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Texto 1 - Sumilla
Texto 1 - Sumilla
Las prioridades de nuestra clase política han quedado claras. Las del gobierno
eran cumplir los caprichos de Vladimir Cerrón, quien no ve el poder político
como un instrumento, sino para imponer sus fantasías.
Párrafo 2
Es lo único que explica que no hayan dado prioridad a las urgencias inmediatas
del país devastado por la pandemia y sacudido por la crisis económica. En
cambio, los esfuerzos se destinaron a la creación de un gabinete de ministros
concebido para provocar y no para gestionar las necesidades del país.
Párrafo 3
Desafortunadamente, los primeros movimientos del congreso muestran a una
oposición armándose para la guerra con nombramientos como Jose Luna,
Alejandro Aguinaga y patricia Juárez.
Párrafo 4
A eso hay que sumar el establecimiento de una comisión investigadora para los
primeros días del gobierno de Castillo.
Párrafo 5
El gobierno y el congreso se preparan, esto demuestra que se viene una
temporada de conflictos tan violentos que saldrá con la derrota de uno de los
dos poderes. Nada cambia en el Perú donde hacer política es solo sinónimo de
confrontación.
Resumen:
Entre dos fuegos
14 Ago. 2021 | 5:14 actualizado el 14 de Agosto 2021 | 5:14 h
Las prioridades de los distintos actores de nuestra clase política han quedado claras
esta semana. Las del gobierno eran obvias desde el comienzo, y están íntimamente
relacionadas con los caprichos y devaneos de Vladimir Cerrón, que no entiende el
poder político como un instrumento para obtener el bien común, sino para imponer sus
peores fantasías, satisfacer sus obsesiones y aplacar su insaciable narcisismo.
Es lo único que puede explicar que el gobierno no haya hecho coincidir sus primeros
esfuerzos con las urgencias inmediatas de un país arrasado por la pandemia y azotado
por la crisis económica. En cambio, los ha destinado a la consolidación del proyecto de
Cerrón, un delirio autoritario que pretende la «refundación» del país e incluye la
implantación de una asamblea constituyente o la creación de una policía paralela. El
nombramiento de un gabinete de ministros como el que encabeza Guido Bellido –
pensado para provocar a la oposición en vez de gestionar las necesidades nacionales– es
una de las múltiples maniobras de este juego ofuscado y estéril, que parte de una
equivocada evaluación de las fuerzas propias y está condenado al fracaso.
A eso hay que sumar las primeras medidas del pleno: el establecimiento de una
comisión investigadora para los primeros días del gobierno de Pedro Castillo, en los que
despachó fuera de Palacio de Gobierno, y de otra para determinar si en las últimas
elecciones hubo irregularidades que condujeran al fraude que denunció Fuerza Popular.
De paso, quedaron al voto una moción de interpelación al canciller Héctor Béjar, que
seguramente será la primera de muchas, y otra para declarar a Evo Morales persona no
grata al Perú.
Se viene una temporada de conflicto tan violento –quizá más– como el que hemos vivido
en los últimos cinco años, que se saldará con la derrota total de alguno de los dos
poderes del Estado y el perjuicio de un país postrado y desalentado. Nada cambia en el
Perú, donde la confrontación se ha convertido en la única manera de hacer política.