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TEMA:
MONOGRAFIA DE LA EVOLUCION HISTORICA DE LA CONCESION MINERA
CURSO:
DERECHO MINERO Y DE ENERGIA
DOCENTE:
Mag. AVELINO MEJIA CAMPOS
ALUMNO:
DELGADO HORNA, Denis Daniel
CODIGO DE ALUMNO:
1201711372
TOCACHE – PERU
2021
2. ORDENANZAS DE MINERÍA....................................................................................4
7. EVOLUCION CONSTITUCIONAL..........................................................................17
8. CONCLUSIONES.......................................................................................................19
Según el mismo Basadre Ayulo, contiene “normas especiales y casuistas derivadas del
viejo Derecho castellano – leonés para pretender dar solución a los problemas derivados
de las actividades mineras en las indias a medida que se van presentando estos”. En el
Derecho indiano, “debemos considerar como fuentes principales las Ordenanzas de
Toledo de 1574, la Nueva Recopilación, la Novísima Recopilación de 1680, las
Ordenanzas de Ballesteros, por el nombre del funcionario virreinal que las recopiló y
publicó en 1752 para su aplicación en nuestro país”.
2. ORDENANZAS DE MINERÍA
En abril de 1873 se dictó una ley sobre la explotación del carbón de piedra y del
petróleo, el primero de las cuales no fue regulado por las ordenanzas de minería y el
segundo simplemente no era conocido, sino hasta mediados del siglo XIX. La
explotación de ambos se sujetó a la mencionada ley y supletoriamente a las ordenanzas.
En su artículo 3° se estableció que la medida superficial de la pertenencia era de 40000
m2, debiéndose presentar para su registro los títulos al Tribunal de Minería de Lima
dentro de los 4 meses de concedido el amparo. Posteriormente, una Ley de enero de
1877 creó un impuesto de 15 soles semestrales sobre cada cuadratura o pertenencia, en
posesión o amparo, de cualquier dimensión que sea, que incluye las de carbón y de
petróleo. Los dueños de las minas estaban obligados a pagar puntual y continuamente
dicho impuesto que adquirió la condición de requisito esencial para la posesión y
propiedad legal de la mina, sea que se trabaje o no. La falta de pago del impuesto en un
semestre, determinaba la pérdida indefectible de los derechos de propiedad y posesión.
De lo expuesto se desprenden cinco conclusiones básicas del régimen legal fijado en las
Ordenanzas de Minería, con sus modificaciones de 1873 y 1877: a) las minas eran de
propiedad del Estado que sucedía a la persona del rey; b) el Estado podía concederlas en
posesión y propiedad para que fueran explotadas por particulares; c) este derecho de
posesión y propiedad quedaba virtualmente asimilado a la propiedad civil toda vez que
las concesiones podían ser objeto del trafico jurídico como cualquier bien, siempre que
se trabajaran; d) la posesión y propiedad del concesionario estaba supeditada al pago
puntual del impuesto semestral de 15 soles por pertenencia, cuyo incumplimiento se
consideraba como un causal de extinción del derecho, y e) a lo que debe agregarse la
obligación de presentar los títulos ante la diputación territorial, dentro de un plazo
establecido, para el registro del derecho y el ejercicio futuro del mismo. El
incumplimiento de esta obligación al vencimiento del plazo (30 de junio de 1877)
acarreaba también la extinción del derecho. Se trataba, por lo tanto, de una concesión
sujeta a condición resolutoria.
Dicho cuerpo de leyes fue aprobado por el presidente López de Romaña, sobre las base
de un proyecto final preparado por la Sociedad Nacional de Minería, de conformidad a
una Resolución Legislativa dictada en 1896 que facultó al Poder Ejecutivo para ponerlo
en vigencia. El Código mereció fuertes críticas al momento de su dación por su carácter
excesivamente privatista. Así lo señala Jorge Basadre Ayulo aludiendo a unas severas
objeciones formuladas por el catedrático de San Marcos Manuel Santos Pasapera. En
efecto, el Título I de dicho Código se refirió a la propiedad minera, a la que califico una
vez adquirida legalmente de “irrevocable y perpetua como la propiedad común”
(artículo 5°) solo sujeta a caducidad por la falta de pago del Impuesto por la falta del
pago del impuesto anual de 30 soles por pertenencia establecido en el artículo 28°. El
De acuerdo a dicho ordenamiento legal “la propiedad de las minas era separada y
distinta de la del terreno o fundo superficial, siendo su dominio transferible con arreglo
a las leyes comunes y las disposiciones especiales del Código”. Igualmente, el Código
estableció que “la concesión de la propiedad minera solo puede hacerse por la autoridad
competente y en la forma que el Código determina”. La propiedad minera confería el
derecho de explotación y libre disposición de todas las sustancias objeto de esta clase de
propiedad, contenidas dentro de los planos verticales trazados por los lados del
perímetro de la concesión. La unidad de medida de las concesiones era la pertenencia,
definida físicamente como “un sólido prismoidal, de base rectangular, de dos hectáreas
de extensión, con 200 metros por un lado y 100 por el otro, medidos horizontalmente en
la dirección designada por el denunciante y de profundidad indefinida en sentido
vertical”.
