Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En el ámbito eclesial, las personas que se ocupan del gabinete de comunicación responden a
las exigencias de su área de competencia, una de cuyas tareas es asesorar acerca del impacto
comunicativo que pueden tener ciertas decisiones de gobierno. El cierre, por razones
económicas, de una escuela muy popular, una declaración pública sobre la doctrina de un
teólogo o la presentación de un nuevo plan pastoral, exigen distintas modalidades de
comunicación interna y externa.
El mensaje de Cristo está llamado a difundirse por todo el mundo y en todos los períodos
históricos, lo cual supone un diálogo permanente con los distintos contextos temporales y
geográficos en los cuales se lleva a cabo dicha difusión. Todos los hombres están llamados a
creer en Cristo y a formar parte de su Iglesia, pero el tipo de relación que cada público
mantiene con las instituciones eclesiales es muy diferente: no siempre es una relación de fe y
comunión, y tampoco se trata siempre de una relación estrictamente institucional, sino que a
veces adquiere rasgos más personales. Por lo tanto, es importante estudiar en profundidad el
contexto particular en el cual se desea comunicar para poder adaptar verdaderamente el
mensaje a las características de un cierto tipo de público. De todos modos, es preciso tener en
1
cuenta que, en ocasiones, la globalización ha llevado a difundir una información local en un
ámbito internacional. De este modo, una información pensada para un determinado grupo de
personas o para una nación específica, puede llegar a otro grupo y ser comprendida de un
modo equivocado o provocar daños a la imagen de la institución, porque en otro país los
standard de comunicación son diferentes. Conocer bien el propio contexto e interactuar con él
no implica, por tanto, olvidar la dimensión global que muchos pequeños eventos adquieren,
especialmente si están vinculados a instituciones diseminadas por todo el mundo.
Las instituciones eclesiales deben comunicar de acuerdo con la propia identidad: cualquier
modalidad que pueda ser legítima y eficaz en otro campo o con otro tipo de organización no
siempre es adecuada en un contexto eclesial. Las modalidades comunicativas son una
proyección de la identidad en las relaciones de la institución con la sociedad; por este motivo,
los valores de la organización no pueden estar ausentes.
Las instituciones vinculadas a la Iglesia tienen una gran responsabilidad también cuando se
ocupan de sectores sociales desfavorecidos. No basta el deseo de ayudar a los tóxico-
2
dependientes, a los sin techo o a los enfermos, sino que es preciso hacerlo bien y con
profesionalidad, y responder públicamente de todas las acciones que se realizan para mejorar
la sociedad. En efecto, comunicar de un modo positivo y entusiasmante la aportación de la fe a
la sociedad es uno de los grandes retos actuales, pero el primer paso para comunicar esta
contribución social es responsabilizarse del respeto por las leyes y normativas del sector en el
que se trabaja: una contabilidad descuidada o una instalación anti-incendios que no respete
las normas de seguridad, podrían provocar un gran daño a la diócesis o a una escuela católica,
porque la contribución social prestada no exime del cumplimiento de las normativas
existentes.
Es cierto que la Iglesia, a lo largo de la historia, ha sido perseguida y calumniada, y que el siglo
XX ha sido, en su conjunto, uno de los siglos con más mártires por la fe1. La verdad siempre ha
generado contradicción. Por este motivo, no siempre será posible tener una imagen adecuada
a la propia identidad, porque los valores propuestos pueden chocar frontalmente con una
sociedad secularizada que ve en la Iglesia una institución contraria a las presuntas ̈conquistas ̈
de las sociedades democráticas, como por ejemplo la eutanasia o el aborto, que en realidad
atentan contra el hombre. Esta cerrazón a Dios y esta lucha se verifican desde el inicio del
cristianismo con la muerte de Cristo en la cruz, y por lo tanto no siempre se logrará evitar que
los prejuicios de las personas oculten la verdadera imagen de la Iglesia.
