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Universidad Abierta Para Adultos

ESCUELA:

Derecho

ASIGNATURA:

Español 1

FACILITADOR:

Ramona Acosta

PARTICIPANTE:

Noelia Díaz

MATRÍCULA:

2021-4889

TEMA:

Trabajo final.

FECHA:

08/06/2021
República Dominicana, Santiago de los Caballeros
Introducción.
Ángela Hernández construye un universo narrativo que no tiene antecedentes
en nuestra historia literaria y que se une a esa cada vez más interesante
proyección renovadora de la novelística dominicana actual.
Telegrama es una historia sobre los cambios interiores y sociales vistos desde
la asombrada perspectiva de una niña, que al contar el mundo percibido se
cuenta a sí misma. Aflicciones y desconcertante humor marcan este relato
fuertemente arraigado en la cultura dominicana y en las contingencias de la
condición humana.
1-Título del texto. Autor y breve biografía.
TELEGRAMA (Ángela Hernández Núñez)
Buena Vista Jarabacoa, República Dominicana, 6 de mayo de 1954. Graduada
con honores de Ingeniería Química. Narradora y poeta. Apasionada del cine y
la fotografía. Textos de su autoría se han traducido al inglés, francés, italiano,
islandés, bengalí y noruego; incluyéndose en importantes antologías. Es
Premio Cole de novela corta, a la novela Mudanza de los Sentidos, 2001;
Premio anual de Cuento, 1997, otorgado por la Secretaría de Estado de
Educación y Cultura al libro Piedra de Sacrificio; Premio Anual de Poesía 2005,
otorgado por la Secretaría de Cultura al libro Alicornio y Premio Anual de
Cuento, Ministerio de Cultura 2012, al libro La secta del crisantemo. Dirigió la
revista literaria Xinesquema. Es Miembro Correspondiente de la Academia
Dominicana de la Lengua. Integrante del Consejo Nacional de Cultura 2004-
2010.

2-Identifica en el texto su planteamiento, nudo y desenlace.

Planteamiento:
La correspondencia común era depositada en la pulpería; allí la recogían sus
destinatarios. En cambio, los telegramas eran atraídos por un envejecido
mensajero del pueblo. Su apariencia compaginaba con su oficio: medio
encorvado, usaba una cachucha gris y un bigote que le cubría la boca por
completo. Los niños hallábamos un curioso atractivo en su figura,
probablemente por la expectación que incitaba el solo verlo. Aveces se detenía
a reposar un momento antes de entrar en la vivienda correspondiente, como si
el también sufriera con el mensaje que portaba. Una vez hacia entrega del
sobre, enseguida escapaba, con la excusa de otros encargos urgentes en
localidades vecinas, declinando así el café ofrecido por algún miembro de la
familia en cuestión, agradecido de algún modo por los cinco kilómetros que
había pedaleado para cumplir su cometido. En realidad, el hombre rehuía los
rostros comidos por la ansiedad, que aun a punto de desgarrar el envoltorio
mostraban su educación hospitalaria. Talvez le disgustaba su trabajo.

Nudo:
Esta vez, con el sobre blanco sobre la mesa, donde lo había depositado el
mensajero, y mis hermanas gritando anonadadas, sin atreverse a dar un paso,
pensé en lo que sucedería en unos minutos. A pasos cansinos y con los ojos
muy abiertos, se acercaba mi madre desde la cocina, seguida de la vecina con
la que se hallaba conversando, ahora presta a socorrerla. Sin pensarlo dos
veces, agarre el objeto fatídico, como una exaltación pase por el lado de mi
madre y de su amiga, y arroje el telegrama a las llamas del fogón. Las
lamentaciones se multiplicaron, hasta la vecina chillaba. Hubo gestos de salvar
el telegrama, pero habían bastado unos segundos para que la noticia se
transformara en humo.
Desenlace:
En navidad los visitantes de la Capital fueron recibidos con algarabía. “!
¡Gracias a Dios que estas en salud!”. “¿Ocurrió algo malo por allá?”,
exclamaban frente a cada uno. Curiosamente, ninguno había sufrido percances
de consideración. Ninguno había mandado el telegrama que reduje a ceniza.
A partir de aquí empezaron a atribuirle otro tipo de cualidad a los telegramas.
Podrían dar cuenta de una herencia, una beca, la concesión de un beneficio
comunitario, solicitado hace tiempo. Podrían, asimismo, adelantar la vista de un
funcionario y hasta del presidente en persona.
Sobre mí, apartada en algún rincón, jugando con los niños y las muchachas,
recaían furtivas miradas increpadoras como si mediante aquel acto defensivo
hubiese desviado irremisiblemente de la suerte de la familia.

3-Describe el escenario en el cual se narra la historia.


La historia se narra en un pequeño pueblo, lo cual los telegramas eran sinónimos de
tragedias, más bien muertes. Todos los habitantes del pueblo temían que les llegara
un telegrama ya que creían saber lo que contenía el mismo.

4-Cuáles son los personajes y su rol en el texto?