El artículo 1° del referido Código de 1950 señaló que “las sustancias minerales de toda
naturaleza que se encuentren en el suelo y en el subsuelo del territorio nacional, son
bienes de propiedad del Estado, salvo los derechos legalmente adquiridos. Todo lo
relativo a su explotación por los concesionarios es de utilidad pública y se regirá por las
disposiciones de este Código”. Cabe resaltar el respeto a los derechos legalmente
adquiridos, frase proveniente del texto del artículo 37° de la Constitucion de 1933,
entonces vigente, cuya inclusión en ambas normas atemperó la declaración dominial.
Luego, en el artículo 3°, se definió el concepto de concesión al señalarse que “el Poder
Ejecutivo concederá a las personas naturales y jurídicas, nacionales o extranjeras de
Derecho privado que lo soliciten, el derecho para explotar hasta por cinco años o para
explotar indefinidamente utilizados, en la forma y con las facultades y obligaciones
establecidas en este Código”. El Código de 1950 estableció dos tipos de concesiones,
las de exploración por un plazo de hasta de 5 años, y las de explotación por un plazo
indefinido, provenientes de la transformación de las anteriores o de un denuncio
formulado directamente para explotación.
El Código de Minería de 1950, a diferencia del dispositivo que lo precedió, destaco con
indiscutible nitidez el dominio originario del Estado sobre las sustancias minerales, con
Alumno: Denis Daniel Delgado Horna - DERECHO MINERO Y ENERGÍA
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la excepción de los derechos adquiridos. Al mismo tiempo, se caracterizó por ser un
documento legal privatista, pues impulso la actividad minera privada con exoneraciones
tributarias. Asimismo, reitero el carácter irrevocable de la concesión, solo susceptible de
caducidad por la falta de pago del canon y sobrecanon en su caso durante dos años
consecutivos, si bien sus montos fueron sustancialmente elevados en la década del 60.
Finalmente, el Código de 1950 previo legalmente la explotación por el Estado de su
riqueza minera bajo la forma de concesión, lo que de hecho venía sucediendo con la
Corporación Peruana del Santa, entidad estatal a la que en 1945 le fueron concedidos
los yacimientos de hierro de Marcona y cuya explotación fue luego contratada con una
empresa norteamericana.
En junio de 1971, el gobierno militar del general Velasco, nacido de la revolución del 3
de octubre de 1968, promulgo mediante el Decreto Ley N° 18880 una Ley General de
Minería que derogó el Código de 1950, y que vino a ser una de las piedras angulares de
las reformas estructurales aplicadas por ese régimen. Esta ley tuvo su antecedente
inmediato en el Decreto Ley N° 18225 dictado en 1970, así como en diversos
dispositivos expedidos por el gobierno militar el año anterior, que modificaron las
normas de caducidad de las concesiones sobre las base del amparo por el trabajo, que en
el Perú había sido descontinuado desde el Código de 1901.
El articulo II del Título Preliminar de la Ley reitero que “son bienes de propiedad del
Estado, inalienables e imprescriptibles, los yacimientos minerales, cualquiera que sea la
naturaleza de las sustancias que contengan”. El artículo III del mismo artículo incluyó
como elemento determinante la explotación por el Estado de su riqueza minera, que en
el Código 1950 solo había sido enunciado como posibilidad, al establecer que “la
actividad empresarial del Estado es factor fundamental en el desarrollo de la industria
minera”. El articulo IV condiciono los derechos de la concesión al sistema de amparo
por el trabajo y en el artículo VIII se puso énfasis en las condiciones de bienestar y
seguridad de los trabajadores mineros, concepto que ya estaba presente en el Código de
1950, pero enunciado de una manera menos categórica.
