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A pesar de su simplicidad la tabla de rapports se ha convertido en todo un desafío para más de un

historiador de la ciencia química, mientras algunos afirman que Geoffroy se limitó a recopilar
conocimientos empíricos, otros se muestran convencidos de que había un respaldo teórico ligado a
la tabla, aunque su autor no lo hubiese mencionado en ninguna nota aclaratoria ni en el comentario
que acompañaba su publicación. […] Aunque la tabla de Geoffroy hacia uso de símbolos
alquímicos, no se regía por el razonamiento propio de la alquimia. Es más, rompió con las
explicaciones que ésta ofrecía acerca del cambio químico. En su lugar presentaba las
transformaciones químicas como interacciones simétricas surgidas – como «reacciones» - entre dos
o tres tipos de sustancias diferentes, interacciones en las cuales cada una de las sustancias iniciales
desempeñaba un papel activo. Las reacciones químicas, según la tabla de Geoffroy, se entendían
como meras descomposiciones de un compuesto químico determinado y las posteriores
recomposiciones de nuevos productos reactivos a partir de los componentes resultantes. 1

1 Ursula Klein, página 90 y 91 En: Grapi, Pere (2012)


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LAS TABLAS DE AFINIDADES2

Table des différens Rapports obsrvés en Chimie entre diferentes substances par
M.Geoffroy I´ ainé, Mém. De IÁcadémie, (1718) 202-212.

Se observa en la química ciertos rapports3 entre diferentes cuerpos, que hacen que se unan
fácilmente los unos con los otros. Estos rapports tienen sus grados y sus leyes. Se observan sus
diferentes grados en que, entre diversas materias confundidas y que tienen alguna disposición a
unirse juntas, se percibe que una de estas sustancias se une siempre constantemente a cierta otra,
con preferencia sobre las demás.
Con respecto a a las leyes de estos rapports, he observado que entre las sustancias que tenían esta
disposición a unirse juntas, encontrándose dos unidas, algunas de las que se acercaban o que se
mezclaban, se juntaban a una de ellas y hacían que la otra dejara de estar unida. Y algunas otras no
se juntaban ni a la una ni a la otra, y no las separaban de ningún modo. De donde me ha parecido
que se podría concluir con bastante verosimilitud, que las que se juntaban a una de las dos, tenían
más rapport de unión o disposición a unirse con ella, que las otras que se sepaban ante su
aproximación. Y he creído que se podría deducir de estas observaciones la proposición siguiente,
que es muy extensa, aunque no pueda darse como general, no habiendo podido examinar todas
combinaciones posibles para asegurarme si se encontrará algo que la contradiga: Siempre que dos
sustancias que tengan alguna disposición a juntarse la una con la otra, se encuentran unidas, si
sobreviene una tercera que tenga más rapport con una de las dos, se unen a esta dejando libre la
otra.
Esta proposición tiene una extensión muy grande en la química, donde, por asi decirlo, se
encuentran a cada paso efectos de este rapport. De esta propiedad dependen la mayoría de los
movimientos ocultos que siguen las mezclas de los cuerpos y que eran casi impenetrables sin esta
clave. Pero como el orden de estos rapports es poco conocido, he creído que sería una cosa bastante
útil distinguir aquellas que los principales materiales con los que se acostumbra a trabajar en la
química guardan entre sí, y elaborar una tabla donde de un vistazo se puedan ver los diferentes
rapports que tienen los unos con los otros.

2 Tomado de Grapí, Pere (Editor) (2012) La Representación de lo Invisible. Tabla de los diferentes rapports observados
en química entre diferentes sustancias. Publicaciones Universidad de Alicante.
3 Geoffroy prefería utilizar el término «rapport» (relación) en vez de los términos «atracción» o «afinidad» como

manifestación de cierto distanciamiento respecto a la constitución más newtoniana a la química.


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Expongo hoy en esta tabla los diferentes rapports que he recogido tanto de las experiencias y de las
observaciones de los otros químicos como de las mias propias.
Con esta tabla, los que empiezan a aprender química se formarán en poco tiempo una justa idea del
rapport que las diferentes sustancias tienen unas con otras, y los químicos encontrarán un método
fácil para descubrir lo que pasa en algunas de sus operaciones difíciles de desentrañar y lo que tiene
que resultar de las mezclas que hacen de diferentes cuerpos mixtos.
