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Eternos - Lighling Tucker
Eternos - Lighling Tucker
Lighling Tucker
Copyright © 2020 LIGHLING TUCKER
1ªedición Junio 2020.
ISBN
Fotos portada: Shutterstock.
Diseño de portada: Tania-Lighling Tucker.
Maquetación: Tania-Lighling Tucker.
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Días después…
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Días después…
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Él estaba ahí y Malorie, Nixon no había mentido. Respiró
agitadamente mientras trataba de pensar en algo mínimamente
claro. Durante meses había creído que había fallecido cuando
ella se escapó.
Craso error.
Su cuidadora seguía con vida, estaba demacrada y lejos de
la persona que recordaba, sin embargo, era ella.
—¡Oh, vaya! La hija pródiga está lista para volver a casa —
rio su padre.
Katariel negó con la cabeza.
—No pienso ir contigo a ninguna parte.
Él fingió decepción, no parecía importarle lo que tuviera
que decir porque ya tenía decidido cómo acabaría ese día.
Siempre actuaba de esa forma, elegía el cómo y el cuándo y
todos debían seguir su plan.
—¿No está Nixon contigo? ¡Menuda decepción! No tenía
madera de rey, un pobre perdedor por el que sus papaítos
pagaron muy bien.
El recuerdo de aquel hombre provocó que tuviera ganas de
llorar. No podía pensar con claridad después de lo que había
pasado, no era capaz de comprender lo que había ocurrido.
—Te alegrará saber que me disparó a la cabeza —explicó
tratando de parecer neutra.
Eso sí fue toda una sorpresa para su padre.
—Al final le echó cojones. Le dije que al menor indicio de
que parecías uno de ellos te matase. Sin embargo, entiendo que
tú tuviste un as en la manga con el que él no contaba, ¿verdad?
Asintió dándole la razón, no pensaba explicar lo que había
ocurrido para no darle la satisfacción.
Entonces su padre dejó de fijarse en ella para mirar a su
alrededor. Comprobó que algunos Nislavos los acompañaban,
seguro que imaginó que se trataban de rehenes, no obstante, no
supo que era porque se habían rendido.
Todos necesitaban paz.
—Tú eres Zachary, ¿verdad? Te reconozco, el fiero
guerrero. He visto tus poderes y son impresionantes —rio
Negan.
Él avanzó unos pasos hasta quedar delante, era el jefe del
ejército y debía estar en primera línea de fuego.
—Y tú el cobarde que reina en Nislava, no recuerdo haberte
visto nunca en el campo de batalla. Dejas que todos mueran
por ti —comentó con seriedad.
Negan nunca participaba en la guerra o, si lo hacía, no era
con los Draoids. Los años le habían hecho tenerles el debido
respeto y mantener las distancias. Conocía de lo que eran
capaces.
—Tú eres músculo y yo soy la inteligencia. Eso me ha
mantenido en mi trono tantos años, pero es algo que la plebe
no puede llegar a entender.
Respiró profundamente tratando de mantener el control, no
podía perderlo en un momento así. Malorie estaba con él y eso
solo significaba problemas, no quería poner su vida en peligro
cuando acababa de descubrir que seguía con vida.
—¿A qué has venido? —preguntó Katariel.
Negan miró a la doncella unos segundos.
—Quería una bonita reunión ante todos. ¿Ya te han contado
que Malorie fue la doncella de tu madre? La cuidó muy bien
como hizo contigo, pero no podía esperar nada menos que eso
de ella. Viene de una larga familia de doncellas reales.
Katariel solo quería que la soltase, que pudieran
reencontrarse de nuevo y ella pudiera estar con su gente.
Estaba convencida que tenía familia con la que le gustaría
abrazarse.
Malorie había ido a Nislava a cuidar de su madre, aunque
solo iban a ser unos meses hasta que el personal del nuevo
reino aprendiera bien lo que hacer. Al final acabó allí más de
treinta años.
—Os propongo un trato, os doy la doncella a cambio de mi
hija. ¿Qué os parece? —preguntó Negan.
