiones se piense que el saber, la ."a.¡á cle ella en su propia experiencia de creación, salva-
cultura y aun la Iibertad son el precio de aquella inocencia ción y promesa.
perdida envuelve el mito en una profunda ambigüedad.
Pero los hombres siguen añorando aquel tiempo original
de eslas co¡t'
¡,r F. Stolzo «paradies», cn TRE XXV 1995, 705-708, Además
C[
y lo evocan en ciertos gestos rituales o políticos (corona- el lector a conti'
sideraciones sol¡re la historia cle las religiones, eltcontrará
ción del rey, tratados de paz), en fechas señaladas (co- nt¡ación otrls sobre los aspectos bíblico, teológico y sistentático'
70t1'724;
mienzo del año), en momentos estelares (arrebato amoro- I-írhK vII, 'j1998, 1359-1364'
" Ejurplo.á"rrt" lo hac" Tomás de Aquino al comie¡rzo de la J' J"lt'l/ll'
y es
uni.rr,lo la pregunta por el Írltimo fin del lloml¡re a la de su felicidad'
que la consccrrción de aquél' «Na¡n b¿atih¿do
lr' que ésta no'du."ignu ot.o
«¿Pue<le uno expo¡¡er9e a a¡rrerrder de Di<ls que el hornbre cs r¡n gcr para la "o*.
felicidad y hacerlo intentendo verasf la más bella prueba de Dios y del lx»»-
iouinat adoltlionctn ultint'ifinis»' a'8' in c'
¡s Neh 2,8, Ecl 2,5, Cant 4,13.
bre?» Asf comienza A. Cesch6 el capítulo «EI lrornbre, rrn ser para Ia fblici- r$ Cf. Ez 2B,l'19; l.J 1,8ss,l6ss.
dad», de su lib¡o Dios {aru pazsar I, Síguenre (Salamanca 1995),29§-322.
204 HOMIJRIJ Y MUNDO ALALUZ DEL CRNADOR CREADOS PARA I,A FEL]CIDAD 245

b) El terrícola (Adam), es tomado de la tierra árida ,l<.r' clarse a sí mismo la vida y no recibirla de Dios es morir
(adamah)que era su origen, morada y destino, y es intro- ,,i,, remedio. Incluso invitado a 1o divirro el hornbre sigue
ducido por Dios en un jardín que, aunque sólo en la tra- r;icndo radicalmente un ser cr€ado, abocado a la gracia.
ducción de los LXX se llama <<paradeisos>>, contiene todos e) El hombre desoye de hecho el mandato y es expul-
los elementos paradisíacos: abundancia de agua (2,10-14), ,,ulo del paraíso (3r23). Por eso vuelve, en el cloble senti-
f'ertilidad exhuberante en mil especies de árboles que se- ,lo del término, a la tisrra de la que fue tomado. No podrá
ducen lavista y el girsto (9), tierra sin espinas (3,i8), tra- ;rlargar ya Ia mano al árboi de la vida que le habría permi-
bajo sin fatiga (19), amor sin posesividad? parto sin dolor tido vivir para siempre (3,22.24). Pero esa vuelta a la nor-
(16), animales sornetidos (2,19-20)... E, medio y como nialidad no lo es ya. Ese nuevo «status») que serÍa el suyo,
resumen de todo, está el árbol de la vida (2,9) cuyos fru- Ie extraña y contraría profunclamente. La muerte, expre-
tos permiten al hombre sLrperar su natural caducidacl. sión natural de su fragilidad, se carga de preguntas y an-
c) Aunque sólo en Ez 28,,L3-17 es llamado expresa- gustia.
mente jardfn do Dios, ya en el Gn evoca aspectos divinos: f) Si bien los queruirines cierran ya el paso al árbol de
minerales preciosos (2,11-I2)'0, querubines que lo tute- la vida (3r24) el hombre lleva a su tierra de ¡:ena, de abro-
lan (3,24)2r. Es el lugar por clondeJahvé Dios se pasea a la jos y de muerte, el anuncio de una guerra entre su descen-
brisa de la tarde (3,8). dencia y el que le tentó a caer, así como la promesa de una
d) Todo ello no es suerte ni destino sino marco de una victoria sobre él (3,15). Se instala así en la iristoria una
historia entre dos libertades, la del Creador que invita a tensión entre ese estado de cosas y el futuro que se decan-
su jardín y la del hombre en cuyas manos deja su pernla- tará a favor de los hijos de Adán. La expulsión del paralso
nencia en é1. El acceso en particular al árl¡ol de la vida y a no es la última palabra.
sus frutos imperecederos va a depender de su actitud ante g) Por eso, si no con su nombre, el paraíso reaparece
otro árbo[, «el del conocimiento del bien y del mal» (2,9). como promesa en la qonquista de esa «tierra que mana le-
Le está vedado (2,I7) no por arbitrariedad o celos divi- ¡ che y mieb>23. Asimismo en los oráculos proféticos que au-
nos, sino porque alargar a él la mano significa pretender guran fecundidad, p^\ gozo sin sombras ni fin, victoria
decidir lo que es l:ueno y malo, es decir, querer ser como sobre Ia muerte, reunión de todos los pueblos, nuevos cie-
Dios, negando la propia creaturidad y no reconociendo los y nueva tierra, esponsales con Dios2a. En particular la
que todo el jardín y su centro, el árbol de la vida, son un comunión con Este acaba siendo el bien abarcatrte y to-
regalo. También la amenaza de muerte que acompaira ese tal25. Y es de notar que esa escatología de los prof'etas no
veto es <<un recordatorio del Ifmite connatural>>22: preten- es aún transcendentexo. Es en esta tierra, en el encuentro

'r Dt 6,3; ft,7-i0...


'') l)x 24,1(); Ez l,26ss; 10,1.
C)rnamento del tri»ro de Dios, cf. l't Bz 16; 36,35;47,12; Os 2,1-7,23; Anr [),15;Jr 2,1-13131,23-26;Jl 4,18; Is
'r Y que en otros ¡ as{es figul'an ct¡¡no escolta de.falrvé, Ex 25,I8-22; Iiz 2,4; I l,6ss; 51,3; 65,17-25; 66'22...
10, l-20. Is J0,B; Sal 2,i2; 65,5;73,25;84,13; 146,5.
2' C. Westerrnarrn, '5
!0
<<Cenesis», et Biblischer Kon¿rncntan I/1, Neukircherrer lisbiensabido<luelrtstarnuyavanzadoelA.T.,casi alaspuertas<lelnucvo,
Verlag (Nerrkirchen-Vh¡yn I 974), 304. la c$¡>eranza dc Israel no incluye, al mc¡ros exl)r'esa¡nenler ei rn¿is allá. Puetle
206 rroMr)RE y MUNDo ALALTJIDBL cnrr¡DoR
CREADOS PARA LA I¡ELICID¿\D 2C7
histó¡ico conJahvé, doncle tendrá lugar esa reapertura
del
paraíso. ¡) l',1 saludo <<shalom>> augura y trasrnite la «plenitud
h)Ese futuro sc anticifra, ya en sensaciones placente_ ,lr,l,rsír de la existencia humana en todas sus posibilida-
ras de la existencia, donei dei Creador, ya en ,1,', (Westermann).
momentos
de especial significación y positividad (éxitor potiti.or, l,)u conclusiáz; según el Antiguo Testamento el paralso
entronización del rey), ya, sobre todo, en la .*p.ri.n"i, ,r.¡ii (lue un lugar es una dimensión fundamental de la
salvífica de la benevolericia de Dios, eí gusto de la , \ ritcncia, una tendencia innata de ella. Ni es sólo un dato
le¡ el ,l,l r:r¡mienzo de la historia, sino que sigue los ritmos y vi-
sabor de la sabiduría, la celebración culñraI...,
..rrdruáo.
en términos paradisíac.os. Un papel especial juega , rsitudes de la Alianza con Dios. Para que este corrimien-
la felici_
dad que proporciona la comu-nión de vida .onjufr"el"*- r,, rlesde el pasado al presente ¡ sobre todo, al futuro ten-
perimentada y expresada con tuerza en los ttr*uao, ¡,,., lugar no es preciso echar mano de una visión evolutiya
mos místicos», en Ios que se abre paso la certeza
n*l I ,lcl mundo que sitúa la plenitud al final. Basta con recor-
d" ;; .lar la condición etiológica de Gn 1-11 y la concepción is-
morir27.
se trata, por tanto, sólo de promesas y anhelos raelítica de la historia como promesa. Pero en todo caso
" ,.Il:
felicidad, sino que ésta se materializa yaboy.r, f.r"rt.".*_
cle
(:so veta, como se dijo hablando de una creación abierta
periencias de dicha, como pued" u..r. por el prp.l (cap. III), una comprensión arcaizante del paraíso, un ta-
q,r. el
goáo.,la alegrfa en ocasionás desbordada y fr. lante nostálgicor'una mirada retrospectivar una lectura de-
tes alabanza yacción "árigi;i..-
gracias juegan en los Srl;ü cadente de los acontecimientos y una actuación meramen-
.de
fbcías, proverbios y bendicio.á, i" Israel2s. fo ;;;- te restauracionista sobre el mundo.
modo alguno desactiva o aleja las experien"ius "rJi "n
y ltanto, á.
una existencia remotamente paradisiaca.
, i) T" una perspectiva más an¡ropológica que cosmoló-
2.2. El paraíso terrenal en cl Nueao Testamento
gica, el tírulo indeleble cle ni*^gun debio-r,
continúa t
garantizando al hombre unu grunáeza original
crlari divina
a) Aunque el Nuevo Testamento escasea en referen-
y un señorío sobre la creación, que conti;ne cias expresas al paraíso3o, e incluso al estado original de la
varios rasgos
del hombre paradisíaco de Gn'2-S y que acabará humanidads',los contenidos de aquel símbolo siguen pre-
inclu-
yendo la inmortalidad (S-abf,23). y'no se sentes en é1. Con todo,lo más significativo es su claro des-
olvide q.,. C.,
I es posterior al relato de Edén y de la caícla y ui..r. .n plazamiento a otro campo semántico, el del Reino de Dios.
parte a reconsiderarlo. b) Juús proclama la llegada de ese Reino, una oferta
nu€va y definitiva de amor del Padre, que produce un
mundo nüevo, una forma «bienaventurada>r de ser (Mt 5),
clc la peña, La.pascua de l« crcación,BAC (Madri<i Ig96), que cuestiona los hábitos mentales,legales y sociales rnás
:.-.r^.J.L.Ruiz
57-87.
2' Véanse textos y conlentario, ibíd.7J-7g.
?E
Véan.sc, en los Vocabularios Blblicos,
!! '---""«gozo»,
los térmir¡os ó ((paz»,..
Gn 1,27;9,6; Eclo l7,Sss, C[. Sal g,ó-2. 'to Lc 24,43;2 Cor 12,4; !\p 2,7
'rr Mc I0,l-9; I Cor 11,8,
208 }ION4BR[ Y MUNDO A LA LUZ DEL CRUADOÍT CREAI)OS P. .RA I"A TT:LICIDAD 209

arraigados (posesión, prestigio, santidad y la misma dicha c) Juan se remonta al origen de todo para poder anun-
que ;llas comportan) y los sobrepasa hacia formas más li- , r,rr a Cristo como la Palabra original por la que todo exis-
I

beradas y generosas de existencia, en las que el dar hace rr' (t,1ss). El «prlncipe cle este mundo», que engafió al pri-
más f'etiz que el recibir (Hch 20,35). ,,rcr hombre? será derrocado cuando Cristo, alzado sobre
c) Jesírs describe ese Reino como un festÍn de bodas al l,r ticrra, atraiga a todos hacia sÍ (12,31). Pero ya durante
que todos, y en especial los descalificados y sin esperanza, :;rr vida éste personalízay culmina todos los símbolos para-

son invitados (Mt 22) y que él anticipa en su§ comidas con ,lisíacos: agua, rnaná, luz, verdad, vida, resurrección...34.
los pecaclores y con sus amigos, en la multiplicación de los ljrr testamento es el <<shalom>> (14127), su promesa la ale-
panis. Actualiza ese Reino en sus milagros' que liberan al r1ría (15,11) que inundará a los suyos (17,13) y nadie les
hombre de la sumisión al dernonio, a la enfermedad y a la rlrritará (16,23).
muerte. tibulaciones y persecuciones no ahogan el gozo f) El Apocali¡tsis, cerrando el ciclo de [a historia, reto-
fundamental de saberse amados por Dios (Lc 12,32); son ,na los símbolos paradisíacos para describir el futuro esta-
incluso una forma de t¡ienaventuranza (6122-23). <lo de cosas, posterior a toda lágrima y muerte; un cielo y
d\ Pablo evoca aquel tiempo original cuando, para licrra enlos que todo es nuevo (2t) y brotanrya sin c'rn-
describir [a obra de Cristo, contrapone a éste con Adán tcnción, todas las fuentes de la vida: árbol,luz, Dios mis-
que es sólo su anticipo o a stl antitipo32. Sin embargo ese rno cara a cara...(22).
nuevo primer Hombre, Cristo, sólo alcanzará a su vez la g) Thmbién en el Nuevo Testamento habría que anali-
plenitud cttando cumpla la tarea de obediencia rechazada zar los vocablos paz, felicidad, alegrían5, para ver su omni-
por Adán, comparta la suerte de sus hermanos3s y, tras ha- ¡rresencia y su vinculación a la gracia. El gozo que abre la
ber aniquilado todo poder adverso, y en últirno término la a¡rarición del Salvador y posee a todos los personajes navi-
muerte) ponga todo y a sí mismo en manos del Padre' -02- cleños36, que estremece al mismoJesús (Nft 1i,25) y acom-
tonces toda la creación, que gime ahora en dolores de par- ¡raña el hallazgo de la oveja perdida y la vuelta del hijo a
to, quedará liberada de la esclavitud y alcanzará la gloria t casa (Lc 15), sólo se cerrará en la alegría final de las bodas
de los hifos de Dios (Rom B.19ss). del Cordero (Ap 19). Junto al término <<shalom>> aparecen
e n el Nuevo Testarnento otros como <<eu-angelion)>) <<eu.-cd.-
Pero 1a ahora el creyente e§ una «nueva creatura)),
<<está en Cristo»; por eso caen las barreras que separan li- ristia>> que indican esa positividad beatificante de Ia gracia.
bres y esclavos, judíos y griegos, varón y mujer (Gál3.,23' De este recorrido se podrían extraer las siguientes con-
4,7).Ya ahora ha recibiclo un Espíritu que Ie afilia a Dios, clusiones:
le inserta en Cristo, le une en un solo cuerpo a los otros, 1) El Nuevo Testamento continúa afirmando y llevan-
Ie sitúa en la órbita del amor y le libera de la le¡ del peca- clo al colmo (encarnación del Logos, inhabitación del Es-
do, cle la muerte y le llena de amor, paz, alegría (5,22'24)-
:ir
Jn 6,35;8,12.35.51; 11,26...
')r' Por ejenr¡.rlo" Ii, l3cyreuther, «alcgría», e¡r DTNT I, 74-8J.
i¡' I Cor I5,45; Rorn 5,12ss. 'r(' l,c 1,13-14.28.4I.45.59; ?,1Oss. A esta tcología luc¡na del gur.o habrÍa que
:r" Fl¡r !,7ss; Hetr 2,10ss. I surnarla dela carta a los Fili¡renses: 1,18.25;2,2.17.18.28.99ii],1;4,1.4.
210 l{oMntrc y MUND0 A LA LuzDEL cREADoR
CITEADOS PARA I.A FELICIDAI) 2lL
píritu) la comunión de vicla de Dios con
el hombre y, con_ es también bdsicam¿nte protolígica. Sólo así se ga-
1,,¡,,ir::r,
secuentemente,la vocación original
humana a. pf.íituJy r,rrrtiza que ese parafso-promesa no queda a merced de los
de felicidad.
,,u(.rios o del incierto futuro, sino que está indeleblemente
.f) -ryer que de un paraíso se rrara de una dimensión
radical de la-gracia..sigue, por ello, .,r,, lado en las rafces de la realidad y en los más profundos

ésta: original, actual, .s"utoiOgi"a.


Ios rirmos y fb;;;;; .,r,lrclos del hombre. Por eso sigue siendo legítima e inelu-
Si¿uarla s6lo al ,lrl¡lc la referencia a Addn en cuanto personificación de
zo sería recortar Ia experiencii salvffica
y Atr"r.iu, ";;i.;:
i;;;t- r':ir: origen y de la universalidad humana, y sigue teniendo
y felizun estado cle cosas en et que no
fl:9:j:,1:
Ilgure unsto !1."o
como primogénito y corona de la
,,r.rrtido releer en é1, germinalmente y como exigencias de
creación. , 1,, gracia, la relación positiva al mundo material, la armo-
en,el g.ue no haya su'misión á;;;;,;;;í
toda ella al Padre. "or.r*ádo ¡,ía del hombre consigo y con sus semejantes, la amistad
El paraíso originat cs en realid,ad ,t ¡
ralsofina[,: cl Dios toáo en tod,o (i 'r-
[o- .r¡rr el Creador,la felicidad en que toda esa armonía y ple-
Cor 15,2g). rritud se traducen.
3) Por tanto si se llama orilinal a ese
porque haya existido temporaláente
«paraíso>> no es 6) Existe otra razón para situar tambiin el «paraíso»
antes de la historia v ,'rr el origen, y es la conciencia de pecado senticla como
set tan raclical como h
)-l.,lfft:.tl:o
unsto), y en estelo.sentido, rnás original
que ia desdicha y
;;;;-i;;;; .:r¡nciencia d.e paratso perdido por culpa del hombre. Se
el pecado. Por eso tiene la fuerza rnantiene así vivo el recuerdo de que el presente pudo (y
á. r*r_i, . inr.tru. .í ¡ruede) ser mejor y más feliz si el hombre hubiera sido
límites y.la negatividad. por eso
11siti,vo.los mismo rrata_ (y es) fiel a la gracia. Algo de esto evoca la imagen de un
mos de él antes que de ellos s7.
«paraíso>> anterior al pecado y la consiguiente expulsión
Los supera:pero no los elude, sino que
*^n)
ma desde dentro. Es una exaltación en
los trasfbr_ cle é1. Por eso el <<paralso>> no se puede considerar sólo en
la cr,rz. Ert. ., .l relación con la gracia, sino que hay que verlo también en
mayor correctivo a una ingenua idea
de «paraíso». Sin de- relación con el pecado. El «paraíso» es siempre la dimen-
ser don, requiere ei ,egrimi"n* a.
ill9.
Jesus, hay que anticiparlo en acciones nuevas y
Cristo. Como sión beatificante de la gracia, contrariada por él no a ella;
libera_ es paraís<l original y paraíso perdido. Pero es también, y
doras y. hay qr" .'r"rr""i la muerte p"runáo
por ella. sobre todo, paraíso recuperado por Cristo.
5.) Aunque Ia dimenyión puruairi""u
^
fundamentalmenre
ie la gracia es En resumen: el paraÍso es el sfmbolo de la configura-
cristológicá I i*á*"i"lmente escato_
ción radical de la vida e historia humanas por la gracia.
Ésta tiende a estructurar plena y bienaventuradamente
toda la realidad. Este proceso, enraizado por el Creador
J7 Algunos,
pre''ercr¡tcmente
Protcstartec, aregau t¡rre cse cstad. cre inr¡celrcir en el origen, encuentra en su camino los límites de la fini-
y santidad sólo lo l¡ernos conocido
,ño ,"'rii¿.¿ ¡>erditla, a parrir del tud y la oposición de la creatura. Le salen al paso en parti
¡recado c¡ue scrí¡ nuestra ex¡rerierrcia"ornu rir,,iieoría ¡ro carccc (re va-
Ior. Incluso su rnisma corditia ¡r.inr".n. cular dos trances humanos, la ¡nuerte y la falta de totali-
nretlio de su inlidcli<larl
fiüali ,rrt rrliü Uha c,nt¡ciclo Israel cn
1*A,Atn ¿afría. il;í;. il..o .*u conciencia <le
dad y armonfa, que parecen desmentir aquellos dos dones
algo que se ha ¡lcr<ri<ro r)rcsr¡r)one
a sll vez trn conoci¡niento, rnzís
claro, de ello. Sc «lan adimás experier.¡.- o rncnos (inmortalidad e integridad) que formaban parte del parai
rrri",ü",r,* de gracia. i so y aplazar la felicidad al más allá.
2t2 I.IOMI}RIi, Y MT'NT,O AI,AL,Uz DEL CIUADOR CREADOS PAIIA LA i'I!LICIDAD 213

La fe y la teología, que vinculan felicidad y Dios, han r,,¡.,r,.ur(:ia a desaparecer y se da cuenta de la violenta
con-
leído en la muerte y en la concupiscencia las consecuen- ¡r ,rrr rl,r([ a que la muerte somete no §ólo los deseos, sino
cias de Ia ruptura del hornbre con su Creador, es decir, del 1,, l)r,)rnesas incluidas en los Sestos más elementales y
pecado, dando con ello a entender que, sin éste, ni la ,,rrr r¡tir:os del hombre. Por esto la fe en la inmortalidad es
muerte ni las tensiones afectarlan al hombre. Parece, sin i,r,.r rl('las constantes de la reiigiosidad y del pensamiento
embargo, que se trata de dos rasgos connaturales a éste, l,rrrrr:rrr{)s, «un instinto del corazón» (GS I8).
derivados cle su condición corporal e histórica. Por todos
estos motiyos se impone un tratamiento más detenido de
ellos antes de pasar del símbolo (paraíso) a la realidad (fe- t I. I-a muerte del cre2ente
liciclad) y lrazar una teologfa de ésta.
I lii durante largo tiempo los israelitas contaron
,,.r¡,arición o el ensombrecimiento personal tras
con la de-
la rnuerte'
3. Ir,rruoRr¡LTDAD pARADTSIACA y MUBR"T'§, HrsróBrcA r ,,beclecieron y amaron a Di<¡s aun sin la esperanza de un
¡,rcmio en el más allá4or la lógica misma de esa comunión
La mu¿rte es un dato básico y universal que cuestiona , ,,n Jahvé fue descubriendo que Dios ((no es un Dios de
y corroe la vida entera y reclama incesantemente una ex- rrrtrertos, sino de vivos>> (Lc 20,38). La resurrección deJe-
plicación38. De hecho no hay vida o filosofÍa profundas o sús, sobre todo, reveló que Dios es aquél <<que da vida a
simplemente lúcidas que no hayan afrontado el tema. No los muertos y llama [a nada a §er» (Rorn 4rl7),
parece que exagere el Vaticano II cuando afirma que «ante El hombre, creado como interlocutor del Eterno, her-
la muerte el enigma de la condición humana resulta mayor rrranado a Crisüo, Verbo de la vida, animado Por el Espfri-
que nunca)) (GS 18). Para unos la muerte delata la vani- tu vivificador, e introducido en la comunión trinitaria de
dad y absurdo de la vida e invita.a un goce de ella resigna- vida que es Dios mismo, tiene una vocación innata de in-
do o desesperado (Sab 2). Otros piensan, por el contra- mortalidad. Por ello para el creyente [a muerte es más an-
rio, en el valor único y trágica dignidad de una vida t tinatural que para nadie. De ahf la resistencia a conside-
confrontada con la muerte. Ni faltan, y van en aumento, rarla como un mero dato de creación, y la tendencia a
quienes consideran el hecho de morir como lo más <<natu- vincularla a una ruptura con Dios.
ral» y dicen sentirse cómodamente instalados en ese lími-
te'ie. Pero habría que preguntarse si con ello se vence la re-

obra acoge en parle otros trabqios del autor, como fl houbre I nt muat'lc,
Al<lecoa (Burgu, l97l), Mucrtc 2 mor*isn¿o humanista, Sfgtrcnrc (Salaman'
¡§ «El paradigma mismo de todo desgarramiento y desavenerrcia..., la sustanti- ca 1978). Esu larga confroatación del autor con la mu¿rte bien mctcce el
vación de t¡n aritnia quc actúa corno trdgica cesura», Así Ia deline [. Trfas, eentido y ¡>rofunclo hornenajc gtre con motivo de la ¡nuerte clel propioJuan
La ruzdnJxmtei'iza, Destino (llarcelona 1999), 149. Luis le dedicóJ. l. González Faus, Fa ut Dios ! consl,ntcció¡t dc la historia,
Je Una buena pctspcctiva sobrc esas corrientes,
al mismo ticrnpo <¡uc una Trotta (Madrid 1998), 321-332'
«teologfit tle la muertc» mds completa quc la c¡ue aquf podernos ofrecer la /o El tat<lío naCir¡rient<¡ rle u¡ra cscatologla transcentlertte e¡r lstacl ptrede vcrsc
enc<r¡rtrará el lector en J. L. Ruiz de la Pcña, La P«sc'ua...,247-278. ts¡ en.]. L. Ruiz <\e la Peña, L« ltauczn.'., 38'87.

,l
ü
2t4 HOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR
CREADOS PARh LA I'0LlCiDÁD 2i5

3.2, La relación entre m.ucrte I pecailo ,,r¡,rrr'. Est€ a§Peclo antropológico rlos lleva al teológico. Si
,l vivir humano se apoya últimamente en razones para vi-
Si en Gn 3 Ia amenaza de morir, en caso de que peea-
\ r, y en concreto en el sentido de la existencia y éste a su
sen, no se cumple de inmediato, hay una relación clara en-
r, ¿ tiene no poco que ver con Dios, se puede decir en po-
y trasgresión. La expulsión del paraíso, castigo
tre. muerte ,,rtrvo (que es lo que en el fbndo afirma la Biblia)loimpor-
del pecado, cierra el acceso al árbol de la vida (5,22-Zaly
r,rrrtc que es Dios para la vida, y vislumbrar el sentido de la
devuelye al hombre a su condición de tierra (3,1g). Al
l,',, r¡rula negativa (sin ruptura con El no habría muerte).
crecimiento del pecado corresponde un decrecimienio de
Iiste doble fondo y esa diversa calidad los tiene tam-
edad (6,3) y el diluvio será un castigo del pecado que se-
l,irin Ia uidahumana. El hombre, al ser (y no sólo tener')
ñalará el f,rn (provisional) de la creaciOn (O"f-a).
,,,rrciencia y libertad, es siempre intérprete y actor de
Si reaparece de vez en cuando Ia idea de que la muerte
,,,¡uello mismo que es. Se hace su vida y se hace su muer-
es destino normal del que es polvo (g,lg), del que es sólo
r(:. Más qr. ,n,r"tt"s lo que hay son estilos de morirn3.
<<basa»> (pequeñez creatural), predomina'la que la vincula
a) Cüando un hombre del Antiguo Testamento excla-
al pecado y la considera como consecuencia de élrt. y la ló-
rna: «Dios me lo dio, Dios me lo quitó, bendito sea» (Job
gica profunda de esa convicción parece clara: si la razón úl-
t,2l), personaliza su privación y la convierte en un ge§to
tima de Ia promesa de vida eterna es la comunión con Dios,
,le aceptación. Más que despojo es cl'eaturidad vivida en
la razón última de Ia muerte será la ruptura de esa
"o^..- trance de despojo. Es la afirmación, con todo el ser, de la
nión, el pecado. La fe eclesial ha recalcado esto: la muerte
gratuidad de ese ser.
es fruto del pecado y sin él no se habría producido{r.
Esa afirmación nos resulta hoy especialmente difícil de
b) Cuando el Hombre de la nueva y definitiva alianza
se halla en la soledad suprema de la muerterla oiue como
asimilar. ¿Modifica el pecado la esrructura biológica del
expresión de abandono total en las manos del Padre,
hombre? ¿Altera la condición evoluriva del mundá? pero
como forma de frdelidad hasta el final al mensaje del Rei-
esta misma pregunta obliga a tomar en consideración la
I no cle Dios en favor del hombre' colno señal definitiva del
peculiar condición antropológica 1 teolúgica de la muerte
amor de Dios al mundo (Jn 3'16). Mds que de muerte se
humana. Como todo lo humano,la muerie no es pura bio-
trata de amor hasta la muerteaa.
logía sino un dato que se eleva al punto a pregunta por sí
c) A todo cristiano y a todo hombre se le brinda esa
mismo y a versión de sf mismo. Eso es lo que permite di-
misma posibilidad de conmorir con Cristo. Esa entrega,
ferenciar unas muertes de otras, como haci la Biblia con
la de los patriarcas por un lado y la prematura y violenta
por otro, y como hace el pueblo cristiano que siempre ha i:r Lr ¡¡ruerre conro pr:sibili<la<l y o¡rción supfc¡))as dc Ia libertacl en cl írrnbito
visto en las tres cruces del Gólgota tres modos diversos de cle la fe es clestacatla ¡ror K. Rahner, Se'ntido tcolígico tle l«' tt'ua'le ,Het<ler
(llurcelona 1961). «§ólo un existente mortal que hal¡ita la li<¡ntera del mtuv
.lo puedc, cr¡ razón clc cste tcrril¡le peaje, constittrir§e ert ser librc», 0' Trías,
Lu.iwaín...r 153. Poco autes ¡abía ¿icho qrre sól<¡ ante la n¡ue¡'te «se al¡re al
{¡ existcnte fro¡rtsrizo la posibilidad de orie¡rtar §(¡ querer hacia la astt¡rcitin tle
Sab l,l 3-16 : 2,23-24¡Rom 5,1 2; Ef 2, 1 ; Sant 1,1 5...
4r DS 222.372.151l; srr condiciérr lrontcriza», 150.
CS 18. ''{
.ln 14,31; l5'13.
l,

7T
216 TIOMBRE Y MUNDO ALALVT, DEL CREADOR CREADOS PARA LA I'ELICIDAD 217

frdelidad y amor son también el sentido y la verdad últi- l,:r muerte «en gracia» (en Cristo) no es solamente otro
mos de la muerte humana (GS 22,38). No se afirma con ,,,,,rlrr de morir, sino, además, paso ala resurreccíín, auna
esto que esa integración del morir sea flícil. Por tratarse de , r,l;rplena y definitiva que desborda los límites de este
un gesto d,e total abandono lo exige todo. Ese robo abso- ,,r,rn(lo y cuyos nombres últimos son «Dios todo en todo»
luto es angustioso y la libertad se siente a menudo im- 1 ,rl)ios cara a cara)). El prelapsario <<no tener gue morio>
potente ante é1. Pero el primogénito de los mortales expe- ,l<' Adán queda muy corto ante esta perspectiva.
rimentó esa angustia y soledad y suplicó se le ahorrara el Y si mantenemos a Cristo como el Hombre original, el
trance. Por eso en ese inmenso misterio de soledad y do- .,rrhelo, también original, del hombre no es la mera inmor-
lor del Hombre cabe toda la pena,_ incomprensión y aun ralidad terrena, sino aquella resurrección. Por elloo una
vulgaridad de todas las muertes humanas. vcz más, no hay que volver los ojos al «paraíso terrenal>»
En ese sentido la gracia libera para morb y libera d,e I lrara percibir nuestra vocación original y la dinámica vivi-
morir (una muerte puramente biológica y una muerte defi- ficante de la gracia, sino al esjd.ton de la historia (si bien
nitiva). El pecado, a su vez, hace de esa muerte expresión arraigado en el Proton). AUf se verificará la absoluta irrc-
de ruptura con la Vida, Ia sobrecarga de fracaso y sin sen- conciabilidad de gracia y muerte. Entretanto aquélla pro-
tido y la aiae como versión y anticipo de una muerte total, cura al hombre tal manera de afrontar y aiair ésta que an-
una muerte eterna, ticipa su superación definitiva.
Asl se explica por qué la Biblia y la lglesia vinculan tan La muerte no es pues un obstáculo insalvable a la inna-
estrechamente pecado y muerte y se hace más verosímil la ta vocación de plenitud y de dicha humanas. Pero sí se ha-
afirmación de que sin pecado no habría muerte. No habría l\a en cl camino de esa dicha, es el crisol de ella. Sólo si su-
esta mtterte concreta nuestra que sabe a ambigüedad, so- pera esa muerte, sin eludirla, alcanza el hombre la felicidad
ledad, desesperación, que son la sobretasa del pecado't5. cabala6. Es¡e lado cruc;a,l de la dicha representa uno de los
Indagar qué serfa una muerte sin ese componente es rasgos indelebles de la versión cristiana de Ia felicidad.
perderse en elucubraciones inútiles. Todas las muertes
han sido experiencia de pecado y de la gracia que supera,
pasando por ella, esa muerte del pecador. El dato protoló- 4. I¡iTE,cn¡DAD PARADISÍACA Y DES.CONCIERTO DE LOS DE.
gico del morir está asf protológicamente afectado por el SDOS
pecado y por la gracia, por Adán y por Cristo; es conmo-
rir con uno y con otro. La existencia humana comporta la experiencia de una
disgregación profunda, que parece atentar contra la ten-
{5 Cf:.J, L. Ruiz <le la Pei¡a. El don...,165-I6{t; L. F, Ladaria, llcologío ddltec«- 't§ Cuanclo l¡ablo de muerte no mo refiero sólo a la del lirral <le la vida, sino que
t10.,,,44.47i l. Moiales, ,ll n¿isterío dc la creación,, Eunsa (Pantplorra I994),
incluyo todas sus anticipaciones, to<las las formas rle cruz que r¡os toca o
249. Resulta sin crnbarg» titil, tras l¡aber asunrido cstas ideas qrre sc van vrü-
elegirnos vivir y cn las que la libertad, la solidaridad, la esperanza abren a la
garizanclo y corren el pcligro de vincular sólo psicológicamentc ¡rccado y
vez hondas hericlas e inexplicables satisfacciones en e[ corazón que preter¡-
urrrcrte, Iccr las consideraci<¡nes (lue rcerca dc la rclación ontológica cntr.e unil
de asemcjarse al de Cristo. De esos trances «cruciales» de la bienaventuran-
y otr<r hace W. Pannenberg,TcologÍtt...11,289-300. Ya arltec abordl¡ el tenra
za traté en «L¿ cruz en el ca¡nino de la lelicidad», en «Sal Terrac», 77
en t1'n.txt.pologla cn 'ltotrpotlitru tcollgica,Sfgueme (Salanranca I 99:r), I 73- l 9l .
(t989),211-228.'todo el nú¡mero trata de la fslicidad.

.t'
,¡t,,'


2r8 HOMBRE Y MUNDO A LA I"UZ DEL CTTI|ADO¡1
CRSADOS PARA LA TELICIDAD 2t9

dencia también profunda a la coherencia del yo consigo ,1.L. Debate teolígico'eclesial en torno al d'eseo
mismo y con el mundo. Se dan, en particula., r.r, ,.ri. fi.
I,
deseos que anteceden la decisión de la ribertacl y se resis- l. La BibLia conoce y diversifica la pluralidad de los
ten a ella. A estos deseos que obstaculizan la integración deseos. Los hay excelsos, como el deseo de Dios, de stt
del hombre y lo hacen extraño a sf mismo se les stLle de- rostror su luz, su reino, los bienes rnesiánicos' Y es legíti-
signar peyorativamente en teología con el nombre d.e con- ¡no desear toclo aquello que hace la vida llevadera y feliz'
cupiscencia. 'fodo eso llena los salmos y figuraba arnpliamente en el re-
Aunque ese término latino significa en general deseo, corrido bíblico que acabamos de hacer' Y ¿no es el «Pa-
es evidente que no pretende descalificar e., bloq.,e ese drenuestro>> un cúmulo de deseos?
vasto mundo ni mirarlo con desconfianza. Acabamos de Perg Ia Biblia conoce también otra §erie de deseos que
definir al hombre como «deseo cle Dios»a7. degradan al hombre y rompen la convivencia porque pa-
Thmpoco se trata, sin más, de los deseos sensibles. Dios ,uri pot alto al prójirno y sus derechos. Los dos últimos
es anhelado con todos los sentidosas, y su Reino se *unduto, del clecáiogo los prohíben expresamenteae' Pa*
simbo-
liza en bienes terrenos. La corporaliclacl esencial del hom- blo reconoce que la le¡ lejos de cohibirlos, los despierta
bre así lo demanrla (Rom 7 ,8) y que el hombre e§ un ser escindido enre de-
. Ni siquiera se condena la espontaneidad, del deseo y
cierta persistencia cle él frente a ia libertad. Esa misma
seos nobles qr',..ro realiza y viles que lleva a cabo (7r15),
es'- un ser alienado y abocado a [a rnuerte- El vocabulario neo-
tructrlra-corporal las impone y sobre ellas elabora el yo su testamentario diversifrca ambas clases de deseos50 y reser-
personalidad. va en general a los segundos el nombre de <<eftitlrytt'ía>>,
Sólo n¿ando en el conjunto de Ia persona y en el proce- aunque no sin notables excepcionessr.
so de su integración esos deseos se-inclependizan y se
al- Sabe además la Biblia de otro deseo más soterrado y
zan contra el proyecto filial y fraterno, cuando escinden que nutre los prohibidos y se encarna en ellos: el deseo de
al
hombre y tienden a degradarlo, esclavizarlo, despersorroli- ,", Oios (Gn 3), es áecir, de que nada, ni Él ni el pró-
zarlo..., es cuando tales deseos son denominaclos «epithl- "o*o
jimo, ponga trabas al propio deseo absolutizado' Bs el pe-
mla>> <<concupiscencia», y tachados de in_coh.r"ntr. cado capiál,,la <«Peraersa uoluntas>> de que habla Agustín.'
el proyecto original del Creador (dicho simbólicamente: "á., 2. Por la freiuencia con que en la Biblia la concupis-
_en
el paraíso no exístía la concupiscencia y sin pecado cencia clenomina las apetencias sensuales, y las sexuales
hoy tampoco la habría) en particular, así como por la polivalencia en ella del tér-
mino ocarne» (que denota tanto el cuerpo del hombre) cuya
a7 <<D¿sitl¿riu'¡n
narurar¿ uisíonis bcatiJica¿». Es de sob¡a
conocido el aclrnira-
blecomentario dc Agustltr cu¡nclo aplica a la liase deJesírs I
«Naclie pueJe 'rrl Bx 20,17; Dt 5,21. Cll a<lemás Gn 3,6.16;6,5;8,21; Itorn l,lB-li2; Cor
1.n1.
.,Tí
1i.el [d.re
que me ha enviado no Io atrac» g, O,aa¡ *l .li.lloj.i 10,6; Ef 2'3; 4,22-24;'lit 3,3; Sant l,l5'
poeta Virgilio (Egloga 2)r «a cada uno le arrastra su deleitc» (trahit nu r"' C[. «Deseon en D"lN"l' Ir2l-2$,
quc?ntpte aolulttas): T¡'atados sabt.a el aaangelio de san t" Es cl tér¡nin<¡ qtre designa cn boca deJcsús su tleseo ardiente de celebrar
fO,a_S l¿
rt 968,577-579). Juan, lOSa
xlIl,
18 pasc(¡a con ur.rs discí¡r,itos (l-c 22,I5) y el <¡ue Pal¡l<¡ usa ¡rara <lc'scri[:ir stt
Sal 37,8-10; 42,2;63.
ar¡sia tle ¡rasar a vivir con Cristo (t'lp 1,2:i).

't.i1i,,.
220 floMllltE Y MUr\DO A LA
9r1
L\jZ DUL CRITADOR CIIIADOS PAttA Li\ ]'liltClD¡\D

debilidad reconoce, como el individuo humano someticlo l, 1,, ,1,'r:aclencia ética de una tglesia ya no de mártires'
todo él al dominio del pecado), y finalmente por Ia in- ,,,, ,lr ,uts?s' oPuso el monje Pelagio las exigencias del
fluencia en Agustín del pensamiento dualista, no es de ex- ,r,r,,r¡ rlcl monte y la creencia en la bondad de la crea'
trañar que él localice la concupiscencia en el cuerpo y en , ,, \ ,, las posibiiidades de la libertad' La concupiscen-
los deseos sensibles y entienda consiguientementá la'«in- ¡ ¡ ,i, ( :i ¡ro., él un destino ontológico, ni.una
degradación
tegridad» como <<rectitu.d,o natara¿», como sumisión del ,,rr¡,rrr :rtrr [)or el pecado de Adán, Jino pujanza natural (ui-
cuerpo al espfritu y de éste a Dios. . , , ,,,,t,lrn.e) quá brinda a Ia libertad Ia posibilidad de de-
Concepción muy extendida luego y que acaba enten- .,,1r¡',r' ¡,o..I'^odelo evangélico o el-adámico' La gracia
diendo la integridad original co-o i,rse.,iia de excitacio- el querer y el hacer'
t,,'r 'in parte no nos tiene que dar
nes sensibles, ya por extinguidas de antemano, ya por re- ,,,,,,,, ,i ftréramos inte.namente incapaces de ellos' sino
frenadas gracias a una consolidación de Ia libártaa. Sin ,t,,r ('s o [a gracia misma de la libertad o la ayuda externa
negar que la corporeidad tiene sus exigencias de inmedia_ ,1, l.r lr:y y del evangelio.
tez, su anomía y su pertinacia, la alternativa a esa visión ,'t .,rtu creencia en Ia libertad y grandeza del hombre
agustiniana podrá ofrecerla una antropologla unita- ,,,,,,r,, Agusttn su teorla antes dichi y su expel'iencia. de
1,ólo
ria que la Biblia parrocina (cf. cap. XIV) y-qui Tomás ilc ,,',,., li.beítail esclaaizail,a y de una radical pecaminosidad'
Aquino desarrollará. Para él la sensibilidad no constituye :irrr la gracia, dice, no podemos nada, ella nos da el querer
un-mundo en sí, añadido al espfriru y conrrario a la libir- de un modelo o invitación ex-
1 , l 1,,rier, y no bajo la-forma
tad, sino la condición de posibilidad de ésta y en la que se
r.rrra, sino como a¿racción 'interior, como re§cate de la
li-
encuentra desde siempre extrovertida..En esta teoría la
I,,','tac[, como victoria de Dios sobre uno desde dentro
de
concupiscencia no es el desconcierto entre las dos partes La miseria del hombre se hace patente en la
,,',,, mismo.
del hombre, ni está situada en una de ellas (el cuerpo), ,,,ncupiscencia, esa per-versión 3u¡ ¡ufre la voluntad
sino la tensión de todo el hombre consigo mismo.
.,,o.Ji se vuelve (coi-aertit) a lo inferior y se.sepa.'u.(1-
. t. Yo, que tener presente además que la teoría agusti- ,':;Át)cle Dios. Tai torcedura provienedel pecardo original;
niana fb¡maba parte de un debate de iingular tranlcen- justificados no tiene
.,l; .rJ mismo pecado (sólo que en los
dencia.dogmática.y espiritual en el que se vio inmerso y al pecado p-ersonalsz'
f^ "o"ai"iOn á. "rrlpuj y proYoca
que rebrotará periódicamenre en la historia porque .n ál
En este debate u""r", de la presencia del pecado y de
se enfrentan dos verdades; la pujanza de la creación y Ia
tn gra.iu en el corazón mismo áe la libertad y, más
en el
necesidad de la gracia. Existencialmente el debate se ali, de Cristo para
fbrr'do, acerca de la interna perentoriedad
menta de la tensión entre la grandeza y la miseria del
hombre y cristalizó,en la polémica en tárno al «pecado
,2W.Panne¡rberglnatizaestacqtri¡raraciónagrrstinianaerttreel<<4rror.rtri»yla
original», que abordaremos en el capítulo VIII. D. ,no- pero- tanlbién
«c;vpiidita»> y áí.u q.ru ert. pi,"ilt consi<lerarse.como ¡recaclo'
mento nos reducimos a lo más imprescindible para el .lel p""t,lu, artt*¡ue etrtettclicla conro str nra.ifbstacií,r'
punto en que nos encontramos. "orr'ru "u,,aa"uancia
,,,;,;"ii, segrriría alejrni., de lo r¡re-dice Trenro..Cl. Ántt ltolagía...,1o7'
ll2;Teotogía',',ll,i5g'267' Pa'a un' comprensi«íl n¡írs cabal del pensa-
AI pesimismo gue creía detecrar en Agustín, y al que y la integridatl' cf' Rétt\ic« a
rni.ntu ,g,igtiuian<¡ acer¿a cle la concupisccrrcia
epocalmente se derivaba de la caída del Imperio ilo*uno (osA xxxvll, 1985, 3-976)'
JnLiano,L.4-5
CREADOS PARA LA FELICIDAD
223
.r99 FIOMI}R8 Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR

el hombrer la Iglesia se decantó por Agustín en los Conci- r, r¡tr: tle elevación a la gracia) algo puramente natural'
pecado'
lios de Cartago y Orange,3, ambos particulares pero re- ,,;;;,,, ;;.;;ban los pelagianos, ni es en sl misma
del peca'
frendados por el Papa y por la sensibilidad (recepción) ,,,,,,., ufrr*aba Luteio, sino algo que «proviene
que la libertad (no anula-
eclesial. Esa condena del pelagianismo (más que de Pel¿- ,r,,,'i,*ii" pecado». Y es algá
"f,i debilitada por ól pecado original' pero re-
gio mismo) no implica de rechazo la canonización de to- ,i., ,,.,nou"
dos los rasgos de la antropología agustiniana ni de sus ;:,;',:,;i;;;; iu gt^"iu) p""tl" incluso convertir en material
inadmisibles recortes a la universalidad del designio salví- ,lr victoria (DS 1515)'
irf i¡"¿" del debaie es de nuevo la gracia y su
relació.n
fico de Dios (predestinación de algunos, infierno para los
niños que mueren sin bautismo...). Precisamente las correc- .,1 l;;*L;;t p."udo,. Si Pelagio reducía su impottancia
"t
: r;;;; í" iid".t"a y grancleza humanas?
Lutero la pon-
ciones de ese esquema agustiniano por parte de la teolo- ', Dios y el hombre fueran
gía posteriorsa,juntamente con el humanismo renacentista ,l.,''o a costa de eltas, Jomo si
él sólo reden-
que reaviva el optimismo pelagiano, harán que el debate ,;,;;J;á; antitéticás' La g1a9i-a es.Paradebida al decre-
anterior rebrote siglos más tarde. , if,ir, y por cierto extrÍnseca,-del hombre'
pecador
4. Frente a lo que consideraba suavizaciones que ba- ,,, Jir'i; de considerar just'o al que siguesesiendo
resiste a admi-
nalizaban el pecado, y desde su propia experiencia radical (.vimul iustus et peccatoi'¡' El catolicismo
)i. .i .*p""ataÁiento total del hombre' la destrucción
de
de pecador,Lutcro vuelye a leer a Pablo con los ojos y el
corazón de Agustfn. Afirma que el hombre se ve, <<cora.rn -,. fi¡"rrl¿. Con ello entona un himno al Creador y a la
a Lutero' en que la
Deo>>, radicalmente condenado por la ley y sólo salvado lrondacl de su obra. Y al insistir, frente
por el anuncio evangélico de un perdón gratuito por los ;;;;;;ttruye qt,. el pecaclo.y trasfo¡ma interiormente al
méritos de Cristo, El pecado original ha viciado radical- iro*b.., afirÁa tn el justificado vence realmente el
mente al hombre, haciéndolo girar egocéntricamente so- itii" .f p""rdo.. Cu,,t" asl iambién un himno al Salvador'
bre sí mismo (cor inaraatum\; Este pecado de fondo, ori- ||;;á "; *á, f.r"r," y más radical y está más adentrada
ginal, es Ia misma concupiscencia. --- Jl hombre que el Pecado'
"n á. frf¿. taráe, Bfuo y los Jansenisdas' impresio.nados
El Concilio de Trento, manteniendo en los cuatro pri-
meros cánones de su decreto sobre el pecado original (DS uri*ir*o por Ia misáia del hómbre', propenden a identifi-
a afirmar que
I510-1516) la condena del pelagianismo y estando en car de nueYo concupiscencia y pecado55'
a ne-
ellos de acuerdo con Lutero, se distancia decididamente ;;;";¿" del infrei y del pecador son pecado56'.y
de él en el canon 5o. En él afirma que el bautismo borra g.rl. t..Lazo la potiLitiaaá de una creación del hombre
total¡nente el pecado. Por lo cual éste no puede identifi- óor,
la inte-
carse en losjustificados con la concupiscencia, ya que ésta Con ello vienen a negar la gratuidad del don de
"on"rPiscencia5T'
y matr-
pervive en ellos. No es, por tanto (en el único orden exis- gridad y obligan de nuevo a la lglesia a mantener

il DS 222sr,37lss. 'r3Ds 1946,1950,I951'


¡6 DS 1925,1935,2308ss'
f1 Sólo el linll¡o para los niiros sirr bautistno, soúr'¿uatr¡ralidad de la gracia y
57 DS 1955,I979.
!»dcrnatrrrulidad del estado prelapsario, valoraciór¡ do lo natrrral,..
224 }.IOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR CRE,ADOS PARA LA Í'ELICIDAD 225

zar su preternaturalidad. El mundo de los deseos, la ten- , ,,1.,,1 tlc unificar del todo el pluralismo individual, exa-
sión entre las diversas dimensiones del hombre,la dificul- ,,,l,,rrlo además por el pecado y sus tendencias disgrega-
tad de integrarlas del t<¡do es algo de sulo naturalo pero ile , l,,l ,t:ll'1).
hecho afectado en raíz por la gracia, que fomenta esa inte-
gración, y por el pecado, que acentúa Ia tensión en ruptu-
ra y ruina. Sólo bajo este doble influjo es como la experi-
| .'. La d,imensiín .social de la concupisc¿ncia
mentamos en la realidad: como material de pecado o de
Al igual que hicimos con la gracia (cap. V) y haremos
gracia. Resulta así verdad que esta concupiscencia no se
, ¡rrr clpecado (cap. VIII), gue rePresentan los dos campos
habría dado en un trance de pura gracia (dicho simbólica-
,1, lirerza que actúan sobre la concupiscencia, hay que des-
mente: en el paralso no existía), gue es <<innatural» y que
l,,,rrl¡rr el marco exclusivamente individual, en el que se ha
trasparenta un estado de des-gracia, de pecado58. .,,,lirlo situar, y tender puentes a su dimensión social.
6. Y éste es e[ dato protológico que, al igual que el de
Cuando Pablo afirma que a los que aprisionaron la ver-
la inmortalidad, hay que rcinterpretar; no se trata de una
integridad poseída del todo al principio y luego perdida.
,l.rl en la injusticia Dios «los entregó a las aPetencias de
.in corazón)) (Rom Lr24), no está haciendo un recuento de
Y tampoco esto lo dice en primer lugar una hermenéutica
,lr:.sórdenes individualesr sino trazando un negro iuadro
evolutiva que sitúa al hombre auténtico al final de su pro-
pia historia; es,, sobre todo, la concepciín oistolígica d,e la l,Lrbal del mundo que, al igual que el pecado y la carne, es
historía la que se resiste a situar la «integridad>> humana ¡,ara él un poder contrapuesto al de Dios, una esfera en
l.t que viven, pero a la que no han de pertenecer los cris'
en el paraíso. La plenitud de Ia gracia sólo se da en Cristo.
tianos60.
En él y en los que Ie siguen, el mundo inicial y complejo
de los deseos, turbado aún más por el pecado, empieza a Juan piensa también el mundo como una zona de in-
lltrencia que da origen a deseos que chocan frontalmente
organizarse definitivamente en torno al anhelo fundamen-
t'on los del Padre. Y rnenciona expresamente una «concu-
tal del Reino, y la dificultad del amor y de la libertad se
van transformando en material y expresión de un amor ¡riscencia del mundo» que desglosa en «concuPiscencia
r,le la carne, concupiscencia de los ojos y jactancia de las
mayor. Y es en el Cristo glorioso y en su victoria sobre
riquezas>> (1 Jn 2,16), es decir «los bajos instintos, los
todo enemigo donde se dará la integridad plena del hom-
ojos insaciables y la arrogancia del dinero»or.
bre con su integración en el Dios todo en todo. Hasta en-
Sin ignorar que ese concepto de mundo está fuertemen-
tonces la concupiscencia denota la situación agonal de la
te teñido de negatividad y pesimismo, no cabe duda de
fer la dificultad de ser plenamente hombre, dada la incapa-

5E
Ct L. Scheffczyk, «Concupiscencia» cn SM I, Her<ler (Barcelona 1972), un Pot eso, tampoco e¡l ettc ptlrito es cuestil¡¡¡ de especular acerca <[e cullcs
893-897; K.Rahncr, «Sobre el concepto teológico cle concupiscerrcia», en hal¡rlan sido los descos del honrbre antes de pccar y cónlo los habría gestio-
Escritos tlc Tcologla I, Ed. Cristiandad (Madrid 52000), 349-383;J. B. Metz, naclo una lil¡erud no sometida a «la lcy del ¡recado» (Rom 7) o la del Espíri-
«Concupiscencia», cn H. Fries (Dd), Concclttos Fu¡dan¿nlal¿s dc l« Teolo- tu (Rom 8).
gfa I, Thurus (Madrid 1966), 255-264; E. Schockcnholl', «Konkupiezena», ril' Cf. FL Balz., «hostros», en DENT l' 2380-2990.
cn LiThK Vl,t 1997, 27 1 -27 4, t'r Asl c¡t «clesco», DTNtll,23.
226 FIOMlllt0 Y I'IUNDO A LA LUZ DUL CItU¿\DOlt CfTEADOS PARA I,A ¡-[LICIDAD 227

que esa tríada de concupiscencias impregna fuertemente el ,. I.]sBozo DE UNA TEOLOGfA DE LA FELICIDAD
mundo que tenemos ante los ojos y en el que el creyente
ha de librar la batalla de su fe y vivir su unión a Cristo, y el ( lt¡anto venimos diciendo va relegando al pasado la
no creyente su proyecto de un humanismo auténtico.
¡,, r.strasión de que, para los creyentes,la felicidad auténti-
Pero es también verdad que así queda en penumbra, r .r r:ssólo la que nos espera más allá de la muerte y consis-
como sucedfa también con la ((carne)), lo que ambos tie- r(. cn la visión de Dios, y que eso les lleva a mirar con re-
nen de positividad creatural, de realidades cósmico-per- r r:kr, cüiodo no a descalificar,las otras formas de felicidad
sonales que Dios creó y ponderó, de proyecto de mundo rlr¡c procuran en este mundo los bienes terrenos63.
que fió a las manos y libertad del hombre. También eso Si sigue siendo verdad que, para el cristiano, Dios y el
significa en la Biblia el término <<mundo>>, y la teología de rrrás allá son las formas definitivas y últimamente definito-
la creación tiene el deber de resaltarlo. A eso obedecen las r ias de la f'elicidad (y .o sin razón, porque concibe al
matizaciones que el Concilio de Thento introdqjo en el con- lrombre como un tú de Dios, del Eterno), sin embargo, y
cepto de concupiscencia. como hemos visto, se anticipan ya en esta vida. Con lo
Si se asumen, habrá que considerar cómo en el empe- cual la propuesta cristiana de f'elicidad entra en contacto
ño por un mundo, tal como Dios lo quiere y el hombre lo
con otras no creyentes y ha de hacer valer ante ellas sus
anhela, se reproducen a nivel social todas las tensiones,
razones y ventajas.
contradicciones y pluralismos que afloraban en cada indi-
Es también cierto, del otro lado, que al autonomizarse
viduo, y que dificultan, complican, y con frecuencia arrui-
de Dios y aun del orden objetivo, Ia felicidad ha pasado
nan aquel intento. Vendrfan a ser la dimensión social de la
en muchos casos a ser entendida sólo como sensaciín d,e
concupiscencia. Aunque el pecado los exacerba y hace
felicidad, placer, mercancÍa. Pero no siempre fue asf. Du-
que cristalicen con frecuencia en aquella triple «ePith2-
rante largo tiempo la filosofiaoa, y en particular Aristóte-
mla>> que delataba Juan, no son pecado, sino el campo de
les, pensó que la felicidad no es un sentimiento sujetivo
batalla de la fe y de un humanismo riguroso. Son lo que
sino, por encima de las satisfacciones siempre frágiles y
tiene de ag6nica,, pero puede tener de renacida, Ia convi-
aleatorias que procuran los bienes de esta vida, la conse-
vencia62.
cución de un Bien supremo, independiente del hombre
En resumen: si la vocación de inmortalidad ha de pasar
y que vale y apetece por sí mismo. Junto a esa felicidad
la prueba de la muerte,la de integridad ha de aquilatarse
(eudaimonía) filosófico-contemplativa, que es un regalo
en el confuso, disperso y contradictorio mundo del deseo.

rj', G. Greshake picnsa irrcluso que al haber conccbido la salvaciór¡ co¡no ex-
6r K. Rahner aplica cse concepto dc concupiscer¡cia a la vivencia, a la vez con- clusiva¡¡re¡¡te teologal y transcerrderrte, y la <licha, por cl contrario, c«rtrro an-
flicriva, com¡rlcja y últimarnente confiada, dcl cristianismo en un mundo se- tropocéntrica e irunarrente, se aislaron fblicidad y salvación. CU «Felicidad
cularizado. Véasc la riltima de las seis tesis en quc condensa st¡s reflcxiones y salvaciórr», et Fe a'i¡tittnc¿ 2.sociedad notl¿rn« lX, SM (Matlrid 1082),
sobre el conccpto de sectrlarización, «Theologische Rcflexioncn zum Pro- t19.177.
ble¡n dcr Sdkr¡larisation» , cn Schri,flcn zuat' Thcologia,Y lII, Benziger (Einsie- t" Cf'. C. Dtaz, Lttdairnon'fa. La ftlitidu,¿l co¡t¿o ul.oltío nacr,s«t'ia, Eucucrrtro
deln 1967),697-666. (Madrid 1987).
228 IIOMBRE Y MUNDO ALALUZ DEI, CREADOR CRIIADOS PAITA LA T'ELICIDAD 229

gratuito de los dioses y el último fin del hombre, existe , ,, l)ios, que es sólo uredio para la felicidad,la erosión de
otra, imperfecta, que es producto de su praxis ética en el 1,, :¡,'rrt¡laridad?
marco delapolis. En ese momento <<eu.dairnonfa>> y <<bea- Itro no es ésta la única causante de que la salvación de
titudo>> designaban por igual felicidad y salvaciónnu y r. | )¡.s / la felicidad del hombre, y las ideas creyente
y secu-
comprende que tales teorlas paganas fuesen incorporadas l,,r rle felicidad, hayan corrido en direccione§ oPuestas o
parte en ese Proceso'
a la filosofia y teologla cristianas. l).rrrlelas. La teologfa tuvo también
A medida que olvicle ese norte del Bien supremo y gire ii,'i,rlemos dos momentos. La tensión evangélica entre las
sobre sf mismo, el hombre empezará a buscar en sí la feli- ,lrvcrsas y aun contrapue§tas formas de felicidad, unida a
cidad y ésta se irá subjetivizando. Se localizará en la vir- 1,, cxpecíación de ,ná inminente <<parusla»,
no facilita la
tud, el conocimiento, el dominio de las pasiones, el goce ,,,,,uir"."ia de los deseos de salvación divina y de felici-
sereno de Ia existencia... La subjetivización no será total ,llcl terrena. Agustín, por su parte,la tradujo en.oposición
ya que el bien y la razón seguirán siendo controles objeti- lr ontal cuanrlol sacánáola dei mundo de lo sensible,
vicia-
vos de una felicidad verdadera, como más adelante lo se- .lo Dor el pecado, situó la <<beatitudo>> verdadera en el in-
rán la justicia social y la protección de la naturaleza. r..ilr del ul*^ y en la consumación escatológicaso'
Sólo en una fase posterior, aunque con antecedentes en Tomás abre otro camino. Estima con Agustín que sólo
todas las épocaso la búsqueda de f'elicidad se desentenderá l)ios, como Bien perfecto, puede aquietar el deseo del
de esas garantías objetivas y se descarará como anhelo y lromúre67. Pero su sintonía con Aristóteles y su propia
gozo incontrolados de satisfacción inmediata, de placer teología de la creación le hacen reconocer la existencia ya
(en general del menos exigente), rehuyendo someter a .n .iu vida de una felicidad, aungue imperÍ'ecta, basa-
prueba el valor de lo que se desea y cerrándose así a otras da en la salud, los bienes externo§, la amistad6s, el pensar
posibilidades de felicidad. Sólo en ese momento, y nos especulativooe. Felicidad gue, al igual que el deleit".q¡r"
ronda también ho¡ acaba ella reduciéndose a propaganda p*dr". (ya que ono p,reáe darse felicidad sin el deleite
y mercancía y no encajando en la visión creyente. .t ,r.,u participación de la verdadera y
Aun antes de llegar a esa forma radical de hedonismo, "on.o*itu.rte;70),
perfectaTl.
pero tarada ya de subjetivisrno, dejó de ser reconocida Esa síntesis tomásica según la cual «la naturaleza desea
como criterio de verdad y como norma universal de vida. no sólo la felicidad perfecia, sino también cualquiera.se-
No puede ser el fin de la moralidad, que vale por sí mis- mejanza o participaiiót d" ella>>7z, quedó en parte des-
ma, aunque sí Io que ésta se merece (Kant). Dios sigue
aún al frente del proceso, pero no ya como la Felicidad (il Véange los cap. 27'43 de ese libr<¡ X de las Confasionas, q(re venrmo$ co'
miqma que sale al encuentro del hombre, sino como ga-
¡r¡cntrndt¡.
rante de que la moralidad tenga la felicidad por premio y 61 S.Th.llll,9,2,a.8-
el deseo humano de ésta no se frustre. ¿Cuánto resistirá 't' 1üírI.<¡.4,a.6-8.
"t' Ibíd-<¡,3 ra.6.
7t' /1,&J.t¡.4ra.1, in c.
7¡ /üfd.<¡.3,a.6, in c.
ris Cf. C.
Grcsl¡akc, «Felicitlatl...», 124-127, lt lh{d.<1.3,a.6,in 2.
230 I-IOMBRÉ Y MUNI)O ALAL,UZ DEL CREADOIT CRITADOS PAITA LA FE,I.,ICIDAÜ 23t

montada por sus sucesores, como vimos en el capftulo ante- ¡,rrt:den cumplir, están heridos de <<un no sé qué que que-
rior. Por salvar la sobrenaturalidad y gratuidad de la gracia ,l,rrr balbuciendo>>74. Nueva razón para que no se puedan
ésta fue alojada en lo transcendente, no experimentable, ,lr.scalificar en nombre cle la salvación ni reducir, como
mientras cobraba vigor la naturaleza pura con su dinamis- I'rz<r Agustín, a simples objetos de uso (uti),El Vaticano [I
mo y sus metas. Es llamativa la ausencia casi total del tér- ((:Sj 37) ha reconocido que pueden serlo también de frui-
mino felici dad en los diccionarios teológicos 73. ,ión (frui), algo que el obispo de Hipona reservaba a
Sólo una consideración conjunta de la creación y de la l)ios. Asevera así que el disfrute de ellos y de Dios pue-
gracia parece estar en condiciones de re-unir felicidad y ,lcn convivir.
salvación y proporcionar las bases de una teologla de lafe- 3. Pero no coincidir, porque están entreverados de lí-
lieidad. Baste aquí con esbozarla, sin olvidar los rasgos de rrrite y de mal, como diremos en los dos capítulos siguien-
ella que han ido apareciendo: rcs, y porque son sólo anticipos de la dicha plena, no su
l. Los bienes de este mundo, y el gozo que producen, ¡rlenitud. Sólo al final serán uno y del todo. Además Ia l'e-
provienen de un acto de creación; son en rÍltimo término licidad, por su emplazamiento en el mundo de los deseos
regalos del Creador a un mundo hecho para acogerlos y («f'eliz es aquél que tiene todo lo que quiere»75), depende
deleitarse en ellos, como Él *i.*o se goza 1Cn t,St¡. rle la calidad, y no sólo de la cantidad, de éstos. Por eso
Que sin merma de su valor y encanto esos bienes sean la- rñade el Concilio que «sólo en pobreza y libertad de espí-
ncs d.el Creador les añade una plusvalía imponderable. ritu>> se puecle vivir en el disfrute de las realidades munda-
Les libera de alguna manera de su caducidad al garanti- nas la fruición que acompaña a la posesión de Dios. La fe-
zarles el amor que está tras ellos. Este amor hace además licidad reclama una educación del deseo.
que en ellos se encienda la esperanza de otros nuevos y 4. Por provenir últimamente de Dios,la felicidad huma-
mayores y quizás del Don que es el mismo Dador. De na será tanto más honda cuanto más proceda, como la de
todo ello toma conciencia plena el hombre cuando esa di- AquéI, del amor y sea más compartida. «Hace más feliz dar
cha se traduce en gratitud y alabanza (Lc 17,17-I9). que recibir» (Hch 20,35). L.y del apostolado cristiano es
- 2. Pero la fe sabe además que esos dones, al igual que <<consolar a otros con el consuelo que se recibe de Dios» (2
la realidad entera) de hecho no son sólo producto de una Cor 1,4). La felicidad requiere también una educación en la
creación eficientersino además soporte y condición de po- jerarquía de los valores y una priorización del amor.
sibilidad, signos y anticipcls de una creación cuasi-farmal Sólo con ese doble aprendizaje se va capacitando el
en la que Dios se comunica'a Sf mismo y es el Don por hombre alavez para Dios y para la felicidadT6.
excelencia hecho a sus creaturas, con la ilimitada Felici-
dad que comporta. Por eso con tanta frecuencia los bienes
creados van más allá de sf mismos y prometen Io que no 7a Conro diceJuan de la Cruz en el Cdntico Espititual,canciór¡ 7. Es dejusti-
cia recordar quc en esa canción el ar¡tor se refiere a las creaturas racionalcs y
al testinronio c¡ue dan de la gracia. Cf. Vida y obras de san Jua'n cle la Cntz,
BAC (Madrid 1960), 856-859.
7s Es uno cle los puntos en que la terccra edici<in dcl LithK IV,1995,757-70 75 Dicen a una
I Agustfrr y Tornás, ,5. fá.Il/Il,q,5,a.8,ad 3.
rnarca distancias rcs¡)ecto a lil aoterior. 7d
Puede verseJ. A. Pagola, Es bueno cteu;San Pablo (Madrid 1996),9-36.
232 IIOMBRD Y I4UNDO A Lr\ LUZ DEL CfttrADOR CREADO§ PARA LA TELI(JII)AI) 233

5. No hace falta que Dios sea evocado expresamente. ,1,,s r¡romentos, que pareclan frustrar la felicidad, en tran-
Lo anuncia [a realidad misma con más o menos claridad. r |s cl1 que §e aquilata.
Ni cuando se Ie reconoce, es menester que aparezca como
Felicidad esencial. Muchas veces sólo figurará como Aquél
al que se debe ese gozo breve y limitado. Pero ya con eso ri. .;FELIcIDAD TAMBIÉN EN LA NATURALEZA?
éste queda abierto, como dijimos, a aquel otro definitivo e
inconmensurable que tendrá lugar cuando Dios sea todo lJería injusto por parte del hombre, y poco coherente
en todo (no un Dios aparte y a solas). ( on su reconocida trabazón con el cosmo§, no preguntar-
Entendido de este modo, y aun empedrado de mal y so l)or la dicha que, más allá de la suya, pueda embargar al
pecado, el vivir es un camino de felicidad y no sólo uno r,¡rrndo todo.
hacia la felicidad. No habrá dificultad alguna en admitir que el deleite del
6. Una mirada retrospectiva al método que hemos ve- (oraz,ón humano es causado en gran medida por el gazo y
nido siguiendo obliga a señalar que, aunque hemos pro- cl ¡lasmo que le asaltan cuando por sus sentidos se asoma
curado conjugar el «descendente» con el <<ascendente», .r las innumerables formas de ser y de esplendor del cos-
habrÍa sido posible practicar más el segundo, es decir, ha- rrr<rs (cf. cap. IX). Más aún,
ino es el hombre entero el que
ber partido más de Ia realidad tal como la experimenta- rlisfrutaP Y ¿no es el mundo entero el qtre se da cita en su
mos, con sus límites y lacras, para alzarnos lentamente ,:orporeidad? (cf. cap. XIV).
desde ella, en diálogo con la revelación, a la creencia en Pero esto no rebasarÍa el campo de la felicidad humana.
un mundo creado para la felicidad. De ese modo, habrían Se podría hablar, a lo sumo, de la felicidad de Ia naturalezá
extrañado menos las contrariedades de la existencia (en tal como es vivida por nosotros. Pero ¿se reduce todo a
particular de la muerte y del deseo) y habría costado me- cstoP, ¿no existe, por muy antropomór{ica que la idea pa-
nos recuperarlas para una visión creyente, a la vez que rezca, un gozo de y en el cosmos? En los Sal¡nos el hombre
realista. conjura a la creación entera a que glorifique al Creador.
Hemos primado una visión que parte del anhelo ilimi- .'Lo hará ella por puro mandato de fuera o por impulso in-
tado de dicha que alberga el corazón humano. Y no sólo terior? Pablo no duda en afirmar que la creación entera
porque está presente en él ilesde el rtrinciPio,, sino porque «espera ser liberada de la esclavitud de la corrupción para
asl se explica su existencia (deriva de la presencia radical participar en la gloriosa libertad de los hijos de Dios»
del mismo Dios en el espíritu) y queda en claro que no se (Rom 8,21). ¿Sólo en el más allá o ya ahora cuando esa li-
trata cle un puro anhelo, tal vez sin fundamento, o de un bertad de los hijos es más que una pura promesa?
cleseo inalcanzable. Si el poeta hal¡ló del «lla¡rto de las cosas» (sunt lacri-
A través de los dos caminos, y esto es lo decisivo, la mae rerurn), ¿sería un puro dislate traducir por ejemplo
gracia (la cercanfa de Dios y a Dios en el seguimiento de en términos de fblicidad, o de preludio cdsmico de ella,la
Cristo) se mani{iesta como una posibilidad de afrontar la mutua atracción que la fuerza de la gravedad, contrarres-
muerte en libertad y esperanzar / como un modo peculiar tando la dinámica expansiva que los separa, ejerce.sobre
de purilicar y armonizar los deseos, convirtiendo así esos los cuerposP
234 HOIIf BRE Y MUNDO )\ LA LUZ DEL CITtrADOR CRDADOS PAftA LA FEt,tCIDi\D 235

Mucho más induclable y parecida a la nuestra es la sa- lr.rllan Uno en Otro y en el mutuo Don que la colma, son
tisfacción que experimentan los vivientes. Hoy se pondera ,I ;ruténtico hontanar de la dicha del mundo.
continuamente la lucha implacable de la selección natural listo no es elucubración desbocada ni teología pura-
que acompaña a la vida y de la que ella en Parte emerge. rrrt:nte deductiva. Todo eso lo hemos vislumbrado en la
Pero el gozo de existir, florecer, crecer, alimentarse. apare- ,.:lación de Jesús con el Padre y en la de la Iglesia con el
aise, retozar, criar..., el triur¡fo rnismo de Ia vida sobre las l,,s¡ríritu. En la escena del bautismo, mientras el Espíritu
arnenazas que la acechan, y la interdependencia con el roposa sobreJesús, el Padre le ratifica no sólo como Me-
medio, que tiene lugar en aquella misma selección natu- sías entronizado (Sal 2) o Siervo fiel (Is 42,1), sino como
ralf¿no podrían ser considerados como presagio y avance ucl Hijo bien amado en quien me complazco» (Mt S,l7).
de la dicha humana? I,in.fesús se abre al mundo el ámbito infinito de la dicha
Si todo procede del mismo designio autocomunicativo r:sencial y compartida de Dios Padre. De ella quiere que
del único Dios, todo ha de participar, aunque a escala di- ¡rarticipen sus hijos menores.
versa, del gozo que comporta. La f'elicidad es,junto con el 2. Inversamente, el gozo y la alabanza de Jesús al pa-
ser, la belleza y la bondad (o, mejor, como reflejo de <lre por lo que ocurre en el cosmos (Mt 6,25ss), y su exul-

ellos), parte de la dote del Creador a su creación. Por eso tación por lo que sucede en la historia (Lc 10,21), no son
el creyente hará bien en captar esa felicidad del cosmos, rneras efusiones de una creatura arrebatada, sino rcvela-
gozarse de ella y con ella, y rastrear por todas parte§ el ción y expresión de las que) en reciprociclad total y a
gozo mismo del Creador con sus obras (Sal 104,31). Esto igualdad de nivel, tienen lugar entre el Hljo eterno y el Pa-
nos lleva al último punto. dre (Mt 1l,25ss). De ellas quiere el Primogénito hacer
partícipes a sus hermano§77. Igualmente «el gozo,la paz...,
la confianaa en los otros) la dulzura...», son frutos del Es-
7. Et TRASFoNDo TRINITARIo DE LA TTELICIDAD ¡ríritu, «que es nuestra vida» (Gál 5,22-Zb); §on sus (<ge-
midos inenarrables» (Rom 8r26) en nosorros.
3. Eso explica que la felicidad humana sea como es y,
1. No hemos enunciado aún el último vínculo entre la en particular,la ilimitación d,e su anhelo. En toda la crea-
feliciclad humana y Dios. No basta con decir que Éste es
ción se percibe aquella vibración infinita de fondo, que es
la fuente y meta última de aquélla. Para cornprender el an-
la tinidadTs,I s0 augura y barrunta una promesa di vida
helo y estremeci¡niento de felicidad que anida en el cora- sin límites.
zón humano hay que relacionarlo con el que tiene lugar
en el corazón mismo de Dios, es decir, con el suceso trini-
tario. Si éste es, como clijmos en el capítulo IV, el trasforr- 77;n 15,11; i7,ts.
do de la historia del mundo, habrá que concluir que la " Lo decla Tomá, d" Ac¡uiro cn el rexro que a<Irrjiruos cn el cap. IV y cn el
que dilataba rnundo el mismo sí y el nrisrno amor que tienc lugar en la
fruición infinita que el Paclre encuentra en la plenitud de a1
Trinidad: «Dicitut Patar d,ice.ns Verbo, a¿l FíLio, sc ¿t er¿aturan. llt lrater el
su propio ser y en sLr autocomunicación esencial y absolu- l\lius dicuntur tliligcntes Spiriht. §a.ncto, wl amore ltrocelentc, ct sc ct flos>t,
ta al Hijo, y la alegría asimismo infinita que Padre e Flijo S.Th.l,q.37,a.2,n c.
2s6 HOMBRIi Y MUNDO ALALUZ DEL CRT:ADOR CRUADO§ PARA LA IELICIDAI) 237

4. Felicidad sin límites pero en los límites y pena de la ,,lrrrrr. término la gloria del Hijo que amanece en toclo.
historia.'fambién esta paradoja, tan profundamente hu- \ rr,urccc tan sólo. Porque esa luz se atenuará en la peque-
mana, sólo se explica últimamente con la tinidad al fon- r¡r r rlc [a historia deJesús y se eclipsará en el Gólgota. Esa
do. El Padre no quiere (ni podría) divinizar la creación, t,l', r<lad no es aún cabal. Por eso este capítuloiemite a
süprimiendo sus límites, su historia y su libertad. Ellos 1,,:, lrcs siguientes. Sólo al final de ese paso por el mal de
hacen limitada y fragmentaria la felicidad y no tendrían de l, lristoria_y por el rechazo del pecado, se dará la gloria
suyo por qué resultar extraños e insoportables. Sólo si el ¡,l,.rra del Padre y la felicidad total ciel Hijo y de sus her-
Padre quiere que el mundo, y desde su origen y sus entra- ,r,rnos. Pero ahora ya, y el anhelo universal de felicidad lo
ñas, se estremezca de la gloria y el gozo del Hijo, una año- rr.:rtilica, irrumpe por todo como aurora incontenible.
ranza infinita grava la finitud y la hace especialmente clo-
liente. I
5. Esta pena sólo se evitaría si el Hijo se manifestase al
mundo en la plenitud de su esplendor y le cornunicase de
inmediato su gloria. Pero, lejos de esto, se ha despojado
de ella y ha querido compartir no sólo los límites de la
crcaturidad sino las secuelas del pecado. {iltrada por
ellos resulta escandalosamente pequeña e inaparente (Mt
I 1,6). Nosotros somos invitados a participar de esa <<héno'
sis», del abajamiento de aquella gloria a la que nos vefa-
mos encumbrados. De ahí resulta no sólo la finitud de la
felicidad humana sino aun cierta infinitud de la pena.
6. Pero, por libre y amorosa, esta <<hénosis» no extin-
gue la gloria del Abajado. En sus palabras, en sus mila-
gros, en su actitud, <<hemos visto su gloria, la que le co-
rresponde como unigénito del Padre,lleno de gracia y de
verdad» (Jn 1,14). Más aún, en su pequeñ,ez y en su cruz
es donde los ojos que entienden de amor y de verdad se
han sentido especialmente «atraídos» y han traducido ese
abajamiento en exaltació n (T2,32).
' Paralelamente, tampoco la creación deja de sentir y
percibir, aun en medio de la pequeñez, el peso y esplen-
dor de Ia gloria; tampoco las penas y los Ifmites logran ex-
tinguir la infinitud del anhelo, la invitación a la dicha sin
fin. Y es que la encarnación no se redujo a la cruz. La feli-
cidad humana, con su halo de infinitud, serla por tanto en
VII

iDE DÓNDE PROVIENB


EL MAL DE LA CREACION?

Si el hombre y el mundo son obra de «un solo Dios Pa-


,lr t. toclopoderoso» y han sido convocados por Él a la feli-
, rrlird, ¿de dónde proviene el mal que hay en ellos y los
,,llige?, ¿encaja en ese marco creacional que venimos tra-
,.,,rrclo o lo hace saltar? Parecería que no pueden coexistir
l)ios Padre y el mal y, por ello, que la existencia indiscuti-
l,lt: cle éste invaliclala teoría de un mundo salido de las
,r.rr¡os de Aquél.
Es verdad que no hemos afrontado aún expresamente
.sta cuestión, tan antigua como el hornbre, pero sí hemos
tr:rrido presente en lo que antecede la realidad del mal y
l,:r contribuido incluso a configurar la misma idea de crea-
, i<'rn y de Creador. En efecto., en el capítulo I se vio que en
lrr Biblia la nada no era simplernente vacÍo de ser, pura
iuocencia de posibilidades abiertas, sino el c¡lrnulo de re-
sistencias al ala Eso
(
[ue fto s ólo el que llama la nada a ser
sirro el que da vida a los muertos, es decir a todas las vícti-
,nas de la degeneración ffsica y moral, de las violencias de
la naturaleza y de la historia. Por eso el <<bara>> divino des-
cribía un hecho incesante, ia victoria continua de Dios so-
l¡re esas dos formas de no-ser: la nada y el mal.
Resultaba asimismo que el origen de todo no fue, sizr
rLris, <<paradisÍaco». Y no sólo porque úrnicamente al final
se llevará a cabo el proyecto de creación (cap. III), sino
porque ya desde el comienzo la acechan la des-integra-
ción y la muerte (cap. VI).
No es gue con esto se acalle la <<cuestión del mal>>, pcro
es suficiente para empezar ahora a abordarla diciendo <¡rrc
¿DE DÓNDli PROVIENE EL tvrAl Dli LA cltltAall(iN? 241
240 rloMllRli Y \4uNDo A LA LUz DEL cRIiADoR

ro como del aliento., eso significa una herida en l<., hottclti,


el mal no les coge de §orPresa)
a la fe y teología cristianas su (lue puede llegar hasta las raíces mismas de su existencia y
que ellas no reflejan ttto¿io cle ingenuidad' previa a ,irrestionarla a una con el conjunto de la realidad, dado
'" con la experiencia de él y
so-
:;;;ü¡[i.r,,o'to"ui*n ade- ,¡ue él es no sólo parte del mundo, sino pregunta por ei
breviven a ella. X po' '" "ondición 'iLoí¡i'o'tienden todo y caja de resonancia universal.
más a suPerarlo' 3) Por eso es preciso dejar constancia, desde este mo-
clentro de los'.t11^"11""t
Así empezamos a aclentrarnos' rna- rnento, cle una tercera diferencia de males: la que se da en-
este libro' en ese tema
H;;;;;;; I puede conceclcr .- y lo-s que tienen lggar en
rre los que afectan a cada lrcmbre
gotabler. Antes qr" "uao
p':.t"." procedente (y más tratán- r,l restoielEülclo vi-lñ¿ññ.
como el de mal y de
dose de un térmrno^i* ptfit¿*ico Es cierto, hablando de los primeros, que al individuo
la que clesigna) precisar
una realidad tan tu;b;olu to*o rlue los padece se le puecle recordar la particulariclad de su
a qué clase de mal nos
referimos' rnal e invitar a que reconozca que el universo no se agota
cn é1, animándole a aquel grado de serenidad que consiste
cn dejar que el ser total exista sin que se anegue en el pe-
1. DtvrRs¡s cl,AsES DIi MAL <1ueño vaso que cada uno ei2. Pero igualmente se puede
irpelar a su universaliclacl y a su grandeza de alma e incitar-
oodría conside-
1)Aunque una postllra «maximalista>> le a que, aun cuando a él no le toque, haga libremente §uya
rarlo en bloque y tt"f'u"'ro
t" toilo' tut'[o"''ot' es obli- Ia pena de l,>s demás. En tal caso el mal que anida en su co-
;ffi #i, i:,:
;.: ;; roró, s" hará indeciblemente vasto y lacerante, y tenderá a
; H*,:Htff:
explican»' que rnclui[,.[i:T,lHl: T ;nrocuran. Todo clesaparecer la diferencia entre el mal de uno y el de todos.
iIlñedintamente (o;;; ; largo
-¿? plazo.)
En ambos casos puede tener lugar aquella crisis de
n p ar cul ar
to' e
t*" ti
i" i* i t n
ap re n cl i z aj e, ul qt' i J'"fo sentido de que hablábarrros Y Que, si se cree en Dios, so-
" "
la admisión a. to otio y iot
"r", o*ot a la propia vida'.cgnlle- rnete al mismo tiempo a juicio el poder,la bondad y aun la
Pero en
;;;;;;i;t p..o i"tuitoLl" fot*us deBsquebranto'
el precio de la su- existencia del Autor de esa reaiidad d<¡liente. Muy en es-
tales casos ert" q"til"to^ptn*ao' pecial cuando el mal alcanza cierto grado de d,estrtesura
No llegan por eso' a
,"rri".""i^ y fttit"o clel individuo'aún' ra de la existencia'
que parece excluir toda comprensión y compensación. Es
lij;;;i';i;',';;;; '"'-v"n'nos
n ésta' al menos en una con-
entonces sobre todo cuando, lejos de etrcajar en la teoría
Se consideran connatutoit' de Ia creación, amenaza con hacerla saltar. Se va convir-
adulta, no narcisista' de lo
humano'
tierrdo en tópico el dicho de que
".p.iO" resultan aquellos
2) Más a.rguttuJoit' e iásopottables porque no §e también al hombre, habría que
*nü, lrr., , lJpu' oue cluelen' <<exlrañan»
qtt" de éste tan-
wll:t ver qué queda del
tes descubre senti¿olriñIim*n[' 'ive

e,ste c1'trillüo cn L' M' Artnentláriz' ? lls lo <¡rrc, <lesintcgraclo etinrológicirrnente (la.tran), alttrnl¡raría ontológica-
retltcción algo ruás arnplia.tlc
' tt.-" -- y tt nrtl?»' Crraclerrros cle "feología l)cttsto' n"'1f)' mc¡rte (scgÍrn Heitlcgger) cl térnlino Sern)itno G¿kt¡smh.ett (serenitlatl).
«¿-Puctten coexistir Oiti'
g98)'
Universidirtl dc Den§to (úillrrro
t

I
I4.) I.IO¡,,II3IT[, Y MUNDO A LA LUZ DljL CREAI]OIT ¿DE DóNDü pRovrENE EL MAL DE Le ctslcróNr 243

4) Más frecuente ha sido otra clasificación de los ma- l,,sa condensación de ma[, unida a veces a Ia dificultad
les: la qtre los distingue enfísicos, procedentes de la natu- ,l( :t(:i'ralar culpables (y más en la despersonalizada maraña
raleza, y ry_tr{rs, que tienelTlirigen en Ia libertad. En ,l, lls actuales estructuras sociales), es lo que hace que
senrido similar se habla de Q,¡gy.g93u§_g:!.kgrespecri- ,,,,¡,,lros sobrevuelen esas distinciones, y lo que se podría
vamente. Son distinciones que conviene retener porque, r ,u giu' a la cuenta del hombre, y apunten de inmediato
aunque parezcan gravitar de manera igualmente dolorosa , ,,¡r el dedo a Dios. Tal vez porque en todo caso cabe pre-
sobre el que los padece, constituyen realidades dif'erentes i,,r¡rrtar cómo ha hecho lil un mundo en el que pueden su-
que, en el segundo caso, se podrían evitar ¡ al menos, se ,,.,[or tales cosas y en el que a Ia libertad humana se Ie
pueden explicar señalando con el declo al culpable, ate- ,r,rgá semejante capacidad de oprimir, herir y aniquilar.
nuando así aquel agravante de extrañeza que empeoraba tln análisis teológico deberá ser más riguroso y volverá
el mal. Por otro lado tampoco revierten de inmediato en ,, rn¿rrcar di{'erencias dentro del complejo mundo del mal.
Dios, l,,rr concreto la ya señalada entre el rnal moral, cuya consi-
5) Entre esos males que provienen de la libertad hu- ,l.,ración remitimos al capítulo sigüiente;ytl mal físico,
mana es también corriente y necesario establecer diferen- ,lcl que nos ocupamos preferentemen¿e ahora sin oividar
cias entre los que recaen sobre el mismo que directa o in- rri ¡ror un momento que éste último puede y suele ser cau-
directamente Ios causa y aquellos otros cuyas víctimas son ,,¡<[o muchas veces por el mal moral de otros y que, en
inocentes. Lo que estos últimos males pudieran tener de , rralquier caso, al ser padecido humanamente, se reviste
explicación, y así de alivio (intelectual), Io pagan con el ,lc conciencia y libertad y desemboca en actitudes mora-
sentimiento de injusticia que los vuelve especialmente in- lr:s. Por eso, y para hacernos eco de esa complejidad ¡ so-
tolerables. Entre las víctimas inocentes descuellan los in- lrlc todo, de ese grito informe, de esa pena global del
defensos s nlnos aunque §e pudiera rnundo y del reto que plantea a quienes creemos que Dios
-1
pensar que s padecen meno§ que los adultos por falta r:stá al origen último de éste, es conveniente dejar desfilar
de conciencia,la de estos últimos bien puede acoger cn sí ;rnte los ojos la serie de nombres (¡y d. rostros!) que vie-
el dolor de aquéllos en virtud de ese alma universal de la rrcn al recuerdo cuando se habla del problema del mal:
que hablábamos y que? en bien y en rnal, caracteriza al rlolor, hambre, injusticia, explotación, violencia, guerrasr I
hombre. r:atástrofes naturales, fiustración, tristeza, angustia, ten-
<lencias destructivas y autodestructivas, deterioro, enfer- ,i
nredad, v ejez., muerte...
I Tanto el diírlogo c¡rtrc Iván y Alioscha Kar.amazr¡v en la nt,vela cle Dos- Para no hacer interminable la lista y no silenciar otras
toiewsky, corno el que se rla entrc el increyente Ricr¡x y el religioso penclor¡x
en La pcste tle Carnus, son citas obligadas en estc l)r.¡lrto. Pueclen yersc en el
fbrmas de mal no menos hirientesa, baste con señalar que
I
ca¡rítulo que r <<La fe en la creación y la ex¡rerierrcia del rnal» detlica.f. L. Rrriz se da lo que po3'illmó§llamfi"üñá*z¿-i4_.1!tjd"s.d, entre el
de la Peira eo s*'frologí«. tle kt. crcad.6n, Sal Tcrrae (Siurtander IgB6), 160.
N{is recientc es el estrrdio c¡tre a la l)rotesta dc lvii, Kararnazov
¡s,brr t.cl.,
a la del f)r. Itieux constgra G. Nerrharrs, «Lir teodicea. ¿Abandono o pulsc,
para la f'e?», cn J. B. Metz (bir.), El, ckunor. dc la lienu,Yerbo Divino (Estella '' D. Cuypers menciona cl dolor de «los sin...»: «sin"trabajo, sin-techo, sin-de-
1996),48-68. recho, sin-voz, sin-papeles», «Liactualité religieuse>>, n.'i 63 (1998), 22.

Lr.-
j

q t¿. IIOMI]RE Y MUNDO A LA I,UZ DEL CRIiADOR iD|r DÓNDn PRovlni{B trL MAL Dli L/. cREAcrÓN? 24\

ser y la historia; que el anhelo profundo de plenitud y di- , .,r,r ricvolverá contra el destino. Hacerle valerosamente
cha creafurales, filiales y fraternas, es un anhelo contraria' t¡, rrtr: será el aval de un humanismo trágico pero rroble'
do; qte Ia vocación real de gracia choca con una historia l,rr .rralquier caso para biólogos, psicólogos, sociólogos o I
real de des-gracia. Tal contrariedad básica se echa de ver l,l,,s<:,Íoi ateos o agltósticos el mal no tiene por qué revestir ,i
en las tres dimensiones que conliguran al hombre, en la , I r .rrhcter de enigma con que se presenta al creyente)'
triple relación a sí mismo, a los otros y al cosmos. El «se- ( )abe preguntarse sin embargo si, aun desvinculado de

ñor del mundo>> está con frecuencia sometido al capricho Lr irlea de Dios, el mal no sigue extrañando radicalmente
y amenaza de la naturaleza. El ,:!ty!fl Íg!::>> elabora una ,,1 lrt»mbre en fbrma de contradicciórr flagrante con lo que
técnica tan útil y.admirable como despersonalizadora y ,,rr:trte
/ espera ser6. Y no vale cle mucho invocar la razón
absorbente. El <<homo politicus>> arrastra en stt organiza- ,1. que ello se clebe a 1o desbocado y sin límite de la ima-
ción formas de injlisliciá, oliidsión y explotación increí- r,,rrración y del deseo. Porque cabe seguir preguntando por
bles que no sabe con frecuencia cómo desmontar, Ni la ,Inó son ambos así de ilimitados en Ia proyección del bien'
célula familiar Ie aísla de los conflictos sino qtre Ie expone licclucirlos a lo que «la vida da de sí» podría tal vez des-
a otros más dolorosos, y el mismo amor está amagado de rrrorltar la extrañeza) pero ¿es justo que el hornbre Pague
rechazo y clesencanto. Gravita además sobre el hombre Ia l)or ese des-encanto Ia renuncia a la infinitucl de su
anhelo
culpabilidad, la pena por las oportunidades perdidas y y cle sí mismo?
por el mal irreparable hecho a otros y la pre-ocupación La fe cristiana no transita por ese atajo. Es cierto que
por la muer¿e.
¡rrecisamente la idea de creación recuerda
y cultiva la
i:onciencia dé contingencia y finitud, c«rmo diimos y segui-
remos recordando. Pero manüene también que ese «barro»
2. El- MAL BN or, HoRlzoNTE DEL CRraoon cs alentado por el Espíritu de Dios, interpelado por su Pa-
labra, encarado con el Padre. Más aún, que ha sido integra-
Cuando tras esa serie de rostros se descorre el de Dios, clo, por medio del H!jo, en el'torrente de Ia vida trinitaria'
la pregunta por el mal, lejos de acallarse, se exacerba. La Aplicanclo al rnal en general lo que el Vaticano II dice clel
extrañeza, y con ella el dolor, se disparan sin llmite. ¡,Cómo mal moral, el creyente aErma que la revelaciórr <<da cuenta a
1 pueden coexistir juntos la pena de los hijos y la omnipo-
I
( tencia del Paclre?
<<Coram Deo», emplazado ante Dios, es como el mal re- 5 Véase la cornunicación <le l. sotelo en el XVIII For<¡ del hecho religioso, de-
sulta verdaderamente enigmático, inexplicable. Si no exis- clicado todo él t «El enigma del mal» y recogida en «lglesia Viva», n""'175-
176 (1995), I t3-1.37. Figura asimismo en M. Fraijó-J. M*ía, Crislianismo c
te Dios, queda reducido a una serie de contratiempos o I ht straei(m., UPCO {Madritl 1 S95), 2 1 5-239.
abusos más o menos dolorosos e inevitables. Son gajes de r' «Por Cristo y en Cristo se ilu¡nina el errigrna del dolor y de [a mtterte, <¡uc,
la condición humana y de su inserción en un mundo so- frrera de su evangelio, rtos aplasta», GS 22. «Si no hr¡triera Dios'.'el dolor se'
r,ía ¡nucho ¡nás riol.roso de lo que ya es. Sería una ¡>alabra última y al¡s.r<.la
metido a la férrea ley del azar y de la necesidad, c«rn el y el .hombre poclría considerar'se realmente desgra-
cle la existencia humaila,
caos como ingrediente. Esta «explicación» los hará rnen- ciaclo y r,íctirrra de un <lestino trágico e impers<;nal»,J. Morales, El mist¿rio
talmente soportables y desactivará la protesta. A lo más dc lu craci6n, Eunsa (Panrp'lona 1994),2ti3.
246 HOM§RE Y MUNDO A LA LI)ZDEL CRUADOR
iDE DÓNDn pROVftiNL: IiL tvr,rL DE LA CREACTóN? 247

una de la vocación sublime y de la profunda miseria que


, rr relación con lo divino (cap. 1I). E¡r no pocos de ellos es
los hombres experimentan» (GS 13). Nos resistimos por
l,r nateria, como lo más alejado ontológicamente del Bien,
ello a reducir el mal reduciendo al hombre y rebajando su
lr, <¡u€ deteriora cuanto se compone de ella o cae en ella.
condiciórr de imagen e hijo de Dios. La solución crisriana
['ero más que estos intentos de compaginar la existen-
es más difícil y compieja: consiste en situar al hombre, su
, r;r del mal con la de Dios (o los dioses), de los que habla-
mundo y el mal, tal como ell,os son, <<cora?n Deo>>7 . r(:nros enseguida, ha llegado hasta nosotros, sin duda por-
(lue reverdece en cada tiempo, el argurnerrto de Epicuro
(¡¡e niega esa conciliación y que es obligaclo r..oiE-i-,6'
3. Frlosorrf.q y N4nr,. Coxrn¡r Dros y A FAVoR DE Dtos
I)ios quiere suprimir el rnal y no puede, o puede y no
No sólo la teología cristiana procede así. Thmbién la fi- rluiere, o ni puede ni quiere, o quiere y puede. Si quiere y
losofía griega y la religión oriental emplazan el mal, si no rro pu€cle es impoterrte,,lo cual no cuadra a Dios. Si puede
en el marco de un creacionismo estricto, sí en relación v no quiere es envidiosor lo que le es igualmente ajeno. Si
con los poderes divinos que hay en el mundo, y en debate rri quiere ni puede es envidioso e impotente y por tanto
primigenio con el bien o,, mejor, con el Bien con mayúscu- ,,,¡ es Dios. Si quiere y puede, y esro es lo único que le co-
r responde,
la cuando éste o el Uno son la fórmula suprema del Ser8. ¿de dónde vienen los males y por qué Él no
No podemos hacernos aquí eco de toda la larga y variada l,rs suprime?>>e.
serie de interpretaciones que, entre monismos y dualis- Según el autor cristiano (Lactancio) que nos ha trasmi-
mos metafísicos de diverso signo, intentan explicar el mal tido el fragmento de Epicuro, <(este argumento suele per-
tt¡rbar a la mayoría de los filósofos que delienden la provi-
clenciadivinayloslIevaca§iaConfeSar'm[lyapesarsuyo, )
7 «Es verdad que el mal pucde y debe ser estudiado en
sí mismo, h'losófica- (lue Dios no se cuida para nada del mundo, que es lo que i
mente, cara a cara, ya c¡ue es el mal del hombre. Pero no es ninguna clistrac-
ción, ningún olvido ni evasión, sino todo lo contrario, mirarlo de cara a ¿r¡tetodopretendeEpicuro>>l0.Élpor",po,i.aIirmaque
Dios, <<corarn /)ea», Qrrizás sea solarnente entonces, por haber llegado hasta este argumento que califica ile temible (formidolosurn) ca-
allí, cuando se ve mejor qué es el mal para el hornbren, A. Gesché, Dios pata rece de lüerza si se tiene en cuenta, cosa que no hicieron
ltensar l, EL M«I. El HomZ,re, Sígrreme (§alamanca 1995),20. Por eso es lógi- E¡ricuro y los estoicos? que Dios al hacer al }¡ornbre a su
co, y sugerente a la vez, que el autor desglose ese <<¿rr¿m D¿o>> en <<contta
I)ewn»,<<pro Deo», <<in Deo>>,<«td Daum>>y <<cu,m Deo>>,tbld.r20-4?. Véase el irnagen le transmite la sabiduría y los bienes que ésta com-
comentario de O. González de Cardedal en «Saber leer. Rcvista crírica de li porta) entre ellos (además del conocirniento de Dios y la
bros», abril 1096,8-9,
8 Este arranque lilosófico no debería inducir a pcnsar que redactamos
un capí-
tulo de filosofÍa de Ia religión o que pretendernos primariamente valiclar aote
el foro de-la razón la respuesta teórico-práctica de la l'e cristiana al problema " <<I)ctu,i.nquit(Elticuttts),autuuLttolleretn¿¿laetnonpole.staufltrfestalnttn
del mal. Ese sería, si lo hemos entendido bien, el inrento deJ. A. Estrada err tult, aut neque anlt netpte ltotest, «ut ¿t u¿lt el fotzst. lii uutt it tton potcst,
intl¡e¡;ilhu esl, quotl in Oeuu no.n calit; si polest et non aull, iwid*i, quod
La itnltosiblc twdicda,Trotta (Madrid lggT). Nosotros partimos de la I'e y se-
aeqtu tLie.nun. est a Dco; si nequ.e ur,ll nequ.e fiolest, et i¡¿aithts el i¡nüeiilLus
guirerrros arguyendo desde ella, Otra cosa es que lo hagamos escuchando an-
est itlwque u,cc Dets; si et wrlt ú ltotc.sl, quod .sol,nr D¿o tont,cnit, ttntle ergo
tes lo que la raz,ón ha dicho al respecto y en diálogo con ella. Sólo así la res-
strnt r¿(tkt d'ttt cto.ilk not tolLi.t?»,
prrcsta cristiana no sonará a precipitada rri ajena a la inquietud hurnana en lacta.tius, De ir¿t Dei t.13, SC, ¡¡. 2fj,<1,
CeLf (Paris 1982), 158-l5g
asunto lan u¡river:al. tu Ib'íd.,
¡rarr. 22.
248 HOMBRE Y N{UNDO A LA I.UZ DEL CRIiADOR
¿DE DóNDU
pRovt¡jr\ri EL tvrAl DE LA cREACrÓN? 249

inmortalidad que de é1 cleriva) la clistinción teórica y prác- ,,,.,1. /\lrí, en ese final, sin salidas de emergerrcia, se sitúa el
tica entre el bien y el rnal. Aquella sabiduría, como bien , rr..rnnismo. Lo que sucede es que esa última pregunta
mayor) supone la existencia del mal y tiende a su supera- ¡,,,, ,1c coricluir en la negación de Dios, y asÍ cerrarse como
ciónrr. , ,r, srión, como quer'ía Epicuro y repite el ateísmo, o seguir
A pesar de la seguridad de Lactancio no parece que su rl,r.r't?r dirigida a ese mismo Dios en quien se cree. En
argumentación haya desvirtuado la de Epicuro que va des- , lr r:to,la lógica conclusiva delarazdn puede ser interrum-
montando una tras otra todas las posibilidades de concer- ¡rrrl;r por el gríto del que cree en Dios a pesar del mal. No
tar la realiclad de Dios con la del rnal y prerende persuadir r:, r[re el cristiano deje de pensar, pero 10 hace a pardr de
a los humanos de que de un Dios (o dioses) así no tendría , :,. grito dirigido a Dios. Y eso, pensarlo desde Dios, es
tarnpoco el hombre por qué preocuparse en demasía. ¡,. ,rsarlo hasta el final, tanto a él como a Dios misrnora.
Llama "sin embargo la atención que, al cabo de rnuchos },s verdad que para que se abra esa encrucüada decisiva
siglos, algunos retomen una de esas fases del raciocinio , ,r cl problema del mal, es menester que esa fe no consista
que parecÍan inviables a Epicuro y sugieran la verosimili- ( rr r¡rla relación a Dios rutinaria o plrramente racional y vi-
tud de un Dios a quien en virtud de toda [a herencia^judeo- ,'.rrrcialmente nula o clébil. En tal caso ese problema se
cristiana siguen consiclerando como Amor, pero a quien el ¡rlanteará en términos de requisitoria de la razón a Dios. Si,
ingente dolor de la historia recienre obligaría, después de ¡r,r el contrario, Este está vital y positivamente afianzado
Auschwitz, a pensar como impotenter2. En esta impotencia , rr el alma,, la protesta se invertirá en apuesta por Dios con-
consistiría su hénosisrrnás o menos raclical y librer3. tra el mal. Dos actitudes tan difere¡rtes como pueden serlo,
Volveremos más tarde sobre esta idea, pero advirtamos ;run tratándose de hermanos, Iván y Alioscha Karamazov.
desde ahora que existe el peligro de que esa solución aca- Lo qtre en el fondo se dirime es cuál de las dos experien-
be con el problema clel mal acabando cc¡n la integridad de cias se somete a la otra: la de Dios al mal o viceversa.
Dios, como otras k: hacían con la del hornbre. Por eso es Para afrontar honestamente el rnal desde la fe en Dios
preferible reconocer al texto pagano su contundencia, ce- cs preciso acoger el eco dela increencia.Paru no poco§) en
garse con él esa escapatoria y seguirlo hasta el final donde cfecto, el <<coram Deo>> se ha traduciclo en <<contra Deurr¿>>.
queclan enfrentados sin remisión ni concesiones Dios y el El mal acaba siendo el gran argurnento contra Dios (GS
19)r la «roca del ateísnlo»r5. Conclusión que, por frecuen-
te) no deja de ser un tanto singular ya que al tiempo que
'r lin cl ¡>irlr. I5 ha llegatlo r <lecir r¡rrc «si rro hay nral alguno... quedarii sirr niega desde el mal a Dios indica gue se le daba por exis-
rnalclia la sabirluría» (to[Lctur onnis ¡n«t¡ia mltienti«c).
ft FI. Jorras, Dcr Gottesbqt iJl naeh lusthtuitz. Eine jiirlisch.c Jljzrrze, Srrhr- tente. Más que negarlo se le reprocha que no exista para
kanr¡l (Franklirrt l$lt7). sacar esa rnisr¡u conclusión, pero sí dudantlo
"§in
<lc c¡rre ¡rueda consiclera.'sc tcología la cltre hablc <le Dios sin cvocrr esa ca-
tástrol'e y considerii¡rdose a sí ¡nisrrro co¡uo l)erte¡reciente a u¡¡a generaciórr rr lls la iclea
dorninante del libro de A. Gesché cita<[o en la nota 7 y tle [a seric
«des1>ués de lo dc Arrschwitz»,J. B. Metz, «[J¡r hablar de l)ios, s¿nsible a ll que inaugura, cf. el prólogo.
teoclicea», e¡t Cluno¡'ic kt ti¿rra (cl'. rrota 3), 7-28. r5 lbr¡¡rula clc G. Iit¡cl¡ncr citada y comentada por.f . Moltmanln, Trinidatl
¡:r Conrcrrta y critica csa tesis
<tc.tonasJ. P.Jorsrra, <<..llc¡rcnsar a Dios dcsptrés
1 Reino dt Dios, $íguerne (§alanranca I983),63ss. Ver el anílisis cle C.
<lc Arrsclrrvitzi)», cn <<llazón y l¡e», 223 (l 996), 6f-73. Nerrhaus, «[,it teodicea...», 37-48.
250 I,IOMI]ItE Y I\4UNDO A LA L\JZ DIiL CRNADOR
¿DIi DÓNDr, PROVTENE EL MAL Dtt LA cR¡:ACtóN? 25 I
que pueda ayudarnos. Se ha dicho que se trata de una
,lrrcc d pensar en una tazón universal que regula y corl-
creencia deceltcionadar6 que en el fond,o niega no tanto a
r rt:r'tt €l mundo) en un Dios que ,u prov-iclencia re-
Dios, cuanto una idea que se tenía de Et. Se
loclrÍa inclu_ , ,,rr(luce a[ bien los lados negativos"o.,
del ser.
so argüir que se está presuponiendo aquello mismo que se
Iista apelación a la existencia y transparencia del bien
niega. Pero es mejor, en vez cle cebarsi en esta posible in-
l¡,r de acompañar, por ingenua y descomprometida que
coherencia, prestar oídos a ese ateísmo porque, aparte po_
sibles intereses err liberarse de Dios (qre .n principif y ¡,.rrezcá, toda reflexión sobre el ma[, so pena de que ésta
,rc convierta a su vez en ideología. Entre los teóricos del
como veremos en el capítulo siguiente no hay que excluir
l,icn destacan los diversos géneros de «optimistas» que
y tal vez figuraban en el «epicureísmo>> inicial), obeclece
.,firrnan, y no sólo ni necesariamente al amparo de coyun-
en buena medida a Ia toma de conciencia cle la intensiclacl
trrras psicológicas favorables, que el bien es originaria-
y universaliclad del dolor del mundo. y no hay ilógica, ni
rr¡cnte más fuerte que el mal o, en todo caso, lleva las de
siquiera lógica, que valga para clescalificar esa pena. Ese
1\lnar. Los más importantes e influyentes sistemas filosófi-
desengaño y alln ese ateísmo suponen por un lado una
r'()s serían de este parecer.
alta id,ea de Dioso a la que con pesar (o quizás con alivio)
Platdn,, fundador con Aristóteles de la metafísica occi-
se renuncia: /: por otro, una proxdmidad insobornable a|l
rlcntal, piensa que sólo el mundo perfecto e invariable de
r¡ue ltailece eI m.al, Es una buena situación para acercarse
las ideas, presidido e iluminado a su yez por la superidea
también intelectualmente al problema y es equiparable,
y superesencia del Bien, es el verdaderamente real. EI mal
menos en esa exclusión_de Dios, a la que adopta
rlueda así emparentado con lo transitorio y últimamente
te. EIla le obliga en todo caso a reconsiderai en"fqrré
"..y"^_
bios inconsistente. De é1, lo mismo que de la materia en que
cree.
torna cuerpo, podrá liberarse el alma para conseguir aque-
No es que la increencia sea la írnica salida filosófica al
problema. Porque tampoco la del mal es la única expe- lla pura contemplaci6n (theoria) de las esencias perfectas,
invariables.
riencia radical humana. Thnto o más lo es la del bienrT.
Po.r eso, y ya desde los presocráticos, se estima que
Aristóteles no participa clel clualismo residual de su
el bien maestro. También para él Ia materia es la raíz del mal,
existente, en particular el orden admirable clel cosmos, in-
pero no por sí misma, ya que es matriz de la forma y parti-
cipa de la bondad de ésta, sino por la prioaciín de otras
Itr A. Gesché,
Dios lsata formas de las que sería capaz y a las que tiende. Sólo así
l7 Aunque se enmarca ltensar...,20-23. es causa, aunque indirecta y accidental, del malr8.
en un planteamiento ¡ucnos ñlosófico que aqrrél en t¡ue
de ¡nonrento nos movento$! y en una cosrnología dif.erente , lo El estoicismo entiende asimismo que la unidad y el bien
alu lo, punr._
dores que.enseguida vanlos a eyocar, s.a perñüdo ac.lucir lo qra
....it .',,n resurnen el universo. Pero no es tanto la contemplación de
atttor moderuo; «Se hahla <le[ pro§lerna {el mal.
euiaás se rübería, por [o
urenos irl principio, habrar crel problema o misrerio der
bien. porque^es un las ideas cuanto el esfuerzo de la voluntad lo que realiza
milagro que err esta minúscula conce¡rtración de rrrateria, crerrtro
iel es¡:a-
cio,.haya surgido y se desarrolle tal plenitrrd <le vida, belleza,
es¡>frih,,
cimienro, fantasía y f¡.rerzas-creacloras, bonda<.l y amor»,J. ii. Hyg.n, "nr',o-
nDu, ¡§ Véase el análisis
Btise», en "fR[ Vtl I98l,l l. r¡ue tlc esas reorÍas (lc Irlatr'rn y Arisrótclcs hacc A. D. licrti-
llanges, l!'l /mü l¿n.«. tlc L n uil (h.is tori« ), ülr[,sÁ ( Math-i<l 1 96 I ), I I 7ss, I 28ss.