La primera línea de esta tabla comprende diferentes sustancias que se utilizan en la química. Debajo
de cada una de estas sustancias están ordenadas por columnas diferentes materias comparadas con
la primera en el orden de su rapport con esta primera sustancia; de manera que la que se encuentra
más próxima es la que tiene más rapport o aquella que ninguna de las sustancias que están debajo
podrían separar; pero que las separa a todas cuando están unidas con la primera y las descarta para
unirse a aquella. Así, en la primera columna, los espíritus ácidos son las sustancias con las que he
comparado los otros cuatro géneros de sustancias siguientes, a saber, las sales álcalinas fijas, las
sales alcalinas volátiles, las tierras absorbentes y las sustancias metálicas.
Las sales álcalis fijas están dispuestas en la columna inmediatamente debajo de los espíritus ácidos,
porque no conozco ninguna materia que, juntándose a los espíritus ácidos, los libere y los separe
una vez que estén unidos. Y al contrario, cuando alguno de los tres tipos de sustancias que están
debajo, se encuentran unidos a los espíritus ácidos, ceden su sitio a las sales alcalinas fijas cuando
estas se le acercan para dejarles la libertad de unirse a los ácidos.
En la tercera casilla están las sales alcalinas volátiles que tienen más rapport con los espíritus ácidos
que las sustancias terrosas o metálicas que están debajo, pero menos que las sales alcalinas fijas que
están encima: de manera que, cuando haya alguna de estas dos sustancias [terrosas o metálicas]
unidas a los espíritus ácidos, [las sales alcalinas] las forzarán a salir y tomarán su sitio, uniendo a
estos mismos ácidos. Estas mismas sales alcalinas volátiles tienen también menos rapport con los
espíritus ácidos que las sales alcalinas fijas, lo que hace que no tengan ninguna acción sobre estas
dos sustancias unidas juntas, al contrario, cuando estas sales alcalinas volátiles están unidas con los
espíritus ácidos, los abandonan al acercarse las sales alcalinas fijas, a las que ceden el sitio.
De las sustancias contenidas en las tres casillas superiores, si están unidas a los ácidos ninguna cede
su sitio a las sustancias metálicas que están debajo, y cada una de las tres separa los metales unidos
para ponerse en su lugar.
Como las sustancias metálicas no se adecuan de la misma manera con los espíritus ácidos, y el ácido
de la sal marina disuelve ciertos metales que el ácido nítrico no disuelve de ninguna manera etc., he
dispuesto cada uno de los tres espíritus ácidos minerales al frente de las tres columnas siguientes: a
saber, el ácido de la sal marina, el ácido nitroso y el ácido vitriólico, y he alineado en cada columna
las diferentes substancias metálicas, siguiendo el orden de los diferentes rapports que he observado.
La quinta columna marca el rapport de las diferentes sales ácidas con las tierras absorbentes.
La sexta, destinada a las sales alcalinas fijas, nos da los rapports de estas sales con los espíritus
ácidos y el azufre común.
La siguiente, atribuida a las sales alcalinas volátiles, nos presenta los diferentes rapports de estas
sales con los diferentes ácidos.
La octava representa los rapports de los mismos ácidos con las substancias metálicas, que son un
poco diferentes de sus rapports con las tierras y las sales alcalinas: el ácido de la sal marina, que
tiene un rapport más íntimo con las substancias metálicas que el ácido nitroso o el ácido vitriólico,
y este mismo ácido [el ácido de la sal marina], que tiene menos [rapport] que los dos otros con las
tierras y las sales alcalinas.
La novena columna asignada al azufre común, permite ver el orden de los rapports de diversas
substancias con este mineral.
La décima contiene las substancias que tienen algún rapport con el mercurio [vif - argent]
La undécima marca la orden de los rapports de la plata y del cobre con el plomo.
La duodécima marca los diferentes rapports de la piedra calaminar y del mercurio con el cobre.
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La decimotercera marca igualmente el orden de los rapports del cobre y del plomo con la plata.
La decimocuarta marca los rapports del Régulo de Antimonío, de la plata, del cobre y del plomo
con el hierro.
La decimoquinta da los rapports del hierro, de la plata, del cobre y del plomo con el Régulo de
Antimonio.
