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E - Novación - Castillo Freyre
E - Novación - Castillo Freyre
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Derecho de las obligaciones
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Mario Castillo Freyre
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Derecho de las obligaciones
1. Novación objetiva
Se configura cuando acreedor y deudor sustituyen la obligación primitiva
por una nueva relación obligatoria, en la que aparecen las mismas partes
obligadas al cumplimiento de una prestación distinta o en virtud de un
título diferente.
La novación objetiva por cambio de prestación surge cuando las
partes convienen en modificar sustancialmente el objeto de la obligación
primitiva o sustituirlo por otro. Para que esta novación se produzca es
necesario un cambio esencial en la relación obligatoria. Por ello, solo las
modificaciones sustanciales en la prestación debida producirán novación
por cambio de objeto, mientras que las variaciones accidentales no
producirán ese efecto. De este modo, la emisión de títulos valores o su
renovación, la modificación de un plazo o del lugar del pago, o cualquier
otro cambio accesorio de la obligación, no producen novación.
Otro de los supuestos de novación objetiva es aquel en el que se
modifica la fuente originaria de la obligación por otra.
Daremos un ejemplo para ilustrar este supuesto. Dos partes han
celebrado un contrato de compraventa por el cual una le va a entregar
en propiedad a la otra un automóvil determinado, a cambio de 40 000
soles. Posteriormente, acuerdan que el comprador ya no entregará dicha
suma de dinero, sino que transferirá la propiedad de una camioneta
determinada. En este caso, no hay duda de que se ha producido un
cambio en la prestación a cargo de una de las partes, pero no solo ha
variado la prestación por ejecutar, sino también el contrato mismo, pues
ya no estamos ante una compraventa, sino de una permuta. En este caso,
no solo se ha novado la obligación, sino el contrato, vale decir, la causa
fuente misma.
2. Novación subjetiva
Se denomina subjetiva debido a que, en realidad, lo que se produce es un
cambio respecto de los sujetos que conforman la relación obligacional. La
primera obligación y la segunda tienen el mismo objeto (prestación), pero
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no los mismos sujetos, sea porque hubo cambio de acreedor o porque hubo
cambio de deudor. Si fuese por cambio de deudor, hay dos modalidades:
por delegación y por expromisión.
Para que opere novación por cambio de acreedor se requiere el
consentimiento de tres partes: del acreedor originario, del nuevo acreedor y
del deudor (quien va a ser el mismo en la relación jurídica antes y después
de producido el cambio del acreedor). Esta forma novatoria exige, por
tanto, no solo el animus novandi del antiguo y del nuevo acreedor, sino
también la voluntad de novar del deudor.
Tal cual puede apreciarse, la novación subjetiva por cambio de
acreedor se asemeja a la cesión de créditos, en tanto el acreedor original
es reemplazado por un tercero que asume la calidad de acreedor final. Sin
embargo, entre ambas figuras existen varias diferencias.
La primera gran diferencia consiste en que, en la cesión de créditos,
esa variación del acreedor original por un tercero cesionario no se produce
en el marco de una nueva relación obligatoria, sino como parte de la única
relación obligatoria que existe, porque la cesión de créditos no implica la
existencia de una primera obligación y su sustitución por una segunda. Esta
diferencia es tremendamente relevante porque, en la cesión de créditos,
el acreedor cesionario asume todos los derechos y deberes del acreedor
cedente. A ello hay que agregar que la cesión de créditos se puede realizar,
incluso, sin recabar el asentimiento del deudor o contra su voluntad si
este no tuviese razones fundadas en derecho para oponerse a dicha cesión.
Por regla general —como estudiamos en su momento—, la cesión
de créditos es un acto bilateral y solo excepcionalmente, trilateral. En
contraste, la novación por cambio de acreedor es siempre un acto trilateral,
dado que su validez requiere el asentimiento del deudor de la primera
obligación que va a ser deudor también en la nueva obligación; del acreedor
que va a dejar de ser acreedor en la nueva obligación; y del tercero, que
va a convertirse en acreedor en la nueva obligación. Estas diferencias han
determinado que en la práctica sea más empleada la cesión de créditos.
Aquella tiene la ventaja de no requerir la autorización del deudor; y,
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Para entender esta figura debemos recordar que, salvo que la obligación
sea intuitu personae, es posible que el pago sea realizado por un tercero,
el cual puede o no tener un interés patrimonial en el cumplimiento de
la obligación.
Pues bien, para la novación subjetiva por expromisión es aplicable
también esa premisa y, además, ese esquema, aunque claro, con ciertos
matices que le otorgan autonomía a la figura. De este modo, estaremos
en presencia de una novación subjetiva por expromisión en los casos en
que un tercero y el acreedor convengan la novación de la obligación sin
solicitar la autorización del deudor.
Cabe preguntarse si, de configurarse esa novación, el tercero tendría
algún derecho que oponer respecto del deudor originario o, lo que es
lo mismo: ¿podría reclamar algo al deudor originario pese a no haber
realizado, en realidad, pago alguno? Pues a pesar de que el tercero todavía
no haya realizado el pago de esa nueva obligación que sustituyó a la original
e, incluso, podría ocurrir que nunca lo haga, tiene derecho a exigirle al
deudor todo lo que le haya resultado útil de la novación.
Nos explicamos. En la novación por expromisión, la primera obligación
no se extingue porque el acreedor haya visto su acreencia satisfecha, sino
porque él y un tercero han convenido en extinguirla y sustituirla por otra
en la que el deudor original ya no es más uno de los sujetos de la relación
obligatoria. El derecho asume que el hecho de que ese deudor original
ya no le deba nada a su acreedor es motivo suficiente para que el tercero
tenga derecho a exigirle a tal deudor aquello que le haya sido útil a causa
de la extinción de la obligación. Entonces, respecto al deudor, no importa
si el tercero no ha pagado la obligación. Con o sin pago, el deudor ha sido
liberado de la obligación que tenía con su acreedor. Lo señalado determina
que el nuevo deudor podría reclamarle al deudor original, pese a no haber
pagado aún la deuda al acreedor. Por supuesto, esto tiene un límite. No
le puede cobrar más de lo que ha supuesto un beneficio para ese deudor
original. Si el deudor original ya había pagado parte de la deuda, esa parte,
lógicamente, no podría serle exigida nuevamente.
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¿Qué pasa si esa obligación que se novó por acuerdo entre el tercero
y el acreedor estaba a punto de prescribir? ¿El deudor podría alegar que
la novación no le ha resultado útil porque tan solo faltaban tres días para
que su obligación ya no fuera exigible? Aunque en la práctica el deudor no
estaría para nada contento con la novación, para el derecho la novación sí
lo benefició y no tendría mayores elementos jurídicos para negarse a pagar
si el tercero le reclama el cumplimiento de la obligación. Si la obligación
aún no había prescrito cuando se novó, el tercero tiene derecho a exigirle
al deudor que le devuelva lo que le haya resultado, al menos en teoría, útil.
3. Novación mixta
Es aquella novación que es a la vez objetiva y subjetiva, por haber un
cambio en el objeto y alguno de los sujetos.
Pongamos un ejemplo. La primera obligación tiene como prestación
la entrega de mil soles. El acreedor y un tercero acuerdan novar esa
obligación. De este modo, ambos sujetos convienen en sustituirla por
otra en la que el tercero será el deudor y, además, en la que la prestación
será distinta. La segunda obligación tendrá por objeto la entrega ya no de
mil soles sino de mil dólares.
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