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1 - Fundamentos de la química

Antes de comenzar con este curso introductorio, es necesario recordar ¿qué es la


química? ¿Cuál es su objeto de estudio? ¿Para qué sirve estudiarla?.
La química es la ciencia esencialmente experimental que describe la materia, sus
propiedades físicas y químicas, sus transformaciones y los cambios de energía que
acompañan dichas transformaciones, y enuncia las leyes que las rigen.
Desde la antigüedad se trató de entender y explicar la variedad de materiales
observados y sus transformaciones. Aristóteles y Platón (s. IV a III a.c.) se preguntaron
por estos temas, y plantearon la materia como una combinación de 4 elementos
(fuego, aire, agua, tierra), pero aún sin experimentación. Los egipcios aportaron
estudios empíricos relacionados con la preservación de los cuerpos, y en el siglo II a.C.
un greco-egipcio desarrolló la “khemeia”, que entre otras cosas buscaba la
transmutación de hierro o plomo en oro. Los árabes, luego de conquistar Egipto,
adoptan la Al-Kimmiya (Alquimia), y estudian transformaciones basándose en dos
principios: carácter metálico (Mercurio) y combustibilidad (Azufre). Buscando el “elixir”
que permitiera obtener oro fueron probando materiales con distintas proporciones de
esos dos principios, lo que luego en la edad media europea se remplaza por la
búsqueda de la piedra filosofal. En esta búsqueda dieron base empírica a la química
moderna, moliendo muchos materiales para estudiarlos.
Desde el s. XVI al XVIII se produce la larga Revolución de la Química, mucho más
extendida en el tiempo que la revolución que abrió paso a la física moderna. Paracelso
(s. XVI) retoma la alquimia pero tratando de aplicarla a la medicina (estudiando
medicamentos y venenos), dándole un valor social distinto. En el siglo XVII, los estudios
experimentales de Van Helmont sobre gases son seguidos por los de Boyle, quien
además introduce una definición de elemento parecida a la actual: una sustancia que
no puede descomponerse en otras ni puede formarse a partir de otras. En el siglo XVIII,
George Stahl formuló la teoría del flogisto, para entender la relación entre metales
(“ricos en flogisto”) y lo que hoy conocemos como sus óxidos (“calcinados” o “tierras
pobres en flogisto”). El uso de la balanza para estudiar estos experimentos (por el
mismo Stahl, Joseph Black, Henry Cavendish y Joseph Priestley, entre otros) permitió ir
acumulando evidencia de las contradicciones de la teoría. A fines de siglo, Antoine
Lavoisier refuta la teoría del flogisto, dejando como legado una nueva lista de 33
elementos y una nomenclatura para las sustancias que se forman a partir de estos
elementos.
Es por eso que recién en el siglo XIX cuando se comienza a hacer habitual este nuevo
“lenguaje en común”, con este nuevo programa (identificar elementos y determinar a
partir de cuáles se componen los compuestos conocidos), hablamos de la “química
moderna”, con los mismos principios fundamentales que la actual.
Es interesante observar que desde la antigüedad hasta la actualidad hubo cambios de
paradigma en la comprensión de los fenómenos que hoy estudia la química, muchas
veces influidos (impulsados o resistidos) por motivaciones filosóficas (horror al vacío
de Aristóteles), político-religiosas (preservación de momias en Egipto, búsqueda de oro
en la Edad Media), etc. En el siglo XX siguió habiendo cambios (que veremos más
adelante), y nadie puede decir que la historia termina aquí… Les cientifiques de hoy
aprendemos el paradigma dominante actual (de forma más o menos explícita), pero
debemos saber que este saber no es definitivo, sino provisorio.
Por otro lado, no podemos dejar de notar la ausencia de nombres de mujeres en este
resumido relato (los mismo nombres se repiten en la mayoría de los libros). Cabe
preguntarse por los motivos. ¿Se trata de una verdadera ausencia de investigadoras en
este período, excluidas de estas tareas por el sistema patriarcal dominante? Marie
Anne Pierrete Paulze, esposa de Lavoisier, quien lo acompañaba más de 5 horas por
día en el laboratorio, tradujo textos de científicos ingleses que apoyaban la teoría del
flogisto, colaboraba en la edición de sus publicaciones científicas y realizaba los
grabados que acompañaban esos escritos. Sin embargo, no figura como coautora de
los trabajos de Lavoisier (sólo figura crípticamente firmando como “Paulze Lavoisier” al
pie de los grabados). Por su parte, Elizabeth Fulhame realizó experimentos
relacionados con “la posibilidad de hacer telas de oro, plata u otros metales mediante
procesos químicos”, pero como conclusión de sus trabajos terminó desarrollando una
teoría de la combustión que rechazaba la teoría del flogisto y discutía con la teoría de
Lavoisier. Sus trabajos también hacen aportes pioneros a la cinética química, la
catálisis y la fotoquímica (con relevante impacto en la historia de la fotografía). A
diferencia de Marie-Anne Paulze, Fulhame sí logró publicar un libro, An Essay On
Combustion (1794), traducido posteriormente al alemán (1798) y publicado en 1810
en EEUU, dónde logró ser aceptada como integrante honoraria de la Sociedad Química
de Filadelfia. Casi todo lo que conocemos de su historia es lo que ella misma menciona
en el libro. Las investigaciones de estas y otras mujeres han sido prácticamente
invisibilizadas en la historia de la química, al punto que conservamos escasa
información sobre sus biografías y sus logros.