Por otra parte, aunque la Iglesia está compuesta de hombres que pueden equivocarse y que,
de hecho, se equivocan, no hay que tener miedo a afrontar este aspecto. Los posibles
escándalos de eclesiásticos aislados o de personas vinculadas a instituciones eclesiásticas
deben recibir una atención relativa a la importancia que merecen, salvaguardando siempre los
procesos judiciales, la atención y la preocupación hacia las personas que puedan haber sido
víctimas de daños. Los casos extraordinarios, de todos modos, no deberían marcar de un modo
irreversible la imagen y la percepción del público. La comunicación institucional debe
evidenciar también el trabajo ordinario de muchas personas comprometidas con la fe por el
bien de la sociedad; de lo contrario, la difusión global a través de los medios de algunos casos
1
Cfr. Andrea RICCARDI, Il secolo del martirio. I cristiani nel novecento, Mondatori, Milano 2000. Daniel
ARASA e Jorge MILÁN (editores), Comunicazione della Chiesa e cultura della controversia, EDUSC, Roma
2010.
3
aislados de corrupción o de comportamiento inmoral –sucedidos en el propio país o en otras
naciones– podrían crear una falsa idea sobre la identidad de la Iglesia.
Además, las posibilidades que ofrecen los actuales medios de comunicación han hecho crecer
enormemente el número de personas con las cuales entran en contacto los individuos y las
organizaciones (basta pensar en las personas que pueden visitar una página web). La
multiplicación de las relaciones supone más tiempo para poder gestionarlas y más dificultad
para profundizarlas; este es el motivo por el cual pueden existir relaciones muy limitadas o
superficiales, o incluso relaciones incapaces de crear una verdadera comunicación. Por lo
tanto, sería un error identificar los contactos o las relaciones de este tipo con una auténtica
comunicación. Comunicar supone tiempo, implicar a las personas, interactuar, y, en el caso de
una institución eclesial, compartir los valores humanos y de fe. Una comunicación institucional
seria trata de pasar de la simple interacción al conocimiento auténtico, al diálogo.
4
2. LA IGLESIA Y LA COMUNICACIÓN INSTITUCIONAL
La Iglesia es una institución divina y humana al mismo tiempo, que ha conservado la revelación
confiada por Cristo, y la ha difundida por toda la tierra. De acuerdo con su carácter apostólico,
ha desarrollado, a lo largo de los siglos, modos diversos de presentar la Verdad a los hombres.
La comunicación institucional de la Iglesia a través de los siglos ha tratado de realizarse no
como un fin en sí misma, sino siempre orientada al anuncio de Cristo.
En el contexto mediático global, es posible distinguir dos modos en los que la Iglesia está
presente en el proceso de formación de la opinión pública: el sujeto que interactúa y el objeto
de la comunicación:
Las instituciones de la Iglesia son sujetos de comunicación también cuando utilizan técnicas de
marketing y de publicidad para promover tareas asistenciales, defender valores, organizar
eventos religiosos o proponer ideas. Es necesario tener presente, como hemos señalado
anteriormente, que la respectiva comunicación institucional no se realiza sólo a través de los
medios de comunicación social, sino también a través del testimonio que dan los católicos, a
título individual, en la sociedad. Cada cristiano es sujeto de comunicación, responsable de
transmitir la naturaleza de la Iglesia a través de su vida, difundiendo de este modo la fe y el
mensaje de Cristo en el ambiente social en el que se mueve.
5
profesionales de la comunicación, a quien corresponde realizar noticias sobre la Iglesia, del
mismo modo que realizan noticias sobre otras instituciones y cuentan con las informaciones
que éstas les envían. Hay muchas maneras de ofrecer información, pero el método más
extendido consiste en coordinar los esfuerzos a través de un área o departamento de
comunicación.
Las personas que se dedican a la comunicación institucional eclesial deben tener en cuenta los
dos pilares esenciales sobre los que se fundamenta la relación entre este departamento de
comunicación y los periodistas: la profesionalidad y la capacidad de entender los medios:
Conviene tener en cuenta que, dentro de la Iglesia católica es posible encontrar a su vez varias
instituciones con espiritualidades y connotaciones muy diversas. El mensaje salvífico de la
Iglesia es único, pero puede ser vivido de modos muy distintos, como se ha manifestado a lo
largo e la historia a través de la fundación de variadas instituciones religiosas con carismas
específicos. Lógicamente, cada institución católica transmite una especificidad y una identidad
propia, pero esta identidad está inseparablemente unida a la Iglesia, y ambos elementos
deben reflejarse en su comunicación institucional.