En estas dos últimas columnas, la plata, el cobre y el plomo están contenidos en una misma casilla
porque la diferencia de su rapport con el Marte o con el Régulo de Antimonio todavía no se conoce,
aunque bien se sepa que estos tres metales se adecúan menos al Marte que el Régulo de Antimonio,
y [se adecúan menos] al Régulo de Antimonio que el Marte, como lo diremos en su lugar.
Finalmente, la decimosexta columna marca el rapport del agua con los espíritus ardientes y con las
sales.
Para hacer evidente ahora mismo de qué utilidad puede ser esta tabla para descubrir lo que pasa en
las diferentes mezclas de los cuerpos mixtos y para prever aquello que puede resultar, tomemos
como ejemplo la preparación del sublimado corrosivo, que es una operación bastante ordinaria y de
la cual, no obstante, la teoría es muy poco conocida. Esta preparación se hace ordinariamente
tomando el vitriolo calcinado'' casi al rojo, es decir, extremadamente deflegmado, la sal marina
decrepitada y una sal nitrosa mercurial formada de la disolución del mercurio en el espíritu del nitro
evaporada a sequedad. Se mezclan adecuadamente estas tres substancias, y en el momento de
mezclarlas se empieza a sentir el olor del espíritu del nitro que se eleva en vapores amarillos. Si se
pone la mezcla a destilar en una retorta, sale un espíritu ácido a un fuego muy moderado, que es en
gran parte espíritu del nitro mezclado con un poco de espíritu acido de la sal, que lo convierte en un
agua regia débil. Se eleva entonces por encima de la retorta, aumentando el fuego, una masa salina,
blanca y cristalina; y queda en el fondo una masa rojiza, de donde se separan limpiándola una sal
blanca y una tierra roja metálica.
Las substancias que se retiran en esta operación son muy diferentes de las que se han utilizado,
como veremos.
El vitriolo que se utiliza, es una sal media compuesta de un ácido vitriólico y del hierro disuelto por
este ácido y unido muy íntimamente con él. La sal marina es también una sal media compuesta del
ácido salino y de una tierra absorbente unidos íntimamente. Y la sal nitrosa mercurial es un
compuesto del mercurio unido al ácido del nitro.
Habrá que examinar cuál es el rapport de las seis substancias que componen estos tres mixtos para
juzgar la manera como actúan la una sobre la otra. Considero que estos tres mixtos están compuestos
de sales ácidas diferentes, de las cuales la que es el ácido de la sal marina tiene por base una tierra
absorbente, y las dos otras -a saber, el ácido vitriólico y el ácido nitroso- tienen por base substancias
metálicas. Encuentro, a través de la primera columna de mi Tabla, la de los Espíritus ácidos, que
los ácidos en general tienen más rapport con la tierra absorbente de la sal marina que con el hierro
y el mercurio, y, a través de la quinta columna de las Tierras absorbentes, que el ácido vitriólico
tiene más rapport con esta misma tierra que el ácido nitroso y que, incluso, el ácido de la sal marina
al que está unido: de donde concluyo, según mi proposición, que el ácido vitriólico tiene que
abandonar su metal para juntarse a la tierra de la sal marina, lo que en efecto hace. El ácido de la
sal marina se separa por el acercamiento del ácido vitriólico y se disiparía en el aire, al ser de
naturaleza volátil, si no encontrara substancias metálicas con las cuales tiene más rapport que los
otros ácidos, cómo se ve a través de la octava columna de las Substancias metálicas. Ataca, pues, a
la vez, tanto al hierro del vitriolo como al mercurio del nitro. Como este ácido de la sal marina se
adecua más al mercurio que el ácido nitroso, fuerza a que este ácido abandone el mercurio. Este
ácido nitroso liberado, no encontrando por otra parte nada donde agarrarse, se disipa en el aire en
forma de vapores rojizo s o amarillentos que se exhalan fuera del cuenco. Al mismo tiempo que una
porción del ácido de la sal marina se adhiere al mercurio, otra parte, la más considerable, se adhiere
al hierro, y continuaría estando unida si no es que, al aumentar y mantener lo bastante viva la fuerza
del fuego durante la sublimación, se obligue a esta misma porción del ácido a separarse de la
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substancia ferruginosa, demasiado fijada para poder ser separada con esta sal: este mismo ácido,
puesto de nuevo en libertad por el fuego, al encontrarse con las partes mercuriales que todavía no
estaban del todo desenganchadas del ácido nitroso, se junta y desengancha totalmente el ácido
nitroso, que se disipa en vapores amarillentos, mientras que de la unión del ácido de la sal marina
y de las partes mercuriales se forma una concreción salina mercurial, bastante volátil parar elevarse,
o (cómo dicen los químicos) para sublimar por encima del cuenco. Es por eso por lo que se lo
nombra mercurio sublimado.
