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FUNDACIÓN UNIVERSITARIA SAN ALFONSO

LICENCIATURA EN TEOLOGÍA
PROFUNDIZACIÓN II - PASTORAL
PROFESOR: JAIME IVÁN SÁNCHEZ
ALUMNO: DIEGO R. SOLER SALAMANCA.
FECHA: 27 DE MAYO DE 2020

El Documento de Aparecida en clave de pastoral

El documento conclusivo de Aparecida, es la hoja de ruta planteada por la CELAM, para la


Iglesia latinoamericana emprenda el camino de la nueva evangelización, un camino que ha sido
preparado desde el Concilio Vaticano II y que, debe ser tomado por todos los agentes de pastoral
de la Iglesia local, cabe anotar que este documento reaviva ese fuego misionero que debe tener la
Iglesia en nuestro continente.

Tenemos como punto de partida a una Iglesia que, en el transcurso del tiempo, ha perdido
su tradición e identidad propias, cosa que se subsana con el mismo documento y que, con este
nuevo soplo del Espíritu Santo, recupera aquello que había perdido, incorporado fuerzas para
seguir al servicio del Reino de Dios en la región. El documento nos plantea una hoja de ruta
sencilla de seguir: Superar desconfianzas, confusiones, miedos que no llevan a ninguna parte y,
formar a las personas y comunidades dispuestas a la misión. Hay que tener especial atención en
que los textos y las teologías no cambian la iglesia, la iglesia cambia cuando hay personas
dispuestas a reconstruir estructuras y ministerios, cuando las mismas crean nuevos espacios,
nuevos modelos de Iglesia, donde se plantean nuevas formas de hacer misión.

Una de las premisas fundamentales que propone el documento conclusivo, es la misión


que tiene todo fiel a transmitir la buena nueva, la cual debe ser transmitida con alegría en todos y
cada uno de los espacios y momentos de nuestras vida, rescatando así la dignidad humana,
recuperando la esperanza y el amor, pero en especial, poniéndonos en sintonía con todo aquello
que nos rodea, por ello planean que es menester de la iglesia local suramericana que se potencie
la formación de los fieles, que el encuentro kerigmático de los mismos sea lo suficientemente
potente para que, ellos se motiven de tal forma que así como ellos experimentaron el amor de
Dios, puedan comunicar y replicar su experiencia con otras personas. Esta inquietud quedó
manifestada totalmente en el lema de la Misión Continental “Discípulos misioneros de
Jesucristo para que nuestros pueblos en El tengan vida.”, iniciativa impulsada por Aparecida y
que tiene la finalidad la de “poner en estado permanente de misión” (DA 551). Esta misión tiene
como fin la de convertir cada comunidad cristiana en centros de irradiación de la vida en Cristo.

También es un documento de denuncia: en Latinoamérica hay falencias en o que se


refiere a la salud, la educación, cubrimiento de servicios públicos, vivienda, generando así una
calidad de vida ineficiente. Muchos de los problemas sociales de nuestro continente quedan
reflejados en el documento de Aparecida, donde la Iglesia tiene algo que decir, pero más que
todo, plantea darles un manejo pastoral ya que, no es igual ser pastor en un lugar de altos
ingresos por persona que en un lugar pobre y deprimido. La pastoralidad planteada por
Aparecida plantea un ajustarse al entorno pastoral que corresponda, enalteciendo a la persona y
dándole el mensaje de salvación que Jesucristo nos ofrece.

En los diversos escenarios pastorales que el Documento de Aparecida menciona y/o


plantea, cabe anotar que en todos ellos hay una serie de elementos que se den tener en cuenta
como fin de la pastoral la cual es un conjunto de acciones eclesiales que promueven a la
formación integral de sus miembros: ministros, laicos agentes de pastoral para fortalecer la
evangelización misionera desde la dimensión humana, comunitaria, espiritual, intelectual y
pastoral en la Iglesia universal, particular y local. Alrededor de esta premisa el documento de
Aparecida nos va relatando los desafíos que se tienen que afrontar, para continuar adelante con el
empeño de la nueva evangelización.

A grandes rasgos, toda pastoral debe ser social, además que la llamada pastoral social
debe también comprender las dimensiones profética y litúrgica, a lo que nos podemos preguntar
si ¿significa esto que ya no han de existir ámbitos pastorales especializados? Y si es así, ¿habría
que renunciar a la naturaleza carismática de la Iglesia, es decir, a su carácter de cuerpo en el que
cada miembro recibe un don para ejercer el servicio para el bien común? Preguntas e inquietudes
muy validas pero que el mismo documento de aparecida en su numeral 150, nos recuerda lo
siguiente:

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“a partir de Pentecostés, la Iglesia experimenta de inmediato fecundas irrupciones del
Espíritu, vitalidad divina que se expresa en diversos dones y carismas (cf. 1 Co 12, 1-11)
y variados oficios que edifican la Iglesia y sirven a la evangelización (cf. 1 Co 12, 28-
29). Por estos dones del Espíritu, la comunidad extiende el ministerio salvífico del Señor
hasta que Él de nuevo se manifieste al final de los tiempos (cf. 1 Co 1, 6-7)”.