I
ir

252 !IOMI}Ii,D Y N,f UNDO A LA LUZ DN,L CREADOR


iDE DÓNDI PJi0VIENE [L MAI, DE LA CRiiACIÓN? 2b3

esa síntesis. Es la virtucl la que trae consigo la serenidad r,r.r,rl,a la presunción filosófica de una bondad primigenia
(ataraxia) y la felicidad. Pero éstas sólo se logran cuando , .,lr',r rlc cualquier avatar histórico.
la mente humana, chispa de la razón rjue anima y ordena \ r..so se añade el dato complementario, pero altarnente
el mundo, se identifica con ésta. Hay un <<pater panton>> ,,,,¡rrlir;trtivo: de que en ese mismo relato genesíaco el mal
que con str providencia (pronoia) cuida de rodo, aunque
',, r ncrlerrtra lugar ni tiene estatuto propio; no forma par-
aquella alma universal, planificadora del mundo, está tam- ,, ,lt: las estructuras originales que resultan d,el <<bara>>
bién sometida al destino. , rr .rrlor. Aparecerá luego, pero como por sorpresa, sin
Heredero, entre otras, de esas dos grandes corrientes, ,t,¡{ ric Ie haya asignado origenra.
el neoplatonismo hace del Uno el principio de rodo. De
iO estará presente ya en
' L ,r,s (tohuwaboja) que configura la tierra naciente (Gn
El, o por caída del alma cósmica o por una serie de ema- t l)l'} Iise caos parece en todo caso ser propiedad de ésta,
naciones escalonadas, surge, como lo último en ser y lo ,,, , , [e Dios, ni menos aún designar otro pocler divino ene-
más alejaclo clel Uno, el mundo de lo transitorio. Con este rrrrl,r¡. f,¡1 ninguna de estas hipótesis planta cara a Dios,
pensar aflora la iclea, que tendrá gran futuro, de que el mal
t,.nc Ír prueba su poder o Ie marca límites. Bs un desaflo
es sólo carencia de bien y de serr0. Es una de las persuasio- ,
¡,r,, .,1 Creador se Ianza a sí mismo.
nes que el neoplatonismo trasvasará a la teología cristiana I,,l hecho de que Isaías25, algunos salmos exÍlicos20 y el
cuando, a través de pensadores de la talla de Orígenes20, lrl,r'r¡ de Job27 retomen el tema del dragón primordial'no
Agustfn2r y Gregorio de Nisa2', se incorpore a ella. lr('rre a contradecir el do¡ninio de Dios que refleja Grr l,
,,rrro a drarnatizarlo, en consonancia
con la misrna situa-
,'iirn agónica que vivía el pueblo o el individuo y de la que
4. L^ Blnu¡. Y [L oRIcBN DEL M^L l'.1 lcs va salvando. Es muy posible por orro lado que bsos
r irsgos mitológicos sean los restos de aquel proceso
por el
La entrada del neoplatonismo en la fe significa ante t¡rre Ia flrgura deJahvé acabó por integrar, puriñcándola, la
todo su encuentro con la idea bíblica de creación. Si ésta rlc otros dioses (El, Baal) y sus formas de crear (cap. I).
suponla una convulsión de las ideas helénicas de Dios y l'cro tampoco en esos pasajes quecla lugar para un poder
de su relación con el mundo, comportaba por otro lado la .1tre limite el deJahvé Creador. La fórmula <<ueatio ex nihi-
solernne y reiterada afirmación de que, a los ojos del Crea- la» representa la traducción en lenguaje filosófico, de la
dor, «todo es bueno y aírn muy bueno»23, con la que con- rregación bíblica de otros poderes creadores.
Es cierto que Ia protología bíblica no concluye en el
r!f Plotino, [,)né«l«s 8,1,2;3,?,5. r:apítulo I del Génesis. En los siguientes el rnal riene mu-
Una visi<in global del ¡rroblenut <lel rnal en la
filosolia gliega pue<le vcrse en.l. A. Iistta<ln, Lai.n.líosibla...,9l-t09. cho peso y lugar. Pero no es ya Dios sino el hombre el que
¿t¡
Dt Princi|i.is, II,$,2 (CCS,V,I66).
!l «Err tantt¡ tlrrc (las cosas) son, en t¿rnto sorr l¡trcrras, Luego, crrales<¡triera t¡rr'e
ellirs sean, sorl btrerras, y el nrrl, ctryo origen brrscaLa, rro es sustancizr, lx)r.(lue,
'
I Cl, A. Cesclré, Drias / (.ru [(nso...., 5 l -5:J
$i lirera sustancia, sería urr bien», Confesi.ow,r 7,1 2,l8 (OSA II, r I 955, 345).
rr Oxtti.o Cal.echel.ictt n«gna,{i-7 (PG 45,26-31)"
")'i'730,7;51,9-I0.
4,1 ?ss; 77, I 2.s.s; 89,6ss.
?r' Crr I,10.12.18.21.25..31.
" :t,8; 7 ,12; 40.2s -..

E-
pttovfl¿NE EL M^L DE t,A CRli^(it(1N,,
¿DÉ DóNDE 2!jf,
254 l-loltlgRr Y MUNDO A LA LUz DEL CREADoR
cnfermedad y la muerte) son corrsecuencia <lr:l pccaclo,
el.punto de poner en peligro
lo introduce y ProPaga hasta r:omo vimos en el capítulo anterior. Allí se señalaron algu-
caso el mal no
iI;;;;.Jrlio" 1'Jitu'io)' Á."' "n tal rros límites teológicos a esa explicación clel mal.
competencia' Al contrario' le
olantea a Dios problemas de Existe, es cierto, en la Escritura otra línea cle pensa-
muestra caPaz de re-crear' r¡riento que atribuye a Dios mismo la causa del ma[30 o el
minimizado'
Con esto el mal no qtt"ao en absoluto lrccho
9g q"" vengan, sobre el pecador como castigo:,r o
en ct¡enta la fiSura eniglnáti-
Mucho menos u'it' 'i '" ti'ene Génesis
sc¡bre el bueno como prueba y purificación32, catástrofes
ca de la serpiente q;;l;;; '"
aparición I' t lísicas o históricas. Aunque fundamentalmente centrada en
"1
al mal' Pero tam'
como ser enemigo de Dios e instigador «:l ámbito moral,la pregunta por el mal no cesa cle apuntar
y está condenada a ser
bién ella e§ creatura cle Dios (3'l'* riltimamente a Dios, aun sin tener en cuenta la que ya fbr-
cierto que eso anuncra
;;;;td;;"r el hombre (3,15)' Es entre dos' Y así ella
rnt¡lamos antes; ¿por qué creó Dios un mundo con ese
;i;;ñ;e por vida y a muerte y conlos este nombre (Sa-
rnargen de libertadP
reaparecerá n"l ítluercu'io''
"o*o a la vez la enorme poten-
i¿rri p"*o"alizará y condensará
cia del mal en Iu f i'iotio y
la oposición al Reino de Dios l¡. Fllosor'í¡, crusrrlN¿ y pRoBLEMA DIL MAL
Así timbién' y en clara corre.s-
[rr" unurr.ia y trae Iesús' clel Gén-esis, esa serpient"-
oonclencia Tt'- Esa doble herencia helénica y bíblica va a clar lugar
"on ",tt"posajerrnal cle la historia (Ap 12's) v a
ffid;;";;-;i-.:ñ ,,rra filosofía cristiana con la que grandes perrrudores=c.e-
3.¿ ¿".ii.i,ivamente vencida (20'2' I 0)' ycntes van a hacer frente durante siglos al problema clel
que sea equiparable al
Al mismo tiernpo que la fe'niega ,,rirl y a las tendencias duaiistas y f'atalistas, alimentadas
pocler áel mal' Sin embargo'
de Dios, reconoce tl át'ot*t ¡,or las religiones orientales. Tendencias que lastran aque-
en el de Satán' el mal
tanto en el caso del hombre "o*o nuevor no
llos mismos sistemas filosóficos «optimistas>>, antes rnen-
*U p básicamente emplazado en undeámbito la libertad crea-
, ionados, y que reaparecen en los mayores antagonistas
el marco
cosmológicn, 'i"o f*ruottul' ,lc la primera teoiogía cristiana: el gnosticis*o y él mani-
fundamentale§ que
da. Estaes otra ¿"i^* modiftcaciones <<coram
([ueísmo. EIlo la impulsa a ponderar el bien y a privar
de
,"fr" .f problema cuando se sitúa no simplemeilte r cspaldos ontológicos al mal.
el de la interpelación y la
Deo>>,sino ante "f Oi"t f'rúiico' Orígeruas, que contra los Marcionitas clefiende la bon-
que contradice la voluntad
Alianza. Para la Biblia el mal ,l.rrl del Creador, abre paso a la idea de que Éste no crea el
de Dios es! ante toJo, "l mal
moral' el pecado' De ahí tam-
el maligno2e'
bién la tendencia a su personalización'en que_pa11Í "'1s45,7;Lanr3,38;Am3,6;Provld,4...Véaseeltrabajocle.l.,lrebolle,«Lr
de la Biblia,
De ahí uri*i**o iuiropensión ()tra teodicea bíblica: Bl mal que procede de Dios»,
todos los males físi- en «El enignra clel rnal»
Iuego a lu t.ologá, ' á"*itlt'ur-que (cf. nota 5), 139-I49, quien descubre
¡ror toclo el Antiguo.l'e«amento tra-
g'to-té en el dolor' la pena' la
cos (condenr^dJ;;;G"
zas de.l rlebate, de algún n¡odo inacaba<lo, del monoteísinojuclío
con el ¡rro_
blcma ¡lel mal,
'' Ir6,9; I0,10;16,i0.
;cfll.b 1,6 " .sal 66,10;Jr 25,1t;26,I3..,
'" Mt 6,1.3;Jn 17,15 Y lt«ssim'
I

256 HoMuRE y MUNDo A LA LU?.DIL cREADort


PItoviENE I:L turAL DE LA clruAciÓNt 25'/
¿DE DóNDE

mal,,pero lo impide. Con el fin de poner a prue_


-tampoco liu doctrina ulterior consistirá en afirmar que el mai es
ba al homl¡r'e y dar margen a Su propia pacie ncia
ln.* I ,,1,, .lccadencia, corrupción de una realidad buena3T y, por
"on
pecadores en orden a la conversión cle éstos, Dios permi.tt
,11,,,lt;ivación d¿ biensg. Sólo puede tener cabida en éste y
que en su creación haya «poderes malignos y contrarios»
a ella33.
,,',t,,,,orñTláIoñiñ ese bien que le subyace. EI auténtico
,',.r1 t:.s el moral; el fisico, en cuanto pena por el pecado, es
Este razonarniento prenderá en el pensamiento y espi_
l,rcrro yjusto; a los inocentes les sirve de puriñcación o tes-
ritualidad cristianas y, aunque crificilmente resiste ala
áb- rrrrrrrriá su unidad de destino con los pecadores por causa
jección de que si lo perrniti pudiendo impedirlo,
f)ios no ,1, I ¡recado originalsg. Los males de la naturaleza no humana
g.ued-a exculpado, el recurso a esa pe.misiOn
diulra sig;e , .( rrcntran su explicación en la limitación de las creaturas
siendo inevitable de una Lr otra manera si se mantiení
el ,,rfi'riores, cada una de las cuales sirve escak¡nadamente a la
poder creador de Dios.
, ';(r'ucturá global y a la armonla del conjunto, hecha de con-
Gregorto de Nisa traslada el problema al hornbre.
-lo crea aun a sabiendas de que hará el mal3a. Ap"r;.;;.;
Dios r,,rstes40. Ala cuestión límite de por qué Dios permite el pe-
, .r<Lr, responde Agustín aludiendo a la dignidad de la liber-
uno, de los argumentos más repetidos luego.
Una lectura t,rrly a la-capacidad de Dios de sacar de los males bienesar'
tendencialmente personal cle li realiclad, Jorno
la que es_ En rneclio de estas consideraciones metafÍsicas no falta
tamos intentanclo, ha de concentrarlo asimismo
atri. OUli_ ,,rra referencia al misterio cristológico cuando afirma que
ga también a hacerlo el creciente pocler que el hombre
adquirienclo sobre el
va l)ios permitió que Satán tentara a Adán, aun a sabiendas
y las g.urá., ,i.roriu, q.," I
,lc la caída de éste, corr el fin de que el hombre, ayudado
sobre el mal fisico esrá.rnundo
I
en de obtener.
Agastín,converticlo del "orrái.irrls
maniqueísmo al platonismo y de
I)or su descendiente (Cristo) obtuviera un triunfo más
aquél y éste a la fe cristiana, vivió apasionadamente i5lorioso sobre aquéIa2. Con ello la temática clel mal y de la
.l
blema y-apuntó salidas que marcarin el pensamiento ó;:
occi_
dental. Se han hecho clisicas su perplejiclad iniciai «El mal no es olra cosa que la corru¡>ción del modo, de la belleza y tlel or'
(_;;_ '' rI963' 776)'
caba el origen del mal y no haliabá sü solución»)i'u, <lerr natttrales», De kt natun¿lu¡¿ d«L bi¿¡t 4 (OSA II¡,
strs ,¡ «.,ltr¿ est *go rnalurn rtiti ltriuatio boni», Ré! Liea al atiucrsa¡'io d.c la lel 1lo¡ *
tormentos y gemidos, sus interminables preguntas
que pa_ profctu,s,l,r(OSA XXXVlll, 1990,685-686). De esta caracterización del u¡al
recen prolongar sin fin la.última qre fo.m,itaUa iro hal¡ría r¡rre conclttir que cs banal o inofensivo' Véase, ¡:or el contrario, l.
U,picJro,
p:.o gr: se plantean en diálogo con Dios y desde una f.e que dicc <le los innu¡nerablcs y penosos rnales que abruman Ia existcncia hu-
cristológica y eclesial en Ia que, aun sienclo entonces Áana, la Ciudad fuDios, XXII, 22-23 (OSA XVII,2I965, 7'15-752)'
él sólo La. Chtdad d.e Dios, XXII,22 (ibf¿.' 7 45'752).
catecúmeno, su «ánimo se iba embebiendo "e
más y más»s6. '1" ConfesionuVil,lS,lg(OSAIl,l)lg55,345'346);I)elanatutalczatl¿Lbicr,
8,16 (o§A
rIlI,
776,784).
't La Ciu¡lad tlc Dios,XXIt,I (i¿,í¿., 601-692)i Er¿ehititlion 1i (PL 40,?JO).
)-) I) e Prin¡ftii
s, Ill,2,7 (GCS,V,255). Para ttna visión del pensantietrto global de Agtrstín sobre e[ rnal, cl" A' D'
'1,;,t tlytio
Cateclutica.»ragna B,S (pG 45,j7 BC). Sertillanges, lil'ltroblcna.",251-258; J. A. Esrrarla, La imltosible '",171'
125. Asiinismo la bibliografiir qtre sobre el tcrna a¡rorta !'. Moriones, Zhrái-
"'i «Quaereban ,rn¿e ¿t ¡un e¡.at exitut», Cortfcsiortcs yll,T rll II,
r1955,335). ^oion (OSA ridion Theologinon §ancti Attgttsfirii, BAC (Madrid 1961), I6S'
rt' Il)'i¿\.,VU,S,7
(ibí¿.,J2g1 reroco la rraducción).
't2 L« Cit¿darl li
Diat,Xlv,27 {ibí¿., 115). La traclucción castellana <lcl «¿ü
eiu.r sett¿i¡t¿: ud,iuto>> tt<¡ ¡larece strficiente.

é
258 HOMl}RE Y MUNDO A I,A LUZ DEL. CREADOR
iD[' DóNDE pRovlr¿N[, EL tvrÁt. Dri L^ C]i[^c]óNi, 2Sg

providencia inician un giro significativo, aunque insatis- sirnplicidad divina,lleva consigo que Dios perrnita ra con-
factorio, como luego diremosa3. rlenación de unos, en quienes se manifiesti su pocler, y
la
Tomás d,e Aquino seguirá, con otros grandes escolás- salvación de otros, en quienes brilla su misericorclianu.
h,*_
ticos, la estela de Agustín enriqueciéndola con la ontolo- cesivo precio para una teoría. Esa metafisica de la bondad
gía aristotélica y aliviando con la ponderación de las <<cau- .[c l)ios no se ha empapado suficienternente de revelación
sar regundas» el peso de la responsabilidad divina sobre r;ristiana.
el malaa. Uno de sus argumentos, dirigido a no creyentest Este reproche puede hacerse extensiyo a otros no¡nb¡es
señalará un hito en la historia del problema que nos ocu- ilustres que hernos mencionado. Han crestacacro el carácter
pa. «Si hay mal es que existe Dios»- Es la inversión radical ¡rersonal del Creador, pero lo han .pensad,o preférentemen_
del razonamiento de Epicuro y desconcierta a todo ateís- te como Sumo Bien y Suma Verdacl. Esto,imprescinclible
mo que se afirma sobre la existencia del mal. Lo explica ontonces y siempre, obnubilaba Ia lil¡ertacl clel Creaclor .,,
así: «Pues no se darla el mal si no exiotiese un orden del su designi<) concreto sobre la creación, con lo
bien, en cuya privación consiste el mal. Y tal orden del Que tam'_
bién se oscurecía el carácter al¡ierto y en crevenir cre ésta.
bien no existiría a su vez si no existiese Dios>>a5. Aquí el []l marco de una metafísica y de una estética cle la crea-
<<contra Deur¿>> se convierte en <<pro Deo>>. Alguien dirá ción no se abren sulicientemente a una perspectiva salvífi-
que seguinlos en el neoplatonismo, que concibe el mal ca o a una «estética teológica»,
Que diría yon BalthasaraT.
como privación de bien, pero aquí se trata sobre todo del Por eso hemos hablado de unafllosofia cristianaa|.
contraste entre el mal y el bien. A través de él y de su es-
cánclalo, Dios mismo se hace presente en el fbndo del mal
y de su experiencia y dolor. Estamos aún lejos de referen- 6. EI MAL EN LA FILosoFf¿ poscR¡sT¡eNa
cias cristológicas y de Io que hoy nos dice esta expresión
(«Dios se hace presente en el mal»), pero en todo caso el Es difícil decir cuándo, en el Occidente, una filosofia
ya
bien, y Dios en é1, son el ámbito y la condición de posibi no es cristiana. Nos ref'erimos, en cualquier caso a aquéíla
lidad de la captación del mal y de su dolor.
Por otro lado ese neoplatonismo cristianizado delata t" S.Th.Ir<1.23,a.5 arl
J.
r7
en el mismo Tomás cle Aquino sus límites y aun su horror. Quien porre nrucho érrfasis e' la disti¡rció. ertrc .¡la «te.rogíir estética» y
una «estética teol<ígica»,
La visión armónica del mundo, en el que el mal cumple la ¡rortlue clla clecitle si es Ia estérica ger..ol, u lu
<1ue Dios ostc¡¡ra a[ revelarse, cl patrrírr
<le urra teología que "ii
función cle contraste y realce del bien y en el que, dada la la-categoríir <lc la qra a, in que él clcs¡;liego
se irticula bajo
,, ur,rur.,ure.tal <.¡l¡ra
multiplicidad inherente a la creaturidad, sólo una globali- Cloritt <1ue [)or eso'clleza, "u
lleva cr¡¡no st,bifuulo «t],in eitéticu teolígica». Cf. G/¿-
clacl (com'lttetto uniaersi) puede reflejar en lo creado la .. ria,l-Vll,liflcr¡cr¡rro (Madricl I gSI- I glig).
rs
§irr negar por ello e, nloclo argrr,o <¡rre í,. ,u,ur.. sean ta¡nbién
grari<res
teól<rgos, enli.¡rentes en cl r.e<Frisito tli,¡ent«, dcscle la |e (fülcs quarh^ ir_
t¿ll¿chr¡n) o descle rr¡ra ¡az<'¡n jh¡nrina<la
r') Y conro lamenta W. Pannenberg,'Ibologl« Sistet¡¿ática Il, UPCO (Madticl ¡rur cllr (ratio,l:itic iLhutrata),y c:za_
¡races dc hacer li'entc c<¡n éxito ar panteísnr. y <ir,ali"in,, n¡etafí.ricos. t)t.a
1996), lttl-182. Véase todo el cap. «Fe en la crcació¡r y teo<licea>>, i75-187' cr¡sa es si str ide¡r <le creacirirr está aclecr¡arla¡ne¡rte
r'' abicr¡a por <lcntro al ¡rro-
Cf.,S.¿.G. lII,77. yecto cristológico y escatol<igico <ltre señorea
45 <le lreclr<¡ la acción .r"n.luru
ll)td.,ll1'71. cle Dit¡s. Rc¡¡ritinros a Iu <lich<¡ cn cl cap.
Il.
260 llol\,t¡lltH Y NIUNDO A LA LUZ DEL CllEi\DOlr ¿.DE DONDE PROV1ENE lil luAL U[, LA CREACIÓN] 261

queT a diferencia de la anterior, se ha emancipaclo de la tu- 1 ,,, ¡rrmediatas a Dios del problenra del mal y sitúa éste en la
tela de Ia fe y retorna a un planteamiento del mal puramen- y hace de ésta el objeto de análisis.
i,r:,rrrlr realidacl creada
te filosóficor aunque con reminiscencias cristianas. Bs lo l,,rrlrc oosottos Torres Queiruga ha hecho §uya esta teoría y
que sucede con la llustración. Se abre así un nuevo capítu- 1,, lra llevado a cabo con infatigable insistencia. No cal¡e
lo muy a tener en cuenta. En la Escritura el mal no cuestio- t,( nsar que Dios pudiera haber hecho otro mundo
que éste
na a Dios ni el creyente tiene que justificar a Éste're. Bs ,1, I .1r. ior-u*o, parte. Pudo sí no haber creado. Ése es el
Dios quienjustif,rca al hombre. Cuando la fe se debilita tie- rrr,rrg€r de su libertad. Pero si crea no puede hacer un mun-
ne lugar un auténtico proceso contra Dios. Se le sienta en ,lo sin mal, como tampoco un círculo cuadradosl.
el banquillo) en concleto por el terrernoto de Lisboa, y al- No resulta fácilmente asimilable ni filosófica ni científi-
gunos se creen llamados a (ustificar a Dios>> (teodicea). ( .rrnente esta teoría que chirría tarnbién teológicamente,
Leibní2, autor del término, intenta esa justificación ex- .unl recollociendo que la omnipotencia de Dios no es abs-
plicando el mal a partir de la limitación ontológica de la lr acta y da en sí margen a la finitud de la creación (cap. Xi).
realidad creada. Emplazado cle nuevo en la zona más alta :; ha la
del mundo, es decir la humana, el argumento cobra verosi- rlrl nO €§ la característica de
rnilitud. En efecto, en el hombre la tendencia al bien cr¡nvi- la es la
ve con la in-estabilidad y de-cadencia morales. La finitud rnundos de hecho, habrá un mundo fir¡i-
pasa así a ser una tercera forma de mal, el «mal metafísico». Io no se clé el mal5r.Ngs--gg.
Dios queda de este moclo a salvo de toda acusación. Él rres stn ante esta
sólo puede hacer lo que no es en sí mismo contradictorio,
como sería una creación perfecta (clivina). Más aún, sólo ¿glie-
puede hacer lo mejor y de hecho este mundo sería el mejor da el cLa'¡nor a
en e§ta
de los p«rsibles. Con ello pone Leibniz coto por un laclo al para lo hay que
nominalismo! qrre desliganclo voluntad y conocimiento di- r que mu pudo realmerrte ser diferente en
vinos reconoce a Dios la capacidad de lo contradictorio, y cuanto que Dios pudo no vincularlo, aunque Io hizo, a un
por otro a una voluntacl divina abstracta, in-definida5o.
Pero además) y esto señala para algunos el gran paso
adelante, y la verdadera ilustración en este punto, desliga a ¡r «El nral inevitable», cn «lil enigrrta del mal» (cf'. nota 5),37-09. liu la nota 4
<lc esc trabajo ent¡nler'a cl cls¡rco de stts a¡rortaciottes anterit¡rcs al tcI¡ra'
'r'Cf: J. Mtrgrterza, «La profcsión dc f'e del ittcreyente. Un csb<;zo <lc (arrti)
teoclicea», err r<El enignta tlcl ¡¡¡al, (cf. rrota 5)r 21, quien <listingtre errtre la
'r" «Con)r> cl clara contradictoriecla<l lógica <lc t¡It ci.\s() y la improbabilidad láctica tlel
Job de la írltirna lrora, el crcyerrte cree y anla a l)ios sirr lrecesi<lad
tle explicarse las ciurs¿rs y el otigerr <lel rnal y rle sus clesgracias. !)l creyerrte otro.
lo e¡; «a ¡resar del rnal» y «a caurl-lio tle rratla»,.1.'l-rel»ollc (cf'. nota:J0), l4¡J. 5" E. Schillelrecckx, Cr'ülo los ct'isti<tttos, Cristialrdad (Madrid i9ll2),711'
l
Acerc'd (lcl «significaclo rolativa¡¡leute rnargilral» clc la teotlicea si se acc¡rtir la uitt.
fe cristiarra, segrir¡ afir¡rraría W. Panrrenberg, véasc el corrrent¿rric¡ al respecto i" Aclcnr¿ís de la cita tle rrota 50, ct. C¡ro cn Dios Putln (Sal'l'r:rrac l9{t0)' 145-
clc M. !'r'aiió, «EI errignra del nral» (cfi trota 5), Bl-Btl. 149; «El rnal inevit¿rble» (cl. nota 50), !-rf).ss; «Mal y ontni¡>oter¡cia: <lel {arttasnr¡
5' Cl: W Parrtrcrrbcrg,,'lTologíu... ll, 184-tli(i. al¡stlrcttt al cortr¡rtonti$o tlc ir:ttt¡r>r, clt «llazórr y Fe», 23(i (l 997),:r99"42 l.
I

262 I.tÓMBRE Y MUNDO AL^LUiL DEL CROADOR d.DE DÓNDI PROVTENE [r, MAL DE LA CREACTÓN? 263

proyecto de encarnación, lo cual lo altera hondamente en (lrré el mundo es como es,y no simplemente caótico, que
su ser y en la vivencia del bien y del mal. r:s lo que pasmaba a Einsteinso. ¿Et que porque llegáse-
Ora visión del mal como inherente no ya al'mundo rnos a descubrir la ley cósmica que lo regula todo (preten-
sino a Dios mismo o' §i se prefiere, a un mundo que es el sión no poco utópica, según los mismos científicos) sería
clestino cle Dios, es la de Hegel. De este moclo el rnal y la ,:lla capaz de producir el mundo, o no hace sitro explicar
misma muerte están en Dios. Por ellas ha de pasar el Ab- ol que existe?57.
soluto para) en lo radicalmente distinto de sí, llegar a sí Una vez más 1o que parecía una solución ncl hace sino
mismo. Se preguntan no poco§ con razón si, a pesar de su abrir una nueva y más compleja pregunta al Creaclor. A no
sustrato cristiano, esta divinización clel mal no es en reali- .eer, como en otros intentos, que se recorte Ia realidael de
clad su depotenciación total al quedar últimamente absor- íiste y se vea .r, Él rólo el nombre mayúsculo de la reali-
liido, nimbado, y no permanecer como alteridad resisten- rlad o quede sometido al destino que decían los antiguos
te y pregunta incesantess. o al segundo principio de la termodinámica al que aludeu
Ios modernos.
Sigue además vigente la cuestión de la dcsmesuru del
7. rnal y de la radical extrañeza que produce, ya menciona-
¿UNe ExPLIC^clÓN cIBNTÍFIcA?
clas, y que parecen romper ese marco de finitud que expli-

La contingencia, Ia finitud, adquieren en nuestros días caría el mal y de algún modo le vería sentido. ¿No se trata
connotaciones cientíñcas y se concretan en [a materiali- más bien de un «contrasentido>> como se ha definido el
clad y corporeidad de mundo y hombre, sujetos a la ley de
holocausto de AuschwitzP
la entropla, a la interdependencia con el resto del univer-
so, a la lucha por la superviviencia, al azar y a la necesi-
dad, al caos que, en forma de esructuras más o menos B. BN EL ATRIo DDL MTSTERIo

«disipativas» (Prigogine), juega un papel tan importante


1) Antes de entrar ya de lleno y directamente en la teo-
én la configuración de Ia realidad. ¿Desbanca la naturale-
logía cristiana del mal parece necesario reconocer méritos
za a Dios,la física a la teología, como explicación del mal
e insuficiencias de este largo e inconcluso debate del pen-''
clel mundo?, ¿se le impone al Creador la estructura de la
samiento humano y cristiano a cuyas fases más salientes
materia o esta misma §e atiene a leyes más o menos esta-
dÍsticas, más o menos escrutables pero que reclaman la
pregunta de su por qué y de su cogno§cibilidad? Más allá ¡6 <iEncue¡rtra uste<l curioso que yo consi<lere la com¡xensibilidad dr)'l rnlrn-

áe la fisica sobrevive la inquietud, últimamente metafísica, do... corno unnilag'o o co'r¿o tLt.' eterno misl¿rio. Pues bien, apriori se de-
bería es¡rerar un muntlo caótico <¡ue no puec[e cle ninguna ¡¡lanera ser cal)ta-
que sigue preguntando Por qué hay ser y no nada y por do por el pcnsamiento», L¿ltres u llaurice Solouine, Cauthicr Villars (Paris
I 956). La carta cs del 30-3- 1952.
'7 Cf. las ol¡servaciones filosófico-teológicas deJ. L, Ruiz <le la Peña a las teo-
5' Cf: A. D. Sertillrrnges, EL !r'oltle.mtt..., 5l l'i)44; J' A. Bstrada, La in'Posi' rías de P. Dtvies, It, l)awkins y S. W. Hawking en Cr'úr's 1 a! olrtgín t)e la lt,
bk...,224-239. Sal To¡rae (Santancler I995), I l5-154.
HOMBITI Y N'IUNDO A I,A DTL CIIEADOR ¿Dri DÓNDII PnoVrE,NE EL MAL D[, LA CREACTÓN'¡ 265
264 I,,U?,

hemos asistido. A él debemo§ una serie de razones y prc


rl n recurso a Dios suele e¡tar también tarado
,ilt,t l(lCil previa que se tiene de É1. era ml
cisiones que han sobreviviclo a la erosión del tiempo y harr
impregnado la sensibilidacl de muchas per§onas proctr
L,rro modo sutil de querer controlarlo. trata en
r¿ndotes en ocasiones alguna explicación y aun alivio tlc
l,rr cle las de omni de como se
ser as . No basta con re-
sus males. Sólo por eso merecerían reconocimiento'
Por otro iado no han acabado con el problerna. AIgu- con Credo como «Padre todopocleroso»
nas han podido encresparlo y resultar of'ensivas para los ,r( nt.l'as no se tenga en cuenta que es Dios, misterio in-
pacientci cuando, en aras de esa explicación inevitable- ,,,,,,lnble, y no se le deje ser tal y dar su propia versión de
mente buscada por la nlente hurnana, desoyen el dolor I , ¡,.rternidad y del poder, como hacíaJesús a través de su

real de la historia o no le prestan la atención suficiente' Si ,rv,r:acióo, vida y muerte (cap. IV)60.
cle verdad 1o hicieran tenderían a enmudecer como lc l,,sto, qne pone límites a la teorización, rro los pone al
acontece a quien se acerca a una pena abismal. Y es ver- , l,urror ni a la pregunta, como también se echa de ver en el
clacl que asunto del mal, ct¡anto más se aclentre Ia , ..i. de Jesús. Más adelante diremos (cap. IX) gué res-
"n "st"
teolo[ía en é1, más lugar y valor ha de conceder al silencio ¡,,,rrclió Agustín a quienes preguntaban por qué hizo Dios
en el que una y otra vez recaerán sus palabras' Pero no , I rrrr-rndo, pero ya cuando empezó a abordar esta cuestión

para instalarse allí. Aun «queclándose sin palabra» ha de , r¡nfie§& que 1o hacía mal porque «allí estaban tus oídos y

itr"u"rt" a hablar de nuevo, si de verclad es teo-Logía. lo


',,, sabía>>6r.
No era una pregunta abierta a unos oídos a
lO\ Lur teorías sobre el mal se montalr además con fre- .,t ve% abiertos, sino un debate cle razones con razones.
sobre una pretensión clesmedida: la de dar cuenta f ,,b yJesús pregun!1¡r (¡y con ue pe_Ig_§u gdla I
f

""¿/.iu
cabal cle un todo del que forma parte el que piensa; la de n() reCae SObre uien lo no ei blasfemo
i
A
l
intentar sobrevolar aquel abismo en el que está inmerso. tu a nt er. mlsIno I

Ilusión sobrehumana. Lo humano es «clamar desde lo III se convrerte en erto entre


hondo» no sólo en en está a tanto
erto que eso es ya un ile emér'gü su
e aquello por lo que se pregunta; Pero sin desarraigarse Es n de Dios».
de Por eso es pero no respuesta. a esa serie de salvedades y
ese el hombre lanza al cielo nes se sitúa al hombre <<clram Deo>> en vez de
§u ndo v
aun ti Agrrstírr, ConJisioncs IV,7,l2 (O§A ¡1,r1995,200).
5' 'tf-If-11:dr-Tffiñfñi, «Crco err Dic¡s Patlre T<r<loporleroso. "llcs fiilrnas tlc
la or»nipotcncia <liviua», en «Sal Terrae»,7 (199tt), 3$3-374.
'i{r l,o cual no derival¡a en la arl¡itrarietlarl" sino en u¡ra auténtica sirr¡l¡iusis tlc
onrnil>otencia y Lorr<,lad, aunque sólo se ¡ecorrocíit cornr¡ tal «tlespués rI: lrir-
bcr vistr.¡ a Dios>r, conur colrfiesa.f oL (42,1-r), y.Jesíts en slt nlr¡erte y ¡cl,r¡rrcc-
ción.
"t Confcsionts Vll,7" I I \il,í¿.,331t).
pregunta a§u
'*-l
rl"

266 }ION,I§T.E Y N'f UNDO A LA LUZ DE'.t, CREADOR dDN DÓNDE, PROVIUNE EL IVIAL DE LA CREACIÓN? 267

queclar enreclado en s?¿ iclea de Dios' Pero más decisivrt ,rurdo? ni un desplazamiento a zonas imperturbables de
se-diriia l,r c sólo accesibles a los creyentes. Menos aún da por su-
ulúr, poro una teología cristiana es que 11 pregunta
f

no uiDio, de Ia raán, ni siquiera purifrcada, sino al cle la ¡rrrcsta ia existencia del rnal o lo consagra como terreno
revelación. Ni basta para ello con que al «Dios de los filó- .,1,r¡nado de la salvación. Como ésta no es sólo ni

sofos y de los sabios» se le añada el título de Paclre.


vimos ante
estc
/
en el capítulo IV a qué deformaciones e§tá expue§to
nombre^y qué honcli convulsión padece cuando lo pro- l)()r' su parte, tampoco es pura de ia salva-
, irin, sino realidad consistente y valiosa en sí mis¡na. Por
,,.rn"io y'viveJeshs. Hay que dar por eso lugar a<¡ue.Dios
Pa?re ,. ,"u.L a sí rnismo en la historia de la salvación ¡ .so err la creación misma avanza ya Dios una respuesta al
muy en particular, en la encarnación de su Hijo' Es esc ¡,roblema del mal.
Dios el que creó el mundo, cosa que no tuvieron en cuen-
L to, fitárofbs y sólo u *.áiu. los teólogos (cap' II)' Bs Et ').1. La respuesta d,el Dios Creador
el que tiene sus oídos abiertos al clamor del mundo'
D en la primera. página de Ia Biblia el cre aclor emi-
ro con": rnsrstencra un Jurcro posltrvo y aun muy posrtlvo
9. Ar.¡rr trt DIos P¿oRa CRU¡.uott
,,.rbre su creación62. Puesto en boca del mismo que la hace
y descifra en su originariedad radical, ese juicio no podrá
Esa respuesta de Dios habrá que buscarla en la triPle
modulación cred.dora, saluífica ) consumado?'a de su Pala- 'r:r desmentido por mal alguno, ni siquiera por el más
agresivo, el pecado. Lo veremos en el capítulo siguiente y
bra. En ef'ecto, a diferencia de la teodicea y de una metafísi- lo pone ya de manifiesto todo el proceso salvífico que
la aísla
ca cristiana, la teología, al hablar de la creación, no opera sobre esa base de bondad, la restablece y consuma.
del designio salv(fico del que procede y en el que culmina. Se trata ciertamente de un veredicto divino (cap. I),
el
Es en la salvación clonde suPo, o terminó de saber, hecho
deci I)cro es legítimo y aun obligado contrastarlo con nuestra
eso la
v verdad de Ia creación. ,rxperiencia ¡ aurrque ésta no sea ia última instancia, pre-
slva en el del mal se
guntarnos sl no es verdad gue en el mundo y en el hombre
:',.1''
<í\
i
ad.lido de un
.,i
lray tanta luz, tanta verdad, tanta prornesa y aun tanta ple-
c0rno eI a en
-J Nueao Testammto?
nitud presentida como para darle Ia razón a Dios y asentir
I
narran a su dictamen6s. ¿N o damos también nosotros un ¡íbásico
en la revelación afirmá-áiirnismo
qte la creaciín únicamente a stt, final serd lo que cs 2 dará
do-
cu.mplida cuenta de sí.Es al l{acedor de esa creaci6n "' Cn 1,10.12.18.21,25.31.
blernente abierta, a la salvación y al futuro (cap- III)', a "'' «En el mundo rle la fe ¿no hay tanta luz, tanta alegrÍa, tanto arnor, tanto es-
plendor que cabe decil todo esto se cxplica desde una luz absoluta...,aun
quien el creyente dirige la pregunta por el mal. cuando no comprendamos córno prre<le cxistir esta tiniebla y esta nulidacl
Este doble presuPuesto teológico no es una evaslva o nuestra luL¡iendo tua ¡>lenitucl infinita?», K. Rahner, ¿Crces at l)io.r?, Tiru-
un aplazamiento indelinido del tema del dolor actual del rus (Maclrid 1971), 13.

L..
I

268 }IOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR


¿DE DÓNDU I'ROVII,NE [L NIAL DD LA CRnACTóN-? 269

a Ia realidad por la confianza fundamental ue a dc La creaturidad no elimina la con ésta se tra- l


en nosotros? 6a. ¿No es esrii ,lu<;c en no tener no
en como l, ,s sl del Pero es una
y en su mente como Y, POt'
Eb'ñ§iguiente como capacidad de percibir, gustar y aun in-
fi nitizar los bie ne s p articula res P ¿No ru*drgls¡dAq*"*p" -
riencias de que realimentan nuestra
creencla en el bienP ¿No nos dolerá tanto el
mal, como indicaba Tomás, porque extraña y contraría ese
bien de fonclo que es tanto más evocado cuanto más cla-
acerba es Ia contrariedad?
la creación da cuenta de la existencia del bien
no a con
Ia existencia virulencia de ue re-
rse una
7 /,,.) áliñir o, al menos, sin tanto rnal? Es una pregnnta que
^r) en esos
forma Parte entre y Dios y seguire- ¿lza una futura de toda §e em-
mos dirigiendo al Creador hasta que Ét diga su última pa- a mlsm()
Iabra65. verdad que, aun vivida como creaturidad,la finitud
1a por la que existen se traduce a su vez) dada la es tructura corpóreo-rnaterial
a ese del rnundo y del hornbre, en el hecho de que el gozo de
al rec<¡rdarle al e existir y crecer comporta la pena del agotamiento y de la
e SC en extinción, la inmersión en el ciclo evolutivo en el que
el
trato e lntl-
.un dolor y la muerte son concliciones de la vida. No es post-
y alentada por su Bspíritu, aun acogida al
con ble saber lo que esto significa en el ámbito de lo infrahu-
rcgazo trinitario de amor infinito, la creatura nunca deia
,..-...--.--_-----* mano. el hombre esos límites una de las
atrás su finitud. AI contrario se hace nrás consciente que luentes más pe§ar y una rovocación a
nunca de ella porque aquella elevaci<in, atrn hondamente prote§ta. La conclencra reconoce
.--f.--
anhelada, es y le sabe a indebida, a gracia (cap. V). en esos limltes el exponente máximo de su condición
fini-
ta) pero los vive err cliálogo con el Creaclor, en
el recuerclcr
de otros momentos de vida y plenitucl creaturales y
f en el
rf
!1. Kting,¿.&ixistu [)ios?, C¡'isti¿¡¡<larl (Ma<lrid 197,c)\,775-782. presentimiento de .1u. É1, el sin-lírnite, acabará sie¡rdo el
trn
R.Grrrrclini conlesaba,ya¡rróxinro¿lsurnr¡erte,r¡ueenelrnismo.jtriciolinal
definitivo de todo.
¡:rcguntar'ía: «¿por qué, oh Dios, los tetril¡les y tór'tuo$os camino.s rle la sal-
vaciórr, cl <lolor de los inocentes, la cu\>a?» [citatlo por E. I]iscr; Inlet'ltrcla- La finitud se refl adernás en ¿l r.u¡
tiort tutl Yeriinlenm.g (Pnrletborn 1970), i32-133].
€n ha de con
¿oE DÓNDE
pROVrENti DL MAL D]j LÁ CR[ACrÓn{r 27 1
cltEADofi
llo\'lllRu Y [luNDo A LA Luz DEI'
270
r;rrposibilidad a[ menos) en urr mundo finito, histórico,
r onrpartido. Pero también el camino de su superación.
Eso no conduce a concluir que la creación tuvo que re-
vcstir necesariamente esta {ornta de mundo. Dijimos ya
ntl;g*'x*'ul;*[***:l'i:t'x.
liclad a una crecient"
u'tono*ía' esa tensión
amenaza co'n ¡ror qué no. Aun reconociendo que el Dios que quiere una
.'reación abierta, creciente, dialogante y libre, se itnpone a
o:':: v Ia emergencra
i.clinarse hacia el ;;;á: del resto y sí mismo ciertos lírnites, parece más sensato (no rnenos
Ia teftació" cle des-vincularse
'.:,1;,j' ruudaz) mantener con la Biblia y el Vaticano I la libertad
del yo conlleva
radical divina no sólo de crear o no crear) sino de crear
ab-solutizarse'
"" . L ^- si
^i no F§ ,)or reÍrota analogfa'
nn es Pot
l;;;"o Podemos
saber'
ámbitos de la^vida'
cste mundo u otro (cap. II y XI). Ilsto equivale a mantener
cómo esa tensión, r#;;;;á':lli
a hacer lnevr-
rrbierta, en diálogo con É1, Ia pregunta: ipor qué eiegiste,
se experimenta en
;";;;h""na'Volvemos
"i'unl''o cósmi- Señor, este mundo con su dificultad para el bien y su tre-
rtttLl' a"'una estructura
tablemente "'u orre representamos
y no .in fu"ttu"i"'ito' ti tt
ca.
i;'rá.*, más alta
". ';;i;;;'
*till:l::';li;i#
-'-"-t-1ad de Dios,la q-ue fa creatu-
alguná no puede vivñ)l
oue a malor autonomíu'T-'Yo:
P"tll::
los argumen-
del
: ,q,cllu. É.t" ". uno de
nar ésta ,.,i,limit,., del mal' Teológica-
que en vrvrr
""p["lción en uiitr"."
tos más
'otot'itlol'#t de oue si Dios qtttere
mente se exPresa "'i' ^n"itación reto supremo que mal le lanza al
¿"t^¿" J'
ffi;;;;X¿" a su imagen.y'"*-t11"
"'"i"'t""1;i:ffi !'S;,T'l no sólo a Dios. Un retr: que rnuchos han acepta-
ilii;" munclo que Pone do a la estela de Jesús, manteniendo Ia [e en medio de la
contradicción. El resultaclo ha sido una vicla que, aun a
;;;;,s" ",::::*k*i,::m;a*iemPo pesar del mal, se entiende a sí misma y al mundo entero
límites a su Proprl
La teolo gía d' il';;ión
an1$'e
"1'"?io]l*l'
.0"' cede 1:
a la tentacton
como un himno al Creador (cap.IX). El pueblo de Dios y
mal se *ot"riuli'u;;; el individuo
sentido cle encliosarse
y des- la humanidad en general se honran con tales l-rombres que
cle ab-soluti'*'"
(;;;i;;;i- eran también con frecuencia grandes pacientes. En esa
vincularse <le los :"'*): ;iq;:'ll :"":11;^-ffiffi i.iTLi; alabanza a Dios en y por la creaturidad ¿no [ransciende ya
ahora de alguna ntar¡era la creatura sus límites, como ya
;T" :# dijimos, y ernpieza a tomar parte en la gloria incorruptible
fi;i: f ffi f Jfl:1ixx*=t:,lt;
r cr-suu'" i':"---- -',,1-
tarse conJug?fl(to
clu s o .l i n,l iu i d'lo"ffi
; il';
-nr los otros. La te
; : :1; " 1".:1ff r:: i:"1:
de Dios?06.

por mí v po' rj(' «Pr)r

H,'",*#1üTJ: i:il'it-yHll;*'
ü;'íi;;) En el hoÁbre' ápice
de
:1
Ia
es<¡ ¿rlaL¡al a I)ir¡s incltrso cuan<[o ¡»asan (en su transitortecl'dtl,in ilu'cttt.
Vergehen), ya qr¡e esó es ¡rro¡rio dc su linitud. [ltanto err cuanto la criatur:t
evangelio ln 'urá"e'l' el por qué del mal (cle alirnra la existencia finita quc le ha .ri<lo <liida, vivc riu scr no couro algo qtre

creación, p"tlt;;;";'i "itto*u'ar


CuEACiÓN?
272 FIoMBRD Y M('lNDo A LA Luz
DEI- cltEADoR t ¿DE DÓNDE PROVIEND nr, MAL DE LA 273

pa- ,rrisrrro se quiso rodear preferenternente de aquéllos err


creatural como
Dela muertery de su doble versión anterior' ,luicnes el mal, en ¿odas sus formas fisicas y morales, había
,ió;;;; u"t'ián, t* r'uHo ya en el capítulo l,, r:ho presa de modo especiaimente cruel.
2. Si Cristo es el primogénito de la creación y el ver-
,l¡rtlero Adán (cap. I),la lógica cristiana exige que la pre-
9.2. La resluesl:a del Dios Pad're r,,rrnta por el mal se localice primariamenle en él ¡ muy en
y trinitaria que ¡r,rrticular, en su crucifixión. El mismo la hizo suya en ese
1. Retomamos ahora la lógica-salvífica rrarrce. Y de hecho el mal y su dolor y su extrañeza,la in-
directamente Ia pregunta
oreside la creación y aborclamios a pesar lrrsticia, la violencia, la soledad, la muerte llegaron en la
clecisiva: ¿es la creación'
ü.,".;;;;' ii;;áossoPorte viJicto del provecto de mun-
r:r'uZ ál límite. ¿Qué sucedió allí cotr el nral? No se tradujo
del mat que acumuta, f: (l¡r argumenlo contra Dios, sino en pregunta y en abando-
do oue Dios lleva i^¡T en la
historia que nnt'o' el Anti-
' ,ro en las manos de Aquél que le abandonaba.
r"'s bie"' Dios cuando
;:J;í'iiJ;;;;;;;;to?
acompañó n ,, pt"oio*t'l i*
tt"tuuitucl' el desierto' el exi- El mal fr¡e además, en ese trance, aprend.izaje definiti-
¿,o de solidaridad humana y de filiación divina. Lo refleja
it;,'"íilt";it"ti¿"t ri*"sos hist¿'icos y éticos' y cuando ,[c manera solemne la carta a los Hebreos. Porque «debía
que como primog'énito
envió a su Hijo al mt¡ndo para I)arecerse en todo a sus hermanos)) (2rL7), hubo de «ma-
el pecado la suerte de sus
;;;;^;,i;, 'i *¿'-*'"o' 'ndta*a del dolor del mundo' <lurar en el dolor» (2,I0). Así «aprendió padeciendo a
hermattos, no sóloasisiió-; «rbedecer» (5rB). Por eso en esa cruz que ejemplifica y de
sino que hizo stt2o ese tlolor' algún modo resume el dolor fÍsico y moral del rnundo y
""'ir"' ; ;;;;;í ; il"*i;;, co mo d emas.iaclas v e ces se hace'
<le la historiaos, los creyentes han vislumbrado sumisión
de-sus hijos-y el esplendor
otre hmbién hi'" ';;;';i'*o y y solidaridad hasta el final. La rnuerte ha resultado ser lu-
:ilffi;;i.'u' r"'tu*blén u'a historia de admiración gar de un amor hasta la muerte, amor en trance de muer-
acompañó y en la que
;;rt.l"ili-*io ru qut Dios suscitó y que en ella el mal jugó t te. Por eso no aborrecen esa cruz ni quisieran borrarla
el Hijo tomó parte' P;; ;t
evidentá
de la historia, sino que la veneran con estremecimiento.
punto,de oue uno de los ras-
un papel irnpo'tonti,l'u"u el cle Dios y El sobre-vivir no ha sido en este caso a costa del con-vi-
sos característicos ili;interiención 'uluutloto vir. Todo lo contrario. Así lia quedado rota la lógica del
rescate del mal (reden-
:;* il;;t-i"t r' liberaciónla yínjusticia poblaban la his- mal.
ción)67' l,o pou"'u] ;i;i;t' Algo de eso debió de decir el resucitado a los suyos
;;ilr;;i";"^ üi"- desde lu á"na a la cruz' Dl cuando, abriéndoles los ojos y las Escrituras, «les explicó
'iiiij""á'
*;;;;"II por qué tenía que padecen>6e. Es verdad que tampoco esto
agrttcleccr' Peto al tlar grllcias
a
sí ttristno' sino couro algo qtrc

ii'" i; ;; ryr'::::iilL':'Jlrlli:::il:i:,x,i:i:,:lliliiiilii..1ill;
Di<';s»' w Pan.errber g'
?áoro'
I ;llxl,l,..i:fi'J':i iil;';;' ;;i;i;,;'i''lrc t'" Sin que esto cpriera tlccir'<¡rre totl;,s cstos clol<¡rcs los pirtlcciír é[. Es «¡rrirrro-
'gfa,,. lf.l87 ' (Ltrs 1>lrr'ólrtesis solr nríos)' libertacl y gúrrito dc cntre lr¡s muertos» (Col 1,IU) ¡ ¡ror lr: rrtislto, tt{r el único rrlttcrt().
ji,r..¡s vcrsc L' M' «La rótlc.ción: síntesis dc Pcr'te-
';: '\;;;tii'i;' "t' ll.clr 24,27 -32.4 4-6$.
,tor,"ior, ert «ltaeón y l'e»' 2 I 3
(l 987)' 355-370' r
(:DE DÓNDtr PROVIENE EL MAL DE LA CIIEACIÓN? 27 5
I{oMBRE Y MuNDo A Li\
LUZ DEL cRÉ¡\DoR t
27 4
QS'"ltt pl::9"cj3 com-pasiva de Dios en el mal de la
tanto do-
qué había en el mundo .,rea;!_óI;-¡ls iéii1éña*óoñ fü9iza e1 una páftc"dé la teólo-
acalla la pregunta: ¿por
el que tr lurtlá'i';; J; solidarizarse?' ¿por qué ¡1ia reiiengé'i, se vienén haciendo uná iéiie de lecturai ra-
lor con
con los^ que él tenía que
ser
hav tantos o,'o' ""'"ificaclos ,licalés que podrián, gni vez máq: saclificai la misma divi-
v "u sólo ellos con él? - ,ridad de Dios a Ia aclaración del problema del mal. Por
"lH;á;Jo,l'o*b'l"i;;i;ñ;;por la oue Dios hizo el
,r.so háy- güe mirar con lupl tanro la fóimula «Dios está Ci1
3. En "re Ias coordena-
mt'r'clo y t:l mal>> como la inversa «El mal está en Dios». Porque si
mundo se hizo Eila "'i'*a ""t'óL"
sí radical del Crea-
clas de la historia' n"lft*J
¿"
"'io 11 [)ios se abisma en el mál, y.no. es ál mismo tigmpg f]r.pe-
al infinito ya que es' aun-
dor a su creación se intensifica sí absoluio que el Padre ridr a él; §e,'áiiégará con ;osotros y rlo poclri sálvarnos,
oue en libre dilatactü";i;tt*o vibración de fondo,
Ir.iucho menos si el mal forma ya cle antémano paite del
áa eter.,amerr," ur njo'(;;;:lV).Es,la Pero ts ,,iir,rro DiosTr. Un mal divinizado se torna absoluto e irre-
a diario la creación'
la aurora clivina trr dut'oá'nece stt gloria' se
rnisil¡lemente negro e irreparable.
ese Hljo, en vez dt
il;"';;' i* in*"diatoella'de Ahí tiene lu- Por eso, si hay que mantener que «la pregurrta por el
y hace suvos ü'H;;;; v J I)ios que está con los que sufrelr es la pregunta acerca de
aba.ia 'nul,d'
e,,'.r';¡,.t"::li.:':#i:::l:r:i:.jf,:f
durora.Esto agrar ,, l,t;:lill
.iu*á.oros y do-
la compasión de Dios en el sentido estricto de la palabra,
cs decir, la pregunta por la identificación de Dios con el
,nurr,lo, los hace de alguna manera mar dolor y el morir del hombrerrTx, €s necesario resituar ese
tle di-
con Ia promesa ilirnitada clolor en la U!fq".!!p-fu.ntad. de Dios cle hacerse uulnerable a
lientes porque "onitut?n" embargo' aun '

cha que aquella *t"t"


iti¿ia por.todo' Sin l.a pena cle liiaturafp¿;¡'a" U1iistó1ia y ro é, una peréri-
\
hemos reconociclo
en la clebilitl"l i;;;-;;;á'"ión toriedad de sq..p-r.opi.q -ser. Tal liberq4d 19 pg¡mitq, en esa
el-nuevo e insospechado
aquella gloria v h;;;;';;;;cido ,nisma inmersión en el mal, permanecer superior A é1, y
hum,ración que no es slno
esplendor a. nqo.iio misma (Jn'13'1)t'
hlce gue su. acompalamientg áél"hombie .elté lieno dp
lH".'rTrt¿"i¿'¿ «hasta el extremo» dudar Dios no es ; ¡,romesas. Dicho en un lenguaje más rigurosamente teoló-
T'h';ü;-;;;;'-;;;¡' caso ruera de
él' Y gico, es- né-ces ario co ns i d e rar t'r init a1i a y cri s t o Ldgi c a?n q?-L -
ni *ot' sino que se adentra en Í¿ ese dolor de Dios, es decir pensarlo en la dife.reqc-ia., y
extráño
"*tttio.-'^ui
es¿o nos lleva a u'-o*u'no'
i" "t"uo al misterio [initario'
que es'del Padre Creador'
Cuando, como Hiio eterno del mundo' la "' §. del Cura, .El 'osulii¡nicnto" de Dios en el transfo¡r<lo dc la prcgunta ¡ror
asume Jesírs cle üJ;i;il;tJria 'loli'"te allí mismo de el nrai. Plar¡tcar»ierrtos teológicos actualesn, en RIi'l'51 (1990), 331'373.
interioriza
r' Triniclacl' §oble el tenr¿ dcl «clolor de Dios» se había ¡nanif'estaclo ya etr l98l la Corni-
"" "r'i"o'"o'it^át brotase
donde Dios habíl"q""ia" o"e q": no poclemos
ttl''
lYl,nr |¡j-
vts-
sión Teológica Internacional en su documer¡to «'leologÍa'Cristología-Antro-
(Madrid l99U), 243-264'
manela ¡>ología», Doct¿¡n¿r¿tos (1969-1996), BAC esPec.
ouiere decir queo cle una
el Flijo' sino tam- 259-263.
illi.*;; ii'jl"t" 'i 'iq"i"'u-sólo
U''pi'ittt *t hu"tn verdaderamente
car-
7lVéa¡rselasi¡rsinuacionesalres¡rectoclcR.Frarrco,«lil
«Iglesia Viva» (cfl nota 5), 15 1- 159.
enigrnaclclrrtal»,crr

r bién el Paclre y "i con-él' EI mal Io padecen 7r W. Kaspe r', {l


Dios de Jcstrcrislo, Sigtrerne (Salarnanca 1085), 192. Rctoco la
oo del mal del munrlo y cargan
:'J:'Jffi'"d#;i; '!'ll í'i'"* se transrbrma así traduoci<l¡¡ del original alemá¡lr Der Gott Jasu Chrkti, Gr(irrervaltl (Mair,z
Dea>>

el Deo>>'
<<cutn'
t i 082), 204.

ett
¿De, DóNDri pROVlt,Nt, lil. AL Dn LA CREACTóN? 277
276 l"tOMllRli Y MUNDO A L¡\ f,UZ DEL CIREADOII t!,f

no sólo en la unidad, entre el Padre y el Hijo y en la distin- :.c tncarga de íL 2 le hace Jiente. En eso consiste ante tod<r
ción sin separación entre las dos na¿uralezas de Cristo'3. i activi?lá?lre?¿;tórtsalfadora. Jesús no sólo anunció el
',
Con estas matizaciones se puede af'lrmar que cuando la Itcino, sino que hizo que llegase al mundo su Reino y se
creación «grita desde lo hondo a Dios>> (Sal 130) encuen- Iriciera efectivo en la superación del temor, el dolor, la so_
tra al Hijo de Dios gritando junto a ellaTa y que ambos cla- lc<lad,la alienación,la explotación,la muerte. Tocla la vicla
mores suben juntos hasta el Padre y le afectan también a rleJesús fue una lucha en noml¡re de Dios, una lucha del
Él uen lo hondo». Algo alocadamente se podría incluso rnismo Dios en su Hijo, en contra del nral. Cuando el
pensar que el Padre sufre porque en la cruz se queda sin lrornbre dirige a Dios la irragotable pregunta por el mal, lo
el I{ijo y sin los hijos, es decir en un trance corresponclien- rrrcuentra a-su lado combatiénd<¡lo. El <<c07.aÍn Deo>> con-
«;luye en un <<cum I)¿o contra maLurn>>rque es exactamente
te al cle éstos cuando el mal oscurecía a Dios, y el Hijo y
los hijos pensaban quedarse sin Padre. La misma contra- Io inverso del <<cutnrualo co,ntra, Deum>>.
ernbargaría a ambos. La el mal De esta consideración, una de las más recurrentes en el
,-'l1r "riedad radical
ta
'ñ ¡rensamiento teológico actual, deriva a las inmediatas la
ese
invitación al hombre, imagen de ese Dios, a acompañarle
momerrto ni cleberían abreviar precipitadamente ese cre- cn esa campaña. AI del mal se le hace frente ha-
p{uculo de la gloria. IVf ientras sigan alzándose cruces en la ciendo frente al es así se acabe con
historia algo «falta a la pasión de Cristo» (Col 1,24) que fna dón él má[sb-
«seguirá en agonía hasta el fin del mundo>>75. La resurrec- mientras el inviiñtá nclii- iiueüás más
ción del primogénito y la esperanza que suscita no pueden sofisticadas e

ni deben hacer olviclar ese tiempo inmediatamente largo


ni los rostrr¡s dolientes que lo llenan. En ellos sigue viva y
lacerante la pregunta por el mal.
5. La palabra de salvación da adernás otra respuesta al
mal. La palabra de Dios es eficaz) crea lo que dice (Gn 1).
Dios no sólo se hace cargo del mal y carga con é1. Además

?'r Esta lcctura estrictanrentc «calceclnnense>>, rltrc hace y


l)ropul{,}a K, Rahner, 9.3. La última palabra,
les parece insrrficientc a los herederos <le la tratlición «neocalcerlo¡rense»r.
d¿l Pad,re Creadot.
Cf, Anar a Jesús. Á¡¿at'al hettnono, §al Terrac (Santan<ler 1983), 76ss.
"lirmbiénJ. Ii. Mctz, artn nlanif'estr¡rrlo su tespeto ¡ror los terilogos ih¡strer Hasta aquí apenas hemos introducido la resurrección
que ven cónlo el <lolor ht¡rnano cs asrrn¡irlo en la historia trirritaria cle Dios, cle Cristo en el problema del mal76.
lelrírsa esa lbr¡na de hal¡lar. Cfl El clt¿¡not'de lu tiutrt, Verbo Divino (Estclia ¿Creemos en verdacl
1996).20-23.
7r Este salnro sc ofiece l los ojos <lel que visita en.Jenrsalén el lugar <lolde se
i'i En tor¡ro a clla acal¡ar'á cen(ra¡xlo su tratalnieuto tlel
sul>one c¡ueJesÍ¡s estuvo preso la rioche anterior a su ¡>asión y <loncle, en tal ¡rroblenra <lel rilal, sc-
girn Io vive cl cristianismo. M. Fraijó e. «El enigma ilel nral, (cfr ,or;r s),
caso, él también lo habría rezado.
75 ll. Pascal, Pensamienlos,lid. Iln¡nschvicg, rr." I i3-137.
553.
275 HoMIIRE Y MUNDo '\L,ALuz' DEL CREADoR ¿DE DÓNDD PlrovliiNti, u.L MAL l)[ r.A clu:AClóN,, 279

oue al oue se había solidarizado por amor con tqdo el ¡qal Ésta
"r
también la última respuesta r¡ue la rcología cris-
á;i*t,i¿. Dioé no ióio le dio la iazén sino que no le de.ió tiana puede ofrecer al problema del mal. A las grandes,
en poder de la rnueite, síntesis dél malo y lo adentró
en.su inacabables historias del mal, la f'e les hace frente contan-
también que todos clo y cantando la historia de la vida, muerte y resurrección
úopiu vicla y gloria eternas? ¿Creemos
nqu.tlot con quienes ét ie solidarizóo y que comparten su deJesús, creída, celebrada y prolongada por los suyos. Es
muerte, tendrin también parte en su dicha? En tal caso la respuesta que nos darán «al caer de la tarde», justo
estamoÁ empezanclo a escuchar en esa misma fe
en la resu- cuando, al tiempo que nos hablan y convencen del amor,
rrección Ia iesp*esta al ¡rroblema clel mal77. No de boca de nos examinarán de é178.

la razón, sino del Creador'


, El hombre ha querido, con la mejor voluntad y con una
presunción .*"..iuu, explicar el mal y justificar a Dios' 9.4. Enl;retanto"..
'Esta
teo-clicea fracasó. sólo vale la explicación y autojusti-
m;;iá" q.,e Dios clio ya éñ li 'ét"irección de Ciistó y Hasta que llega ese final, y sin que podamos ni quera-
mos dejar de preguntar por qué todo tuvo que ser tan difi-
iincionaá defrnitiva y solemnemente ánie la óreación en-
teia. Entoncei que¿ará concluyentemenie refrendádo aq*el cil, al*cleyji*g.19 .!_o.ll vivir de esa fe, ac.tivar su solidari-
d.1 d,,ifi
"

sí inaugural a su creación y ésta 1o respaldará desde la ex- !-li,;ó¡ I á:-¿s p e i án á á ó s e f" t" r ó, y's é g'u i r rf ii á, 9 9
de frente y de óercá el niál en el rostio del crucifió1do y de
perienáa de toda la historia: <<Grandes y maravillosas son
t.r, ob.as, Señor, Dios todopoderoso', ju§to§ y verdaderos todos [ós'crücificaclos de la tierra. En ese acercarniento
tus caminos... Todas las naciones vendrán y se postrarán
iá"-i.,i.i.ru¿á, aói-instátador, ai-óiroapunra ya la victoria
ante ti, porgue han quedado de manifiesto tus
justos de- del amor sobre la muerte.
signios» (AP 15'3-4)'
Así como la Iglesia, aun afianzada en la resurrección,
no deja de evocar cada año la pasiórr del Señor y de actua-
Dios miimo explicará por qué es grande y maravillosa
lizarla en cada eucaristía, así el creyente, junto a la espe-
su creación a pe§ar del mal' Acabará con las preguntas y
y no ranza de que todo mal será verrcido, vivirá de la rnemoria
acabará con el mal: «Enjugará toda lágrima de sus ojos
de la pasión del mundo. Deberá prolongar la lucha de
lrabrá ya muerte ni habrá llanto, ni gritos ni fatigas» (21''4\'
Dios contra el mal con todos los recursos del amor, cle la
La últirru palabra de Dios sobre el mal es su propia Pa-
inteligencia y de la naturaleza (que tonará así parte en la
labra eterna que, después cle amanecer en el mundo como
victoria sobre el mal). Pero no dejará de abrir también los
aurora y cle entenebricerse con todo el dolor de él y de Ia
ojos de par en par al bien que impregna Ia realidad en vir-
historiá y de asumirlt¡s en sí', se abandona con toda la
tud del riple sí clel Creador a su creación.
creación en las manos del Padre para que r,azca una nueva
aurora incief'ectible en la que «Dios sea todo en todo»'

7* «A la tar<le te exaninarárr err cl an':or»,.luarr de la Cruz. l)iclns d.e huy rlc


(L?¡tot',lJ.59, et Vitla.2 olnas ie s«n
I ,, Al,i lo ern¡rlaza J. P.Ju*g, «El_¡gü,, cn P. Eishgr (lid.), en Diccionurio de Juu.tt de la Cruz,llAC (Maclricl, 1960),
' conceltlos icológicos Ii, He«ler (Barcelona I 990)' I 6-25' 11ji0.
ViII

EL ATENTADO CONTRA
LA CREACIÓN: nI PECADO

El hombre, en el que ahora concentramos la atención,


rro es ajeno a ese mal físico que acabamos de considerar.
Lo padece, por el contrario, como el que más, puesto que
lo vive a conciencia, acoge en sí mismo de alguna manera
todo el dolor del mundor lo convierte en pregunta, y pue-
tle llegar, por causa de é1, a la pena suprema del sinsentido
y de la desesperación.
Pero además de ser el {ran ,baci¿nte del mal del mun-
<lo, el hombre es uno de fiiprincr:pálef agentes. Bien es
verdad que en los dos capítulos que anteceden hemos
puesto sordina a la extendida creencia, no exenta de res-
paldo bíblico, de que cuanto existe de muerte, dolor, fati-
ga..,, se debe al pecado de Adán. Esta necesaria revisión
se ve) a su vez, contrarrestada y aun cuestionada por la
his¿oria más reciente, en Ia que el ho¡nbre («Adán») con
sus <<holocaustos)) humanos, su depredación de la latura-
leza y sus desmanes atómicos y genéticos se vuelve a en-
cumbrar a infausto protagonista del mal clel muldo.
Por eso es necesario abrir un nuevo capítulo, dedicado al
mal que el hombre causa, al mal rnora.L,,ya sea para constatar
sus perniciosos efectos en el conjunto de la creación (y en el
mismo que lo comete), ya para analizar en sí misrna y en sus
mecanismos internos y externos esa fbrma peculiar de mal,
el producido por la libertad. Y es de presumir que, si ésta
r@lllbrma más alta de ser, ése rnal..-
sulte el rnás serio y agresivo, el que más atenta contra la
creación y más cuestiona al Creador. Es de hecho el <¡rc
más preocupa a la Bscritqra y el que reclarna y conccntra)
sobre todos los otros,la actuación salvadora de Dios.
cR[ADott DL AI'ENTADO CONTRA LA PI,CÁDO
282 l-toMllRti Y N'ltJNDo A LA LUz DllL CIII^CIÓN: IiI- 253

ante culpabilidad humana ante Dios, va sie,cl, abanclonaclo


'l'eológicamente consiclerado' es decir em}''lazado
él de^sus va- ¡;or Ia secularidad moderna.
Di";;;l;;l moral es y se llama pSgaLorv de v
v con diferentes Claro que se puede preguntar si esto último representa
¡^r-*á¿rfidacles haÉla insistenteménte un avance en humanidad y en clarividencia del hombre
con clecír en general que
-fritirtl,la Escriturai;;;;;;dí
nombres
de p,rincipio a r:sp.ecto a sí mismo. Se puede presumir que la teología
i, tle la salvación está entretejida'
Respecto a prensa que no es asÍ. Pero, aun sirr calificarlo de
i"*;i;;;, f."^do, nueva v tuv:'§:'cia"' pecaáo,
raro será el historiador, y aun el simple obs..urdo.,
ese segunclo tf j$cr.o de'la Biblia es implacable:
*o*"'io, q.r.
el pueblo es un pueblo ptc3- discrepe a fondo de esre diagnóstico bíblico y
libre de p."'dá', l;; l;
"^¿i.-..te a,Dios acto seguido ".
historia corno una sucesión de noblezas y de abyeccion.s,
clor3, cle <<dura ..t"irr, q"t traiciona el
cle haber pactado i1l"' Ese pecado l.lega a anidar en de esplendor y miseria rnorales. Thmpoco habrá
muchos
";; Más alli <le la historia de Israel'
;;;;;y', *ati.ia'lo''
se que acoten zonas o momentos en los que esa contraclic_
a los comienzos de la ción se prodtrce, y señalen o ayenturen or.o. .r, los
remonta , 1o, o,ig"'-"' ¿"i '"""¿o' que el
él (Gn 1-11)' mal se bata claramente en retiracla.
humaniclacl que nace y crece con
^'-i;ü;fo,ra.,'"iois6, ¿No pecará de inge_
y el lenguaje mismo <le pe.cad'o' rluo, a la vista de los hechos más reci*entes, quien
apliq"ue
nueden encontrar tttiut en el lector moderno' sin más al ámbito de lo moral la teoría del nprog.e*árli-
t"" "ti'tenciás
despiertan recuerdos de una in- Huy que hacer, con todo y de entradu, ,rrm oÉservación
ffi;il;;;;;;". ^
;:,I;il"; *,il; ;;;'
Y ots"i"u en Por P""," q:,,?
un
él
compI"JY o"
fundamental. Si pecar es, corno diremos, recltazar
clición de creatura e hijo, la conciencia cle pecado
la con_
lglesia, que habría dado pie a
:"'f:T:
que na
será
Otros alegarán tanto más viva cuanto más intensa sea la reiación
<iud y u una «pastoral del miedo»7' cle Ia
redu-
el *"n'u¡t mismo de la salvación' persona con el Dios Creador y padre. Creaturidad-filia-
"rií-,"frr""ido su relación con lo ción por un.lado, y pecado po. otro, se oponen raclical-
ciéncloia a mero p;;á;"y silenciando
original.de mente, pero la conciencia de ambos crece
nositivo de la histori;y "á" el mismo proyecto a urra,
B#:;.d";i;";il ;;ncionar quelu el presupuesto básico de ia
Volvamos al lenguaje teológico. Aquel juicio bíI¡lico
sumario (y «sumarísirno») apunta a algl aún más hondo.
¿.ii."s"r:. a"r pt"uáo' que "t "u*parecencia No se trata sólo de una se.ie inacaba"ble ae quebrantos
so, los nrís reclre,tes y
¡runtuales de la voluntad de Dios. Lo que esa historia de
<<hala», <<!tasa>t, <'rtloult' y sus
clerivados' f

ñ-, t"*a l¡ebreo para desig ¡recado,.con su persistencia y str honrlura, sugiere es algo
significativos ¿. t" cle-26 téri¡'inos tlu":I]:"n en
"u'"u
cliversas facctas (error' pervtrsión' tlelito)' Cf' E"feuni-C' más.radical: una oposición cle l¡ase al Creaclo"r y u ru
nar el pecado y sus d"._
acl Á',,'Íestan¿nla l' Cristialrdad signio. «Desde el comienzo mismo cle la historia,
We{ircrmann, o;u;"n"'¡i-i"l}g-;)'")""""d el hom_
(Ma<lri<l 1978), 755-7;; ii-i?'ss, 316-322i^616't;23; I' González' f'atts'
'|'
tander 1 987 )' 224 -23 6'
ir,r, to rl, h,,'n o oo,Sal i'"r'ae (San
.l IR;" 8,46i Prov 20,9; Rom 3,10; I l'32"' * l\re llvorabrc. ra rcaccirin ar ,egr., ar¡.que csr)crarreat'r,
'i i.i,ai 5,iss; 59,1-16; Lam 4'6; os 4'2; Ez 16;20"' ¡¡cneralmc¡rte
sis qrre cle ¡]ue.'(ttro lrurrdo rrizo.|uarr par¡lo ü er¡
arriiri-
sr¡ crcíclica solrici.t.ruro tri
Ex 32,1; Dt 9,7"' so<:ktl,ís, Pucde ver$c rtucstro. cornentar.io, «Uu
s
Jr 17,9; Ez 36,26; §al
51'12"' l)royecto <ie honll¡rc lrar¡ un
dr Ilios, sal'['crrae (santander 1991),
D0-53 "1rlan rle elesarrollo,\>, en Solitla.ridul, ,rrrlo ,orrír* dc la
,, ct J. L. Ruiz cle r, r"n", íi¿r, rlc De¡.¡srr¡ (llilbao l9ti9), lg7-21j, ltaz,U¡¡ivcrsi,l¡rl
2rcidcnte"fatrrus (Madrid 1989)'
' ói.j' o.lr,r. au,Elrniedo en
284 I.ION{BITI Y MUNDO A I,,A LUZ DEL CIITiADOIT
EL A1'EN'rADO CON'|R¿T I"A CIT§ACIÓN, EL PNCADO 285

l,,sta nomenclatura evoca al punto aquel pecado que ha-


bre abusó de su libertad alzándose contra Dios y pretetr
l,,r,r tenido lugar al comienzo de la historia («gecaclo
diendo alcanzar stt fin al margen de Éb>. Así se expresa t:l original
,', rl,,irrante>>,
en lenguaje de escuela)r.junto con las faiales
Vaticano II (GS I3). Se da en el hombre, según eso, r.rnÍt
,,,,,,,t:cuencias que en Io físico, en lo moral y en
pretensión de lograrse a sí mismo al margen de Dios, trai- la relación
,,,,r l)ios tuvo para todos los miernbros de la familia huma-
cionando su verdad y dirramismo primeros de ser imagerr
i¡.r l)()r el mero hecho de pertenecer a ella («pecaclo original
de Él y vivir a su escucha. Y eso desc{e el principio de su
,,,,1.inado>>). Tal versión, solemnemente
historia. Se viene a decir que la condición humana, junto sancionada pár la
lr,,l«'sia (DS 1510ss), firmemente anclada en el subconscierr_
a Ios dos rasgos fundamentales de creatura e hijo de Dios,
r, , olectivo de Occidente, recargada con flecuencia cle tra-
de los que hemos hablado hasta aquÍ? se compone, al me-
,',,' clefbrmes, y siempre necesitada de clarificación, suscita
nos históricalnente, de un tercero, el de pecador: que con-
, r, t l hombre actual truevos reparos sol¡re los
siste precisamente en el rechazo de los otros dos. Co¡l ya enuncia_
,1,¡s. Acumula sobre el pecado la sospecha
ello, al tiempo que se clescribe el pecado, se inclica lo hon- de fatalidacl, cle
l.¡lta de libertad err su ser y en su trasmisión.
clo que ca[a.
Sin embargo) esa versión evoca al mismo tiempo algo
El mismo nombre de Adán es elocuente al respecto: itu(: en Occiderrte y en pro de esa libertad solíamos olü_
: designa ala vez al «primer>> hombre como imagen de Dios ,l,rr y hoy c¡btiene un vasto consenso: Ia complicacla ur-
I

I
y como pecador. No menos lo es el hecho de que el «se- ,lir¡rbre de la historia humana, la proveniencia de cada
gundo» y más vercladero Adán, el I-Iijo e imagen cle Dios ,,'rr) de nosotros no sólo de sus paclies, sino cle tocla
por antonomasia, aparezca taml¡ién corrto redentor, y su la hu-
,,,¿rnidad y aun del cosmos.
salvación sea liberaciín y su gracia perdín (aunqtte esos
Volveremos sobre todo mas ur-
tre s rasgos no agoten su ser y su obra, corno dijimos cuan-
no es la t'rnica ver-
do describimos la salvación). Por su parte Ia oración cris-
tiana por excelencia, el Padrenuestro' incluye entre las De
§on .pecado
cuatro peticiones de la segunda parte tres claranrente alu-
I)orque, referido al que nace) enteiñéf§ó-'áñ
sivas al pecadoe. scntirlo andlop'o- ya qlre carece de aquel ingrediente pri-
Toclo ello l-rabla bien a las claras de que esa tercera ,,,o..iif Jliofr' culpa que es la libertad. EI de
condición del hombre tiene algo de primigenio, aunque, este no sólo lo tuvo en
por proceder de su libertad y ser sólo re§puestar nunca comlenzo§ los oríqenes
¡q.glj"c,q.l, .ca-
será tan originaria como aquello que el Creador Puso en
o «protológico»), corno se indi-
él: el ser y la gracia. Se trata en todo caso de un pecado có.ya. Aplicado a lo humano, lo original no clesigna por
l que por su doble radicalidad, personal e histórica, pode- tanto sólo a los primeros hombres , sino a lo que es prima-
I

I mos llamar original. riamente el hombre. Y de hecho sólo podemos clecir algo
I

de los primeros, a quienes no co nocemos, en virtucl de Io


I So[re torlr si la tiltinta segundo, experimentado a diario y retrorraído «etiológi-
¡ritle l¿r li§craCió¡¡ ¡lo tanlo <lel nral, cuant(] (lel I¡]a-
ligrro. camente)) al comienzo.
lil, A'TTN"TADO CONI'RA LA C}TIiAC]ÓN: JiL PIiCADO ? Ii i
DLL'citEADoR
286 lloMBRE Y lvluNDo A LA Lt'z

cia inmediatar0. En cambio el recurso inicial a la defini-


ción dogmática sobre el pecado originalyasusescasas
fuentes bíblicas poclría dar a entencler que no lo sanciona
la experiencia humana y sólo sabemos de él «cle oídas>>rr.
El Vaticano II afirma por el contrario, en el pasaJe susodi-
cho, que lo nos dice la revelación <<concuerda con
y go..!
a reconocer a como §u
eso
creatura e

eso
parte. y para cuenta cab¿l cle ese recha-
x¡:i*ibrá que remontarse también por la historia hasta sus
orígenes. Porque ambos pecaclos, el de dentro y el de fue-
ra, existen en mutua interdependencia, daclo que el hom_
bre es, como diremos y no haría falta decirlo, una interio-
ridad extrovertida (o una exrroversión interiorizacfa).

Presentación)'
prevalece en 1. El pDCADo oRrctNAL coMo pECADo RADTcAL
.¡Por cuál de ellos empezar? Normalmente
pecado oriqinal' la conside- (ur, erca»o euE suRGE DEL FoNDo DE cADA uNo)
,i.,l;;y';;;;;;;ihJiu' 't"t'i to' oríge'.tes v heredado al
ración del pecado to*"tido
nacer por .u¿^ f'oáf"t'-Ño
tn vano h; sido'objeto de in- Ya que hernos apelado a la experiencia como a una cle
de una definición ecle- las ventajas de este modo de proceder, parece lógico em-
\ cesalrtes disputas y^i* "ttttitaclo el procedimiento inver-
I sial. Pero no pocas razones avalan
i tí. rr-p.l*.Ii"suil i" Escritura eJ la prirntra instancia r0 «En Ia1>redicaciórr
y Ia enseñar¡za no h¿bría <¡ue partir i.mecriatamenre de

a tener en cuenta: no t' "o*parable


la escasez de ref'eren- esta palabra (pecado) que mls tarcl¿ ha cle mo¡lificarse con no pocos
zos; co,vendría más bicn elaborar tanra teología qtre, partien<io de
esfuer-
ia insistencia, ya evocada) la expe-
cias bíblica§ a e§e p""^a., con riencia y descripción cle la situación existenciar del Lomi.e,
¡>ucliera trecir.sc ra i

;;; ;J;bla ;;del v áe la multitud


de sus manif'esta-
la radi-
cosa con cierta nr)roximación, sin usar de entrada esta pa'labia.
sólo más tar<rc
Iugar, empezar por
ciones históricas. u" t"g"ra"
habría de señalar'se que esra reali<lad rnuy rear de la prápia vida y de la
propia
((r)eca(lo
;;;;j"fr;o,i.acl áel h"o*I,'" ttt"' que enfrentarse sittución se.desig.a como originar" en la tennintrlogÍa'cclesiisticar,
"iitucle la falta de libertad y ..
K. Rahner, Curso fttntlatnen tal s abt c la
fe, H er der (tsarcelona l g Zg), 1 42.
rl Esclaroque ennxrcloalgunorebajoliinrpo,.tuncia
de entracla con el utit'o problema del<<exatul.iin»,corrr¡i¡.

culpabilidacl clet ái¿n nacido'


y con el ¡ro menos difícil trrral a la f'e y rnomento ¡>rinrero tle toda teologÍa, como diie en ra preserrr;r
pecado de Adán' y per- ción. A<¡uíse trara sdlo <le evitar la impresión áe que dc eic peca.lo ori¡ri,ar
á.-iu-frirroricidad y trasmisióü del sdla se¡rarrros ¡ror la revelación.
pleno y elr su viven-
mite encara, el ptlutlo en su sentiAo
EL ATENTADO CON'TRA LA CREACIÓN' EL PECADO 289
288 I.IOIII]Ti8 Y [4UNDO A I,A LUZ DEI. CREADOR

t, ,,r,,de la revelación del «perclón de los pecados». De'.


pezar por ella y hacer referencia a Ia que todo hombre tic Sólo quien se sabe
to no del habla el
ne de su honda y cotidiana culpabilidad. reconocerse pecador o, al me-
del tlene
abordar <<ascendentemente)) el tema
aprc- il0Ii1 cle hacerlo sin desesperación o autodesprecio. Pero, a
Y
a Ia conversión. rc- l,r irrversa, en la medida en que el hombre se deja encon-
mrante,
que ni de ese rr,rr por Dios y se adentra en ese encuentro salvífitco, se
conocer, §ln
( lr'.§cubre como pecadorta.

forma, tanto, del fenómeno


@ como porque su idea
del p ccad,o causa extrañeza,
supone el reconocimientrr ,1,, n §e trata pecado ra-
del voluntario de ser hombre, es decir, del
de Dios y de su señorlo sobre el hombre, cosa que ni el
¡,,'cado original. En este caso interviene otro
fhctor estre-
atelsmo ni el agno§tlcl§mo ni la secularidad ni siquiera al-
, lramente unido al anterior. La en el
gunas formas actuales de religiosidad están en disposiciórr
de hacer12.
Es evidente que la teología, aun midiendo y mediand«,
antropológicamente su lenguaje, no puede silenciar a Dios
ni dejar de hablar de su interpelación al hombre y del pe-
cado de éste, so Pena d e obtenet relevancia perdiendo
identidad. Ella sabe también que, aparte esa razón ePocal,
(lue uno pueda atentar contra sí mismo o clecidir de su
existe otra más profunda Para que el ho¡nbre eluila el ca-
<iestino. En ..t. proceso, psicológicamente explicable, in-
reo con Dios y no se sienta Pecador . Tan honda, que afec-
terviene también un cambio epocal de cultura. La actual
ta a los misrnos creyente§ . Se trata de la resistencia
de todos los ti a su pone entre comillas esa gran palabra de la modernidad,
como nta el re que {ue la libertad, y resalta Y enumera la serie de condi-
pone cionamientos y límites corporales, psicoló gicos, socioló-
mecanlsmo de uno 15icos y filosóficos de ella.
Y esto encadena una serie de
I
I il! los.og1og. Es menester que Dios o su profeta, como en pregunta§: será en realidad el
1 que verdugo?' tlene
el caso de David (l2 Sm 12), desenmascare al pecador y lo
surda de pecadora condición
delaters. Si bien es cierto, y hay que decirlo desde ahora,
correcto e« básico» como
gue esa desvelación del pecado tiene lugar dentro y al am-
que dgcir,
de
ri.i «vivirnos l)ios, que arlquiere fbrina religiosa; vi-
crr una cspecie cle crisis de
,ir,,u, cierto ¡nodo en una er.a de la reli$ión s!-¡¡*pios' Por t¿rllto, lii liase
",,
j .ru,. 1r.<.r.iu *9¡¡-é-s131 «¡Rqljgl6Ñfffif-.!'bJ' U ' Met',ifl{ñi'V1le kt
rl Esto conviertc en nounal el hecho, al)areiltemente conlradictorio o ltipór:ri-
{ ¿,}l[Verlro Divino (Estella 1996),9' ta, de que sean los santos qrrienes ntás ¡recatlores se sie¡tten'
i:;
3. 1. ConzálezÍaus, Proyecto..., IBB'195.
üL A"I'ENTADO CONTRA L¡. CRE¡CIÓN. EI- PECADO 29I
LA LUz DIL cREADoR
290 lloMBRÉ Y MUNDo A

bre no sólo ni primariamente ante sí mismo y ante la so-


ciedad, como lo hacen filósofos, psicólogos y sociólogos,
sino ante Dios y su Palabra (coram Deo).Un Dios supre-
mamente personal e interpelarlte que le convoca a re§pon-
der de sí y del mundo, Esto hace que la responsabilidad
humana se dispare de alguna manera al infinito y parezca
capaz de involucrar todo aquello que él es y todo aquello
que le sucede. Por eso le resulta en cierto modo coherente
la idea de que al pecado de Adán le acompaña un trastor-
no de toda la vida y aun de las concliciones materiales en
que ella transcurre.
Pues bien, esa Palabra de Dios acusa alhombre y le de-
Iata sln ambages como pecador . El mismo autor sagr.ado
cribe el del Creador con il obia («vio cuanto
'Gii i;31)
v que era
total:
una miró (6,12). Apenas
cabe más profundo y amargo que el que tras-
luce otra fase del libro de los orígenes; «Al verJahvé.-.
r¡ue la actitud del hombre era siempre perversa, §gl11.g-
¡,intió de [_abg_r!g-gr.gado y le pesó de corazón,, (6,5-6).
l'¡r,r eso decidió borrarlo delafaz de la tierra y con él to-
,k¡s los viv-ientelfffiTélde ¿f¿ápíttilo 3 al 11 describe
.l Génesis cómo el pecado clel hombreiñ"iñi'to trama
\
l,:rrz'r con gl p nr con §u en
"-ia
del
I

ono lr r »utbf€ , como o muestra i.t".sante I


no hom-
que esto se debe a que , , .,rii'esión de culpabilidad» por parte de Israel (Sal 51)' J,
Ijl[ Nuevo Testamento repetirá ese juicio: «convertfos»
1N4r: 1,15). «Toclos han pecado y necesitan la graiñde
;;;;r, kt nrcta ruzdn' Alianza (Madrid
retigiin denlto ¿le los lí¡¡t¿tcs de otlos de l-legel' l)i,s» (Rom 3,4J0)*Pecado tan hondo que llega a em-
] 969), 4i,46-47' Véasc "l
tu*"ntu'iu que a csos texl()s' v a
i*"' j' i' c""'áiá Fou" Ptolecto ttt l,r''lrr:r' y cargar de ambigüeñacl, cuando no de malclad,
Adorno, I'rarx, Freucl' t;""ffü;l;;'
,,,¡,rt:llos conceptos que clesignan realidades básica^sr mtttl-
o.ir'"'», Kf III (I ee6) 237-25 7' espec' 234
,.,'¿í. íílkilLil'o;"uu en N

I
292 IIOMI}RE Y MUNDO A LA I,UZ DEL CRIIADOR EL A"TBNTADO CONTRA L¡\ CREACIÓN: |tL PECADO 2f):I

do¡7, carners, libertadre. Un «pecado del mundo» (Jn ,r,rrtido a otras realidades creadas (otros hombres, tie-
que es rechazo de la luz (1,10), cambio de padre (8,37 ,,., .) clue le agrandan y le limitan a la yez (cf. cap. I). lis
,,l.rrriis, en sí mismo, sólo barro, carne, <<bA.sar>>2t. En oca-
,,r,rr.ri eso misma debilidad se considera una excusa de
l.L. ¿Pecad,o o sólo finitud,? ,rr.; ¡recados2e. A esta luz, la contradicción humana no
,,,nsistiría propiamente en la negación de lo que es, sino
Lenguaje tan contundente, acusación tan descarnatl,,, , ,, lt dialéctica finitud-infinitud, dada con su ser.

¿no proviene de encarar al hombre a las inmediatas y ,1.' 2) Como otro Israel no admite otros dioses,
lleno con Dios, dejando de lado los mil lírnites y condicit, a veces aJ tanto como ál mal23 , Esta
namientos a que está sometida la libertad humana debirl,, que en hom-
a su estructura corpórea y social, a su propio carácter his" l,¡t: tle su pecado ¡ sobre todo, del mal del mundo, no es
tórico-evolutivo, a su condición paradójica, hecha de fini ,,vi<la, sin embargo., como arbitrariedad, sino como sobe-
tud e inñnitud, de libertad y necesidadzoP Dijimos que (:§ ,.,¡rfa absoluta deJahvé que sigue sienclo bueno y omni-
una libertad que además, y antes de hacer el mal, lo padc- ¡rotente, así como también es bueno el mundo que creó.
ce, en particular la pena de la insatisfacción incurable, clc l,,sa ambigüedad se irá despejando cuando la experiencia
la irremediable labilidad, de todas las conrrariedades qur: ,lt:lpacto y [a interpelación profética aporten la idea de un
configuran la creaturidad y que, sin ser pecado, represen- I)ios ético, del lado del bien, que deja a la creatura la op-
tan su caldo de cultivo y proyocan ese rechazo que ahora , ir'rn por Él o po. el mal y le echa éste en cara.
ponderamos y que no es tanto de Dios cuanto, muchas ve- 3) Ll realidad hi.q.t9¡1qa.-está presidida por la ,rtromcsa.
ces, de las arduas condiciones de la existencia. Esas con- t,.llo impiica [ffirmanente in-;iimijliiniénto, un incura-
diciones y esta tentación estructural ¿no hará más aconse- lrle todavía-no, tanto rnás doloroso cuanto más se barrun-
jable hablar de finitud que de culpabilidad? ta )¡ preBusta el futuro. El hombre es <<homo uiato»>, el de-
Es preciso reconocer que el testimonio clc la fe acerca sierto es un trance no sólo de castigo, sino de purificación
de ese pecado radical es complcjo y se descompone en va- y acceso al futuro absoluto, a Dios. La contradicción hu-
rias direcciones: nrana consistiría, desde este punto de vista, en la desazón
1) La Escritura reconoce los límites del hombre y los rle la fragmentariedad desde el anhelo del todo. Al dolor
considera como signos de creaturidad,. Par creación está de la finitud se añadirÍa el dolor mismo de la inhnitud (cf.
caps. III y IV).
t7
a)
La vida e s don y tare¿; de cultivar la tierra, de cre-
1n7,7;15,1s-1g; 17,9.14...;Rorrr 12,2; l Jrr D,lg. cer, de convivir. Todo ello comporta una autosuperación
ls Ronr 7,5.i4.18.25,., Véase el frect¡ente uso
¡reyorarivo qne del térnrino
«Jr¿rcs»,que tarnbié. derr<¡ta la corporeidad clel hombrc o srr clebilidad, hace continua que deja incesantemente atrás formas habituales
cl Nuevo Testil¡nento. Cf . E. Schweitzer, 'I'WNT VII, 98-15 I.
rr' E¡clavizada al pecatlo y a ia lcy y necesitada (le
urr nuevo seiror (/as.rirz er¡
Rorn y Gál). \t Cn2,7;§al .!9;90,3; 103,14; Bcl 3,1(l-20; Bclo 17,30ss.
--/ :" Cf: A.Tur.áo ?? Arn 7,2.5i Sal 19,13; §cl 7,20.
Qrreirrrga, Rrcrultexu. kt crcación,Sal'l'errae (Santand.r tf)p?),
2l t-221. t" ls 45,7;1 Re 0,9i 1 Srn i6,l4ss; l{1,10ss...
Job 2,10;
2,94 IIOMI]RE Y MUNDO A LA LUZ DEL CRE^DOR EL coNTRA r.¡, cREtclóN, Er., pECAr)o 295
^TENTADo

de ser y abre la propia vida a los otros. Eso convierte el vi- lr,l,rrl rro es por tanto una de sus propieclades o facetas,
vir en desasimientoo desgarro., partida. Thmpoco esta ru¡r rrrrr) su modo básico de ser. Y lo que en ella está en juego
tura es teológica ni éticamente mala; al contrario. , ., rr.rcla menos que su propio yo. En esto consiste el ser
5) Dios no es la explicación ni el cumplimienro inma- .r¡r;rgen de Dios».
nente del mundo, sino un misterio transcendente e incor¡r- l'ues bien, fe y teología afirman asimismo que, en ese
prensible de libertad y poder que libremente lo crea, qr¡(: rr.rrr('e primordial, el hombre o rehúye ese careo con Dios
concede una extraña beligerancia al mal (Job), y abandona ,r ¡r,rope con El. Es el reverso de la historia de salvación y
al Hijo en cruz. Un Dios ultraético,ante el que no cabe cl ¡ , cso co¡siste el pecado según los profetas (los clari-vi-
cálculo sino el abandono y Ia confianza a pesar de todo. Iil ,lr rrtes). Éstos afirman ademái qr", al prercindir o renegar
hombre, tú de ese Misterto, de ese Otro <<scmper ntaitr>>, ,1,' [)ios, abdica el hombre cle su propia condición huma-
estará de por vida en trance de salir de sí, en un dolientc y ,,,,. Lo confirma la historia de Israel.
radical ex-trañamientoi no pecaminoso, sino salvífico. Ii.sta profundidad del pecado aflora en aquella multi-
Este ingrediente de misrerio anida también en las orras
¡,lir:ación de pecados históricos que saca a la luz las hon-
instancias. Y esta múltiple lectura teológica de la contra- ,l,rs raíces que el pecado había echado en el corazón clel
dicción humana puede no sólo hacer más complejo cl l',,rnbre. Expansión y radicalidad de las que se trató yay
urensaje sobre el pecado, sino también incorporar algunas ,lrrr) permiten hablar no sólo de auténtico pecado, sino de
de aquellas explicaciones exrraeclesiales que hablaban «lt,
¡,.,c,ado original, y del hombre como reb¿ldc dcsde sus orí-
los límites de la libertad. ¡,r'»es (GS,l3). AsÍ retrata a Adán el relato [enésíaco de la
,i,,ídá.^En ?I figura como prototipo de toáo hombre. Y
t.<lo pecado tiene las pretensiones, la malicia, el estilo y
1.2, No sdlofinitud,, sino cul,pabilidad l.rs consecuencias del descrito en Gn 2-3.