Capítulo 47
***
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Aquel reino era mucho más bonito que cualquier cosa que
hubiera visto jamás. Vivían mimetizados en la naturaleza, sus
casas no dañaban árbol alguno, se retorcían con ellos hasta
conseguir figuras imposibles.
Las edificaciones subían y subían haciendo cosas
imposibles que la lógica humana no podía comprender. No
solo eso, todos ellos tenían muchas luces en las fachadas.
Era como si estuvieran en una fiesta, veía farolillos de
colores morados, azules y verdes por todos lados. Algunos
decoraban las casas, otros colgaban de las farolas, hasta
algunos parecían subir por las copas de los árboles.
Era algo digno de ver.
No pudo entretenerse mucho con las vistas, puesto que
también tenía que estar pendiente de caminar sin tropezar. No
la empujaron en ningún momento, aunque le metieron prisa un
par de veces.
Al final llegaron a una casa que bien podía parecer la de
cualquier otro. Ahí comprendió que la pomposidad solo era de
Negan, el resto de reyes eran humildes y no construían
castillos enormes con torres infinitas.
—Entra —le ordenaron cuando la gran puerta de roble se
abrió.
No tenía idea alguna de lo que encontraría en el interior, así
que se sorprendió cuando comprobó lo amplio que podía llegar
a ser. Casi parecía una ilusión óptica porque desde fuera las
casas parecían mucho más estrechas de lo que eran en
realidad.
Le fascinó ver que también había ciertas ramas que se
habían integrado en la arquitectura de la casa. La más
interesante fue la más grande, la que lo tapaba todo lo que
tenía debajo con sus enormes hojas, casi como si de una
pérgola se tratase.
Justó ahí la sentaron, aunque no en el suelo. Colocaron un
cojín muy mullido que agradeció cuando empujaron sus
hombros hacia abajo.
Alguien, no pudo ver quién, puso una taza de algo parecido
a café delante de sus piernas y otra ante el rey, el cual imitó su
postura sentado en el suelo completamente sereno.
—Bien, dice mucho de ti que hayas venido por propia
voluntad después de lo que mis hijos hicieron con tu cuerpo.
Las palabras del rey parecieron entrar en su mente
obligándola a recordar el horrible dolor que aquel hechizo
había hecho en ella. Los gritos seguían perforando sus oídos
muy a pesar que ya no abría la boca.
—Sí, no fue una buena forma de pedir una audiencia
conmigo.
El rey bebió un poco de su taza sin perderla de vista,
incluso, en un momento le indicó con la mirada que ella
también debía probarlo. Tratando de no ofender ninguna
tradición, tomó esa taza y dio un fuerte sorbo.
Quemaba, fue como si toda ella se derritiese, como si
aquella especie de licor estuviera hecho solo para abrasar.
Soltó la taza y tosió sin poder evitarlo, aquello era demasiado
fuerte como para soportarlo.
Muchos elfos rieron, solo uno se apiadó de ella y le tendió
un vaso de agua.
—Gracias —jadeó con las lágrimas en los ojos.
—Se me olvidó decirte que es demasiado fuerte para
humanos.
Katariel solo tuvo ganas de matar, aunque se contuvo por el
bien del resto de reinos.
—Yo soy Blair, señor de este reino desde mucho antes que
tu nacimiento en esta vida.
Sus palabras le indicaron que sabía a la perfección quién
era, no solo Katariel de Nislava, era conocedor de toda la
historia que había detrás de su persona y eso la impresionó.
—Sé de tiempos en el que los cinco reinos vivían en paz.
Había comercio entre ellos, turismo y se tomaban leyes en
conjunto. Quiero recuperar eso.
Blair no se inmutó. Siguió bebiendo aquella bebida de la
muerte mientras ella hacía una mueca de asco sin darse cuenta.
No tardó en corregirlo y hacer que su cabeza retomase la
conversación.
—Negan ha hecho mucho daño y con su muerte el resto de
los reinos podría vivir en paz. Los Nislavos están hartos de
derramar sangre, los Draoids también ansían la paz y, espero
no equivocarme, también vosotros.
Puede que se hubiera precipitado, no obstante, esas palabras
sí hicieron que él cambiase de parecer. Dejó la taza en el plato
que tenía delante de los pies y miró a su alrededor con
detenimiento.