El documento de Aparecida, en su numeral 162, nos brinda una importante clave


eclesiológica para comprender que la existencia de una diversidad de carismas no está reñida con
la unidad del cuerpo eclesial:

“La diversidad de carismas, ministerios y servicios, abre el horizonte para el ejercicio


cotidiano de la comunión, a través de la cual los dones del Espíritu son puestos a
disposición de los demás para que circule la caridad (cf. 1 Co 12, 4-12). Cada
bautizado, en efecto, es portador de dones que debe desarrollar en unidad y
complementariedad con los de los otros, a fin de formar el único Cuerpo de Cristo,
entregado para la vida del mundo. El reconocimiento práctico de la unidad orgánica y la
diversidad de funciones asegurará mayor vitalidad misionera y será signo e instrumento
de reconciliación y paz para nuestros pueblos. Cada comunidad está llamada a
descubrir e integrar los talentos escondidos y silenciosos que el Espíritu regala a los
fieles”

Es entonces que, una “profesionalización” de las labores pastorales es exigida por la


diversidad de carismas y por qué ello otorga la eficacia y eficiencia de los correspondientes
servicios. Sin embargo, es fundamental que se de en un marco de “comunión”, de “unidad
orgánica”, de integración. Al interior de esta diversidad, gracias a la unidad orgánica, “circula la
caridad”.

Caridad, que en aparecida se muestra como una opción preferencial por los pobres, y es
un tema fundamental en este documento, a cada misionero o pastoralista se le exige un
compromiso “en la defensa de vida y de los derechos de los más vulnerables y excluidos, y en el

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permanente acompañamiento en sus esfuerzos por ser sujetos de cambio y transformación de su
situación” (394).

A través del documento se afirma que toda pastoral debe ser “social”, y que esto no
significa que acabemos “haciendo todos de todo”. Se necesitan especialistas en catequética,
liturgia, misionología y tantas otras disciplinas que atañen a la animación pastoral, así como
labores pastorales especializadas, lo que toca también al ámbito de lo social.
Igualmente, se le sugiere a toda persona dispuesta a hacer misión que busque nuevos
espacios de misión en el mundo latinoamericano actual. Se debe intensificar la presencia
diocesana y parroquial en los “nuevos areópagos” del mundo de hoy, especialmente en el ámbito
de la cultura urbana, para así acercarnos a los que no conocen a Cristo, y poder atraer a quienes
se alejaron de la Iglesia y fortalecer y nutrir a los que siguen en la Iglesia, pero flaquean en su fe.

Hay que resaltar que aparecida da un paso más allá, respecto con el interés de acabar (o
minimizar) el clericalismo tan arraigado en la Iglesia latinoamericana, una muestra de ello es la
situación actual por la contingencia del COVID-19, en donde que a pesar que la Iglesia es el
lugar por excelencia para compartir y reunirnos en pos del sacrificio pascual, por la misma
contingencia mencionada, no podemos acudir a ella, por lo que la acción pastoral se ha
transformado para suplir las necesidades del pueblo de Dios en la situación presentada. Esta
intención manifestada por los asistentes a Aparecida, se ve contrastada con la resistencia al
cambio de muchos sacerdotes, que aun tienen una mentalidad cerrada y clericalista;
desencadenando de alguna forma la lentitud para impulsar procesos de formación profunda para
el laicado, persistencia y renuencia de algunos movimientos cerrados en sí mismos, la idea de
prevalencia de la institución sobre la persona, la falta de criterios para evangelizar el mundo
urbano, una sobrecarga de trabajo debida en buena parte a los pocos agentes de pastoral, la falta
de una mayor reflexión teológica y de una más profunda espiritualidad misionera, entre otras.

Pero así como hay estos aspectos negativos, hay una serie desafíos planteados por
aparecida, que son los siguientes: recrear y rediseñar la identidad de la cada iglesia particular a
partir de los nuevos contextos de evangelización y, dentro de ella, renovar la identidad del
Sacerdote, del Consagrado, del Laico; lograr establecer y conformar una profunda espiritualidad,

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que anime todo el proceso anteriormente mencionado; descubrir y atender eficazmente los
llamados "nuevos areópagos"; superar las visiones excluyentes, los enfrentamientos, celos y
demás disputas entre grupos eclesiales aún en la misma propuesta metodológica de misión; se
tiene que valorar, potenciar, apoyar y proyectar la misión de los laicos en el mundo; se deben
encontrar nuevos canales para la transmisión de la fe a las nuevas generaciones; hay que crear
y/o animar una adecuada pastoral presbiteral, con mecanismos eficaces para acompañar a los
presbíteros, especialmente en los primeros años; establecer procesos formativos más adecuados
en los seminarios y casas de formación, en clave discipular misionera; descubrir y vivir la
profunda interrelación entre comunión y misión.

Estos son a grandes rasgos los puntos que se resaltan del Documento de Aparecida, todos
orientados como una apuesta, la cual nos muestra la importancia de cambiar la manera de
evangelizar al pueblo latinoamericano y por la cual cada uno de los miembros de la iglesia debe
optar y actuar para hacer crecer aun mas la iglesia local.

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