Sin embargo,la fe y la teología cristianas avanzan, adc-


más de esas cinco razone§, otra aún más profün da la ruL- L3. Relaciín del pecado con eI mal del munclo
*t fu!Üfu!. El hombre se resiste a ser lo que es. O ni-st,
atreve a ser hombre o quiere ser más que hombre. Es un También esto último, a saber, la relación privilegiada "
cobarde y un rebelde. A esta resistencia es a lo que se lla- rlel pecado con el malestar de la historia humana y cósmi-
ma propiamente pecado, y a este pecado se deben mayori- ca, patente en ese relato, se torna verosímil desde la com-
tariamente la alienación y rniseria humarras, como se dijrr
¡rarecencia básica del hombre ante Dios. El pecado no es
al tratar de la concupiscencia y de la muerte (cap. VI). simple quebranto de una ley ni desajuste de una zona cle
Para asumir este punto de vista hay que presuponer, la realidad, r!¡g
lyp!.Ur.a. ean,.el,_qr.pqdor (origen, sentido y
como venimos haciéndolo desde el principio, q..e ei horrr- meta) de todo-E*1gl pérdrdq dg -s_e,n-ti$o_ Slghd, degrada-
bre, po-r.debujo y más allá de sus mediaciones y compro- ción y des-integración de lo real en su conjunto. Y no l«r
misos históricos, es alguien encarado con Dios (cora^, dice sólo la lógica, sino la experiencia histórica del pueblo
Deo) y responsable últimamente ante É1. Erta responsabi- creyente.
EI. A'I'ÍiNTADO CONTRA LA CRII^CIÓN: EL PECADO 297
?96 HÓMi}IT6 Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR

.l) [,a misma grandeza del hombre le tienta 'irmatamente


Como atentado contra el fundamento de la realidad, t'l
.1, ¡,rrrrreteísmo (querer ser como Dios), y su pequeñez, de
pecaclo origina por sí mismo muerte) injusticia, dolor' N"
, ,,l,,rr <lía (no atreverse a ser hombre y hermano), como rela-
es menestei que Dios Io castigue; él se castiga a sí ¡nis¡¡rrr
,., ,l Génesis. Agustln analizó penetrantenrente el corazón
en malformaciones penosa§ de la realidad2a' Esa resistt:rr
lrrrr)irno y descubrió, por debajo de los deseos desordena-
cia a ser hombre, hrjo y hermano, ese intento de ser rrrll
,1,,:;, uon perversión de la voluntad misma, que supedita el
que hombre o mellos que hombre' exacerba además l¡r
l,r, rr ¡nás alto (Dios) a los más bajos (el mundo)y tergiversa
p.rr^ y dificultad inherentes a la condición humana'
1,,,, scntimientos que deberÍan corrcsponderles (usa de Dios
Ya una comprensión exigente de la libertad del hombrt'
1 1,,.2? del mundo). En el fbndo por una autoafirmación ab-
llegará a .eionocer que ella, como modo radical de ser, t:u ,,,,lrrta del yo (<<a.rnor sui>>r<<superbia») en la que se funda la
la Instancia donde se juega incluso el bien o mal de todalit ., i tulad. t¿rrena>>27 . Otros grandes detectores de la subjetivi-
realidad, en cuanto que o los procluce o) en todo castt, ,l.rrl humana (Kant), de la ilimitación del espíritu humano
opta ante ellos y los reelabora dentro de sí. Mucho más 'si (llcgel), de la conciencia de sí (Kierkegaard), percibieron
se trata c{e una libertad recrecida al saberse ante Dios y ,,irrro en ellas mismas, es decir en lo más radical del hom-
negociar cor, Él su identidad. lrr c, s0 alza la pretensión de erigir esa conciencia y esa ilimi-
trr<:ión en palltas de ser y de valer, con Ia consecuencia de un
,rrf'eliz y desesperado querer ser lo que no §e es (Dios) o no
I de ese peca r
lrrerer ser 1o que se es (hombre)rs. La
liberación de esa an-
rrrstia, [a divinización del hombre, sólo las lograría éste de-
Si, más, y aun a sabiendas cle que la li- su propia plenitud por Dios, pero a esta
.jlndose regalar
bertad es últimamente inexplicable2s y Ia culpabilidad un «gracia» es a lo que se resiste desde su dignidad y autoesti-
enigma rnúltiple26, indagamos el porqué de esla pecami- rrra, que tampoco reconoce como regaladas,
.roridod radical-original, o mejor su sustrato antropológi- 3) La incomprensibilidad del Dios <<sempar maior»
co, podemos aventurar el siguiente marco de referencias; provoca la protesta. Y no menos lo hace la incomprensibi-
Í¡ T.rr., a Dios por interlocutor y aun por modelo iidad d.l Dios «semper minor>>, que salva participando de
(Mt 8,+S¡, y aJesús por guía (16,24),$upone para- la liber- la pequeñez de la creatura y muriendo con ella.
iad una exigencia intermináble expresada en los dos rnan-
clarnientos 1ZZ,,S+'+O¡,una invitación a salir de sí que la
arreclra porque parece que en ella se perderá (16,25)' l? «Dos a¡not'es fu¡r¿laron, Pucs' dcls ciud¿des, a sal)tr: cl amor ¡rr<r¡lio ltasta el
clesprecio de Dios, la terrcnr, y el ar¡¡t¡r <lc Dios hasta el desprecio de sí pro-
,}1065,
pio, la celestial», en I« Ciwla¡l de Dios" XlV, 2S (OSA XVII, l l5)'
-Como
!{ Jr 14,16; Sal 81,13; Os 15,201 Prov l,3l; hace notar.l. Morán en stt introclt¡cción (XVI' 1964, l'ss), esta (rbr'a
Sab 5,4;16,17'24;17'
-ola rcflqia y trasva§a a Io público la l¡atalla eiltre las clos volt¡nta<les, la carnal y
" ,io cierivabiliclacl del mal tienc, pot tanto, el mismo fhnclamento que la
la eipiritual, r¡uc desgartaro¡l el alnra rle Agtrstín tal com(r lo rcllejd en [as
no <lerivabiliclad de la lil¡e¡tacl», I{. Thielicke, Escncia tlel hontbrc, Her<ler r[
Coojesionr.s VIII, 5 (O$A, II, 955, 3lt3-387); W' Prrrnenberg,'tcol ogÍrt
(Barceloua 1985)' 91'
§istamátíc¿ II, UPCO (Matlricl 1906), 262-267'
"' df. A. Torres Queiruga , Ruupemr la creaci,rt, Sal Terrae (Santander 1997),
2rr-22,1. 's Cf. W. Pannelberg, il¡kL,,267-275.
298 }IC,§IIJRB Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOII EL A'r'nNTADo coNtnl Le cRE,ccróN, EL pECADo 299

4)
Cuanto mayor es la experiencia del amor recibid,r r l,rt. g€oe§íaco del pecado de Adán y lo reconocen Israel
r

de Dios, mayor es la conciencia de lo insuficiente de Ia 1,, lglesia en el acto cultual de la «confesión de peca-
',1,,1;'.,. Y ino es también esa la experiencia de todo hornbre
respuesta. Son los santos, como dijimosr los que más sicn-
ten n0 estar a la altura de Dios. , ,r,,rr(lo peca,) con tal de que se deje interpelar por Dios e
,¡r.rr'ümpá la cadena de exculpaciones que vierte sobre
l,l, Ios otros y los condicionamientos de su obrar?3r.
La ereaturidad 2 la gracia, más originales que el pe' l'or eso no es lícito escudarse en aquella pecaminosi-
cado ,1,'rl radical para no someterse a las exigencias del Sinaf cr
,l.l «sermón del monte». Si se nos convoca alll, es que po-
Esas que acabamos de mencionar no son propiamentc rlt:rnos cumplirlas, o iniciar al menos ese nuevo camino.
causas o razon€s del pecado, pero sÍ su cogdició_l_{qpqli- l,:r afirmación de «todos no de he-
() ext§tencra no
Ul!q+fi, |.a J.qtrjlld1d innata de la libertad que lo comete".
Porque pueden ser también las bases del asentamiento de- slno Po r IA Marfa, Je-
finitivo de ella si, de acuerdo con su condición de <<ima- :.i §e rá decir no
gen de Dios», no vive el hombre su inestabilidad congénita en él <<cosa ue odie» 1515
a solas consigo mismo, sino que desde ella se vuelve a Dios €s e el Adán ps el*A-d4n
(y a los otros)e0. De lo contrario esa «proclividad» acabará es
irremisiblemente en pecado. Un «corazón encorvado sobre ue vlye en 9-q&-bqnbre- el Hüo,
sí mismo>> es una de sus descripciones más penetrantes. ¿ cuya (.up. I). Y son «los sentr-
sido
Por eso la constatación de ncra gloria en recibirse clel Pa-
del ineaitablemen tlre y en darse a sus hermanos (Flp 2,5),lo que el Espfritu
alienta como soplo primigenio de toda la creación, y con
I
humana ea asl tan como la crea-
'i los que erradica de lo hondo del corazón humano la des-
turi dad caso ser
toda la revertirfa s r. o se trata mesura y cobardfa que germinaban en él Así es como la
era por ya En primer lu- cla al rbstablecienclo
gar, aquella tendencia innata no elimina la libertad. El el corazón
hombre se sabe «culpable» de eso mismo que le brota tan terno su corazon
de dentro y no cesa de cometer. Lo resalta claramente el

2!' Labilidad y no coinci<lencia ci¿l honibre consigo misnto, tan linan¡c¡tte ana-

(l\{atirid 1969), 2 i0-229. I Sobre esto qr¡e él llama «El gran juego de des¡rlazamiento)),véase Fl. Thic-
s') Se irn¡:one el recuerdo de la arcl¡icabi(la li¡r¡rrt¡lación agustiniana, ya co»ren" licke, Es mda.,,, 89-92.
tada en el cap. V1: «Nos has ltecho, Señor, ¡rara (hacia, atl)"fiy nr¡estro co- '2 llom 3,23. Hay otras [órmulas no menos radicales; Prov 20,0;.fob 4,)7;
raz¿)u est¿r inqLrieto lrasta <pre descanse en'li»,Confcsio'nr.s I, l. 14,4¡ Sal 143,2...
ÁLL LUZ DEL CREADOR Ht, A"l'riN'I'ADo coN'rRA L¡, cREecIóN; DL pEcADo 301
:i00 l"l0ivf BRE Y MUNDO

tar la vida como Con lro uerer Es el neca- ,I, IiL PECAD0 oRIGINAL CoMO PECADO DE LA I'ILIMANIDAD
Pero es cap1.z-.. de quebrar ese (r,:l recaoo qun ANrDA EN LA'TRAMA DE L^ IIISToRIA)
l¡naI"_a su vez
(DS 152 5). Esto nos obliga a reconsiderar dos f'órmulas La pecaminosidad universal no es sólo el resultado de
que hemos ernpleado antes. Decfamos en Primer lugar l,r st¡ma de los pecados de cada uno de los individuo. (ea.dl
que el hombre o es sólo eso ,qro es Adá-!). Tampoco la humanidad es simplemente la
ni siquiera lo e cle de- ,',¡nra de los humanos, sino el ámbito previo de conviven-
rse remodelar or creatura como , ia que les acoge y engloba. Pues bien, la experiencia hu-
recu perando ana a también esa dimen sfi n-i6G6divnñéi-
ra. revisar también la razón dábamos como
de el será re meno§ el tuI rezuma egols mo, rryustlcia, violencia... Experiencia
tos, s, s r el ,ltre la fe, además de corroborar, interpreta como {ccami.-
hombre. Eso a ente que el bien provrene a la existencia de cada
ñiosl'que el hombre únicamente engendra mal. No es , en el que
así. No es esa Ia lógica de la gracia: el don de Dios es tam- Lo que d ser solidaridad en la gracia es
bién obra del hombre (cap. V). El concilio tridentino aña- también solidaridad en la culpa. Como en el pecaclo per-
de, como diremos, que la gracia es transfbrmación interior sonal, y más aún que en é1, el hombre es víctima y no sólo
del hombre) no mero perdón. Dios triunfa en el hombre culpable. Y, en este caso, [o primero antes que 1o segundo.
haciendo que el hombre triunfe sobre sí misnro' que el co- De esta solidaridad, en virtud de la cual «el mal fbrma
razón fiiial y fraterno le resulten más conrraturales que §u parte de la conexión interhumana lo rnismo que el lengua-
corazón pecador. .je, Ios instrumentos, las instituciones»3a,, el cristianismo
Al abocarlo a Sí, Dios inestabiliza ilimitadamente al hace una lectura radical: esa situaci6n no es sólo
liombre, pero, si éste se vuelve u É1, le salva de sus riesgos cla ern slno e§-

y de sus caídas. Para que esa vuelta (con-versión) se pro- o v de tal mane ra
duzca, es menester que el hombre perciba la oferta de un a cada uno nacer
amor Írayor y absolutamente gratuito, nada coercitivo ni como ncta co-
celoso, que le saque de sí, y que él se deje ganar por ella. por en s Ia
Sólo esti actitud de gracia puede torcer ese ruml¡o -lejos
cle Dios y de los hombres- en que se engolfaba el cora-
zón hu¡nano. Esta of'erta, que tiene lugar en las raíces del «EI pecarlo se experimenta en la Dscr.itrrra también corno situación gcne ral y
'3 ')
s€r, se hace presente en mitad de la historia, tramada por como poder que todo hornbre carga sobrc sl pot razón de su solidari<latl
como ser y no sólo por solidaridad ética y práctica con todos los <lernás, ra-
Dios como una historia de salvación. Sirr embargo tam-
tificiindola luego nrediante su propia acción», W. Kasper,Jasrís cl Aisto,Sl- I
bién en ella le saie al paso al hombre no sólo Ia gracia sino gucme (Salamanca 1976), 250.
el pecaclo. e'r P. Ricoerrr, I'inítud
7 culpabilidadll. La sin¿bóltea dcl nt.al,Taurtrs (l\4atllitl
1969),579.

I
EL ATENTADo coNTRA l-¡' cftseclÓN' [L PECADo 303
302 HoMBRE y MUNDo AL¡'.L\Jz DEL CREADoR

Aunque indicamos, al mencionarla por primer vez' slt t r¡rno lo hemos escuchado a través de una
creacron.
acierto en resaltar la solidaridad humana, señalamos allf erido liberar a la fe cri§-
han
mismo el rechazo que entre nosotros sigue suscitando la
tiana ya e ese haciendo recaer so-
idea de la existencia de un pecado en quien no es capaz 35
Ir re
de cometerlo personalmente. Hay que decir al punto, para
su que nombre ),
aminorar el escándalo, que la tradición eclesial siempre ha no haber
recqnocido la diferencia entre ese pecado pasivamente he-
l rpdado y los rsonales (DS 1514). Por eso se habla de afi
1a
otra cosa que
vez, aun
arI
no qurere.re-
I
p ne incluso como diremos
a la herencia agustiniana. Es por eso inevitable
a esa momento está v podi-
examinar las {uentes bíblicas Y eclesiales que hayan
q;ffis ;;ñinga que siga.
de una do legitimar ese modo de entend er la inclusión de todos
nos a§rmrsmo
na- en esa relación viciada de la hurnanidad con Dios. Y en
lo prrmer lugar los textos de la Escritura en los que la doctri-
cer, encoge en
na del pecado original se ha solido apoyar,
costaría meno§ como entte
es que hoy §omo§ muy sensr-
bles al hecho del condicionamiento corpóreo de toda vin-
2.1. Teología bíblica del «pecado originaL»
culación personal y cultural. No cabe sin embargo ignorar
la preeminencia de estas últirnas en la conexión interhu-
mana. Todo ello sin con tar con que la de los orl-
a) Gn 2,L7-3r2437
<ie la"hümani¿aa nos es distinta
El rela¿o viene a señalar que esa situación de decaden-
nuestros
cia no se clebe, como en otrás mitos sobre el origen, ni al
A e§e que, aun con la§ ma tizaciones indicadas, sigue
siendo hoy un escándalo se suma otro tco-
-'-...-',<-'{#
.*') hombre nace en de la el del
cado de do .., Iil hecho de de
no
rrn a j ro§s
á ródéársé '
I. Von tl¿r Bibcl Üis AttgttslinzLs,
lra §u amor o Reinhat¿lt (Miinchon t960)' 375.
I' <,yo no he inu.rrtaclo el pec'arto origi»al tlue la fe católica confiesa desde'an-
tigtro», El nalriruortto 1 la cortcultisccn'ciu ll, 12,25 (OSA XXXV'
l9ft4'
mas
li+¡; aqrtica a fuliano Vl, 12, 39 (ilrÍd., 878)'
como mero de Thmbién Cl lI. Ii"n"k.r,r, Cteación, lta*úso 1'fecatlo otiginaL scgzln Géncsis l'll'
'? kt listri
§er Aliento del que Cua<larrama (Maclrid 1960)i A. M, Dtrbarle, El pecatlo original cn
I971); von Rad' El ltltro d¿l Cántsis,Slgueme (Salanrln"r'
todo vive- En suma; la doctrina del pecado grigirlal pTggg lzra (Madricl G.
"lá' lSS2i,88ss¡ C. West".,nann, «Genesi§», en Bibl'isthc'r Konnnrnl«r l/l (Nr:rr
al91i1,1 coñtrá ?-l*¡iiiriié r' áiticulii ild fe ; t¡ meno s. ial

t
304 Ho§rBRri y tvÍuNDo A L^ LUZ DEL cli-üADoR EL CONTRA LA CREACTóNi EL PECADO
^rEN"I'ADO 305

caos primitivo, ni a una tragedia cósmica que arrastre al de Adán


hombre, ni al destierro de las almas en la bajeza de la ma- del no §e
teria, sino a La libertad humana. Bl hombre desfigura un
rnundo que Dios hizo bueno. sino se
Hay pues libertad y no destino, hay pecado en el origen .p-ro-
ese
de esta situación. Y esta aseveración reviste singular impor- en Gn otros de la
tancia. ¿Cómo llegó Israel a ella? Verosímilmente del mis-
mo modo que descubrió creación y gracia en ese mismo
origen: universalizando y llevando a las raíces de la historia
y al principio de todo su propia experiencia de ruptura de
la Alianzas8, contrastada y corroborada con la experiencia
individual de pecado y la de los pueblos vecinos. ser como
A la vista de ese procedimiento, ¿habrá que concluir
que el malestar y la culpabilidad humanos provienen del te a §us
pecado singu lar de AdánP Sobre este no se po-
nen de acuerdo los
,.u.qa
.3, Adán con
I Por último, no se de la
,t /:^\,l
I ,/
(3,15) , que srgue al relato del nl
.t) ¡I
partr- teriEñ*del ue, §1 en le
darios y no poca fuerza [a lectura que descubre en el tex- manera
v
to el lazo cau v entre la si- condición de «
.§-!gue
ecado del a sus a
5,3;9 ,6).
ajl89l: to pecado va a brirrdar en todo caso
a Pablo el soporte que precisa para expresar la significa-
ción universal de otro hombre primordial.
kirchen-Vhryn), 1974. Serán especialmente frtilcs al lector es¡rañol los esrr¡
<lios qrre, con el respaldo de una amplia biliografía, realizanJ. L. Ruiz de la
I'efia, El t\on...,57 -78; L,l'. Ladaria, 'Iiología tlel ltectulo original l dc. la gttr-
c[n, l]AC(lvladricl 1993),6l-63;,J,l.GonzálezFaus,Pl.o¡acfo...,:]i4-j28.
3s
J. I. González Faus, Pro1ecto...,325 flptu¡tá ¿r la <<cx¡reriencia clc desvirtrra-
rniento que está haciendo con la rnonarquír».
')" Prrede verse el detcni<lo cstudio dc.f . L. Ruiz de la lreña, trl r/0r..., 68-76, no- 'tr Gn 4; 4,24; 6; I I .

tan<lo cónro lo <Jue antes firelon s<ilidos bloqtres cittólico y rr Ex.'i2;Dt9,7-10,5;Nm


l)rotesrante, err ll;Os ll; I srnB;Cll I Cor 10,6.
J)ro y en contra ros¡rectivanrentc, ernpiezan a rcblandecerse y entrernezclarsc.
ar <<conviene,
'ro El ¡ecurso al antc¡rasado el¡órrin¡o es liecucnte l)or tanto, ser cautos a l¡r l¡o'a <le ¡d.cir Gn 2-3 en c[ <liscrrrso í
en el Pentateirco: Gn 9,25; sol¡re el pecado origirral ¡rara no rracerle "¡>robar'"denrarsiad.»,J. t. R,,i,;i;, l
19,37-JB. CflJ. de t^raine,Adam at so.n li.nagc,Descléc (Ih.uges lg5g). la Peira, El tlon ...,76,
3C6 IIO¡úIJRE Y [{UNDO A LA LTJZ DüL CREADOIT El, ATBN'tnDo coN'I'RA l-¿ cRUACIóN, [L p[.cADo 307

b) Rom 5,12ss{¿ l'r'ro no se trata de un mero recurso literario. Pablo


¡',,rrrlr:rr la hondura, la fuerza, la extensión universal del
Bn este pasaje de la Carta a los Romanos, Pablo retornir ¡,,, ,rrlo, arirpliando Ia perspectiva judía que reducía a la
el relato del Génesis para volver sobre su tema fayorito: l;r ,,,,ro te de todos la herencia de Adán. Es el pecado.el que
no debida a las obraiáe1á^lif, si,,,, ,,rlr.rlrita esa muerte. Por otra parte, al ponér-en rélaciói la
a la gracia de Dios asumida por la f'e (Rom 3,23-28). Est,, l,,,,nartla» con el peóado de los orl§enés, iéialta la di-
indica ya que en ese contraste entre Adán y Cristo, es ésrr: ,,,, ,,'ióii hiitdiióa dé aquéfbé¿ádo qüe hundfa suq^qalc-ep
ei centro de su atención y de su mensaje. , ,' , I cóiázóñAá¿¿l[üño (t.'¡iá-rte).'ifáüt a iói-hombres

4!¡ fr b,_iS.q, esa. ¡alvagión universal de C$gto evoca <.1t, ,,,rrr,áI"énliá ilé§tino cólectivo de ruina e iniquidad.
rechazo la condenación, también universal, que pega so- l'ablo, sin embargo, al mismo tiempo que establece in-
nie toáá lá hümanid ad,. Tyd,91. pecaron (los paganós pc,, ',',tcrrtemente el paralelo Adán-Cristo, lo hace saltar con
se.o,ii y icto.ar a la creaturu'., ,n", ¿" ,l'Ciáaái; loslu, rrrr «cuá¡lto más>>, no menos insistente, a favor de Cristo
{íos por infidelidad a la ley y a Ia Alianza) (3,10). 1',.15.16.17), para concluir: «doncle abr¡nd9 el pecaclo,
Esa situación universal de pecado tiene por causa, ade- ,,,Ir¡¿¿§1¡¡1dó la gracia». Un pasaje que háblá, quizás con
más de esa doble transgresión, una realidad más honda: el rrr:is seriedad que ningún otro, del pecado, concluye en un
pecqdo mismo c-omo poder al que está v.eadldo cad4 uno r .rrrto d€ victoria sobre él y de esperanza.

(7,14), que socava su libertad, anida en el fondo de los pe- Se ha preguntado si la contraposición Adán-Cristo re-
-ieóhaio
c3d9-1 cg.rcrától (parapt6ma,ta) y se mañifiesta y , l,r ñáJáiñbiln"d e f Ia estriirá his tórici clacl d e
vgfa ón ellg s. s s la <<harngl!iq?:: . "oÜ., A(láii¡om; único paclie de L humañidad. 4, ..t. puntq
En este contexto cobra relieve la figura de Adán. Fue él l'al¡lo és sin duda deudoi de la éiegésis judía del Génesis
quien, como primer hombre y padre de la humanidad, dio y cle ius lfmites. l:¡g iiá. Ádáá qüien !1¡eie (volveremos
paso con su pecado, a esa <<hamartla>> que se propagó por el tema), sigue. en pie la doble afirmación paulina de
'obre
la gravedad y urdimbre del pecado y del peso incompara-
la historia trayendo sobre todos muerte y pecado. Así
puede figurar como la antítesis de Cristo. Ésa es su fun- lrlemente mayor de la gracia
ción principall resaltar, por contraste, la universalidad y No faltan en el Nuevo Testamento, aungue menos te-
radicalidad de la gracia. De ahí la repetida contraposición máticas, otras referencias a ese pecado. TambiénJuan adi-
-vina, por
dqtrás. d9 lgq pecadg¡, algo previo, un'tpCóado
(si por un hombre vino Ia muerte y la condenación, por
ciel mundo» (1,29), pero no hablá áiiéCiamenie de Adán,
otro lajustificción y la vida) (5,15-21).
sino de gna .oposición iádíóál."de"[zi§ tlriíéblá's á.-la"luz
(1,4), y dq un lprincipe á9 este mundo_>>, No es difícil en-
r{ Cf:J. L. Ruiz <le Peirn, EJ doz..., 86-t08; 1,. F. La<laria, Teologío,..,69-78; trever, en ese «h"gmigi{a 4ryd"9 .l pfinciplo» y «padre de
la mentira>> (8,44)ün"i ;[usión al tentador paradisíaco, con
J. l. Couzález Faus, Proycto.,., 329-333; P. Orelot, «Péché or.igincl rt ré-
dern¡>tion clans l'épitre aux Romains», en NRT 90 (i969), j37-962,449- ló-cliál ese «pecado» clelataría un origen tián§adámico c¡ue
478, 598-62 I . acentuaría-él óárácter enigmático, indescifrable, cle cst
{5 DENT I,194-204; DTNT Ill,3!4-327, espec.3Iu.322.
i<misterio de iniqüidad» (2 Tes 2,7) que envuelue lir histr-
308 HOMBRN Y MUI.{DO A LA LUZ DIIL CRI,ADOR EL ATRNTADo coN'r'RA La cltn,tcróN: E,L pDCADO 909

ria. Pero también ese prlncipe de este mundo será aniqui- )..2. La larga 2 tensa historia da un d,ogma
lado por el verdadero Seíror (2,S) y fue ya desbancaclo
cuandoJesús fue alzado a la cruz (Jn 12,31-2). Nos ceñimos, dadas las caracterlsticas de este libro, a
Hay que recordar por otro lado que ese concliciona- lo.más,esencial del proceso y) en particular, a la imagen de
I)ios (Creador y Padre) y del hombre (cfearura, hijo y pe-
I
nl en como eximente de la ,:aclor) que a{loran en é1a7.
i

i en uno
l
como en
a) Dos modos de entender la gracia y el «pecado ori-
ginal»

Además de relacionar, como nunca antes desde pablo


P seo.,
ba una manera no sólo en la
en §ln en-
vendría a afirmar que, de una rnanera a como la
tre yno respecto.
efan te los
r d v en nte los antro-
d hombrer la se actualiza en así una
e nuestras acciones pológicos ) nj Jgq qgi!s--'*Bup-ss o (allí el pesimismo
e§tá "P.§
gnóstico, aquí el optimismo pelagiano ); endencia
I
l
r ese er
en ambos casos de su diferente idea de ( caP.
esa situación universal de I de
Dios y alie era aslmtsmo capl tal de
I ue §e con
D t ss. texto gnego rmr-
a su vez., cobra pa-
déóé y, ;l mismá-tiempo,
tía er que que pasó a todos fue la muerte, no
en
el pecadoae. traducción latina (la <<aetus latina») tal-
taba todo el inciso («y por la muerte»)¡ asimis-
En la interrelación pecado de Adán-pecados persona-
mo, la palabra muerte como sujeto cle la oración siguiente
les,leeríamos [o que hoy llamamos dialéctica coqdicio¡a- "
Ese vacío lo ocuLpó el pecado. Por lo que hace a la trasmi-
UgE-t¡be(ta-d. Dialécticu qur "orr"iEiiá ullá*[Gj" r--
rómeno del pecado, recoge experiencias seculares (no
sólo somos pecadores porque pecamos, sino también al {7 El restoprredcverseenJ.L.Ruiz<letapeña,.É'llar...,
l0g-I5B;V.Grossi-
revés), y provoca un gran debate eclesial. B. Sesboiié, «Pecatlo...», I l7-168; L. Scheffczyk, Untand, Fall t¿nul E¡.ltsiin-
d-e. Von tl¿r Schrift bit Auguttinut,HD? II,Sa, Herrler (Freiburg lgg l
...
d$ ).
Cf. V. Grossi-8. Sesboiié, «El hombrc...», laS-169;.). L. Ruiz cli la peña, /,../
dou,.., ll0-122; L. F. Ladaria, Ibotofia...,Zg-86.
ad La¡ diversas o¡riniones pueclel verse en J. L. Ruiz dc la Peña, Ej loz..., l 0D- ae Sin que
podamos olvidar la relación proftrn<la entre arnbos,de la r¡rc sc l,a
I 07. bló en el cap. V, y que Pablo radicaliza.

I
31C HOtu ¡iRE Y IVIUNDO ALALUZ Dr.L CREá,DOII l,r, ATIrN'rADo coN'uRA L¿. cRnectóN, EL pECADo 31 I

sión de éste, la traduccién d.el <<eph'ó» por el <<ín quo>> 1c:,


llevó a creer que en Adán o en su pecado pecaron toclo.s,
siendo así que el'sintido'iorriente de la locución, y el qrr,'
lé diéron los PP. Óriéirtáles, esr «por el hecho de.-qge» t,,-
dos pecaron. Con lo cual, de rechazo, este «p-ecaron» n(, 9u€o coto al laxismo
s§-iéf'ériiía al pecado que hubiesen heredádó'dé'Adár, ,
', '
,, .,1

¡, sigó i tor periónále§ dé badá"ü1o50. La catolicidad de la c f

eclesial da cabida desde antiguo, como se ve, a algunas dc


las diversas cuestiones que el tema del pecado original
suscita hol'.

b) Bl naturalismo pelagiano y Ia reacción de Agustín

\lg-l-tg Agttrilt yiqq dio curso a la polómica. Comr¡ , ,riciar de nuevo y a solas Ia aventura humana. Cada uno
suele suceder, su teoría nació, maduró y se exacerbó por , , r\<lán. La gracia consiste o en el don de la libertad o en
contraste con otra visión del hombrer.dgl pec4dg, dp la rrrr,r ayud& externa para que aquélla cumpla másfácilmen-
i1e3"9!On 11 dé'lá §rácia. La ocasión la brindó una práctica /, 1,r que se le manda5l.
}. ,, püié§iái'¿á entonóés y de álioiá: éI baut{s'mo di to's ninos.
'*U; uL i¿;;l qüé ei áe los adultos, eñ'adminis tr:ado pála
Iq,f:yyj{_" 4g !o_l ferq!_gs, sqgún dice el Credo. FyeGiLo,
qyeFásumía sin discusión,lo que el pela[iáno Celeslio redención. El deba-
soméiió á crítica. No se debe aplicai con esa intención a
, I en particular en
los niños, decía, ya que nacen sin pecado, como Adán an- de un universal na-
tes de pecar. Thmpoco la muerte se la deben a é1, porque ( cr y pecar ek_4!4r.¿No hablaba ya en I Cor 15,22 de
es un hecho natural. Mucho menos el pecado, que requie- rrrr morir todos en Adán y resucitar en Cristo? Esa univer-
re libertad. El bautismo sólo perdona lo-q pecadqs per{o- salidad de pecado y salvación abarca, por tanto, incluso
, nales. En los ;iños iiéne úiii;ám¿nre li lirl"a J.
a los niños recién nacidos. Ea g-lióq p.1é¿isáméñfé; ¿áiéñ:
"or,rr-
grarlos a Cristo y abrirles el Reino de ios cielos (distinto tgs dá peóácló péisónal, y laq4aSdos sin emba¡go para le-
&il"a vida átdr:ná). *rpié.1_4^. pecados, se verl.a que perdurá el pácido ori-
&H jdg11, c.91 !a¡ gue p19^b1ble.4ente simpagil,arían gina[52.
I no pocos creyentes de ho¡ fueron rechazadas por Ia lgle-
t'r V. Grossi-l]. Sesbotié, «Pecado...», 126-128.
50 Ct. S. Lyonnet, Za historia de l¿ salaacián cn l.a carta a los Roma.nosrSíguc-
n «R-e-qlttl griginalc feccahon>>".Dc los níritos y lterdón de los ltceatlos L,26,39
rne (Salai:ranca 1 967), 55"90. (osA tx, r 952, 259).
312 IIOMI]RE Y iIUNDO A'LALUZ DNI., CITEADOR E[. ATENTADo coNl)aA le cRIiACróN, nL pucApo 3 13

no§ resulta ei «caso límite» rl. ,,rr..;, (l€ tal modo al Creador
los nrnos se convrerta en no sólo I'r ¡ rl a es el Salvador»sa
nl1§mo que hemos ve en otros capÍ-
, éste como r,rl,,s de este libro acerca de la relación entre creación y
I
antes ,.,1r,:rción, se resiste a admitir esa contraposici ón. E{islq
orifen én iá ',trc ellas por el contrario unaj
, no fácil, dialácti-
este es ya, como II. li crecer una con merma
que no han cometido ,,tr;r, lo hace encumbrándola. Lo contrario sólo te-
podría la que e la ,,, r' ltt cuando la salvación no creac
cra itá d¿'élévfói6n;" '.ilt() queda era ue \
ción, antes que el'hórnb;fé áe;é§istü'ellas. De lietho
así váiuii .;t t¡;l¡rGriü-¿ñ Olientds{-No e§ Que negasen lo I r( i¡ iuanc{o ia creacr ón aparece corno vlciáilá?e iaíz
,\,
que, por herenóia hábía en los niños de deuda y (' o s sólo
)
aun de corrupción, como tampoco suprimían los exorcis- rrrcde como r-
I
I
rnos en e[ bautismo. Pero ni llamaban a eso como ,1.9u r0. pa§ar con ve
hizo a nl re nr¿ttr-[1' y a que
Yno
'Iliá.
-qu! ó-lvidar ,lc tal manera que o hace uo
,rl
que los destacaban estos 1IP:!:O'I se apoya-
ban en esa teología. Aun a pesar de ese déficit ambos lados,la afirma-
( lon e§ correcta que v
sus

c) ¿Contraposición del Crea<Lo_r yelS li es ser óieació" y


,'
)r s
rnás entrañado en uno que
esto Juega a
Pero aun con todo en
acerca de nos tsmo a un
centrar en el respecto a e ganar sr ella
en
consiste, como dijimos, en mutua y permanente referen-
q]-:
"lll'h' 3s* lt ligL l"slggio' o
cia entre Cread<¡r y creatura y no en algo concluido de
una vez por todas con la concesión al hombre de su li-
5) Por ¡nás c¡ue muchos
bertad.
ctrír¡r
lrno, sin crtllargo rtoso-
I l¡asta diez l¡onores.
I
tr cr)eII 5q De la'naku'alcza
1t dc kt grztci« 34,39 (OSA Vl, el97l, 765).
55
la qq§ fla'.
I Juan <le
50, i53-154). a 6,13 (OSA 1985,416).

I
EL ATENTADO CONTRA LA CREACIÓN: EL PICADO 3I5
314 H,oyl,RI Y MUNDo
^t'iLUZ
DEL cREaDoR

..:/ I

a
it"'No serÍa honesto silenciar lo que lastra ambo§ aciertos
vés del a los de un gqqreje
11 re{i-9ci6n de Cristo a niiifo
Sg.rsiiriiá¡roi. Y3-apün¡amos ju ri¡iiláá, ii"á q"" ia
redentor. S,, grula ;¿ro;;
"'-,,iAhora bien, sólo en per- itcto
infecta el
óóné-óiida y eliva, como §e dijo'
manente apertura a Dios y su Reino y en un régimen de
gratuidacl,ia libertad es auténtica, sin replegarse fatalmen-
ola, a veces yen
í. ,obre sí misma' No fue fácil ver todo esto en el fragor
del clebate y en el momento en que éste tuvo lyS3r' Sólo el
r\dán
tiempo upottutá matices a ese delicado tema de la autono-
terrena es
mía de lo creado (Cf. caP. X).
ay que reconocer que en varros
No está por tanto tan a solas consigo la libertad, copg-
ntos de su teorla se debatió incesantemente consigo
o*nri¡, p.iugió. Viua y ciCce de la presencia dinámica de
'Dio,
I)u
lnlsmo, y no sólo con los pelagianos, y que al fin de su vida
.., ella. Y también de la vecindad de las otras liberta-
más
cles que la penetran y conclicionan actuando sobre aquella
m"sá¡iliaid que le caracteriza, y provocando aquella ten-
tación interioi a alzarse contra el Creador o a prescindir
de É1, de las que hablamos como primera forma de peca- e) Primeras decisiones eclesiales
do originai. Eso no lo reconocía Pelagio, sí Agustín, aun-
qre lol o¿ros hornbres apareciesen,aún demasiado con- Mucho más decisivo que estejuicio que acabo de emitir
á"nru,lo, en Adán, y su influjo interior quedase reducido (y qre habría que someter, y lo hago, al parecer de los es-
a herencia biológica. También en este punto habrá que pecialistas en teología patrística), es el hg.cho de que la
clar tiempo at tiJmpo para que se aclare esa dimensión Igle_sia se rgcgggqi{ a sí misma en Agtt1lln
histórica, pública, del pecado original'
) r.Lo en lelagió,
aun reconociendo, como se hace hoy, qüé'á1 debaie no
dejó percibir la parte de verdad que había en ésre último60.
En las primeras declaraciones eclesiales al re§pecto,
d) Presupuestos agustinianos más discutibles Con-
-tY
,l
l
año 4I8 no sólo asume
otros ctos que Agustín llevó sin duda dema-
siado os:
en una inclusión cIé tó- Dg.ltilllgtt!:4:lír1r1 de A<lán se origirrarr ¡nrrchos ¡recarlos,, Con¿enta.
rios a los sal,n¿os 132,10 (OSA XXii;'iglift,'475):-'
en !7 V. Grossi-B. Sesbotié, «El pecatlo...», 134-1.?,5.
t'" La Cit¿áad de Dios,l4,2S
(O§A XVII, rt905, 985).
r"' Dcl don dr kt
36 Lo que no le impedía reconoccr que «a su vez todo hombrq. e1 A.<!á¡r, Ya 9uc lx:r'xwxtnera, 2 1,55 (OSA Vl,r I g7 t, 57ft).
0o Cfl
G. Grcshake, Gnatl¿ alr honluvl¿ lrcih¿it, Eine {Jnt¿¡.st«:hruLgnLr (}rttt.
;;i;," prim".u rel¡eldÍa y ésta entraira,los ñliiCi tiiiiieiuiriilas. Al na-
d¿nLthn dw l\ktgitu, Matthias-GrÍincwal<l (Mainz I972).
rru. ya la mise.ia cle Aclán, pero añade algo a ella con su propia vida"'
".i,
3i6 IIO§IÜRE Y MUNDO LA I.\.)Z DAL qREADOR EL ATENTADO CONI'R¡\ I.¡ CRNICIÓN, DL PECADO 3L7
^

su de (223 §rno la afirma- ,l con la lo


Adán t, car-
ue §on ll o tlaJ.alrlqlfq%_gr.9gqs" B.disa!, y \ l.-.. l
en c tr .r1,,it it, la es la se
se lo que'|iói generación contra- 1,.r, ,' iil honor
J_e_!eP. lI rt de Adan, de la que
El Concilio continúa además el texto de Rom ill,l ,lc él (absentia Tal*a.uscneia-¡o-es,
1 lo hacía v que la com- lrrl §t¡ sÉLq le-s-s
prensión que de él deriva es regla común de ( CrnO§ natu-
fe en la iglesia universal. Si err estos dos puntos reproduce
-f'
r.rlt zil
¿Y*
el Concilio afirmaciones his tóricamente inexac tas de Agus- , 'lt'
tín, silencia en cambio el papel que éste atribuía a la con- lrntre estas dos notablemente de
cupiscencia y al traducianismo e¡r el acto procreador por se
el que se trasmite el pecado. l r( (),S e ln en
U srglo mls tarde el Concilio de (DS 370- , ,'l consrste en la
3e7) a sus cánones to de I ('ncla en
nrega del deseo en el hombre, pero
en cuerpo v por cau§a o Adánino et vt' en nQü él más la consecuencia que el núcleo del pecado
es ,,r'iginal, Tampoco vincula la trasmisión del pecado a esa
(371,372). , oncupiscencia, sino al mero hecho de nacer todos de
No cabe ignorar que se trata de dos concilios Adán. Con esa-mt§ma generag!ón es sólo condición
ciales, e sancionados fio causa e§a lo ella nó es
..-.r'1 esas reststleron pa§o lrna de srno una or-
)un v retomadas el Concilio de tenro, se ala reina entie los miem-
aunque trasvas a nuevos c mlsmo §e ro§ otra parte el pecado original no es
diga de la teología subyacente de Agustín, como ahora ve- I) persona sino en cuanto recibe su naturale-
renro§. han de se¡ leídas ¿ !2.lg.rg9_2 an- za del primer padre. Esta distinción entre lo que en el pe-
cho de de cado original de cada uno hay de natural y de personal le
lleva a describir así la historia del pecado y de la gracia:
«primero la persona contaminó la naturaleza; luego la na,
I') Repliegue y fragmentación de la herencia agusriniana turaleza contagió a la persona. Cristo, a Ia inversa, repara

M Agq §-tf.u ¡-=e-li b-e r a-d e


excrecenfla§ dichas se fracciona. J unto a la línea
'ir J. L. Ruiz de la Peira, I'I rlo'n..., I38-139.
,t\.. más dura, qü. i.teítin-
\ ../
i I
"r J. f/r. I-II,t¡.li2,a.3.
t
-

318 HollliR)i Y lviUNDO r'.l,ALUZ DtrL CREADOR EL CONTIIA LA CRRACIÓNI §L PECADO 3 i 9


^'I'EN'TADO

primero lo concerniente a la persona y después restablece l , ll,rrrcz,a de sentido se descubre


también en toclos lo que se refiere a la naturaleza>>03. Este es
desdoblamiento del hombre y esa referencia a su libertad, cle las cuerpo €l ,'
tanto en el pecado corno en la salvación, son sugerentes y interior mt§ma
prometedoresoa, aunque a nosotros aún nos parezca de- ,1.,,1
bien, el hastfo de la luz y de Ia sa-
rnasiado poco personal ese concepto de naturaleza. I, r, lr rel amor al error y a las tinieblas, la huida y abo-
r'ía,
, r,.r'ltnlento de las buenas obras, la carrera hacia
el mal»66.

g) Lutero revive a Agustín


Sobre la cristiandad occidental se cernía el destino trá-
gico de una herida (cisma) que en ella se abrió y que aún
nos duele y nos desacredita como lglesia de Cristo. EI
Concilio, que venía siendo reclamado por Lutero desde
l5l8 sólo se reunió en 1545, pocos meses antes de su
ryr{sllgJ-ry19u9 qs-|§tip.{.q I Ékll-délas filrte§ en conn!-!;
t_o (la p¡q1g.q!$!e). Su prehistoria e historia son un testi- '.'..J. La definicidn
del Concilio de Trento§a
monio fehaciente del infeliz influjo de intereses políticos
externos y de la misma política eclesial en cuestiones de F¡ente al pelagianismo de siempre y sus ecos
en el hu-
I'e65. Lo que pu.do se-1 la gran Reforma eclesial quedó en ,nanismo renacentista, el Concilio empieza
afirmando en
qna refbrma y una contrarreforml. l.s cánones l, 2 y 4,,y con Ias mismas palabras qr. to.
á.
De Lutero) heredero teológico y vivencial de Agustín, ( )range y Cartago,
la existencia del picado original. Sin
bastará asimismo con añadir a lo dicho (cap. VI), que en ,'rubargo, entre esas fórmulas agustinianas,
intrácluce re-
su comentario al capítulo 5 de la carta a los Ro¡nanos ab- fi:rencias «anselmianas>> a la perJida de la
santidad yjusti_
jura, como de «sutilezas de de la caracte- .ia originales. No hay que oividar que lo integrabai"obis-
como o carencra ¡ros y teólogos de las dos tendencias. Crea ñrego, ya sin
Justrcra v que v frerencias-anteriores, un nuevo canon, el3.o,
.oníuj.áa" ui
remedio del pecado original, es decir a lo que,
segúir pablo

,'i" 5. Iñ.lll,q.69,a.3, ird 3.


¡'situación" (el
"'' J. L Conziilez Far¡s la tcft¡¡mula así: «el hornbre corro¡npe la
rnurrclo, la socie<lad, la historia, la circunstancia (¡¡c l)ertencce a [¿t defini" "6 wA 56,3i2.
' ción <le cacla cual...) y la sittración corrornl)e trl hornbre», Proyeto...,376. "7 «Negar que cn el ,iiro ¡rernrancce el pecado des¡rués ,er bautisrno es c.,-
r'f' H..]eclin, l'li¡toria dcl coneilio de Trenlo [, La Luelw por d t:otu:ilio,ElL.nsa
culcar a Pablo y a Cristo», DS 1452.
(Pam¡rlona 1972) (en la ¡nisma ctlitorial aparecieron, de 1972 a l98l,lns ';' Cf. V. Grossi-B, Sesboiie, «pecado...», l6g-lS7;J. L. Ruiz de Ia peña, «/.1
cuatro volú¡ne¡res de su magrra t»llra cleclicada a la historia del coneilio); d1rz,..>>,1a6-1,54; J.l. Conzález Faus, pro4ecto..,
S¿¡-SSS; L. F. Larlari¡,,
.J. L. Ruiz <le la Pcña, El d0n...,142-155. Teología,..,98- I 04.

L-
320 HOt\.IIJRIi Y MUNDO ALALUZ DEL CREADOIT EL ATENTADo coNTRA La cRrncróN, EL pEcADo 321

y el Credo, es el centro del asunto: la superación de ese ¡rr: ¡,,' (f uiso clirimir diferencias entre las escuelas teológicas.
cado, y no por el hombre y sus méritos sino por Cristo. l,,r l ,r() resucita la cuestión del padrinazgo teológico de Agus-
salvación es gracia y consiste en revestirse de Cristo. ,. ('rr este concilio y en el tema que nos ocupa. Parece que
Todo esto era admitido por los protestantes rlo me¡r()r ,l turilogo africano no es ya la referencia suficiente para
que por los católicos. Sólo el canon 5.' aborda la difererr- ,,,rt:ionar esta doctrina. En ese sentido se inicia un <<más
cia profunda que estaba naciendo entre ellos, y constituyr: ¡ll,i» de Agustín. Pero éste no queda ni de lado ni atrás. Es
Io rnás caracterÍstico del Concilio en el tema que nos ocu- r r.r to
QUe el concilio, aunque no dio una definición estric-
oa. Empieza por donde saltó antaño la chispa: por el barr r,r rlc pecado original, se desplazó, al describirlo, hacia el
tismo de los niños. Pero no para repetir, como hace el ca- ¡,,rlo ans€lüliano. Pero la privación de la gracia no se da en
non 4, la antigua doctrina, sino para a{-rrmar, mirando a ,rna zorla suprahumana, inexperimentable. En consonancia
Lutero, que por esa gracia de Cristo, que el bautismo tras- ,,rrr ln lectura agustiniana del hombre, la ruptura con Dios
mite, se remite el pecado original y se borra, y no sólo rt,r ,,, traduce en perversión y desorientación de los deseos
se imputa, todo lo que tiene <<razón de pecado». Lo re- lrurnanos, en fractura de la persona, en concupiscencia ¡
frenda con textos de Pablo que hablan de esa verdadera ( n concreto, en ese debilitamiento de la libertad y en su
transformación. No queda en los justificados cosa quc
¡,roclividad al mal (DS 1521).
Dios odie. Así parece que se puede entender el tridentino si se
Es cierto que en ellos sigue viva la concupiscencia. k:cn juntos los dos decretos (el del pecado original y el cle
Pero la conclusión del Concilio es radicalmente diferente l;r.jurstificación)oo. En tal caso, esa síntesis significaría que
de la que extraía Lutero: aunque Pablo la llame a veces l;r iglesia siguió apoyándose en Agustíno aun sometiéndolo
pecado, no es porque lo sea estrictamente, sino porque ,r la prueba de otras antropologías y obviando los excesos
proviene de él e inclina a é1. Mas aún, si sobrevive, es para .le la suya; y, con ello, que Ia doctrina del pecado original
que luchemos contra ella con lo cual acaba siendo una rro es una afirmación teológica esotérica o irrelevante, sino
ocasión de victoria. En el decreto sobre la justificación, y
irlgo serio y antropológicamente verificable.
tratando de la debilidad y esclavitud del hombre deriva-
Fue el posconcilio el que des-articuló esa síntesis y em-
das de la prevaricación de Adán, añade algo importante:
¡rlazó el pecado original en el ámbito de lo sobrenatural,
la libertad no ha quedado extinguida, aunque sí atenuada
rregado a la experiencia, en estrecha correspondencia con
e inclinada (DS 1521,1555). Este doble triunfo de Dios y
la tendencia a srrperponer la gracia sobre una <<natttra
de Cristo sobre el pecado y la negatividad es la afirmación
pu,ra>> no alterada por aquélla ni, consiguientemente, por
clave e importarrte del Concilio, que rechaza a la vez el
su ausencia (pecado original). Lo que dijirnos en el capí-
optimismo pelagiano y el pesimismo luterano. Y por de-
tulo V repercute necesariamente aquí. Por eso si la unidacl
bajo resuena, como dijimos en el capÍtulo VI, un doble
himno al Creador y al Salvador.
Esto hace de la doctrina del Concilio de Trento una 61' l'¡rérclida de la in<¡cencia original", afirn¡¡tla
«Nos ve¡nos llevados a lee¡ la
verdad realmente «católic»> (en el sentido original, no dis- por el concilio, en la óptica <le la'(pérclida de Dios" tle la arttro¡>ologfir agrts-
criminante, del término). Lo es además porque el Concilio tiniana», V. Grossi-B. Sesbotié, «El pecado...», I95.
¡1,

HoMBIIE Y MUNDo A LÁ LUZ DEL cltEADoR


IiL ATENTADO CON'I'IIA L¡\ CRUACIÓN: [.I" PECADO 323
322
',1.4. Teo reciente original 70
radical (sin confusión ni separación) entre ellas se mantie-
ne viva,la gracia será más radical y originaria que la natu- n) L3 lecrura insuficientemente etiológico-qir4bó-licl
raleza y, pár consiguiente' que el pecado original, pero ,t,I rglilo glnesíaco, fii ó9rná h ve$¡a, iIrá¡a.ti q". |u
éste, a .l. ,"r, será más grave Porque se subleva a una con- rraduóción'latina ófrácif .del te"19 pu"ti"á,'nizá que el
tra la creación y contra la gracia, contra el Creador y con- r;r"óiiió'pénsáia e""Adán di"; causante de la des-
tra el Salvador. "omá
¡rrrióiá-tóleeiirá'A;-l; ffim;riictaá; y ." r" p."ráo
Y esto obliga de nuevo a hablar de la concupiscencia y i n icó jiéóad"o' o riginal «9-{gi gan
"oÁo
péro, apáiie lái dudás
mis-
,
te¿
a resituarla en este doble contexto. considerac{a en sí ,1rre la teoría de la evolüción plantea sobre la capacidacl
rna) es algo natural y distinto del pecado original, como ,lcl primer hombre de decidir la suerte de la humanidacl
dijimos (cap. Vi). Pero, como también allí se dijo, tampo- ( rrtera y sobre su misma condición de padre universal, ese
co l'ra e*iuticlo nunca en estado puro, sino siempre bajo la ,,fqqg-m+, fav..9¡9gla Ia imagen de una multitud de solidáii-
égicla de la gracia o del pecado' Está encardinada en un
yo
.lades individualizadás de Adán con cada uno, y nó de
qi., o girisobre sí mismo, o gravita hacia Dios y los ,rrra auténtica huminiaad soliclária. Los demás sólá hacían
otror. En este segundo ca§o es material de victoria, pero ,le transmisores del péCaclo de aquél y nódá ácioré, á.ttu
en el primero (y isí la entendían Pablo, Agustín y Lutero) liisloiiá pecáminosa de la humanidad de la que cacli r"rno
es la manifestación del pecado original; e§ este mismo
en
ni¿E':-Eti cst hiimanidácl pécadorá ei én li qúe liáy qu.
sus frutos. De nuevo el punto de vista más teórico o más fijar-ante todo los ojos; cle ella se ha enseñoread o la <<ha-
existencial, más anselmiano o más agustiniano, decide tn,arl;ía>> y no sólo de cada uno, ni cle Ia mera suma cle to-
acerca del sentido de una afirmación y §epara los espíritus dos los individuos. La estructura solidaria de la humani-
e incluso las iglesias. clad viene a ser el soporte, seriarnente verosímil, de una
El Concili,r mantiene aún la síntesis: no es pecado, cloctrina del pecado original. Esto
pero proviene de él e inclina a él' Valdrla también aquí el es algo
a*io*a «clistinción sin separación>>. cuarrdo esta filtima se va histo-
produce, el pecado original pierde arraigo existencial, na, y §u no híblicá) ló§ del
cle experiencia, y viene Poco a Poco a concebirse
"orrpo,r., ma[ hereditario, conocido sólo por revelación'
70

.. "orrt
Cf. V. Grossi-lJ. Sesboiié, «Pecaclo...», 182-2A2; A. de Villalnro¡rte^ «El
Por el otro extremo B¿y-o. (DS 1942ss) y Jar¡senio (DS cado original. veinticinco años de co¡rtroversia: lg50"Ig75», en «Natur¿leza
¡rs-

2319) volverán, cle rechazo, al agustinismo maximalista y gracia», 24 (1977», 3 -65, I fi5-22 ¡, 385. 465i 2F ( 1 979), 3-
I 06;, A. Vanncs.

,qr. y, conocemos (cap. VI)' Iüantener esa dialéctica será te, «Le póché originel. Vingt-cinq ans <le conrrover.§es»r elr ETL,56 (1gg0),
136-145;J. L, Iluiz <le laPeña,El d0.n..., 158-l98;J. I. Conzilez Fais, prr-
por ianto una de las tareas principales de la teología del 2ceto..., 36 l -3B6; L. Il Ladaria, Ti:ologia..., I 06- I 3 l.
7r «Descle este
pecado originai. Pero quedan otras' prinrcr ¡recado, trna ve«latlera i¡¡vasión de ¡rccacro ir*rrrcra el
rnrrrrdo», cat¿üsruo de la lghsi« cuttíliea,40l. y mencic,na elr concrero el
f'ratricidio <le caín, la corru¡;ció* .,iversal, y la inficrelida<r cre Israer a la
Alianza.
7!
J. I. González Faus, Proyteto..., SZ5,
32.1 }ION,IBITI] Y MUNDO A LÁ LUZ DEL CRNADOR EL ATEN'IADO CONI'ITA LA CÍTEACIÓN: EI. PECADO 325

ecado del mundo» de que habla (1,29 ). Él y*h!!, rr.rrrscendencia del hombre, la humanidad no es sólo ni
mano. ismo de Adán se ha- una comunidad (aurique ámbiCn
I I
en de un que en e§te caso §e trata trasmitir (referen-
i
Es cierto que tores slgue recono- , ,,,s a Dios, inclinaciórr al bien y al mal) taurpoco son rea-
ciendo una significación especial, si no precisamente al l,,l;rrles biológicas. Incluso biológicamonte) todo indivi-
pecado de Adán, sl a uno hubiera tenido «en los ,l,r,r llumano es ((prematuro))) nace antes de tiempo para
,,,rrt.inuar naciendo personal y culturalmente en la rela-
Ílan- r r¡rrl t los demás. Lo e tenfa resabios de La
tlene que no es fatalidad, defecto de ¡,,t Inraleza natura.e como
construcción, sino producto de la libertad. Y éste sería el como una ade o. Pero
permanente sentido de la referencia a Adán. Su nombre ( st.o nO festa se
mantiene vivo el recuerdo de algo que pudo no ser75. lrraufleilt?.
GlEstrechanrente unido u-".á .riá el asunto de la Todo esto continúa desdibujando la concreta de
tidsrnisi,ín del pecado. En tento sólo se pensaba en el r\tlín Y ma
cñce géneracioñil, en la hipótesis? entoce¡ incliscuticla, de
de que toclos provengamos de una pareja. Pero esto es
algo que la ciencia pone en tela de juicio y que ni la lectu-- Yendo a lo más es asunto,
ra actual de la Biblia ni el ¡nismo análisis en profundidad v ya lo apuntamos) nos cuesta hacernos a Ia idea de
de los textos tridentinos obliga a admitir. Y es que el pre- pueda ser considerado por Dioi como quren
supuesto de que la generación sea el único medio de crear I r() ue (qiia diiíd cál:
humaniclad y de pertenecer a ella, se ha avalado inexacto. de la Barca). Por todo venrmo§ dicienclo, y la
Existen otros lazos más estrechos yo cauces más es- rraclición eclesial y teológica siempre ha reconocido, g¡-e_
pecíficamente personales de universalizar lo humano @! I,cg1fl9_ej-^puy distinto del personal, en el que solemos
; ienguaje, la cultura, las instituciones...). Si creemos en la ¡, e nsar*cugil;tr.á5mrió s de-paeado; Es tó §e éChá ?'éner
Í------- ,,. ñ";T;¿;iitciilii'4il péóádó' üiginal que rrazó Rahtgr
lrace ya tiempo y que ha pasado a ser considerada <<stan-
'" CI.,J.L.RuizdelaPeña, Eldon...,177-182.«Laincidenciaderoclalahisto-
«lard» por muchos teólogos : «una situación universal de
ria de ¡>ecado err la situación del hombre que viene al mnndo es algo comun"
I
'¡t
¡üente 26. a todo hombre antes cle la declsron
La-* I §u
I

cn cuenta co es
Vat §e I

corltta I
I

"'.f. L. Rtriz cle la Peíra, lmrtgrn tlcDio,r, sal T'errire (Stntand er'),261-267.
7" «Ex¡rresa, en lengua.ie leligioso cle[ nrito, y por tarrta dcl sínr[rolo, urr )7 K. Ralrner; Í,st:t'ilos
dc ttologkt I, Cristian<lacl (Madricl 52000)i 307. Bl origi.
acor¡lecimicnto de lil¡ertard togriginal", el paso <lel honrl¡re i nocente, ¡rero lh- ni¡l.alernán es (g§!8, pesjl s_l¡_y-9.?,--r-9J:-.jlJ§_"_.lll_ql.!lgulo.a_nrerior, «'l'hr:o.
lible, al honrbre ¡rccrrlor»,V. Grossi-ll. $esboii6, «Pecarlo...», 20 1. logisches zurn Monogenisrnr¡s)),en ZK'ni;fT (i'954), l-lSi'i7i-Itl4. Vtlrsc
326 HOlvlgRE Y MUNDO A LA LUZ DEt, CREADOR EL ATDN'ÍADO CONTRA I,A (JREACIÓN: [L PECADO '327

rencia tal entre un Pecado y offo ha hecho que el de


Rahner afirme que y válido del su
dé toclo
l, .¡titIIlOS ya
?6
v gy. SE

esto sólo

nos
en e§te acerca que
,,, I)ios como Creador y Salvador. No se trata evidente-
rrrr:rtte de srno mensa-

de Cristo de
l.r v el seniido

delata al mismo ii.n\-


este tema
uno nue- I,
sus avances

2.5. Elpecado ortginal en el Vaticano II


que contraría a Dios. Por pertenecfr.a eia humanida{, 5na- En vísperas del Vaticano II no contaba la Iglesia con
--'
qgn é, pecadoii. it-z 'u , zr ¡ . ¡:-: -rl¡-¿:' r Q 1i '^"i.
/ textos doctrinales sobre el pecado original con los que
¡roder hacer frente a la nueva situación cultural y teológica
que acabamos de esbozar) tan distinta de la de los siglos v
el eco dc esa f6rnrt¡lación enJ. L' Ruiz de la PeÍia, El don.'.,lfi3' A¡rtc,s de que ese nuevo hacía
v XVI. Parecla a
lraccrla suya,J. l, Q91z¡{!e.2".{a3s,Pro1ccto..-,377,dicet 11§! llqml¡rc.¡¡1cq iry
<') tii,ñ.iciliiinte ileteiic,ia<lo,por(lue nacc err un nltr¡rrlo y crr urra Iristoria quc
inviable mrsma
éi ,ñi",iu trá ils cle_ioiiorunáo ¿csrle s.s i,iiCit,-, C 70. liii la ¡riígina siguie.- tener a trance. 9u9 que las
bttot defirriciones ¡raralelas.
tó l.l,;¿é
Crrüo frrndauental sob¡'e laf, Hcr<ler (Barcclona I979), I 42. Toda la plígi-
",.'o rlar y las quc le
, ¡rrececlen y sigrten, ntcrecen ser lcírlas. 80 LG 2-3t AC 2-3i G§ 10,22,12,38..
J."L. lltriz de la Peira, lll t10n...,197.
i

I
328 uür\lriltli y r.tuNDo At,ALuz. DEL cREADoR EL A'TE¡{'TADO CON'l'R.{ LA CIIIIACIÓN: IiL PIiCADO 329

de de audaces la ese de los orí-


no alcanzado aún el e madurez en y- e1.el
que an anteriores. Ello explica v d lo
sloaenü¿há-l partes voces a comrston prepa- v
ratoria pidiendo aclaraciones sobre un asunto tarr delica- ,i(ésta concuerda con lo la revelacidn descubre».
do y controvertido. de
La comisión un tan a la defen-
slva tan te «el hombre, desde
las o srn lu- t,l comienzo mismo toria, abusó d;;ü li5drtdlil-
I
a otro el tema §e at I
i
abordado. os esto es un de Dios». asr Concilio al mismo tiempo I

que uir siendo lüüt'-i<a la anti- la del


trene en Yasto de la
o menos c en- último en la rela-
.*--_¡.--*_-í.
esa renuncla a una srtuactón ci_ón asÍ migpq-, a los otros ato ral
de no consenso a OS
rnodo que toda la y la colectiva, se pre-
I
a que nuevos ca- senta como una lucha dramática, que el mismo hombre no
I
I
mtllos, era puede decidir, entre el bien y el mal. Cop9lglo--"t9-9_qldan-
<[o el Señor vino en persona a liberarle renovarle
\
propuso que trmamente ex-
del hombre y pecador plica excelsa vocación del houlbre y, al mismo tiempo,
señaló de esa nueva su profunda
Junto a hallar ecos de
comlenzo Ia nueva en
slno y 7 de la Carta a ceder
y.ro cle una «dura entre
este nundo» fin 12,31 Junto a Ello
Esa expansión universal del pe-
cado iniciado con toria arraiga en el egoísmo humano
(!'rPue.lc verse, con un come¡rtario derallaclo, G. H. Ilautlr¡ «Le péché originel individual y colectivo que pervierte el progreso hnmano,
- Vatican II», en «Es¡>rit et Vie», I0l (1991),657-608.
a
8' De esa opinión es G. H. Baudry, ii'itl., 664. hace que el mundo deje de ser «espacio de una verdadera
sr Véase, por ejenrplo, El. crcdo tld pueblo da Díos d.a Paltlo
l/1, 16 y El catccis- flraternidad» y amenaza con destruir al mismo género ]ru-
n¿o de la lgLesia cató\im,404. mano.
3r Así opinaJ. Ratzinger on su comentario a GS
i3: «Das zweite Vatikanische Ahí sitúa el Concilio la necesaria explicación dela «mal-
Konzil. Dokumente r¡ni! Ko¡nmentare llI», cn l.:l'hK, Hercler (Freiburg
1968), 32 r-322. dad de esto mundo» (que parecería contradecir la bonrla<l
330 I-IOMIJRIi Y MUNDO r\ L¡\ LUZ DIj,L C.ll.BADOIt EL ATI,N"IADO COII'rRA I,I Cnr,ncIÓN, Er, PECADo 33I

originaria de la creación), al decir que consiste en aquel y dela hínosis del Hijo; si esa autocomunicación de
1,,1,,r'ia
«espíritu de vanidad y malicia» que transfbrma en instru- lrrt»s &l hombre, que es la gracia, tiene lugar en la misma
mento de pecado la misma actividad humana ordenada al r,.,,rscendentalidad de su espíritu, en una modificación
bien. Sólo la cruz y resurreción de Cristo, vivida por los rir,rluita pero fundamental («existencial sobrenatural») de
cristianos, devolverá el sentido a esa actividad y restable- r .;rr)..., no se podrá decir sfz más rlue alguien (todos) naz-
cerá una visión positiva del rnundo, un mundo del que el , .r privado de gracia (1,, en ese sentido, en pecado). A ese
hombre, al revés de [o que propugnaba Agustín, podrá no ,,,vcl transcendental nadie puede bloquear el designio ya
sólo. usar, sino tarnbiéil gozr de los bienes de la creación. ,, ;rlizado del Padre de autocomunicársenos por el Flijo en
Hay que notar por fin que, en las referencias de paso , l hl,spíritu. ¿Por qué nos resr¡lta hoy insoportable la sim-
que el Concilio hace al pecado original originado,.Lunca ¡,[c idea no sólc¡ del infierno de los niños sin batrtismo,
lo llama p9ca.g!o85, dato tanto más significativo cuanto qüe ,;ino la del limboP ¿Podrá quizás alguien separar a ese
iriel esqüemá rechazado aparecía 14 veces esa denomina- r¡iiro del amor del Padre? ¿Será salvado sólo por los méri-
ci¿n. ro.s de Cristo, o también porque Cristo vive en él?
" Si es verdad, como se clesprende de todo lo anterior, B) Ahora bien, si somos seres corpóreos, sociales, his-
que el Concilio no quiso desarrollar una teoría actual del triricos, que llegan a Dios y a sí mismos en el encuentro
pecado original, habrá que concluir que algo se estaba ,,on el mundo y con los otros, aquella invitación primige-
moviendo no sólo en la teología, sino en Ia misma doctri- nia e interna a ser y obrar como el Flijo, queda mediada
na eclesial y que permite nuevos intentos exploratorios. por la historta. En primer lugar por la de É1, por la vida,
rnuerte y resurrección de Jesús de Nazareth y por lo qLre
la anticipa y prolonga. La encarnación, prevista y puesta
3. El pECADo oRIcrN^L A LA soMBR^ DE LA GRAcTA oRI- en marcha desde la creación del mundo, es la mediación
GINAI. histórica universal de la gracia. Nadie riace por tanto en
un mundo sirr gracia. Pero ésta queda expuesta a la reac-
Recogiendo Io dicho, poniendo en relación esta condi- ción del hombre ante ella. En este sentido la gracia está,
ción pecadora del hombre con las otras dos de creatura e de alguna manera, a merced de la historia. Y lo mismo se
hijo, y manteniendo el carácter aún mós original de ístas, diga del niño que nace en ella.
parece posible y legítirno trazar el siguiente cuadro de re- C) Si la historia universal reprodqjese la del Hifo,la hu-
ferencias: manidad sería toda ella un ámbito de gracia, y cadá hombre
A) Si el Creador es el Padre de Cristo; si somos crea- nacería en el mundo que se corresponde con su condición
dos al ser convocados por el Padre e irnpulsados por el transcendental de hijo de Dios, t!g"g!T{?:.n gracia.
Espíritu a participar de los sentimientos de Cristo, de la D) Si la humanidad es (no sólo, pero también y en pro-
funda ambigüedad) encarnación de egoísmo, ambición,
rr- violencia, un «mundo)) que ya «no proviene del Paclre»
s5 Sirro ¿gda (lapstrs), LC porque está carcomido por la «concupiscencia de la car¡r<:
i 2i proclividad congénita al nral (/rtrljvls ad ¡nahtn
I tuhu), CS 25 nral paso o manchi (ktbes), lM 7; AA 7; LG 59. y de los ojos y por el orgullo del poseer» (1Jn 2,16), carla
JJ/, HOlvlIlRE Y MUNDO AI,ALUZ DflL CRE¡\fiOR IiL A TüN"DTI]O CONTRA L¿\ CREACIÓN: EI, PECADO 333

hombre que nace se halla históricamente des-asistido dc t ,) «Esta dura contienda..., que empezó con el mundo
aquello rnismo que reclama el fondo filial de su ser (f'e, es- ¡ ,r, t {isará hasta el último dla» (GS 37), no queda sin em-
peranza,. amor), y predispuesto y provocado a refrendar 1,,,,1,,, indecisa. Y es que no se trata de fuerzas iguales.
con sus actos ese <<mundo>r que ni trasparenta ni trasrnitc \,rr*¡rre el pecado original abarca y precede la libertad, es
-<'.-' t ,, vez precedido y englobado por la gracia, en cuanto
qracia; nac¿ sin gracia.
E) euindolT[Qu. la «plenitud de los tiempos>>, y ,,1, ta aúrn más radical de Dios al hombre que la que [a hu-
aparecer cntre los hombres, hecha carne, la «gracia y la ,,,,,,¡iclad pecadora le hace. Por eso el pecaclo es menos
verdad», tuvo lugar el rechazo histórico de ellas, que es el l,rrrrlante y protológico que la gracia y por eso ésta lo per-
pecado, éste reveló su hondura, su pretensión y su seño- 'r'itt' ¡rorque lo puede superar y resultar así una gracia ma-
r(o sobre el hombre. En este «rnundo>> que Cristo y su (felíx culpa). Lo vencerá del todo y ya le ha ganado la
',,t
cruz desenmascararon, envuelta en esa pecaminosidacl l,.rl.rl[¿r en la muerte-entrega de Cristo, en su resurrección,
universal, nace cada nueva libertad, bloqueada en su ser 1 r'rr l& vida de aquéllos que preceden y sigtren aJesírs
de gracia, tentada exterior e interiormente a reli'endar por
'rrno süs anticipos y sus testigos. El cristiano reconoce
su cuenta ese <<pecado del mundo». Y cuando con §u pe- ,,rrno nadi€ la seriedad del pecaclo, pero al reconocerse él
cado personal ratifica y agrava el egocentrismo de esa hu- ,,,isrno como pecador en la «confesión» y creer <<en el per-
manidad «encrlrvada sol¡re sí misma>>, y ambas concupis- ,l,in de los pecados», lo vive desde el distanciamie nto cle
cencias, la particular y la colectiva, en el lbndo tan ,.1 y clesde la victoria sobre é1. La actitud creyenre ante el
gemelas, tan cargadas de mutua cornplicidad, se hermanan r,ral no es ni la dcsilusión de quien lo cree invencible, ni el
contra la gracia, queda patente esa tercera dimensiórr pro- o¡rtimismo ingenuo del que, o no 1o ve, o conlía superarlo
, funda del hornbre: su de
sÍ»lo con medios humanos, siempre contagiaclos de é1.
F) Sin embargo, Jun toa la corriente de atra-
H) El l¡autismo perclona el pecado original al restituir
viesa la historia un flujo de gracia «desde el justo Abel plenamente al hombre a su ser originalo situándole en Lln
hasta el últirno elegido» (LG 2). Y es que el Padre, hori- ;irnbito, ya no ambiguo, de gracia (la Iglesia), donde el co-
zonte universal, lo ilunrina todo de positividad y amor? y existir humano está llamado a ser sacramento (sigrro real)
el Espíritu clel Padre y del Hijo irrumpe por todas Partes
rlel existir de Dios con nosotros (Cristo) y del existir de
creando adoradores de Dios y precursores del evangelio
Dios en nosotros (Espíritu), y donde en ella y con rodos
(16). El Hijo, por su parte, ha asumido ese mismo rechazo
Ios hombres de buena voluntad es invitaclo a crear espa-
y le ha hecho frente con una contraoferta de amor. «Don-
cios de fraternidad, a instaurar el Reino de Dios.
de abundó el pecado, sobreabundó la gracia». Ambas co-
rrientes se entreveran en la historia y no permiten afirmar
I) No siendo del «mundo>>, los creyentes siguen en él
\i que el que nace en ella lo haga, incluso a niael histórico, fln 1 7,I 4- t 5). En esta perspectíua, el pecado original no es
Ni la naturaleza deja de trasmitir pasmo) dejado del todo atrás con el bautismo. Continúa siendo un
l sin gracia alguna.
I belleza y gratuidad, ni en la historia deja uno de encontrar momento interno de la configuración social de cada uno.
bo¡rdad y desinterés. Todo ello le provoca a creer) esperar De ella, y contra ella, ha de emerger a diario su vivir en
y amar. gracia; es Ia opción aml¡iental anticristiana, prepersonal-
EL ATENTADO CON1'IIA LrI, CREACIÓN: III. PIiCADO 335
334 lloil'rllltr Y MUNDo A LA LUz DDL cRIiADoR

fundamen' 1,ica ), mecanismo del pecador la inversión de la violencia


personal, en la que ha de tener lugar la «opción ,'rr perdón y del odio en amor. Y no sólo en la muerte, sino
-
tal>>por Cristo. t ¡r toclala forma de vida que anunció y protagonizó, en las
Ji Si se quiere dotar de contenido 2 experiencia a esa n(revas lbrmulas de «bienaventuranza» que propuso, en Ia
,.#, del pecado original y de su trasmisión' habráy que l,rcvalencia del dar sobre el recibir. Cristo vence el pecado
Dios esa
especiñcai más esa sltuación de carencia de ,,riginal rompiendo el giro fatídico del corazón sobre sí y
;;;;il"ncia. Algunos han hablado.de «incapacidad
diso- ,rl¡riéndolo a Dios y a los oros, en particular a los rnás en-
áiufog;l co¡r Dios y"los hombres»' de «historicidad vueltos en aquel pecado y en sus consecuencias.
de <<egoísmo potenciado»86' O-tros lo concretan
en
"iadair, m¿i socioügica que vincula pecado orig-inal.y De este nuevo estilo de vida hace Cristo no sólo una
rln, lin.o
locali- I)ropuesta a cada libertad, como vimos en la parte primera,
p""J, .trtucturalsT, o".,' tti'o más.psicológica queesas sino también una pública a la humanidad toda. La llamó
'ro .r, .t nundo de la angustia y de las neurosis es-
«Reino de Dios». Una nueva forma de mundo y de socie-
;;";;";^, clel mal88. Ni fáltan quienes lo detectan en la rlad, presidida por el Creador y su proyecto, que desmon-
i;;;.i; general del cosmos y en los atavismos-y. fijaciones tarÍa el pecado original. Ya tratamos (cap. V) de la necesi-
q"" t"riLrr"n al munclo en su pasado I no le dejan abrirse rlad de formas pírblicas de gracia. Dondequiera que
, lu ,,ou".lucl que siempre es la graciass' surgerr, el pecaclo original pierde terreno. Sabe Jesús, sin
De hecho itabría qu" dettttbrirlo dondequiera ql:.1' embargo, y lo experimentó hasta el límite, que el «mundo>>
imposible'
condición cle creatu.a e hijo se acalla o se da por se resistirá siempre al Reino y lo combatirá a muerte. Por
á;;;;" niega u olvicla l"a t'uma finita y abierta dedela lavida li- eso el pecado original pervivirá hasta el final de los tiem-
humatra, dotie se produce un ensirnismamiento pos y sólo una última palabra de Dios,lo mismo que en el
donde.la
;;;"d i.ro se aclmit" otra mayor y su proyecto'
los caso del mal físico, acabará con é1.
convivácia se organiza sobre el tener y el poder' donde En sus dos formas, el mal reclama del creyente y de
;;;";- propósitoi se desfigural I cargal de intereses' don- todo aquél que lo padece («todo hombre que viene a este
cle la sensación de que el bien es imposibleola guerra mundo>>) la misma acritud: la lucha denodada contra él
"rrrcle la bonclail tonta, las estructuras irreparable.s"'
-
,r""".u.iu, con la esperanza en victorias parciales del hombre y con la
K)--f;*bién la victoria cle Cristo sobre el pecado ori- garantía del Creador de que, rnás allá del pecado y de la
en 8u
rinuÍ hubtía que situarla no sólo genéricarnente muerte,la vida y la gracia tendrán [a Írltima palabra.
ir,o.rr. [aro, de los pecadores, sino en lo que el-l
:sa
"r, y desquiciamiento de la ló-
*r*.," se producía d" q',iebta

s6 pr¡e<leversequiénesyclóndeloclicen,enJ.L.RuizdclaPerla,EIrlor"''185'
E7 l. I. Co¡rzález r*aus,Ptoleclo"',237-298'
,, t.';"';;;;,.,^, St*i¿urro de¡ Bijsen, l,lt,lil, Schóningh (Paclerborn
1988), I777-i778'
* j. i. áLg".ao, «llvolución y culpa»,.en Teologíaaüiarln lI' Cristiandad (Ma-
i.ia is'Bil, ¡a5-486. Pr¡ecl'e verse el comentario dc.J' I' Conzález Faus' Pru-
7act0...,285-29 8.
IX

LA GLORIA DE DIOS
Y EL E,SPLENDOR DE LA CREACIÓN

l.
El Creador no tiene sólo la última palabra sobre Ia
creación. Profiere también incesantemente la primera,
aquélla que llama las cosas al ser y a la gracia y las sancio-
na como btrenas. Esa bondad original que tienen por pro-
venir del Padre, reflejar al Hijo y vivir del Aliento cle am-
bos, será siempre más radical que lo que su finitud y
culpabilidad puedan acumular de mal y de fracaso. Til
yez sea necesario hacer hincapié en ello después de haber
declarado en los dos capítulos anteriores las deficiencias y
amenazas de la creación y haber traspuesto el bien defini-
tivo de ésta al final de la historia.
Y si, como venimos repitiendo, Dios al crear no sólo
dice las creaturas, sino se dice en ellas, esa bondad origi-
nal no es únicamente producto y reflejo del poder y bene-
volencia del Creador, sino también de la plenitud de su
ser, de su bondad ontológica,. Todo ello nos reafirma en Ia
¡rresunción de que el bien de la creación es realidad y no
sólo promesa; de que es, ya ahora, mayor y más pujante
que el mal (físico y rnoral), Por eso es capaz de integrarlos
y superarlos.
2. ¿Bs la creación .sólo buena o también bella? Habría
que empezar preguntando si se pueden desmembrar am-
bos aspectos o si la belleza es sólo el esplendor del bien o
del orden, tal como ¡riensan los seguidores de Platónr, y la

I Dicc Agtrstírr tJue «natla hay orclenr<lo que no sea bcllo», l)c latt¿xlt¿lcxt.t.¿,
Ligi6n 41,77 (OSA lV, 1966, 164). No se olvide <1ue el ortlen es, es¡recialnrc,r"
re ¡rara el nrun<lo grecolatino, trnir dc las fbr¡las sul)r'c¡nas rle bicrr.'T'irnrbi,lrr
Tonríts alirnra <1ue lo bcllo consiste «i.ntlebiktfro.portiorrc>>,S.fh.l,<¡.5,1.,1 arl
338 HOllItsR§ Y I\{UNDO A T,A LUZ DIL CRIADOT LA cLoRrA DE Dtos y rL E.spLENDoR DD LA cREAcróN 3Sg

metafísica occidental cuando la considera como un «tratt,s- ,lr;rlesde sentido, promesa, creativiclacl, sereniclad y exalta_
cendental», es decir como algo no al lado del bien sirro,ll , r,in al mismo tiempo...; una dimensión clel munclo por la
igual que la verdad y la unidad, como otra configuraciórr ,¡rre éste parece a La vez concertado en sí y desbordante
total de él y del ser en general. ,,¡ls allá de sí mismo. Eso realimenta sin cesar la pregunta
Por otro lado, ¿no tiene también el mal (el poder sirr ,r(:crca de la relación entre belleza y creación.
trabas, [a violencia, la venganza, Io demorríaco...) un c§- 5. El interés de la teología porla belleza no parece ha-
plendor que ciega a muchosP, ¿requerirá la percepción cle []er estado al mismo.nivel que el que ha mostrido por
la
la belleza una educación de la sensibilidad, así como la dcl verdad y por la bondads. Se puede incluso preguntar
si la
bien reclamaba la de los deseos? Irclleza, por la fascinación que ejerce, no hi eslaclo siem-
3. Cornparada con Ia verdad y con el bien, la belleza 1,re bajo sospecha de paganism<¡ e idolatría (Sab 13,3),
se caracteriza en ef'ecto por un alto coeficiente de subjeti- .laramente contrarias a su creaturiclacl. pero q"ira áá,
vidad. Bello es para Tomás aquello que, <<al ser visto, agra- <1ue nada el escándalo permanente de la crr,z ". lo que ali-
da»z. El equilibrio que él aún nrantiene entre realidad y rnenta una desazón de fondo entre teología y belleza. pa_
percepción, queda descompensado por el subjetivismo recería que una teología de ia belleza sigue más las pautas
moderno y van haciendo su aparición dudas acerca de si r-le la metafísica helénica que las cre ra fe jucleocristiana.
la belleza es algo más que la mera experiencia de ella, o 6. Sin l*!u1g-o-r aunque no en el ..ri.o de Ia Biblia,la
pura apariencia, o tan sólo la que el hombre crea con su categoría de la belleza esrá presente en ella. Como diji-
arte.Lste, a su vez, es capaz de embellecer la fealdad y la mos, el epíteto <<tob>>,,con el que el Creador sanciorra en"el
maldad, y empeñarse etr desmontar brillantemente la pre- Génesis la bondad de su creación, significa también bello.
sunta armonía de lo existente. Desembocamos así en una Los LXX hacen a Dios decir (Gn tlt¡ que roclo es <<ex-
última cuestión: ¿qué es 1o que en la belleza hace su apari- tremadamente bello». El paraíso estaba úeno de árboles
ción, el ser o la nada? Pero puede también el arte reencon- <<seductores» (2,9)a. El'libro de la Sabiduría llama a Dios
trar el vínculo entre la imaginación del sujeto y el esplen- «autor de la belleza» (13,3) y reprencle a quienes rras el
dor que éste encuentra, unir lo factible a 1o achnirable. esplendor de la creación no [egan n, por ana-
4. Aparte el interés teórico de la teología de la creación logÍa, a su autor» (13,5). pero nada tan "ontr*plar,
convinc.ni.
por esa relación metafísica entre el ser, el bierr y la lrelleza, "o*o
no cabe en modo alguno olvidar el papel fundamental de la
última en la vida humana. Es una de sus fuentes primor- r «La verdad ha dominaclo la historia cristia¡ra hasla finales
trer Renacimienro;
luego ha prevalecido la Ilorrcracr, tanto en er aspccto <le la
rnoralidacr indivi-
dr¡al como en srs afirmaci¡:nes sociales cle la justicia y
cle la riberta<r... La llu-
1. Ds lo t¡ue hace cltre el n¡undo $€a ((cosnlos», ¡nitlttras caos y tnal vc¡rcltían lle¿a no ha encontrado tugar explíciro de refllxidn tlártro
de ra teorogía occi-
a ser dos ¡ro¡nl¡res cle lo rnis¡to. Pero tto se debcría <¡lvi<lnr que tarnbión en la dental, siendo rechaza<la como algo propio del paganismo y
Ilil¡lia Dios creit or<lenando el caos ¡rrirnorclial (Cn i). Acerca de lo qtre es la aj.rn u lu
revelación cristiana. Balthasar ha recupe.acio aon,,i otru
rnour,me"ntal, Gro-
belleza para Platón y Plotirro, cf. H. U. v. Baltltasar' GLorir¿. Unu estilica leo- li¿ est¡¡ dimensión y este tiempo perdido», O. González d,e Cardeclal,l.«
Lógiea tY, [trncr¡entro (Madricl lS86), 155-199, 255'282; W.Janke, «Schón- en-
r:q:., t ti ani stno,Sccrerariad o Tiini tario (Salama
heit I. Platonisch-ástctisclt», en TRI XXX, i999,335-339. ,' !rj.r':
Lafelicidad de que trató el cap.
nca I 9 g7), I 85.
«Pt¿lchxt tttin tliamtu,» qtLae aisa {lttctnt>>, S.Th.. l,q.5"a.4,ad 1.
vI
tiene sin duda rnucho qr,e.,er cn, Ia 1,,,
' lleza. Es algo quc aquí no podemos sino apuritar.
--

344 }iOJVf I}RD Y MUNI)O A I"A LUZ DEL CII}-ÁDOtI LA GLoRIA DE DIoS y EL ESPI,DNDoR
l)ri LA CREACIÓN .34 I

la existencia, número e importancia de los Salmos. Ell.,r ¡,,,r,Ia bondad y belleza de la creación. Más bien suele
en_
hacen de la fe en la creación un cántico a la gloria de Di,rs r(:.derse lo primero, ro cual procluce
cierto malestar nor-
en ella; recurren a la beileza del arte para cantar la <lcl {lrre.sugiere divino y alienación lr,,*rrr. A.i*_
-egoísmo
mundo y la de la historia (cap, I). t.ndicla, Ia gloria calece de esplendor, sienclo ,rf qr.
El Nuevo Testamentor por su parte, no duda en llar¡rar y realmente sucede lo contrario. po.
f1i"*f
a Cristo «resplandor de la gloria de Dios» (Heb 1,3) y r,,, ,lc cerca esa definición eclesial y
*ro hay que ;i;r;;;
analizar qué significan en
--
alirmar que «en él habita corporalmente toda la plenitu,l r.lla tanro el fin de Ia creación
cámo el ii.*ino gioilo.
de la divinidad» (Col 2,9). Y es que, por debajo y más alLi Respecto a lo primero^, es_.normal que
de la terminología de la belleza,la Biblia conoce y emplca
, se preguntara
lc
el uñgos» cle la
por Ia finalidacl cle la c.eación, ya que
con profusión otra nomenclatura: la de la gloria de Dios,y «todo el que actúa lo hace con vistas
a algo>>.5. Lo hizo
ella puede dar pie a una teología de la belleza no meno.s cu11.doasumió, para explicar la creación,
profunda, pero más compleja que la basada en la filosofía rotélico de las causas (;ficiente,
elisqr.*, orir_
*r,..iul, formal. final).
(helénica) de lo bello. ,iCuál sería la causafin'alcle la creaciJ"til;;;
7. ¿Q"é le sucede a ese complejo mtrndo cle lo bello no contesta que Dios ffií_
ylsmo, que es Ia causa eficiente, es
cuando se ve <(a la luz del Creador>>, cuando Dios aparecc también <<la causa.finol .le toáoru.
en el fbndo de la realidad y en los ojos de los que la perci- Es asunto delicado hablar c{e Dios
en términos cle fina-
ben? ¿Se atenúa o se ahonda y ensancha Ia experiencia es- lidad. porque. equivale a fijarle
metas tir.ru a. ,f ,i;;;;
tética? ¿Será ésta siempre, y hoy en particular, uno de los indigente y ambicioso <te algo que
«lugares teológicos», es decir, donde los tres nombres fl:11.:i.l:
ro cuar es rmpensable., Tomás lo sabe,
no ruviera,
pero mantien. qtl"
(Dios, el hombre y el mundo) se entrelazan y reclaman todo puede, sin*embargo,
mutuamente? A esta serie de cuestiones queremos dedicar :l.I:^rl.:.
munlcar [..t"na.r algo: co-
eso que ya posee. Es lo que hace
el C..a.I"o.. i,
el capítulo. creatura, por su parte, sí apunta u álgo
que Ie fálto, y s,
propia perfección. Sin embargo, uli-ro'.".
ésta otra "s
cosa
que una seme.ianza de Ia perfeición
divina, t oy qr.
1. L¿ GLoRTA trN LA'I'BoLocÍA DB LA cREACTóN cluir.que Dios, como_aq"et qrr r"Ju
o'i.,. *. busca, "on_
es el
fin último de todo. En ese *ir*o
,)" h i;;;;;",
Acabamos de insinuar que el corazón de la pregunta en el contexto de esa bondad qu.^rrá"'f"
qri.r.. partíciparse a
teológica por la belleza podría ser el tema bÍblico de Ia
gloria. Es precisamente en la teología de la creación, y i «Onm¿ age.ns agit
vinculado a la pregunta por la finalidazl de ella, donde ltroptet-firu»»»., "l.o¡niis cle Ac¡rino, S.Th.l,<1,44¡.4,irt
En orros mor¡¡enro.,i a¡ili.^."r. axirrnra c.
al .lr.
éste ha llegado a nosotros, enmarcado en una afirmación lelleúnt»>j, I Scnt. d.l ,q.2,r.1.
inteligcncia («lter in-
^;;;;;"
L,a extens,i'ó,r ¿. L ñr.fi,f.¿
a to<lo agente Ia
contundente: «Si alguno negase que el mundo ha sido explica diciendo, .ly: ,1. lo conrrario,
no s" s"gui.ía más trn efecro qlrc
sl r¡o es «por casualiclad». Esta, que otrr),
creado para gloria de Dios, sea anatema» (DS 3025). ran gran pzr"peljucga en explicacignes
¡c,
tuales clel rnundo, no entra, conro
se ,u, *n ln
Esta f'órmula no revela de inmediato si esa gloria señala creador, al ¡nenos como algo contral)ucsro "án,jrensión
romásica rrer actir
6._ a Ia finali<lad.
una obligación cle vasallaje o un er)tusiasmo agradecido lbíd.
HOM¡]ITE Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOI1
LA CLORIA DIi DIOS Y EL ISPLENDOR DIi LA C]RIi^CIÓN 343
342

rnanifestaciones, la magnificencia qUe delata su actuación


otros, nlenciona Tomás la Liberalid,ad de Dios' «Sólo Él es
por propia utihclad, cn la naturaleza y en la historia, el peso de su ser. Antes
,rrp."*u*.nte liberal Y] que 10 -acfl (lue asunto del hombre la Gloria es cosa de Dios misrno
sino sóio por bondad»7. Finalidad de la creación y b9t-
(su <<habod>>) su <<d.ocsa,>>). La gloria (tehillah, h2mnos) que
clad (ontoiógica y cortlial) de Dios se revelan estrecha-
mente interrelacionadas.
el hombre le rinde, es la glorificación de esa Gloria, la
Para cxplicar lnejor esa doble manera de pretender ¡ronderación cle ese Pesos.
algo, estableció Ia te;logía escolástica, al tratar del fin de
La gloria de Dios es algo mucho más polivalente y f'ecun-
la"creación, la iiistinció., ,,fi"it oPeran'tis>> (el fin del do de lo que se podía pensar. El significado que corriente-
".,t.e
(el frn de la creatura)' Luego.ha- mente prevalece (glorificación) es sólo réplica ponderada y
Creador) y <<finis operís>>
blar"mos d"-.ro. Piro no menos decisiva fue la introduc- agradecida de los otros dos: del esplendor que el mundo
tiene y del Esplendor que Dios es. Jugando con ese triple
ción, en ese contexto, del término gloria de Dios' Bl mis-
*" to*á, dice que todo el universo (corporal) tiene a significado, y con-jugándolo, habría que decir que Dios
crea el mundo para participarle su Gloria, y que el mundo
Dios por fin en c,rrnto que «la bondad- divina, por cierta
es creado para participar con su gloria de esa Gloria y darle
imitación, se representa en todo para gloria de Dios»' Lo
gloria. Tras esta aclaración vensamos ya al Vaticano I.
cual vale ucle una manera especial» del hombre, ya que e§
capaz de conocerle Y amarle8.
La expresi ón gloria de Dios parece.señalar en este texto
la que lus ás rinden a su Creador' Pero Tomás afir- 2. FlrsrontA Dn UNA DErrNtcróN eur Hoy rARECE DESFA-
"."unsólo redundancia, más o lneno§ con§ciente' SADA
rna que ella es
.lel hecho primordial de que todo lo creado es copia (re-
presentacián) de la plenitud divina. Por eso la gloria no se
I. La idea de que el mundo existe para la gloria de Dios
había sido nuevamente cuestionada por Hermes y Gtinther,
p,recle consiáera. primariamente como un acto de sumi-
,iórr, ,,i siquiera dá gratitud al Creador' Antes que nada es como se indicó ya (cap. II). La consideraban indigna del
el esplendor mismo de la creación, reflejo de aquel deste-
Creador, al que convertía en egolsta y hacía quedar por
debajo incluso de las exigencias éticas que la razón prácti-
llo de su ser que Dios irradia por cuanto crea'
ca impone al hombre, cuya dignidad y autonomía ponÍa al
Pero esto últi*o obliga a dar un paso más y a situar
mismo tiempo en peligroto.
ante todo la gloria en Dios mismo y considerarla como el
Bsplendor de*su propio ser y escribirla con rnayúscula' Bs
lo qrre hace la gi6lia. fn ésta, en efecto, no designa sólo ni e Cf. C. Westermaon en E.JenniC. Wsstermann
\e<ls.),Di.edonario tcoLdgieo
prima.iamente la alabanza que el hombre tributa al Crea- ¡na'nuaL del intigtto T¿stamento I, Cuadarrama (Madrid 1978), l0Bg-l I t3;
áor. Es, ante todo,la aureola que acomPaña a Dios en sus 692-703. O. Conzálee de Carcleclal, La gloria dcL honbr.e, BAC (Madrid
1985), resalta las graves consecuencias dc esa conlirsión filológica, qrrc cali-
lica tle erro¡ <<mor!a[>r, p. 40ss.
r0 Prreden verse sus rázones, y cl trasfbnrlo de Karrt, Schelling y llegel
1 <<lpsc solus esl maxinLe líbnalís: qttia ton agil lttopler suam utiLitaten, scd <lel que
se alimentan, en.f. L. Ruiz. cle la Peña, Tcología de [,a creaciín. Sal Terrac
¡olutn ft oiter ston bonitate¡n»», ibld' ad 1 '
6 S.IÁ..1,<i.65,a,2, i¡i c' (Santander I986), 107-100.
344 HOMBRE Y MUNDO AL^I,LI'/, DEL CREADOR LA GLottA DE Dros y EL ESpLENDoR DE LA cRsAClóN J4S

No es por tanto sólo el hcmbre moderno, poco sensi- 'loclo lo contrario. Ti,atando <lel <<finis olterantis>>,
d,e la
ble al teocentrismo que la fórmula conciliar supone, el irrtención del Creador, afirma el Concilio con iguat ,ol"m-
que la pone en tela de juicio. Es también el creyente mo- rridad: «Este único Dios vercladero..., no para acrecentar
su
dr"n, il que, por influjo de la rnodernidad, pero también ,licha ni para conseguir su perfección, sino para
manifestar-
desde el nrrrrim fid'ei>>', hace cada vez más hincapié en l<r l;r por medio de los bienes que otorga a sus crearuras...,
que ya Tomás había señaiado, a saber, que) en virtud de r:reó de la nada la creatura espiritual y la corporal,
(DS
su absoluta plenitud, Dios no puede buscar algo. Hay que r1002). Por ranro Dios al p.eiende parr ri.
pensarle, por el contrario, totalmente desinteresado de Sí Sólo piensa en dar. No encabeza"reui.r,, ^igo
la áreación, noi, áonuo",
y ruelto ai mundo. Éste y el hombre se¡ían los únicos be- a ser, un Dios ambicioso, sino uno daclivoso, tm
Dios amor.
nefrciarios de su creaciónt1. Ideas ampliamente comparti- . 3. Es cierto que la fórmula conciliar parece enturbiar
das por los creyentes de nuestros días que hacen suya es- algo esa generosiclad divina al introducir ál verbo manffis_
porriárr"u y frecuenternente la fórmula de lreneo: «Dios lar como descriptivo de la intencionaricracl cre Dios."La
porr. *, gioria en que el hornbre tenga vida»r2' c'reación parecería una exhibición tenclente a deslumbrar
2. Aunque tal vez no del todo receptivo a esta nueva y buscar aplausos. De hecho un padre conciliar pidió se
sensibilidad que se abría paso, el Vaticano I no se conten- suprimiese el término y se dijerá en su lugar qire Dios
tó, de toclos moclos, con declarar solemnemente la fórmu- creó <<no para acrecentar su dicha... sino coriel fin cle cle-
la; además la aciaró y matizó. Siguiendo a la teologÍa, dis- rrarnar con liberal esplendidez, a través de Ios bienes otor-
tinguió entre el fin d¿l Cread.or (fínis operantis) y elfin de gados a las creaturas, Ias riquezas inefables de su inmensa
lal¿alidad, crertda (finis operis). Fines que, al igual que lo bondad»ra.
que sucede en la actividad del hombre, no tienen por qué . Sin embargo, el Concilio mantr¡vo Ia fórmula anterior e
coincidir'3. Con esa distinción la vertiente divina cle la rnteresa conocer por qué: pensar en el Dios Creador
sólo
creación queda claramerrte diferenciada de la antropológi- en términos de poder (causalidad eficiente) y cle bonclacl
EI canon a que nos estamos refiriendo I (causalidad impelente, final), es olvidar, ufi.-u solemne-
"o-.or*oiógica.
(DS 3025) hlbla únicamelrte de esta segunda, de la finali- mente. el Relator, que Dios es, al mismo tiempo, causa
áacl clel munclo. Por eso está fuera de lugar atribuir desde ejemplar, plenitud cle ser, paracligma ,.,p..*á de toc{a
ese canon a Dios la pretettsión de ser glorificado por su realidad posible o real. por eio no puecle me-
en lo "..i
".r"ido
nos de manifestarse, de reflejarse que hacers. Es ol-
creatura.