Lo que se disipa en vapores amarillentos o rojizos es en gran parte ácido nitroso. Es el ácido del
nitro que ha sido desenganchado del mercurio por el ácido de la sal marina; digo en gran parte,
porque hay también alguna pequeña porción de ácido de la sal marina mezclada con el ácido del
nitro, la cual, elevada por la violencia del fuego lo bastante lejos en el espacio de la retorta, ya no
puede recaer sobre los materiales.
Queda una masa rojiza en el fondo del cuenco; es la tierra metálica o el Azafrán de Marte" que,
antes de la operación, estaba unido con el ácido vitriólico y que ahora se desengancha, ya que este
ácido ha dejado el metal para juntarse y unirse muy íntimamente con la tierra sal marina. Forman
juntos una sal media que todavía está en verdad confundida con el Azafrán de Marte, pero sin estar
unida de manera alguna. En efecto, esta sal se separa muy fácilmente lavando; es de la misma
naturaleza que la sal maravillosa de Glauber. Cuando solo se ha utilizado una proporción correcta
de estas sales, el Cólcotar o Azafrán de Marte continúa estando completamente desposeído de su
ácido después del lavado.
El ácido del nitro debería, en esta ocasión, unirse a las partes de hierro abandonadas por el ácido
del vitriolo, si el violento calor no apartara estas partículas ácidas y no las alejara fuera del cuenco.
Parece, pues, que el ácido del nitro es inútil en esta operación, ya que, abandonando el mercurio, se
escapa y se va sin tener una acción sobre ninguna de estas substancias. En efecto, algunos suprimen
la disolución del mercurio en el espíritu de nitro. Se conforman con mezclar el vitriolo, la sal marina
y el mercurio tal como es, y el sublimado que obtienen no es mucho peor. Se observa en verdad que
en esta preparación hace falta triturar la mezcla bastante rato para dividir bien las materias y unirlas
más íntimamente: lo cual es tedioso e incluso peligroso para el artista, debido a las partes que se
elevan de esta mezcla durante la trituración. Al contrario, cuando se ha hecho la disolución del
mercurio en el espíritu del nitro, este licor metálico, que se encuentra ya muy dividido por esta
disolución, está mucho más en situación de unirse rápidamente e íntimamente con los ácidos de la
sal marina.
Otra razón para añadir este ácido nitroso es que se pretende que atenúe y volatilice
considerablemente el ácido de la sal marina y lo ponga así en situación de unirse más íntimamente
al mercurio: como se ve, al espíritu de sal por sí mismo le cuesta mucho disolver el oro, pero lo
disuelve muy rápidamente y muy exactamente si se lo anima con un poco de espíritu del nitro. Lo
cual viene, según la opinión de algunos, de un principio sulfuroso muy sutil contenido en el espíritu
del nitro y que se comunica por este medio al ácido de la sal marina. No es en absoluto este el lugar
para examinar a fondo esta materia. Lo realmente cierto es que se hace igualmente el sublimado sin
ácido nitroso o con este ácido, y que se hace más rápidamente cuando el mercurio está dividido por
este ácido, y un poco más difícilmente cuando no lo está.
Otra observación a hacer es que, cuando se utiliza el mercurio reducido en sal por el espíritu del
nitro, uno puede prescindir del vitriolo, mientras que, si solo se utiliza el mercurio fluido puro, [el
vitriolo] hace falta en todos los casos. La razón está clara en nuestros principios. El ácido de la sal
marina, que tiene más rapport con su tierra que con las substancias metálicas, como se ve en la
primera columna (Espíritus ácidos), no lo abandonará para unirse al mercurio si no está determinado
por alguna causa. No hay ninguna [causa] por parte tan solo del mercurio. Pero, si se utiliza el
mercurio reducido a sal por el ácido nitroso, este ácido nitroso, teniendo un mayor rapport con la
tierra de la sal marina que el ácido de la sal marina, como se ve en la quinta columna (Tierras
absorbentes), y este mismo ácido nitroso que tiene también más rapport con esta misma tierra que
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con el mercurio, cómo se ve en la primera columna (Espíritus ácidos), este mismo ácido [nitroso],
digo, empezará la acción: abandonará el mercurio para unirse a la tierra de la sal marina y
desenganchará el ácido. Este ácido de la sal que se encuentra solo y librado de su tierra, encontrando
también el mercurio liberado, se juntará a él, y estas dos substancias formarán juntas el compuesto
del sublimado que se elevará por arriba del cuenco, mientras que el ácido nitroso y la tierra de la
sal marina formarán una sal media que quedará fija en el fondo del cuenco y que hará un buen
salitre.
