Está en la página 1de 3

PRIMER ACERCAMIENTO (GENÉRICO) A UN MÉTODO O PROCE-

DIMIENTO DE ESCRITURA
«DE LA ESCRITURA PERSONAL AL TEXTO LITERARIO»

1. Lanzarse a escribir lo que la consigna dispare en una cantidad n de “sesiones de


escritura”. Pueden salir varios documentos “continuos”, pueden salir “fragmentos”,
ESCRITURA
puede salir una serie de notas dispersas o un texto medianamente “escrito”. No hay
una regla.

2. Releer todo lo escrito y descubrir/encontrar/decidir un “macro–qué”, un sentido,


un algo que decir, que sea el núcleo del texto. Un único y preciso qué.

3. Seleccionar, de todo lo escrito, únicamente lo que se relacione con ese macro–qué;


desechar (o guardar para otras aventuras, para otros textos posibles) el resto de la
escritura.

4. Releer el material con el que nos quedamos y ordenarlo. Ordenarlo según tiempo
(si hay una cronología, un paso del tiempo en el texto), espacio (si hay desplaza-
REESCRITURA

miento, movimiento en el texto, o sucesos que pasen en diferentes escenarios) o tema.


Todo lo que refiera al mismo tiempo/espacio/tema que esté junto, que forme un “blo-
que”.

5. Releer cada bloque y clasificar las informaciones/datos/hechos que contiene. Se-


gún su relación con el macro–qué, identificar las informaciones/datos/hechos a) im-
portantes y necesarios; b) necesarios pero no importantes; c) irrelevantes.

6. Jerarquizar la información/datos/hechos: 1. borrar todo lo irrelevante; 2. conden-


sar todo lo que sea necesario pero no importante (es decir, resumirlos, quitarles deta-
lles, contarlo superficialmente), y; 3. expandir/agradar/detallar todo lo necesario e im-
portante.

7. Relectura y corrección final. Recién acá encargarse de la escritura, de la redacción.


Recién acá, ya con el macro–qué bien presente, enfrentarse a los párrafos y oraciones.
CORRECCIÓN
Recién acá ir a cada oración y tratar de decir lo que esa oración dice del modo más
claro, simple y eficaz del que seas capaz.
El camino es desde la expresión personal e íntima, desde el descontrol (para permitir que emerja de
nosotros lo que no decidimos) hacia el texto, hacia el otro, hacia el control de todo lo que ha brotado
(para que exista una comunicación).
La expresión personal, ahora, no está en las palabras que elijas para escribir sino en tu experiencia, en
lo vivencial. Ahí estás vos. Todo el proceso posterior es de domesticación de la escritura, de control: para
convertir la sedimentación escrita de tu vivencia o experiencia en algo para otro. Por ende, durante el
proceso ya no pensamos en nosotros sino en el texto y en el otro, ya no pensamos si algo se ajusta a
nuestros parámetros de belleza (si suena lindo) o si nos expresa (si decimos lo que sentimos, pensamos
u opinamos sobre algo) sino en si la escritura suena clara. Ya no pensamos si lo escrito nos expresa sino
si se entiende y si comunica.
Esta guía no “un modo o método de escribir”. Pero sin estos pasos cualquier proyecto de escritura, hoy,
puede traer muchos dolores de cabeza. Son las escalas del piano que decía Levrero. Sin esto, no hay
nada más que ruido. Hacer música sin conocer las escalas es imposible. Hacer un texto sin conocer estas
“instancias”, también.