—Muchos años hemos permanecido en paz con el resto de
especies hasta que llegó Negan. ¿Conoces la historia de tu
padre?
Se sonrojó ante la pregunta, no sabía nada de su vida
anterior antes de Layla y no era porque nunca hubiera
preguntado, es que nunca habían contestado.
—Hijo de reyes, de pequeño ya disfrutaba con el dolor.
Torturó a todo tipo de animales y compañeros de colegio. Se
aprovechó de su posición para tomar las mujeres que quiso.
Todo el que le llevó la contraria cayó bajo su ira, fue entonces
cuando puso la vista en Layla.
El nombre de su madre en los labios de aquel ser hizo que
toda ella se removiera. No supo el motivo exacto, pero lo hizo.
—Ella estaba enamorada de un joven Nislavo bien
posicionado. Algo que no fue suficiente para tu abuelo cuando
llegó la petición de mano del rey Negan. Eso significaba la
unificación de dos reinos y no pudo estar más contento. La
propia estupidez de los humanos le hizo caer en esa trampa y
atrapar con ambas manos la desgracia.
Katariel no pudo más que jadear mientras escuchaba la
historia, lo hacía de una forma que casi se sintió allí mismo
viendo las imágenes que él relataba. Fue tan real que tuvo que
beber un poco más de agua para mantener la compostura.
—¿A quién amaba mi madre? ¿Lo sabes? —preguntó
queriendo saber más.
Blair miró a su alrededor y, de pronto, la imagen de una
niña pequeña saltando de rama en rama apareció ante sus ojos.
Supo que no era real, aunque eso no le quitaba validez.
—Ella solía venir aquí a jugar con alguno de mis hijos, era
una niña muy feliz. Solo con su risa hizo arrodillarse a mucho
de mis elfos —contó relatando una historia.
De pronto la niña cambió hasta convertirse en una mujer
adulta. Katariel se descubrió a sí misma sonriendo viendo a su
madre inmensamente feliz. Parecía canturrear detrás de un
hombre al que abrazó por la espalda.
Él se giró y el vaso de agua que Kata llevaba en las manos
cayó al suelo mojándola por completo. Se levantó de un salto
rompiendo aquel tipo de imagen que Blair había creado.
—Lo siento mucho —se disculpó pasándose las manos por
los pantalones tratando de secarse.
Él no pareció enfadado, casi vio comprensión en sus ojos.
El corazón le iba a mil por hora y no era por el vaso
derramado. Una elfa le trajo una toalla que agradeció y con la
que empezó a secarse como pudo. Apenas atinaba a darse en la
ropa porque no paraba de repetir esa visión en su mente.
—¿Mi madre estaba enamorada de Cornelius Myara? —
preguntó con un hilo de voz tan bajito que supo que susurraba
como si fuera un pecado decirlo.
Blair asintió sin inmutarse.
—Tu padre le arrebató a su amigo la mujer a la que amaba.
Lo hizo casarse con Carisa y prometió a su hijo con la
princesa.
El estómago le gritó que no pensaba soportar el contenido
que tenía en su interior. Ella se agarró como pudo la barriga en
un intento de tratar de detener las arcadas, pero fue incapaz.
—¿El baño? —preguntó sin esperanzas.
Un elfo la guio a toda prisa, por suerte estaba muy cerca
porque no hubiera dado un paso más. Abrió la puerta con
violencia y no se fijó en lo impoluto que estaba o el olor a
nubes de azúcar que desprendía la estancia, solo se agachó y
dejó que su estómago se pusiera del revés vaciándose por
completo.
Contra más conocía a Negan peor era y más fuerte era su
maldad. Era mucho peor de lo que hubiera imaginado jamás.
Tiró de la cadena y fue al lavamanos para enjuagarse la
boca. Aprovechó también para refrescarse la cara y la nuca ya
que sintió que todo daba demasiadas vueltas.
Después, tambaleándose, regresó ante el rey Blair y su
gemelo. Sí, veía doble, aunque no le preocupó en un principio.
—¿Qué motivos tienes para entregar a tu padre? —
preguntó el rey.