'a Árta et Dect'eta sae¡'os¿nti concilii vatieani (cL), vil, Herrler (Freiburg
It «Dios no busc¿r su glriria ¡rara sí, sino 1:ara tlos()tro§»' §-flr.II-llrq'139' 1892), 100. Tanto Mons. Ramaclié, cle <¡uien pruá.ain iu
¡r.npu"r,u,
a.1,ad l. Mons. Magnasco, que pref'ería asimismo el uerLo ,ouurnicir., se "o,n,
basaban en
t! <<Gloria Dti vi.ae'ns h.ono,>, Áilv.Htt'ct', 4,20,7 ' la bondad no sólo del Creador, sino tan¡bién del Redentor,
ia .¡r,e,,no y el
r;, H relojero (y emplco el ciernplo ¡)0r(lue se l¡a s<¡lido aplicar al crca<lor) mismo es el fin de la creación y de ra sarvació, y único er
pran criuino natí.ar
prre¿e ¡rreteircle, obton.r. ¡>restigi. o ¡1an,,cia con su trabqio; l¿t lirralicla<l y sobrenatrrral ' c|. soe¡onnn conciliotr¿n¿ tíot¡.¿ et amltrissiru
colr«tio
i.l ,clnj cs marcrr las ¡oras. Es claro q*e lo ¡:r'irnero sólo tendri l.gar si se (l\4ansi),51,109-1l1yl0t.No<lejadeserinreresarrteesieclat<rparalor¡rrt,
pro<trrce lo segrrn<lo. Irso i¡rclica t¡ue arilbos fines estín estrechatnentc inte- dire¡nos después.
15
rrclaci<¡ natlc¡s. CL I IO.
LA Gr_oRrA Dg Dros y EL [spLENDoR DE LA cR¿ecló¡.1 S4Z
346 HÓMI}I¿E Y NIUNDO ALA I,UZ D[,L CREADOR

triliclad...) gravitan hacia Dios.


vidar, añaclimos, que el Creador no es sólo benevolencia, ¿Exrrapolamos el rema si
vemos reflejado en él el cliálogo qr. ,.ni*os mantenienCo
sino también bondad ontológica, Bien y Belleza abso-
con la posmodernidadP Ésta qui;ás se contentase con una
lutos.
finitud agradecida. Pero Agustín decía que el hombre cle-
Tal olvido, adernás de reducir a Dios, rebaja a la crea-
sea a Dios, y Tomás.afirmaba que, como realidad que
tura, silenciando que ésta no sólo es Producto (del poder y se
cla o que se busca, Dios mismo ás el fin úttimo
clel amor), sino aestigia del Ser divinoo de su Plenitud y de de toáo.
Ateniéndonos a aquellas otras cuestiones antes apunta-
su Gloria. En esto consiste el mayor don que Dios le otor-
das queda ni por partc de Dios se procluce
ga, en crearla como un reflejo de su propio ser, dándosele 1f3ro gry
"go-
ísmo, sino liberalidad, ni por parte de la creatura aliena_
isí, de alguna manera, a Sí mismo. Toda creatura e§, a
ción, sino supremo ennoblecimiento, cuando su meta, sin
una, don de la Bondad de Dios y resplandor de su Es-
clejar"de ser_suya, le.supera infinitamente (cap. V) y cuan-
plendor. Bsplendidez y Esplendor del Creador van de la
do, al saberlo, convierte esa realidacl en un canto'de ala_
mano.
l¡anzat7. Hay que tener presente además que esa glorifica-
§sto es lo que legitima la permanencia del verbo n¿ani-
ción no le es impuesl¿ desde fuera sino que deri,a de s.,
festar en el capítulo clel texto conciliar. Esta «condescen- rnismo ser, de su condición esencial de imágen. Cuanclo la
dencia» del Creador hacia su mundo conlleva, a [a inversa,
creatura es consciente y mínimamente noble, esa transpa_
el clinamismo ascensional de éste hacia AquéI, del que ha-
rencia de la propia verdad se tornará lógicamente en reco-
bla el canon, y Iegitima y llena de sentido su afirmación de
nocimiento y alabanza¡8
que la írltima meta del mundo es la glorificación de Dios'
Si la creatura fuese simplemente don, y no además reflejo;
4. El Vaticano I exalta alavez la generosidad de Dios
y.la grandeza del mundo y clel hombÁ. filo permite con_
si Dios al dar no se anunciase a Sí mismo, la creatura po-
siderar la creación como un diárogo tre artriismos: Dios
dría quedarse con el don y cerrarse sobre sl. Pero ¿es eso
sólo piensa en dar y el hombre só'Ío quiere alabar. Cada
..r *ájot bien, o lo rnás noble y grande de ella consiste en
uno de los dos se olvida de sí por el oiro. Así lo da a en_
salir de sí hacia su Creador? La fi"ase de lreneo tiene una
segunda parte, más silenciada, que dice: «Ahora bien, la
viJa clei hombre consiste en ver a Dios>>r6. r7 Pucde verse
L. M. Armendáriz, «Fuerza y clebiliclad <le la <loctrina del Vati_
Es cierto que para esa salida de sí basta con que en ese cano I sol¡re el fin de la creación», en EE, 45 (Ig70),35g-Sgg,
es¡rec. 867_
don perciba e[ hombre la bondad del que se lo da, y se 13
374.
Vistos así, sor¡lren<len rnenos los exrraños «cel<;s» de Dios
deje ilevar por el agradecimiento. Pero el arrebato es ma- p.r
{Dt su gloria
4,24;5,9;32,16.21; Ex 20,5; 54,14;Ez i9,25...). Muesrran
yor si el regalo lleva el sello y la imageu del Creador y evo- la serie<larl clc
csa <<l¿ínosis» ¡lropia y rle esa exarración cre la creatura
err c¡ue ha r).esto s*
ca la Infinitud del gue en él se cornunica. En este caso la gloria.Dios no ¡>ucde queclar in<lif'crente anre el pecado y
.l ,rul ,i" fu. ,¡r.
glorificación se hace auté¡rticamente ilimitadar y no sólo el ha hecho suyos al precio cle_la sangrc rle su Hilo (Rorn t4,15;
I Cr_rr 6,20;
7.,23.;8,11;2 Cor'5,l4ss; I Pe l,l8-lg)..lar¡bitn el tluro
lorazó¡ sino todo el hombre (mente, imaginación, sensi- len¡¡u:¡.e clc ta oira
dc l)ios» encr¡entra así algurra explicac,ión. Ex¡rresa la tr.istez.a,
ia ¡>rofirrrdi-
datl y la exig-encia r[e un amor sin ¡netlirf* ,¡,,. ,,n ra c(]ntentir
con ¡rer<lonar,
sino que quiere, pox¡uc anra) que el amacl¡r sc rchag:r y,rc.«
Le,ll,r,eni. ac¡r,cllo
t6 <<Vita aul¿¡n ho»titti¡ t,isio D¿i>r. ¡rara [o que I¡a siclo creado y en lo que consistir¿Í sri'uc.cla.] y sr¡ <licha.
348 HOMllltIi Y MUNDO rt LA I.UZ I)nL CREADOR LA cLoRIA D[ Dtos y EL ESpLENDoR DE t.A clttncl(tx g4g

tender la frase de Ireneo con el coutrabalanceo de sus dos 3. LIIT¿I,TIcIoNE§ DE LA DEFINICIÓN CoNCILIAR

Partes.
Es evidentei por otro lado, que la generosidad no es En medio de su grandeza y de su irrenunciable verdad,
igual por ambos lados. Dios no necesita de la creatura; esta definición eclesialpadece ciertas y no pequeñas limi-
ésta sí necesita de Dios; por ello los conceptos de fin o fi- taciones:
nalidad no se pueden aplicar en el mismo sentido a los a) Trata s6lo delfin último, de aquello para lo que en
dos, como se dijo. Vuelve el recuerdo de la «mayor dife- riltimo término es y existe e[ mundo, sin señilar las media-
rencia>> (Lat. IV). Lo cual no ol¡sta para que al hotnbre,
ciones de esa relación a Dios a través de las otras finali-
como irrragen excelsa de Dios, se le invite a parecerse a El dades intramundanas. No es que el Concilio las niegue o
y a dar sin esperar recibir (Lc 6,35-6). ignore. La teología había hablado de ellas y elaboradá fór-
5. Esta metafísica creyente de la gloria puede enrique- mulas bien elocuentes al respecto, por ejemplo la cle To-
cer decisivamente la teología cle la creación por lo que res- más: «el alma humana es el fin último pretendido por la
pecta a cada uno de sus tres sujetos: Dios, el mundo y el naturaleza inferior»2o. Pero en ese debatá el Conciliá se li-
irornbr.. En el caso del Creador Éste resulta ser no sólo po- mitó a la pregunta por el fin último y cle toda la creación a
der, libertad y amor, sino tarnbié n esplendor (sólo así puede
una. Este silencio acerca de los fines intermedios, intra-
ser esplendidez). El ¡nundo es respectivamente no mero mundanos, resulta especialmente llamativo y penoso cuan-
producto del poder y de la libertad, sino tambiért resplan' do el hombre moderno venía asignando metai humanas al
dor de ese Esplendor; no es sólo un conjunto de cosas y un progreso y declarándose el fin de su libre autorrealización.
campo de energías, sino taurbién una soberana obra de arte b) Emplea un lengu,aje racional, sin referencías a la r¿-
y un haz de símbolosre. El hombre está de los dos lados: aelaciín, siendo así que la Escritura abunda al respecto en
como cima de ese mundo, participa eminerrtemente de stt consideraciones sobre un misterioso designio divino re-
cientemente revelado en Cristo. A éste, en concreto) no se
gloria a la vez que está dotado para captarla y vislurnbrar de
dónde procede; como tú del Creador, es capaz no sólo del r le menciona al tratar de la intención del Creaclor y de Ia
pasmo elemental porque las cosas existan y sean.colno son) meta de la creación. Este silencio, en sí sorprendente
sino también de referirlas a El y devolvérselas, y a sÍ mismo (cap. I), se debe, en buena medida, a que el Concilio, en
con ellas, en un Besto personal, dialógico, de alabanza, de un lenguaie que hoy llamaríamos «ascendente>> sitúa, como
acción de gracias. El hombre se revela de rtuevo, y frente al capítulo dedicado a la creación antes de los que
se dij-o, el

antropocentrismo de la modernidad, corno un ser última- se refieren a la revelación y la f'e, es decir, más como un
mente extro-verüidr>, ex-céntrico, y no sólo en virtucl de su preámbulo o condición de posibilidad de la verdad reve-
lik,ertad (cap. XI), sino también de su propia onto-logía. lada que como momento de ésta; más como antesala y lu-
gar de encuentro y debate con el pensamiento filosófico,

t1' Tal vez set ulu sol>eranía la que acierte a cor¡iugar el rlol¡le sigrrificado cle
esplendor y scírorÍo c¡rte encierra el térnrino aler¡á'¡t «LttrLicáltcJfr> y <¡re ha
2(t <<tlní¡¡¿a rati.onalis
<lad<r títrrlo a la inrponetrte obra de H' U. v' Ilaltltasar, Glo¡'ia" U'no estiti«t ditittu' csst.firuis ultin¿t¿s it¿1,¿nlu¡ a r¿uft.r.rt irtftt.iori>», ht
i eoüigicn, 1-VIl, Enctrentro (Madrict t 9tl5- I 989).
? Jr'nl.d,I,<¡.2,a.3.
cRo¡\DoR
LA Gl,otuÁ DE DtoS Y nt, ESPLENDoR t)ti L¿\ ctrrnr:t(tN 351
350 ÉlolvrllR[ Y t'luNDC A l'A i'uz DEL

No es que el Concilio ignore o desatienda esa libertad; al


de Ia revelación' Se trata'
oue colno artículo o articulaciórr (rontrario, Ia supone en ese rnismo gesto bondadoso de
:;"*;;;;ü-;;; áe la rearidad der mundo v de las comunicación de ser, y la afirma expresa y rotundamente.
ha despertado en hom-
mil preguntas que 'oú'" ".l origen Se trata de «un querer, Iibre de toda imperiosiclad», «de
bres cle todo tiernpo y lugaro
to¡1q" no sucede con los rrn proyecto Iibérrimo» (DS 3002,302b).
Ii*,
-"- *,i*los de iu rá lrii"iaad'.Encarnación"')'
parte (como se se-
Esta afirmación, cle capital importancia frente a tocla
P;;; esto se clebía también en buena fbrma de panteísmo o de divinización del mundo, se man-
ñ"1;;; io. .upt' I y II), a una lectura insuficientemente tiene a un niyel formal y no cleriva en preguntas acerca del
creacionales' y a la presun-
salvífica de los textos biblicos modo concreto de ese libre querer. Da incluso la impre-
Creador' es cog-
;; J" que Dios, y precisamcnte. como señalamos que sión de que esa libertad no es la instancia última y clecisi-
por lu ra''ónhumana' Allí mismo va. Puede servir de indicación y contraste un párrafb c{e
""r"úf"oito .l costo teológico de.ese modo racional-met'a-
;;;;y Agustín: «Al que pregunta por qué hizo Dios el cielo y la
la creación' Ese desplaza-
físico de tratar pnrnord'iaimente tierra hay que responderle: porque quiso. Y es que la cau-
aunque legí-
*i*r" ¿. ta fe en Ia creación a sus umbrales' y acorta .sa del cielo y de la tierra es la volunrad cle Dios y ésta es,
trr.*;r*prescindible en algúnmo*:lt:'
tamiza
por eso) mayor que el cielo y la tierra. Y el que dice:
I.*rrir¿l su verdad y contenido teológicos' dc la teaci6n'
por qué quiso Dios hacer el cielo y la tierra'P pregunta por
¿y

c) Euoca uno p)"|¡'*'tiua foca his.t|iica aPunla a un algo mayor que la v<¡luntad de Dios, siendo así que no
que
I\4ás que un proyecto histórico-salvíüco existe tal cosa. Reprímase pues la temeridad clel hombre y
final, sugier. ,t'u fixista de la realidad' configu-
'*t""tura de bienes' En no pregunte por lo que no existe, no sea que deje de ver lo
rada como escala destt"tl""te-ascetrdente que existe»2e.
ese esquema, por otro lado'
no parece haber lugar-para el
Esa libertad, inexplicable en sí misma y sólo asimilable
con claridad que
irIIIffi; t ,r.o.ut' Ni siquieradeluput""t
"Creador
si la bondad de
por un gesto correspondiente de libertad ), omor («Si al-
haya margen para i' fi¡ttLA f guno quiere conocer la voluntad de Dios hágase su ami-
indica el adagio: «üa-
Éste es d,e su2o comunicativa' como go», prosigue Agustín), explica dos datos decisivos y que
num est d.ffisittum sui>>zt,y como propende slmplrs- 1::':r*ll: no figuran en el Vaticano I. En primer lugar, que Dios no
ti.i¿" íeoplatónica del ser y una concepctÓn sólo pueda crear o no crear y crear este rnundo u otro,
"",
ta de la Paternidad de Dios' sino que haya cluerido este mundo creciente, im-perf'ecto,
v el más necesrta-
Este tercer punto es el más delicado cloliente. Y, en segundo lugar, que haya decidido partici-
moctelo teológico del Vati-
do cle complemer;;;ó* E; el par de str pequeñez, resultando asl <<semper minor»> el qr.re
cano I, el proyecto cle mundo
no [o encabeza tanto un
es y sigue siendo <<semper maior>>. Eran los dos rasgos que
siendo así.que'
Dios-Libertad cuanto un Dios-Plenitud' hacían del mundo una creación abierta (cap. III).
parece ser lo decisivo'
hablando A" ¡nt'ntii"' la libertad

)1 Del Gán¿sis contra lo¡ .nanitlueos 1,2,4


Vll'l l0)'y que (OSA XV lIg(ig, 29g). Rctor;o ;rlr.
;;ñ,, ltamaclié (CL
el llclatt»r etr s. resP(test¿t a lrá<¡ns' la tratlrrcción.
euseguicla conlel¡til rclnos'
I t.

L,{ cl-otuA DE Dros y trL EspLlrNDoR DE LA cRreclóN 353


Y MUND0 A Lh LuZ DEL cRDADot
352 HoMIlRll

ath't't'"'
I I,^ NUBVA PBRSPECTIVA NEI VETTC,ANO II
Esa libertacl, corno
lo ráltimo-de Di11' explica
oJ;i lr'ri :,f*Tf",T"T'#ii:il:ll Jll' i:: ;, ,\rrn sin pronunciarse expresamente sobre el fin de Ia
',,,ción, el Vaticano II se hace eco de las afirmaciones de
,
q"i*"'l1'l'lr I"
::T:1 lffil;; ![L"'i"it,Iu¿o''
¿tf r'o'ib* t""tdu
Éui'
libertad' en 10 cutrl s'r¡"'
'.u irntecesor2s. Sin esa referencia a Dios, afirma, Ia creatu-
,., rc desvanece; si olvida al Creador, se torna opaca (GS
Elorificaciót' I r t I,
i;;;;;"o ine-vitabrem ente <rc s
::H;;; ;;" Precisamente cl lrl'r'
it,¡. Sin embargo, su doble atención a las fuentes de la fe y
brado por ia g'"n;";;;;-nio''«hénosis>> t" *" 6¡¿¡¡r tirrt ,,1 rnundo cultural circundante, Ie hace contrapesar la in-

:;t;"I#;"ii" ¿- ñi' suütdobleir*ites y el mal de ésta (r''r¡"'


, linación más filosófico-esencialista del Vaticano I y col-
(cap. X),juntarnenrJ J'l' ,rirl slls lagunas al tiempo que lo reafirma. En efecto;
cte una alabanea ver<li¡'l'
VII y Vltl), crean t;;;;;ltJad l. No considera la creaciórr como un preámbulo de la
l. y cle la salvación, sino como momento del gran misterio
'^T;::Jl'J:1lo I acerca de la v'1"
ia teologÍa- clel vaticano l
' ,lc la autocomunicación de Dios al mundo. Por eso [a ve
cle la creación' requic.t: '
ria de Dios y ¿tf tüft"'¿or y la meta[í¡r
llr:na de resonancias salvíficas, cristológicas y trinitarias2a.
complemento cle 2. Resalta con vigor el cristocentrismo de la creación.
"""Jtl'istórico-salvífica;
de ra ribertad'
;T:ffi;;i;; "";;;"fí'ica
cso§
" :Y:1::'
dos planteamientos y' meno§
al¡rri l'l[ mundo y el hombre, su historia y cada una de sus di-
rnensiones (individual, colectiva, activa, cultural, escatoló-
con Yuxtaponer segundo' sitro que st:t''
;; l;;t"il*t tt p¿*"ro con eld"áe el principio' i.t..
gica) apuntan a Cristo como a su sentirlo, corona y recapi-
preciso, .o*o u"nl*o'l'**"¿t el tcrrr;¡ tulación25.
éste y reorganizar todo
g.a., ,i es posible, aquél en De ahí que la vida eclesial, el <<ora et lal¡ora>> de los cre-
á'r Creaclor sobrc t'l
i partir del libre ü'nili;;i'rh"'¡ a continuación'
yentes, tenga por objeto «que la plenitud del mundo ente-
mundo. E' lo quñ'in'u"*ot ro pase a ser pueblo de Dios, cuerpo de Cristo y templo
Digo integr"
u":l:*o I' v no descari- del Espíritu Santo; que en Cristo, cabeza de toclo, se rinda
ficarlo ni desentekttJt
'il;;;;ül*
¿t é1' Porque retiene sus mérit.s toclo honor y gloria al Creador de todo, al Padre» (LG
recuerdo cle que el Salva-
y su utiliclatlt *';;;;; vivo el l7). Basta parangonar esta fórmula con la del canon del
áo,,ro deja cte t"''ó'"'¿o"
plantea
"*pt""*in" "lY :l:
Y lo concentra cn
Vaticano I para apreciar a una la ioincidencia de fondo y
to conceptualmente la profunda novedad.
ia creación', """*u * ser (sin re*iíirlot sólo al futu-
torno a la gloria, t"i' "f 3. La atención a la conciencia e inquietudes del hom-
il; il',"v h É'n';;' Ád"*i::l:lT: :i*{ii:ilffi: bre moderno lleva al Vaticano II a resaltar, por otro lado,
*
;.ffi rffffi.,-::: T.":ffi
I fi
* ;; ;; "p' "
¿
"
que la afirmación del Creador no excluye sino postula Ia
de su creatura y que la actividad de Creador exige la cola-
,
n, y p ara Ie -
ctu ració
^
T:l.J'lf_
"iliT,:J Tt""il l"ri;,. r e s a re esrr u .

del concilio 23
v la doctrina LG 17,34,40; CS 12,13"14,17,19,24,4i,43; AC 22.
sitimarla, t"'l'.q";:;;'il;i;q"" 21 LC 2,3,4,7 ,16,1 7,36; AC 2-fi.
de nuestros dias' !, G§ 10,22,32,39,41i,48.
354 }IOMIJIIE Y MUNDO A LA L\J'I DEL CREADOI( LA GLORIA Dlt DIOS Y E,L ESPLENDOR DE LA C&EACIÓN 355

boración humana (cap. X). En modo alguno Irr('l','r ' "r' ',. I-A INTENCTóN coNCRETA DCI Dros AL cRIAR («Fntts
elio que elfin último del hornbre y del mundo s<';r l'r v,l" OrnnaNrts»)
ria de Dios; por el contrario, lo afirma, pero sctill'r /rrr"
íntermedios. El mundo es para el hombre, y [o tlrt'' ''ut' l.
Como se acaba de decir, la actirud teológica más per-
hace para humanizarlo, lejos de atentar contra cl lrr'"'l"t
( tinente acerca de la intención de Dios al crear es la que
es,rrimodo de glorificarle (GS 3a). Más aún, el lt.trtl'r" u l)rcsta oídos a la revelación de su libre voluntad. Cierto que
cleclarado meta de su propia actividad (35)' Y cs tlrt. l'r ,,1 Creador será siempre Dios y, como tal, sólo podrá ser

autonomía de la realidad irnpide referirla prema[urarrrcillr ,lrrdivoso, no ambicioso. Y cierto asimismo que el mundo
a Dios (es clecir, sirr explorar y desarrollar sus virtrr:rli,l,r sr:rá siempre don y reflejo suyo que, en el hombreo debería
des intrínsecas). Sólo es ilegítima y falsa esa autorl('trrl'r hr trilducirse en alabanza. Pero se trata de subsumir todo eso
prentende ser absoluta (última) y romPer amarrac ( .rr hajo la doble libertad del Creador y de la creatura.
bios. Pero eso sería un suicidio (36). La pregunta decisiva es, por tanto, qué ha pretendido y
4. Por todo ello el Vaticano II,, asumiendo esos fir¡''u pretencle el Creador con su creación, cuál ha sido y es su
intermeclios silenciados por su arltecesor y recuperantlt' ' I rnisterioso designio, oculto durante los siglos y revelado
cristocentrismo que éste calló, hace suya en dos tnor¡r('rr en los últimos tiempos26. Cuestión que, a lo largo de estas
tos significativos (LG 36; GS 37) la fórmula paulitr''' páginas, ha ido obteniendo ya varias respuestas. Resu-
«Todo-es vuestro) vosotros de Cristo y Cristo de Dios» (l miéndolas diríamos: el Padre (no stmplemente Dios) crea
Cor 3,22-3). Ella podría re{iejar la mentalidad del Corrt'i para manifestarse, decirse I dar.se por stt Ílijo y en el Esfií-
lio cle nuestros días en lo que respecta al {in de la crt"' ritu a su creaciín e incorporarla a la aida trinttaria. Esto
ción, y ser otra de sus aportaciones fundamentales' Cr¡ln corrobora por un lado, pero desborda ilimitadamente por
páresl con el canon de Vaticano I y se verá de nucv() otro, [a afirmación clel capítulo del Vaticano I (DS 3002),
manteniendo el teocentrismo rlltimo de éste, intcr que viene a ser sólo la condición de posibilidad de lo que
"ó*o,
cala un antropocentrismo y un cristocentrismo' La gloril I la §scritura afirma acerca del fin del Creador al crear.
de Dios po.ipo* el bien del hombre, por el triunfo.dc 2. La reformulación de este fin va estrechanrente uni-
Cristo, y asÍ termina en glorificación de Dios' El cuLto ittt' da al significado bíblico dei término «gloria de Dios». No
plica el cultiao y La cultur¿. Au!«rrrealización humana y basta con situarla primariamente en Dios, como hicimos.
iutotrascendencia se incluyen, no se excluyen. Podríamos seguir cautivos de la ontología griega. Es cierto
Podenos ya abordar, en los tres apartados siguientes, que Platón y Filón pensaron que el Bien divirro, por omni-
la nueva sistematización del tema' Manteniendo el orden potente y no envidiosot propende a comunicarse, y fue voz
clel Vaticarro I, tratarnos primero Ia finalidad del Creador común el adagio del Ps. Dionisio: «el bien se diftrnde»27.
(5) y luego la de Ia creación) desglosada en hombre (6) y
naturaleá (7). Todo ello acompañado de una relbrencia al
ccncepto bíblico de gloria. r0 Ronr 16,2.r>-26; t Cor 2,7-f); lif I,9-10;3.1)-10; Col 1,2$-27.
t' \<Bont¡n cst tliffusitumt stLi>>, Dc tliu.t¿o¡¡t..c,,1,2, Cf,'lir*riis tlc A<¡rrir,,,
ó. fI.I,q.5,a.4 y,lsass'i n.
CREADOR LA CLORIA DE DIOS Y EL E§PLENDOR DE I.A CREACIÓN 357
356 HON{BRE Y MUNDO A LA LUZ DEL

benevolencia' y la tierra prometida. Gloria que cubre la tienda y llena el


Pero que ese ge§to esté lleno de gratuita
del mundo y la ala ttmtuario3a. Ahí la han visto los israelitas3s.
provogue en respuesta la glorifica¿ión El Nuevo 'festamento por su parte percibe la gloria de
al influjo de Ia lt'
banza clel hombre, es algJ que se debe
relación perst' [)ios ante todo en Cristo¡ en el terrestre36, en el resucita-
iudeocristiana en un Dios creador y en la
';J;;;;;iif El que los Lxx' v tras ellos r:l .1o37, en el preexistente3s. Y asimismo en los que participan
u,r,
"..u,uras' término <<docsa>' ,le la gloria que brilla en su rostrorre.Jesús es la epifanía de
Nuevo Testarnento, hayan empleado el Ia gloria de Dios (Tit 2,3), su resplandor (2 Cor 4,3-6; FIeb
fama)'
loue en el helenismo significa sobre todo opinión'
que de§igna-no Di,s'
a 1,3), el Señor de la gloria (1 Cor 2,8). Esta brilló en sus mi-
;;;; il;;:i,r el «haboi 7oho.n', de las grandes lagros, en su transfiguración, en toda srr persona y su vida.
;;;; ; ,; manifestación" radiante,
"t "tu 4. Un rasgo cornún a esas apariciones privilegiadas de
i-ransignificaciones
cia inédita28.
del lenguaje a partir de una experien-
t la Gloria, y un nuevo indicio de la libertad que la susten-
----i* cl ta, consiste en que, contrarianclo expectativas humanas de
Cto.ia de Dios no es por tanto primariamente
brillo y grandeza, se complace) como pregona María (Lc
.rpl*J;; nutu.ul clel Ser y clel Biett, sino el del Salvador-
Éstas fil- l,4B), en la pequeñez del pueblo, insignificante y oprirni-
Creador en §u§ linr"t *un'if"'tu"iones históricas'
do, del que incomprensiblemente se enamora40 y al que
ou., y dilatan aquella gloria del Ser' que l-e perte-
^i,.r""
nece. Tampoco puede sancionár sin más
el ideal humano acompañaar; en la del siervo paciente, sin brillo ni atracti-
y revisión' y sólo así vo (Is 53), al que elige y,prefiere (a2,1); en la clel Mesías e
de bellezaisino que lo somete a crisis
Hijo bienamado que goza de todo su favor (Mt 3,17) y es-
[o asunre.
--
po. eso lo decisivo' insistimos' es Preguntar-d6nde canclalizó, sin embargo, a muchos por srr inapariencia, y
l-
su Gloria' En este acabó en Ia cruza2.
ha quericlo Dios manifestarse y revelar
;iArtiguo Testamento que lo ha hecho en el 5. En esas mismas manifestaciones la Gloria no se
;;; 'esalta
enla.naturalczasÜ so- hace patente de una vez por todas y de modo uniforme,
L,*brr,c,eacflo a su imagen2s, 'pero) t
bre todo, en sus gestasTalaíficasst, en particull
lal,Que sino que tiene su historia,la del encumbramiento y exalta-
el desierto"' etr ción de aquella pequeñez. También María lo canta y se
ioui.ron iugut .,.Ígipto, en el SinaÍ32' en
hace paradigmáticamerrte palmario en Jesús. En él aquella
235-258i Z' Als-
ñ;;iu,,, en D'I'N'[ II, 1980, 227'234;Tl¡WN'l'll'
Dti', o0t"go'ion"'o'' 36 (1955)' 361-390' Una
i"sf;lti, Ff;k, uGlo.ia "n la peculiar expe'
el mismo procedimiento: ''r Ex 40,34ss; IRe B,l0; Sal 26,B...
vez más nos e¡¡cQntraría,nua 15 [x
16,7;33,18;ls 40,5.
"on nlanilestaciones lristóricas' se
riencia israelitica cle la gloria de Dios en strs 3" Lc 9,32;Jn l,l4 2,1l; I Cor 2,8...
cxperiencia cósnrica.tlel cs-
dilata a acontecin,i"ui.r""¿r*i"o universal o
la 37 Lc24,26; Rom fi,17; F'l¡r 3,2I; I Tim
lsracl cotr srt Dios' según la cloble ver- 3,16...
plenclot <tel bien se aquilata en la. cle r'E
.|n 12,41; 17,5...
,iOn, yo <licha, de Ia ledaccitin del Cérresis' 3,l8; Rorn 8,30.
":' Jn 17 ,2212 Ct¡r
's Cn I-27'§al 8,5'6; Eclo 17,3-4; Sab 2'23' 'r(' Dt 7,7-fl.
ro q.al la. 24;92...; ls 6,3. 'lr Ex 16,7; 29,43-40 40,.'i4ss; ls 60,1; 66,18...
:lt Ex l4,17ssi Sal 96r3"' i? Cf'.L. M. Arrnen<láriz, «La gloria clc IJios: el es¡rlerrclor cle la a¡rroxirrra< ií»r a
:'! Ex 2'1,1(iss¡ 40'l)4ss"' lo im¡rerf'ccto», en «Sa1 Terrae>¡, 74 ( l9116), 675-690.
,,,, Iix l6,7ss1 Nrn l.{,i0...
LA GLORIA DE DIOS Y EL E§PLENDOR D[, LA
358 HON,II}RIi Y MI'NDO A I,A LUZ I)DL CREADOR CREACIÓN 359

patri- rlc_Dios y cantan a Éste «porque asÍ le ha parecido


Gloria que en la encarnación recibe del Padre como bien»
(Mt 11,26), «porqug guiso» (Agustín). Eúo ,"qui"..,.*
en
nonio flndarnental (Jn 1,14), avanza hacia una «hora>>
r:ierto, comprender la vida comá relación a otrá,
la que se revelará ,.,pt"*, y definitivamellte, la de su rnás.que a nada y gozarse de su <<otreiclad» (libertacl).
a*árl"
muárte y resurrección?3. Todo esto remite la Gloria al
fu-
c) Esa libertad de la Gloria y sus opciones .orr...ro,
turo44, ibr" todo al escatológico en el que todo quedará
.son, como se vio (cap. I), el punto cle partida
invudido por ellaas, y obliga a traducir la pregunta por el caso, de contraste y garantía de la presencia
o, en todo
fin (finaliÁad) en pregunta por elfhtal' gloriosa de
Dios en la creación y en todo el mt¡ndo cle ella resultont..
O. ¿Qrie.e esio clecir que la Gloria se reduce a liber- si la experiencia salvífica riberó a ra experiencia cósmica
tad, colivisos de arbitrariedad, y que el esplendor de la cle endiosamientos y nihilismo, hizo lo p.opio
creación se anega en las tinieblas del Gólgota o queda re- i periencia estética. Nos preguntábamos d
con la ex-
miticlo al futurá de la resurrección? Es la pregunta que $rincipio si lo
que la belleza últimamenre trasluce es .l se. o ia
nos viene persiguiendo desde el principio' Veremos ense- Pues bien, al ser Dios el primer cantor de Ia
na.la.
guida, y tá f,"rJot adelantado ya, que también para la.Bi- I¡elleza de. ésta,-lejos de quedar amenazada por
creación, Ia
ñliu .iio*bre y la naturaleza son lugares de esplend.or' jos y sombras del
los altiúr-
de iásistir en ello saquemo§' de io que acaba- y por las duclas del hombre, se
P".o
"r,,", afianza en el ser y se "or*oi
libera para el cántico.
mos de considerar, unas conclusiones: d) Si hace suyo ese sí fundacional de Dios, llega el
a) En esas manifestaciones salvíficas la Gloria ha reve- , a percibir por doquier el esplenclor clel
laclo, a quienes saben ver' Iluevas e insospechadas formas .hombre ;""1;;
de él la predi- ponderarlo,:un- u pesar deilÍmite y mal que lo afean. pue'_
J. ¿No están en realidad llenas (te rncluso) clesde esa e¡qe{encia
"áptáaor. Io su con-descendencia fontal, convertir la pesa-
leccián de Diás por pequeño,
dum-bre del mundo y de la his¿oria en ht*nos cle
para ex-altar a los humildes? ¿No brillan oon luz propia y súplica y de esperanza. porque se los canta a un Dios
dolár, cle
irtr"me."dora la misericordia y el perdón? ¿No es más cuyo poder salvador es testigo. Es eso precisamente
de
sabia la necedad cle Dios y más fuerte su debilidad
que Ia lo
y ju- que sucede en los Salmos.
sabiduría y el pocler en que ponen su gloria griegos
díos (1 Cot t,ig-St)? ¿No tiene la misma cruz' a pesar de

s., ho..or, la gloria .,.pi"rnu de la entrega absoluta a Dios


6. Br- HoMBRE, cANToR DE LA Gr,oRl¿
y al mundo?a6. ¿No cuenta toda esa sin-razón con «razo-
,r., q,r" el coruzán comprende»' que diría Pascal? l. Una vez hemos vislumbrado lo que de Gloria de
Ui fara los muy clarivideutes: con Jesris a la cabeza' Dios y,de gloria.propia tiene la realiclad
destá[a especialmerrte el esplerrdor de Ia misma l,ibertad' volver los ojos al eco que ellas despiertan".rada,
podemos
en .l htmb.", ,
la tercera forma de gloria,la glorifiáación. Dado que
de las
r'¡
.ftr 2,4;12,23; I.9,I; I7'l-4' dos pnmeras hemos sabido en gran parte por .rü últirnu,
I' ts 40,5; 61,6; 62,2; 66,1 I " ya que las gestas salvíficas y
{, lto*: 8,18.21; 1 Cor 15,41}; 2 Cor 4,17 Flp 3,2i; Col :1,4¡ I Pc 5,1"' no ha, siclo sirl,,
contadas sino también cantadas, "ásmicas
{rt
Jn I 2,24.28.32; I 7. sería menester rc¡rctir
L¿\ GLORIA DE DIOS Y EI, ESPLBNDoR DE, LA CREACIÓN 361
360 hlOI!'tllRE Y MUNDO A L^LL)Z DEL CRIiADOR

y clesbordado. Pero matizaba algo importante que aún nos


rnuchos tle los texto§ bíblicos aducidos' Podemos obviarlcr
queda por considerar y es que esa glorificación es el fin
reduciéndonos a unas breves consideraciones generales:
úLttmo del mundo. La Biblia no lo expresa así, pero afirma
a) Tampoco la glorificación celebra sólo los portentos expresamente que la gloria de Dios es aquello para lo que
ae ú histoiia cie la lalvación. Canta también las manif'esta-
Sin em- ha sido cread<¡ Israel (Is 43,7) y cuanto existe (Rom
ciones sobrecogedoras de Dios en la naturalezaaT'
11,36); que ella es el trasfondo de toda actividad humana
Uu.go, tarnbiéi en este caso la alabanza se nutre sobre
(1 Cor 10,31); que Dios no es menos el Omega de Ia crea-
to¿I á. la evocación de aquellos prodigios de los que Is-
privilegia- ción que su Alfaso.
rael y la lglesia han siclo clestinatarios y te§tigo§
ejemplo, en los dos himnos («Benedictus» y
2. No menos decisivo es comprobar cómo el pueblo
tlos.'Así, |or del Antiguo T¿stan¿ento ha gravitado de hecho hacia Dios.
*ftlng"ifi"otr¡ cot los que se cierran y abren re§pectiva- Esta orientación primordial se manifiesta espontáneamen-
la
menie e[ Anúguo y el Nuevo Tbstamento, y con los.que
oficial' te en el culto y en los Salmos. Err fbrma de alabanza o de
Iglesia
-'- inaugu-ra y concluye cada día.s-u oración
acción de gracias, de bendición o de súrplica confiada o
nj ua. iúr,'ul quedar la crea-ción englobada por la penitencial, de meditacidn ponderariva..., toclo lo que se
salvación, y los protiigios de aquélla al servicio de los
de
es y se vive, cuanto existe y alienta (Sal I50), el arte y los
ésta, es ,ror*rl que tüa glorificación se dirija a Jahvé
en
instrumentós músicos, se condensa en sinfonía a Dios. El
et Antiguo Testai rento y al Padre,-por.meclio deJesús'
en
doxoLogta cristolígicaag Allelrya (alabaC aJahvé) es la fórmula del ser. Y si al final
el Nuelvo. De la abundantísima la creación concluirá en un cántico a Dios es porque esa
don-
cabe destacar Rom 16,,27 ¡ más aín,2 Cor 1,19-20
con§u-' alabanza es el fin último de ella (en el doble sentido de la
«le Cristo, a la vez qtre, como SI de Dios al mundo'
expresión).
rna toclas las promesas, concentra <<el amén que nosotros
(Ap 3. Jesús celebró esas liturgias de alabanzal rezó y can-
clamos a Dios para §u gloria». Cristo es, en persona
mutuamente se tó esos Salmos. Su corazón los recreó desde su relación
3,14), el doble amén que Dios y el mundo esencial al Padre. De su boca, y con Ia resonancia que les
;;".'É" él coinciden personalizados el fin del Creador y el dieron su vicla, muerte y resurrección, pasaron a labios
fin de la creación. Bs la triple forma de la gloria' Y la que cristianos.Junto con el Alleluya la lglesia los hizo suyos y
el resto de la creación rinde al Creador es, en último
tdr-
que el los concluye con el «Gloria al Padre y al Hljo y al Espíritu
,;ir*, participación en la alabanza eterno-temporal
Santo». La oración deJesús («Padrenuestro>>) empieza pi-
---'.¡tributa al Padreae.
Hijo diéndole a Éste que «sanrifiqrre su Nombre» (Mt 6,g); su
l,o que el Vaticano I decía acerca de la gloria de vida concluye suplicándole que «glorifique ese Nombre»
Dios co*o fin de Ia creación, queda de nuevo confirmado
$n 12,27).
La celebración eclesial de la cena y ofrenda deJesús, en
{7 Cf. Sal 8,29,93,96,97,I04,136,145,I47'l4B'
clara remembranza de su palabra sobre la copa (eryari.stí- I

i.t,¿or*,0'stu; Z,tat Mt 11,25; Ilom l1,36; 16'25-27; Gál


l'5; Iil l'3;
'* I Tim l,lT;6"16; l{eb l3'15'21;
i"zo-rit É,ts-áo; rtp 4,20; Col 3,17;
I Pc 1,5;jtls 25... 5" I.s 41,4; 44,6; A¡r 1,8; ll3,l3.
aq
Jn 7,8; I3,Íi2; 17,1ss.

I
LA cr,oRrA Dri Dros y trL EspL[NDoR DE LA cRrecló¡v 363
3$2 llot llilili Y MuNDo A LA LUZ DEL cRE¡iDoR

sas), que iigura en toclos los relatos, se denomina


Eucaris- .6. Dijimos que había que rellenar cristológica y trini_
judía, con el «De- tariamente esa definición del Vaticano I para qu. .i ho*-
ia, rJ.i¿" á. g.u"irr- Empieza,.como la bre estuviera a la altura de lo que alaba. Eso no significa
,rá* g*.io. al*Senor ,r,rmtto Dios» y concluye con la gran
que toda glorificación de Dios haya de ser exltresimente
doxiogía neotestamentaria: Cristo, con él y en élo a
<<Por
cristológica, ni siquiera expresa. La estructtrra de ra reali-
i'i, ói"l Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu San- dad mantiene en todo caso, siquiera sea anónimamente, la
á,'o¿o honor y todo gloria por los siglos de los siglos»'
' referencia a Cristo, como venimos repitienclo.
4. La espirituatitlád cristiana se ha alimentado secu- Además, esa glorificación tampoco la entonarán sólo
larrnente de Ia experiencia de que la alabanza a
Dios cons-
los labios y el coraz6n. Así como Dios mostró su Gloria
tituj'. la forma *á, ult, de humanidad y la me.ior traducción no sólo en los portentos de la naturaleza, sino también en
del rnurrclo. Recuércle§e, por ejemplo, el <<ora et labora>> sus acciones salvíficas, y rechaza ,n culto meramente ex-
«El
beneclictino o el «Principil y Fundamento)) ignaciano: terno, hipócrita, no unido a la justicia (Mt 7,21), y así
hombre es creado po.u ulubut, hacer reverencia y servir a
gloria>>' como Jesús glorificó al Padre no sólo con sus pálrbrnr,
Oio.r. Si la Reforma hizo suyo el lema «Sofi Deo sino-con su vida y su muerte, asÍ los
el barroco católico se centró en el <<ad maiorern Dei
gl,o- (y toclo
darán gloria al Padre con sus "."y.rrt.,
bu-enas obias (Mt
riam>>. !o¡1b1e)
5,16;Jn 1.5,4).Aquella doxología cristológica ha cle ha_
.5. Toda esta corriente de teoría y praxis de fe es la que cerse segtrimiento histórico, en la <<uia ,rurl, et solid,arita_
clesemboca en Ia definición del Vaticano I y llega
a no§o-
El fis», del que' renunciando al rango y gloria que le corres-
tros como lo que es: una definición de la vida humana'
ex'céntrico' pondía, se abajó hasta la muerte y *,r"rt. y sólo
frn*¡.* .r,.orno dijimos, un ser últimarnente así entró en la Gloria del Padre (FIp 1,5-l l)."n "ru,
saliendo de sí hacia Dios' Su
;;; ;. "onru*u dá todoy del mundo concluye en un.ac[o
án d" co¡rciencia de sÍ
de alabanaa, que es la expresividad más Pura y
^ acabada de
I 7. Et cosMos, rREGóN DE Dros
su condicién de image,, .lt Diot' Ni siquiera cuando
su

,i.lu ,ro esté a la altuia de su alabanza deberá renunciar a La glorificación le corresponde primordialmente
é;;, q". no se mide últimamente por lo que el hg¡nlre que es capaz de percibir el esplendor de Dios y ponclerar-
al
h;;; d", Dios, sino por lo que Dios ha hecho por él5r' Por lo. Por eso define Agustín la gloria u.roiicia clara y
.to, Áet allá cte tocli actuación, o envolviéndola' ha de re- laudatoria», claro conocimiento que"o*o
hace prorrumpir en
;;; a la glorificación y acción de-gracias' Só1. en ellas alabanzas3. Sin embargo,la Biblia invita a toda la cráación
está a la aliura del misierio insondable que Ie
euv-uelve
hombre §upera infinita-
in"* 11,33-36). Só1o en ellas «el
lnente al hombre»52. ts «Clara tu¡t laude
nolilia>>, Réflica a Marin¿ino lI,li,Z (OSA XXXVIII,
1990,493). Revive e¡¡ es¿c punto la inagotabre y r'ecuncra cr¡estión ace."u rr,,
si el creyente, cn este caso Agustílr, crea (o recuire a) una definición filosóll-
,r Cl L, M, Ar¡nen{áriz, «TegLía y praxis a la lrrz tle tln canon trictentino>>' en
ca de la gloria, o se refiere en concreto a la notificación
Qtotitia) a los 1,r:rrti
[E 64 (1939),8i'1 i4' les del Dios Trinidad,que tuvo lugarporJesucristo. H ¿exto no
arlr¡rirc rltr
5: B. Pascal, P¿ nsa¡nientos (Ed' Ilrtrnschvicg)' 434'
LA cLoRrA DE Dros y EL EspL[.NDoR DE LA cREACTóN 365
tiol"'lBltft Y \'luNDo LA LUz DEI' cllüADoR
364 ^
l,ll mismo Padre Creaclor se gloría de toclo el mundo y cle
a alabar a Dios5a' EI mundo
lo hace simplemente existien- t:acla uno de sus componentes56.
como re-
lJ, la granclezaybelleza que ostenta El mundo es producto de la omnipotencia y de la sabi-
^"tt.r"clo p;;;;doal hoÁbre a llegar por ella
fleio clel Creador y por torPeza o
rluría de Dios ¡ por eso) consistente y admirable en sí
; ffi; ¡anurt"oí á reprochándole cuando mismo. Pero al mismo tiempo es reflejo de su belleza y
la gloria que le corresponcle
malicia no lo hace y 'o i"ti"ae plenitud y, por ello, huella estremecedora, insinuación
por §u es el encargado
Ail*3; *;m r¡. Ét hombre, Parle'
cle uhacerse lenguas>> de
gloriosa, pregón de Dios57.
:i;.;r;;t.ígou 'i' "*"ion'él' glorifique expresamente a
Por ello, y aun sin que pretenda ni puecla hacer suya
ella para que, por medio de a to-
tocla la gloria «objetiva» de la creación, el hombre es el
,"-ri*.¿á. (dclo 17,7ss)' Por e¡o puede conminar clestinatario de ella. El principio cristológico cle que ella
clas las creaturas u qttt
uiubtn a Dios al tiempo que lo
ha-
t existe en, por y hacia Cristo implica el principio antrdpi-
co de que existe para el hombre y de que ésre es el «aludi-
..,,_1,o,:*.T:i_(:ii,'lifí);, por su rimitación y su p:-
Nunca termlnar¿ clo» en toda ella. Tomás llama a las cosas <<aerba Verbi>>,,
caclo, de traducir
efalaban'a el esplendor de palabras de la Palabra que se dijo a los hornbres y se hizo
'oá*t"" en ésta que <<ni el'ojo hu-
la naturalez,' H"b;;;t""'o' hombre. Le están por tanto dirigidas al hombre con ella y
que s-in embargo han-sitlo' son
mano vic, ni el oído oyó» y en ella. De ahí la indisoluble conjunción entre mundo y
y proclam-an su
,"t"tu^ gloria nnb¡tiiuuí ilel Ct"udor hombre, entre la gloria de uno y otro. La filosofia y la
quedan asumidos en la alaban- ciencia modernas reconocen la imposibilidad de una obje-
il;i;;i;;;"J;;;"dos tt' la infinita que el Hijo tribu- tividad pura en un mundo en el que existe el hombre. No
za angélica X t" -'oao-tu'n'
obras y en la que-el Espíritu'
ta al Padre por El;;;;;t
sólo porque éste al observarlo lo modifica, sino porque al
la creación' rinde a Ambos' conocerlo y trasformarlo lo lrumaniza. La fe le permite
aliento y dinamismo tl"
'otlu además hacerse con todo él y elevarlo a lo divino.
I 3. Para quien lo ve como creación y reflejo de Dios, el
mundo es inagotablemente elocuente. Da pie a una «con-
*,:',:"lr:::::::I J:': "iT,::11 ilXil":lÍ;i:'l $i:i:;'í*n
kffi:l. templación para alcanzar amor» (Ignacio de Loyola), y ha
Cierto que ósta Precl§lon
lripótesis' la
<le las dos dado nacimiento a cánticos admirables como el de Fran-
ürfl:f#:'ürko l,gar prcguutar §i' en cualquiera
i. irrlrt.u"d y nitidez, o si incluyc esplendor' cisco de Asís a las creaturas, y a páginas cimeras de la
«craliclad» cs sir¡ónimo ,,1í, ¿ llo §er quc sc trate cle
Asi parece sttgerirlo tu tiolo"'o'qun.la
acornpaña' poesía humana, como el Cántico Espiritual de Juan de la
lo cuul no se avietie ni con el AgustÍn
algo exlrínsecant"u" tonl'Jto"i"' se roliere Cruz, entre otros.
Es verdad.que en este momento
neo¡rlatónico ¡li cnn el "'*i^"'' Bn ellas se produce alavez el descubrimiento de nue-
.*i'.",u,n.,,,"i,r':"1":r,:':,il:".*ü:::n;*)-;::JiJ];iüT:1""1: va belleza del mundo y de la Belleza misma del Creador,
Ia'liinidad. Pero a¡-tadc que Agus-
Cristo tle patentizar tt"'l'i';ii
tt' gforia cle Dios y a Dios' de los traducir lu
supuesto tocro eso,
tín har¡la con rrec.encia, ¿sería_aberrante, esplen-
fór'mula aqrtstiniatla tft ü gi"ti^
tli"ienclo que."s «tttra ntanifestaciórr eo Cn 1,3.10. 12.18.21.25.3i.
;H.^ ü:;;;;;'j 1"" r''"I pt'.rrtrntpir en alaLanza»? 57 Sal l9,l-17;65;89,6-14;93;97; 104; Prov 8,22.31; Ilclo 42,15-49,22;Job
sot rozizo'22; la8; 150i Dn
5'57-58"' 58-4 r.
"áá Sab 13,1-9; llonr 1,18'23'
I
LA cLoRrA DD Dros y trL ESpLtNDotr DE LA CREACTóN 362
366 ilol\{llRu Y MUNDo A LA LUz DEL ctlllADolt

en nada». Ambos sobresaltos desbordan el marco mismo del


hasta elpulto de que tocla la naturaleza) sul¡limada«las mundo y abren vías hacia Diosor.
ooesía" se con'¡iertt t" g'"*ática de
Dios' Todo:
ca-
6. Sólo se cerraría la ciencia a la Gloria cle Dios y a la
;;;;; lo, ,oll"t solitaiios nemorosos"'' la música glorificación de ella por el hombre,, si eleva.se a absolutos
iil;;il;edad sonora"' es mi Amado para mí>>58' el azar y la necesidad que detecta en el cosmoso negando
del mundo
4.' ¿Ha clausurado la concepción-científica así tocla finalidad. Pero aparte de que con ello desboidaría
si el hombre es ya incapaz
esta vilión teológica de él? Sóto su propia competencia, ya el hecho de que los encuentre
su esplendor y
cle admiración, y el mundo ha agotado conjugados, cuando parecen antinómicos, lleva a pensar
la
;;;;il.ia" . fJ'mulus matemáticas' Pero mientras que no se trata de absolutos y que más bien están al servi-
naturaleza retenga su esplendor
y sucarácter de símbolo y cio de un designio que, si no se puecle científicamente cle-
no sólo cle cosa, y el hombre perciba-el
«no sé qué que
t mostrar, resulta altamente verosímil.
;;..1* «el cielo (y Ia tierra) seguirán pre-
balbucienio>>5e, 7. Por lo mismo que Dios se encrrerrtra, corno causa
*r,urrdo la gloria de Dios» (Sat I9)'
*'il;;; eficiente primera y como causa ejemplar, más allá del mun-
científrca por qué ser exclusiva de Ia
].,u uiri¿n do (a Ia vez que en él), su reconocimiento y alabanza que-
,ri ¿ur, de aquélla' Pár el tontrario' a.la.ciencia darán también más allá de la cienciay de su investigación
""iogi", la innu-
,; ;"i" el descubrimiento, inimaginado antes' de de Ia causalidad intramundana (aunque en medio di ella)
y de vida' de la
**rff. variedad de fbrmás de exist"ncia lo pe-
y supondrán un acto de fe. Pero ¿no da la naturaleza pie a
irr"**..."rabiliclacl del munclo en lo grande y.en evo- éste? La contemplación de ella y su tutela como mundo
dinamismo
queño, de'su complejidarl inaudita' de
su de transparencias y no sólo de productos, puecle que sea
suministra así
i'rtiuo hacia (brmas"rrr,"uu' de ser"' ¿No hoy uno de los más claro.s indicios de transcendencia y así
ponderativa y agrade-
nuevos motivo§ para la admiración un precursor de la fe en Dios.
cicia?
60. Sólo ésta dará cuenta cabal de la infinitud en que sume
de reconocer
La ciencia; por su Parte' no podrá menos I esa contemplación y colmará la promesa de belleza y ple-
investi-
quJu ,,utrrraiáo está ahí, previa a-toda decisión e nitud sin límites que alberga. Sólo ella seguirá ,""ono-
porque no sea
gación hurnanas y dando lugar al Pasmo ciendo a Dios y alabándole cuando la naturaleza se revista
y al pas- de enigma, lucha por la existencia, dolor y muerte02. por-
IuOri"^, sino investigable, col-rerente,.progresiva'
;;;.r; más radica{ de que exista' de que «haya ser y no que ha conocido una luz mayor que toda tiniebla,la fe en
un Creador que es Padre hará que, respetando su misterio
y confiando en que el Amor tendrá la palabra definitir,,a, se
;;**r,i. r" ctrz,c¿intico EspirituaL,crtrcio.cs r3-r4, etviday obras desan mantengan en alto la contemplación y la alabanza. y tiene
\uon d, la Cntz,BAC (Madrid 1960)' 768-769' .
. i.;;i;; ér"r, ¡t'il ,856'859' vius' notu 74 del capítulo vl'
eleva a Dios (ir
00 E. car<lenal ,en su cántieo cósntico,'lrorta (Ma<Iricl 1992), se Puede verse cl libro dc A. F. Raira<la, Los ciertt(icos 1Dros, Nobel (Ovie<lo
sino clcsde el adnlirablemento ltuevo y com'
no desde cl cosmos meclieval 19e4).
su bellcea formal y su rr Cl: L. M. Ar¡nendáriz,
rle ia física moderna. Ya sólo Por cso' aparte «La vida cono ofbrt¿ y desrnesur:r, conro insi^r¡aciórr
^lei¡¡ i"cl'ido lu g'ott tradición arril¡a se¡-ra-
[.ii""* t,"t*t'"iJt, p"¿" tet
"" y enigrna>r, en «llazón y t'e>r (abril l9g4),36I-i}80.
la<ia.
368 HOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR
L^ CLORIA DE DIOS Y TL
ISPLÜNDOR DE LA CREACIÓN
3 69
experiencias, y no sólo palabras, al respecto. Los sanros cuento de todos Ios artistas
antes mencionados no ignoraban la pena indecible de la que, a Io largo cle la historia.
t,rn hecho de su arre un
himnt a Dios y a los mis_
en tráu, ";;;;"
creación, pero la seguían creyendo buena, admirable y terios de la salvación.
continuaban cantándola y alabando a su Creador. ,.[^*"a"fiaades: la músi_
t:a, Ia literarura, Ia pintura,
cn rnuchas de sus más altás
il;*rü;",Ia arquitectura. y
ár ,ri.l, *.¡r,.1
8. Le cLoRrA on Dros y EL ARrE
rnundo hecho arte, ha
gi.uao";;ü.rr^ioino u »io, y a Cristo.
La naruraleza kansfiguña.
y f. .""riililiaua y creatividacl
humanas se han alzajo
1. El rol dei hombre en la gloria de la creación no se lr.rJ Ji."ra"r al dempo que da-
limita a transformar ban lo mejor de sí ¡nismas.
glorificación <<fonnal» el esplendor
err
«objctivo» del cosmos. Por su condición singular áe «ima- 3. Es indudable.que la secularización
* este proceso y ya.ni.toclos.los ha afectaclo a
gen de Dios», él mismo es un reflejo excelso de la Cloria y qrc u"n
composiciones artísricas o escuchan esas
posee una dignidad y gloria peculiares que las otras crea- lo haceri
turas respetan (Eclo 17,3-4) y el misrno hombre admira y arte actual.se inspira. en Lfigi"rrr.;;;6;;t "i
igual medidaoque
vos teológicos. Thmbiéa "aquí antes en moti-
por las que alaba a Dios (Sal 8,8-d). Gloria crecienre con-
han pasado al primer planoi
.i[ür¡r. y Ia naruraleza
fbrme se configura a Cristo (2 Cor 3,lB).
Su destello divino, como imagen del Creador, se mani- que el arte, si es tal, sea ryr. ¿r"rla eso el hecho de
objetivarJ;;;
fiesta aclernás de modo eminente en su capacidad de tras- naturateza, una araban;
mamente vive v u"
r] ¿;ffi;,,l:,üffilH,:Ti:
formar el mundo (Cap. X). Ahora bien uná de los momen- creación ,. .rr"i"nd"? Thmbién
:yy.u
arre le ,".ono". .t Voti"ono al
tos en que esa creatividad del hombre alcanza cotas más
(GS 36,59).
ii;;r;;;omía y s.libertad
altas lo constituye la creación artística, Y es también en
ésta donde el mundo irradia un nuevo esplendor. 4. No faltarán <
eue esta
gloria del hombre, que es el arte, pueda redundar,-al mis- T.rr" rerigioso, ro
al Creador. pero acl
;:{trTJT"i: ::ffiff:,"."fi?fi
mo-tiempo, en gloria del Creador será evidente para quien I
aplique taml¡ién a este caso la lógica del «concurso» y la « s u br i m a r h
;l;
;-,nT; ,ll¿ J i ;i :i :fl : #.,:x
i, * :l
que acabamos de señalar acerca de los fines intermedios. zar profundamenre al
hombie y el fin inrneclia-
2. Bsa posibilidad se hizo realidad, corno dijirnos, to que el Creador asigna "ú;il'rsí
u U t..o"iá". V nry algo que el
cuando el hombre creyente compuso salmos. En ellos la arre hace de modo .riir.nt.,
sacarle de sí, abrir el cerco
;";;;;;". at ser hurnano"
alabanza al Creador, para ser lo que pretendía, reclamó el
clesbordamiento,
.1.i;ilr"; de lo finito. Ese
arte cle la poesfa, del canto y de los instrumentos músicos. esa transcencrencia, ..J
r.o*o
La Iglesia de ayer y de hoy sigue dando amplia cabida al za misma dno es ,ro.d: 1". *el-"rrio"riu*ino, adeIa Beile_
(quizás sólo irnplícita) vuelta
arte en su culto63. Sería, por otro lado, interminable el re- del *;;J" il H'r".¿o.?0,.
nr SC I 12- 1.30.Cl,.|. Plazaola , ITtstorio 1 s¿nli¡lo tld at te cristiana,llAC (Ma- ri{ Es
conocicla la a<Jnriraciórr
dri<l l$96); «ilazóu y sentido del nr¡ sírlo artística sino reoki
ar.te crisriar¡o», Ci¡aderno.r,ic T'coiogía rbsó por w' A' M<'rzart'':::,j:.li:',jl
l)crrsto, rr.u lB, Universirlad de Deust<, (llilbao lgg8).
¡qurrtarfa ¡lrimer'
il:;#'ff;f;:irl!:,1r :il:il:.
¡ir,,r úl y s<ilo .es¡>rrés Ag,,.tfn,lurnas,
¡rn. J,.tcr.o1 Calvir¡'

I
LA CI,ORIA D[, I)IOS Y EL ESPLEI.IDOR DE I,A CITEACIÓN 37
370 l"lOIvlBRE Y MUNDO A i,A LUZ DIIL CI{0ADOIi T

iJ. En la misma línea poclríamos decir qtre la condición


9. El MUÑDo, <<v\S'flGlult Tnuvnlns>t
Itlirtl de todo se traduce en su estructuri verbal, lógica,
, rr ,'rnica»,
de las que deriva que las cosas sean cognósci-
Si la causa eficiente no es simplemente Dios, sirto l;'
1. lrlt.s, expresables, admirables. La condición espirltual,, a
Triniclad (cap. IV), y la causa ñnal tampoco es sin rrrás li'
:,u ve?,) se refleja en el dinamismo, la apertura, la efusivi-
gloria de bio., sino la del Padre, dada por el Hijo en <rl
,lrrrl,la gratuidad... que se harían patentis en el hecho pri_
ñspíritu a la creación y acogida y trinitariamente celebra
da por ésta, habrá clue extencler a la causalidad ejernpLut ',r<¡rdial de que las cosas sean apetecibles, prometedorrs,
,,lr.sequiables. Ni faltan intentos sugerentes de clescubrir
eru'mir*r lógica trinitaria y ver el mundo no como refle.jtr i ()n los recursos y categorías de la física afómica moderna
simplemente"cle Dios, sino como «aestigium Tiinitatis»'
l:r trama triádica de la creaciónce.
Lo anticipamos ya y empezamos a desarroliarlo en el capí-
tulo IV. f ,
4. Hegel llevó al extremo esa lectura trinitaria de la
calidad y leyó en el rirmo trifásico del yo (en el conocer y
2. Una gran traclición teoiógica (Agustín65, Buenaveu- .'l amar) y en el de la histc¡ria entera el pulso mismo viral
ter-
tura66, Tom?s6'...) venÍa descubriendo la estructura
y bondad (o unidacl' ,lel-Espíritu Absoluto. Todo ello, sin embargo, a costa
noriu iel mundo' La unidad, verdad
figura, dinamismo) que' como «transcendentales>>' carac- ¡,robablemente de la libertad del Creador y de la <<mai.or
di,ssimilitudo» entre Él y el mundo (cap.II).
,.}iro, a cacla se. minifiest'an su condición cle uesúigio de
En el mismo intenro de superar la lógica del ser en Ió-
la Ti'inidad. Al nivel humano e[ vestigio se eleva a la con-
gica de la subjetividad e intersujetividad, hoy se riende a
tlición <le imagen trinitaria que se trasluce en memoria'
liberar el <<aestigium Trinitatis» del marco cerrado cle
entendimiento*y voluntad. Piecisamente de este <<análo'
cada uno de los seres y a leerlo en el áml¡ito de la familia
go"" (oclel conÁgurado por la mente, la palabra y el amor)
(padre, madre, hüo)'o, y en el de la convivencia clesintere-
io*r, u la inversi, pie Agustín para §u explicación <<psico- sada resultante de Ia salida de cacla uno de sí hacia el
lógica» de la tiniáad. En la cima de la creación (el hom-
otroTt. El Vaticano II vio en la comunidacl eclesial el gran
bi. gracia), el vestigio y la imagen se alzan al rango de I
"., « an a I o go n Tr in i t at i s 2
semejaira de la 'l'rinidad y se despliega en fe, esperanza y. .
>>7

cariáad. De esa múltiple contextura ternaria arranca «el


5. «Toda creatura proclama la generación eterna>>. Esta
espléndida frase de BuenaventuraT3 nos autoriza a añaclir
itinerario de la mente hacia Dios» (Buenaventura)68'

60 cf' IJ' Philberth, D¿r Dreieine. Angang und sein. Die strtith* der schiip-
que.ellos
y Schlcierrnacher, Y eso ¡>orque el genio <le Salzburgo supo algo
'n<rrupi.rou o no liega.ori , exPre§i¡r con vigotl a saber' la bontlad glo' _ fung,Christiana (Stein arn Rhein {1976).
?o
'antó opinan al respecto Agustín, De la Santísima Tt.initlad Xll,5_7
¡retcibiremos al linal dc los
iotal qtte tiem¡>os'
l¡at dc la creacii>n, Ia=arn¡onía f^e1fo-11e
(OSA V,31968,
{ir Cf' }'. Moriones, Í)nchiritlio¡t thcoligin'tt S' Augtutini,l}AC 205 (Madrid -. splett, zal'¿n 530-5a1); Tomás,
?r
S. Tá.I,q.93,a.4 ad 2.
J. a[s liltt'sein. yom trinitariich Mcnsertriehen,Knecht (I'rarrk-
19úl),135 141.
furt I 990), 69.
"" Bt'eaiít qtintn llAC 6 (N{adritl 1 945),
2, 1 2, 2f14'
??
n LC 4;l.JR 2.
.§. fá,1,9.45,a.7; 9.93, a. l-9. ?5
ris A. Villalmonte, «lli¡enaventura,>, ert X' Pikaza'N' Silanes (eds'), Secretaria- «omnis auten¿ cr¿atura clonrut gettcratiotte¡n uct¿raatt¿», colaciottt:.t sor,rr rr
Exaemcron I I,1.9 {OSB III, BAC, n.l9 (Maclrid lg47), j84].
do Trinitario (§alarnanca 1992), 208-212' i
LA Gr,ontl r)t' DIos y
37 2 Holvf BRI Y l''luNDo A LA Luz DEL cRsADoR EL ü.spLriNDoR D[ LA ctüAClóN 37 s
I 10. L¿ coMpLEIA rusronrA
que todo 1o,{ug en el'mundo DEL EspLENDoR
nuevas sugerencias e indicar
Ia vida) rePro-
arly "i"fni, 1y a. este vaivén está hecha 1. Iniciábamos este capítulo preguntanclo
"r Padre-Hijo'.Y {ue [a gra-
duce creaturalmente ia relación ,e los déficits de Ia *eaciáo,.r .?.rei si, a Ia vista
las creaturas'
;;;;-;;i gozo de ese intercambio yentre lo que Él es en el que situarlo al final de Ia hisioria
c.*a.to, había a era
evocan y hacen pt"ut"it-ui Espíritu
o si tenía un poder inau_
gural que redundaba, ya ahora, en
corazón de la'Irinidad'
posirivicr..l,*;i;J'¿;;,
6. Si el Hijo se caracteriza por su autodiferenciación I lelleza). Hemos
|::jI precr§amente i,lo'"oáf.obando qr;;;;:;:
podrá inferir' en la rero porque Ia creación
clel Padre y de ias otras realid'á"u' '" abierra, ese sí iniciafup,*ro or;o;;;rl. "a
u,r, historia
de los seres' un
v autoidentidad de cada uno Entre esos clos
""."fr*i¿ici como víncu- y tensa la historia" de la creació.,.
síes se dilata
ñ"tigir ü;¡"' i ti el F'spíritu se.configura tol'o i 2. También la gloria y el esplendor de la creación,
lo el Paáre y el Hijó, y de ellos::".'olo'y emanantes de aquel sí primero,
"rr-tr.
p.r*-".rr" clesborclamiento y novedad, habrá
que Percl- son aún tr"-ñ;;;;;^;
los otros y apelan a un sí final. Está reviste
ser con
[ir, .n la fuerza que cohesiona cada que lo-abre al fu- .irgrlr. rmportancia teó-
rica y existencial p,ara.dar gloria
con el Padre C,tuao', f en el clinamismo
, D"i;;, pesar del mal cle
clel Espíritu' Bn elhom- y de su dolor incoi.mensurable,
;;;4. lleva clentro, ín 'ettigioreferencia a todo v al por-
:Tdo
nl por un momento, a aquéIlos qu-e-no
y para no olvidar,
;;;#;;"posesión'filial y eá debido a la dor de la creación, o .,o .n l, mu,lida
perciben .l erpl"ni
venir se clarlan *r, "n frado- eminente, rar un sentimiento dominante de
s,_itr"r..rr. para supe_
personal de s" ür y de sus.relaciones' negatividra yi.""r"Ir_
to (cap. vII). El sí fi^ar crará ra .uriil-oios
"""ái.i¿"
7. No otuiiu' q"t tá serie de reflejos trinitarios su primerjuicio sobre el munclo75.
y confirmará
"uU. fue el Hijo quien
qr"io-.*punudu po' "ip""u$o".y.9u3 3. Esos dos síes se reclaman mutuamente:
al Padre su Gioria y
en su vida y ,r,,t'i" "t ""' devolvió no podrá consumar Io que no hubiera
el segundo
al munclo *,, y futuro' Por eso el vestigio ffi- fundaclo .l;;;;:
"rpt"'itlot "' en genera-l de la gloria) t: ylu
dijiios
ro, ni el esplendor final ie Ia
crea.ción poa.a ... .rp".uan
;;;i" (ul ig..raiqt'e Más aún¡ la h'isto' ni anheladc¡ si ya ahora no se anticipu
realidad histórica, no"uOto estrictural'
-r¡-o presente. A la inversa, sólo u.ra
y
"chu
de ver en el
en cuanto
ÁX*o de Ia humanidad y d-el cosmos' Creador podrá colmar toda la i"n"it".i
potíb.a clefinitiva clel
de camino del Hijo y fi-
fundacla por el P"i;;;;;*pa11ia munclo y de la historia prometen.
qre Ia belleza clel
est Por antonoma-
*iir"¿, . int",ioti'ada en el Espíritu de la'l'rinidad y reflejo gerencia y fascinación cle la belleza
Es precisamente esa su-
sia, el vestigio' i*og"" y semejanza ,"tr^l
-- Ia que
de su EsPlendor'
en la realidad ambas palabras a.
Oio.. "i"";i,
ltegue ese finat, ta alabanza creyente
:)1. en esa
encrende no sóIo
"-^1:_Y::,1 se
esperanza, sino tamlrié., án .l
plendor actual de la naruril"ro y ".-
¿f i, fr;rr".ia y en el re_

7s
Ap 15,3-4; 1617;1g,2,
7., Ror» 3,23 y 8,20. i{ecorcia¡ lo dicho en el cap
Vlll'
cRuADoIt LA cLoRiA Dri Dros y [L [spLENDoR
37 4 HoMIjnf, Y MUNDo A LA LUZ DEL DD LA cnn¡,clóiv 3Zs

y colectivos, inicial- B) Si esa metafísica clel ser la tr¿clucimos en una cle


cuerdo de los rrance§ inclividuales libertad, Ios ojos que buscan bereza no
la
*.n,.-rr.gtos, de los que resultó vida y futuro' ru prrmarlamente en el cosmos. En
se c.retencrrán sóro
la crea-
5. Per"o no basta to" '""o'dar eta apertur¿ deesos dos reflejo por excelencia clel Dios Belleza,
el hombre, imagen y
Bt sólo la primera (cap.' ül)' Por detrás de su arte, en el brillo de su inteligencia
en su ngu.;y .í
il;,b-;
"iOn. y..*pio,r,l... "t §Í poi antonomasia
comlenzo " 'l::I y en la boniad .1. ;;
corazón, en sus gesros libres y soliclarios,
*rrrdo, q,r. "t'C.itto, del que]9s otros dos son historia r-¡na belleza más alta,
,.rpú;;""..;
El Várbo áe Dios hace suva esa de la ae Aquél qu. tu*Uie.,
;;;;;;.ión. otros dos síes' y la
lgflejo
es) en último término,libeitacl
h* gioriu y clolor,, gue discurre entre los y amor.
C) Introducienclo esa metafísica en el atrio del
ei de su
*f,r".urfu de un-nuevo e ilimitado esplendor: la tensión entre trinitario, como lricieron los.paclres y los
Dios
pi"rfr"¿"y el de su abajamiento' Con.ello *
grancles t"Ololo.
rnedievales, habrá que ref'erir e.a Belleza"al padre
Ia historia y;;;;
los dos polos aumenta"inconmensurablemente:
esple,,dor ilimitado, per-g el anhelo
y la pena al que es clescrito como su n"rptunááf
*
;;;;'r. el espletrdor abso-
::l:.:111*."te,
ratenc¡a., es decir, al Hijo77. y esto
;;ññ;;t;án límite hasta que brille del que hablamos en el óapítulo IV.
en un .arriido f.re.t.,
lutodel «Dios todo en todo>>' D) Pero Ia teología cristiana no habra sóro der verbo,
sino del Verbo ¿ntarnado,y esta aparicihn
histhrica d¿ la
PARA uNA TBoLoGfA DE LA B§LLEzA Gloria, junto con la ccrndición hisárica a"
I I. P¡.ures U
troducen una nueva lógica qu€ no clesmonta"."u.iOrr,
in_
el capíttrlo l, ont"rioq
Nos preguntábamos también al empezar pero,la agranday co*pli"u: el esplendor
cle la
belle-
q"; al fascinante v -t?Tpttj? mundo de Ia
i;;;;ie tocado de finitud. y p""ido y abocá.lo a "r"u"ii,r,
Resumiendo lo
una plenit.,d fi;;i;
za cuando se sitúa «a la luz'del ireidot'' comparte el destino dei de
Jesús cle Nara.eih y ..fl.;u áJ
qr" h.*o. ido diciendo, podríamos tal vez contestar:
- -A¡ afirmar
das las formas y fases de su*Gloria;
D"*de una rtetafisica cristí.ana se puede ,) Gloria. del preexistente,laque tenía cabe el padre
de un sentimien- lo
con el Vaticano I que la"belleza, más allá antes de-que el rnundo fuese (Jn 17,S);
gloria en estaJo
.rt virtud cle la palabra creadora de Dios' puro, reflejo absoluto del padre y .;.-¿ria.
to subjetivo, tocl, p.riec-
"., reflejo y trans-
,"" ái*"ntiorr'd" la realidad; más aún' unconsiderado no :,,ó.:^:..ida-posible: la gloria ori..iá. , tu urroiu
[Srf
;;**iu;; É[' 0r,., a su vez, debe ser I19f y la gloria inmaculacla de la misma Aurora.
de I
á',;;;;i;irá t'Bi"n, 'ino también como «Bellezadel b) La Glori a del encarnad.o; una Gloria
abajada, la clel
afirmar la belleza co-existente 2 pro-cxistente, qurc
todas las bellezas"'6' Esá permite hace suyos o*i goro y t,
mundo y gozarse Je ella ¡ ál *it*o tiempo'
transcenderla
[a belleza' y Belle-
y admirar y amar a Dios como uutot de " con lo r¡uc
;:lj,,Tlf::.,:,::,-"^::lL.l:I,,.
es ¡rro¡rio <lcl Hij<,. porque ¡rara qrrc
za en per§ona. naya r)c¡tczil sc reqrr¡crcn.trea integrirlatl o ¡rerf.eccirin,
:u:1r: "o,,r,r,0,,.i,,
y
tte Aqrrino, s. rr. r,q.sí,a,s, i; i.;;, csra «r,¿¿61io» re(\,.
:l-;11:9]:,,I",,1ás.
ge ron)ás las (l¡vcrsas cr¡rrientes (Hilario,
Agrrstín...). Ct. H. ü. u. llultl,,"",r,
7 ,Ál^rrro pulcht.ontnt oilrniunr>t,Agustín, confesiones
ilr,6,I0 (o5A Ir, 9!::::.:,IV, 2e5-351; p. S. Sheir¡ *s"i,¿r',l,.ii'iil'Christictr-tri¡itaris,:l¡,
TRE Xxx, 1999,240-247.
r1955,163).
37 6 Liüi\'tillt¿ 'í ¡\ÍuNI)o A LA i'uz llEL cRtr"dDoR

esperanra) el llanto y la angustia» de Ia creación' I Que x


;;';;, at esplerrclor p.e"xistáte que sigue dejando traslu-
;;í J" "Ju misma con-descendencia: la gloria-de Ia ma- CREADOS Y CREADORES.
de la hora sexta CREADORES Y CREATURAS
nurru g;H"n y del mediodia jerosolimitano
-a la rrona (Mt 27 ,45).
'd'el'resucitado;
la que tenía junto al Padre
; t; Eloriu Dios no sólo da el ser a Ia creación
y nJr. f. á.uu.lr" (Jn 17,5), coronándole Señor de
la
y Ia mantiene en é1,
y sino.que Ia capacita para que alcance
creación elttera, .t fremio a stt hhtosis de obediencia p'o. si misma nuevas
(Fip 2's- I 1): la gloria del nuevo día sin oca§o' ¡. más alras cotas de realiáacl. fn
,riiJo.i¿ud el capítulo III. Se apuntó allí cómo"*u'rÁrmación "or.lriu
est" tema adquiría una
I nueya resonancia en la moderniclad,
a cuenta particular_
mente del extra<¡rdinario y anres
impensaclo i.ar. qt*
sobre Ia naturaleza.habÍa aclqu¡riáu'J
hombre. Eso, y
todo lo qrre se ha dicho..d. f, gr;"iu-y-a.l
capítulos siguientes, obliga u ,i,o*u1.1
p..u,i;;;i"i
perspectiva expresamerite antropol una ,.*u descle
ógicay a acoger ciertas
preguntas que, aunque con menos-virul.""i.'.1;;-h;;;
11igs 1ños:
siguen flotando en el ambient,
ti bles Di o s y ;i;;; * acr ur to y ;..*l ;;?: ot'.rlo,:.""*o'
ciparse también cle Dios,p,
¿qU.r"
«como si Él no existiese>>?r.' - "
nte que vivamos

' §sta ex¡lre'sió,' que'ornra ya paftc


ae rure.st.o me<lio ctrltural,¡lrovicne,
que no a la letra, <lel lil¡ro J.¿ó¡z atrn-
a Arrr;n, a, lr)',,.,).) p*,el jurisra
dés H. Grocio (1583-1645). Tratarrdo.l";#;;';; holan"
naturalcza humana y en [a razón.qr. derec'o e¡r la misrna
to a.r.i].u,foniun¿olo asla salvo
arbitrarie<lad y de la fuerza, escribe, de la
,o¿u ur,íiuna.fn lrgr. ar¡nque
"V
cosa qr¡e no. pue<te h,".."";i;lu cor¡-
::l:.::,r".,
cxrste o no sc f)reocur)a <le los
;i.yl, iuru*io, que Dios no
asunros l*rrrarros»
fusión sc ,el¡e sobre tocro n o. li."f.gO,".""J il;a";i:
¡oui-.ii;;- ñ#'rrva e. carta ties<re la
prisión y en su intento de crar u¡a
ir,..p."r.ürr ros conce¡r-
tos bíblicos: «y nosotrós no
¡ro<lonros ,", l,"r.ri"""i"ottrrororre
r."ono.., c¡ue herngs
de vivir cn el mundo etsi Detu.
no.¡t da¡nlur, y ..o as"fri
p,."irorncrrte lo que re-
:ln:ce,os-.;ante Di.sl; es e lrrrisnro Dios <¡uierr rr.s'obliga u,U"l,u.J"o,,n_
crrnrcnro)), Resister¿cta r surnisi,n,Ariel (tsarcelonr"isis¡,
20g. Como
por arrLros testirnoniosl la fórmura
.';.i;J;';;iil gür.nti.rl*"nre, unase I.e-
ve
cunda cornplejidad, clisrante por igual
¿. ,,n ui.ir*o"ünal conro de r¡n teís-
¡vÍuNDo A LA l'uz llEL
cRüADoR
37 6 HoMiitll'i
y qtr(: X
esoeran¿a) el llanto y la angustia» de la creación: -
que sisue dej ando traslu
:iffi ;ül;i",rJát-o;'""istente gloria.de Ia m1- CREADOS Y CREADORES.
cir. el de esa mistna "o"lá"t"""denciaila de la hora sexta CREADORES Y CREATURAS
jerosolimitano
Hil;il;;á'i*'¿ioaía
a la nána (Mt 27,45)' junto a[ Padrc
c) La Gloria d'el resucitado; la que tenía Dios no sólo da el ser a la creación y Ia mantiene en é1,
señor de Ia
, dJ,ñ;;;;t*tn ii;i'r;'a st'o'o"aidole
itemio de obediencia y
h'étt'osi's
,;irro_que la capacita para que alcancepor sí misma nuevas
creación etltera, más altas cotas de rearidad. En esaifirmación
soiidariclad (fip Z,oi r
jr la gloria del nuevo día sin ocaso' '
,'l capítulo III. Se apuntó allí cómo este tema
concluía
adquiría una
nueva resonancia en la modernidad, a cuenta
particular-
r¡rente del extra<¡rdinario y antes impensaclo
io.Jer qrl.
'o['¡re la naturaleza,había aclquiriclo el ho*b... n*o, y
t.clo lo que se ha dicho de Ia gracia y clel pecaclo
*n io',
.apítulos siguientes, obliga , ráto*u. er tema
crescre r"rna
¡rerspectiva expresamente antropológica y a acoger ciertas
¡rreguntas que) aunque con menos virulencia que hace
,1:rgr
Tg.,siguen flotando en el ambiente: dson i.,co*pu-
til¡les Dios y el hombre adulto y creador?,
¿iruy q.,..*lr-
t:iparse también de Diosp, Ésti qu.- vivamos
¿quiere
«como si Él no existiese>>?r. "

I lista ex¡rresió,, qrre l'orma ya partc (le ,.e.str.o me<lio


cultural, ¡>rc»r,iene, aun-
gue no a la letra, del l,¡ro-Joórz er ,erecho dc grer»a
ypaz deijurisra lioran.
dés H. Grocio (15s3-r645). Tratantro d" asJnta,
d.."cho en ra misrna
"rá
na.turaloza.humar)a y en la razó¡r que la clescifrarponiénclolo
asf¿ salvo de la
arl¡itrariedad y de la fuerza, escriúe, rü toclo ertá tuncl.ín
t,,gr...,nqr.
::1.:."r:,":r,
cosa qr¡e no, pue<ie hacerse sin la rrayor infanr"ia,
quu bio."or- nu
exlste o no §€ preocupa de los asuntos hurnanos»
(prolegórnenos I 1)^ Su <li-
firsión se debe sobre toclo a D. Ilonhoellbr" La hace
suyfl en carta <.les<le la
¡rrisión y en su intento de clar uua interpreración .no rcligioso,l. l;r;;;,;.p-
tos blblicos: «Y nosotros »o po.onros se, houesto*
sin reconocer que'ernos
de vivir en el mundo ctti D¿us-¡¿o.t¿ da¡.olur, y eso
es pr."i.r,n..,toi, qr. ,"_
conocerrros,., ¡ante Di.s!; es el ,ris¡*o Di.s r¡uierr
nos obliga a <licl¡t, re,,o,,,,-
cirniento», Resistencia 1 nrrnis.idn,Ariel (Bnicelona lg6g),
20g. Cono st: vt:
por ambos testirnonios, la lórmula encie rra, incltrso grarriticalmente,
rrna lt:.
cunda conrplejidad" disrante por iguar cle un ateísmo"lra¡¡al
conlo <lc ¡r, rr:fs,
Jtó f'l0l,lBRr: Y ñf UNDO A LA LUZ DEl, CRIi/tDOR CREADOS Y CITEADORES.
CITE,.\DORES Y CITEA'I,URAS 37g

Estas cuestiones reflejan el impaclo producido yror l;r l.rrrt:rr Que Ia alternativa:
«o Dios o el hombre» no
secularizaciín: zonas antaño reservadas a Dios están ¡r;r ,l,,jo ni de repente ni en se pro-
todas parh; y sólo señala
sando a inanos del hombre, que no se contenta co¡r dorrri ,,,',,,r cle un proceso qu".*p.rá el tér_
nar el curso externo cle la naturalezao sino que se ha aclcn ,r,r,. sólo como trasfo.r.lo
*r"il;ir"J.ñü;-
1"o*o p"ririrA. i-pr;;;;;;
trado en la estructura del átomo, de la vida, de su pro¡ri., ¡r,rr. eue el pensamiento yla rno.rliJua
código genético y de las leyes que rigen su psiquisrno y r'l l.' rlinritación que les caracteriza h.,rr;;;;;;#;
y se le garantizase al hom_
entranrado social; incluso 1o ético y lo relativo al sentirl, 1,,r. la inmortalidacl
que.aquélla, íJ"*rr¡. Sólo
se iran desgajado de su nlatriz religiosa y se desarrollan ll I'r. rlejando que se desclibujase más tarde
y p.Ji... cle vistaa.
rnargerl de ellaz. ¿Sigue sienclo Creador ese Dios que [).r
rece replegarseP ¿Lo es ya sólo en ciertas zonas (religi,,
sas, límites)P ¿Puede por su parte el hombre creador sc *
I I,A §ECULAUZNC¡ÓN FORMA
PARTE DE LA EXPERIENCIA
guir siendo y sintiéndo se creatura? ¿En qué relaciórr y DB TE

proporción se dan en él arnbas maneras de ser?


Planteado en esos términos,
Este fenómeno de la secularización lo rechazan algu, el problema es relativa_
r¡rcnt€ reciente. pero. en
nos creyentes como una traición a la fe; otros en cambi<r el fonclo *rg. la creación
rrrisma, y la fe lo ha vislumbrado "on
io saludan co¡no fruto rnaduro de ella, y) en concreto., de la rt poitu y ha dado, c.les_
rft. sus comicnzoso suficientes
f'e en la u'eación. Verer¡ros por qué, pero adelantemos quc ,"riiríonio,
cle que no res_
ese planteamiento teóric«r se ha contaminado histórica- ¡,;rlda ese presunto antagonismo
ttastará recordar cierrosárr31 "nt.e-Dios y el hombre.
mente de sospechas, revanchas, miedos, errores, tanto por el capítulo I:
parte de la fe, como de la cultura secularizada, y que en sí
a) Cuando en el relato .l.l ry"ofi-dl.^.n
Cér:;is ie describen como
mismo cs no poco complejo3. Y es preciso también adc- "irnples creaturas. rearidacres t.ria* o*.s por numinosas
rlo, figur.a como cl grur, ,.".,lurizaclor.
:,lt:::::
r'<r se crrga cuand<i libera
ar hoirbre para un acceso
Lo mis-
I
rno in¡ne<liat<.r. Pr¡ede versc el L¡r'eve coruentario que escrihí en «Vicla nueva» y creativo al rnundo y h ;;;íüclomirar cresi,-
(i09r),2023. la
y'ibido tierra
3e
x Sobre el hecho y cor¡cepto cle la sect¡larización pueden verse, entre la i¡ral¡ar- sometérsela.
b),
calrle bibliografia, F'. Gogarten, Destino 7 ¿sl)eranzas tlcl.nuntlo rtodu"no,Ma-
rova (Maclrid 1971); P, Valadier, L,a lglesia en prcceso. CatoLicismo 1 social¿d
T. en buena parte ese crominio sobre er mundo lo
qtre, lejos de distanciarle cle.
nodet'na,Sal1-errae (§antancter 1990);,.J. Martíncz Cortés, «Secularización»,
Dt;;;l;ile
aparecer como
su «imagen», y eleva la actividaj;;;rJ;i;;;;;_
et Conccptts fu'ndam¿ntal¿s de la p«slorui, Cristianclad (Madrid l9B3), 925"
prolongación de la divina.
936; J. Martln Velasco, llL ¡naLasta¡' rel'igioso ¡Je nue¡h'a cultttre, Paulinas f.r.r-ri d;;;". por úttimo re-
(Madrid 1993); J. Figl, «Secrrlarización», en P. Eicher (et),), Diccianario lc ferenre no sólo es Ia.11jo1
¿onc:el¡to.s teolhgtcos II, Herder (Barcelorra 1990), 445-452; A. Álvarez llola- hombre y de su creativic.l"acl,
grr.;*ír;; la clignidacl del
do, Mística 1 sen+lalizaciíu, Sal Terrae (Santander 1992); L. González-
mente al infinito.
;i;ü;; io", .rut,... literal-
Carvajal, Idc«s 2 cxecnci«s tleL honbre «ctwil,Sal Terrae (Santander 1991),
43-65.
3 P L. Berger sornete a anírlisis crítico algunos de los «slogans» qrre circulan al
rc$pecto y añade qrre sólo se exp.lican dentr<¡ <lel cor)texto más amplio del I lin otro lrrgar hablú,
a estc respecto, tle uljrrc¡1o
La n.i si,¡,ít U*'", ;riro"n o,,r.n,.o y,ppc <le err y rlese,
lthtraLis,"tr,o, Ct. Una gloria lejan«,Herclcr (Barcelona t994), espec. 39-64. tbt¡ rrcs,
¿ (Maiiri<l, rrli:;;:
lioN{¡}nlt Y MUNDo A LA LUz DM cRD¿\Doll
CRI,:ADOS Y CREADORES, CRIIADORES Y CRI,ATURAS 3B 1
?80
No es por tanto sólo un Dios de los yacíos y cle las ne-
c) La suPrema ratificación de este enunciado la brinda , csidades. Es también, y más, un Dios de los colmos. y no
tiempo que elevado a
J"rr:". En ¿i to humatro., al mis¡no- Ir.rbita sólo en el ámbito religioso, sino dondequiera que
Lodo humano de ser de Dios, es definitivamente ratifica- ,'l hombre vive y ya a más.
Ib lo
;;.; su humaniclad. Lo proclama su vida entera, y la
eleva a deflrnición dogmática y a principio del teologar5'
Y, si leeemos cristolágicamente el origen y destino
del
?.
lrombre, habrá q.,e coicl,.ir que ese axioma cristológico
L,,T RECEPCIÓN VACILAN"|E Y AMBIGUA DE ESA VERDAD

vale tambiérr para él-


Bste proyecto original del Dios padre, esta lflgica crea-
d) No caÉe olviclar quer se*gin el ev.angelio' el mismo ,:ional, se han visto refrendados en la historia en multitud
u"".áo religioso clel homtre u Diot queda en ocasiones in-
rle ocasiones. La Palabra y el Bspíritu de Dios han hecho
,.*"*pia, por el otro hombre que reclama st¡ derecho o ,,r¡n frecuencia al hombre no sólo más religioso (re-ligado
interpone su rostro ofenctido o desvalido6'
al Creador), sino más humano (responsable, libre, jisto,
tf la presencia (inmanencia) del Creaclor en la crea- solidario, generoso), más re-ligado a los otros y al munclo.
cióí y su actividacl c.ra,i-formul convierlert al nrunclo no
sino Iil papel que la Iglesia ha jugado en Ia transmisión cle la
,Ofo án objeto cle análisis y elaboración humanos'
y constitu- i:ultura pagana y en Ia creación de una nueva cultura occi-
iambién eririgrro y en sugerencia interminable,
rlental es algo que no se puede, aunque se suele, olvidars.
yen consiguiátemente J hombre en creador no sólo
de
y féc,ric", sino también de mundos sirnbólicos
y Pero hay que reconocer asimismo que) a menudo, esta
ii"r,"iu
experiencia primigenia de la fe se ha visto empañada no
artísticos (caP' IX).
sólo por una comprensión poco ilustrada de lá que es el
Esta serie de consicleraciones despeja la sospecha
de
Creador y su actividad, sino también por el p."".io. po.
que Dios y el hombre son incompatibles, o de que
a ma-
Jo, a.tiviáud ¿el Creado. "o"ttponde menor densidad' un lado, ante el hecho de la secularización creciente, el
hombre piadoso, con un fleryor impaciente y angustiaclo,
íulo, y porvenir <Ie su creatura' Por el contrario, la expe-
cou l¡uscaba en el mundo huecos para Dios. La mismi lglesia,
riencia il. lu f. podría resumirse en la fórmula inversa:
del
Dios el hombrá crece. Y Dios misrno crece (a los ojos por. alianzas con el poder, o por no perclerlo, prestólegiti-
hombre) cuanclo, lejos de oprimirle o amenguarle, pone midad y soporte a lbrmas no progresivas cle humanisml, a
,,, gloríu, como dice Ireneo' en que «e[ hombre tenga aquéllas en parricular de las que el hombre moderno esta-
vidi»7. Dios es el gran hurnanizador' ba en trance de emanciparse.
Por otro lado Ia pretensión original del hornbre de ser
;. *"*.", e. llanr,rrse «principio calcedónic<_,». Así.t. l. Gon-
ro c¡ue ha tlado pauta y artífice roral de sí mismo (cap. VIII) acabó acu-
z Fans, La i¿tttnanidad nzre z'4, Ilapsi (Madrict 197 4)' 627 ' [n
ol'ecto'.el
eále
trirtttt'ale¿as cu Cris-
Conciiio rie Calcccl.nia alir¡nr: «[Ir la ¡¡¡riórr (cle tas clos
l¡ieu se 1>one a salvo
to) dc ninguna llrallcra se sttl>rinre su <lilbrettcia'.sino nrás s [st<¡ a.torizó a Pal¡l<¡ VI
afirn¡a el Co¡rstart- a hablar, arrtc la Asar¡¡l-rlea de l¡s Naciones u,i<lns,
lulrro¡rir,i,,,l cle catla urra cle ella'r' (DS 302)' l'.t» nrisnto de una Iglesia <(exr)c.rta en hr¡ma¡¡ida<l», AAS 57 (1g65), {r7s. [iJrmula qtro
voltr¡rt¿¡d ltt¡marta (tibcrtad) cleJosús' D§ 550'
,i,*pulilu,u, 1ll, respccto la a
reiter<i en.,la Errcfclica Prpulonmt
Mt 5,?3-24; caP.25; cl' Eclo 28,3-4' fmgressio,l3 AAS b9 (lg62), 26:l-26i y
" qrre.|uirn Pablo II lra hecho suya crr la Veriitt.tts Íifkrtdor,3,
i «GLoria D<ti aiaens hoti,o»r, Ádt'Hat. 4,20,7 '
382 llOiviBRE Y MUNDO LLALUZ DEL CR!:ADOR CRIADoS y CREAD(]RtrS. CRDAr)ORE.S y CRETII.URAS
3BS

sa¡ldo a Dios de opresor, alienante o adormecedor, y trl , ,,:,. técnico que, siendo un bien grancle y aclmirable,
tando de suplantarle. Esto provocó a su yez en &lgurrrrr ,,'1, ¡)roporciona los materiales cle lipromoción
lr.rmanu
,r,r{ l)or sf solo no alcanza- (35). Ademi,
creyentes el rechazo de esa modernidad secularizada, 1,, .r. progreso está
cual contribuyó desgraciadamente a sembrar en ésta 1., ,r, r¡rl)re amenazado por el egoísmo
individuil ylolectivo
idea de que había que optar entre el hombre y Dios. ,¡,r' tergiversan y pervierten.la_historia (pecado
original) y
1,, r.rlyi€rten en un campo
de batalla. pór eso aut¿rrti"á
l,r,),¿reso es una lucha incesante que reclama "t las mejores
3. E¡, PUNTO DE VISTA DIL VATICANo II , rr.r'gías-humanas y una autocrítici
permanente. Su [estor
,,,1, podrá serlo un.hombre nuevo, que
ha pasaclo fro. lu
A ciencia y conciencia de lo real y complejo de cst¡r .rrrrr¡'te y reslrrrección de Cristo y ha llegado
en ellas a la
historia de secularización, el Concilio de nuestros días lr¡r ¡,,,1r¡s2¿ y libertad de espíritu (37).
querido recuperar y actualizar aquella experiencia origi- :l) En medio de su actividad «creadora», el hombre ha
nal de la fe. A la fatídica y falsa alternativa, <¡ Dios o cl ,lc reconoc€r a Dios como Creador, ha cle
mantenerse en
,, 1:rci6n con Él y sentirse impulsadá po, Él
hombre, opone la verdaci creacional: Diosl, el hombre. l,<, .; ;r;;;;;
hace principalmente enla Gaudium et Spes 33-39s. ( construircl mundo (S+);ha cle darle gracias
rrrl)eño de
1) Ante el dato de que mucho de lo que antes el h<¡rrr- ¡r.r cuárto recibe de El (37), dejarle a Él la consuriació,
bre esperaba de Dios se lo procure hoy por sí mismo(33), ,L'finitiva de roda la historia (39) y desear que
el nombre
y arrte la sospecha de algunos de que con ello queda me- ,l. l)ios resulte ad¡nirable en roclaia tierra (á+).
noscabado el poder del Creador (34), el Concilio afirma 'rodo ello hace de la creatividacr
humana una reariclacr
que: por el contrarior los triunfos del hombre son una se- ,rqrrclamente d.ialáctíca^(cre-a y es creacla),
que ll.ga n .r",
ña[ de la grandeza de Dios, que ha querido que su gloria ,r¡rice cuando, para calificarla, se emplea
el tÉrminJcle ¿z_
coincida con el sometimiento de todo al hombre $bfd.). lor¿omía. Este merece que, aunque forma parte
de ese mis_
Más aún¡ a través de su Hijo ha asunrido y recapitulado en rrrr¡ contexto conciliar, Ie dediquemos especial atención.
sÍ esa actividad humana, y a través de su Espíritu alienta
esos esfuerzos (38) cuyos frutos pervivirán más allá de la
muerte (39). ,1. LA AUToNoMfA DE Lo
cRtrADo
2) Bse proceso creativo tiene una meta, que es el horn-
bre misrno, el desarrollo integral (aurorrealización) de La autonomla constituye el rasgo emblemático cle la
cada uno y de toda la hu¡naniclad, y está someddo a unas rnodernidad. Significa que el hombie, en su obrar,
es ley
pautas: el hornbre vale más por lo que es que por lo que ¡:ara sí mismo. Se contrapone a la heteronomía que indica
tiene; la justicia, la frater¡ridad, superan en valor al pro- que es otro el-que le dicta la ley. Ahora bien, si bios
es ¿l
Otro por excelencia, y su ley li pauta cle la vida humana,
!' parece que el creyente está condenado a la heteronomfa,
Iluetle verse rluestro largo cotnentario a estos ntinrelr¡s en «§crrticlo cristiano
sobre todo cuando se piensa a Dios ante todo como legis-
<le [o tcrnporal y clc la acciórr lurtrana», e¡ Estuli.os sobre la. Constitttció¡t
<<Gutdiu.m ú Sltits>>,Mensajerc (llilbao 1967), I l3-154. Iador, y a la Iglesia como Ia depositaria rle sus voltrnta<?cs.
384 IIOMI}R¿ Y IV'UNDO ALAL'LIZ DEL CRE,ADOII r r(t:jADOS y CRtADORE§.
CRDADOItss y CITEA?URAS
385

Toclo ello obliga al Concilio a tomar partido. Lo lt.t' ' ' " ,,¡ I',r cl contrario, descle ambas concecle autonomíaya
el n.'36 de la GS. ,,,, ,l,r r.l ser y fomenta su crecimiento.
En él mantiene que el Creador dotó a la realicla,l 'l'' "" l,¡ I,,sa rnisma condición cle Creador
,, hace que su voz.
lidez, verdad, estructuras, p,:sibilidades,.., e i¡rviti, ,,1 ¡ rr,rli,.se de Ia palabra creadora que Io llu*i u;;;;
hombre a que, al tiempo que las respeta con humilrl;rtl, l,¡u ,,,rr1,¡¡¡'¿ últimamente como .*, ,* l.
- Tampoco cuando, a través .;;;i;.-r,"-l :l
investigue con tenacidad y se adentre audazmerltt) ('tr rrrr ,,,,rr ,1r.
¿. f. .*.il;l;;, ,:
secreto. Quien así lo hace está siendo llevado, aun(lrr(' rtrr ¡,,, , lristóriea y enrra en
el mundo A"t no*¡;-(_;;U:
,,, ¡ r,t,)s) bienaventuranzas).:\unqr.
lo sepa, por la mano de Dios. No haber entendido esll ,rrr p.ouarga de fuera (o,
,,,, ¡,,¡.11s otro), esa
tonomía de la realidad y de la ciencia que, metódica¡¡t.trl' voz no limita ,i^uii"no al
, r, rl,r (ple le invita.a hombre. Es
la investiga, ha sido una actitttd errónea y lamentablt' .1," «sali¡ de.sí», pero en busca
, ,r t,,r.cs y aun inédiras cle sus
algunos cristianos, y casos como el de Galileo no debt:rÍ;,r, * posibiliclaclás. ;;;l;;*:
,,,il (fue produce el encuentro ¿No
repetirse. No existe oposicidn entre ciencia ) "fe. aorrJ*.'úu y ",
su evangeliop
Pero esa autonomía no es absoluf¿' No puede signil'rt;rr , ) Aunque el Concilio
t, .,ipt..,,f" ,."f"g?r'r"f.
que la realidad no dependa de Dios o que el hombre prrt' t,¡,r c)^o de otra categorÍa,en"oIa que
,,,,¡¡¡i¿ y autonomía)
ü, ooo, clos (hetero-
du.,sur de ella sin referirla al Creador- Para quienes crc(:rr quedan recágidas y desborda,ü;;
I t r,.tnn¿ía o autonomía
en Dios eso es un contrasentido. Sin el Creador la creatr¡ ,.onoro?i.Iitá ui.rr. a clecir que
rr,, sólo cabe concil'
ra se desvanece. Ella misma se encarga de proclamar rr dependencia cle Dios,
Dios, como han percibido bien los creyentes de cualquit:r ,rr*, arnbas
religión. Si el hombre olvidase a Dios, [a creatura se tor'- rl)
QU.
"..::lXj::l*t^ '
Esta afirmación conciliar cle
que sin Dios la reali_
,l,rrl pierde respaldo,.consisrencia
naría opacaro.
,rr,dependencia total de
yli*iaua, cle que una
De esta declaración conciliar se deduce lo siguiente: Dios ,.Jir-,irru autonomía in-
a) Lo propio del creyente rto es la heteronontía. Por' lrrndada, y de que a ra <<muerr.
d" D;;'seguirá la muerte
que aunque Aquél de quien hace depender su vida y srr ,lcl hombre, así como Ia conrraria;;;;.
.i descubre a Dios ._1,1: fordo.t el mundo crece
obrar es realmente el Otro por antonomasia, n«: está a su ; iJienao.. crear por.
rnismo nivel y así no le anula ni coarta. Por su condiciórr t,tl, la dirige el Conlllo
e, priie. I;;; los creyenres.
de Creador, Dios está, al mismo tiempo, por encima de lo son éstos quienes, antes de inur,cia.ra'a "
otros) han cle ha_
más alto del hombre y más adentro que lo más íntimo de cer suya y verificar en sÍ mismos
esa lógica
élrt. Anrbas fbrmas de presencia y de set (Tu autern eras) ¡rositivo y en negativo. ";;;;;;
excluyen que la dependencia de Él signifique heterono- Si: embargo, en la GS la Iglesia habla
,
do y le invi¿a a pensar comprobar
también al mun-
1, que Ias cosas son así.
t0 Iil contrapunto secular a esta autonomía no absoiuta podría brindarlo el * corrce¡rto que rir teor.gfa l¡a tonrado
aclagio que hoy corre entrc los nrismos cicntíficos, segÚrn el cual no todo lo .e la Ilustración y ar t¡rre rrio esrrcciar
tiue se puede (técnicarnente) hacer se puede hacer (6ticanente). rclicve p. Ti,ich, Teotoltu.sístundr;liñ;iliill:etona
it te72), r lq_l ls,
<<'f¡t aule¡¡¿ e¡.As ir¿teriot.inti¡no ¡¡teo ú sltpCtior :zr,tnmo ?¡¿¿o>>l Agustírr, doz@- rar' ta ;;;';;,,sarrerrae
sjoner lil,O,1 1 (OSA II,31955, I 65). lli;i|';,li,i- ffi"JQ"i'u sa' Rcculte
isu,,t.,'
386 HO§.IIJRÉ) Y MUNDO A LA LU:¿ DCL CREADOIT
cREADos y cREADoR['s. ciR[,ADoRES y cRf,ATuRAS SB7
Esto requiere que los creyentes, además de presentarla
(rsquema. ucrbal (Dios creó el mundo diciendo que fuera).
con fuerza, expliquen las razones de su creencia, el <<int¿L-
I-a creación es un conjunto de palabras prontl.rciudas por
lectus ftdei>>. Por todo ello este terna reclama una considc-
Dios en torno a Ia Palabra (cap. I) e invitadas ,..rponá"..
ración más detenida de esa lógica creyente.
Si el mundo es ese diálogo creciente con su Creador, Éste
rro queda fuera de una realidad independizada a su vez de
EI, sino en su centro, fundándola en su alteridad y en su
5. Ln sINERGIA DEL CREADoR Y DE LA CREATURA
condición dialógica y responsable. Algo semejanre ocurre
en la vida cuanclo ésta es una relacián cle am<¡r: el otro
Empezaremos reconduciendo aquí (1) lo que, acerca
está en lo rnás profundo de uno siendo el diferente de é1.
del modo global de entender la creación, dijimos en el ca-
Así pensaba Agustín a Dios, como acabamos de ver.
pítulo III y en otros posteriores. Nos centraremos luego * EI esquema de la proclu cciónformal (cuasi formal),
(2) en el hombre y en su actividad «creadora>>, como en
aplicado al acto creador, permite asimismo explicar que
buena medida ha hecho el Concilio, e intentaremos por
alguien pueda producir algo distinto de él ., .[*o-"nto
ñn (3) verificar con la lógica humana de la mente y del co-
mismo en que se le comunica y eleva a su propio nivel: algo
razón ese punto de vista de la fe.
así como,el espíritu del hombre hace humanó ,u
".,"rpo*ul
darse a él y expresarse en él; algo así como el Logos pro-
cluce a Cristo al darse a Jesús y hacer de él su p.ápio
5.1. El m.urzdo abierto ,y el Dios interior a él
presión13. ¿No podría concebirse e[ acto c..adoi,.o*o"x- ..
ha veniclo haciendo antes? como aquella libre autodona_
Tal vez la rnayor dificultad para pensar unidas y en
ción de Dios en Cristo, de la que .esulta el mundop Éste,
proporcionalidacl directa Ia actividad del Creador y la de
y sobre todo el hombre (ya que se trata de una autocoi
la creatura reside en:
municación personal), resultarían cuando Dios sale cle sí y
- Una comprensión esencialista y no histórica de la
realidad creada, como si fuera algo ya concluído.
se da.
N9 hay que concebir, por tanto, el mundo como algo
Una comprensión asimismo conclusiva del acto crea-
-
dor, como si se limitas e a hac¿r el mundo, y éste, una vez
concluidoo sino corno una realidad abierta, dindmica, evá-

hecho, siguiese ahl inclependientemente de su Autor


rr No que .fesús preexista a esa c<¡nru¡¡icación. Corno decía Agrrstfn, y
Ambas comprensiorles se han mostrado teológicamen- ya rc-
cordarnos, <<es creado al ser asurriclo» («ntc sit assurnltrtts est *t
te incorrectas: ltriui crea-
htt ttosl .ssttr,c,et1,', sul u.t iltttt asnt@ttí.ne ü,,«rttrtt:rrr, Ríltli.ca al sarn¿ón