COMENTARIO
Lo que empieza a partir del punto 2 es lo que diferencia a la escritura como herramienta de expresión
personal, como pulsión o necesidad emocional, de la escritura como instrumento de cambio, en una
primera instancia, y como herramienta de comunicación, en una segunda. Y ojo que con “comunicación”
no nos referimos a lo que entendemos habitualmente por ella sino a tender “algún tipo de puente” sen-
sorial y emocional con otro (no a transmitirle informaciones, conceptos u opiniones sino apelar a otra
zona).
Y acá es donde vale la pena detenerse. Porque a partir del punto 2 empieza el verdadero proceso de
escritura, aquel que la hace trascender la expresión inmediata de lo que (dependiendo de si trabajemos
con la memoria, con la experiencia inmediata o con la ficción) vemos, recordamos o imaginamos. Por
eso se suele decir en literatura que escribir es reescribir: porque la escritura, lo que permite la escritura,
es, a partir de una experiencia, una sensación o una “necesidad” íntima, crear algo: el texto.
Entonces, primera conclusión: la escritura es una cosa; el texto, otra.
La escritura es una actividad privada y personal (recordemos el cuadro de “usos de la escritura” de la
segunda clase) y el texto es un objeto, una construcción, no el resultado o el producto de la actividad de
escribir.
El texto es un objeto que hay que crear, diseñar y ejecutar, como quien hace una vasija o un florero.
Porque ya hemos salido del terreno exclusivo de la expresión personal para pasar al acto creativo.
El pasaje de la escritura personal a la escritura creativa implica la decisión de querer hacer algo más
que expresarse. Expresarse está bien como catarsis, está bien como terapia, está bien como modo de
autoconocimiento. Pero la escritura es más que eso. Contiene a la expresión personal, claro, es pate de
su núcleo duro, pero es más que expresión personal.

En parte, toda esta primera etapa del taller pretendía que empieces a descubrir cómo funciona tu ex-
presión. Lo importante era entender que las etapas de escritura (tanto la inicial como las correcciones
posteriores) deben ser honestas y genuinas. Que la única manera de que aparezca algo que amerite ser
escrito es perdiendo un poco el control y escribiendo sin pensar demasiado ni criticar demasiado lo que
escribimos, ni juzgarnos a nosotros mismos por pensar o sentir lo que nos sale escribiendo. La escritura
no puede tener filtros. O deja de ser escritura para ser otra cosa, algo bastante más banal que se parece
un poco a los muros de Facebook.
Pero en parte, también, estas seis clases pretendieron enfrentarte directamente a esta cuestión de la
escritura y el texto, a la doble implicancia del acto creativo.
Alguna vez advertí en mails e informes la posibilidad de ver una contradicción en el taller: por un lado,
constantemente se estimuló tu escritura, se buscó que escribas cada vez (tanto dentro como fuera de
los límites del taller), intentando escribir con la menor autoconsciencia posible y juzgándote lo menos de
lo que seas capaz. Pero por el otro, y al contrario, una parte de los apuntes (el manual de estilo, los
informes y las versiones de tus textos) trabajó siempre sobre los textos, pretendiendo que moldees tu
escritura, que la “mejores”, que la conviertas en otra cosa.
Porque un texto, lo que entregás cada quincena, es escritura pasada por dos, tres, cuatro, ene filtros o
instancias (depende de cada persona) hasta llegar a lo que debe ser: otra cosa, un texto. Y un texto es
algo más que expresión y escritura inmediata . Nace de la escritura y de tu expresión, las contiene, pero
es otra cosa, algo superador. Es un artefacto comunicativo que busca expresar algo.
Nuestra libertad expresiva ya fue ejercida libremente durante la escritura personal. Un texto es un acto
creador y como todo acto creador implica un cambio: algo pasa de la no existencia a la existencia, de
pronto atravesamos la experiencia de crear.
Y después de un acto creativo no deberíamos ser los mismos que antes. Al menos por un ratito.

La idea, ahora, es que te empieces a preguntar por el otro, es decir, por un eventual lector. Las devolu-
ciones y versiones “revisadas” empezarán a apuntar, sutilmente, hacia esa zona.
Hay que pensar en el otro, en el lector, como un extranjero de un país limítrofe que recién llega a nuestro
territorio: un forastero con el que, aunque hablemos el mismo idioma, por nuestros diferentes pasos por
la vida y las particularidades de los lugares en los que hemos vivido, comunicarse no es tan sencillo
como parece.
El lector y el autor apenas tienen en común el idioma, pero el idioma en tanto que vocabulario, en tanto
que repertorio de palabras y expresiones cuyo significado no están nunca, ninguno de los dos, seguros
de entender del mismo modo.
Todo lo que se construya con el idioma, cada frase, cada párrafo, debe ser entendible y legible para que
alguien que no sabe nada de lo que estás contando pueda entenderte tanto como alguien que te conoce
y te ha leído muchas veces.
Es interesante verlo así, separar bien las instancias de texto y escritura, creo, para entender y vivenciar
estas cuestiones.

La escritura propiamente dicha es el punto 1. A partir del punto 2 y hasta el punto 7, lo que hacemos es
escribir un texto. Es aplicar la escritura a un determinado tipo de actividad: la composición de textos.

También podría gustarte