Katariel, sin pudor alguno, tomó su camiseta y la sacó por
encima de su cabeza mostrando así todas las marcas que
llevaba. Sabía bien que tenía la piel hecha girones, no las lucía
con orgullo, aunque sí supo reconocer que era una
superviviente.
—Tengo cientos de ellos.
Blair pareció entonces hacer una mueca de tristeza.
Recorrió con la mirada cada pulgada de su piel en busca de
todos los horrores que había conocido a manos de su padre y
los encontró; a cuál peor.
—¿Y qué condiciones pones? —preguntó aceptando sus
motivos.
Katariel no dudó.
—Quiero una alianza entre reinos y, después de la guerra,
paz. Que todos podamos tener una vida tranquila, que vuelva
el comercio y todo lo que eso conlleva.
Blair sonrió satisfecho.
Extendió su mano o, quizás, unas pocas más de las que ella
tenía. Trató de alcanzar una y la apretó con fuerza. Al parecer
tenían un trato.
Acto seguido no pudo soportarlo más y se desmayó.
—Siempre olvido que esa bebida es demasiado fuerte para
los humanos. Si recobramos la normalidad habrá que rebajarlo
un poco —dijo Blair para que el resto tomase nota.
Ellos eran inmortales, llevaban mucho más tiempo que el
resto en ese mundo y habían aprendido a sobrevivir, aunque
reconocía que el comercio y el turismo hacía que todo fuera
mucho más divertido. Le gustaba tener su reino lleno de gente.
Tal vez aquella chica fuera la elegida.
—Ponedla a descansar —ordenó un poco preocupado por
su salud.
Capítulo 52
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Katariel hizo volar por los aires, uno a uno los barcos que
había en el muelle. Sabía que estaban vacíos y que, en uno de
ellos, estaba la peor persona que había pisado nunca antes el
mundo.
—¡Sal! —bramó completamente enfurecida.
Aquello no era odio, era un nivel más alto que no tenía
descripción alguna. El dolor era tan terrible que apenas podía
respirar. Los recuerdos no paraban de golpearla con fuerza
exigiéndose detenerse para llorar. No tenía tiempo para eso.
Sentía la energía de Zachary recorriendo su cuerpo, una que
comenzaba a desvanecerse amenazando con abandonarla.
Debía aprovecharla antes de que todo acabase.
—¡Sal sucia rata! —gritó levantando la mano y haciendo
volar el penúltimo.
Su padre, malherido, salió a gatas del último con las manos
en el aire a modo de rendición.
—Hija, siempre has tenido un corazón noble. Sé que jamás
le harías algo así a tu padre —dijo.
Katariel casi sintió el impulso de reír, pero ya no quedaba
alegría en su cuerpo; él mismo se la acababa de extraer. Así
pues, moviendo dos dedos provocó que la mano derecha de él
girase en un ángulo imposible haciendo que gritase.
—Tú no me conoces —gruñó Katariel.
El rey, de rodillas, se tomó la mano herida como si sintiera
que estaba a punto de perderla. La llevó al estómago donde la
protegió con el resto de su cuerpo como si tuviera miedo a que
se cayera.
—Has destruido todo y a todos.
El dolor habló a través de ella, no podía respirar sin sentir
como si cien astillas se clavasen en sus pulmones. No quedaba
ni rastro de felicidad en ella, lo había sustituido por un dolor
agudo y atroz.
Con esa acusación, usó su poder para tomar la otra muñeca
y romperla del mismo modo. El grito que obtuvo entonces no
la reconfortó en absoluto, necesitaba mucho más del hombre
que le acababa de quitar a quién amaba.
No había grito de dolor suficiente como para complacerla,
nada lo hacía después de Zachary.
—Katariel, hija mía, ten un poco de piedad. Cambiaré, lo
juro —prometió.
Se arrastró por el suelo cuando la vio caminar hacia él con
paso impasible. Cada vez que uno de sus talones tocaba el
suelo este temblaba como si pudiera temer la fuerza
sobrenatural que tenía encima.
Antes de descargar la rabia contra Negan, hizo estallar el
último barco de la flota de su padre. Consiguió que solo
quedaran astillas de aquel navío tan espectacular y que era el
orgullo de aquel hombre.