Algunos todavía preparan el sublimado corrosivo haciendo disolver el mercurio en el espíritu del
nitro y, vertiendo sobre esta disolución la disolución de la sal marina en el agua, se forma un
precipitado blanco. Cuando el licor se ha aclarado, se vierte por inclinación y se lo separa del polvo
blanco que ocupa el fondo del cuenco, y que no es otro que el mercurio precipitado blanco. Se hace
secar este precipitado, y se sublima en una masa compacta salina blanca, que es el sublimado
corrosivo.
Si se evapora el licor claro que se ha apartado, se recupera un salitre muy bueno. La teoría de esta
operación es la misma que la de la operación precedente; se hace en licor en esta lo que se practica
sobre materias secas en la otra.
En la una y en la otra, el ácido del nitro deja el mercurio que tenía en disolución y se une a la tierra
de la sal marina. Al mismo tiempo, fuerza la cesión del ácido de esta sal, que se engancha al
mercurio y que cae con él como un polvo blanco. El fuego eleva entonces este polvo en una sal
blanca.
Se puede hacer también el sublimado corrosivo con el simple ácido de la sal marina sin utilizar su
tierra, vertiendo, poco a poco, el espíritu de sal sobre la disolución del mercurio en el espíritu del
nitro. Se forma, al principio, un precipitado blanco como en la operación precedente. Si se separa
rápidamente este precipitado, se podrá sublimar de la misma manera. Pero si se deja estar algún
tiempo en el licor, una parte del precipitado se disuelve de nuevo en este licor, que se ha convertido
en un agua regia tan pronto como el espíritu del nitro y el espíritu de sal se hayan unido juntos
íntimamente. Pero, para tener mediante esta operación una mayor cantidad de sublimado, se pone
toda esta mezcla en una retorta, y se destila a fuego graduado; sale al principio un agua regia
compuesta del espíritu del nitro, que ha abandonado el mercurio, de alguna porción del espíritu de
la sal y cargada de algunas partes mercuriales que se han elevado en la destilación. Queda en el
fondo de la retorta una masa salina compuesta del mercurio y del ácido de la sal marina.
Aumentando el fuego, esta masa salina se sublima en la sal blanca, que es el sublimado corrosivo.
En esta operación, el ácido del espíritu de sal empieza la acción. Como este ácido se encuentra libre
y no está retenido por su tierra, como en las otras operaciones, ataca inmediatamente las partículas
mercuriales, con las cuales se adecúa mejor que el ácido nitroso, como se ve en la octava columna
(Substancias metálicas), y aparta el ácido nitroso, que un fuego moderado entonces eleva y hace
pasar por el pico de la retorta al recipiente, mientras que el ácido de la sal marina, unido al mercurio,
continúa estando en una masa salina en el fondo de la retorta, donde necesita un fuego mucho más
vivo para sublimar en lo alto del cuenco.
Aunque esta tabla contenga un número bastante grande de sustancias de las cuales se comparan sus
relaciones, no dudo sin embargo que se pueden añadir todavía muchas otras de las que, a fuerza de
experiencias, se reconocerán sus relaciones. Daré a continuación [de esta memoria], si se considera
conveniente, todas las experiencias sobre las cuales se fundamentan las relaciones de las diferentes
sustancias contenidas en esta tabla y que me han determinado a alinearlas en el orden que se las ve
dispuestas.
Es necesario observar que en varias de estas experiencias la separación de las materias no es siempre
perfectamente exacta y precisa. Esto proviene de diversas causas que no es posible evitar, como la
glutinosidad del líquido, su movimiento, la forma de las partes precipitantes o precipitadas y otras
cosas parecidas que no permiten un rápido descenso o una exacta separación de todas las partes, lo
que es sin embargo tan poco considerable que no debe impedir contemplar la regla como constante.
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