Clasificación de la materia
La materia es todo aquello que tiene masa y ocupa un lugar en el espacio. Es
decir, la materia es entonces todo aquello que podamos ver y tocar (por
ejemplo, una mesa, un libro), pero también algunas entidades que no podemos
ver ni tocar (por ejemplo, el aire).
Para los químicos/as/es la materia puede presentarse como sustancia pura o
mezclas.
Las sustancias puras tienen una composición definida, con propiedades físicas
y químicas características, y pueden ser representadas por símbolos
(elementos) o fórmulas químicas (compuestos). Por ejemplo: el agua (H2O), el
oro (Au), el oxígeno (O2) y la sacarosa o azúcar de mesa (C12H22O11).
Las sustancias simples (a veces llamadas elementos) son sustancias formadas
por átomos de la misma clase (del mismo elemento). Por ejemplo: el oxígeno
(O2), el hidrógeno (H2), el argón (Ar) y el hierro (Fe).
Las sustancias compuestas (o compuestos) están formadas por átomos de 2 o
más elementos, unidos en proporciones fijas. Por ejemplo: agua (H2O) y la
sacarosa (C12H22O11).
Las mezclas están formadas por 2 o más sustancias que no reaccionan entre
sí, por lo que cada una mantiene sus propiedades químicas y físicas. Por
ejemplo: agua y aceite, soda (agua y dióxido de carbono), el jugo, las
gaseosas, la leche y el aire (O2, N2, Ar, etc).
Las mezclas pueden ser homogéneas (cuando agregamos sal al agua en el
que hervimos los fideos, o azúcar al agua para preparar una bebida caliente) o
heterogéneas (cuando mezclamos agua y aceite).
Las mezclas homogéneas se caracterizar por tener una composición constante
o uniforme, mientras que las heterogéneas tiene zonas donde está presente
una sustancia y zonas donde están presente otra sustancia diferentes.
Veremos más adelante (sistemas materiales) otras características de las
mezclas.
La dificultad inicial para distinguir entre mezclas homogéneas, compuestos y
elementos explica la variedad de paradigmas de los primeros químicos para
describir la composición de las sustancias y entender las reacciones químicas.
La historia de la química está íntimamente ligada a la evolución de técnicas
experimentales que permitieron responder algunas preguntas y formular
nuevas hipótesis.