- En el capítulo III se apreció que el tiempo es el'nodo


d.e ser de la realidad mundano-hurnana y el plazo de su auto-
dc los att-iaros, S (OSA XXXVIII, 1990,292). por otrr.» latlo ni siquicra
Jesfis se dctiene la klgica de la ex¡rresivi<rarr csencial <rer ser. se aclcnt¡a en el
en

n¡isterir¡ rnis¡no de Dios (o, mejor, radica en él y de él deriva a todo).


rrealización. Por tanto crear el mundo será hacer que alcan- Cl.
<<Tcología rlel .sínrbolo», en E.ra.itos dt ,teolog.la fV,,laurus (Ma-
ce su plenitud (volveremos sobre ello en el capítulo XII). T..Till,l.."..,
dri<l l06l), 182-23i. Iistas págirras constiruyen, s"gún ü. Ilalrrrer, «la rjtri,,_
* La actuación creadora de Dios no responde sólo al tae-se¡tcia.de la (tu) orientació. teológica Iirrrdanrenial»
de su hermano (nr1rn
Inbeg'ifJ' Dcintr th.cologist:htn Gru,ntlrir:hhrug»). Cf. «Etrcharisticon li¡rcr_
esquema del obrar «eficiente». La Biblia ernplea adernás el
nitatis», en Cott in W¿tt 11, Hcr<ler.(F'reibu,g tS6+¡, SgZ.
388 HOitIIlRS Y I\,IUNDü A LA LUZ DIL CIIIIADOR y cRnADORES, CREADoRES y
cREADOS cREAt'uIrAS 399
iutiva, autogeneraclora de su propio desarrollo. Ni lury , iirn histórica de proclamarse absoluta.
que pensar al Creador como superpuesto o iuxtapueslo .r ¿Vale también en
r;r¡ c<lso la teoría del «concurso», que conjuga, sin confun-
la creación, sino co¡no su-puesto) como hipó-tesis fund¡r ,lirlas y sin separarlas,la acci6n cle Dios y de la creatura?
mental de la que todo existe y vive ra. En el capÍtulo III se anticipó ya la respuesta. porque, al
Urra lectura trinitaria de ese Dios llevaría a reforzar y r¡rismo tiempo que configurador del mundo y de su pro-
matizar a la vez dicho aserto) recuperando en cierta merli
¡rio destino, el hombre es, paradójicamente, un ser indi-
dala yxtaposición y la superposición. En efecror gente de sentido, de valores, de un horizonte de verdacl,
* El Espíritu es el Dios-eu, el que habita en la crca rle un marco de exigencias éticas y aun de un «totalrnente
ción, la alienta y vivifica y la impulsa a formas nuevas y otro>). Es además, añadimos ahora, indigente cle mundo,
más altas (filiales) de ser (cap. IV.6). rle realidades concretas en las que desplegar su creativi-
* El Hijo es el Dios-ctn) a cuya- medida ha sido crea- dacl. Realidades, todas ellas, que él no crea, sino que le
do todo y cuya condición y plenitud filial es destino, pau- preceden, que ha de escuchar y que, al rnismo tiempo que
ta y futuro del mundo (ibíd.5). le provocan a ser y crear, le desbordan (sobre toclo ias pri-
* EI Padre es el Df¿s-sobre, que desde su transcen- rneras) ilimitadamente.
dencia decide crear, dar y darse, y desde su condición so- En el capítulo IV se intentó, por otra parte, describir y
berarra de Origen sin origen, de Futuro Absoluto y de Tír pensar la actividad del Creador (del Padre) por meclio cll
infinito, «llama la nada a ser» y a crecer, y la atrae a una la metáfora-idea de un I{orizonte ilimitado áe verdad, cle
plenitud en la que Él será «rodo en toclo» i;Ofa. +1. bien, de belleza que es el que, al mostrarse, produce como
reflejo la ilimitada transcendencia del espíriiu humano, su
hambre innata e inagotable de conocer, querer y aclmirar.
5.2. Elhorubre, creador crcatlo
Ese Horizonte es el que crea y dinamiza la actividad hu-
Aparte el carácter antropológico cle algunas de las cate- mana provocándola a acercar las realidades a su futuro
gorías gue se acaban de emplear (diálogo, amor...), y apar.- inalcanzable. Y es esa misma actividad del Creaclor, añacli-
te lo que programáticamente se estableció, al principio de mos ahora, la que al darle existencia, estructura y ritmo,
este libro, acerca de que lo que es creación activa y pasiva
crea las condiciones y aun las pautas de la creatividad del
hay que leerlo principalrnerrte en la forma más alta de hombre.
mundo (la humana), es manifiesto que la creatividad de la Éstu no procluce el mundo «de Ia nacla>>, como hace
creación alcanza en el hombre su mayor verdad, per<> tarn- Dios. Encuerrtra, por el contrario, ante sl un mundo cle
bién su suprema problematicidad. En el honrbre la crea- realidades concretas que se le brindan y abren, y con un
ción no sólo se sabe a sí misma, sino decide sus destinos. horizonte transcendente de verdado bonclad y beileza que
En él la autonorrlía es una realidad indudable y una tenta- las alberga, ratifica y las envuelve de luz y de p.o."ru ir-
def'ectible s.

r{ De csc l)ios ilrtcri<¡¡ al mu¡rclo hablan algunos ¡exro+ bíl¡lic<¡s: Hch I7,14
27; Iif'4,5-0; I Cor 15,28;2 Mac 7,22ss.
ctDADos y cREADoREs. cfr[ADon[s y cREAIuRAS Sgl
390 HOMBRU Y MUNDO Af,AI,IJZ DEl, CREADOR

timamente paralizado, desilusionado y desmotivaclo


para
5.3. Verificaciín ontolígico-existencial crear?
Es cierto que esto último no se puede constatar
Este plantearniento «<descendente)) que iee la activida<l porque
sería tanto como concebir a Dios como el
humana a partir de la del Creador, puede invertirse en
primer .rfudOn
cn la caclena de las causas irrtramundanas, negando
asÍ su
otro «ascendente», único que aceptarán quienes no pre§u- transcendencia y exponiénclolo a la misÁa aiuau
ponen a Dios. Tal razonamiento podía tomar pie en la y ,uáu
clue el resto. Reconocer a Dios como origen ,rrn.".í,rJ.ni"
cuestión del sentido, aplicada a la actividad del hombre' cle sentido y, en cuanto tal, como sentid; último del
El hombre crece y produce cuando encuentra sentido alo clo es una presunción, una opción de fe que
mun_
que emprende. Si no hacemos de él un «superhombre»
no ,_ i;;;;
sólo a partir de esas preguntas, sino por inmersión
d. clecidir lo que tiene o no tiene §entido? el bien <r en un
""pz rnundo de creencias, en nuestro caso, en el ámbito
el inal de las cosas, y menos aún' su ser o no ser, habrá
cle Je-
.sús (cf. cap. V.5). pero,
¿no es ,e.daci que esa fe procltice
que reconocer que ,1, hombre crea sen'tid'o recibiend'o senti' rnás y más serena crearividad que la negación
de ial senti-
io.Lo cual no niegu .., punto de verdad a la proposición clo último o la duda acerca ae ¿ll,
inversa: clando sentido y vida a Io que no lo tiene (a [a ma- ¿no'lib".u también al
hombre de la pretensión desmedicla e"inalcanzable
teria informe, al desvalido, al no-homl¡re) es como se en- de un mundo perfecto o clel clesencanto cle uno tlr¡rii
cuentra §entido en la vidar5.
iíti*ul
mente insignificantep,
Ahora bien, ésta del sentido es una cuestión intermina- ¿no pone a salvo a los otros hom_
lrres y a la natural ,ra d, los desmares cre
ese crear irres-
ble. El inmediato suscita la de uno ulterior hasta llegar a ponsable? En ese capltulo v se constató cómo
la actividacl
una pregunta límite: ¿hay un último sentido que lo englo- humana es en sí misma, y en mayor grado,
¡. to¿o? Bsta cuestión mantiene en vilo toda la realidad y puriuiaoa. n"
éste podemos afirmar que el ho*b.e "¿r,
a al^ tienrpo que es
da origen a las filosofías y a las religiones' Parece que el creado. Es creador sier¿áo creatura.
m.,ndo no puede tener la I'espue§ta ni darse sentido a sí N: pugcle ignorar que algunos niegan que la cues-
mismo yo q,.r" en último término (err su ápiceo el hombre) ,, :.
tión del sentido tenga sentido tu*po"o, que
él mismo is pregunta por sl y por el sentido' Además el !, no pocos
presrarle poca o ninguna atención. Habría
mundo no es necesario, como se echa de ver en otra §e- l:::::"
ailahzar sr ello no obedece a un mal planteamiento
que
rie de cuestiones, no meno§ decisivas: ¿por qué hay ser y de la
cuestión, como si ese senticlo riltimo hubiese
no nacla?, ¿por qué este mundo es como es: investigable, de encon_
trarse al lado de los sentidos inmediatos o
coherente, Lrientado?, ¿no habrá por tanto qtte buscar
por .".i;; ;"
ellos, y no más bien en su profunclidad, o si, po.
el contra_
nrás allá clel mundo la respuesta a estas cuestiotres y la ra- rio, ese sentido riltimo no-se ha puesr; en áiertos
zón última de ser de todoP, ¿no será Dios esa fuente de p.oy"r_
tos históricos, que en realidacl eran sólo
ser y de sentido últinro, sin el que el hornbre quedaría úl-
penúltimá , ,*
se han desmoronado.

r;
.breHabría gue pensar y comprobar si realmente el hom-
puede pasar toda su vida sin plantearse esa
Nr¡ cs tluc el lrur¡lbre cree c()rr su activirtad el senti<lo. liit el folttlt¡ es éste el cuestión
quc ia [uía,si l¡icn es cier'to t¡ue ese descubrinlic'rto <lel serrtitlo no e$ rttto' de una u otra manera) es decir .iniacers,
nunca pregun-
,i írti"u]riuu clrre rcclarna tle la libertad lrrrr¡rauil rtrr ltrccio, c¡t r»casi«rltes llt..
q09 HOfvf BRE Y IvIUNDO LLA L\)Z DEL CRIIADOR CREADOS Y CREADORES, CITEADORES Y CRE,ATLIRAS 393

tas sobre su propia supervivencia y la de los otros, sobrur crcyente no se lo permite todo; muchas veces reconoce y
el valor de una vida a la vez tan ilimitada y tan reclucida, rr:sp€ti ciertos valores que considera absolutos. Se afirma
sobre una justicia cabal y para todos, incluso para los rirricamente la dificultad e irnposibilidad de dar cuemta,
lnuertos... Una cosa es que la pregunta por el sentido sc r;in recul'rir a Dios, de esa absolutez que se reconoce a rea-
plantee de entrada y en sí misrna, como se hizo en la mo- Irdades que en sí mismas son finitas y relativasls. Y algo
ciernidad, y otra que, aparentemente desterrada, reaparez- semejante se puede decir cle la ilim.itacida de muchas pa-
ca en el futuro, y aun en el presente, como la única mane- labras humanas y) en concreto, de esas dos que acaparan
ra de que los fragmentos en que I¡a estallado la cultura la atención del mundo religioso y político de hoy (salva-
puedan dialogar entre sí y encontrarsel6. r:ión y liberación). ¿No contiene su signi{icado un progra-
Lo que l¡erlimos llamando sentido últirto suele tam- ¡na interminable que remite a lo absoluto y, por é1, a Dios?
bién denominarse, y con razón) absoluto. La cuestión se- EI realce que estamos clando a esa última pasividad no
ría, en tal caso, si cabe salvar sin Dios un sentido absoluto pretende eclipsar ni atenuar el hecho y la pujanza de la ac-
del mundo. Horkheimer opina que ese intento es vanorT. tividad humana. Ni la fe en un Dios Creador lo pretende .
Lo cual rro quiere decir, según é1, que ni ese senticlo ni Todo lo contrario, como antes largamente dijimos. Pero
Dios hayan de ser dadc¡s por supuestos. Pero sí que lo que era tal vez el momento de recordarlo, una vez superada la
el homl¡re más anhela no podrá darse sin Dios. porquá el problemática y explicada la direcra proporcionalidad
calificativo de absoluto se aplica a realidades ran el;nen- existente entre fe en el Creador y f'ecundidad humana, en-
tales como el valor de cada vida y los otros derechos fun- tre cr¿aturidad 2 crcatiuidadte. Dios quiere llevar ade lante
damentales en los que se basa la convivencia, así como la el mundo con la colaboración de sus creaturas, a las que
esperanza de que «el verdugo no acabe triunfando sobre concede la dignidad de ser causas (y no meros ef'ectos) cle
la víctima». Todo ello comporta «el anhelo del totalmente la creación20, En particular al hombre2r.
Otro». ¿Sólo el anhelo o también su presencia real err el
fondo de esas y otras realidades que presuponemos abso-
18
lutas? ¿Lo son si Dios no las respalda? Cl. C. Gónrez S¿ürche r, Étiro 2 relig.ión. Ihn relación pr-obl.etníLtica,Cua<ler-
nos !'e y Secularidatl, Sal Terrae (Santander I gg5).
Esto no es repetir con otras palabras aquello de que «si t!') Est<¡
_. es de singular impor.tancia ¡rara conr¡trend er el <<ort¿ tt kúora>» dc <pe
Dios no existe, todo esrá permitido» (Dostoiervski). nl no hal¡lamos cn el cap. IX y, err general, para entender. el porqué y el córno r.lc
Ia oración. cf'..J. Górnez caflhrena, «Arnar con Dios. La oraciórr cr.isriana
entre la áutononría y ln <le¡rerrdencia», e¡ I.a ent,t¿ña hut¡¿ant¿ l¿l tt.isrianis-
¡t' La cuestión de[ sentidr: es sin <luda no, Yerbo Divino (Estella I 987), 9 I -l 21.
nrás compleja de lo c¡ue ac¡trí a¡>arece. 2t' «lnfu'iora gztbernatlter
'tulteriora..., lttoprer aburul«nriat¡¿ st¿«c l¡ovtitatis, t¿l
Quedan ¡ror considerar las diversas y heterogéneas exp".i"ncias de contin- tligttitatctt c¡tusalilalis eliat¡¿ c¡'ot¿t,t'i! co¡t¿t¡¿*¡¿it:et>», 'Ibnrís cle Ar¡uino,
gencia en las que prende y que a su vcz se deben a la variedad <le conclicio-
ó'. I-lr.1.<¡.22,a.3, in c.
nes de vida. Thnrpoco hemos irrdicaclo aquí (lo hicimos en los capÍtrrlos IV 2r «Dios crea crea(lores». Asl
tjtr¡la A, Torres Qrreirrrga un ca¡rftul, de s. obra
y VII) cómo el ser¿ido integra las zonas de si¡rse¡rtido y cómo úliimanrenre
Racrpexu'kt ct¿acitín. Po¡'u.nt¿ religidn hu».tnizaloru,Sal'ferrae (Santan-
sólo el [i¡ruro dará [a res¡ruesta definitiva. Remito allÍ y a H. Dóring-F. X, der I 91) 7), I 09- 160; «El honrbrc creado crearlor>r, <licc por su
Kaulina*n, «Ex¡>eriencias ele.la contingencia y prcguntas l)arrc A. Ces-
¡>or el senrii.», en clré,, Dios lttrtt lnns«r I. El ¡¡¿[. il lton.brt, Sfgucnre (Salanranca lgg5),
Fe c¡.tsti¿uLa) soci.cda¿lmotlen¿a IX, SM (lvladri(l 1986), l1-BI.
t¡ IükL.,62. 233-26B. En e[ ¡r¡isnro sentirloJ. L. Iluiz <lc la Peña, hn«gen le Dior, Sal 'fe-
rrae (Santanrlel I 9BB), 213-247.
t
cREADos y CREADoRES. rjtr,:^Dotns y cREATUT{As 395
394 FIOMBRE Y MIJNI]O A LA I.UZ DT,¡" CREADOIT

1 rrrás complejas (no rnenos irrventivas) cle producción,


6. C¡¿r¡rrtvIDAD HUMANA y cRrsrs ncolóctce ,lr I casi inevitable retraso de la humanización del progre-
,,,, tócnico con respecto a éste mismo, con el riesgo de que
No hay que reducir a Ia naturaleza el campo de l¿r crc¡r
r rrtretanto vaya dictando su ley inmisericorde.
tividad humana. Ni es en ella donde ésta es más noblc y ;rr
I'ero sin duda lo más importante que la crisis ecológica
dua. Bl hombre misrno, toda la humanidad, es, ademiis ,lr.
lrrr puesto al descubierto es Ia estrecha vinculación, la mu-
agente, el «proclucto» más alto cle su activiclad. hl progr.,r,,
rrra interdependencia y comunión de destinos que se clan
¿dcnico sobre el mu¡rdo aporta tan sólo los materiales l)iu,r
.rrtr€ el hombre y el mundo,lo cual obliga a tratarlos tam-
una promoción de mundos auténticamente humanos. Alrl
l,ién teológicamente a una.
sigue vivo y apremiante el gran reto a la creatividacl rlr.l
hombre; formas de conyivencia más libre y participativ;r, Todo ello ha movido en efecro a las Iglesias y a la reo-
Iogía cristiana a escucharlavoz de alarma que se alza por
leyes económicas no menos solidarias que productivas,
universalización del bienestar y de la cultura, creación a¡.-
I toclas partes y figura en todo programa político, a hacerse
r:argo de esa crisis, multiplicar los intentos de definirla
tística...
«,on precisión, desvelar sus causas
Es cierto, sin embargo, que el éxito del progreso técni ¡ sobre todo, aportar
co, y a la vez su problematicidad, se han plresto especial- una nueva comprensión de cosmos y cle hombre que per-
mente de manifiesto en la crisis ecológica. Ésta representa rnita salvar la vida del planeta. Su recurso fundamental,
un caso típico y un caso límire (no el único), y la teología arrnque no el úrnico, es la verdad de la creación23. Ella con-
ha de ocuparse de é1, entre otras cosas porque se ha incul- tiene la encomienda divina del munclo al hombre para que
pado a la fe judeocristiana, y en particular a Gn L,ZO,ZB, se encargue cle é1, lo inhabite y domine. Bs evidente que
de esa explotación abusiva de la naturaleza cuyos efectos este encargo no suena clel mismo modo hoy que cuanclo la
empiezan a ser alarmantes (acusación curiosa tras la que tierra era un espacio vacío y se trataba de poblarlo y do-
hasta hace poco se nos hacía de desinteresados por este mesticarlo. Pero lo más decisivo en este contexto es que el
murrdo)22. mandato de dominar la tierra, que algunos han considera-
En Ia cuestión ecológica se pueden ejemplificar y veri- do la causa profunda de la despiadada agresión a ésta, es
ficar además no pocas de las consideraciones teóricas an- una paráfrasis de la descripción clel hombre como <<ima-
teriores acerca de [a hasta hace poco inaudita capacidad
creativa del hombre, de los límites que ha de autoimpo- i3 (usticia, Paz, Salvaguar<lia de la creación» cs el ¿ltulo del Mensaje del Con-
nerse por el bierr de la humanidad (y de la misma tierra), sejo Ecrrménico de las lglesias celebrado en Seirl en 19g0. Ct. La Doat¡t.
de la necesaria apelación a la racionalidad ética y estética Cathol.6 de mayo de 1990, 445-4b2. La prehistor.ia de ese <locumento en
junto a Ia científica y funcional, de las corrsiguientes cues- Asambleas a¡rteriores ¡xrede verse en I"l- Vall, «La ecología en el
¡tensamien-
to del Consejo mundial <le las lglesias», en A. Calindo (ed.), EcoLogía crea-
tiones de sentido, de la urgencia de formas nlenos lesivas 2
cida, Kadmos (Salamanca tggl),232-249. El mismo airo igg0 emitió cl
Papa su mensitje «La paz con Dios Creatloq la paz con toda la creación», cli
2'i Cf. L. M. Arrnendáriz, «Un «Ecclesia»,30 de diciembre de 198g, I7-21, ya en la Encíclica Sollicit.udo
¡racto <[e $upervivencia enrre el ]¡o¡ubre y la tie- r¿i sociali¡ 26, habÍa señalarlo como una cle la.s señales positivas del molnen-
rra, I¡rtercarnbio <[c vicla y sentido», Cuadernos de Teología Deusto, n.,,1, ¿o actual cl surgirniento de esa co.neic¡tcia oeohígica.
Univelsidad de f)eust<¡ (Ililbao I995), I8-21.
396 HO]VII]RE Y IVIUNDO A LA LUZ DEI,, CREADOIT
CREADOS Y CRIADOROS. CITEADORES Y CITEA'I'UIIAS 397

gen y semejanza de Dios>>. Su dominio sobre la naturaleza llcga literalmenter y en el doble senticlo del término, a los
cleberá por tanto seguir las pautas y el estilo del de Éstc li¡nites de la realidad: la investigación der átomo y ia del
que) corno venimos viendo, Iejos de todo despotisnro, cui- genoma humano.
da de su creación,la promueve, vivifica e incorpora a sí.
La teología cristiana de la creación no patrocina ni uua
explotación salvaje y desconsiderada de los recursos de Ia 7. CREATIVIDAD DB LA NATURALEZA
rraturaleza (y merros cuando el enriquecirniento de unos
tiene lugar a costa del expolio de otros contemporáneos y Parecería que en este capítulo se consagra teológica-
de las generaciones venideras), ni un romanticismo inacti- rilente la creatividad del hombre a costa cle la"pasiviaaá
a.
vo gue no osa transformarla en bien clel hombre, ni urr la naturaleza, relegada al papel de materia pri.o.
Conclu-
panvitalisrno panteizante que nivela toda vida porque la .sión injustificada, dado q,e ya en el capíturo III la crea-
lee en mayúscula y la venera. La teologÍa cristiana mantie- ción entera aparecía abierta a nuevas pósibilidades de sí
ne a salvo, por el contrario, la diferencia «siempre mayor» misma y capaz, de llevarlas a cabo. Más aclelante se clirá
entre el mundo y su Creador, y la diferencia, menor pero que participa incluso en parte de la libertad que caracrer.i-
esencial, entre el hombre y el resto de la creación. El cre- za al h<¡mbre (cap. XI). Y lo que es rnás: el h,rmbre
mismo
yente habrá de buscar la dilicil conjugación cle su doble resulta ser <<producto>> de esa creatividacl cle ra naturareza,
condición de señor de la naturaleza y de parte y hermano como asegura la teoría de la evolución y consiclera.emos
de ella2a. en los dos últimos capítulos.
Por otro lado la condición simbólica de ésta, de la que Pero ya aquí hay que tratar del fecundo clinamismc¡ de
ya se habló, hará que el hombre, al mismo tiempo que la la naturaleza inflahumana y, en particular, de la capacidacl
trasforrnar la cuide y respete, y vislumbre en ella al Crea- de la materia inanimad a de da, origen a lja uitla. Thmbién
dor que la sanciona y dignifica al tiempo que se muestra este descubrimiento, relativamente reciente pareció un
,
en ella. atentado a la fe en la creación cle la vida po, parte de
Consideraciones parecidas podrían establecerse a Dios. No podemos abordar extensament. el i.mr. Ni qui_
cuenta de otros campos en los que la creatividad humana zá sea menester. Es posible que, a estas alturar, ,.,
.,rfi_
ciente con enunciar con claridad el problema y confion-
tarlo con las características clel crear divino que hemos
2r De entre la inabarcable literatura
¡>er'mítaseme elrres¡car la obra citada en la ido conociendo.
nota 22, que la recoge crr partc. A<temásJ. L. Rr¡iz <le Ia Peña, «La fe cn la
creación y la crisis ecoiírgica», en Teología de la n'eución..., 174-lg9; «lil
El Iibro de Ch. Darwin El orígen de las especies a tratés
<lesafio ecológico», en Critis y apología de la fc, Sal Terrae (S¡nrarr(ler de la seleción natural,provocó üa co.rvulsión simultánea
1995),238-268;J. Moltnrann, Dios cn la cruación, Síguenrc (§alarrranca tanto científica como religiosa.
1987); Clr. Llrú, Schii[fiury, Mohn (Gtite rslotr I99 t ), 455-493 . Los <los úl- euedaba cancelada la per_
suasión común de que las especils vivas existentes habían
timos autores l¡accn rle ia ecología, corno ya se indicó, horizonte y punto cle
particla dc una tcologfa <le la creación; J. Arellano, Ecologkt en perspecliva permanecido invariables-desde el principio del munclo,
y
salaífictt, Ct¡a<lcrnos de Teología Deusto, rr.o 23, Universiclad <le Deusto surgía la duda de si esa historia rácién áescubie.ta d" sí
(Bilbao 2000). transformación no alcanzaba también al rrombre cleval,án-
-
398 IIOMBRE Y IyIUNDO A LA LUZ DEL CREADOR
cREADos y cREADongs, cREADoRES y cREATURAS Sgg

dole ilirnitadamente al verle proceder no de Dios sino «k: estilo grande y altruísta de crear, inclucir en su mundo
srr
un animal. Dios mismo era suplantado, en írltimo término, ,'rr propio poder creativo, haciendo que sus creaturas ha-
por la naturaleza y sus leyes. EI relato genesíaco sobre <:[ qan? ¿No es eso lo que sucede salva al hombre y
origen resultaba falso y cedía el puesto al relaro científico. ,Iuiere que su gracia sea mérito de "rlr.ráo
éstep ¿No libera ,ru"rtm
Una especie de proceso <<ascendente», pero esta vez anti- lil¡ertad para que eea libre? ¿No crea al hombre haciéncrore
teológico (un «proceso» contra Dios). creador? F,sto que tiene lugar en la cima de la creación que
No es éste el lugar en que describir el sobresalto y tor- cs la vida humana, ¿no valdrá también en ,r, graclo pr.a
peza de muchos creyen¿es en ese momento2s. Sí en cam- toda vidaP, ¿n. será ésa una ley general del c.iar clivino?
bio el de recordar que aún quedaba por descubrir el so- Iivoquemos el concepto de «concurso» (cap. III). Fuera
porte biomolecular de esos cambios, que confirma la tlelhecho-de que exista el munclo (cosa qie se d.b" en ex_
teorÍa darwi¡riana y agrava el problema porque parecc r lusiva a El solo), Dios crea provocando Ia continua
i auto_
aportar la prueba irrefutable, de que la aparición de cier- creación de la creatura. Fuera de aquel cornienzo absoluto,
tas r¡racromoléculas (ADN, ARN) y proteínas y la capaci-
cuando crea algo no Io hace ya de la nadas6. Lo que .rrp"-
dad de autorreplicarse es suficiente para poner en marclra zó como negación del Creador (la emergencia cli la vicli a
el proceso de la vida.
partir de la naturaleza inanimada) conciuye en reconoci-
Bn un prirner momento la teología hizo flente al reto rniento de un Dios rnayor,
indicando que, dada la increíble novedad, complejidad e Estas consideraciones estrictamente teológicas no ex-
irnprobabilidad de lo que nacía, era rnenesrer que en ese que, anre la improbabilidad cle la apalición de la
proceso el Creaclor se reservase para sf solo un espacio de "fly:-"
vida27 y ante el hecho misrno de que emerja algo tan racli-
actividad de la que resultaría precisamente ese rebasa- calmente nuevo, muchos se pregunten siáentlo clel mr¡n-
miento de las anteriores condiciones de la naturaleza. do no existe Algo mayor que é1, que sería precisamente el
Pero hace ya algún tiempo la teología se viene pregun- que hace que la naturaleza dé de sí lo q,re por sí sola no
tando si ese presunto honor a Dios no acaba en desdoro puede. Tal pregunta ya no es científici, .ui.l.nt.menre.
de Este; si, al abrirse paso entre las causas intramundanas, Pero, ¿no_es profundamente hurnanap,
no se rebaja el Creador a ser una de ellas a costa de su ¿se puecle refre_
narP, ¿no lleva, incluso a no creyentes, a hubia, del mila_
condición transcendente; si no deja de ser horizonte e im-
pulso universal para convertirse en uno de los espacios y
fuerzas del cosmos. ¿No es mucho más digno de É1, y cle
'(' Fórn¡r¡la que habrla que matizar ar
¡rurrto si se recuercra, los otr,s so¡rticlos
dc la «cr.eación <le la nada» r¡rre $e lnenciorra¡on en el cap. l, y que sigrren
en
x' vigor".y que ese «antes y. des¡>ués» de c¡rrc acitbamu*.ü l,olln. tierie po.n
Lo he descrito y comentado en «l?origen de la vida. Perspectiva teológica»,
sentido e¡r Dios. Por eso la lliblia sigue em¡rleando el ver,bo «ánrz,
en A, Matabosch (etl.),nlt orígens, Cruilla (Barcelona lg0B),10S-129. Bas- a,,r,'¡ra.,
sucesos <¡rre tienen lrrgar sobr.e u¡ra rnatcria ya
te con seíralar que el <rmea cul¡ra» del creyente no tiene por qué llegar al ma- ¡».eexistente (cap. I), y ¡lor.
es. la corrservaciórr y el conclrrso n, son añadicros o [a ío ,,r.¡n,
*o<¡uisnro. La Iglesia no emitió un documento solernne y de alcance nniver-
sino componcrrtcs y moclos de clla. "r"uciáni.
sal contrario a la evolución, aul)que sean de lamentar, aparte los tanteos y
precipitaciones ini¡arentes a t¡n cambio de paradigma, una falta <le clarivi. " Quc la cotnparan a la de que un ¡1rono senta<lo a la rnír<1uina de escr.ibir te-
clease sin qrrerer cl Hanlet <la Shakes¡reare, cl. C. Mt¡¡iten¡t, para luu.
dencia e incluso de confianza en los ¡>ro¡:rios r.ecursós de la fc. lu.
e¡.cución ¿n la cvohu;iín, Verbo Divino (listc[a IgltS), SI.
cR[^DoR
CITBADOS Y CREADORES. CREADORES Y CRIATURAS 4OI
400 ltol\'fBRt: Y MUNDo Al'A1'Üz DliL

Esa «muerte de Dios>> se anunció solemne y patética-


gr0 dela aparición de la vicla? Tal rnilagro ino se anurlcirr nrcnte a finales del siglo XVIII porJean Paul un siglo más
va. DOr §u Darte, en tocla nueva estructurat en la
que el ¡
tarde, por Nietzsche como el gran acontecinriento de los
i;i;;;;.á" , lu, partes v posee propiedades sistemáti- de tiernpos modernos (o quizá sólo venideros). Hoy es afir-
;;;;;;";", r,o ,"d,r"ibl"t á tá suma de las propiedades ,riada y vivida sin tonos especialmente trágicos
por no po-
por delan-
,i,;;;p";entes? Este avance de la naturaleza (:c)s
contemporáneos. Constituye, según algunos, el rasgo
i" ¿. .i *i**o plantea la cuestión de la finalidad del pro- sociológico dominante de la cultura actual2e.
problerna de ¿Qué opinar
ceso evolutivo irente al puro azar' Por eso el rrl respecto?
la teleología es el de la teologÍa28- 1) Sin restar clarividencia y gravedad al c.liagñósrico,
la natu-
La apa"rición del hombre in el torrente vital de hay que escuchar también a los que dicen que «los infor-
,ut.ru *.noluriu el punto mas alto de [a capacidad de.ésta' i mes sobre la muerte de Dios han sido notablemente exa-
eI hom-
Pero, como veremos en los dos últimos capítulos' gerados>>3o. En efecto, si nos atenemos a los hechos hay
an-
br" aclemás la meta y la pauta de toda esa evolución que reconocer que tal muerte no es universal (Dios sigue
"* de la crea-
terior. Pero antes, y u io viita de la creatividad vivo y decisivo para muchos hombres) y que no u" p.rid*
preciso abordar otra cuestión, la decisiva'
garantizar que el ateísmo vaya a seíralar la direccióri de la
"iór',, ",
historia. En el momento en que parecía extinguirse, rebro-
ta inesperadamente la religión en mil formas. Es verdad
8. ¿Mutnrr, oB Dtos? que algunas son asilvestradas, preilustradas y sólo débil-
mente religiosas por quedarse en lo esotérico, divino, y no
Bs eviclente que, si Dios existe, no puede morir'
Sólo
llegar a Dios. Pero hay también intentos más serios de re-
podría suceder que) contra lo que se creyó' y en Parte por tener o recuperar a Dios. Ni todo el pensar moderno hizo
ir. pod.. creciente del hombre y delmuldo,llegásemos.a suyo aquel diagnóstico ni faltan en nuestros días quienes
acabamos de
la convicción cle que nunca ha existido' Pero revisan el abandono de la religión y reclaman la vuelta de
razones no
ver ahora, y en todo el libro, que estas y
otras Dios a nuestro pensarniento y a nllestra moralsr.
puede «demos-
urutur, .ro úipOt.tis. Más aún, así colllo no
trarse» la existencia de Dios, tampoco su
inexistenria' No
o razonamien- "' Pa¡a u¡r conocimicnto <Jc esos y otros tex¿os característicos y <lel cks¡rliegue
foarrro parte de nuestras cadenas de causas y rno<lali<latles dc la idea, véase el.6no análisis deJ. l. C<.¡rrzález Faus, «i)el
i"r. L" que sí ha podido morir e§ una determinada «idea» ateísmo postcristiano a la increenciir ¡rosrnroder,l. cénesis de r¡na situaciórr
J. Oios. O incluso Él *itmo en cuanto que, aun existien- crrltnral», cn Fe en Dios 1 co.nstnLct:iín tle h histott«,Tr.otta (Mt<lLitl lggg),
éste pudie-
Jo, hubiese clejaclo cle contar para el hc¡mbre y
1 5-38.
r0 P. Berger', Una glorfu lcj«rut,!-lcr<lcr
(Barcelona l9g2), 44.
s. á"rrrruigutü d" su coraaón y de su vida' 3t Cf.,J. L. Rrri¿ de la Pcña, Ctisis
2 ultol.ogfa de tafe,§al Te¡.rae (Sanrandcr
1995) ¡ miis .n ¡rartic.lar'29I-30g. Po' lo quc l¡acs a la situació¡r es¡rañola,
65-l I I;J. M. Isasi, Rtflcxiones sobrt Rtligiótt 1 /tfodtrnildd,Cua<lcirros de
tologla Derrsto, n." 10, Universi<l;¡d dc Deus«r (llilbro lgg6);J. M. Mar-
rs Cl.J.L. Ruiz cle la Peirir, T«oLogía ie kt tt't.aúón',S¡tl 'l'erlae (Santantler dotes, Síntomas le tn rtlot...to, Srl 'lcrrae (§arrtander 1§)f,)g), clorr<le arraliza
c. el cap' Ill' Prrede tanrbió, vcrsc
ié'ati, irt-rrr. Dc él nos u"u¡'oi"nt ya kr qrre ¡riensan de la inrporta.cia dc [a religitín filós.lbs tan signilicativ.s
Io qtrc escribí et Els at.lgtns"'' 120-129'
CnOi\r)OS y CI,IaADORES. CR0ADORES y
402 HOMBREY MUNDQ ALALUZ DELCREADOR CREATURAS 405

5) El creyente, que no cree en esas otras, reconoce


2) Puecle que en ocasiones se trate sólo de la muertc embargo una «mrrerte-cle Dios». sin
clel áonrbre o mención de Dios (unido a una determinarla aq"áf^ que deriva de su
propia condición de Creaclor y o"urru
idea de Ét¡. Si" embargo ia palabra «Dios» (introducida que no pueda figurar como una
p.iinerar, qr" t u".
por el hombre en el lenguaje para dar cauce a pregunta's más de las ..aliArd.;
mundo, ni siquiera corno Ia *¿. .*.*lru, ;;i
por .t todo cle la realidad, por la razón de ser y el sentido Horizonte transcenclente clel .".. p..o
y se re-pliegue al
te ésta, así corno a experiencias de plenitud y vacío que ese re-traimiento
embargan a la persona y que nada de cuanto le rodea es
no es abdicación ,i jubilaciór: i;"el contrario, es el
á" explicar y colmar) continúa ocupando un lugar lod.o más profundo y a la vez.l -A, g.r.roro cle crear¡
"upo, desde el fondc¡ de todo y a través
a"
del hombre a la que.asída lugar. t;;, !.op;.
seáalado entre las palabras humanas32. creativiclacltu

3) Aun de modo anónimo, Dios puecle seguir vivo y jir".""ior,


f,,,.
activo bajo múltiples formas de sobrecogimiento, pasmo)
no muerte, de Dios ha-blaba quien
por.primer;r;; jir;
que el hombre ha de vivir «como
absolutez..., sin las que la vida humana no es plenamente ,i Dro* no existíese».
Pero con ello no hizo sino trotog,irorlsa
tal (recuérdese lo dicho sobre el sentido)' tiéndola en síntoma de vida d. ,i
muerte cc¡nvir-
a¡ Sl siquiera ¿s¿ Dios conmoviese al hombre, si se óio, *uyo.r,a. Es la ló_
"i gica que hemos intentado seguiri5.
llegasen o ,pugu. en éste todos los ecos de [a transcenden- 6) Existe otra lecrura creyinte cle esa «mue¡te
cial todos los inhelos de verdad y de bieno t<¡das las inter- y referida a Dios mismo, y no_ ya a lo cle Dios»,
pelaciones radicales del otro hombre, todo aquello que es hombre. El silencio del CreaclJ, ,"
que El es para el
de sacarle cle sí mismo..., cabría preguntarse si Dios f.iro incomparable-
"opu mente espeso cuando el Dios Hijo
concedió al hombre la capacidacl terrible de olvidar su fue abanclonacío po..f
Padre y muri6 literalmente .n ti"..,.1, I

propio origen y raz6n de ser. Pero a esa pregunta seguiría ,rru de las afir_ I

maciones centrales de Ia fe. pero


ia cle si taihombre no ha entrado en trance de extinción ésta u. an aru muerte Ia
expresión más grande y definitiva
(como tal hombre)s3' de amor36 y, p;;;;;, i; I

lorma mds densa de vida. En este


caso el óí;, ,rrr;;;;
maior>> se revela como el <<sem,rter
minor» que se anonacla
clel nro¡nento cultt¡ral I)reset¡te corn<; Vettimo,'I'rías, Derricla, Levinas
y [{a'
[rermas,
Jr Sobre este l¡echo singular, y de tanta importancia pAIa toda la roalidad, cf. de ese rec(lnocimiento cle Dios
por parte clet ho¡nbre rnoclerno, pero
K. Ralttrer, Curso fwtlartcntal ¡oltrc lafe ,Herder (Barcelona 1984)' 66-73' ma¡rreniendo igualmente q.,u ..1 i,orlr. sigo
De la clificr¡ltacl, irero tanrbión <te la posibilidad y del gozo, de hablar de
,, t;;.;;;;; inetu,it¡le por sí nris_
pu. el otro, por la nruerre d. amlrns,
Dios en los *mbiales tlel tercer nrilenio t¡:ata ex'resa y largamente la Ins-
... :lo,
:rr Ya Tomás d.e Aqirino t,ot i^.
lroi .i:;;;,.,r...
trucción Pitstoral cle la Confetencia li¡-risco¡ral Iispaírola, aplobacla en la res por medio de las su¡reriores,"r"rito lr; üil ü;;¿;_a las crearuras irrf,erio-
no l)or timitaüón <lc su propio porler,
LXXAsaml¡leaplenaria(27-11.I99s)yc¡rtelleva¡rortítulo«Di<¡sesanror» para cornunicar a las creatura$ ,I/r.I,q.22,a..3,
sino
la aignidad ,1"
(cll «[cclesia», i'o 2924, i I tle rlicienrbre de I 998, ¡rp' I 902- I9I 7)' i5 Y. que en particular,
"ru*u,»,
S. in c.
cuantr.¡.se .ri-.irr. r,rirr"oirn,p.,.n",u,
,,, isto no ecluivalc a traT,ar una línea rlirecta e innredint¿ entre [a <tnl[ler¿e» <le clido conro r¡r.¡cva y más sutil hernos aefer¡-
Dios y la ciel l¡ourbrc. Véase cónro matizan y gradúarr ese ,roceso los Obis-
f";, ;;i;,i ; ;. Ml Armenctáriz, «Creo e,
Dios Padre to¡r.der.so.,l-res fbr¡nas
pos eslrair<lles e¡t su f)octtnre¡r lo La vct'tlatl os lrurá líb|ts, n"'' 28, 29, 32' 49' rrae», B7 (l 908), 363-374.
d"l;;;;,;;"ia clivina», en «Sal T!-
if.*tn y comcntario <le varios teólogos en ildicep, Valcncia I990)' Tampo' r0
Jn 3,16;15,I3; Rom 5,8.
olui,io lo <*re ¡e alir¡narlo rura y otra vcz acerca rle l. crcciente gratuiclacl
"o
CRIADOS Y CREAD')RE$. CREADORIS Y CREATUIiAS 4C5
404 I-lOtvtBRE Y NIUNDO ALALÜZ DEL CIIEADOR

vt'rrtiva y el esfuerzo humanos3e. Volver por ese camino


para hacer suyos la bajeza y ei oprobio de la historia' ['cr'" se-
r íl negarle al Dios salvador la
is entonces cuando llega a ser el «Dios todo en todo>>e7' conclición de Creaclor.
7) El hombre, creatura y hermatro de Jesús, ha de lrl 2) La afirmación de que esa autonornía no es absoluta
,lr:,scalifica, por otro
lado,la tendencia de algunos científi-
sar por e sas dos muerte§ de Dios. Pero es justamente cu
( o.s a declarar que el hombre
ellas donde conoce al creador y al Padre y dorrde alcanza y la naturaluá ,on capaces
,lc dar solución a rodas las preguntas y proble^u* qu.
la edacl aclulta de hombre y de hijo. No para vivirla a so-
rurnbos plantean, y a dictaminar, cánsiguientemente,la ine-
las, sino par contribuir a la <<creación>> de un mundo en el
xi.stencia de Diosa0. Hacerlo sería tanto como suponer
que Dios cuente, y su hijo, el hombre,.tenga la dignidad y
,¡,e el método cientfico es el único detector cle reaiiclacl,
libertad que' como a tal,le corresponden (LG 9)'
,rlvidando que,junto a la razón científica, exisre la
filosófil
<:a, la ética, la estética, la religiosa, y que
iodas ellas captan
verdad'r¡. La ciencia está en su de.eci,o cuanclo p..scind"
9. Epit oco soBRD LAs RELAcIoNES ENTRE clENclA, PILo-
rnetodológicamente de Dios. pero con ello no irace
soÍ'íA Y ltg sino
<leclarar los límites de su ámbito cre competencia.
Lo cres-
deli' l ordaría si concluyese) tanto la inexisten"iu d. Dios como
El reconocirniento cle una autonotnía no absoluta
su existenciaa2.
rnita, quizás mejor que otras consideraciones, el marco en
3)
La conclusión de esa cloble premisa parece no pue-
el que-ha cle tener lugar ese diálogo entre la fe y los otros
¿le ser otra que una.convivencia pacífica ertr"
.olr"r", del que tanto se habla y que, junto al diálogo inte- "i"rrcia
teología, basada en el mutuo reconocimiento y respeto
y
rreligioso, acaparará probablemente muchas de las mejo- de
sus respectivas competencias.
res Áergías di los teólogos (y ojalá también de los cientf-
licos) en el siglo que comienza.
4) Sin embargo, aunque esta actitucl supera viejas ten_
Las reglas cle juego de ese diálogo se han ido apuntan-
do y aun poniendo por obra en las páginas que antece- re cfl A' uilías,
den38. Basiará con concretarlas en unos enurlciados:
conflicto I dirirogo e'ntrc cienc.ia r.trigión,s¿r 'I'er.rae (santan-
1
dcr 1993).
I)El reconocirniento de esa autonomía deja fuera de a0 l)ecinros
«algunos», porque no .son trr(los ni los mís gr.ancles.
Cf. A, F,. Ra_
lrgai y cle tiempo antiguas pretensiones de la teología de I
ñacla, Zos eicn.!üioos Dl¿s, Nol¡el (Ovie<lo l g94);
Hl Reeves (y otros), .La
historia ¡nás l¡ella tlel rruntlo. Los iec¡.eto.s ¿le ,nu.ittr.os origenes,Arragrama
ináiscuirse en cuestiones penúltimas y sancionar, en (Barcelona lggT).
nombre cle Dios, lo que Él ha confiado a la razón, la in- ir En la medida en que la cicncia pretenriese ser ex¡rricación .e cr¡a¡r«r
existe, dejaría arrtomática¡rrente de re. ro quc es 'z
y se couvcrtiría en nreta-físi-
ca, cn filosofia.
'rl Nótese bien q.e no rr¡e refiert¡ a la naturaleza, que
t1 <<Dic Nacht dcr "Goilaelass¿nheit" ist das ¿ntsch¿i<lentle "Cotl aLles i'n la Ilibria consicrera, como
vinros y corrobora¡nos en el cap. anterior, un pregón
ttllettt">>rB. Prz.ylvararlaalogiaentis,lohannes (Einsiedelu I962),
l7l' tle Dios, sino c.lcl mCto-
do científico'rnaterrr{tico cre accerrer a e[". Ácei",r de las di|ere¡rcias
3. Siguen sienclo ítit"s y lunririosos los tres capítulos que en su Tcología de La e¡rrrc
y d teológico, cf. K. Rawer, «Univer.so_1"icrra-Hombre»,
nvaúinrdetlicaJ, L. Ruiz de 1a Peña a las «relaciones f'e-ciencia», primero 1r-r9
1984, 7-4-B; A. Canocz¡ «Schó¡>lirngslelrre», err W Beinert
en FCSM llI,
en general y luego err cuestit¡nes ¡;urrtuales, pp' 201-273' Ya dliirnos err la (ecl.), Glaulre.nr-
zugringc,Schóningh (padcrborn i995), 49 I-4j3.
Preiencación que constituían urro cle los rllayore$ nréritos dcl libro' I
406 I.iOlvlliRE Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR
cREADos y ctDAIX)REs. cREADoRcs y
cRf,AtuRA§ 407

siones y no Pocos la reconocen y alaban corno ideal, no


de un Creador personal.y, menos aún,
a la de un padre que
puede ser la última palabra d1 es¡ diálogo' Sencillamente crea el mundo con el desig.nio de participarle
porq.," éste aún no habría echado a andar' No habría ya su ;;.ñi;
vida trinitaria. P,ede temeii.rcluro q,_,. el r."orocimieiio
animosiclacli pero tamPoco acercamiento tri encuerrtro' Y de Dios recorte el horizonte ilimitaio del
éste parece inevitable si es el mismo mundo el que cientí- ser, qr. .* ,.,
ámbito, y paralice el preguntar incesante,
ficos y teólogos consideran (aunque bajo diversos Puntos que es su tarea
por excelencia. Por eso, aunque las certezas
cle vista), si ei también uno y el mismo-el hombre que hace
cle la fe están
ahí, en conexión clirecta íu. in_cerridumbres de Ia filol
ciencia y el q,re cree (o no cree), y si el Creador que habla *Í, y como un reto permanente
"on
a ella, ésta mantiene sus
a través de la realidad y de su estructura no es otro que el diferencias con la fe y con Ia teología qr. tu
Salvaclor que revela sus últimos designios sobre ellas y piensa.
6) La tcologla,desde la confeslón á. f. *.,r, lio, q.r"
que, a través de arnbas voces? se dice a Sí mismo, aunque !
es a la vez, pero sin<onfusión, Creador
err grado diferente.
y Salvaclor, p"J.i.
asegurar, tanto a Ia filosofía como a la
6¡ f,u filosofia señala el punto de. encuentro de ese ciencia, qr. .n
lejos de recortar sus investigaciones "r.1.,
dir{logo. Por un-lado desborda la investigación de las reali- {1, o entrometerse en
ellas,las lleva a término; cómo"con Dios pacrre
clacleisensibles y de las causas inmediatas de cuanto suce- como últi-
mo horizonte, todo es más coherente, armonio.so,
de en el mundo, con cuestiones previas acerca cle por qué tedor.
prome_
el munclo es irrvestigable, e incluso por qué existe, asuntos Pero al tiempo que in-quieta así a los
que la ciencia supone, sobre los que se basa, pero no otros dos sabe-
res) y para poder hacerlo y ser ella
misma lo que es, Ia teo_
uborcla. De este moclo la filosofía se sitúa en la zona de las logía ha de. dejarse inte.pelar por ellos
razones de ser y cle sentido, es decir, en terrenos de fe' fu.o q.r. su visión
de la creación y del mism,i Creador ,"u'má, justa
Pero, por otro lido, en cuanto sus preguntas son un ahon- y com_
pleja,para que los enigmas clel cosmos y de
du*iüto en los logros de la ciencia, invita a ésta a aproxi- na le hagan creer en ,*o. de un Diás
Ia vicla huma-

marse a aquellos ambitos de fe, cosa que sólo pasando por


más misterioso,
"r
cle un Dios «semper maior>>ai.
la filosotia logrará' De hecho, y como se ha visto en estas 7) Sólo este diálogo confiaclo y abierto, entre quienes
páginas y se seguirá viendo, cuestiones acerca del origen, se saben y sienten diferentes, s"rá fecundoa6.
,l"iti.*po, dela evolución..., se han convertido en luga- Lo Éa sido
ya. Dijimos: / es ya un tópico, que la fe
res de encuentro entre cienciay teas' en un único Dios
Pero, aun situada en el campo donde surge la fe,la frlo-
sofía no coincide con ésta. Si bien, al contrario que la cien- 'f r Recuér<lesc el lil¡ro cre FI. Kiing,¿ii'i*s
tc Dio,r?,c¡istiarraa, (Ma<rrid rgTsl),
cia, no margina la pregunta por Dios (al contrario, ésta ha crr cl <¡ue l¡ace deh cuestiórr ¿.'6;os t,ilo tre la historia <re lilo-
sido tradiciónulmerrte una de sus ocupaciones, si no la ma- sofía. "r "n,r¿,,"tor
't j.]:..:1.:::lIto
yor)n', no llega a la conclusión indudal¡le de la existencia
<Jc <<Lasjornu<las tle esrudio y
diálogo enrre ¡rrol.esores rrni-
vorsrta.os)) que trrvicr.n lugar en El paular
en lggi y Lrn .i,ln
tti" , Lafe intcrpdidrz, Llniversi.arl pon,il.i"i. ¿" ¡r,,t,ti"uJ*
Salanranca (Sala-
manca ",,]:,11
tgg.9).
1r cl' K. Rahuer, «E1 diálogo con las cie¡rcias natrtrales. Perspectivas teológi rt P. M. F. C)oMt':N, «Docunrentacii¡rr
cas», err FCSM I1l, SM (lr{adrid 1984),49-96' sobre teología y cierrcia
- en cliiilogo», err
«Concilium», n., ?84
il'ebrero <le 2000), lSSl-f i;S.'
408 l{OlvIBltE Y MUNDO ALALUZ DEl. CREADOR

XI
Creador desdivinizó el mundo y Io puso en manos del
hombre, cle su investigación y de su técnica' La fe dio así
lugar a la cienciaaT. Ésta, a la inversa, ha elaborado con- LA LIBERTAD E§ LA LEY
claves del lenguaje teológico, empezando por los DE LA CREACIÓN
"Jptot
cl. naturaleza..., y ha mantenido ante la teología
"ormor,
la exigencia de rigor y de algún tipo de ve¡ificación'
Oño tanto, y más, cabe decir del diálogo entre teología
I. LA LIBERTAD: RDALIDAD LiMIl.E

y filosofía. Los grandes teólogos han nacido de él y Io han 1. En este análisis teológico cle las estructuras
practicado de ptr vida. El ¡nismo e§tatuto epistemológico rnentales de la realidad, accJdemos
firncla_
cle la teología recaba el uso del «logos», para ser una fe a Ia más raclical y no-
ble: la libertad. No es que n:)s salga
que busca conocer (fides quaerens intellecturn)' Una san- al paso por primera
vez. La relación mutua entre Dios
ción s,rlemne y fündamentada de ese diáiogo entre fe y.ra- hasta aquí siempre como una histária
fr, *.,r,ao h, egrrráo
zór,ha tenido lugar en nuestros días en Ia Encíclica Fid¿s cle libertadr. La he_
mosvist<¡ en ejercicio ulj"1".l. pregunrarnos
et Ratio deJuan Pablo lla8. por su posibi-
lidad y su contextura.,Ha ilegado'el *orn.nro
cle hacerlo,
tanto.por la importancia del tÉma como
por su problemati_
cidad.
El dominio del hombre sobre la naturaleza,
su inter_
vención eftcaz en la historia,
¿culminan en ,e¡,á.ío sobre
sí mismo-P, ¿posee, adernás dIl clerecho
a queclar exento
de coacciones externas, la capacidu,l
*r"tro más sutil cle
autorrealizarse sin p...rrto.i.dacl interiorl,
sólo elegir enrre unos objetos y ¿pu"a. no
,i.o ¿..lli;. ,; p;;_
pia manera de ser horrib.e, áprr,"".-, autenticiclad e
inautenticidad, asumir ,r, propio. ""r..
lin ii., o rechazarlos,
afirma'r o negar las fuentes misÁas
de su ser?
Y.esa proveniencia de sí mismor
Que Ie convierte en su
propia causa y le¡
¿cómo ," .ori¡.,gl, ¿. arrr., .on
"u.o
{7 No propiamente <.lel papcl dc la [e, ¡>erQ sí del de la lglesia, trataJ. M. Riaz.a, t l.s*perablemente pl¡esta cle nlanifiesto
ta igteifu u l« h.itto¡'itt ,Ie La e iuteia,llAC (Madtid 1999)' e, el protocoro ¿re la Alianza entre
.,r Jahvé y el pue'lo: <<pongo por tcstfuus'corí;;;,-, al cielo
Tal izn, lrayasi<[otlel.¡irlanlc¡rtevaloraclaycoruentada^PuetlevcrseJ.M. y la
u, chenrin vers Diorr?», crt «lis¡>rit ct Vie», 109
'oy o muerte, bendición o maldición. a tie_
rrai te poflgo por delante vicla
Malclame, «L¡i scie¡rce est-elle vi.a para que vivas tú v rr¡ descen<l.r"ir; Ér"og. il
(1g99),337-343, seguido tle trlr debate cnn el 1>ro[esor <[e lisica'J' M' Levy- (D; ;;,;¡,i. t,u.. hirrcapié cn Ic,
diclroenel v. t5.«yo¡rongotldante.¿.iili"ri¿lr]'j'bi"r,
Lcbloi,cl, )44-354. E. el 1>rinrero <[e esos tlos tra6aj.s el lcctor er¡c{)rllrat'¿i si cscucl¡as"'»'
l,rntrerreyel rnal.
N. c¿rbe ünción solcrnne,lár r^.r
ideas parecidas a las exPuestirs en e$tas páginas, si l¡ie¡¡ las f'tottl.eras enlre
rnás y de la riberta<r
Pacto. <rcl
cie,rcia y lilosolia y enrrc filosofía y l'c <¡ucdirn irlgo rníts difirtuinarlirs,
I'IOIVIBRE Y MUNDO A LA
LUZ DEI'CROADOR
408
XI
y Io puso en manos del'
creador rlesdivinizó el mundo
de su técnica' La fe dio asf tA LIBBRTAD
hombre, de su investig;"i0"-y ES LA LEY
ffi;il;ienciao'. Éliu, uteológico'lá inversa' ha elaborado con- DE LA CREACIÓN
empezando po: lo.'
:-ffi;.;il;i t""s;;i"
ante la teolosía
;H#:;;;#"', Y r" "ü"t""ido
;;;;;;á de risor v aá
"ts'ñ"
tipg
1:.yoifrcación'
diálogo entre teología
1. Le LIBERTAD: RIALIDAD LÍMITE
Otro tanto, y *a'ltuft tiecit á"1
naciáo de él y lo han l.
y filosofía. l,o, g""it*.teólogos han En este análisis teológico cle las estructuras funda_
uitlu' El mismo estatuto epistemológico mentales de la realidad, accidemos a la más raclical
ir*tt;;;;"-pX' ser una te y no-
á. ü t"otogía recaba el uso del «logos>>' Para' Una san-
ble: la libertad. No es que nos salga al paso por p.í*.r,
oue busca conocer 6'a" quaerens iit,eL.le*um}
entre fev'ra'
vez. La relación mutua entre Dios
/r,
*und" lru figrrudo
:t:; ,lffi;- y r""¿l*""ádu de ese diálogo hasta aquf siempre como una histária de libertadr.i,
h;_
tr'id¿s
días en la Encíclica
zón. ha tenido f"g*' ;;;*e§tros mosvist<¡ en ejercicio antes-de preguntarnos por su
posibi-
et liatio deJuan Pablo llas' lidad y su contexrura..Hl llegido"el *o**rrio cle hacerlo,
tanto.por la importancia del tema como por su probtemati-
cidad.
El dominio del hombre sobre la naturaleza, su inter_
vención eficaz en la historia,
¿culminan en señárío sobre
sÍ mismo.?, dposee, adernás del derecho a queclar
exento
de coacc.iones externa§, la capacidad muchá más
sutil de
autorrealizarse sin.perentoriedacl interiorl,
sólo elegir entre unoi objetos y orros, sino ¿pr"J. no
decitir ru p*-
pia manera de ser hombre, opto, entre autenticiclad
e
inautenticidad, asumir *,r* propio, Iímites o
rechazarlos,
afirmalr o negar las fuentes
*irÁu* de su seri)
Y.esa proveniencia de sí mismo, que Ie convierte
en su
propia causa y ley, ¿cómo s" corrjúgu, caso cle
drrs.,
"o,
jc. trataJ' M' Riaz¿o I
;; *,,.*"*c.re ttel papet <le Ia [c, pero sr a1r
f
,tgl1ia.' lrtsuperablemenre prresta cre nranifiesto e, er prrrtocolo
cre la Arianza entre
(Mtdri<i i 990)' Jahvé y el pueblo: <<pongo hoy por tcstigos
La Íplesia en kt ltistot-ia l¿ k¿ e i¿ncia'llAC "oJau
uo*,.o, al y
cielo a la tie-
r* Talvlznohaya"i.lu.t.biirru",lrevi;luraday*co¡uentada'PrtetlevcrseJ'M'109 tra; te pongo por delante vida o m.e.te, bendición
o rnalclición. liscosc ra
Diorr?r>' orr «Es¡rfit et Vie»'
Maldame, «Lir ,"i"n"t "'i"tjju
ttn
"'rt*"ti" 'ott el prol'esor cle lhica 'l' M' Levy- :l1lf:.i :*,,:ru:,,0,
ru clescenrlencior
ln, rO,rsj. S;il;j,,;;; i; b
(19gg), .137-34s, ;ü ilb^t; con u I5, «yo ¡rongo dclante rle ti la vicla y el bien, la muerte y el mal.
'"g'itl; ";; el lec'tor encontrará ::"]lo ",
Leblc,rrcl, :144'354.e" ipli"l-t" ¿"
"ttt,ttt¡*'t*l1jos etrtrc
§r cscuchas...)). No cabe sanción rnás solc¡nne tlel pacto y de li}:erta<l
la <ltl
etl e$ta$ páginirs' si l¡ie¡¡ las li'o¡rteras Pacto.
itleirs ¡rarecitlns n lnu "*1"ie'tos nrírt tlilttruinatlirs'
y lt tlueda" irlgo
ciencia y lilosoli¿t y "ut'iiiiutoiio
4i0 HOMtsRF, Y MUNDO A LA LUZ DEL CRE¡\DOR LA LIBERTAD ES LA LEY D§ LA CREACIÓN 41t

su condicién creatural, es decir, con su referencia origina- 3.


Siempre problemática, siempre en camino de sí mis-
ria al Creador y cün su dependencia radical de EI? ,rna, es una realidad que, al igual que en la relación entre
A la inversar {.cónro repercute rodo ello en la libertacl Dios y el hombre, se presupone siempre en la convivencia
de Dios?, ¿no estará siendo puesta en tela de juicio por humana, y cada inclividuo la conoce y ejercita antes de po-
esa autonomía de la libertad humana, y ambas a su vez nerse a recapacitar sobre ella. Tarea nada simple. Consti-
cuestionadas en raíz por la teoría científica, convertida tuye, por el contrario, uno de los grandes e interminables
por algunos en axiomao de que «todo cuanto existe en el empeños del pensamiento occidental y ha dado lugar a
,rniv.rso procede de| azar y de la necesidad,»?? una serie de teorfas que legitiman o ponen en tela de jui-
2. No es que la iibertad sea un asunto Puramente teo- cio esa presunción básica o la aclaran de muy diversas ma-
iógico; de ella se ocupan ¡ambién otros saberes humanos neras4. Y no se trata sólo de vaivenes teóricos. La vive¡rcia
como el clerecho, la sociologÍa,la psicología,la filosofia... misma de la libertad ha pasado por fases exultantes y de-
Todos ellos señalan diversos ámbiros y niveles de ella y la presivas. La libertad ha producido euforia, orgullo, pero
definen de modo diferente. §n todos, sin embargo) re- también incertidumbre, vértigo, miedos y aun terror.
sulta ser un tema complicado al estar co-impiicado con 4. Este tema interdisciplinar e inagotable empieza a
otras dimensiones humanas. La in-depertdenciao in'deter- ser teológico cuando se emplaza <<clram Deo>>yren.rrestro
minaciórr e incluso la il-limitación que formalmente ca- casa) <<corant Deo Creatore>>.Por eso, de esa larga y apasio-
racterizan a la libertad se hallan en una doble tensión nante historia del pensamiento nos conciernen, sobre
permanente. Por un lado, con todo el entramado cósmi- todo, las relaciones rnás o menos directas de ese análisis
co, social y aun individual del que ella emerge; las ten- racional de la libertad con la fe en el Dios Creador, ya sea
clencias y apetencias naturalest Ios intereses y compromi- porque se pensó que eran irreconciliables y que la confe-
sos, las pre-determinaciones genéticas, subconscientes, sión de la libertad humana terminaba en ateísmo, ya por-
culturales y de la propia historia anterior. Por otro, con que Dios dejó de figurar en el encabezamienro de esa liber-
aquello a lo que se abre: los requerimientos éticos, la tad del hombre, aunque reapareció a veces como garantía
atiacción de la verdad y del bien, y el mismo proyecto de de ella o de sus metas.
persorla que ella se siente caPaz de llevar a cabo. Es Liber- En virtud de lo primero, se plantean una serie de pre-
tad,-de y libe'rtad-para,, capacídad de poseerse.y de'd'arse. Suntas: ¿tolera la libertad humana, relativa pero con pre-
Todo eilo la convierte en realidad paradójica3. Y también sentimientos y pretensiones de absoluta,la libertad u,riérr-
re-lativa, pero en un sentido no sólo limitante, sino, sobre ticamen¿e absoluta de Dios?, ¿tolera ésta, a su vez, la
todo, referenciai. existencia de una auténtica libertad creada? La teologla
desactiva esa presunta incornparibilidad y nr.g.,ra qu.,

r co¡no enunció el filóst¡fo griego Demócrito y ha po¡>ularizado nn nuestro


tie*r1ro J. Mont¡cl con st¡ obr¡ EI azat 2 la neeesid.atl, Ilarral (Üarcelona '' 'llt. Priilrper, «Lilrcrta<l», c¡r P. liichcr (t,d.],1)ü:donar-i.o tk t:otu:rfl.t» t¡ológí
1971). Cf. K. llawer-O. II. Pesch, f§CM,IV, 1984,55-136. I, l:lercler (llarcelona lg89), 614-617,
r:o.r 614-61 l;
K. M. Meyer-Abich,
" «Paradójica alcación <lc cle¡»cnclertcia y libertad»,J' L. Rrriz de la Peña, El IrcsM lv, t 994, 32-51.
don ile Dios,Sal 'I'errac (Sar:t r:riler 1§91), 359. " Il. Fronrm, El .¡¿.i¿do a h libcrtal, Paitlírs (Buenos Aires l §7 I ).
412 I"tOMllRE Y MUNDO A L¿L LUz DIIL CRDADOR
LA LItsERTAD US LA
LEI'DE LA C]iIACIÓN
4t:)
por el contrario,' la libertad del Creador constituye,la ra- Estas ffes ta
zón de ser, el ámbito, la medida y Ia mejor gur"oiíu d. [u ttclaman de la teologÍa
.i,."*, que declare
libertad del hombre.
En virtud de lo segundo, la teología se volverá a aque-
cómo
;;i
conc;5. .lll-t_
* T,I Jj|ffiXX;
f .*":T:,Í.:-
r ñ;;: i ;
llos momentos o experiencias humanas en las que, sin re-
currir a Dios, la libertad no se cierra sin embargo sobre sí 2. Dlos cREA EN LTBBRTAD
misma ni se erige a solas en valor absoluto, sino que atien-
de al requerimiento de la conciencia y al de las Ltras dos l.
En Ia teologfa,de la_creación
ocupa
palabras emblemáticas: igualdad y fraternidad. Allí, y en Ia afirmación deIí tibert"i;; D;;; rit, un lugar central
general en los trances humanos en los que hoy se emplaza en el capftulo I. t
la experiencia de la libertad, la teología pregunrará si no
reclarnan a Dios o si, al menosT no se explicin mejor des- r#:;:'; ffi xH#í
*,#,:í i:T['tr"fr Luili
de Ét.
5. Existe otra razón para que la teología se ocupe de Ia l'üffii';ñ*ilx*ffii1t*T nxi
rJa razon suprema,en
libertad. Se rrata de las dudas que acercá de ésta imperan fhvor de..uiib..od
pecto al rnundo. v de Dios res-
en iluestra cultura y las amenazas que padece. Ahí
§uede de Ia r;.;;;.lrd;
aportar la fe cristiana su intensa y multisecular experien- la condic,ió., t.iníuriu constituye
a"icr.rj".. ;J:::,:"1t^
es Amor absolutame;,;;;:i:::'ol.q.ue ya en sf mismo
cia de libertad y garanrizarle al hombre que es libie, a la
yez que le apremia a que configure la sociedad como
un
no necesi ra d.r ;;XA,;Íi,,lJff:H1á, í ;;;;##;
juego de libertades. En ros rrarados
Alguien pensará que la teologfa cristiana está desacre- libertad det Crearlo. "rá,*ñ;;; ffiff,;:T;Til,Í:f;jTl;
to
ditada para esta tarea por su propia historia anterior. Ni la suficientemente elocuenress."oái*;;';;;", serie de rexro§
D;d, iliivisión entre crea-
Iglesia fue siempre un ámbi¿o de libertad, ni los esrados ción y salvación oru
In, t.ut;dr;;;r;rfan,
que se proclamaban cristianos fueron los adalicles de la Ii-
bertad cívica,, sino, en ocasiones, sus rémoras. Dejan<fo
este juicio a la historia y a Dios, y pidiendo a ambos el
,I{$T: T"?,:Í,,tr:.x{il i:*J;t
crear este mundo u or"^;'": :::,:e ;: crear
y su mentali_

;: o no,crear, de
g, il;, ü;
tante primero cte atuviese tob" toiá-;il;:
perdón que sea menester, habría que seguir distinguiendo .l.tllJ;]t
Ia
la praxis y la teoría6. Respecro a esta segunda, la ieología Aun sin tematizarla i¿J'p.1ofrr*r,nosotros
no tiene por qué situarse a la defensiva, sino brindar iin hemos des-
complejos y servicialmente aquella experiencia cristiana iTii:;:#[Tfffre ia
esa iiná,i,á
L,."udo" ar hubia.
de la libertad. ,u.o1*uf .i;ii:'ff 'lxÍiT,i#ffi ,l:.:il1;?,.#,:;i::
era Io decisivo, que er
mundo .-,rb;fr;dado
por uia Li-
t' cf. i,. lvl. Arrnenrláriz, «'['cor'ía y praxis a la luz tlc un ca,o!) critrentino», en , DS I333,3002,3025.
I.)E 64 (1989), 8l-1 14. " lial II5,S; I.35,6;l Macg, Ig; Mc I4,36;
{iil,l t...
LA LIIJERTAD I,l\ I,EY DE I,A CRAACIÓN
4t1 HOh4BRII Y MUNDO A I,A LUZ DEL CREADOR
DS
415

lizan y dilatan por todo el proceso (salvífico)


bertad y emplazado ante ella. Este es el aspecto en el que de la crea-
ción.
ahora vale la pena detenerse.
2. La idea de una Libertad divina surge respectiva-
mente a favor y a la contra de la experiencia de ilimitación 3. Rascos Da LA LTBERTII.o DEL CREADoR
y limitación, propias de la libertad humana. Desde esa do-
ble vertiente se evoc¿ una libertad sin límites, hacedora de
este mismo mundo en el que la libertad del hombre se en-
. En ese clespliegue histórico se revela no sólo la existen-
cra, srno además el modo d,e ser de
esa libertacl .l*l Cr;;-
cuentra con-finada. dor. Estos son sus rasgos más salientes, tal
como se han
Fero, como sucede con la idea de creación, es la expe- ido decantando en todós los capítdo; anteriores:
riencia salvÍfica de Israel, §u encuentro en la historia con a) Es una libertaÍ qu." no i, guorio ,pora
it,,que re-
el poder soberano y gratuitamente benevolente de Jahvá, nuncia en ese senrido á t" t"_atjrrencia
lo que aquilata aquella intuición y libera a ese poder de como libertad que da ser, que piod,rc
y,. *r,iinr_r.
e ai,t¿ridad. d
toda limitación por parte de otros dioses, de poderes cós- como diferente y no como una prolongacidn ";;;:
micos y de su propia necesidad interna de crear. Asf resul' :::::*T.
oe sl mlsma.
ta el Dios del Génesi§r que crea de la nada o con pleno
dominio sobre el caos, que crea por la palabra y que lanza
!) nr una libertad que rampoco es in-diferenre ni arbi-
traria fiente
a Io ya sint que Ioorienta a su bien v
la historia en dirección a una meta: el pacto. Podríamos plerutud y, en aras de"r"ido,
ésta, lo-cuida, interpela, p*..Io*u,
á
in{lexionar desde la libertad la fórmula que aplicamos a la invita"a participar de su propia vida
¿irinu. Es'así ,;;ii
creación y concluir: «el Salvador libre y liberador de su bertad enforma 2 trance d., i*or. S*
pueblo es el libre Creador del mundo». mooo que e$ amor en f'orma de libertad.
foarf, deci, de iuuul
<<De su *r*no,
3. La prueba bíbiica de Ia libertad del Creador no se abierta con Ia llave clel amor, .oli.ro,
lu, creatura§>>e.
puede por tanto limitar a aquellos textos que hablan rlni- c) Es una lil¡ertad que no jmpong sus dones, uirro
camente de la libertad de crear. Ellos son sólo el poso de
qu"
invita a acogerlos, si bien reclamando
aquella historia y su legítima retrotracción etiológica al
,i or.o por entero.
Quiere que su creatura participe de esa misma libertacl
origen, como su condición de posibilidad. Es indudable- que Ia fol{"u, y asf empier,u po. lil¡erarla
y tu .o"u*i.ru'u
mente cierto que, sin la libertad «iniciabr de crear, no cabe un pacto bilateral, a un diálogo de libertades
al q"üñ;
la libertad de salvar. Sin aquélla, todo se desencadenarfa o del que puede .rrt*á* a formar parre.
inevitablemente como emanacién o destino de Dios. Pero i"g?:::
en d¿a[0g01trbertad que engendra libertid
Es libertad,
puru pod*, ,*í
la libertad del Creador no se reduce a esa libertad de ser amor recíproco.
crear, y por eso a los textos aludidos habría que añadir
. d) Es nopor ello una libertad que, aun siendo de
suvo
aquellos otros, innumerables, que hablan de designio sal- quiere.ser ab-soluta
1?,r:Tr-:en su creación. t¿.r-"i*ri;;; jio tá:
vífico, elección, alianza, promesa, perdón... Todos ellos pucada Thl autoimplicación se írndu"e *n
rezurran gratuidady, por tantor libertad, y todos ellos ani-
dan en el fondo de los primeros y testimonian la libertad o
-"lomris <le A<¡uino, §rnt. l, prol
señorial de Dios frente al mundo, al tiempo que la actua-
LA LIBOR'TAD ES LA LEY »O I,¡ CR¡ICIÓN 417
4t§ HOIVÍBRD Y MUND0 A LA LUZ DUL CitIiAI)OR

auto-limitación, Pero se trata de límites que ella ha queri objeto de un largo e intenso debate teológicolr. Y ello en
do imponerse, a diferencia de los que son inherentes a l¡r dos trances decisivos: cuando se encara con el designio
libertad creada. Se puede decir que Dios recorta su libe¡:- divino irrevocable de salvarla (a través de la «gracia efi-
tacl al decidir que haya realidad y que ésta tenga sus leycs, caz») y cuando al atentar contra Dios lo hace contra sl
su autonomía y últimarnente, su libertad. Recuérdese la misma. Gracia y pecado, es- decir proximidad radical de
distinción clásica ertre <<potentia Dei absoluta>> y <<foten,- Dios y distanciamiento de É1, parecían amenazar la liber-
tia Dei ordinaria>»to. tad humana y dar la razón a quienes afirman que perece al
e) Aun libremente vinculada y comprometida, sigut: contacto con el Absoluto.
siendo una libertad absoluta en el sentido de que no que- Aun en esos dos trances? la liber¿ad del hombre siguió
da en definitiva a merced de su interlocutor ni hipotecada siendo, como vimos (caps. V y VIII), el soporte de su rela-
por conhaprestación alguna. Como toda libertad, e infini- ción sublimada o desconcertada con el Creador: «la gracia
tamente más por ser divina, sigue siendo esencialmentc no destruye sino potencia la naturaleza» (la libertad en e§te
insondable, como se ve en la elección de lo pequeño, en cl caso); el pecado, aunque la debilita, no acal¡a con ella.
m<¡do «misterioso)) como lleva adelante su proyecto de Bs cierto que el hincapié paulino-agustiniano en la es-
amor, y en el abandono en que cleja a su Hijo. Sólo ala- clavitud de la libertad, en la perversión de [a voluntad, en
bándola «porque así le ha parecido bien» (Mt 11,26), y su incapacidad para hacer el bieno y en la consiguiente ne-
aceptándola («No se haga mi voluntad, sino la tuya», cesidad de la gracia, agravó aún más el ya «gravísimo inte-
26139) es como se sitúa uno adecuadamente ante ella y le rrogante de cómo hacer compatibles la libertad del hom'
deja ser lo que es. bre y la majestad soberana de Dios»r2. Si bien A6ustln
mantuvo que tan[o bajo la gracia como bajo el pecado
subsiste el libre albedrío, su distinción entre éste y Ia ver'
4. Dros cR¿A LTBERTAD dadera libertad (distinción muy importante por otra par'
te) suscitó dudas entre sus contemporáneosr3. Por otro
Thmbién de la libertad creada se ha ocupado Ia teolo- lado, su comprensi6n estrecha y selectiva de la predesti-
gfa, pero no tanto en el tratado de Ia creación cuanto en el
de la gracia. Es cierto que la libertad del Creador, al cerrar
rr «01 más largo clebate en el t¡ue sc ha visto involucttda la Iglesia; <lesde el
el paso a panleísmos y dualismos metafísicos, abría conse-
pelagianismo hrrsta el janscni$mo transcurrirán no tnenos <lc ¿loce siglos»,
cuentemente ámbitos creados de libertad, como se puede j. L. Rui, de la Peña, §l don.'.,Sal Terrae (Santander l99l)) 273' De csos
ver cuando el Lateranense IV atribuye a las creaturas espi- clebates er) tor¡lo a la altoración clue coneupiscencia, pecado y gracia ptodu-
rituales, creadas buenas por Dios, el que algunas de ellas cen en la libortad, quedó constarrcit en los caps. V y VIII' Puecle verse acle'
lo que en torlo a la ilisputa entre el D¿ lil¡¿ro aúitrio de §rasmo y el
rnaís
se hicieran a sí mismas malas (DS 800).
De serai ¿t'bttria de Lutero, escribe R. Mehl en «!'reiheit V. Ethisclr», TRE
Sin embargo es en el ámbito mismo de la fe, más que xl, l98lr, 5I l-533.
en diálogo con la lilosofía, donde la libertad humana fue t' J. L. Ruiz de la Pefia, fl,frl
13
bf. V. Grossi-B. §csbotié, «Gracia y,iustificación: clesde cl testimonio cle la
escritura hasta linales cle la Eclad Media», en Il. Sesboüd (dít,), Ilistorta dc
ro Toniás de Ac¡uino, lot rlogtturs ll, 92 1 -223,228-130'
S. Iá.I,c¡.23,a. i,a<l I
4iB IIOMBRIT Y tulUND0 ri LA LUZ DIL CRE¡\DOR
LA I-,IBERT.{D ES I,A LBY DE LA CREACIÓN
419
nación bíblica distorsionó el terna y acrecentó esas rlrr,r,rn
q'e el;ansenismo radicalizó en negacionest4. Asirrrisr¡r,, , «irnagen de Dios». F,sta yeta teológica no fue sin
I
embargo
debate entre bañecianos y molinistas en torno a cóu¡,, o, r,xplotacla en la medida que se y que la lglesia fie
conjugan la libertad divina y la humana, quedó c()nt,urr
^.-r*".
I'oy reivindica dada la importancia y probr.*uti"I¿oa ¿.i
nado-por la comprensión rnás bien fisicisia, pre¡r,:,,,r,,,,.,1 tema en el mundo actual.
de ellas^ g por Ia presunción de que eran ho*ogé,,,,,,, ,, El Vaticano II, con la metodología ascendente-descen-
ccmpetitivas, olvidando que una de ellas hace señ l¡r .rr,r dente que caracteriza a la GS, ve Jn ra ribertad «ra
única
y la hace precisamente Iibrels. No estaban a la altrlrl ,l, tllanera humana de orientarse al bien>>, «un valor
qua ,rrar_
a_quella gran intuición clel crytcr,Lrso que, clesde esa dis¡r,rr tros contemporáneos estiman en mucho y arclientemente
r
anhelan, y con razón>>; si «la dignidad dei hombre
dad divino-hurnana, permitía co,rcibi. que el acto rir, lr h
bertad del hombre fuese total¡nente suyo y totalmentt: rl,. ge)), es porque se trata de <<una señal eximia
de la imagen";;:
rle Dios en-él»; y es que «Dios ha querido
?i_ou,
y que fuese mériro de aquél lo que es don cle Ésr,,, y dejar al lrr;i;;
daban, por el contrario, ¡rábulo al fatidico eslogan cle r¡,r. err manos de su propia decisión pr.o qr-,. buJque
esr¡ontá-
hay que elegir entre Dios o el hombre. neamente a su Creador ¡ adhiriéndore a Él, ri"un".
Iibr"_
Remitiendo el resro de la problemática acerca de la r.. mente..su plenitud y felicidad» (GS l7). Es claro
que el
Iación entre gracia y libertad al tratado sobre la graciar,,, Concilio entiende que Ia libertad cle Dios no coarra
o sub-
queremos resituarnos en el marco de la creación e-n el <¡rr" frSu lu del hombre, más bien al contrario. Dos rasgos ca_
racterizan a los mieml¡ros del pueblo de Dios:
nos movemos y esbozar, dentro de élruna teología d¿ la l.i
2 [,a libertad.propias de su condición filial (LG g).
o -.'---
U d$ntd,ad
bertad creada. No es que no exista ya. Er sileicio acer(:ir
Es preciso desarrollar estas afirmaciones
de ella se del¡ía rnás bien , gr. .orrrtituye el presupuesto
cómo la libertad del Creador posibilita, tutela y
i *or,ru.
básico de una historia de salvación; el Dios deJesús, el d,, prouo"u
los Prof'etas, el de la Alianza y, ya anres, el clel realmente la libertad humana. io hac"áo, ,r,
iaraíso y cl do, paso§.
¡nismo de Gn l, convoca al hombre a la libertad al llaáa._ Empezamos de un mgd-o_<<descendenre», a*rpt"gor,áo-.;
lo a_una responsabilidad a la que puede negarse, como rlc teología de la libertad del hombr. u pu.ii, de
la clel Crea-
hecho lo hace . Por eso mismá ra libertad Jo ,recesita d.- dor, amiba esbozada, en paralelo c,in ella y apoyánclonos
mostrarse; se presupone y se vive al ejercitarla. Es ingre- en lo ya conocido.
diente elemental y fundamental de la n-aturaleza hr,*rria.
Como tal la defendieron Ireneo y otros cuando la gno_
sis o-el neoplatonisrrro la ponían en tela de juicio. Vifron 5. Le DXpBRTENCTA DE r,A LrBIRTAD EN [r, ENCrr[NTRo coN
en ella incluso el rasgo preeminente de la conclición c.le Dlos

1) Thmbién en esre pxnro Ia presunción cle que en


r{ DS 2001-2004. el
hombre existe libertad ,il"-.onroiidada y
r! ClJ. L. iluiz cle laYeí.n, refuncliia a par-
$
Eí d0n..., j55-J5g. tir de su encuentro con el Dios de la hndgra y Nueva
Véanse.las decisioncs eclesiales al respecto en DS 331ss, 685,
i4g6, 18I5, Alia.nza. En esa experiencia salvlfica, la
1521, 1554ss, lgSSss, lOOlss,262t, B826... conciencia huma-
na de libertad es rescarada de sus dudas y
llevada más allá
42ü I{OMBRA Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOR ]"A LII}}:R"TAD ES LA LIiY DE LA CIT§ACIÓN 42r

de sus referentes, posibilidades y metas terrenos,, al r¡1, No obstante) por tratarse de límites establecidos y res-
dar emplazada por Ia lil¡ertad infinita, y solicitacla ¡xrr r.ll,, ¡rc[ados por el Creador, puede la libertad humana vivirlos
a un diálogo abierto de amor y mutua donación. r,orrro il)oiltentos de encuentro con Éste, y así de iLimitad.a
§s invitada en concreto a irnitar la gratuidad 1:uur ,l,l ,lcnsidad. Al mismo tiempo, y de su parte, pueden ser la
Padre (Lc 6132-36), a seguir al Hrjo en su entre¡5a r.r,rl ..rncreción, lit¡remerrte asurnida, de su propia ilimitación
(Mc 8,34-38), a quebrar su inercia y dejarse impul.sa,.¡,,,, (in-definición).
el Espíritu a formas siempre nuevas, desmedidas, <<arrlirr,r 5) Precisamente por su vecindad a la libertacl Absolu-
turales», y en tal sentido profundamente libres, de gcrr,,,,, ra, el vértigo y el miedo de la libertad humana llegan al lí-
sidad y perdón. En resumen, a creer, e$perar y amai sin lr rnite. Pero además la fe constata en el hombre unafalta de
rnite. Li.bertad, incomparablemente mayor de lo que clesde sí mis-
2) En ese diálogo es donde Ia libertad humana se h;rr. , rno imaginaba. Y no tanto por sus límites que? como acaba
por fin consciente de su razón de ser y, muy en particrrl.rr, <le verse, pueden convertirse en trances de libertad, ni si-
de su ilimitación, pero rambién de su más tremenda ¡rosi quiera sólo por Ia cobardfa en asumir las tareas concretas
bilidad: la de negarse al mismo Dios que la suscira. del amor, sino, ante todo, porque ha cedido de hecho a la
3) Por ser uila libertad a inragen d,e la dtaina; tentación radical de des-vincularse de su fuente, cle Dios, y
a) Siendo de suyo indif'erente, no está llamada a la irr ha pretendido suplantarle dándose a sí misma el ser, la ili-
diferencia, sino a la decisión en favor del proyecto al <¡rr,. mitación y las pautas de su autorrealización (cap. VIII).
le invita el Creador. Esta voluntad per-vertida, des-orientada, trasforma
. b) Autoposeyéndose, no existe para quedarse consigt,,
sino para reconocer al totalmente Otro y volverse a É1. E.e
esos límites creados, y en particular la le¡ en provocación
a trasgredirlos, o quizás a asumirlos pero con el deseo se-
libertad en didlogo. creto de autojustificarse y autoconstruirse.
c) Sabiéndose absoluta, no quiere serlo (ab-soluta), N<r Este monólogo egocéntrico o este diálogo pretencioso
elige des-entenclerse, sino vincularse y autoimplicarse. Iis con el Creador son [o más opuesto al amor (amar deján-
libertad-¿J¿ en orden a ser libertad-para. Libertid en forrna dose amar) y por ello son el fracaso y ruina de la libertad
de responsabilidad, más aún, paradójicamente, en forrna clc creada. Es una libertad ¿selautzada a los deseos, a la Ie¡ a
servicio (Gál 5,I-15) ¡ últimamente, errjforma dc ün¿or. la angustia por su cumplimiento, a la muerte que cierra
4) Sin embargo, y a diferencia de Ia del Creador, la li- ese proceso.
bertad del hombre es, en medio de su ilimitación, radical- 6) Por eso la libertad del hombre necesita ser invitada
rnerrte lirnitada. Ante todo, porque no se ha dado a sÍ a la libertad (Gál 5,12), ser liberad,a para el diálogo y el
rnisma ei ser, )i porque la rnisma infinitud que la inhabita amor. No podrá hacerlo por sí misma. Es rnenester que el
la recibe continuamente de Otro. T[mpo.o e, clueña ab- Otro que la causa reabra e interpele de nuevo volviénclose
sr¡luta de su marco de actuación. No puede decidir qué es a ella.. Tiene que dejarse amar y regalar por É1, su propio
bueno o malo. No es libertad fundante, sino fundaáa. [s ser libre. La lib¿rtad d.el hombr¿ es gracia de Dios.
además limitada por los márgenes que le marca su propia La fe anuncia que esa gracia ha aparecidc¡ en mitad cle
estructura corpóre a, social, irn-perfbcta, frágil (sarcs). la historia de pecado, que el Padre ha vuelto a elegir al pe-
c)
HO¡I}tI[ Y MUNDO A LA LUZ D§L CRIADÜR LA T,¡BIR'TAD [$ LA LEY DE I.A CIiIIACIÓN 423
^c)

cador y le ha capacitado de nuevo para que éste le elija a por la mlrerte)). La muerte parece señalar a la libertacl,
El; que el Hijo ha liberado la libertad al no aferrarse a l<r como al hombre mismo, un límite infranqueable. Sucecle
suyo y entregarse a la muerte en favor de los que la muer- sirr embargo que, en un primer momento, la provoca a ser
te tenía esclavizados de por vida con su miedo (Heb rnás que nunca ella misma, ya sea en forma de creencia
2,15); que el Espfritu ha reanimado al hombre por den- audaz en la inmortalidad, ya en forma de protesta, cle cle-
tro, uniéndole al Padre y a Cristo, devolviéndole el gusto sesperación, de resignación o de aceptación, más o menos
del a¡nor e infundiéndole la libertad adulta de los hijás de ideologizada, de ese hecho de desaparecer.
Dios en el servicio concreto al Reino. En el capítulo VI se dijo que Ia fe empieza por ahondar
7) No basta con que el hombre sea libre al adherirse al en ln libertad del trance y le abre luego la posibilidad de
bien. Es menester, a la inversa, que esa adhesión Ie sepa a trasformarlo en un gesto de creaturidad y de fidelidad, en
libertad y no a mero cumplimienro del deber. La libeitad un conmorir con Cristo en el abandono,la esperanza y el
incluye un talante d,e libertad, al estilo del de Jesús. Éste, amor totales. De esre modo la fe y la gracia liberan al hom-
desde su inmediatea a la voluntad arnorosa y }iberadora de bre para morir.
Dios, se comportó ante la le¡ y ante los usos y tradiciones Ahora hay que añadir que es en la ¡nuerte donde esa li-
humanos y religiosos) con la libertad y la inventiva del bertad se consu?na. No sólo ni principalmente porque en-
amor, que los reabre incesantemente a nueyos quereres de cara esa última posibilidad de sí misma, sino porque que-
Dios y a las necesidades de los hombres. Fue radicalmen- da encarada con la alteridad y la libertad de Dios eá su
te libre desde la obediencia radical no a la ley sino al pa- forma más radical. Está, sin otro apoyo) a solas con Dios y
dre. Libertad de hijo que, por esa vinculación inmediata consigo misma. Pero Dios se [e muestra no sólo como el
al Dios del amor, queda más allá de la antíte sis heterono- radicalmente otro, sino corno misterio incomprensible.
mía-autonomía. Sólo queda reconocerlo y aceptarlo como tal o inc.rru.u.
En la irradiación de su propia libertadJesús liberó a los en la propia soledad, autoafirmándose absolrrtarnente en
hombres no sólo de los poderes cósmicos que los retienen el mismo momento en que se hace palmaria su no absolu-
_ en esclavitud, sino del afán desmedido de poseer, de la an- tez. Dejarse caer en las rnanos de Dios, como hizo
'' gustia por el mañana Jesús
y por el pasado, de la desesperación cuando se abandonó al Misterio que 1o abandonaba, o err
por la propia invalidez ante Dios y ante los hombres, así la propia nada absolutizada.
como de la sumisión absoluta a la ley. Los liberó para Dios Bsto no equivale a magnificar o desorbitar la libertad
y para el amor, para la atención al oro, en particular al me- humana. Mucho menos significa hacer de la muerte un
nos amable, al pobre y pequeño que? por no poder recom- gesto de positividad pura y espléndida. Esa gracia de mo-
pensar el amor que se le brinda (Lc 6,32),lo paga liberan- rir como Jesús tiene lugar en los Iímites y debilidad de la
do al donante de la tentación de girar sobre si mismo. Los «carne» y en la negatividad del pecado. y asoma en ella el
Iiberó para una libertad de hijos como la suya, más allá del abismo de la <<hánosis». Jesús no murió como Sócrates.
libertinismo y del legalismo. Con la dignidad de hijos les Todo terror, soledad, dolor pueden reconocerse en esa
devolvió el talanre correspondiente de la libertacl. muerte suya. Sin embargo, a su lador la muerte puede ser
8) Jesús enseñó también a la libertad humana a «pasar I
la consumación de ia libertad.
424 ÍIOMBR§ Y MUNDO A LA LUZ D[,L CRIiADOR
425
I,A LIBER'TAD IT§ LA L§,Y ¡E LA CRE¿CIÓN

Thmpoco es necesario situar puntualmente ese gorlll


lrién, aunque afeada y aun desacreditada con frecuencia
supremo en el momento del morir. Como en el caso tlc.f r
sús, es una larga «subida aJerusalén>>. Esa muerte en lilrer ¡ror mil fallos,la praxis de la libertad que la fe cristiana apor-
ra al diálogo interdisciplinar e interminable sobre ella.
tad se inaugura en el acto libr¿ de creer al que no vernon, rñ
hace adulta en «la muerte de Dios» (cap. X), y se anric¡lrn
en los mil despojos inevitables a que somete la vida.
6. LI LIBERTAD HUMANA ANTE §U PROPIO I{ORIZONTE Y
9) Y no sól<¡ en ellos, sino cuando quiera que el horn PRESUPUESTOS
bre <<muere» (sale de sí) en gesros de gratuidad (cap. V) y
en voluntarias renuncias a valores de este mundo, a dor¡c¡
Después de exponer las formas y grados de una libertad
del Creador que, al serle brindados a É1, despejan el hor.i.
que emana del diálogo con el Creador (lo que poclíamos
zonte para Dios mismo. Precisamente porque tal horizo¡rte
llamar la oferta cristiana de libertad) ? queremos ahora, a la
de ser y de valor es rlltimamente personal, cabe hacer elc
inversa, analizar la contextura interna de la libertad huma-
tales renuncias (por ejemplo, en los votos religiosos) urr
na para ver si, aunque no reconozca a Dios, no sólo no es
homenaje al Dinj «siempre mayor)) y una anticipación clcl
incompatible con El, sino que últimamente Lo reclama.
encuentro con El, «más allá>r de todo lo creado. En estc Tratamos así de contrabalancear el método descenden-
serrtido la libertad-de no apunta necesariamente a impedi-
te gue venlamos aplicando (desde la libertad de Dios a la
mentos de la libertad, de los que ella habrfa de desembara-
del hombre), con el que, partiendo de la experiencia hu-
zarse, sino también a realidades positivas y amables quc
mana de la libertad, indaga sus razones de ser. Para verlo
podrían canalizarla, pero de las que puede des-prendeise analilamos a continuación siete rasgos o momentos claves
dando paso a Ia inmediatez de Dios y a la dedicación ex- de la libertad humana.
clusiva al Reino.
tmpoco en este caso se trata de pretensiones desmedi-
l. Durante siglos la teología de la libertad del hombre
contó con el respaldo de una antropología filosófica que,
das de la libertad, sino de seguir insinuaciones de Jesúsl7 y
partiendo de la espiritualidad e inmortaliclad del alrna hu-
vivencias de la tradición de la f'e. En efecto toda esa serie mana, concluía que ésta era intrínsecamente inclependien-
de afirmaciones de libertad no se puede disociar de una te de la materia y de strs condicionamientos. En el fondo
experiencia multisecular de libertacl, de una historia ecle-
esa antropologfa se apoyaba en una metafísica, según la
sial de conversión, transformación, desprendimiento...
cual Ia capaciclad cle optar entre bienes particulares deri-
10) Lo más radical de este testimonio de libertacl con- vaba de la universalidad e ilimitación del bien que apetece
siste en la persuasión de que esa libertad existe y crece al
el espíritu humano.
ser interpelada, al ser des-arada y liberada por el Libre que
Pensamos que esa lógica sigue siendo válida. Nos la
llama, perdona, sorprende.., Cuanto más se ex-pone el apropiamos ya en el capítulo IV. Allf afirmamos, por razo-
hombre al Libre, más libre es. Ésta es la teoría y ésta es tam-
nes teológicas, que ese horizonte ilimitado de verdad y de
bien no es otro que Dios rnismo. Convertimos ahora esa
aseveración en pregunta: ino será Él en efecto quien, al
t7 Lc 14,3i); 1ti,29; lVit I
9,i 2... descorrerse como tal infirritud de verdad y de bien ante el
426 HOMBTT§ Y ¡ifUNI)O ALALtjZ DEL CREADOR LA LIBIRTi\D ES LA L§Y DU, LA CRIACIéN 427

espÍritu del hombre, crea la transcendencia de éste, srr r ,r cluye en Él como garante y aun como nombre del Bien irrli-
pacidad de desbordar toda realidad c{)ncreta, es dct:ir,. r,rr nito reclamado, tanto por la incondicionalidad clel requeri-
libertad? Añadíamos entonces que, como Tú absolrrrr, nriento ético como del logro de su ilimitada pretensión.
Dios liberaba a la libertad de su tentadora in-decisión y rrr Pero aun así, ¿alcanza la libertad humana a explicar esa
simismamiento. Continuamos preguntando: incondicionalidad de la Ilamada ética, si un Diás libre y
ino será §,, ,,,
terpelación Ia que anida en las otras que el hombre pcru:ilrr., personal no sólo corona el edificio ideal de lo humano,
y le da últimamente fuerzas para salir de síp Dios ñgulrrrt,, sino respalda de antemano las opciones concretas, en par-
así como Ia úhirna razón de ser de la transcendencia ticular las que miran no a Ia perfección ideal del sujeto,
f lil,,., sino al bien de quienes carecen cle humanidad? Se irata
taII'humanas, de la libertad-de y de la libertad-para.
2. En un marco menos metafisico y teocéntrico, un arui del grave y actualfsimo problema de la fundamentación cle
lisis transcendental del hombre llega a mostrar cómo, la moral. En él la religión no figura ya ni como alienante ni
¡rr.r.
viamente a toda reflexión sobre su libertad o no liberta,l como extraña. Por el contrario suministra razones que la
como dato particular de su psicología, el sujeto humanr» s" razón respeta y de alguna manera echa de menosre.
sabe encomenilaila a sí misnzo. Experiencia atemática,
¡rt:r,r,
3. El análisis del comportamiento humano puede tam-
que no queda anulada ni por la duda ni por Ia negación c,r bién no sólo corroborar la fe en la libertad, sino llevarla
tegoriales de esa libertad. Aun entonces sigue el hámbre sa <<cordm Deo>>. El hombre, precisamente en su enraiaamien-
biénrlose libre y responsable (al igual qüe persona y sujc- to corpóreo, es un animal peculiar; a pesar de poseer el
to)" Libertad en la que se pone en juegJ noesto o aquel'io, sistema neryioso central más clesarrollado, su vida ins-
sino el sujeto mismo. Pues bien, en esa encomienda a sl tintiva adolece de una inestabilidad y deficiencia notables.
misrno y en esa disponibiliclad de sí ¿no se sabe al rnism<r Las compensa con la creación de lenguaje, cultura y mun-
tf-elno dispuesto por otro,por un misterio inefable en el quc dos simbólicos con los que domina Ia multitud de impre-
últimamente se firnda y al que se halla referido?rs. siones que padece. Aunque situado en su media, no istá
Bse planteamiento reconduce teológicamente el énfasis vinculado a él como los otros animales, sino que está
antropocéntrico que introdujo Kant en el pensamiento oc- abierto al mundo, un rnundo de objetos que cliferencia, se-
cidental. De él derivaba ya un concepto dá autonomía quc Iecciona, valora... Al mismo tiempo, en esa apertura se
no es incompatible con Dios, sino sólo con una Iey moral muestra como un ser ex-céntrico, capaz, por eso mismo,
entendida como dictado ajeno, como arbitrariedad divina, de volver sobre sí y ver desde sí las cosai. Configura de
en vez de ser un reflejo de la misma conciencia, una ley que este modo aquellos mismos condicionamientos de los quc
el hombre se da a sí Lismo. Como se sabe, aunque alguno, arranca y que le determinan, lo re-crea todo culturalmente
de sus seguidores abjuran en este punto de Kani, esta auto- y se construye a sf mismo2o.
nomía, que parecía des-prenderse de entrada de Dios, con_

