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Otra falacia que se le atribuye a la culminación del enfrentamiento armado con las FARC,
es el denominado posconflicto en singular y de manera absoluta, siendo reforzado con la
pregunta del plebiscito para la refrendación del pacto: “¿Apoya el acuerdo final para la
terminación del conflicto y construcción de una paz estable y duradera?”
El Estado colombiano nunca llegó a ocupar los espacios dominados por las FARC,
situación que aprovecharon rápidamente los Grupos Armados Organizados con el fin de
cooptar los mercados ilegales de la droga y la minería. Además, organizaciones
criminales como el ELN, las disidencias de las FARC, el Clan del Golfo y otras bandas,
crecen en número y se fortalecen cada día más. Los conflictos armados, en plural, no han
concluido y están lejos de terminar y cohabitan a la vez con los posconflictos por regiones.
La teoría de algunos analistas que sustentan que estos grupos evitan la confrontación con
la Fuerza Pública para concentrarse en fortalecer sus economías ilegales, es cosa del
pasado. Para defender su actividad ilícita se enfrentan con mecanismos terroristas
reflejados en asesinatos de militares y policías, pero lo que más genera escozor es la
reactivación de la vieja práctica del secuestro de miembros de la Fuerza Pública y los
hostigamientos a estaciones de policía.
Según información del Periódico el Tiempo en lo corrido del año 2021 han sido
asesinados 110 uniformados, de ellos 64 policías y 46 militares, de los cuales 20 murieron
en combate, 8 por acción de minas antipersona, 3 en hostigamientos, 8 en acciones de
francotiradores y uno por pisa suaves. De los 64 policías asesinados, 20 no estaban en
servicio, 39 con armas de fuego, 3 con explosivos y uno con arma blanca, 28 casos
atribuidos a la acción de grupos armados ilegales; 15 al Clan del Golfo, 8 al ELN, 4 a las
disidencias y uno a los Pelusos. Igualmente, 201 militares y más de 2.000 policías heridos
Es preocupante la situación que vive el país y más con una Fuerza Pública deslegitimada,
diezmada y acorralada política y mediáticamente por cuenta de una extrema izquierda,
que sigue los parámetros del arreglo habanero, consistente en desmontar la Policía
Nacional y disminuir el accionar de las Fuerzas Militares.
Lo que se requiere ahora más que nunca es fortalecer a la Fuerza Pública, robusteciendo
la inteligencia regional y los mecanismos adecuados para enfrentar efectivamente los dos
fenómenos. Imprescindiblemente, el Estado debe hacer presencia integral con todas sus
instituciones, para solucionar cada una de las causas generadoras del conflicto.