El mensajero del pueblo.
La hija, la cual narraba la historia.
La madre, es la que siempre recibía las noticias.
La vecina, la cual siempre ayudaba la madre,
La niña, la cual la tía la consideraba la muñeca que nunca que compraron.

5- Escribe la idea central del texto y por qué lo consideras.


En mi opinión la idea central del texto, es el telegrama tanto como el mensaje,
ya que tenemos que aprender a no ignorar las cosas ni dejarla pasar por alto
ya que no todo puede causar daño, sino que también puede ser algo de gran
ayuda, y tenemos que ser más consientes con las decisiones que tomamos día
a día.
6-Resumen de la historia en una página completa contada con
tus palabras.
Cuando en mensajero se asomó a la puerta, mis hermanas se pusieron muy
pálidas y nerviosas, ya que los telegramas solo eran noticias malas.
Las cartas se depositaban en el colmado; allí la recogían las personas. Las
cartas eran traídas por un viejo mensajero del pueblo. Su físico era muy
parecido a su oficio, doblado, con abrigo gris y con un bigote enorme que le
tapaba la boca. Todos los jóvenes en el pueblo encontrábamos al viejo algo
gracioso. Cada vez que tenía que hacer una entrega se recostaba un
momento, como si el supiera lo que decían las cartas. Desde que hacia la
entrega de la carta escapaba corriendo, y decía que tenía otros envíos que
hacer.
Cada vez que el mensajero pasaba por la calle, las personas se quedaban
esperando que no le llegara una carta, y cuando pasaban su trayecto se
sentían aliviados. Las malas noticias la llevaban a otra parte. Mientras iba
empapado en sudor, no saludaba a nadie del pueblo, si no que mantenía su
mirada fija hacia el frente, como si cualquier distracción fuera mala.
Una carta llego junto al sonido de la ambulancia con el cuerpo de nuestro padre
en las ultimas. La carta la avía enviado su hermano, después de la fallida
cirugía, ya que la familia debía prepararse para lo que pudiera pasar. El
mensajero posiblemente pensó que si se retrasaba a entregar la carta
agravaba el problema del momento. Así, que se adelantó a entregar la carta a
cualquiera de los familiares. Nuestra madre cayo inconsciente por la doble
noticia de muerte, carta y ambulancia.
Aun no hacía un año que nos enviaron una carta. Todavía recordaba las
palabras de ese papel con dolor. Esa enfermedad que le arranco la vida a la
niña de mi hermana. Mari se llamaba la pequeña y era la primera sobrina y
nieta de la familia; pequeña que cambio mis tristezas con alegría, un sueño
echo realidad, niña que ame más que a los juguetes que tenía, porque la hija
de mi hermana era como la muñeca que nunca me dieron los reyes magos.
Solo muñequitas de conchas, de esas que vendían en el colmado de enfrente.
Que muñeca, nuestra sobrinita. Tenía cabello rizo y ojos claros.
Cuando una carta decía “grave”, es que había muerto, sutileza con la que
intentaba amortiguar el choque. Sin embargo, en la casa de la hija de mi
hermana: “Mari Murió Venga Urgente”. Quizás pensaron que la muerte de la
niña no Hera tan importante como con la de un adulto.
A partir de entonces, no encontré divertida la figura del viejo mensajero. Su
presencia me resultaba odiosa.
Esta vez, con la carta en la mesa, donde la había puesto el mensajero, y mis
hermanas gritando, son atreverse a moverse. Mi madre se acercaba desde la
cocina con la vecina, con la cual estaba hablando. Sin pensarlo mucho me
levante y agarre la carta, pase por el lado de mi madre y la vecina, y tire la
carta en el fogón. Todos se preocupaban y gritaban. Hubo acciones de salvar
la carta, pero ya la misma estaba echa cenizas.
Después de que todo estuviera bien y que nada malo haya pasado la familia se
calmó, y a partir de ahí empezaron a darle otro tipo de comprensión a las
cartas. Podría ser una herencia, una beca, beneficio comunitario, solicitado
hace tiempo.
Apartada en los callejones, jugando con los otros niños y niñas, muchas
miradas penetrantes, como si lo que hice aquella vez hubiese cambiado la
suerte de mi familia.

7-Determina la relación del texto con la época en la que fue


escrita.
La relación que existe es que la época en que la autora escribió el texto el
medio de comunicación utilizado para dar informaciones de suma importancia
era el telegrama, este consistía en un mensaje breve. Tal como lo presenta la
autora en el texto el telegrama sólo era utilizado para las informaciones, ya que
se pagaba por la cantidad de palabras que contenía mensaje.

8-Cambia el final de la historia.


Todos en el pueblo se preguntaban, si lo que había hecho aquella vez, había
cambiado la suerte de mi familia, y que en realidad los telegramas y sus
noticias no son tan graves como pensaban. Si no que toda información puede
ser diferente.
Conclusión.
Este cuento es un poco difícil de entender al principio, pero cuando te vas
adentrando en el aprendes a apreciar el momento de la época como si
estuvieras en ella, ya que abarca parte de la historia.
Aquí se puede apreciar, como hacían llegar las noticias a los familiares lejanos.
Muy poco común para su época, pero muy utilizados por las personas de los
pueblos.

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