'o Cf. Cómez, Jitiea 2 rcligión. LI,na relaeiÍr¿ problanútita,Sal Terrae (San-
!.
tander 1995).
rt Asi lave y analiza K. Ilahner en el Cur.softntdarncn.t¿l
20 Cl'. W. Pannenberg,
lntroltologla cn pct'spectizn taaligiea, Sfgueme (Sala-
sol».e l,afe, llerder
(Barcelorra i9B{), 55ss. manca 1993),33-98.
s
428 IIO]Vti}iTE Y NIUNDO A LA I"UZ DEL CIIEAI)OI{ LA LTTJER'txD ES r.A Lry on le cRE¡.clóN 429

El anáiisis del comportamiento humano en el lnurrrl,,, privilegiado de dialogantes, e incluso para Ios muertos a
así corno el de sus condiciones de posibilidad, al)untiur <¡uienes habría que devolver raz1ny hacerjusticia? (¿pue-
por tanto en ia misma dirección que la experiencia clcl ,,r, c{eun hombre aquietarse del todo sin esta esperanza?).
cuentro con Dios: el hombre es ¡nayor que sÍ mismo (su Pues bien, ¿no reclarna todo ello la existencia de un lun-
pera in{initanlerrte al hornbre), es capaz de disponer <lrl damento transcendente?
mundo y de sí. En el hombre el mundo se erige sobrr: rt 5. Las ciencias humanas y la filosofía coinciden en la
rnisrno, se distirrgue de sí; y ello sucede en la medicl¿r r:r, convicción, que refrenda lo clicho y lo adentra en el terre-
que se ex-centra hacia lo diferente y mayor, que sorr ;rl no de la libertad, de que ésta tiene que ser afirmada por
mismo tiempo su mejor verdad. otra libertad, de que el suje to sólo es libre ante otro sujeto
Ante esa ilimitación de horizonte que caracteriza ,rl libre. Ahora bierr ¿quién mantiene viva, sobre todo cuan-
animal-hombre y que se traduce en sus irragotables in-sl do socialnrente no cuenta' esa libertad del otro, la digni-
tisfacciones, preguntas, anhelos, producciones..., y en l;r dad de su rostro, y el sobrecogirniento y desinstalación
misma conciencia de finitud (impensable sin una concit'rr que produce, y quién le libera de las tendencias clorni-
cia de infinitud), surge la pregunta capital; ¿es [so pro nadoras o arbitrarias de la libertad humana sino Alguien
yección suya o es lo que le proyecta y abre a él? No hay mayor que los dos, Alguien que es trasfbndo y garantía de
una evidencia al respecto ni razorles absolutamente cor¡. la liber¿ad del encuentro? Dada, por otra parte,la incapa-
cluyentes. La respuesta a esta pregunta decisiva acerca «Lt cid¿d de las dos libertades humanas de colmarse mutua-
aquello que le hace libre, de las razones últimas de su li- mente, ¿no reclama cada una, con su típica carga de ilimi-
berhd, queda curiosamente en manos de esta liberta<l, tación, un T{i absolutamente libre ante el que existir, a
con lo cual la confirma como existente y como lo último y quien tutear?, ¿puede vivir sin la «nostalgia del totalmente
más profundo del hombre. Pero creer que es Dios el quc Otro» y totalmente LibreP
la proyecta (y no al revés) no sólo no altera esa ilimita- 6. Lo mismo se puede preguntar desde el parentesco
ción, sino que es lo único que últinramente la explica. reconocido (no sólo por la teología) entre libertad y amor.
4" La soledacl del hombre ante el otro hombre (y la so- Porque esa autorrealización de que venimos hablarrdo tie-
ciedad), característica de un mundo posteísta, conduce o ne un lugar privilegiado en esa experiencia radical del
a un aislamiento aniquilador, y en el fbndo imposible, del Itombre que consiste en encontrarse a sí mismo en el otro.
individuo, dado clue sólo se es hombre entre hombres ¿Quién sino r¡n Amor absoluro libera la libertad para su
(cap. XIII), o a la búsqueda de una «praxis comunicativa» pretensión connatural de amar infinitamente, de entregar-
y a la inevitable fundamentación de ella. Bsa comunidacl se sin medida? ¿No desea el hombre creer, esperar y anar

«ideal» de dialogantes libres, que ya cada «acto de habla» sin límiteP


presupone, ¿en qué se fundamerrtaP, ¿qué garantiza que 7. Si el bien, ámbito y alimento de Ia libertad, no vale
no es un sueño de unos, del que habría que despertar lo mismo que el mal, y éste no tiene los mismos derechos
cuar:to ante§, o una estratagema de otrOs para haCerse cOn que aquéI, so pena de un nihilismo insoportable y mortal,
el poder?, ¿cómo se muestra que es universalmente váli- ¿quién garantiza esos derechos del bien y su victoria en
do, también para los que no forman parte de ese grupo nuestra historia a pesar de los múltiples desmentidos cle
45{) I"Iüh,f IIRE'/ Irf U¡.IDO itLL L\JL DItrL CR0ADOR
LA LIIJI'IITAD LA LEY DE LA CIIEACIÓN
ES 431
ésta?, ¿no reclaman Jas rnetas de la libertacl y su alir:¡rt.
para enfrentarse a lo inhumano, es decir para ser Io r¡rrr. que la cosmología se piensa. La inclusión del tiempo en la
cstructura interna de los seres, la irreversibiliclad v corr.i-
gs, un respaldo transcendente, un Creador que estir rlr.l
lado del bien y sale fiador de é1, que crea clescie y haci;r l,r guiente apertura del devenir cósmico, dan cabicla ala ir¿-
salvación?
detenninaciín que la mecánica cuántica percibe en ro mi-
ReganarÍanros asÍ tal vez, de abajo arriba, el punro ,lt.
crocósmico, y al margen d,e azar que la biología detecta en
partida teolégico. La última (primera) razón áe qu" ,.1 el origen y en el despliegue de [a vicla. Se iabla cle una
ho¡nbre sea libre es que exista urr Dios que crea librerr,.,,, nueva racionalidad,, de Elfin d,e las certíd.umbres2T.
te el rnundo y le habia en libertacl. Una iibertad que sc lr.r ¿No avanza de hecho la eyolución a través de innume_
revelado como Amor, como sf (no como indiferenci;r), rables tanteos) por vía de ensayo y error, a los que debe Ia
ccmo envío gratuito del Hijo y del Espírituti. naturaleza gran parre de su indescriptible plualidacl de
formas de realidad y de vidap23.
El creyente que sabe que el mundo no es una necesi.
7. Altseos dad de Dios, una expansión incontenible de su ser, sino
DE LIBEITTAD EN [L cosMos
If Uestg de gratuita liberalidad, es decir, el que afirma la
Iibertad de Dios al crear, se hará sin dificultad a Ia iclea de
La rliferencia cualitativa entre el hombre y Ia naturaleza
parece impedir una extensiórr unívoca a ésta cle algo tan es-
que la evolución no tiene por qué traslucir una perento_
trictamente pexsonal como la libertad, sobre todi si se la riedad rigurosa, una seriedad sin lfrnites. pueclg birn
piensa encarada con el Creador (coram Deo).y cle liecho reflejar lo que la naturaleza tan persuasivamente ^á, trasmite:
solían diferenciarse tajantemente, y no sólo en la teología, imaginación, despilfarro, creativiclad.
naturaleza e hisroria. Sin embargo la comunión cle hombre El creyenre.judeocristiano no participará del horror
y mundo en creaturidad, y el vínculo que entre ellos esta- gue, p.or su concepción spinoziana de Dios, invaclía a
biece la evolución, ¿no invitan a pensar que la que hemos Einstein anre Ia sola idea de que «Dios jr.gasl a los cla-
defi¡ido dos». Puedg qgr el contrario descubrir .n-.r. juego un
:oTo ley última de la creación ha de reflejarse rasgo capital del Creador, su libertacl, de la que io
también de algún modo en lo prehumano del {rl"ri-
Ulu ccmprensión d¿tern¿i¡zisf¿ de éste por"orrro*i q"". en grados diferentes y análogos participen el 'ho*-
. parte de la 1o
bre y el cosmos24.
ciencia clásica corraba decididarnenre el pi.o esa hipó- i
tesis y ieía el funcionamiento del mundo como regulido
por leyes inexorables. Pero en este puntó están cambian-
do las convicciones científicas y el rnismo paradigma en 'x I' frigogine, El/in <lc !'as certidw¡¿rtres.?rur¿rs (Matrrirl IggT). euien rlLriera
ver el ¡rirpel c¡ue la ciencia m.der,n (y e, este caso creyente) co,,i.<re ar uzo,;
.. ¡rrrede lcer'l Alfaro, El ,Señ.or del azar,s:rn pal¡lo (lvtadrid tSO4,fn-tZZ,
'I'r «Ils muy «lifícil no encortrar elemento$ de arbitrariedacl, e incluso tle
f.anta-
r! De puente cn¿re esas <loe r'rncras, descendente y ascen<lente, cle compagi- sía, en las esrrrctur,s y li,ncionamieuto de ra naruraleza...
La c.ntingencia
nar l¿ lil¡ert¿rd del lrombre con la cle Dios y cle ilrrstrar lo que hemos lla¡n^rio se n¡anifiesta rn:fs ¡rcta¡nente err el ¡¡rrrnclo cle la vic.la»
F,Jacob, Lo jZu
- i«
la «oferta cristiana de libertad>i, cabría siiuar er sugerente artÍct¡lo tle A.
Ges- l::'i!b'^(P^:'is tssl)i (citaclo por O. paz, en «lil pafs», el-l¡-rg8Z).
ché «Iinven¡ion chrérienne de la liberté», en ItTi, 2g (lg9Z),3-27. '
".,
91:1.
Gcsché, Dios p«r.tt lttns«r ll.Dios-EL.rrrorr, Sfgr,,"rre (Salamanc,
,t 1997),247-284.
452 HClr'I,i*§ Y }'lUNDO A LA LUZ D[,L CREADOR r,A LIBDR?AD ES I"A I,üY DE T,A CREACIÓN 433

No se trata de rebajar la libertad humana a una cle lan 2) Por ser el homlrre social y corpóreo (caps. XIII,
formas <le indeterminación del cosrnos, y menos a expli- KIV y XV), ese proceso no se instala sólo en el interior
carla del todo desde eilas. Por el conrrario éstas son fo.rra, rlel sujeto, sino que recorre todos los espacios (econó-
deficitarias suyas y? si son sus precursoras en el tiempo, «lc- rnicos, políticos...) en los que el suje to se realiza como
rivan de ella en el ser y en el sentido. El salto cualitativo dc hombre. Ellos no pueden anular la libertad interior, pero
unas a otta se debe precisamente al careo con Dios que, al sl condicionarla y mediarla. Por eso ella reclama con ra-
convocar al mundo a la lil¡ertad, hace que de aquélla$ zón las libertades cívicas27.
emerja el auténticamente libre, el que es <<imagen de Dios, 3) Por esa misma condición social del hombre, y por
y señor de la creacidn. la estructura clialógica de la libertad, ésta reclama la liber-
For tratarse de formas imperfectas de libertad, cabe tad del otro h<¡mbre. Y no sólo la interior, sino también
afirmar de ellas lo que hemos visto sucede con su herma- las otras concomitantes. Cuando éstas no se dan, y sobre
na mayor: que pueden coexistir con la libertad de Dios; todo cuando su déficit es llagrante y clepende del mal uso
que así como Este es capaz de señorear, sin coartarla, la li- anterior de la libertad, ésta comporta el deseo y el esfuer-
bertad del hombre, de igual manera, y con mayor raz6n, zo por obtenerlas. No se sentirá auténticamente libre has-
qu.ede dirigir el cosmos a través precisamente del azarts y ta que ello se consiga. Su fundamentación en el Dios bÍ-
del caos26. blico hace que la libertad vaya asociada, en su origen, a la
liberalidad y) en su historia, ala liberaci6n28.
4) También en la historia de la humanidad., y no sólo
B. L¡ LrBii,$t^D Er,J c¿Mt¡o HACIA sí MtsMA en cada individuo, hay que leer los logros y fracasos de la
l) libertad. En el capítulo VIII se habló del «pecado y concu-
Por ser el irombre un ser histórico en busca de sí
raisrno, y la libertad el modo de log*rarlo, ella es rambién piscencia del mundo» en los que cada libertad se encontra-
ba entretejida y maleada. La historia moderna, por su parte,
u.tza htstori¿z) un proceso de autoidentificación y aurorrea-
constata, junto a grandes logros en el marco de las liberta-
lización. Es don oliginal y tarea inacabable.
des,llamativas deficiencias y defonnaciones de los proyec-
tos sociales. En unos la libertad es reprimida en nombre de
15 [s lo que ¡r'etcricle mos¿rar el Iil¡io cie T. Alfhro ci¿arlo c¡i rr«rta 22 y tlue lle-
la justicia, en otros se desentiende de ésta en forrnas de
va ¡>or rtrttítulo: Dc ¿¡ír¿o Dios rige ¿i ¿os¡¡¿os t:on su,s da¿los. si li
¡»imer.a vida más o nrenos «liberales» o «libertarias>>. En todos ellos
pa¡'te es urra ágil y atraye¡¡¿e dcscripciólr <lc la visión cie*tífica actu¿rl
dcl
cosrnos' la segrn<la, aunrluc aiirnra que no pretcnde clernostrar cie¡rtificl. es necesaria una conversión a la verdadera libertadee.
¡,ente la fe católica, sino sólu rno$tr¿ir <¡trc niirla hay en ella rltre
¡ruetla
cx¡:licarse a la l*z de los co*ocir,ienios cienríficos del siglo xx-(p. ^o 2ti), de-
.jarri tal vcz incómo<ir,s hnto ir los terilogos como a lgs científicos. 2' M. ALrrrerrcliiliz., «Libcrtatl cvangélica y libert,tdes cÍvicas. Un ca¡>fttrlo tlc
1,.
¿ii A.
Ganocz¡', tras arraliza¡ ias ¿liversas tiorías nritológicas y cierrtílicas sobre teología tlc la creación»,tn L« Iglesi«,:;oextntanto i¿. liba'l¿¿tL,'l'cología-
el c;aos,ve cn ésfe u¡l reto a la lbcrr cl crca<lor. Al.rreisínrrevos canrPosá., Deusto, l, Universiclatl tle Deusto (llitbao 1972), 39-66.
tliiilogo fecr,rdo c,¿r.c cosr¡:ología, antr<;¡rología y te.logía (I97ss) con el 28 N<¡s asornarrros asÍ, rlesrlc la teología tlc la libertarl, a csc otro
¡ Srrn ter]a (lc
al)oyo cn t6ologos acltiales, ilescr¡brc n,cvas finales del siglo xx, la teología de la liberacirin.
¡rosibilicia¡les rle t¡niucir los
tó¡ricos <lc rrrra croacióu conr¡-:leja, co*tirrtra, verbar.... cr'. ch«o*zt$tr.t- tl) Acc¡ca <le los [i'acrsos tte la libertad en l<¡s acttrales
l)roj,ectos dc societlad y
S th iilfttnssgi,uttüa, Criirrewaki (Mairrz I 995). la ncccsa¡'ia rccr)n<lucción ética tle la !ibcrtrtl social,ptretle verse fuÍ. Virlrrl,
434 I.IOÜÍ I}IIE Y MUNDO ALALUT" DEL C1UTADOR

5) Cómo se articula en concreto aquella relación estrc- xll


cha entre libertad y liberación es algo que desborda esre
marco porque constituye una de las grandes <<quaestionts EL ESPACIO Y EL TIEMPO
d,ísputatae>> de nuestros días30. Al tratar de la dimensión DE LA CREACIÓN
social y práxica de la graeia hicimos en el capítulo V algu-
nas consideraciones al respecto.
1. En un universo poblado de realidades y de suceso$,
es decir de «cosas que les pasan», hacen su aparición y
cobran singular relieve el es|acio y el tiempo, Los imagina-
mos re$pectivamente como el escenario y el hilo de la tra-
ma del gran acontecimiento cósmico-humano. Parecen así
distinlos de todas las demás creaturas, y su condición en-
globante y la ilirnitación que apuntan han llevado con fle-
cuencia a emparentarlos con Dios, con su inmensidad el
uno, con su eternidad el otro. No pueden ser ignorados
por una teologÍa de la creación.
2. Vamos a empezar por el segundo de ellos (el tiem-
po) y a dedicarle especial atención. ¿Por qué? Por la ma-
yor y singular importancia que juega en la vida del hom-
¡
bre sobre todo, porque) para el cristianismo, el universo
es, en rlltimo término, una historia d,e salaaciín! que em-
pieza con un doble e<en el principio»l y concluye en «un
finab>2. En ella el tiempo es categorfa determinante (en dl
se decide la salvación)', y el hombre, agente privilegiadoa.
3. No ignoramos que la ciencia ffsica moderna tiende
a no desvincular el espacio del tiempo y a considerar a

I «En el principio creó Dios el cielo y lir tierra» (Gu 1,1); «[n el prirrci¡rio
existía la Palal>ra» (Jn l,l).
2 I Cor 11i,24; Cf. Mt 25,31-46; Ap 2l-22...
3 En el ¡nismo cap. I del Cónesis se
¡rodría apreciar esa preeminencia del tiem-
po s<rbre el capacio. Cf, C. Westermrnn, Sthiififung (Stuttgart 1972)1 0t.
voa «liberta<l» en c- Floristá'-J. J. Tanray., canceltlos Como luego dirernoe, el concepto del tieu4ro conro historia es muy tleudor
fuu,danentale.r (ü!l
ct'istianismo,^frottrr (Madrid lggs), ? lO"7 25, de Israel.
'ir' Pr¡erle verse lo que ¿r¡ el lil¡ro citaclo en nota anteriol.opinu sobre la «libera" 'l «El hombre e$, crr la tierra, la úuica creatur¿ quc Dios l¡a crcado por s{ nris-
ción» I. Ellacur.ía,690-710, y sobre las «reologias de ln liber¿ció¡r».J,J. Th- ma», G§ 24. En esra o¡rción sigue vigerrte la que en la Presentación hicimoc
rnayo, I363-13?6. por una lectura tendor¡cialmente porsorral cle la realiclad.
434 I-lOIvlSllE Y NÍUNDO ALALUT. DtL CRUADOR

5) Córno se ai'iicula en concreto aquella relacién estre- XII


cha entre libertad y liberación es algo que desborda este
marco porque constituye una de las grandes <<quaestiones EL BSPACIO Y EL TIEMPO
d,i,sltutatae>> de nuestros días30. Al tratar de la dimensión DA LA CREACIÓN
social y práxica de la gracia hicimos en el capítulo V algu-
nas consideraciones al respecto.
1. En un universo poblado de realiclades y de sucesofi,
cs decir de «cosas que les pasan») hacen su aparición y
cobran singular relieve el espacio y el tiempo. Los imagina-
mos respectivamente como el escenario y el hilo de li tra-
rna del gran acontecimiento cósmico-humano. parecen así
clistintos de todas las demás creaturas? y su condición en-
globante y la ilirnitación que apunran han llevado con lre-
cuencia a emparentarlos con Dios, con su inmensir;lacl el
uno, con su eternidad el otro. No pueden ser ignorados
por una teología de la creación.
2. Vamos a empezar por el segundo de ellos (el tiem-
po) y a dedicarle especial atención. ¿por quél por la ma-
yor y singular importancia que juega en li vida clel hom-
bre ¡ sobre todo, porque, para el cristianismo, el nniverso
e§, en último término, una historia de saluactín, que em-
pieza con un doble «en el principio»r y concluye-en «un
final>>z. En ella el tiempo es categoría cleter*inante (en él
se decide la salvación)r, y el hombre, agente privilegiadoa.
3. No ignoramos que la ciencia física moderna tiende
a no desvincular el espacio del tiempo y a considerar a

l «En el principio creó Dios el cielo y l,r tierra» (Gu 1,1); «[n el prirrcipío
existía la Palabra» (Jn I , I ).
? I Cor 15,24; Cf. Mt 25,S1-46; Ap 21-21...
3 En el ¡nismo cap.
I del cénesis se podría apreciar esa preeminencia <lel tien¡
po s<rbre el espac.io. Cf. C. Wesrermann,Schiiltfung(stuttgart lg72),61.
voa «liberta<l» cn C- Floristá¡r-J. J. Tanrayo, Conccltlos fundantcntalu¡ ¿<tl como luego dirernos, el concepto del tienr¡ro con,o rri.toria'es mt,y de.do.
etis tittnin n, ^frottar (Mad rid I 993), 7 i 0-725. de Israel.
Prrc(le verse lo que err el lil¡rt¡ cita<[o en nora anteriol.opina sobre la «lil¡era, 'l «El hombre es, cr¡ la tie rra, la única creatura que Dios lra crcado
"i' ¡ror sl nris-
ción» I. Ellacur'ía,690-710, y sobr.e las «reologias de l¡ liberació¡r».f .J. Ta" ma», GS 24. En esta o¡>ción sigue vigerrte la que en la presentaciá¡r hicimos
rnayo,1363-1376. por una lecrura tcnderrcialmcnae personal cle la realiclacl.
436 I{OMI}RJI V MUNDO A LA LUZ Düf, CÍtfiÁi}Oi{
[,L üspAcro y rJL r]Eivrpo Dli LA cRtAC.tóN 437

éste como r¡na cuarta dimensión de aquél y a arnbos en-


samblados en el «contirruo espacio-tiempo». Si aquí des-
l. Bnnvn HrsronrA DE r,A rD[A Dr, TrEMpo

enredamos ese continuo es porque rro establece, entre el


La mayor parte de las descripciones del tiempo que a
tiempo del cosmos y el del hombre, una distinción que es-
continuación enumeramos, no proceclen de un interé, ouu-
timamos real y de suma importancia. Además la experien-
tral o puramente científico, u.iluo de inquiet¡.rdes existen_
cia general humana, en la que gueremos apoyar ante todo
ciales. Al contrario, el tiempo af'ecta radicarmente ar hom-
nuestras consideraciones teológicas, percibe espacio y
bre que lo teoriza. tiempo lo promociona toclo y lo
tiempo por separado. Esto no nos exime de prestar tam- "BI
erosiona todo, todo lo consuma y tádo lo consumer muy
bién atención, como haremos luego, al espacio-tiempo del f
en particular la historia humana, inclividual y coie"tiva.
cosmos ya que éste, y no sólo el hombre, es el objeto de
No es de extrañar que haya preocupado laigamente al
esta «teología de la creación».
pensamiento humano, que lo ha inteipretaclo-urra y otra
4. Pasarnos, pues, a hablar del tiempo. No es que no lo ven tratando asÍ quizás de hacerse
hayamos hecho hasta ahora. No podía merros de figurar en ¿l y asegu.irse lu
realidad propia y del mundó que, por "or,
templraleJ, par"c.r,
el capítulo III, y es que el tiempo es condición esencial de
írsele de las manos.
que el mundo sea una creación abierta. Pero aparecía más
Sólo tienen cabida aquí aquellas teorfas sobre el tiem_
como presupuesto que como realidad en sí misma. Es cier-
po que más han contado en la historia del pensamiento y
to que, en torno a graves preguntas acerca de é1, nos decan-
que más tienen que yer con el tema que nos-ocupa) a saber
tamos allí, frente a olras cosrnovisiones, por un tiempo limi-
con Ia relación tiempo-eternidad. Airn de ellas sólo reco-
tado y unidireccionalr lo cual eran ya afirmaciones decisivas
gemos los trazos más salientes, inevitablemente gruesos, y
sohre su modo de ser. También lo son las que hemos ve-
matizables sin duda alguna5.
nido haciendo acerca del sentido salvífico, el ritma cristo-
I.
.En_una
ífoca p-refilosífica
es probablemente la per_
lógico y la o'rientación escatológica de la creación. Pero no
c.epción-de los perfodos de la naturileza y de la limitaci¿n
habíamos hecho del tiempo objeto directo de ntrestra
de la vida humana lo que ha llevado al liombre a hablar cre
atención ni lo habíamos encarado con Dios para ver qué
tiempo (el_qropio) y de erernidad (ia de los dioses y la na_
es de é1 situado ante la Eternidad y en diálogo con ella.
turaleza). El hombre supera su clesventaja (y su angustia)
Si no lo hicimos en el capÍtulo IiI no fue sólo para no
considerando su vida como parte de esá ciclo de L rratu_
alargarlo en demasía (como allí se indicó), sino, sobre todo,
raleza que, por ser siempre igual e incesantemente resur_
porque) en los siguientes, hombre y mundo han ido reve-
gentej trasmite la idea y sensación de eternidad6.
lando contenidos y matices que permiten abordar ahora su
ten$oralidad con más elementos de juicio, e incluso pen-
sarlos a ellos mismoe de una manera rrueva si presumimos 5 Me.apoyo, e.t!e
ot.os, en el esrudio cle R, schrrlte, «Tiempo y cter..i(ra(r», 0,
(cosa que habremos de verificar) que el tiempo (al iguat que FCSM, XXII, 1987, 143-168.
6 c. F, v
el espacio) no es una realidad difbrente de las oras, como weiz-sáker extienrle al lromr¡re nroderno la resiste^cia a ra «rrip(rtcsis
puede parecer, sino un modo de ser de todas ellas, lo que rlc <¡ue cl univer.go no dure infinitanrclte.
a.Ibr.qué? EI sul.rinriento <lel lronr-
l¡re ante el tiern¡ro y Ia caducida<l
ellas generan en su dinamismo e interrelaciones. ¡ro.."" a*. ton g.on.le, que nece.sita r,r,,t:r
ett alga ilrr.unc a la aniquilaciórr
¡lara p.tlcr vivii. rro (:r.e),rr.
euien cr¡
),.r
438 H{)},{Bltt, Y lvll.iNDO A LA i,UZ DEL CR}:ADOR EI, ESPACIO Y EI,"TIEMPO DU LA CREAC{ÓN 439

Para ello el hombre arcaico recurre a la diferencia quc Por medio de su memoria el hombre actualiza el vínculo
percibe entre el tiempo efímero cotidiano y aquel otro con el origen y puede, a través de la transitorieclad, conec_
puro, primordial, el de «el principio», que se actualiza y tar con las esencias permanentes y llegar a Ia eternidacl de
celebra en las fiestas. Éstas no sirven sólo para marcar los Ia «arjá» increada. Si bien el tiempo ej"lu i*rgen cambian_
meses y los años, sino para conectar con aquel tiempo ori- te de la eternidad, no es el mediádor cle ellalExisre enrre
ginalT. A diferencia del bíblico y del moderno, el hombre ambos un dualismo- insalvable, borrespondiente al que se
arcaico no celebra sucesos que formen parte del curso del d.a eryr-e cuerp_o y alma. EI tiempo, como el euclr-
tiempo histórico y lo aiteren. Por eso la figura que corres- viza. Hay que liberarse de é1. En el tiempo no "rrerpo,
sücede sal-
ponde a su idea del tiempo es el círculo (ciclo) y en ella vación.
apenas hay lugar para la otra representación, linealrcarac- Esta visión platónica del tiempo ha prendido con fuer_
terÍstica de la novedad de la historia y de la libertads. za en la historia del pensamiento y ha tentado al cristianis-
2. Cuando la filosofía (helénica) trasforma el rnito en mo, favoreciendo las antinomias entre tiempo y eternidacl
logos, esa identificación de tiempos y seres resulta menos y el desentendimiento y aun desprecio a. aq"el en com_
fhctible: el hombre, consciente de su libertad, no se resig- paración con ésta.
na a aquella visión «natural>> de su ser ¡ al distinguir den- A.ristíteles fija más la atención en el cosmos y en el
tro de sí mismo esplritu y naturaleza, emerge del curso de cambio de lugar de los cuerpos en el espacio. Ese movi-
ésta y reconoce en sí algo intemporal. Se establece así, al miento el alma lo detecta, cuenta y mide. En esto consiste
interior del hombre, la tensión entre tiempo y eternidad. el tiempo según la fhmosa delinición aristotélica: <rTiempo
Pero esta última nó es ya en primer lugar la de la iterancia es la medida del movimiento según un antes y ,rn d.u-
incesante de aquél, sino, según Platón, «la eternidad in- pués>>t0. El movimiento de los astios remite, por otra par-
móvil y una) del verdadero ser, de la que el tiempo es sólo te, en su invariabilidado a algo inmóvil que, estando fuera
una imagen eterna sometida a las leyes de los númerose. del mundor lo mantiene en movimiento. bse «motor inmó-
vil>> es Dios, «pensamiento que se piensa a sí mismo>>.
una virla eterna, tenía qr¡e crecr en una tlu¡ación inlinita del mundo mate- También esta visión del tiempo como magnitucl cons-
ríal»>, La irnagenfisiec tlel murulo,llAC (Madrid I974)) f 52.
7 Cf: M. Llia<le, El ¡¡úto tl¿l ¿t¿tno rúottto, Alianza (Madrid 1972),53-8tt. tante, igual, externa, ha influenciado profundamente el
$ Lo cual rro excitrye <1ue también e1 hornl¡re moderno y el bÍblico celel¡re¡r en pensamiento y ha llevado con frecuencia a la convicción
ocasiones en sus liesras algo gue no es sólo una moclific¿ción del tiempo, sino
la razón de ser de óste y, cn tal sentido, lo que por.lríamos llamar «tietnpo origi-
!,e un poder cósmico que todo lo esclaviza y engulle.
Tampoco la imagen aristotélica de Dios ha favorecido la
nal». Thmpoco queda cxclui<lo que aneguen a veces exisrcncialmente su liber-
tarl en el tiempo mítico dcl cos¡nos o en el o¡nniabarcrnre rle la ffsica moderni¡.
comprensión de la tinidad y de la encarnación.
- Plotino piensa, frente a Aristóteles, que en la definición
!r nLo qrre en realidad era cter¡ro... era la sustancia clel viviente
modelo, y era
imposible atlaptar enteramer¡te esta eternidad a rrn nrundo generado. Por de éste, Ia unidad de medida del movimiento es rambién
esta razón, su autor se ¡Íreoctrpó rle hacer una especie clc imitación móvil de
un movimiento) con lo cual se está presuponiendo el tiem-
la ete¡niclad ¡ mientras organizaba e[ cielo, hizo, a semejanz.a de la eternidad
i¡rnróvil y una, esta imagen eterna que progresa segr'rn las leyes tle los núnro-
ros, esto que nosotros llamamos el tiempo», Plat6r., Tirneo 37 d, Olttus com-
ttletu, Agtilar (Madritl 1909), I 198. lr' /rí¡r?¿¿ 2l^t) l¡.
trL EspAc¡o y EL TrEMpo »{, l.¿ cRrectóN 441
44fi i.IOMlllrE Y MUNDO LLALUT, DEL (RD¡\I)OR

Iunares o agrarios, pero luego va llenando esas fechas de


po, y §u eseíIcia queda por explicar. É,1 io hace fundando
contenidos nuevos y celebrándolas como memoriales cle
el tiempo en la eternidad que pertenece a la experiencia y
sncesos salvíficos (Pascua, entrada en Canaán, Alianza...).
concepto clel tiempo pues, en el proceso de conexión en'
La naturaleza cede la prirnacía a ra historia. por medio de
tre sus diferencias, es menester que él preexista como uni-
la lógica, ya estudiada, de una salvación gue se crea su so-
dacl, es decir, como eternidad, Siendo así que, según é1, el
porte creacional, Dios aparece estableciendo los ritmos
alma participa err el Uno, puede también Plotino afirmar
rlel día y de la noche (Gn 1,5), de las estaciones (g,22), c{e
que el alma es el origen del tiempotr.
los ¿stros (1,I4), pero también encaminanclo el tiempo
Por otro lado la sociedad griega no vivía ya, como se in-
hacia Abrahán y acelerándolo con Ia presión cle Ia proÁe_
dicó, del anclaje en un tientpo mítico, sino que orgarrizaba
sa. Por esor aunque el hombre está siiuado en ese ti.*po,
su orden político desde las relaciones cambiantes de los
no queda encerrado.en é1, porque es un tiempo de diálogo
pueblos. Desarrollaba así una visión histórica de la reali-
con el Creador del tiempo.
dad, pero la historia misma estaba determinada por la ime-
rnisible relación entre causa y ef'ecto, entre culpa y castigo,
[s asimismo verdad que la iclea cle Ia retribución, el
círculo culpa-castigo, no es ignorado en Israel, pero, a di_
y por el sino trágico de la grandeza y miseria humanas.
ferencia de la concepción griiga, ese «clestinor'r,o arrula rri
3. Comprensidn btblica del tiempo. Resuena en la Bi- curva Ia historia porque está en manos cle un Dios que la
blia la sumisién humana a la transitoriedad del cosmos12, perdona y relanza ya qu€ esfiel a su propia eleccióny
pero el hecho fundamental de estar ante el Dios del desig- pu"-
de proseguir con sus planes , p.*ri cle los fru"n*oí y .e_
nio y de la promesa da lugar a utra nueva comprensión del
clnzo del hombre.
tiempo. Éste e* <<hairds>>, tiernpo favorable, tiempo de su-
La diferencia radical entre Dios y el hornbre se traduce
cesos especiales que fundan historia y que no permiten
también entre los judíos en términos de cluraciónr5. pero
que el «hoy» sea aquel instante fugaz, irreal, el mero paso
Ia <<eternidad» de Aquél no es contraria al tiempo de éste,
del futuro al pasadors, sino un momento denso que decide
ni pura vaciedad de tiempo, sino «señorío de los tiem-
el porvenirra. El tiempo es tiempo cualitativo, vario, tiem-
pos)), y es por ello capaz de entrar en diálogo con el tiem_
po de relaciórr y de decisión.
po y aun de adentrarse en é1. Esto hace q.r.1ou tiempos se
Es verdad que el pueblo de Israel empieza, como los
carglren de inaudita densiclad y apuntera un clía Iláno de
otros, contanclo sus días y años con cómputos solares o
todos ellos, ei «día deJahvé».
tt Bl Nuevo Testamento prolonga esta línea cle pensa_
Ennéal,«s Ill,7.§.11. W. I'arurenberg extientle la critica de Pkrti¡¡o a Aristó-
telas a ta cortcepciírn del ticnrpo t¡ue $e <tt en la Iisica rno(lerIl¿t y c¡rrc determi-
miento y la lleva a cabo cuando anuncia a Cristo como el
na el ticrnpo a ¡rartir de la medida c[el rnisnro, cuya uniclad sctía ln velocidacl tle segundo y nuevo Adán, hacia quien el universo avanz,a) y
la lrrz.. Cl'. Tcologtu Sistunú:'i¿a II, UPCO (lvlaciricl 1906), I 00. quien todo hombre riene que isimilarse (l Cor tS,+Z¡.,,.1t^
''l'I [cl 1,4.9;9,1-8. decir esto rompe definitivamenre con la iijación ,epetitiuo
Del <1rrc tan insrrperaü.rlernente h¡blí¡ Quevcd<l e¡r uno de $tts sorieto§: «^ysr
se fhe, mañarra no lra llegaclo/ tlt¡y se está yetr<lo silr ¡)rrar tlü ¡runtof §oy trn
{ire y rrrt seré y rrn es cartsirclo/ En cl l{oy y Maíritrra y Ayer',.jrrntof Pairales y
nrortaja, y hc tlueda<[c»/ Presc¡rtes $r¡cesi«l¡tcs cle tlili¡rl«¡». r5 $al 90,4; 102,12ss;Job
¡r I)t I 1,26;30,i5-20, I
38,4...
442 HOMBRE Y MUNDO ALALUZ DEI, CIIIIADOR EL [.sPACIo Y EL"TIEMT0 DE LA CREACIÓN 443

de la historia a un comienzo mftico, Iibera al hombre clcl modo la temporalidad específicamente humana (en el alma
cosmos como magnitud englobante y reorienta la histori¡r se presencializan, unifican y dilatan a la vez el pasado, eI
universal desde y hacia la historia de Jesús que viene a st,t' presente y el futuro). El tiempo es esa dilatación del alma
el «cumplimiento de los tiempos»ro y [a medida de tc¡cl,r (distcntia animi\z}, B[ hombre no es un caso más clel fluir
tiempo. Historia concentrada, a su vez: ((en la hora»l', y del cosmos. Y esa temporalidad cualitativamente dif'erente
que termina, densa de toda realidad, en el «Dios todo cn se debe a que es tiempo personal en diálogo con Dios. En
todo>>18. {ste, en cambio, no hay tiempo y, por ello, tampoco existe
4. Algunos SS.PP., al querer evangelizar el pensamicn" tiempo antes de la creación. Si la memoria humana, en la
to helénico, hipotecaron en ocasiones esta novedad cuan- que el hoy retoma el pasado, y la <<expectatio>> con iu qr*
do describieron la redención como una vuelta del alma a anticipa el futuroo rompen con el Creador, el tiempo se
su origen (Clemente Alejandrino) o estimarori que el tiern- cr¡nvierte en «distentio» negativa, en un no pocler, .rl po-
po, al igual que el cuerpo, es producto de una caída dc §eer.
aquélla, y que la salvación consistirá por tanto en una re- Por otro lado, esta unidad que) como la cle un cántico
constitución universal («ap o catástasis», Orígenes). ya sabido2r, tiene el tiempo al pasar por el presente del
Hay que notar, sin embargor Que, también en el ámbito alma, se da también en el conjunto de [a vida Lurnana y en
de la fe la línea de la historia no es puramente lineal, ya el de la historia universal cuyo creador y gestor ., óio,
que en «el principio>>, especialmente en el cristológico, con su providencia22.
está de alguna manera contenido elfinal. Ello hace que los Bo¿cio es el autor de una definición de la eterniclad que
tiempos anteriores sean anticipo de los siguientes y éstos lrará época: <<intern¿inabilis aitae tota, .¡imul et perfecta
el cumplimiento de aquéllos ¡ así, que la línea de algún rtossessio>>23. Esta totalidad simultánea y pe.fecta .le una
modo se curvele. La creación, como dijimos en el capítu- vida sin fin diferencia cualitativamenre a ia eternidad del
lo III, no está abierta a cualquier futuro. tiempo y sugiere unanueva imagen de aquélla (la del punro
Agustín marca un hito importante en esta historia del frente a la línea interminable; la del centio, de
concepto del tiempo. Lo analiza larga y penetrantemente "quidistunte
todos_los puntos de la circunferencia, por amplia que ésta
(Canfes. XI), emplaza las reminiscencias de la filosofía sea). Pero, por otro lado, implica el riesgo cle que se olvide
griega en el ámbito de la creación y las somete a la rela- lo que, con una ontología menos elaborada, afiimaba la Bi-
ción experienciai de su alma con Dios. Descubre de este blia de esa eternidad: su señorío del tiempo y su entracla en
el.tiempo. ¿Se podrán pensar la encarnaJión y la pasión de
rn Mc
Dios sin esas dos posibilidades de la eterniclacll
l,l5; C/dl 4,4,
'7 .|n 2,4;13,1;16,4.21; Mc i4,35; Lc22,53; Rorn 13,11...
r§ 1 Cor 15r28. «Los tre$ puntos de referencia (el comimzo do Ia creación, el
apogeo tle [a encarnación, el tÍt'»tino tle la consr¡mación) «cnderezan» el )" Co r6ft sir»trs X I,26,r.3 ((}§A
I, 955, 5.q 5).
I
r
I
tiem¡ro, lo 1.,onen en línea, sustituycndo er¡ sus rel)reser¡taciones siml¡ólicas tt rhí¿. 28,38(599-6oo).
!2
el cÍrculo o la recta menguante por la recta crecientc>rrJ. L. Ruiz de [a Peña,
'feolrtgía tle la a'eación, Sal Te¡rae (Santaucler 1986), 144.
lt k venl«det.¡t rdigión XXV,46 (OSA IV, 1956, 12.?-l15)
Drios, V (OSA XVI, rl964, 247-j\Z).
i l.tt Cinlutl rtr
r$ Cf. lo avanzado eu nota 13. t't Dt co.n¡ol¿Lliont.lthi.losophfu,r: V,6 (pL 6.3,lt5g).
444 I.IOMgItE Y MUNDO .d LA I.UZ DEL CIIT]ADOR EL DSPACIO Y El, TlElvf PO Dt. LA CRnACTóN 445

5. En la época r¿od,erna el racionalismo mantiene, fren- temporal, y Io sitúa de lleno en el tiempor {ue pasa a ser la
te al empirismo y el materialismo, la idea de eternidad, verdadera eternidad en forrna de «eterno retorno» cle lo
pero la seculariza y estrecha en vigencia §upratemPoral de siempre idéntico. Sólo cabe, o la prerensiínfuerte de vivir
las verdades de razón, de los principios lógicos... Aunque el momento presente con tal intensidad que merezca ser
Dios siga siendo para algunos el principio de ese conoci- repetido incesantemente, o la d6bíl (posmoclerna) que li-
miento racional del mundo, se trata del Dios de la razón, beraría al tiempo de ese peso de eternidad y sólo se pare-
no del de la revelación cristiana' con lo cual la relación en' cería a ella en cuanto que la serie ilimitada de pequeños
tre tiempo y erernidad vuelve a entrar en crisis. Además el momentos es todo aque[o con lo que contamos,
hombre ernpieza a sustituir a la providencia en el protago- Kierhagaaril se enfrenta radicalmente, aunque por ra-
nismo de la historia. zones opuestas, a los dos autores anteriores. Reprocha a
Kant, aun aduritiendo que la representación de tiem- Hegel su confusión entre tiempo y eternidad y devuelve al
pos distintos está siempre presuponiendo la unidad del hombre, ser-para-la muerte? [o suyo, que es el tiempo.
tiernpo e incluso una «originaria representación tiempo Pero, a lavez, encara a ese hombre-tiempo con el Dios-
ili*itada>>2d, subjetiviza el concepto del tiempo al eternidad, con Io cual, lejos de todo atefsmc¡ y banalidad,
"o*J
considerarlo como una florma a priori de la sensibilidad' el tiempo se convierte en el momento irrepetible, y de va-
Pero queda por ver si con ello anula la idea de eternidacl o lor incalculable, de la decisión. Por esa rnisma subjetiviza-
si la subjetividad misma no queda constituida por la intui- ción radical clel tiempo. Kierkegaard, en la línea bíblica y
ción de [o infinito como condición de todos los conteni' de Agustín, se alzará siempre como un baluarte contra Ia
dos finitos de la conciencia, incluida la del propio yo25. universalización niveladora del tiempo, propia de una
HegeL vuelve a la idea de que es la providencia [a que concepción mftica o ffsico-matemática de é1.
rige el munilo, pero a través de Ia afirrmación de que lo Bergson (junto a otros filósofbs, antropóloSos y aun
eterno no es plenitud previa al tiempo, sino autodesplie- científicos de renombre) prolongará esa línea y istablece-
rá su célebre distinción entre el tiempo sucesivo, externo,
Sue ón el movimienm dialéctico de la historia:
eternidad
en el tiempo, n«r sobre el tiempo. «El tiempo es el destino mensurable (tiempo pensado) y el tiempo interno, pecu-
y la necesidad del Espíritu». Este restablecimiento del liar (tiernpo vivido).
diálogo eternidad-tiempo sucede, sin embargo, a costa del Heidegger, tras representar en su primera época un
señorlo de Dios sobre el tiempo y aun de la peculiaridad nuevo énfasis en ese «existencialismo» del tiempo, y re-
(libertad) del tiempo humano' calcar la intrínseca historicidad del hombre (su pre-ocu-
Nietzsche, tras declarar Ia <<rnuerte de Dios» y entroni- pado «ser-para-la-muerte»), esbozará un" comp.ensión
zar aL superhombre, rechaza, corno pecado original del originaria del tiempo corno horizonte de comprensión del
cristianismo, el desplazamiento de lo eterno más allá de lo ser" Concluirá que no hay tiempo, sino que s¿ d¿ el tiern-
po, dejando al aire la pregunta d,e quién Jo da (cuestión
tendencialmente teológica, legitimada por sus últimas
¡ra-
lt labras acerca de que sólo la llegada de un Dios puede ial-
C¡"lf.i.ea de k¿ ruzótt lnxt 4,32.
Li' Es iir <rl¿jeciórr r¡ue lc Íornurla'vV. Panneribergr'liologí«...,11, l{.}l'102' varnos).
--

EL ESPACIo Y üL TIEMPO DE LA CITI,ACIÓN 447


446 HOMI}IiE Y Ivf UNDO A I,A LUZ DEL CRA,\DOR

6. Laftsica
mod,erna ha elaborado un concepto nucvrr
2. Fg¡¡o¡rarNolociA DEL Tr[Mpo vrvtDo
de tiempo (o cle continuo espacio-tiempo, ya que la simul- 1. Podría empezar con el recuento cle una serie de ex_
taneidad, esencial al concepto de espacio, introducc al presiones corrientes que denotail ya una experiencia y
tiempo en él). §se nuevo concepto es extraño a la expe- aun una inicial comprensión del tiempo. Frases .o*o, u.l
riencia cotidiana del tiempo y se distancia asimismo de [a tiempo es oro)), <<dar tiempor>, oconceder tiempo», <ldar
reflexión estrictamente filosófica sobre é1. No se pone err tiempo al tiempo>>: <<perder el tiempo>>, «todo tiene su
relación expresa con el concepto de eternidad, y en él tigmpo», <raún no es tiempo», n.rrero, tiempos».." Todas
apenas cab'e preguntarse por el papel singular del hombrc ellas delatan una manera de aiuir el tiempo,
(si no es corno observador) y, menos aún, por la centrali- 2. Esa condición humana del tiempá permite adernás
dad cósmica de Cristo. Sin embargo no deja de represen- hablar de tiempos vacíos y riempos cl..rsos, tiempos que
tar una nueva comprensión no sólo del tiempo sino de la se guardan y tiempos que se olvidan, de nromentos que
se
estructura global del universo, y de explicar muchos dc escapan y otros en los- que el tiempo parece cletenirse y
sus enigrnas26. eternizarse. La misma duración se aitera. No cluran lo misl
7. Concluyendo este recorrido histórico-conceptual, mo unos tiempos que otros cronológicamente iguales.
no parece exagerado afirmar que lo verdaderamente deci-
sivo, y lo que marca las auténticas diferencias en la com- .do,3.presente
Por lo que respecra a las rres fáses clel tieirpo (pasa_
y futuro) y a su orden, el tiempo humano las
prensión del tiempo, es la fe en un Dios personal que, reúne y distingue de un modo peculiar, y *, incluso
siendo Mayor que el tiempo, es capaz de crearlo y de en- de tra¡tocar ese orden y hacer que cada un, d. "rpa,
ellas presi-
trar en una relación tal con él que, sin anularlo, lo estre- da la experiencia del tiempo. Así, por ejemplo, cuundo
mece de eternidad. Sólo en esa visión el tiempo es tiem- h,ol d,e la decisión condensa el ayer y á"cide el mañana, "l
po, la eternidad eternidad, y pueden ambos entrar en un cuando el a2er de la palabra clada determina el hoy y ei
auténtico diálogo. Por su aproximación a este esquema mañana, cuando el mañana pre-tendido y pre-ocupante
tendrían mayor o rnenor verdad, desde el punto de vista configura el ayer y el hoy.
cristiano, cada uno de ios sistemas mencionados. Pero la Todo ello muestra que el hombre, si por un lado está
verdad del tiempo no la deciden sólo teorías, sino viven- dentro del tiempo del universo, que le precede, engloba y
cias. Por eso, tras la historia del concepto hay que intentar lleva consigo,por otro es capaz ai dispine..l" .so**is*á
una aproximación vital al tiempo. que dispone de dl; es y se siente duino del tiempo, rro
sólo para sí, sino tambiérr para darlo a oros.
Ya en todo viviente apunta ese ser tiempo y más que
tiempo, dado que el ser vivo es algo más quJ.r.ru ,r"..iór,
de instantes o estados iguales; es ,rn prirrcipio inmanente
lii Prte<le verse T. Alfaro, &l Señor ilel ízlrr', San Pablo (Madrid l9l)7), 134' y organizador que los unifica27. En el yo humano, consti-
l)cbatc (Madritt r|1997),
152;.f . Péree Mercatlcr,¿ Qrrl sal¡at¿os d¿lt.miuarra?,
8li-109; A. Ganocz¡ el W. lleinert \ecl.), Cl,auberutilt&iing¿, Schdrringlr (Pa- 2? Cf. R.
<lerborn I9li5), 469-471. I
Schulte, «Tienr¡ro...», l7l-17l.

¿--..-
448 I.IOM]]RE Y MU]VDO A LA LUZ D§L CRÉADOR EL ESI,ACIo Y EI".I]EMPO or La cRrIcIÓN 449

tt¡ido de conciencia y libertad, el tiempo todavfa se reducc }. TIOLOCÍN CRISTI¡.¡¡A DEL TIEMPO
menos a sucesión pura o a suma de estados de ánimo; cn
un trance de ese yo que les subyace y soporta. Las mutil- Tras esa doble aproximaciórr (conceptual y existencial)
ciones serán siempre cambios de ese yo, tiempos de ere podemos esbozar directamente una teología cristiana del
yo (yo fui, yo so¡ yo seré). Bn el hombre el tiempo en que tiempo. §e caracteriza ante todo porque emplaza las dife-
se tlilata el yo es una oportunidad de la conciencia y de la rencias clel tiempo (tiempo del mundo, tiempo del horn-
libertad, es la historicidad y la hietoria del yo. lrre, tiempo de la historia) en la ma2or d.iferencia (la que
4. Por estar el yo htrmano innatamente entramado corr se cla entre Dios y el tiempo), y porque ahonda la vivencia
otros yoes (caps. VIII y XIII), por constituir con ellos dc del tiempo en encuentro de éste con el Dios Creador y
antemano (y no sólo como resultado) una única humani- Salvador.
dad, un solo <<cuerpo>>, el hombre no es sólo parte del EI tiempo se convíerte así en plazo dado por Dios para
tiempo cósmico ni es sólo el tiempo de su propia historia, el despliegue y realización de un proyecto de acercamien-
sino también au¿or? y parte a la vez, d,e la historia huma- to del Eterno al mundo («Dios coil nosotros»). y así es, en
na,El tiempo de cada hombre vive de los ritmos, recuer- Írltima instancia, tiempo de creación, tiempo de filiación,
dos, épocas y proyectos cle su familia, nación y, cada vez tiempo de pecado-redención y tiempo llamado a ser asu-
más, de la hurnanidad entera. Lo que ésta hace y lo que le mido en la eternidad. Detallemos estos aspectos.
ocurre forman parte de la historia y tiempo de cada hom- l. Tiempo creatural. §l tiempo, como el ser, no tiene
bre que, con su interpretación de ella, su actitud ante ella otro origen que la libertad del Creador («Bn el principio
y su actuación sobre ella, hace sula esa misrna historia hizo Dios el cielo y la tierra»). El tiempo viene de Dios.
universal de la que es momento. No es que «se dé» el tiempo (Heidegger). Dios da el tiem-
5. §sa capacidad interpretativa, la difícil conjugación po y da tiempo. EI hombre es tiempo al que se da tiempo.
de los diversos ritmos que el hombre vive, Ia experiencia a) El tiempo del hombre, en su fugacidad y brevedid,
simultánea de un tiempo que no está a su disposición y en su depenclencia del cosmos y de los sucesos históricos,
del que al mismo tiempo dispone, han dado pie a una se- es un exponente de la creaturidad humana. El tiempo es /o
rie de cosmouision¿.' que definen respectivamente el nrun- nuestro; no sómos vida plena absolutamente poseída. Eso
do (la historia) camo eterno retorno, como expansidn ince- es lo de Dd¿s. De este modo nuestros dÍas contados y tran-
sante, como degrad,ación inconteruibl¿,, como antesala d,e sitorios nos permiten barruntar al Difere'núe. Al igual que
la eterntd,ad... nuestra finitud, también nuestra temporalidad, estigma de
Thles cosmovisiones engendran, a la vez que se nutren aquélla, ha de ser vivida creaturalmente: sin <<hlbris>>,
de ellos, una serie de talante.¡ que van de la desesperación pero también sirr resignación, con clarividencia y en la ala-
radical a la esperanza plena, pasando por el prometeÍsmo, banza al Otro.
la ilusión moderada, el desencanto, la impavidez, la indi- b) Por otro lado el tiempo, creatura y don de Dios, es
f'erencia, el disfrute... bueno, es una oportunidad de ser )/ crecer, de edificar la
tierra y humanizar el mundo. No es erernidad, pero lluye
de ella y guarda el cantar de la fuente. Los días llenos del

--
450 FIO}II}f{ü Y MUNDO ALALUZ DIiL CRE¡\DOR
fiL ESpAcro y tL'rraMpo DD la crD¡.cróN 451

hombre, los que valen toda una vida, son un indicit, ,1,. 1,,
el tiempo o pierde el tiempo o,se guarda el tiempo. 0 vive
Plerritud {Eternidacl) del Creador) se parecen a lr»r ,1,
sólo del pasado o sólo del presente o sólo del porvenir.
Dios. El tiempo no es simplemente lo opuesto a l¿r r:lr:rrl
La historia es tiempo de lágrimas y opresión, de amhi-
dad.'Iiene resabio,§ de ella.
ciones y guerras, de competitividad y consumismo, de su-
c) La relación del hombre a Dios, su condiciórr [r:,1,,
pervivencia de los más ft¡ertes, de resistencias al cambio.
-
gal, implica una refbrencia consustancial del tiern¡ro l 1,,
Cuando e[ tiempo recltaza su condición creatural, fi-
Etemidad. El tiempo y la historia humana son un c$l)¡rr r,
lial, espiritual, o no se atreve a ellas y se encorya sobre sí
abierto de diálogo con Dios, de espera de Dios. y ri<,rr,.rr
mismo, recae en la esclavitud del tiempo cíclico, en la an-
el valor, la_intensidad, la irrepetil¡ilidad de una hislorr,r
gustia del tiempo que se va, en el clesprecio del tiempo o
con Dios. Éste, por su parte, si bierr libremente, se ¿crrl,r,
en la adoración del tiempo.
raliza de algún nrodo cuando crea un tiempo personat r,,r,
Pero, por estar el tiempo inhabitado por el Señor de
el que eritra en diálogo.
los tiempos, por el Mayor que el tiempo, es posible salvar
2. Tiernpo filíal. Dios no sólo da tiempo, sino c¡rrt: rr el tiempo perdido, con-vertirlo a Dios y a sl mismo, reno-
da en el tiernpo, y se d,a al tiempo. Éste posee rsí una uuc
var la historia.
va calidad:
4. Tiempo que desemboca en eternidad. Conla resurrec-
a) Es un tiempo del Paclre: discurre entre creación ¡r;r
ción de Cristo, el riempo del mundo, condensado en é1,
terna y consumación del Dios todo en ¿odo.
empezó a adentrarse en la eternidad de Dios. No tiende a
b) Es un tiem,po d,el Hijo: abierto por el Padre y orior perpetuarse indefinidamente como tiempoo sino a fructifi-
tado hacia Cristo; cr¡ndensadt¡ en los años que tr-ascurrflr
car en eternidad. Ya ahora vive de la esperanzá de una jus-
entre iVIarÍa y Poncio Pilato ¡ ulteriormente, en la <<hr¡r¡¡,,
ticia definitiva, también para los muertos, y de un futuro
de pasar de este mundo al Padre.
absoluto que él mismo no puede darse. El tiempo anhela
c) Es un tiempo d,el Espíritu: entre resurrección y pa- no simplemente un futuro, sino un Adviento (Ad.atntus)
rusía; tiempo de lglesia, de contemporaneidad sacrurni,,,-
del Eterno, que lo asuma en su Bternidad2s.
tal y servicial con Cristo; tiempo de espera y de esperarr-
za,, d,e paciencia, de gozo y de <<hlno¡is». Tiempo dr:
fidelidad. Tiernpo en el que crece el cuerpo cle la nuev¡r 4. EL TIEMPo DEL MUNDO Y LA FIDELIDAD DE DIos
humanidad (GS 39).
d) Es historia de salaaciín en la que el Eterno no salvi¡ Si esa teoría cristiana del tiempo, si esa antropología
del tiempo, sino que salva al tiempo participando de su del hombre como tiempo, revierte en una teología, en una
pequeñez y promesas y participándole su gloria. 'Iiem¡r<r comprensión cristiana del Dios que, siendo eternidad,
grávido de Dios. Eternidad temporalizada. crea el tiempo y entra en diálogo con dl, resultará que el
3. Tiempo de pecado-red,encidn. El riempo se resisr«r Dios-Amor se conflrgura como Dios-Fidelidad.
con frecuencia a ser sélo tienrpo o a acoger la mecliación
kenótica de la plenitud de Dios. No quieie ser riempo dcr
2" C)tras cr¡usirleraciones crr H. Ivlaicr, «Clrristcnrur¡¡
paciencia, peregrinacién, muerte. El hombre se pieüe e,, r.¡¡rcl Zcit», cn'lhl,h 75
(9000), r6l-t79.
452 I.iOMBITE Y IvIUNDO A LA LUZ, DBL CITEADoR
JIL ESI,ACiO Y [I., TIEIVIPO D[ LA CREACIÓN 453
A¡nor y fidelidad caracrerizan en la Biblia a Dios2e. l,'i
su mundo, apesar de la infidelidad de éste. Lo más <<con-
delidad roqueña a su palabra, por la que hizo el nrunclt,, y
servador» pasa a ser Io más progresivo y prometedor.
a sus promesasro. Fidelidad cama eternídad dd arntr.,t.
Esta fidelidad es la que so-porta el tiempo y da tiem¡lo :rl
ti.emp9. El tiempo es plazo de esa fideliclad y de la p".i,,,,
5. EI ESPACIO Y LA CREACIÓN
cia salvadora de Dios (2 Pe 3,g).
Fidelidad que es absolura porque es f-rdeliclad de l)rirr Cacla una de las realiclades está dererminacla, deJimita-
a sí nlismo"; po.qrr. ha dado en Cristo el sí a toclas l;rs da' no sólo por el tiemlto que dura y.en el que sucedel
promesas (2 Cor 1,20); porque el Espírítu mismo es sr¡ sino por ! lugay que ocupa en el universo, un espacio
garantía (1,22;5,5). dentro del espacio, La inmensidad de éste último hi sido
Por ello la fidelidacl es también la definición del Horl puesta a su v€z en relación con la de Dios. El espacio
bre nuevo y cabalss. Y ha de ser asirnismo la característic;r vuelve a entrelazar los tres nombre§ (Dios, rnundo y hr*-
de los cristianos («los fieles»)ra. En el ¡nismo Cristo crr bre) que nos ocupan. Queremos analizar y precisar, si-
quien Dios nos dice su sí decimos nosotros nuestro Amérr quiera sea elementalrnente,lo que él dice de ellos (y ellos
a Dios (2 Cor 1,20). de él) y la relación que entre ellos se establece. Háy que
Fidelidad a Dios, a Cristo, al Espíritu, al mundo dc, notar que el estudio del espacio ha ocupado a Ia teótogia
Ellos. Fidelidad no arcaizante, sino evocativa de un pasa_ (y a la filosofía) rnucho menos que el del tiempor6.
d,o (mernoria Christi) que tiene por-venir. Bl pecado, eu Al igual que hizo con éste riltimo, el hombie toma con-
cambio, es en último término in-lidelidad35. ciencia de su situación en el espacio y la traduce en pregun-
Con todo esto no hacemos sino leer, en clave salvífica y ta teórica )¡ en e$tremecimiento exisrencial por la inminsldad
personal de fidelidad, el concepto escolástic o d,e mnserai_ de aquél y por la propia insignificancia. La Biblia cla fe de
ción, Así queda éste redimido del tono primordialmentc ese sentimiento (Sal 8) que embargó a grandes espfrituseT.
cosmológiio y fixista que le caracterizaba y Ie hacía poco Las ingentes dimerrsiones que actualm*rrte se le rüonocen
apto y atractiyo a la hora de expresar la referencia que (y qu" se miden en distancias de rniles de millones de años-
mantiene al Creador una creación abierta (cap. III), pe- n luz) mantienen viva la admiración en esa cloble vertienters.
la vez recupera sentido e irnportancia cuanjo ináica qut:
lo que soporta la creación no es sólo e[ primer ,i-n,,
un amor consolidado en fidelidad de Dios a sí "*o.,
)ri Así lo reconoce.J,
Moltnran,, al ernpezar.el ca¡;Ítulo t¡ue derlica al espacio
mismo y a en su obra Dios c,n la oeaciín,Síg*enre (Sirlarn^nca I-OSZ¡, tlS-tZt, y a.t
qee tomare¡rlos algunas relbrencias.
17 «E[
silenci<¡ eterno (le esos es¡;aci's inli¡rit.s fi)e !rterr&)), I]. pascal, pansrz-
'1' Ex 34,6; Sal 25,10; 100,5; I 17,2; I 10,90...
r"r Dt 32,4; Tbb ntiuttos, Ed' Ilrunsclrvicgr 206; «Dos cosas ilcnan er ínirno <re adniiraciti. y
14,4; sal g9..,
respeto, siem¡*e n,cvo.i y crecientes: el cielo est.ellarfo sol¡re mf y la ley
"r §irl [06,]; l07,l,il{i,l-4; 1J6,,.
moral en nrí», I. Kartt, Críti.t:a d¿ la r«z6n
"¿ ll,z 16,60; 20,1).14.22; -§al 89... fruit:tír:rt, Ateneo (Brrerros Air.".s
:'rr I95l),150.
,frr I9,30; lleb 2,17; A¡r l.r),11i 2 "l'iru 2,1.9. :rs «So¡¡ros
r't urr ¡rlaneta secu¡rrlario tlo r¡rr.r«:l srrl¡Lrrbial sittrarlo cn el cxtrarrarlio
H,f I ,1 ;.jn I 5,9ss.
de rrrra g:rlaxia irrclevute>>. Así resrme.f. L. Ruiz de Ia Peña, ,fcologíu....,
'5 Os i-.?; Er 16;23;2'l'irn 1,1.9.
242, las alilnracioncs tle algunos oierrtíficqs.
+5+ I"IÓMI}R[, Y MUNDO A LA LUZ DEL CRITADOR EL ISPACIO Y IiL TiEMPo og, Ie CRDA(IIÓN 455

§ó1o que en ocasiones esa contraposición acaba giratrrl', ,r sll condición de creador y señor de cuanto existe, han im-
su vez en un canto a la paradójica grandeza del hr¡r¡rlrr,', puesto serias reticencias a la idea de localizar esa presen-
capaz de hacerse cargo de aquella inmensidad y, así, ,1, cia y dedicarle un templo4l. El Nuevo l'estarnento irá más
abarcar, de algún modo, eso mismo que le abarca a é[]]". I,,, le.jos en ese reparo. Dios quiere una adoración no aquí o
<<cclnquista del espacio>> da nombre a una de las eml)l(rri,rrr allá, sino en esplritu y en verdada? y hace del cuerpo de
más excitantes de üuesiro tiernpo. Sensaciones,, todas cll,r:,, Cristo e[ templo por antonomasia43, el lugar donde habita
de suficiente entidad como para ser emplaztdas <<cl'r,t,t, corporalmente la plenitud de la divinidada{. Es así la crea-
Deo>> y poder vislumbrar en el espacio, sobre toclo t'rr ción entera, centrada en Cristo y vivificada por el Espíri-
aquel que el hombre intuye como previo a toda flragttrr,r, tu, el espacio de Dios, el ámbito de su presencia. La lógica
tación, la presencia del «Espíritu del Señor que llena ,'l de la creación y de la encarnación lo universalizan. Y po-
universo» (Sab 1,7). Más aún si tal presencia se potrer t'rr clrÍa decirse que lo secularizan y profanan si no fuera por-
relación con el concepco físico de «campo de fuerzas»'r". que no olvidan su referencia indeleble al Creador.
Pero hay que proceder por pasos y hacer un poco de hitr 3. La filosof'ía heléniea empezará traduciendo, en Ia
toria porque también en la comprensión del espacio lt;, imagen geométrica de esfera, la experiencia del espacio
habido grandes discrepancias. abarcante, creando así la sensación de un espacio perfecto
1. El hombre reLigioso se ha liberado de la soledacl y y centrado en un punto. Pero pronto harán su aparición
angustia a que le relegaba el espacio caótico en torno y tl c{os conceptos no poco divergentes de espacio, que se pro-
espacio señorial de Dios arriba, ac<¡tando espacios sagra longarán por toda la historia posterior. Paru Platdn, junto a
dos, distintos de los restantes y donde la presencia de l<r la realidad primera (irrnata e inmutable), y a la segunda
divino irrurnpía concediendo albergue y convirtiencl<r (engendrada y en continuo movimiento),, «existe siempre
aquel lugar en el centro del ¡nundo. un tercer género, el del lugari no puede morir y brinda trn
2, La religiosidad de lsrael ha pasado por ese trancc sitio a todos los objetos que nacen»45. Este concepto de es-
pero? tanto la presencia itinerante de Dios por los caminos pacio con rasgos divinos y maternales fomentará la idea-
cle la historia salvífica como su inmensidacl inabarcable y imagen de un receptáculo de los objetos, previo a ellos.
Aristíteles, en cambio, volverá a fijar en estos últirnos
su atención y concluirá que el espacio es propieclad de
rlr¡ AsÍ e¡r el Salmo B, ctr Pascal («críta
¡rensartte») y don<lcqttiera no sc lc¡ltlll'
cie, ¡rol nrotiv<¡s purametrte cuantitativ<ls, a vel en el lronrbre el celrtro clcl
universo. De cllo Iral¡laremos err ótro lugar. Cf'.J, L. Ruiz de la Peira, fÓíd.,
'rl I §m 7,5ss; I Re 8,27; ls 66,1-2.
241-247. ¿!
'r" Co¡rro trace W. Pannertllerg, 'fctlogía...r II, fis-l10..J. M{rltntann,p<)r srt par- .|n 4,2I-24.
te, lra clivulgatto y asunridt¡ la tloctrina.jutlír-iel Zi.nunn, tle trn cs¡racio prc- " .ln 2,21; 1,14; Ap 27,22 y la teología paulina ttel cuerpo dc Cristo como h¡-
gar <le Dios y de los de Dios con É,1 y cntre sí.
vio a la creaciótt, l)ero (llre no scría Dios tnistno, sino el <¡rre lil crea rctiráll'
'h Col 1,19;2,9; El'1,23;4,10.
dose ¡rara tlar ltrgirr a la creacií>n. Cfl Dio.r..., cap. V («lil cspacio tle la 'ti 'Iirteo 51 c/53 a. Oúra¡ eonpLetas 1149. «Existe cl ser absoluto, el lugar en
creación») 155-771 , espec. I 7(). O¡riliírn clc la rltre disictrte W. Parrrrenbe rg,
quc nace o es engen<lraclo el ser rclativo, y kr qtre nace, tres térrninos que
iüid., 95, rrota 229, <¡uierr lto arlnlite esc <<f,tt'li.ttt¡t qrlrl» entre la orntti¡rt'e-
existen err tr¿s ntanera¡i tlistintas y <¡ue han sido l¡echos antes ([ue el ciel0»,
§encia (lc Dios y cl es¡rirci{r cortcreto (le illterrelaciotros tJue sttt'ge cort la
ibí¿.
existoncia <lc las crcalttras.
-
456 ¡iOI,,llltE Y lviUNDC ALALUZ DAL CRÉADOR EL E\SPACIO Y &L TIEMPO nt l¡r CREACIÓN 457

ellosr la sürna de todos los lugares ocupados por los cucr- <<sensoriu.m D¿i». Mediante é1, la omnipresencia divina
pos. Esta mundanizacidn y finitización del espacio qued.r percibe inmediatamente todas las cosas.
de algún modo contrapesada por el concepto euclidiaru¡ Leibniz sospecha en todo ello, quizás errónearnente,
de espacio, matematizado ¡ en principio, infinito. una concepción panteÍsta del espacio, pero en todo caso
4. Agustín reduplica, liablando del espacio, 1o quc advierte de la divisibilidad de Dios que eso daría a enren-
dice del tiempo. A partir de la fe en un Creador y de un der. Abandona así Ia idea de espacio como receptáculo de
único mundo creado por Él (aquél en el que tiene lugar lt Ios objetos y vuelve a cc¡nsiclerarlo como el conjunto de
encarnación) rechaza la idea de un espacio infinito antc- relaciones entre éstos. Pero Clarhe insiste en que esa rela-
rior al mundo. «No hay lugar fuera del mundo»46. Valclnía ción entre los múltiples espacios parciales presupone el
también aquí 1o que dice a continuación sobre el tiempor concepto y realidad de un espacio infinito e indivisible,
el rnundo fue creado con el espacio, no ¿r¿ el espacio. Cu- que no es otro que la inmensidad de Dios.
ripsamente un platónico, al hacer suya la idea de creaci(rtr, Karut participa cle esa idea de que toda división y rela-
da en este punto la razón a Aristóteles. ción de espacios parciales presupone la intuición de un
5. En el Renacimiento la comprensión y vivencia clcl espacio como «masnitud infinita dada>>',.e. Pero, al igual
espacio sufren, corno tantas otras, una de sus mayorcs que en el caso del tiempo) se trata de realidades subjeti-
convulsiones. La idea de un espacio redondo y limitado, a vas, de «fbrmas a priori de la sensibilidacl», de intuiciones
la medida del hombre, queda arrumbada a una con el geo- puras, no surgidas de la experiencia, sino posibilitantes de
centrismo. La tierra se recluce a un punto en la órbita dcl todos los contenidos posibles de ella ¡ en tal sentido, ili-
sol y ésta a su vez a otro, en comparación con la que tra- mitadas. Retorna, sin embargo, la pregunta: ósas infinitu-
zan los astros en el firmamento. «Una esfera cuyo centro des subjetivas ino son, en últirna instancia, modos de la
se halla por cloquier, la circunferencia en ninguna parte... intuición del Infinito (en nuestro caso, de la inmensidad
de Dios) que se da en el espíritu humano como condición
¿Qué es un hombre en el infinito?>>47.
Descartes rechaza la idea de un espacio previo a los cle todo conocirniento de lo finitoP
cuerpos y lo considera como una propiedad de ellos, defi- 6. Dl d,escubrim.iento reciente de las galaxias acaba de-
nidos como <<res extensaa». Niega por lo mismo, aun admi- hnitivamente con el sueño del hombre de seguir siendo el
tiendo que no es posible delirnitarla, que tal extensión sea centro del universo. Son más de cien mil rnillones de ellas
estrictamente infinita y equiparable al único auténtico in- las que lo pueblan. La idea misma de centro, como ya
finito que es Dios. Henry .fuIoore, en cambio, habla de un avanzaba Pascal, pierde sentido, Pero más decisivo aírn,
en el carnbio de paradigma) es el descubrimiento de la ex-
«espacio absoluto>>, que sería la dimensión espacial del
ser divino. Newton divulgará Ia idea de ese espacio abso- pansión del universo y, por tanto de la creación incesante
luto, distinto del relativo de los objetos, y lo llamará el de nueyo espacio. ¿No quedará ya lugar alguno, en esta
explosión inmensa clel espacio cósmico, para un antropo-
centrismo, siquiera sea de nuevo cuñoP
¡6 La Ciutlad tlc Dios XI,5 (O§A XVl, eI9S4,59$)
'tr Crític« ¡k kt rueín
'¡? B. Pascrl, Pansa,niantos, Ed, Ilrtnschvicg, 72. {»ua ll 39
458 i:lON{BIi.tr Y N,IUNDO AL^ LL|Z I)Et, CRD¿\DOlt OL ESPACIO Y BL'I'IÍEMPO DE LA CREACIÓN 459

Por oira parte la física rlrodei'na, si por una [)ilr.lc ,,¡r xalvo. Ocupar la tierra ya no es sin más dominarla, sino
firlna con la teoría «stanclard», aunque no indisct¡til,lr., rl, I lr¿cerla habitable, convertirla en casa. Así se pued€ hablar
«big bang» el nacimiento del espacio a una con el (lt:l urrrrr rle un «concepto ecológico de espacio», contrapuesto al
do, por otra complica el concepto de espacio al coirrr¡,1r, ,,, lr«rmogéneo5o. Nuestra época «ha perdido..,¡tiempo para
lo co¡r el tie:npo y llega a pensar en un (o infinitos) (isl):r{ r, r:[ espaciol, para la casa, para el <<oihas>>,.. Tenemos que
tiempo eterno en el que, como fluctuaciones cuárrlrt,r¡. <levolvernos el espacio y la extensión>> 5r.
irían brotando universos al azar. Si, como hicimos con el tiempo, queremos ahora, tras
'Dejando
de lado déficits metafísicos acerca del arrrt:rrtr ese breve recorrido teórico-vivencial de la idea y realidad
co'sentido de términos como eternidad, infinitucl, rur,l,,, clel espacio, condensar de una marrera orgánica la reper-
con que operan algunos científicosao, huy que re cono( (.r, cusión de éste en nuestra comprensión de Dios, del hom-
como hicinlos hablando del tiempo, que ese continrro lr, bre y del mundo, podríamos establecer las siguientes [i-
pacio-ticrnpo establece una homogeneidacl radical clr: r,, neas de pensamiento teológico:
clos los espacios particulares. No deja enrrever difererr, i,,,,
entre el espacio de la materia muerta y el «medio vital»,1,,
los vivientes ); muy en particular, del hombre. 5.1. Elespacio g Dios
¿Es clrrc l.r
realidad de [a casa, la patria, las zonas cargadai de ñirr,,
ria, de sugerencias, de promesas...,l«>s «santos lugares» tl,. 1.
La inmensidad del espacio y su condición de englo-
cada uno o de cada grupo se pueden reducir a fisica? f )r. bante han sido y siguen siendo (al menos para quien cree
nuevo lo rnínimo en calidad de ser se erige torpernento cn en Dios) una imagen de El, aungue cribada por el cedazo
pauta de lo máximo. de la «mayor diferencia». La inmensidad de Dios, como
7. Esta reclamación de un espacio vital y humano .s.: decíamos de su eternidad, no es coextensiva al universo,
alaa no sólo frente a esa homogeneidad del espacio-tier¡r- sino <<presencia incorpdrea total en cada lugar»5?, capaci-
po Íísico, ni únicamente frente al sentimiento de pércliila dad de todo espacio. Por ello es necesario distinguir ia in-
de patria que slr inmensidad produce, sino también f..r,t. conmensurabilidad y aun ilimitación geométrica del espa-
a una excesíua preponderancia mental y vivencial concecli- cio, potencialmente infinita, de la infinitud estricta de
da al tiernpo por la modernidad y que se ha contagiado a Dios. Aquélla es sólo el «reflejo roto de la infinitud divina
la teología. Esa obsesión por el tiempo ha hecho ul hon,- en el espíritu del hombre>>53. El espacio no es por tanr,o
bre sentir el agoliio y la tensión de prisas, planes, proyec- algo infinito previo a Dios, o un eterno acompañante de
tos, y ha despertado en él la nosralgia de espacios d. .epo- lil. Menor aún puede englobarle. Por el es Dios
"ortraiio
so, de quietud, de sentido. La construcción del munclo va
acornpañada cada vez más de la exigencia de mantenerlo a 50
J. Moltmann, Dios,.,, 157.
sr A. GeschéoDiosparultensar Il, D¡¡os"¿l to§rtosr§íguur»e (§alamanca 1997),
296-2S7 , Es nruy sugerente todo el capirulito declicado al ospacio, 296.300.
§2 «lncot'pona pracsmlia ubiquc tota», Lgustírr, .l.a
Ciudatl de Dios XI,5 (OSA
.lcrrae
" Cf J. L. Ilui¿ <le la Pcira, ürisis 1 a,paüryía de kt.[t,snl (Sarrrarrtler
1995), lt5-154. ', il,:|;fi,t"1i3*,r*,, ., nu
46ü I{OMI]ITE Y MUI.]DO A I,A LUZ DUL CRUADOR
ÉL DSPACIO Y [L 1-lE,[,f PO DE L]r CREACIÓN 461

quien lo engloba todo sin ser englobado por na{la, r,,r,,,, Y esto nos lleva a añadir, en e[ mismo sen-
rnente infinito.
gustaba de decir Ia patrÍsticar*. Ése sería el punto .1., u, , allí, una ulterior consideración.
tido que
dad y el sentido teológico correcto de Ia idia cle cs¡,,r, r,, 4. La creación del espacio no se reduce, por parte de
como receptáculo preexistente a los osetos.
Dios, a «dar lugar>> al mundo ante §í. El Creador, presente
2. Pero no se trata de la posible cc¡-existenci¿t r:rrlr, a todcr espacio, ordena y orienta el espacio total hacia for-
Dios y el espacio (aunque no sea en régimen de parrlt.tl
mas de espacio habitable, en particular humanas y, entre
mo), sino de parz-enteísmo, que es lc, que tal vez afirrn,,l,,,,,
ellas, hacia aquella en que tendrá lugar la encarnación del
Newton y otros. Lo contrario daría a entender una sirrrrrl
Logos creador. Coincidiendo con la orientación del tiem-
taneiclad y cohabitación de realidades indepenclicrrrr.,r,
po hacia el tiempo de Cristo, tiene lugar una recentración
aunque de dil'ere¡rte rango. La fe, en cambio,liabla dc ,n¡,,
de ese espacio cósmico sin centro en aquel lugar sin fáma
relación de origen entre ellas y afirma que el espacio, 1,,
mismo.que el tiempo y la realidad de Ia que son rlotl<,r, y
fin 1,43) de este plane ta de un sol perctido entre miles de
millones de una de las innumerables galaxias. El espacio-
el homl¡re que los percibe, son creación de Dios. Crar,,l,, tiempo de Jesús es la ley del espacio-tiempo de la crea-
Dios crea surge la multiplicidad de los espacios a una (r(), ción.
Ia de los cuerpos, como adivinaba Ia otra iorriente de
¡rcrr
samiento
3. «Al crear, Dios da a las criaturas un espaci<l junt<, ,, 5.2. EI espacto 2 eL hombre
ante él»55. ¿Hace falta, para que la creación sea iuténti
é1,
ca reiación enrre Dios y el mundo y auténtica inhabitacirir¡ 1. Parte infinitesimal de ese e spacio inmenso e n ex-
de Dios en el mundo, entender ese espacio como el vacfo pansión, el hombre toma conciencia aguda de su insignifr-
que Dios crea al replegarse para clar lugar al munclo, y quc
es distinto tanto del espacio absoluto d. Dio, .o*o'á. io,
cancia ¡ a través de ella, de su creaturidad. Pero el pasmo
por su pequeñez se enmarca en el asombro, aún mayor,
lugares relativos de las creaturas! Es una idea de la cábal¿r que le asalta al saberse centro de la atención inmediata y
judÍa que ha popularizado J.Moltmannso. pero, de la intirnidad clel Creador que le introduce en su jardín.
¿no basta
cofr que ese espacio sea el que generan los cuerpos en sus Si como una más de las creaturas queda englobado por el
relacioneso sin que deje de estar abarcado por la omnipre_ espacio, como imagen de Dios participa de alguna manera
sencia de DiosP Como se ve, continúa vivo el clebate entre de la inmensidad englobante de Este. Al ser <<capaz de
el doble concepto de espacio, que se prolonga, como ya Dios» es también de algún modo capaz de todos los espa-
apuntamos, al interior mismo de la fisica mocle.na. cios posibles. Por eso los imagina, piensa, explora.
-
no se le pudiese señalar comienzo, el espacio, 2. Todo el vasto espacio de Ia creación es así el lugar
.Aunque
al igual que dijimos del tiempo, sería creado y no .ri.i"ra- del hombre, e[ que corresponde a la vastedad de su espíri-
tu. Pero su corporeidad reclama, al mismo tiempo, espa-
5r Il)íd.93,nota 223. cios concretos de vida y convivencia humanas, de cuiclado
sr lbíd.93.
y disfrute de la naturaleza, un hogar, una patria, un deter-
tti D ios et¿ l« eueión, I 70-
ct I7I
minado paisaje...
462 HOI\IBRE Y MUNDO A LA L\t'L Dlil CREADOR y Et,'nlii\,t?0 ul¿ l,r (:lturctóN
EL ISPACIO 463

3. También su encuenro con Dios tiene lugar no sólo En este punto, como en otros semejantes, teología y
e¡r la ilimitación del espacio que le abre a la inmensidad ciencia tienen que dialogar (cap. X), desde .l ,ecoñnci
del Creador. Su religiosidad acude adernás a lugares corr- miento de la diversidad de presupuestos y perspectivas
cretos, espacios singularmente teofánicos, donde esa pr0-
con que abordan las mismas cuestiones: en ál caso de la
sencia se transparente. Ya mencionamos la crisis ¿ que la ciencia, desde la observación empírica verificable (lo que
fe sometÍa esa sacralización de zonas del mundo. Sin em- no qrriere decir que no entren en juego también
bargo, ella sabe también de lugares sagrados. Pero sorr siones o modelos, pero siempre sometidos a revisión "or**i_y
aquéllos en los que se recuerda y celebra el suceso clavc comprobaeión); en el caso de Ia teologfa, clescle las res-
de todos los tiempos, aquéllos en los gue se hace presenrc puestas de la fe a preguntas de senticlo últi-o quc ponen
el espacio-tiempo por antonomasia, el de Cristo. Ése es el en juego no sólo los sertidos y la razón, sino toda iu p.r-
sentido del templo en una perspectiva cristiana, sona y' en particular, su libertad. Respuestas que, por
4. Antes incluso que en taies templos, la inmensida<l principio, son científicamente inverificables5e.
de Dios se limita a sí misma en los templos vivos que son Esto quiere decir que el universo, en particular su
los hombres, los hermanos de Cristo. Entre ellos, siente /
compleja y admirable esrrucrura espacio-temporalo no lle_
predilección por la estrechez de espacios de pobreza y de varán directa y decisivamenre a c.el. en ta inm.nsidacl de
soledad, y reclama, para todos los sin casa y sin arraigo, un Dios que [a crea e inhabita, cle un Dios que cla espacios
un lugar. y tiempos y se da en ellos. A lo más, provocará preguntas
por un posible origen divino de lo que la ciencia p.i"ibu y
5.3. Espacio-tiempo 2 creación descubre. Pero a quien, a partir cle Ia aclmira"iOn y eu"J_
tiones que el univer-so lanza y cle otras p.rcepciones as-
Nos hemos referido ya a la conmoción que el descubri- cendentes o descendentes de senrido último, Éa llegaclo
a
miento de la reiatividad y la física cuántica han operado esa f'e en un Dios Creador y paclre, ..u
en los antiguos hábitos de pensar y que se ha traducido e¡r pacio-temporal del mundo le habla de Dios "onág,.r.r.iá. "r-
yáe su obrar.
la incorporación del tiempo al espacio, con el consiguien- El mismo hecho de la ihterconexión del áspacio con el
te nacimiento de un nuevo concepto, el de espacio-tiem- tiempo y de ambos con la gravedad de los cuerpos, prego_
po.A pesar de los reparos que, por homogéneo y pura- na de modo nuevo e insospechaclo antes, ta p.of""ci, ,,Iri-
mente cuantitativo, pusimos a la prevalencia de ese nuevo dad de lo existente y la relación intrínsáca entre sus ere-
.concepto físico, no podemos ignorar que ha cambiado mento§. Todo ello no es ajeno a l¿ iclea de un único
nuestra comprensión del mundo y que la ciencia ha plan- Creaclor. Esa misma interdependencia entre espacio y
teado desde él cuestiones como el origen y fin del univer- tiempo acentúa el carácter reiativo, mensural¡le; i.
§o, su finitud o inlinitudr etc., a las que la teología no pue- uno de ellos. La relatividad física se clobla "n.la
*rioflriro.
de quedar indiferentesT. "n
5s Prre<le
ver'se L. l\'1, Arnre¡rd¡lr'iz, «L'origen cre ra vicra. perspectiva
57 Ct A. Ganocz¡ ter.rrógicn»,
«Moderne Physik un<l §chó¡rfungsglailber¡ en W Beinert en A-..M¿rtabosch (e<1.),,0fu or-ígtrns, Ciuilla (llarcclona
(e<1.\, Glaubonszugiingc I, Schóningh (Paderborn l9g5), 442-446.
Ió.gB), l0l-i2ó, es-
pec.104-108.

a-
464 l-lüir'f BRE Y MUNDO A LA I-UZ DiiL CRIiADOR

La complejidad que el universo descubre ho¡ las irr,r XIII


gotables sorpresas que guarda a quienes lo observan, rrnt
como su condición semiparadójica, tan semejante a Ia rl.l LA RELACIÓN NS LA TRAMA
hombre, rnantienen y renuevan el pasmo creacional tl,rr' DE LA CREACIÓN
reflejair los Salmos. El creyente percibe en todo ello r¡n
gran .rigrzo, un miLagro que habla del Dios siempre mÍIy()r'i
cuya sabiduría «juega con la redondez de la tierra» (l'rov 1. La descripción bfblica del hombre como «imagen
8,31). La elasticidad del tiempo, su curvatura crecietrlr' de Dios», asumida como claye de bóveda por la antrofo_
según la velocidad de los cuerpos se acerque a Ia de la ltrz, logla teológica, expresa en dos tiempos la intención orlgi-
la dependencia que los objetos rnantienen respecto al ol) naria del Creador sobre el hombre y el efecto real de Iu
servador y a su situación en el espacio y los sensores quc acción creadora (Gn-1,26 y ZZ). No denota sólo ni en pri_
el rnismo hombre ha creado, le permiten por otra parl(: mer lugar una serie de propiedades que asemejen al hom_
asistir hoy a sucesos que tuvieron lugar miles de millout's bre a Dios, sino lo rnás profundo y a,téntico áe ra condi-
de años antes de su apariciórt en el cosmos. ¿No demucs' ción humana, que consiste en estar referida al Creador. De
tra así su superioridad sobre el tiempo? ¿No recobra srr ahí que el hombre pueda y deba ser clefinido, como Io hi_
centralidad en el cosmos? ¿No resulta incluso verosímil la cimos en el capftulo I, como un ser-en-relación. No rlnica-
misteriosa corltemporaneidad de los creyentes con el ori- mente en e[ sentido de que deba vivir en relación con
gen cristológico del universo, que la fe celebra en los sit- Dios, sino de que es relaciín a Diosry no como resultado
cramerrtc¡s? de un parecido anterior, sino, al revés, como moclo pri_
mordial de ser del que deriva toda semejanza con el crea-
dor y todo aquello que el hombre es y puecle.
2. En el ámbito'de esa relación con el Creador tiene
lugar'la relación del hombre a ras otras rearidades (Adán-
IIva, Abel-Cafn, Adán-animales, Adán-jarclín¡. TarnUlAn
ella quecla consignada en el relaro primlgenío. El hombre
as ese haz de relactanes que crece y *. a la sombra
de la relación con Dios que re impranta"upera
e-r, el se, y úrtima-
mente le constituye.
3. La naturalezar por su parte, es también descrita
como relacidn. No sólo al Creador que la reaviva ince-
santernerlte con su Palabra y su Aliento, ni sólo al hombre
hacia el que apuntfl y en el que encuentra su plenitud. In_
cluso en sí misma se revela en el relato genesfaco como un
todo concatenado y orgánico en el que- cacla parte o rno_

--{
464 TIÚi\{I}RE Y MUNDO A LA i.UZ »líL CRI.JAL\OR

La complejidad que el universo descubre ho¡ las irrl' XIII


gotables sorpresas que guarda a quienes lo observan, trrf
como su condición semiparadójica, tan semejante a la rlcl LA BELACIÓN E§ LA TRAMA
hombre, rnantienen y renuevan el pasmo creacional que DE LA CREACIÓN
reflejan los Salmos. H creyente percibe en todo ello urr
gran srg'rao, un milagro que habla del Dios siempre mayor,
cuya sabiduría (uega con la redondea de Ia tierra» (Prov
8,31). La elasticid.ad del tiempo, su curyatura crecientc - 1. Lu descripción bfblica del hombre como <<imagen
de Dios», asumid¿ como claye de bór,eda por
según la velocidad de los cuerpos se acerque a Ia de la luz, la antroio-
logía teo-ló_gica, expresa en. dos tiempos f, i.rr""ió"
la dependencia que los objetos rnantienen respecto al ob-
servador y a su situación en el espacio y los sensores que
naria del Creador sobre el hombre y el efecto "ri;
.*"f ¿* ?u
acción creadora (Gn.l,26 y ZT). No áenota
el mismo hombre ha creado, le permiten por otra parte sólo ni en pri_
mer lugar una serie de propieclacles que asemejen
asistir hoy a sucesos que tuvieron lugar miles de millones al hám-
bre a Dios, sino Io rnás práfundo y auténtico
de afios antes de su aparición en el cosmos. ¿No demues- üe h
ciórr hum-a1a, qne consisJe en estar referida "onJi"
al Creador.
tra así su superioridad sobre el tiempo? ¿No recobra su ahí que el hombre puecla y cleba ser
De
centralidad en el cosmos? ¿No resulta incluso verosímil [a clefinido,
cimos en el capfturo I, como un ser-en-retaciin.No
;o*;l;hi-
misteriosa cclrrtemporarieidad de los creyentes con el ori- úniü-
mente en el sentido de que deba vivir
gen cristológico del universo, que la fe celebra en los sa- en relación con
Dios, sino de que e, relacifin a Dios,y
cramentos? no como resultado
de un parecido anterior, sino, al ..r!*,
como moclo pri-
mordial de ser del que cleriva tocla semejanza
con _l Ci;;-
dor-y todo aquello que el hombre .r,
olr¿*.
2. En el ámbito'de esa relación áon .t Creador
tiene
relacidn del hombre u lrr-;;^;eatidades
fy*ar'la (Adán-
Eva, Abel-Caín, Aclán-animales,
Adán-jarclín). T;ti;;
ella quecla consignacla en el relaro primigenio.
es ese haz de relaciones que
ill hombre
crece y se espesa a la sombra
de la relación con Dios que le impianta
.u .l ,se, y última_
mente le constituye.
3. La natural¿zar por su parte, es también descrita
como relacidr¿. No sólo al Creaclor
que la reavíva ince-
santemente con su palabra y su Aliento,
ni sólo al hombre
, que apunra y en el qu.
lf:l en sí misma se revela en ".r",r*níÁ r, plenitud.In-
cluso el relato genesfaco como un
todo concatenado y orgánico .r, *l
qu.'.acla parte o ,no_
466 }IOIMI]RE Y MUNDÜ A LA I,UZ DI}L TITBADOIT LA REr_ACIéN DS LA Trr^MA
D[ LA cREAC]óN 467

rnento es lo que es en referencia y camino hacia el logrc, sino que ha sjdo Iibremente irrcorporada
a ella (cap. XI).
del único proyecto global divino. Relación, por tanto, cuulitntiramJrr*-ai.,ir.io
4. ¿Es la relación en todos estos casos sólo un heclro dentro del mtrndo, se da .nr.. iJI ñ;
ef.ecto, entre mente
que casualmente se repite o en esa constancia queda al des- e idea, "rulul
€nrre señor y ,;".ro1."f" ijar. ellas el primer
cubierto la trama ¡nistr¿a d.e la creación? Y esa relación clc miembro necesit, dei segundo pr;^-;;
él mismo. No su-
lo creado cntre_sí y con su Creador ¿no terrdrá que ver con cede así con Dioss.
la relación de Este al mundo e incluso con la relación que Esta in-dependencia rlel
Creador y la consiguiente Ii-
Dios es en sí mismoP Si asÍ fuera,la relación serÍa la urdim- bertad de su relació.n ol *urrdo,
bre fundamental de la creación en¿era (activa y pasiva). precisamente a oue Dios ¿s
,. l.¡., sin embargo,
..tr";j, ,^ í n¿ismo.La pleni-
5. Esta serie de consideraciones no nos recluye en el tud absoluta de Ia comunión
cle vicla intratrinitaria hace
árnbito de la fe. Nos remite también a las inquietudes más que Dios no rrecesite ckl mu.rcio
hondas y recurrentes de la sociedad y del pensamiento ac- Dios y para ser Amor. .r;; ñ.i hombre para ser
y ;;J,ri,n"u cesa de ser así,
tuales. Me refiero a Ia convivencia solidaria entre las per- lo seguirá siendo cuanclo ¿."iarlr.C..ador
§onas y al comportamiento del hombre con su entorno na- Iibremente una relació, y esrablezca
tural. En ambos casos está en juego el porvenir cle la """-;i;;;i].'Erru
pre fundada en Ia absoltrr" esrará siem_
,"-i"ai¿Jr.ia, en Ia total gra-
humanidad y de Ia naturaleza, y la clave del éxito resicle
en que la relación del hombre a sus semejantes y al cos- Con todo, aun purificada
cle raíz (negada, rransfigura_
mos se entienda y viva como algo no episódico sino esen- da y sólo así admitid,a).,:e
da;;;*á}iln
enrre Dios v el
cial. Todo ello nos invita a adentrarnos en el estudio de
esa relación y a señalar, como creyentes, lo que para noso-
:y:1:,
que resulra
3"í
onglna, soporta y alienta
l-.r," ;ú;;i;
;;;;;ñ;: dt;
el mundo. Aunqu* no esencial,
tros es su medida y su fundamento. pero sÍ realmente v nara.siemp..,nioü Cread,or,y
Sin embargo antes hay que solventar dos cuestiones, traduce una forrna esto
ie relació¡i;;á;;i; ,;, creación. Más
una teológica y otra antropológica.