Los estados de la materia


Además de su composición, a los químicos/as/es nos interesa en qué estado
se encuentra la materia. Puede existir en estado líquido, sólido o gaseoso (el
plasma y otros estados posibles no los describiremos aquí, ya que se dan en
condiciones de energía no tan relevantes para el trabajo habitual de los
químicos).
 Estado sólido (s): tiene volumen y forma propia, es incompresible.
 Estado líquido (l): tiene volumen propio pero no tiene forma propia, toma la
forma del recipiente que lo contiene. Prácticamente es incompresible.
 Estado gaseoso (g): no tiene forma ni volumen propio, se adapta a la forma y
el volumen del recipiente que lo contiene. Se lo puede comprimir.
Una visión microscópica de los tres estados sería:
Notar que esta visión microscópica da cuenta también de otras diferencias
entre los estados, respecto del orden de las moléculas/átomos, y la distancia
entre ellas (lo cual a su vez tiene que ver con el peso relativo de la energía
cinética y potencial de las mismas).

El átomo
 El átomo es la partícula más pequeña que podemos obtener si dividimos la materia,
que conserva las propiedades de un elemento químico.
Por ejemplo, puedo tomar una barra de azufre y romperla en trozos (de 1 o 2 cm),
luego tomo uno de esos trozos, lo coloco en un mortero y lo convierto en polvo
(partículas de tamaño menor a 0,01 mm), y si pudiera seguir dividiendo una partícula
de polvo de azufre, la porción más pequeña que obtendría sería un átomo (cuyo
tamaño es muchísimo menor aún).

Sustancia
 Llamamos así a los diferentes tipos de materia. Una sustancia se diferencia de otra
por sus propiedades.
Por ejemplo, el hierro es un metal duro, plateado, lo atraen los imanes y conduce la
corriente. El aluminio es una sustancia diferente porque (además de tener distinto
nombre) presenta algunas propiedades diferentes: también es metal y conduce la
corriente, pero es de un color más claro, es más blando y no lo atraen los imanes.

Elemento
 Los elementos son sustancias formadas por átomos de la misma clase.
Por ejemplo: el oxígeno (O2), el hidrógeno (H2), el argón (Ar) y el hierro (Fe).

Compuesto
 Los compuestos son sustancias formadas por átomos de 2 o más elementos
distintos, unidos en proporciones fijas.
Por ejemplo: agua (H2O), sal de mesa (NaCl) y sacarosa (C12H22O11).

Símbolos y formulas químicas


Quizás habrán notado en los párrafos anteriores, que al lado del nombre de las
distintas sustancias, escribimos entre paréntesis su “nombre químico”.
 Símbolo es un signo abreviado que se utiliza para identificar a los elementos
químicos. Por lo general se usa la primera letra de su nombre (en mayúsculas) y
muchas veces una segunda letra (en minúsculas).
Por ejemplo: carbono (C), oxígeno (O), hidrógeno (H), sodio (Na), cloro (Cl), azufre (S),
aluminio (Al), hierro (Fe). A veces no se parece nada al nombre en castellano, porque
el símbolo proviene de su nombre en latín.

 Fórmula es la representación de los elementos que forman un compuesto (con sus


símbolos) y la proporción en que se encuentran.
Por ejemplo: La fórmula química del agua es H2O, esto quiere decir que cada 2 átomos
de H (hidrógeno) habrá 1 átomo de O (oxígeno)
Otro ejemplo: el azúcar de mesa (sacarosa) tiene una fórmula más compleja, C12H22O11.
Esto significa que está formada por los elementos carbono (C), hidrogeno (H) y oxigeno
(O); y que la proporción entre ellos es: 12 átomos C por cada 22 átomos de H y por
cada 11 átomos de O.

A lo largo de este curso usaremos mucho estas palabras, y aprenderemos más sobre
los átomos (cap. 2), las fórmulas químicas (cap. 6), la materia y sus transformaciones
(cap. 8), y algunas cosas más…

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