El artículo 8° de la Ley General de Minería señaló, repitiendo las leyes precedentes, que
“la concesión minera es un mueble distinto y separado de la superficie en donde está
ubicada” en virtud de la cual se otorgaba a su titular un derecho real consistente,
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conforme a los artículos 13° y 14°, en el derecho a explorar por un plazo de 5 años
(tratándose de las concesiones de explotación) y de extraer sus productos minerales
(tratándose de las concesiones de explotación) para convertirse en propietario de las
sustancias minerales extraídas. La unidad de medida fue definida en los mismos
términos que el Código de 1950, que tenía la concesión una extensión mínima de una
hectárea y una máxima de mil. Los derechos del concesionario sobre el terreno
superficial de la concesión y el derecho a usar gratuitamente terrenos eriazos, así como
establecer servidumbres e incluso expropiar predios de terceros fueron destinados en
una forma similar y quizás más contundente de la establecida en el Código de 1950.
El artículo III, en lugar de señalar que la actividad empresarial del Estado es factor
fundamental en el desarrollo de la industria minera, se limitó a indicar que el Estado
evalúa los recursos minerales, así como promueve y fomenta su racional
aprovechamiento. La terminología de dicho artículo correspondía en realidad al texto
del artículo 119° de la Constitucion de 1979. La actividad empresarial del Estado
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continuó a través de los denominados “derechos especiales” que fueron definidos en la
misma forma que las concesiones mineras, salvo su extensión y forma. El Estado, en
cumplimiento de la Constitucion, abandonó el monopolio de la refinación y de la
comercialización, si bien Minpeco mantuvo la posición de ente comercializador
exclusivo de las empresas estatales mineras. Operativamente tales empresas fueron
definidas como entidades de derecho privado, administradas de manera autónoma,
aunque sujetas a la supervisión financiera del gobierno a través de los Ministerios de
Energía y Minas y de Economía y Finanzas. De hecho MineroPerú, Centromin,
HierroPerú y Tintaya (a partir de 1985) actuaron en forma independiente, si bien todas
vendían sus productos por intermedio de Minpeco. Esta situación se mantuvo hasta
fines de 1991.
En suma, señalarse que el Decreto Legislativo N° 109 fue una versión atenuada del
Decreto Ley N° 18880, promulgado con la deliberada intención de disminuir el papel
del Estado en la minería, pero sin eliminarlo drásticamente. En opinión del suscrito, el
Decreto Legislativo N° 109 debe ser considerado como un dispositivo de transición
entre un régimen corporativo estatal a uno netamente libre empresarial, como el que
tenemos ahora en virtud del Decreto Legislativo N° 708, vigente a partir del 15 de
diciembre de 1991. En la actualidad, aún subsiste la mayor parte del articulado del
Decreto Legislativo N° 109, que no fue derogado por el Decreto Legislativo N° 708,
pero dentro de un contexto marcadamente distinto en el aspecto técnico de la
configuración de la concesión minera y del régimen procesal para su otorgamiento. El
sistema de amparo también ha variado radicalmente, tal como se verá más adelante.
7. EVOLUCION CONSTITUCIONAL
En el ámbito constitucional, la primera Carta Política que trató acerca del tema de la
propiedad estatal de los recursos mineros fue la de 1920, probablemente bajo el influjo
de la Constitucion de Querétaro promulgada en febrero de 1917 en plena Revolución
mexicana. Es importante destacar que ese fue el primer texto constitucional en
Latinoamérica en el cual se proclamó que “corresponde a la Nación el dominio directo
de todos los minerales… que es inalienable e imprescindible” (artículo 27° de la misma,
citado por Silva Herzog, Jesus, Breve historia de la Revolución mexicana, tomo 2,
Fondo de Cultura Económica, Segunda Edición, Ciudad de México, 1986, pago. 322).
En el artículo 42° de la carta de 1920 quedo establecido que “la propiedad minera en
toda su amplitud pertenece al Estado. Solo podrá concederse la propiedad o el usufructo
en la forma y bajo las condiciones que las leyes dispongan”. Esta Constitucion quedo
vinculada al régimen de Leguía y perdió legitimidad política al producirse su caída en
agosto de 1930. Al año siguiente se convocó a un nuevo Congreso Constituyente que en
abril de 1933 aprobó una nueva carta política, cuya señal de distinción fue su rechazo a
los excesos autoritarios del régimen anterior. Sin embargo, en su artículo 87° consigno
un dispositivo parecido al precedente, aunque de mayor alcance. Dicho artículo dispuso
que “las minas, tierras, bosques, agua y en general todas las fuentes naturales de riqueza
pertenecen al Estado salvo los derechos legalmente adquiridos. La Ley fijara las
8. CONCLUSIONES