I Con esta últirna alusión n


I. qrrehabrai;e;r;_í¿.,:il,iii;iffi,,rliiiil::,¿::.,:,l;:HlilÍ:ff
¿ST PUEDü INCI,UIR A DIOS EN LA TRAMA D§ L,A CRDA-
,i:
CIÓN?
ffi ,H:-:ili,3?J: l'i i *a'i";r" ip' iísl,'"i.,.-*.ciencia es a,,
"
en sí y. para sÍ para otra a,toconcian"ir; v
decir sólo ., el
La relación entre el mundo y el Creador no fluye en ción, esta "r*L'r"],I:lllt
;;;;j;, Apticada
;Ji,reconoce>).
a Dios en su relación ,
ú;:;:
"n ;ffi
ambas direcciones por igual. Lo prohíbe la ley de Ia ana-
a.r *,,uao |
tat
,ilti:;::il:;il::,1.llill,"If;.llil ;.1;m
vez encajar en el sistema
logía, es decir, de la diferencia entre ambos, <<siempre ma- h..getiuro,;;;;;;;r#;tra Ia al¡solura
crearivo ¿;;i." q",.li.i.','i llf..,.,"ia de liüerta.t
yor» que el parecido (cap. II). La absoluta aulosuficiencia L::"#l*1,:i:iacro ra rb, vcni_
s Esto es Io
de Dios impide pensar que dependa del mundo como éste que ,evó a los escolásticos a afirmar que
relación eiltre Dios y er nruncro
de El. Y es que su relación al rnundo no pertenece a la real, sino sólo u;;;;;;,,:,;
".i
::-:".:1, ),o,ro o, r)eo at oe«ht_
sect¿ndurt¿
constitución misma de Dios (como sucede a la inversa), Th,\ií.i'iriíi!ii'r:o ".t;'"')''"i""'"*'. ro¡nár de Ac¡uino,
468 IIOtr,f I}RE Y MUNPO A LA I,UZ DIIL CRI|ADOIT l¡, ttrt,eclc)N [§ LA TRAMA »r cnr¡clóN
1,,§ 46g

aún: si, como se dijo (cap. IV),la 'lrinidad no sobrcvrrcl,r dre <<que está en los cielos». Sólo siendo mayor que el
el acto creador, sino que se implica como tal en él,la rcl,r mundo-¡ en este sentido, estando <<fuera de él», i,reile
ció¡r de Dios al ¡,nundo no es sino la libre efusión, «har,i¡r Dios salvar al mundo.
fuera>>, de la propia interrelación personal divina y tierrrle Concluyamos: todo esto permite incluir también al Crea-
a la incorporación gratuita del mundo a ella. dor, en cuanto tal, bajo- el concepto de relación o, mejor di_
La relación cle Dios al mundo, siendo infinita y cualitl" cho, incluirlo todo en la relación que Dios es en sí, en la
tivamente distinta de la que vincula entre sí a los otros st:, i
que quiere mantener respecto al mundo, y hacer cle-la cate_
res, e incluso a ellos con su Creador, es, al mismo tiem¡ro, gorÍa «relación» una de las claves funclamentales para enten-
instrperablemente más densa y estrecha que toda relaci{,rr der la creaciín en todos sus niaeles, también en el-d,tutno.
irrtramundana. A ia vez que la más gratuita, es la más crr
rañada. Por eso el hombre sabe que su oración, su pena y
su Sozo) todo lo que le brota «de [o hondo>r, Ilegan a l<r t)
¿No uecn cRrsIS LA RELACTóN EN t:L rNDrvIDUo Hu_
hondo de Dios, que el diálogo de amor es real y auténrico MANOP
por las dos partes.
Otra cosa es que sepa explicar cómo esto es posiblc,
.Precisamente por su referencia a Dios, y como fruto
cómo el Acto Puro, Absoluto, Eterno, que es el Creador, primero y excelso de la interperación crivina'que Ie trae a
puecle entrar en relacidn con el mundo, sin acabar siendo la vida, el viviente humano ie ahoncra en *na racricar e
una parte de éste y sin quedar apresado en su relatividad irrenunciable individualidad. por ser «imagen cre Dios» es
y temporali<iad. Haría falta ser eternidad y plenitud total reflejo y copia de su yoidad absoluta y con"ella negocia
su
de ser para entenderlos. Por eso el lenguaje de la relación, propia identidad, corno no poca§ vecás hemos recorcrado.
cuando se aplica a Dios, ha de pasar, aurrque sin rebaja, Thmbién Ia metafísica .áconoce que en Ia referencia
a
por el tamiz de la «mayor diferencia». Dios como Horizonte universal cle sl. y de valor y como
Pero esto no lo descarta como irnposible. Tampoco la Tú absolu¿o,, y causado por ella, ,, p.oár.. un clistancia_
eternidad es tiernpo, ni siquiera tiempo ilimitado, sino miento del hombre respecto al resto de la realiclad y
un,
algo radicalmente clistinto. Pero eso no se traduce en pura vuelta sobre sfa, que le convierte en sujetoo enr¿lactin
a sí
negación del tiempo ni en absoluta incompatibilidad con
I fitLs?no.
é1, sino en señorío sobre el tiempo en una posible relación
, La antropología filosófica y la psicología afirman uná_
con él (cap. XII). En la vida, muerte y resurrección de nrmemente, por su parte, que, en virtud de su conciencia
Cristo se aprecia cómo es de comprometida y señorial a la y de su libertad, el hombre es radical subjetividacl,
alguien
vez la <<inmersión» de Dios en su mundo. Aun entonces, cabe sí e ineludiblemente encomendado a sÍ mismo.
ese Dios adentrado en la historia (el Hijo) se remite al Pa- Es verdad que, al mismo tiempo, reconocen que
es uno
entre oftosl uno ton otros. Esta bipolaridacl clál horrbre

s Aunque ta¡nl¡ién la creatura hrrrnana bnrrr,rnte la


¡rosibili<lad y ef gozo de urra
iil-¡eracl que se tolna librc¡¡rente en dependencia. ,
, Tornas de Aquino habla de un¡ «¡.ed.ilio rontpleta».
47{) HOMBRE Y MUNDO A ].A LUZ DIL CIIB¡,DOR
l,¡. lrrlncló¡l ES LA TRAM,\ ne u cnu,tc¡ó N 4Z l
«salta a la vista» porque está inscrita en toda su contextu
ra, en su nombre-apellido, en su bi-sexualidad, ert su nir.
2) El fenómeno cobra especial fuerza en Israel. Lo tri-
bal (penas- colecrivas y hereditarias) va perclienclo fuerza.
cer de otro§, en su habla. Es un yo y un nosotros, es u¡r¡r
cada uno ha de cargar con su responsabilidadT. Todo eilo
vida y una con-vivencia. Sin embargo esta obviedad ferrr¡
tiene que ver con la interiorización del pacro (Jr Sl,,ZgJ y
menológica es contradicha y distorsionada. Y no sólo crr
con el descubrinliento, tras esa respons*¡iUnA"irAiri¿rrú
la práctica por la manifiesta insolidaridad que esrablecc ll
de una retribución posmortal q.,e áifurerrcia a los .r3.to,
exace¡bación del yo que es el egoísmo. Parece que a lt
entre sí8. Sin embargo subsiste Ia concienciu a. pu"fto
subjetividad humana le es inherente cierto ego-centrisnr«r jyltu. a los otro,s personajes corporativor, upur*"" la figuíu I
(centralidad en el yo). Todo eso crea una tensión incur¡,
del si¿rao que lleva en sí a todoi y muere pór todos (Is"52,
ble y continuamente descompensada, entre los dos polt,r
l3-53,12).
de la relación. Por ello la historia de la humanidad, pcro
3) Jesús acenrúa el proceso de indivicluación con su
también la de la antropología, es la de ese clesplazamiento
invitación a creer en una nueya y sorprendente llegacla de
de uno a otro y Ia búsqueda incesante de un equilibri«r Dios y con la consiguiente llamacla u ,nn
que conjugue individualidad y soliclaridad y cultive libcr- racli_
cal y a un seguimiento personal cle é1, no"onu*rsidn
excusables con
tad y justicia. Recordemos algunos hitos de ese proce§(, Ia pertenencia a Israel. sin embargo relanza la idea
teórico-práctico » en particular, el papel de la fe en é15: de un
((nuevo pueblo de Dios» e inaugura un
l) Parece que, en urr prinrer momento, el hombre ar- «Reino cle Dios»
llamado a abarcarlo ,g{o- y en el que el amor constituye
caico no tematiza esa tensión. Vive inmerso en la comuni- el
mandato f'undamental.El atro se interpone en el acceso
dad, en el cos¡nos y en e[ tiempo cósmico (cap. IX). son de
uno a Dios y a la propia salvación.
las altas culturas las que obligan a esa tematización y a la 4) No es de exrrañar que el Occidente cristiano, alba-
emergencia del individuo, al distribuir el trabajo y con- cea de esa cloble herencia, destaque el primer
aspecto. De-
centrar el poder. Unos sitúan en un pasado muy recientc bía defender a la persona singuiar f.unte al pensamiento
Io más agudo de esa crisis de pertenencia al grupo. Otros universalizante de los griegos y fr.rrt* a la prepotencia
Ia vislumbran ya en aquel estremecimiento de tráscenden- po_
lítica del imperio ro*a,rá..S-. t,l podiclá a."i. (H.f.1,
cia que sacudió a amplias zonas de la humanidad en el Harnack) que la afirmación del varor infinitc¡ clel ircliuii,,o
prirner milenio antes de Cristo y que Jaspers denomina es una idea central del c_ristianismo y uno
cle sus *uyor.*
«tiempo-eje>>6.La referencia al tanscendente comporta préstamos a la cukura. por otro hdá, Ia problemática
in_
una cierta ruptura de amarras con las otras instancias in- tracristiana de Ia salvación, de la gracia y cle la predestina-
tramundanas. ción (recuérdese Io dicho tle Agistín y f.tugio¡ ,o
h,,,,.
sino recentrar la atención en *l lu.¡"t,:. incluso en urr rn(»_
mento dado la Iglesia afinna solJmnemente la singtrlari_
' En lo que si6ue el lector percibirá ecos del largo y <lenso cstudio rle W pan-
nenlrerg, Antroltologla en pcrsfiectittn teológica, §íguenre (Salarnanca l9g3),
193-.rgl. 7 Dt 24,16;2
s Re 1d,(i; liz l4;lB; jj,lo-lo.
K. Jaspers, Origcn 2 ¡¡uia tl¿ la h.istoria, Revista de Occirlenre (Madrid s Las fascs tle ese
41968),19-1i2. lar¡¡o proceso pucclen verse err.j, 1,. Ruiz tlc la I)r:ñ,r, /,a /,,r,
nu¿ rlc lu creat:iórt,llAC (Madrid l9g6), g7-S7.
=:

472 I.IOMI]RIi Y MUNI)O A LA LU;I DIL CRIIADOIT LA RELACIÓN Es LA TRAMA DE I,A CIIIIACIÓN +tJ

dad de cada almae. Lo dice frente a Pomponacio ,¡ttt, ,, "' Resulta así que la línea de lo social, que tantos motivos
guiendo a Aristóteles, pensaba que el alma inrlivirlrt.tl ' = tenÍa para argüir desde Di,rs, acaba en atea, como si el
mortal por estar vinculada a la rnateria, y sólo tttt .tlrtt,t ' " Creador hubiese pactado sólo con el individuo, y como si
lectiva sería capaz de captar Io universal. Lo cltttr l;r l¡'1, 'r' la religión apoyase relaciones alienadas y pactos con el
proclama, por tanto, es que cada hombre tierto §tr l,r,lrr+ ¡ioder. Y por otro lado, la teología cristiana, forzada en
Iristoria espiritual y su vocación de inmortalid¿ttl' l'lr¡l.r 'l', buena medida por ese ateísmo social, se sigue concentran-
ble, necesaria y fundamental afirmación, al llo qll(1(l,rr ' "rt rlo en la defensa del individuo y de su inmortaliclad, y no
[abalanceada por otra definición del otro latl«r rlc l.r r'' r ¡¡uarda suficientemente la memoria de su propio legado
dad, aflranza aún más el polo de la individualida,[. sr¡cial ni se hace debidamente presente en lós foros eá los
5) La problernática se traslada luego a la fil.,r;,,ll,r '¡r (lue se iba descubriendo y confrgurando la conciencia
so-
con Descartes alcanza su clfmax la autoposici<ltt r[r'l y,, 1a, .rial moderna. Es un hiriente contrasentido que Ia lglesia,
funda a sí mismo y funda el resto)10, la dimensi«irr rr.. r,tl. []regonera del amor, se encuentre cultural y políticamente
por su parteT va renunciando a referencias cósntit', t t lt p t, ,
llineada con el individualismo.
sasll. Surgen las teorías del corltrato $ocial) y¿l s(',r I,rl'r 6) Mienras intenta reequilibrar esa situación con su
freno a la voluntad de dañar, ya como recurso 1>lttit s;,lr',,r la rloctrina social, van apareciendo nuevas corrientes que le-
propiedad, o porque una libertad des-atada, itts,,li,l,lr,,, vantan acta de «la crisis del yolsmo moderno>> y hacen del
tiene que dejar paso a una moral burgr.resa segÚttr ll , rt,,l l,r «nosotros» una de «las palabras vivas de este tiempo»li. BI
sociedad no es el enemigo de la libertad indivichral, titr,, l" Ittrsonalismo dialúgico intenta sustituir la relación base su-
que la hace libre (Rousseau, Kant...). El otro c¡tt<:,1,r 1',' o icto-obje to por la relación yo-tit y por la categoría <<en-
salvo de la manipulación por el yo. Es fin en sí rt¡ist¡t,, t:uentro>>. Pensadores judíos y cristianos (Buber, Ebner,
Según Hegel el yo ha de pasar por el tú para llcglr ,r ',t Mit:A)juegan esta vez un papel irnportanre . El and,lisis
pero al rnismo tietnpo está amenazado por el deslllit:1irr. l, ,lt:l,lenguaje pone aún más áe manifiesto el <<medio>>, so-
cesario de Ia idea. Si Kierkegaard reacciona a la c(trrlr,r 'li' lialmente elaborado, en el que sucecle el encuentrc¡. BI
esto último y pasa a ser uno de los grandes pensa«l.rr'.r,,1,1 lr<rmbre está. en el lenguaje y éste revela una racionaliclad
yo, Feuerbach negará Ia inmortalidad individual y l\4',r" t <rmunicativa y uila responsabilidad solidaria. El eshtdto
trasladará al campo de la praxis esa visión totaliz;rrl,,r', r ,lel comportamtento indica a su vez que el yo llega a sf des-
plegará el yo a las relaciones de producción. El honrht,' r,, r ¿ ,le los otros? como reacción a la reacción de elloi a sus de-
considerado como un ser de especie, un <<Gattungsl0t:t(tt "t' ¡rranda§. Surge del trato y es una realidad social. por su
¡,arte,Ia hern¿¿néutica del sí mismo, más allá del «sujeto en-
It Corrcilic¡ Laterarte¡tse lV, DS 1440. *,rlzado» y del «sujeto humillaclo », d.el Cogito (Descartes) y
frf Prretl¿velseen P.Laí¡r [r tralgo,Tt:ot.ftt7 re«lila¡lde.lolro,Alianz:r (Mr,lrt,l
,lc[ anti-Cogello (Nietzsche), «sugiere, en principio, que'la
l9ti3), el capítrtlo <lcclicatlo ¿ Descartes y tltre lleva sig-ttilicittivarrrerrl,' ¡,',,
títrüo «El ¡rroblerrra <[el olro ctt e[ se¡r<¡ tle la raeón solitalia», ¡>¡>. l]2'b]
lr §qp6<[emosolvidatc¡trcl)iossigrreli¡¡urarrdo,I]erolloyacQtnot:l r¡tttlttt,
<la al yo y al otro, §i¡to cor¡ro el <lttc gnrarttiza ese des¡rliel¡trc <lcl y,,.
r! Cf: P. Laín Errtralgo,'l.1orítr..., 100-124.
I', iruffi[:li::i]i§#l:H,l,H:1,flTiirh'#'3,7.36r,e'Ica'

:-:=
-
474 HOMBRE Y },1UNDO A LÁ LUZ DEL CROADOR LA RELACTóN ns LA TR^MA DE LA cntAcró N 475

i'pseid.ad del sí mismo implica la alteridad en un grado tirrr 9) ¿D,6nde nos encontrarnos hay? euizás en aquel mo-
íntimo que no se puede pensar en una sin la otra>>la. mento del proceso en el que el hlmbie yive a la vez una
7) Ni faltan quiene§r en la relación yo-tú antes diclrl, intensa socialización.(¿la.mayor que ha conociclo?), e in_
destacan no sólo Ia alteridad radical del tú (que impido arr cluso una planetización de los proyectos y de los áodos
absorción por la racionalidad totalizante del yo) sino su su de vida, y una nó menor priva¿idad y aun soledad a las
premacía. El encuentro es asimétrico; el otro me sobreco¡1c que le condena el «anonimato de la muclredumbre>>rs y a
y solicita, sobre todo en su desnudez y soledadts. El trasva- Ias que le empuja el miedo a la masilicación por un hdá
y
se de estos análisis a las relaciones entre los pueblos, y la el pluralismo de visiones del mundo por ot;o. No pa.e.á
correspondiente opción preferencial por los pobres, alinicn- exagerado decir que ni la socialicracl ni la individualidacl
tan las teologías políticas y de liberación y es la caracterfsti- están.debida y serenamente compensadas, ni cada una de
ca de la encíclica Sollicitud,o rei sacialis.La solidaridad aI- ellas firmemente asentada. peligra el sujeto, dudoso de
su
canza hoy rango de protopalabra humana y cristianal6. identidad metaflsica y huérfhno cle i, Tú divino con
8) ¿Es algo más que una palabra? El egoísmo de siern- quien, al carearse, pueda negociar su identidacl absoluta.
prer7, el desprestigio del marxismo y ciertas forrnas clc Derivadamente Ianguidece li relación profunda, autoco-
posmodernidad parecen regresar al individualismo y a la municativa y gratuita con los otros. '
insolidaridad. Todo ello coincidiendo paradójicamentc l0) Rastreando una lfigiea a través cle esta historia, no
con el liecho de que la reflexión reciente psico-socio-filo- parece injustificado detectar una línea que ayanza
clesde la
sófica, por no hablar clel desvelamiento de los mundos colectividad (instintiva, tribal, cosmocÉntrica) a Ia indivi_
duación que se produce la conciencia tlel yo y la li-
subconscientes y arquetípicos, está induciendo a dudar
de que el sujeto sea algo más que un haz de vicisitudes
bertad hacen de "ounjo
la especie el sujeto. pero ei píu".ro
:melqer
no concluye ahí. El yo no deja cletrás cle sÍ clefinitirimenr.
biológicas, culturales, económicas...
al grupo, sino que lo redescubre como específicamente
hu_
*1no-, configurado por nuevas formas de interrelación,
l{ P. Ricoeur, Sínisn¿o cotno oh'0, Siglo XXI (Madrid 1996), XIV, XXVlll- más altas y suriles y, p?I eso rnismo, más amenazadas
y frá-
XXXVII. grles porque esrán mediadas por la libertad y
rr cuestionaclas
E. Lévinas, '{otali¡latl e intinita" EnsrEo sobre kt. cxtcrio'rid.atL §ígueme (§a- egoísmo, p:::, .T todá caso, ,ro *.r,o, esenciales
Iamauca 1977). §l otro no e§, ¡rara Lévinas, otro 20, siro otro que y.Es de !]:,t! que aquéllas de las
clecrsrvas
y
notar córno P. Ricoeur, en el ca¡:ítulo dedicado a la «Alteridad del otro>>, que afloró la subjetivid"d. H
muestra sus reparos ante lo qne considera una hiperbolización del pensador hombre, en cuanto tal-(conciencia y libertad),
ás un ser so_
judlo, §f r*isrno..., 37 3-37 9. cial..También é1, indiaid,uaciin'suprema en el cosmos
rri Pr¡ede vcrse L. M. Armen<llriz, «Un proyecto de hombre para un
"plan de creado, es relación viviente a otros.
de$arrollo"», en VV. AA., Sol.iiluritlad, nu¿ao non¿f¡»¿ da la paz, Mcnsajoro
(Dilbao l9B9), lltT-219.
t7 Resr¡lta significativo que Kant tliga que crrrkpriera «al¡trsará rle su liberta<l si f§ Cf: D. Riesrnarr, Lu much«hunltrc solil.t¿¡,itt: ztn ¿.¡tt¿tl.io .¡rln.c l«. lrnsfot.uut.
no tiene sobre él a alguien c¡rre le coaccione tle acuerdo con las leyes», y <¡rre ctín del un'¿í.tte'r r¿orr¿¡¿¡t¿¿t'ica,no, paicl<is
(rlrren,s Aircs rg64). «riÍ se¡,ti-
a¡roye tal alirntación en la no me¡ros con¿ündcr)te de que «de tan torcida ma- rnielrt«r 1>rinrari,r tlel hon¡bre mr»rlcr¡¡o
rle str ¡r..¡ria situaci<,»,r es,
dsra como [a cle qua está hecho el hombre, no pucde sacarse nada total¡nen- l)(lcs, s. "u,,r"i",,,u
aul",lu,l. Y ésta ... ,t¡ cs sírr. rnctalísica, cs ianlrrié, s.cirr»,
te cl erecho», citado por W. Pannenberg, A.ntrapología., - n 2 I §. ",li",l
P. Laírr lintralgr¡'fcoría..., 28.
t'

476 HOIvIBRE'l MUNDO ALA[,UL DEL CIiIiADOR ur ruAClóN lis LA"TRAMA n¡: m cnsAcló N 427

11) Esa relación, inscrita en su ser corpórco-t':r¡,rr, cl recuerdo de su,Hacedor y Ia «buena


facturo> cle su obra
tual, es [ambién, como se ve) una tarea dejad¿ 2 s¡¡ l¡1,,, rnantendrían viva la relación entre
el Cr.r¿o, y el mundo.
tad, que es precisamente la insignia de la individualrl,r,l , . Es cierto que esa.merma la ha subuunaA, la misma teoría
,le la causalidad eficiente cuando
la que le permite desentenderse de los otros que lc {rorrlt¡,,r lro i".luiao el concenro rtc
ran y le inclina a hacerlo. Es por tanlo en. esa libertutl. tl,n',|, .r:nseryación y concurso en el
tiene que producitse la integración de los otros. I'itti, ,¡,r, tra y supratemporalidad del acto
d.
creatiyo d.iri;"
;iil. ff.*
"r.u.ion6. i;d;;;i
así sea tienen que darse, en ese centro de la crisis, tI(¡ .r¡lr, zan una actualidad
que se corresponcle con la
indeficiente ferTan.enje
dependencia de
razones si¡ro también modelos de solidaridad e inclu.sr, ,¡',, la respecto cle él en
rantlas de que en esa incorporación de los otros en la ¡rr,, "..rU*,
toclos y cada uno de sus momentos.
Esta corrección t, reba-
pia Iibertad éstar lejos de perderse, se ensancha y cott{lcrr,,, '¿rmienro del modelo mental _
,bren a la posibiridacr, de tracruc;r
i*"si."i"l;;ill.",,,
'Iodo esto es lo que habrá que reclamar de la arrtropol«rr,,l,r. i, L.*ion como reración.
en nuestro caso, de una antropología cristiana. 2. flsa causalidad eficiente .., ul *i
Bsra entiende al hombre como tú cle Dios, corn() r¡l l, I r¿ r, e n e I s en ti ct o d
r\sta es,su imagen "
ypregón.
q;; ;; jI Tffi j'
¿;# ;
::!:, r:l::,
imagen. Por eso en un primer momento el análisis cl<' 1,, El esplendor tnnato de la crea_
, ión, del que se na[l¿ln
relación entre las personas, y entre el hombre y el murrrlr,, .f .up'itrio fU, tu mandene err
viya referencia a Aquél que
reclama una consideración previa de la relación de Di,,. se *i"ili._r, .n ella. y
r(ue e$ el dinamisrn o (causafinrQ la glolia,
respecto a la creación. ;;i;";r.ación,la convier-
r0, como auímismo::-d!:f ;,.i$ar"g;
,rrienta recípr.ocamente-
al otro al C.eadL y a Ia creatura.
d. ri#;;;;';;"
3. Cnn¿e Es RuLACIoNARSE DIos coN EL MUNDo 3. Existe además el modelo a.
ad,performati_
Desarrollamos y precisamos ahora la afirmación,legiti- uat característica de "f_"riria
.rea er *u,a, ui a*"J[i
mada antes, de que la creación comporta y es, por parte
.ión. El mundo es una palabra ;ffi":::,T:JflmtH,rrl:
de Dios, una relación al mundo.
.reación se configurii-.-i
dt;;; responclicla. La
1. La preponderancia del esquema de causalidad efi"
t omo diálogo que remite
g. r,,.;;;;;ás inrensamente,
eiente (Dios «hizo» el mundo), debilita casi inevitablemen- incesantemlnte el uno al
lr¡s dos interlocutores. otro a
te, a la hora de imaginar y pensar el ac¿o creador divino, la
idea de que la creación sd¿ una relación entre el Creador y Esa creatividad aerbal: puesra
hoy de relieve por la fi_
I¿¡.sofía del Ienguaie'r,
el mundo. yla rerpe.irjá'rjqre origina, se _
vrran especiarmenre .n re
En efecto, ese modelo «artesanal» induce a pensar una
, r'ea al pueblo al que
h.riolu,;";;;ü parabra de
Dios
relación entre causa y efecto que, n]uy intensa durante la se dirige, ú ;;;;.
y Io recrea continuarnente vinculaclo a Él
producción, c{ecae luego, cuando el ef'ecto está ya ahí y en una historia de salvación. y
existe por su cuenta, independizado de su autor, clue sdlo
se hace presente en un vago <<mad,e ¿z>> o con nombre pro- "' clor,. (r.a ¡,)uestra rre ras triversas corie¡rtes
y tle str sigrrificacirirr
pio cuando se trata de una «obra de arte>>. Pero, aun en este It:rrgrlaie teológico, y cn
concrct() cl tlc ra creaciil,,l,,,a.l" ¡rara r:r
versc V. Vi,lt:, /.r,
casor la firma evoca un hecho pasado. [n ese esquema sólo
t cn¡yrujt s
tu [) i¡5, Urriversi<la<t,r"o*üiiiiir,,'i íijri.
I,A RELACÍ ÓN ES L¡\ "fRAIVf A I)E LA CREACIÓN
478 i{OMBiiE Y MUNI)O A LA LUZ DOL CITII;AI)I)I( 479

no cabe olvidar que a e§a misma Palabra atril>try. l'' lt'l'l'- De esa v.erdad primera (el ser divino, absoluto, es un
,iri. en relación) deriva que la creación exista y ,"u io qr*
la creación del ¡nündo. Ésta es así el estableci¡rtiltrl"'l' ' ".
relación, el marco y la iniciación de ese diálog,, (r ,r¡, I ¡
r:s, QUe tanto el hombre co¡no el mundo, sean) en s[r esen_
4. En el Antiguo Tesüamento la Palabra fitrr,l,r ,l 1",''" , ia más profunda, relaciórr. Veárnoslo.

y éste no es otra cosa que una relaciótl muttta, rlt'lrtrtlr"


total, esponsal20, en la que cada uno de los c()rrlr;r)'{ rrlr '
pasa a ser del otro («Vosr:tros seréis mi pueblo y Y, n' ¡r 4. EL HOMBRE ES UN SUCESO RELACIONAL

vuestro Dios»). Y se diio ya que el Pacto es [a raziirll' n' r


de la creación y é.sta el comienzo de aquéI.
1. Si la historia creyente revelaba cierros déficits- v
basculaba con frecuencia hacia uno de los polos,l, t.oriá
Bn la Nueva Alianza (l) la Palabra por) en y ltar:il l,r '¡'r'
cristiana del hombre. (la antropología cristia.r^) ila cl" .e-
todo lra sido hecho, se revela corno Palabra encúrutul,t ttt,r
activar su memoria histórica y pon,l*ro, al máximo y
nifestando, aún más que en la Antigua, que cuitrtt[r' lf r"u a
dice el mutrdo s¿ dice y sa da a sí mismo al ¡nunclo h:rr¡l.t ' I
,nalos dos. Por lo que.esp""iri la condición individ'ual
clel hombre, ella afirma que, en cuanto creatura,
punto de hacerse mundo y hacerle partícipe de srt tt:tlttr,r hijo y pe-
cador, el hombre detenra una radical e intransferiuje
leza divirra. La creación por la Palabra se revela así c.rrr" l.' ía.r,-
tidad y que es llamado a una indivicluación creciente.
forma más inaudita y excelsa de relación. Al crear, f)i"r ''r'
Atrora bien, todo ello Io debe el hombre al hecho
tablece entre Él y el mundo la relación más prolünda rr l,r pri-
mordial de ser un tú de-Dios, clenominaclo * i"t..f-fIa"
que puede llegar. Por eso hemos hablado r€petidamentt: rlr
por É1, responsable a,te É1, cuipable a.i-fru"u*o .*
una causalidad cuasiformal,m6,s allá de la eficiente .
logo y llamado a la c<¡nversión. por habérselas
;;;;:
5. La razón última de que esa relación entre el Crcarl',r úkimamente
con Dios es el hombre esa inclividualidad irreductible.
y el mundo exista y de que tensa esa indecible densirl;r,l
A este primer nivel transcendental no existe, por tanto,
es, como se dijo, que Dios es en sí mism.o relación, diálog,,
contradicción en el hombre entre ser él mismo
de vida y amor, esencial referencia y comunicación. «f)it»s y ,..;;i;l
.1,?l,o Otro. Es.por el contrario su respectiviclaá
es uno solo, pero no solitario»2r. En Dios el ser en sí (c.rsr' lr.tacio-
natrdad) Ia que Ie confiere su identidad.
im) es ser para (essr ad). Las Personas divinas son relacio-
nes subsistentesl'. Cacla una lleva en sí a las otra§, es I«r
2. Thm}:ién la relación del hombre a sus semejantes ha
de ser ponderada al máximo por la antropologíu
que es desde y hacia ellas \perijdresis)!:t - á.irrirrru.
En ésk figura el hombre como varón_Áj*r?e¿¿"-n
rl,
11._.*11o (Caín;{lr.el), como p"rro*lidua
":*g.(Adán, Abrahán, .orpo.íi
'" Os l-3; Dt 24;.lr 3;Lr' 13 Y 2?t... tiva Moisjs, David...), como miembro cle
rt <<Ctr¡litnts,., t¿.nut¡t I)il¿¡¡t soh¿¡¡¡ non salitarhor»>, Conc. 'Iblcda¡lo VI, Dfi
un pueblo que le precede y engloba. Thmbién
490. la crearuri_
:' Cf:.J. M. Rovira, <<ll.elaciones strlrsisterttesr>, a¡t El l)io:; <:t'istitttto, §ecrcta¡ia-
<lo'liirritar'io (Salantanca 1992), 1027*1097; L. l¡. Latlaria, El' Dios viao I taml¡ién la relación creacional cre Dios
<Iutlcro,Sccretariirdo'llinitario (Salarna,rca I 9§fJ), 254-276.
ue.t con cl mun.o y la .eració., aerrrrr,
rr del honüre, entre alma y cuerpo? Moltrnannr'D;0, ,, lr¿ etzaci¡ítt, S,{-
Cf. S. rlel Cula, <<Pcrihhóresis», en Ll Dios t:t-istiano (rrota antetior), l0ti6'
1094. Ese ntr¡del<¡ «perijotético» c.r enr¡rleado ¡;or algrtntrs ¡rara expiicar
gLreme (Salanranca I gB7), l0g-?7J."t.3,
480 HO,\'lBlt[, Y MUNDO A LA LUZ DEL CRIADOR LA RELACTóN Es LA'r,RArvrA DE LA cREACTón 48l

daC, le liliación y cl pecado, que le configuran c()ru() ,r' lr , El que tarnpoco la respectividad a otros (y no sólo a
viduo, licnen dimensiones colectivas. §l hornbrc ur (:rr r
Dios) atente contra la condición de sujeto, es algo que la
carne (áasar) con todos y comparte con ellos l,ir rrrnr,,,, fe garunti'ta no sólo con el ejemplo de Cristo, siño con el
historia de salvación y contienación (caps. V y Vl)'?'r. de muchos de sus seguidores.
El honbre es <{cuerpo» de Cristo, que es primogórrrt,, ¡ , 4. La antropología cristiana, además de afirmarlas, ha
cabeza de toda la humanidad. Es vivilicado por el nri,,,,,, de conjugar en t¿orla esas dos dimensiones. para ello pue-
Espíritu del que alientan todos. Es hijo de un <<Dios y l',, de recurrir, y así lo hacemos, a esquemas metafísicos ya
dre de todos, que está sobre todos, entre todos y crr t,, conocidos) y pensar que cuando Ia fe proclama: «Un Es[í
dos» (Ef 4,6). Es «imagen y semejanza» de un Dios 'li ¡r,r ritu, un Señor, un Dios y Padre...» (Ef 4,4-6) ,ro .rrn^.i,
dad. Es miembro de una comunidad de fe, de mesa, ,1, sólo verdades en las que todos han de creer a una, sino
bienes: de una <<comnln¿Llnto sanctorum>>25, Ilamada a ¡. ¿entros últimos de unificación en los que todos los hom-
producir la unión entre las personas divinas26. Es algrrirrr bres coinciden y son realmente uno. 'nodos y cada uno sotx
rernitido al otro por el mandato capital del amor e iuvir,r referencia a lo mismo. Es Uno y el mismo ei horizonte di-
do a una «aprojimación» creciente2T. El pecado (fi'iur,r,, vino de verdad, de bien y de valor, que les con-veca a ser
de hombre) es, como se dijo, cerrazón en sí misrno (r,r y les re-une. En virtud de ese ser cornún pueclen y cleben
incuraatu'm)z$, entral en comunicación y con-vivir.
3. La fb cristiana suministra además ruodelos divino-lr,r Ahora bien, en el fondo de ese h<¡rizonte anicla un Tú y
manos de libertad solidaria. Al mirarse en Aquél que corrli una Libertad. Por esoj al tiempo que los con-vocar los tr-
gura y emplaza su libertad, encuentra un Dios-con-lr.rs tea e individualiza. El mismo que les une les diferencia.
otros y a favor de ellos, y un Primogénito que se caracteriz¡r Asf.se-explica que esa tensión fundamental (enre su ser
a la vez por su referencia al Padre en su misma autodifbrcn- individual y social) esté inscrita en 1o más raclical de s,
ciación de El, y por conjugar su peculiaridad hurnana abs,, ser hombre,
luta con el «existir para los demás». Ese es <<el hourbre» ¡rol La teología podrfa además apelar al hecho de que por
<<antonomasia>>2e. su innata y esencial corporeiclad (caps. XIV y XV¡l .f
hombre configura su yoidad saliendo librernente ,l'"n-
r'r De cuentro de esa sociedad humana que le prececle, de la que
esa Coble dinrensión [:umana se ocul]a respoclivan]ente el Vaticanc» II crr
los cap. I y II de la CS.
nace y con cuyos miembros coexiste.
25 Cf. LG 4,7,8,9-I7,49. Esta doble dirección de su ser, a lo alro unificador y a
2rrJn i7,19.2I.22.
21 Lc 10,25-37; Mt 25.
lo ancho convivencial, hacen del hombre un incrivicruo
que se estructura y construye socialmente o, dicho a Ia in_
'" Cf.J.L. Ruiz de laPeñu, lmagen tle D'itts, Sal 'l'errae (Santander IgtlB),203- versa, una relación individualizada.
21?;J. I. Conzález Fanq Proleeto tle htnnano,§al Terrae (Santirn<ler 1987),
5§3-687; X. Zubiri, Sol¡re eL hornúre, Alianza (Madrid l9B6), 223-341;
P. Lair Entralgo Teot'ía...,30,1 73, distingue ciara¡nen!e al otro co¡¡cidela<l<r
co¡¡to «otto y<.rr, del inclrriclo en el «nosotros, tír y yo». particular, <le «los otros>r, l.s exlraños, erremigos.,. puede verse
Ú Esto c¡rre la GS 32 rccucr<ia, ha entrado tle lleno en la cristología actrml b:{cr n*estr. t,.,
bajo «Los mír¡i¡nos de la cristologír aotr¡al», .,*u Bg, OO ( 1085),
I tl l -l:J l , ,:s
el tér¡r¡i¡ro de «¡u'oexisturcia>>, tprc a¡;unta al existir en lhvor cle otros y) err pec.2llss.
482 I"loMgRE y MUND0 ALALUZDEL CRE.¡\DC)R
r.¿ nDmclóN ES LA I'RAMA or l¡. cntactóN 483
Pero tal vez Io más original y urgente que Ia tcol,gt+
puede hacer en este campo ."tom* el conce¡rtr, ,1, ¡i*, tern¿ constituye la realidad, en especial ia humana. En
sonil, y dar la versión cre2ente".de ella. por dos ,rr.,,,"u,'¡,,,, gste contexto, el término «hifdsta.ris>> denotaba precisa-
el señalado..prp*l que juega en la cultura actual y
¡,,,,,¡*,,,
rnente lo que en ella hay más allá de la aparienciu. Vu u" r.
corre el peligro de desequilibrar la balanza del 1,,1,, ,1,, lo por qué ambos térrninos están llamados a encontrarse.
individualidad. Sólo más tarde adquirirá el segundo de ellos el sentido cle
individualidad singular.
Aunque su etimología es discutida, el término <<perso_
5. El, coNcnpro DE pÉRsoNA na>> denotaba entre los latinos (en correspondencia al
<<próso,fion» griego) la máscara a través de la cual se mani-
§s-un<¡ de los que más unifica nuestra plural socir..l,r,l fesraba y resonaba (personabat) a la veu la voz de un per-
y de los que concita un corlsenso y adüsión rrrir/,1r.r sonaje en el teatro. Pero designaba también a un individuo
como ideal de presente y como motor de futuro. Es ,i,,,r;u diferente de otros de la misma especie (substantia), con lo
el rnás representativo de lo que a escala munclial .1l,,,,,, que el término se carga pronto de ref'erencias jurídicas
I¡re clesea y espera ser. La dignidad y los clerechos rlr. l.r que irán implicando auto-conciencia, libertad, Jesponsa-
persona son apelación obligada al decidir hoy sobrc Iru bilidad...
manidaci o inhumanidad de una situación. por eso algr,r,,,, No.c¿be aquí (ni es éste su lugar) el largo y complicado
antropologías teológicas lo sitúan en el centro cle su'.ri.rr,. recorrido que esos términos tuvieron q,-,. hi"., poru po-
¡na) como correlato yheredero secular del tópico teol<51ir der acabar expresando realidades tan ajenas uí *..rido
co «imagen de Dios»so. grecorromano como la radical individualidad del hombre
En efecto la cultura antigua puso al arcance der crisri^ situado ante un Dios personal y transcendente, el núcleo
nismo una serie de términos, tinto griegos (ftr6sopon.,lti ontológico divino de Crisro por debajo de su condición
p 6s t as i s) como larino s (p ers an a,,
sub iis t ei tiai qr",".n pr,. humana, y el triple modo de ser e., qr. se realiza el mismo
te a través del uso que d. ellos hizo tu t*otogiu, diJ.<,,, y único Dios3r.
Iugar a.ese concepto de persona, tan fundam.ñtaÍprru 1,, Pero no cabe silenciar lo que, cle rechazo, esa cristiani_
fe cristiana como pura .l humanismo moclerno. Ii.es.,ltu zación del término persona contribuyó a refundirlo, tanto
obligado recordar los hitos de ese proceso. en lo que hace al valor del individuo como a su apertura
a
Los griegos hablaban- de <<próiopon>) para clesignar Ia los otros. B[ mundo conceptual helénico prop.rdlu,
máscara,teatral (y con ello el rol), pero támbién eüost.o "orn,,,
del hornbre. A través del <<pr6soltioi rrvela y exrerioriza a T
la vez algo invisible situado ai inrerior. Apunta de estc " l"t'"l r_..1g-A: Cuggerrbergcr, <<persona>>, et Coneelttos filn¡lt¿r¡L¿tttultt tlt
la Teología III, cristiandarl (Madrir.t 1967),444-4s7i M. Miiiler-A. I Iarrr,,r,
modo a lo que de enigma de fondo y cle transparencia ex_ «<Per$orra», en Socranu¡¡¿ttt¡¡ t\lur«li V, Hcrcler
lllarcet.na lSl,t¡, l,t,l ,ttr,i.
J. Werbick, <<Personl», en p. []icl¡er (etl.)rDi«:io'nario de concrptt,;; t.tolrty.ito',
II, Herder (l.iarcel.^a lgg0),228-?i6; j. M, Itc,vi.a, op"..rn,,.'.,tiri,,,,,i,,,,,
r0 Por ejem¡rlo,J. L. Iluiz-,e per.a, El Dio¡ cristiano, Secretariado Tr,inirari<¡ (Salan,arrca l992), 1094
la Imag*n de D[o¡, Sal .l]rrae (Santarr<Ier I t0f),
ts88),1?5-2t2. L. F. Ladaria, tl Dios *itto y aetrla{erc,, Secretariatlo,l,ri,ritarl;) (S,rl;,,,,u,,,,,
1998), 26t -276; C. Cre.shtke, Iil.hK VIII, )l§9g,46-50.

.-5
-
484 t"lO[,tlJRE Y M UNDO L LA LUZ DIiL t] t( A I rr
1,, rr r

LA RlrLACrÓN ES LA',rR¡UVIA Dli LA CRIACIóN 485


se dijo, a un pensamienro universalirador, i eonddfl
rihima era para Aristóteles y los griegos: la capacidacl de
ser como sustancia o naturaleza, y al irrdivirlurr ,,r,r.
mero de ella. Cuando éste osa f0mpef e^1c <'«'lr ¡r I l)cnsarlo toclo, de hacerse todas las cosassa. La definición
i,,¡eciana preservaría, en tal caso, la paracloja personal: ser
r

dad lo vuelye a encerrar err el c onJunto dcl ,:,,,,t,,,,¡ i:!:


rrno mismo y estar ref'erido a todo35. Parece, sin embargo,
de¿erminismo de su orden Falta Ia in terp<rl;rr r,rr ¡l;
,¡re la persona- contintia retenida, como en el mundo gre-
Dios personal q ue haga saltar esa cerrazón y.rrrt¡'l 1,,
corromano, bajo el predominio de la eserrcia.
la persona tiene de radical individualidad e
Ricardo de San Víctor acepta como válida para el hom-
Iiclad.
bre esa definición, no así para Dios porque eso equival-
La identidad de Cristo impidió, por orro [;¡r1,,, ¡,,,,.
", dría a reconocer en E[ una sola persona (ya que es una
pensando que la naturaleea (fses) es lo últinrr: y ,l,,rlr,nr,
sola substancia) o a triplicar, por el contrario, en tres subs-
te. Hay algo más profundo, más radical rla «hiltt,tt,¡ u r. l*
tancias las tres personas divinas. Él aventura, a carnbio,
«persona». A los debates cristológicos de los p1i,,,,.,,,n
", que la persona es «una existencia incomunicable de natu_
glos debe el concepto de persona su perfil de trltir¡¡r,l,r,l ,
raleza racional»r'6. También en este caso parece que Ia in-
inefabilidad, no encajable en otra catigoría. y a l,r¡ ,1,l,.r
comunicabilidad sea la quintaesencia de la personalidacl,
tes trinitarios les debe la comprensión de la pcrsrrr,rlr,l,r,l
pero el cambio de sustancia por existencia indica que
como interpersonalidad. Los sujetos en Diol (las
¡,,.,,,,, una$ personas proceden (ec-sistunú) de otras y, con e[o,
nas) son relaciones subsistentes. En Dios el ser'clc i,,
¡,,, afirm1la relación que las vincula y define. De este moclo,
§orla es relación. También en este punto el esquer,,, el individuo quedarla liberado del ámbito determinante
¡1,,,
go sufre una convulsión. Aristóteles engloba la relo,,i¿i,, , ,,
de Ia naturaleza, pero su rnisrna peculiaridaci en el modo
el árnbito de los accidentes; entrc ellos es el de ínfirrr,r r,r, de existir le une a otros, tanto más cuanto que, para Ricar_
go, el de menor densidad ontológica en el munclo rlr. l,,o do, la trama del ser es el amor37.
seres. En cambio en el cristianismo la relación desi¡¡rr,r
esencia ¡nisrna de Dios32.
r.,
. Tolás de-Aquino acepta la definición de Boecio: pero
Ia matiza hablando del individuo como de un «subsisiente
Retomemos ahora el término cuando un pensador t:r i. por sí mismo>>38. Adernás marca diferencias en su aplica_
tiano, Boecio, cla de él una definició¡r qr.r. hu.* época crr ción a Dios y al hornbre. Si en éste, dentro de la naturale-
tre teólogos y filósofbs porque permire, segrln é1, aplicar 1,, za comtin, los humanos se individuan por sus prppias ¿¿_
tanto a Dios como al hornbre; «persona es una susta¡rr.r;r racterísticas peculiares, en Dios la individualidad viene
individual de naturaleza racional»3r. El rasgo crestacatl,,
parece ser la indiatdualíd,ad, pero no faltan quienes e. l;r
tt't «.Ani¡»a
alusión a la racionalidad perciben los .co. de lo que eslir _est
quorkmnnodo onrni«rrrcr)rrro afir¡¡¡ir'lbnlás <re A<.¡ui.<r citarr<r<i a
Aristótele s, §. ?/l.I,<¡.1 4,a. I ,in c.
"' Cf:.¡. M, Ilovirt,¡<llersorras...», 1007.
it(¡ <cNaho'«.¿ t'.rit¡n«l.is intontn¿ttnit:¡thi!.is t:xisttrttia», D. ,ft.i.¡¡il«rt: l\/,li (§(l
'r'! !V. Kasl>eq El Dios dc Jcsnr:r.jsfrr, §ígrrenre (Salunranca I glJ.5), I lt5. 63,232).
tt" <<PrNu¿ft csl' t¿«lto¿a r¿lion«li¡ i¡Ltiipültut,n¿bstanti«»,I,iltr.r ilc r:r
37
Cli 1,. F. Larlaria, El. üi0s...,250-254,2(i4-2lili;.].
thx¿l,t¿t;*at¡n'is,3 (PL (i4,
ltcrsott« Ir,t. Ilovira, til Diot ..,
I li4I)). conro el títr¡lo irr<lica, se trata cle .¡ri¡ <luli- t 09u.
rricirin <¡uc irrra¡rca de la cristología.
'r8 §.'flr. I,<¡..')(),a. 4,i n c.
486 HOMBRI¿ Y MUNI}CJ ALALUZ DIL CRH^IX}Ir LA RELACIÓN E§ LA TRAMA DI L¡, CRS,{CIÓN 487

deterrninada por la relación misma de las Esta dialéctica no se mantuvo en pie. En el meclievo
I)cl ¡r,r¡,r¡¡
sí3s. <<Las personas divinas... son en CUantO So tt'l.rr lr,rr-r, p-revaleció, en la comprensión de la persona, el aspecto in-
La unidad divina no es la unidad del solitaricr, sirr, l,¡ ,1, i= áividual que parecía preconizar Boecio, hasta que Lutero
comunión perfecta»ao. restableció el equilibrio; <<La fe constituye a la persono>a'r.
Como se ve, Tomás no hace extensiva & la La descentración de sí y la conftanza en Dios es Io que le
l.rr.ry,,l,r 1,,,
mana esa condición de relación subsistentel pr{»lr,r rlt l+= devuelve a uno su yo. El hombre es verdaderamente per-
divi,as. Pero por otro lado af,rrma q.r" , uqu.ll, r,xt,,r, r sona cuando vive ante Dios (coram Deo) y cuando, curado
sión a todo, que caracteriza en gerreral a la irrtclilicr¡l,r,1. en raíz cle su egoísmo, se vuelve al prójimo necesitado con
acompaña una introversión (red,ítio completa) tlcl ru¡, r,, Ias obras que la fe ha hecho buenasas.
hacia síar, con Io que también en la pa.ronu h.,r,,u,,,,, ,, ,,, , Kant vive de ese fondo teológico, pero lo seculariza
medida, siguen coincidiendo r.r uno mismo y srlr.Lr,tr,, cuando ve en cada persona el representante de la especie
E¡ cierto que, como en toda su teología de la (:rr:,r, r,,rr humana, lo que hace que cada individuo no pueda ser
Tomás pone el acento err el valor y peculiaricla{l considerado como medio, sino como fin en sí mismo. Lo
¡rr,,¡,r,,,,
que posee lo creado como resultado de la creación, 1,, , ,,ul universalmente humano digrrifica de ese modo e impregna
parece relegar a un segundo momento su concliciórr r,.1,, al individuo y es vivido como una relación entre sujetos
cionala2. Escoto, en cambio, afirma, más a las inmcrli,rr,ru, éticos libres, autónomos, responsables. En eso consiste su
la relación del hombre a_ Dios que históricamente sc llr.r,r condición personala6.
1b-o o en apertu.a a Él o en autoafirmación pecarrrirr,, Dada la dependencia de los otros que la relación esta-
a
saa,, Su teoría cristológica, según Ia cual la errcu.,racil¡, r,,, blece ¿es sólo un índice de la finitud y no riene, por tanto)
depende del pecado de Adán, sino que es querida crr ll lugar en Dios (como piensa Fichte) o, en vez de atrofiar el
misma por Dios con anterioridad a todo y eomo su razri,r yo,lo consumaP Esto último piensa Hegel cuando afirma
de ser, le lleva a concretar esa relación * biou en rela<;i/,r¡ que en la dialéctica del amor se superan el límite y la alie-
también primaria, innata, a Cristo.
'-
- -Dos grandes maestros de la teología y filosofía meclic
I nación que comporta la relación al otro, y que eso sucede
de modo absoluto en Dios que es Amor en persona, en
valeso manteniendo en alto la cond-icián relacional tlcl tres personas. Ése sería precisamente el paraáigma cle lo
hombre, enfatizarían respectivamente la consistencia cr<:¡r personal: cada uno se realiza en Ia relación a los otrosd?.
tural del yo humano y su estructura referencial. Ambos as_
pectos son esenciales y crecen a una. aa «Fitles
fac,i I lt ersonam»», WA 39 rl)28r, I.
jf wA 7,33-38.
ro A, G. Wildfeucr, <<Person>>, en
liThK Vltl,:'l9gg, 42-46.
{7 .<La atirmación do qrre las
')' §. 77r.I,t1.29,a,4. ¡rersoras son relaciones es,¡* afir¡nacir, sr}¡rr:
L. F. L¿daria,lil Di.os..,,268.
'lr) Ia rinidatl de Dios, ¡rcro de ella se sigtrc algo <lecisivo sobre el hornlrrc
'tt S.Th.l,t1.l 4,a.2,atl 1. como irnagen y serncjanza de Dios. El homble rro es ni un.,ser e rr.sl,'atrríir
'rr Arrnrlrre tie.c bierr cla*r
r¡.e, lnís c¡l [, lr<>'<l', «lit craaciún elr la creatrr¡a quico (substancia) ni un "ser para si," autónorro, incliviclual (sujero), sirr,r rrn
no es sino r¡¡¡a rehció¡r al Creador crr cuar¡to ser que vicnc cle Dios y va a Cl, que viene de o¿ros ho¡nbres y va a cllos; r.l
¡>rirrcilli<l tle su ser», ó.Iá.1,
c¡.4.5,a.3rin c. hombre sólo vive lrumanarnente e¡¡ las relaciones rle yo-tr'r-rrosotrr¡s. li)l ;rrrrcr
'rl .l'l Jazf.l,a.23"a. I. aparece conro cl sentido de su scr)), W. Kasper, El Dj¿s..., j1)0.
488 l"roi\,ruRa y MUNDo sLA LuzDEL
CRuADoT{ IR RNI¿CIÓI'I US LAI'IIAMA DE LA CREACIÓN 489

Dersonalidad e interpersonalidad, subjetividad en inter-


lubjetividad' un yo en relación a Dios, al otro hombre y al
mundo.

6. MoD¡ITDADI,S Y GRADOS DE LA RBLACIÓN IN"[§RHU.


MANA5O

AI principio del capítulo se decfa que el hombre no


sólo vive y ha de vivir en relación, sino que ¿s relación.
Más tarde se ha visto que no lo es en igual medida que
Dios, cuyo ser Personal no es otra cosa que relación- El
del hombre en cambio no está tan exclusivamente con§ti-
tuido por su relación a otras personas. Puede incluso ais-
larse en sl o utilizar la relación a otros para aduefiarse de
ellos. En tal sentido más que ser relación es una Ilamada a
serla. Pero una gue responde a lazos profltrndos inscritos
en su ser. Esta es la razón por Ia que no tros contentamos
c<¡n afirmar que el hombre tiene o debe tener una relación
con Dios y los demás, y preferimos hablar de que ¿s rela-
ci6n a ellos y de que en ella le va la vidasr.
Esto supuesto,lo que decide las formas y la intensidad
Por ta¡rto el hombre, y tanto más cuanto
más se mire c, de esa relación son los oftos con los que el homl¡re se re-
a una un yo y un nosotros. y no
?::::::l
dratrnerlte, como antes se dijo, porque
sól<¡ ni p.irr,,,: laciona. ¿Quiénes son Los otros?
Dios es a laiez h., 1. E; Órno por antonomasia es Dios. A Él debe el
rizonte común de verdacl y a* ¡i*" y
porque es a una Url Tiino. por eso.,
,broluto, sin,, i,i hombre su ser 1,, en particular, str condición personal ya
I en últirna y ,rui, que es personalmente llamado pot Él a la existencia (cap.I).
profunda instancia, el irornbre,
iirgen, no sólo dc
Dios, sino de un Dios Thinicl áa"o*o
@rogo
,ir¡i¡t"Uri,-rii
¡(' P. Laf¡r habla tlc «Fornras (lul encl¡entÍo»,'Iiot'ía...,466-546.
{s W. Kaspcr, lJrfl., 'l Quizás habría r¡ue distinguir s¡¡1¡s')7/a¡:i(ín, quc slrl)one la existencia tle tl<¡s
I82-186; E.-Brreno, «Dc la sustarrcia para¿ig- realiela<les <¡rre sc relaciorran entte sÍ (y cn tal serrtido el lrr¡mbre tto cs rclt-
a Ia l¡ersr.¡na.
¡¡¡a dcl encuenrro de la lilosolia y la ieoiogía»,;r;R;i
'¡t' K. H. Merrke, «personalismus», 54 (l$g4), gsI-190. ción, conro no sca t sí nris»ro), y refetmcüt (o lespcctividad) qttc es arluello
e¡r LiIh[ vilt, rigss,57-5g. que le lrace i¡ rlfro est¡r lenrititlc¡ ¿r <¡tro. Elt esc settti<l<¡ cl llonrbre €s rlna re-
constata la interesante difc¡encia €nrre Ahí rnismo
una uiriá,, i.ot.rro,rteo crr Ia que el lació¡r a sí rlrisnro rcnlitida ¿t stt vez a otlo. Solrre larts'lttclittidad conro e§-
sz¿¿so clel encr¡eutro prevalece.sobre
fo* qra,a y una católica, tr'uctura ct»nstitrrtiva <lo la realidatl n¡u¡ttlan¡ y httmttta, cf. X. Ztrl>iri, J'oürz
que destaca la realidad ontológica rle "rrá,,entran,
éttos. ü. ho»tbre, 4lt, 154-)57 y lttrssinL.
490 HOMBRD Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOII LA I{ELACIÓN fi§ LA T'R¡\MA DE LA CREACIÓN 491

Es ur¡a relación que el hombre no funda ni irri,,r,r,,,,,,,, primer momento todos los hombres. La palabra amor, carac-
Aquél que lo crea a su imagen. Esto no significa (ln(. , I
1,,,
ierística de esa relación, y cierta comprensión estrecha de Ia
pel de la persona humana sea puramentJ pasiv«,. Al ,,,,, relación yo-tú y de la categoría <<encuentro>> pueden lievar a
trario, el yo que surge de esa llamada cle llrio, rir.rrr r,¡, la conclusión de que la relación interhumana tiene por pau-
consistencia y pujanza que cualquier otra realidarl r.rr-,ll,r ta la que se da en el ámbito restringido de la amistad, de la
A sernejanza de Dios, su «¿Js¿ ad>> no se producc ¡r (,,ir,r intimiclad entre dos personas. Ahí la intersubjetividad,la
de su «¿ss¿ in>>. Por el contrario, crecen irna. pos..r.
¡,,,,
intercomunicación, alcanzarían su ápice y resultarían mo-
eso una autonomía (cap. X) que le permite incltrsr, ,,,.y,,, délicas. Ese ttí vendría a ser el otro por antonomasia.
su referencia a Dios y vivir «como si Éste no existirr,t.,, Está claro, sin embargo, que son la universalidad y la
pero no es ésa su verdad y su plenitud. Fracasar.á ..,rr¡,, gratuidad del amor de Dios y de Cristo a los hombres ¡
Irombre si su «sss¿ in>> no se realiza como <<esse ad,>>. en segundo lugar, la necesidad de éstos, lo que caracteri-
A Dios debe tarnbién elhombre la existencia cle cu.u¡t,, z,ar: la relación de Dios a la humanidad. Por eso a[ hom-
Ie rodea. Por eso Dios no es uno entre otros, sino la Alrr.r ¡
bre, imagen de Dios e incorporado a su relación de amor,
dad absoluta presente en todas ias demás. y por eso l;¡ ¡. se le invita a ese mismo tipo de amor universal y generoso.
lacií¡n del hombre a É,1 no es una relación erirre las,rr,,,,, E[ amor del que se nos preguntará <<al caer de la tarde>> es
sinr: Ia que mantiene con el fundamento, horizonte y I'rrru el que habremos tenido o no al que reclamó nuestra ayuda
ro írltimo de todo. Relación omnipresente que se actualiz,r (Mt 25,3lss). El próximo resulta ser aquél al que nos
dondequiera que el hombre llega a la verclal raclical cle sÍ y aproximamos en su necesidad y le hacemos prójimo (Lc
del mundo. Pero relación que, por eso mismo, puede clc, 10,29ss). Estcrsobre todo cuando o no puede o no quiere
vanecerse entre las otras, dada además la invisibiliclad rl. corresponder, es el otro por excelencia (Lc 6,32ss). Con
Dios en sí mismo. Por eso Ia relación a Él h, de reaviyarsr, esto la relación a[ otro se desprivatiza y se hace extensiya a
a diario en la invocación expresu a El, y en un amor «c()n todos aquéllos a quienes se dirige Dios en su relación de
rodo el corazón,, con toda el alrna y con todas las fuerzas» amor. La universalidad del corazón de Dios, heredada on-
(Lc I0,25-28). Sólo esa evocación de Éi impedirá además tológicamente por el hombre en la iiimitación de su esp!
que los otros sean ignorados, devaluados o manipulados. ritu, traza el primer círculo de la capacidad relacional hu-
2. Bn segundo lugar, el otro es Cristo. Como rostro mana.
Itumanado de ese Dios y como el hermano mayor cle to- 4. EI hombre, sin embargo, no inhabita sólo ese espa-
cio. Hay otros ámbitos más reducidos donde su limitación
fos,,a cuya imagen cada uno y todos han siclo creados, el
hombre está abierto desde lo honclo de su ser a Cristo. Lo le emplaza ante quienes, a su vez, §on la concreción de
anhela por todo,lo ama en todos sin saberlo si ha teni- aguel otro universal que nunca ha de perder de vista. Ahí
¡
do la dicha de encontrarlo, podrá mantener con él una re- los otros van teniendo nombre propio, rasgos peculiares,
lación indeciblernenre honda y peculiar (Gál 2,20) y que y la relación a ellos se va haciendo más estráchi, y reviste,,
se rarnifique a la vez por todo. junto a la forma privilegiada de necesidad atendida, otras
_ 3. Respaldados por Dios corno sus hijos, y presenta_
de con-vivencia en todo lo que conforma la vida hurnana.
dos por Cristo como sus hermanos, los otros son en un En el paradigma divino, la relaeión de Dios al hombrc, a
áaq HOMIIRE Y i\,lUNDO AL,AL\JZ DEL (iRr,\trori LA RDLACIÓN ES LA'tItAMA DE LA CREACIÓN 493

cada hombre, y más aún la relación entre las .!: Dor un lado, a la procreación ¡ por otro, al placer' Pero va
|){'lltil¡r,1..
vinas, es, a la rr'ez quó universal, ilimitadamen l(' lltlr r¡''.t 'oüri¿r¿ot* puro ,'rnu comprensián más vasta y personal de
Por otro lado el hombre no es pura Iiberalirll,l, , q qr. la considera como una energla de toda la perso-
biCn necesidad de ser afirmado y querido, <.lc s, , tr "ilu,como uIIa manera, masculina o fernenina, de estar en el
1,,, - na,
otros. Todo ello irá modulando formas varias tl<. r, 1,,,,,,,. *rrr.lo y relacionarse con é1. Por eso se ha podido decir
Entre ellas irá surgiend o una rel,acifin d.e amistutl rtt l^ llrt; Lxiste «el hombre))i porque la vida humana sólo
se rncorpora cre crentemente al otro a la propril v lr l,r ""* ""
u=our"." realizada como varón o mujer' La sexualidad
es,
coryugan mutuamente el dar y el recibir. Aun t:¡r .,r" oi.*á. de un dato, una meta, algo sujeto a un proce§o
la relación seguirá siendo una tarea pendientc, de individuación y socialización53'
¡,,,,,¡ It¡ r I f.rrornt
egoísmo lleva al corazón a encorvarse sobre sf y :t .lr¡r,ti
var al otro no reconociéndolo como tal.
5. por fin, querida por el Creaclor e irrrlrl,rrrr,r,ln 7. LI§TXUALTDAD EN CLAVE DE CREACIÓN
-Existe,
por él en la propia, estructura corpóreo_espiritrr,rl ,l,l
lrombre, otra forma de relación, la qü se da entrc t)tt,t)n
t La teología dt la creacidn descubre en la sexualidad y
rnujer a partir de la difbrencia sexual, y alcanza su
¡rl, rrr en la relación mutua que ella fomenta y encarna:
tud cuando «los dos son una sola cainer52. Es la íi,,,,,., * Una voluntad originaria del Creador, un dato proto-
nás incandescente de relación interhumana. llgico (Gn 1,,27),claro íñdice de su importancia y radicali-
De este tema) que llena las páginas de la virja y clcl
lr t, Jo'd y .trtt.hamente vinculado a la descripción misma.del
y pensamiento hu¡nanos, y del que se hace también
cr:r¡ l,r homlre como imagen de Dios. Originariedad que Cristo
teologÍa sacramental y moral, iroa oa,rpumos áhora
r;rrr sanciona,liberándóla así de Ia pura historicidad y de la ar-
r:1o,..n cua_nto que es un clato de cr¿atuidad.,unrasgo bitrariedad (Mc 10,6).
irr
deleble de la condición hurnana.
- Un clalo creatural.Esa atracción mtltua no es divi-
na (Eros), ni algo superior al hombre, ni algo demoníaco
Su tratarniento requiere anticipar de algún modo lo r¡rrc e
en el capítulo siguiente se dirá de la corporeidacr
humar¡,. irremisible**ni. *ulo, sino hechura de Dios, frrrma bue-
El cuerpo no es algo que el hombre tiene, sino algo que cl na de humanidad"
hornbre es) su modo,corpóreo de ser? que se eorlcreta
y
* graciarde presencia, regalo, abandono,
Una zona d,e
materializa en su modo sexuado de ser. óo*o todo
lo h,i- comunión mutuos. Y por ello una zona de peculiar tra'ns'
mano? ese dato omnipresente tiene que ser asumiclo
e intc- parencia del Tú divino y al Tú divino. Ello permite em-
grado en- la personalidacl y convertido en lenguaj.,
.r, .*_
presión de su oblatividad al otro, de su ser ir,tigril
con é1. 5r Puede ve¡se I'1. I)o¡¡rs, <<l]isextralidad y rtratritnonio», r:n MS IIl2, 79lt-ll'll
Perdura aún la tendencia, secularmente eriquistada, !'. Bóckle, «llelación cntre los sexo'r y capacidad ¡rarl el amor»' en Ir(iSM'
a
localizar y objetivar esa concrición sexuada y a'recruciría, SM (Mad;id 1985),Vl, 121-173; Il' Fuchs, «Una ética cristian¡r <le la
sexua

litlaci», en Iniciaiidn a la dt lu teolrgía, cristianrla<l (lr4artrirl


ln.títlit*
'I'rr nrayr, ( I'l ls)
Ig S5);3 76-41 4; M. Viclal, « §exrrliclarl», cn C. Floristtin-J..|. ,

cristían<lacl (Madri<1 lgtJ3), 943_960; «sexuali<la<l», e¡ Ditcionario l¿ t(tirtt


5' Cn 7,27;2,24; Mt 19,5;
[,{ 5,3t tcológim,Verbo Divino (Estella 19Sl)' 544-554'
494 Holy{tsRE y MuNDo ALAL\JZDEL
ctl,rr\rr,ri LA RELACIÓN ES LA TRAMA Dfl I,A CRIAOIÓN 495
plearpara éste la metáfora nupcial5a
y cla r:rrrrt,r, ,r t= i,, nidad inmanente y económica. ¿No será posible, útil y
versa, de lo que la relación
uurOrr-*u;"Jti.,,., rlr, ¡r,, l,=i
y desmesura. Por otro lado, a. ¿un necesario en la teología de ho¡ invertir el plantea-
al)s.lrrr,, r ,,1,, .l
como Besro de gracia, "*r-Ji,i rniento, arrancar <<de abajo», de la relación del hombre a
::lti*
md,20r->>. ";;;ir;;.n,rjr: ,rt ,,t,,i1t.! los otros, a todos los niveles indicados, e intentar reganar
* Una realidad altamente a,monazad,a (lc desde ella, como quien remcrnta hasta su fuente misterio-
;rl¡r,,,lrrrr,* sa? aquellas dos relaciones originarias?56.
ción,. egoísmo, posesividua,
arrra"f,"J. y L:n !,r rrr,l ,l;
su misma grandeza, pujanza "llo 1. El tú humano con su «estar dado» previamente a la
irr"urJ..aencia.
* Un momento clei dato "global elección que e[ yo haga de é1, con su alteridad radical que
d., lu intr,rr\:l,rt¡ t.,,,t,tt prohíbe reducirlo a la condición de objeto, con el sobre-
dad. Por ello no es ni pura g[;ñü;
rrona ensimismada en el yo_tú,
ni si<¡rrit:r,r , rr,, cogimiento que produce el esplendor o el desvalimiento
sino apertura, t:rr rl trr I de su rostro, no es sólo una invitación a que el yo viva con
*m de éJ, al rcrc€ro 1"ih¡j y o l, sl"i*daj,
1{i
lncorporan éste y ellos dos. fam¡i¿n esto,
t,, ,,,,'u, y hacia é1, sino además una cuestión abierta acerca del
ver con aquel primer ámbito
quc Iicrrr. ,¡r, porqué de esa incondicionalidad del respeto y amor que
unive¡sal cle'lá ,elo,,i,,,,,.1, merece y exige. ¿No se anuncia en él aquel «totalmente
a¡nor, permite Ia «castración»
por el Reino (Mt lg, ir,¡, ,, Otro>>, aquel T[i infinito que, por ser el <<semper maí,on>,
decir, el sacrificio, en thvor .l;
uno solo,
;";h;; de la fijacir.,rr , r, es capaz de sacar de sí al yo y darse a conocer como quien
qu" por-ello .. .r"rifiq,r" iu *"*ruliclatl
*
ma, sino sólo ese modo cle exclusiviiu.l-.,ni.to rrr,, merece ser arnado <<con todo el corazón, con toda el alma,
a la l¡rrrru,r con todas las luerzas>>? ¿No es el rostro del otro el signo
entrega corporal.
* Una realidad especialmente real, el sacramento del Rostro que el hombre busca por
sometida a Ia ten.si¿¡rr doquierP Esa posible epifanía del Tú absoluro en el tú hu-
escatoldgtca entre el
Lajsí y .] toduuiu_rroifvl, Zt,ib]:ii;;;, mano no tiene por qué suplantar a éste ni convertirlo en
bién como anuncio a" .i li.tu;;;;;;
divino y desde la e¡rtrega a ros otrosi
lóto ctesde er ,¡i, ocasión o careta de Dios. Puede por e[ contrario reafir-
ua"q,ri".. sentid, u¡¡. marlo y respetarlo más en sí mismo, como lo avalan rnil
castidad perfecta5s.
experiencias his tóricas.
2. En la relación humana, además de los dos que se
8. LA INTER.SUtsJETIVIDAD FIUMANA encuentran, existe el mareo del encuentro, aquel horizon-
PU A LA RILACIÓN te de valores que posibilita y hace auténticamente hurnana
Dros
^ la relación. §sos v¿lores no los crea el hombre. Transcien-
Hasta aquí hernos derivado la den a los dos que se encuentran y les conducen haci¿r un
,hombre cc¡ndición relacional del
de la relación esencial q* DiJs
es en sf y de su
relación al munclo encarnada .n
triuioÁ clecir, de ia Tri_ 5ri
No hará ya lllta advertir que este intento lro prrecle ¡rreten<ler llcg:u a <.orro
cer y meilos a rleli¡¡ir Io gue son hs relaciorres divinas a 1>artir rlc lrs lrrrn¡¡¡
;; *, o, t6 y 2s;Ef 5,25-.,J.. nas. Pl'ecisarnentc cl coDcel)to lru¡¡ra¡ro clc
¡lclsona, es¡rccialnrr:¡ltc mr su vr.r
* Cf. LC 44; PO 16. sión rno<lerna, está cleanrlo algunos ¡>roblcnras etr el trttarlo ,¡. 1.¡j51ohr¡,h y
cn el de la Trinidtd. Pr¡erlen verse en L,. !'. Lexlar.ia,0,l Dí.0s,..,2/ti196.
496 }"IO}II}IiD Y MUNDO AL^LI]Z DüL CRIADOR LA RTILACIÓN ES LA TRAMA DE L^ CREACIÓN 497

porvenir común y mayo\ unificador de esas clr»,.r y rl, r,, DEI, CO§MOS BN RELACIÓN At
9. L¿ INTERDBPENDENCIA
das las iibertades. También ese med,io del encue¡rt,., ,, , , I ,
HOMBRE Y A DIOS
que la relación interhumana vive de algo mayor r¡rrt. r ll., i
fin
presente en ella. ¿No estará teniendo ahí lugar l¿r r..l,r, r,,,, La naturaleza, al igual que el hombre, encuentra su
de Dios al mundoP ¿No estará presente DioJ no sr,ilr, , l , la relación de de-
I último, y por tanto su mejor verdad, en
rostro del tú (y del yo, que soy tú para el otro) sirr. rrtr, y glorificación a Dios (cap' IX)' Está además
los dos? ¿No será a una el .rr"ort.ido y el ámbit,, «l«.1 ,.¡, """á."áii
i.f.ri.lu ul úoábt", por quien logra su fin y hacia tl-g:t-
cuentro? (caps' XIV
Darece avanzar en su propia dinámica evolutiva
3. Por su condición corpórea el homl¡re anhel;r, ,.rr n,, í xVl. Ouecla po. u.t sl en sí misma (si es que se puede
relación al otro, encontrar un rostro humano en el r¡rr,. ,,, es y
áriubí"".-, taiantemente esta distinción) la naturaleza
produzca Ia encarnación del de Dios y que puerla irrrr,u existe en relación.
sin reservas ni límites. La fe afirma habárlá en^conrrarr,, ,.r, L. En persfiectiaa teolígica el mundo no es una suma
Cristo. En éste ha dado además con 1o gue el conrzri, de realiclad", in.nn"*os, sino un conjunto armónico
que
también p-ersigue; con el tú más en sí y más para los or r.:r, debe a Dios no sólo su existencia sirro su trabazón y §u es-

,*u.rrru. De la nada o el caos Dios hace salir «el cielo y


con Ia realización paradigmática del hombre como idt:rrrr la

tierra», un unittersojerarquizado' como se echa de ver


dad en relación. en
Por su parte, ese hombreJesús es lo qtre es en virtutl ¡lr_ el relaío genesfaco. AI milmo tiempo que la variedad de
su relación al Dios que llama padre . Relición constituitra ir ,u, obrrí proclama el poder y la magnificencia de su
una por la radical áiferencia {especro a Éste p;;-;;; ;.,.
t Creador, ef o..len del mundo e§ testi*o de su sabiduría'
ferencia igualmente radical , É1. Eru relación ,iuá, * su vczr Todo él a una alaba a Dios en los Salmos y pasma a Job
de la que el padre funda al darse, éi y hu".,._ (3S-41) y aJesrÍrs (Mt 6,25ss). Todo él queda v.inculado
a
3.lr-1ly.*a,
Ie el Hijo, el cenrro de su predilección (Mt S,I7; ti,S¡. por cau-
ios .lesiinot del hombre, es maldecido y anegado
4, La relación m_utua entre Dios yJesús ¿es sólo ,rrr sa del pecado de éste (Gn 3,17; 6,5ss) y todo él gime
en
caso excepcional de Ia relacidn entre Creaclo, ...utu.o
| ., espera de la liberación universal (R* 8,19ss)' Creado a

urra y uoluuclo a una. El Lateranense IV sancionó


refleja tal inti¡nidad y reciprocidad (Mt ll,2?) que cles_ esa rela-
borda cualitativamente ese marco e invita o que l<r ción entre la iclea de Creador y la del mundo como un
que en ella está te*iendo lugar es un diálogo "..ei
intraclivino, todo (cap.I).
aunque formulado, por una de las partes, cán labios y co_ 2.'Ef nrunclo está sobre todo unificado en el único Pa-
razólr humanosP En tal caso, una relación de a*o. y eu_ d,re Cread.or y eu el único Hijo, Jesucristo, por quien.t.odo
trega rnutuas en el seno de la diviniclad sería la explica_ (lo redirnió) ¡
fue hecho.Étie lo recuperó de la dispersión
ción última de la relación a Dios y a los hombres, q.,. .* cor, to.[o é1, se somet.iá ol Pudr*. §ntonces el universo lo-
Jesús, y de todas las relaciones interhumanas que apuntan grará la unificación definitiva y absoluta en el «Dios todc'
a ésta y se miran en ella. El rercero en Dios (el Espíritu) in todo, (1 Cor 15,28)- Pero ya en la vida, muerte y restr-
¿no será el nombre últi¡no de aquel «meclio» o ,or,a dei rrección del Señor cle la creación, todo encuentra su razórr
de ser y su urridad. Allí se abre al mundo el misterio tle
encuentro de arnor, y el don mismo cle este amor? la
498 HOMI}R[, Y MUNDO A LA L\IZ, DEI" CREADÓIT LA BELAcIóN r,§ LA'I'nAMA »E LA cREActÓN 499

persona del llijo: ser distinto del padre siendo total,rcrrrr,


en la fase humana del cosmos, Y Que tenla su penúltima
ra-
de El y hacia El. Todas y cada una de las realiclacles clr,¡r
r6n de ser en la condición filial y fraterna dbJesús, y la
úl;
tima en la relación <<ad extra>> y <<ad, intra» de la tinidad?
das participan de esa lógica cle Ia identidad y de la r.cl¡r
ción, de la autodiferenciación de todo y de la vincurat,ir,r¡r 6. El cosmos no es una relación al lado de Ia que el
a todo.
hombre es. Al contrario, constituye,juntamente corl la his-
3. La naturaleza, una en su origen y meta pateru(,,ir toria humana, e incorporada a ella, el <<medio>> imprescin-
una_como prehistoria y mundo del Hijo, es también u,,l dibte del encuentro entre las per§ona§' coneretado ulterio-
en el Esp{ritu. El es el alienro del que áio ,iv., el «alr¡ra» mente en aquella parte y quintaesencia de él que es el
que unifica, cohesiona y dinamiza todo hacia ei Hijo y ,,1 cuerpo del hombre. Pero de esto nos ocupamos expresa-
Padre (cap.IV). mente en los dos capítulos siguientes.
que se dijo hablando de la multipliciclad y urri_
. 1{I.ig-ual
dad de lo humano (Ef 4,4-6), tarnbién lo cósmico tiene crr
el Padre, el Hijo y el Espfritu su centro definitivo de uni-
dad y de respectividad. También en esto el mundo entero
y cada uno de sus componentes es «aestigium Trinitatis».
4. Esta comprensión creyente del mundo como rela-
ción.se halla más próxima ala uisión cientlfica moderna
que lo pudo estar a la antigua. Más que d" un conjunto de
cuerpos que habría que preguntar por qué se relacionan
entre sí, la física actual sabe de unas pártícuras elemen-
tales- de las que todo constituido, y ,1. una energla
_está
que I:_ invade y cohesiona y es, incluso previa a los culr_
pos. EI espacio-tiernpo, por su parte) como uüa cuarta cli_
mensión, lo entrama y encurua todo.
_
5. Sin pre tenderconcordismos, pero también sin re_
signarse. ala esquiz<>frenia, habrá q.,e int*rrtar una y offa
vez, revisándolos de continuo, acercamientos entre la vi_
sión del mundo, propia de la fe, y Ia cle la ciencias. y de
ésta habrá de partir en ¡:articular un plantea¡niento üscen-
dente que pretenda aproximarla* y..inoque de más abajo
que el hombre. si la ciencia desvela errra natural.zaia
tendencia a una creciente diferenciación y a una compleji_
dad y coirnplicación rambién crecienres crer enrra*uáo
cósmico-¿resultará postizo o violento percibir ahí los ecos
de aquello que tarnbién se procluc" (*urrq,r. libremente)
XIV

EL HOMBRE, ENCUENTRO
DEL CREADOR CON EL MUNDO

1. Desde el principio hemos tratado de evitar que el


tema de la creación se cles-integrase en un triple tratado
sobre el Creador, el mundo y el hombre? o que? a impul-
sos de la tendencia histórica dominante, uno de esos «ob-
jetos» avasafiase a los otros. Parecfa más acorde con la rea-
lidad misma de la creación conjugarlos sin dejar de dar
realce al mismo tiempo a cada uno de ellos. A eso obedece
el tltulo de este libro. Y cada capftulo ha procurado reye-
lar, en mutua interrelación, un rasgo nuevo del Creador,
del hombre y del mundo.
Ahora, al final, se trata de ver si esa triple relación no
está ya prefigurada y estructuralmente establecida en la
condición espfritu-corporal del hombre; si éste no es, en
sl mismo, el ¿ncuentro fcrsonal del Creador con el mundo
y del mundo con su Creador.
2. No es que Dios necesite del hombre para hacerse
presente a cada una de las realidades e inhabitarla en lo
más hondo. Thl propiedad es inherente a su condición de
Creador. Lo que sí aventuramos es que, por su condición
espíritu-corporal, el hombre es la capacidad mundana de
saber de Dios, escucharle y acogerle, y la de hacer, al mis-
mo tiempo, que el mundo entero se vuelva a su Hacedor.
$ólo en el hombre ese encuentro entre Dio^s y el mundo
serla frersonal por ambas partes. Más aún¡ sólo a través del
hombre llegaría Dios a ser Plenamer¿ú¿ Creador en cuanto
que sólo por medio de él sería reconocido como tal por su
creación, e igualmente sólo a través del hombre ésta sería
planamente ta[, es dccir, realidad finita referida conscier¡te
y deliberadamente a su Creador.
502 H0MBRE y MUNr)o A LA t..uzDEL cRüADoR
EL HOMI]RE, ENCUEN'TRO D§L CRI1ADOIT CON DL MUNDO 503
3. Al considerar al hombre como el encuentro
¡rcr.,r, Eso nos aboca a un tema clásico de la antropologÍa
nal, oniológicamente configurado, entre
Dios y .l ,,.,,,,1,,, 6.
no hacemos sino seguir.la-pauta del primer
á"pir.,f,, ,i"i filosófica y teológica3: a la definición del hombre colrro
Génesis. En 6l la creación uuunru
qorio, diu*r;; y ;,,;;i,, uni6n personal d¿ alma 2 cuerpo. Lo abordamos €n e§te
vez más complejos ámbitos de .earidad
hacia er ¡,árr,i,,. capítulo, pero sin reducirlo a su dimensión antropológica,
que, una vez creado y encarado con
el Creador, recib" ,1. sino emplazándolo, como se ha dicho, en una visión glo-
Él el mandato de hacerse .;ó;;
ü ti.rro y de cuirrrr, bal de la creación, como condición de posibilidad del en-
contiene. Representa a Dios ánfu el mundoj cuentro de ella corl su Creador.
al mu,rt,l.t,
ante Dios. 7. El tema admite, y aun exige, un doble planteamien-
4. El Vaticano IIrefrencla ese punto de vista cuanrlo to, Uno má"s ontológicortal como sucede (o se §upone) en
glosa la condición de imagen de Dios
,o*o u"rpucidad ¿lt: los textos de los dos concilios indicados y de Tomás. Otro
conocer y amar a su Creador y ser
constituido'po, Él *"_ más histdri¿o, como tal vez apunta en el primer capítulo
ñor de todas las creaturas terrenas>> (GS
12) y, ire, .f^r, del Génesis y como, en todo caso) corresponde a una vi-
mente aún, cuando dice que «por su condicióá'corp..rf sión actual del mundo y a su paradigma evolutivo. De ahi
*f
hon¡bre resume en sí los elementos los dos capítulos en que desdoblamos el tema,
áa *urrao ;";;;i
para que, por su niedio, alcancen su En este primero el hombre es descrito, en terminologfa
meta y alcen su vou
en forma de libre alabanza al Creador»
(GS'14). aristotélico-medieval, como aLma que ínforma el cuerpo a,
5. Para que tal encuentro pueda tenlr lugaí es menes- en un lenguaje más actual (y más cristológico), como rspÍ-
ter en efecro que en el cuerpá y alma
del hJmbre ." á* ritu encarnad.o. Se trata de un planteamiento que podrfa-
cjta respectivamente *rn¿á material y .f mos llamar descend.ente y que sigue la lógica del Hijo en la
"l ya el Concilio
Esto lo había adelantaclo "*firirrui. encarnación. Y afirmamos que en el esfríritu humart'a qu¿
Lrr*rur.nse
\

describir a Ia creatura humana .o*o


IV al
s6 encarnü en el cuerfo tendría lugar eL encuentro de Dios
*fnr.sis de la crea-
ción.espiritual y materialr, y también con ¿l mundo,
fo*e, de Aq,rino al
encabezar con esa misma consideración
su antropologfar. En el siguiente capítulo el hombre figurará como ani-
Pero no basta con esto; se-requiere mal racianal, en lenguaje clásico, o como esptritu ernet'-
además que esa doble
de recapitular el universo mareriaf y gente, en versión de hoy. En este caso el planteamiento es
::p,r:¡grd a- r"U.r"._
ro nacra su Ureador no constituyan en ascendente y obedece a la dinámica del EspÍritu en el cos-
el hámbre zonas
yuxtapuestas, sdlo coyunturalmente mos y en la historia. Y diremos que en el esplritu huma'no
unidas, sino una uni-
dad sustancial, urr único ser. qur emerge en Ia mat¿ria tend.ría lugar el encuentro tl.¿1.
mundo con Dios.
| «Crcó de la nadajuntamente a.l prirrcipio 8. No cabe olvidar que en el Nuevo Tbstamento esc
del tienrpo a ambas creaturas, la es-
piritual y la corporal, es ,ecir la angelica y encuentro no se formula antropológica, sino cristolígica-
r. ;;;;i;;, y rlespués, conro sfn_
tosis de am'as, la lrnrna.a, constitíida
d; .r¡f;;;;- t (r¡rzasi tomnü!" gy_lente,En cüá"tó'togos pói quien ticln ha sido hecho, cr¡
slttritu et cot,fore eonstilulazz)», DS gé0. "uerpo
-, :rr:,r:
ü-6t¿.r,q./5, En esta idea la habfa precedido
ya pedro Lombarcfo, L.IIrd.I, :'} Y piezt fitnrlar¡renral de t,trr¡s tratados tcoló¡¡icos: cristología, escatolol"¡,,
eclesiología, sacrarnentologíir.

a-
504 I{OMI}RE Y MUNI)O A LA i,UZ DNi, CREADOR
EL uoNrBRE, ENCUENTRo DEL cRnADort coN EL MUNDo 505

quien todo subsiste, se recapitula, trasfigura, colnra y ,,, giosa, simbólica, proyectiva, que caracteñzan y distinguen
somete al Padre, Cristo aparece como el auténtico, t«rrrrl y
ál hombre'.
definitivo encuentro de Dios y el mundod.
2. Al mismo tiempo es igualmente palmario que esa
Pero esta versión no desbanca, sino confirma, la ¿tl¡t,,, está enraieada en la en la corporel-
pológica que hemos esbozado, ya que Cristo es Logo.s /rrr or con tódo resto hacen
manad.o y es el esa humanidad donde todo se incc,r¡,.,,,, una §ea,
al Logos y en Éste a Dios5. Por eilo, aun asumiendo cor¡r,,
primordial y definitivo el planteamienro crisrológic<;, (
1,, asignen diversas almas sensitiva, espi,litual). o
aplazamos metodológicamente al final de cada unJ dc 1,,:r éstas se há6Ié del hombre en
se
dos-capítuios y empezamos por el antropológico, en *,, de cuerpg, fslJé-soma, bg,|ar- ,

doble vertiente arriba indicada.


nefesh).
4. Tar,to el contenido de cada uno de estos nombres
como su relación mutua ha sido y sigue siendo objeto de
l. Er, HoMBRE coMo Esplnrru ENcARNADo cliversas interpretaciones. Pocas .ealidades como la dell
enigma l¿umano ¡ en particular el de su estructura ontoló- \
1.1. Aproxiruacién histdrica gica bipolar, han ocupado al pensamieuto a lo largo dela,,"
historias.
1. Ni el realce que hoy se da a lo que asemeja y vincula 5. En todos los tiempos y lugares, y particularmente
al hombre con el resto de la realidad, ni la estima crecien- en el Oriente, ha prevalecido un planteamie*o !,ugli;ta"
te por Ia naturaleza o Ia veneración por la vida en general,
más o menos radical, cuyo origen habrla que buscarlo en
ni siquiera el impacto y difusión de algunos intentÁ teóri- la tendencia del hombre a mitificar y hacer cósmica, retro-
cos por reducir al hombre a rnateria más o menos cualifi- trayéndola al origen del mundo y ala raíz del se¡ y así cli-
cada, a animal más evolucionado,logran borrar la dif'eren- vininarla, su propia experiencia contrariada de Ia realidad.
': cla rydig3'l plt'e iJ y 9] lesto ae tos-iiiéi'q;epgffi.f
*-"-,iá;é:. p;iá iirá-r,irrá rar ¿a: c¿ri# ¿" ;ruiaü ;o d;
l, ;p r-
cidad técnica, científica, lingüística, artística, moral, reli- o cle e§á retorna el hombre a sí y st:
considera con frecuencia como la con{luencia conflictiv;¡
'l véa¡rse los ¿ext.s cotrásp'ntlierrtes a es¿ls arirnraciones:Jn r,3; col r,l7;
E| de esos dos reinos. Su esplritu es una chispa de luz, str
l,l0;4,10; Fl¡r 3,21; 1 Cor l5,2ft, así cr.r¡r¡o la exégesis <1ue de ellos se hizo q___.--._
- "..-.
err el ca¡r. L
:' <<'Ii¡do es vuéstro, vos{}trr)s de Crist<¡, y Cr.isto tle Dios» (l Cor J,22,2I). IIe- 7 «No se equivoca e[ hombte cuan<lo se reconoce superior a las cosas c(,rl)orir
co.clar lo <¡ue <le este tcliro se di[o err el ca¡>ítrrlo IX al hablar rlel fir¡
<le la les y se considera algo más que una partícula de la naturaleza o urr ¿loncnlo )
---creacir'¡rr.
anónimo de la ciudad humana», GS I4.
(:"!r'
'' ,1.L. tttriz tlc Peíta,.L«s.ytty.1tas a.nttvlnütgíns. l/¡t rato « ltt t«lrgía,Sal § Cf A. Gesché,Dr'osf ar'üP¿nsar'...,193-207. No deja de llanrar la atcrrr i,',rr l,r
'l'crrac (Sa.rirrrrlcr I9S5); Cr.r1rú
¡ t4totogía ii, It f,,, Sal ,llcrr.ac i.sri,tnuaer ftase de §, Agustfn: «Por lo to debió creerse era más fát:il lrr r¡rcr, 1,,
l995), I55-209; r\. Cesclré,Dioslu,ru.lttttxn.l,SÍg.enre (salanrairca lggl->), (itt¡lt l t/,lI
dc . c.-r.lelPo)),
19.3-207; P. l,air Iirrrralgrr,Cunrpo2 alain, Iis¡rasa úalpe (üatlrid lggl).
(0sA r r3).
t/

506 I'IOtvlllRE Y MUND0 h L^ LUZ, DsL CRE,ADOR EL HoMBRE, ENCUENTRo DIL cREADoR coN EL MUNDo 507

cgerpg una zona.dg tiniella; el verdadero /o o.r- r:l ,r1r,,,, y la no menos radical dependencia de mediagiongs corpó-
más que una parte del mundo el hombre es un di.s «.rr, ,,r
celado en é1.
ñil p;r paffé dé ¿óda aóiividád-«élpiriiual». An[es, y so-
blir dodo, tiéóhó obedCóe á qüe nüéstia otra matriz cul-
es,é
;' {iiemá¡ de m-gt-q-físico ese dualismo es) en o(:lsi,,rr, ,, tural, la judáo-cristiana, ha rebatido caiia una de aquellas
qo¡l¡, ft .r no sElo ontólé§iCamén-té iñftir.ior,, r,rrr,, 'fi9s.-presunciones afirmandti qtré el cuerpo
",r"rpo
éticameniii-defióiente y causa del náI. Col lo cqál cl ¡,,,, ,, 1o.ei mafo, ya
qüC es creatura de Dios, que el alma no preexiste a su
.ió ie¡"tU ser una'taiá clel Cüéipo, no un deterüro .1,,1 ,.,,
f
cuerpo.ni se reencarna en otio§f qué""no és divina, sino
$tritu. l-a uuiitl ád t ombre a zu verdadero foi-lá corr-v(., creadae. Pero además ha opuesto a diiuella áñtropologla
sión, será en consecuencia la liberación dil alma clc ,.r,, dualista otra profundamente unitaria.
materia que le oprime y marrcha, su retorno a la conclir.:ir,i¡r
de espíritu puro (en los dos sentidos). Esta teoría escorrrll
no raras veces la pretensión humana dc autosalvaciórr y L.2. La antropología bíblica
aütocliviriizaci6n. Así piensa más o menos la g¡tó,i;s ,J.e r,,
dos los tiempos. El hombre e§, para la Biblia, un ser unitario, w animal
0.) En nuestro ámbito occidental, no ajeno a tales in- y-igf_t: que alienta con el misñio sl;ipló dilino qt," iás
'.
flujós, y en especial al írfico, ha predominadó ia vórsiórr otros, pero que' a diferencia de ellos, es iruggen.d,.Q,,D.t_os y ¡
que, a través de Platón, Plotino, Agustín, Descartes... ha cagrz por eso de {_e3r*o^gi-nq¡ 1 l§..^oga¡ realidades (Gn
tiggado hasta nuéstros días y que concibe al hámliie como 2,19);séiibrearlas y transformailas. Tqdo..áI. es imagen de
i compuelto de un alma espiritual y de un cuerpo esencial- Dios y e§ en historia co donde Dios lo encuentra.
,T:n.t. distinto de ella, al que según algunos preeliste y aunque bíblico del Antiguo
del que, como cree la mayorÍa, en la muerte se separa para en una serie de términos la rica y
I
llevar Iuego una existencia aparte. plural realidad del hombre, cqde uno de ellos no designe
de éste, sino dimensiones de todo fl:
Gn2,7i I2,5 ;46,22;Ex 1,5; 13,8... hasta
754 primitivamente cuello, de ahí aliento,
de ahí vida. Pero no vida en general, y menos puramente
espiritñal, iino ligada al orgañiqm 9 (á «ry.efi¡13|.ryu-9qe, el
Wü_yq). Es sede de la vida sensitiva (tiene hambre, sed,
tlesCos) y de los sentimientos (amor, odio, alegría, triste-
y el de los sentidos. za). Se usa en todos estos caso§' y a veces expresamente,
Si este co unto de creencias no ha como sinónimo del yo. Se puede decir que la <<nefesk» es
ll"sada intacJp
el hombre entáro en cuanto vive, en cuanto és hacia algo.
rrmer
esa presunta alma
cuerpo vinculacidn entre ambos Arrti¡ronlias ya recogitlas err c[ ca¡r. II.
"
,2

5 ü8 tioi!,f nnu y MUNDO A HoMrltt,


t.,A LtJZDDT_ cRnADor( EL ENCUIIN'I'Ro Dtt, cREADoR coN EL MLINDo 509

Axnque será traducido tlene cotl¡t¡ i.(. \.r cuentro de arnbas culturas y la mutua interpenetración
r i

fueron mayores. El LibU.§l_elL§¿!!duría omire mencionar


la resurrección de la carie t-iá;rdffie los concepros de
«incorruptibilidad» e «inmorralidacl». Unos opinan que
cTl?lñ"i; iiifilrrui §ii 13 fd, jüñtó'á'lá anroóotojríá unitaii,
c@@.otr; bslg¡¡qd;. Pñrñán ot?os, por
que con ol-ra rromeriCHtura sigue inalterada "t""o,tru.io,
la visión del
hombre como realidacl unitaria y la concepción teológica

EI ) aunque emplea únicarnente


la e ndola fundamental-
mente desde la tlguó:
¿»: no es par el hombre, como
entre los gnegos , sino to_d_o--_"_L *I- ujil, .1-y9. (el hombre
como <<nefesh>»)t6
en concreto en cuanto e$e cen-
.
*. n*-gy: tampoco denora la otra pg$-e=d-e-l h9g*Je,
tro del está sino la ffilnu enieri, et iridivii{uó."ñin PiUto-i.*áitu .i
que no es la matiz de hdlnbré-iiii?er¡á¿o eü"'áf,sino soliclario con los
IY" {lg. entre partes del }rombrc,
la creatura y Dioslz. otros (<<cuerpo de Cristo») y llamado a la resurrecciónrz.
Esta diferencia de significados entre Ia
nomenclatu
ra rea y griega quedó notablemente
difüminada cuando
la vers ión de los LXX o ú>>
v
trans*
en tes veces apunta a labilidad del de
misrna de la
v su0 §rc a Crea or Pero
no se e que, esta cu o-rnoral no se refiere al cuerpo,
tamen¿o, el en-
r" E' Jenrii-c' wcsrerrnan,, Illc1i_onario
r:r::r.to ll,Crisri¡rrrlacl (Ma<lrid tOeS¡,
"
tdor<ígi.co t¡¿ttntu¿L thr trntigtto Tuta-
,, tbí¿., ttrt-l--.1S. '' Cf:3. L. Rr¡iz. cle la Peña, In.ugrn tl* Dios..-,52-5g; !-«.,ltttsttut tlt: ld o.t._
t'" I (1U78), t;41-545. citÍn...,84-87.
[bí¿.,,II,,g14-g47. A
¡rro¡rr,rsi«r (le esos tres ¡r,nlbre$ y crr gc.eral <le la ar¡-
l'i A esta luz hay qtre e,telrder [a cr¡rrc¡ci<la fiare «¿De qud lc sirve ar lr,rrrl»re ga-
troPologíir <lel Arrtiguo Tbstar¡re.nro rrar el :¡¡urrdo crrlcro
¡;uerle verse.[.'1,.
-" ttui, ¿. la peña, lrazr- .gi ¡ricrtlc su alnral» (Mc 8,3 7) conr' se vc
lx)r k," ¡rus,,jt "
(Sarrran<lcr f ifafr¡, f U_lsf .' paralclos (Mt l{i,25, .cg,24-125) rlue hablarr tle rrn pexler nl,nu
,,, f{,r,1,.Di,,:,Sal-'l'er.iac
¡ or ¡rrrl {ir-;ra,
elcllll)lo) «Urr¡s tlc {os c.r¡>Ír.itrrs <lc,ttlch.crrrre» (y eso r.s salvarla), nricr¡tras ¡rr.cte.tlcr salvarla es "l
(Nnr l(i,12; 27,}6) era ¡rcrder.la. Cf. B. §cl*veizc,,
u'arlucido r¡or «Dios tle los cs¡rírittrs y «le t,r<lu cnru"ri. TWN'|, lX, {l35-{i57;
,,
., r''sta' (rr¡c I.,. Lr¡er¡err-Fl. I}eyretrtlrer-ll. lJiererrhatl (e<ls.), D.l,N.l'
r'ilra ro's rrcr¡r'cr¡s cs írrtelrri¡lciciu tre la vitra colr.Jartvé y l, I 980, 93- 1 00.
<lc srr l)s¡ríritrr, l)a.sa a scr c«,,,sirlcra<la ¡rr.iva4i<irr l7 E, Sclrwei¿e¡',
,"¡r,i.,,.Jórt dc crrerpt¡ y alnla. ibkl., V ll, I 057"1 ()7tt.
",,uru
l-

510 HOI iBfi,E Y MUNDO A LA LÜZ DEL CRIADOR

sino al ho,mbre entero. Todo él es ((.e¿r6J» cua¡rrlo rr.r¡rt,r.r


bajo su propia ley. Por élto'támpóc*o"iiádüce sól«r r.l ,1, u,,,
den sexual, sino tanto o más Ia resistencia del c()r,¡/(lr,,
dejarse apelat y poseer por el Espíritu cle Diosrs.

-- «!neumd,)>i o es el correlato de <<ruah>>reil cul, r .r¡¡r


I IiL HOMBRE, ENCUENTRO DEL CREADOR CON EL

rá cuando iibremente se aparte de su Creador. Es el cora-


zón ¡Jel hombre, no su cuerpo,la fuente clel mal. Y el he-
¿lio de qüelo puédá sálüarbe a slmismo no obedece a su
aherrojamien¿o en el cuerpo, sino al hecho cle que exisre
desde Dios. Éste es el lue La salvación es gracia.
MUNDO 51 I

11lva,
es salvÍlicamente neutro, o, ñás'fléd¡üniámente, rlr.rry rr,r
al hombre bajo el influjo salvador del Espíritu, {lcl ,¡,r.. ,,
difícil distirrguirlo re.
vec.g.s¡'esulta T,3. Unproceso d,e inculturación
:_1 0, Esos térnrinos griegos mantienen, pues) r ( (,1
tracotriente la visión unitaria de la Biblia. Son denorrrir,,r S. ha podiclo apreciar lo delicado que resulra
ciones de todo el hornbre. Su contraposición ilo lnrrlrrr r.
i"l) el
erñpleo de unos términos, densos de una visión del mun-
la tensién entrc partes de éste sino la lucha de toclc¡ él r.«,rr do, para vehicular la propia, rro poco diferente. Sin em-
sigo rnisrno, entre su pertenencia al pecado o a I)i«rs,,, bargo, e-se proceso que arranca en Ia Biblia es inevitable
Adán o a Cristo. peLq,r. for.ma ,,part-e.{e!
, ,;.'-,
i"*lsio. evangélico. L1 táglogia
c-fi¡liana seguir por ese arriesgado camino de incultu-
-va_a
ración. Es llámativo óémo menléb- eduóádas en ál helenis-
los misrnos ,.r9ur" i Jef."d"i, r..riie iiol'gr;;d;-;"*nr.! a. i" n¡"-
softá l C! impondnté-"pié!ffid de Jtis.sistemas, Ia unidad
del mundo, esa del hombie y lá djgui{p{ de Io qorp,orái. Los .ecr.sos
ila otra para tal empresa son, además de esa fe en la creación, Ia
srco v que §epara es la te en l,r creencia en la encarnación del Logos y en la resurrecciórr
crea ción, como se dijo en el capítulo II. La diferencia de la carne.
"fr flg go quiere
abismal que ésta establece entre Dios y el mundo unifica ( decir que el resultado fuese siempre
de rechazo y reduce a secundarias e intramundanas todas feliz ni tampoco Que la divérsá sitüáiión de la fe no diese
las otras diferencias. EI hombre es una realidad plural, que,
pero anre rodo_ eg- u¡ra .il-iqry-t-reeail-C'óino-ra[y *ñqr;
"iü
flrá§ily'caüüó'a,-esf én tótiiiaiá, ¡ue¡ra. Sólo sá malicia-

Poco oposl á'la ilá [i[ar cn-


r" li. Scl¡weitze ;iltíd.,Yll,gB-lf l. tre los Padres cristia-
r, B. scliweitz.crribül-, YL,ig4-4si. 'r-an¡bién acerca clel scnticro rlc estos tér-
rnirros y cle la arrtropología »eotestamcrrtaria <1ue refleian y configurarr podrii
*}^',"no. *Í, «earnal» y uni tarto, »y
verse el larso y <l<icurnentaclo estrtlio de L. Ruiz de ia penal trrugtu
J. de.
Dios..., (i1-88.
," Gál 5,l6ss. !2 §ólo podemos destacar los momentos
nlás salientes del proceso. I,d¡l rr¡¡ r r,
!r I Ctrr 2,13ss; t§,,t455. tr¡dio ulterior Cf.J. 1,. Ruiz de Peia,Imagen de Dios..., 94-l Ii.

