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RELIGION DE LA CIVILIZACIÓN CARAL

La religión en la cultura caral siempre fue un factor de integración social y cultural que unía a
los habitantes del valle de Caral - Supe. La clase dominante era la mediadora entre el grupo
social que representaba el poder sobrenatural de los antepasados y los dioses.

Debido a la monumentalidad de sus templos o pirámides escalonadas, la Ciudad Sagrada de


Caral se sitio como centro religioso de esta civilización. Personas de otras partes del valle, e
incluso de regiones más distantes, tenían que acudir allí para participar en las ceremonias
rituales. Estos tendrían como centro los hogares de los templos, donde se quemaban las
ofrendas, que consistían principalmente en alimentos (pescados y moluscos), algodón, cuarzo,
mechones de cabello y otros objetos. También se enterraron con carácter votivo estatuillas de
barro (previamente rotas) y conglomerados vegetales.

La religión en la civilización caral fue muy compleja debido a que utilizaron distintas formas de
adoración y culto a sus dioses, los Altares del Fuego fueron construidos en los edificios
públicos piramidales de mayor importancia de la ciudad, así como, también, en espacios
próximos a las residencias principales. A ellos sólo tenían acceso determinadas autoridades
religiosas, políticas y sociales.

En estos altares, que son testimonio de la producción de conocimientos en ciencia y tecnología,


los conductores, en ceremonias privadas, con el grupo social correspondiente y sus allegados
incineraban ofrendas, como cuentas, fragmentos de cuarzo, peces, moluscos y productos
agrícolas.

Son siete los Altares del Fuego que se han localizado tanto en la cima como en la parte baja de
las edificaciones y en espacios cercanos a algunas residencias

Construyeron los altares en forma circular o cuadrangular, en relación, posiblemente con las
diferencias de género, con muros de piedra y de quincha. En cada altar acondicionaron un
sistema de ventilación subterráneo que insuflaba aire y aceleraba su velocidad en
determinados puntos; un efecto físico que hoy se conoce como el principio de Venturi.

En setiembre del año 2018 el Ministerio de Cultura de Perú anunció una serie de hallazgos de
unos 3.800 años de antigüedad nos muestra una cultura que sobrevivió en un territorio
castigado por la sequía. El equipo arqueológico dirigido por Ruth Shady ha desenterrado tres
estatuillas completas de barro no cocido, dos cabezas del mismo material y numerosos relieves
de personajes famélicos que son una alegoría de la sequía, el hambre y la muerte que soportó
esta cultura.

La expresión inquietante de las tres estatuillas no se ha borrado a lo largo de los milenios. La


mayor, de unos treinta centímetros, representa a una sacerdotisa o chamana. La cabellera
negra y larga le cae sobre los hombros, tiene el rostro pintado de blanco y punteado de rojo,
luce un collar de cuentas, muestra los pechos y los genitales y tiene un total de 28 dedos en
manos y pies. Las otras dos estatuillas, con veinte dedos cada una, representan a dos
personajes de la alta jerarquía: un varón de cabellera dorada y con la pierna izquierda
flexionada; y una mujer de cabellera roja, con los labios pintados de negro y en cuclillas. Las
tres figurillas fueron depositadas a modo de ofrenda en dos cestas de junco encajadas y
enterradas cuando se modificó la arquitectura de un edificio. Las cabezas también son de barro
no cocido y representan a una deidad o un arquetipo femenino de la cultura caral. Se
encontraban envueltas en un tejido con aplicaciones de plumas de color amarillo, azul y
naranja, un hecho que evidencia la interacción existente entre Caral y las sociedades
amazónicas, según Pedro Vargas, responsable de las excavaciones.

 Parafernalia religiosa

Los encargados de las ceremonias utilizaron materiales y objetos a los que dieron significados
simbólicos, según el tipo de celebración. Usaron cuarzos, flautas, figuras modeladas, moluscos,
anchovetas y textiles quemados, artefactos de piedra, hueso, madera, junto con mechones de
cabello humano.

También han sido encontrados objetos en forma de inhaladores, elaborados con huesos de
camélidos, y contenedores de conchas de caracol de selva (Megalobulimus spp.). Asimismo, se
han hallado ofrendas compuestas por numerosos caracoles de loma (Scutalus proteus), que
viven en parajes desérticos, en asociación con el cactus San Pedro (Trichocereus pachanoi),
conocido por sus propiedades alucinógenas y por ser consumido tradicionalmente durante los
rituales religiosos.

 Ofrendas

Gran parte del material arqueológico recuperado ha sido encontrado en contextos de ofrendas.
Es recurrente el hallazgo de conglomerados de vegetales, fragmentos de cuarzo, choros y
alimentos, acomodados, enterrados y muchas veces quemados.

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