—Así pienso dejarte cuando acabe contigo —anunció
Katariel.
Mirando al despojo que tenía ante, sí no encontró ni rastro
de humanidad en él. Desde muy pequeño su única diversión
había consistido en dañar, golpear y asesinar a todos los que le
rodeaban por varios motivos. El mayor era por beneficio
propio, aunque la diversión también estaba presente.
—Yo le amaba —anunció.
No se contentó con romperle la rodilla de golpe, lo hizo sin
pestañear mientras permitía que una corriente eléctrica lo
atravesase de los pies a la cabeza. No merecía compasión
alguna y poco le importaba convertirse en un monstruo al
torturarle.
Negan, al borde del desmayo, pareció sonreír.
—Estás muy enfadada, pero no tienes el valor suficiente de
matarme. De tenerlo hubieras acabado conmigo —la tentó.
Tuvo que respirar para no darle lo que quería, pero decidió
disfrutar de aquel momento antes de que acabase.
—Llegará tu hora, padre. Antes me gustaría seguir jugando
como tú has hecho durante años y años. Nunca te importaron
mis gritos, mis súplicas o mis lágrimas. ¿Por qué debería
conmoverme las tuyas?
Un choque de energía lo lanzó un par de metros más allá
golpeando el suelo con la cantidad de huesos rotos.
Era la sombra del hombre que fue una vez y los fieles a él
estaban cayendo poco a poco por los ejércitos aliados. Pronto
ya no quedaría nada de Negan de Nislava, solo su amargo
recuerdo; uno que se había empeñado en grabar a fuego en el
alma de muchas personas.
Nunca sería suficiente dolor para saldar la deuda que había
contraído contra el mundo, sin embargo, decidió que era el
momento de dejarlo marchar de una vez por todas.
Concentró la energía en sus manos para un último golpe.
De ella salió la magia de Zachary y lloró al saber que, después
de eso, no quedaría nada del hombre al que amaba.
Disparó absorta en su propio dolor, tanto, que no vio como
Negan quemaba un último cartucho. Mientras hablaba había
conseguido usar los pocos poderes que le quedaban de
Minerva para hacer levitar una pistola cercana.
Disparó justo en el momento en el que un rayo lo atravesó
de los pies a la cabeza quemándolo por completo. Se
desplomó, sin remedio, al suelo sin rastro de vida alguna.
Katariel suspiró aliviada.
Al fin todo había acabado.
Fue entonces cuando notó un ligero dolor en el pecho,
llevándose la mano a él comprobó que sus dedos se mojaban
con alguna especie de líquido. Los apartó para contemplar el
color rojo carmesí propio de la sangre.
El dolor llegó justo después, bloqueándola de una forma tan
brusca que se sorprendió de no haber notado el disparo antes.
Se precipitó contra el suelo cuando sus piernas no lograron
sostenerla. Fue ahí cuando los brazos de Markus la tomaron
con fuerza. Acompañaron su cuerpo hasta acomodarla sobre su
regazo.
—Katariel, no… —susurró conmocionado.
Ella, sonriendo, le dio la bienvenida. Comprendió que no
iba a tardar en reunirse con Zachary.
—Negan ha caído, lo hemos conseguido, amigo.
Este negó con la cabeza siendo incapaz de ver la felicidad
que ella veía. La guerra tocaba a su fin y un nuevo mundo de
paz se abría ante sus ojos.
—Aguanta, la ayuda está en camino —pidió aferrándose a
ella.
Katariel supo que no se salvaría. Su cuerpo apenas
respondía y la magia de Zachary había desaparecido como si
nunca hubiera estado ahí. No tenía adónde aferrarse para
seguir.
—Tranquilo, yo estoy bien. Puedo esperar —dijo.
La boca se le llenó de sangre, lo supo por el sabor
asqueroso y metálico que notó entonces.
—No puedes irte. ¿Me oyes? —la amenazó.
La princesa cerró los ojos unos instantes para descansar,
pero él se negó a que eso ocurriese y la agitó produciéndole
algo de dolor. Allí concluyó que ser disparado no tenía nada de
divertido.
