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DIMIENTO DE ESCRITURA
«DE LA ESCRITURA PERSONAL AL TEXTO LITERARIO»
4. Releer el material con el que nos quedamos y ordenarlo. Ordenarlo según tiempo
(si hay una cronología, un paso del tiempo en el texto), espacio (si hay desplaza-
REESCRITURA
COMENTARIO
Lo que empieza a partir del punto 2 es lo que diferencia a la escritura como herramienta de expresión
personal, como pulsión o necesidad emocional, de la escritura como instrumento de cambio, en una
primera instancia, y como herramienta de comunicación, en una segunda. Y ojo que con “comunicación”
no nos referimos a lo que entendemos habitualmente por ella sino a tender “algún tipo de puente” sen-
sorial y emocional con otro (no a transmitirle informaciones, conceptos u opiniones sino apelar a otra
zona).
Y acá es donde vale la pena detenerse. Porque a partir del punto 2 empieza el verdadero proceso de
escritura, aquel que la hace trascender la expresión inmediata de lo que (dependiendo de si trabajemos
con la memoria, con la experiencia inmediata o con la ficción) vemos, recordamos o imaginamos. Por
eso se suele decir en literatura que escribir es reescribir: porque la escritura, lo que permite la escritura,
es, a partir de una experiencia, una sensación o una “necesidad” íntima, crear algo: el texto.
Entonces, primera conclusión: la escritura es una cosa; el texto, otra.
La escritura es una actividad privada y personal (recordemos el cuadro de “usos de la escritura” de la
segunda clase) y el texto es un objeto, una construcción, no el resultado o el producto de la actividad de
escribir.
El texto es un objeto que hay que crear, diseñar y ejecutar, como quien hace una vasija o un florero.
Porque ya hemos salido del terreno exclusivo de la expresión personal para pasar al acto creativo.
El pasaje de la escritura personal a la escritura creativa implica la decisión de querer hacer algo más
que expresarse. Expresarse está bien como catarsis, está bien como terapia, está bien como modo de
autoconocimiento. Pero la escritura es más que eso. Contiene a la expresión personal, claro, es pate de
su núcleo duro, pero es más que expresión personal.
En parte, toda esta primera etapa del taller pretendía que empieces a descubrir cómo funciona tu ex-
presión. Lo importante era entender que las etapas de escritura (tanto la inicial como las correcciones
posteriores) deben ser honestas y genuinas. Que la única manera de que aparezca algo que amerite ser
escrito es perdiendo un poco el control y escribiendo sin pensar demasiado ni criticar demasiado lo que
escribimos, ni juzgarnos a nosotros mismos por pensar o sentir lo que nos sale escribiendo. La escritura
no puede tener filtros. O deja de ser escritura para ser otra cosa, algo bastante más banal que se parece
un poco a los muros de Facebook.
Pero en parte, también, estas seis clases pretendieron enfrentarte directamente a esta cuestión de la
escritura y el texto, a la doble implicancia del acto creativo.
Alguna vez advertí en mails e informes la posibilidad de ver una contradicción en el taller: por un lado,
constantemente se estimuló tu escritura, se buscó que escribas cada vez (tanto dentro como fuera de
los límites del taller), intentando escribir con la menor autoconsciencia posible y juzgándote lo menos de
lo que seas capaz. Pero por el otro, y al contrario, una parte de los apuntes (el manual de estilo, los
informes y las versiones de tus textos) trabajó siempre sobre los textos, pretendiendo que moldees tu
escritura, que la “mejores”, que la conviertas en otra cosa.
Porque un texto, lo que entregás cada quincena, es escritura pasada por dos, tres, cuatro, ene filtros o
instancias (depende de cada persona) hasta llegar a lo que debe ser: otra cosa, un texto. Y un texto es
algo más que expresión y escritura inmediata . Nace de la escritura y de tu expresión, las contiene, pero
es otra cosa, algo superador. Es un artefacto comunicativo que busca expresar algo.
Nuestra libertad expresiva ya fue ejercida libremente durante la escritura personal. Un texto es un acto
creador y como todo acto creador implica un cambio: algo pasa de la no existencia a la existencia, de
pronto atravesamos la experiencia de crear.
Y después de un acto creativo no deberíamos ser los mismos que antes. Al menos por un ratito.
La idea, ahora, es que te empieces a preguntar por el otro, es decir, por un eventual lector. Las devolu-
ciones y versiones “revisadas” empezarán a apuntar, sutilmente, hacia esa zona.
Hay que pensar en el otro, en el lector, como un extranjero de un país limítrofe que recién llega a nuestro
territorio: un forastero con el que, aunque hablemos el mismo idioma, por nuestros diferentes pasos por
la vida y las particularidades de los lugares en los que hemos vivido, comunicarse no es tan sencillo
como parece.
El lector y el autor apenas tienen en común el idioma, pero el idioma en tanto que vocabulario, en tanto
que repertorio de palabras y expresiones cuyo significado no están nunca, ninguno de los dos, seguros
de entender del mismo modo.
Todo lo que se construya con el idioma, cada frase, cada párrafo, debe ser entendible y legible para que
alguien que no sabe nada de lo que estás contando pueda entenderte tanto como alguien que te conoce
y te ha leído muchas veces.
Es interesante verlo así, separar bien las instancias de texto y escritura, creo, para entender y vivenciar
estas cuestiones.
La escritura propiamente dicha es el punto 1. A partir del punto 2 y hasta el punto 7, lo que hacemos es
escribir un texto. Es aplicar la escritura a un determinado tipo de actividad: la composición de textos.