-:
.*) y
5L2

clualista. Del pnmero §0n

te es
§
iioMrlltE y MUNDO LLAt.,rJZDliL ct[^r)()r{

uéllos tornaban or auta


resentantes exirrr iori I r , r,,

ser que
¿tl 1,,, l'¡ trl ! ,!
cxt:,1,t \,,,.
.
I [l, HOIlII}ITE, [NCUEN']'RO DEL CRSADOR CON EL

sión del hombre no sólo de la otra corriente teológica,


sino de la que patrocina la Biblia27.
Como representante de la antropología «espiritual»
NIUNI)o 513

visible y corporal 25. Dios estaba merece también peculiar atención Agustín, por el gran in-
en (ltiril,, , rr,r,*
do asn'raba del flujo que ejerció en todo Occidente. No se puede olviclar
a . Por eso la carr¡r. , ,, ,
«
I
ni su pasado maniqueo ni su creencia inicial en que el alma
s vación>>: y en cada sacramento cl ,¡lr,r,, , u
es parte sustancial de Dios; errores que corregirá al reco-
tecida, iluminada y zrlirrrr.rrr,rr l,r
cuando la carne Io es?6. L.j os de pensar que el h(.,¡r,l,r, , n nocer que es creada a imagen de la Trinidad. Pero man-
§u alma o que ésta preexiste al cuerpo o es superi<¡r ir r.l, tendrá que es más próxima a Dios que la materia y que su
Ireneo y Tertuliano mantienen que el hr¡mbre es Illl,t¡tt ¡¡ unión con el cuerpo es más funcional que sustancial. Se-
de Dios en cuanto cÁerbo-cerne guirá siendo éticamen¿e pesimista respecto al cuerpo y en
especial a la sexualidad. La unión armoniosa (aunque ac-
. Lol Alejandrinos-por su parte, influiclos por I,'il<.rrr ,¡rr,
leyó piatónicamente la Bil¡liá y por el ambiente hele¡rísr r, ,, cidental) que reinó al principio entre el cuerpo y ei alma,
de la diásporajudla, centran su atención en el Logos a/rr tle turbada por la concupiscencia2s. Su misma gran intui-
zo y resaltan e¡r el hombre, hecho a su imageniaqu,,ll,, ción clel tiempo como dilatación del alma ¿no aísla dema-
parte sulerior del alma, el <<nou,s)>, única que por iu i,, siado a ésta del tiempo cósmico e histórico de los que par-
mortaliclad puede ser imagen de lo divino. Stn así tesri¡1r,r ticipa por su corporeidad?
cualificados de la dimensió, transcenclente del hornlir.,,, 4. Todo ello hizo que el platonismo, a pesar de su
de su espiritualidad y libertacr. Descre eila podían conrr;r enorme y positivo influjo en el pensarniento cris¿iano2s en
decir la otra afirmación de la gnosis, el determinismo frata orden a la defensa de algo tan central en la antropologfa
lista. El alma estaba en el cuerpo porque había pecaclr,. cristiana como la espiritualidad del hombrey sa inmortil.i-
Pero, aunque no llegan a condenar LI .u.rpo, esa i.elación dad, es decir, la transcenclencia del espíritu irrrmano, resul-
que establecen entre pecado y corporeidud ,t..¡u esta tase inadecuado como soporte filosófico de su incarclina-
vi_
ción en la materia. Sólo otra gran filosofía de la Antigüedacl,
la rle Arístíteles, podía suministrar una conceptuaiizaciórr
2i
«lln ios riempos ¡rasados se clecía que el hombre estaba hecho más ajustada a la fe en ese punto. Su teoría hilemórfica
a imirgen de
Dios, pero esto no esti¡l¡a afin desvÁlado.., pcro cuanclo
er verbo cle üos se afirma, aplicada al hornbre,, que éste se compone cle alma
hizo carne,..ntostró realrr¡entc la imagen, haciéntlose nrismo
ól io que era su
inagen>», Áda. H aer S, I d,2.
(") EI Vaticano GS 22 nota 2 la casi intraducible fiase
euim li¡»us
'7 véase cl cletallc y los textos c.rrespon<lientes (le esas rlos cor.¡ie,tcs crr
ao 1,. F. Ladaria, «El hombre crea<lo a inragen de Dios», en
-¿l I B. Seshoiitl (t:rl.).
), Dc narhrorunn Vlr S Htstorict tle los dogmas II, Secr.etariado Tr.initario (Íialarrranca l ggf;), 29 ,l:r,
316".126,
,1!,;.ll yl!,rtls e.st tarr!o».,iüírl., Vlll, 28 (93 l, 6-7). ?s
..',
rti Cl: L. F. Laclaria, ilrfrl., 8g-g2;.|. L. ttuiz. cle la peiia, ltr«tgcn l)iot....
Ibld,,8,2 (2,9i1,6-7). A I.s puntales il. tr rrrropulogía uaitaria y car*al,
tla
99- r 00.
antes scriirlacllrs, sc añarle ahora el <le Ia teología sa¿.ra¡nental. eÚ
Baste citar a AgustÍn, l)uentvcntrrra y al urismo Tomds ¿le Aquinr.r.
514 li0]vf BBE Y ivlUNDO A LA LUZ DEL CREADC)R

y cuerpo y que aquélla es la forrna que, comur¡i1.¡¡¡¡11,r,,, :l


cuerpo (la materia), da lugar a la realidad vivicrrt,. ,1rr, ,l
hombre eseo. Aima y cuerpo serían pues lo.s ¡rr.irl r¡,r,,,,
complernentarios del único ser que es el ho¡nhlr,. r\l¡,,r
I BL HOMBRD. ENCUENTRO DtrL CRE¡IDoR CON EL

ci6n d,el. cuerpo y la incorplraci|n (corporeización) del


alma racional>>s2.
5. Tqmds d,e Aquino recoge' profundiza aírna ambas y
MUNDC 515

,
herenciis, ü pláiZ;i¿a cristianada por Agustín, y la de
i¡ierr el alma no es sinc¡ la animación del cuer¡r(), rr,.r11,,,
Aristóteles qr;á le llega a través de los filósofos árabes' La
irtmortal. Con su fórmula («el alma es la forma «k,l , rr, ,
apertura a Dios, cle la que hablaba-aquél, pasa a ser lo es-
po») tinifica radicalnrente al hombre, pero en ur)l rlirr ¡
pecffico del alma; ésta es ((capaz de Dios, a cuya imagen
ción nrás bien materialista,t, con lo cual la unirl;rl ,l,l ,*i*ter". Pero esa misma alma, y no la animal, perecedera,
hombre se obtendría al precio de su transcenclerrcia. y, por cler-
como pensaba Aristóteles, es
Por eso va ser tan decisivo el uso que de la fiirrrrll,r to, de una que no-ad- I

aristotélica (anim,aforrna corporis) hará la teología ¡nr,,lr,.


mite,,como otro§ come
val cristiana. Como era de esperar, la permanente clialrrr tr to \,,
ca entre aquellas clos dinrensiones dei hombre, que carir(
ffióilante y rica en con§ecuencla§. (-r
l.etiza a la antropología cristiana, se reaviva y concrctir (.rr Segrln §gg-o-fp y su escuela, el cuerPo úene ya una <<forma
este purito en la bifurcación entre platónicos-agustiniarrol cTrhoreitdtis» que le hace ser cuerpo. El alma le da a ese
por una parte y arisrorélicos por otral§i¡]áiá-[Iüg,r ,1,, .,ññ rfr¿ ayla humanidad. Bl hombre serla <<anima
San \ríctor, paladín dé los primeros, sólo el alma hi sitl,, informans cür|us>>. En cambio según Tomás es el alma la
creada a imagen de Dios (el cuerpo lo fue a imagerr dr:l que hace al cuerpo, no sólo humano y vrvo, §lno cuerpo.
animal) y es «la parte mas importante del honrbre o, más §l hombre es <<ani?na informans ma.teriüm Brimam>>,
bien, el hombre mismo>>, para Gilbert de la porrée, repre- De ello resulta que el cuerpo no es otra realidad a la
sentante de los segundos, el hombre es tal «por la anima- que se una el atma, sino la actualidad misma de ésta' El
.,...po es el hombre. Alma y cuerpo (materia prim^a). no
'+**:*
son aos principios físicos (dos seres), sino gstl&"igq.
30 Rcsultará
útil indicar, dado Io ajena y <lesconcertante quo puede rssultarnos (clos principiot de ser) del único ser que es cl hombre,
hoy esa nomenclatura, rlue los griegos conocían, además cle la figura o forrna
extcrna de las cosas, otra interior, invisible, c¡ue las configurabi por dentro todo él espiritual, todo é1 corporal. El alma sin cuerpo no
y que sólo la mente ela capa, de pcrcibir. platón la llama prefeientemente es persona, ni el cadáver es cuerposa.
«oitlos>>, Aris¿óteles la denomina tambión «ruotfhí>> y [a entiende como
aquello pat lo cual algo es Io que es, rnientras la materia («ájle») es nquello
con o tle lo caal se hace algo.
rr ir Textos y cornentarios enJ. L. Ruiz de la Peña, I.nag¿n dt Dlor..., 101-105'
No afirmanros qtre Aristóteles sea ¡naterialista, su herencia platónica le lleva jttego
Hay que rccor<lar que Io que en esos apasionados debates estaba cn
a.econocer en el alma l¡na zorra más alta, que le viene al lron¡brc de fuera y entencler [a
no era sinrplemente la naturaleza de1 hombreo'sino el nrodo do
lleva dentro de él u¡ra cxistencia especial cuya activitlad es ei pensar puro, la
resurreción y la condición personal o no del hombre cnfte ella y la lnuerte'
contemplación dcl ser. Pero ésra no es el alma que info¡ma y que rs <<,4nin¿a...esi mpax Dci, ad inaginun arius etrsüans», §. Ile.lll,q'6,a'2,in c'^.
"i "u.rpo r,,e
pe.ece con ú1, sino otra que le sobrevive. cr¡arrdo hablo <{e,naturiaiis¡no
" Cf.J.L. Ruiz ie la Peña, Imigen de Dios..., i05-110; L' F Ladatia, <<El
refiero a su comprerrsiófl estrictafirente hylemórfica de] hombre tal como
horrib.en..,, l0l-106. A¡¡lbos ¡nincionan otros grandes nomb¡es de la tcolo-
aparecs en ia fórmr¡la t<anirnaforna corpor.ist> sobre Ia que yan a girar las im-
gla meclieval ailtoriotes, contempotdneos y posreriores a Tonlás que son
discusionec nledievales. Aquinate,
irorton,.. en sf mismos y en orclen a precisar el pensamiento del
516

6.
HOivÍBR[ Y I,lUi\DO A l,A l,Uz I)liL CItE;\t)(.I(

NJos hailamos ya en ios aledaños de la arrtr.lrrrl.i:r-


bíblica, erl una versión ontológica de la misrnl. l,,l 1.,,r,,
proceso de incul¿uración no ha sido inútii. Así cr¡rrr. r r, r r
helenización del cristianismo contribuyó a que la rl,,¡ trr,,
,
I UL hloivtBR[, ENCUE]iTRO DEL CREi\DoJt CON EL'l'f

modo griego como esencias, §e clausuren en sí mismas y


concluyan en descripción de lo que es en sí la «naturaleza
humana», con olvido de la relación a Dios que las abre a
Éste al tiempo que las con§olida en sí mismas. Del mismo
UNDO 5L7

cristiana de Diosry en concreto de la Trinidad,no sÍ,1,, , r r


Tomás de Aquino se ha podido afirmar que en su visión
tase Ia heterodoxia, sino tradujese en realidades ost.¡rr ¡,r1, ,, unitaria del hombre, tan próxima a Ia Biblia, «el sentido
en verdad en sí (Trinidad inmanente), lo que en l;r rr.v,1,, cristológico de la definición del hombre, y en concreto de
ción aparecía más bien como verdad de Dios para n()rr,tr,,n la visión de la imagen de Dios, prácticamente ha desapare'
(tinidad económica), y asl como términos y conccl)t( ):r r l, I cido»35.
lrelenisrno sirvieron para que el ser de Cristo su¡)t:r.;r:,, 1-r 0. Habrá por tantot que reconducirlas, al tiempo que
pura funcionalidad, se demarcase el ámbito de la ortr,.l,,r,,, se piensan, a su sentido teológico y comprender §\ s¿r-en
y se garantizase el sentido cabal de las afirmaciones rl,. 1., sl como ser-hacia, segítn el triple modelo creacional, cris-
Bscritura... ¿no habrá c<>ntribuido de manera semejarrrr. r,l tológico y trinitario descrito en el capftulo XIII. Pero, an-
pensamiento griego, cernido por la teología cristiana, a r¡rr,, tes Je intentarlo, hay que recordar cómo y en qué sentido
la antropologíabíblica alcance su madurez ontológicai) la fórmula aristotélico-tomista <<aníma forma eorporis>>
7, La razón teológica que últimamente legitirna cs.- pasó a formar parte del dogma cristiano.
uso de la ontología es precisamente la idea judeocristiarrir
cle creaciín Como se ha dicho repetidamente en estas
l)ii
ginas, el Creador es hacedor de realidad? produce 1o difir 1".4. L a d,o gmatizaciín de una fdrmukt. filo s 6fic a
re¡rte de sí al rnismo tiempo que se relaciona con ello; a l;r
par que las interpela, crea realidades consistentes, autóno- 1, Petrus Olivi, declarado de la teoría tomási-
-{<birifra-
mas, capaces incluso de hacerle frente. Por ello habría quc ca de la a q
concluir que, al hacer al hombre interlocutor suyo,le dota él álmá iációnál ti¿n¿
de la capacidad de oírle y hablarle. ¿Qué otra cosa que esir rn
capacidad sería últimamente el almaP eita alma
B. Existe sin embargo el riesgo, ya señalado en el capí- por su parte otra fbrmao la de corporeidad). En
tuio II, de que estas realidades creadas, al ser pensadas al todo esto mantiene su libertad
Pero Olivi e intelectiva no informa
cuerpo, me-
pero que no puedcn tener cabicla en este libro. Otra ctreslíón, r¡ue rro poclc-
nros dilucida¡ aquí, es si'Ibmás ¡nanruyo esa lógica hasta $us últimas conse-
la vegetativa yla sen§ltlva con se une
cuencias o .si, como de hectro succdió, la contradljo cuando pensri que el
alnra puedc vivir se¡>arada del cr-rerpo en el tiem¡>o (?) quc media entre
muerte y resun'ección. Bl insuficiente rcplanteamiento de ese «estacio inter- 3'i Asf lo estima I,. F. Laclaria, o-c., 106. No liay que olvidar, sirr entbargc', conr{'
nredio», que sólo cn nuestros clías ha tenido lugar, ex¡:licaría tal ver esa con- recuerda ahí ¡nismo, que todi! e§ta l:,roblentática antropológica está al servi-
tradicción. Cf:J. L. Ruiz de Ia Peña. La ot¡.a dirnensidn,Sal Terrae (Sanran- cio de cuestiones ctistológicas como la identidad del cuerpo vivo y septtlta-
cler 31086), 323-359, espec.333. do de Cristo y la Eucaristfa.
518 }I(]ilifliT.¿ Y ¡,IUNDO A I,N LUZ DEL CI(EADO]T EL TIOMI]RE, INCU§NTRO DEL CREADON CON EL MUNDO 5 1 9

aquelia tnaieria espiritual. Piensa que de lo corrtralir, ,'l ,,1r,,,, embargo i n-o.199ryó !! él el mismo Magisterio eclesial
racional se materializaríay el cuerpo se espiritualiz,;l t,¡ "' cuando en él Concilió Laléianénse V áiil¿ié"T ia ¿ánni-
2. El Concilio de Vienne (1312) rechaza solcr¡,r,,,,,,, ,, ción lennense .Nolo I

te como errónea? contraria a la verdad católica <k. [.r l, 1

herética, la doctrina que afirme que «ei alma racior;rl ,, ¡¡¡ i

telectiva no es vercladeramente, por sf y esencialrncrr(r, ,,r f

ma del cuerpo)) (DS 902). El empleo (siempre dclir',r,1,,¡


de una fórmula filosófica por parte de la Iglesia, n() l)rr
tende en este caso defirrir el hilemorfismo, ni hace r ¡rr..v.,
lecer un sistema teológico sobre otros. Por ello <<fir,,,,,,,.
no tierre en el Concilio el sentido diferenciado y ¡rror:il,r
de las diversas escuelas' sino que traduce en generll r.l y yerdadera teológicamente. En el fondo, con un lenguaje
modo directamente autocomunica¿ivo (formal, no eficit,r, de resabios platónicos se está afirmando algo de singular
te) por el que ei alma espiritual hace humano al cuer¡x.,. importancia: el no extrinsecismo de las verdades de fe,la
Ni siquiera trata e[ Concilio de dilucidar lo que el horrr implantación en la naturaleza humana de Ia llarnada a la
bre de suyo es en sí rnismo, sino lo que ha de ser para (¡r(. resurreccidn,la unicidad del Creador y el Salvador. Tam-
la encarnación y la salvación por la cruz sean posibles3i. Srt bién el \áticano II, curado de dualismos, vuelve a hablar
<lefine, pues, la unidad radical del hombre en cuanto cs de «alma espiritual e inmortal>>ar.
Iundamental para Ia fe cristológica. Una vez más es Crisro, 4. De todosmodos el dualismo estaba dernasiado
-"r «.gl_b!¡i¡]brg más cie¡to y verdadero))) corno le llamaba Ter- arraigado en el <<Patho.r» y en el pensamiento del Occiden-
tulianoss, el que da a enteiider lo que el hombre es3e. te entero, para ser eliminado por una definici ón (la clel
3. Parecería que con esto la historia de la teología pos- Viennense) que discutía en rérminos tan cul tos y sutiles
terior quedaba a salvo de toda tentación de dualismo. Sin Se podfa además s eguir pensando en escótista se es-
con )
De hecho el Occidente rnatl tl r -
16 TIr. Sch¡reiderrDic Etnheít der ¡t¿¿t¿scl¡ul. Die anthroltologisel¿¿ Forn¿eL «ani- vo el dualismo scartes)/
»tafo,rrna utporis» ittt sogenanniet lfurrul¿to¡-ienst¡-eit und btt Pelt,us Johan-
nes Oliví. Eh Beih'ag zur Yorgeschithte ¡íts Konzils tton Yienner¿\schendorff
pinoza, Leibniz).
(lvfünster i973). ,5. S9*1g1pone por ello un retorno a la visiórr unitari;r
:ti Cf: D§ 901. \'a los concilios cristológicos de los prirneros siglos lrabÍan ha- del hombre. Lo démán¿lan'lá aniropología bÍblicn y alf,;rr-
l:lado de «carne i¡rtelectr¡aln¡cntc anrmada», DS 250, 424, 502...P<¡r cier¿o rü;Aoguiáé capitales de Ia fe. p"ro turñbién cierras ¡rcr
qle ellos ¡r¡isrnos) al traducir ia cabal lrumani<ia<i de Crisro en el hecho de
<¡ue el Verbo ha¡'a asurni<lo uil al¡¡¡a racio¡ial y un cuerpo) vie¡¡en a confrr- suasiones arraigadas en el creyente de nuestros ilfas r¡rr,
rnar, sirr poner.§c a trazár una antrüIrolotia, que son esos los elementos quc
constituycn al homi¡re.
)' Conl¡'a Px¿x¿aru 12,33-34 (CCI- 2,I I79).
n0
're $obreOlivi ycl CorrciliodeVienne,ct.L.F.Ladaria,«lllhonrbrc...», 106- DS 1440.
I12; j. L. Iiuiz <.lc I'cla, Inagen tle Dios...,l08-1i2. 'il GS 14.
520 Fl0¡ríBRE, Y i\,IUNDO.{ LA LUZ DEL CIiE¡\DOR

concibe l¿ coexistencia corporal con los otros y cl ,,,,,,


promiso temporal como emplazamientos inelutlilr[.',, ,1, l.'
f'e. Lo reclama asimismo el diálogo de ésta co¡l Ia ( r('r, rt
qlle supone y demuestra cada día esa unidad rarlr,',rl ,1, I
I EL FroMBRl!, ENCUENTRo DEL cREADoR

pünto de partidaas. Como ella misma corrobora, es difícil


sustraerse a un lenguaje dual, incluso cuando se quiere
describir al hombre en su unidad. Un único término corre-
coN EL MUNDo 521

rÍa el riesgo de silenciar la otra dimensión esencial o reque-


liornl¡re. Todo ello requiere que, si se mantiene urr¿r trrn, riría (el de «persona») por ejemplo) que se explicitasen a
nología dual (alma y cuerpo), se redefinan esos f1i¡¡¡¡¡¡¡,ir¡ continuación todos sus varios y a veces contradistintos as-
de modo que no denoten partes, sino dimensionc.s ,, ,,., pectos.
pectos de ese hombre uno. 2. Pero eso no significa que ese lenguaje dual, que
6. Por otro lado, aquella antropología cristiana y t'rt, hace honor a Ia pluridimensionalidad clel hombre, refleje
ciiálogo exigen que se mantenga a salvo la transce¡rrl«rn, r,r la experiencia primigenia que éste hace de sí mismo. Al
del sujeto humano, permanente y decididamente clcfi'rrrl¡ contrario, ésta es la de una unidad que subyace a los di-
da por la fe. No es pensable una forma burda de urri,l,,,l versos rnomento§, como delata el lenguaje corriente y es-
que derive en url materialismo ciue desde siempre a(r:«,lr,r pontáneo que atribuye al mismo sujeto actividades o sen-
a los espÍritrrs y que la muerte parece sancionar a cliari,,, timientos de tan diverso rango como comer, amar a otrot
Thnto más cuanto que el conocimiento creciente del ccr',' anhelar a Dios...'Iodo se clice del mismolo.
bro hu:nano y de la localización en él de los fenómcn,,r, 3. Se trata, sin duda, de una unidad fecunda, poliva-
inentales, y el desarrollo de la cibernética ha dado alas a 1.r lente, con{:rgurada por aspectos complementarios e irre-
creencia de que todo se reduce a materia y acabará sien<k, ductibles y aun por la tensión entre ellos. Fue precisamen-
explicado científi camente'r2. te ésta la que llevó a creer que en el hombre conviven dos
7. El problema es cómo se pueden afirmar honestamerr. sustancias y aun dos mundos distintos, en mayor o menol'
íe a una la transcendencia y la materialidad del hombre, conflictividad. Pero eso no es sino una interpretación des-
como hace la fe y como resulta imprescindible para que err codificadora de aquella unidad fundamental y de su ri-
el hombre se den cita Dios y el munclo. A contirruación in- queza. Curiosamente, sin que nadie haya visto en sí mis-
lenfamos repensar y redefinir al hombre como esa unidad mos y a solas el alma y el cuerpo (el cadáver no lo es), esa
riiferenciada, tan ajerra al dualismo como al rnonismo. interpretación los ha dado por sobreentendidos, les ha
atribuido aquella duplicidad de impresiones y se ha prc-
guntado cómo se unen entró sl aquellas dos sustancias,
i.5. «"El hombre es uno en cuerpo g alrna>> (G§ 14) tergiversando de este modo la experiencia originaria. I.,a
realidacl de la muerte, unida a la ancestral persuasión tlc
1. §sta densa y matizada fórmula del Vaticano lI acier- que algo en el hombre no muere y a [a confüsión del ctrer-
ta a expresar esa compleia uniclad y puede servirnos de po con el cadáver, no ha hecho sino afianzar aquella irrtcr'-
pretación (o quizá fundarla).

' Cf.3. 1,. Iluiz de la Peña, lruagen <le Dios..., Ii4-I2B; Las nuout¿s antrololo-
ar También el C«te.úsruo ú kt. lgksia cot6Lim' la asume como parrtt, r¡."'ll(ill
gías, Sal'I'elrae (Santarrcler I986), 131-l§9; P. Laín Ettralgo, Cuetlo I
uLttLa...,199-259. 368.
5
Éqq }IOMI}TE Y MUNDO A LA LUZ DDL üREADOIT

4. Pero si se recupera la experiencia primor,li;rl 1 ,,,


I §L HOMBRE, ENCUANTRC) DIL CREADOR CON EL lvrUNDO 523

la propia autocomunicación. Pero ese esquema hilemórfr


piensa a partir de ella, el verdadero problenur n() ,, r i co, aun empleado por el Concilio de Vienne e inagotable-
córno se unen cuerpo y alma, sino cómo el prin<:i1,i,, 1,,r, mente fecundo según rro pocos, no es el único válido para i
tal del ser humano, que es el yo, se despliegi .r, 0,,, ,,,,,,,. t
manifestaciones, unas más «espirituales>>, otras rnl.is «r ,¡
porales» (porque todas son ambas cosas).
5. Ese despliegue de la unidad no lo podrá efecrtr;rr rn,
pensar estático, esencialista, sino uno hisiórico, prot:r:srr,rl,
¡pg¡l de
único en el que cabe la vida ¡ en concreto, la humanu ,¡,,, muy que con ambos
es un continuo salir del yo al mundo y una continua irrlr. se acierte a pensar que? como lo entiende la Bi-
gración de ese mundo en el yo. Intentemos redefinir corr r.l blia y lo reclama la fe, cuerpo y alma no son partes, sino
el cuerpo y el alma. dimensiones del único hombre; que éste no tiene, sino es,
6. trl cuerpa del hombre no es algo añadiclo al alrrr;r, alma y cuerpo. Pero precisamente porque en ambos mo-
sino la connatural expresión de ella. No algo que el horrr delos alma y cuerpo figuran como complementarios, el hi-
bre tiene, sino algo que es, un rnodo suyo fundamental rlt: lemórfico tiene la ventaja de señalar dónde reside, dentro
ser, su manera mundana, temporal-espacial, sexuada, mor- de esa unidad, la prioridad ontológica, cuál es el orderr
tal, de ser. Más que de cuerpo habría por ello que hablar del ser y el sentido clel proceso, es decil lo que venimos
de corporeidad. llamando la visión d,escendenle de la creación.
7. El alma, a su vez, tampoco es una realidad que el
hombre tenga, una de las partes de que está com-puesto,
sino su expresividad básica, su otra manera fundámental 2. El HoMBRE? cAI\4INo DE Dros AL MUNDo
de ser, su modo subjetivo, reflejo,libre de ser; su ser mun-
do transcencliendo el mundo, su ser espacio y tiempo sin 1. La unidad del hombre en cuerpo y alma, estableci
quedar apresado en ellos; su ser mortal decidienclo ia for- da a los tres niveles (bíblico, dogmático y teológic<-,-corr-
¡na de inorir (cap. VI); su estar en cada cosa estando ante ceptual), no es sólo un dato elemental de la antro¡lología
el Horizonte de todo (cap. iV)''d. teológica. En la introducción de este capítulo nos []regrrn,
8. Eso es lo que se intentaba explicar, en nomenclatu- tábamos si no es además la base y conclición <lc posibili
ra hilemórfica) con los conceptos de n¿ateria dad ¿le una unidad más amplia que abraza a la crc:rciri¡r
2 forma, a
los que hemos acudido con frecuencia en estás páginas entera y así a los otros dos sqietos de nuestro estrr<lio; si
para designar esa otra manera más profunda y sutii dá dar en el hornbre no se produce el encuentro ontológico (1, rr,,
el ser saliendo de sí y haciendo de lo otro el resultaclo de sólo religioso) entre el Creador y el mundo.

'¡5
J. Mollnrirrrn,Dios en. l« crcación, §ígueme (§alarnanca l9lt7),2('l{ 1,l7ll.
'r" X. Zubiri, Sol¡r¿ ¿l lmntbn, Alianza (Maclrid 1986),41i-fjl'-r. I'lsr t:x¡rlir,r, r,,,,
''r Eldesarrollotleesursideas¡rrrecleverseen.J.L.Ruizclelapcira, !nugende go¿4. entro otras, (lc las sirn¡ratlas deJ, L. Ruiz cle Per-ra, l»rugrn lr l)t,,t
Dios...,l34-114; VV. AA., «Scelc», en'lRE XXX, i999, 7SS-775. l4fl- 149.
524 HoMBREyMUNDo ALALUT,DELcnEITDoR
I [,L r{oMBRtr, ENCUENTT?.o DEL cREADoR coN EL MUNDo bls
Thmbién esto lo.apuntab.a con fuerza, como alll rc rlr¡,,,
la salida del hombre al mundo y en er encue,tro con todo
el primer capítulo del Génesis según el.cual el h.rrnl,,..,'ui
Dios origina y abarca como Horízonre de ser (cap.
ser creado, queda encarad,o ,on Dios encargad,o tle l, uttit !9_gr:
I
do.En eso consiste precisamente su creaciói com(¡ «irrr¡r
tt lV). l-a capacidad_de_Dios incluye asÍ la capacida) á*
todo. Toda realidad cabe en el alma y .e e.rcuintra de ar-
gen de Dios». El Vaticano II, por su parte, lo afirmaba
ox grln modo en ella. «EI arma es de arguna manera todas Ias
presamente al mismo tiempo que avanzaba las r.az()nrñ
cosas» afirma también 1bmás, citando a Aristóteles50.
ontológicas de esa visión t.ólógica, el hombre es el mcrri,r
por el que los elementos del munclo material que rosur¡rr
4. Añade al Concilio, como ya se vio, que «el hombre
por su misma condición corporal resume en sí lc¡s elemen_
su cuerpo acaben en alabanza libre al Creador.
tos del mundo material>>. Dejando algunos aspectos de
Sólo queda prolongar y consoliclar esa línea de pensa-
. esto para la segunda parte, cabe ya aqtñ menciona.
rniento. Lo hacemos replanteanclo a esta nueya escala Lr que el
que acabamos de clecir del alma y del cuerpo ciel hombrt: cuerpo humano es en sf mismo .ir, ,oiaro"osmos que con_
y de su unidad. grega Ias diversas fbrmas de materia y de vida (y en toclo
caso eleme,r,s físico-qulmicos y foráas de vidá vincula-
2. El alma del hombre no es sólo la vitaliclad persorral
del cuer¡ro, sino además Ia capacidad de entrar'en rela- dos a todo cuanto existe), y asimismo que, a través cle
sus
ción con Dios. Bl vaticano II dice que «er hombre rebasa sentidos, er¡tra el hombre en contacto con io.lo o puecle
al
el universo». Una vee atribuye esta iaracterÍstica a su en- menos alcanzarlo con su_ciencia y su imaginación y es
in_
tendimiento «por el que participa en Ia luz de Ia mente cli- cluso capaz de organizarlo y ,ec.iarlo, t.aifbrmánáolo
en
vina», otra a su interioridad «en ia que le espera Dios>>a7. técnica y en arte.
EI alma ilo se agora «informanclo .f 5. Pero no es suficiente con dec:ir que en el hombre se
AI hacerlo encuenrran.Dios y el resto de la realiclid. Hay que añadir
sale al rnundo y en éste a Dios. Es lo "u.rpoi.
qui, precisamente
para explicar por.qué el hombre es más ur"*i¡1. hipostá- que es precisarnente el conocimiento cle Dios'el qrre
origi-
na y dirige el conocimienro hurnano clel
ticamente que toda otra creatura, afirmaba Tornás ci
anclo mundo. Lu .*tá_
decÍa que el alma es <<tapax Dei>>at. ñeza que esta afirrnación puede provocar desaparece
si sc
3. Si Dios no es una de las realidades, ni siquiera la ad¡niten dos presuplestor. El prirnero dice que la
iclea r"le
§up.rema, sino la que, más íntima a ellas que ellas *ir*ur, infinito, que el hornbre tiene, no se puede obien.r acurrnr_
hace que todas existan, vivan, y ,. *u.urn (Hch tl lando.ideas de objetos frnitos. El seguudo añacle qrr*,
rig¡', .l
esa salida a Dios y ese <<alcance» cle Diosas ti"ne conocimiento de una realidad finita colrno tal (que .* ,,,rrrn
lrrgár en
el hombre percibe todas las que ie rodean) siio prerl"
I.r_
,7 GS 15,14. grarse a partir de un previo o simultáneo conocirnicntr,
a$ véaser¡ota3.3.l{ablan<l.dela«¡raturarezirrrurrri¡¡r¿¡»reafirnraesaca¡racicra<lry
del infinito. Dios (a rravés de ese infinito y cle sus crivr:rs,s
la concLe¿a diciendo q.e erla actr¡ariza ra concrición tre
inragen a. óio. y.1ul nombres que hemos mencionaclo con frecuencia) estrrflr
se lleva a cabo en ros a¿:ro.r clc c,nocimiento y amor («siiniritudo
ir"irgi"i en el fondo de todo conocer (y arnar) humano, clcter.rrri_
atte¡ulilz¿r in r¿arur¿t lu¿»t«.n«, $cuntlum quod isr caltax Dei,
i¡^ttit at-
ttingerulo t ro!ña operuliortc ugnit.ionis ct'anori:», 'cirücr
i.Th. Ilt,q..t,a. t ,aci f ¡.
4'<<Paravcrsi
^^ aticnt:is1.Lt,scaüa,,ylehallal>an»,HchlT,2Z.[,] lectorcles¡n
Juan de la Crtrz sabrá valorar el se¡rticlo rle e.te ,,alcan"e». 3't «rl'nllaa
t.¡ I ¡lno d¿ntt rt o tlo orntri«»», S. I lt I,r1. 1 0,a.3,in c.
526 HOJVÍBRE Y },IUNDO A T.A LUZ DEL CIIEADOR
I
T
rL rioMr]RE, TiNCUENT.RO DEL cREAr)on coN EL ilruNDo b27

nándolo como tal. En EI realmente conocemosl iur,,,rr,, gundo. Por eso todo lo que hemos dicho tiene que pasar
crecemos y creamos. El conocimiento de Dios scrí;r l;r /,,r p0r esta nueva instancia.
ma ¡le todo conocimiento del mundo. 2. «En realidad el misterio del hombre no se aclara de
6. En tal caso la fórmula (animaformo. corpori.t),¡,. , r, verdad si no es en el misterio del Verbo encarnado>>51. Si
treabre en cada uno de sus términ<¡s. Por el alma srr rlrl,rt.r una vez más, y de acuerdo con toda la tradición creyente)
el hombre lrasta Dios y por el cuerpo) hasta los bor'<1,.,r ,1, reconducimos el enigma humano a Cristo, si tomamos a
la realidad. Y por la condición <<informante>> del alnru, lrr éste por pauta de toda realidad, y en especial de la huma-
ne lugar en el espíritu humano el encuentro vivo c in,,, na, habremos de preguntarnos si la última explicación de
sañte del Creador con el mundo, que es la fórnrrrl:, ¡,,,, que el hombre sea uno en cuerpo y alma, no será que está
cuya licitud nos preguntábamos al principio del ca¡rítrrl,, llamado a reproducir, no sólo con su conducta, sino antes
7. Tal vez poseam<¡s así un instrumento concc¡rtrr,rl en su propio ser, la encarnaciín d,eL Verbo. por eso sería
útil para pensar que, corno «imagen de Dios», el ho¡¡rl,r,' también él un espíritu encarnad,o. No sólo para poder rea-
señorea el mundo no sólo por delegación o encomir:r¡.1,, lizarse como hombre sino para acompañar al Hijo en su
del Creador, sino también porque Dios está señoreándol,, salida al mundo con el fin de integrarlo en su modo filial
en él y a través de é1, que es lo que al hablar de <<concr,, de ser. La condición espíritu-corporal del hombre no se-
so>> afirmamos ya en los capltulos III y X. ría en últirno término sino la estructura posibilitante de
B. Si bien es verdad que la Ilegada, en el hombre, rkr que se realice y prolongue el encuentro entre Dios y el
Dios ai mundo tiene lugar en toda esa actividacl humana, mundo que tiene lugar en la encarnación del Hijo.
hay que afirmar, sin embargo, que sólo alcanzasu pleniturl 2. Es verdad, y no conviene olvidarlo) que no se pue-
y sólo relleja la personalidad,libertad y amor del Creaclor dcn equiparar la encarnacidn del Verbo en Jesús y la del
a su creación cuando el hombre se sabe y acepta como re- alma del hombre en su cuerpo. La unidad resultante cle
presentante de Él a lavez que le alaba como Señor y Ha- ésta última es natural (una única naturaleza)r la de aquélla
cedor cle todo. De todo ello tratamos largamente en el ca- hipostática (una persona en dos naturalezas). En el caso
pítulo XII. La fórmula <<animaforrna corfioris» es realidad del hombre alma y cuerpo se necesitan mutuamente, en el
y es aún proyecto. Sólo al final de la historia o, mejor, caso del Verbo no. El alma del hombre no preexiste a la
«más allá» de ella, será creado en verdad un hombre ple- materia, Dios y el Verbo sí. Por eso no se pueda describir
no, un espíritu que se expresa radicalmente y sin contra- la encarnación, y menos aún la creación, en términos de
dicciones err la realidad de la materia. estricta causalidad/orr¿al,Y por eso mismo siempre que
nos referíamos a la aurocomunicación del Creicloi al
mundo y a la del Verbo a.|esús hablábamos de causalidad
3. Al LADo DEL PRrrrtocÉNtro ES EL r-toMBRE EsE EN- cuasiformaJ. Lo cual no quiere decir que sea menos racli-
CUINTRO cal y fecunda que la que tiene lugar por parte del alma res-

l. El hornl¡re no sólo es imagen de Dios. Lo es tam-


bién de Cristo. O, mejor, es lo primero a través de lo se- sr cs 2?
528 HOIV,IIREY MUNDO At,At,uz r)t:], r.:rl ,r¡,,,, EL HOMBRO, §NCUENTRO I)EL CIIEADOIT
CON EI' MUNDO 52§

n cabo. Hiio de Dios §e unió en §u encarnación de a|'


«El
como arri'
;;;;";-ta Jon toclo hombre»re' Es evidente'
los sentimien-
[^^J¡i*.t' 1". tolo si el hombre comparte mundo' que
,o, i"t Hijo e*" encuentro entre Dio§ y el
en egoísmo
oodrla perclerse en el anonimato o degenerar
Creador de-
y cabal entre el Creador y el mundo, Crisro cs l;r l¡ll¡l¡.,r.,
ñ;ffió;, tendrá la caliclad qt,re efPudte
§ea.
"', \ ¡,,,¡,,,
ambos, cosa que de nadie más se puede afir'rn;rr
él es en persona el Verbo de Dios y el corazórr rlr lllllltrl,¡ I

«El Verbo de Dios, por qulen todo ha sido llc«:lr,,. , l r,,r,,


mo se hizo carne, de modo que, siendo perf'cct,,
salvaraatoclosylo recapitulas e todo>> (GS 45).
Iglesia gue en su Señor y M aestro se encuentra l¿r tl,rlr,,I
centro y el fin de toda la historia hurnan»> (Ibíden, t
4. Sin embargo, es posible seguir afirmando r¡trr: l,t , r,
carnación del espíritu humano en el cuerpo es la (ltl(' )('r
|
mrte y prolonga la encarnación del Verbo y el encucr,tr,,
que en ella se da entre el Creador y el mundo. Bn t:fi:r t,,
éste es posible gracias a que la humanidad de Cristo, t.rr
todo como Ia nuestra menos en el pecado, es capaz rlc
acoger al Verbo que se encarna. [n este sentido la pree rni
nencia de Cristo sobre toda la creación y su condiciórr <L,
centro de lo divino y lo humano se apoya en Io que tiene
de humano, en aquello en que es como no§otros.
5.§iguiendo la ló grc a de que todo, y en especial el
hombre, ha sido creaclo por Crisro y hacia él
¿no habrá
que concluir que Ia condición espíritu -corporal del hom-
bre ha sido pensada y creada por el Padre en orden a la
encarnación de su Hijo y a la unión no simplemente crea-
cional, sino estrictamente paterna entre Dios y el mundo?
Y no sólo para hacerla posible, sino para que §rga siendo
el vehículo permanente de ella, para prolongarla y llevarla I ,rlr^uría c¡*c citar e. csre l).rto t.do cse atlnrirrtble
.Ír¡rcr.. dc l:r
que en Cris«l la ltaturalei¿a lttlllrittta
",
Corrstitrtci<i¡r. En él sc recuertla
'n"'I.'ié"
y n"i*untlt a rtn¿r strblinle tligrridad» y
,* f," ,i¿" str¡rrirtri<la. sitx¡ as¡tn'itla
nno,t. qu*, «al ser tlivi¡¡t l:t vocación tlcl
ltuu'|"""'" cl Iispflitu Santt¡ ofiecc
'"'' Vétnse los tcxtos citados crr r¡t¡ta 4 - ir.tur'f^ posibilictatl dc ast»ciarse al trristetio pascrral»'
I

XV

EL HOMBRE, ENCUENTRO
DEL MUNDO CON EL CREADOR

Y CREA-
1. RTPIANTEAMINNTO ASCENDEN"TI,: EVOLUCIÓN
CIÓN

L. §,1 y plasmó en la creaciln el desi'g-


Pad,re concibió
autoco-
zio misterioso no sólo de'ciear un mundo, sino de
vida y ser
municarse a él con el fin de asumirlo a su propia
€ncabeza.Ia
así el «Dios todo en todo>>. Este proyecto que
creación no se lleva sin embargo a cabo en el prtnctpto'
histo-
;i;; ; to turgo y al final de una Jilatada y conflictiva
ria que conocemos y de la que formamo§ parte' i -r ^a
'i. nt nqorpor quien todo fue creado, vino a[ mundo ltlgar at
realizar ese proyecto. Pero su encarnación no tuvo
Y
comienzo,.ino'.n la «plenitud de los tiempos»' no
apa-
como
reció como hombre .ibrl, «cafdo del cielo», sino
de
niño, f'ruto de la naturoteru y de Ia historia: «nacido
mujer, sujeto a la leY» (Gál 4,4).
S,'nt"ttptritu, que es el desbordamiento de amor trt-
nitario del que *rou l, creación y que la embebe' implan-
orden
tó e[ reinado d.l Prdr. paso a paso, estableciendo
en el caos, alentando ,r,i"lru. f**u* de vida, llenando el

munclo de «semillas del Verbo», hacienclo que los-profetas


vuel-
lo anuncien, un pueblo lo espere, María lo engendre'
abierto por
va a la vida en la resurrección y de su costado
de ser y de
la lanza brote la Iglesia como un nuevo modo
convivir (cap.IV).
q. El'hombrr, ca*ino de esa salida de Dios al mundo'
dt, ti'
creado en orden'a ellao y, €n ese sentido' la primera
oe
obras del Creador, no sólo en rango (por su capacrdad
cuanto
conocer al Padre y de acompañar al Hijo) sino en

I
I
532 I'{OMBRE Y MUNDO A LÁ LUZ DEt, CRETTDOR 533
üL I.IOMBRII. DNCUENTRO DEI, MUNDO CON EI, CITSADOR

la primeramente pretenclida, tampoco aparece como un reportaje cle lo que sucedió


del rnundo, sino cuando.la.mateiia y Ia vida
al prirrci¡,r,, Sesis más adecuada,
llerun y,, i,,, Il comiu,rzo. Feliztnente no se llegó a producir una decla-
Ies de millones de años de historia. Thmbién
en * o,r,, 1,, ración eclesial solemne y cle vator universal acerca de la
primero en el diseño del mundo es lo último en
la realir.¡r incompatibiliclad entre creación y evolución' Pero el Ma-
ción. Lo descendente vira en ascend.ente. Eso
nos obligu ;r gisterio y algunos teólogos tardaron demasiado en reco-
reconsiderar la esrructura espíritu-corporal
y ver si .r?j,,f io.*, la tom"patibilidad éntre ellas y lo que la segunda po-
definíamos como espíritu eicarr¿ad.o án h áut..iu
.,o 1.. día aportar i rt,u comprensión más plena de la primera'
sulta ser esplritu emergente cle ella.
No ptcos espíritus abiertos que adivirraban eso sufrierort
5. Lo que venimos diciendo aproxima la teología a lrr indebida aunque no infecundamente.
cosmovisión eaolutiua que hoy impera en las
cienlias cl. 7. Pío XII en la Encíclica Humani generis abrió la teo-
la naturaleza y es inclusó el paradifma cultural
c{. nu.rt.u logla al pensar evolutivo, pero sólo en lo que atafle a Ia Po-
época.-I,o que se interpone *r, eru aproximación
no es siÜiti¿aA de que el cuerpo humano proYenga de una mate-
tanto el hecho indiscutible, e insinuaclá
en el pri- ria viva pr.rium.rte existente, porque la «fe católica nos
mero del Génesis, de que el h<¡mbre aparezea"upituto
tarde en la obliga u *ont*n*, que las alrnas son creadas inmedia-
historia del cosmos, cuinto el que pu..r"u
emerger cle ella tamente por Dios»{.
y ser un producto de esa evoluciSn. porque
esto atenta 8. Si esta cleclaración alivió de momento muchas ten-
contra dos persuasiones irrenunciables cle ia
fe; I. d;;;; siones, reveló pronto sus límites y suscitó nueva§ pregun-
el hornbre es cualitativamenre clistinto cle la
mareri;, ;l; trs. Po.qu. ,e prede insistir: ¿por qué no es creado inme-
de que es creado por Dios.
diatamente toáo el hombreP,"jpor qué el alma es creada
6. Eso explica que ese paracligma evolutivo encontra_ cle la nada precisamente en ese momento de la evolución'
se, cuando se pensó que acab_aríaimplicando ese
ut t ornnr.-y es decir, cuando el organismo animal ha alcanzado
desbancando al Creááor, serias resiitencias y que pa§a
en el ámbitá grado de complejidad tan parecido al hurnano
de la fe y de la cul¿ura moclulada por ella2.
A ello con;;_ I se. la .*pt**iri.lud personal de esa alma?, ¿so;r los pa'
buyó, además de ese doble reparo iundamental
y de lo no- clres de r.rr-o, y María en el caso de.|esús, sólo padres.d:
t'
vedoso de esa teoría, el hecho de que el en el dua-
r.lato ger".ía.n cuerpo?, ¿no sig.,e el pensamiento enfeudado
de los orígenesi siguiese leyéndose, a falta
aún de una exé_ lismo?, dno se da a entender que el cuerpo ya.no es crea-
do por üios, ,ino sólo por [a evolución? Y si es creado'
I DS 657,800,t440,¡555,339(j. f*rl sOlo **.liutu*rrrtá, ¿rro podría Dios crear también
! U¡r resuntcrr <lc cs¡ his¡oria puodc mediatamente el alma?, ¿ha de producirse, para que.haya
vcr-se crr.J. L. Iluiz do la peira, Irt«.gttn ile
,.
l)ior, Sal Terrac (Sarrtarrrlcr IgSB), ZS0-254. creación inmediata por bio*, uná irrupción solitaria de
'¡ Qtre describc Ia crcacitirr ¡ror. Di<is
clro, de fas zorras cle rn ,"niicra,r,
cle cada una cle las ¡eali<larlcs. Mejor.
di- Éiil ¿"" quecla asl ei Creador emplazado en un punto de
¡r.r<¡ue <rentro ,r;
n,a_r (1,20) y a t<.xlo viuielte (
rna¡r<la I)i,s a la tic-
"ii;rsearr eilos los
r,?2) qrrc
*" ái.u"iO" y reducido a una deias cau§a§ del mundo?'
ii,:J,i,:l t¡ue ¡rro-
..zca¡r il1'1r] vrtra L. caar, si, rlrrc
'r¡cva ¡rtteda er¡tcntrerse corrro (¡. esqrc¡.il
ey<¡lutiv<» cn el <¡rrc urra.s cs¡reciesl,rui.e.leu
,1" otr¡r, sí rluc lc su¡rone u la
ctcación cicr¿o rlirranlis¡,ro. r DS 3896.
T
534 HOMBRE Y MUNDO A LA LUZ DEL CREADOIT EL HoMBRE, ENCUEN'rRo DEL MUNDo coN EL cREADoR 535

ino se establece así un peligroso reparto de compcte ncr,re bre, el organismo animal resultante de la evolución no es
dejando lo corporal a la natural eza y lo espirituai a I)i«r¡l', aún humano rnientras no sea) al men<ls germinal e incoa-
¿sería hu¡nano ese cuerpo producido por la eyoluci(¡rr u tivamente, expresión de un alma humana que lo inforrna.
sólo la «infusión» del alma lo haría talP... Y, a la inversa, que si se produce esa información, tal
9. Por ello es necesario afrontar directamente el rcrrr;r organismo, pese a su parecido con el prehumano) es
de-la evolucién y ver si ésta encaja en un esquema crear;i,, esencialmente distinto de é1, y está llamado a la resttrrec*
nal o lo hace saltars. ¿No serÍa incluso po;ible que pro- ción.
porcionase urra comprensión mejor y más plena il.e lu 2. El alma, por su parte, si es esencialmente forma, no
creación y, por tanto, de Dios, del hombre y del muncloi, se concebir como tente a ese organlsmo
Lo analizaremos en tres pasos, apoyánclonos respectiva- lue en c0rrtra riiil"iiñ-táñto' vrve y es
mente en aquella unidad del hombre verificada en la pri- ella mrsma en cuanto de ese organismo su propia ex-
mera parte (I), en la teoría general del crear divino desple- presién, su existencia corpórea. El cuerpo humano, cliji-
gada a lo largo de todo el libro (II) y, en particular, en el nros, es la corporalidad de esa alma y ésta el acceso ¿ Dios
concepto de concurso (III). Es de notar que ahora no se y a sí mismo de ese organismo que la evolución ha prepa-
trata) comr) antes) de hacer frente al dualismo y al descré_ rado y llevado hasta el umbral humano.
dito de la carne, sino de defender, frente al monismo de .3. La creación del alma no s tan la \
tipo rnaterialista, la bidimensionalidad del hombre y su ción de un ser de la
condición transcendente, es decir la existencio ., uu
poreidad de un <<alma espiritual e inmortal>>d. "o.- puro,

esas
2. ENc¿nc[ ANTRopoLótrco: LA uNTDAD ESENCTAL DEL conciencia que apuntan en lo animal.
HOMBRE
a. Ds3 g¡e_ _gg!o e_ re cup e.a la.-cglil.yidl$,99.,r{g gu-g r-
_s

1. El dogrna de la unidad del hombre exige afirmar p.g*.X3lp"l y-le resiábléce Ia -unic[ád deJ l¡o-mlrg que .se
que, por semejante que sea morfblógicamenre ai .l.l hom- echabá?é menos en lá'fóimula de la encíclica. Lo que
clesctá-lá ciencia y también desde Ia fe §e piefü"d eñ?t*-
r L' set¡.eiros, «ltaíces de Ia humanidad. ¡.Evolución o creación?», cr¡adernos to elilefEiilibié;nólü á-lma, és ciCri«ló por Dios o se re-
Fe y Secularidacl, §al Thrrae (Santandcr Igg2); p. Schoonenbcrg,
Dl rwmdo aun §l preser-
tle Dios en wollrcáón, Lohlé (llrrenos Aircs i966); L. lr¿. Armcii¿¡riz, «La va la un idad del hombre pera a co§Il*dq á[an31 la
creencia crisriana y la evolución», cn VV. t\h., L« a,oh«idn,liAC (Ma<lri¿
:t1974\,958-989; «Evolucirln y dil6rénbia'é"Cincill entre él y el animal. Esta pregunta ca-
creación>>, en FCSM, Stvl (ir4adrld,lOSa¡,
103-150;J. Moltmarrn, «La evolución el la creación» en Dio,t cn kt crurcifln',
,
piIál sig.,e en pie y la retomaremos enseguida.
Sígrrerne (Salarnanca 1087), Igg-2ZB; W. pan,enberg,Tto/ogta
{iistmtdtici 5. Pero ant€s es preciso ver si esa descripción ascen-
II, UPCO (Madrid I996), l25-l48; VV. AA., «Ev<¡ltición y i,*r,.r, «C<¡nci-
litrm>>, n." 284 (tebrcro de 2000).
dente del alma («espfi¡lU gllg§"gnte>>), que resulta de lt
(i
Que es,.iunta a otras, la .lórmula que sigue ern¡rrcarrcro la Igresia en er vatica- aplicación de un esquema evolutivo, no invalida la clcs-
no II, G$ 14. clrrdente cle la primera parte («espíritu encarnado») y i
)(,lt rr i I'
y EL l{oMBRE, ENCUDN',I'RO DEL uNDo coN IiL cttt:lAI
536 l"lOMtsRE Nf UNDO A LA LUZ DEI, Cltü¡\DOlt
t\',f

Í\ i) ":$:1,3 gu$blg13l pa¡.aclg


la fplmgla {an;!ryq, li,t ¡t,, ,,,,
po1lsll, gu! qe gp-oya-e_n ella, En cuanto a lo primcr,, lr.¡1,¡ r.,
' ,/
que preguntar si existe contradicción en el hech,, ,1,. ,¡,,,
en un ser lo primeramente pretendido (primun ttttlttt,tl
sea lo últimamente resultante (ultimum temporc),.) rr |,
eso precisamente consiste que el ser sea histórico. L.r ¡,rr
mera fórmulu (n.j¿,rilg.-glqulgdor) expresarÍa er) r;l I r. ¡r r,
rías meta-históricas, metaffsicas, lo que en último t(1rr¡nr,,
es el hombre: una interioridad que para llegar a sl ¡rrir,rrr,r
hace de la corporeidad su gramáüca y cauce expresiv,,. l,,r
segunda (« rrtu eme te» ) indica el modo hi.stór i,,,
como eso se a cabo: el yo surge como coronacii'rrr y
último nombre de esa corporeidad. ¿Son irreconciliat,l,.,,
'l ambos procesos o configuran a una la
rama de la vida lr,r
: rnanaP A lo largo de ésta, si por un lado el hombre asurn(.
I la historia del rnundo impresa en su unr es esa dolorosa
corporeidad, por orr'() bus ca de
no cesa de hacer de todo ello los materiales de la corrs cia l6i-fiom'bid áé las entraña§
trucción clel yo, la n¿ateria con Ia que éste da forma a ar del colmos la que le Peimite,:
de ella Oi
vida. No existe contradicción, sino mutua complementa- ato .to'ti t irtoiia del'mündo, te las
riedacl. de tlarle un sen e
vida.
6 entementer también Ia fórmula dogmática estructuras en que
<<0fi.?.rna. arls>>
convülCióii que en lo me¡4fí_qi_c"-q j¡i-
^^) iÍ- INcB§ANTE DII
.!

así, en nuestra cotidia- 3. Sorosrn TEoLÓGlco: LA AcTIVIDAD


DO, cuerpo no es la expresividad cabal y sin Dtos
trabas del yo, el puro producto de la espontaneidad del
alma, extraído por ella de las posibilidades inéditas de la l.Comohaceuninstanterecordábamos,elgrandeba-
con la crea-
nrateria prima, que es lo que la fbrmula decía idealmente te acerca de si la evolución es compaginable
considerada. Es rnás bien el construct<l sólido de ma- *" centró y se centra en el hombre' Su procedencia
"iOr,
terra (con sus de vida con sus tns-
r Hablando.de«lp-
trntlvas y ,fde p.Ricoen¡,sí ¡¡tist¡.o tqmooflo, Siglo XXI(M«lritl,l996)'
la alteridarl rlel otro y a la <lc la
na «somatizada». De re v no sólo ,.1¿.Jl ,fi.tlaaa' ississ¡lt'tiio"'a
\.--..' "--,_',"'-_**-''-'"__'"" propio o,la car¡te» (351ss) De cse
conciettcia (365ss,379ss| luilt ntl crrelpo
oportunidades, que ofrece a la libertad. De ahÍ incluso el lla*a ot''lp'd'.de '!'asittitlad 1' fo, tuttto'
gue muchas veces nos parezca que es otra realidad que ;;; ;;; i,lpo."ri, 'le í'abaju, ,lu
pasivirlail sería la restttnitla etr h
d¿ la alteritla¿l>> tSfSl i'¡"""t0 f'u'tn <le
llevamos con nosotros, algo que tenemos rnás que somos. 't
experiencia <lel cuelPo ProPio'
t
538 HÜMSRE Y MUNI]O A LA I.UZ DEL CREADOR
rtl lroMBRE, ENCUENTRo Det, MUNDo coN EL clrDADoR 539
I
de otras fbnnas de vida ¿excluye que sea creado por Dirx conocemos ya y la hemos hecho nuestra desde el capítu-
y anula por tanto su diferencia esencial con ellasi Acab¿r- lo III. Dios no obra como un fhctor más del eosmos. ño ..
mos de decir que, en la hipótesis de que el alma es fbrurir
un eslabón más, ni siquiera el primero, de la cadena de las
del cuerpo,la creación del alma ha de tener lugar precisa- causa§. Por eso no es perceptible en sí mismo. Dios actúa
mente ahí: en Ia materia animada y de ella. perJ
¿.e pucdc como fundamento real y transcendental del proceso evo-
seguir llamando a eso creación de Diosp
lutivo en su totalidad haciendo precisamentá que la crea-
*..?: Yo en el capítulo I quedó constancia de que en la
Biblia se considera creación divina no sólo lo que ,urg.
tura_desborde sus propios límites y genere algo superior a
sf misma, que dé d,e st,, dbía Zubiri,lo que nipued,e d,esile
de la nada, sino también la aparición, en el decüs<¡ deia sí. Esta novedad, inexplicable a parrir del mundo, delata
historia, de algo tan desproporcionada y raclicalmente Ia presencia actuante del Creador.
nuevo respecto a lo anterior, que sólo cabe atribuir a Dios. Es lo que sucede, en grado singular, en la aparición clel
Por eso efi esos momentos reaparecía el mismo verbo hombre: algo radicalmente nueyo? de otro oider, de ser,
<<bara>> que describió el origen absoluto del mundo.
§l ca- capaz de conocer a Dios, de ver el mundo como mundo y
pítulo Il.conclufa que Ia fbrmula «creación de la na«la>>, de volver sobre sí mismo y decidir de sí, está naciendo cle
además de apuntar a ese origen, afirmaba en positivo la los prehomfnidos o de otros hombres. En esa noveclad ra-
ausencia de todo condicionamiento o depenáencia por dical que constituye el hombre se echa de ver lo que es la
parte del Creador, es decir, su omnímoda fitertacl al cr^ear, creación y se echa de ver al Creaclor.
así como el hecho de que nada de cuan¿o existe queda 4. Sería así posible afirmar a una que el hombre cs
fuera de su actuación creadora. producto de la evolución y creación de Dios. Revisada en
J. Le corresponde a la teología pensar esas intuiciones su lenguaje dualista seguiría siendo válida la fórmula qrrc,
y decir en corrceptos cómo es esa ibrrna de creación que segírn Pío XII, transmite la fe irrenuncial¡le de la Igle.sia,
sucede sobre lo ya existente y
eue, aparte el hecho mismo <<las almas son creadas inmediatamente por Dios»l p..,,
de que exista el mundo, es la que tiine lugar en la totali- precisamente al replantearla unita.iamerue y aplicarla no
dad del espacio y del tiempo. Á elo veníañ los conceptos al alma, sino al hombre y verle a éste emerger de la e*,ol,,-
de «conservación» y «concurso>>. per<¡ arin no había eitra- ción ¿no estamos negando el adverbio «inmediatamento»i)
do en.las mentes el paradigma evolutivo y, sobre todo, no No habría por quér0. En cuanto interlocutor de l)ios srr
se aplicaba a la emergencia del hombre del torrente cle la
singularidad no deriva de nada que no sea Dios misrno
vida. que lo llama por su nombre. Aunque tal llamacla $uccrlr,
[s mérito de K. Rahner haber madurado y divulgado en la materia no proviene en absoluto de ella. Volverenrr,,
la fórmula ontológica de Ia actuación creadora de DiJ en sobre el tema.
el mundo y haberla aplicado a la creación del hombres. La

1' I¡tclttst¡ la
ternrin,logía ¡>a¡ral cs v¿ili<l¿ si ¡lor alnra .se e.ti,rrlc, <..rrr. rlr¡r
Irto§, lr,a qtre es crer<la clt ese nrofirelrto y
n P. Overha5e-K. Itahncr, El problema de la lton¿i,nfuacidz, Cristiancla<l (Ma" ¡;uarda Lrna relar:i<i. ts,.rr, i,rl r.r¡
esa li¡rma de materia de la <1ue pasa a ser fbr»ra.
drid i973). r" Cf:.J. L. Ruiz de Pefiit, l»ru.gan
ile Dios,ZSg.

rc_t.-
- 540 HOMBRE Y MUNDO A I,,A i.UZ DEL CRA,ADOR IiL HC)il,IBRE, ENCUENTITO DDt, lvlUNDO CON EL C&IIADOR 541

5. La afirmación de que en e$te momento cle la cvolrr En su único acto creaclor Dios no Pretende sólo crear,
ción tiene lugar una auténtica creación de Dios no i*¡rlir.,r sino darse a conocer y amar de manera más intensamentc
que ésta sdlo acaezca en el nacimiento absoluto de t«rrkr y personal a su creatura y atraerla hacia Sí' Por eso va ella
en el de cada hombre) o que el acto creador se reitc.,, ., imergiendo a niveles de mayor complejidad y conciencia'
proceda puntualmanente y a sahos. ya en el capítulo Ill Tambiétt de esto volveremos a hablar'
oíamos a Tomás decir que «la acción por Ia que Dios cla <;l 6. Nos aventuramos ahora a precisar más cómo ten-
ser es sin rnovimiento ni tiempo»rr. por eso-hablam's rl. dría lugar esa creación y cómo y por qué ese Plus de reali-
una <<creatio continua>>, La serie de novedacles más o rrrc- clad reclama a Dios. [chamos para ello mano de esquema§
nos radicales que constituye la historia del mundo, sólr, mentales que ya hemos empleado' Por eso bastará con
desde nuestro lado se espacia temporarmente. Del lado crc unas insinuaciones:
Dios no.constituye sino un único acto crearlor que mar¡_ a) El rasgo capital de la humanización es la llegada
tiene toda la realidad en religación transcendentaf a fl. nn perár,^l de Ia maietia y de la vida a Dios' De él derivarr,
óse sentido cada una de las realidades existentes, n<¡ sólo como dijimosr las otras proPiedades del hombre' Si eao c't
el alma humana, es creada por Dios. así resuita obvio que no puede lograrlo Ia materia por

Por eso rlo satisface la solución de quienes emplazan a sola. Tiene que ser Dios mismo, con el don de su pro¡'i"
Dios sólo al comienzo, en una «creatii ex nihilo>i tempo- aproximación, con la gracia de.su autorrevelación, cl t¡"'
ralmente localizable, y piensan que entonces clotó al mun- o.igit * ese reconocimiento de El por la creatura'
"n¡
do recién salido de sus manos de un dinamismo capaz de S" dijo ya cómo la Palabra Producía | €§tructuralr:r
producir por sí solo las sucesivas fases de la evolución y verbalmentá .i muttdo. Se cornprenderá así que si Dios s'
que sólo de esta rnanera delegada sigue siendo Creador. dirige personalmente a ese animal, si Io llama e inter¡rt'l;r
No es asÍ. Cada realidad está broranáo de la naturaleza y por"su'nombre, 1o translbrme en in¿er-locutor, lo cttal srr
de Dios. Otra cosa es que e$a presencia se delate singular- pone q,re su animalidad se condensa en un yo re-sportsrr
mente en algunos momentoslr. La creación del homñre es Ll*, que emerge de su mundo instintivo a l:¡
uno de ellos. Thl vez el único en la historia del cosmosrÍ,. "o.t-."iente,
escucha de esa voz. En eso consistiría su creaciórl r:otn,,
Pero en él se hace paten¿e que toda la creación es emer_ hombre, de una manera análoga a la que tiene lugar antt'
gencia incesante de novedad en camino hacia el hombre. nuestros ojos cuando el niño, al ser interpelado por srrri
paclres y p-or la sociedad, despierta a la conciencia rlt: sí 1'
I| ,§. fá. I,q. 104,a. I , ad 4. u lu .atpot tabilidad, o cuando el con-verso, perdido
lrast;r
'' Asícomo los-nrilagros actr¡alizan tle-manera especiar y asfrracen rnrs
te.el gtarr rnilagro dc qrre exista realidad y seipositira y lilial, rd.urno
¡raten- entoncás en las cosas, se recupera para Dios y para si t'rr
dijo en el ca¡>. III.
ru
virtud de una llamada que percibe. Pero es necesari" ¡'rr
r'l rJormr¡lo así
¡>ara no exclt¡ir <lel t.<r«r el nacimient<l <re la vicla q,e, segúrn a! cisar más ese momento.
gt.¡Io§, e$ un inclicir¡ elarr¡ de <¡ue Dios itn<la
¡ror allf, co¡r6 tamlriéu j"gír¡ c) Aquella automanif'estación de Dios no cs l)r('.s()
otro§r er cl surgir,iento de catra eshucar¡ra nuura no explieatrle n purtii'..rc
sts ingro<lientes ni dc la strm¡t de ellos. por otro la{.lo, rf hulrlur..le'cusu,ris, iclentificárla con la revelación bíblica. Puede tctrcr Irr11;rr ;r
<fqio de lado la patencia de Dios <¡rre los creyenres clescul¡ren
e¡ ra histoda través de aquel descorrimiento del horizonte ilirtritl|rlt,,l,'l
cle la salvació¡r ¡ soLre todo, en Cristo. ser, que acontece en el encuentro con los sercs, y t¡rrr 'l'
] s42 i{OMBRli Y MUNDO A LA i"UZ D§L CITEAD()I( EL HOMIIRE, ENCUENTITO DEI' lvIUNDo CQN El' CREADOR ll4li

lugar al nacimiento del hombre porque s8 [r.a(lr¡r.c ...r , t do dan lugar a que el cigoto, el embrión, el feto concluyan
conocimiento de los objetos finitos, crr l,r , ,,r,,,, rr, ,,.téLtico yo humano, en alguien que reclama ser tra-
guiente in-diferencia frente a"r, "l.rantó
ellos yt con ello, en l.r ,,r,,, ,
"n
tado como 1o qúe es) como «imagen de Dios»' Aungue
no
gencia de la libertad y en la vuelta al yo. Bn eso lr;rr t,rr¡r,,o iu".u pouiUe áeterrninar con precisión absoluta cuándo
consistir, en el capÍtulo iV,la <<creatio a patre>>. ,*pitru Ia «animación del feto>>, su futuro, indrrdablemente
,Tií d) Ni hace falta tampoco separar esa interpela<:ií¡rr ,l,l hr*urro, obliga a considerar humano su comienzo y a res-
absoluto de la de los otros «tús» huma,ros. Nn,l l.r,l,, oetarlo como'ial. Por otro lado esa paternidad no concluye
de ellos, sino en su tratol en sus llamaclas, en la '.or, .l nacimiento. Cultural y moralmente el niño sigue na-
¡rr:rr.¡,
ción de-l otro y de su sobrecogedora alteridacl, va tcni,,r,,l,, cienclo de oros, de sus padres y de toda la humanidacl'
lugar el reeonocimierrto del Tú inerucribre, iÁsoborrr,,r,r., De ese nacer de otros hombres, de ese brotar de otras
siempre mayor, que nos crea al llamarnos ,ih¡o, y nos irr corporeiclades y libertades, se entreteje aquella corporati-
vita a llamarle «Padre». Ahí, en ese m¿d,io h"*u"o
f, rrrrry lriaa.l que es la trama cle la histc¡ria de la gracia-, del peca-
e, particular, en el encuentro con la alteridacr .adicáÍr,r,,,,' ¿" y ai la redención, y asimismo el soporte del manda-
te interpelante.deJesús respecto a nosotros y en su miento del am<¡r.
ilrvilrr
ción a inyocar como él a Dios como <,J.bba», percibíanr,r, g) Este modo de entender el nacimiento de lo humatrr¡
la <<creat,io per Filiunt>> (cap.IV). .r Ií pro.*so evolutivo del cosmos y de la historia confb'
quc
_ e) Por tanto en mitad de la naruraleza y cle la historia, riría nueva verdad al aclverbio «inmediatamente» con
hundiendo en ellas sus raíceso naciendo dá eilas, ., .oru., Pío XII matizaba la creación del alma por Dios' Si
lo quc
surge el yo humano irreductible a Ia materia y , l^ hirur_ constituye la creación e§ una autocomunicación de Dios'
ria, i,terlocutor del Absoluto y ansioso de infinitud y ésta no iiene lugrr mediatarnenteo a través de las
creattlras
eternidad. Así es como podríamos tal vez pensar qlue, er¡ como térmirro J. un proceso deductivo, del que Por otra
en
el proceso de la evolución, es creada el alÁa fr"**u pn. parte el recién nacido es incapaz, sino inmediatamente'
Dios. Y también su cuerpo, porque toda la animalidad an- .,runro que Dios §e da a y en mismo,
sí si bien de momen-
terior pasa simultáneamente a ser expresión, corp<lreidacl to sólo como el horizonie de ser, de verclad y de bien en
de ese nuevo centro; sólo entoncu, .r. cuerpo einpieza
a que se mueve y vive cuanto el nuevo hombre encuentra'
ser auténticamente humano. Así surge el hombreintero ói"rto qrr" .*u inmediatez sólo alcanzará su plenilud
euando ese horizonte vibre personalmente como Tú
sin ruptura con la historia animal anñrior, pero al mismo y
tiernpo con una diferencia esencial, cor, ,_rn *alto a i<l per_ convoque al diálogo al tü humano'
sonal, a la libertad, a la transcendencia... Noveclad
siien- h) Si remitimJs a la historia, y en concreto a sus albo-
ciosao pero que cada rnomento que pasa hará
más clara y ,"r, .ru descripción sintdtica de lo que es el nacitniento
consiste nte. del espíritu y el nacimiento de Dios en él,la teología 1su-
f') algo parecido se puede afirmar de la aparición de
.Y mi.á áe buen grado la complejidad, vaivenes y oscuricla-
cada individuo humano como resultado ,le .,na g.n.ro- que
des que las ciJncias detectán en los largos perfodos
ción paterno-rnaterna, de una embriogénesis por tJq,r" tu urig.ran a la aparición del hombre, así como su presunciórt
herencia genética y su implantación ü u., *ádio adecua- *iodotOgi"u d. q.r" Dios no se echará de ver en él'
I
544 HoMrlRE y ñruNDo A LA LUz D§,L cnuADoR
Er. HoMBRD, ENCUEN"TRo DEL MUND0 coN EL oiEADoR 545

4. La cREActóN coMo sTNERGTA »n Dlos y [,L MUNtx )


que acaba con el caos creatural y crea diferencias
Jafuí>>
"que
luego unifica, al Aliento de todo cuanto respira y tle-
1. En Io que antecede hemos intentado sobre torll
cae, al Impulso de toda novedad, a[ que se debe tocto na-
percibir creación donde el científico sólo capia evoluciri..
cer y) en concreto? el de Ia esperanza, el del futuro, el clel
Pero-habría que invertir también el proceso-y afirmar <¡rrr
Mesías, el del nuevo ser en Cristo...; Aquél al que la lgle-
donde el creyente reconoce creación él mismo ha cJc v.,,
sia confiesa como «Señor y Dador de vida». En eso diji-
también evolución. Y no sólo_a más n<¡ poder, sino en vi¡-
mos crrnsistíala, <<creatio in Sfiritu>>.
tud de s, idea de creación. Ésta consiste en clar no sór,
ser y vidao sino además participación en la proclucció¡r rlt:
ellos. A parrir del capítulo III hemos comprobado quc
5. EL HoMBRE, cAMINo DEL MUND0 A DIos
Dios crea incitando a sus creaturas a crear fl. f, to
que expresaba el concepto de concurso. pero"or, sólo una vi-
sión del mundo como un proceso evolutivo que incluye al
l. Como en el capítulo anterinr, y elevando este episo-
clio a suceso globat de la creación, queda por ver si, consi-
hombre.mismo, permite apreciar el grado inimaginado de
derado como <<espíritu emergente», el hombre no resulta
creatividad del cosmos y de la rnarerla, y las cotás inaucli-
ser? esta vez descle abajo, <<ascenderrtemente»' e[ encuentro
tas de generosidad y grandeza que corresponclen al Crea-
viviente del mundo con Dios. Si así fuera, el sentido pro-
dor..Habríl qy. exrender al cásmos lo que dijimos del
fundo de la evolución consistiría en que el cosmos entero
homl¡re: Dios lo crea creador (cap. X). El mismo hombre
remonte su curso hasta el Creador, su fuente, y le salga al
que <<creará» el mundo es <<creado>r por el mundo. y «¡clo
paso alll mismo donde Ét se abajaba hacia el mundo.
ello revela al mismo tiernpo la iniudita generosidacl y
grandeza del Creador.
2. §s vertlad que, aun sin recurrir a la evolución, la fe
y Ia teología medieval habían concluido, como vimos, que
2. De Ést. se ha hablaclo con frecuencia como de urr en el cuerpo y alma del hombre se daban cita respectiva-
Horizonte que se descorre e interpela. Ello podrÍa sugerir
mente el mundo material y el espiritual, y que el Vatica-
un Creador exterior al mundo, por encima ó * hao ¿'e ¿1.
no II afirmaba expresamente que «por su condición cor-
Pero el concepto de concurso, apoyánclose en experien_
poral el hombre resume en sí los elementos del mundo
cias de gracia divina y cle honda humanidad, habíaba de
material para que, por su medio, alcancen §u meta y alcen
un Dios <<más íntimo a la realidad creada que ella misma>>,
su voz en forma de libre alabanza a su Creador»ra.
que no regalaba el crecimiento a la creatura, sino que que_
Sin embargo' en un esquema evolutivo todo ello ad-
ría que ella se lo diese a sí misma; eso es crecer. óio., u*_
quiere un relieve especial. El barro bÍblico, sin dejar de
tuando como causa primerao crea el autodespliegue y auto_
ser una parte del mundo, lo resume ahora por entero y el
trascendencia de las creaturas. Sólo esto p..rrñt.
ionde- soplo divino alienta hacia el hombre toda la historia del
rar a la vez a las creaturas y a Dios en ellas, ser fieles a una
cosmos y la transforma en referencia al Creador.
a Dios y al mundo.

. .3.. §l resultará ya difícil reconocer en esa profunda ac*


tividad de fondo, sólo perceptible en srrs efecios, al <<ruah ¡'r GS 14.
a 546 HOMIJRE Y MUNüO A LA LUZ DEI" CRE¡\DOn DI. HOMBRE, ENCUINTRO DEI,, MUNI)O CQN TL CR[,^DOR 547

3. Contra este antropocentrismo evolutivo, quc


l,ilrrr r 6. ¿PruNctrlo ANTRÓPICo?
reverdecer una visión precopernicana o simplemeni" ,,,,,
derna (Descartes, Kant), se alza, sin embargo, lo qrrc
¡,rr
1. La cosmología científica de nuestro siglo re-conoce
cisamente la evolución a escala cósmicat.r",rbr,, y 1,, que todas y cada una de las vicisitudes por las que ha atra-
ciencia da hoy por supuesto, a saber, que la mora<la rlrl vesado el cosmos desde el «bíg bang>>, así como su se-
hombre es sólo uno de los planetas de uno de los miles ,lo cuencia (expansión, enfriamiento, formación de átomos,
millones de astros de una de las miles de millones de gar;r, moléculas, falaxias, estrellas, planetas, atmósf'era de la tie-
xias que pueblan el universo. Hoy está aún más justifiixr,l,, rra, aparición de la vida) han sido necesarias para-que sur-
el estremecimiento del salmista: «Cuando coitempkr ,,1 gi"ueia vida humana. Este hecho, que no deja de llamar la
cielo.". ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él?>¡ itención, máxime teniendo en cuenta la altísima improba-
Sobrecogimiento que no le llevó a retirar su apuesta en fir_ bilidad de ese procesors., permite establecer Io que se lla-
vor de la primacía del hombre, sino que hizo üe eila el ot¡_ ma el «principio antrópico débil»r todo ha sucedido c¿n¿¿
je.to de- un pasmo aún mayor: «le hiciste casi un
dios..., lc ¡i el mundo esperase y Preparase al hombre.
diste el mando sobre Ias obras de rus manos» (Sal g). 2. Pero acto seguiáo se plantea ineludiblernente la
4. Esa conciencia humana de privilegie no se alímenta cuestión de si esa cóncatenación de suc€sos que da lugrrr'
a la aparición de la vida humana obedece a un proyect('
{)
sólo del pasmo teologal por esa piecrilección cler creador.
Se nutre también de la extraña capacidad humana de per- es resultado del puro azar' Esta segunda hipótesis, rnÍs
cibir aquella inmensidad y su prápia pequeñez y .le pre_ que una respuesta parece una renuncia a darla I ¡rna 9la;1
guntarse por el ser y sentido de ambas. dicación del pensamiento ya que éste nunca pod{ e}'ttlir
¿No abarcu ,rf
hombre-el universo y nose erige inevitabiemente enjuez "l y la cuestión nid..¡^, de percibir signos elocuentes de linrtli"
cenro de é1, recuperando onto-lógicarnente .l lrgo", dad intrlnseca en el proceso cósmico-biológico, y particrr-
".n'-
tral que geográficamente perdierai, Incluso ta ináludible Iarmente en eI humano que estamos diciendo forma partc
pregunta de si no habrá otras formas de materia y de vida de aqué116. Y no se clausura el tema diciendo QU€ cl"r trs.
las integra ya de alguna manera. consiste el error básico, en aplicar antropomórficamentc a
(:l
5. Pero además de estas consideraciones epistemológi_ aquél lo que sucede en éste. ¿Por qué no concluir, pcrl'
cas de permanente vigencia, el mismo proceso cósmico de Io que tiene lugar en el último estadio clc lu
la evolución con la enorrue dilatacién de tiempos y espa_ "ont.arioique
cios que introduce y que parece desbancar atio*bre'de r5 Véanse algtrnos testimonios al respecto enJ' L, Ruiz de la Peña, 'li:oloPt tl'
su posición ce,tral y exiliarle a un rincón insignificante la oaación r§al Terrae (Santan«ler 1 986), 24 1 -245.
del Iri «Bl estudio en a añrnral r:lt t:llo'r l,r
universo, vuelve a cuestionar ese desplazami-ento a trayés ¡>rofun<lida<] de los s¿res vivos nos llcva
existencia de ui, p.oyecto. Los biólogos ¡nolecnlares"' están tle a(
tl.r'1" ' t¡
de lo que se ha dado en llamar el «principio antrópico». un programa a desarrollar por carla or11;rttistrr'' r'r
afirnlar la cxistencia <le
viente, Es el propio genoma el que proporciona el ¡rrograrn;r
(lrr(, l!)(ltrrtrl.
a inonlet¡to, il *er uivt¡ desarrolla a lo largo de su ontogerria - F¡¡
<l ho"'u t"
pians, ese programa se hace consciente y l'lcg-a a-comprenderst:;r:if rtttrr""
un dlnaÁismo proyectivo...>r, I. Nirñez de Castro, [il¡'oslto tlr
Ititt ¡tt
"o*o
la ¿r'a dc la biología,§al Terrae (Santander I 096), 27'

i
548 I{OMI]RE Y MUNDO A LA LUE DEL CIT§,ADOR
I gL l'lOMtiRE' Er\CUI'NTRO DliL MUNDO CON IIL (lltl"Al)( 'l(
I' l' l

evekiórr, errel úItimó de sus logros, desvela por fin la [r'r sistir en que todo csto §e afirma sin recurrir exprc§¡ruc¡ttr
t*r*¡t*r+e*Iarc ¡ntH¡€iebaP En tal caso r',r a un esquema evolutivo.

@n0essóIo elresultado fát,ti«'o Y 6. La tcolagía ik la crcaciín razanty ratifica esc Ptrntr)


,Pro'C¿'§üffiilttivü sino su meta largamcntc de vista. Ascgura, como sabemo§, que Dios, al crear, anht:-
'1'ploüufi&x,§* esto [o gre se podría calificar de «prirr' i hcomu*icatt" p.trottrlmentelincluso en su intimrtfad in-
. pi*r*úpfo+É¡erlo>I7. tra[initaria. Sueña por t*nto ante todo con una creatura
ft, Wdno puede ser demostra(la) capaz de eonscerle y cle entrar en diálogo con El. L*quie-
ya cnüeinü §s".ptlc& Feme8"trir por'to&
el universo u¡ra r¿-asimismo consistentc, antónoma, librc clc dcjarsc amar'
que el hombre, tantopo$ srr 3o-
únicrdirc¿cién que desemboque inequívoca y fdrreamerr- ¿No equivale esto a dccir
te en el hombreo y menos aún concluir que es una inteli- ürcraliente dignidad iptelectual y moral, como por la
gencia transcendente, la que orienta esa evolución. Per«r prestancia de su libertad2r, es la lbrma de ser pretendida
teml¡,éco se puede demostrar su falsedad. Otra mirada al por la creación y hacia la que ella se encamina?
que e§e encuentr()
cornportamitntn humano suministrarfa más bien no pocas ¿Cabe, ni por un momento, pensar
razones en Dro de que es el (lo) otro el que nos hace cre- perional
-hombre,
entie Dios y el mundo, que tiene lugar en cl
sea puramente casual y coja por sorPresa, por :rrl
cer. queclalnos sin embargo emplazados ante una de esas
últimas errcrucijadas del pensamiento de las que resultan decirlo, al mismo Creador? ¿Sería eso un verdaderc' t"'
la especulación y la fe o la increencia. cuentro en el sentido personal,, profundo, de la palabra "
4. La fe cristiana en particular se inclina Por ese princi- sólo un acciclente fortuito? Al creyente en un Dios Clt"'
pio antrópicofuerte que viene a decir que la historia del uni- dor esto último no le entra en Ia cabeza, ni a nadie qrr''
piense que Dios pueda estar de por medio.
verso es en sÍ misma prehistoria humana. Sin que se le pueda '
presumir una mentalidad evolutiva,la Biblia reconoce que el 7. La evolución es, a los ojos de la fe, la forma elegitlrr
irombre corona las obras de la creaciórl y es el encargado de por Dios de llevar a cabo su designio de Creador, cle confi'
ponerles nolnbre, de'hacer con ellas las veces de Dios y ha- gurar creativamente el munclo cor¡ vistas a ese erlcuerltr()'
cer que cumplan su fin alabando al Creador (cap. XII). iste antropocentrismo tendencial de la evolución no si¡ini
5. [so ha movido al Vaticano II a afirmar que «Dios lo fica, sin embargo, ni requiere que todas las líneas cle éstl
creó todo por el hombre>>rS e incluso que éste es «la única converjan necesariamente en el hombre2!. El Creatlor es li
creatura que Dios quiso por sí misma»re. Esa es la razón bre y provoca liber¿ad (cap. XI). Y no sólo en su obra <;rt¡r¡-
por la que <<todo lo que iray en la tierra hay que ordenarlo bre, el hombre. En todo aquello que [e prececle y l)rcl)a'ir
al hombre, como su centro y cu[minación>>20. ]lay que in- se da en su medida aquel grado de indeterminaciórr rlt'l
que allí hablamos y que evolutivamente se traduce ert irrttt¡

'7 CL W. Pannenberg, "tiología...If,79-80. 2l §on los rirsgos qrre desttca GS l5'17.


t!' GS 39.
Ésta parecJserla razón de que A. Ganoczy nicgtre la necrrsi¡l:rrl 'l' '1"'
l' I
r$ GS 24. .lixpresión nccesita(la tle urrt interl>r'etac¡ón complctlleiltaria que " (J/'rirl''"'
teología <.lefiendan el princi¡;io an[óPico. Cf. W Beincrt (c'l'),
Iuego Irarcmos.
,0 ntga'nge I, Schoningh (Paderborn 1905)' 452'
cs i2.
550 HOMI}RE Y MUNOO ALAI,U1L DEL CREADOIT EL }"IOMI]IIE, IiNCIJEN"I)TO DEL MUNDO CÓN EL CREADOR 551

merables tanteos en toclas direcciones, en ensayos y ¡rurr entero, pregonan a Éu Hacedor (cap. XII), pero secreta-
errores? pero que lleva al resultado pretendido, el horrrl,r r. lnente anhelan y reclaman aquella elevación de ser y de
8. El «principio antrópico>> no exige tampnco quc l.orLr tono que se da en eI hombre cuando éste toma en sus ma-
aquello gue no alcanza el nivel humano de conciencria, li nosr en su corazón y en sus labios ese cosmo§) gue ya con-
bertad y kanscendencia haya de ser tenido por provisi,r densa en su corporeidad, y le hace glorificar personal-
nal o insignificante. Sería un Creador de miras estrer;lran, mente al Creador.
angustiado por su proyecto de hombre, el que actuase clc Por otra parte el hombre no es el individuo a solas,
ese modo. Por el contrario lo lleva a cabo haciendo que, rl sino la humanidad, y ésta no es ella misma del todo hasta
mismo tiempo,la infinita riqueza de su ser divino se rellc- el final de su historia. De ¿sú¿ hombre, vinculado al resto
je de incontables maneras, dando a cada cosa su lugar err cle las creaturas y a ia vez preeminente sobre ellas, herma-
el mundo y ponderando por separado su bondad y belle- no de todos los hombres y en camino, con aquéllas y con
za's. El que tengan en el hombre su razón más plena dc éstos, a la plenitud escatológica, es del que vale el «princi-
ser no significa que no la tengan también en y por sí rnis- pio antrópico».
ma§2a y no merezcan y exijan de él que las considere y Pero con todas estas salvedades, o mejor, cornplemen-
ame como taies. Es el encargado de ponerles nombre (Gn ¿os, es teológicamente correcto concebir y describir al
2,19), es decir de darles un ser propio y diferenciado. hombre como el encuentro de los dos momerttos, descen'
De hecho el hombre las necesita para ser él mismo. y dente y ascendente por los que Dios llega personalme¡rt«'
no sólo como su suelo nutricio. También su espíritu y su a toda la realidad creada y es acogido, amado y alabaclo
relación a Dios se alimentan de ellas. Siendo Ia meta y re- personalmente por toda ella y es así el Dios «tc¡do en
sumen del cosmos (micr«rcosmos), es también y ha de sa- todo» que pretendía ser al crear.
berse una de las realidades con las que confbrma el con-
junto de <<cielo y tiema» que Dios crea (Gn I,l;2,1.4),
pondera como muy bueno (1,31), bendice y hace enrar 7. y
¿ENcunNTRo A uN NUEVo MÁs Arro NTvELP
en el descanso del séptimo día (2,1-3)15.
Precisamente como representante de lil ante ellas ha de I. ¿Ha alcanzado en el hombre la evolución sur meta!)
imitar esa actitud del Creador. Cada creatura, y el mundo ¿Ha llegado en él la creación al límite o cabe un ntrevo y
más alto nivel de autocomunicacién del Creador por Lrn
lado y plenitud de realidad finita por otroP La fe cristiana
2r Gn I,10.12.18.21.25.
asl lo creer es el que resulta de la encarnación del Logos;
'I'r Así se completa Ia fórmt¡la dc CS 39. en ella acontecer en mitad de la creación,la misma autodi-
2' Es 1o que legitinia, al menos en parte, la insistencia
deJ. Moltrnann en hacer
no del hornbr.e, sino clel sáb¿clo la nlerá y consumación cle la creación, Dios ferenciación absoluta del Padre y absoluta autorreferencia
a'n b creaciín...,287-307,sin dejar (le reconocer que «conro Ia últi¡na crea, al Padre que constituyen al Hijo eterno y que son [a paut.a
tura antes del sábarlo, el hombre erlcar¡ra en sí a toclas lfts restaflres crcatu-
de toda creatura. Por eso el cristianisnro en su lectura clcl
ras)) y que «representa ante Dios a toda.r las creatura.s re§tarrte§» (20J). tam^
bié¡l r¡osotros scguimos nranrcniendo que el fin úrltimo tle la creación, que universo va más allá del principio antrópico y afirrna r¡tre
.al¡arca tambiérr al horrrbrc, es Ia gloria de Dios, Cristo es el verdadero fin y meta de la creación, Todo ha
a
552 I.IOMBIIE Y UNDQ A LA Lü2. DfiL CRDADOR
IiL HOMBRI. ENCIJET*1'RO DEL N{UNDO CON EL CREADOIt 553
tvf

sido creado no sólo por él sino «hacia él» (cap. I). fil
crr rl más inestable. PodrÍa iniciar un movimiento regresivo, de-
verdadero Omega de la evolución, como dile ia
táolc,gí,r,n. generativo. Eso sucedería si en su diferenciación clel resto
2. Con ello parece quedar rambién desbordada la'lii,
mula que presidía estor do, últimos capítulos | "*, t, superioridad sobre él olvidase su condición de
y;;r, i" ,;;,. es decir, su dependencia del Creador y su solida-
pretendíamos concluir. este Iibro y nu.*tru vísión "..ut.r.u,
¡51i,i,,,1 ridacl fraterna con los hornbres y con la naturaleza' Es l<i
de la creación. No es el hombr., ,irro Cristo,
el autt)*i,,,,, que ha sucedido (cap. VIII)' Necesita por ello que al-
total2 definitiro encuenlro d,e Dios y el mund.o, Lo
aclcla¡r guien, el hombre por antonornasiar le reoriente y le enseñe
tarnos con esas mismas palabras al principio
del capftrr.
lo XIV, haciendo constar que es eso lo que la fe afi.ruu
á. ,r.,*uo a conjugar señorío y solidaridad. Sólo así recu-
perará su condición de meta de la evolución; sólo así to-
con insistencia y lo que constituye la .*"rr"i*
misma cle Ia mará ulteriormente parte en la eterna glorificación mutl¡a
encarnación y de la unión hipostática. En é1,
asumida po. del Padre y del Hijo'
é1, es como toda la creación liega a Dios
y su ud.nt., l, El homhre apunta por encima de sí a Cristo como r:c-
vida trinitaria. "i dentor y cot sr.mador de la humanidad' Pero al mismo
3.
, Sin embargo, y como allí misrno apuntamos y el
tiempo iecibe de él el refrendo de su condici6n de córotr;r
cristológico afirmao esa asunción dlel munclo á lo
{:q*u de li creación y lazo viviente de ella con el Creador'
divino.no deja a la espalda la realidad humana. por
el con- 5. Antes de concluir el capltulo y el libro quisiér;rrrr"''
trario la retiene y consolicla?7, y es en virtud cle
ella como retomar la pregunta que durante un tiempo se consitlt'r¡'
el Logos se hace mundo y hnc* cc¡n el mundo. S. p,r.a.
"e decisiva al tratir de la evolución: ¿encaja ésta en el es<1rr<'
por ello seguir mantenienclo
eye, aunque abierto ,i.*1p.. , ma creatural o lo hace saltarP A lo largo de estas págin;''
su consumación cristológica, el hombie es la
meta .l.l^"or- ha ido tomando cuerPo (asÍ lo esperamos) una terceril [)()
mos, su último logro y su quintaesencia. En
ese sentido la sibilidadr ¿no contribuye positivamente Ia evolución a trrr¡r
encarnación, al mismo tiempo que lo rebasa,
- "i comprensión más alta del grarrde y único suceso quc csl;'r
principio antrópico. Es su sanción definitivazd. "on*ug.o
tenienclo lugar, y es Ia creación?
4. Si.aigo Io cuestiona no es Cristo ni tampoco la evo-
.lución, Amplianáo esa pregunta a todo cuanto existe ¿rto t;;tl't
sino el hombre mismo. En é1, en efecto, uq"effu
canza su cota más alta, la de la libertad. pero
,i- ,fir*ai que, a la ltrz del Creador, tanto el hombre coru. ''l
tamlii¿n la mundo resultan reafirmadosraLavez que revelan Ltn ltrr('
vo grado cle ser y de valor? Dios' por su parte) (iI¡() (:r¡
x{r «La
crist'l.gía dent.o cre una c.rrcepción evoh¡tiva tror
nrrlo\ru maior>> al crear un mundo y un hombre tarl a«lrrri
Cwso lundan¿ett«l sabrc /a/o, Flereür (Ilarcelo¡r¿
muncro», K, Irarrncr,
rables y creativos' tan «a su imagen y semejanza»1)
.-
17 iot+¡, *t o-f+s.
D.5 ..102,577.
!8 «claro
<¡rre, a la lua de ra f'e en la e^carnrción, el hornbre
es cl fin de la crea"
cióu sólo porq\re en él *y mác exactarne nte en el lronrbre,fesfis
de Naan.
rot-*' sc rcalir¿ ra co,*rrión tle Ia creatur¿r co¡r
el creatior al'rrr,rnitbrtr,.s"
Flijo cte, I)ios cn figura hunrana..Sin ernbargo, "l
sigue er ¡ric c¡re, lrajo este
punto de vistr, toda Ia historia dcl.unirerso sc
con resllecto ir It lrpariciórr del hombre», W.
¡ícscnta c,nro
¡rrehistoria
paruienborg,nong.ir,.,,ii."-
ÍNprcn GENERAL

CoNrsNtDo 7

Srcl¿s v ArRw¡¡rtuR,qs ... I


PRrs¿Ntlc¡ó¡l 13

I: Una teologfa de la creación 15


II: Una historia de encuentros y derencuentros .'.--..'.......... 16
III: El carácter teológico del libro 2A
y 99
IV: Método «descendente>> <<ascenclente»
V: Urgencia de una teología de la creación 24

Capítulo I: Et, Dlos QUE DA vlDA A Los MUERTo§ Y LLAM¡\ l,A


o1

1. La creación en el Antiguo Testamento 28


1.1. Bl Génesis 28
a) Una cosmovisión original .. 34
b) El hornbre, imagen de Dios y oeñor cle la crea-
cton 35r

1.2. El Deutero-Isaías (entre la nada y el ser) JI


I.3. Los $almos (la creación hecha cántico) ...--'... ....-. 38
1.4. Los §abios tle Israel (el reto de la razón y del mal) .- 40
1.5. II Macabeos 7,28 (la creación en el crisol del mar-
tirio) 43
a) La creación por la palabra .,..... 44
b) Un hacer (áara) característico de Dios 45
2. La creación en el Nuevo Testamento 40
3. ¿Qué signiñca leer el mundo como creacióu? ."............ 52

Capítulo II: Cnno ÉN DIo§ Prl»ru, CRrnnoR (DE LA EXPERIEN-

cl,r s.rrvÍucA A LA coNtr'EsIóN nn nu) 5l-¡

1. De los primeros sÍmbolos al Niceno'Constantinopoli-


tano l-)6

2. La creación en los SS.PP. (primera inculturación de


lr rJ
la l'e)
3. Teología de la creación en el Medievo .. 6l¡

I
55b HOh{BRE Y i\,IUNDo ALAL.I¿.¿ DEI, CREADOR iNDIC[, C§NERAL 557

3.1. Corricnter teológiea*y cu¡¡ro pen&r dcbatcs ..., lr ', 4. Creación por cl Hijo («Creatio per Filiutn>»)' <<Creo en
2" L.e c¡reci¡h en- lo+ma¿ilicutndi*¡*cr .....-........,
3. lt) hecho»
Jerrrristo, su ÍIijo, per qaien todo fue b45
a. $rmi6n de I¿ fe y.Comili,o Y¿tie¡no I ....................,. /l' 4.1. Recordatorio bÍblico-eclcsial b45
5. ELCexi.üñ V¿ti#¡¡¡) U.y. s-* rri*nntredr¿ .*,............, /tl 4.2. Vectigioe del Hiio en la creaci6n Hri
6. Et§aeoruilio: cl reto &lr,1{rnÉdüi,Cs* ti I 5. Crc¡ción en el Espíritu l«Crcatitin Sftiritu»)' «Creo er¡
.! . L?.crcaeión, primer ¡rtículq &f,§¡edo. cristiano 8:l el §splritu Santo, Scñor y daelor de vida» .......'...'.'...'., I5I
5.1. Recordatorio bfblico-eclesial 151
Ca#rdsI¡t Pau quE Dros snnl,o»o EN Topo (uNA cRri^- 5.2. Vestigios clel Espíritu en la creación 152
C§N Ae¡§llFrr} ..,.............. I57
fl !) 6, Consecuenciao para el vivir y el teologar
l. Creación abierta a lo nuevo de sí misma 9l
l.l. Crtáción y consewaci6n: <<Crcafio continua» ,.,".,. 9l Capltulo V¡ Ln sIN-t¿zÓN DB LA CR§'ACIÓN: LA cItA'I'ulDAD .... 161
l.?. ¿Tuvo comienzo el mtmdo? üna <<quaestio
tala>> .,.....,.......,
d,i.spu.
l. El núcleo del problema: unir sin confundir, dfutinguir
9ó §ln separar I ii4
1.3, Creación abierta a la intervención de las crearuras: l(i/
2, Naturaleza y gracia: una <<r5uacstio disputata»
<<Crcutio ttovú,»> .,... -. l0l 3. Un nuevo enfoque con catesorías pefsonale$ t'/ 'l
1.4. Creaci6rr abierta y rnilagros 104 l'/
2. Creación abierta a lo otro de sí misma: a la salvacién ....
4. Dimensioues p(rblicas cle la gracia t\
106 I i'¡
2.1. La unidacl originaria cle creación y salvación ........
4.1. La gracia eu la historia
i07 4.2. La gracia en la vicla social .......... lril
2.2. Una unidad dif'erenciada 109 llil
3. 4.3. Construcción del rnunclo y gracia
¿Creaciórr abierta a otros mu¡rdos? .. tll 5. Todo es gracia t fi,l
4. En terrsiótr entrs el origen y el futuro 115 Iti/
6. La gratuidad como ht¡manisrno fundamental
7. La gratuidad, clave cle comprensión dcl cosmos ..........' I 8!i
Capítulo IV &, nNlcuA DIL MUNDo y EL MrsTn:nro DE D¡os ... ltI 8. Apéndice I: Pos¡nodernidady gratuidad l f)0
1. La Triniclacl es el rrasfonclo cle Ia creación (Una tesie, su 9. Apéndice Ilr Vaivenes en la percepción de la gracia .... I !)ll
problemática y su legitimiclacl) 121
2. De Ia creación a Ia Trini<lad: Ca¡nino de ida 128 Capítulo VI: CnsA.Dos P^RA L^ FELICIDAI) 1q',/
2.1. La experiencia deJesírs iTlli t29
1, Sugerencias y preguntas '...........'." l9'/
2.2. La experiencia de la Iglesia ........ t30
3. Creación del Padre («Creatia a Patrc>>), «Creo en Dios 2, Bl paralso terrenal, slmbolo de la felicidad .......'.---....,.. 2(t'-l
Padre, Creador de cielo j, tierra» 132 2.1. trl paraíso terrenal en Ia historia cle Israel 20:l
3.i. Recordatorio bíblico.dogmático . 132 2.2. El paraíso terrenal en el Nuevo 'lestamento ........- 2(l /
3.2. Vestigios clel Paclre en la creacién 3, Inmortalidad paradisíaca y muerte histórica ')t').
133
a) Los rasgos peculiares del Padre 133 3.1. La muerte del creyente 2 lli
b) ¿Dónde se vislumbra al Padre en la creación? . 136 3.2. La relación entre mtterte y pecado 2t,l
c) ¿Se manifiesta también co¡no «Creador»? ....... 141 4. Integridad paradisíaca y cles-concierto de los deseos .... ').1 /

d) ¿Q"é fbrma de humanidacl rnanifiesra más al 4.1. Debate teológico-eclesial en torno al deseo 2 I l)
PadreP 144 4.2. La dimensidn social de la concupiscencia ..,......'.. '.1'll'
e) ¿Y la natmaleza? ..... 144 5. Esbozo de urta teología de la {bliciclad ,','.).
i
r
558 I.IOIVIBRE Y MUNDO AI,^LUZ DEL CREADO¡( íNorcr 0ENERAL

6. ¿Felicidad también en la naruralezaP ,-,


l I c) ¿Contraposición del Creador y cl S,rlv'" 1"'
7, El rrasfondo trinitario de Ia felicidad ,',ll d) Presupuestos agustinianos más discrrtrl'1"' lll

e) Primeras decisiones eclesiales ;

Capítuio VII: ¿Dn DóNDE pRovr[NE [L MAL DD r,A cR[ACtóNr) .. :t r,l f) Repliegue y fragmentación de la lterenci' "¡'," '

trnrana ,. ll l(,
1. Diversas clases de mal ................ :l l0 g) Lutero revive a AgustÍn J lt{
2. El mal err el horizonte del Creaclor .......,......... ,.'..11
2.3. La definición del Concilio Trento
cle 3l f)
3. §ilosofia y mal. Contra Dios y a favor de Dios ?..ttt 2.4. Teología reciente del pecado original 323
4. La Biblia y el origen del mal ',1.!
2.5. f,l pecado original en el Vaticano II .........."""""' s27
5. Filosofia cristiana y problema del mal ').!t"
'',t.

3 Bl pecado original a la sombra de la gracia original """' 330


6. El mal en la filosofia poscristiana ?!!)
7" ¿Una explicacidn científicaP 2(it. Capftulo IX: L¡r cLoRIA DE DIos Y HL t§PLENDoir DE 1-A CliliA-
B. Bn el atrio del misterio ......... 26J CIÓN
))/
9. Ante el Dios Padre Creaclor 26ti l. La gloria en la teolog'ía de la creaciórl ..'.."""""""""" 340
9.1. La re$puesta del Dios Creador 2b7
2. ÉIiJoria cle una <lefinici¿n que hoy parece desfasada "' 343
9.2. La re$puesta del Dios Padre al1.t
34!)
3. Lirnitaciones cle la definición conciliar
9.3. La írltima palabra del Padre Creador 277 La nueva perspectiva clel Vaticano II -. lr,l
i
4. .

5. La intención concreta de Dios al crear («tr\nis )peran-


dris»)
J55
Capítulo VIII: E¡" ATENTADo coNTRA LA cREacróN: EL pE-
6, §l hombre, cantor de la gloria "!"""r'¡r"1 .35f )

CADO 281 :]0:J


7. El cosmosi pregón de Dios
36,3
l. El pecado original como pecado radical (el pecado que 8. La gloria de Dios Y el arte
9. Bl rnurrdo , <<aestigium 'frinitatit>> . 370
surge del fondo dc cada uno) .... 287
.)/.)
1.1 . ¿Pecado o sólo fiuituclP
goq 10. La compleja historia del esplendor
374
i.2. No sólo firritud, sino culpabilidad 294 11. Pautas para una teología de la belleza
1.3. Relación del pecado con el mal del rnundo 295
Capltulo X: Cnn¡r¡os v cR§APoR[§. Ctn,rnoREs Y cREATURAI 377
1.4, Rafces de ese pecado 296
1.5. La creaturidacl y Ia gracia, más originales que el l. La secularización forma parte de la experiencia de fe "" 379
pecado 2. La recepción vacilante y arnbigua cle esa verdad 38r
298
2. El pecado original como pecado de la hunanidad (el pe- 3. EI punto de vista del Vaticano If ."'............. 382
cado que anida en Ia trama de Ia historia) .................... 4. La autonomía de lo creado 383
30r
2.1. Teologla l¡lblica del pecado original jOg 5. La sincrgia clel Creador y Ia creatura ....""':' 386
a) Gn 2,17-3,24 ...........".;...".....,.".. 30S 5"1. El mundo abierto y el Dios interior a él 386
b) Rom 5,l2ss ......... 906 5,2. EI hombre, creador creado 388
2.2" La lar6a y tensa historia de un dogma 5.3. Verilicación orrtológico-existencial 390
309
a) Dos modos de entender la gracia y el «pecaclo 6. Creatividad humana y crisis ecológica 394
original» jOg 7. Creatividad de la naturaleua ,. 397
b) Er naturalismo pelagiano y la reacción de Agus- 8. ¿Muerte de Dios? 400
4A4
tírr 310 9. Epílogo sobre las rclaciones entre {iencia, filosofía y fe .

),
,,t,
560 y MUNDo ALAttJz DEL CREADoR iNorcR cENIn,\r. ]
Horvf BRÉ

,,{)
Capltulo XI: L,r LTBf,RTAD Es LA LEy DE t,A CRIACIóN ............ .l(¡,1 1.2. La antropolosía bíblica ......
1.3, Un proceso de inculturacién cle la fe ',ll
l. La libertacl: realidad límite 'l(lil 1.4. La clogmatizacióu de una fórmula filooófica ....... t,l,
2. Dios crea €n libertad ,ltt 1.5. «El hombre es uno eu cuerpo y alma>> (GS 14) .. l,'ll

3. Rasgos de la libertad del Creador ,t I l, .)


El hombre, camino de Dios al mundo
4. Dios crea libertad ,t lr, "ti
rrl'1,
J. AI lado del Primogénito es el hombre ese encuentro ...
5. La experiencia de la libeltad en el encuentro con Dios ,l l!t
6. La libertad hurnana arrre su propio horizonte y presu- Capfrulo XV¡ El HorvrrllrE, UNCUEN'l"fro Dut MUNDo coN RL
puesto§ 42!) CnE¡rooR l,ll
7. Atisbos de libertad en el cosmos 4io
8. La libertad en camiuo hacia sí rnisma ,....... ,[:J2. 1. Replanteamíento ascerrclente¡ evolución y creación .....,. l;r; r

o Engarce antropológico: la unidad esencial del hornbre .. l;. i.f

XII El J. Soporte teológicor la actividad incesante de Dios ,.,...... l)ll,'


Capítulo aspácro y EI,'ntiMpo Da LA crrriActóN ......... 4gs
4. La creación como sinergia de l)ios y el mundo l;,1 I

1. Breve hietori¿ de Ia idea de tiempo ..... 437 5. EI hombre, camino clel mundo a Dios li,lt,
2. Feno¡nen<¡logía del tiern¡ro vivido 447 6. ¿Principio anuópicoP J,,l .

3. TeologÍa cristiana del tiempo 449


.1
¿Encuentro a un nuevo y más alto uivclP ..................
4. El tiernpo del munclo y Ia ficleliclad de Dios 451
5. fil espacio y Ia creación 453 l¡¡olcE cENEItAt.
5.1. EI e*pacio y Dios 459
5.2. El espacio y el hombre 461
5.3. Espacio-tiempo y creación 462

Capltulo XIII: L¡r RELACTóN E.s LA TTIAMA DE LA CREACTóN .... 46F


1. ¿Se puede incluir a Dios en la tra¡na de Ia creaciónP ..... 466
2. ¿No hace crisi¡ Ia relación en el individuo ht¡mano? ...... 469
3. Crear ee relacionarse l)ios c<¡rr el mundo 476
4. El homl:re es un suceso relacional 4Tg
5. ffi concepto cle persona
6. Modalidader y grados de la telación interhumana ........ 4Bg
482
I
7. La sexualidad en clave de creación 493
8. De la intersubjetividad humana a la relación a Dios ...... 494
9. La intercleperrdencia del cosrnos en relación al ho¡nbre
y a Dios .........,.......... 4gZ ,)

Capítulo XIV: Er. I roñrrlrrr, ENC(,EN.I'Ro »al Ctri¡oolr coN lir.


r\'lUNDO ... 501
i. El hr:rnbre corno cspír'itu errcarnaclo 504
I.1. Aproxin'raci<in histórica S04

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