—Con ese colgante sabrán que te he declarado rey. Cuida
sabiamente de Nislava y Draoid. —Hizo una pausa— Al igual
que de Molly, es algo gruñona, aunque tiene buen corazón.
Markus negó completamente desesperado. No pensaba
dejarla marchar por mucho que viera que había perdido la
lucha por sobrevivir.
—No puedo hacerlo, te esperan a ti —susurró él.
Ella tosió demasiado cansada como para permanecer
despierta. En ese momento sus extremidades empezaron a
perder sensibilidad como si su cuerpo comenzase a apagarse
poco a poco.
—Pues tendrás que ser mejor que yo —contestó.
Markus no estaba para bromas.
—Yo tendré más oportunidades de vivir, pero tú solo tienes
esta vida. Disfrútala y sé feliz, haz que me sienta orgullosa. —
Hizo un jadeo—. Toma mi colgante, es tuyo.
Se apagó como lo hacían las velas, exhalando una pequeña
cantidad de aire antes de que todo se fundiera a negro. Lo dejó
completamente a oscuras y roto por un dolor que debería
aprender a sobrellevar.
Katariel acababa de fallecer y, con ella, la legítima reina de
Nislava y Draoid.
Todo había acabado. Ya podrían tener la ansiada paz, pero
habían pagado un precio muy alto para conseguirlo.
Demasiadas vidas desperdiciadas por un rey que no había
tenido jamás la capacidad de amar y unos amantes que
siempre estaban condenados a morir.
El mundo iba a ser un poco más oscuro a partir de ese día.
Capítulo 59
***
***
FIN
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OTROS TÍTULOS
Saga Devoradores de Pecados:
—Redención.
—Renacer.
—Recordar.
Otros libros de la Autora:
¿Qué ocurre cuando una bruja decide llevar a su hermana “no bruja” a un hostal
repleto de seres mágicos? Que casi acabe siendo atropellada por un Cambiante
Tigre, que la quieran devorar los Coyotes y que no deje de querer asesinar a la
embustera de su hermana, bruja sí. Así es Iby, una humana nacida en una familia de
brujos que odia la Navidad y es llevada, a traición, a pasar las Navidades a un
hostal bastante especial. Allí conocerá a Evan, un Cambiante Tigre capaz de hacer
vibrar hasta a la más dura de las mujeres. ¿Acabará bien? ¿O iremos a un entierro?
Quédate y descubre que estas Navidades pueden ser diferentes.
––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––—
“Se busca duende a tiempo parcial”:
Para Kya las últimas navidades fueron un desastre, por poco muere a manos de su
amante Tom en el Hostal Dreamers. Pues este año no parece mejor, su exmarido ha
hecho público su divorcio a los medios y las cámaras la siguen a donde quiera que
vaya. ¡Ojalá la Navidad nunca hubiera existido! Y lo que parecía un deseo simple
se convirtió en el peor de sus pesadillas, su hermana Iby nació en Navidad y ya no
existía. En el hostal Dreamers nadie la recuerda y Evan está con otras mujeres.
Suerte que el único que cree en ella es Matt, un ardiente y peligroso Cambiante
Tigre, que la hace vibrar y sentir cosas que jamás antes ha experimentado. ¿Cómo
recuperar la fe en la Navidad? ¿Cómo volver a tener a Iby a su lado? Acompaña a
esta bruja en un viaje único en unas Navidades distintas.
Se acerca Halloween al Hostal Dreamers y los alojados allí poco saben lo que el
destino les tiene preparado. Todo comienza cuando en una patrulla algo consigue
noquear a Evan. Para mejorar la situación Iby Andrews vuelve a ser bruja y esta vez
no es en el Limbo sino en el mundo real. A todo eso se les suma un nuevo e
inquietante huésped en el Hostal: Dominick el Devorador de pecados. Kya e Iby
comienzan a investigar los extraños sucesos que ocurren y se topan con alguien que
no deben. ¿Qué puede ser más terrorífico que vivir en el Hostal Dreamers?
–––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––––
“Cierra los ojos y pide un deseo”:
La ayudante de Cupido:
Redención:
Recordar: