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conviértela en tu aliada
10 TÉCNICAS DE EDUCACIÓN EMOCIONAL PARA GESTIONAR TU SOLEDAD
PARA TUITEAR
Resulta significativo que el concepto de soledad no ha sido objeto de estudio por la Psicología
hasta los años 50, cuando autores como Sullivan se interesan por ella definiéndola como “una
experiencia desagradable conectada con la insatisfacción de la necesidad de intimidad
interpersonal”.
Años más tarde (década de los 70), Weiss (considerado el padre de la investigación en la soledad),
prueba a definirla como “la ausencia o ausencia percibida, de relaciones sociales satisfactorias.
Experiencia que implica una aguda autoconciencia que quiebra la red de relaciones del mundo del
self”.
Si bien a raíz de estas definiciones empiezan a surgir otras similares por parte de otros autores,
siempre aparecen como elementos comunes a todas ellas:
La vivencia de la soledad como una experiencia subjetiva, en la mayoría de los casos
sentida como dolorosa, fruto de una deficiencia en las relaciones sociales y no
necesariamente sinónimo de aislamiento social.
Es el propio Weiss el que, en un intento de hacer manejable el término, distingue dos tipos de
soledad:
1. La soledad social, que tiene que ver con la carencia de relaciones sociales, relacionada
con un sentimiento de marginalidad: “es la sensación de aislamiento, de no ser aceptado por los
otros”; la persona desea tener lugar dentro de un grupo de personas y compartir.
2. La soledad emocional, es la ausencia de relaciones significativas para la persona. La
ausencia de apego, “que proporcione una base segura” (Bowlby, 1982). Este tipo de soledad se
asocia con sensaciones de vacío y refleja el anhelo de encontrar a la “otra persona” con la que
compartir la vida. En este segundo tipo se sitúa el protagonista de la película; y es que su anhelo
por compartir se plasma en gran parte de sus monólogos: “hay algo que te hace sentir muy bien de
compartir tu vida con alguien”.
[Actualización]
Estudio científico relaciona la soledad y los trastornos
mentales más comunes
1 Mayo, 2019. Han sido publicados, en la revista científica «PLOS ONE», los resultados del
estudio sobre la relación entre personas que viven solas y los trastornos mentales comunes,
realizado por Louis Jacob (Facultad de Medicina de la Universidad de Versalles, Francia), Josep
María Haro (Unidad de Investigación y Desarrollo, Universitat de Barcelona) y Ai Koyanagi (Instituto
de Salud Carlos III, Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental, Madrid).
En el estudio se analizaron datos de 20.500 personas, de edades comprendidas entre los 16 y 64
años, que se obtuvieron de las Encuestas Nacionales de Morbilidad Psiquiátrica de 1993, 2000 y
2007 en Reino Unido.
Dada la alta prevalencia de trastornos mentales comunes (CMD, por sus siglas en inglés) y de
personas que viven solas en Reino Unido, el objetivo de este estudio, utilizando datos
representativos a nivel nacional, fue examinar la relación entre personas que viven solas y los
trastornos mentales comunes, e identificar los posibles factores mediadores de esta asociación.
Los datos se obtuvieron de las Encuestas Nacionales de Morbilidad Psiquiátrica de 1993, 2000 y
2007.
Los resultados fueron muy significativos, indicando que las personas que viven solas –de
diferentes edades– tienen más probabilidad –de 1,39 a 2,43 veces más– de padecer desórdenes
psicológicos.
Los investigadores estudiaron otros factores, además de la soledad, que explicaran estos
resultados, como la obesidad, la dependencia o el consumo de alcohol, drogas, tabaco, o también
la falta de apoyo social; y encontraron que la soledad explicaba el 84% de la relación con algún tipo
de trastorno psicológico.
«Encontramos que la soledad explicaba el 84% de la relación con algún tipo de
trastorno psicológico». Louis Jacob
Haz clic en la siguiente imagen para ver el artículo (VO) publicado en Plos One
Journal.
Si nos situamos en el
avanzado mundo tecnológico que nos propone la película “Her”, y adivinamos que estamos en una
sociedad que potencia el aislamiento, –algunas de las primeras imágenes, cuando Theodore sale
de la oficina y vuelve a casa, nos muestran espacios donde la gente se encuentra abstraída en sus
dispositivos móviles. En una de ellas, el protagonista avanza pensativo entre una multitud en la que
cada persona se muestra ensimismada y ajena a los demás–, es fácil entender que Theodore
intente llenar el vacío de su soledad, entablando conversación con una inteligencia artificial –un
avanzado sistema operativo con una sensual voz de mujer y llamada Samantha– y con el que inicia
una inquietante relación.
“Her” (Ella) le proporciona compañía, le escucha, le comprende y le conoce, le ofrece momentos
divertidos, risas e incluso sexo virtual. Notamos a lo largo de la película como cambia su expresión,
como sonríe continuamente, como nos va mostrando lo que terminará por sentir: amor.
Pero la película va más allá de un romance virtual, habla de cómo esta emoción llevada al extremo
nos conduce a la patología, nos habla de cómo alguien que no está, que no nos toca, puede
darnos la capacidad de sentir. Jonze, el director, entiende a la perfección como un componente de
la forma de vivir actual y trasmite la dureza de la soledad en un futuro posible.
La película muestra un futuro distópico pero cercano, donde la tecnología parece no
tener límites, y el ser humano depende cada vez más de ella. Una tecnología que
reemplaza las relaciones humanas reales, tangibles, y muestra también una estrategia
que se impone: enfrentar los problemas –como el de la soledad– por el camino más
rápido, sin esfuerzo y obteniendo la solución de inmediato.
La película 'Her' propone un futuro donde las nuevas
La soledad es una emoción muy intensa por la que todas las personas, en algún momento de
nuestras vidas, hemos tenido que transitar. Y aunque en ocasiones (como le ocurre a nuestro
protagonista: Theodore) es una emoción tan intensa que nos nubla la visión de futuro, es posible
aprovecharla para crecer, permitiéndonos abrir nuevas puertas a otros espacios hasta ahora
inexplorados. Esos espacios mas personales, también mas sugerentes y que constituyen nuestro
mundo interior.
La soledad, en definitiva, nos puede enseñar a disfrutar de nosotros y de nosotras
mismas de una forma que no habíamos descubierto hasta entonces. Compréndela y
transfórmala en tu aliada para conocerte y propiciar los cambios que deseas
Autora
Raquel Rivero
Psicóloga Clínica. Especialista en Psicología Clínica y de la Salud.
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