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Primero que todo, porque esta obra se relaciona con la experiencia vital. Está inscrita en el teatro de
la memoria como un testimonio de lo sucedido a los familiares de detenidos desaparecidos y que
luchan contra la violencia dictatorial en pos de la memoria. Recoge la experiencia de la autora,
incentivando la emoción y la identificación con la historia contada, “Todos los artistas mencionados
me ayudaron a transformar un testimonio en una obra de teatro, la primera que escribí y la que años
después volvió a enseñarme lecciones de dramaturgia” (Pérez, M. 2014). El monólogo recrea el
recuerdo de la infancia de la protagonista que está construida en base a su hermano y su búsqueda,
hasta el encuentro con él, “Las dramaturgias de lo real reafirman su carácter viviente, performático,
territorial, físico, de cuerpos presentes, su carácter social de encuentro real, oponiéndose al carácter
definitivo de la intermediación técnica” (Urraco, Juan. 2011).
Hay un giro subjetivo en esta propuesta, y que busca un encuentro con la verdad, porque aquí hay
algo completamente directo con la experiencia real, no con historias oficiales institucionalizadas, sino
que se crea aquello que les pasa en forma directa con lo real. Se pone en evidencia el tratamiento de la
realidad en escena, convirtiendo el teatro en un lugar vivo que presenta y no recrea la realidad, “La
intimidad asociada a un posible lugar de la memoria refiere no a una representación del pasado, sino a
un fenómeno siempre actual que impone un vínculo vivido con el presente eterno; es decir, refiere a
una experiencia performática” (Urraco, Juan. 2011).
La obra, como hemos visto, indaga en la memoria, como única forma de encontrarse con esa realidad
de acontecimientos vividos por el individuo, por el grupo, y que son de naturaleza excepcional,
tocando los planos de lo político y lo social, en un retorno brutal con una realidad trágica, “El “retorno
de lo real” implica también, obviamente, la opción por una práctica artística directamente
comprometida en lo político y en lo social” (Sánchez, J. 2007). El derecho a recordar se convierte en
un deber de recordar y testimoniar y esta dramaturgia de lo real trabaja con el testimonio. Para Mariana
Eva Pérez, este tipo de teatro es una necesidad de reinventar una nueva forma de relación con lo real,
como una búsqueda constante de mejorar el arte escénico.
BIBLIOGRAFÍA